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El nigromante Capítulo 4

4242 El Nigromante

Por Diego Pérez

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Capítulo 4:

La peste escamosa

PARTE 1 La penumbra atosigaba el antiguo bosque, una sensación incómodamente apacible impregnaba el ambiente, las coníferas de los viejos árboles siseaban de manera errática y el escaso viento que los acompañaba sólo desperdigaba en el verde oscuro mar un aroma putrefacto.

na vieja cabaña era la única fuente de luz, aquella representaba una pizca de vida en el extraño yermo, aunque su luz se mantenía encendida aquella tintineaban lastimeramente como si su fuente hubiese sido abandonada horas atrás, su escalinata, un par de escalones de madera ya gastados por la lluvia y el mismo tiempo aún mantenían los vestigios de uso, astillados y olvidados aún servían para dar la bienvenida a quien fuese que fuera su dueño. Por lo general las personas aledañas al bolsillo del fin del mundo y circundantes a Lombardía procuraban evitar el aislamiento con las pequeñas urbes que perduraban en el vasto territorio, sin embargo entre leñadores, gente de escasos recursos y algún que otro malviviente preferían aislarse de las aldeas por circunstancias personales o concernientes a su profesión.

Entre ellos los más comunes eran los cazadores, quienes procuraban aislarse en las laderas donde los árboles proliferaban de manera densa entre los antiguos y grandes bosques, entre ellos y de quien se centra el primer registro de este extraño suceso, es del cazador Bier Libz, quien sería una de las primeras víctimas de lo que después se conocerá como “el mal de los bosques”.

20 de noviembre de 1943

6:00 pm Diz, Lombardía

Querido diario, hoy ha sido un día bastante cansado, he tratado de ir a buscar a Len en el puesto sur del acantilado, si bien él se ocupa de pescar, descamar y salar los pescados del río, hoy prefirió quedarse en su cabaña, me ha dicho que la actividad en el río ha disminuido de manera repentina, algo que sería normal si nos encontrásemos en enero que es cuando los bahrundarak migran de los pantanos a zonas menos húmedas para hibernar, sin embargo como es evidente la época no es la correcta, ¿será que los peces no se han reproducido lo suficiente?, vete tú a saber, Len es el experto y por hoy no ha querido salir ni por una copa de ron.

21 de noviembre de 1943

9:00 am Diz, Lombardía

Por fin pude ver a Len, el hombre es un desastre, realmente no tengo idea de lo que ha pescado pero no parece ningún tipo de resfriado común, sus manos tiemblan mucho al hablar, su piel ha tomado un tono grisáceo y si no fuese por su camisola podría decirse que su piel se ha resecado mucho en la parte superior de su brazo. Traté de preguntarle qué le había ocurrido, pero lo único que pudo decirme es que había despertado así desde el día anterior, no quiero que el pobre diablo se muera solo y lleno de frío así que iré a cazar un rato en la ladera, posterior a ello me ire a Vysa a vender las pieles y carne seca que ya tengo almacenada en mi cabaña, quizás con los soltiets sobrantes pueda traer un médico y si los dioses me lo permiten, un poco de pan dulce.

3:00 pm Vysa, Lombardia

Los malditos soldados, asquerosos zánganos de la capital, cómo los odio, después de estar alrededor de 4 horas tratando de cazar aunque sea un pequeño pájaro para reabastecer mi almacén de pieles para ahora que viniese a Vysa, de buscar, acechar y de haber fallado 3 tiros de mi mosquete, un regimiento de infantería ha espantado a las pocas aves de la ladera, sí, es increíble cómo estos perros nunca hacen su trabajo y ahora a vísperas de invierno, que es cuando menos vienen para acá, entorpezcan lo poco que tengo para subsistir. El coraje no se me ha quitado desde allá, pues estos insensibles hombres me han acompañado desde el lugar de mi último tiro hasta Vysa, parece ser que construirán un puesto de avanzada muy cerca de ahí, ¡Qué bien!, más disparos que ahuyentarán a los animales que se han desplazado en este día de la zona, ¿Acaso soy una broma para ustedes, queridos dioses?

23/ noviembre/1943

Diz, Lombardia 4:00 am

Falsa alarma, sea lo que sea que tuviese Len, fue sólo un catarro extraño que se le quitó con un poco de ron y una hoguera bien abastecida para mantenerlo caliente en estas noches invernales. En cuanto a mi ausencia, se debe a que he estado muy ocupado, recientemente la caza se ha dificultado, entre la escasez de animales y las frecuentes patrullas capitalinas que llegan marchando incesantemente por el camino empedrado de la ladera, no me han permitido encontrar una buena presa para poder cazar, entre los problemas más graves y extraños se encuentran, primeramente, que el herrero de Vysa y su familia se han marchado al igual que algunos pobladores de la aldea, lo que me deja con unas cuantas balas de mosquete y pólvora muy limitados; segundo, los soldados a su vez han estado disparado incesantemente, lo que evita que los animales pequeños se mantengan quietos para poder cazar, por último pero no menos importante, el líquido negro, extrañas manchas han estado apareciendo por el camino empedrado, grandes y medianos charcos negros que traen consigo aromas poco agradables, algunos de ellos acompañados por cadáveres de animales que hace unos días pensábamos habían migrado de manera inusual a otras zonas del imperio, así que sí, ya no soy capaz ni de ir a Vysa, ni de cazar por esas zonas, todo gracias a estos perros uniformados, pues a partir de los primeros hallazgos han decidido cerrar el camino hasta nuevo aviso.

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