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Prevención cardiovascular: Nunca es demasiado tarde para empezar a cuidarse

Dr. Jorge De Paula - Médico cardiointensivista

Si bien la prevención debe comenzar en las primeras etapas del desarrollo con la promoción de una vida saludable, y debe continuar en la adolescencia, la juventud y la adultez temprana, es importante recalcar que “nunca será tarde para empezar a cuidarse”, como lo afirma el Dr. Valentín Fuster en su libro La Ciencia de la Salud.

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Es así que personas de cualquier edad aumentan su esperanza de vida y mejoran su calidad de vida cuando empiezan a cuidar su salud, como lo han demostrado numerosos estudios, como el del Dr. Pekka Puska, del Proyecto Karelia, en Finlandia.

La enfermedad como continuo

A los efectos de comprender la importancia de la prevención, podemos entender a la enfermedad cardiovascular como un continuo, que puede comenzar ya muy tempranamente en la vida con el desarrollo en la niñez de factores de riesgo, como la obesidad infantil, continuará en la juventud con la aparición del “síndrome metabólico”, podrá seguir en la tercera o cuarta década de la vida con la aparición de hipertensión arterial, diabetes o dislipemias, y nos lleva algunos años o décadas después a la aparición de eventos cardiovasculares fatales o no fatales, como angina de pecho, infarto de miocardio, accidente cerebrovascular o muerte súbita.

La progresión de este continuo será más rápida o más lenta según sea el nivel de riesgo cardiovascular (CV) que tenga cada individuo, y según lo que hagamos o dejemos de hacer a favor de nuestra salud. Es preciso tener presente que cada día de nuestra vida construimos nuestra salud o alimentamos nuestras futuras enfermedades.

Estudio Framingham: factores de riesgo

El conocimiento de esta historia natural de la enfermedad cardiovascular ha surgido hace relativamente pocas décadas, en directa relación con toda la información surgida del estudio epidemiológico más importante de la historia de la medicina, conocido como el Estudio del Corazón de Framingham, que comenzó en 1948 y aún continúa, en el que 5.000 voluntarios, se ofrecieron generosamente “por el bien de la ciencia” para que se conociera la relación entre sus estilos de vida y el posible impacto sobre las arterias y sobre el corazón.

Gracias a este estudio se empezó a hablar de factores de riesgo cardiovascular, de estratificación de riesgo, de prevención primaria y prevención secundaria y se modificó el conocimiento y la práctica de la medicina. Ya en 1961, Framingham introdujo el concepto de factor de riesgo, y desde entonces se conoce que factores como la hipertensión arterial, la dislipemia y la diabetes se vinculan con un notable incremento del riesgo de padecer eventos cardiovasculares.

En 1962 se comprobó la asociación entre consumo de tabaco y enfermedad coronaria. En 1967 se demostró que la obesidad y el sedentarismo se asocian con enfermedad coronaria. En 1970 se conoció que la hipertensión arterial incrementa el riesgo de accidente cerebrovascular. En 1974 se detectó la asociación entre diabetes y enfermedad cardiovascular. En 1977 se describió la asociación entre las alteraciones de los triglicéridos y de las lipoproteínas con la enfermedad coronaria.

En 1988 se puso en evidencia el efecto protector de colesterol HDL (o colesterol bueno) sobre la mortalidad cardiovascular. En 1996 se describió la historia natural desde la hipertensión arterial hasta la insuficiencia cardíaca, con lo que nace la noción de la enfermedad cardiovascular como un continuum.

Riesgo cardiovascular

Y, finalmente, en 1998 se diseñaron los scores de riesgo cardiovascular de Framingham, los cuales calculan el riesgo que cada persona tiene de padecer una enfermedad en los siguientes 10 años, según una tabla que considera la edad, el sexo, el nivel de colesterol total, de colesterol HDL, las cifras de presión arterial, de glicemia y si se fuma o no.

se considera un score de bajo riesgo <10%

moderado riesgo entre 10y 19%

alto riesgo >20%

Según el score de riesgo que un individuo tenga, será la estrategia terapéutica a indicar.

El estrés y nuevos factores de riesgo

En el año 2004, un nuevo estudio llamado Interheart, realizado en Europa, demostró en forma concluyente la influencia de los factores psicosociales, como estrés crónico mantenido o síndrome depresivo, en la génesis, la progresión y la complicación de las enfermedades cardiovasculares, por lo que también se incorporó como un factor de riesgo más.

Nuevos estudios y nuevas tecnologías, especialmente de imagen, que permiten detectar la enfermedad ateroesclerótica vascular en forma subclínica (o sea antes de que aparezcan los síntomas) nos aportarán elementos para nuevas estratificaciones y nuevas estrategias terapéuticas, por lo que en un futuro próximo asistiremos a un cambio importante.

Prevención primaria y prevención secundaria

Cuando hablamos de prevención primaria nos referimos a la aplicación de medidas no farmacológicas y eventualmente farmacológicas para prevenir la progresión de una enfermedad que aún no se ha hecho clínicamente evidente.

Cuando una persona ya ha presentado un evento cardíaco o presenta diabetes, ya hablamos de prevención secundaria y ahí se aplican, además de un control estricto de los factores de riesgo, la indicación de fármacos específicos e incluso intervenciones de revascularización, la indicación de rehabilitación cardiovascular en centros específicos y la necesaria modificación del estilo de vida hacia unos hábitos más saludables, lo que implica cambios importantes en la conducta.

“Si crees que la prevención es cara o cuesta mucho esfuerzo, prueba con la enfermedad”

Evidentemente estamos asistiendo a un fracaso de la prevención en una franja de población muy importante.

O los mensajes que estamos enviando no son los adecuados, o la población hace oídos sordos a ellos, o algo no está funcionando bien.

Y esto representa un gran desafío para los programas de salud pública, para la medicina y para la sociedad en general, porque debemos cambiar esta realidad y comenzar a ser más exitosos con los planes de prevención cardiovascular. Ha costado muchos siglos el conocer lo que hoy la medicina conoce, y es que las principales enfermedades que atacan a la salud humana se pueden prevenir, se pueden combatir o se puede posponer en años su aparición.

Y si pensamos que la prevención es muy costosa o que cuesta mucho esfuerzo, más tarde o más temprano comprobaremos con tristeza cuánto más cuesta la enfermedad, cuántos sueños nos trunca y cuánta calidad de vida nos quita.

Con los conocimientos actuales, podemos afirmar que de nosotros dependerá en gran parte si queremos vivir más años con mejor calidad de vida y si queremos alcanzar un envejecimiento exitoso o no.

¿Cuál es la mayor dificultad para conseguir ese cambio de mentalidad en la población? La complejidad del cerebro humano y sus contradiciones.

Los adultos no cambiamos. Todos sabemos lo que hace mal. Todos sabemos que las grasas de origen animal aceleran la ateroesclerosis, sin embargo, untamos el pan con la manteca y dejamos el aceite de oliva en la mesa sin tocarlo, abusamos de las frituras, de los embutidos, de las picadas o de las opíparas cenas. Todos sabemos la importancia de ingerir frutas y verduras todos los días. Tambien sabemos que es necesario hacer ejercicio, y que el ejercicio va de mano de la salud, así como el sedentarismo va de la mano de la enfermedad.

Nuestro sistema de vida en sociedades urbanizadas es el mayor enemigo de la salud cardiovascular, porque no facilita la tarea a quienes quieren planificar vida saludable, sino que, por el contrario, le coloca obstáculos a cada paso. Es otro problema fundamental.

Debemos, por lo tanto, transformarnos en grandes estrategas para triunfar en esta batalla clave que es la lucha por nuestra salud.

La situación es tan compleja que el propio Valentín Fuster ha dicho en el congreso Mundial de Cardiología del año 2008:

“He llegado a la conclusión de que el infarto de miocardio se produce por una falla de la conducta humana, en una sociedad de consumo que está completamente fuera de control”.

EJERC I C I O DIETA

AYUDA VEGETALES FIBRAS PROTEÍNASMINDFULNESS MINERALES PLACER NUTRICIO- PANES LIPIDOS NISTA Y CERELES INTEGRALES AGUA HIDRATO DE CARBONO MÉDICO FRUTAS DIFICULTAD DE CONCENTRACIÓN RECRETIVO PSICOTERAPIA ST VITAMINAS RESS ERRORES JUEGO DE PELOTA PISCINA FLEXI- CONSECUENCIAS BILIDAD 150´ SEMANALES SALUD 7 HORAS X DÍA TIPS COLCHÓN CÓMODO EJERCICIO REGULAR CALENTAMIENTO NO FUMAR ACOSTARSE A HORA

AERÓBICO DEPRESIÓN REGULAR

CORRER/CAMINAR BICICLETA TRANSTORNOS EXÁMENES DIGESTIVOS ANSIEDAD EFECTO CAUSAS

TRABAJO

TÉCNICA DE RESPIRACIÓN Y RELAJACIÓN

TRANSTORNOS CUTÁNEOS FUMAR INSOMNIO RELACIONES

SOLUCIONES

RESPIRACIÓN PROFUNDA

ALCOHOL EVITAR RELAX YOGA

STRESS EJERCICIO CAFÉ FIJAR METAS

MEDITACIÓN

12 consejos para mantenerse sanos del Dr. Francisco Mora:

1. Comer con moderación 2. Ejercicio físico 3. Ejercicio mental 4. Viajar 5. Vivir en compañia 6. Adaptarse a los cambios de las sucesivas décadas

Fuente: www.drgeorgeyr.blogspot.com 7. Evitar el estrés crónico 8. No fumar 9. Dormir bien (7 horas) 10. Evitar el apagón emocional 11. Sentir agradecimiento 12. Las pequeñas cosas

S U E Ñ O

La cultura de la salud vs. la cultura de la enfermedad

Una de las dificultades para poder aplicar rápidamente ese cambio de mentalidad tan necesario de “pasar de la enfermedad a la salud” es esta especie de “cultura de la enfermedad”, que también se conoce como la “medicalización de la vida moderna”.

Se soslaya la importancia de la prevención, la importancia de la relación médico-paciente y se sobredimensiona la relación tecnología-paciente.

Existe toda una cultura de la enfermedad y cuesta mucho formar una cultura de la salud, por eso insistimos en que “la salud debe ser contagiosa, así como lo son muchas enfermedades”.

La salud no es un “don del cielo” sino que es uno de los principales bienes o tesoros que tenemos, y como todo bien debemos cuidarlo.

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