Libro Feria de Publicaciones Nicole Maza 5o Bach by nicolemaza

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PRÓLOGO

Frecuentemente, la gente se pregunta cuál es la receta para la felicidad. La verdad es que la palabra felicidad envuelve mucha controversia y significado. La vida está llena de gratos y alegres momentos, pero también de momentos y experiencias duras y difíciles de superar. La clave de la felicidad, según mi propia experiencia y vivencia, está en encontrar herramientas para desarrollar la resiliencia y seguir adelante. Entender la felicidad, implica poder descifrarla; descubrir todos sus secretos y trucos para poderla conseguir, pero aún más importante, para poderla mantener perenne en nuestras vidas. A pesar de que no exista una fórmula exacta o mágica para encontrar felicidad o bienestar pleno, existen muchos factores que pueden enseñarnos sobre paz y felicidad. Lo primero que debemos tomar en cuenta es que la felicidad es inalcanzable; no se gana, no se consigue. La felicidad es una decisión. Es únicamente un camino que debemos escoger y disfrutar de él. Es muy importante elegir sabiamente en nuestras vidas y tomar las decisiones que nos lleven por la vía hacia el bienestar emocional. Hay acontecimientos que no podemos controlar. Su secreto reside en saber elegir el rumbo a seguir en la vida. Esto nos lleva a la siguiente pregunta: ¿En dónde está la felicidad? Debido a la concepción que la sociedad nos ha impuesto de la felicidad, muchas personas se pierden buscando su propio bienestar. En ocasiones la buscamos en los medios de comunicación, en la educación o incluso, en nuestro ambiente de trabajo. Siempre se nos ha dicho que la felicidad radica en la obtención de logros que son socialmente aceptados; por ejemplo, un lindo carro, una pareja estable, hijos, un empleo que te pague muy bien, etc. Es muy probable que todos estos estándares sean nuestro objetivo vital, sin embargo, ¿qué ocurre cuando no logramos conseguirlos? Lo más seguro es que debido a que nos impusimos socialmente estándares tan altos, nos cueste encontrar la felicidad por el simple hecho de que estamos buscando en el lugar inadecuado y con una visión incorrecta del camino a seguir. Sin embargo, debemos tener siempre en mente de que somos los capitanes de nuestro barco, jefes de nuestras vidas y, por ende, debemos tomar las riendas de la misma. Es importante pararnos un segundo a

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meditar sobre lo que realmente nos hace felices y dejar atrás las imposiciones sociales. Puede ser también que tengamos una concepción errónea de la felicidad basada en un concepto de alegría y buenas experiencias. El placer puede formar parte de una vida feliz, pero el placer no es lo único que nos ayudará a alcanzar la felicidad. La clave para encontrarla, se encuentra en alcanzar paz y equilibro mental y, por supuesto, unos cuantos elementos que pueden sazonar nuestras vidas.

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I Sobre los amigos y la felicidad

Los

amigos son la familia que elegimos tener. Ellos se convierten en

personas tan importantes en nuestras vidas. De hecho, es difícil tratar de recordar un momento especial en tu vida en donde tus amigos no hayan sido partícipes de ese momento memorable. A medida que pasan los años y, nuestras prioridades se van sumando, agregando y ocupando nuestro tiempo, descuidamos algunas amistades sin siquiera percatarnos de que lo estamos haciendo. En un abrir y cerrar de ojos, amigos que alguna vez fueron entrañables e imprescindibles en nuestras vidas, se convierten en vanos desconocidos. Muchas veces, suele suceder, que esta triste transformación, va dejando y generando vacíos en nuestras vidas. Lo que sí definitivamente es seguro, es que perder una amistad es doloroso. A medida que vas leyendo estas líneas, puede que te hayas puesto a pensar en aquellos amigos que veías o que visitabas a diario. En tu niñez o adolescencia, es seguro que no pasaba un día sin que estuvieras junto a ellos, o que hablaran por teléfono, o que los vieses en el colegio. ¿Y ahora? Lo más seguro es que tu respuesta sea que ni siquiera sepas en dónde viven o si formaron su propia familia o si sus padres, quienes en algún momento te invitaban a comer, aún están vivos. Lo cierto es que, todos esos amigos entrañables que algún día consideraste parte importante de tu vida, te acompañaron en el proceso de formar tu carácter, tu personalidad y en el proceso de convertirte en la persona que hoy eres. Todo ser humano necesitamos de relaciones sociales para nuestra supervivencia, es un hecho. Somos seres sociales y por instinto, buscamos y dependemos de los demás para sobrevivir al entorno. A medida que interactuamos con los demás, vamos estableciendo relaciones más cercanas con quienes compartimos gustos, ideas, opiniones e intereses en general. Es así como creamos vínculos de amistad. Ahora bien, en ocasiones solemos preguntarnos: ¿Por qué algunos somos más o menos sociables que otros? Cada persona es un mundo, un universo completamente único y diferente a todos los demás. Aunque pertenezcamos a la

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misma especie, es posible que a algunos se nos dificulte más establecer vínculos fuertes y perdurables de amistad que a otros. Aquí lo importante, es mantener una mente amplia y abierta y permitir que otros puedan vernos tal y como somos; con nuestras fortalezas y debilidades. Si dejamos que esto suceda, es posible el intercambio de pensamiento y el descubrimiento de similitudes o diferencias entre unos y otros. Es un hecho que existen personas con increíbles y envidiables habilidades sociales, pero esto no garantiza un actuar asertivo al momento de perder o descuidar una amistad. Si una amistad es importante, debemos recordar los intereses, ideas o situaciones que nos unieron en algún momento. Una simple llamada, un texto, un mensaje, cualquier detalle permitirá hacer más sencilla la cercanía y reconocimiento con esa persona. Las amistades pueden recuperarse. Lo único se necesita para recuperarlas es un compromiso de confianza, lealtad y respeto. Con el paso de los años, se van perdiendo amistades. Sin embargo, existen pasos sencillos que permiten crear amistades duraderas y longevas a prueba de todo. Aunque parece sencillo, hay actos poderosos que nos pueden acercar y mantener vinculados con nuestros amigos. A estos tips les llamaremos, “Botiquín Fraternal”, el cual siempre debe incluir: ● Contacto frecuente: haz una llamada, por lo menos una vez a la semana. Esto no tomará mucho tiempo y te aseguras de mantener la cercanía con tus amigos. Crea grupos de Whatsapp, ahora la tecnología puede ser nuestra aliada en la búsqueda de mantenernos cerca de nuestros amigos. ●

Planifica un “junte” de vez en cuando: no necesariamente el “junte” debe

involucrar fiestas súper planeadas o preparadas. Una simple invitación a tomar café, a almorzar o a ver una peli al cine. Una vez al mes que puedan verse, es suficiente para satisfacer y renovar la alegría que produce vernos la cara. ● Sé incondicional: aunque ellos lo sepan dentro de su ser, nunca está de más que escuchen de tu propia intención de corazón, que pueden contar contigo para lo que necesiten. Este hecho fortalece y revitaliza la confianza.

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● Comparte intereses: es muy probable que compartas con tus amigos algunos pasatiempos como ir al gimnasio, leer, viajar, etc. Pónganse de acuerdo para compartir juntos lo que les apasiona. Hablen de ese libro que tanto los intriga. Superen juntos el reto que se trazaron en su rutina de ejercicios. Ejecuten finalmente juntos ese viaje que vienen planeando desde hace años. Solo es cuestión de ponerse las pilas con un poco de voluntad. ● La iniciativa es muy importante: si tus amigos no te buscan, no tomes tú la misma actitud y da el primer paso. Demuéstrale a tus amigos que quieres saber de sus vidas. Demuestra un genuino interés por saber en qué andan. De esta forma, pondrás un ejemplo y sentarán un precedente de saber que no se pierde nada con ser tú quien da el primer paso. ● No se valen las mentiras: una amistad verdadera no te miente. De hecho, un amigo de verdad es aquel que tiene la capacidad de decir verdades dolorosas. Una mentira, viniendo de un amigo, es más dolorosa que una verdad que necesitabas saber. ● “Siempre, gracias”: agradece a tus amigos el hecho de que estén en tu vida y evita darlos por sentado. Reconoce cuán significativa es su existencia para ti. Con el paso de los años, te darás cuenta de su inmenso valor. ● Maduren y ayúdense a madurar: ninguna amistad es perfecta, la perfección es únicamente un ideal. Las dificultades y malentendidos forjan una amistad más fuerte. Soluciones sus diferencias con palabras. Escucha y hazte escuchar. Si la amistad es sana, superarán cualquier obstáculo. ● El perdón: es nuestra naturaleza humana equivocarnos. Es más, de nuestros errores aprendemos. Los amigos de verdad reconocen esta naturaleza y saben tolerar tus errores. Un error o equivocación no justifica un alejamiento parcial o permanente. Perdona y ofrece disculpas cuando el error ha sido tuyo. ● Más calidad y no tanta cantidad: Aunque conozcas muchas personas, en lo más profundo de tu alma, sabes y reconoces bien quiénes son tus verdaderos amigos; aquellos que son incondicionales y que te acompañarán cuando los necesites.

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Los amigos nos hacen felices. Ellos nos dan un sentido de pertenencia e importancia.

Cultiva y cuida a tus amigos. Con ellos tendrás acompañantes

significativos en tu emprendimiento hacia la búsqueda constante de felicidad.

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II ¿Qué papel tiene la familia en nuestra búsqueda de la felicidad? La familia tiene un rol muy importante en moldear patrones de felicidad y bienestar. La gente se ve directa o indirectamente influenciada por la cantidad y calidad de interacciones familiares que se dan a lo largo de nuestra niñez. Más allá del tiempo y vínculos emocionales estrechados entre miembros individuales de la familia nuclear, los demás familiares también forman una red poderosa de aceptación y apoyo. La forma en la que interactuamos con esa red, puede hacer que nuestro rol en la vida se desempeñe de forma más llevadera y sana. De la misma forma, esta red, dependiendo de lo funcional que sea, puede hacer que nuestras vidas se llenen de cargas que, en muchas ocasiones resultan imposibles de sobrellevar. Esto se debe a que, ya sea de forma significativa o menos relativa, nuestros logros y éxitos adquieren significado a medida de cómo sean evaluados y juzgados por los miembros de nuestra familia. La felicidad es una decisión, y lo que los demás piensan de nosotros, no debería interferir en la forma en que percibimos la felicidad en nuestras vidas. Sin embargo, esta conclusión requiere coraje y mucha madurez, la cual, no todos podemos alcanzar en ninguna etapa de nuestra vida. Y de allí el hecho de que lo que nuestras familias piensen de nosotros adquiera un poder tan significativo. En las familias, hasta los matrimonios se hunden, y es por eso la importancia que toma la resiliencia como arma para seguir adelante. De resiliencia ahondaremos más adelante en los capítulos. Hoy en día, las estructuras y dinámicas familiares van cambiando. Ahora todos tenemos un significado diferente de qué es una familia y, es que términos generales, toda nuestra sociedad ha sufrido cambios trascendentales. Tomemos de ejemplo una familia hace 40 años: la mamá se quedaba en casa haciendo los quehaceres del hogar, atendía a los hijos, se encargaba no solo de las tareas domésticas, sino también de las tareas escolares de sus hijos. Atendía sus esposos, quienes eran la única fuente de ingresos familiares. Ahora las cosas son diferentes, al menos en

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familias modernas y de mente amplia. El rol de la mujer ha adquirido valor y poder en la sociedad y, como resultado, las dinámicas familiares han evolucionado. Ahora ambos, hombres y mujeres, tienen responsabilidades fuera del hogar, en su entorno laboral. Esto ha significado que los niños y niñas en la familia adquieran un rol más autónomo y desarrollen independencia al realizar sus tareas escolares y las tareas que les son asignadas en el hogar. Muchos padres encuentran el balance entre tiempo de convivir y tiempo de trabajar. Muchos otros sucumben y descuidan la unión del núcleo familiar. El vínculo entre padres e hijos es sin lugar a duda (en mi opinión), el más importante en las interacciones familiares. Como todo apego humano, éste puede produce ambas cosas: bienestar emocional y estrés. En la perspectiva de desarrollar una relación sana con hijos o padres, debemos empezar por reconocer que rara vez esta se da en términos de igualdad. Desde que nacemos, los padres inician una relación de control total sobre nuestras vidas. A medida que vamos creciendo, el control debería ir cediendo. Entender que el role de cada miembro familiar en este proceso debe ser así, resulta crucial en tener expectativas reales y razonables acerca de lo sana que pueda resultar el vínculo padres e hijos. Hay muchas teorías psicológicas que aseguran que hay un desacuerdo genético entre padres e hijos, ellos lo llaman “poste generacional”. Los padres simplemente se preocupan mucho más por sus hijos que los hijos por los padres. La felicidad de los padres ya en mediana edad está altamente estrechada a qué tan bien sus hijos están desenvolviéndose en la vida. Incluso los padres con varios de sus hijos siendo exitosos en la vida, pueden ser infelices con uno único que tal vez no le va bien. Las emociones negativas tienen un impacto más grande que las emociones positivas. El hecho de este cambio en las dinámicas familiares, ha dejado un impacto en las vidas de todos. Unos son más felices, otros son menos felices. Aun así, es importante continuar teniendo relaciones e interacciones fuertes y de calidad. Nuestra felicidad es nuestra. No debería de depender de la funcionalidad de nuestras familias, es decir, claro que hay aspectos que influyen en el desarrollo

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de nuestra personalidad y carácter, pero no debemos olvidar que la decisión es nuestra. No importa si tenemos familias con padres divorciados, o padres solteros, o familias alternativas, lo importante es aportar, de nuestra parte, lo mejor de nosotros para que la dinámica familiar contribuya a nuestra búsqueda de la felicidad. En otras palabras, mientras la dinámica familiar va cambiando, estos cambios también pueden enriquecer los lazos familiares.

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III Resiliencia: El camino hacia la felicidad

Iniciaremos este capítulo por definir el término “RESILIENCIA”. El diccionario de la Real Academia Española, define la resiliencia como “la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos”. El término también se encuentra definido como “la capacidad de un material, mecanismo o sistema para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación a la que había estado sometido. Anteriormente he mencionado que la felicidad no es un estado o una emoción estática. La felicidad es simplemente una decisión. La felicidad es decidir cada día que serás feliz con lo que tengas y también sin ello. Es decidir que podrás sobreponerte a los obstáculos que se presenten en la vida y, entender que estos obstáculos, son oportunidades circunstanciales para aprender y crecer. Ahora bien, haremos una analogía de la resiliencia y interrelación con la felicidad con el Ave Fénix. El ser humano y el ave Fénix tienen muchas similitudes y coincidencias. Esta emblemática criatura de fuego, es capaz de elevarse majestuosamente desde las cenizas de su propia destrucción. Esta ave, simboliza también el poder de la resiliencia, esa capacidad inigualable en donde podemos renovarnos y transformarnos en seres mucho más fuertes, luminosos y valientes. En el mito del ave Fénix, se decía que sus lágrimas eran curativas, que tenía una gran resistencia física, control sobre el fuego y una sabiduría infinita. Su fuego contenía tanto la creación como la destrucción; la muerte y la vida. En la cultura China, el Fénix simboliza no solo la más alta virtud, poder o prosperidad, sino que, además, también representa el yin y el yang, esa dualidad que conforma a todo ser vivo existente en el universo. El Fénix, en mi opinión, da forma al concepto que en la actualidad tenemos sobre la resiliencia. Una experiencia traumática o triste, siempre es negativa, sin embargo, lo que ganemos a partir de ella, depende de cada uno de nosotros. Está en nuestras manos alzarnos de nuevo, cobrar vida una vez más a partir de nuestro dolor y convertirlo en un triunfo, en una experiencia de aprendizaje

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que nos fortaleció y nos enseñó un camino nuevo. Cuando atravesamos un momento traumático, todos morimos un poco; dejamos ir una parte de nosotros mismos que ya no volverá y, por ende, nuestras vidas nunca serán lo que una vez fueron. Dentro de nosotros, se encuentra las condiciones y herramientas necesarias para emerger y adquirir una nueva forma, una nueva versión de nosotros mismos, solo que ahora, más poderosos. Es necesario que nos renovemos cada cierto tiempo para adquirir mayor sabiduría. La naturaleza del ser humano es acomodarse, conformarse y adaptarse. Sin embargo, es de suma importancia que cada cierto tiempo, al igual que el Ave Fénix, nos evaluemos, dejemos ir lo que no nos está haciendo crecer y estar dispuestos a crecer y renacer llenos de fuerza y poder. Para construir su nido, el ave Fénix busca las materias más ricas de su tierra, aquellas que combinan delicadeza y fortaleza y, que le ayudarán en su transformación y ascensión. Este proceso es muy similar al que confirma la resiliencia. Los seres humanos también buscamos esos elementos mágicos con los cuales intentamos construir un nido muy resistente en donde podamos poner en práctica nuestras fortalezas. Debemos desplegar nuestras alas para sobrevolar en la vida y en nuestro interior buscar las ramas de autoestima, flores de motivación, resina de igualdad, tierras de ilusiones y agua de amor propio. Todos estos componentes, nos ayudarán en nuestro ascenso, pero antes debemos ser conscientes de un aspecto importantísimo: habrá un final en el que debemos dejar ir una parte de nosotros mismos. Esta parte se convertirá en cenizas y los restos en un pasado que no volverá nunca más. Sin embargo, estas cenizas no se las lleva el viento, al contrario, estas cenizas formaron parte de nosotros mismos y ayudaron en dar vida a ese ser transformado y renacido para convertirse en un ser más fuerte, más sabio. Una persona que servirá de inspiración para los demás y que nos permitirá caminar con la frente en alto y las alas bien abiertas y listas para volar en nuevos horizontes.

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IV Felicidad y Dinero: Mitos y realidades Un dicho y conclusión muy popular, derivado del sentir de las personas que conviven en una sociedad, es que el dinero no puede comprar la felicidad. El problema con esta conclusión, es que puede estar no muy bien documentada o argumentada. Existen muchos estudios e investigaciones psicológicos y sociales que muestran que los ingresos económicos, tienen una relación positiva con la felicidad y la satisfacción que estos puedan traer a nuestras vidas. Este hecho, sin embargo, no es una línea recta. A medida que los ingresos económicos aumentan, su contribución adicional, a la satisfacción con la vida, se reduce. El impacto de este ingreso adicional, es mayor entre aquellos que tiene menos posibilidades o poder adquisitivo. Sin embargo, este hecho no deja de importar, incluso después de que alguien puede satisfacer sus necesidades básicas. El ingreso económico, puede o no ser el contribuyente más importante de cuán felices son las personas, y, existen buenas razones morales para no depender de un materialismo desenfrenado. Esto no le resta importancia al hecho de que el dinero importa, aunque sea un poco. Agregaré otro dato interesante acerca del dinero y su relación con la felicidad. Estudios comprueban que, cuando comparamos la satisfacción con la vida promedio de la mayoría de personas, la riqueza de una nación es un importante termómetro de la felicidad de sus ciudadanos. “Con algunas excepciones, las naciones menos felices, son las más pobres y las naciones más felices son las más ricas” (Peterson, 2008). Según estudios psicológicos, existen datos que implican que a medida que las naciones se vuelven más ricas, la felicidad de sus ciudadanos no aumenta. Este hallazgo resulta irónico. A medida que los salarios o ingresos de una persona aumenta, la vida se torna más cómoda. Y aquí es en donde realmente podemos encontrar cómo la felicidad y el dinero se relacionan. Existe una línea muy fina que separa el placer y la comodidad. Los placeres por definición, son de corta duración por la que los seres humanos nos adaptamos a ellos. En contraste, la comodidad puede pasar desapercibida en nuestra conciencia, es hasta que está ausente, que nos percatamos que la perdimos. Hay muchas cosas que damos por sentado en

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nuestras vidas; tener carro, tener comida en nuestros refrigeradores, poder pedir comida rápida en forma frecuente, etc. Sin embargo, cuando por cualquier razón perdemos alguno de estos lujos, todo se viene abajo, dejando un sentido de frustración y tristeza. Quizás para aquellos que tenemos la suerte de contar con ingresos extra, el destino o finalidad de estos ingresos en relación a nuestra felicidad, es proporcionar comodidades. En un estudio realizado por Hilke Plassmann, John O'Doherty, Baba Shiv y Antonio Rangel, publicado en 2008 en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias, midió la actividad cerebral mientras los participantes de la investigación tomaban vino. Las regiones del cerebro responsables del registro del placer eran más activas cuando el vino se identificaba como caro en lugar de barato. La frase clave: era el mismo vino en ambos casos. Quizás las personas ricas son más felices porque gastan más dinero en cosas. En lo personal, me gustaría pensar que nada tiene que ver el dinero con lo feliz (o infeliz) que una persona puede llegar a ser. Sin embargo, de algo estoy segura, el dinero facilita en gran medida el camino que nos trazamos para alcanzar nuestras metas. El dinero no debe ser (de hecho, estoy segura que no lo es) un aspecto del cual dependa nuestra felicidad. Debe de ser, como lo he mencionado anteriormente, un medio en el que nos apoyemos para lograr alcanzar las aspiraciones que nos encaminen hacia nuestra ansiada transición a la felicidad.

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V Felicidad y Salud: Un vínculo simbiótico ¿Puede la felicidad mejorar nuestra salud? ¿Es posible que nuestra felicidad dependa de nuestra buena salud? Estas respuestas, difícilmente podremos encontrarlas en estudios o investigaciones científicas. La felicidad no implica únicamente encontrar estallidos de alegría por el hecho de haber visto alguna buena película, o por el hecho de que tu equipo favorito haya ganado el partido. La felicidad tiene una connotación mucho más integral. La felicidad incluye sentimientos generales de satisfacción y un sentido de significado y propósito en la vida. Si encontramos nuestra misión o propósito en la vida, es muy probable que encontremos la felicidad. Seguramente hemos escuchado el dicho popular, “la risa es la mejor medicina”. Esta frase se ha convertido en un cliché por muchas razones; la felicidad y la salud están realmente conectadas. Creo firmemente que el nivel de felicidad que una persona pueda experimentar, puede impactar significativamente la salud y el bienestar físico. Ahora analicemos, ¿la felicidad realmente nos lleva a tener un bienestar físico más estable y balanceado? Es difícil saber si la infelicidad que presentan algunas personas es debido a alguna enfermedad o, si esa infelicidad fue el detonante para la enfermedad. Hay una relación muy clara que demuestra que una persona feliz tiende a enfermarse menos que una persona insatisfecha. Esencialmente, la gente que reporta que tiene un mayor sentido de bienestar, tiene menos probabilidades de morir en comparación con aquellos que no son felices. Es importante señalar que este análisis no establece una relación causa y efecto, pero aún así provee amplia evidencia de que en realidad existe este vínculo. También podemos mencionar que muchos investigadores han tratado de evidenciar que la felicidad está asociada con la reducción de posibilidad de padecer algunas enfermedades como derrames cerebrales, diabetes, presión arterial alta y

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artritis. Hay también evidencia de que las personas con alguna condición seria de salud (enfermedades del corazón y coronarias), se recuperan de forma más rápida y acelerada cuando experimentan sentimientos de felicidad. Aunque no exista evidencia sólida de que la intervención de la felicidad prevenga enfermedades, sí existe información que evidencia que la intervención psicológica positiva, puede ayudar a prevenir síntomas de depresión. De lo que sí tenemos evidencia científica, infinidad de artículos y muchos estudios, es de la relación que existe entre la ausencia de felicidad y su conexión con la depresión, ansiedad y el estrés. Todos estos factores están también vinculados

con

sistemas

deficientes

salud.

Todas

estas

condiciones

mencionadas, debilitan los sistemas inmunes de las personas y producen inflamación en el cuerpo, llevándolo a padecer enfermedades y condiciones delicadas de salud Podríamos entonces concluir que, definitivamente este territorio y el vínculo entre la salud y la felicidad, aún son inciertos y debe hacerse muchos más estudios científicos. Sin embargo, creo y confío en que la evidencia que tenemos, es suficiente para demostrar que nuestra salud y nuestra felicidad comparten un vínculo inquebrantable.

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VI ¿Hay felicidad sin la media naranja? Cuando pensamos en felicidad, pensamos en el amor. El amor es un concepto completamente abstracto, invisible e indivisible. A lo largo de la historia, el ser humano ha intentado definir y describir el amor. Hay quienes, dicen que el amor es un sentimiento. Yo digo que el amor es una decisión. Tú decides amar o dejar de hacerlo. Luego está la aún más juiciosa dificultad de clasificar los tipos o formas de amar. Está, por supuesto, el amor entre padres e hijos. Ese vínculo casi indestructible que une a los hijos con sus progenitores. También está el amor de amigos, el cual ya abordamos y establecimos su estrecha relación con la vivencia de la felicidad. Pero la forma de amor más compleja, es la que abordaremos a continuación; el amor de pareja. No puedes amar a nadie, ni encontrar a tu verdadero amor, sin primero amarte a ti misma. La mayor manifestación de amor que puedas experimentar, es el amor por ti mismo. Esta forma de amor no se trata de gastar o invertir dinero en tu apariencia física. El auto amor implica conocer y reconocer tu valor como ser humano. Se trata de vivir tu vida en congruencia con lo aspiras ser. ¡El amor es maravilloso! Cualquiera que haya experimentado un amor incondicional estará de acuerdo con esta afirmación. Encontrar a tu media mitad, puede cambiar los hábitos y las perspectivas de la vida de forma permanente y significativa; en ocasiones, hasta el punto de mejorar la salud y encontrarle sentido a la vida. El amor y la felicidad, desde mi punto de vista, son dos factores que están estrechamente conectados. No puede existir uno sin el otro. Y es que la decisión de amar de verdad, mejora nuestra calidad de vida y, por ende, nos acerca a realizarnos como personas, encontrarle sentido a nuestras vidas y a finalmente alcanzar

felicidad.

Pongamos

como

ejemplo

estrés:

estrés

desafortunadamente es una condición común. Existen investigaciones que demuestran que las personas enamoradas, reducen esta vivencia y condición de estrés. De hecho, varios estudios han demostrado que las personas que abrazan

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regularmente, experimentan niveles reducidos de estrés. Se sienten más felices en términos generales y se mantienen de mejor humor gracias a los altos niveles de oxitocina presentes cuando se experimentan los abrazos. La oxitocina que se libera con el contacto físico, por pequeña que sea, ayuda a reducir el estrés y la ansiedad. El poder del amor impacta positivamente en nuestras vidas. Al sentirnos amados, nuestros índices de felicidad aumentan. Considero que el amor nos permite vivir más. El amor nos da un compañero de equipo para toda la vida. Una relación saludable implica mucho trabajo en equipo; implica que cada uno vele continua y permanentemente por el mejor interés del otro y viceversa. Creo también que el amor te permite vivir más. Hay otros estudios en los que los investigadores aseguran que las personas enamoradas tienen una mayor esperanza de vida. Estos estudios concluyen que las personas enamoradas, influyen positivamente en los estilos de vida de sus parejas. Por ejemplo: si tu pareja está en buena forma física, es muy probable que el otro también tenga, por lo menos, un leve interés en involucrarse y en querer estar en las mismas o parecidas condiciones a las de su pareja. En conclusión, podemos afirmar que el amor, definitivamente contribuye a nuestra búsqueda de la felicidad. Muchas personas difieren de que la felicidad de una persona dependa o no de haber encontrado el amor de pareja. Creo firmemente en que existe la posibilidad de ser felices aún cuando no hemos encontrado amor de pareja. Existen muchas formas de vivir el amor; el amor fraternal, el amor de padres e hijos y en especial, el amor a sí mismos. Este último es clave para poder experimentar

los

demás.

importa

el tipo de amor que vivamos y

experimentemos, lo importante y esencial es que nos demos la oportunidad de amar de dejarnos amar por los demás. Recordemos que el amor es una decisión. Es una decisión que debemos tomar con determinación y seguridad.

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VII La felicidad y la ética Podría animarme a afirmar que la felicidad se vive y alcanza, viviendo una vida ética. Una buena vida, es aquella que vivimos cuando somos felices. Las buenas y sanas relaciones no solo hacen posible una vida feliz; son la felicidad encarnada. Lo curioso con este hecho es que las buenas personas, no siempre son felices. Pero cuando analizamos el por qué de esta afirmación, el camino hacia la respuesta de la pregunta nos lleva a asumir que la bondad es un estado ideal. La bondad es una meta que nos trazamos, una especie de objetivo en movimiento. La felicidad en definitiva es alcanzable, pero en especial, es fugaz y ocasional. Si las condiciones cambian, simplemente nos trazamos una nueva meta, un nuevo propósito. Hasta el mejor de los arqueros, falla el blanco de vez en cuando. Las condiciones externas influyen significativamente en nuestro propósito para alcanzar la felicidad. Sin embargo, nadie tiene todo lo que necesita. Y ¡qué es lo que la gente necesita? Pues en términos generales y, tomando criterios en promedio, podríamos decir que la mayoría de personas (si no es que todos), tenemos criterios básicos que pueden apoyarnos en el propósito de ser felices: paz mundial, salud perfecta, sociedades justas, padres amorosos, estabilidad económica. Sin embargo, nadie puede ser feliz todo el tiempo. Nadie puede ser feliz todo el tiempo, sin embargo, puedes acercarte a la felicidad teniendo una familia solidaria, un buen amigo y una salud estable. Cada ser humano, puede ser una herramienta de tortura o un instrumento de inspiración. Podemos humillar o exaltar, puedo lastimar o sanar. Mis acciones son las que deciden si un conflicto escala o des escala. Una sola persona puede humanizar o deshumanizar. La forma en que tratamos y estimamos a las personas puede sacar lo mejor o lo peor de ellos. Aunque la felicidad no sea posible todo el tiempo, es posible mantener este estado la mayoría del tiempo. La felicidad es la

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evaluación general y un termómetro muy objetivo en nuestras vidas. Nuestra felicidad no debería ser medida por momentos episódicos. La verdadera felicidad es el alejamiento de ti mismo, es un estado altruista a través del cual encuentras un yo mejor que puede prosperar y continuar creciendo. La clave de esta afirmación es amar las personas y cosas correctas y amarlas de forma correcta. Las relaciones éticas facilitarán que cuando hagamos una pausa y nos detengamos analizar nuestras vidas, podamos decir: “hemos vivido una buena y plena vida”. Después de analizar la relación de la bondad y la felicidad, abordaremos un aspecto de la misma que es independiente de esta virtud. Estamos hablando de encontrar felicidad en el simple hecho de ser y existir. Todos somos un mundo, por lo que los criterios para encontrar la felicidad, varían de una personalidad a otra. Todas estas situaciones individuales, llevarán a las personas a encontrar la felicidad de diferente forma. Algunos somos sociales y otros solitarios. Podemos encontrar la felicidad en la compañía de los demás y también podemos encontrarla dando solos un paseo por el bosque. Encontramos también felicidad en un buen libro; algunos aman la ciudad y otros el campo. Sin embargo, siempre que encontramos la felicidad, ésta va acompañada de amor. La felicidad, en última instancia, es el amor a la vida, es una celebración de poder vivir. La persona que encuentra la felicidad a través del amor, es aquella confiable para llevar felicidad a los demás. Muchos tienen todo lo que desean tener, en posesiones

materiales

hablando.

Sin

embargo,

nada

esto

los hace

completamente felices. La felicidad implica gratitud y un reconocimiento de interdependencia con lo que te rodea. Los bienes materiales no nos hacen del todo felices, son un medio para encontrar nuestro propósito en la vida. Las relaciones profundas y auténticas, esas sí nos hacen felices. Los lugares en donde podemos encontrar felicidad son infinitos y las fuentes interminables. Tú puedes habitar y encontrar esos lugares, y de hecho, los encontrarás a medida que hayas abierto tu corazón y te des el permiso de encontrar tu propósito de vida.

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Entonces, ¿qué es realmente la felicidad? Analizando todas las reflexiones publicadas, no necesitamos mucho para ser felices; la felicidad es una decisión y un estado interno que podemos alcanzar en nuestro interior. Mucho hemos hablado de encontrar felicidad en fuentes exteriores (amigos, pareja, etc.), pero, ¿tenemos una alternativa viable que podamos utilizar al no encontrarla en estas fuentes externas? La respuesta obvia, sería que la debemos buscar en nuestro ser intrínseco. Veamos entonces las fuentes internas que pueden ayudarnos a encontrar la felicidad. Vale la pena detenernos a pensar y reflexionar, de dónde realmente viene la felicidad. ¿Depende del amor que alguien pueda llegar a sentir por ti?, ¿o podemos encontrarla de comer algo delicioso en un restaurante elegante?, ¿o de tener un cuerpo perfecto?,¿o de tener millones de amigos?, ¿o de incluso tomar una buena taza de café? La respuesta es: ¡NO necesariamente! Todos estos factores externos no nos brindan una felicidad plena y lo más importante, permanente. Estos eventos, pueden estar relacionados con la felicidad; no es una relación causa-efecto. Hay algo más que está sucediendo al mismo tiempo. Los eventos son un proceso. Por ejemplo, tomamos una Buena taza de café; le prestamos atención al café, pero si dejamos de prestarle atención porque estamos haciendo algo al mismo tiempo (haciendo tareas, leyendo o algo más), no es que la taza de ese buen café nos esté haciendo felices en ese momento. Preciamos las bondades de ese café. No es únicamente el hecho de prestarle atención al café, es una cuestión de aceptarlo por lo que es y apreciar sus cualidades. Es esta apreciación y reflexión lo que justamente trae felicidad a nuestras vidas. Nuestra felicidad está marcada y determinada por las experiencias vividas en nuestra existencia; las bondades y privilegios que la complementan, aunque éstas sean únicamente el disfrute de un buen café. ¡Eso es entonces! La Felicidad es darse cuenta y apreciar los pequeños o grandes detalles que traen felicidad a nuestras vidas. A medida que nos volvemos más observadores, más apreciamos

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nuestras vidas, a nosotros mismos y más probabilidades tenemos de encontrar la felicidad y sentirnos plenos y satisfechos de haberlo hecho. “Tendemos a olvidar que la felicidad no viene como resultado de obtener algo que no tenemos, la felicidad viene de reconocer y apreciar aquello que sí tenemos” -Federick Keonig – Podemos afirmar entonces que la felicidad es un proceso interno. Este proceso puede darse no importando las circunstancias o factores externos. La felicidad puede darse independientemente de los estímulos externos. Quiero enfatizar el hecho de que, dentro de nosotros yace todo lo que necesitamos para ser felices. Las cosas buenas que apreciamos y valoramos para ser felices, siempre se encuentran en nuestro interior, solo debemos saber a dónde ver o en dónde buscar. ¿Qué cosas o qué factores internos podemos buscar en nuestro interior para ser felices? La felicidad existe en cosas tan sencillas y haciéndonos preguntas tan simples como: ¿somos generosos?, ¿somos capaces de dar y recibir amor?, ¿somos

compasivos?,

¿somos

buenos

algo?,

¿sabemos

escuchar?,

¿empatizamos y nos identificamos con el dolor ajeno?, ¿sabemos apreciar y encontrar

belleza

naturaleza?,

¿tenemos

buenas

ideas?,

¿somos

perseverantes y determinados?, ¿somos creativos? Y así, estas son algunas de las cualidades internas que podemos apreciar para sentirnos felices con nosotros mismos. El proceso de la felicidad, de apreciar, de valorar y de ser felices con nuestra existencia,

puede

aplicarse

cosas

que

residen

dentro

nosotros

independientemente de los factores externos que nos rodeen. Debemos empezar por apreciar y valorarnos a nosotros mismos y a partir de ahí podremos hacer lo mismo con los demás. La habilidad clave para encontrar la felicidad y ser felices, se encuentra en aprender a observar, apreciar, aceptar y valorar todo lo que nos rodea y a todos

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aquellos a quienes vemos y con quienes interactuamos. Muy frecuentemente damos por sentado cosas que aparentemente parecieran sencillas, pero que dan sentido completo a nuestra vida. Somos pocas las personas que tenemos salud, comida en nuestras mesas, un techo bajo nuestras cabezas, amigos, educación y una familia que nos ama. Una vez aprendamos a prestar atención a esos pequeños y grandes detalles a la vez, encontraremos la verdadera belleza de la vida. Podemos encontrar belleza, creatividad, inspiración, triunfo, gozo y vida en todo lo que nos rodea. Únicamente debemos permitirnos descubrir los detalles y tomar la decisión más importante de nuestras vidas uno y otro día: la decisión de ser felices.

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