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Lucha de poderes en las relaciones: la indiferencia como arma de combate

Dentro de las relaciones de pareja se puede encontrar ciertos momentos en que parece que las peleas, discusiones y problemas aumentan más y más con el pasar de los días, inclusive esto puede llegar a hacer pensar que la pareja se esfuerza por hacer sentir mal a su dúo o que es tan fácil para él o ella deshacerse de lo que siente hacia esa persona, al grado de parecer que en el fondo no siente nada hacia su par. Es importante aclarar que el amor se vive de manera diferente dependiendo del género en el que podamos centrarnos.

Las mujeres y los varones no interpretan el amor de la misma manera, otorgándole significados diferentes incluso a las mismas cosas, teniendo diferentes conceptos de amor, sentimientos, pensamientos, estereotipos, existiendo distintas reacciones, formas de actuar, amar y de resolver los problemas. (Barrios y Pinto, 2008)

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Esto puede ser directamente atribuible al tipo de educación que hombres y mujeres reciben durante su infancia, los estereotipos y la cultura con la que se relacionan a diario, esto provoca que ambos géneros no conceptualizan el amor de la misma forma, atribuyen diferentes significados a una misma idea y tienen diferentes visiones, pensamientos, estereotipos, sentimientos, comportamientos, formas de resolver conflictos y diferentes problemas amorosos.

Esas diferencias para conceptualizar el amor (en relaciones heterosexuales) son las que traen eventualmente la lucha de poderes en las relaciones actuales, se llenan de más conflictos que de cariño, más peleas que abrazos y claramente, más rupturas que soluciones.

La lucha de poderes se da por el crecimiento de la divergencia de intereses y una lucha por más independencia; la autonomía puede llegar a ser manifestada en un cónyuge más que en el otro. (Díaz Morfa, 2003)

La lucha de poderes normalmente la encontramos en relaciones simétricas (ambos se encuentran en igualdad de condiciones), y está a su vez se puede manifestar por distintas razones, en varios contextos y a su vez pueden tener distintos resultados o consecuencias a las relaciones, una de las principales consecuencias que trae la lucha de poderes, es esforzarse por castigar a la pareja con indiferencia, quitarle el cariño tradicional si no hace o se comporta como se cree internamente que es correcto.

Este tipo de condena normalmente se asocia cuando alguno de los dos participantes de la relación quiere interponer sus creencias sobre las ideas de su contraparte y a su vez, su pareja se niega de manera rotunda a aceptar dichas condiciones, sustentando sus ideas de rechazo en sus propias creencias o ideologías. Esto provoca que comience una discusión sobre quién tiene la “razón”.

Generalmente las parejas que sufren de esta condición en su relación, no aceptan algún consejo o sugerencia de su contraparte, no demeritan la idea proporcionada, sino demeritan a la persona en sí, aparece la lucha de poderes.

Al no conseguir que su pareja acepte las condiciones expuestas, estas personas suelen utilizar como recurso delimitar el cariño o atención a su pareja como forma de presión para que eventualmente la otra parte de la relación termine aceptando sus condiciones a cambio de regresarle el cariño o la atención a la que se está acostumbrada, cual si de un premio se tratase por comportarse de manera correcta, sin embargo, normalmente en las relaciones marcadas por la lucha de poderes esto no funciona como se espera.

Cuando esto sucede en la relaciones simétricas que sufren de lucha de poderes, lo único que provoca el jugar con el suministro de cariño es todo lo contrario a lo que se busca, porque la pareja difícilmente aceptará las condiciones autoritarias o se rendirá ante la idea de cambiar sus ideales por los de su pareja, normalmente al sentirse en la misma posición, lo único que buscan es interponer sus propias reglas y demostrarle a su igual que es él o ella quien tiene la razón.

Incluso las parejas que reciben constantes enfrentamientos entre interponer sus ideas o las de sus parejas, pierden el sentido real del problema y solamente se centran en ganar en las discusiones para demostrar su superioridad, viéndolo como un reto a vencer antes de valorarlo como una oportunidad para construir acuerdos.

Y la principal consecuencia de realizar la estrategia de limitar el cariño hacia la pareja con base al cumplimiento de expectativas individuales en una relación simétrica es una inminente ruptura, y es que es difícil romper el

círculo vicioso de una relación en constante lucha de poderes, ya que es donde encontramos los pensamientos de “si tú me haces, yo te hago”, porque ninguno de los dos miembros desea perder la batalla.

Si detectamos que la relación se encamina a la ruptura por este motivo hay algunos consejos que tal vez puedan ayudar a retomar el camino.

La comunicación es vital para cualquier relación, hablar con la pareja sobre la condición en la que se encuentran siempre es el primer paso para poder entender que la relación funciona gracias al esfuerzo de los dos y a su vez, encontrar soluciones conjuntas. (sin creer que la solución de uno vale más que la de los dos juntos).

Muchas veces el llegar a ceder en situaciones de fácil aceptación (como las discusiones sobre qué comer, qué película ver e incluso qué hacer el fin de semana) puede llegar a mejorar las condiciones de la lucha de poderes, no decir que sí a todo, pero en algunas ocasiones decir un “sí” a temas irrelevantes puede hacer que la otra persona pierda toda intención de discutir al no sentir un reto inminente, se pierde la condición de autoridad y se deja de estimular el pensamiento de que la relación es una lucha constante más que un acuerdo de convivencia.

Evitar caer en la condición “si tú lo haces, ahora yo lo hago”, esta condición solamente es un catalizador de discusiones, ya que se cae en el juego de castigar cada vez un paso más arriba a la pareja, entre más castigos intencionales se provoquen, estos cada vez serán más constantes y con el objetivo de dañar más a la pareja (de nuevo lucha de poderes: quién puede hacer sufrir más al otro).

Recuerda que nadie merece ser maltratado física o psicológicamente por nadie, sin importar cuánto se quiera a la pareja. Es importante detectar las señales para evitar que la relación se convierta en una fuente de problemas y que a la larga pueda afectar de manera irreversible las condiciones psicológicas o físicas de cada uno. Es por esto que la comunicación, la objetividad y sobre todo la reflexión sobre la relación puede ayudar a detectar cuando algo no está bien y poder corregirlo o alejarse de ser necesario.

Toda relación necesita un esfuerzo de ambas partes, sin embargo, al no sentir apoyo o sufrir de abandono o desinterés por parte de la pareja es una de las razones principales para que se pueda terminar con esa relación que no aporta lo suficiente para que se logre el estado de seguridad y felicidad, ya que la felicidad conjunta es el principal objetivo de conservar una relación amorosa.

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