A Andrea Legarie
Cuando teníamos mocos en las narices y nada nos importaba preguntar, cuando nos chupábamos esos mocos con caramelos, y nada nos importaba ocultar, cuando preguntábamos sobre el mundo a los grandes... y queríamos crecer ya.
© Carolina Rodríguez Hoyos, 2010 © de esta edición, Unidad Editorial S.A, 2010 Primera edición, Agosto de 2010 Impreso en Colombia por: Portafolio Apartado 53551 Medellín Prohíbida la reproducción parcial y total de esta obra sin permiso escrito de Unidad Editorial. Derechos excusivos únicamente para Colombia. ISBN 958-04-7017-0
Ahora,
¿qué quieres hacer de niño? ...
5
4
I Capítulo
Cuando éramos niñas, solíamos estar de pie mirando el cielo a través de la ventana, y fingíamos ser astronautas, un planeta, el sol o una estrella. Nuestra creatividad era magnifica, los libros ilustrados con la vía láctea era maravilloso para nosotras en esa época… Pero, hoy día ya perdimos nuestra idea de que seríamos cuando grandes. Una vez mi hermana mayor Andrea estaba mirando por la ventana y había un día cálido, entonces me preguntó:
Vera
reunió
en su aventura a los mejores cometas prometidos de la galaxia...
¿Qué piensas acerca de las nubes?...
Yo le respondí: las nubes son gigantescas masas de algodón.
7
6
Ya tengo 24 años, y hace 6 años, estaba sentada en una de las bancas del terminal de transporte iba directo a Bogotá, cuando me adentre al bus, había una niñita bella sentada al lado de la silla que me tocaba, su madre estaba sentada al lado de ella con una bebé en manos, la niñita apenas me miraba el bolso y me pregunta:
¿No son muchas cosas que llevas ahí?...
Con una cara de picardía y pureza; Yo la mire con una sonrisa y le dije: lo normal.
¿Cúal te ha gustado más? II Capítulo
Ya a muchas horas de llegar, sonaba el celular, y al buscarlo dentro del bolso, se me cae el cuaderno de dibujos, donde trato de hacerlos bonitos, la niña lo recoge del suelo, mientras yo atendía la llamada, la niña abre aquel cuaderno gigante y se ríe, son iguales a mis dibujos, no está mal para un adulto. Yo la escucho, cuelgo el celular preguntándole: ¿cuál te ha gustado más? La niña me responde, esta, donde está el árbol, con las ramitas alegres, yo le dije, no es un árbol es una serpiente abrazando un elefante, ella se ríe y me dice, losé, solo que me gusta imaginarme otras cosas, como usted lo hace, me quede mirándola como hablaba la pequeña niña.
8
En un sueño...
III Capítulo
Después de quedarme pensando por un buen rato lo que la pequeña niña me había dicho, me quedé dormida,empecé a soñar… tuve uno de esos sueños que eran infelices, tristes y melancólicos, hasta que en medio de la nada, solo podía sentirme sentada de nuevo en un desierto, a lo lejos solo veía que el carro se estaba ahogando de arena, yo me quede inmóvil, no entendía, de repente, siento una vocecita que me dice: por favor, ¡por favor!Es usted tan amable de hacerme ¿un caballito?
De nuevo la vocesita
Hazme un caballito...
Pero como estaba inmóvil y veía aquella tormenta arenosa, no pude contenerme en la respuesta y le dije, espera… Cuando reaccioné.
¡Quién eres! IV Capítulo
Puse la mirada fija en ella, la veía hermosa, una niña que estaba de la nada, cómo podía la nada tener a alguien tan pequeño en su total majestuosa simpleza, ¿quién eres? le pregunte, ella solo miraba mi bitácora, y balbuceaba si puedes, ¿hacerme un caballito? Ya no sabía qué hacer, si irme corriendo a retirar la arena que el viento había depositado en el carro, o hacerle un caballito a la niña. Por un me sentí cansada, y exhausta, la miré de nuevo cerré mis ojos, y los volví abrir, estaba allí parada con el cabello largo, una sutil mirada esperándome, pues bien, me exprese, ya que no te presentas, será el favor de dibujarte un caballito.
9
10
quiero
No, no
un perrito, quiero
11
un caballito...
Pegaso...
V Capítulo
Y aunque sabiendo bien que no soy una excelente ilustradora, me arriesgue, ella me dice: no, no quiero un perrito, quiero un caballito… Yo mirando el dibujo, que tiene de malo, es bonito solo que no es confiable por gordito, yo quiero un caballito, pero no ¡tan gordo! De nuevo le mostré el dibujo y ella lo rechazó porque estaba muy pequeñito y débil, yo me empezaba a sentir más mal y frustrada, por aquellos comentarios. Empecé a observar el lugar donde estábamos la pequeñita y yo, era una amplia montaña de arena, y un carro en la mitad ahogado de arena blanca, solo había un gigantesco cactus y más arena. Al terminar de
hacer un breve escaneo del lugar, ella me pregunta: que es eso, que es esa cosa que tanto miras ¿Para qué te sirve? , Le dije: bueno, es que de dónde vienes no hay un automóvil. Ella soltó una carcajeada de risas, no, en mi pequeño planeta no existe esa cosa. Ah, ¡no! Me sorprendí con esa respuesta tan ingenua y clara, aunque yo algo confundida. Después de un buen rato le entregue mi dibujo un caballito, no tan gordo, no tan pequeño, y tenía dos alas, ella me respondió, ¡exacto! Es lo que estaba esperando. Usted cree que me ayudará a cuidar de mi árbol, Está muy grande y hay veces que no puedo darle agua para beber.
13
12
Verus
VI Capítulo
¡Soy Vera! VI Capítulo
Tuve la necesidad por un momento de retomar toda la conversación con la pequeña niña, para comprender de donde venía; ella que nunca prestaba atención a mis preguntas, y siempre estaba al tanto por aprender de mis cosas. Ella me dice, me llamo Vera, y agregó, soy una principita de mi pequeño planeta
Ya estaba oscuro, tenía sed, de mal humor, nunca había arreglado un carro, y la principita estaba mirándolo, sin dejar de hacerlo me dijo: ¿sabes? De donde vengo, mi caballito con alitas, me ayudará mejor que un carro para regar mi árbol baobab. Comprendí que necesitábamos las dos una buena ayuda.
De esta manera supe dos cosas importantes,
sobre la principita Vera...
su planeta de origen no es la tierra y puede ser no tan grande que una casa ordinaria. Y recordé que hace unos años una científica despampanante descubrió un pequeño asteroide a quien lo puso Verus, por Venus, y que muy pocos científicos aprobaron su idea, yo la apruebo y estoy segura que ese es reino de Vera.
¡Con la nobleza! VII Capítulo
Qué grata sorpresa VI Capítulo
Ya es el segundo día con Vera, ah! Esta niña sabe observar mejor que un adulto, eso me recuerda a las imprudencias que hacia cuando era niña, sin pena de decir y preguntar las cosas, sin entender que es un compromiso material, pero sí que comprende los compromisos espirituales, toda la noche me estuvo hablando de su árbol baobab, que por cierto es mejor tratarlo como árbol mas no como cosa, ya que lo riega, se enoja cuando recuerda que es testarudo como mi abuelo, que grata sorpresa saber que hay compromisos espirituales.
Miro a la principita y me halaga saber que tengo una historia más que contar en mi bitácora de dibujos, aunque es mejor decir que me pude codear con la nobleza de otro planeta, pero quien me lo creería. No entiendo porque no utilicé su título de principita para haber empezado esta historia mucho más fantasiosa que mis sueños, como:
De esta manera supe dos cosas importantes,
sobre la principita Vera...
como lo hace Disney en sus películas infantiles, pero es mejor alardear de lo vivido, no es necesario ser tan cliché como lo antes anticipado.Qué niña más sola, en sus ropajes, es evidente que le gusta hablar, pero esta tarde está muy callada, tiene una mirada sometida en la arena, y yo con mi mezquino interés de salir de este infierno calor, ¿será que tiene madre?, ¿padre? O ¡Hasta hambre! No soy lo suficientemente buena para entablar una conversación con un infante.
15
17
16
Desacuerdos VIII Capítulo
Hoy discutió conmigo porque le dije a la principita que los baobab no son tan grandes como yo y no son tan pequeños como ella, pero me dijo que el baobab de su planeta era mucho más viejo y sabio que este planeta y yo juntos,a diferencia claro está que ella es la que lo cuida, pero le dije que era imposible que un árbol tan sabio era tan sobre protegido como un pajarito, y se ríe preguntándome que es un ¡pajarito! Le dije es un ave de forma ovalada de muchos colores que tiene dos patas y es desagradable porque es feo cuando nace.
Y ella se enoja porque comparé a su sabio árbol
con algo feo y ovalado.
Será que cuando fui niña, me comporte igual o peor de melindrosa como lo hizo vera, y este carro que no deja tener arena, aunque ya estoy más motivada de sacarlo, ya que la mitad de la arena se ha ido...
18
...Preocupaciones... IX Capítulo
Mucho más tarde, sentí a la principita que estaba inquieta por decirme algo, y como yo estaba acostada en la arena dándole la espalda, me voltee y le puse una mano mía en su cabello ofreciéndole seguridad, ella entra en confianza y me dice: mi viejo árbol no es sobreprotegido, el problema es que ya está viejo, y me costó mucho trabajo hacerme cargo de alguien que tiene empatía en todo, me quedé escuchándola hablar, y ella miraba hacia el cielo sereno de la noche, dándome cátedra de cómo se domestica a un árbol, y que la disciplina para tener en su planeta es tan fundamental como mi automóvil para regresar a casa.
Sin duda, los niños tienen sus propios
problemas y desacuerdos....
pero esta niña me salió con todo un kit de empeños y preguntas, no sé porque retomo la idea de no tener niños sino perros. Me quede sorprendida de mirarle hablar, ya que nunca había tenido un buen trato con un niño a no ser de que fuese un sobrino y eso a larga distancia, como hablaba de bien la principita y aunque no entendiera muchas cosas de este planeta, me di cuenta que era algo así entre blanca nieves y ricitos de oro en su mundo.
19
21
20
¡Aventurear! X Capítulo
Le pregunte a la principita que hacía en este planeta sola… esperaba que no me contestara, cuando me mira con sus ojos grandes y tristes, respondiendo, me canse de lidiar con un viejo árbol sabio, no me quería decir que había más allá, que había después de las estrellas, después de las puestas del sol, y concluyó:
baobab,tres bellas flores azules y un arcoriris... tengo un
todos los días tengo que rellenar los volcanes que tratan de salir en mi planeta para que no haya erupción, Pero, cuando estoy triste en todas mis atardeceres me siento encima de mi arcoíris para mirar cómo se decide el sol al tratar de conquistara la Luna creciente.
Le
pregunté a la principita
qué hacía
en este planeta
sola
...
Promesas XI Capítulo
La mire con gran picardía, con despacio fui aprendiendo de ti y de tu pequeño mundo, tan llena de gracia, tan llena de tristeza, tan llena de soledad, y entendí que no querías estar completamente distante, eso me recordó a la promesa que le hice cuando niña a mi hermana de siempre estar con ella, pero fui creciendo, ella se fue alejando. Solo pensé en lo que estuvieses buscando trataría de saciar tu aventura, ya que no pude cumplirle a mi hermana como debiese. Además concluiste, me encanta ver las puestas de sol, me acompañas a ver una, le dije: sí, claro hace días no veía una acompañada, pero tenemos que esperar, ¿esperar? Esperar que; esperar que el sol se oponga, se sorprendió inmediatamente soltaste la carcajada, una de esas que son pegajosas, una de esas que no dejas de mirar, por bonita, por intimidadora. Cuando me dices: se me olvido que no estoy en mi casa.
La amistad XII Capítulo
Después de cinco días de sol, oasis, cáncer en la piel, Vera me pide agua, si hubiese sido una niña “normal” la palabra pedir hace rato la sentiría, pero Vera es increíble. De tanto caminar, por fin cambia nuestros rostros, por fin agua… Se exclama con tal júbilo, tu casa es rara, es infinito el cielo claro, no pude contar toda la arena, el automóvil ya no tiene circulitos para movernos, como usted dice, y el agua es mucho mas escaza que en mi casa. Casi siempre me preguntas tonterías y nunca sabes responderme lo que es obvio para usted. Los adultos son raros, muy raros, decía mientras bebía agua, yo perpleja al escucharle tales palabras, entonces ¿porque estás conmigo?...De nuevo suelta una risa de esas pegajosas, e incrementa: no sabía que hacías parte del grupo de quejambrosos. Caí con tal disparate, mientras agregó: en mi viaje hace un año conocí seis mujeres, todas diferentes pero con iguales defectos… le dije: quienes fueron esas personas; de nuevo quede sin respuesta.
24
hambre?, muy poco comprendí lo que me hablaba, su boca siempre estaba llena. Usted puede responderme si los planetas se caerían con tal peso.Aunque la cuarta mujer, me le incline de la pena, con tan buen carácter, me iba a cambiar su calculadora por una de mis cometas, tenía la loca idea de que es más veloz mi cometa que sus números, siempre con afán y quieta. ¿Para qué sirve una calculadora?...
<Descripción> XIII Capítulo
Las noches después, perdí el aliento, no sabía que hablarle a la principita, ella tan callada, tan distraída, un momento poco inusual de comunicación, nunca pensé en sentirme mal por no saber qué decir, y presentí que ella sentía lo mismo, me agarro de la mano sin mirarme hablo: una de esas mujeres reinaba con su gigantesca corona, era más grande la corona que su planeta, era encantadora y simple para hablarme, pero estaba más acompañada de mis amigas cometas que ella de su perfecta corona, tanto así que se acostumbro a reinarle a las estrellas.La segunda mujer estaba loca, quería a su ego pero estaba por debajo de su vanidad, y si me hubiese quedado hablando con ella, probablemente me habría convencido de darle mi poca gracia. Ni hablar de la tercer mujer, pobre mujer tan insaciable, hacia unos ricos pastelillos, pero se demoraba mas en hacerlos que en comérselos, ¿usted cree que la soledad mantiene
Por eso
digo
que los adultos son raros.
La quinta mujer, tan amena, fue muy agradable, mejor que mis tres flores azules, me regalo unos guantes, pero como no me explico para que eran, los perdí, el planeta de ella era tan acogedor, pero me sentí muy abrazada con a abuela, ella me dijo que era abuela del universo, pero usted me puede explicar ¿cuáles son sus hijos?Y me salió una mujer loca, me sentó en una cosa gemela, tenía cara de silla y mesa a la vez, y me aburrió cuando me empezó a hablar de los otros planetas, ¿y que querías saber? Si ella era loca, de nuevo se rio maliciosamente la principita, ella dijo que era profesora, pero no entendí que hace una profesora, ella me dijo que enseñar, y no le entendí nada, por eso digo que los adultos son bastante raros.
25
26
Despedida XIVCapítulo
Que buen día, nunca había arreglado un automóvil, empecé a saltar y correr de un lado a otro, de pronto me tropecé con la principita, quien estaba en el suelo, su cabello derramado con todo su furor, el vestido que llevaba estaba algo translucido y el dibujo del caballito a un lado de ella, me agache de inmediato y la abrace.
29
ÂżPara quĂŠ
necesitas caballito? el
Para regresar a mi hogar.
31
30
...Cuando desperté... XV Capítulo
Al abrir mis ojos de tanto llorar, ya había llegado a la terminal de transporte de Bogotá, y la niña al lado me abrazo diciéndome que todo iba a estar bien.
32
Las letras, las ilustraciones dicen, dejan que en un futuro no entienda porque
actuĂŠ de tal forma en el pasado... Fin.