-PUBLICACIÓN INDEPENDIENTE-
O
O T
SON S A Y D
2021
TODAS SON YO. Publicación Independiente Puebla, México 2021. ANN ART WORK Ana Sylvia Esper Ilustración y edición @annartwork NEVER A MONET Kaas Vera Texto y edición @NeveraMonet "Difama, divulga, monéa, muevela. copea y copia" El contenido de este fanzine puede ser reproducido a placer en cualquier medio o formato, siempre y cuando se cite la fuente de origen; sin que haya fines de lucro, ni se generen obras derivadas. ¡Consume fanzine!
Este fanzine procura mostrar los matices de lo que es vivir como mujer. En un mundo en el que en repetidas ocasiones nos vemos expuestas a criterios de cómo vivir nuestra propia vida. Más de una hemos sido protagonista de historias como estas, nos reconocemos en estos rostros. Porque somos todas una misma. Ann & Kaas
U N
VA E
Recién llegaba a una ciudad que no conocía. Una escuela nueva. Los días pasaron y poco a poco hice amigas; Brenda después de varias risas y conversaciones me invitó a salir con su novio y un amigo. Este amigo era también el hermano mayor de una de nuestras compañeras de la secundaria. “iremos a la plaza y al cine mamá” fue lo que le dije para pedir permiso. Nunca llegamos a ver la película, pero si a un bar en el barrio del alto. Brenda y su novio se besaban, yo jugaba con los tablones de mi falda. Me sentía incómoda. No era la primera vez que tomaba una cerveza, pero estaba básicamente a solas con un chico al que apenas conocía. se esforzaba por conversar conmigo, era amable y procuraba que mi vaso de cerveza nunca estuviera vacío. En algún momento entre la mesa y el camino al baño me perdí. De repente ya estábamos de regreso en el coche del novio de Brenda. Supuse que me llevarían de regreso a mi casa. Entre risas escuché hablar a los chicos “Hay uno aquí cerca, no está caro”. Brenda me decía que “tenía que ponerme lista” que me estaba quedando dormida y que así no iba a disfrutar lo que estaba por pasar. Yo no sabía que iba a pasar. Estaba mareada y confundida. Miraba por la ventana y no reconocía las calles. De un momento a otro Brenda y yo bajamos del auto para meternos en la cajuela, no entendía nada de lo que sucedía, mi mente divagaba entre pequeños instantes y la risa de Brenda. Cuando volví a ver la luz ya estaba en una habitación, que con el tiempo entendí era un motel. “Brenda y su novio nos dejaron la cama, hay que disfrutarla”. en algún momento mis calzones rosas de mimi terminaron en el suelo. Yo no entendía que pasaba. Parecía que estaba dormida. No sentía mi cuerpo. En algún momento la risa de Brenda me regresó a la cajuela, para escuchar un “Esta es tu casa, aquí bájate”. Como pude entré a mi casa. Mamá me preguntó como lo había pasado. “Todo bien, la película me gustó”. Me encerré en mi cuarto y puse el seguro, esa noche me dormí llorando.
Estaba cansada. Días eternos tirados a la fiesta. Tú, enajenado en el televisor jugando Xbox. No te habías despegado la fiesta de la noche anterior; estabas sin dormir, sin comer, solo alcohol recorría tu ser. Me miras y con la mirada me pides el cenicero. No te bastaron los cigarrillos de la noche pasada, de la semana pasada, del mes pasado, de la vida pasada. Parecía que nunca te cansarías. Yo estaba cansada. Agotada del ruido, del miedo, de los sueños, de las ilusiones rotas, de las cajetillas vacías, de los ceniceros empolvados, de ti prendado frente a la televisión olvidando que todo es una mierda. Siempre había admirado tu capacidad para fingir que nada estaba mal. Tu mano, aprieta mi pierna. Pides el cenicero de nuevo. Lo acerco y justo en el momento que estás por apagar tu cigarrillo lo quito. El cigarrillo se apaga en mi pierna. Tu no lo notas. Estás muy perdido jugando Xbox. Supongo que porque no tiene muchos días que lo lograste sacar del empeño. Te prendo otro cigarrillo. Me miras de soslayo. Supongo te sorprendes de no oírme quejar. Pasa lo mismo; crees que el cenicero sigue ahí, pero es mi piel, muerta, lacerada. No siento nada. Estoy tan anestesiada, tan perdida. Quería que me quemaras para sentir algo. Pero no siento nada. Sigo intoxicada. Que pérdida de tiempo. ¿Cuánto tiempo llevo sintiéndome así? Me miras y sonríes. Yo medio finjo sonreír, estoy cansada de fingir, cansada de engañarme frente al espejo. Odio tener que ponerme los lentes oscuros para no mirar el rostro donde ya no me reconozco ¿En qué momento permití que lo nuestro se transformara en esto? Supongo que todo comenzó cuando accedí a tus juegos, cuando omití tus manipulaciones, ahora ni que me apagues de nuevo el cigarro en las piernas me hará ignorar, tal vez el dolor de mi piel quemada se lleve todas estas carencias.
CI
C ATRICES
Me gustaba mucho estar casada. Cuando por fin llegué al altar fue el día más feliz de mi vida. Bueno, después de cuando nacieron mis hijos, pero todavía a veces veo en secreto el video de mi boda. Siempre espero a que mi esposo se duerma porque ya no quiero pelear con él. Todas las noches se molesta conmigo porque dice que soy una tonta, que deje de ver esas cosas y mejor termine de hacer el quehacer. Pero a mí me gusta. Me recuerda el tiempo donde más feliz fui. Aun me acuerdo cuando recién llegamos a vivir a esta casa. Marianita tenía apenas 6 meses de nacida y Eduardito 2 añitos, estaban bien chiquitos mis niños. Ver crecer a mis hijos ha sido una bendición. No te creas ser ama de casa es pesado, más cuando el marido se pone rejego. A veces no quería darme pal gasto y me las tenía que arreglar yo solita. A escondidas vendía avón y tupperware. A mi marido nunca le ha gustado que la mujer trabaje. Cuando Marianita entro a la universidad ¡huy! Hubieras visto, una peleadera porque su papá siempre decía que pa´ que estudiaba si pronto encontraría un marido que la mantuviera. Pero yo la verdad siempre he querido que mis hijos estudien, se superen y mejoren. No hay nada como estudiar. Porque cuando uno depende de alguien más es bien difícil. Yo no quiero que mi Marianita tenga que pedirle permiso al marido para hacer lo que ella quiera. ¡Nombre si por eso va a ser licenciada mi niña! Aunque el esposo sea flojo y malhumorado, una tiene que aguantarlo por el bien de los hijos. Lo bueno es que no me tocó uno golpeador. A mi pobre vecina siempre escucho como se la suenan. A veces pienso que igual y ya anda de cabrón y tiene otra familia, Yo por eso le rezo a la virgencita, ella es magnífica. yo de verdad que me esfuerzo pa’ tenerle todo listo y así no se enoje o quiera dejarme. Es que al marido siempre hay que tenerlo contento ¿Si no pos como vea’?
A P IC E NEDN
D E
A LP U C
La primera vez tenía 13 años. Iba en el camión rumbo a la escuela como todas las mañanas junto a mi venía un hombre con una niña pequeña sentada sobre sus rodillas. Yo cierro bien las piernas. El hombre sin importar decide tocarlas, meter sus manos entre ellas, se resbalan por mis muslos y penetran mi autoestima. Y me invada el miedo. No importó que su hija estuviera sentada en sus piernas, que el camión estuviera lleno de personas. Yo paralizada no pude más que llorar y quedarme callada. Bajé corriendo del autobús. Ese día fingí que nada paso. Pero el miedo se quedó pegado a mí. ¿Cómo finges que algo no pasó si se sigue repitiendo? Cada vez que camino por la calle y otro hombre desde su coche golpea mi trasero y se va riendo y me deja adolorida, frustrada. Cada vez que pasando por una calle oscura, me aprieto el abrigo y camino recio, esperando esta noche pueda llegar bien a casa, un individuo decide jalarme a una esquina, decirme que soy bonita y forzarme a besarlo. siente dueño y tengo que correr. El miedo crece y se hace fuerte. Se repite cada vez que salgo con mis amigas y bebemos y a una de ellas le ponen una pastilla en su bebida y quieren subirla a un coche personas desconocidas. me aterra la idea de amanecer en un lugar que no conozco. Ya no puedo ni bailar sin que una mano intrusa me toque con la excusa de que se le antojó. A mí ya no me sirve fingir que nada paso. Ahora doblo dedos cuando manos que no deseo me tocan en el camión. Entierro llaves a mi agresor. Frito tan fuerte como mis pulmones aguanten. Rompo, destruyo e incendio, Ahora cuando me invade el miedo, me invade la ira, ya no hay culpa se convirtió en furia. Y es que si he de quedarme será luchando.