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CATARATAS

Llamamos cataratas a la pérdida de transparencia del cristalino del ojo. El cristalino es la lente que hay en el interior de los ojos, que nos permite enfocar las imágenes en la retina y así poder experimentar una sensación visual nítida. La típica catarata debida a la edad consiste en un endurecimiento y opalescencia del núcleo del cristalino. La opacidad suele generarse de un modo progresivo, lentamente en años, aunque en algunas ocasiones puede evolucionar más rápidamente. Esto es más frecuente en personas más jóvenes y en ciertos tipos de cataratas, como las subcapsulares posteriores, que provocan peor visión en condiciones nocturnas con muchos destellos y deslumbramientos y evolucionan de forma rápida, incluso en semanas. En el nacimiento también pueden existir opacidades del cristalino, ya sea de forma espontánea o asociadas a alguna enfermedad o infección intrauterina. Generalmente, éstas son de escasa importancia y no requieren intervención médica. No obstante, si las opacidades se considera que afectan al desarrollo visual del niño, deben ser operadas.

Aunque la forma más común de cataratas suele relacionarse con la edad, existen condiciones que pueden provocar/ acelerar su desarrollo.Entre estas causas están la exposición crónica al sol sin protección ocular, el tabaco, la diabetes o el consumo de ciertos fármacos como los corticoesteroides, entre otros. Por ello es aconsejable el uso de gafas de sol con filtro de rayos ultravioleta en exteriores, no fumar y seguir las pautas médicas según se dispongan.

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Cuando una persona padece cataratas, lo primero que se debe evaluar es la función visual general del ojo por separado y del paciente en condición binocular, es decir, cómo es la visión del paciente con los dos ojos abiertos y cómo desempeña sus actividades cotidianas. Si se considera que la catarata supone un problema y que los riesgos de la intervención compensan al beneficio potencial de visión, se aconseja su extracción quirúrgica.

No existe un límite fijo preestablecido que fije una pérdida de visión que aconseje u obligue a una operación. La decisión se tomará considerando muchos factores al mismo tiempo: la agudeza visual del ojo con la catarata, la situación funcional del otro, el defecto de refracción y la diferencia con el otro, el astigmatismo de la córnea, características de la catarata, edad y la incapacidad generada, síntomas añadidos a la mera pérdida de visión, el estado general de la persona, enfermedades oculares añadidas como la presión intraocular, dimensiones del ojo anormales, estado de la retina, problemas en la córnea…

Si finalmente se decide intervenir, la cirugía de las cataratas consiste, tras una adecuada dilatación de la pupila, en la extracción del cristalino mediante fragmentación por ultrasonido y aspiración. Estas delicadas maniobras se realizan a través de una incisión en el borde de la córnea de alrededor de 2 milímetros. En el lugar donde antes se encontraba el cristalino se coloca una lente intraocular para evitar un defecto de refracción muy alto tras la cirugía (como ocurría antiguamente y debían utilizar gafas extremadamente gruesas). La operación suele ser ambulatoria, de modo que tras operarse el paciente se va a casa. Esta lente es personalizada y se mide previamente en la consulta cuál

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