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COLECCIÓN DEL FAUNO: Poesía ________________________________________ TATUAJES: del amor a la piel 2013 ©José Ernesto Delgado Hernández © Casa de los Poetas Editores SAN JUAN DE PUERTO RICO 2013 PO Box 367933 San Juan, PR 00936 Este libro no se podrá reproducir de ninguna manera sin el consentimiento de esta editorial y su autor. ISBN: 978-0-9890983-9-7 FOTOGRAFÍA Portada: Gabriella Correa Fotografía portadilla: José E. Delgado CATALOGING IN PUBLICATION DATA/ DATOS DE CATALOGACIÓN Delgado Hernández, José Ernesto. TATUAJES: del amor a la piel. San Juan: Casa de los Poetas, 2013. Literatura puertorriqueña/Literatura Hispanoamericana/Poesía/Español /Puerto Rican Literature/Hispanic American Literature/Poetry/Spanish/ casadelospoetas@gmail.com www.casadelospoetas.com
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AL FILO DE TU ESPADA
Mírame, hazme el rehén de tus ojos infinitos socava mis venas mi alma, húndete dentro de mi boca libera los peces que viven en mí y hazte agua sobre mi pecho. Levanta sobre mi cuerpo tu templo tu ciudad, tu patria. Que la carne se hace flor mientras transitas callada todos mis caminos. Y mírame hazme creer que bajo mis pies tengo el cielo que un sacrificio te volverá eterna y yo, con todo el amor pondré mi vida al filo de tu espada
6|José Ernesto Delgado Hernández
Tantas veces Te me escapas en la edad y la distancia tantas veces. atrincherándote en los espacios en las líneas, en las comisuras del tiempo. Tantas veces. Te encuentro en el silencio o tras las puertas de la quietud sentada fumándote el hastío tatuándome tu lúgubre mirada invitándome a ti a que te tome como una gota de veneno a abrazarte como se abraza la vida a que te amé como tantas veces te he odiado. Te me escapas y te encuentro tantas veces. En las fronteras de lo que creo que son mis sueños en la entrada del infierno de la mano de lucifer o en la salida del cielo acostada junto a dios. Tú, la nómada de vidas transeúnte de soledades que te duermes en los cementerios despertando a mi lado. En tu próxima aparición escápate conmigo.
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Días sin ti No tengo días sin ti. Digo que no tengo días porque tu silencio se los traga los incinera como madera vieja. Los días que me quedan son algunos que se tatuaron en las paredes de esta recámara en las que fuimos amantes y piratas bajo la estrella de la lujuria insatisfecha. Los días sin ti sobreviven de cenizas de retazos de migajas de mi cansancio de recordarte yo sobrevivo a estos días sin ti pensando en una eutanasia poética y salvadora. Digo que no tengo días sin ti porque los he gastado uno tras otro marcándome sus horas, sus minutos sus segundos en el aire que expira mi alma. No tengo días sin ti porque los tuve todos y tú, te quedas eterna en la mirada desafiando el tiempo y su dolor ahogándote junto a mí en estos días que no existen.
8|José Ernesto Delgado Hernández
Tatuajes I Tu mirada que se escapa de mis ojos para marcarse en mis vacíos. Tu voz ausente que a la vez es eco en mis soledades. Tatuajes tus manos en mi espalda tu boca pidiéndome dándome tus vacíos llenando los míos. Tatuajes vos en mí cubriendo con los ojos la desnudez de mis deseos. Y yo difuminando ansias tatuándote con mis palabras lo que no puedo en tu piel.
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Doble filo Tendido sobre tu fuego ceñido a tus caprichos permanezco cual cuerpo suicidado tras jugarse la vida en la ruleta rusa de tu boca. Aposté la sangre a perder y gané la herida mayor. Hoy ya no tengo ganas de mi soledad ni de extraviarme recordándote: la navaja permanece impasible la mano es como un fantasma que se desliza verticalmente tatuando caminos a doble filo.
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Ciudades Rotas Construyo sobre ciudades rotas mi nueva patria. Que no es tu cuerpo ni mi carne. intento levantar columnas sobre tierra estéril a ver si consigo abortar la necesidad de un tú y yo. Quiero edificar nuevos silencios que sostengan mis poemas, pero que no hablen de amor ni gaviotas ni atardeceres. Quiero desaparecer cada rastro de nuestras huellas cada paso que dimos cada cosa que miramos juntos en esta ciudad que llevo ahogada en los ojos. Construiré sobre cenizas mis nuevas calles, con el fuego que quedó abriré nuevos caminos que me regresen a la patria que quisimos juntos y que se quedó abandonada en nuestros sueños.
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Peligrosidades El peligro no vive en que te recuerde ni en que aún convivas en la memoria de mi piel. Tampoco que el tatuaje de tu beso indeleble no desaparezca con la eternidad de alma. El peligro no yace en que todavía permanezcas en mis poemas. Que cada verso lleve una gota de tu sangre una onza de tu mirada un centímetro de tu cuerpo. Mi peligro reside en que aún existas en mis días.
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Johnny ¡Mírame! Si es que ves en mí a un hombre. Yo sólo veo un despojo un ánima caída carne, huesos y sombras. Horas derretidas en la piel moscas rondando mis ojos. Soy un tatuaje sobre una ciudad de vitrina unos dedos cubiertos de hiel en tu boca una tierra perdida, un dios olvidado. ¡Mírame! Si es que en mí recuperas algo tuyo si reconoces estas huellas podridas la estela de centeno que dejan mis pasos o el nombre con que fui bautizado.
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Conclusión Entre tu silencio y el mío hay un abismo donde se suicidan las palabras la caricia dormida y cupido. Somos, tú y yo. Dos estatuas de sal que el tiempo oxidó. Un tatuaje quemado en el alma dos conocidos que jamás supieron quiénes eran. Entre tú y yo hay un espacio que se quedó hueco al transitar los años donde se nos perdieron las miradas el deseo, el hambre, el gusto donde las sonrisas se hicieron de cristal en las bocas y el abandono tomó su trono. Pero es que siempre supe que al final, todo es inminente.
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Carta a una nueva vida Pequeño milagro: Cuando creí que no volverías, apareciste. Cuando el mar se había vuelto triste y las nubes ahogaban su llanto salado tú volviste desde los tiempos grabada en un retrato a sangre y lágrimas con un grito en tus adentros que te anunciaba. Entonces te sentí tan real como un sueño te vi tan cerca como la lluvia que se estrella en los ojos. Y eras tú, inocente vida de una nueva flor un tatuaje de amor en mi vida como nacida de un beso de Dios.
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Tatuajes II Idea: Visualizo un rostro retratado en la ventana. La nostalgia con la que se van llenando sus ojos y como una flecha venenosa atraviesa mi espalda. Líneas: Van arañando desde adentro unos versos tristes que se quedan impasibles sobre la piel, no hablan, no me ven pero todos saben que son hijos de la melancolía. Pintura: No es que duela, más bien es masoquismo. Y una foto tallada en la memoria se desvanece. La velocidad de los recuerdos puede ser tan transitada como la ausencia o tan vacía como esta recámara. Difuminados: Dos siluetas, transeúntes en el desierto van dejando cenizas de cada paso que han dado como rastros de sus caminos que se quedaron sin terminar. Mientras el viento va quemando lo que el recuerdo dejó. El tatuaje: La piel es una tela virgen que espera su herida. Para transfigurarla en un verso marcado a tinta y dolor por el metal de un poeta por la cicatriz de una caricia o por un beso que nunca nació.
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A vuelo de pájaro Hay noches como ésta o la de mañana. Que dejan sus versos frente a mi puerta cual niños huérfanos. O dejan recuerdos de pieles habitadas por nombres olvidados. Y yo como un pájaro azul voy dejando la sombra de mi vuelo tras tus pasos. Una lluvia de ojos mirando hacia atrás a un hombre desangrando poemas por sus dedos y el voraz deseo de aterrizar sobre tu piel.
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Espejismos Vas subiendo por mi costado te enroscas en mi cintura. Soy tu presa, tu deseo, tu ambición. Tu boca susurra intenciones que mis poros adivinan. Soy tu hombre, tu sed, tu delirio. A esta hora seré un cadáver bajo tu cuerpo, tendido a tu placer. Y vas abriendo heridas en mi pecho con los diez puñales que danzan en tus manos. ¿Qué soy? La ciudad encontrada en tus ansias el cadáver exquisito que devora tu pasión, aquel tatuaje que se difumina en el sudor de tu ombligo donde la sal de tus besos bañan sus ardores.
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Huida Voy a mudarme de piel, de ojos, manos, dedos y uñas de estos residuos oxidados que habitan la memoria. Cambiaré mi norte y mis fronteras romperé la brújula que me trajo hasta aquí y seguiré cualquier camino. Quemaré mi signo bajo la luz plata de la noche mudaré mi cuerpo hacia otras soledades, aquella donde duermen las libélulas. Quiero rehacer la palabra y mi oficio, reconstruir la inocencia en ciudades viejas. Mudar los pies de mis huellas por caminos siderales, trazar una nueva línea sobre la piel que redefina la dirección de mis tatuajes. Voy a mudarme hacia el principio detrás de los ojos de la muerte y cambiaré mi nombre para que no me encuentren las pesadillas.
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A quema ropa Lo que queda es el tiempo que se acomodó en la memoria. Un vestigio de sombras olores, vidas y pieles. Lo que queda es el tiempo que se acomoda aquí en el costado. Y unos retazos de cuentos viejos con finales futuros. Unos ecos de voces en las venas aquel beso que como un tatuaje gastado por el óxido de la sal de los años se fue desmereciendo hasta quedar una translúcida tela sobre los labios muertos. Lo que queda son unas líneas vacías entre mis poemas y unas miradas vírgenes asomadas al pecho recién baleado.
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El silencio del héroe Abatido su cuerpo, su piel. Herida que manaba primaveras y una leve sonrisa de triunfo sombreada en los labios. La muerte no pudo con su gloria la muerte no pudo clausurar sus ojos ni con la eternidad ni con el olvido. La muerte no pudo con el peso de su nombre. El héroe nunca fue cuerpo ni rostro ni ojos ni voz el héroe es idea, iniciativa es fuego en las manos y puntería infalible con la palabra. Que ni los huesos del pasado olvidan su fuerza ni el polvo de la tierra y los años han cubierto las huellas de sus botas. La historia te debe páginas en su libro, te debe la vida la que diste y te quitaron. Te debemos Comandante, la ferocidad con que luchaste y el amor con que cargaste la revolución. El silencio del héroe hoy es el grito de los que van “Hasta la victoria siempre”.
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Ella, tú, sombra Tu sombra acudió al llamado de la insensatez de un poeta. Ahora bailan el vals del recuerdo en un salón fúnebre se abrazan con sus alas gastadas se besan las heridas de sus labios mientras un poema crece de las manos de la nada enredándolos en la eternidad del silencio el poeta humedece sus versos en los ríos de luz y sombras que le deja la memoria inhabitada. Tu sombra inunda sus manos se acuesta en su pecho se tatúa en sus pupilas cristaliza sus lágrimas y construye un castillo sobre los hombros del poeta. ¿ Y quién oye su queja en el silencio? La habitación es una capilla para el cuerpo ardiente del poeta y tu sombra la única invitada al velorio.
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Paredón ¡Es cierto! A esta casa le hacen falta tus pies descalzos plantando huellas. Tu silueta difuminada en la pared. El eco de tu cuerpo contra el mío el silencio de tus sueños el alboroto de tu mirada y no es lo mismo estar contigo que con tu ausencia. Porque mi recuerdo, de ti, no se pasea por el balcón ni riega las flores del alma ni calienta las sábanas ni almuerza conmigo. ¡Es cierto! La casa, sin ti, es eso. Cuatro paredes sórdidas que se cierran y me tragan. Es un hueco, una cueva es una eternidad vacía de tiempos soñados. Es un pasillo, un paredón donde espero mi fusilamiento.
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“una estocada de humanidad inédita me devuelve a la vida.” Alumbramiento Marta Yazmín
OBITO He salido al sol desde el hueco de dos manos unidas recién nacido de la pena voy mirando todo alrededor pero no reconozco estos fuegos ni este bosque de árboles podridos. Hay miradas furtivas que se escapan desde las llamas y van en acecho dentro de mi pecho buscando incinerar los inicios del alma. Soy un par de alas sin cuerpo bajo la llovizna de unos ojos vírgenes. Soy el eco del silencio del verso soy la sombra del poema bajo la luz de tu mirada.
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Eva Yo sé de ti de vos que quemas en el frío que ardes en las venas dejando una serpiente en la garganta nutriéndose de las entrañas. Se del vacío que dejaste en el costado de las huellas de tus dedos en la tierra. ¡Ay, cómo se desbordan las ansias en estas manos secas de ti! De vos que dejas una quimera en el centro del pecho. De ti que arrebatas toda la vida en un gemido. De vos la forajida amante gaviota enardecida la de ecos conjuros en los labios. ¡Ven! Levanta tus ruinas en mí y reconstruye aquel paraíso donde iniciamos juntos la vida.
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Exorcismo Sucede que hay noches en las que me persigue el espectro de un ángel entristecido fugitivo de los ojos de dios con un signo en la frente de auroras deprimidas. El me nombra todos los ecos del pasado las pequeñas soledades que se quedaron guardadas en unos ojos cuando como un marinero iba y amaba y desaparecía entre las olas. Nómada de pieles mustias por mis manos vagabundo de labios sangrantes noctámbulo de sueños cristalizados por el no pasar del tiempo perdido germen libidinoso amante solitario. Ese fantasma viste mi cuerpo ve a través de mis ojos turbios en ocasiones se vuelve poeta otras veces suicida con sus versos y más de una vez las dos juntas. Ya con el alba sobre mis ojos vuelvo a ser yo ¡solo! Y el ángel entristecido va errante tras mis pasos con paciencia de piedra esperando la noche para volver a poseerme.
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En todas partes (poema cursi) ¡Ahí estás! Con alondras girando sobre tu cabello anunciando un eclipse de estrellas a tu espalda. Estás ahí, justo donde dios apuntó con su mirada. Donde el alba inicia su luz donde termina el crepúsculo en mi ventana. Estás aquí, en mis ojos ávidos de los tuyos andas orbitando sobre el punto infinito de mis pupilas creciendo de cada línea que definen la vida que habitan en mis manos tristes. Estás en cada mirada que me dan los transeúntes del tren aquí a mi lado donde me espera la muerte con un ángel protector sobre tu hombro. En los espacios que disfrazan tu ausencia. ¡Amor! Estás en cada palabra que de mi boca alza vuelo mariposalmente.
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Rutinas A veces suelo preguntar por ti. y le pregunto a mi guitarra aquellos acordes que dejaste muertos en sus cuerdas. Pregunto a los libros que leíste y que también dejaste en un rincón olvidados. Le pregunto a alguna esquina de esta casa que una vez fue tuya y que hoy sólo es un vestigio de mí sin ti... Pregunto a los amigos que no te conocieron al vendedor de flores que conocí una tarde por querer llenar tu pecho de claveles. Y le pregunto al camino que me llevó hasta ti y que nunca me trajo de vuelta hacia aquella noche en que te soñé A veces pregunto por ti en el trabajo o a cualquier transeúnte que encuentre en el camino de mi hastío mientras se me pasa el otoño llamándote. Suelo preguntar por ti, a veces mientras se cansa el silencio en mis labios y vuelvo a convertirme en el fantasma de tu pasado.
28 | J o s é E r n e s t o D e l g a d o H e r n á n d e z ¿Por qué me señalas tú la eternidad? ¿Por qué me sobrevives en la esperanza? Jaime Sabines
Renunciación al olvido ¿Por qué es tu ausencia un largo camino que transito enmudecido? ¿Qué es tu silencio en mi hastío más que un martilleo de horas cansadas que esperan una gota de tu voz? ¿Por qué estas ganas tan sublimes de querer tatuarme tus ojos en mis manos para que vean mis heridas frescas abiertas al roce de tus pupilas? Será que eres en mí una perpetua, mujer de sal y miel? ¿Qué la eternidad está hacia donde diriges la mirada? Yo no quiero que todos sepan que tú, mi infinita la que se queda en mi pecho después de haber partido junto con la noche, tiene lo que me queda de vida dentro de su vientre fértil. Que no sepan que enmudezco con cada temblor de tu voz Que se queda apretado en tus labios. ¿Por qué tengo que decirte que eres mi muerte? Si sabes que guardas en tu corazón mis latidos. ¿Por qué no te quedas lejos de los ojos ajenos los que no te pertenecen los que te desnudan cuando pasas? Y vienes a rescatar mi cuerpo tendido en el tedio de tu silencio. Llegará el día o la noche o la mañana o llegarán los ángeles con mi nombre colgando en sus manos aladas. Pero antes guardaré tu respiración dentro de la mía y haré una fiesta en tu piel hirviente
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para que te quedes conmigo contigo con los dos y la sangre en tus labios pronunciando la renunciaci贸n al olvido.
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Aviso de lluvias Tengo la sospecha de que hoy lloverá porque el viento sopla algunas gotas de nostalgia que vienen a estrellarse en mi pecho y como puñales se entierran en mí. Creo que sí, que esta tarde o en la noche irá a llover pues el día está seco en mi garganta y baja por ella arañando las cuerdas que habitan en mi voz. Un vestigio de soledad asoma su ojo por los míos y me avisa que hoy habrá lluvia. una gota resbala por la ventana llevando en su intento suicida un nombre. Creo que es el tuyo amarrado al mío.
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Segunda carta Duermes como un ala cansada niña de mis soledades. Pero aún no sabes que tu vida recién alumbra mis caminos y duermes soñando con los ángeles. Apagas tu mirada infantil para irte a jugar con los duendes, ninfas y libélulas que rondan tus fantasías mientras una hada que espera que despiertes, en tu hombro descansando se queda. Yo no quiero que salgas de tu sueño y la vida te levante un muro de agua que no puedas cruzar. Por eso dejo a la orilla de tu cuna unas alas que habían en mi espalda y las branquias que guardaban mis pulmones. Yo me quedo por si vuelves con más sonrisas en los ojos. Porque tú no sabes, niña de los sueños, que me duelen las lágrimas que te robará el dolor. Por eso llorarás por mis ojos cuando quieras y reiré en tus labios cuando quieras niña. Pero ahora duermes sueños de princesas. Duermes y sueñas de rosa y lavanda de luces y bombones ¡No! No despiertes ahora espera a que la vida pierda su amargura y no pesen tanto los pasos. Yo sabré darte mi paladar para esos días amargos
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mis pies para los largos caminos y el pecho para tus cargas. Pero ahora duermes. Dormida te quedas en mis manos y tus años por venir se quedan guardados en las alas del viento. pero ahora duermes como un ala cansada niña de mis soledades. Duermes y yo despierto a tu lado.
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Como quien deja la vida Yo regalo mis versos como quien da una mirada como quien en los ojos lleva toda una vida sin pasados. Voy dejando mis versos en las manos de cualquiera porque son suyos, porque dejan de ser míos tan pronto son abortados de mis dedos de mi sien. Ando esparciendo mis versos por las calles para que los transeúntes de la soledad los acojan en sus pechos, los entibien y les den un nuevo hogar tras ser desterrados de mí. Es que ya no quiero que se queden abrazados a mi espalda ni que envejezcan en algún cuaderno escondido que cargan los vagabundos. Porque estos versos son espíritus de otras vidas que buscan revivir. Yo regalo mis versos como quien deja la vida colgando de una lágrima. Trapecista de nostalgias sin red salvadora.
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Estando Cada vez me descubro siendo otro. Un nombre nuevo que me inventas que callas y gritas con los ojos, o un árbol, un árbol triste de hojas plomizas que refugias en el calor de tu pecho. Soy junto a ti la montaña que mueve tu fe un desierto inundado por tu océano al roce de tus poros se que soy una profecía incumplida que espera su tiempo al borde de una lágrima perdida. Contigo soy el fuego que guardas en las manos para las noches de invierno. Contigo me descubro ángel guardián de sueños y poeta. Estando contigo soy un gorrión en fuga hacia tu libertad.
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Tatuajes III Encenderé un verso como sacrificio a ti. Serviré mi sangre sobre cada palabra que lleva tu rostro tatuado en la noche. Ven y dibújame una caricia en el vientre con dirección al sur y raya una lágrima bajo el ojo de esta noche y lluéveme un manantial inunda mi pecho desierto devuélvele las alas aquel pájaro gris que se quedó vagabundo sobre la mirada. Quiero tu espalda desnuda para dejarte los poemas que nacen de mis labios por rondar cada espacio tuyo. Yo te daré mi libertad y me marcarás como tu esclavo con el signo de tus labios en la frente y llenarás mi pecho con tu corazón. A esta hora cabalgaré tu unicornio hacia nuestro encuentro. Una cama tendida de estrellas la piel abierta en surcos para el desborde de nuestros ríos y unos besos colgados del trapecio del cielo de nuestras bocas y un incendio de piel con piel tatuado en la memoria.
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Al borde del precipicio Somos un par de tristes transeúntes de soledades dejando un verso incandescente en cada puerta que abrimos. Vamos con el vuelo herido surcando los cielos de bocas besadas de cada suspiro ardiente de cada mirada que se quedó observando desde el pasado. Somos la suma de todos los delirios una herida abierta en la nada que derrama leche y miel en una vasija rota. Tú y yo hemos sido un nombre difuminado en la memoria dos aprendices de magos cuyo maestro desapareció en su último acto. Somos una antología de viejos amores esperando la muerte al borde del precipicio.
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Noche de libidos Son como un par de serpientes que se trenzan como un choque de bocas sin freno mientras arde el sexo que la mano alimenta. Llamarada. Hierve la sangre en las venas se derrama la leche inocente desperdicios de miel cuelgan de los labios. Llamarada. Son dos animales furtivos en la noche de libidos que se encuentran, se atacan se arrancan los ojos con el grito de la piel que sale de sus poros. Llamarada. Son la hoguera en el silencio c贸mplices del placer. Son un cuerpo de cuatro manos de carne fresca para el sacrificio. Son una llamarada ardiendo en el espejo.
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X Señalabas con la mirada un punto ciego dentro de mí. -¿Qué buscas? Pregunté -Silencio. Respondías. De repente un conjuro de ecos vino a poblar mi cuerpo como nómadas de pieles vírgenes cual estampida de mariposas negras emigrando hacia mi soledad. Mientras un gato araña el techo de mi cabeza maullando su libertad. Y tú desde el espejo te dirigías hacia mí con una palabra albina en los labios. -¿Qué quieres? Pregunté -Silencio. Respondías. Entonces disecaste los peces que nadaban en mis ojos con el castigo de tu ausencia. Te habías bebido todo el mar que tenía yo en la mirada, sin percatarme de mi sed. -¿Qué deseas? Pregunté -Silencio. Respondías. Y ataste una roca a mis pies lanzándome al aire, no sin antes decirme, -‘’Silencio, estás muriendo’’ y desde el reflejo dijiste adiós.
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Réquiem de nostalgia Digo que no sé de ti que te fuiste en un viaje de estrellas a buscar mujeres ángeles para amar y que regresaste creyéndote poeta cantando versos a la lujuria que te dejaron las mujeres aladas. Digo que duermes en los bancos de la plaza gritándole a las palomas que te lleven en sus alas hacia ese firmamento que viste. ¿Será cierto que te contagiaste con la demencia en una noche de mal de amores? Que ahora persigues a los perros para amarrarles a sus colas esos poemas de cartón que inventas cuando te desnudas y te bañas con la lluvia diciendo que son lágrimas angelicales por aquellas mujeres que dejaste esperando en el cielo. Que le susurras a las hojas un réquiem de nostalgia y las guardas en tu mochila junto a la foto de una hija que inventaste. Ahora ya no tienes nombre ni mujeres ángeles para amar te quedan unos ojos turbios, entristecidos por el moho de la soledad y el creerte poeta cada luna nueva mientras le haces el amor a tu demencia.
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El invitado Me invitas con la mirada a que pase que rodee tu espalda con mi fuerza y que deje sobre tus labios una ofrenda para tu dios ¿acaso un roce con la yema de los dedos bastará? Entonces pides la humedad de las ansias que me trago insistes en que deje la boca estacionada en el sur de tu cuerpo que habite con mi nombre esos pequeños gritos aventureros que se te escapan entre los dientes Mientras mis ojos se aprenden tu geografía voy leyendo con los dedos cada poro que se expande por tu piel y bajo mis manos el sismo que se desata en tu vientre es testigo del vértigo que te provocan mis deseos Es que estar dentro de ti es como danzar con los peces en el desierto es cómeme con tu boca es penetrar dentro de la oscuridad de tu cuerpo con la antorcha erguida escupiendo fuego En este punto suspendido en nuestras lenguas no hay ruidos que opaquen los gemidos delirantes que revolotean suicidas por la habitación ni el incesante martilleo de piel con piel Ahora me voy derramando sobre ti dejando servidas para tu dios las últimas gotas en la punta de tu lengua.
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No sé escribir otra cosa… Que no sea tu ausencia que no sea el delirio de tus ojos borrándose de los míos. No puedo no sé escribir ‘’espérame’’ ‘’llévame en tus alas o en el corazón que cuelga de tu cuello’’ solo sé de las letras que deletrean tu adiós y esta soledad. Sé de la sombra que dejaste en el espejo y del tatuaje que se come mi carne pero ya no he sabido escribir más que no sea un suicidio anunciado por un poema sin latidos o del amparo que le daban tus manos aladas. Pero es que yo no sé escribir otra cosa que no sea mi muerte sobre estas sábanas pulcras de ti. Mi muerte sobre estos versos derrotados por el eclipse de tu rastro inexistente
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Pájaros grises ¿Bajo qué sombra te sepulto? ¿En cuál árbol de piedra puedo colgar tu nombre para los pájaros grises? Esta noche huele a ti y pesa como el silencio que dejaste en las paredes mas la soledad que se agiganta hasta donde no alcanzan mis ojos. Hay un eco abrasivo entre los pliegues de las sábanas y tu voz que me roe los tímpanos y mis dedos que te lloran poemas y tus manos que son un holograma que transita por mi cuerpo gastado, corroído por el tiempo deshabitado. Entonces bajo la sombra de una luna menguante sepulto la última caricia que pudo absorber mi piel y me transmuto en una hoja de aquél árbol de piedra donde van los pájaros grises a comerse tu nombre.
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Despertar inconcluso Existe una sensaci贸n suspendida entre los labios y el paladar. Una especie de vac铆o habitado desde donde se forman tornados que llegan hasta la memoria, es una fe muerta desde la esperanza como sus pasos ligeros haciendo eco en mis huellas o como saberle al alcance de un dedo rozar el aire y morir de sed. Es como reconocer su sombra desvanecida sobre el horizonte de alguna pincelada de Van Gogh. Y solamente queda padecerle en el dolor, apretar los dientes y despertar sin tener los labios lastimados por sus besos para luego preguntarse; 驴C贸mo si no hubo heridas existen cicatrices?
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Milagrosamente falso ¿Qué hago con este ir y regresar detrás tus pasos por la casa? La noche reclama sueños, y la luna pregona tu ausencia por este laberinto de soledades. Hay un llanto a lo lejos un llanto que se asemeja más a un gemido un gemido que es mas como una pena que atraviesa mi garganta cortando las cuerdas que sostienen mis vocales. ¿Y tú, andarás tras de mí? Volteo y solo hay sombras que sembré en tus ojos tus ojos vivos perdidos en mi amargura. Tres pasos más y me asomo por la ventana desde a fuera estoy yo visto por un niño desvelado que mira desde su casa. Una lágrima desata la lluvia y un suspiro se hunde en mis pasos. Uno… dos… tres… y una mirada hacia atrás todo está vacío y tú milagrosamente apareces acostada en la cama.
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Salvación Podría morir en cualquier momento tuyo; Como en esta ausencia que padezco que camina entre las paredes y se duerme a mi izquierda y me nombra las horas en que te alucino observando un reloj que vive al revés queriendo recuperar el último segundo de tu mirada. Morir así; como esos muertos que no tienen nostalgias que festejar en sus tumbas. Y que el recuerdo sea una bala perdida que se aloja en el centro de mi frente fulminando cualquier imagen tuya que a mis ojos quiera cegar. Sé que puedo fallecer en un aleteo de tus párpados incinerado por el frío que dejó la emigración de tus manos ahogado y mustio por el destierro de tu saliva. Morir con el pensamiento fugaz de tus labios rozando el aire que exhalo colgado de un hilo de sangre en mis venas. Puedo perecer en cada momento tuyo pero por suerte o brujería vos siempre estás para salvarme.
46 | J o s ĂŠ E r n e s t o D e l g a d o H e r n ĂĄ n d e z
Estados desde la madrugada Yo quiero tatuar en mis manos el estallido que llevas dentro de la mirada y dejar delineados fragmentos de ti, pero primero tendrĂa que robarme tus ojos.
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‘’Hay golpes en la vida, tan fuertes… yo no sé. Golpes como el odio de Dios.’’ Cesar Vallejo
Pero el poeta no sabía de tu ausencia ni del desenlace de la palabra que se gastó en tu aliento tampoco de este pecho sin tus latidos y es que hay golpes tan duros como tus últimos pasos.
Hay tantos domingos por venir, pero éste tiene gusto a ti. Sabe a tus manos delgadas rozando la fina luz del alba. Tiene el gusto de tus ojos por la ventana que da hacia lo infinito me sabe a tus labios besando el café y al hálito de tus cabellos recién despiertos. Hay tantos domingos por venir. Pero hoy es de nosotros y nos robaremos las horas le haremos el amor al día, le daremos nuestra libertad a los pájaros azules que vuelan por la casa y tú y yo y el día desapareceremos en un estallido de vida.
¿Porqué no hay quién entienda la antigüedad de esta alma?
La noche aúlla un nombre desde el horizonte de la luna hasta el borde de mi cama. Hay un gato que maúlla y me dice que la noche es de los poetas y el miedo y la tristeza y la nostalgia que se clava en los ojos.
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Me dice que el mundo es de los poetas y el océano de tu pecho y los pájaros que vuelan de tus manos y el aire que emerge de ti. Me dice que el universo es de los poetas y que yo soy todo tú
¿Qué te has perdido? ¿Qué ya no encuentras tus pasos ni tu sombra? Me dices. ¿De repente te encuentras hundida en otra dimensión? Es que olvidé advertirte aquella noche que en mí emerge un triángulo donde las amantes desaparecen al otro día.
¿Por qué no me invitas a tu soledad? Tú y yo y ellas, dos copas vacías y dos llenas y brindamos por las soledades que se encuentran.
¡Peligro! El transitar por este cuerpo conlleva un alto riesgo de quedar en el olvido. Favor dejar un beso y una caricia a la entrada por si no regresa. Para que alguien pueda reclamar su recuerdo.
Bajo la piel habitan criaturas, algunas con los rostros desvanecidos y otras van arrastrando cadenas por los huesos. Existen unas, las más recientes, que tejen sus nombres con hilos de sangre y los ponen a colgar en los ojos del habitado.
T A T U A J E S | 49
También están las criaturas nonatas, las que emergen desde las fantasías mas infantiles. Bajo la piel hay ciudades destruidas queriendo resurgir, hay cenizas suicidas, fuegos deprimidos, fríos violentos, huracanes mansos océanos minúsculos y un infinito de posibilidades. Pero hoy bajo mi piel están sus ojos cerrados y la última palabra que nació de su boca marchita y también estas ganas de sobrevivirle.
Dios y la poesía me han salvado, mientras, tu destierro a cada segundo me condena…
Me pediste la noche y me quedé sin estrellas, pediste el día y rechacé toda luz en mí. Te pedí el aire y me obsequiaste tus alas, te pedí pasión y tatuaste tu piel en la mía. Entonces dijiste vida y te dejé mis latidos al borde de tu pecho, y pediste la eternidad y abrí un baúl que había olvidado en una esquina del alma y te entregué mi amor sin pedir nada.
¿Tras cuales pasos perdidos hallaré tus huellas difuminadas viniendo hacia mí? ¿Tras qué océano de gentes te llegaré adivinar gentil, sigilosa y suave como un espiral de pétalos? ¡No! no sé dónde encontrar tu voz, desde qué piedra viene y acaricia mis tímpanos. De dónde avanzas ligera hasta mi pecho, haces un nido y nos dormimos esperándonos.
50 | J o s é E r n e s t o D e l g a d o H e r n á n d e z
Haría falta un tren, una estación con tu nombre. Un vuelo con destino a tus ojos. Una parada con tus manos esperándome. Haría falta ser aire y alas y noche y estrellas y ser un camino que termine en tu puerta.
Nunca hubo mejor noche. La música de tu cuerpo sobre mis soledades, el relámpago de tu aullido que cegó mis manos y la mordida a tu fruta y tu lugar en mi costado, que te extrañaba, y las horas de duelo suspendidas en los ojos. Pero como todo acto llegó el final y desperté.
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Perpetua espera ¿Quién vendrá a tocar mi puerta para dejar una aurora incandescente en mis labios? ¿Quién? Llegará encendiendo el aire con su mirada azul y traerá un continente de versos para adornarme los ojos y los oídos. ¿Llegarán? Aquellas manos que se adivinan tibias, tersas frágiles cual alas recién nacidas. Mientras, me quedaré ansiando una sonrisa de esas que traen los niños en primavera cuando roban flores en el día de las madres. Pero ¿Quién será la que traiga girasoles sobre los hombros un océano de caricias inéditas para tatuarlas en mi piel? ¿Llegará quien inicie un peregrinaje a mi lado por los caminos incuestionables que llevan al amor? Esa, es la perpetua espera.
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2013 Casa de los Poetas Editores San Juan de Puerto Rico Para una edición de 200 ejemplares