Minería y medio ambiente

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CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE LA MINERÍA Y EL MEDIO AMBIENTE

En las áreas urbanas o suburbanas y en las zonas rurales de Colombia donde existen comunidades agrícolas, ¡as actividades relacionadas con labores mineras de las minas de oro, carbón, y canteras a cielo abierto, plantas de trituración de rocas, extracción de gravas para materiales de construcción y agregados pétreos, plantas de producción de cemento y mezcla, ladrilleras y otro tipo de industria minera de beneficio, han sido considerados no solamente como altamente contaminantes sino ofensivos e impactantes sobre el paisaje. Se han hecho muchas consideraciones acerca de las consecuencias y efectos subsecuentes físicos y estéticos que estas actividades tuvieron y tienen sobre el suelo considerado como recurso básico para el desarrollo y sustento de las regiones. Desde la óptica sociocultural, podría decirse que la minería en la mayoría de los casos, ha sido mirada como la cenicienta de las actividades productivas, y entre el gremio los mineros de carbón subterráneo son considerados como de una clase inferior y se calcula que, según la UNICEF, entre un 7% y un 10% de sus trabajadores son niños, especialmente en Latinoamérica y Asia. Desde el punto de vista del tiempo histórico de una nación, las minas se consideran como ocupaciones temporales de la superficie terrestre y en consecuencia de naturaleza pasajera, sin embargo sus huellas, si no se aplican medidas de recuperación durante el abandono, se conservan a través del tiempo como ejemplo de impactos directos sobre el medio ambiente. En otros casos como los de minería de oro y metales preciosos del Chocó, el Bajo Cauca, el Sur de Bolívar o las caleras del Corredor Duitama - Belencito, la contaminación ha afectado los componentes ambientales y los sistemas hídricos naturales, causando la desviación de corrientes, modificando los cauces, alterando los patrones hidráulicos, envenenando con cianuro y mercurio las especies ícticas y el agua, alterando los patrones naturales de sedimentación con lo cual se generan nuevas y más amplias zonas de inundación y de paso siendo factores principales de los conflictos sociales y de orden público, especialmente de los grupos ilegales que nutren sus arcas con el poder de la intimidación por supuestos derechos de explotación y mercado (gramaje) y que a su vez se alimentan de la ignorancia y desconocimiento de los derechos, que por ley tienen las comunidades indígenas, las negritudes y los raizales.


El Programa de Producción Más Limpia del Ministerio del Medio Ambiente, Dirección Ambiental Sectorial, indica que hacia 1994, dispersadas a largo y ancho de los territorios de los departamentos de Chocó y Nariño, existían 95 retroexcavadoras en el primero y 60 en el segundo, actuando de manera ilegal. De igual forma Cortolima, para el mismo año reportó la presencia de unas 65 en las cuencas del río Saldaña y alta de Atacó - Chaparral.

De acuerdo con estimativos de ése mismo programa, en "1991 la minería efectuaba vertimientos de cerca de 670.000 toneladas de sólidos a la cuenca del río San Juan, de los cuales el 75 % provenía de la actividad mecanizada. Así mismo, se reportaba una carga de DQO de más de 40.000 toneladas por año, el 83 % originada también en la minería". Datos más recientes de CODECHOCO indican que en 1994 los ríos San Juan y Condoto estaban recibiendo diariamente una carga aproximada de 265 toneladas de DQO, provenientes de las explotaciones de oro y platino". La ausencia del estado es aprovechada por los grupos ilegales y otros particulares para explotar los recursos mineros y depredar a su antojo lo que encuentran a su alcance, talando, cazando, pescando con dinamita, contaminando con; arsénico, mercurio, ACPM, gasolina, aceite y otros elementos, las corrientes de agua, el suelo, la flora y generan presión sobre la fauna altera sus patrones de comportamiento que ponen en grave riesgo su supervivencia. Estas circunstancias son propicias para el tráfico ilícito de flora y fauna, de la cual ya se ha hablado antes.

Información consignada en el Diagnóstico Minero-Ambiental Preliminar año 2001, aportado para el Programa de Producción Más Limpia, de la Dirección General Ambiental Sectorial del Ministerio del Medio Ambiente, indican que, por ejemplo para el caso del Chocó, se destruyen unas 300 hectáreas de suelos y bosques al año y se contaminan las fuentes hídricas con unos 43.000 galones de aceites y combustibles usados y se utilizan cerca de dos toneladas de mercurio en el mismo lapso de tiempo. Igualmente se establece que la minería aluvial puede remover unos 63.000 millones de metros cúbicos de suelos auríferos, en tanto se talen o intervienen una 80 hectáreas de bosque húmedo tropical, en lo que se considera la región con mayor biodiversidad en el planeta. "La expansión de la frontera minera ha ido ocupando zonas ecológicamente estratégicas como la Amazonia, Guainía y el Vaupés, en los cuales la explotación de metales preciosos a comienzos de los años 90, se movilizaban cerca de 100.000 toneladas de sedimentos, de los cuales la minería por dragado de succión era la


responsable del 95 % de la operación, mientras el mercurio aportado era del orden de 5.000 Kilogramos", En el caso específico de la Cuenca del Río Saldaña, los problemas generados por las explotaciones auríferas derivaron en verdaderos conflictos sociales pues el descontrolado abuso de las excavaciones sobre los cauces de este río y sus afluentes, aumentaron de manera exagerada los volúmenes de sedimentos debido a la actividad de las retroexcavadoras, a mediados de 1993 se contaron hasta 95, aportados anormalmente sobre la bocatoma del Distrito de Riego del Río Saldaña, incrementando los costos de mantenimiento y desde éstos los de producción y cosecha, dado que alrededor del problema de sedimentación, se dispararon otros como los de eutroficación, DBO y DQO que sumados a los de cosecha y mercadeo, fueron la causa de manifestaciones y tomas de la vía Neiva -Bogotá, que resultaron en algunas muertes de campesinos, tal como está debidamente registrado. Esta circunstancia motivó que proyectos como el propuesto por "Mineros El Dorado", probablemente viables desde el punto de vista técnico, fueran rechazados por las autoridades ambientales debido a razones de tipo social, oposición de las comunidades, autoridades regionales, y los líderes políticos quienes promovieron debates en el senado de la República. Estos problemas igualmente afectan las relaciones internacionales, pues en el caso de la extracción de oro en los límites entre Colombia, Perú y Brasil, los mineros extranjeros han causado un sinnúmero de problemas étnicos y culturales en los indígenas de la región, pues destruyen las costumbres ancestrales y corrompen las comunidades, comprando los derechos legales y la mano de obra con armas, alcohol y tabaco o pagando muy barato estos servicios.

Por otra parte las zonas mineras se convierten en ejes articuladores del conflicto armado guerrilla - paramilitares y narcotráfico quienes en su afán de imponer su ley, ingresan a estas regiones a sangre y fuego sometiendo a los pobladores y usufructúan las recursos sin distingo de propiedad o derechos legales, cuando estos existen y aumentan el desplazamiento masivo que para finales del 2002, fue entre 50.000 y 75.000 mineros directos e indirectos en el territorio nacional, de acuerdo con investigaciones de diversos organismos oficiales y ONG's. Esta situación afecta la producción nacional y la disponibilidad de materiales de construcción, especialmente arena y recebo, lo cual encarece los costos de la construcción; en otros casos el mismo conflicto armado desplaza empresas en su totalidad que tienen que abandonar su territorio ante la inseguridad, acoso, atentados y chantaje, como ha ocurrido en el Valle y Antioquia, especialmente.


Sin embargo no todo es negativo, el sector regulado en un enorme esfuerzo por cumplir con las normas ambientales, especialmente aquellas posteriores a 1.993, se han comprometido en la tarea de alcanzar metas de gestión autorreguladora, especialmente las de producción más limpia, gracias a convenios y compromisos liderados por el antiguo Ministerio del Medio Ambiente y el Sistema Nacional Ambiental. Esta lección, ha sido bien aprendida por algunas empresas de carbón, del sector de hidrocarburos y de extracción de materiales de construcción, las cuales han recuperado estas áreas convirtiéndolas en proyectos ecológicos aprovechables que hoy son ejemplo, como las explotaciones de grava en el sur de Bogotá, caso Cementos Diamante, hoy Cemex o el Proyecto Cerrejón en el norte de la Guajira, entre otros que igualmente se han hecho acreedores al premio Planeta Azul. En otros casos, como en las antiguas canteras del nororiente de Bogotá, se han aprovechado para la construcción de edificaciones, las cuales aparte de proveer soluciones de vivienda y oficinas, también han contribuido en la minimización del impacto visual sobre el entorno ambiental. En otras regiones del mundo se han aprovechado las instalaciones abandonadas para actividades educativas, recreativas y ecológicas. No obstante, las minas activas en cualquier tiempo, en particular, no ocupan áreas tan extensas como otros tipos de uso del suelo. Los cambios dramáticos del paisaje y la tendencia a abandonar la zona dejando la evidencia de su pasado uso, obligan a revisar el verdadero sentido de la interacción que debe existir entre el desarrollo sostenible y el manejo de los recursos. Las continuas discusiones entre grupos ambientalistas, agencias del gobierno y miembros de los gremios mineros, han permitido desarrollar una política gradual, flexible y concertada para permitir la lenta aplicación de la normatividad en las actividades mineras y la introducción de la variable ambiental en la gestión minera. Es cierto que en muchas partes este camino ya se empezó a recorrer, sin embargo es muy largo el trecho que aún resta por caminar, hasta que se pueda encontrar la fórmula que armonice el viejo dilema "Minería o Medio Ambiente". Sin tomar en consideración, una explotación minera en particular, las actividades desarrolladas alrededor de una mina, pueden afectar todos los componentes ambientales, aire, agua, suelo, fauna, flora y generar complejos procesos sobre el componente social del entorno. Es de observar que el grado de conflicto y su naturaleza dependen usualmente del corriente


uso del suelo y de la estimación de las consecuencias de los daños producidos; los conflictos se centran sobre los siguientes aspectos principalmente: • Alteración de los patrones sociales tradicionales. • Modificación significativa del paisaje. • Cambios en la vocación del suelo. • Degradación del medio ambiente visual. • Alteración de los cursos de agua. • Destrucción de suelos agrícolas y forestales. • Deterioro de áreas para entretenimiento y recreación. • Contaminación por ruido. • Emisión de gases y material particulado. • Tráfico pesado. • Daños y deterioro de la infraestructura vial. • Sedimentación. • Erosión y Sedimentación. • Subsidencia. • Vibración por voladuras y explosivos. • Generación de vectores de enfermedades transmisibles en las pozas de explotación abandonadas. Debido a lo anterior, en gran parte, la conciencia ambiental en el mundo ha evolucionado de manera dramática hacia un mayor conocimiento generalizado por la opinión pública de los temas relacionados con el medio ambiente, esto ha conducido a que los gobierno y agencias internacionales a todos los niveles imponga medidas de control para impedir el progresivo deterioro ambiental y la excesiva explotación de los recursos naturales. Adicionalmente, los mecanismos de participación ciudadana y los avances tecnológicos para la evaluación de los factores de riesgo y la aplicación práctica de los conceptos de amenaza y vulnerabilidad, han hecho que jueguen un papel muy importante en la planeación, diseño y ejecución de la inversión para este tipo de proyectos.


Bajo las consideraciones anteriores, si bien se trata de hacer comprender que las actividades mineras efectivamente producen impactos ambientales de diversa magnitud sobre el medio ambiente, debemos de entender que es obligatorio aprender a convivir con ellas y que cualquier proyecto de minería por muy complicado que parezca, es posible de desarrollar si se practican los buenos principios ambientales, si se utiliza la tecnología adecuada y si hay concertación entre el empresario minero, la comunidad, y el estado y sus agencias. Todos los países necesitan explotar sus recursos mineros, el futuro económico de una región con recursos minerales, se basa en un excelente conocimiento de su ubicación y potencial, en una adecuada política estatal dirigida hacia la promoción de la inversión de capital privado o público, nacional o extranjero, una participación justa de las comunidades en cuya jurisdicción se desarrolle el proyecto minero y en una equitativa distribución de las regalías que se perciban.

LA PRODUCCIÓN MINERA, IMPACTOS AMBIENTALES, Y LA SALUD HUMANA OR O Y PLATA En la mayoría de las regiones auríferas del mundo, el mercurio y el cianuro se han utilizado en la recuperación primaria y secundaria del oro y sus metales asociados, en la mayoría de los casos sin tener en cuenta las condiciones de seguridad mínimas para su uso y aplicación, de igual forma tampoco se hacen evaluaciones sobre el entorno ambiental y el medio social. En general los procesos de beneficio del oro, sobre todo en la mediana y pequeña minería, cuando utilizan cianuro o mercurio, aplican tecnologías rústicas o artesanales que en la mayoría de los casos no requieren de gran experiencia o conocimiento de su manejo y por lo tanto se manipulan y aplican desconociendo los riesgos de su utilización sobre la salud humana, el medio, ambiente y los recursos naturales. Esta circunstancia hace la diferencia entre el uso controlado, técnico y eficiente y aquél que no aplica ni conocimientos ni tecnología alguna, especialmente en la pequeña minería. Sin embargo, y a pesar de que las empresas proveedoras de estos elementos aseguran su bajo riesgo y aquellas que los utilizan en sus procesos de beneficio de minerales pretenden garantizar su uso seguro en los procesos industriales y sin ningún riesgo para la salud humana y el medio ambiente, se han encontrado experiencias que demuestran lo contrario, lamentablemente (para el medio ambiente). Los mineros realizan, en la mayoría de los casos, trabajos sin criterios técnicos, y se guían únicamente por el instinto y experiencia. Esta circunstancia implica una limitación que impide proyectar la explotación de manera adecuada y define automáticamente el método y sistema de explotación que es posible implementar.


Normalmente la minería subterránea, se ejecuta por medio de túneles horizontales, galerías y cruzadas que siguen los filones productivos. Solamente en muy pocos casos se utilizan ingenieros, geólogos o técnicos calificados para apoyo técnico, lo cual se refleja en los continuos problemas de subsidencia y hundimientos que afectan los sitios de estas explotaciones, que han generado la reubicación de poblaciones enteras, y en la escasa o ninguna información gráfica y de planimetría que es posible obtener o consultar. Casi todas las operaciones de minería subterránea requieren para la explotación de las vetas de la utilización de martillos para perforación neumática y el uso de explosivos. Cuando existe infraestructura, el mineral es transportado desde el frente de explotación por medio de vagonetas o carretillas hasta el sitio de acopio, o de lo contrario es llevado arrastrado o cargado al hombro por los trabajadores, y en la mayoría de los casos debido a la estrechez del área de trabajo, por niños o personas muy jóvenes, quienes a corta edad comienzan a sufrir los rigores de estos trabajos y en consecuencia malformaciones y enfermedades tempranas. En la minería subterránea del oro, por ejemplo, éste y sus metales genéricos presentes se explotan en minas subterráneas a profundidades donde fácilmente se trabaja a temperaturas superiores a los 40° C, y en turnos de 10 a 12 horas. En la minería a cielo abierto las partículas del metal son de granulometría fina (menor a 0,5 mm), aunque se han encontrado "chicharrones" (porciones de oro nativo) con pesos superiores a 200 gramos y más, también se encuentran otros metales que producen rentabilidad como la plata y el platino, otros económicamente importantes como cobre y zinc y se pierden en el proceso. Durante el proceso de extracción se ejecutan 2 actividades que generan contaminación: Primero, cuando se realiza alimenta el proceso por medio de retroexcavadoras o por la trituración y la molienda, ya que las pequeñas partículas de material que escapan de estos sitios, siempre húmedas, se integran al de agua producida por el chorro de lavado, el cual finalmente drena en la corriente natural que se contamina por los sedimentos y las partículas producidas en este proceso. Teniendo en cuenta que este procedimiento se ejecuta en miles de minas diseminadas en el país, los aportes diarios pueden sumar millones de metros de metros cúbicos, distribuidos en todas las cuencas hidrográficas, si a lo anterior se suman los eventos estacionales extremos de avenida y estiaje y por lo tanto la capacidad de carga en suspensión y de fondo, se podría asegurar que la dispersión de estas partículas es muy amplia. La segunda causa de contaminación y quizás la más peligrosa de todas, se produce durante la segunda y tercera etapas del proceso de beneficio, es decir cuando se construyen las amalgamas y se quema al aire libre para la separación oro-mercurio,


puesto que lo que afecta directamente al medio ambiente es el uso irresponsable e indiscriminado del mercurio para la recuperar el oro. En las minas que ejecutan estos procedimientos la presentación en partículas muy finas, en la mayoría de los casos, del apreciado mineral ha llevado a los mineros a utilizar, sin mayores razonamientos científicos, que el único método de recuperarlo primaria es la amalgamación. En general el mercurio se vierte directamente en la alimentación de las trituradoras y los molinos de martillos, los cuales al girar a 1.500 revoluciones por minuto o más, producen una tercera contaminación del aire, suelo y agua por la atomización del mercurio y la descarga de agua bajo presión colocada en las zonas de descarga del área de trituración. Ojalá que el gobierno o las instituciones y entidades relacionadas con este tipo de problemas, contribuyan en la investigación de esta problemática y si es así, se planteen alternativas de solución que conduzcan a mejorar los procesos productivos y la calidad de la salud de los pobladores de estas regiones. Es necesario promover el desarrollo, capacitación e información de las entidades dedicadas a la producción y beneficio, lo mismo que a la fabricación de equipos, maquinarias e insumos para la minería, incentivando la producción limpia. También es urgente unificar acciones coordinadas entre las entidades e instituciones Nacionales, buscando la solución conjunta a los problemas ya identificados, analizar aquellos que están en evaluación y ejecutar estudios de política minera, planes y estudios que permitan lograr un desarrollo sostenible de la industria minera de las regiones. Alentar la información y capitalización de recursos humanos regionales mediante cursos de perfeccionamiento, visitas técnicas y la organización y promoción de seminarios, cursos, cursillos, convenciones y congresos intra o interregionales, que integren la variable ambiental y los aspectos técnicos. Fomentar la investigación y experimentación así como la transferencia tecnológica en la minería regional. Implementar y fomentar servicios de intercambio de información y estadística entre los países de la región en los aspectos de producción, técnicas económico-financieras, comerciales y legales de la actividad minera y minero industrial. Establecer y otorgar premios de estímulo para el desarrollo científico y tecnológico, para la productividad y calidad de bienes y servicios y para las obras de bien común a la minería de la región. Identificar y analizar problemas y efectuar estudios de política minera, planes y estrategias que permitan lograr un desarrollo racional de la industria minera de la Región, difundiendo estos trabajos entre las unidades nacionales y los gobiernos de los países respectivos.


EL USO DEL MERCURIO Y CIANURO Si se tiene en cuenta que se utiliza una cantidad de mercurio de aproximadamente 400 a 500 g por tonelada de material, y las placas retienen únicamente entre el 8 y 10 por ciento, en forma de amalgama; el resto o sea entre el 90 y 92 por ciento se pierde en las colas como «harina de mercurio» (mercurio atomizado) y como "natas" de amalgama, las cuales contienen, a su vez, cantidades apreciables de oro, debido a su aparente bajo peso específico. Si se toma como ejemplo el ejercicio anterior, podemos calcular el rendimiento para una mina pequeña que puede moler unas 10 toneladas por hora: Si la jornada de trabajo en Colombia, como realmente sucede, es de 10 horas / día, tendríamos 100 toneladas de material por día, para un total de 250 toneladas por mes, y 2500 toneladas / año, si consideramos que se trabajan los sábados ya que no existen vínculos laborales legales y se trabaja por porcentaje y durante diez meses. Ahora bien, si se considera un promedio de 450 Kg., de mercurio por tonelada de mineral tratado, tendríamos entonces un volumen de mercurio utilizado igual a: 450 Kg. X 2500 ton. = 1.125.000 Kg/ton. Dado que se recupera el 10 por ciento del mercurio utilizado, o sea 11.250 g., entonces la cantidad que se pierde y que necesariamente va al aire, al agua o al suelo y por esta vía a los animales y plantas, causando contaminación y otros problemas ambientales y sanitarios es realmente alarmante: 1.113.750 g./año ó 1.113.75 Kg./año, es decir más de una tonelada de mercurio contaminante vertido al medio ambiente por una mina que apenas tiene una producción de 10 toneladas por hora. Teniendo en cuenta que distribuidas a lo largo de las cuencas auríferas colombianas existen un número indeterminado de explotaciones de diferentes tamaños, es imposible cuantificar con cierto grado de exactitud la cantidad de mercurio y cianuro que se utiliza diariamente, y sus implicaciones ambientales y de salud en las áreas donde se desarrollan estas actividades. Se debe recordar que estos datos oficiales de producción no incluyen la producción ilegal, la cual no está registrada, que se considera puede ser del orden del 4 5% al 50%, con lo cual los datos se acercarían fácilmente a las 194 toneladas, durante este lapso de tiempo. Si a estos datos le sumamos lo vertido al medio ambiente desde que se ha estado utilizando el mercurio y el cianuro para la recuperación del oro, desde el tiempo histórico de su utilización en la minería colombiana, que coincide casi con la llegada de los españoles, quienes lo utilizaron para amalgamación gracias a la facilidad de producción y bajo precio proveniente de sus propias minas en España, los datos serían aterradores, por lo tanto debemos empezar a evaluar la capacidad de carga que tienen los ecosistemas afectados por las actividades de la minería, antes de que se convierta en una situación crítica e irreversible.


Para ello debemos tomar ejemplos en otras partes del mundo. Igualmente se debe tener en cuenta que es casi imposible diferenciar entre la producción mediante el uso de mercurio y aquella derivada del uso del cianuro. Colombia no es el único país de Latinoamérica donde se utiliza este sistema. Por ejemplo, en San Andrés Minas, propiedad de Minerales de Occidente, (Banco Atlántida), ubicado en el Departamento de Copan, Bolivia, se consumen hasta mil toneladas de cianuro al año. Una sola cucharadita de cianuro puede matar a una persona. Los desechos de cianuro y de metales pesados, (algunos como el plomo, cromo, vanadio, litio, cobre y cadmio son tan peligrosos como el cianuro, especialmente de largo plazo), se almacenan, de acuerdo con la carga y concentración, a lo largo de las corrientes hídricas y sus tributarios, o en mayor concentración en las piscinas. Mediciones efectuadas en Bolivia sobre muestras de cuatro piscinas localizadas al lado del Río Lara, un tributario al Río Higuito y Río Ulúa, indican que contienen más de 50 millones de galones de desechos y un accidente podría contaminar hasta el lejano Departamento de Cortés. Lo mismo ocurre en Perú, Venezuela, Brasil y en todas las regiones mineras. En Colombia no se conocen resultados de muestreos. Una vez en el agua el mercurio es fijado por plantas y peces que son un componente nutricional principal de las comidas de las comunidades y de los mismos mineros y es factor determinante en la destrucción del paisaje; la tala de bosques; la generación de desechos sólidos y vertimientos líquidos, tanto por las actividades mineras como por la población residente en sus campamentos, que algunas veces como los gitanos, llevan sus familias de mina en mina; la caza de fauna silvestre y pesca, la contaminación del suelo por el vertimiento de aceites y aguas abajo incrementa la turbiedad de las aguas debido al aumento de la carga en suspensión y de fondo. Tanto el cianuro como el mercurio son sustancias con un grado de persistencia muy alto y además es asimilado por el organismo de forma activa, por lo tanto se trasmite como componente en los productos orgánicos, se acumula de igual forma, es decir proporcionalmente a la ingestión, por lo tanto es muy fácil encontrar grandes concentraciones en huesos de peces, cabello humano y raíces de plantas. Estudios realizados por el Ministerio del Medio Ambiente en el Bajo Cauca y el Sur de Bolívar en 1996, demostraron impresionantes concentraciones de mercurio, cianuro, vanadio, cromo, litio y otros metales pesados en peces, cabello humano de pescadores y pobladores, y raíces de plantas en las cuencas de los ríos Bagre, Nechí y Cauca, donde la problemática ambiental, debida principalmente a la actividad minera en expansión, es bastante alarmante, si se tiene en cuenta que todavía no se ha estudiado con suficiente detenimiento la biodiversidad de toda la zona, incluidas las áreas protegidas existentes, principalmente, a causa del difícil acceso a la zona y, por otro lado, de los riesgos derivados de las actividades de grupos al margen de la ley y al narcotráfico. Para detectar su presencia en el organismo humano, se practican pruebas de orina, que en el caso del nordeste antioqueño, han detectado en mineros de oro con edades mayores a 13 años, es decir casi niños aún, de acuerdo con investigaciones de la Seccional de Salud de Antioquia realizadas entre 1.999 y 2.003, concentraciones de 158 miligramos por litro cuando lo máximo permitido en las normas internacionales es


de 35 miligramos por litro, lo cual convierte estos casos en problemas graves de intoxicación. De acuerdo con esta investigación, en el área de Segovia viven más de 28.000 personas expuestas al mercurio, casi la misma población de Zaragoza, en Remedios son casi 9.000, en el Bagre más de 25.000 y en el Bajo Cauca, hacia el Sur de Bolívar unos 6.450, esta situación ha contribuido para que se implementen programas para recuperación de mercurio, entre la Universidad de Antioquia y la Corporación Autónoma Regional de Antioquia, Corantioquia. LA MINERIA Y OTRAS CONSIDERACIONES AMBIENTALES La mayor parte de la actividad minera en Colombia se realiza a cielo abierto y cubre casi todas las áreas productivas en este campo, desde la exploración hasta la extracción, beneficio y refinación. Potencialmente, muchos impactos ambientales negativos son generados sobre las superficies sometidas a minería a cielo abierto, especialmente la de carbón si no se toman medidas de mitigación especialmente aquellas relacionadas con la recuperación y rehabilitación de las áreas en o abandonadas. En Colombia, solamente en muy pocas minas a cielo abierto se aplican estas técnicas y no propiamente como una exigencia de las autoridades ambientales. La efectividad de estas medidas es observable únicamente si se les da el tiempo suficiente para su desarrollo e implantación. De acuerdo con la información recolectada, las actividades de explotación minera a cielo abierto desarrolladas por la pequeña y mediana minería, y algunos casos por la gran minería amparada por legislación especial (título otorgados por la Corona Española o de otra índole), bajo la óptica del antiguo Código de Minas, o hasta antes de la expedición de la ley 99 de 1.993, se venían efectuando con escaso o ningún tipo de control ambiental por parte de las autoridades instituidas para dicho propósito. Esta situación determinó que el acceso a los recursos mineros naturales se hiciera de una manera casi libre, originando la degradación, depredación, alteración del relieve y del paisaje, destrucción de los suelos, alteración de la dinámica de las redes de drenaje, efectos altamente nocivos sobre el recurso hidrobiológico por los cambios del ph natural de las aguas, debido principalmente al aporte de productos químicos como mercurio y cianuro, y al aporte de sedimentos a las corrientes; contaminación del aire; pérdida de la capa vegetal y la vegetación con la consecuencia natural de la reducción de la calidad de vida y el deterioro de ecosistemas estratégicos acuáticos y terrestres de gran importancia biológica y esenciales para el desarrollo y bienestar del país, y que hoy constituyen la mayoría de los pasivos ambientales, casi imposibles de recuperar. Las explotaciones de materiales de construcción, invaden áreas urbanas y suburbanas, generando violentos impactos sobre el medio natural identificados como problemas de erosión, contaminación y destrucción del paisaje, lo cual se tipifica en la Sabana de Bogotá, las grandes ciudades del país y algunas áreas puntuales, que han servido de base para explotación de fuentes de materiales para grandes proyectos viales, a lo largo del territorio nacional. En la mayoría de los casos, estos desarrollos mineros son


las bases territoriales para el nacimiento, expansión y crecimiento de importantes núcleos poblacionales. La migración de la actividad minera a cielo abierto de oro y metales preciosos en el territorio nacional y las explotaciones ilegales en las zonas de frontera, van generando lentamente problemas de diferente orden de a nivel nacional e internacional, reflejados en violencia, prostitución, disminución de la calidad de vida, violación de la soberanía, cambios transculturales en las comunidades indígenas y ocasionando pérdidas económicas graves al país, lo cual obliga a continuos cambios y ajustes en las relaciones bilaterales con los territorios vecinos, agravados por la apertura en las zonas fronterizas de corredores para actividades ilegales relacionadas con el tráfico de flora y fauna, drogas ilícitas, y contrabando de precursores químicos y de armas, que obligan a las autoridades nacionales a redoblar sus esfuerzos para mantener el orden en esas zonas. Las consideraciones anteriores, configuran el contexto nacional ambiental minero como una situación que necesita urgentemente de programas de orden nacional y de cooperación internacional, destinados al fortalecimiento institucional técnico y formativo que permita ejercer un adecuado control y un efectivo seguimiento ambiental a la actividad minera que se desarrolla en Colombia, especialmente dirigido hacia la minería de subsistencia, pequeña y mediana minería, en términos de capacidad técnica y operativa, lo cual debe conducir a efectivos controles sobre las producciones de gemas y metales preciosos no declarados y que constituyen un hueco fiscal muy grande en las rentas de la nación por concepto de regalías y concesiones. Para avanzar en este proceso se debe impulsar el Programa de Legalización que nació en la Ley 149. Por otra parte se encuentran los proyectos de gran minería, con un buen manejo ambiental, que generan desarrollo, divisas, distribución de regalías, mejoras en la calidad de vida de sus comunidades, tiene un excelente canal de comunicación con todas las autoridades y garantizan como en el caso de las minas de carbón, el abastecimiento para la generación eléctrica del país, o la producción de cemento y materias primas vitales para el desarrollo económico, y además son fuentes generadoras de empleo directo e indirecto y contribuyen notablemente en el PIB, colombiano. TOMANDO PARTES DE LA TESIS MINERIA Y MEDIO AMBIENTE EN COLOMBIA POR JUAN DIEGO PEÑA PIZARRAN PARA OPTAR AL GRADO DE ESPECIALISTA EN GERENCIA DEL MEDIO AMBIENTE. UNIVERSIDAD SERGIO ARBOLEDA. 2003


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