EL GUERNICA DE PICASSO. DE LO SUBLIME EN EL ARTE

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© Obed Delfín Editorial COASFI Caracas – Venezuela – 2019

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EL GUERNICA DE PICASSO, DE LO SUBLIME EN EL ARTE

El «Guernica» de Picasso es un cuadro sublime, es decir, está concebido bajo los fundamentos de la estética de lo sublime. Nada extraño para ser una obra de arte del Arte Moderno, pues éste está fundado en esta estética. Lo relevante es que esta obra de Picasso se asienta en los preceptos estéticos expuestos por Edmund Burke1. Y esto es lo que vamos a exponer a continuación:

Este artículo se basa en el texto de Edmund Burke. Indagación filosófica sobre el origen de nuestras ideas acerca de lo sublime y de lo bello. Madrid, Editorial Tecnos, 1987. 1

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La grandeza de dimensiones en la representación plástica es causa para que se produzca lo sublime y así es en la presente obra. El cuadro es sí mismo es inmenso, sus dimensiones son: 7,76 x 3,49 m. Lo que requiere para su exposición un lugar de grandes dimensiones. Esta grandeza de dimensiones conjuga tres aspectos físicos: la gran dimensión del cuadro; la grandeza de las figuras representadas en la obra y el lugar de exposición. Todo con el fin de lograr un sentimiento sublime. Lo sublime es causa de admiración y siempre trata de objetos grandes y terribles. Nos dice Burke “las cosas terribles siempre son grandes”.

La grandeza en la obra sublime, por otra parte, se mide por la dificultad con que ésta ha sido elaborada. En este caso, la idea de grandeza, cuya fuente es la dificultad, consiste en que la obra ha requerido de una fuerza extraordinaria y un trabajo inmenso para llevarse a cabo. Y como es posible leer la historia sobre el encargo y la elaboración del cuadro, esta fue una obra artística que requirió mucho esfuerzo y trabajo.

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El cuadro es una obra de grandes dimensiones y a la misma se le ha agregado la idea de terror, lo cual hace que ésta nos parezca mucho más grande y que no tenga comparación. Pues el terror, nos dice Burke, es la principal causa de lo sublime, y éste es el fundamento principal de esta obra de Picasso.

El Guernica está concebido para mover las pasiones. Para esto ha sido necesario que las representaciones del cuadro, para tal fin, sean en cierta medida nuevas. Capaces éstas de excitar placer y dolor. Pues tales pasiones son ideas simples que no pueden definirse, solo sentirse. Esto lo vemos en la manera en que se han representado el toro, el caballo y las personas.

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La obra nos llena de aprehensión, pues la idea de dolor y muerte nos causan fuertes emociones de horror. Pues, todo lo que allí está representado es terrible. Las relaciones entre los objetos y sujetos son terribles, actúan de manera semejante al terror. En este sentido, la obra es fuente de lo sublime. Ya que produce en nosotros la emoción más fuerte que somos capaces de sentir.

El cuadro es la representación de la muerte y, en general, ésta es la idea que más nos afecta, incluso mucho más allá que el mismo dolor. Pues, las pasiones que pertenecen

a

nuestra

conservación

como

individuos

están

íntimamente

relacionadas con el dolor y el peligro. Lo sublime es una pasión que pertenece a la conservación de la vida y la misma es uno de los sentimientos más afectivos que poseemos.

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La pasión más fuerte es la emoción de dolor y terror. Por lo cual, ningún placer derivado de una causa positiva le pertenece, es decir, el sentimiento sublime es un sentimiento negativo, un displacer. Pues, hay algo aniquilador en todo lo que nos inspira terror y en todas las cosas que pertenecen a éste. Ya que nada puede resistir en su presencia. En el terror las cualidades de lo bello están muertas o son inoperantes, nos indica Burke.

El terror es causa de tensiones anormales y de emociones violentas. Así cualquier cosa capaz de producirnos una tensión semejante, nos ha de producir una tensión similar al terror. Por tanto, este sentimiento es fuente de lo sublime, aun cuando directamente no estemos en situación de peligro. Esta idea es muy importante, porque lo sublime es un padecimiento de una representación dada.

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Si el dolor y el terror no nos son realmente y directamente nocivos, si éstos no acarrean nuestra destrucción. Entonces, son capaces de producir en nosotros un cierto tipo de deleite, que no es placer sino una especie de horror delicioso. Una especie de tranquilidad con un matiz de terror, que es una de las más fuertes pasiones. El fin del «Guernica» de Picasso es lo sublime: asombro, dolor y terror en sumo grado producidos sobre el espectador de la obra.

Como espectadores una parte de nosotros siente esa especie de placer doloroso por la tragedia allí representada; por la idea que la representación de la tragedia es un engaño y que no representa toda la realidad. Cuanto más se acerca la representación a la realidad más nos aleja de la idea de que es una ficción, y más grande es su poder sobre nosotros. La tragedia nos roza, pero no nos toca.

En lo expuesto en el párrafo anterior se da el caso de que la realidad misma nos causa un agudo dolor. Por el contrario, la representación de esa realidad nos causa un deleite, un displacer. Es más fuerte a nuestra pasión la representación de la tragedia que la tragedia misma. Por ello, lo sublime se manifiesta en la 10


expectación, en el observador de la representación trágica y no en quien ha vivido o vive la tragedia.

En el «Guernica», la pasión producida por lo que es grande y sublime es causado con mayor fuerza por el asombro de lo ocurrido. El asombro, indica Burke, es «aquel estado del alma en que todos sus movimientos se suspenden con cierto grado de horror». En el cuadro todo está suspendido en ese grado de horror que nos paraliza, que nos quita el aliento y nos hace mirarlo estupefactos.

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De este suspenso por el asombro del horror nace el poder de lo sublime, del cual está ausente nuestro raciocinio. Ya que la pasión de lo sublime excede lo racional, lo anticipa y nos arrebata con una fuerza irresistible, incontrolable. Esta pasión nos despoja de nuestras facultades cognitivas para obrar y racionar. Por lo cual, nos habita el miedo y obramos de modo que es nuestra expiación lo que sentimos.

Otro aspecto que configura lo sublime en esta obra de Picasso es la oscuridad. Ésta es necesaria para hacer más terrible la que allí es representado. El cuadro es oscuro; de una gama de negro y grises que acentúan la condición de oscuridad. Resaltada esta oscuridad por una especie de ojo iluminado y un candil, que arrojan una luz que remarca la oscuridad en que se encuentra toda la escena.

Como contraste a la oscuridad está la luz. Una intensa luz, una luz cegadora que causa una fuerte y grande impresión en nosotros. Tanto el ojo-sol con la bombilla y el candil se introducen violentamente golpeando brutalmente la visión y la imaginación revelando, simultáneamente, la inmensidad del terror y el horror que la penumbra oculta. Esta luz que ilumina los rostros desgarrados por el dolor y marca el centro del cuadro domina la impresión de lo sublime. La luz extrema al superar la visión borra todos los objetos y produce el efecto de sumirnos en la oscuridad misma.

Esta luz de fuerza interior, que se mueve aceleradamente, tiene el poder de ser causa de grandeza sublime. Con esta fuerza lumínica se produce una rápida transición de la oscuridad a luz o de la luz a la oscuridad; con lo cual se logra un mayor efecto, un mayor impacto en el espectador. La oscuridad y la intensa luminosidad en que se encuentra el cuadro son capaces de producir la pasión de lo sublime. 12


Todo en el cuadro sugiere la idea de peligro. Del peligro de la vida que se consume, que se pierde en el horror y la muerte. Es el peligro producto de un inmenso poder que se cierne contra toda posibilidad de vida, y hace imposible cualquier forma de existencia. Tal poder es la negaciĂłn de todo, de allĂ­ lo grande del peligro. La idea del dolor corporal, en todos los modos y grados de angustia y tormento, es causa de lo sublime.

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Ese poder que está manifiesto en la idea del dolor y sobre todo de muerte allí presente nos afecta. Mientras observamos el cuadro es imposible no experimentar terror. Ya que el dolor que vemos, está infligido por un poder superior a lo humano. La fuerza, la violencia, el dolor y el terror nos asaltan uno tras otro sin cesar. Este poder velado por la oscuridad del cuadro es el poder institucionalizado que posee en sí mismo el terror.

Esa fuerza manifiesta en la obra nos somete, nos produce intranquilidad, displacer y altera nuestros sentidos. Lo que sentimos es el temor de que esta inmensa fuerza es empleada para la destrucción. La presencia del toro, que ocupa un lugar destacado en la descripción sublime y cuya idea tenemos de él es la fuerza, está representado derrotado por una fuerza de mayor poder. Esto nos hace percibir que junto a lo sublime está el terror. En el caballo, por su parte, el carácter útil ha desaparecido en su totalidad, por esta razón en él lo terrible y lo sublime se da de manera conjunta.

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Otro elemento que define el «Guernica» como sublime es la infinidad. La concepción de la infinidad posee la tendencia a llenar la imaginación con esa especie de horror placentero, que es efecto de lo sublime. En la obra, tal infinidad se constituye a partir de la sucesión que se prolonga en la dirección de horizontalidad infinita, donde los impulsos sobre los sentidos impresionan nuestra imaginación con la idea de rebasar más allá de los límites reales del cuadro. En tal infinidad, el terror va más allá del cuadro y se multiplica, sentimos que las figuras se salen del lienzo. De este modo, se produce un infinito artificial, que provoca en nosotros ese efecto en el que no podemos fijar un límite. El cuadro no le da tregua a nuestra imaginación.

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El «Guernica» es un cuadro que aturde los oídos con los gritos desgarrados de las personas, del caballo y el toro. El sonido tiene un gran poder en nuestras sensaciones y pasiones, “un ruido excesivo por sí solo es suficiente para subyugar el alma, para suspender su acción y para llenarla de terror”. Porque despierta en nosotros una sensación horrorosa que impresiona nuestro ser. Los gritos de los animales, las voces inarticuladas de los hombres y las mujeres que sienten dolor y daño, son capaces de causar una sensación grandiosa y horrible. El griterío de la multitud, sumida en el horror, produce este efecto de parálisis en nosotros. La fuerza de los gritos nos asombra y confunde, nos hace vacilar porque turba nuestra mente. Ante el ruido violento apenas podemos resistirnos a ser arrastrados por el griterío y el horror de la muchedumbre. 16


En la obra se dan, al mismo tiempo, tanto los gritos que nos aturden como el silencio absoluto, una paradoja que nos sume en lo sublime. Es en este silencio brusco, absoluto en el que nos encontramos envueltos al observar el cuadro. El intenso silencio tiene el mismo poder sublime que los gritos más desgarradores. Por ello, nuestras facultades se ven inducidas a estar alertas. Ya que somos susceptibles de ser sobresaltados tanto por lo repentino como por lo inesperado. En ambos casos, tenemos la percepción del peligro y esto nos impulsa a ponernos a resguardo. Ese algo que nos acecha y nos roza es un aspecto del sentimiento de lo sublime.

Tanto los gritos desgarrados por el dolor y el terror como ese silencio ensordecedor son causa de lo sublime. Así mismo, hemos indicado que la oscuridad y la penumbra aumentan nuestro terror, por cuanto en ellas se esconde algo y no sabemos lo que puede ocurrirnos. Tememos lo peor que nos pueda pasar y de ahí nuestra incertidumbre que sea algo terrible. Por lo cual, intentamos librarnos de

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ese riesgo que puede causarnos daño. Lo confuso e incierto nos deja en una ansiedad temerosa y esto es causa de lo sublime.

Todos estos elementos señalados dan a esta obra de Picasso su carácter de sublime. Y nos hacen percibir este cuadro de una manera diferente al resto de su obra. Aun cuando el Arte Moderno, y la obra de Picasso, están fundamentadas en la estética de lo sublime, el «Guernica» en particular se ciñe a la estética de lo sublime expuesta por Edmund Burke.

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Nota: Todas las imรกgenes de este trabajo son descargadas de internet.

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