Unas locas navidades

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UNAS LOCAS NAVIDADES NEUS ORTEGA BONETA


Todas las calles estaban muy bien decoradas. En cada rincón podías encontrar un pequeño árbol con bolas o con luces, pero tampoco hacía falta que fueran abetos ni árboles de navidad, porque había algún que otro roble o abedul. Entre balcón y balcón colgaban unas cintas con motivos navideños. Las tiendas también se habían unido a la decoración del pueblo. Cada una a su estilo, pero en todas ellas podías encontrar algún detalle en la ventana o algunas luces.


Paula era una chica a quien le gustaba mucho la Navidad. Eran unos días que no iba al colegio y que podía disfrutar con su familia y amigos. Ella tenía siete años y vivía en Sort. Era rubia y llevaba una melena larga y rizada. Detrás de sus gafas rosas, podías apreciar unos ojitos azules que parecían diamantes. Tenía todas las facciones de la cara bastante pequeñas, pero todas proporcionadas con su diminuto cuerpo.


Era el día 23 de diciembre y Paula salió de casa para ir a buscar a su amiga que vivía en el otro lado de la calle mayor. Habían quedado para ir al parque a jugar un rato antes de comer. Como Sort era un pueblo muy pequeño ya la dejaban ir sola por las calles. Así que Paula emprendió camino hacia la casa de su amiga cuando, de repente, un coche gris se acercó a ella, abrió la puerta lateral y le tiró del brazo para que entrara dentro. No sirvió de nada que gritara tan fuerte como pudo y que empezara a dar golpes en la ventana, porque por la calle solo había dos personas y no se dieron cuenta de nada.


Al ver que Paula no volvía a casa, sus padres se empezaron a preocupar. Fueron a casa de la amiga de su hija para ver qué sabía de ella. La sorprendente respuesta fue que no la había visto desde el día anterior. Los padres no entendían nada. Paula era una niña muy responsable que nunca se metía en líos y que siempre volvía pronto a casa. Algo grave le tenía que haber pasado. Así que llamaron a la policía para denunciar la desaparición. No tenían suficiente con el trabajo de la policía y además no se podian estar en casa con los brazos cruzados esperando a que su niña apareciese por arte de magia. Así que se pasaron la noche buscándola por todas las calles, por todos los callejones y todos los rincones que encontraban.


Y así pasó toda la noche, buscando, buscando y buscando, pero nada, no encontraron nada, ni los padres ni la policía. La mañana siguiente todo siguió igual, unos buscando, unos preguntando a la gente que pasaba por la calle, otros en casa con la esperanza de que regresara, pero nada de nada. Paula no aparecía y cada vez eran menos las esperanzas de que siguiera viva. En esos momentos ya había un montón de gente movilizada para encontrar a Paula. Todos los policías de la comarca estaban trabajando en ello. Los bomberos se unieron a la búsqueda por los alrededores del pueblo y la familia entera y un montón de amigos y vecinos se sumaron a la buena acción de encontrar a la chiquitina.


El segundo día de búsqueda se terminaba y Paula no aparecía. La familia cada vez estaba más desesperada y ya no sabían qué hacer. Hasta que de repente sonó el móvil del padre. Él respondió sin esperanza alguna porque para nada se esperaba esa llamada. Escuchó la voz de un hombre. Era una voz grave que debía corresponder a un hombre de más de cincuenta años. Hablaba como susurrando y muy lentamente. Era un secuestrador. Le dijo que tenía a su hija y que si la quería volver a ver con vida tendría que entregarle quinientos mil euros y no decirle nada a la policía. Pero para eso ya era demasiado tarde, porque estaban junto a él en el momento de la llamada y lo habían escuchado todo.


Suerte que estaba allí la policía y que se encargaron de todo, ya que si hubiera sido por los padre no los habrían avisado y lo habrían hecho todo a su manera. La policía lo pensó todo. Prepararon un maletín con los billetes falsos, le dieron un chaleco antibalas al padre y lo llevaron al lugar donde habían quedado. Rodearon los alrededores y se escondieron. Nada podía salir mal, estaban muy bien preparados. Y así fue. Cuando llegó el secuestrador salió con una pistola del coche y sin que se diera cuenta, un policía salió por detrás y se la quitó sin ningún problema. Detuvieron al secuestrador y Paula volvió a casa sana y salva. Al llegar a casa se encontró a toda su familia y amigos que la esperaban muy contentos de volverla a ver. Se habían reunido todos con un único objetivo, recibir a Paula como era debido.


Finalmente y después de unos días llenos de emociones, la gente fue marchando a sus casas. Paula y su familia también se fueron para celebrar Nochebuena. Cenaron todos juntos y pasaron una noche increible. Paula estaba agotada, tenía mucho sueño y se fue pronto a dormir. Además no podía trasnochar demasiado porque era la noche de Navidad, la noche que pasaba Santa Claus. Así que si no se iba pronto a la cama no le traería regalos. Pero de lo que se dio cuenta más tarde fue que el mejor regalo que le podía haber llevado se había adelantado unas horas, había vuelto a casa con su familia sana y salva.


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