EL FINAL DE DE LOS MIEDOS EDIOS 22 de marzo de 2011
Número 2
Hermosillo, Sonora, México
Tránsito Por: Paco Alonso Rascón
O
cho cincuenta es casi la tercera parte del salario mínimo. Utilizarlo diariamente en el transporte público, de ida y vuelta, resulta insostenible. Una burla sin aire acondicionado. Con el cambio de partido, el SUBA cambió de nombre pero conservó lo demás. Si la empresa nació mintiendo, ¿por qué pensar que esta vez no se trata de sacar más dinero? Con o sin furia, simplemente hay cosas para las que no alcanza. Los concesionarios han probado tener la misma “generosidad” que el empresariado ordinario. Tal vez deban a su origen humilde la inexperiencia: además de codiciosos son bruscos con la prensa. Misma codicia y mayor estupidez. Ellos mismos incendian el terreno. El hombre moderno vive con el constante temor al despido, al narco, a la policía, al banco, al clima, al amor, a la muerte. Uno evade con tal de seguir. Uno acepta el abuso para no morir de hambre o comprar un celular. Se sueña la independencia y se acepta la servidumbre. Imaginamos que otros dependen de uno y uno necesitó tenerlos para darse un valor. No creemos en la sociedad e inventamos el culto a uno mismo. Salir a la escuela pública pero con cuotas, a trabajar para el bienestar de otro, a ser asaltado por cualquiera, legítima o impunemente, y que te obstaculicen el mismo vehículo a la miseria, es algo que ya mueve.
La clase trabajadora y el estudiantado suman el grueso de los usuarios de transporte público. Los más susceptibles al aumento son, a la vez, la amenaza más latente a la clase dominante, pues su trabajo y preparación constituyen la fuerza motriz del mundo que explotan. El 27 de febrero, a la entrada del Mercado Municipal, una mujer tomó el micrófono: “¿Qué haría uno si para llevar tres niños a la escuela gastara la cuarta parte de su salario?” El mitin llegó a su clímax con la narración del sobreesfuerzo y la angustia. Este sobreesfuerzo que la sociedad no sólo no ampara, sino sangra.
A pie no siempre se llegará a tiempo al lugar de trabajo, pero sí a las puertas del Congreso. Nuestro tránsito comienza a decidirse. Cada marcha anuncia un período en que el movimiento no perseguirá sino sus propios fines. Tampoco la diputada ideó por sí misma pararse en el Congreso el sábado cinco de marzo. ¿Y si los concesionarios planean subir a sólo
EL FINAL D DE E LOS MIEDOS EDIOS seis o siete pesos? Ahora se exigen cuatro. Y ya suena el diálogo sobre otra opción de transporte justa, digna. Los concesionarios alegan que el transporte no es negocio, que perderán sus casas si no aumentan. Si no es negocio, ¿por qué pelean las concesiones en vez de soltarlas? Sentido común. Algo más que no cuadra: los concesionarios se han constituido como una Sociedad Anónima de Capital Variable (S.A. de C.V.), para proteger el patrimonio particular de sus miembros. Pero la casa es patrimonio de cada cual. La casa no es susceptible de embargo. Mintieron de nuevo. ¿En que confían los concesionarios para chantajear así?, ¿en la compasión del pueblo?, y es que ¿quién no conoce a alguien que haya perdido la casa, una propiedad o un ahorro por deudas? Pero no somos ellos. La quiebra de un pequeño productor o el endeudamiento de un empleado significa la indigencia, la cárcel, un infarto; la quiebra de los concesionarios significa que nosotros pagamos a sus acreedores a través del Estado. He aquí que los intereses no sólo son diversos sino contrarios. Los concesionarios son consecuentes con sus intereses subiendo la tarifa y explotando al chofer. Los burócratas que operaron la privatización del servicio fueron consecuentes al obtener concesiones, y la Comisión de Transporte continúa igual al ignorar las condiciones de un servicio que pide aumentar la tarifa. El burgués es consecuente al encadenar el progreso de las masas a la deuda, derrúmbese lo que se derrumbe excepto su poder, ¡y esta es la pluralidad ciudadana! Comentamos con el primer chofer entrevistado la idea de quitar las concesiones a los empresarios y que las tomen los mismos choferes, pero eso ya sucedió: muchos de los actuales concesionarios son exchoferes o hijos de choferes que, tan pronto se convirtieron en administradores, vieron por sus intereses como administradores y no por los de sus excompañeros. La
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Comisión de Transporte salió a recibir el documento que exige la auditoría completa al Servicio de Transporte, redactado por el colectivo Los Otros Nosotros, el cual ha convocado a las acciones públicas. El dulce tono de voz con el que la diputada declaró llevar años “protegiendo el patrimonio de las familias” no explica cómo fue, que hasta el 20 de enero, su comisión declaraba apenas esperar los resultados de un “estudio técnico”, cuando el aumento tiene algunos meses gestándose y hacía ya siete días que los activistas exigieran una auditoría completa al sistema de transporte. Pero tal vez en un punto no mienta, pues también sus familias son familias y su patrimonio también es patrimonio. Lizárraga, 20 de enero: “Si bien es cierto, no vamos a trabajar nunca como respuesta a las presiones, simple y sencillamente habremos de hacer el análisis, y el análisis es porque lo hemos manifestado: el transporte es público y tiene responsabilidad el Estado.” Engañar no deja de ser un acto de congruencia. Invariablemente, necesitamos los datos que arroje una auditoría al transporte público. Previendo escenarios: ¿qué pudiese hallar la auditoría y qué pudiese determinar el congreso en base a ello? Primero, que el coste del servicio no iguala el dinero captado por la tarifas, a lo que seguiría un aumento; segundo, que las cuentas no cuadran, aunque lo captado debería bastar para tener los pagos a tiempo y la infraestructura en buenas condiciones e incluso un superávit. Luego sobrevendría la sustitución de los actuales concesionarios, o bien, de la actual empresa y tal vez del sistema de transporte por completo (lo que convendría al PAN); tercero, que el dinero de las tarifas es suficiente para mantener funcional el servicio de calidad, a lo que seguiría un congelamiento de tarifas, y tal vez, alguna acción contra los concesionarios. La primera determinación sería inviable, provocaría mayor presión ciudadana. La segunda
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significaría lo mismo con otro color. La tercera, aparentaría ser la victoria del movimiento, planteémonos... ¿Qué pasaría si pasado mañana la S.A. de C.V. se declara en quiebra pretextando las bajas tarifas? Los acreedores, hemos dicho, no pueden cobrarse con los bienes de los socios, pero sí con los de la empresa, es decir, con los camiones, que ¿quién compró? Los mismos que los volverán a pagar: nosotros a través del Estado, o el Estado a través de nosotros.
No basta con detener el aumento a la tarifa ni cambiar las personas que encabecen la administración, tenemos que transformar el sistema anulando su primera contradicción: si es público, y pública es la propiedad de todos ¿por qué unos particulares lucran a costa del resto? La responsabilidad la asumimos todos y los beneficios ellos.
EL FINAL D DE E LOS MIEDOS EDIOS Pagar más es profundizar un abuso, pero pagar lo mismo sin cambiar el sistema es profundizar el problema. La propiedad social del transporte forzará que las ganancias sirvan para mejorar el servicio, la disposición social del capital servirá sólo para un grupo de particulaes, permitir el usufructo sin sanciones. Uno de los operadores inquiridos, que rechazara dar la concesión a los empleados, opinó que el Estado debe tomar la administración. Pero el Estado ya la cedió, y a la vez existen burócratas que actualmente son concesionarios (cuántas paraestatales no hemos visto ya privatizarse con beneficio de los funcionarios que operan la conversión). Los trabajadores y burócratas se corrompieron al generar “la empresa”, e incluso los choferes roban a dicha empresa. Entonces ¿el problema son las personas? ¿O será que el verdadero problema es este modelo en que los individuos consiguen beneficiarse siempre a costa de alguien más? El individuo jamás dejará de actuar según su interés. De lo que se trata es de crear una comunidad de intereses en la que cada participante obtenga satisfacción según la cooperación ejercida. A la (in)competencia opongamos cooperación. Los choferes están nivelados (A, B, C como en la mayoría de las empresas) según el tiempo que acumulen —seis meses, un año—, sin choques, faltas, y con el dinero faltante. Si un chofer choca, de ser el choque muy fuerte, entra la aseguradora pero él paga el deducible de impuestos (es decir, paga los impuestos de la empresa); si no rebasa aproximadamente los tres mil pesos, se le descuentan de la nómina. Quien comete un error no está motivado a mejorar su desempeño, sino a competir con la empresa para sobrevivir. Falso que a la Sociedad Anónima le interese el trabajo bien realizado, le interesa disminuir costos y aumentar ganancias. El subsidio que el Gobierno Estatal deposita al Sistema de Transporte mensualmente (cosa aparte
EL FINAL D DE E LOS MIEDOS EDIOS de las tarifas) se retrasa desde el cambio de partido en la administración. La Sociedad Anónima retrasa los pagos al INFONAVIT y aquellos que se ejecutan directamente desde la nómina. Los choferes hablan a la radio para quejarse del Gobierno del Estado, y para cuando el Gobierno del Estado deposita, el INFONAVIT y los otros acreedores ya subieron intereses. La nómina llega cada vez con menos efectivo, mientras que la queja al Gobierno del Estado se hace relativamente visible y éste observa lo inevitable: que para sobrevivir los conductores comienzan a tomar dinero de la tarifa. Así, el Gobierno del Estado y la S.A. de C.V. correspondiente juegan al desgaste mutuo, mientras el chofer realiza dos trabajos al mismo tiempo y los usuarios se transportan con este estrés al volante. Por lo tanto, una empresa necesariamente redituable se va a pique. Los hoy gobernantes han mirado sólo para sí al vengarse de los concesionarios que no dejaron pegar la publicidad de Padrés Elías y sí la de Elías Serrano; los concesionarios han mirado para sí mismos en contra de usuarios y empleados y quien sea; los choferes se ven obligados a mirar por sí solos y contra de la empresa de la sociedad a la que no le importan; y el pueblo sigue pagando, todo el conjunto deambulamos en esta espiral de estupidez hasta que algún día contrapongamos la Sociedad Cooperativa a la S.A. de C.V. Para que la cooperativa no sólo sea en el papel y lo público en la imaginación, son necesarias medidas organizativas que la posibiliten. Digamos, si en la cooperativa el trabajador recibe un porcentaje de lo que produce la empresa, tal vez se vea tentado a robar como cualquier empleado es suceptible de hacerlo en su trabajo. Sabemos que, generalmente, una persona roba por necesidad, y la que se encuentra empleada porque ni los medios ni las ganancias son suyas. En la cooperativa, los trabajadores son los dueños, y lo que producen es suyo. Al automático
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aumento de pago que resulta de quitarle la utilidad a los empresarios, se suman los incentivos colectivos, de manera que sea cada trabajador el que motive al otro a llevar a cabo tareas efectivas. Además de quitarse el trabajo extra que es desviar las tarifas a la empresa, los trabajadores ganan algo que en el capitalismo no existe: paz social. Poco a poco la sociedad produce la riqueza de los individuos y no es la sociedad quien usurpa el producto del trabajo al empleado. Este cuerpo no necesita una cabeza ajena. La característica común entre los burócratas y los concesionarios es que ambos son escisiones de la población a la que “representan”; como su trabajo no esta ligado al bienestar de todos los que trabajan en la empresa, la igualdad pone en jaque a su poder, ya que su verdadero parámetro, el aumento de poder, se basa en la producción de los trabajadores; el que sigan empoderados significa el atraso a la progresión del trabajo. Por esto, es necesario que los representantes sean también representados, no en otro órgano, sino en el mismo, cuyos puestos son rotativos. Estas relaciones organazativas no son ninguna novedad, son la esencia de los cuerpos deliberativos en los antiguos pueblos libres, desde América hasta Egipto, antes del imperio o la colonia; es la esencia del llamado “Concejo”. No es preciso que un empleado pase a ser patrón abandonando su actividad productiva, lo necesario es que no haya una relación empleado-patrón donde uno ya está sobrepuesto al otro. La actividad del individuo se diversifica, sus relaciones se expanden, su ser crece. Cuando un hombre es explotado piensa en lo que puede evitar; cuando un hombre tiene una sociedad igualitaria piensa en lo que puede aportar. Los sistemas de explotación atascan el bienestar general desde que destruyen la potencia humana misma. Un concejo no puede integrarse por la totalidad de los trabajadores. Pero la totalidad sí puede
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constituir una Asamblea, reunión en que cada miembro de la sociedad dialoga entre sí, por comisiones, y con los consejeros como deliberantes momentáneos. Es la reunión en que la población ejecutora del trabajo técnico asume la participación en los asuntos públicos representándose a sí mismos.
Comprendemos que más acá de la coyuntura del transporte, la fase privatizadora y el descontento expresado, es el sistema social por entero lo que debemos cambiar. Este breve trabajo no es sino un sustrato a un diálogo vigente que pretende retroalimentarse. El objetivo no es la certeza, la certeza no es sino un medio con qué evitar el error al realizar la vida. Mientras llegue el día en que la correlación de fuerzas entre la sociedad contingente y la privativa se equilibre, y estemos en pie de proponernos tareas mayores a corto plazo, nuestro modo de socializar se debe conformar en la misma lucha, fraternizando, cooperando, actuando libremente. Llegará el día en que un modelo social justo y fraterno predomine. Hoy vivimos con la sangre de ese día.
El futuro es de nosotros, nuestro tránsito inicia hoy.
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A PROPÓSITO DE LA INFORMACIÓN QUE PORTAN ALGUNOS CAMIONES SUBA EN LA QUE SE SEÑALA QUE EL PRECIO DEL SERVICIO EN LA CD. DE MÉXICO ES DE $7.ºº, AQUÍ UN COMPLEMENTO:
el metro está en $3.ºº el metrobus en $5.ºº el trolebus en $2.ºº y $ 4.ºº el de eje central el banderazo de taxi está en $ 9.ºº y en $10.ºº si es de sitio los camiones del estado cobran según la distancia. la tarifa mínima es de $ 7.ºº y eqivale a un transporte fuera del área metropolitana. Aquí en hermosillo podría equiparase a los casos de san pedro, la mesa del seri o el poblado miguel alemán. además, las personas con la tarjeta inapam (instituto nacional de las personas adultas mayores) no pagan, y el servicio se ofrece hasta la una de la mañana, sin olvidar la limpieza y el buen servicio.
Un agradecimiento a Doris Arellano Aguilar por la información.
M ÉXICO Y EL D OGMA M ASIVO DE C OMUNICACIÓN Por: Alejandra Leal y Ana Terán
M
éxico, es inestabilidad social, un foco de caos donde la gente busca respuestas. Las personas ansiamos encontrar verdades seguras, ya sea en la televisión, la radio, el Internet, una religión o un partido político. Como sociedad, nos nutrimos ideológicamente de los medios masivos de comunicación —querámoslos o no—, para intentar ponernos en contacto con eso que sucede allá afuera y que tanto puede preocuparnos y concernirnos. Esto se ha suscitado siempre a lo largo de los años y es inherente a la historia de nuestro país. Sin embargo, ¿qué sucede cuando los medios masivos de comunicación manipulan la información a niveles drásticos? o peor aún: ¿cuando nosotros,
como consumidores de estos medios, dejamos de cuestionar la calidad de la información que nos presentan? Estas preguntas son pertinentes si tomamos en cuenta la innegable trascendencia de los medios en nuestra vida. Si tomamos de ejemplo la televisión mexicana, vemos que ésta es señalada como el medio de comunicación de más impacto. En 2008, el promedio de viviendas que contaban con televisión fue de 91%, lo cual representa un mercado muy disputado por las empresas televisivas. Por otra parte, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Prácticas y Consumo Culturales levantada por el Conaculta en 2003: “Resalta la gran presencia cotidiana de las industrias culturales, y en particular de los medios masivos de
méxico y el dogma masivo de comunicación
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comunicación, en todos los ámbitos sociales y territoriales. Por ejemplo, más de 95% de los entrevistados acostumbra ver televisión, y más de 87% acostumbra oír la radio. El tiempo dedicado a estos medios es significativo: casi la mitad de los encuestados (48.9%) ve entre dos y cuatro horas al día la televisión y más de la tercera parte (35.3%) escucha entre dos y cuatro horas diarias la radio. Casi ocho de cada diez entrevistados (78.9%) acostumbra escuchar música grabada y casi uno de cada tres le dedica a esta actividad entre dos y cuatro horas diarias”. (Televisión en México, Numeralia, 2008) Como resultado, se nos olvidan las afiliaciones entre instituciones y corporaciones de la industria comunicativa (lazo íntimo de la industria del entretenimiento), para quienes el pueblo se ha convertido en un mercado y ha dejado de ser un individuo a informar, conviertiéndolo en una cifra, en un número de rating o en un cliente. En México se han establecido cadenas televisivas y compañías informativas, que por su influencia y antigüedad, han impuesto un dogma masivo compuesto de ideas preestablecidas —refiriéndonos por “ideas preestablecidas” a formas y perspectivas de percibir nuestro país y su actualidad sin un real contacto con el entorno o los datos veraces intrínsecos de un hecho—; y tienen tanto tiempo allí, que la gente ha dejado de cuestionarlos. Creemos, después de observar el medio en que vivimos, que una sociedad entre más inestable, es más propensa a consumir información indiscriminadamente y a tomarla como cierta, sin buscar otras alternativas o preguntarse las intenciones y motivos que forman los filtros por donde nos llegan los “hechos”. Entonces, llamémosle dogma. Un dogma se define como los fundamentos básicos de todo sistema, ciencia, doctrina o religión. Y se ha convertido en un dogma para la sociedad lo que Televisa y TV Azteca, junto con
periódicos locales, informan; un dogma para nuestra sociedad ya que no se les cuestiona; y eso no sólo se limita a los espacios informativos, sino a los de entretenimiento también. La enajenación y fanatismo de la gente hacia estos programas los vuelven populares. Utilizados para divertir al público apelan cada vez más al morbo para hacerlos atractivos. Ejemplo de ello son los reality shows y talk shows o las noticias donde las desgracias de las personas se exponen a un nivel “telenovelesco” para así conseguir mayor audiencia. Se nos han dejado de enseñar las herramientas para cuestionar la información que obtenemos de los medios de comunicación. Los niños están cada vez más desinformados de los fenómenos sociales. Niños que, al llegar a una edad mayor, se topan con realidades que desencantan; otros, crecen en núcleos de pobreza e ignorancia dignos de un país tercermundista como el nuestro. Los valores que absorben los niños en nuestro medio son un mensaje fuertemente determinado por las zonas más corruptas y cuestionables de nuestras ciudades: la televisión y los adultos producto de una sociedad que no funciona con bases éticas y que carece de una identidad cultural propia; que imita los modelos de relación social estadounidenses. Las mayorías escolarizadas no aprenden a generar pensamiento independiente por medio de la escritura y se topan con estos requerimientos hasta la educación media superior, llegados a ese punto donde buscar la generación de pensamiento crítico ya es lenta y poco efectiva sin las bases adecuadas. Entonces, ¿cómo cuestionar un medio apoyado por luces, colores y comerciales que se proyectan a cada segundo, inundándonos con una realidad alterna más colorida que la propia? ¿Cómo hacerlo si no podemos ni argumentar por nosotros mismos? Necesitamos una certeza de que el futuro será mejor. Futuro que se encuentra en manos de los jóve-
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nes y niños que serán los líderes del mañana (aunque suene a discurso gastado, a idealismo repetido una y otra vez). Apoyándonos una vez más en la encuesta levantada por el Conaculta, vemos que 95.5% de los entrevistados de 15 años o más, afirman ver televisión, evidencia de que este medio de comunicación es el de mayor penetración social.
Por ocupación, los estudiantes tienen los niveles más altos de consumo televisivo (98.4%), aunque las diferencias no son muy marcadas entre los grupos. La proporción más alta de quienes ven cuatro horas o más se da entre las amas de casa (34.0%) y los estudiantes (33.3%). Por ello buscamos respuestas, pues tenemos esperanzas para el futuro. Pero la realidad es que en cuanto empezamos a buscar los cómos y porqués, sólo encontramos que se han silenciado miles de voces; se han moldeado pensamientos desde la infancia; nos hemos cegado fragmentándonos en grupos
ideológicos, buscando un cambio que podría parecer utópico, otros anteponiendo los intereses de unos pocos, pregonando el individualismo por debajo del agua. Con esa sed de respuestas hemos tomado lo primero que nos ofrecen los medios y lo hemos creído hasta la punta. La información es producto ventajoso para los medios. Los que menos tienen, menos saben. El amarillismo predomina en los diarios y escasean las propuestas constructivas por parte de esos cuerpos periodísticos que se han dedicado a vender noticias con atractivos encabezados. Proponemos un cambio de hábitos a la hora de escuchar al otro; que las diversas opiniones políticas y sociales se discutan; obtener distintas versiones de un mismo hecho; ver los distintos medios masivos que hay, ya que las diferentes perspectivas de un mismo suceso nos fortalecerán el criterio y será más difícil imponernos noticias superficiales poco sustanciosas. La unilateralidad en la información nos lleva al cierre de perspectivas y al manejo y consumo indiscriminado de información que bien puede ser basura. Así mismo, preguntémonos: ¿De dónde sé lo que sé? y ¿por qué lo sé? Dejémonos de dogmas, de fórmulas mágicas sobre lo que es cierto y lo que no. Mediante la aceptación de la diversidad de ideas se verá que el objetivo es común y se fomentará la habilidad de identificar aquello que no posee una transparencia en sus datos y opiniones. Se deben de enfrentar posiciones totalmente contrarias a las propias antes de desecharlas. Hay que cuestionarse y saber discernir lo que se aprende, ya que toda información que se esparce, tiene sus fines. Identifiquémosla y busquemos otras fuentes que corroboren o desmientan la información adquirida. Si gustas no creernos, ¡venga! cuestiónanos, critica lo que estamos escribiendo aquí y ahora. Adelante, ya que ese es nuestro fin. Utiliza este
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mismo espacio si así lo quieres (elfinaldelosmiedos@hotmail.com). Lo que buscamos es proponer un modelo de crítica orientado a facilitar el discernimiento de la información que recibimos día a día para sacarle el mayor provecho posible, así que, al ver televisión, piensa: 1.-El programa que estoy viendo, ¿me aporta algo constructivo? O al contrario, ¿sólo me está vendiendo una idea que podría empañar mi punto de vista? 2.-¿Qué tan confiable es la información que estoy recibiendo? ¿La fuente es fidedigna? 3.-Ya sea por medio de la radio, televisión o medios de comunicación escritos, ¿puedo tomar esta información y ampliar mi panorama sobre la situación actual, tanto de forma nacional como mundial? 4.-¿Están apoyando a algún partido político en especial? ¿Están vendiéndome algo en particular? 5.-Ser concientes: nunca perder la premisa de que toda información pasa por un filtro. 6.-Dialogar y expresar opinión sobre la información adquirida con diversas personas, en la medida de lo posible. La retroalimentación de opiniones es una de las formas más ricas de reflexionar lo aprendido.
Un pueblo que analiza es un pueblo difícilmente maleable. Cierto es que el sector más desfavorecido de nuestro país no posee ni el tiempo —o incluso a veces— ni los recursos para informarse. Es nuestro deber como personas pertenecientes a la misma co-
munidad el hacerles llegar la información, que si bien no tendremos el más acertado de los criterios, al menos fomentaremos la discusión. El consumo indiscriminado de los medios masivos de comunicación ha provocado que la calidad de los mismos disminuya y que nosotros seamos un público vislumbrado como ganancia y no como pueblo al que la información clara le es un total e innegable derecho. Si van a vender la información, al menos que la calidad de la misma sea superior.
Para concluir, nos gustaría señalar que a lo largo de este artículo hemos expuesto nuestras opiniones de forma subjetiva, apoyándonos, eso sí, en estudios y encuestas hechas por terceros. Sin embargo, es sólo eso: una opinión. La última palabra la tienes tú como lector.
Gato Óscar Grajeda Peral
Círculo centro inferior o un encuentro casi como cualquier otro. Seguramente Clementine no lo advertiría, pero esa tarde cumplía diez años de haberse decidido a permanecer en México. Burton, a diferencia de ella, sí registraba fechas en su memoria con una exactitud sorprendente, no obstante, él no estaba enterado del día en que se tomó tal decisión ni de su posible importancia decimal, asistiendo a la cita en el cómodo café donde se veían esporadicamente casi como cualquier otra vez. Así que, sin saberlo, Burton y Clementine festejaban el aniversario número diez de lo que sería el motivo de que ellos, en ese momento, estuvieran el uno frente al otro como tantas veces. Y como las otras tantas veces (no tantas en realidad), la cita discurriría de la misma manera, y de esa misma manera, ambos abrazarían cierta esperanza. Tacha esquina superior derecha o las ganas de llamarle a alguien. Clementine, quien hace diez años hizo un voto de fidelidad por Burton, acostumbraba llamarlo de vez en cuando. Él, por su parte, siempre tenía tiempo disponible, y era con ella con quien mantenía el único lazo en su vida, el cual quedaba reducido a eso
nada más: de tres a cinco cafés al año. Ella llevaba una vida desordenada, no trabajaba ni terminó sus estudios. Tras abandonar la universidad, su vida se convirtió en un iterminable periodo vacacinal. Durante esa década, Clementine tomó ciertos hábitos, como el de la lectura, el de algunas drogas y el de la eterna búsqueda del amor, quizás con el afán de olvidarse de Burton de una vez por todas. Y entre intentos de relaciones serias, escarceos oportunos, excesos y uno que otro acto productivo, cuando se descubría jadeante en un sexo tan inmundo y bestializado, sujetando sus muslos al aire para una mejor penetración, era que recordaba a Burton, con quien tantos años atrás, se hundiera en una vorágine de pasiones como ninguna. Sólo en medio de esos contorcionismos descabellados era que Clementine lograba darse cuenta de lo terrible que era su vida sin él, naciendo de allí la necesidad de llamarle, de verle nuevamente. Círculo en el centro o cómo es no pensar. Burton, en cambio, tenía la misma forma de vivir desde hacía siete años. Tras su secuestro y las posteriores defunciones de sus padres (una tras otra); la ruina y el trunca-
miento de sus estudios en sistemas computacionles, consiguió un empleo en un taller de computo, donde trabajaba como técnico reparando estas máquinas. Rentando un apartamento modesto cerca de su empleo, discurría su vida en la más flemática sencillez, no por metódico y ordenado, sino porque al ocupar la mayoría de su tiempo y esfuerzos en mal-cubrir sus necesidades más elementales (sueño, alimentación e higiene), dejaba que el resto de su día corriera sin hacer absolutamente nada. A veces, al salir del trabajo, descubriendo que no tenía ninguna responsabilidad, podía sentarse en un silla y ni siquiera pensar. Tacha centro superior u otra vez un último intento. Así que allí estaban los dos, como en cualquier otra cita. Clementine se esforzaba en discriminar la información que le ofrecía a su siempre atento interlocutor. No quería permitirle que se hiciera una mala idea de ella. Le dijo, como tantas veces, que estaba pensando regresar a casa y que quizás, la próxima vez que fuera, ya no volvería a México. De igual manera, le relató la belleza natural correspondiente a la temporada del año en turno del último de sus
viajes a su hermosa Bélgica. Esta ocasión le describió un invierno blanco hasta el horizonte. También, como siempre, abordó los mejores prospectos con los salió desde la última vez que se vieron (con los que seguramente se acostó) atenta de cualquier reacción de celos por parte de Burton. Como cada vez, le mencionó qué ha sido de algunos de los amigos que compartían en la universidad y que aún seguían en contacto vía Internet con Clementine, quien de igual manera les informaba a ellos sobre qué pasaba con Burton. La verdad era que muchos de sus amigos sólo lo recordaban cuando Clementine informaba haberse reunido con quien fuera su exnovio, y que con un morboso interés recordaban la trágica historia de la vida de Burton. Círculo equina superior izquierda o por qué cambiar de zurdo a diestro. La ruptura fue instantánea pues Burton llegó convertido en otra persona. Los amigos con los que había formado toda su infancia los compartió desde los primeros años de primaria y hasta la misma universidad, que por decisión de sus padres siempre perseguían las mejores ofertas educativas. Burton se desarrolló como el hijo del rey. Todo lo podía y sus aptitudes le correspondían. Su inteligencia era tan proporcional como su galanura. Su fuerza y su sentido del humor, tan pesados como una baldosa. Era pues, el terror de los lelos y un imán de chicas. Gran atleta y aunque rico,
entendía de la vagancia lo mismo que un secundariano federal. Por esto, el dinero, su estatus, no lo definía más allá de su ropa y sus fabulosos modales, pues bien podía equilibrarse en cualquier círculo donde se encontrara. No era intruso en ningún lado. Hasta las víctimas de sus bromas pesadas le rendían culto y respeto, escondiendo un secreto afán por algún día ser como él. Todas las niñas lo querían, y aunque se inició en la sexualidad desde los catorce años (pues las chicas de preparatoria que lo encontraban sumamente atractivo), no hubo quien le pudiera poner un lazo encima. En el 2010, cuando Burton ya estudiaba la universidad, un grupo de estudiantes europeos llegó de intercambio al plantel, y entre ellos estaba Clementine, una estudiante belga que por su grandes posibilidades económicas llegaba a México más que por sus méritos académicos. Su hermosura era tal que tropezaría con estos renglones cientos de veces antes de conseguir hacer un bosquejo de su rostro. Burton y Clementine, eran pues, la pareja ideal. El 7 de noviembre de 2010 sería una fecha que Burton recordaría al igual que cualquier otra: con una exactitud escalofriante. Ha ocho meses exactos de haberse puesto de novio con Clemenine (7 de marzo de 2010), una camioneta Blazzer negra, lo plagiaría entre forcejeos y amenazas, y tras un contundente golpe en la nuca, lo desaparecerían totalmente de las afueras de la ciudad,
donde había ido con Clementine a fumar un cigarrillo de mariguana. Nunca advirtieron la misteriosa camioneta que los estuvo siguiéndo de cerca. Clementine, ante el impresionante suceso, no dejó de gritar en francés improperios desesperados que al llegar la policía no pudo entender. Una semana después, Arturo Burton, homónimo a su hijo, recibió la primera llamada donde se le solicitaban 500 mil pesos. Un simple retiro bancario fue suficiente. Siguieron las indicaciones al pie de la letra: no avisaron de ese movimiento a la policía. Al ser la operación un éxito, los secuestradores repitieron la fórmula: otros 500 mil pesos. Se realizó nuevamente según el plan pero Burton no fue liberado. Clementine, anémica, se alojó en casa de los Burton, quienes prefirieron mantener todo en confidencialidad para no preocupar a nadie. Arturo Burton dejó de asistir a su trabajo. Tanto él como su esposa empezaban a deteriorarse, alimentando su estado de ánimo con alcohol y fumando como... como eso precisamente: como si tuvieran un hijo secuestrado. A dos semanas del plagio recibieron otra llamada: una nueva cantidad: cinco millones de pesos. Arturo exigió una prueba de que su hijo seguía con vida. Por la madrugada un paquete fue lanzado a la puerta de su casa. Era el dedo meñique de la mano izquierda. Los secuestradores quisieron ser considerados y cortándole primero los dedos de esa mano por no
Gato c u e n t o
Óscar Grajeda Peral
perjudicarlo a la hora de escribir. Burton era zurdo. La familia vendió autos y propiedades. Una nueva solicitud: otros cinco millones. La desesperación les llegó a la médula. Vendiéndolo todo, incluso la casa que habitaban, a penas llegarían a la mitad. La deuda fue a dejarlos en la bancarrota y el tiempo se agotaba. Otro dedo apareció por la mañana frente a la puerta. Clementine hizo venir a su padre quien no había conseguido hacer que su hija regresara a su país. Este ayudó a los Burton a completar la deuda. Burton no fue liberado. Movimiento equivocado: Tacha esquina inferior izquierda, o una equivocación: hacerse la pregunta de si en realidad no fue intencional. Esa noche, los secuestradores felices con el nuevo motín, festejando, se excedieron con el alcohol y las drogas. Uno de ellos desató al Burton anémico, barbón, sucio, orinado y cagado encima, para ponerlo sobre una mesa. Lo sujetaron, y con un cuchillo trazaron cuatro líneas sobre su pecho y abdomen inciando un juego macabro. El cuchillo surcó su piel como bisturí de cirujano. Burton estaba tan débil que no pudo hacer nada, más que abrir sus ojos y desorbitarlos al
EL FINAL DE DE LOS MIEDOS EDIOS E L F I N A L D E L O S M I E D O S @ h o t m a i l . c o m
ver la sangre brotar. Las heridas, por suerte, no fueron profundas. Ganó el juego al que le decían (o se llamaba) Pericles. Lo dejaron mal atado a la silla. Burton se dio cuenta de ello y pensó: “Aquí moriré”. Se desamarró con facilidad y a tientas llegó a la puerta de la habitación donde a oscuras siempre le tenían. Pegó oído y al no escuchar nada, abrió con sigilo. La casa estaba a oscuras y al parecer no había nadie. Llegó hasta la puerta de entrada la cual estaba cerrada por dentro, abrió y corrió. Se descubrió en medio de la nada. Una casa en medio de la nada. Un lugar que nunca había visto. A lo lejos empezó a ver luces: un camino. Llegó y paró a un auto. Le contó su historia. Le llevaron hasta su casa. Su familia gastó sus últimos ahorros para salir de la ciudad. Empezar en otra parte. Clementine le dijo a su padre que iría con ellos. Que se quedaríaen México. Que si no quería darle más dinero, estaba bien, trabajaría. Pero no fue así. Círculo esquina inferior derecha y tachón de la victoria o una vida afligida y como Dios camina sobre sus montañas desde el cielo. Los señores Burton, vencidos, deteriorados, murieron a los pocos años. Primero
Arturo, luego su esposa. El patrimonio trabajado por años había sido robado vulgarmente. Burton, ahora aspirante eterno a la clase media, no tuvo forma de continuar sus estudios. No tuvo manera de operarse las cicatrices. Consiguió un trabajo mediocre y la vergüenza le apuntaba con la ausencia de los dos últimos dedos de su mano izquierda. Dese que escapó, liberó su mente de todo pensamiento. Intentaba olvidarlo todo. Sólo pensaba, una que otra vez, en Clementine, con quien ya apuntaba a formar su vida. Clementine, por su parte, siempre estaba a la espera de que Burton se restableciera, llamándole de vez en cuando, pidiéndole que se vieran. Ambos asistían a las citas esperanzados. Él de sortear las penas que lo afligían. Ella, de poder entrar hasta él, de retornar a lo que eran. Esa última reunión, Burtón pidió la palabra. Le confesó que desde una semana atrás, asistía a terapias de grupo para quien vivió un secuestro, y sí, se decían puras tonterías. No le estaban ayudando. Las abandonaría. A menos de una hora, Clementine descubrió en el dorso de Burton esas cicatrices hipertróficas, acariciándolas con ternura, recorriendo las cordilleras que tachas, líneas y círculos formaban por su cuerpo.&