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Capitulo 18 - Carta al Lector

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Apéndice

Apéndice

Amado Lector: Un sentido de mi deber hacia mis hermanos y hermanas y un deseo de que la sangre de las almas no manche mis vestiduras me han impulsado a escribir esta obrita. Conozco la incredulidad que existe en el ánimo de la multitud con respecto a las visiones, y sé también que muchos de los que profesan esperar a Cristo y enseñan que vivimos en los “postreros días” las atribuyen a Satanás. Espero mucha oposición de parte de los tales, y si no hubiese considerado que el Señor me lo exigía, no habría publicado así mis visiones, puesto que inducirán probablemente a algunos a manifestar odio y ridículo. Pero temo a Dios más que al hombre. {PE 76.1}

Cuando el Señor comenzó a darme mensajes para que los comunicase a su pueblo, me resultaba difícil declararlos, y a menudo los suavizaba tanto como me fuese posible por temor a agraviar a alguno. Fué para mí una gran prueba presentar los mensajes como el Señor me los daba. No me parecía estar obrando con tanta infidelidad y no vi el pecado y el peligro que encerraba una conducta tal, hasta que en visión fuí llevada a la presencia de Jesús. Me miró con ceño y desvió su rostro de mí. Es imposible describir el terror y la agonía que sentí entonces. Caí sobre mi rostro delante de él, pero no tenía fuerza para pronunciar una palabra. ¡Oh! ¡cuánto anhelaba verme protegida y ocultada de ese terrible ceño! Pude entonces comprender, en cierto grado, cuáles serán los sentimientos de los perdidos cuando digan “a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero.” {PE 76.2}

Al rato un ángel me ordenó que me levantase, y difícilmente puede describirse la escena que vieron mis ojos. Me fué presentada una compañía que tenía los cabellos desgreñados y las vestiduras desgarradas y cuyos rostros eran un cuadro vivo de desesperación y horror. Se me acercaron y quitándose sus vestiduras las restregaron contra las mías. Miré mis ropas y vi que estaban manchadas de sangre, y que esa sangre estaba horadándolas. Nuevamente caí como muerta a los pies de mi ángel acompañante. No podía invocar una sola excusa. Mi lengua se negaba a hablar, y yo anhelaba estar lejos de un lugar tan santo. El ángel volvió a ponerme de pie y dijo: “Este no es tu caso ahora. Pero esta escena pasó delante de ti para hacerte saber cuál será tu situación si dejas de declarar a otros lo que el Señor te ha revelado. Pero si eres fiel hasta el fin, comerás del árbol de la vida y beberás del agua del río de la vida. Tendrás que sufrir mucho, pero te basta la gracia de Dios.” Estuve entonces dispuesta a hacer todo lo que el Señor requiriese de mí a fin de tener su aprobación y no sentir el peso de su terrible ceño. {PE 77.1}

Se me ha acusado con frecuencia y falsamente de enseñar opiniones peculiares propias del espiritismo. Pero antes que el redactor del Day-Star diera con este engaño, el Señor me dió una visión de los efectos tristes y desoladores que producirían en la grey ese redactor y otros al enseñar tales opiniones espiritistas. He visto con frecuencia al amable Jesús, y sé que es una persona. Le pregunté si su Padre era una persona y tenía forma como él. Dijo Jesús: “Soy la imagen expresa de la persona de mi Padre.”Véase el Apéndice. {PE 77.2}

He visto a menudo que la opinión espiritista quitaba toda la gloria del cielo, y que en muchos ánimos el trono de David y la hermosa persona de Jesús han sido consumidos en el fuego del espiritismo. He visto que algunos que han sido engañados y sumidos en este error serán puestos bajo la luz de la verdad, pero a ellos les resultará casi imposible librarse completamente del poder engañoso del espiritismo. Los tales deben confesar cabalmente sus errores y dejarlos para siempre. {PE 77.3}

Recomiendo al amable lector la Palabra de Dios como regla de fe y práctica. Por esa Palabra hemos de ser juzgados. En ella Dios ha prometido dar visiones en los “postreros días”; no para tener una nueva norma de fe, sino para consolar a su pueblo, y para corregir a los que se apartan de la verdad bíblica. Así obró Dios con Pedro cuando estaba por enviarlo a predicar a los gentiles. (Hechos 10.) {PE 78.1}

A los que hagan circular esta obrita, quiero decir que está destinada únicamente a los sinceros y no a aquellos que quisieran ridiculizar las cosas del Espíritu de Dios. {PE 78.2}

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