La mujer que decidió ganar el juego de la vida después de los treinta

Page 1

Noé Amós Guieiro

La

Mujer

ganar

el

decidió

que

Juego

después de los

de la Vida

Treinta

¿Por Isabelle decidió ganar el juego del amor, del dinero, de la familia y de las relaciones?


Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida o duplicada sin la autorización expresa de su autor © registrado en diciembre 2013 by Noé Amós Guieiro Reservados todos los derechos Noé Amós Guieiro E-mail: noeamosguieiro@hotmail.com 2


facebook.com/noeamosguieiro Índice

Capítulo 1 La primera mitad de mi vida, 5 Capítulo 2 Cuando mi vida se detuvo, 17 Capítulo 3 La inspiración para vivir la segunda mitad de mi vida, 23 Capítulo 4 Porque quería llenar los vacíos dejados atrás, 46 Capítulo 5 La planificación de la segunda mitad de mi vida, 57 Capítulo 6 Mi felicidad para el inicio de la nueva carretera, 68

3


4


Capítulo 1 La primera mitad de mi vida

Después de viajar en un crucero, a veces con muchas fiestas en días más tranquilos, y otras veces enclaustrada en mi habitación en días de la lluvia con truenos, el barco de mi vida por fin pudo anclar en un puerto seguro. Era el año 2010. Y la llegada de la primavera me inspiraría a buscar un nuevo camino para mi vida, que había tenido sus altas y bajas, algunos pocos momentos de felicidad, muchas frustraciones, algunos amores muy exitosos y innumerables dolores acumulados, poco éxito en el área del dinero y un historial de numerosos problemas financieros. Este año, me di con una situación de ociosidad porque acababa de perder mi trabajo, y no sabía cómo reconduciría mi vida a partir de entonces. Lo único que sabía era que quería hacer las cosas de manera diferente. Sabía que quería vivir de manera diferente. No tenía ahorros de dinero, pero sólo el cheque de mi contrato de trabajo que fuera rescindido. Yo había 5


sido una reportera de una televisión en mi ciudad donde trabajé durante seis años. Muchas dudas se hicieron cargo de mí y me turbaban, y yo luchaba con todas mis fuerzas para que ellas se quedasen en silencio, anhelando dentro de mi cabeza que ninguna otra voz hablase se non fuera la voz de mi corazón. Recuerdo haber pasado, a menudo, delante de los edificios, en la etapa de su construcción, y de haber visto numerosas tablas haciendo el aislamiento del área construida. Me preguntaba por qué el dueño de la propiedad había puesto tantas tablas de aislamiento a lo edificio. ¿Por qué nosotros no podíamos ver la estructura que se estaba siendo construida? ¿Por qué sólo podíamos ver el resultado de la construcción del edificio al final? Pero así era como yo me sentía. Exactamente cómo aquellos edificios en construcción que tenia visto durante toda mi vida. También quería aislarme de las personas, de modo que también no fuese visto por nadie. Yo no quería contacto. Quería construirme yo misma a mí. No quería ser molestada por nadie, incluyendo mi familia, mi hijo de quince años que vivía con mi madre,

6


ni por ningún novio o amigo: me gustaría tener el control de mi vida en mis manos. Ya estaba cansada de oír las palabras de la crítica y muy decepcionada por los que decían que me querían bien. Ya me daba también por vencida no que consistía en hablar de mis planes y de mis deseos más secretos para la gente de mi círculo afectivo. No quería confiarle a nadie más lo que viniese a hacer - antes de lo hacerlo. Quería, sólo al final, revelarme a mí a todos, como una persona que se cerró para reconstruir a su vida de modo que realmente pudiese vivir feliz. Buscaba, al final, estar lista como un gran edificio, para entonces aparecer como alguien que se cerró para construirse a sí para poder llegar muy cerca del cielo. Yo estaba cansada de tener algunos momentos de felicidad seguidos por una gran cantidad de tiempos turbulentos y muy sufridos. No tenía aclarado un horizonte para mirar, y entonces, encontrar mi camino. Como ya he dicho, no sabía lo que quería de mi vida. Pero sabía que no quería seguir haciendo las cosas de la misma manera. Simplemente no sabía cómo hacer las cosas de manera diferente. Pero incluso el "cómo" ya no me importaba. Estaba cansada de buscar soluciones listas; estaba harta 7


de escuchar los consejos, ni quería leer aquí y allá algo que yo creía que resolvería mis problemas. Como reportera, incluso, llegué a entrevistar a muchos escritores que hablaban de la vida, de las relaciones, de la carrera, de la familia y del éxito en general y, a pesar de hacer la entrevista de una manera profesional, actuaba como una espectadora, con la esperanza de recibir una palabra de "solución" para mi infelicidad. Estaba cansada. No quería buscar formas listas para darme una dirección en la vida. Sólo quería vivir. Sólo quería la felicidad. Quería tener un gusto por la vida, quería la amala y reconocer que la vida vale la pena vivirla. ¿Lo qué yo estaría viviendo sería una crisis de mediana edad? Escuchaba, a menudo, a mis amigas que me decían que, después de los treinta años, la cabeza de la mujer cambia y tenemos que fortalecernos y no dejar que los cambios en el cuerpo afecten a la mente. Pero ni los suplementos hormonales o los antidepresivos leves y a veces pesados detuvieron mi 8


irritación, ni mi deseo de disfrutar de la vida de una manera que tuviera sentido para mí. Sí, yo quería vivir en realidad. Como yo era una reportera, ya estaba acostumbrada a escribir y a hacer coberturas que hablaban de este nuevo mundo, el mundo de la tecnología, especialmente de la era virtual, que había cambiado los hábitos de la gente, como, por ejemplo, su forma de relacionarse, de trabajar y de hacer las cosas. El mundo que yo conocía ya no era el mismo y no reconocía a mí misma en esta nueva realidad. Pero yo sabía que tenía que encontrar una manera de hacerle frente. Era la única realidad posible. Y, más que eso, sabía que, se algo andaba mal, no era ciertamente en la vida, pero en mi forma de vivir mi vida. Cuando yo era una niña, yo corría y jugaba en un camino de tierra. Pasaba todo el tiempo con mis amigos y amigas, jugando las conversaciones al aire, corriendo por la calle y divirtiéndome. Tomábamos las guayabas a los pies de la casa del vecino, y salíamos rápidamente para que no fuéramos capturados. Subimos árboles y a nosotros nos parecía que éramos inmortales. Incluso cuando caímos no éramos todavía afectados. 9


Casi todos los días después de la escuela, nos juntábamos en mi casa o en la casa de mis primos, o en la de algún amigo, con el fin de ver dibujos animados, comiendo palomitas de maíz o el pastel de harina de maíz acompañado de un jugo simple, pero que parecía ser la mejor bebida en el mundo. Dábamos muchas risas. ¡Era tan divertido! En ese momento no podíamos imaginar un mundo lleno de ordenadores y de Internet y celulares tan pequeños. El mundo virtual de hoy podría ser visto sólo en las películas de ciencia ficción. Yo no me recuerdo haber oído ningún amigo a imagínalo. Tal vez porque en ese momento lo único que nos importaba era vivir en nuestro mundo, y nuestro mundo era nuestra calle. Todo sucedía allí: las peleas y la amistad, las buenas y los malos aprendizajes, la diversión y el trabajo. Sin embargo todo había cambiado, pero la prisa para mi trabajo, los diferentes cursos que tomé, mis relaciones tumultuosas con mis novios, las fiestas del fin de semana, las peleas en la familia, mi hijo que había nacido sin una planificación cuando yo tenía diecinueve años... Yo había vivido todo esto como a un piloto de Fórmula 1 que no me dé por el cambio. 10


Así que me desperté en este nuevo mundo. Insistí para seguir viviendo de la misma manera, con los mismos hábitos, las mismas creencias y las mismas armas para luchar, creyendo que yo tenía razón. Pero no pudo encontrar ningún sentido para vivir mi vida de cada día. Sentí que mi salud se iba. Me había sometido a dos cirugías y temía estar a punto de tener problemas cardíacos. Cuando me miré en el espejo, vi que mi belleza estaba siendo corrompida por cómo me trataba a mí. No me cuidaba a mí de la misma forma de como lo hacía cuando era una adolescente. La chica vana que se pintaba toda a si misma con las cosas de las hermanas y de las tías, y que tomaba el kit de maquillaje prestado al oculto, era una mujer sin brillo y con una mirada triste y sin expresión. ¿Lo que yo había hecho conmigo todos estos años? Mi coraje se estaba desapareciendo día a día y mi pasión por la vida sólo enfriaba a si cada vez más. Me quedé sin camino y si continuaba viviendo como vivía, tengo la impresión de que iba a ver toda la mi vida tomada en fragmentos y dolores.

11


Una cosa que yo tenía por cierto, aunque rodeada por una nube de duda: yo sabía que tenía que encontrar otro camino. Lo más importante: sabía por qué tenía que cambiar mi camino: Yo no quería vivir la otra mitad de mi vida de forma tan infeliz y miserable, arrastrando mi vida y viviendo para vivir. No quería despertar cada mañana e ir a trabajar sin ninguno deseo, y ni quería me dejar ser utilizada por todo el mundo siempre me abandonándome a mí. No quería seguir luchando para cambiar el mundo y la gente, incluyendo a mi familia. Tampoco quería tener cualquier preocupación sobre el cambio de cualquier opinión que tenían sobre mí. No quería seguir compensando todo el sufrimiento con unas copas de vino con un novio, con ruedas de cerveza con los amigos, con las noches en fiestas en discotecas o con mis relaciones casuales que ya no me llenaban. Para mí ya tenía sido lo suficiente para sufrir. Yo no quería me meter a más trabajo para parecer a mis amigos y a mi jefes que era la mujer responsable. No quería ir a casa con las manos llenas de regalos caros para distribuir a mi hijo, mi madre, mis hermanas y mis 12


sobrinos, pretendiendo ser una mujer rica que soñé, pero no fue así, teniendo entonces que recurrir a préstamos a plazos y de la tarjeta de crédito, que sólo me hicieron perder noches de sueños y hacían que mi vida se quedase más amarga todavía. Y, por último, no quería vivir una rutina de trabajo sin la motivación, teniendo mi vida girando en torno a un pequeño ingreso, siempre por debajo de todo lo que yo soñaba con ser capaz de comprar y hacer. Había llegado el momento de encontrar otra manera de dar vuelta para encontrar mi entusiasmo por la vida. Quería lograr cosas que me hiciesen mirar a la vida y amala y, con eso, amarme a mí. Quería hacer muchas cosas que el desánimo o la falta de coraje habían tomado de mis planes. Quería ganar el juego de la vida. Era muy difícil para mí me despertar cada día y seguir una lista de obligaciones sólo para cumplir mi destino. No. Definitivamente no era lo que quería para mí. Ya no tenía sentido para mi corazón que estaba cansado de sufrir y ansioso por hacer algo que pudiese restaurar mi entusiasmo por la vida. 13


Me preguntaba dónde estaba esta valiente niña que trepaba a los árboles y sin miedo a caer, que corría como una leona creyendo que llegaría primero, que se ponía con risas a la vida sintiéndose regalada con las bromas que podía disfrutar en la calle y en la casa de sus amigas. Durante muchos momentos, me acordaba de aquélla adolescente que fuera. Recordaba el sueño de la princesa a la espera de un príncipe azul. Recordaba los primeros amores en la escuela sin compromiso y en la calle. Qué tan bueno que era vivir el riesgo de salir en secreto, poniendo mi corazón fuera del control de las reglas de mi familia. Qué tan delicioso que era arriesgar mi corazón porque sabía que valía la pena vivir el amor que yo quería vivir. También me recuerdo el inicio de la vida adulta en la universidad y los sueños de una carrera que pensé me daría la mayor satisfacción y la recompensa en el mundo. Me recordaba a mis amigos y a mis maestros. Cuántos creían que yo llegaría lejos y que iría a ser una ganadora, aunque había aquellos con los que no me llevaba bien y que tenían sobre mí una mirada de desaprobación. Más tarde, llegué a preguntarme por qué no logré ir muy lejos. Pero cuando recobré la razón, finalmente 14


me di cuenta de que, en mi carrera, siempre me pareció bueno oír mucho a todos los otros y jamás oí a mí misma. Me había abandonado a mí hacía mucho tiempo. Yo no sé el camino que elegí. Tal vez la locura, las obligaciones y las cosas que me puso a creer me llevaron el placer de vivir como quien se divierte al igual que la chica que se reía de la vida para ser capaz de jugar con sus amigos, libre, en una calle llena de tierra. Tuve muchas decepciones en mi camino... Yo no pude disfrutar de mi hijo cuando nació porque yo estaba persiguiendo a puestos de trabajo, el dinero y el estudio para mejorar mi condición social y así darle lo que yo consideraba ser una vida mejor. Yo no quería que él pasara a las necesidades que había pasado. Me culpaba por dejarlo a un lado, pero no podía dejar de hacer las cosas como estaba haciendo. El sentimiento de culpa por haber sido una madre ausente solo acabó cuando otros pensamientos de culpa lo reemplazaran. Pero había algo bueno muy fuerte dentro de mí. Había una mujer en mi corazón que nunca aprendí a conocer. Y fue esta fuerza, esta luz, que me motivó para decidir dar la vuelta por cima del juego de mi vida. Todos 15


los días, como combustible, ella se revelaba, Aunque pocas veces durante el día, porque durante el resto del tiempo me dejaba la locura en el mundo me dominar a mí. Pero esta fuerza fue suficiente para fortalecer mientras me reconstruía a mí, mientras aislaba las paredes de mi vida, para poner las columnas de seguridad con el objetivo de que un día, tan pronto como fuera posible, pudiese levantarme como nunca antes, como una mujer exitosa llena de vida y brillo, bendecida con las riquezas de la vida. Yo sabía que tarde o temprano ganaría el juego de la vida.

16


Capítulo 2 Cuando mi vida se detuvo Después de todo lo que había pasado en mis treinta años de vida, sentí que mi ritmo era cada vez más lento y se estaba disminuyendo año tras año. Mis fuerzas estaban bajas y mi deseo de hacer las cosas comenzó a desvanecerse hasta que mi vida se detuvo. Vivía sólo para cumplir con lo básico: el trabajo, volver a casa, pagar cuentas, comprar algo que me interesaba y nada más. No me intentaba de ir a una clínica de belleza, rara vez salía, casi no recibía una visita de alguien y ya no buscaba por las amistades. Fueron muchos años sin el deseo de no hacer absolutamente nada diferente. Ni las medicinas psicotrópicas, ni sueños, ni la palabra de un amigo o de un novio... Nada me motivaba a seguir haciendo las cosas que hacía, porque nada me satisfacía. En ese momento, abandoné casi todo. Tenía sólo lo básico para mantener mi vida y la vida de mi hijo. Yo sólo conseguía fuerza para sobrevivir.

17


No me sentía animada a hacer muchas cosas nuevas. Salía, a veces, con un chico, pero yo sabía que no era una buena compañía. Tenía una conversación justo a abajo y, a pesar de que algunos sacaban de mi un poco de risa, ya que muchos me fueron muy educados, mis relaciones terminaron siendo más burocráticas y no había algo que realmente me llenase. En el comienzo de mi edad adulta, por lo general, me molestaba cuando un hombre no me llamaba por teléfono después de una noche donde habíamos pasado juntos, pero, en ese momento, sin duda, no podría esperar mucho para la compañía no muy agradable que debía haber sido yo. Muchas amigas se quedaran lejos de mí y me dejaron de invitarme a una fiesta o baile en un club nocturno. Yo que siempre estaba tan aficionada al baile, ya no soportaba estar en el medio de tanta gente. Había intentado un par de veces, pero no podía llenarme de este tipo de programación. Entonces yo me quedé desconectándome de muchas de las amistades que había construido durante toda mi vida. Las personas en situación de crisis como la mía hasta que las encontraba. Pero pocos estaban dispuestos 18


a dejar atrás una vida sin sabor, como era mi caso, para comenzar una nueva vida y vivir en formas que hiciese que la vida valiese a la pena ser vivida. No quería alimentarme de amistades con personas que me hiciesen poner más fuerza en los problemas de mi cabeza. Buscaba el contacto con la gente que quería conseguir superación para vivir la segunda mitad de la vida de una manera agradable. Pero, ¿dónde encontrar a estas personas? Yo sabía que existían, ya que yo era uno de ellos. Pero yo estaba viviendo en un contexto en lo cual ellas no eran muy comunes. Sin embargo, quería nuevas amistades. Seguiría siendo amiga de mis amigas y amigos. Pero sentí que ahora me gustaría pasar mi tiempo con otras personas, que estuviesen dispuestas a vivir la vida que yo quería vivir. ¿Vivir para vivir? ¿Vivir para agradar a los demás? ¿Vivir para ver a los demás actuando? Definitivamente no era el camino que quería recorrer. Ninguna persona me convencería a mí para jugar el juego de la vida con las reglas que había adoptado como mis reglas cuando yo era una niña, sin antes haberme probado en el mundo o probado estas reglas. Buscaba nuevas reglas para mi vida, 19


pero que fuesen creadas por mí. Buscaba una nueva forma de vida, pero a mi manera. No sabía cómo viviría mi vida de ahora en adelante. Pero sabía que no quería que ella se fuese vivida de la misma manera. Por cierto, yo no tenía ningún incentivo para vivir de esa manera. A pesar de no saber lo que quería hacer con mi vida, yo sabía que quería que todo se hiciese de una manera diferente. Era como si hubiera llegado con mi coche a una rotonda con varias opciones de las carreteras y no desease continuar más en la dirección de la carretera que me encontraba. Incluso sin saber cuál de las rutas tomaría, no encontraba ningún deseo de avanzar en el camino en lo cual había comenzado. Yo quería una nueva ruta y sólo de saber que todo era una cuestión de elegir la que tuviese sentido para mí, era llevada por una sensación de la libertad, y la fe volvía a hervir en mi pecho. Sabiendo que el camino que había elegido me llevaría a lugares que me darían satisfacción a vivir era lo suficiente para que yo me despertara con más ganas de vivir 20


A pesar de que las cosas no se me estaban aclaradas, esta confianza de que el camino que había elegido me garantiría a momentos inolvidables me daba coraje, incluso, a no temer a las caídas o el riesgo de cometer errores. ¡Qué bien era sentir dentro de mí un pulso de la vida me llamando a vivir! Sólo quería caminar se fuera dirigido por mi corazón. Después de que mi vida siguió aparcada durante unos años, llegó un momento en que no suportaba más la situación estática en la que me encontraba. Así que me decidí a me revitalizar a mí. Me desperté un día y decidí empezar a hacer las cosas simples, muchas de las cuales siempre había querido realizar, pero dejé atrás a causa de las prisas y por dejarme a mí en abandono. No lo dijo a nadie. Cualquier cosa que yo haría sería conocido sólo después de que yo había hecho. Este pacto ya lo me había hecho mucho antes. Así que lo primero que hice fue inscribirme en una escuela de natación y en un curso de estética y en otro de peluquería. ¡Fue increíble! Eso provocó algo en mí que no podría explicar. Era como si yo estuviese haciendo la

21


más grande inversión de mi vida: invirtiendo en mí misma. Este fue uno de los primeros pasos que estaba dando, sin darme cuenta, en esta nueva viaje. Y solo años más tarde se tornaría algo consciente. El gusto por vivir mi vida comenzaba a reaparecer. Los fantasmas y las dudas siguieron rondando mi mente, pero esta libertad interior y la alegría de sentir la vida, aunque en un pequeño nivelo, fue la comida que me aseguró la fe para despertar cada mañana con la confianza de que sería un cuestión de tiempo, yo iría a vivir mi vida como aquélla chica traviesa, feliz por la libertad de jugar en una calle llena de tierra.

22


Capítulo 3 La inspiración para vivir la segunda mitad de mi vida Un día, navegando por la Internet, me di con una agencia de viajes y me cautivé con hermosas fotos de Italia. Las calles, los edificios y el arte, todo parecía fascinante. Como yo acababa de dejar mi trabajo, me decidí a hacer un viaje a ese país. Quería respirar aire fresco. Italia es un país maravilloso. Siempre lo escuchó a su respecto como el lugar del arte en el estado de excelencia. He oído que en ella se puede respirar arte pura y que el arte y el artista están en todas las partes. Pude ver, de hecho, cuando yo estuve allí. Al ver la belleza de sus ciudades principales en las películas o fotografías se puede tener una idea del país. Pero caminar por esos lugares es indescriptible. Esta vez decidí que iría a viajar solo. Me quería sin novio, sin amigos y sin familia, ni siquiera a mi hijo, que dejaría con mi madre. No me quedaría paralizada por el 23


miedo a la crítica que oiría de mi familia por eso. Nadie podía superponer mi pasión ardiente para dar una nueva dirección a mi vida. Quería estar a solas conmigo para comenzar la mi reconstrucción de mi. Estaba cansada y no quería explicar nada a nadie. Sólo tenía que seguir mi corazón roto por una forma de vida tan decadente como acepté tener. ¿Cuánto dolor había sufrido por creer en cosas tontas y por dar a los demás tanto poder sobre mí misma. Un ejemplo de esto fue mis relaciones románticas. Cada vez que entraba en una, lo hacía por perder. Daba lo mejor de mí y toda mi atención. Telefoneaba y enviaba mensajes para mostrar mi amor y, en cambio, recibía la negligencia, al final, de la persona que me enamoré. Ponía la otra persona en el primer lugar y por supuesto lo perdía cada uno de los partidos que jugaba en el juego del amor. Creo que depositaba mucho valor en la relación y en contra sacaba valor de mi corazón y de mí misma. Recuerdo una noche en que yo estaba solo en el restaurante, en espera de un novio que no se presentó... Por cuánto tiempo yo sabía que él no me quería más, pero fingí a mi misma que podía ser diferente. Qué tanto 24


me podría me quejar si me despreciaba y despreciaba mi intuición de mujer y la realidad: él no era para mí o, no sé, yo no era para él. En la familia, quería ser la mejor hija, y recibía las obligaciones y las cargas que me llenaran de culpa y de dolor a mi alma. Cuántas peleas que tuve con mi madre porque quería cambiarla. Y cuántas otras confusiones tuve con ella porque quería que ella aceptase a mí con mis locuras. Yo forzaba la situación con palabras fuertes y críticas para que eso sucediese. Como resultado, sólo pude alcanzar más dolor e la ira creciendo dentro de mí. No. Definitivamente no quería más esto para mí. Todo ya había llegado al límite. Ya lo era lo suficiente. Quería ser una buena amiga en el trabajo y recibía más trabajos y más responsabilidades y sufría con el miedo constante de no dar cuenta del trabajo. Entonces me ponía a gritar por los pasillos que estaba rodeada de gente falsa, cuando, en realidad, ahora me doy cuenta de que era yo que me permitía me dejar ser usada. Quería ser la más justa de todas las mujeres, y, cada vez que lo hacía, perdía a mi feminidad, mi sensibilidad, mi discernimiento, haciéndome una mujer-cosa o algo así. Toda mi belleza femenina se desaparecía. 25


No puedo decir que yo quería ser la mejor madre, porque sé que yo no era una madre presente. Y si pudiera volver atrás en el tiempo, no sé si haría las cosas de manera diferente. Digo esto porque hoy tengo claro en mi mente que no dejaría de vivir mi vida para tener la total dedicación a mi hijo, ni a nadie. Sería una mejor madre. Eso lo haría. Pero una madre que sacrifica todo para el niño, no lo haría. Nunca. En realidad, no estoy segura si esto iba a ser tan importante para él, o si lo que cree de mí ahora es más por las cosas que mi madre, mis tías y mis hermanas pusieran en su cabeza que por lo que él realmente siente. No importa. Estoy segura de una cosa: el tiempo que pasase con él, no importase si lo fuese poco, yo trataría de disfrutar más, que es lo que quiero para de aquí adelante y en el futuro. De aquí para el futuro haría las cosas para que mi vida pudiese a tener gusto. Yo no quería más las cosas como lo había hecho antes. Yo quería vivir y me poner en el lugar de una ganadora. Quería ganar el juego del amor, el juego del éxito y de la prosperidad financiera, el juego de las relaciones familiares y de las relaciones con las personas en general. Y yo sabía que dependía de ponerme en el lugar que en el fondo sabía que merecía.

26


Tenía que ponerme en la posición de una jugadora ganadora.

La partida a Italia

Llegó el día de la viaje. Yo estaba en la habitación de embarque del aeropuerto, ensimismada en mis pensamientos. Recuerdo correr los ojos mirando a la gente que, como yo, viajarían hasta otro país. La atmósfera de expectativa parecía hacer el bien a todos los que estaban embarcando. Mi deseo de ganar a mis dramas para conseguir hacer mi vida avanzar y mi propósito de alcanzar la felicidad hacían algo subir de mi estómago hasta llegar al pecho y al corazón. Mis ojos ensayaran verter algunas lágrimas pero luego me tomé de la mano a ellos y, con un pasado, contuve las lágrimas. Mi vuelo estaba programado para las nueve. Cuando el avión despegó de Sao Paulo, sentí que no iba a Italia, pero que viajaba hasta dentro de mí y de mi corazón. 27


Fue un embarque decisivo para fortalecer mis convicciones sobre la importancia de mi felicidad y para me poner a reconstruir una vida tan destrozada por lo sufrimiento y por el dolor. Sentía que algo me estaba llamando en ese país, y sólo más tarde me di cuenta de que era mi corazón, que pudo ser rejuvenecido gracias a la belleza de tanto arte que vi en las calles y en el interior de las galerías. Cuando el avión ya estaba en el aire, fui viendo todo por debajo de mi se quedar pequeño hasta que aparté la mirada desde el lugar que me fui, y miré hacia adelante hacia un lugar desconocido que me daría inolvidables momentos de contacto con el misma. Llegué a la Italia al día siguiente. Después de me dirigir hacia donde tomaría mi equipaje, me di con la entrevista y luego me dirigí a la salida para esperar la llegada del guía turístico que me llevaría a mi hotel. Una vez allí, me di una ducha, descansé un poco y ahora tenía la Italia en mi corazón. Mi peregrinación en el país comenzaría al día siguiente, lo más a menudo de las veces con una visita acompañada por guía turístico en el autobús, o un guía 28


local. Me gustaría visitar las principales ciudades, como Venecia, Florencia, Roma y Milán. Me quedé durante días lejos de mi familia y de mis amigos, pero muy cerca de mí y de mi corazón. ¡Qué tan buena fue la sensación de estar conmigo! Toda la vida creía que tenía que estar cerca de la gente para sentirme llena. Y en ese momento, a solas conmigo misma, en el otro lado del mundo, yo me di conmigo, con un sentimiento que nunca me sentí en la vida. La sensación de ser libre. ¡Era tan bueno! Siempre me di con la discusión de la libertad de prensa y de la libertad de expresión, porque el periodismo era mi profesión. Pero, por primera vez, sentí la fuerza de esta palabra en acción viviendo con toda mi vida sólo para mí, libre del control de cualquier otra persona. Sentí el poder y el valor de la libertad en nuestras vidas. Cada paso que daba, caminando a través de varias ciudades, me sentía doña de mi misma y segura por ser capaz de elegir a mi ritmo y a mis pausas. Era precioso caminar a mi manera.

29


Florencia, una coincidencia y una inspiración

En una de esas andanzas, recuerdo haber caminado por una calle de Florencia, cuando vi escrito, en el escaparate de una cafetería, el comienzo de la Divina Comedia, del poeta italiano Dante Alighieri:

A mitad del camino de la vida, en una selva oscura me encontraba porque mi ruta había extraviado.

Yo había oído hablar de este libro, aunque no había leído. Pero nunca ninguna mención a su respecto había llamado mi atención. Ahora el libro había despertado mi curiosidad. Parecía que Dante había escrito para mí. Sólo para mí. ¿Tenía que cruzar el Atlántico para leer algo que me inspirara? Creía que era normal encontrar coincidencias en las películas o en las historias de los libros, pero la 30


coincidencia de una frase que era exactamente lo que estaba viviendo… Eso era algo que, al menos, sonaba curioso. Pero no menos interesante que la coincidencia fuera ver que la crisis de la mediana edad no era mi singularidad. Hasta ese momento, pensé que era sólo una cosa de crisis de mediana edad de las mujeres, sobre todo por la causa de nuestros cambios hormonales y corporales. Pero esa frase me mostraba que esto afectaba a todos, incluyendo a los hombres. Sí, me sentía perdida en “una selva oscura”, como Dante dijo que se sentía. Y, como él, yo también quería encontrar mi camino, porque ese no era más el camino que creía ser bueno para mí. Él no más garantizaba mis anhelos. No me podía garantizar la felicidad. El camino que recorrí desde hace muchos años me había llevado a muy lejos de mí. Y yo quería comenzar una nueva carrera, pero ahora en un nuevo camino, que me hiciese sentir un entusiasmo por la vida. Este nuevo camino pasaba por andar guiada por mi corazón, mi deseo, mi alma, mis voluntades, mis búsquedas, mis sentimientos, "mis todo". Ahora quería vivir de otra manera. Quería vivir a mi manera. Quería 31


saber más acerca de mis capacidades y de mis debilidades, y dedicarme a fortalecerme. Sabía que iba a caer, fallar, pero eso no me importaba. Yo confiaba en que la mano de la vida me llevaría por siempre y, si me cayese, me ponía de pie y me lo cuidaría de mí. Y volvería a probar. Para mí, la realización de mis metas en la vida y de mis deseos era una recompensa mayor que la pequeñez del miedo al fracaso. Después de haber sido tocada por esa frase de Dante, pedí un chocolate caliente y me senté solo en una mesa que estaba cerca de una fuente de agua tan limpia como era lo que yo quería me sentir, libre de los muchos pensamientos tontos que me consumieron a mi vida. Mientras tomaba el chocolate, meditaba en esa frase del poeta italiano. Sí, estaba a mitad de camino de mi vida y me encontraba en un impasse. Ya no quería seguir en la "selva oscura". Quería ahora recorrer un camino que devolviese la vida a mi corazón. Quería un camino iluminado por la confianza y por el deseo de victoria. Quería seguir caminando con fe y con coraje para llevar a cabo todos mis mejores deseos.

32


Me quedé allí en el café ese día hasta la noche, y repetí más dos vasos de chocolate, dejando que mi corazón y mi pecho sintiese la verdadera creencia de valorizar mi felicidad, algo que me gustaría tratar de mantener conmigo todos los días de mi vida y para siempre, con el fin de sentir que mi vida iba a ser vivida en su totalidad.

Venecia, el Gran Canal y mi vida en jaque mate

En otra ocasión, recuerdo haber estado parada, de pie, en el centro del arco del Gran Canal de Venecia. Apoyada en el puente de concreto y habiendo descansado en ella a mis brazos, me miraba a algunos barcos llenos de personas en fiestas y a las góndolas que llevaban parejas que celebraban con champán, y entonces pensaba conmigo misma: "¿Qué estoy haciendo con mi vida?" ¿Cuánta vida se podría ver delante de mí, pero sentía que había una falta de vida dentro de mí. Esa mañana, incluso, yo me había arreglado para salir del hotel y, frente al espejo, había dicho a mí misma: "cómo me siento fea". Fue como me vi a mí misma en el 33


espejo. No quiero decir que me sentía fea como que desprovista de belleza, una vez que siempre me he considerado una mujer bonita. Pero sentí fea a mi alma, por la falta de vida y fea de sufrimiento. Sentía a mí como a una vieja, a pesar de mis treinta y cuatro años de edad. Yo estaba poseída conmigo misma y desahogaba: "No. Quiero que mi vida sea para mí." Y después me preguntaba: "¿Qué estoy haciendo a mí misma? ¿Por qué me dejé engañar con tantas estupideces que he oído?". "¡Libertad! Quiero ser libre de esas ataduras. Quiero ser una mujer fuerte y dueña de mi nariz. Ya lo basta". Dijo todo esto en un impulso.

La Fuente de Trevi y mi pacto conmigo misma

Hubo muchas veces que me puse a hablar a solas conmigo misma. Recuerdo una ocasión en que estaba cerca de la Fontana De Trevi, en Roma. Las personas estaban allí jugando sus monedas y haciendo sus peticiones. En mi mente, mi único deseo era liberarme de todas las ataduras de mi vida. 34


Tiré mi moneda de la suerte en la fuente y dejé escapar una solicitud de basta: "ya es suficiente", dijo en un tono audible, como si estuviera haciendo un pacto conmigo misma para corregir los pasos de mi vida en la dirección de lo que mi corazón quería guiarme. Algunos turistas sólo me miraban, y, aunque ellos no entendían el idioma que hablaba, probablemente sabían que estaban adelante a alguien que trataba de liberarse de algo que la perturbaba. Pero la calma era restaurada, y yo seguía caminando, viendo las cosas bellas en el país, y, ahora más serena, veía lo mucho que tenía cosas hermosas dentro de mí, que no me daba a conocer porque dejaba que las cosas feas me asfixiasen. Pero el hecho de saber que estas cosas hermosas estaban allí hacían la esperanza se mostrar fuerte y agitar mi corazón loco para vivir una vida de satisfacción y disfrute. Cada cuadro que veía pintado y cada escultura en las calles recordaban a la belleza dentro de mí. Todas estas cosas despertaban la mujer de verdad que escondí durante tantos años. Me hicieran poner en contacto conmigo misma y con algo que, de tanto sublime, me hizo llorar, no un lloro de tristeza, sino de la revelación. 35


Revelación de una mujer fantástica que lo único que quería era vivir libre, vivir para sí misma, libre de tonterías, señora de su propia vida, envuelta en la prosperidad financiera capaz de proporcionar todos los bienes y las recompensas materiales que se necesita para vivir y ser feliz. Veía en las calles los pintores y los artistas que retrataban los rostros en los cuales colocaban a la expresión de la vida. Yo me quedaba encantada con la vida puesta a los ojos de los personajes pintados. Todo esto me tocaba y me hacía creer que mi nuevo camino tenía comenzado. Me daba la inspiración para seguir caminando en la ruta de que mi corazón había elegido para sí mismo. Sabía que el punto de partida de eso camino era mi corazón. Y también lo era el punto de llegada. Esto me daba la tranquilidad de saber que yo no tenía necesidad de apresurarme. Corriese o fuese poco a poco, llegaría al mismo lugar: llegar dentro de mí. ¡Qué tan bueno era caminar en medio de aquélla multitud! Por primera vez me sentí llena aunque estaba solo en un país tan lejano.

36


No me acercaba a mí para hacer amigos. Yo no quería estar cerca de nadie. Para aquel viaje había establecido que me quedaría solo conmigo misma. Lo necesitaba. Era parte de mi plan para volver a amarme y darme la atención y el afecto: todo lo que había dejado de hacer todos estos años. No dejaba de admirar la sonrisa que veía en la gente. A veces intercambiaba cámaras con alguna pareja de turistas para sacar fotografías. Pero todo no pasaba de un "gracias". Yo no cedía a mi pacto de rehacer a mi misma solo. Quería poner a prueba mi capacidad de darme lo que hasta entonces busqué en las personas. Por primera vez me di cuenta de que no hay soledad cuando nos damos a nosotros todo lo que necesitamos. Me sentía completa, a pesar de me quedar solo y lejos de mis lazos emocionales. Era extraño y al mismo tiempo curioso. La belleza de Italia me tocaba cuanto más conocía el país. Y los platos italianos... ¡Cómo eran una maravilla! ¡Eran divinos! Italia fue una experiencia increíble en mi vida. Cada arte que veía me tocaba y me traía para junto de mí. 37


Revelaba la belleza que estaba dentro de mí. Todo era inspiración para fortalecer a mi caminada en la segunda mitad de mi vida. Pisa, espaguetis y recuerdos de los almuerzos de los domingos Un día yo estaba sentada a la mesa en un restaurante en Pisa, ciudad italiana famosa por su torre inclinada. Fue alrededor de las dos de la tarde, y se me llenó con el deseo de disfrutar de unos deliciosos espaguetis. Mientras que el plato no se quedaba listo, veía a través de la ventana del restaurante familiar las personas que cruzaban la calle, cada uno a su ritmo y a su dirección personal. Después que los espaguetis me fueran traído a la mesa y los comencé a comerlos, mi mente empezó a recordar las comidas de los domingos, la única vez que mi familia se reunía para fraternización. Era muy común tener la presencia de mis tíos o primos, que venían a pasar el día con nosotros. Recuerdo que eran las pocas veces que vi la comunión entre todos nosotros.

38


Mis padres y mis tíos hablaban de su semana, de su trabajo y, muchas veces, de sus sueños. Debían estar entre las edades de cuarenta y cuarenta y cinco años. Parecían llenos de confianza en la vida. Su mundo, en ese momento, también parecía estar lleno. Yo, mis primos y mis hermanas sólo queríamos saber acerca de los juegos que haríamos después del almuerzo. Me tomaba a mi caja con mis muñecas, mis ollas muy pequeñitas y mis pequeños muebles y montábamos todo en el fondo de la casa. Tan pronto como los cansábamos, nos poníamos a correr a buscar una pelota y empezábamos a jugar al voleibol, haciendo la red con cuerdas de tendedero. Hacíamos una broma tras otra y nos olvidábamos de la vida. Mis tíos se quedaban con mis padres en la frente de la casa en conversación. A veces, veían a algún programa de televisión de gusto común. Pero la mayoría de las veces, ellos estaban tomando un café y charlando. Había una feria cerca de unos cuantos minutos de mi casa y en ocasiones todos nosotros no íbamos a allí a pasear ya a comer uno pastel. Si pudiéramos, la vida se congelaría y sería divertida para siempre. 39


De nuevo en Venecia, ahora tomando un chocolate caliente y tratando de resolver algunas quejas

Tuve un momento mi memoria y me llevó de vuelta al pasado de mi adolescencia, ahora mientras yo tomaba una taza de chocolate caliente sentada en una mesa de una cafetería, en la Plaza de San Marcos, en Venecia. Así como los espaguetis, el chocolate me llevó a bellos momentos de mi pasado. Me acordé de las tardes en que me unía con mis amigos para jugar en la casa de uno de ellos. Sus madres eran amables conmigo. Siempre ofrecían un pedazo de pastel acompañado de jugos. Había sido aquélla unas de las más bellas fases de mi vida. Cuando vía la forma en que trataban a sus hijas, siempre me preguntaba qué le pasaba entre mí y mi madre. ¿Por qué nosotras no nos dábamos la una a la otra por igual? De una forma diferente de las madres de mis amigas, que parecían haber sido tan comprensiva con ellos, mi madre siempre ejerció un cargo excesivo en mí.

40


Nada de lo que yo hacía ella había considerado como algo bueno. Estaba todo el tiempo me pegando al pie. Recuerdo que ella tenía su mirada de desaprobación, incluso cuando yo creía que estaba haciendo las cosas más fantásticas del mundo. Mi padre, por lo contrario, fuera siempre mi salida para esta situación. Era lo que siempre me daba la bienvenida cuando me estaba rechazando a mi madre. Fuera muy difícil para mí su partida tan pronto de la vida. Yo ni siquiera había terminado la escuela secundaria. Vivir sin su compañía me hizo falta principalmente por su palabra amable y comprensiva que él daba a mí y a mis hermanas. Seguí viviendo con mi madre y anhelaba salir de casa para empezar una nueva vida, pero el embarazo un año después de haber terminado la escuela secundaria me congeló mis planes y tuve que amargar la continuación de su compañía y sus críticas y la interferencia constante en mi vida. Seguí soñando con la posibilidad de tener algún día mi vida separada para recuperarme como persona. Ese día llegó cuando nació mi hijo. Me fui a vivir con su padre, pero la relación no funcionó. Me sentía tan

41


atrapada en su compañía como cuando vivía con mi madre. En ese momento, siempre oía que a veces la gente busca a nuevos lugares para resolver sus problemas, cuando, en realidad, no se dan cuenta de que ellos mismos son el problema. Esto es fácil de admitir cuando se habla de otras personas. Difícil es admitir esto a nosotros mismos. Pero yo no podía hacer las cosas diferentes en aquél momento. No sé, estaba atrapada a tantas cosas... Sin embargo, en ese momento en Venecia, estaba claro para mí que, a pesar de los fantasmas siguieren rondando mi cabeza, yo sabía que era la única persona responsable por hacerme a mí avanzar hasta adelante. Todo era una cuestión de conseguir hacer se quedar pequeña cualquier cosa que me había disgustado y, en sentido contrario, hacer con que el deseo de alcanzar mis metas en la vida llegasen a ser bastante grande.

Milán y mi primera vez

42


Caminando a través de Milán, vi a muchas mujeres que, literalmente, desfilaban por las calles. Muchas eran realmente hermosas. Y aquellas que no habían recibido una belleza genética tan encima de lo normal caminaban por las calles como si estuvieran en una pasarela de igual modo, gracias de su exuberancia y de su fuerza interior. Las miraba y luego me miraba a mí. ¿Dónde estaba mi fuerza y mi belleza? Llevaban abrigos hermosos y hermosos collares. Eran trajes con los que yo siempre soñé un día poder usar. También tenía el derecho a vestir como ellas. ¿Por qué me desprecié tanto admitir esta verdad? No. Me gustaría encontrar una manera de dar camino en mi vida. Viviría para darme lo que me merecía. ¿Por qué me ponía en última en mi lista de regalos? No. A partir de ahora, me gustaría tratar de cuidar más de mí misma y me regalaría por primero por probar a mí misma que realmente me preocupo por mí. Me quedé sorprendida de la moda que se desfilaba en las calles y con la altivez de esas mujeres. Caminaba, entraba en una o en cualquier de las tiendas. Fuera hermoso estar en el medio de tanta cosa tan bonita. 43


Pero el momento especial en Milán ocurrió cuando me fue a una perfumería. Un hombre se pasó por mí y el aroma de su perfume me recordó mi primera vez. Había sido un momento tan bueno y me acordé de que esto también había sido una experiencia llena de culpa como otras que ya había pasado. Yo todavía era una joven de dieciséis años. Recuerdo que cuando me fui de la casa del chico con el que tuve el caso hacia mi casa parecía que había hecho la peor cosa en el mundo. Me sentí como alguien que comete el mayor crimen digno de castigo. Era como si, en mi testa, estuviese impreso el "pecado" que había cometido. ¡Tonterías! Yo había sido feliz como mujer. ¿Por qué tenía que temer lo que los demás pensasen de mí? En esa ocasión, este hombre me dejó lejos de casa. Yo había le solicitado. No quería dejar cualquier impresión de lo que había hecho. Pero ¿por qué había hecho eso, si ese momento había sido tan maravilloso? Había sentido como si algo más placentero del mundo fuera reservado para mí por unos segundos. Había sido muy divino. 44


Recuérdamelo de eso, hoy, era importante para mí porque, en la segunda mitad de mi vida, tendría más respeto por mis deseos de mujer.

Capítulo 4 Porque quería llenar los vacíos dejados atrás

He experimentado muchas cosas buenas en la vida. Aunque no tenga hecho todo lo que quería - y gran parte de la manera que me gustaría - siento que tengo 45


muchas cosas que celebrar acerca de mi pasado. Creo que hoy la serenidad me hace ver las cosas de esa manera. Veo con otros ojos, incluso las cosas que me hicieron sufrir. Pasé por todo y llegué aquí, y esto ya es una gran victoria para mí. Tuve romances de los cuales tengo buenos recuerdos, frecuenté a los lugares maravillosos, fui respetada por mucha gente, yo tuve amigos que realmente me dejaran buenas marcas, estudié cursos que me enseñaron mucho y trabajé en profesiones en las que he aprendido mucho. Fue divertido pasar por todo esto. Pero sé que he dejado atrás muchas cosas por falta de coraje y por no tener dedicado mis fuerzas para conseguirlas. Dejé el miedo mí paralizar, y lo que me gustaría haber hecho se convirtió en sueños los cuales me fui posponiendo por el día en que los temores desapareciesen. Y, por supuesto, le daba fuerza al miedo y él se ponía a posponer mis sueños. Más tarde me di cuenta de que él sólo desaparecería cuando dejase de darle alimentos y pasase a fortalecer mi coraje para ganar y ser feliz.

46


Hoy sé que haría las muchas de las cosas que yo tenía miedo de hacerlo porque me siento más fuerte para hacer frente a las consecuencias de mis decisiones, sean ellas buenas o malos. Hoy acepto el fracaso como una parte natural de mis búsquedas, intentos y deseo de ganar. También acepto el riesgo de equivocarme, porque lo que me importa es mi deseo. Mi enfoque es mi felicidad. Es por lo que vivo y por eso acepto a cualquier desafío. Muchos fantasmas todavía se giran alrededor de mi mente. Ellos todavía tratan de hacerme perder el foco de mi anhelo de ser feliz. Pero siento que mi fe y mi fuerza están creciendo cada día y estoy seguro de que al mantenerme firme en mis propósitos más verdaderos, los fantasmas del miedo se van a perder fuerza día a día. Lo que sé es que, de alguna manera, me desperté con el deseo de cuidar de mí. De repente, empecé a practicar, todos los días, el hábito constante de escuchar dentro de mi cabeza sólo lo que respeta mi mayor deseo, el deseo de tener toda mi vida para mí y mi felicidad. Yo sé que, si quiero cumplir con el propósito de mi vida, tengo que cuidar de mí, me fortalecer y seguir adelante.

47


Empecé a escuchar los pensamientos que me ponen encima y me hacen sentir fuerte y bien conmigo misma. Me desperté a vivir para mí. Para amarme. Para cuidar de mí con todo mi afecto. Y para vivir a mi manera. Las ropas cortas y bajas de corte que me gustaba llevar y que no lo hacía por lo miedo de la crítica. No. Yo usaría aquella que me gustase, como aquellas que solía usar para caminar en el barrio barroco de Roma. La amistad con la gente que no lo aprobaba mis amigos continuaría, les gustasen a ellos o no. El trabajo como vendedora y como emprendedora, lo que siempre quería y no lo hice debido a las creencias anti-empresariales de mis tíos, que no ponían fe en los emprendimientos, ya que para ellos sólo el trabajo podría garantizar la seguridad de una persona. No. Retomaría mi deseo de tener mi propio negocio así que regresase a Brasil. Tenería mi tienda de joyería y mi salón de belleza montados. Quería explorar mis capacidades, a pesar de que sabía que podría cometer errores. Pero quería probar todo acerca de mí. Haría más cursos de ventas, de la contabilidad y de la administración de las finanzas y del personal. No me 48


importaba. Tarde o temprano sería una emprendedora y montaría mi propio negocio. Iría a tras de que fuese necesario para cumplir con este nuevo deseo dentro de mí. Sé que habría de encontrar a nuevos amigos en estos nuevos lugares, como en los seminarios y los cursos para emprendedores. Sé que conocería a muchas personas que, como yo, están tratando de vivir la segunda mitad de la vida de una mejor manera, teniendo más cuidado de sí mismo, amándose más, arriesgando en el amor y en la vida financiera. Encontraría a gente dispuesta a cambiar la mentalidad pobre y limitada por una mentalidad abierta y próspera. Sé que encontraría a muchos por la nueva ruta a que viniese a recorrer. No escucharía a la gente que todavía niegan mis sueños, no me detendría a las amistades que me llevan de vuelta atrás. No viviría me lamentando a mis amigos. Me gustaría ir a la busca de nueva gente, que no estuviese satisfecha con la vida que lleva, como yo, y que, en lugar de quejarse, estuviese interesada en la experimentación de sí misma, por la búsqueda de una vida mejor, de más prosperidad financiera, familiar y afectiva. 49


Creo que eso era lo que necesitaba. Creo que sería bueno para mi cabeza que estaba en crisis con tantas ideas que he oído de gente que pensaba todo lo contrario a lo que yo quería y a la forma en que mi corazón llamaba y yo no lo daba ningún oído. Buscaba nuevos ambientes. Buscaba a la gente nueva. Busca nuevos logros. Quería renovarme a mí. Y quería un nuevo amor. Continuaría amigo de mis amigos. Pero no dejaría que ninguno de ellos me robase a mis sueños con palabras de desaliento acerca de lo que les dijese. Haría con certeza a nuevos amigos, especialmente en los entornos y comunidades que iría a frecuentar. Sé que habrían en estés lugares personas que, como yo, están interesadas en vivir la segunda mitad de la vida de forma plena, verdadera, feliz y satisfecha. Sé que habrían muchos como yo que trillarían por igual o en paralelo a mi camino. Siento que encontraría a muchos con lo mismo interese de poner la libertad y el corazón por encima de todo. Cuando volviese a Brasil, me gustaría participar en asociaciones o uniones de personas que buscan las 50


mismas cosas que yo. Probablemente encontraría algún club de amigos, una Organización no Gubernamental o algo así. No sé, un grupo de personas que tratan de vivir la segunda mitad de la vida mejor en términos de salud, prosperidad financiera, vida íntima y vida familiar basada en el respeto y en la libertad. Me gustaría participar en una especie de Organización igual que "La gente en busca de una mejor segunda mitad de la vida" o "Las mujeres que decidieron cambiar el curso de la vida después de los treinta. " Tal vez estas nuevas amistades me fuesen mejor en mi vida ahora de las que fueron erosionadas a través del tiempo por tantas peleas o cargos. Seguiría amiga de mis amigas y de mis amigos. Yo sabía que habían sido parte de mi historia de vida. Y siempre desearía lo mejor para ellos. Pero no dejaría que ninguno de ellos me sacase el deseo de vivir la segunda mitad de mi vida de una mejor manera con el fin de ser feliz. Sé que tenería que encontrar a la gente con mis deseos actuales, que eran de vivir una vida basado en el corazón, en el respeto, en la libertad y en la prosperidad financiera. 51


Pero, hasta que hubiera encontrado estos grupos o personas, no dejaría de practicar la vida que anhelo vivir. Haría esto todos los días desde que me despertase. Observaría a mis hábitos y a mis palabras y pensamientos para ver si estaban a mi favor o en contra de mí. Cuando me pusiese a dormir, me alimentaría con ideas de prosperidad económica y de felicidad, para descansar por la noche con la fe y la esperanza en mi vida. El amor era uno de los temas que yo también viviría de otra manera. Yo no diría "no" a un hombre sólo para satisfacer los gustos de cualquier persona, fuese mi familia, amigo o mi hijo. Y no diría "sí" por piedad o en contra de mi voluntad. Debería tener siempre la última palabra. Tendría relaciones más suaves sin el control que hacía con mis ex novios para sentir que era amada o que no sería traicionada, incluso no aceptaría ser controlada por ningún hombre. Me gustaría jugar el juego del amor con el fin de ganar. Me pondría encima de todo. No viviría en busca de migajas de afecto o atención. Yo ya daría esto a mí todos los días. Viviría siempre en busca de una buena compañía que me respetase y que me diera algo a cambio 52


de mis sentimientos. Estaría con un hombre solo se hubiese sentido para mi corazón para estar con él. Su compañía tenería de ser importante para mí, pero yo no volvería a ver a mí como a una mujer dependiente de esta persona. Él sería algo especial para mí, una calidez y uno cuerpo me calentando. Pero jamáis mi prisión. Me encantaría volver a vivir el amor como a una "broma", cómo las coqueterías de cuando yo era una niña que gustaba estar con un chico, escondida, con la diferencia de que ahora era más madura y firme para hacerme respetar. Y ahora, ya no tenería que me ocultar. Tenía nuevas relaciones románticas, pero que serían al igual que la cereza del pastel de la fiesta. Serían el complemento de la fiesta que iba a ser mi vida. Yo me amaría de una manera tan sincera y tan constante que no necesitaría pedir migajas para un hombre que no me respetase. Entraría fuerte en una relación. Y cuando todo terminase, yo me fortalecería rápidamente. Sabría presentarme a un hombre como una mujer fuerte. Cariñosa, cuando me gustase serla, pero no una

53


bobona que se dejase ser pisoteada o como una persona que se ofrece sin se dar ningún valor. Definitivamente no buscaría en un hombre nada que yo misma debiese dar a mí misma: el amor, el respeto y el afecto. Buscaría una compañía, una diversión, un deseo de estar con alguien a quien vale la pena pasar momentos felices. Una compañía que me hiciese sentirme a mí como una mujer de verdad. Buscaría sus besos, caricias, su mirada, su cuerpo y su calor. Sé que no me dejaría de hacer algo por miedo o por capricho de cualquier persona. Viviría libre de estas amarras. No hablaría si no quisiese hablar. No frecuentaría a una fiesta se no la gustase. No habría de estar entre la gente con la que no tuviese simpatía sólo para dar gusto a un amigo. Escucharía la música de mi gusto y vería las películas que me interesasen. Tenería los pensamientos a favor a mi vida y despreciaría las ideas y los pensamientos que se opusiesen a mi forma de vivir y de sentir.

54


En mi nueva caminada, tendría la última palabra para hacerlo bien en mi corazón. Me encantaría amar a mi manera. Haría todo a mi manera. Me dedicaría, en esa segunda parte, a me dar a mí todo lo que quería. Me conectaría a mí misma por completo a mi corazón. Tendría mucho cuidado de no pasar tiempo en contacto con las cosas que me roban de mí. Sólo viviría para mí. Viviría constantemente en contacto con mi corazón y estaría atenta para que no me perdiese mi comunicación con él. El deseo de hacer cosas nuevas y de vivir la realización de todo lo que se quedó atrás, todos los sueños del pasado, sería el mi sentido diario por me levantar de la cama. Mantendría un fuerte deseo de ir a la vida. El deseo de ir para mí. De no me dejar a mí. Estoy segura de que la libertad de vivir para mí traería ligereza a mi alma y un gran gusto por la vida. La mujer en la segunda mitad de la vida llevaría la victoria estampada en el pecho y el deseo de vivir la vida con entusiasmo en el alma.

55


En esta segunda parte de la vida, no dejaría que mis deseos fuesen sueños inalcanzables, pero que me permitiría vivir todo lo que es mi derecho a vivir. No dejaría atrás nada de lo que quería lograr, dado que no estaría en deuda con mi corazón. Cuidaría de él y viviría todo lo que yo quería vivir.

Capítulo 5 La planificación de la segunda mitad de mi vida Nunca acepté que la palabra planificar la vida de una persona se podría aplicar. Planificación para mí siempre ha sido algo que se aplica a una empresa, 56


institución o para un trabajo específico. En mi caso, por ejemplo, siempre hice planes en el trabajo, haciendo la planificación del año, el establecimiento de metas y de las estrategias para llevar a cabo este plan, más allá de mis expectativas para el año. Cuándo tenía que me poner a entrevistar a alguien, siempre me preparaba, de modo que planeara todo el guión: creaba las preguntas y imaginaba las posibles respuestas, para tomar el control de la situación de entrevista. Planifiqué todo para los otros. Pero nunca me tomé el tiempo para planificar mi vida. Yo nunca pensé que tenía alguna importancia para hacer lograr a mis metas. Escuchaba una y otra vez más que la gente debería tener una planificación de la vida. Pero yo pensaba que era una tontería. Pensaba que debería dejar que las cosas simplemente sucediesen. Cuando estaba en Italia, la idea de la planificación encendió en mi cabeza, porque muchos sueños surgieron en mi mente durante mis paseos por las ciudades. Me quedaba con las ganas de registrar esos pensamientos 57


con miedo de que se me olvidasen. Sabía que se olvidase a cualquier uno de ellos, me estaría olvidando, en realidad, a mí misma. Así, cada día, por la noche, antes de dormir, me recostaba en la cama y agarraba mi cuaderno y ponía en el papel mis planes para cuando regresase a Brasil. Disfrutaba el silencio de la noche y, acompañada de un vaso pequeño de vino italiano o de un sabroso café, esperaba que el silencio llegase a mi corazón; la paz, a el pecho y a todo mi ser, y dejaba que la pluma se ejecutase con naturalidad a través de las hojas escribiendo todo lo que me gustaría hacer para que mi vida tuviese realmente un sentido. Yo sabía que un bueno plan tendría que tener una estrategia para su aplicación, lo que no tenía entonces. Pero lo que era importante para mí en ese momento era darme cuenta de lo bien que sentía de tener el poder de hacer mi vida suceder. ¡Qué tan bueno era para mí sentirme libre para elegir lo que yo quería vivir! Sentía que tenía el control de mi vida en mis manos. Los sueños se hacían acompañados por los fantasmas del miedo que trataban de molestarme, pero 58


ya no me dejaba perder. Trataba de concentrarme en los sueños que ponían mi vida en acción, una vez que sabía que eran la verdadera parte de mis pensamientos. Sabía, sin embargo, que, para conectar mi corazón a la realización de mis sueños, necesitaba rodearme de una estructura de una vida mejor. Me refiero a la estructura financiera. Cuando yo todavía estaba trabajando como reportera en el periódico, yo gané un curso de la empresa, por lo que había pasado los últimos dos años al estudio de la educación financiera en el área empresarial: ventas, mercado técnico, la publicidad y los negocios. Durante el curso, nació en mí el deseo de aprender más sobre el mundo de los negocios cuando leí las biografías de mujeres de éxito. Siempre vi a esas mujeres ricas como personas fuertes y satisfechas. Llegué a entrevistar a algunas de ellas en el periódico donde trabajaba. Era agradable ver el resplandor de coraje en sus rostros y la confianza que tenían en sí mismas. Cómo los hombres caían a sus pies cuando una de ellos desfilaba. Ellas transmitían un cierto poder. ¿Por qué yo no podía ser también una reina? Yo estaba cansada de tener una vida financiera limitada. Mis tarjetas de crédito 59


nunca se cerraban. Me culpaba a mí misma por no tener control sobre mis gastos. Y reconozco que era una persona gastadora que tenía que empezar a cuidar de tener el control de sus propias finanzas. Pero cuando vi a estas mujeres utilizando cosas bellas compradas, me preguntaba lo que debía aprender sobre el dinero para que pudiera tener una vida tan próspera como esas mujeres tenían. Me di cuenta de que tenía que aprender a crear más oportunidades financieras para mejorar mi estándar de vida. Así que la idea de montar mi salón de belleza y mi tienda de joyas tenía el objetivo de mejorar mi condición económica para que yo pudiera tener una vida de más éxito como esas mujeres muy ricas. Vi que el problema no era desear todas las ropas hermosas que vía en la escaparate de las tiendas, o los collares de oro que yo soñé tener algún día. El problema era no me haber preparado en términos de inteligencia financiera para crear mejores condiciones de vida a través de los negocios que podrían hacer que mi nivel de vida pudiese comprar las cosas que quería. Ese era el problema, no mis deseos de tener cosas bonitas.

60


Después de leer la biografía de estas mujeres, me desperté al mundo de los emprendimientos, a pesar de seguir trabajando en el periódico de mi ciudad. Yo sabía que algún día eso sería una realidad. Simplemente no sabía cuándo o cómo lo haría. Sabía que, para esto, necesitaba crecer como persona y mejorar la gestión de mis emociones. Ahora, en Italia, me acordé de mi verdadero deseo que había nacido cuando hice ese curso. Yo no quería retrasar más esta necesidad de tener mi negocio. Cuando volviese a Brasil, me dedicaría a aprender más y más sobre el mundo financiero para construir mi negocio. Haría a más cursos y frecuentaría seminarios sobre ventas, la publicidad, el mercado técnico, la contabilidad y la belleza y la estética. Este sería un desafío para mí de explorar mis habilidades y me experimentar. Probar cosas nuevas era un pensamiento que me emocionaba. No quería seguir haciendo todo de la misma manera. No quería me despertar y me poner a correr por el trabajo que ya no me satisfacía. Bastaba pensar en las recompensas que tendría al sentir mi corazón lleno de alegría de experimentar mi forma de hacer mis cosas, el optimismo inundaba mi 61


vida. Daba voluntad de dejar la Italia en el momento y volar de vuelta a Brasil para comenzar mi trabajo. Sé que no sería fácil, porque era algo totalmente diferente de la vida que estaba acostumbrada a vivir. Tendría que cambiar conceptos, aprender cosas nuevas, conocer a otras gentes y crecer más y más como persona. Pero yo sabía que iba a ser una experiencia divertida para mí. Creo que ahora estaría un poco más preparada para los "nones" de la vida y de tratar con el fracaso. También sé que mi aprendizaje acerca de los negocios duraría mucho tiempo y a lo largo de mi vida. Pero la recompensa de hacer las cosas para mí y a mi manera era tan grande en mi pensamiento que casi mi corazón saltaba de mi pecho. La emoción, a veces, comenzaba a ser silenciada por las voces de desaliento, por el miedo y por los juicios, pero ella todavía seguía en mi pecho y en mi corazón. Recuerdo que siempre me dormía con una pregunta que me hacía a mí misma: "¿Cómo sería mi vida si yo pudiera cumplir mi deseo de montar mi tienda de perfumes y joyas y mi salón de belleza?"

62


Simplemente por me hacer esa pregunta, la esperanza tomaba a cargo de mi vida y entonces yo me ponía a dormir feliz. También tenía planes para revisar mis relaciones a todos los niveles. Me relacionaría con el fin de ganar. Y ganar, en este caso, significaba simplemente ser fiel a mí y a mis sentimientos; ganar, para mí, era seguir mis deseos y no ceder al control de otro. Era no me dejar me herir por alguien más, o me poner en el último lugar en la cola. Ganar significaba ser fiel a lo que yo me daría a cualquier persona, dejando que la realidad se quedase por encima de mis ilusiones. El ganar en la relación significaba hacer las cosas para satisfacer mi corazón, no para garantizar las reglas convencionales. Lejos de casa, siempre me acordaba de mi familia. A veces, me acordaba a mi hijo. También tenía por supuesto hacer diferentes las cosas con él. Sé que nada de lo que hiciese cambiaría lo que habíamos pasado juntos. Pero eso no me importaba ahora. Me gustaría seguir siendo la misma madre. No le daría nada de lo que no tuviese alguno sentido para mí. El cariño y la atención que lo diese tendrían que tener un significado para mí. 63


No haría eso sólo para compensar el pasado. Cualquier cosa que le disgustaba, sólo él podía ver diferente. Él era responsable de perdonarme o no. No me metería en sus sentimientos y respetaría lo que pensase de mí, sin importar lo que fuese. También me acordaba de lo mucho que había sido difícil para mí todos estos años de vivir con mi madre. Incluso cuando me fui a vivir con el padre de mi hijo, las cosas no se acertaran. Mi hijo se quedó con ella, y por supuesto tuve que amargar su mirada con crítica por no ser una buena madre. Creo que él se lo vio abandonado. O no lo sé como vio la situación. A veces, yo me quedaba casi un mes sin verlo, y cuando nos encontrábamos, parecía que ni era mi hijo. No sé lo que mi madre hablaba con él, pero sé que él me desaprobaba a mí. Yo batía la boca con ella. Intercambiábamos insultos. Me ponía nerviosa. Sentía una mezcla de ira y decepción. Odiaba la forma en que ella hacía su cabeza y los cargos que hacía por mi distancia de la familia. Ella quería que yo la tratase como a una reina. Ella era así con mis otras hermanas, que actuaban de la misma manera conmigo. Después de las peleas, la culpa se apoderaba de mi cabeza y yo estaba a 64


punto de explotar, por lo tanto que me había torturado. Era todo horrible. Ya no estaba dispuesta a vivir más ese sentimiento. No pelearía más. No aceptaría una provocación ni iniciaría una nueva guerra como todas las que había vivido. Continuaría viviendo mi vida solo y aislada como lo había vivido. Dejaría que el tiempo y la vida se hiciesen cargo de resolver las cosas. Yo no estaba interesada en resolver más nada. Sólo me interesaba vivir. No actuaría con el fin de ser la correcta y la derecha a mi familia. No lucharía más para ser la mujer correcta. Sólo la mujer feliz. Actuaría con el fin de quedar bien con mí corazón. Me quedaría en paz conmigo, a pesar de estar solo. En mis planes de vida, mis nuevas relaciones de amor se basarían en una relación de disfrute, como ya he dicho. No buscaría en lo otro nada do que sé que debería darme a mí. No buscaría la atención o el amor. Daría todo para mí. Buscaría, si, una compañía, que es tan importante para la vida de cualquier persona. Pero sería un placer en el más puro sentido de la palabra. No sería alguien para recibir cualquier cosa que yo tenga que darme. Siempre buscaría una pareja amorosa, y, de 65


manera similar, con el fin de disfrutar y estar con esa persona. Buscaría cambiar momentos de felicidad y afecto. No sufriría por amor, porque no buscaría el amor que me daría a mí todos los días. Viviría el amor. Las relaciones con mis amigos y amigas seguirían, pero me gustaría tratar de evitar que cualquier palabra o amistad apárteseme de mí y de mi corazón. Buscaría nuevos amigos, que estuviesen dispuestos a vivir la segunda mitad de la vida cuidando más de sí y de su vida, como lo había planeado hacer. Al empezar a vivir mi planificación, estaría abierta para corregir los trazados, revisar a puntos, con toda la humildad del mundo. No apostaría mi felicidad y mi corazón en la arrogancia tonta. De ninguna manera. No sería humilde a los demás. Sería humilde para mí y para mi corazón, para asegurarme de que mi plan funcionaría. Mi plan era ser libre, financieramente próspera y feliz. Sé que tenería que aprender a encontrar formas y estrategias para llevar a cabo mis planes. Pero el punto más importante ya tenía: una razón de peso para ganar el juego de la vida. Mi razón era ser feliz, libre y realizada, una mujer satisfecha consigo misma y con la vida. Que se

66


encantaría a despertarse cada mañana para vivir y divertirse. Mi plan tenía un objetivo claro: vivir la segunda mitad de mi vida con el fin de cuidar de mí, y me dar todo lo que una persona necesita para estar a gusto consigo misma. Mi plan era me dar a mí amor, el afecto, el respeto y crear las condiciones financieras para que mi vida fuese próspera y abundante. Mi plan era hacer que mi vida fuese gustosa para vivir.

Capítulo 6 Mi felicidad para el inicio de la nueva carretera El viaje a Italia había llegado a su fin. Había sido inolvidable para mí. Pero ahora tenía que llevarme a la realidad de tener que reanudar mi vida en Brasil. Los lugares que visité me dieron mucha inspiración y felicidad de estar a solas conmigo, para 67


empezar a me rehacer a mí misma y para recordarme a mí que yo quería vivir la segunda mitad de mi vida de otra manera. Quería vivir de forma feliz. Aunque todavía no me encuentro en el nivel que yo sueño con estar algún día, sabía que iría a regresar con la convicción de que, al igual que todas las demás cosas que llevé a cabo gracias a mi perseverancia, para convertirme en una mujer feliz, libre, financieramente prospera y exitosa bastaba comenzar con el primer paso, lo cual ya había dado. Se iniciaba con la conciencia de que no estaba satisfecha con la vida que llevaba. Se iniciaba con la constatación de que una nueva vida dependiera únicamente de mi deseo de deshacerse de todo lo que no quería, y a partir de entonces enfocar todo lo que realmente quería. Comenzaba con sentir que el gusto por esta nueva vida me devolvía la fe en mí misma y en la vida. Y comenzaba con aprender que nada, ni el fracaso, o cualquier error, me distraería de mi fuerte deseo de ganar. Yo quería una segunda mitad de la vida diferente. Y este deseo de hacer las cosas diferente a como lo fue en la primera mitad de mi vida fue el comienzo de este nuevo camino. Un camino que probablemente 68


tendría obstáculos, pero estaba sostenido por el deseo ardiente de mi corazón para caminar en una nueva dirección. El final de este camino era tan seguro como su principio. Sabía que pasaría por lugares hermosos y sabía también que experimentaría malas sorpresas. Esto no cambiaría mi deseo de vivir a mi manera. Lo que importaba es que yo estaba caminando por un camino que tenía elegido. Tan importante cuanto esto, caminaría a mi manera y en mi propio ritmo. Al tomar la voluntad de vivir a toda costa la vida que soñé, la fe volvía a inundar mi corazón. Era maravilloso sentir lo mucho que este sentimiento me devolvía el optimismo de vivir. Había hecho un plan para seguir este nuevo camino, aunque todavía era un plan incipiente. Lo que sé era que él perfeccionaría en la medida en que me moviese hacia adelante en los kilómetros de meses y años. Pero yo tenía algo más grande que este plan: yo tenía una razón muy fuerte dentro de mí, mi deseo de tener gusto por la vida, mi deseo de ser libres y feliz. Era todo lo suficiente para ser el combustible en esta caminada en la segunda parte de mi vida que tenía una dirección de partida y de 69


llegada sabiamente establecida: el punto m谩s profundo de mi coraz贸n.

70


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.