PSICOLOGIA Y EDUCACION ¿Trastornos y manías? A mis niños NO...
Descripción general Estado de Ánimo El Trastorno Bipolar El Trastorno Psicológico Obsesiones y manías El Suicidio Escuela para Padres
EDITORIAL En la actualidad existen diferentes tipos de trastornos psicológicos, los profesionales de la salud mental definen la conducta anormal como un funcionamiento inadaptado de la vida, una seria incomodidad personal o ambos. Hace miles de años las acciones misteriosas se atribuían a poderes sobre naturales y la locura era una señal de que una persona estaba poseída. Existen diferentes teorías sobre la naturaleza de los trastornos psicológicos El modelo biológico: afirma que los trastornos psicológicos tienen una fase fisiológica El modelo psicoanalítico: dice que los conflictos son una expresión del inconsciente El modelo cognoscitivo-conductual: son el resultado del aprendizaje. En los trastornos de ánimo se caracterizan por perturbaciones en el estado de ánimo o un estado emocional prolongado. Aquí se encuentra la depresión: es el más común de todos, la persona se siente triste y pierde en interés en las actividades., Manía y trastorno bipolar: la manía en el menor de todos los trastornos, la gente se vuelve eufórica, y extremadamente activa, y se distrae con facilidad. El suicidio: es la undécima causa de muerte en los estados unidos, el suicidio es el extremo de la depresión y en estos casos es urgente recibir ayuda profesional. Los trastornos de la niñez son característicos de los niños o se manifiestan en la niñez, generalmente se diagnostican en la infancia la niñez o la adolescencia, en estos casos los niños son inquietos, e impulsivos y están en constante movimiento. Realmente la sociedad debe interesarse en este tema de los trastornos psicológicos. Hoy en día vemos personas que no ven interés en las reacciones ante determinadas circunstancias. Tomando como ejemplo la reacción de la Doctora Odesa Enriques unos de los videos más vistos en el internet por los hondureños, en como sus emociones la traicionaron y pudo hasta perder su vida, ante un asalto en el cual no soltó su cartera y fue golpeada. Nosotros debemos interesarnos en conocernos.
Descripción General de los Trastornos del Estado de Ánimo Estadísticas sobre los trastornos del estado de ánimo Uno de cada 33 niños y uno de cada ocho adolescentes sufre de depresión. Según el Instituto Nacional de la Salud Mental (National Institute of Mental Health), que forma parte de los Institutos Nacionales de la Salud (National Institutes of Health) las investigaciones indican que, actualmente, los episodios de depresión se presentan más precozmente que en décadas anteriores. La depresión de aparición temprana suele persistir, volver a presentarse o continuar en la edad adulta. La depresión en la juventud puede ser también el indicio de una enfermedad más grave en la edad adulta.
¿Qué son los trastornos del estado de ánimo? Una categoría de problemas de salud mental que incluyen todos los tipos de depresión y de trastorno bipolar, los trastornos del estado de ánimo, a menudo se denominan trastornos afectivos. Durante la década de los ochenta, los profesionales de la salud mental comenzaron a reconocer los síntomas de los trastornos del estado de ánimo en niños y adolescentes, así como en adultos. Sin embargo, los niños y adolescentes no necesariamente experimentan o exhiben los mismos síntomas que los adultos. Es más difícil diagnosticar los trastornos del estado de ánimo en los niños, especialmente porque ellos no siempre son capaces de expresar cómo se sienten. Hoy en día, los médicos e investigadores creen que los trastornos del estado de ánimo en los niños y adolescentes siguen siendo uno de los problemas de la salud mental que se diagnostica con menos frecuencia. Los trastornos del estado de ánimo en los niños los pone en riesgo de sufrir otros trastornos (más a menudo trastornos de la ansiedad, comportamiento perturbador y trastornos de abuso de sustancias) que pueden persistir mucho después de haber solucionado los episodios de depresión iniciales.
¿Qué causa los trastornos del estado de ánimo? Las causas de los trastornos del estado de ánimo en los niños no se conocen con precisión. Existen unas sustancias químicas en el cerebro que son responsables de los estados de ánimo positivos. Otras sustancias químicas del cerebro, llamadas neurotransmisores, regulan aquellas sustancias que afectan el estado de ánimo. Es muy probable que la depresión (y otros trastornos del estado de ánimo) sea causada por un desequilibrio químico en el cerebro. Los acontecimientos de la vida (como los cambios no deseados) también pueden contribuir a causar este desequilibrio químico. Los trastornos afectivos suelen presentarse dentro del mismo grupo familiar y se consideran herencia multifactorial. "Herencia multifactorial" significa que depende de "muchos factores". Los factores que producen el rasgo o condición generalmente son tanto genéticos y ambientales, con la participación de una combinación de genes de ambos padres. A menudo un sexo (el masculino o el femenino) suele estar afectado más frecuentemente que el otro en cuanto a los rasgos multifactoriales. Parece haber un umbral de expresión diferente, lo que significa que un sexo tiene mayor probabilidad de mostrar el problema que el otro.
¿A quiénes afectan los trastornos del estado de ánimo?
Cualquier persona puede sentirse triste o deprimida a veces. Sin embargo, los trastornos del estado de ánimo son más intensos y más difíciles de controlar que estos sentimientos de tristeza normales. Los hijos de alguien que sufre un trastorno del estado de ánimo tienen mayores posibilidades de desarrollar también un trastorno de este tipo. No obstante, se debe también tener en cuenta que el estrés y ciertos acontecimientos en la vida pueden exponer o potenciar los sentimientos de tristeza o depresión y hacerlos más difícil de controlar.
A veces, los problemas cotidianos pueden desencadenar un episodio de depresión. Existen determinadas situaciones como por ejemplo, un divorcio, la muerte de un ser querido, el fin de una relación afectiva o los problemas académicos, donde la presión puede resultar difícil de sobrellevar. Como consecuencia de esto y el estrés, un adolescente puede experimentar ciertos sentimientos de tristeza o depresión o, si padece un trastorno del estado de ánimo, es posible que le sea más difícil controlarlo. La posibilidad de padecer depresión en las mujeres en la población general es casi el doble (12 por ciento) que en los hombres (6.6 por ciento). Una vez que una persona de la familia recibe el diagnóstico, aumenta la probabilidad de que los hermanos y los hijos reciban un diagnóstico similar. También los familiares de personas depresivas corren un riesgo mayor de sufrir un trastorno bipolar (síndrome maníaco depresivo). La probabilidad de que los hermanos o hijos de una persona depresiva sufran también un trastorno bipolar es del 0,3 al 2 por ciento.
¿Cuáles son los síntomas de los trastornos del estado de ánimo? Los niños, según la edad y el tipo de trastorno del estado de ánimo presente, pueden mostrar diferentes síntomas de depresión. A continuación, se enumeran los síntomas más comunes de un trastorno del estado de ánimo. Sin embargo, cada niño y cada adolescente puede experimentarlos de una forma diferente. Los síntomas pueden incluir:
La probabilidad de sufrir el síndrome maníaco depresivo (o trastorno bipolar) en los hombres y mujeres de la población general es de alrededor del 2.6 por ciento. Una vez que una persona de la familia recibe el diagnóstico, aumenta la probabilidad de que los hermanos y los hijos reciban un diagnóstico similar. También los familiares de personas maníaco depresivas corren un riesgo mayor de sufrir depresión. La probabilidad de que los hermanos o hijos de una persona con este síndrome sufran de depresión es del 6 al 28 por ciento.
¿Cuáles son los distintos tipos de trastornos del estado de ánimo?
Los siguientes, son los tipos de trastornos del estado de ánimo que sufren con mayor frecuencia niños y adolescentes:
Depresión grave - estado de ánimo deprimido o irritable o una marcada disminución en el interés o placer por las actividades habituales, junto con otros signos, que se prolonga, al menos, por dos semanas.
Trastorno distímico (distimia) - estado de ánimo crónico, de bajo grado, deprimido o irritable que perdura por lo menos durante un año. Trastorno bipolar (síndrome maníaco depresivo) - episodios maníacos (período de euforia), generalmente intercalados con períodos de depresión. Trastorno del estado de ánimo debido a una afección médica general - muchas enfermedades médicas (incluyendo el cáncer, lesiones, infecciones y enfermedades médicas crónicas) pueden desencadenar síntomas de depresión. Trastorno del estado de ánimo producido por sustancias - síntomas de depresión debidos a los efectos de la medicación u otras formas de tratamiento, drogadicción o exposición a toxinas.
Sentimientos persistentes de tristeza Sentimiento de desesperanza o desamparo Baja autoestima Sensación de ineptitud Culpabilidad excesiva Deseos de morir Pérdida de interés en actividades habituales o actividades que antes se disfrutaban Dificultad en las relaciones Alteraciones del sueño (por ejemplo, insomnio, hipersomnia) Cambios del apetito o del peso Disminución de la energía Dificultad para concentrarse Disminución de la capacidad de tomar decisiones Pensamientos suicidas o intentos de suicidio Molestias físicas frecuentes (por ejemplo, dolor de cabeza, dolor de estómago, fatiga) Intentos o amenazas de escaparse del hogar Hipersensibilidad ante el fracaso o el rechazo Irritabilidad, hostilidad, agresión
¿Cómo se diagnostican los trastornos del estado de ánimo?
Prevención de los trastornos del estado de ánimo:
Los trastornos del estado de ánimo son trastornos médicos reales. No son algo que el niño simplemente vaya a "superar".
Hasta el momento, no se conocen medidas preventivas que permitan reducir la incidencia de los trastornos del estado de ánimo en los niños. Sin embargo, la detección e intervención tempranas pueden reducir la gravedad de los síntomas, estimular el crecimiento y el desarrollo normal del niño, y mejorar la calidad de vida de los niños que tienen trastornos del estado de ánimo.
Un psiquiatra u otro profesional de la salud mental normalmente diagnostican los trastornos del estado de ánimo a partir de una evaluación psiquiátrica completa. Además de la información que brindan los maestros y los profesionales de la salud, para hacer el diagnóstico también puede ser útil evaluar la familia del niño, cuando sea posible.
Tratamiento de los trastornos del estado de ánimo: El tratamiento específico de los trastornos del estado de ánimo será determinado por el médico basándose en lo siguiente:
La edad de su hijo, su estado general de salud y sus antecedentes médicos La extensión de los síntomas de su hijo El tipo de trastorno del estado de ánimo La tolerancia de su hijo a determinados medicamentos o terapias Las expectativas para la evolución del trastorno Su opinión o preferencia
Los trastornos del estado de ánimo a menudo pueden ser tratados eficazmente. El tratamiento debe estar siempre basado en una evaluación exhaustiva del niño y la familia. El tratamiento puede incluir (solo o en combinación):
Medicamentos (especialmente cuando se los combina con psicoterapia, han probado ser efectivos para el tratamiento de los trastornos del estado de ánimo en niños y adolescentes) Psicoterapia (en la mayoría de los casos, terapia cognitivo-conductista o interpersonal orientada a modificar la visión distorsionada que el niño tiene de sí mismo y de su entorno, con énfasis en las relaciones complicadas y la identificación de los factores de estrés en el entorno del niño para aprender a evitarlos) Terapia familiar Consulta con la escuela del niño
Los padres tienen un rol vital de apoyo en cualquier proceso de tratamiento.
http://www.uchicagokidshospital.org/online-library/content=s05685
ESCUELA PARA PADRES LAS MANIAS EN LOS NIÑOS
Todos tenemos alguna manía aprendida que nos procede de la infancia o adolescencia. No es raro encontrarse con personas adultas que se tocan el pelo compulsivamente o que repiten una coletilla al hablar.
Son pequeños hábitos adquiridos desde hace tiempo y complicados de erradicar puesto que nos ayudan a canalizar nuestra ansiedad en ese momento o simplemente a encontrarnos más tranquilos en una conversación. Cuando somos niños aprendemos una serie de conductas repetitivas que son muy útiles para crear una rutina, pero a medida que se va creciendo, el niño debe adaptarse al ritmo familiar y no generar manías que impidan la dinámica familiar. A menudo nos encontramos con niños que no quieren determinado tipo de ropa o algunas comidas, los padres lo aceptan al ser pequeños y fomentan estos hábitos pero cuando el niño crece no puede mantenerlas porque entorpece la normalidad familiar. No se puede permitir que un niño no coma determinado alimento porque de pequeño lo vomitaba por ejemplo, con ciertas edades tendremos que empezar a fomentar la alimentación variada y a no sucumbir a sus gustos, ni elaborar comidas específicas para ellos, si lo hacemos seguiremos fomentando el mal hábito en el niño, y además seres unos padres que no pone ciertos límites. Tengamos en cuenta que los tics y las manías infantiles sirven al niño para algo concreto, son conductas que se inician para cubrir alguna necesidad o para reducir algún mal sentimiento como la ansiedad. Por este motivo será importante que le vayan desapareciendo ya que el niño tiene que aprender poco a poco habilidades para cubrir estas necesidades o para controlar la ansiedad; desde luego sus manías y tics no son la solución. Existen diferencias entre tics y manías, no son los mismos, aunque el resultado que se consigue al sufrirlas es muy parecido para los niños.
Las manías son costumbres o conductas repetidas a diario o muy a menudo que ayudan al niño a controlar algunos acontecimientos externos. Desde que nace el niño está sometido a una serie de rutinas como la hora de comer, del baño, etc. A medida que va creciendo estas rutinas pueden reforzarse y otras desaparecer: por ejemplo: el niño que no duerme si no es en su cama o el que no hace caca si no es en su orinal. Son hábitos adquiridos, lo contrario o diferente les genera ansiedad, por eso es importante darle tiempo para que se habitúe a lo nuevo. Tengamos en cuenta que las manías llevadas al extremo pueden empezar a interferir en el desarrollo del niño o en la comunicación con su ambiente. Es fácil que no se adapte a la guardería o que no quiera separarse de los padres lo cual será complicado para los demás. Los tics son otro tipo de conductas muy repetitivas e incontrolables por la personas, aparecen en situaciones de estrés o ante algo novedoso que da miedo al niño. Son muy característicos en niños pequeños que son tímidos o muy sensibles, sus tics le ayudan a controlar la ansiedad aunque ni ellos mismos se den cuenta. Los más típicos son morderse las uñas, abrir y cerrar fuerte los ojos repetidamente, arrancarse el pelo o las pestañas. Son a menudo movimientos bruscos de algún órgano, a veces también en manos y piernas. Van a aparecer principalmente cuando hay fatiga o irritabilidad o cuando el niño se encuentra sometido a una gran presión. Ante la presencia de familiares y amigos también aparecen, sobre todo por la presión que en el niño genera la posible evaluación negativa de estas personas a las que él quiere agradar. Habitualmente suelen desaparecer a medida que el niño va creciendo y es mucho mejor no darles ninguna importancia. Si el tiempo o la frecuencia del movimiento nos preocupan podremos acudir a un profesional que nos ayude aunque para el niño esto debe ser tratado desde la más absoluta normalidad. Trataremos de que no se sienta diferente para así no provocarle presión, ya que es uno de sus principales enemigos. Acudir al médico o al terapeuta tiene que ser como un juego para él. Al ser un problema de ansiedad los ansiolíticos y los relajantes funcionan en un primer momento, pero al no controlar la conducta y buscar el foco de procedencia, al dejar la medicación aparecen recaídas. El niño no ha aprendido a controlar su problema, con lo cual seguirá igual tras la medicación, aunque puede ser de gran ayuda en el aprendizaje en autocontrol
A nivel psicológico, lo más eficaz va a ser las técnicas de relajación y el entrenamiento en autocontrol en el que el niño va a aprender a detectar cuando la situación le está provocando ansiedad y cuando le puede sobrevenir el tic. Si lo detecta a tiempo podrá controlarlo dándose una orden negativa para no llevarlo a cabo. Desde el punto de vista de los padres la mejor actitud desde un principio es no darle importancia. Deben considerarlo como algo normal de la edad de su hijo y no prestarle demasiada atención, así el niño tampoco lo hará y desaparecerá con el tiempo. Si el tic o la manía de nuestro hijo se convierte en un estímulo aversivo estaremos perdidos, si reñimos al niño cada vez que lo hace, y le damos importancia intentando disuadirle de que no lo haga y haciéndole sentir mal, conseguiremos que para él sea un defecto y que se considere alguien anormal, de esta forma la ansiedad aumentará y el tic también. Será importante que aleccionéis a familiares y amigos en estos pequeños trucos para que no sean ellos los que fomenten el malestar (sobre todo abuelos y tíos allegados). Tengamos en cuenta que los niños siempre quieren agradar a sus mayores y quieren ser valorados. Si convertimos el tic en la comidilla del barrio, el niño se sentirá infravalorado y con algo mal que no puede controlar. Disminuirá su autoestima y su autocrítica irá en aumento. Aparecerán conductas perfeccionistas para agradar siempre y estaremos formando el caldo de cultivo para crear una personalidad ansiosa que más adelante le puede traer muchos problemas. Tened en cuenta que por estadísticas la mayoría de los niños no necesitan tratamiento y sus tic desaparecen en meses o al año, tened paciencia y dejadle crecer tranquilo.
EL TRASTORNO BIPOLAR Una condición mental difícil de diagnosticar y tratar El trastorno bipolar está caracterizado por la presentar uno o más episodios con niveles anormalmente elevados de energía y del estado de ánimo. Los pacientes afectados suelen padecer también episodios de depresión, motivo por el cual es imprescindible obtener un buen historial e información colateral para poder llegar al diagnóstico de bipolaridad. Aunque este es un trastorno afectivo, cuando se presentan episodios de depresión bipolar, el tratamiento no debe ser como el de una depresión unipolar. Frecuentemente leemos, en discusiones entre compañeros de trabajo y ni hablar del seno del hogar, que tal o cual persona actúa de tal manera porque es un “bipolar”. Cabe preguntarnos si nuestra sociedad comprende en realidad esta situación o usa el término genéricamente porque es un diagnóstico psiquiátrico de moda. A continuación describiremos brevemente esta condición mental: el trastorno bipolar es una enfermedad que causa cambios de humor extremos. Está caracterizado por la presencia de uno o más episodios con niveles anormalmente elevados de energía y del estado de ánimo. Esta condición, clínicamente, se refleja en estados de manía o, en casos más leves, hipomanía, junto con episodios concomitantes o alternantes de depresión.
El afectado suele oscilar entre la alegría y la tristeza de una manera mucho más marcada que las personas que no padecen esta patología.
Trastorno bipolar I
Tratamiento
Existen vario tipos de trastorno bipolar. En el Trastorno Bipolar I, el individuo presenta situaciones extremas de manía. Muchos pacientes muestran una ansiedad severa con ira cuando se encuentran en un periodo maníaco (hasta el punto de la furia), mientras que otros se vuelven eufóricos y grandiosos.
Actualmente, no existe cura para el trastorno bipolar, pero puede ser controlado. El objetivo del tratamiento consiste en un control eficaz del curso de la enfermedad a largo plazo, lo que puede suponer el tratamiento de los síntomas emergentes. Para lograrlo se emplean, técnicas farmacológicas y psicológicas. El tratamiento farmacológico se basa en el uso de estabilizadores de ánimo y, en la mayoría de los casos, conlleva el uso de combinaciones de medicamentos.
En el periodo maníaco, el incremento en la energía y en las actividades es muy común, además de que el paciente suele tener verborrea. La necesidad de dormir se encuentra disminuida. Además, la persona tiende a distraerse rápidamente y puede manifestar e incluso llevar a la práctica ideas irreales, grandiosas y sobre optimistas. Debido a todo esto, las facultades sociales se ven disminuidas y las ideas poco prácticas suelen llevar a indiscreciones tanto financieras como amorosas. Durante estos episodios maníacos el paciente puede terminar hospitalizado involuntariamente o hasta terminar arrestado.
Cabe recalcar que la depresión bipolar no se trata farmacológicamente igual que la depresión unipolar, ya que podríamos propiciar el resurgimiento de un episodio hipomaniaco o, peor aún, maníaco.
Trastorno bipolar II En el Trastorno Bipolar II la elevación de la hipomanía no llega a los extremos de la manía. Esto hace que el trastorno tipo II sea más difícil de diagnosticar, ya que los episodios de hipomanía pueden simplemente parecer como periodos de una alta productividad del individuo. La hipomanía es generalmente un episodio disruptivo menor que la manía y las personas que se encuentran en este episodio usualmente experimentan los síntomas de la manía en menor grado o número (menos síntomas). La duración es regularmente menor que en la manía. Este es considerado como un periodo de creatividad del desorden, que se caracteriza por una gran cantidad de ideas, un pensamiento extremadamente ingenioso y un incremento en la energía.
Periodo depresivo Las señales y los síntomas del periodo depresivo en el trastorno bipolar incluyen, pero no se limitan a: Otro aspecto importante es que los pacientes suelen presentar fases depresivas durante más tiempo en sus vidas que los periodos de elevación de ánimo. Los síntomas y signos de la depresión bipolar son los mismos que los de un episodio de depresión mayor (unipolar).
Para hacer aún más retante el diagnóstico, los pacientes tienden a visitar a su médico cuando están deprimidos y, por ende es necesario obtener un buen historial e información colateral para poder llegar al diagnóstico de bipolaridad.
Ánimo fuera de control: el trastorno bipolar Una enfermedad del ánimo que afecta a cerca del 1% de la población mundial; si bien no tiene ura, se puede sobrellevar mediante un adecuado control médico. ¡Goooooooool!, ¡goool!, ¡gool! El anotador del tanto futbolero corre por la cancha con renovados bríos, con agilidad asombrosa y fuerza que se antoja increíble, ejecuta una maroma en el aire, cae de pie, sigue corriendo, se abraza a los compañeros que lo persiguen por la cancha en sus festejos. La emoción no le cabe en el pecho, grita una y otra vez: soy el mejor, el único, el número uno. Levanta el índice hacia el cielo y soporta el peso de sus compañeros que le caen encima. El estruendo en el estadio es ensordecedor, los seguidores del equipo que anotó brincan de júbilo, gritan, se abrazan. Todo es euforia y apasionada locura.
Ahora imaginemos la situación que vive Clotilde, que lleva meses en una relación amorosa con Rogelio tan intensa, que ha descuidado sus estudios y acaba de enterarse de que reprobó tres de las seis materias que cursa en la facultad de ingeniería. Para colmo de males, Rogelio decidió dar por terminada la relación sin dar una explicación clara. “Necesitamos darnos tiempo”, dijo al despedirse de Clotilde. Desde entonces ella duerme mal, se ha vuelto retraída y no quiere hablar con nadie; ni siquiera contesta el teléfono. Cuando se ve obligada a hablar, lo hace en voz baja y con monosílabos. Ha descuidado su arreglo personal y no tiene ganas de comer. Llora con mucha frecuencia, sobre todo cuando alguien le recuerda a Rogelio. Se siente una buena para nada, todo le da flojera y no puede ni pensar. Por más esfuerzos que hace no logra concentrarse para estudiar y siente que está perdiendo la memoria.
Lo más común es que el trastorno bipolar se inicie en la adolescencia, pero hay otra etapa de alta probabilidad de inicio entre los 30 y los 40 años. Algunas veces los primeros episodios son depresivos, de manera que se confunde con otro trastorno afectivo llamado depresión mayor de tipo recurrente. Cuando se presenta un episodio maniaco se confirma el diagnóstico de bipolaridad; pero cuando el primer episodio es maniaco no es necesario esperar las manifestaciones depresivas para establecer el diagnóstico. Mediante una técnica especial de captación de imágenes por resonancia magnética, un grupo de científicos ha descubierto que el cerebro de personas con trastorno bipolar tiene una serie de rasgos característicos diferenciales que habían pasado desapercibidos hasta ahora. En particular, los investigadores han descubierto diferencias significativas en la sustancia blanca y en el cerebelo, un área no relacionada anteriormente con el trastorno. Curiosamente, las diferencias en el cerebelo no estaban presentes en pacientes que tomaban litio, el tratamiento más habitual para el trastorno bipolar. El estudio examinó a 15 pacientes con trastorno bipolar y a 25 sujetos sin el trastorno pero coincidentes en edad y sexo. Los pacientes bipolares estaban todos en el estado de ánimo normal (ni deprimidos ni eufóricos) durante el estudio. Se comprobó que, en comparación con las personas sin trastorno bipolar, la señal medida con esta técnica de resonancia magnética en los pacientes afectados se encontraba aumentada en la sustancia blanca cerebral y en la región del cerebelo. Los motivos de que la señal fuera elevada podrían ser una reducción en el pH o en la concentración de glucosa, ambos factores influidos por el metabolismo celular.
Investigaciones previas habían sugerido que un metabolismo celular anómalo podría desempeñar un importante papel en el trastorno bipolar, pero los métodos disponibles hasta el momento eran lentos, de baja resolución y precisaban que los investigadores identificaran la región de interés al principio del estudio.
Caso de bipolaridad: La historia de Jaime: “La mayor parte de mi vida me he sentido decaído y triste. Acostumbraba faltar al colegio cuando me sentía así porque simplemente no podía levantarme de la cama. Al principio no le daba demasiada importancia a estos estados de ánimo. “También he tenido períodos en que me sentía extraordinariamente bien, como si tuviera la capacidad de hacer cualquier cosa. Me sentía con mucha energía y necesitaba dormir menos de lo normal. Algunas veces mis amigos me decían que hablaba demasiado rápido. Pero a mí me parecía que todos a mí alrededor eran demasiado lentos. “Mi trabajo se hacía más estresante cada semana y los periodos de euforia y decaimiento se presentaban cada vez con mayor frecuencia. Mi esposa y mis amigos decían que estaba actuando de una manera bastante diferente a lo normal. Yo les contestaba que todo estaba bien, que no tenía ningún problema y que me dejaran tranquilo. “De pronto no pude seguir manteniendo este ritmo. Dejé de ir a trabajar y permanecí en cama por varios días. Me sentía como si ya no valiera la pena seguir viviendo. Mi esposa hizo una cita para que viera a nuestro médico de cabecera y ella me acompaño. El doctor me examinó y me envió a ver a un psiquiatra experto en el tratamiento de problemas como los que yo tenía. “El psiquiatra conversó conmigo sobre cómo me sentía y cómo había estado actuando durante los últimos seis meses. Además hablamos acerca de mi abuelo quien también había tenido períodos de euforia y decaimiento como yo. Hasta ese momento períodos de euforia y decaimiento eran realmente períodos de “manía” y “depresión” causados por una enfermedad que puede ser tratada. 2 lo que yo tenía. Fue un gran alivio saber que los pero cuando el doctor lo explicó, me pareció que era yo no conocía el concepto de “trastorno bipolar”, “Desde hace cuatro meses estoy tomando una medicina que mantiene estable mi estado de ánimo y veo a mi psiquiatra una vez al mes. También estoy en “terapia de diálogo” con otro especialista, la cual me ayuda a lidiar con esta enfermedad en mi vida diaria. “Las primeras semanas, antes de que la medicina y la terapia de diálogo comenzaran a surtir efecto, fueron difíciles. Pero ahora los cambios en mi estado de ánimo son mucho menos severos y no suceden con tanta frecuencia. Puedo ir a trabajar todos los días y estoy comenzando a disfrutar nuevamente la vida con mi familia y mis amigos”. Muchas personas tienen trastorno bipolar pero no lo saben. Este folleto puede ayudar. Le muestra cuatro pasos que puede tomar para obtener ayuda. 3 entender el trastorno bipolar y para obtener ayuda.
Síntomas de depresión (ánimo bajo o decaimiento) Cuatro pasos para entender el trastorno bipolar y obtener ayuda: Observe si usted tiene síntomas de trastorno bipolar. Reconozca que el trastorno bipolar es una enfermedad real. Visite a su doctor para ser examinado. Hable con él acerca de cómo usted se siente. Obtenga tratamiento para su trastorno bipolar. Usted puede mejorar.
Estoy muy triste la mayor parte del tiempo. No disfruto de las cosas que siempre disfruté. No duermo bien durante la noche y estoy muy intranquilo. Siempre estoy cansado. Es difícil levantarme de la cama. No tengo mucho apetito. Tengo ganas de comer todo el tiempo. Tengo muchos dolores que no desaparecen.
Paso 1
Tengo poca o ninguna energía sexual.
Lea la siguiente lista.
Tengo dificultad para concentrarme y me olvido de las cosas.
Ponga una marca al lado de cada uno de los síntomas que usted tenga actualmente o haya tenido anteriormente:
Me enojo con todo y con todos.
Síntomas de manía (ánimo elevado o euforia)
No tengo ganas de hablar con otras personas.
Me siento invencible.
Ciento que no hay razón para vivir, nada bueno me va a suceder.
Me siento poderoso.
No me siento a gusto conmigo mismo.
Puedo hacer cualquier cosa que desee, nada me puede detener.
Me siento mal la mayor parte del tiempo.
Tengo muchísima energía.
Pienso mucho en la muerte.
Necesito dormir menos.
Inclusive pienso en cómo podría suicidarme.
Me siento angustiado y con miedo, pero no sé por qué.
Me siento inquieto todo el tiempo. Me siento muy enojado. Tengo mucha energía sexual
Otros síntomas del trastorno bipolar
No me puedo concentrar en algo por mucho tiempo. Algunas veces no puedo parar de hablar y hablo muy rápido.
Tengo cambios extremos de ánimo: periodos de ánimo muy bajo que alternan con periodos de ánimo muy alto.
Gasto mucho dinero en cosas que no necesito y que significan un gasto que no puedo afrontar.
Estos cambios de ánimo me causan problemas laborales y familiares.
Mis amigos me dicen que estoy actuando de manera diferente.
Paso 2
Me dicen que inicio peleas, hablo más alto y me enojo más
Reconozca que el trastorno bipolar es una enfermedad real. El trastorno bipolar no se refiere simplemente a buenos y malos momentos de la vida, va mucho más allá de ellos. Es una enfermedad médica seria que afecta al cerebro.
¿Qué causa el trastorno bipolar?
Terapia de diálogo
Quizás usted se pregunte el porqué de estos períodos de euforia y decaimiento. Las causas pueden ser varias:
En la terapia de diálogo usted habla con un psicólogo, trabajador social o consejero, quienes le ayudan a cambiar la manera en que el trastorno bipolar le hace pensar, sentir y actuar. Pregunte a su psiquiatra a quién debe usted acudir para recibir esta clase de terapia.
El trastorno bipolar puede presentarse debido a cambios que ocurren en su cerebro. Algunas familias tienen tendencia a sufrir del transtorno bipolar. Esto significa que madre, tío, tía, primo, prima, hermano, hermana). A veces la causa del trastorno bipolar es incierta. El trastorno bipolar es una enfermedad seria, pero se puede tratar. Usted puede mejorar.
Paso 3 Comuníquese con su médico. No espere. Hable con su médico sobre cómo se siente. Hágase un chequeo médico para descartar otras enfermedades que pueden estar causando los cambios en su estado de ánimo. Pídale a su médico que lo envié donde un psiquiatra (un médico capacitado para ayudar a personas con trastorno bipolar).
Paso 4 Obtenga tratamiento para su trastorno bipolar. Usted puede mejorar. Hay dos tipos comunes de tratamiento bipolar: (1) con medicinas y (2) mediante terapia “de diálogo”. Generalmente el resultado es mejor cuando se reciben ambos tratamientos juntos. Es importante obtener ayuda porque el trastorno bipolar puede empeorar sin tratamiento. El trastorno bipolar es una enfermedad de largo plazo que debe ser tratada de por vida. Con medicinas Comuníquese con el psiquiatra que su médico le recomendó. El psiquiatra puede recetarle medicinas que controlen los 13 otros medicamentos. Cambios extremos de ánimo las cuales se conocen como “estabilizadores del ánimo”. Quizá también necesite tomar (2) mediante terapia “de diálogo”. Las medicinas pueden tardar varias semanas decirle a su psiquiatra cómo se siente. Si no está mejorando, quizá necesite cambiar de medicinas hasta encontrar la más apropiada para su caso. Las medicinas algunas veces causan “efectos secundarios” indeseables. Usted puede sentir cansancio o malestar estomacal, o tener la visión borrosa. Informe a su psiquiatra si tiene estos u otros efectos secundarios.
EL TRASTORNO PSICOLÓGICO Las enfermedades mentales o trastornos psicológicos son alteraciones de los procesos cognitivos y afectivos del desarrollo, consideradas como anormales con respecto al grupo social de referencia del cual proviene el individuo.
Depresión Enfermedad o trastorno mental que se caracteriza por una profunda tristeza, decaimiento anímico, baja autoestima, pérdida de interés por todo y disminución de las funciones psíquicas.
El trastorno afectivo estacional (SAD, por sus siglas en inglés) es un tipo de depresión que surge durante los meses de invierno, cuando hay menos luz solar natural. Las personas que sufren de SAD suelen salir de su depresión durante los meses de primavera y verano. El trastorno depresivo mayor es una forma de depresión severa que interfiere con la capacidad de una persona para comer, dormir, trabajar, estudiar o participar en las actividades diarias, como lo haría normalmente. Los episodios depresivos mayores suelen durar al menos dos semanas. Para la mayoría de las personas, un episodio de depresión mayor puede ocurrir sólo una vez, pero para algunas, puede volver a ocurrir a lo largo de su vida.
¿Qué causa la depresión? A veces la depresión no tiene causa aparente, pero en otros casos, puede ser causada por un factor o por un número de factores. Éstos son algunos de ellos:
La depresión postparto es un tipo de depresión que se produce en las madres primerizas dentro del primer mes del parto. Es muy posible que la depresión posparto sea causada por los grandes cambios que ocurren en los niveles hormonales después del parto. Hay varios factores que pueden contribuir a la depresión postparto, incluyendo: tener un historial de depresión, ser joven, y tener poco apoyo de familiares y amigos.
• Genética. Si hay un historial de depresión en tu familia, es posible que haya un vínculo genético o biológico, que hace que la enfermedad sea más común entre tus familiares. • Bioquímica. En algunos casos, las sustancias químicas del cerebro que controlan tu estado de ánimo podrían estar desequilibradas. • Un evento o una cadena de eventos estresantes como un divorcio o conflictos familiares, abuso físico o sexual, acoso escolar una violación, la muerte de un ser querido, o la ruptura de una relación. • Personalidad. Ciertos tipos de personalidad tienen un mayor riesgo de depresión que otros. Esto incluye a las personas que tienden a ser ansiosas, tímidas, perfeccionistas o a las que tienen una baja autoestima.
El trastorno distímico es un tipo de depresión que no necesariamente impide por completo que una persona funcione normalmente, pero sí la mantiene en un estado de desánimo constante. Los trastornos distímicos son crónicos y de larga duración; a veces duran hasta dos años.
El trastorno bipolar es una forma de la enfermedad maníaco-depresiva que puede caracterizarse por “altos” y “bajos” extremos en el estado de ánimo de una persona. Si piensas que estás sufriendo de depresión, habla con tu médico, consejero u otro profesional de la salud mental. Estos profesionales pueden ayudarte a lidiar con tus sentimientos, darte un diagnóstico y brindarte el apoyo que necesitas para manejar tu depresión.
CUAL ES LA SOLUCIÓN ¿Quieres saber los síntomas de la depresión?
Que no encuentres la solución o una salida a esa situación desagradable, no quiere decir que no exista. Tan solo quiere decir que todavía no la has encontrado.
Las personas experimentan la depresión de diferentes maneras, dependiendo del tipo de depresión y de las diferencias de cada persona. Los síntomas más comunes en todos los tipos de depresión incluyen:
Que el presente sea de un modo determinado no significa que nada vaya a cambiar en el futuro. Si hay algo que impregna por completo la vida es precisamente el cambio. Nada es para siempre, ni lo bueno ni lo malo. Por tanto, piensa que, en el futuro, todo puede ser diferente.
• Tristeza que no desaparece; • Aburrimiento; • Sentimiento de irritabilidad o ansiedad; • Pérdida de interés en pasatiempos y actividades normales; • Pérdida de apetito; • Irregularidad en los hábitos del sueño; • Arrebatos de gritos o llanto inexplicables; • Un comportamiento imprudente o riesgoso como el abuso de alcohol o drogas. Todo el mundo se siente o actúa así de vez en cuando. Pero para las personas que sufren de depresión, los sentimientos pueden ser más severos y constantes;
TIPS
Proponte cambiar las cosas Acepta que tus deseos no siempre se hacen realidad Piensa soluciones Deja de despreciarte, culparte y criticarte Sal de ti Vive el presente mismo Haz un esfuerzo para ser más optimista
TDAH son las siglas de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad. Se trata de un trastorno de carácter neurobiológico originado en la infancia que implica un patrón de déficit de atención, hiperactividad y/o impulsividad, y que en muchas ocasiones está asociado con otros trastornos comórbidos. Es fundamental para el diagnóstico de TDAH evaluar que estos síntomas nucleares que hemos comentado (déficit de atención, hiperactividad e impulsividad) se presenten: 1. Desde una edad temprana: antes de los 12 años 2. Con una intensidad y frecuencia superior a la normal para la edad y la etapa de desarrollo del niño. 3. Que deterioren o interfieran de forma significativa en el rendimiento del niño en dos o más de los ámbitos de su vida: escolar o laboral, familiar y social. 4. No ser causados por otro problema médico, un tóxico, una droga u otro problema psiquiátrico. Pese a que pueda existir sospecha clínica en niños de menos de 6 años el diagnóstico de TDAH requiere haber superado esta edad. Además, es frecuente que el TDAH se reconozca en los niños cuando comienza la educación primaria, coincidiendo con dificultades en el rendimiento escolar y la presentación de disfunciones sociales.
ORIGEN Debido a la complejidad del TDAH, no puede identificarse una sola causa. Se considera que es un trastorno heterogéneo con diferentes subtipos, resultado de las distintas combinaciones de los diversos factores de riesgo que actúan conjuntamente.
De hecho, una persona con TDAH tiene de 6 a 7 veces más probabilidades de tener otro trastorno psiquiátrico o trastorno del aprendizaje. *Adaptado
de
la
GPCM
del
Ministerio
de
Sanidad
Política
Social
e
Igualdad,
2010.
Realidad Social Pese a la alta prevalencia del TDAH, nos encontramos ante una realidad social de desconocimiento sobre el trastorno. En un estudio realizado en España con el objetivo de conocer el grado de conocimiento sobre el TDAH de la población general, solamente un 4% de los encuestados reconocían el término TDAH y un 33% consideraba que el TDAH se debía a un entorno familiar o escolar desorganizado.
CASO Jack, el hijo de Lisa, siempre había sido tremendo. Incluso cuando iba a parvulario, revolvía toda la casa como si fuera un torbellino, gritaba, se enzarzaba en peleas y se subía a todos los muebles. Ningún juguete ni actividad captaban su interés durante más de pocos minutos seguidos, se despistaba a menudo y actuaba de forma impulsiva, como si no fuera consciente de los peligros que entraña una calle transitada o un centro comercial atiborrado de gente. Educar a Jack era realmente agotador, pero en aquel entonces a Lisa no le preocupaba demasiado. "Así son los niños pequeños", se decía. Pero, cuando cumplió ocho años, Jack seguía siendo igual de difícil de controlar. Era una verdadera lucha conseguir que se centrara hasta en la más sencilla de las tareas, desde hacer los deberes hasta cumplir con sus quehaceres domésticos. Cuando los comentarios de los profesores de Jack sobre su falta de atención y sus problemas de comportamiento empezaron a ser demasiado habituales para que su madre los pudiera ignorar, esta decidió llevarlo al pediatra, quien le recomendó que lo evaluaran para ver si padecía un trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).
Sin embargo, sí que se ha identificado que las causas del TDAH se deben a factores principalmente genéticos y ambientales (prenatales, perinatales, y posnatales).
El TDAH es un trastorno del comportamiento bastante frecuente, ya que se estima que afecta a entre el 8 y el 10% de los niños en edad escolar. Los niños son tres veces más propensos que las niñas a padecerlo, aunque todavía se desconoce la causa.
Se consideran factores ambientales del TDAH (entre otros): los traumatismos craneoencefálicos en la infancia, las infecciones del sistema nervioso central, la prematuridad, la encefalopatía hipóxico-isquémica, el bajo peso al nacimiento o el consumo de tóxicos como el alcohol o el tabaco en el embarazo.
Los niños con TDAH actúan sin pensar, son hiperactivos y tienen problemas de concentración. Pueden entender lo que se espera de ellos pero tienen dificultades para completar las tareas, ya que les cuesta estarse quietos, prestar atención y atender a los detalles.
El TDAH tiene una heredabilidad del 76% (es decir, que en una población media, el 76% de los factores vinculados con el TDAH están relacionados con los genes, y el resto a factores no genéticos).
Es evidente que todos los niños (especialmente los más pequeños) se comportan de este modo en algunas ocasiones, sobre todo cuando están nerviosos o excitados. Pero la diferencia entre este comportamiento y el TDAH es que en este trastorno los síntomas están presentes durante un periodo de tiempo más largo, afectan a diferentes ambientes o contextos e impiden que el niño se desenvuelva adecuadamente en el medio social, académico y doméstico.
Los estudios han demostrado que los familiares de personas con TDAH tienen un riesgo cinco veces mayor que las personas sin antecedentes familiares de TDAH.
La buena noticia es que, con tratamiento adecuado, los niños con TDAH pueden aprender a vivir con sus síntomas y a controlarlos bien.
CAUSAS DEL TDAH El TDAH no es el resultado de una educación inadecuada por parte de los padres, de consumir demasiado azúcar ni de las vacunas. El TDAH tiene una base biológica que todavía no se acaba de entender por completo. Aunque no se ha podido identificar una causa aislada exclusiva, los investigadores están explorando sobre una serie de factores de carácter genético y ambiental. Los estudios han constatado que muchos niños con TDAH tienen un familiar cercano que padece el mismo trastorno. A pesar de que los expertos no están seguros de que esta sea la causa del trastorno, se ha descubierto que determinadas áreas de cerebro son aproximadamente del 5 al 10% más reducida en tamaño y actividad en los niños con TDAH. También se han detectado cambios químicos en el cerebro de estos niños.
SÍNTOMAS Incapacidad para prestar atención a los detalles Tendencia a cometer errores en los trabajos escolares u otras actividades por simple descuido Dificultad para mantener la atención de forma continua en las tareas o en los juegos lúdicas Aparentes problemas de audición Dificultad para seguir instrucciones Problemas de organización desagrado y/o tendencia a evitar las actividades que requieren esfuerzo mental Tendencia a perder objetos, como juguetes, cuadernos o deberes escolares dispersión y facilidad para distraerse tendencia a los olvidos en las actividades cotidianas.
Diagnóstico Puesto que no existe ninguna prueba que permita determinar la presencia del TDAH, su diagnóstico implica una evaluación completa del niño. Muchos niños y adolescentes diagnosticados de TDAH son evaluados y tratados por médicos de atención primaria, es decir, por pediatras o por médicos de familia. De todos modos, estos últimos remiten a algunos niños a distintos especialistas (psiquiatras, psicólogos o neurólogos), sobre todo en los casos donde el diagnóstico no está del todo claro o cuando sus síntomas se combinan con los de otras afecciones, como el síndrome de Tourette, trastorno del aprendizaje, ansiedad o depresión.
Las investigaciones también establecen una asociación entre el hecho de que la madre haya fumado durante el embarazo y el posterior desarrollo de un TDAH en el hijo. Entre otros factores de riesgo, se incluyen el parto prematuro, el hecho de que el bebé nazca con un peso muy bajo y las lesiones cerebrales durante el parto. Algunos estudios han sugerido incluso la existencia de una relación entre excesiva televisión durante la primera etapa de la infancia y los futuros problemas de atención. Los padres deben seguir las recomendaciones de la Academia Americana de Pediatría (AAP), que indican que los niños menores de dos años no deben exponerse en absoluto a pantallas (sea de TV, de video, de ordenador o de videojuegos) y que los niños que tengan a partir de dos años deberían ver un máximo de una a dos horas al día, o menos, de programación televisiva de calidad.
Tratamiento El TDAH no se puede curar, pero se puede manejar; es decir, se pueden controlar sus síntomas eficazmente. El médico del niño trabajará con usted para desarrollar un programa de tratamiento individualizado y a largo plazo. Su meta consistirá en ayudar al niño para que aprenda a controlar su comportamiento y ayudar a la familia a crear una atmósfera que facilite conseguir esa meta. En la mayoría de los casos, la mejor forma de tratar un TDAH es mediante una combinación de medicación y tratamiento conductual. Cualquier buen programa de tratamiento requerirá un atento seguimiento y supervisión por parte del médico, que podrá ir haciendo adaptaciones o ajustes a largo del tiempo. Puesto que es importante que los padres participen de forma activa en el programa de su hijo, la formación de los padres también se considera parte fundamental del manejo del TDAH.
Tratamiento conductual Medicamentos Se pueden utilizar varios tipos de medicamentos para tratar un TDAH: Los fármacos estimulantes son el tratamiento más conocido, ya que se han estado utilizando durante más de 50 años para tratar el TDAH. Algunos requieren varias tomas día, de 4 horas de afecto, pero hay otros que duran hasta 12 horas. Entre sus posibles efectos secundarios, se incluyen la pérdida del apetito, el dolor de estómago, la irritabilidad y el insomnio. Por ahora, no existe evidencia pruebas de efectos secundarios largo plazo. Los fármacos no estimulantes representan una buena alternativa a los estimulantes y a veces se utilizan junto con estos últimos para tratar el TDAH. En el año 2003 se aprobó el primer fármaco no estimulante para el tratamiento del TDAH. Es posible que presenten menos efectos secundarios que los estimulantes y sus efectos terapéuticos pueden durar hasta 24 horas. Los fármacos antidepresivos a veces son una opción para tratar el TDAH. De todos modos, en el año 2004, la FDA de EE.UU. emitió un comunicado que advertía de que estos fármacos pueden conllevar un ligero incremento del riesgo de suicidio en niños y adolescentes. Si el médico recomienda un antidepresivo a su hijo, asegúrese de hablar con él sobre este riesgo. Los medicamentos afectan a distintos niños de formas diferentes, de modo que un niño puede reaccionar positivamente a un medicamento y mal a otro. En el momento de determinar el mejor tratamiento para su hijo, el médico es posible que pruebe distintos medicamentos a varias dosis diferentes, sobre todo si su hijo ha de recibir tratamiento tanto para el TDAH como para otro trastorno.
La investigaciones ha demostrad que los medicamentos para tratar el comportamiento impulsivo y las dificultades de atención son más eficaces cuando se combinan con tratamiento conductual. Este tipo de tratamiento intenta modificar los patrones de conducta: Reorganizando ambiente escolar y el doméstico del niño dándole instrucciones y directrices claras sobre la forma de actuar estableciendo un sistema consistente de recompensas para las conductas apropiadas y de consecuencias negativas para las inapropiadas. A continuación describimos algunos ejemplos de estrategias conductuales que pueden ayudar a su hijo en el caso de que padezca un TDAH: Créele una rutina. Intente seguir un horario de actividades día tras día, desde la hora de despertase hasta la de acostarse. Organícese. Coloque la mochila del colegio, la ropa, los libros y los juguetes de su hijo en el mismo lugar todos los días para que su hijo sea menos propenso a perderlos. Evite las distracciones. Apague el televisor, la radio y los juegos de ordenador, sobre todo mientras su hijo haga los deberes. Limítele las opciones. Ofrezca a su hijo la posibilidad de escoger entre dos objetos (piezas de ropa, comidas, juguetes) para que no se sienta agobiado o saturado ante tantas posibilidades. Modifique la forma de relacionarse con su hijo. En vez de utilizar largas explicaciones e indirectas, utilice instrucciones claras y concisas para recordarle sus responsabilidades. Ejerza disciplina de una forma eficaz. En lugar de gritar o pegarle a su hijo, utilice la estrategia de la "pausa obligada" o de la retirada de privilegios ante comportamientos inapropiados. Ayude a su hijo a descubrir sus puntos fuertes. Todos los niños necesitan experimentar el éxito para sentirse bien consigo mismos.
Obsesiones y Manías en niños y adolescentes ¿Hay que tratar el trastorno obsesivo-compulsivo en la infancia? Hay niños que muestran conductas que nos indican que en la adolescencia desarrollarán un trastorno obsesivo compulsivo y lo que es peor si no se corta a tiempo es un trastorno que tiende a cronificarse. Lo que se pretende en la infancia es la prevención. Es la mejor edad para intervenir el trastorno. Se realiza de forma sencilla y breve, cosa que no ocurre en la etapa adulta.
¿Cómo distinguir la obsesividad normal del trastorno (TOC)? Pues, como casi siempre, es una cuestión de grado. Se tiene en cuenta tanto el malestar que causa al niño como lo que llega a interferir en su vida cotidiana. En la mayoría de los casos tareas como el aseo personal, los deberes, vestirse, conciliar el sueño, se ven francamente alteradas. En el pasado se consideraba que si el niño invertía más de una hora al día en rituales, compulsiones, comprobaciones o manías de cualquier tipo, había una alta posibilidad de que sufriese un TOC. ¿Cuáles son los síntomas del Trastorno Obsesivo- Compulsivo? Como el propio nombre indica, los síntomas principales son las obsesionesy las compulsiones. El diagnóstico se hace con los criterios de la clasificación de enfermedades DSM-IV TR: Las obsesiones se definen por todas las siguientes características: 1. 2. 3.
Pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes y persistentes que se experimentan como intrusos e inapropiados y causan ansiedad o malestar significativos. La persona intenta ignorar o suprimir estos pensamientos, impulsos o imágenes, o bien intenta neutralizarlos mediante otros pensamientos o actos. La persona reconoce que estos pensamientos, impulsos o imágenes obsesivos son el producto de su mente.
Las compulsiones/manías se definen por: 1. Comportamientos (p. ej., lavado de manos, puesta en orden de objetos, comprobaciones) o actos mentales (p. ej., rezar, contar o repetir palabras en silencio) de carácter repetitivo, que la persona se ve obligada a realizar en respuesta a una obsesión. 2. El objetivo de estos comportamientos u operaciones mentales es la prevención o reducción del malestar o la prevención de algún acontecimiento o situación negativos; sin embargo, estos comportamientos u operaciones mentales o bien no están relacionados de forma realista con aquello que pretenden neutralizar o prevenir o bien resultan claramente excesivos. En algún momento del curso del trastorno la persona ha reconocido que estas obsesiones o compulsiones resultan excesivas o irracionales. El trastorno, ¿tiene manifestaciones especiales o distintas en la infancia? Sí, aunque no tan distintas. -Los temas obsesivos de la infancia tienen que ver con las preocupaciones de esa etapa: la muerte de los padres, los robos o agresiones, los contagios, el sexo como algo prohibido y a veces pensamientos de tipo religioso. -Los niños más que los mayores a veces no se dan cuenta de que estas preocupaciones no son racionales y no son capaces de criticarlas, las creen totalmente (p. ej. que alguien puede entrar a robar por la ventana en un sexto piso). -Con mucha frecuencia, pedirán a los padres que participen de sus compulsiones o rituales para alejar así el temor. Por ejemplo, que si mamá les da un beso en una mejilla, tiene que dárselo a continuación en la otra “para que no pase nada malo, por la manía de la simetría”. – Las compulsiones en los niños no siempre se corresponden con una obsesión “racional”. A veces no hay una justificación subjetiva, sino que el niño debe llevar a cabo el comportamiento un número determinado de veces o con cierta simetría (por ejemplo, debe entrar en la habitación con la pierna derecha y volver a entrar con la izquierda) sólo porque “se siente mejor” o “porque no se queda bien si no lo hace”. -En la infancia la aparición de tics nerviosos asociados es muy frecuente.
¿Cuándo preocuparse por la posibilidad de que nuestro hijo sufra un TOC? ¿Hay pistas para detectarlo? Algunos comportamientos que pueden indicar la existencia de un TOC son:
Es muy frecuente que el problema afecte al rendimiento escolar e incluso que se confunda a veces con un problema de atención. El niño parece “en su mundo” porque su mente está ocupada con las obsesiones y le cuesta mucho concentrarse.
-Pasar demasiado tiempo haciendo los deberes por un excesivo perfeccionismo: necesidad de repetir un ejercicio entero por un error sin importancia, tendencia a arrancar y repetir hojas completas del cuaderno, borrar continuamente, repasar con el lápiz o boli letras o palabras… -Tener una preocupación excesiva con los gérmenes o la limpieza: incapacidad para ir al aseo en ningún lugar público, tener kilos de colada porque el niño no quiere ponerse la ropa dos veces o usar la toalla una segunda vez, gastar demasiado papel higiénico para limpiarse compulsivamente… -Necesitar rituales larguísimos y complicados a la hora de irse a la cama: el pis (incluso necesitando ir de nuevo si se levanta para cualquier cosa), el agua, el beso a mamá y papá, los muñecos en una posición exacta, las mantas… Con frecuencia cualquier “fallo” hace necesario volver a empezar desde el principio otra vez. -Necesidad excesiva de ser tranquilizado, comprobando varias veces que todo está bien, demandando continuamente a papá y mamá que repitan determinadas frases tranquilizadoras o respondan a preguntas sobre miedos. ¿Cuándo se debe tratar?
¿Cómo se trata? ¿Cuál es el tratamiento ideal?
Los síntomas obsesivos aislados o leves, que no causan malestar ni interfieren con las rutinas cotidianas NO NECESITAN TRATAMIENTO.
En los casos más leves, en los que el malestar del niño no sea muy intenso y la interferencia con las actividades cotidianas sea leve, la primera opción debe serla PSICOTERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL que ayudará al niño a aprender a evitar las compulsiones y rituales sin sufrir tanta ansiedad.
El malestar en los niños se manifiesta a veces en la forma de vergüenza y de temor a estar volviéndose loco. Cuando el niño se siente obligado a hacer cosas (manías) que a los demás les resultan extrañas como “hacer movimientos de gimnasia”, “tocarse una mano y la otra un número concreto de veces”… para ahuyentar algún temor… los niños son conscientes de que parecen “raros” y pueden llegar a evitar las situaciones sociales sintiéndose cada vez más aislados.
Las técnicas más útiles son las de exposición con prevención de respuesta, reversión del hábito y el entrenamiento en el manejo de la ansiedad. En adultos, y en casos graves es decir en casos en que el malestar sea intenso y el número de manías y obsesiones sea elevado, el tratamiento debe ser COMBINADO: psicoterapia y medicación. Este artículo fue escrito por:
El Suicidio El suicidio es el acto de quitarse deliberadamente la propia vida. El comportamiento suicida es cualquier acción que pudiera llevar a una persona a morir, como tomar una sobredosis de fármacos o estrellar un automóvil de forma deliberada.
Un trauma emocional.
Enfermedad física grave.
El desempleo o los problemas financieros.
Causas El suicidio y los comportamientos suicidas generalmente ocurren en personas con uno o más de los siguientes factores:
Trastorno bipolar Trastorno límite de la personalidad Depresión Consumo de alcohol o drogas Trastorno de estrés postraumático (TEPT) Esquizofrenia Cuestiones de vida estresantes, como problemas serios a nivel financiero o en las relaciones interpersonales
Los factores de riesgo del suicidio en adolescentes abarcan:
Acceso a armas de fuego.
Miembro de la familia que cometió suicidio.
Antecedentes de autoagresión deliberada.
Antecedentes de abandono o maltrato.
Vivir en comunidades en donde ha habido brotes recientes de suicidio en personas jóvenes.
Ruptura sentimental. La mayoría de los intentos de suicidio no terminan en muerte. Muchos de estos intentos se llevan a cabo en una forma en que el rescate sea posible. Estos intentos a menudo representan un grito en busca de ayuda.
Las personas que intentan suicidarse con frecuencia están tratando de alejarse de una situación de la vida que parece imposible de manejar. Muchos de los que cometen intento de suicidio están buscando alivio a:
Sentirse avergonzado, culpable o como una carga para los demás.
Sentirse como víctima.
Sentimientos de rechazo, pérdida o soledad. Los comportamientos suicidas pueden ocurrir por una situación o hecho que la persona ve como agobiante, tales como:
Síntomas A menudo, pero no siempre, una persona puede mostrar ciertos síntomas o comportamientos antes de un intento de suicidio, entre ellos:
Tener dificultad para concentrarse o pensar claramente.
Regalar las pertenencias.
Hablar acerca de marcharse o la necesidad de "dejar todos mis asuntos en orden".
El envejecimiento (los ancianos tienen la tasa más alta de suicidio).
Cambio repentino en el comportamiento, sobre todo calma después de un período de ansiedad.
La muerte de un ser querido.
Pérdida de interés en actividades que solía disfrutar.
El consumo de drogas o alcohol.
Tener comportamientos autodestructivos, como tomar alcohol en exceso, consumir drogas ilícitas o hacerse cortaduras en el cuerpo.
Alejarse de los amigos o no querer salir.
Tener dificultad repentina en el colegio o el trabajo.
Hablar acerca de la muerte o el suicidio o incluso declarar el deseo de hacerse daño.
Hablar acerca de sentirse desesperanzado o culpable.
Cambiar los hábitos alimentarios o de sueño.
Preparar maneras de quitarse su propia vida (como comprar un arma o muchas pastillas).
Tratamiento Es posible que las personas que están en riesgo de comportamiento suicida no busquen tratamiento por muchas razones:
Creen que nada va a ayudar.
No desean contarle a nadie que tienen problemas.
Piensan que buscar ayuda es un signo de debilidad.
No saben adónde acudir por ayuda. Una persona puede necesitar tratamiento de emergencia después de un intento de suicidio. Se pueden necesitar primeros auxilios, reanimación cardiopulmonar o tratamientos más intensivos.
Las personas que intentan cometer suicidio pueden necesitar hospitalización para tratarlos y reducir el riesgo de futuros intentos. La terapia es una de las partes más importantes del tratamiento. Se debe evaluar y tratar cualquier trastorno de salud mental que pueda haber llevado al intento de suicido. Esto abarca:
Trastorno bipolar
Trastorno límite de la personalidad
Dependencia del alcohol o las drogas
Depresión mayor
Esquizofrenia
Cuándo contactar a un profesional médico Llame a un médico de inmediato si usted o alguien que usted conoce está teniendo pensamientos suicidas. La persona necesita ayuda psiquiátrica inmediata. No le reste importancia a la persona como si sólo estuviera tratando de llamar la atención. Prevención El hecho de evitar el alcohol y las drogas (diferentes a los medicamentos recetados) puede reducir el riesgo de suicidio.
Expectativas (pronóstico) Cerca de un tercio de las personas que tratan de suicidarse lo intentarán de nuevo dentro de un período de un año. Cerca del 10% de las personas que amenazan o intentan suicidarse finalmente se quitan la vida.
En hogares con niños o adolescentes:
Almacene todos los medicamentos recetados en una parte alta y bajo llave.
No guarde alcohol en la casa o manténgalo bajo llave.
No guarde armas de fuego en la casa. Si las tiene, guárdelas bajo llave y las balas aparte.
Muchas personas que tratan de suicidarse hablan de ello antes de hacer el intento. Algunas veces, simplemente hablar con alguien a quien le importe y que no haga juicios es suficiente para reducir el riesgo de suicidio. Sin embargo, si usted es un amigo, miembro de la familia o simplemente conoce a alguien que cree que puede intentar suicidarse, nunca trate de manejar el problema por su cuenta. Busque ayuda. Los centros de prevenci贸n de suicidio tienen servicios de "l铆nea telef贸nica directa". Nunca ignore una amenaza o intento de suicidio.
El suicidio en adolescentes El suicidio entre los adolescentes ha tenido un aumento dramático recientemente a través de la nación. Cada año miles de adolescentes se suicidan en los Estados Unidos. El suicidio es la tercera causa de muerte más frecuente para los jóvenes de entre 15 a 24 años de edad, y la sexta causa de muerte para aquellos de entre 5 a 14 años.
Exámenes para la depresión suicida La depresión severa se presenta con tristeza o pérdida de interés, y pensamientos sobre muerte o suicidio pueden surgir en los casos más serios. Estos síntomas pueden presentarse con pensamientos favorables hacia la muerte y el suicidio, conocido como "ideación suicida", o, más seriamente, planes específicos para suicidarse, de acuerdo a la Asociación Americana de Psiquiatría. Los planes específicos obligan a una atención clínica inmediata.
Caso de suicidio Hace apenas unos días hemos conocido en nuestro país un nuevo caso de violencia escolar a través del conocido bullying. La víctima, una niña de 16 años del madrileño barrio de Usera decidía poner fin a su vida, anunciándolo previamente con un whatssApp a sus propios amigos. "Estoy cansada de vivir". Así anunciaba su decisión de suicidarse poco antes de defenestrarse por la ventana de un sexto piso. Esta adolescente es un caso más de las tremendas consecuencias que puede tomar el ahora conocido como "bullying". La nueva víctima padecía una discapacidad reconocida, tanto a nivel motor como intelectual, del 30% y el 40%, respectivamente, que se traducía en una manifiesta inmadurez que la hacía comportarse y sentir emocionalmente como una niña de 10 años, en lugar de como la adolescente que era en realidad.
Katherin Aricel Posada Perdomo Bessy Lorena Carranza Euceda Gabriela Gomez Lanza Norma Sagrario Rivera Ferrera
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