#Fanati os
Editorial
Por la reivindicación de los pibes Los jóvenes siempre fueron menospreciados por la sociedad, hay que decirlo. Desde tiempos
En 1963, Perón le habló a la JP durante su exilio, con sabias palabras: “Cuando la juventud
remotos, inclusive en su mayor auge durante los primeros años del Peronismo en Argentina.
esté unida y organizada, cuando en poco tiempo pueda ser ejemplo de disciplina peronista,
Esto se suma a que no existe espacio más cerrado que el que implica la política. Las condiciones parecieran adversas para el desarrollo de un fenómeno de época: la militancia ju-
se encontrará en condiciones de luchar en todo terreno y el éxito de la etapa final del proceso argentino estará asegurado.”
venil. “Es más de lo mismo”, “Que dejen de perder el tiempo y se pongan a estudiar”, “Son
El peronismo de los años 40’ y 50’ fue el que le devolvió el poder al pueblo y la juventud es
pagos por el gobierno” se escucha decir, entre otras barbaridades. ¿Entonces, no se puede
pueblo. Actualmente, no nos extraña ver un grupo de pibes ayudando a los afectados por las
apostar por la juventud para el cambio?
inundaciones en La Plata, ni un grupo de militantes que administren un Centro Cultural.
Efectivamente. Ha dicho Quino alguna vez: “Tal vez algún día dejen a los jóvenes inventar su propia juventud”. Me atrevo a agregar: “…a dejar de ser el futuro, para comenzar a ser el presente”. Esa es la dinámica, ser parte de los cambios políticos e históricos de la República Argentina. Dejarlos gritar cuando reclamen mejoras en el sistema educativo, como en el Cordobazo. Dejarlos crecer cuando pidan más y mejor educación en pleno neolib-
Tampoco que las universidades púbicas se abran a toda la sociedad y articulen con ella. Esto no siempre fue así, y aún quedan resabios de esta falsa creencia de que los movimientos juveniles son arengados por los poderosos de siempre. El retorno de lo político a la escena pública desde 2001, y en especial desde 2003, significó el regreso de la confianza en aquellos grupos sociales que antes no eran oídos.
eralismo. Dejarlos elegir si pelear o no en Malvinas, sabiendo que efectivamente la mayoría
No podemos darnos el lujo de echar a perder lo que supimos construir. Los cimientos de una
lo habría hecho por voluntad propia, por amor a la Patria.
sociedad bien conformada contemplan una gran cuota de juventud y militancia, además de
Pero eso no es lo que se construye socialmente, en el imaginario colectivo. Contra nuestros propios fantasmas tenemos que luchar cuando pensamos en la militancia juvenil. “La Cámpora” no es más que la unión de un grupo de jóvenes que apoyan y protagonizan el adven-
la experiencia de los viejos. Dejar de excluirlos, pensar en alternativas cuando se habla de focos de poder. Esta es la única manera de seguir adelante hacia el horizonte, donde se vislumbra el ideal (cada vez más cercano) de una Argentina mejor para todos y para todas.
imiento de un nuevo comienzo en la historia de nuestro país para edificar una sociedad más
De todo esto trata esta edición. De los pibes militantes, los que se ponen la camiseta y salen
igualitaria. No conforman la oligarquía, no son un sindicato ni un monopolio de comuni-
a la cancha a jugar todos los días con la misma pasión, con aciertos y errores, pero con una
cación “independiente”. Pero tienen poder, y eso es lo rescatable de la Década Ganada: el
firme convicción y amor por lo que están haciendo.
retorno a las bases del Peronismo respecto a la juventud.
Crónicas
18-K: Presentes
El 7 de octubre ha sido el día. La tarde abrazaba el encanto de aquella masa. Todos estaban allí por la misma motivación que los unió hace tiempo atrás. Un grupo que se identificaba con cada cántico, con cada bandera, entre las cientos que le daban color a esa manifestación de afecto en el barrio porteño de Monserrat.
“¡Vayas donde vayas voy a ir! ¡Vos sos la razón de mi existir!” repetían una y otra vez los miles de jóvenes que, a lo largo y a lo ancho de la calle, aguardaban frente al hospital. La multitud estaba teñida de azul y blanco, con tintes Nac&Pop. Parecía un acto oficialista. Un grupo se acercó a una cámara de televisión, exclamando fervorosos: “¡Esto es militancia papá! Esta es la fuerza de la juventud, la fuerza del pueblo”. Eran militantes de La Cámpora. Hacía minutos la presidenta fue internada de urgencia en la Fundación Favaloro. Trascendió en los medios que sería intervenida quirúrgicamente a raíz de un hematoma en la cabeza, tras un golpe. Un pingüino dibujado en una gran bandera simbolizaba el espíritu de los pibes. Había mucha gente, pero ellos le daban ese plus al ambiente. El pingüino es Néstor. Para su mujer, simplemente es Él. Se fue en 2010, partió hacia el paraíso en vísperas del bicentenario, dejando un gran legado como presidente. Como diría Lucía Álvarez en “La epopeya futura”, su muerte lo mostró “en su esencia”. Entre otras cosas, Él supo devolverle a la juventud el protagonismo que había perdido en la escena política. Y la máxima expresión de ello fue la Juventud K. Gracias a Él, esos jóvenes tenían ganas de militar. Era su razón de ser. *** Eran las 9 de la noche. La concurrencia, aun masiva. Cristina seguía internada, los regalos se multiplicaban, así como las conjeturas acerca de la salud de la mandataria. Habían pasado 10 días, una eternidad. La guardia periodística que allí se apostó intentaba mezclarse entre los jóvenes militantes para cubrir el hecho. A los de Clarín los forreaban, no fueron bienvenidos. Sus noteros se sentían como hinchas de Boca en la tribuna de River. Él fue el precursor de esa disputa, y en eso se pareció a Perón: ninguno quiso al gran diario argentino. Al revés, tampoco. Los pibes recordaron que al monopolio no le darían ninguna nota y empezaron los cánticos contra el multimedios. “Un día peronista, sin dudas”, se animó a decir uno. Los pibes estaban contentos: el último parte médico fue favorable para la Presidenta. “¡Viva Perón, carajo!”, salió a decir otro espontáneamente. Al igual que Kirchner, el General reivindicó a la juventud que desde 1957 se levantó contra la dictadura militar que había derrocado al Peronismo.
El surgimiento del Movimiento Peronista resultó un quiebre respecto de la hegemonía dominante de la época. Los hechos del 17 de octubre de 1945 abrieron la posibilidad de la irrupción de los sectores bajos en la escena pública. Los años posteriores correspondieron a la formación de una nueva generación transgresora y revolucionaria, juvenil, viva, con una mística no antes vista. La JP siguió vigente desde entonces y así como había apoyado a Juan Domingo, apoyó a Néstor y en especial, a Cristina. El 17 de octubre, el pueblo copó Plaza de Mayo. Kirchner es pueblo. Los jóvenes son Kirchner. Allí estaban, salieron a la calle. No sólo piensan, sino que hacen. Una gran forma de recordar el Día de la Lealtad. *** Faltaba poco para las Elecciones, menos de una semana. Cientos de jóvenes que hace semanas “le hacen el aguante” pedían que vuelva, la necesitaban. Ella hace un poco el papel de Él. Kirchnerismo, pueblo, militancia. Por eso entonaban esas canciones, mirando hacia el cielo, como en busca de una solución divina. “El militante tiene que estar en todas, en las buenas y en las malas, por eso estamos acá acompañando a nuestra Presidenta” confió uno de los chicos al reportero de Canal 7. Se turnaban para estar allí. Los que estaban a la mañana no iban a la tarde. La idea fue que siempre haya alguien en el lugar. Si bien los vecinos se acercaban espontáneamente, también había cierta organización por parte de los pibes. La Policía Federal cerraba el paso vehicular de la calle Venezuela, a la altura del centro de salud. El panorama fue naturalizado. Pero un hecho insólito rompió con la rutina. Un joven militante de la izquierda increpó a los presentes: - La máxima expresión de lo que significa jugársela por los ideales son Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. No ustedes. - ¿Y a vos quién te conoce? Darío inició su militancia en pleno apogeo del neoliberalismo de los 90’. Pertenecía a la militancia popular. Fue parte de Patria Grande, y reivindicaba a Evita y los Montoneros. No hay punto de comparación. - ¿Cómo qué no? Los asesinaron hace más de 10 años en Avellaneda. Fue la policía, la represión policial. Cuando las papas queman, ahí los quisiera ver. Dejate de joder. Ustedes no tienen ni idea de lo que es una lucha social. Ustedes son militantes de juguete. - No te confundas. Para nosotros son íconos de la lucha social, y en especial, de la militancia joven. ¡Tomatela, trosko! Antes de que esto termine mal. “La intolerancia de la izquierda es terrible”, condensó el muchacho de Unidos y Organizados. Lo aplaudieron y comenzaron a cantar. (sigue en página 4)
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(viene de página 3) El otro, se fue insultando.
imprenta donde imprimían ‘Evita Montonera’” dijo otro, recibiendo las cargadas de sus compañeros que lo trataban de comelibros. Luego de las risas, reivindicaron la analogía. “Ellos también terminaron muertos”, dijo el rubio dando por terminado el tema.
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Perdieron, inclusive en el Conurbano. “Que bajón, la puta madre” se lamentó un rubio que llegaba al hospital temprano, alrededor de las 8, a pesar de no haber dormido en toda la noche. El lunes 28 de octubre fue un día gris para aquellos pibes. Hacía dos semanas que Cristina no veía la luz del sol.
Cristina abandonó el hospital de la Fundación Favaloro el 8 de noviembre. Afuera los aplausos y la emoción. Los pibes saltaban, mientras agitaban sus banderas. Unidos y Organizados, Los Kumpas, Pavellón Militante, La Cámpora y otras organizaciones. Ese aguante luego sería reconocido por la Presidenta. La noticia recorrió los video-Graf de casi todos los canales de televisión, en simultáneo.
Afuera, los carteles improvisados en cartulinas y papel afiche decoraban el frente del Favaloro. Ya no se cantaba tan seguido y la concurrencia no era tan masiva. Todos se habían movilizado el domingo. Se respiró tristeza y bronca, a pesar del hermoso día. La radio digital estaba sintonizada en una emisora AM. Un funcionario del PRO sentenció: “Seguimos hasta 2015 luchando por la justicia y la libertad del pueblo, tenemos que mantenernos unidos”. Todos advirtieron que la frase era de Rodolfo Walsh. Denunciaron en voz alta plagio. Hubo un silencio aburrido mientras escuchaban los resultados de las Elecciones Generales en Capital Federal. Interrumpiendo el momento, el rubio aseguró: “Rodolfo Walsh… ese tipo sí que es un ídolo. Ya a los veintipico empezó a militar, sin que nadie le dijera nada. Sólo por convicción”. Todos asentaron aquella reflexión. Walsh militó desde su juventud. Se jugó siempre. Escribió la “Carta Abierta de un escritor a la Junta Militar”. Nadie la publicó. Tras esa grave denuncia por crímenes de lesa humanidad en Argentina y acusar a los jefes de las Fuerzas Armadas por la situación político-social que vivía el país, fue desaparecido. El 25 de marzo de 1977. Siempre será la máxima expresión de la libertad de expresión y el compromiso con la verdad. “Quizás eso lo heredó de Montoneros” dijo uno. “Como los pibes de La Casa de los Conejos, ¿vieron el libro de Laura Alcoba? Donde escondían, simulando un criadero, la
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os
La fuerza de la juventud
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Volvió una Cristina diferente, renovada. Más peronista que nunca. Mostró un pingüino de peluche que le regaló un pibe militante, en un video que grabó su hija Florencia tras retomar la actividad, aunque de forma pasiva desde Olivos. Un gesto para con los que son la fuerza de su gestión. La juventud K, la que siempre estuvo. La que se puso la camiseta a pesar de las circunstancias. La historia también se puede contar desde ese lugar.
Ficción
Victor, el militante Una vida. Eso le dedicó Victor a la militancia. Pisó cerámica con zapatos de cuero, pero también barro en patas. Recorrió en un BMW último modelo el micro centro porteño y pateó las villas y los barrios más carenciados. Comió con cubiertos, en una mesa larga con variado menú en un hotel five stars de Palermo; y con la mano las tortas fritas que él mismo preparó en un comedor de la 11-14.
no pudo hacer nada. Pensaba que lo tenía todo, que eso era militar, pero se dio cuenta de que el verdadero sentido estaba ayudar al prójimo. Eso, entendió a los 23 años, era hacer política de verdad.
A él nadie se la cuenta. La vivió como ninguno. Suele decir que la política es una herramienta que transforma realidades, aunque critica la corrupción de los políticos. Pero no es una contradicción andante, porque es un intelectual que comprende lo que pasa en su tiempo y en su país. Victor dice que es sencillo. Actúa, se mueve.
Tardó menos de 24 horas en renunciar a su puesto. Sus amigos y compañeros se burlaron de él, más no les hizo caso. Emprendió un camino diferente al de moda aquel entonces. Su motor era la necesidad de los marginados. Buscaba incluir a los vecinos en actividades sociales, recreativas y gratuitas que la misma comunidad organizaba bajo su tutelo. Organizó trueques, fiestas y hasta torneos de fútbol. En las villas lo adoraban, llegaba donde la policía no podía ni asomarse.
Pero hubo algo que jamás podría olvidar. El hecho ha transcurrido en la década menemista, y lo tuvo como protagonista. Con tan solo 20 años fue puntero en la zona sur de la Provincia de Buenos Aires. Eran sus primeros pasos en la militancia. Tenía la energía y las ganas de hacer cosas, pero le faltaba la experiencia y las herramientas.
Artículos de consumo, como televisores y monitores, rotos a la intemperie. Mucha mugre, olor a porro. La cumbia era la melodía de la calle, el fútbol una religión y la cerveza, bebida típica, casi auctóctona de allí. ¿Cómo era posible que Victor estuviese allí, en ese lugar? El secreto estaba en la inclusión.
Jugó para Menem, lo admite. Piensa en lo que hizo. Soñaba con una Argentina mejor, con un país con Justicia Social. Lo último que perdió fue la esperanza, sin embargo, lo terminó haciendo. Tenía muchísima habilidad para los negocios, por eso estaba a cargo del manejo del Plan Vida y Trabajar. Repartía leche, lentejas... Hacía asistencialismo barato, pero en el fondo le gustaba poseer esa cuota de poder por sobre el resto.
Años más tarde, volvió a encontrarse con esa señora. Estaba más vieja, ya no vivía con sus hijos y se la notaba alegre. Fue en una de las típicas jornadas recreativas que solía preparar para primavera. Esta vez, junto a compañeros de organizaciones sociales. Habían pasado diez años.
Una señora de casi 40 años fue con sus tres hijos a pedir comida. No era peronista, tampoco “del palo”. Una “negrita patas sucias” para la sociedad. Victor la atendió, la escuchó atentamente, pero las directivas fueron claras: un plan = un voto. Le tuvo que negar el pedido, anteponiendo una burda excusa y conteniendo la humanidad: “Imposible señora. Está todo en stock, pasamos la lista y esto está calculado. Disculpe” La señora se puso a llorar. El nene, su hijo, le pregunto que le pasaba. Victor no logró evitar que una lágrima recorriera su mejilla derecha, blanca y colorada por el acné. Estaba pálido,
Cuando se dio cuenta de quién era esa anciana, se le paró el corazón, comenzó a temblar y se le cerró la garganta. Lo padeció, sintió la misma sensación que aquella vez, pero enfrentó la situación: “Le pido perdón señora”. La abuela tardó en reaccionar ante el sorpresivo pedido de ese flaco y bien parecido militante. Finalmente, pudo decirle: “Al fin, la vida te enseño que lo más importante que tiene un militante es sus ganas de ayudar, la solidaridad”. Tenía razón. Victor se emocionó, pero no lloró, simplemente, le agradeció el afecto y reflexionó para sí: “tiene razón”.
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Nicolรกs Francisco Leg. 22250/2 Trabajo Final de Textos II (Com. 11) 21 de noviembre de 2013
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