“Valparaíso Patrimonio de la Humanidad inclusión y exclusión de actores sociales Marcos Moraga

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Tesina de Egreso “Valparaíso Patrimonio de la Humanidad: inclusión y exclusión de actores sociales desde la prensa local”

Marcos Moraga Lovera Carrera de Periodismo Pontificia Universidad Católica de Valparaíso

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Índice de Tesina 1. Introducción………………………………………………………………….…………3 2. Problematización………………………………………………………….…………..5 Resumen……………………………………………………….…………5 Pregunta de investigación………………………………….………...…5 Objetivos…………………………………………………….…………….5 3. Marco teórico…………………………………………………………….…………….6 Inclusión y exclusión social……………………………….……………..6 Actores sociales…………………………………….…………………….9 Espacio público………………………………………….………..……..11 Ciudad y ciudadanía……………………………………….……………13 Patrimonio……………………………………………………….……….17 4. Diseño metodológico………………………………………………………………...22 Aplicando la matriz de análisis...………………………………………26 Concepto de patrimonio……………………………………….28 Temática de la noticia…………………………….28 Patrimonio como narrativa……………………….29 Mentalidad en el uso..….…………………………33 Reconocimiento de actores sociales……………………...…38 Actores sociales que participan en la nota..…...38 Tipo de reconocimiento identitario………………40 Validación de los actores descritos……………..40 Proyecto de ciudad…………………………………………….42 Estado…………………………………………...…42 Ciudadanos………………………………………..42 Diversidad……………………………………...….43 Lugar…………………………………………….....43 Segundo nivel de análisis……………………………………………...44 5. Análisis………………………………………………………………………………..46 Cuerpo conformado…………………………………………………….46 Preparativos: lectura y primeras marcas………………………….....46 5.3.1. Primera parte: concepto de Patrimonio……………………..47 5.3.2. Segunda parte: reconocimiento de actores sociales...…....51 5.3.3. Tercera parte: Proyecto de Ciudad………………………….55 6. Resultados y conclusiones…………………………………………………………62 6.1. Concepto de patrimonio 6.1.1. Temática y sección…….…………………………………………..62 6.1.2. Patrimonio como narrativa…….………………………………….67 6.1.3. Mentalidad………………………………………………………….72 6.1.3.1. Autoridad………………………………………………….74 6.1.3.2. Reducción………………………………………………...79 6.2. Reconocimiento de actores sociales……………………………………...86 6.2.1. Actores sociales que participan en la nota………………………87 6.2.2. Tipo de reconocimiento…………………………………………….89 6.2.3. Validación de los actores…………………………………………90 6.3. Proyecto de ciudad………………………………………………………...92 6.3.1. Estado……………………………………………………………….92 6.3.2. Ciudadanía………………………………………………………….99 6.3.3. Diversidad………………………………………………………….103 6.3.4. Lugar………………..……………………………………………..108 7. Sumario de los resultados………………………………………………………….116 8. Conclusiones sobre los resultados…………………………………………......…121 9. Reflexiones finales……………………………………………………………..……127 10. Bibliografía……………………………………………………………..….……..….134

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1. Introducción El 2 de julio del año 2003, el Comité Ejecutivo de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Cultura y la Ciencia, UNESCO, resolvió declarar a Valparaíso -una parte específica de la ciudad- como Patrimonio de la Humanidad. Sólo un mes antes, la misma ciudad había sido reconocida en el Congreso Nacional como la Capital Cultural de Chile. Junto con las exigencias y recompensas que tales nombramientos determinan formalmente, el debate se abrió en una ciudad que veía como era premiado, por ejemplo, su patrimonio arquitectónico, mientras convivía con serios problemas, como un índice de cesantía que en ese mismo momento se empinaba sobre los dos dígitos. Durante el año 2005 una delegación de Icomos Chile (organización no gubernamental internacional que asesora a UNESCO en materias de patrimonio mundial) sostuvo una reunión con el alcalde de Valparaíso, Aldo Cornejo, para analizar la inversión del préstamo otorgado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). La principal crítica del organismo fue que el municipio pretendía utilizar el dinero para solucionar problemas que tenían que ver con su gestión, y por lo tanto, sus dineros. La defensa de Cornejo consistió en que tales problemas –perros vagos, basura, iluminación, seguridaderan inadmisibles en una “ciudad patrimonial”, y que la otra posible solución sería una ayuda económica por parte del Estado.

En esas respuestas están contenidas partes fundamentales de lo que interesa aquí investigar. Por un lado, hay un requerimiento de características que las autoridades pretenden para el proceso de inserción global de la ciudad, lo cual nos lleva a preguntarnos cómo recibe esas construcciones (simbólicas) la ciudadanía y cuáles levanta frente, contra o junto a ellas.

Sin embargo, nuestro interés reposa principalmente sobre el periodismo y la participación de la disciplina en el problema que nos proponemos. Consideramos que la reflexión sobre el campo está lejos de agotarse, por el contrario: son constantes los llamados desde el área académica hacia el estudio de esta actividad, principalmente hacia las personas que efectivamente integran las empresas periodísticas. La lectura del artículo El Periodismo: ese relegado objeto de estudio y de debate ciudadano (López de la

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Roche, 2003) fue determinante en esta motivación. Como futuros miembros de esta profesión –y posiblemente de alguna de estas empresas- acusamos el golpe.

Por otro lado, nuestra inquietud sobre el campo se ve nuevamente acentuada luego de revisar los resultados entregados este año por el estudio realizado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) titulado El poder: ¿Para qué o para quién? . Según el instrumento aplicado entre distintos grupos de élites, los más poderosos de Chile (el grupo que ostenta la mayor capacidad de decisión e influencia) son los medios de comunicación. Si bien el estudio está orientado a una percepción de élites hacia las élites, no deja de ser estimulante indagar sobre los objetivos de este grupo, el para qué que tales actores orientan hacia su territorio. Acá encontramos el vínculo con el caso específico que nos convoca: el Patrimonio y Valparaíso.

Es por eso que acudimos a la prensa como institución para consultar el tema: no encontraremos el espejo de los distintos actores que allí aparecen recogidos, sino elementos de la propia construcción de realidad que los medios analizados pretenden para la ciudad. Además, diversas reflexiones sobre el periodismo –serán tratadas durante la discusión bibliográfica- nos advierten sobre las distintas voces tras las rutinas periodísticas. Nuestro problema, por lo tanto, se proyecta también hacia la ideología que circula en tales empresas que posibilitan tal construcción.

Sobre la elección de Valparaíso en el problema de investigación, habría que mencionar –sin ningún afán de menosprecio- que el interés radica de manera considerable en el afecto. Como plantea Jesús Martín-Barbero, “investigamos lo que nos afecta y afectar viene de afecto” (Martín-Barbero, 1999). Teniendo presente esta primera motivación, digamos también –siempre tomando en cuenta que estamos hablando de un acercamiento- que Valparaíso interesa también por lo que consideramos un momento histórico inmensamente rico para observar cómo la prensa se incorpora –he incorpora a los demás integrantes de la ciudad- en la discusión de este hito de la articulación globallocal como aparente la denominación de Patrimonio.

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2. Problematización 2.1. Resumen (Abstract):

El siguiente trabajo arranca desde la denominación de Valparaíso como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, para buscar cómo la prensa local reconfigura ese título -con requisitos y reconocimientos específicos y formalmente definidos- hacia un proyecto de ciudad que reparte privilegios y marginación dentro de los actores sociales de la ciudad. Al evaluar ese proyecto para Valparaíso en torno a los conceptos de inclusión y exclusión, se intentará abordar la capacidad de los medios locales de esta ciudad para plantearse frente a problemas de identidades y diversidad. 2.2. Pregunta de Investigación:

o

¿Cuál es el rendimiento inclusivo y excluyente para los actores sociales que los medios de comunicación instalan desde la discusión sobre “Patrimonio”?

2.3. Objetivos:

2.3.1. Principal:

o

Evaluar el rendimiento inclusivo y excluyente para los actores sociales que los medios de comunicación instalan desde la discusión sobre “Patrimonio”.

2.3.2. Específicos:

o

Descubrir las categorías de inclusión de actores sociales que los medios de comunicación instalan en la discusión sobre Patrimonio.

o

Identificar los momentos en que el medio acude a la palabra “Patrimonio” como elemento identitario.

o

Identificar el tipo de reconocimiento que el medio realiza para los actores sociales desde la discusión sobre el concepto “Patrimonio.

o

Descubrir el proyecto de ciudad que los actores identificados buscan instalar en Valparaíso desde la discusión sobre “Patrimonio”.

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3. Marco Teórico 3.1. Inclusión y exclusión

Uno de los conceptos que hasta acá se ha repetido bastante –fundamental, por cierto, en el planteamiento de la pregunta de investigación- es el de inclusión y exclusión social. La terminología está recogida desde las investigaciones de Rossana Reguillo. Ambos términos aparecen, por ejemplo, en su reflexión sobre la comunicación y derechos humanos (Reguillo, 1998). En la introducción de este trabajo, cuando se tratan los antecedentes que motivan la investigación, se mencionó el momento que representa este nombramiento de Valparaíso como Patrimonio de la Humanidad, en cuanto una instancia clara donde desde el discurso que accede a los medios masivos comienzan a operar distintos proyectos de ciudad, luego, de sociedad. La lectura de Reguillo permite interpretar este nombramiento como una oportunidad de análisis:

“La disputa entre los diferentes proyectos sociales que compiten en condiciones diferenciales por la conquista de una nueva hegemonía planetaria que habrá de decidir quiénes caben y quiénes no: se trata fundamentalmente de un debate entre la inclusión y la exclusión” (Reguillo, 1998, sin página). En la cita se mencionan proyectos sociales hacia "una hegemonía, planetaria", pero esto no quiere decir que las disputas sobre proyectos sólo funcionen a esta escala (ver apartado "Ciudad y ciudadanía").

Otro supuesto que luego estará presente en el marco metodológico se refiere a pensar inclusión-exclusión como un solo concepto. Esto no equivale a fusionar dos condiciones contrarias, sino a decir que una no es entendible sin la otra. Para entender el por qué tal actor se encuentra excluido de pensar y proponer un orden sobre el territorio debemos mirar hacia los incluidos. De hecho, en este trabajo, dada nuestra particular aproximación, sólo podemos ver hacia los incluidos, en cuanto un trabajo sobre los excluidos debería ser planteado en otros términos, como lo hace Reguillo por ejemplo, quien parte de la determinación a priori de un caso de excluidos –jóvenes marginales, por nombrar un grupo- y busca en los textos sus particulares mecanismos de exclusión. Un acercamiento como el que propone este trabajo se vería forzado, entonces, a generar

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algo así una taxonomía de los excluidos, una lista que parece inabarcable (y de momento, poco pertinente) cuando nos enfocamos en nuestros objetivos.

Así, desde los discursos que proponen los incluidos a través de la prensa podemos extraer los obstáculos de participación en el proceso. Esto se condice con una perspectiva sobre la distribución de las relaciones de poder, la cual vamos a asumir como supuesto: la hegemonía, como fue presentada por Gramsci, una postura que ayudó a “otro entendimiento de los juegos estratégicos que se desarrollan en el seno de la sociedad civil (en lo cotidiano, se podría decir) y, consiguientemente, mostró las fisuras y alternativas, los rechazos y las complicidades inter-clasistas, que hacían más adecuado hablar de construcción de la hegemonía que de reproducción mecánica de la dominación” (Torrico, 2000). Por lo tanto, aunque la investigación esté centrada en buscar las categorías de inclusión, no podemos olvidar que ellas no se pueden entender sin tener en cuenta que también juegan un rol en la definición de los excluidos, en cuanto ellos no serían los portadores -o así al menos se les reconocería- de las características que consignaremos con nuestro análisis hermenéutico. Debemos considerar que la inclusión-exclusión, como la plantea Reguillo, recorre un camino distinto al cual se está planteando acá. Ella parte de tres categorías predefinidas desde su trabajo empírico, las cuáles luego son buscadas y analizadas en los medios de comunicación (los jóvenes, las mujeres y los indígenas). Acá, sin embargo, nos proponemos un problema distinto. Partimos de la temática, pero justamente lo que nos interesa es encontrar esas categorías en condición de incluidos o excluidos, que ya estaban claramente postuladas en Reguillo (1998), y posterior a su descubrimiento, consignar cuáles son los atributos que los medios privilegian en esta discusión, legitimando cierto tipo de participación en sus páginas.

Pese a las distancias (más manifiestas en el enfoque metodológico), desde el trabajo de Reguillo sí podemos extrapolar una relación entre los proyectos sociales pertinentes a un territorio y la búsqueda de marcas identitarias con distintas valoraciones dentro de esos proyectos. Por ejemplo, durante la argumentación sobre el interés analítico que revisten las culturas juveniles, Reguillo explica que “…resulta fundamental pensar la crisis cultural de la modernidad latinoamericana, que se ha vuelto más evidente conforme se vuelven visibles los actores, las prácticas y los procesos, que, en su afán de volverse

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moderna, América Latina ‘olvidó’, en tanto no cabían en un proyecto de signo eurocéntrico, masculino, adulto y blanco. Indígenas, negros, mujeres, quedaron al margen por su ‘inviabilidad’” (Reguillo, 2000:146). Tres factores, entonces, que pueden aplicarse hacia este estudio: - Primero, el proyecto: en Reguillo es la América Latina moderna, acá es el Valparaíso Patrimonial, - segundo: las marcas identitarias coherentes con el modelo "masculino, adulto y blanco", - por último, las marcas identitarias que por oposición, demuestran su inviabilidad dentro del proyecto ("indígenas, negros, mujeres"). Surge luego la pregunta: ¿inclusión o exclusión dónde? Este trabajo trata sobre los medios de comunicación, pero eso no signifique que estas características se reduzcan solamente a un tema de figuración en sus páginas. La misma Reguillo incluye ambos conceptos en una problemática mayor: “(…) una problemática que, desde mi perspectiva, rebasa la dimensión jurídica e incluso a los propios medios de comunicación, que no son sino la expresión más visible o un elemento más de una estructura de desigualdad que tiene que ver no solo con indicadores económicos, sino fundamentalmente con las maneras en que los seres humanos se construyen a sí mismos en su relación con los otros (…)”. (Reguillo, 1998, sin página)

Por lo tanto, si estamos hablando de medios de comunicación, indudablemente apuntamos a un concepto clave que en ellos se manifiesta. Así lo expresa Bourdieu: (Es a través de las prácticas periodísticas que) “se regula el acceso de los ciudadanos de a pie, así como los demás productores culturales (científicos, artistas, escritores) a lo que a veces se llama espacio público, es decir, a la difusión a gran escala”. (Tomado desde Castillo y Valderrama, 2001) Sobre la puesta en práctica de los conceptos de inclusión y exclusión, Sonia Hernández García es autora del estudio Un acercamiento a la nota roja: la inclusión y exclusión de las clases vulnerables. El texto retoma los planteamientos de Reguillo sobre el “discurso de exclusión de los medios”, el cual, mediante la lectura parcial de los

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acontecimientos muestra a los distintos actores como malos o buenos; la ciudadanía es distribuida en categorías que no admiten matices intermedios, o que generan extremos artificiales (Hernández, 2002). La investigación tienen un enfoque cuantitativo que busca en tres periódicos de Oaxaca -El Imparcial, Noticias (los de mayor circulación en el estado mexicano) y Rotativo- la presencia de ciertas categorías en el los textos de la crónica roja: roles, causales, escenarios, observaciones, preferencia sexual, filiación, étnica, circunstancia, tipo de asentamiento, lugar donde se desarrollan los acontecimientos y discurso. Un mérito del estudio de Hernández es entender la exclusión más allá del solo acceso a los medios: “en la prensa escrita puede incluirse a las clases vulnerables, pero a la vez se les excluye, ya que son presentados como 'la evidencia contundente e irrefutable del mal'” (Hernández, 2002). Por lo tanto, un primer punto a considerar es que no toda inclusión de facto en los medios significa una inclusión en la participación sobre las decisiones del destino del lugar propio. Por ejemplo, en el mismo estudio se concluye que “resulta importante que en más del 90 por ciento de los casos de la nota roja oaxaqueña quienes aparecen son las clases sociales más bajas” (Hernández, 2002). De esta objeción se encargará la segunda parte del esquema metodológico propuesto, donde se realizará un análisis de discurso en los textos cuyos actores aparecen como los incluidos más frecuentes. 3.2. Actores sociales.

Antes de profundizar en el marco metodológico sobre cómo vamos a clasificar a los sujetos que aparezcan en los diarios para poder pensarlos como actores sociales, se hacen necesarias algunas aclaraciones sobre esta denominación. Una temprana definición por parte de Max Weber nos habla de los actores sociales como aquéllos que atribuyen validez legítima a cierto orden determinado, es decir, lo realizan para justificar enteramente sus acciones (Weber, en Internet). Nos interesa, sin embargo, actuar desde una categoría más amplia. Para ello nos sirve más la definición de otro autor: “Touraine define al actor por las relaciones sociales en las que está ubicado. Al crear una relación con otro Sujeto, crea sociedad. Dicho de otro modo el actor se define por su rol. Si el rol desarrollado es marginado o marginal, es un actor marginal”. (Reyes y Salinas, en Internet).

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Las categorías que proponemos en el apartado de la metodología surgen de una forma específica de pensar a los actores sociales. El sociólogo Manuel Garretón explica que las categorías de actores con que la investigación social puede afrontar sus trabajos emergen del “paso de una matriz configurativa de actores más ligados a los proyectos histórico-estructurales y a la política, a otra de actores más centrados en los niveles de los mundos de la vida y de las instrumentalidades de tipo organizacional e institucional, es decir, más sociales y culturales” (Garretón, 2001, p.8). El autor entonces llega a definir el concepto de actores sociales, aunque no con una intención enciclopédica, sino desde lo que entiendo como una intención movilizadora de reflexión e investigación: “…(Se trata de) los portadores, con base material o cultural, de acción individual o colectiva que apelan a principios de estructuración, conservación o cambio de la sociedad, que tienen una cierta densidad histórica, que se definen en términos de identidad, alteridad y contexto, que se involucran en los proyectos y contraproyectos, y en los que hay una tensión nunca resuelta entre el sujeto o principio constitutivo o trascendente de una determinada acción histórica y la particularidad y materialidad de el actor que lo invoca” (Garretón, 2001, p.13). Creo que la anterior definición-explicación se acerca bastante a las pretensiones de este estudio. Se trata de trabajar en el entendimiento de estos nuevos actores sociales cuya importancia fue puesta en relieve por la irrupción de un nuevo paradigma societal, impulsado principalmente desde los procesos de globalización. Estamos tratando de entender cómo los actores sociales son entendidos desde los medios de comunicación, y por ello es que nos interesa el proceso del Patrimonio, en su potencialidad como proyecto de ciudad, y por lo tanto, en su potencialidad como convocatoria actores sociales hacia el espacio público que constituyen los medios. Resulta obvio, entonces, que al plantearnos la pregunta sobre los actores sociales nos interesa la dimensión política del sujeto, y cómo esta es interpretada por el medio analizado (por lo tanto, no solamente incluye aquellos actores con manifiesta posibilidad política de acuerdo al reconocimiento que realiza el medio, sino también aquellos que en la forma que son interpretados por el medio presentan una clausura absoluta de esa posibilidad). En la última cita a Garretón, se menciona también que estos actores sociales pueden ser definidos en términos de identidad, con lo cual se nos hace necesario hacer una aclaración conceptual sobre la manera cómo se entenderá ese término en este texto.

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Si ya recurrimos a Reguillo para la explicación del eje inclusión-exclusión, también su definición sobre identidad servirá: "la identidad es centralmente una categoría de carácter relacional (identificación-diferenciación)" (Reguillo, 2000:41), a lo cual habría que agregar que "las identidades sociales no son monocausales, por el contrario están compleja y multidimensionalmente articuladas a un conjunto de elementos sociales, económicos, políticos" (Reguillo, 2000:56). Sobre estas características hay una mayor profundización en el apartado del Marco Metodológico, donde se aplican estas advertencias sobre las amplias dimensiones de las marcas identitarias. 3.3. Espacio Público. Espacio público, entonces, es nuestro siguiente concepto clave. Si retomamos la anterior cita de Bourdieu (Tomado desde Castillo y Valderrama, 2001) es para resaltar la incidencia de los medios de comunicación en la construcción de un espacio público, aunque acá no lo traduzcamos directamente por “difusión a gran escala”. Espacio público lo entenderemos como la reformulación del concepto de opinión pública propio del Estado de Derecho Liberal, que la consideraba como el espacio donde personas privadas debatían sobre el bien común. En texto de Habermas:

“Por espacio público entendemos un ámbito de nuestra vida social, en el que se puede construir algo así como opinión pública. La entrada esta fundamentalmente abierta a todos los ciudadanos. En cada conversación en la que los individuos privados se reúnen como público se constituye una porción de espacio público (…) Los ciudadanos se componen como público, cuando se reúnen y conciertan libremente su opinión, sin presiones y con la garantía de publicar libremente su opinión, sobre las oportunidades de actuar según intereses generales. En los casos de un público amplio, esta comunicación requiere medios precisos de transferencia e influencia: periódicos y revistas, radios y televisión, son hoy tales medios del espacio público”1 (en Boladeras, 2001, p.53)

Repensado el concepto, por ejemplo por Nancy Fraser (“… el público burgués nunca fue el gran público. Por el contrario, prácticamente al mismo tiempo que el público burgués, surgió un ejército de contra-públicos, entre ellos los públicos nacionalistas, los

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Las cursivas son nuestras.

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públicos populares campesinos, públicos de mujeres de élite, públicos negros, y públicos proletarios. Por consiguiente, hubo públicos en competencia desde el principio, no sólo a partir de finales del siglo XIX y en el XX, como lo sugiere Habermas” [Fraser, 1997, p.105]), surge la necesidad de hablar de espacios públicos –así, en plural- al reconocer la serie de exclusiones que conllevaba el planteo de una esfera pública única, y las otras formas de publicidad que se desarrollaban al margen de la esfera principal.

Los espacios públicos serían entonces el lugar donde se ponen en juego las retóricas y estilísticas para un reconocimiento en sociedad. En este mismo espíritu recogemos la propuesta de Fraser “que enfatiza la definición procedimental, por oposición a la definición sustantiva de la esfera pública democrática: aquí, la esfera pública se define como un espacio destinado a cierto tipo de interacción discursiva, no como un espacio para tratar cierto tipo de tópicos y problemas. Por lo tanto, no hay restricciones respecto a qué puede convertirse en un tópico de deliberación” (Fraser, 1997, p.125). Así es como podemos pensar al espacio público como una dimensión dinámica, y como el lugar de las inclusiones y exclusiones. La misma Fraser, si bien destaca los espacios públicos como lugares de agrupamientos de diversos grupos, destaca la vocación de ellos de proyectarse hacia la sociedad en su conjunto, de situarse en otra dimensión superior del espacio público. Ahí estarían los medios, pero debemos entenderlos no como el lugar que concede el acceso hacia un espacio público superior –actuando sólo como una puerta previa a lo que verdaderamente constituiría tal espacio- sino a los medios como un espacio público, en cuanto pueden operar como el lugar en que los distintos actores sociales se reconocen –como antes anticipamos- en sus retóricas y estilísticas. No estamos así desestimando las conexiones que puedan haber entre el espacio público que constituyen los medios de comunicación, sino salvándolos de una directa funcionalidad con una estructura superior, que puede luego entenderse como la administración de un poder monolítico sólo con ruta de descenso. El campo del periodismo y sus productos son el lugar clave de las sociedades contemporáneas para conformar quizás el más grande –lo cual no significa el más inclusivo- de los espacios públicos, heredero de una noción de esfera pública única.

“El Estado-Nación como estructura de orden social fue el que en definitiva demandó el traslado del espacio público físico al mediático, frente a la constitución

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de las sociedades masivas donde la convocatoria simultánea de toda la ciudadanía era imposible”. (Castillo y Valderrama, 2001)

3.4. Ciudad y ciudadanía. Se hace necesaria también una reflexión sobre cómo pensar la ciudad, de tal manera de ir más allá de su sola dimensión material (factor para nada despreciable) y entenderla dentro de los procesos que me propongo analizar. Dice Manuel Delgado Ruiz: “En la ciudad, todas las minorías culturales –y en la ciudad no hay otra cosa que minorías culturales- sean tradicionales o nuevas, adoptan estrategias que las hacen visibles. Cualquier grupo humano con cierta conciencia de su particularidad necesita ‘ponerse en escena’, marcar de alguna manera su diferencia”. (Citado por Castillo y Valderrama, 2001, p.78). De inmediato, la ciudad se nos presenta como un lugar donde las identidades pueden adquirir una visibilidad política. Para esto, será importante entender la ciudad en su permanente dimensión de proyecto. El concepto de ciudad, entonces, será entendido desde los aportes de Ángel Rama en su obra La ciudad letrada, quien conjuga dos dimensiones para entender la fundación de las ciudades -una operación que no se remite solamente a su momento original, sino en permanente actualización. “Las ciudades americanas fueron remitidas desde sus inicios a esta doble vida. Le correspondía un orden físico, que por ser sensible, material, está sometida a los vaivenes de construcción, de instauración y de renovación, y sobre todo, a los impulsos de la invención circunstancial de individuos y grupos según su momento y situación. Por encima de ella, la correspondiente al orden de los signos que actúan en el nivel simbólico, desde antes que cualquier realización, y también durante y después, pues disponen de una inalterabilidad a la que poco conciernen los avatares materiales. Antes de ser una realidad las calles, casas y plazas, las que sólo pueden existir y aún así gradualmente, a lo largo del tiempo histórico, las ciudades emergían ya completas por un parto de la inteligencia en las normas que las teorizaban, en las actas fundacionales que las estatuían, en los planos que las diseñaban idealmente, con esa fatal regularidad que acecha a los sueños de la razón…” (Rama, 2004, p.45-46).

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Rama reconoce a un grupo social dotado de la capacidad para generar los proyectos-ciudades (aquellos dotados de la capacidad de la letra, entre los cuales podría incluirse a la prensa, presentes en esos momentos fundacionales), y desde ahí elabora su modelo de la ciudad letrada. Considerando que Rama realiza de antemano cierta dimensión de la operación que nosotros pretendemos en este trabajo -esto es, reconocer la posición política de un grupo de actores sociales y su responsabilidad en la ciudad como proyecto-, aprovecharemos sus propuestas teóricas, reapropiándolas hacia un contexto específico. En relación a este grupo privilegiado en la génesis de las ciudades americanas (“…una pléyade de religiosos, administradores, educadores, profesionales, escritores y múltiples servidores intelectuales, todos esos que manejaban la pluma, estaban estrechamente asociados al poder…” [Rama, 2004, p.57]), y de acuerdo a la posición histórica y territorial que ha Rama le interesa, se plantean las siguientes explicaciones en La ciudad letrada:

"...dentro de ellas (las ciudades americanas) siempre hubo otra ciudad, no menos amurallada sino más agresiva y redentorista, que le rigió y condujo. Es la que creo debemos llamar la ciudad letrada, porque su acción se cumplió en el prioritario orden de los signos y porque su implícita calidad sacerdotal contribuyó a dotarlos de un aspecto sagrado, liberándolos de cualquier servidumbre con las circunstancias. Los signos aparecían como obra del Espíritu y los espíritus se hablaban entre sí gracias a ellos. Obviamente se trataba de funciones culturales de las estructuras de poder, cuyas bases reales podríamos elucidar, pero así no fueron concebidas ni percibidas, ni así fueron vividas por sus integrantes”. (Rama, 2004, p.57)

Interesa recoger esta relación entre el "orden de los signos" y la ciudad como realidad física. Sin embargo, sobre el carácter prioritario en la conducción del orden en las ciudades, la bibliografía posterior nos invita flexibilizar la supremacía de esos grupos letrados en la construcción simbólica de las ciudades, como propone, por ejemplo, Álvaro Cuadra en De la ciudad letrada a la ciudad virtual:

"La ciudad letrada encontró en las burocracias estatales, los partidos políticos y la gran prensa su hábitat natural, no es menos cierto que,

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paralelamente, comenzó la expansión de la radiotelefonía y el cine, como formas de secularización de de modelos culturales diversos, enraizados esta vez en el dominio de la parole, del habla cotidiana. Este hecho posee, a nuestro entender, la mayor trascendencia, pues supone un cambio en el eje de la cultura que se desplaza de la escritura como límite social y lingüístico hacia el habla. Lentamente, nuestro universo simbólico comienza a alejarse de los códigos normativos y rígidos de la cultura ilustrada hacia los códigos más flexibles de una cultura de masas" (Cuadra, 2003, p.114-115)

Otros aportes, ahora desde la arquitectura, también nos sirven para hacer relativas las conclusiones sobre la supremacía del núcleo letrado en la conducción de las ciudades (relativos por su posición específica en el tiempo y el espacio: ciudades americanas en los años inmediatos a la colonización). Por ejemplo, el concepto de "junkspace" acuñado por Rem Koolhaas que sirve para referirse al residuo que la humanidad deja en el planeta (donde las ciudades y sus construcciones tienen un papel protagónico), sitúa la atención en el crecimiento sin planificación -hasta alcanzar niveles opresivos- del espacio de la ciudad: "Junkspace is a Bermuda triangle of concepts, a petri dish abandoned: it cancels distinctions, undermines resolve, confuses intention with realization. It replaces hierarchy with accumulation, composition with addition. More and more, more is more"2 (tomado de Jameson, 2003, p.75).

Si bien consideramos importante consignar estas dos últimas reflexiones a modo de muestra sobre la discusión actual sobre el orden en la ciudades (la "Ciudad virtual" de Cuadra y "the Future city" de Jameson), ninguno de los aportes citados desacreditan la búsqueda de proyectos sociales en la prensa escrita, sino que pone atención sobre los nuevos constructores de la ciudad como proyecto, algo perfectamente compatible con la pervivencia de un orden propuesto desde la lengua escrita (lo que en la cita parece proponerse cuando Cuadra describe la expansión de nuevas tecnologías “paralelamente” al orden de la ciudad letrada). Por lo demás, si se habla de un desplazamiento hacia la parole, no necesariamente se traduce esto en que lo escrito, está obsoleto de participar en la construcción de ciudades: sería hermanar el formato a algo así como un modelo cultural absoluto. Sabemos que existen implicancias, pero no son absolutas, y el mismo 2

“El Espacio-basura es un Triángulo de las Bermudas de conceptos, una placa de Petri abandonada. Cancela las distinciones, socava la determinación, confunde la intención con realización. Remplaza jerarquía con acumulación, composición con adición. Mas y más, más es más”. (La traducción es nuestra)

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modelo cultural puede operar de manera transversal a los formatos; ejemplos sobran de modos de escritura y lectura cercanos a la parole a través de un formato escrito, con lo cual no desacreditamos inmediatamente ningún soporte en la incidencia del proceso que en este trabajo interesa investigar. Todo sigue justamente uno de los objetivos ya planteados: buscar cuáles son esas voces (y cuáles quedan fuera) de acuerdo al trabajo del periodismo en esta ciudad. Entenderemos la ciudad -Valparaíso, específicamente- como un lugar3 donde las identidades se ponen en disputa a través de los proyectos de ciudad. Sin embargo, no podemos perder de vista que esos mismo proyectos remiten a un orden que ya opera, uno que junto con asignar roles a los distintos grupos, plantea un orden simbólico por donde todos los proyectos, incluso los que emergen desde la marginalidad, deben transitar. Significa que la ciudad no está exenta de los límites y posibilidades que propone cierta "mentalidad" operante, pensando el término "mentalidad" como lo presenta Roger Chartier (1992): una condición social que hace pensable (o sea, posible de pensar) cualquier proceso intelectual, en nuestro caso, un proyecto de ciudad. Ese orden es el que nos interesa indagar (el orden en que también estarían operando los discursos del medio de comunicación analizado), en la medida que regula la misma posibilidad -y pone en perspectiva para el entendimiento- de los discursos sobre el Valparaíso Patrimonial. El orden, por lo tanto, como ya advertía Rama, será clave para examinar el tema de la inclusión y exclusión de actores sociales desde la prensa: “El sueño del orden servía para perpetuar el poder y para conservar la estructura socioeconómica y cultural que ese poder garantizaba. Y además, se imponía a cualquier discurso opositor de ese poder, obligándolo a transitar, previamente, por el sueño de otro orden”. (Rama, 2004, p.45)

La pregunta por el orden, es entonces, una pregunta por el poder. Y aunque ese orden remita al orden físico, es indisociable de la dimensión simbólica de las ciudades, sino, siguiendo con Rama, habría que interpretar ambas dimensiones, la física y simbólica como redes superpuestas ("la física, que el visitante común recorre hasta perderse en la multiplicidad y fragmentación, y la simbólica que la ordena e interpreta, aunque sólo para 3

Un "lugar" en términos antropológicos, a la manera como lo define Marc Augé en su texto Los no lugares (2004). Pero considerando que esa terminología es un gran aporte en términos operacionales, hemos decido profundizar en esa definición y discusión en el apartado del "Diseño Metodológico".

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aquéllos espíritus afines capaces de leer como significaciones los que no son nada más que significantes sensibles para los demás, y, merced de esa lectura, reconstruir el orden. Hay un laberinto en las calles que sólo la aventura personal puede penetrar y un laberinto de los signos que sólo la inteligencia razonante puede descifrar, encontrando su orden” [Rama, 2004, p.69]). La pregunta por el orden de las ciudades propone alcances claves para la conformación de los actores incluidos y excluidos, situándolos en perspectiva de ese orden ineludible que reparte rol y estatus en su tránsito. 3.5. Patrimonio. El concepto de patrimonio que orienta este trabajo arranca desde una denominación técnica -la denominación por parte de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Tecnología (UNESCO)- pero de ninguna manera pretende actuar como un juicio frente a la distorsión de la definición formal que le otorgan las instituciones que administran el título entregado a la ciudad de Valparaíso. Lo interesante en esta tarea específica es la resignificación que se pretende para el concepto como exigencia para una ciudad imaginada -una ciudad patrimonial- que no necesariamente le debe coherencia a los requisitos presentados por la UNESCO.

Parece pertinente -reiterando la intención de una revisión conceptual, no de clausurar la discusión desde una definición específica- una revisión sobre algunos aspectos destacados por la UNESCO en sus normativas para el reconocimiento del carácter patrimonial. El instrumento básico de la institucionalidad patrimonial para la UNESCO es la "Convención sobre la protección del patrimonio mundial, cultural y natural" (1972) donde se entrega la definición sobre "patrimonio" que luego será aplicada y citada en instrumentos posteriores, como la "Guía Operativa para la Implementación de la Convención del Patrimonio Mundial", periódicamente revisada por el Comité de Patrimonio Mundial y considerada "la principal herramienta de trabajo en Patrimonio Mundial"4. La Convención establece dos categorías, patrimonio cultural y natural, estando Valparaíso incluido en la primera. Sobre esta categoría la Convención, en su primer artículo, explica que "se considerará 'patrimonio cultural': los monumentos: obras arquitectónicas, de escultura o de pintura monumentales, elementos o estructuras de carácter arqueológico, inscripciones, cavernas y grupos de elementos, que tengan un

4

Extraído de "World Heritage Centre, the criteria for selection", en http://whc.unesco.org/en/criteria/

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valor universal excepcional desde el punto de vista de la historia, del arte o de la ciencia; los conjuntos: grupos de construcciones, aisladas o reunidas, cuya arquitectura, unidad e integración en el paisaje les dé un valor universal excepcional desde el punto de vista de la historia, del arte o de la ciencia; los lugares: obras del hombre u obras conjuntas del hombre y la naturaleza así como las zonas, incluidos los lugares arqueológicos que tengan un valor universal excepcional desde el punto de vista histórico, estético, etnológico o antropológico." (UNESCO, 1972)

Llama la atención la insistente mención de un "valor universal excepcional", que no aparece especificada en ninguna parte de la Convención. Podemos encontrar una explicación en la "Guía Operativa para la Implementación de la Convención del Patrimonio Mundial", donde se enumeran una serie de requisitos para aplicarse en cada una de las publicaciones. En el caso de Valparaíso, pese a que la postulación proponía el nombramiento en base a tres de estos requisitos (ii, iii y v)5, el Comité solamente acogió el número iii, que dice: "es un testimonio único, o por lo menos excepcional, de una tradición cultural o de una civilización viva o desaparecida"6. El reconocimiento, entonces, es hacia una dimensión material en cuanto forma de evocar una tradición cultural o civilización específica.

Habría que tener en cuenta la preferencia -sin duda de carácter práctico, considerando los objetivos de la UNESCO y su división de Patrimonio Mundial orientada hacia la preservación- por hermanar el concepto de "patrimonio cultural" con aspectos de 5

Considerando que al momento de la postulación de Valparaíso estaba vigente la "Guía Operativa para la Implementación de la Convención del Patrimonio Mundial" del año 2002 (el nombramiento ocurre el año 2003), hemos preferido recoger las citas a este documento desde la Inscripción de Valparaíso en la lista de patrimonio mundial de la UNESCO" (2003), debido a que la Guía operativa ahora disponible en el sitio web de la UNESCO corresponde a la del año 2005, inexistente en el período señalado. Dicha inscripción se encuentra disponible en el sitio web del Consejo de Monumentos Nacionales, en la dirección: http://www.monumentos.cl/patrimonio2003/valparaiso.htm#01 6

Los otros criterios de valor universal son: i) el bien representa una obra maestra del genio creador del hombre; ii) el bien testimonia un intercambio de influencias considerable, durante un período concreto o en un área cultural del mundo determinada, en los ámbitos de la arquitectura o la tecnología, las artes monumentales, la planificación urbana o la creación de paisajes; iv) es un excepcional ejemplo de un tipo de construcción o conjunto arquitectónico o tecnológico, o de paisaje, que ilustra uno o varios períodos significativos de la historia humana; v) es un ejemplo excepcional de formas tradicionales de asentamiento humano o de utilización de las tierras, representativas de una cultura (o de varias culturas), especialmente cuando son vulnerables debido a mutaciones irreversibles; vi) está directamente asociado con acontecimientos o tradiciones vivas, ideas, creencias u obras artísticas y literarias que tengan un significado universal excepcional (el Comité considera que este criterio debería justificar una inscripción en la Lista sólo en circunstancias excepcionales, y cuando se aplique de manera concomitante con otros criterios).

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carácter material. Las categorías de

la Convención, explícitamente aluden

a

"monumentos", "conjuntos" y "lugares", apareciendo sólo en este último apartado una mención al valor excepcional en relación al valor "histórico, estético, etnológico o antropológico". Incluso en los fundamentos del valor universal (acá presentados en Nota al pie número 4) son los testimonios materiales los que se protegen, independiente de los atributos culturales que ellos remiten -y remiten explícitamente.

Pero la discusión sobre "Patrimonio" está lejos de zanjarse a través de los instrumentos normativos de la UNESCO -entendiendo también que cada una de las postulaciones se dirimen en un comité que discute a partir de esta normativa. Por lo mismo hay que revisar el concepto de patrimonio y considerarlo en una dimensión amplia -no tan amplia, tampoco, como para que sea igual a nada-, como proponen Mirta Bialogorski y Fernando Fischman (2002). Los autores buscan una metodología para la clasificación de los bienes patrimonializables, insatisfechos por la división entre la noción histórica de patrimonio ("conjunto de soportes sociales con capacidad para representar simbólicamente una identidad social") y el apellido intangible que muchas veces se esgrime para rebatir las críticas frente a la predilección por los elementos materiales y así abarcar también otras manifestaciones más difíciles de registrar.

Los autores dan cuenta de un persistencia de lo que identifican como "definición histórica" de patrimonio, que sigue operando en varias esferas, incluida la académica, asociada a "un conjunto de soportes materiales con capacidad para representar simbólicamente una identidad social" (Bialogorski y Fischman, 2002:233). Es básicamente lo que veníamos advirtiendo en las herramientas de la UNESCO, y ese es un dato importante cuando analicemos la resignificación que se pretende para el título de ciudad patrimonial dentro de la prensa de Valparaíso, donde muchos de los requisitos históricamente requeridos para que un bien sea patrimonial pueden exigírsele a la ciudad. Siguiendo con Bialogorski y Fischman, ellos introducen el concepto de actuación para desarrollar alguna metodología que busque sistematizar las denominaciones de patrimonio. Si bien en este trabajo no interesa saber si Valparaíso merece o no el título -el reconocimiento es el punto de arranque y lo que se busca en los diarios no está motivado por una revisión de la legitimidad del reconocimiento entregado- sí nos sirve este aporte en cuanto invita a pensar el patrimonio como un concepto con varias dimensiones

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implicadas. Bialogorski y Fischman identifican, por ejemplo, aspectos situacionales y extrasituacionales que engloban circunstancias específicas tales como la ocasión, y/o el ámbito y/o la cantidad e identidad de los participantes de la actuación.

Partimos buscando en las definiciones técnicas y cómo esos tratados técnicos no son suficientes para contener la intención de este estudio. Néstor García Canclini discutió sobre este tema durante una charla dictada en el país 7. La discusión es competente y García Canclini pone el acento en algunas de las tensiones que surgen desde la definición operativa de la UNESCO:

“Las actividades destinadas a definir el patrimonio, preservarlo y difundirlo, amparadas por el prestigio histórico y simbólico de ciertos bienes, incurren casi siempre en una simulación: hacen como que la sociedad no estuviera dividida en clases, etnias y grupos, o esas fracturas no importaran ante la grandiosidad y el respeto acumulado por las obras patrimoniales”. (García Canclini)

La anterior es una de las conclusiones a las que llega al discutir la cualidad de “valor universal”. Pese a atribuírsele al patrimonio un carácter universal, no pueden ignorarse las condiciones sociales que le anteceden y preceden, y eso lo advierte el antropólogo argentino, por ejemplo, en el eurocentrismo cuantitativo que presenta la distribución de lugares reconocidos por la UNESCO como “Patrimonio de la Humanidad”. Para este trabajo, rescatamos y nos interesa esa tensión: “Si bien a veces el patrimonio cultural sirve para unificar a una nación, las desigualdades en su formación y apropiación exigen estudiarlo también como espacio de disputa material y simbólica entre los sectores que la componen”8.

En la oportunidad, Néstor García Canclini se mostró interesado en analizar tales tensiones desde algunos trabajos del arte contemporáneo, pero también apuntó a los medios de prensa como lugares para reflexionar sobre los problemas que motivan los nombramientos. En los documentos oficiales que atañen a las denominaciones

7

La conferencia se realizó durante los días 22 y 23 de agosto de 2006, en la casa central de la Universidad de Chile (Santiago, Chile). Las ponencias llevaron como título “Ciudadanía y cultura” y “Geopolíticas de las artes”, respectivamente. 8 Ponencia de Néstor García Canclini: “Geopolíticas de las artes”, 23 de agosto de 2006, en la casa central de la Universidad de Chile (Santiago, Chile).

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patrimoniales se habla de museos, obras y testimonios históricos. Y no hay que olvidar que en el caso de Valparaíso es el casco histórico –un espacio delimitado geográficamente- el depositario del nombramiento. Considerando esta materialidad a la que alude siempre la discusión patrimonial, encontramos útil integrar en el marco metodológico una reflexión sobre el “lugar”, mediante el cual podamos pensar en un contexto urbano que excede al contrato técnico de la denominación patrimonial. Nos quedamos con la siguiente reflexión, que junto con apuntar al interés central de este trabajo -la reconfiguración del concepto y sus consecuencias para los actores sociales-, pone atención a esa interacción con el espacio urbano:

“Las transformaciones urbanas modifican los monumentos y testimonios históricos al cambiar su escala, en relación con los grandes edificios y con la publicidad espectacular en las ciudades contemporáneas, en tanto los medios masivos logran que millones de personas que nunca han ido a museos vean en sus casos las obras que allí se exhiben en la televisión o en Internet. Pero el papel de los medios no interesa sólo como difusores, sino por las operaciones de reconceptualización y metaforización que realizan en conexión con otros campos de la vida social”9

9

Ídem.

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4. Diseño Metodológico El tipo de investigación en que desarrollará inicialmente este trabajo será de carácter descriptiva, por cuanto este tipo de estudio se presenta como el más apto para los objetivos aquí planteados: el análisis de un concepto determinado (inclusión social) en un contexto específico. Si bien el concepto propuesto podría prestarse para una confusión cuando se trata de categorizar, en cuanto puede ser considerado como dos variables (inclusión-exclusión, según lo presenta el título de esta investigación y según aclararemos en el Marco Teórico) en las cuales se puede asumir una correlación, no es el caso, dado que ambas palabras aparecen contenidas dentro de un solo concepto –erigido desde una dualidad, por cierto-, el de inclusión-exclusión (para un explicación más acabada sobre este punto, revisar el apartado sobre las consideraciones teóricas).

De acuerdo con el libro Metodología de la Investigación (Baptista, Hernández y Fernández, 1998), cualquier trabajo puede contener elementos de más de una de las modalidades de investigación que propuestas (exploratorios, descriptivos, correlacionales y explicativos). Así es como esta investigación también posee un rasgo exploratorio, en cuanto a que si bien existen anteriores trabajos y mediciones sobre las modalidades de inclusión y exclusión en la sociedad, ninguna se encontró sobre el contexto específico que acá se va a analizar, la ciudad de Valparaíso, ni tampoco algún estudio que desde esta perspectiva se ocupe del concepto de Patrimonio.

Tampoco es recomendable descartar de antemano cualquier modificación a esta categoría –exploratoria-, entendiendo que tal elección se realiza desde las pretensiones iniciales, pero que no debería actuar como una limitante absoluta. El corpus desde el cual se extraerá la información requerida incluye una selección de noticias extraídas desde El Mercurio de Valparaíso a partir del nombramiento de Valparaíso como “Patrimonio de la Humanidad”, hecho ocurrido el 2 de julio del año 2003. El inicio de este corpus fue seleccionado porque en esa fecha, cuando Valparaíso recibe finalmente la denominación de la UNESCO, es cuando se podrá apreciar en los medios las distintas posiciones frente a la certeza de un título que ya se posee, lo cual permite hacer proyecciones posibles desde las recompensas que esa nueva condición promete.

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Con motivo adecuar el corpus a un número de diarios plausibles de revisar en el plazo del estudio (teniendo en consideración el sistema de recolección que se aplicará, que implica la lectura íntegra del cuerpo informativo de las ediciones), se ha recurrido a la identificación de hitos, es decir, fechas identificadas por el autor como puntos claves para el estudio del problema. El hito nos habla de un momento en que el normal flujo de la experiencia se detiene, dando comienzo a un nuevo ciclo. Convenimos en una concepción social del tiempo, que por tanto, es determinante en el reconocimiento de las acciones de los sujetos y con las planificaciones que debaten: “La estructura temporal de la vida cotidiana me enfrenta a una facticidad con la que debo contar, es decir, con la que debo tratar de sincronizar mis propios proyectos” (Berger y Luckmann, 1989).

El criterio aquí aplicado para seleccionarlos se refiere a días cuando el problema de la identidad (de la ciudad y quienes la habitan) es actualizado, cuando es posible apreciar la evaluación del período anterior y los planes para el comienzo a un nuevo ciclo. Junto con el día seleccionado, se estudiarán los dos días anteriores y dos días siguientes (considerando que la edición que coincide con el día señalado corresponde a un día anterior, conforme a la particularidad del formato prensa, siempre con un día de retraso), tomando ejemplares de 3 años distintos, posteriores a

la fecha del

nombramiento de la UNESCO (año 2003). A partir de los hitos seleccionados, los diarios revisados fueron los siguientes:

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Hito

- 2 de julio

- 18 de septiembre

- 31 de diciembre

Justificación

Ediciones revisadas

- Nombramiento de la ciudad como Patrimonio de la Humanidad por parte de la UNESCO. En lo sucesivo se instaurará como la fecha de aniversario del nombramiento, momento de examen y reclamo para el proceso.

- 2003: martes 1, miércoles 2, jueves 3 y viernes 4 de julio. - 2004: jueves 1, viernes 2, sábado 3 y domingo 4 de julio. - 2005: viernes 1, sábado 2 domingo 3 y lunes 4 de julio. - 2003: miércoles 17, jueves 18, viernes 19 y sábado 20 de septiembre. - 2004: viernes 17, sábado 18, domingo 19 y lunes 20 de septiembre. - 2005: sábado 17, domingo 18, lunes 19 y martes 20 de septiembre. - 2003 - 2004: Lunes 29 de diciembre, martes 30 de diciembre, miércoles 31 de diciembre y viernes 2 de enero. - 2004 - 2005: Miércoles 29 de diciembre, jueves 30 de diciembre, viernes 31 de diciembre, y domingo 2 de enero. - 2005 - 2006: Jueves 29 de diciembre, viernes 30 de diciembre, sábado 31 de diciembre y lunes 2 de enero.

- Fiestas Patrias. Momento en que la identidad chilena se actualiza, por lo tanto, la identidad del territorio en general es sometida examen en los medios de comunicación.

- Año nuevo. El término del año es el momento en que la sociedad mira hacia atrás para evaluar y recordar lo que considera importante, realizando diagnósticos en busca de un proyecto de sociedad que desea. Para Valparaíso, en particular, la fecha está revestida de otra importancia identitaria: es el momento del tradicional Año Nuevo en el Mar y los últimos días del año se celebran los Carnavales Culturales, donde la ciudad invita10.

Total = 36 diarios

Figura 1: Hitos para la selección del Corpus.

La selección de la prensa para conformar el corpus de análisis responde a la necesidad práctica de disponer de un registro amplio y permanente –en cuanto a la invariabilidad de los datos ya consignados y la permanencia física en establecimientos de

10

Considerando que los diarios chilenos no aparecen el 1 de enero, las ediciones revisadas fueron acomodadas. Para coincidir con las 4 ediciones que se recolectan anualmente para cada hito, se revisaron los días 29, 30, 31 y 2 de enero, acomodando las ediciones hacia atrás con el objetivo de incluir el período de los Carnavales Culturales.

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consulta- al cual poder factiblemente acudir y revisar en forma reiterada. Para explicar otro aspecto de la elección del formato, valga la siguiente cita de Miquel Rodrigo Alsina:

“(La prensa) todavía es apreciada como un medio especializado en informar los acontecimientos de nuestro entorno, a diferencia de la radio y la televisión, que según Martín Serrano, ‘dan cuenta sólo de las tasas mínimas de información necesaria para el manejo normal en la vida cotidiana’”. (Miquel Rodrigo Alsina, La construcción de la noticia, tomado de Castillo y Valderrama, 2001, p.85).

Ahora, lo que interesa de los diarios para esta investigación son las noticias. Para criterios de clasificación acordaremos acá con la división propia de la tradición anglosajona, aquella que concibe los productos del periodismo en dos grandes categorías: los comentarios (comments) y las historias (stories). Nuestro corpus se nutrirá de la segunda categoría, dejando fuera las secciones del diario propias del género de opinión, como son la editorial, el suelto el comentario, el artículo y la columna de opinión (para una explicación sobre cada una de estas categorías, ver Vargas, 2001). Nos quedamos así con las noticias de estructura informativa, los reportajes y las entrevistas publicadas, incluyendo la ampliaciones de estas secciones que ofrece el diario en días específicos: el cuerpo de reportajes del día domingo, y el suplemento deportivo los días lunes (considerando que esa sección, ese día en particular, no aparece en el cuerpo principal, sino que corresponde a la misma sección ausente, pero ampliada en forma de suplemento. Fue uno de los criterios para dejar fuera otros suplementos, más específicos y que no absorben ninguna sección, como es un inserto dedicado al mar o a la agricultura).

Una de las perspectivas básicas que ya aparecen presentes en los antecedentes de la investigación se refiere a considerar al periodismo como un constructor de realidad. Es un supuesto clave para entender el problema que estamos planteando no sólo como un simple pronóstico o declaración de intereses. Sobre este punto la bibliografía es extensa, pero nos interesa centrarnos en los aportes de Lorenzo Gomis y Juan Pablo Arancibia.

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Del primer autor recogeremos su concepto de noticia (Gomis, 1991) que posiciona a los medios como constructores del presente social, una realidad definida por el período de circulación de los productos periodísticos y que tiene como función la puesta en común de una realidad compartida en sociedad. Arancibia (1999), por esta misma senda, identifica al periodismo como un constructor radical de realidad, no de una realidad referencial. Este es uno de los objetivos que este trabajo se propone: si el periodismo es este constructor radical de realidad, queremos ver cuál es la ciudad que estos medios están construyendo, desde esta primera etapa de selección de los actores sociales legítimos en la participación del proceso.

De lo anterior podemos extraer que cuando analicemos periodismo, no lo haremos bajo criterios de verdad. Revelamos así nuestra postura ontológica, que luego deberá considerarse para leer los resultados de esta investigación: la realidad es inaprensible de forma positiva, tanto para el investigador social como para el mismo objeto que nos convoca: el Periodismo, pese a que este último trate de demostrar lo contrario al orientarse al desarrollo de una técnica capaz de traspasar al lector una realidad impoluta (Arancibia, 1999). El procedimiento de recolección que se realizará es el de una muestra intencionada, en cuanto se revisarán todos los ejemplares dispuestos anteriormente, seleccionando aquellos donde aparezca explícitamente el concepto de Patrimonio (o su adjetivación: patrimonial). Si bien hablar de Patrimonio y Valparaíso en el mismo texto no es garantía que la noticia esté referida al proceso de la UNESCO, no queremos descartar de antemano las noticias donde esta relación no esté tan clara, pues precisamente uno de nuestros objetivos es ver de qué forma el concepto es apropiado hacia otros sentidos. 4.1. Aplicando la matriz de análisis.

Cada uno de los puntos que serán analizados en las noticias recolectadas se encuentran expresados en la Figura 1. A continuación procede la descripción de cada una de las casillas (a entenderse, etapas del análisis), todas ellas relacionadas con la discusión ya presente en el Marco Teórico.

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Este es el camino que se propone recorrer para llegar a las categorías de inclusión que operan en los medios periodísticos locales hacia el tema del Patrimonio. Nótese que no se propone la búsqueda de las categorías de exclusión, que en este trabajo operarán sólo por negatividad. En otras palabras, lo se nos es dado encontrar son los incluidos de los medios, y luego, esas decisiones, las podemos operacional en cuanto nos otorguen los atributos que no les permiten a los demás integrantes de la sociedad participar de este proceso. El asunto acá es pasar de la sola visibilidad a la caracterización de esa visibilidad.

Columna A

1. Concepto de “Patrimonio”

Columna B

Columna C

- Temática de la noticia.

- Sección noticiosa en que se invoca el término. ¿Qué es lo que el texto hace noticia?

- El patrimonio como narrativa.

- Tácitos y silencios, que describen la representación.

- Mentalidad en el uso.

- Actores sociales que participan en la nota

Del sujeto al sentido común, tres dispositivos: 3. Reducción 4. Positividad 5. Autoridad - Trabajo y producción - Política. - Públicos no organizados. - Actores con densidad organizacional. - Actores identitarios. - Poderes fácticos.

2. Reconocimiento de actores sociales - Tipo de reconocimiento identitario.

3. Proyecto de ciudad

- Rol (distribución). - Reconocimiento identitario.

- Validación de los actores descritos.

- Actores de la acción. - Actores del discurso. - Objeto del discurso.

- Estado.

- Rol del Estado.

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- Ciudadanos.

- Concepto de ciudadano (¿Cuál es su rol en el proyecto de ciudad?)

- Diversidad.

- Identidades que reconoce y el rol que se les asigna (potencial ciudadano). - Alteridades.

- Lugar.

- Demarcación espacial y temporal que se resuelve como lugar del patrimonio.

Figura 2: Etapas del análisis en cada una de las noticias recolectadas.

4.1.1. Concepto de Patrimonio.

4.1.1.1. Temática de la noticia:

Primera etapa donde se establecerá una primera clasificación para identificar, primero en forma cuantitativa, cuál es la sección del diario donde el mismo medio considera más pertinente incluir la mención al patrimonio.

Pasando luego al análisis del texto seleccionado, nos interesa distinguir el rango en donde es dispuesto el término para llevar al análisis algo que en un primer momento motiva esta investigación: la resignificación del concepto "patrimonio" y la desviación del postulado técnico. Algunas preguntas posibles de responder en esta parte: deberíamos ser capaces de pensar si "Patrimonio" es un término legítimo sólo para Valparaíso (considerando que el medio cubre toda la V Región); si dentro del mosaico de realidad que propone el medio al reconocer secciones hay alguno que destaque como espacio privilegiado para hablar de patrimonio; las implicaciones para la resignificación del concepto; y así otras reflexiones que el mismo análisis alumbrará.

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4.1.1.2. Patrimonio como narrativa:

El análisis, en su totalidad, será expuesto a un análisis hermenéutico, que el método principal que en esta casilla utilizaremos. Se trata que a través de la lectura, busquemos las marcas del lenguaje, las decisiones de lo explícito en el texto para poder luego decir "por qué es posible decir lo que se dice".

No significa depositar toda la confianza interpretativa en el investigador (Geertz [1992] es más elocuente al referirse a este problema: “Aprisionada en los inmediato de los propios detalles, la interpretación es presentada como válida en sí misma o, lo que es peor, como validada por la supuestamente desarrollada sensibilidad de la persona que la presente; todo intento de formular la interpretación en términos que no sean los suyos propios es considerado un parodia” [p.35]). Sino que se trata de que el investigador comprenda que la comprensión se realiza desde sus expectativas del texto, a un texto que desde ya se escribe desde las expectativas comunes –por eso que Gadamer sitúa en el otro extremo la interpretación historicista: “El supuesto ingenuo del historicismo fue creer que es posible trasladarse al espíritu de la época, pensar con sus conceptos y representaciones y no con los propios, y forzar de ese modo la objetividad histórica. Se trata en realidad de conocer la distancia del tiempo como una posibilidad positiva y productiva de la comprensión”. (Gadamer, 2003, p.68)

Nombramos a Gadamer, y desde él es que arrancaremos para apropiarnos de lo que es la hermenéutica, conceptualmente. La propuesta de Gadamer se sitúa en la “comprensión hermenéutica”, que finalmente, será el enfoque que acá adoptaremos con los textos. Dice el autor: “…la labor de la ‘hermenéutica’ es siempre esa transferencia desde un mundo hacia otro, desde el mundo de los dioses al de los humanos, desde el mundo de una lengua extraña al mundo de una lengua propia (los traductores humanos sólo pueden traducir en su propia lengua)”. (Gadamer, 2003, p.95).

Gadamer retoma el concepto desde la filosofía clásica –de ahí la referencia a “los dioses”-, pero la propone como una actitud positiva para la lectura de los textos, en ella que el investigador se pregunta por el mundo, por el espacio de posibilidades, que queda entre el autor y la escritura, y de nuevo, entre la escritura y el lector. Es el espacio de los sobreentendidos, de los silencios, de las frases hechas y, al fin, de las expectativas.

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“Esta labor analítica de la filosofía aquí sugerida, se puede calificar de hermenéutica porque el punto de partida no es una estructura artificial de medios de información ni una teoría de la información, ni una semiótica general para construir desde ella la sintaxis del lenguaje y exponer su acción comunicativa. Aquí se describe la conducta vital y lingüística, que crea sus propias reglas y formas estructurales. En comparación con el polo opuesto, que es la teoría de la información, la hermenéutica representa el otro punto de vista que intenta aclarar el fenómeno lingüístico, no desde unos procesos elementales sino desde su propia realidad vital” (Gadamer, 2003, p.367).

Insistimos sobre el concepto de la “comprensión hermenéutica”. “Si no podemos definir la hermenéutica como la búsqueda de intenciones psicológicas de la otra persona que está detrás del texto y si no queremos reducir la interpretación a un desmantelamiento de estructuras, entonces, ¿qué queda de ser interpretado?”, se pregunta Osorio (1998, en Internet). Para la respuesta acude a Ricouer, quien propone que “interpretar es explicar el tipo de ser-en-el-mundo dado enfrente del texto. Esto se denomina ‘el mundo del texto’” (Osorio, 1998, en Internet). No se trata, entonces, de buscar las estructuras que nos hablen de lo velado, lo oculto, lo escondido tras las intenciones del texto, sino que dar cuenta del mundo posible que se propone, que emerge de la narratividad del texto al que nos enfrentamos. Precisamente, este objetivo de la comprensión hermenéutica nos es muy adecuado cuando en este trabajo, lo que pretendemos, es encontrar el proyecto de ciudad –el mundo posible- que emerge en los textos. Osorio se pregunta por el problema metodológico que establece la “comprensión hermenéutica” y acá una sugerencia explicativa, también, del mismo concepto (está ejemplificando con la película “El Paciente Inglés” como texto): “Si mi objetivo como investigador es conocer el fenómeno del amor que se da entre dos personas en una situación de guerra, entonces no pregunto por las motivaciones psicológicas inconscientes de los sujetos, tampoco me remito a buscar el autor de la novela y le pregunto qué es lo que quiso decir con esa parte del libro y tampoco entrevisto al director de la película para conocer su interpretación de la manera en que hizo el montaje de la

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escena. Lo que debo hacer es aceptar el distanciamiento que se produce entre la obra y el autor y abrir un mundo con ello para comprender el fenómeno y a mí mismo”.

Hay varias opciones de abordar el desafío epistemológico que plantea la “comprensión hermenéutica”. Una de ellas es la propuesta por Manuel Baeza (en Cárcamo, 2005), a la que recurrimos para recuperar algunas propuestas metodológicas. El autor propone un esquema que reserva distintos apartados para “1) Lograr un conocimiento acabado del contexto en el cual es producido el discurso sometido a análisis; 2) considerar la frase o la oración como unidad de análisis en el corpus; 3) trabajar analíticamente apoyándose en la malla temática y sus codificantes respectivas; 4) establecer un primer nivel de síntesis; 5) trabajar analíticamente por temas, desde la perspectiva del entrevistado; 6) establecer un segundo nivel de análisis de contenido; 7) trabajar analíticamente el conjunto de las entrevistas, desde las perspectivas de las personas sometidas a entrevista; 8) revisar el análisis en sentido inverso, es decir comenzando esta vez desde la perspectiva del entrevistado; 9) establecer conclusiones finales según estrategia de análisis de contenido escogida (vertical u horizontal)”.

Como ya se habrá notado, este esquema está pensado para una metodología que arma su corpus desde entrevistas. Sin perjuicio de ello, podemos adaptar la propuesta a nuestro trabajo. Sobre el punto 1), el que alude al conocimiento acabado sobre el contexto de producción del contexto, podemos llenarlo de varias maneras: este es un trabajo sobre prensa, el investigador se desempeña laboralmente en el mismo contexto; es un trabajo sobre Valparaíso, el entrevistador lo desarrolló en esa ciudad (sin mencionar una experiencia habitándolo por 20 años), la recolección demandó la lectura total de 36 diarios seleccionados de los días que nos interesan; todo el material es referencial al contexto en que se desarrollan los discursos.

Siguiendo con los puntos, en las fichas transcribiremos para el análisis algunas de las frases y oraciones, como evidencias de donde se sustenta el análisis (2), se recoge la sugerencia de (3), cuando disponemos de temáticas en otro apartado de la ficha, “Proyecto de ciudad”, y disponemos del primer nivel de análisis (4). No podemos extendernos sobre la “perspectiva del entrevistado”, porque no realizamos entrevistas (5) –con lo cual ya descartamos también el punto (8)-, y sí dispondremos de un segundo nivel de análisis (6) (más abarcativo, una vez terminadas todas las fichas), que más abajo se

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explica y que se funde con el siguiente punto (9), que propone trabajar el conjunto de las entrevistas (acá estamos pensando en el conjunto de las fichas). Las conclusiones finales tendrán su propio capítulo en este trabajo.

Buscaremos, entonces, las marcas textuales (como ejemplos operativos, sabemos que no se reduce a eso) que nos hablan del “mundo posible” que se cierne como marco donde esos textos pueden ser.

“El proceso hermenéutico de análisis de textos supone, desde una posición esencial, dirigir o depositar nuestra conciencia hacia aquellos elementos que configuran las estructuras profundas del autor, específicamente los esquemas mentales construidos y a través de los cuales éste opera en su contexto particular de interpretación de la realidad que está pretendiendo representar” (Cárcamo, 2005). Con esas bases, acudiremos al texto en búsqueda, primero, de narrativas. Preferimos este concepto, el de narrativas, frente a categorías de análisis de discurso, con el cual ha trabajado la antropóloga mexicana

Rosana Reguillo. Ya escribíamos en “Marco Teórico” que nos

ocuparemos de los actores sociales y de cómo ellos tienen un acceso privilegiado a lo subjetivo. El actor social es capaz de convertir lo subjetivo en “‘práctica discursiva’ capaz de revelar la presencia de estructuras, reglas, valores de una formación discursiva y, por ende, de lo que en un espacio y un tiempo particular se afirma como un orden legítimo en el que el hablante inscribe su decir” (Reguillo, 1999, en Internet). Así surgen las narrativas como el momento y sustancia desde la cual podemos advertir ese acceso privilegiado, y recobrarlo para el análisis. Su explicación para lo que son las narrativas, que es lo que buscaremos las notas seleccionadas: “Las distintas estrategias desplegadas por los actores son aprehensibles en el plano de la expresión discursiva, proceso que denominaremos narrativas, para hacer referencia a la concreción empírica del discurso. La narrativa es el "relato" mediante el cual los actores articulan instituciones, valores, creencias, objetos, en un tiempo y en un espacio, a través de códigos y de soportes materiales” (Reguillo, 1999, en Internet)

La advertencia es a no poner las narrativas en una relación causal con el entorno. No son ellas las que determinan un contexto, ni un contexto histórico-social el que

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restringe la totalidad de las narrativas pertinentes. “Resulta clave el análisis de los discursos

que

desborda,

como

metodología,

una

perspectiva

meramente

de

procedimiento, y que no busca hacer ‘disecciones’ y taxonomías de lo nombrado, sino entender la actividad de nombrar desde una subjetividad que devela no sólo sus procesos de adscripción, sino los de resistencia e invención” (Reguillo, 1999, en Internet). 4.1.1.3. Mentalidad en el uso:

De acuerdo a esta herramienta –y sobretodo, al problema que nos propusimosesta segunda herramienta tendrá un carácter cualitativo, pues no pretende solamente cuantificar frecuencia de las distintas categorías de actores que definamos y desde ahí concluir, sino trabajar con los datos obtenidos hacia una comprensión de la mentalidad subyacente que permite que tales inclusiones sean posibles.

La terminología que proponemos se nutre de varias fuentes. El concepto de mentalidad lo recuperamos de la lectura de Roger Chartier. Una lectura atenta del autor, sin embargo, nos habla de la poca confianza que tiene Chartier con el estudio de las mentalidades. El término sería una evolución histórico-intelectual del concepto de utillaje mental, planteado por Fevre, que significa tres cosas: "en primer lugar, después de la Mentalité Primitive (1922) de Lévy-Bruhl, que las categorías del pensamiento no son universales y por lo tanto, tampoco reducibles a las puestas en marcha por los hombres del siglo XX; en segundo lugar, que las formas de pensar dependen, ante todo, de instrumentos materiales (las técnicas) o conceptuales (las ciencias) que los hacen posibles; por último, contra un evolucionismo ingenuo, sin progreso continuo y necesario (definido como un paso de lo simple a lo complejo) en la sucesión de las diferentes herramientas mentales" (Chartier, 1992, p.19).

Estos tres aportes son apreciados por Chartier, pero el producto conceptual que emergió en ese momento tendrá otros vicios: " se abría el camino (una vez abandonado el gusto particular de Febvre por la biografía) a una historia de los sistemas de creencias, de valores y representaciones propios de una época o un grupo, designado en la historiografía francesa por la expresión tanto más englobadora en cuanto que su contenido permanece volátil, 'historia de las mentalidades'". (Chartier, 1992, p.22)

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Englobadora y volátil, entonces. En adelante se afinará el estudio de las mentalidades, teniendo en cuenta siempre la necesidad de contar con una herramienta para el problema del encuentro entre la conciencia y el pensamiento, un problema "que pone el acento sobre los esquemas o los contenidos del pensamiento que, aunque se enuncien de modo individual, son en realidad los condicionamientos no conocidos en interiorizados que hacen que un grupo o sociedad comparta, sin necesidad que sea explícito, un sistema de representaciones y un sistema de valores". (Chartier, 1992, p.23)

De todas maneras nos parece valioso mencionar este pasaje histórico hasta la depuración del enfoque, en cuanto demostrará una validez coherente a los objetivos que acá nos planteamos, que es cómo estaría actuando esta mentalidad en área específica: el medio de comunicación. El diario, para ser más específicos. En Chartier se explica de la siguiente manera: "En la actualidad, los historiadores de las mentalidades reencuentran la validez de estos cuestionamientos, antes negados, sin duda, porque al renunciar al proyecto de una historia total, colocan el problema de las articulaciones entre elecciones intelectuales y posición social a la escala de segmentos sociales bien delimitados, incluso a la del individuo. A esta escala reducida, y sin duda sólo a esta escala, pueden comprenderse, sin reducción determinista, las relaciones entre los sistemas de creencias, de valores y de representaciones por un lado y las pertenencias sociales, por el otro" (Chartier, 1992, P.32).

No queremos ni pretendemos concluir sobre una mentalidad global -sociedad chilena, occidental, mundo u otra escala disparada- sino la mentalidad a la "escala reducida" del medio en análisis. En adelante, Chartier preferirá la propuesta de Marcel Mauss y Emile Durkheim que habla de la representación colectiva -"sin duda mejor que el de mentalidad" (Chartier, 1992, P.57)- que autoriza a articular tres modalidades de la relación con el mundo social:

"(...) en primer lugar, el trabajo de clasificación y de desglose que produce las configuraciones intelectuales múltiples por las cuales la realidad está contradictoriamente construida por los distintos grupos que componen una sociedad; en segundo, la prácticas que tienden a hacer reconocer una identidad

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social, a exhibir una manera propia de ser en el mundo, significar en forma simbólica un status y un rango; tercero, las formas institucionalizadas y objetivadas gracias a las cuales los 'representantes' (instancias colectivas o individuos singulares) marcan en forma visible y perpetuada la existencia del grupo, de la comunidad o de la clase". (Chartier, 1992, P.57) Nos quedamos así con las ventajas o actualizaciones que propone la representación colectiva, en cuanto "fija su atención sobre las estrategias simbólicas que determinan posiciones y relaciones que construyen, para cada clase, grupo o medio un ser-percibido constitutivo de su identidad" (Chartier, 1992, P.57). Esto nos indica dónde es que tenemos que fijarnos -y limitarnos- al momento de hacer la lectura de los textos y establecer conclusiones. Pero el concepto de representaciones sociales, que encontramos desarrollado en el campo de la psicología social, nos aporta otras herramientas para hacer operativo lo que ya nos advierte el término de representación colectiva. Según Serge Moscovici, “desde una perspectiva esquemática, nos encontramos ante representaciones sociales cuando los individuos debaten temas de mutuo interés -por otra parte, una gran cantidad de conversaciones abordan temas metafísicos o existenciales- o cuando se hacen eco de los acontecimientos seleccionados como significativos o dignos de interés por quienes controlan los medios de comunicación" (Moscovici, 1984, P.496). El patrimonio es un tema de interés de quienes controlan los medios de comunicación. Esto lo afirmamos luego de ya tener recopilado el corpus de análisis, y al menos, tomando en cuenta la cantidad de artículos recolectados, es un tema de interés, y justamente nos interesa el debate que ahí se articula. Pero, específicamente, es otra de las características de las representaciones sociales las que nos interesa más para este estudio: “(la teoría de las representaciones sociales) al principio fue concebida para estudiar cómo el juego de la ciencia se convierte en, en parte, en el juego del sentido común” (Moscovici, 1984, p.680).

Tenemos, primero, un concepto racionalizado hasta convertirse en interés científico (el Patrimonio, con mayúscula, interés objetivo de la UNESCO, delegado en las manos de distintas disciplinas capaces de otorgar verosimilitud científica al concepto, aplicar rangos de verdad y definir sus fronteras). Y tenemos, por otro lado, ese

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conocimiento -o esa objetivación del conocimiento- en los lectores-escritores de estos medios. Nuestra definición sobre sentido común la obtenemos también de Moscovici:

“Lo que se denomina sentido común aparece en dos formas. Primero, en tanto que cuerpo de conocimientos producido de forma espontánea por los miembros de un grupo, basado en la tradición y consenso.

Siendo un

conocimiento de primera mano, es en su terreno donde nace y prospera la ciencia. Segundo, en tanto que suma de imágenes mentales y de lazos de origen científico, consumidos y transformados para servir en la vida cotidiana. En este sentido, el sentido común es penetrado por la razón y sometido a la autoridad legítima de la ciencia. Este es un conocimiento de segunda mano que se extiende y establece constantemente un nuevo consenso acerca de cada descubrimiento y cada teoría. Añadamos que cada una de las formas tiene sus propios medios de comunicación. En todas partes, el antiguo sentido común la vía oral, la de las conversaciones y los rumores. Es un pensamiento mediante palabras. El nuevo sentido común, situado a un lado de esa vía, se difunde a través de la imprenta y la película” (1984, p.685 – 686)

Hasta acá, definiciones. Pero presentamos las “representaciones sociales” como un término operativo. El trayecto desde la ciencia al sentido común nos interesa por la apropiación que se realiza del criterio técnico “Patrimonio” hacia los lectores-escritores del medio. Moscovici explica que las representaciones sociales inducen al prejuicio, y que el acuerdo -dentro de un grupo determinado- no es visible. El desacuerdo hace emerger los prejuicios. Postulamos que en el período analizado es justamente cuándo los criterios técnicos comienzan a ubicarse en el sentido común, y ante la falta de acuerdo, seremos capaces de ver cuáles son los prejuicios (visibles o leíbles ante la falta de acuerdo) que el medio selecciona y dispone para el “Patrimonio” que propone. Ante las distintas visiones de realidad que se encuentran, “…hay que suponer que existe un método, un proceso de imputación de realidad para una parte de las palabras, de las imágenes e informaciones que se recogen” (Moscovici, 1984, P.705).

Luego, Moscovici propone categorías para la “imputación de realidad”, y estaremos atentos a ellas al momento de trabajar cada una de las unidades de análisis recolectadas:

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a) La autoridad: “de una persona, de un grupo o una obra que, en virtud de su competencia, declara que una información traduce un estado de hecho y que a una noción corresponde una cosa”. (Moscovici, 1984, p705 – 706) b) La reducción: “a la matriz de las nociones e imágenes de una representación social (…) debe poder ser reemplazada en una serie de otras informaciones que ya han recibido esta carga (…). Nuestro sentido común anticipa la unimidad de las experiencias (…), por consiguiente, en lugar de rechazar apresuradamente la nueva información, o de modificar su juicio, la persona intenta diversas maniobras” (Moscovici, 1984, P. 706) Para esto, se proponen tres operaciones:

1.

“Establecer

equivalencia

entre

esta

información

y

un

elemento

de

representación que se haya convertido en parte del sentido común” (Moscovici, 1984, P.706). 2. “Minimizar las diferencias entre la versión de la información en la ciencia y su versión en el sentido común” 3. “…cada representación posee un esquema de reducción que comprende varias imágenes o nociones que se intenta aplicar a toda la información” (Moscovici, 1984, P.707) c) La positividad: “significa la repetición en forma afirmativa de una afirmación, minimizando sus aspectos negativos y sus calificaciones particulares. Esto es lo que facilita especialmente su comunicación dentro de un grupo y permite emplearla con muchas cosas, si no es que con todo y con nada. Ahora bien, esta misma circulación a menudo la reafirma y crea en torno a ella una realidad lingüística, incluso si casi no es comprendida, como sucede en términos como ‘carisma’, ‘líbido’, etc. Además, el hecho de poder encontrarla en campos dispares de la vida social y en las relaciones interpersonales termina por conferirle autonomía análoga a los fenómenos objetivos” (Moscovici, 1984, P.707). Esa “autonomía análoga a los fenómenos objetivos” es uno de los puntos que más nos importan, y la cantidad de “verdades” que acompañan a la circulación del concepto “patrimonio” en el cuerpo de análisis extraído de El Mercurio de Valparaíso.

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4.1.2. Reconocimiento de actores sociales:

4.1.2.1.

Actores sociales que participan en la nota.

Indagaremos, en una segunda, quién participa en las notas que incluyen el concepto “patrimonio”. Este quién es clave. Será el incluido, y la forma en que luego lo presentemos será determinante en el trabajo. Para estos propósitos conformaremos una matriz donde podemos integrar a cada uno de esos participantes. Justamente de este problema se ocupa Manuel Garretón en su texto Cambios sociales, actores y acción colectiva en América Latina (2001), donde advierte de lo poco provechoso que significa hacer algún tipo de investigación con categorías derivadas de un paradigma llamado “clásico” en las ciencias sociales latinoamericanas, que orientó la clasificación de actores en su referencia a una sociedad industrial de Estado Nacional. Esas categorías derivaban desde “dos ejes fundamentales: uno era el eje trabajo y producción, el otro era el eje Estado Nacional, es decir, la política”. Solamente obtendríamos así, por ejemplo, categorías en referencia a clases sociales, y otras referidas a las clases políticas.

La propuesta, sin embargo, se completa cuando incluimos otras tipificaciones propias de un tipo societal que el Garretón llama “post-industrial globalizado”, donde nos vemos forzados a incluir nuevos ejes para otros actores sociales, que se añaden a los dos anteriores. Tenemos así un primer eje de los “públicos y redes de diversa naturaleza, que pueden ser más o menos estructurados, específicos o generales, pero tienen como característica el no tener una fuerte y estable densidad organizacional” (Garretón, 2001, p.20) Otro eje correspondería a “actores con mayor densidad organizacional, como las ONGs que constituyen también redes nacionales y transnacionales”

(Garretón, 2001,

p.20). Un tercero referido a “los actores identitarios, sobre todo aquéllos en que el principio fundamental de construcción de identidad tiende a ser adscriptivo y no adquisitivo” (Garretón, 2001, p.20). Y por último, un eje destinado a “los poderes fácticos, es decir, entidades o actores que procesan las decisiones propias a un régimen político, es decir, poder político, ciudadanía y demandas y conflictos-, al margen de las reglas del juego democrático” (Garretón, 2001, p.20). Resumamos, entonces, la clasificación donde

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vamos a ubicar a cado una de las entidades que participen en las notas donde esté presente el concepto “patrimonio”.

Clasificación para los actores presentes en las noticias de los medios que se refieren al concepto de Patrimonio (detalle de la casilla "Actores sociales que usan la palabra 'patrimonio'"). 1. Trabajo y producción. 2. Política. 3. Públicos no organizados. 4. Actores con densidad organizacional. 5. Actores identitarios. 6. Poderes fácticos.

Ponemos a cada uno de los actores que aparezcan mencionados en la nota que incluye el concepto de “Patrimonio” en cada una de estas categorías, de acuerdo a la referencia textual que el texto periodístico realice. Si dice, por ejemplo, “opinó el alcalde”, ubicaremos al alcalde en la segunda categoría, “Política”. Cuando no haya ninguna referencia aparte del nombre de quien aparece tratando el tema, lo incluiremos dentro de los “Públicos no organizados”. No significa que asumamos inmediatamente que esa persona no se desempeña en algún momento dentro de otra tipificación, sino que el medio, en esa ocasión específica, no las tomó en cuenta. Recordemos que son las inclusiones del medio las que nos interesan. Esta primera etapa de la metodología tiene carácter cuantitativo, y nos permitirá establecer un primer estadio de privilegio, que todavía, sin embargo, no completaría las pretensiones de nuestro problema. Quizás acá ya podríamos concluir sobre la aparición más frecuente, por lo tanto, preferida por los medios en el tratamiento de este tema, pero todavía no nos entrega todo lo que necesitamos para ser coherentes el problema que nos propusimos, consistente en la búsqueda de las categorías de inclusión que proponen los medios de comunicación (debemos, para esto, revisar el concepto de inclusión con el que estamos trabajando; para esto remitirse al Marco Teórico del trabajo).

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4.1.2.2.

Tipo de reconocimiento identitario.

Luego pasamos a la casilla siguiente: buscaremos cuáles son los atributos que los medios perciben en estos actores que les permite reconocerlos como actores legítimos en la discusión sobre el Patrimonio. Provistos de un enfoque hermenéutico, buscaremos las categorías asociadas a esas primeras distinciones que realizamos en la primera etapa de reconocimiento de actores. Lo primero a distinguir es el rol atribuido a cada uno de los actores ya clasificados. Extraemos también acá el concepto de "rol" desde la lectura de Berger y Luckmann (1989, p.51): “La realidad social de la vida cotidiana es pues aprehendida en un continuum de tipificaciones que se vuelven progresivamente anónimas a medida que se alejan del ‘aquí y ahora’ de la situación ‘cara a cara’ (…) La estructura social es la suma total de estas tipificaciones y de las pautas recurrentes de interacción establecidas por intermedio de ellas”. Buscamos las "acciones" esperadas para los grupos distinguidos por el medio teniendo cuando operan desde el modelo de patrimonio que anteriormente aislamos. ¿Cuál es la participación y responsabilidades que el actor distinguido tendrá con -o contra- ese modelo? Lo que encontraremos son las tareas o espacios de acción dentro de la vida cotidiana -institucionalizados- esperables de cada sujeto. Operarían naturalizados y por lo tanto, requieren de distancia para identificarlos, y por lo mismo, intentarán actualizarse cada vez que alguno de los sujetos o el contexto que los incluye incidentalmente o de forma permanente rompe el flujo de la vida cotidiana.

Será esta un paso importante a los espacios en nuestro enfoque donde la negatividad es lo que opera. Reconocemos historia dentro de esta actualización de roles para componer el flujo de la vida cotidiana, y cuando uno de los actores no tenga una tarea asignada, por lo tanto, no se les permita la misma categoría de actores, podremos pensar en cuáles son las acciones asignadas para los excluidos del modelo. 4.1.2.3.

Validación de los actores descritos.

Recuperamos el tercer nivel de análisis del análisis que distingue entre actores de la acción, actores del discurso y objeto del discurso. Estas categorías son una breve

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variación de la clasificación ideada por Ortega y Pardo (2003). Acá exponemos su propuesta:

“Las categorías del reconocimiento permiten clasificar a las fuentes de acuerdo a su participación en las noticias: a) Reconocimiento 1: Corresponde a los Actores, es decir, aquellas fuentes que tienen participación directa en la ejecución o toma de decisiones tratadas en la noticia. B) Reconocimiento 2: Aquí se ubican las fuentes Opinantes, aquellas que participan únicamente con su opinión en el tema tratado en la noticia. C) Reconocimiento 3: Esta categoría diferencia a las fuentes que se muestran como Objetos del Discurso, aquellos que resultan de las citas a actores u opinantes que el medio utiliza para contextualizar” (Ortega y Pardo, 2003, p.63).

Un actor se acusa explícitamente como actor de la acción cuando el texto atribuye su responsabilidad como sujeto de la acción, en términos sintácticos: "el alcalde defendió la reposición de los faroles en la subida XX". El texto-noticia lo nombra y lo presenta como un depositaria de alguna acción directamente atribuible. El actor del discurso es el que aparece en el texto-noticia como capaz de enunciar un discurso. Es el autor de las citas que el texto presenta como evidencia de realidad. El actor del discurso es una de las voces de las cuales el texto se apropia en su construcción polifónica. Por último, el objeto del discurso es el actor que no es parte de la acción hablamos siempre de lo que podemos encontrar en el texto- ni tampoco se le reconoce capacidad para enunciar. Por ejemplo, los niños (esta categoría todavía no estaría pasada por el cedazo de las anteriores casillas). Una noticia que se haga cargo del debate político sobre la educación sexual raramente recurrirá a esa categoría etárea para participar del texto, más que como objetos de la acción. La pelea entre el partido político A y el B definen los sujetos de la acción, la consulta a psicólogos y sacerdotes añade sujetos del discurso, y los niños aparecen como problemática, argumento, objetivo, obstáculo, etcétera, siempre dentro de los límites que les confiere ser objetos del discurso.

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4.1.3. Proyecto de ciudad.

4.1.3.1.

Estado

Interesa advertir cuál es el rol que se le asigna al Estado en la ciudad ideal que se está proponiendo desde el concepto de patrimonio. Documentada está la labor de los funcionaros de gobierno que incidieron y buscaron el nombramiento, pero ese nombramiento, en cuanto trasciende a los gobiernos, requerirá ciertas accionesposiciones del Estado. Estamos hablando de proyectos, así que acá nos sirve bastante el modelo presentado por Habermas sobre el Estado liberal de derecho, cuando el autor se refiere a las constituciones, a las expectativas que genera en la letra explícita: “Las secciones dedicadas a inventariar los derechos fundamentales, son, en las primeras constituciones modernas, una refiguración del modelo liberal de la publicidad burguesa; garantizan a la sociedad como esfera de autonomía privada; frente a la sociedad, un poder público limitado a unas pocas funciones, y –por así decirlo- entre ambos, el ámbito de las personas privadas (…), si se mira la cosa desde el punto de vista sociológico, que la constitución del Estado de derecho liberal no sólo quiso regular desde el comienzo al Estado como tal en su relación con la sociedad, sino a la totalidad de la vida social” (Habermas, 1994, p. 248, 249).

Para hacerlo operativo, nos ocuparemos en advertir ese rol en los juicios que se recogen hacia sus acciones reprochables o deseables por parte de los distintos actores identificados en el apartado anterior, y de acuerdo a la valoración de cada actor, reconocer a cuáles el medio otorga mayor legitimidad. De ahí, el Estado que quieren. 4.1.3.2.

Ciudadanos

El rol del ciudadano y su articulación hacia el Estado que anteriormente reconocimos. Ya realizamos una discusión amplia sobre el concepto de ciudadanía en Marco Teórico, pero para ponerlo en los términos en que hablábamos de Estado liberal de derecho, “el ámbitos de las personas privadas reunidas en calidad de público, personas que como ciudadanos, median entre el Estado y las necesidades de la sociedad para, así, según se piensa, limitar a la autoridad política en el contexto de esa publicidad” (Habermas, 1994, p.248). De nuevo, lo deseable y reprochable desde los juicios que el

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medio recoge nos será útil para distinguir sus rasgos. Al momento de concluir sobre el análisis, enfrentaremos estos resultados a la reflexión que ya consignamos en el marco teórico sobre ciudadanía y espacio público. ¿De qué manera esos conceptos son trastocados o reforzados desde las tensiones que motiva la discusión sobre patrimonio? 4.1.3.3.

Diversidad.

Veremos cuál es la importancia que atribuye el medio a la diversidad en este proyecto de sociedad que el medio construye desde su concepto de patrimonio. Queremos saber si para la ciudad ideal con que trabaja es importante la inclusión de actores diversos, o la discusión de patrimonio y la ciudad que se construirá en torno a ese leit motiv será responsabilidad exclusiva de algún actor al cual se le distingue ese rol. Si nos preguntábamos por la ciudadanía, acá trataremos de ver a los sujetos en sus posibilidades políticas, en el rango de orden que el proyecto dispone para los distintos actores. Esto, en un proyecto de ciudad contextualizado en el momento histórico en que disponemos este estudio, nos parece urgente: “En un mundo atravesado por intercambios culturales intensos, no hay democracia sin reconocimiento de la diversidad entre las culturas y las relaciones de dominación existentes entre ellas. Estos dos elementos son igual de importantes: hay que reconocer la diversidad de las culturas, pero también la existencia de la dominación cultural” (Touraine, 1997. p.203)

4.1.3.4.

Lugar

La reflexión sobre el lugar fue una de las últimas en incluirse en este trabajo, pero nos parece pertinente aplicarla. El interés nace de la constatación del lugar como “lugar antropológico”. Así, dejamos de pensar a Valparaíso y su casco histórico como una materialidad exenta de correspondencias identitarias. Ya desde la lectura de “La ciudad letrada” advertíamos esto: la ciudad siempre como un proyecto, y como tal, disputa de los actores que enfrentan sus planes. Pero el concepto de “lugar antropológico” puede aportarnos más luces, en cuanto es pensado desde tres vértices: “identificatorios, relacionales e históricos” (Augé, 2004, p.58).

Es identificatorio porque “(los lugares antropológicos) corresponden para cada uno a un conjunto de posibilidades, de prescripciones y de prohibiciones cuyo contenido es a

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la vez espacial y social” (Augé, 2004, p.58); relacional porque –citando a Michel de Certau- es “el orden según el cual los elementos son distribuidos en sus relaciones de coexistencia” y una “configuración instantánea de posiciones” (Augé, 2003, p.173); e histórico “en la exacta medida en que escapa a la historia como ciencia. Este lugar que han construido los antepasados ('Más me gusta la morada que han construido mis abuelos...'), que los muertos recientes pueblan de signos que es necesario saber conjurar o interpretar, cuyas potencias tutelares un calendario ritual preciso despierta y reactiva a intervalos regulares, está en las antípodas de los 'lugares de la memoria' que Pierre Nora describe tan precisamente que en ellos podemos captar esencialmente nuestra diferencia, la imagen del otro que ya no somos. El habitante del lugar antropológico vive en la historia, no hace historia". (Augé, 2003, p.60).

Los no lugares de Augé son exactamente aquellos que escapan a las tres características enunciadas. Pero como el antropólogo propone, no son definiciones cerradas, “son más bien polaridades falsas: el primero no queda nunca completamente borrado y el segundo no se cumple nunca totalmente" (Augé, 2003, P.84). Si bien el interés de Augé en “Los no lugares” se centra justamente en la imposibilidad de esta definición antropológica de lugar para comprender nuevas formas de lugar ligadas a la sobremodernidad, sí recuperamos la reflexión que realiza sobre el lugar antropológico para observar la presencia o ausencia de tales características en el discurso sobre patrimonio que recrean los medios, la distinta importancia que proponen para cada ítem y, luego del análisis, las consecuencias para el orden de ciudad que desde allí se articula. 4.2.

Segundo Nivel de Análisis:

Ya decíamos en el apartado de “Concepto de Patrimonio” que luego de abrir el mundo que se pone entre el autor y el texto, necesitaríamos un segundo nivel de análisis. Lo sugiere también Baeza (Cárcamo, 2005), en su propuesta metodológica para la comprensión hermenéutica. Sugiere “establecer un segundo nivel de análisis” como una de las nueve etapas de su modelo para una praxis hermenéutica en el quehacer investigativo social.

Operativamente, necesitamos sacar conclusiones que pongan en perspectiva los datos recolectados en la elaboración de las fichas. En una segunda etapa, ya dispuestos

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estos resultados y haciéndose necesaria una simplificación para trabajarlos y responder a nuestros objetivos, recurriremos a un esquema propuesto por Teun Van Dijk en La noticia como discurso. Comprensión, estructura y producción de la información (1990). Esta modalidad nos invita a pensar la noticia como una forma de discurso público, donde “pueden relacionarse explícitamente con las prácticas sociales y con las ideologías de la producción

de

noticias

e,

indirectamente,

con

los

contextos

institucional

y

macrosociológico de los medios periodísticos” (Van Dijk, 1990, p.9).

Sin embargo, no es en el trasfondo conceptual de Van Dijk -específicamente, en su propuesta de análisis de discurso- en lo que nos apoyaremos. De él recuperamos sólo una etapa en su propuesta analítica, por cuanto es precisamente la operación que requieren nuestras fichas ya elaboradas. Resulta conveniente la propuesta de Van Dijk en cuanto nos permite, en términos del autor, trabajar con macroestructuras semánticas, las que en su propuesta analítica, constituyen un tercer nivel de análisis textual. “La macroestructura de un texto es una representación abstracta del mismo que tiende a la aprehensión global de su significado. Se fundamenta en las relaciones existentes entre los diversos elementos que constituyen dicha macroestructura. Por una parte debe ser coherente con el contexto de situación y por otra con el registro utilizado” (tomado de Bueno, 2000)11. Pues bien, decíamos, nos interesa operativamente el tema de las macroestructuras. Tiene que ver con la posibilidad de buscar ese texto –más práctico, más utilizable, más propio a la tabulación de datos- que nos permita condensar las categorías de las fichas, para luego compararlos con los demás textos-afirmaciones de la misma categoría. En ese nivel de comprensión y discusión, estaremos preparados para establecer un cuerpo de conclusiones específicas, que primero en la especificad de cada apartado, y más tarde, en el enfrentamiento general de sus resultados, serán dispuestas para presentar las conclusiones de este trabajo.

11

No compartimos, por ejemplo, cuando la macroestructura se postula solamente como un texto que, a través del análisis de varias estructuras internas de la noticia, permite “entender el mensaje” de la nota (Bueno, 2000). Ya hemos discutido ampliamente que nuestro enfoque teórico no parte de la inmovilidad de un mensaje –con lo que sería posible dar con una única forma de comprender la noticia: su significado total- sino con la escritura como diálogo.

45


5. Análisis 5.1.

Cuerpo conformado.

Aplicado el procedimiento de recolección, quedó conformado nuestro corpus. De las 36 ediciones leídas, 95 notas contenían el concepto “patrimonio”. Sobre ellas aplicaremos la matriz de análisis y para efectos de presentación, explicaremos con una ficha recuperada al azar12, cómo se elaboraron las fichas, que quedan en adelante dispuestas en el CD de anexo digital, bajo la carpeta “Fichas de tesina”.

Procedemos ahora a “diseccionar” la ficha, abordando también la secuencia en que fue resuelta, la misma que luego fue extendida a los 95 casos.

5.2.

Preparativos: lectura general y primeras marcas.

Punto importante en la comprensión hermenéutica es que trabajamos con textos. La recolección no cuenta como lectura, y esta la haremos ya desde una posición “hermenéutica”: “el que quiere comprender un texto debería estar en principio dispuesto a dejarse decir algo por él. Una conciencia formada hermenéuticamente tiene que mostrarse receptiva desde el principio para la alteridad del texto” (Gadamer, 2003, p.336). Durante la primera lectura a la nota, marcaremos cada vez que aparezca un actor (en todas las ocasiones, para disponerlo en el punto 2 de la matriz de análisis más tarde) y también marcaremos en qué ocasión aparece mencionado el concepto patrimonio, además de hacer todas las anotaciones pertinentes que nos servirán para el desarrollo de la matriz. Con la intención de dejar registro de este proceso, se conserva una fotocopia intacta para cada una de las notas, utilizando una segunda para las marcas.

Cada uno de los apartados nos enfrentará de nuevo a la lectura de la nota, con la inferencia hermenéutica centrada en el objetivo preciso del apartado, pero esta primera revisión sirve también para una lectura general y primer apronte contextual, que luego

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Para la elección aleatoria, utilizamos el software Microsoft Excel y su generador de números aleatorios. La función indicada para obtener un número al azar es: ALEATORIO()*95. En este caso, obtuvimos el siguiente resultado: 56. La ficha número 56 será nuestro ejemplo a describir.

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importará al tomar cada una de las partes por separado. Procedemos a etiquetar la ficha (en el ejemplo: 56) Sábado 18 de septiembre de 2004: “‘Chile está en deuda con Rapa Nui’”).

5.3.1. Primera Parte: Concepto de Patrimonio:

De las tres etapas en que se divide la matriz, partimos por “Concepto de Patrimonio”. Este punto estará centrado en encontrar el concepto de patrimonio en la articulación de sentido común que propician las representaciones sociales que el medio propone en sus páginas. Ubicamos la sección en la parte superior de la página (1.i). En este caso. El medio dispone de dos escalas: la primera, que denota la sección (“Ciudades”, en este caso), y una segunda, al centro superior de la página, que denota una subsección (en el caso de “Ciudades”, apunta una comuna específica en la Quinta Región; en el caso de “Mundo”, una temática –Economía, Política…- ; y en este caso, “Ciudades” se especifica en el “género periodístico”: “Entrevista”). Queda conformada la sección: “Ciudades, Entrevista”.

56) Sábado 18 de septiembre de 2004: “‘Chile está en deuda con Rapa Nui’”. 1.

Concepto de patrimonio i. Temática de la noticia: Entrevista al arqueólogo José Miguel Ramírez, a propósito del Sexto Congreso Internacional Rapa Nui y el Pacífico. Sección: Ciudades, Entrevista.

(…)

Pasamos a identificar el concepto de patrimonio como narrativa (ya explicábamos, aquellos extractos que nos permitan “abrir” un mundo posible entre el autor y lo escrito). De la lectura de la nota, ponemos nuestra atención en los siguientes extractos narrativos, en cuanto pensamos que describen el mundo que posibilita la conversación sobre “patrimonio” que sostiene el entrevistado con el periodista -el texto en

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que se convierte- y define la traslación del concepto hacia el papel, y pensando en el tránsito de autor a texto, la propuesta que emerge:

- “está la ignorancia en Chile sobre la historia de Rapa Nui, cuando para el mundo entero, Rapa Nui es un hito en la historia de la humanidad” - “El potencial para Chile es gigantesco, porque el hecho de que exista una cultura única en la historia de la humanidad con características monumentales y patrimoniales increíbles, desarrolladas bajo un régimen aislado, tiene perspectivas importantísimas”

La propuesta de estas dos “narrativas” –el mundo que está narrando, el orden por el cual tiene que transitar para proponer otro- convergen en las siguientes tramas: el patrimonio se deriva de una condición impoluta de globalización (“una cultura única en la historia de la humanidad” … “bajo un régimen aislado”); el patrimonio es algo que puede poner en perspectiva la escala mundial, pero al territorio nacional le cuesta (el primer extracto surge de una contrapregunta, luego que se dice que “los chilenos prefieren ir a Punta Cana antes que a Isla de Pascua”); el patrimonio, para que interese, debe ser traducido a un esquema de explotación (“el potencial para Chile es gigantesco” = hay que hacer el territorio pragmático para el territorio nacional, las “perspectivas importantísimas” son evaluadas en cómo pueden servir para Chile: de hecho, la pregunta es “¿Qué potencialidad tiene?”, y el académico responde inmediatamente por Chile). Así va quedando configurada nuestra ficha: 56) Sábado 18 de septiembre de 2004: “‘Chile está en deuda con Rapa Nui’”. 2.

Concepto de patrimonio i. Temática de la noticia: Entrevista al arqueólogo José Miguel Ramírez, a propósito del Sexto Congreso Internacional Rapa Nui y el Pacífico. Sección: Ciudades, Entrevista. ii. Patrimonio como narrativa: Dos extractos para enfrentar: “está la ignorancia en Chile sobre la historia de Rapa Nui, cuando para el mundo entero, Rapa Nui es un hito en la historia de la humanidad” + “El potencial para Chile es gigantesco, porque el hecho de que exista una cultura única en la historia de la humanidad con características monumentales y patrimoniales increíbles, desarrolladas bajo un régimen aislado, tiene perspectivas importantísimas”. El que habla es un académico (director de Centro de Estudios sobre Isla de Pascua) y la perspectiva de patrimonio dice: el patrimonio se deriva de una condición impoluta de globalización; el patrimonio es algo que puede poner en perspectiva la escala mundial, pero al territorio nacional le cuesta; el patrimonio, para que interese, debe ser traducido a un esquema de explotación: “el potencial para Chile es gigantesco”, hay que hacer el territorio pragmático para el territorio nacional.

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El tercer elemento que buscamos son las representaciones sociales (ya lo habíamos comentado: la comprensión hermenéutica sigue activa, la diferencia es que ahora estaremos focalizados en las tres categorías de representaciones que ya describimos en el marco metodológico, en cuanto puerta hacia el tránsito del saber subjetivo). Aclaramos que tanto estas categorías, como la anterior de “narrativas”, puede que no estén claras o no tengan marcas concluyentes en el texto. Dejamos esa opción abierta, pues de otra manera, sería forzar el análisis y forzar las categorías a que aparezcan en cualquier lado, luego forzar las conclusiones. Para evitar es ejercicio esotérico-numerológico, es que vamos a dejar abierta la opción de dejar casillas en blanco cuando no tengamos elementos útiles para nuestro estudio y posibles de enmarcarse en el enfoque hermenéutico.

En este caso, encontramos la figura de la “autoridad”. En el despliegue general del texto, al académico se acude –se le define en el epígrafe- para definiciones desde la experticia, y, sobre todo, para “traducir” el patrimonio y las “riquezas culturales” de Isla de Pascua al contexto en que el medio se desarrolla, el continente. No apuntamos esto como las supuestas intenciones del autor al invocar a su entrevistado (no nos interesan, como ya apuntábamos cuando discutíamos sobre hermenéutica), sino el orden que invoca a través de su entrevistado, y cuál es el mundo posible que propone desde la constatación, escrita, de un orden sincrónico. En el texto por ejemplo, lo apreciamos la aplicación de ese saber-técnico y su acercamiento en el siguiente extracto:

- “los habitantes de la Isla no son considerados, y por lo mismo, no adquieren interés sobre esos resultados o sobre los mecanismos de conservación, de cuidado de su patrimonio histórico cultural” -“el patrimonio de Rapa Nui está en riesgo, pero frente a eso se puede exponer la experiencia y los logros alcanzados por el taller de arqueología para jóvenes … con el convencimiento de que la protección efectiva de su patrimonio se logra al involucrar a la gente rapanui”.

Los extractos seleccionados hablan de lo que el medio elige como “contingencia” en el texto, que son un Congreso sobre Isla de Pascua, y en ellos, el entrevistado –la autoridad académica- explica cómo su rango, su rol, participa en la conformación de un concepto intersubjetivo de patrimonio. Se habla de “resultados” y de “mecanismos de

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conservación”, pero no interesa su desglose, si no la acción, y cómo esta repercute –la crítica, el juicio del interesado- en el contexto que dispone el medio, pero de inmediato se reatribuyen una competencia en la “conservación” (ligada al concepto patrimonio, como un ser compuesto: “patrimonio histórico cultural”). Después, el destaque sobre el trabajo “efectivo”, o sea, que toma parte en una acción objetiva, concreta, una realidad física: “los logros alcanzados por el taller de arqueología para jóvenes”. Podemos aislar tres puntos sobre lo que involucra el concepto “patrimonio”, según la Academia: 1) riesgo a perder algo, 2) conservación imperativa, 3) participación ciudadana. Todos ellos los podemos agrupar en las competencias del accionar educativo, y la perspectiva iluminista: el saber – educación, jóvenes- implicar reconocer el valor objetivo, por lo tanto, el compromiso de la conservación.

En este caso, tales apuntes corresponden a la representación social apoyada en la “autoridad”. No advertimos las categorías de “reducción” y “positividad”. Nuestra ficha avanza, y queda, en el primer punto (“Concepto de patrimonio”):

1.

Concepto de patrimonio i. Temática de la noticia: Entrevista al arqueólogo José Miguel Ramírez, a propósito del Sexto Congreso Internacional Rapa Nui y el Pacífico. Sección: Ciudades, Entrevista. ii. Patrimonio como recurso discursivo: Dos extractos para enfrentar: “está la ignorancia en Chile sobre la historia de Rapa Nui, cuando para el mundo entero, Rapa Nui es un hito en la historia de la humanidad” + “El potencial para Chile es gigantesco, porque el hecho de que exista una cultura única en la historia de la humanidad con características monumentales y patrimoniales increíbles, desarrolladas bajo un régimen aislado, tiene perspectivas importantísimas”. El que habla es un académico (director de Centro de Estudios sobre Isla de Pascua) y la perspectiva de patrimonio dice: el patrimonio se deriva de una condición impoluta de globalización; el patrimonio es algo que puede poner en perspectiva la escala mundial, pero al territorio nacional le cuesta; el patrimonio, para que interese, debe ser traducido a un esquema de explotación: “el potencial para Chile es gigantesco”, hay que hacer el territorio pragmático para el territorio nacional. iii. Mentalidad en el uso 1. Autoridad: “los habitantes de la Isla no son considerados, y por lo mismo, no adquieren interés sobre esos resultados o sobre los mecanismos de conservación, de cuidado de su patrimonio histórico cultural”, dice Ramírez; en la descripción de la ponencia de Torres, se le atribuye la tesis que “el patrimonio de Rapa Nui está en riesgo, pero frente a eso se puede exponer la experiencia y los logros alcanzados por el taller de arqueología para jóvenes … con el convencimiento de que la protección efectiva de su patrimonio se logra al involucrar a la gente rapanui”. Ambos pueden aislar tres puntos sobre lo que involucra el concepto “patrimonio”, según la Academia: 1) riesgo a perder algo, 2) conservación imperativa, 3) participación ciudadana. 2. Reducción: 3. Positividad: -

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5.3.2. Segunda parte: Reconocimiento de actores sociales.

Decíamos que la primera parte del análisis de la ficha, que durante una primera lectura marcaríamos cada vez que el medio nombrara a un actor en la nota. Dispondremos de tres niveles para identificar a estos actores en su calidad de actores sociales, y clasificarlos según los partes que definimos en el marco metodológico.

El primer nivel, corresponde a situar a los actores dentro de la matriz propuesta por Garretón (2001), identificando en cuál de las categorías es invocado el actor por el medio. A esta etapa, denominamos en las fichas “Actores sociales que participan en la nota”. Por ejemplo, en la lectura de la Ficha Nº 56, el primer actor que aparece en la lectura es “José Miguel Ramírez, director de Centro de Estudios sobre Isla de Pascua”. Marcamos, entonces, su aparición, y proseguimos con la lectura. El mismo Ramírez aparecerá varias veces más en el texto, y según la calidad en que se le invoque. Ramírez –el Ramírez que trasciende el texto- podrá ser padre, punk, Demócrata Cristiano, altermundista, hincha del Wanderers; todo esto no nos interesa en la medida en que no aparezca en el discurso escrito. Así que luego -y ya marcados todos los otros actores que aparezcan, y el mismo Ramírez en todas sus apariciones- procedemos a situarlos en alguna de las seis categorías dispuestas. Al Ramírez “director de Centro de Estudios sobre Isla de Pascua” lo situaremos en la casilla “Trabajo y producción”. En las sucesivas ocasiones se le invocará como “arqueólogo”, por su apellido, por su puesto de director. De todas maneras, es el título académico y su trabajo como tal el que prevalece y lo define como actor en la nota. (Esto, sin desmedro que otra clasificación pudiese aparecer, supongamos, “Ramírez, que es presidente de la Asociación de Arqueólogos Internacional contra la destrucción de Isla de Pascua”. En ese caso, también lo consignaríamos en el apartado de “Actores con densidad organizacional”).

2. Reconocimiento de actores sociales: i. Actores sociales que participan en la nota: 1. Trabajo y producción: “arqueólogo” ( + “José Miguel Ramírez, arqueólogo y director del Centro de Estudios sobre Isla de Pascua”, “José Miguel Ramírez, director de Centro de Estudios sobre Isla de Pascua”, “Ramírez”, “arqueólogo José Miguel Ramírez”, “José Miguel Ramírez”)

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Para mantener un orden en la enumeración y exponer lo más detalladamente posible la clasificación y cómo ésta se apoya en el texto, decidimos consignar textualmente cada una de las apariciones del actor en el texto, y cuando sean reiterativas de la primera que consignamos o no aporten datos que merezcan situar esa nueva aparición en otra categoría, procedemos a situar esas nuevas apariciones entre paréntesis, para luego no confundirlas con otros actores del texto y dejar claro que es una nueva referencia al mismo. Repetimos este procedimiento con todos los actores.

El punto “Reconocimientos de actores sociales” con todos los actores de la ficha Nº 56 ya incluidos:

2.

Reconocimiento de actores sociales i. Actores sociales que participan en la nota. 1. Trabajo y producción: “arqueólogo” ( + “José Miguel Ramírez, arqueólogo y director del Centro de Estudios sobre Isla de Pascua”, “José Miguel Ramírez, director de Centro de Estudios sobre Isla de Pascua”, “Ramírez”, “arqueólogo José Miguel Ramírez”, “José Miguel Ramírez”), “el Centro de Estudios de la Universidad de Valparaíso” ( + “Centro de Estudios Rapa Nui”, “el centro”), “la Universidad de Valparaíso”, “el actual rector de Humanidades Carlos Verdugo” A “el rector de la UV, Jaime Riquelme”, “Charles M. Love de la Universidad de Wyoming” (+ “Charles Love”), “Francisco Torres del Museo Antropológico P. San Sebastián Englert” (+ “Torres”), “Patricio J. Bustamante-Díaz, Javier Tuki, Karlo Huke, Juan Tepano, Rafael Tuki Tepano” 2. Política: 3. Públicos no organizados: “los invitados”, “los niños”, “un niño”, “todos”, “el hombre”, “jóvenes” x2. 4. Actores con densidad organizacional: “Eastern Island Fundation”. 5. Actores identitarios: “los isleños” (+ “los propios isleños”, “los habitantes originarios”, “los habitantes de Rapa Nui”, “los isleños” x3, “los habitantes de la Isla”, “una cultura única en la historia de la humanidad”, “la cultura rapanui”, “la gente rapanui”), “los chilenos” x2 (+ “los conti”, “nosotros”), “extranjeros”, “los maoríes”. 6. Poderes fácticos: “Juan Haoa, una persona importante en la isla” (+ “Haoa”), “John Fleming”, “los mayores expertos mundiales”, “Hotu Matua”.

El siguiente y segundo nivel en la clasificación de actores sociales corresponde a “Tipo de reconocimiento identitario”. Acá distinguimos entre una invocación fundamentada en el “rol” del actor, o en un “reconocimiento identitario”. No se trata de mirar solamente lo que anotamos en (2.i.) y concluir si es o no un reconocimiento por rol o identidad. Tenemos que volver a la ficha, revisar el contexto de discurso en que aparece

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invocado el actor -cómo participan en el relato- para concluir a cuál de las dos casillas pertenecen.

Por una motivación práctica, y pensando en el manejo de las fichas para su posterior puesta en relación, decidimos que no enumeraríamos los actores en cada una de las casillas, sino que adjudicaremos una letra (podría ser cualquier otro signo) a las categorías. “Rol” se identificará con “A”, y “Reconocimiento identitario” con “B”. Así, el punto (2.i.) se modifica, agregando al final de cada actor, la letra correspondiente al reconocimiento identitario. El punto con las modificaciones:

2.

Reconocimiento de actores sociales iv. Actores sociales que participan en la nota. 4. Trabajo y producción: “arqueólogo” ( + “José Miguel Ramírez, arqueólogo y director del Centro de Estudios sobre Isla de Pascua”, “José Miguel Ramírez, director de Centro de Estudios sobre Isla de Pascua”, “Ramírez”, “arqueólogo José Miguel Ramírez”, “José Miguel Ramírez”) A, “el Centro de Estudios de la Universidad de Valparaíso” A ( + “Centro de Estudios Rapa Nui”, “el centro”), “la Universidad de Valparaíso” A, “el actual rector de Humanidades Carlos Verdugo” A, “el rector de la UV, Jaime Riquelme” A, “Charles M. Love de la Universidad de Wyoming” A (+ “Charles Love”), “Francisco Torres del Museo Antropológico P. San Sebastián Englert” A (+ “Torres”), “Patricio J. Bustamante-Díaz, Javier Tuki, Karlo Huke, Juan Tepano, Rafael Tuki Tepano” A, 5. Política: 6. Públicos no organizados: “los invitados”, “los niños”, “un niño”, “todos”, “el hombre”, “jóvenes” x2 A. 7. Actores con densidad organizacional: “Eastern Island Fundation” A. 8. Actores identitarios: “los isleños” B (+ “los propios isleños”, “los habitantes originarios”, “los habitantes de Rapa Nui”, “los isleños” x3, “los habitantes de la Isla”, “una cultura única en la historia de la humanidad”, “la cultura rapanui”, “la gente rapanui”), “los chilenos” x2 B (+ “los conti”, “nosotros”) , “extranjeros” B, “los maoríes” B. 9. Poderes fácticos: “Juan Haoa, una persona importante en la isla” (+ “Haoa”) B, “John Fleming” A, “los mayores expertos mundiales” A, “Hotu Matua” A.

El tercer y último nivel en la clasificación de actores sociales es el llamado “Validación de actores”. Acá distribuiremos los actores sociales que identificamos en (2.i.) entre tres categorías: “actores de la acción”, “actores del discurso” y “objetos del discurso”. Nuevamente, para la distribución de los actores tenemos que remitirnos al texto original; no nos basta con el fichaje anterior en (2.i.), pero sí nos servirá esa clasificación para disponer de los actores y referirnos a ella, una vez realizado el trabajo sobre el texto.

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Para estos efectos, sólo necesitamos consignar una de las apariciones del actor en el texto, pues basta con un uso del discurso para que sea considerado “actor del discurso”, por ejemplo. También está permitida la reiteración de un actor en más de una categoría. Pero no será necesario consignarlo en este nivel cada vez que aparezca en el texto, y para no ser reiterativos ni extender innecesariamente nuestra ficha, este punto puede aludir (para no escribir nuevamente) a los actores ya dispuestos en las categorías de “Actores sociales que participan en la nota”.

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El punto dos de la ficha, incluyendo este tercer nivel:

2. Reconocimiento de actores sociales i. Actores sociales que participan en la nota. 1. Trabajo y producción: “arqueólogo” ( + “José Miguel Ramírez, arqueólogo y director del Centro de Estudios sobre Isla de Pascua”, “José Miguel Ramírez, director de Centro de Estudios sobre Isla de Pascua”, “Ramírez”, “arqueólogo José Miguel Ramírez”, “José Miguel Ramírez”) A, “el Centro de Estudios de la Universidad de Valparaíso” A ( + “Centro de Estudios Rapa Nui”, “el centro”), “la Universidad de Valparaíso” A, “el actual rector de Humanidades Carlos Verdugo” A, “el rector de la UV, Jaime Riquelme” A, “Charles M. Love de la Universidad de Wyoming” A (+ “Charles Love”), “Francisco Torres del Museo Antropológico P. San Sebastián Englert” A (+ “Torres”), “Patricio J. Bustamante-Díaz, Javier Tuki, Karlo Huke, Juan Tepano, Rafael Tuki Tepano” A, 2. Política: 3. Públicos no organizados: “los invitados”, “los niños”, “un niño”, “todos”, “el hombre”, “jóvenes” x2 A. 4. Actores con densidad organizacional: “Eastern Island Fundation” A. 5. Actores identitarios: “los isleños” B (+ “los propios isleños”, “los habitantes originarios”, “los habitantes de Rapa Nui”, “los isleños” x3, “los habitantes de la Isla”, “una cultura única en la historia de la humanidad”, “la cultura rapanui”, “la gente rapanui”), “los chilenos” x2 B (+ “los conti”, “nosotros”) , “extranjeros” B, “los maoríes” B. 6. Poderes fácticos: “Juan Haoa, una persona importante en la isla” (+ “Haoa”) B, “John Fleming” A, “los mayores expertos mundiales” A, “Hotu Matua” A. ii. Tipo de reconocimiento identitario 1. Rol: A 2. Reconocimiento identitario: B iii. Validación de los actores 1. Actores de la acción: Ramírez; el Centro de Estudios de la Universidad de Valparaíso; Charles M. Love de la Universidad de Wyoming; Francisco Torres del Museo Antropológico P. San Sebastián Englert; “Patricio J. Bustamante-Díaz, Javier Tuki, Karlo Huke, Juan Tepano, Rafael Tuki Tepano”, 2. Actores del discurso: Ramírez. 3. Objetos del discurso: “los isleños”, “los chilenos”, “extranjeros”, “los maoríes”, “los invitados”, “los niños”, “un niño”, “todos”, “el hombre”, “jóvenes”, “Juan Haoa, una persona importante en la isla”, “John Fleming”, “los mayores expertos mundiales”, “Hotu Matua”.

5.3.3. Tercera parte: Proyecto de ciudad

La última parte de la ficha corresponde a la comprensión de un proyecto de ciudad contenido en la nota, a partir de las lecturas que ya hemos hecho, y una nueva, ahora pensando en lo que el texto nos dice sobre un mundo posible en los cuatro vértices que

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dispusimos en el marco metodológico sobre los cuales se traza el plan de ciudad. Tenemos así: “Estado”, “Ciudadanía”, “Diversidad”, “Lugar”.

Nuevamente, recurrimos a un enfoque hermenéutico. Intentamos abrir el mundo posible que propone el texto, ahora, específicamente en cuando se trate del Estado. Por supuesto, contemplamos la posibilidad que no encontremos texto para este apartado. No es el caso. En la nota 56, tenemos suficiente. Acá, por ejemplos tomaremos la siguiente frase para ejemplificar una constante en el texto: “Chile impone algunas soluciones para su sentimiento de culpa con la Isla”. Ya hablaremos de las implicancias que tiene esta afirmación para un tema de diversidad, pero de momento nos interesan las siguientes conclusiones que de acá se desprenden. Chile, primero, está homologado al Estado. Y sabemos que el rol del Estado, en este proyecto de ciudad, es de supervigilar las comunas, pero con reconocida inoperancia. Es capaz, sin embargo, de reconocer esa inoperancia (“sentimiento de culpa”), y en la explicación “pedestre” que entrega el experto, es necesario asociarlo a una actitud personal. El Estado se personifica para poder explicarse en su ineptitud, y que sea comprensible las acciones que desde ahí toma.

Otra condición del Estado, en su trato con las comunas y también pensando en este esquema de “inoperancia”, es la burocracia. Se le adjudica como característica intrínseca, pero también implica que las comunas o sus habitantes son capaces de advertirlos: “hay problemas burocráticos absurdos, increíblemente absurdos”. Sin embargo, para que un problema burocrático sea absurdo –ya sabemos, por sentido común, que son absurdoshay que insistir: “… absurdos, increíblemente absurdos”. Con estas anotaciones, el apartado “Estado” en la ficha queda conformado de la siguiente forma:

2.

Proyecto de ciudad v. Estado: Es el encargado (por deber) de llevar a cabo políticas trascendentes, que involucran a todo el territorio nacional. Ineficaz y oportunista: beneficios populistas para Rapa Nui, mientras sostiene trabas burocráticas que no son superadas, sin embargo, es capaz de advertir el malestar de un territorio, reconocer su responsabilidad, pero ofrece soluciones (“Chile impone algunas soluciones para su sentimiento de culpa con la Isla”… “hay problemas burocráticos absurdos, increíblemente absurdos”). Para comprenderlo en su acción, se le personifica.

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La siguiente categoría a buscar en el texto es la que se refiere a ciudadanía. Buscamos cuál es el rol ciudadano que se explica en el mundo posible del texto. (Como en el punto anterior se explicó, concebimos la posibilidad de no encontrar texto. En ese caso, no forzaremos un resultado en la categoría, y lo mismo corre para las siguientes). Primero, debemos anotar algo sobre la generalidad del texto: la entrevista, para tratar el tema de Isla de Pascua, recurre a la “excusa de actualidad” de un congreso de especialistas, convocado desde la Academia, en este caso, la Universidad de Valparaíso. Los problemas políticos son abordados desde la condición profesional. Remitiéndonos a nuestro Marco Teórico, acá está la condición ciudadana: el acceso a ella -las estrategias de visibilidad, como anotábamos antes- puede asegurarse desde la condición profesional, y más específicamente, desde la dedicación académica.

Entendemos también como, desde ese lugar, se elabora una estrategia de distinción: “en este tour incluimos un tour científico a la isla y de 40 personas, sólo 4 son chilenos”. La condición “científico” –académico-, sin embargo, no es suficiente: hay una queja por incluir a los otros, a los chilenos, que deberían ser mayoría. El territorio nacional, entonces, debería ser de interés de los chilenos: la pertenencia al EstadoNación implica la preocupación por quienes están en esa igualdad de condiciones. Los encargados de señalar las actitudes deseables de la ciudadanía –los deberes- están en la Academia.

Sintetizando, el punto sobre “Proyecto de ciudad”, queda así hasta este punto:

4.

Proyecto de ciudad i. Estado: Es el encargado (por deber) de llevar a cabo políticas trascendentes, que involucran a todo el territorio nacional. Ineficaz y oportunista: beneficios populistas para Rapa Nui, mientras sostiene trabas burocráticas que no son superadas, sin embargo, es capaz de advertir el malestar de un territorio, reconocer su responsabilidad, pero ofrece soluciones (“Chile impone algunas soluciones para su sentimiento de culpa con la Isla”… “hay problemas burocráticos absurdos, increíblemente absurdos”). Para comprenderlo en su acción, se le personifica. ii. Ciudadanos: Son los encargados –a través de la actividad profesional determinada: la Academia- de acusar los problemas de los territorios nacionales, identificarlos, y proponer soluciones (“en este tour incluimos un tour científico a la isla y de 40 personas, sólo 4 son chilenos”).

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La tercera categoría en el “Proyecto de ciudad” se refiere a diversidad. Acá veremos cómo una ciudad, discutida desde el concepto de “patrimonio”, delinea un potencial para la diversidad. Cuál es el lugar para la diversidad que resguarda en su proyecto. Primero, cuando se discute sobre la comuna de Rapa Nui desde “patrimonio”, prevalece una distinción: la que se realiza entre “la cultura rapa nui” y “los chilenos”, ambos como grupos disociados. Sabemos, también, que esta disociación tiene de delinear grupos homogéneos: “los chilenos somos los que conocemos menos la isla”, dice, por ejemplo, el experto; “¿Qué errores cometimos los chilenos, los conti?”, pregunta el periodista; y claro, el título -“Chile está en deuda con Rapa Nui”- que termina por oponer estos dos grupos y proponer además una relación.

Para la pregunta por la diversidad, lo que más nos interesa es esa relación. Primero, es una relación de oposición. De identidad y alteridad. Pero cuando habla de “la cultura rapa nui”, junto con presentarla como una sola, se destaca en su perspectiva –por no decir función- de le totalidad externa: “una cultura única en la historia de la humanidad”, que puede servir como campo de estudio y aplicación de procesos sociales ahí presentes en una muestra controlable. La comuna y “su patrimonio”, entonces, están en función de la utilidad que pueda proyectar el territorio nacional y mundial sobre ella.

Sintetizamos estas conclusiones y las situamos en el área de la ficha sobre diversidad. El punto sobre “Proyecto de ciudad va quedando así:

4.

Proyecto de ciudad i. Estado: Es el encargado (por deber) de llevar a cabo políticas trascendentes, que involucran a todo el territorio nacional. Ineficaz y oportunista: beneficios populistas para Rapa Nui, mientras sostiene trabas burocráticas que no son superadas, sin embargo, es capaz de advertir el malestar de un territorio, reconocer su responsabilidad, pero ofrece soluciones (“Chile impone algunas soluciones para su sentimiento de culpa con la Isla”… “hay problemas burocráticos absurdos, increíblemente absurdos”). Para comprenderlo en su acción, se le personifica. ii. Ciudadanos: Son los encargados –a través de la actividad profesional determinada: la Academia- de acusar los problemas de los territorios nacionales, identificarlos, y proponer soluciones (“en este tour incluimos un tour científico a la isla y de 40 personas, sólo 4 son chilenos”). iii. Diversidad: “La cultura rapanui” es puesta en oposición a “los chilenos” (ambos como grupos homogéneos), y pese a que se acusan los problemas de esta distinción, la voz la tiene “un chileno”, desde su profesión competente. A la vez –y por su condición patrimonial- la importancia de los habitantes de Rapa Nui es sopesada en función del planeta (“una cultura única en la historia de la humanidad”)

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Resta la última categoría, la de lugar. Acá nos fijaremos cuál es el lugar en que se sitúa el patrimonio en la ciudad que el medio propone. Puede ocurrir que la nota diga, por ejemplo, “…las autoridades visitaron las casonas patrimoniales del Cerro Alegre…”. Nos interesa saber ese espacio explícito que la nota destaque como depositario de la condición patrimonial, pero también estaremos atentos –para esto, la lectura hermenéutica- a cómo ese lugar en específico indica características espaciales, que serían las que el medio reconoce. Eso para lo que respecta a la ficha en particular.

Pero antes describíamos también el “lugar” en términos antropológicos –relacional, histórico e identidad. No buscaremos cada una de esas categorías en cada una de las fichas. Si bien muchas disponen de ellas, nos cuidaremos de forzar el esquema de análisis. Sin embargo, será un punto básico en cuando juntemos todas las fichas y analicemos este punto. Junto con consignar los lugares donde está el patrimonio, nos interesa comprenderlos en su cualidad de lugar antropológicos, en cuanto definirían tres categorías importantes en el proyecto de ciudad: qué tipo de relación dispone el lugar para los sujetos, cómo puede la identidad de ellos estar en diálogo con ese lugar y, por último, cuál es la potencia histórica que se reserva a él en esta ciudad que se propone13.

Vamos a la ficha 56. “Patrimonio”, a través de todo el texto, es asociado con Rapa Nui. Rapa Nui, en su totalidad, posee la condición patrimonial. Pero la condición amplía el territorio y la sitúa en una escala de pertenencia donde puede compararse, por ejemplo, con “los maoríes”, y donde pueden darse cita –y casi es un imperativo moral para el territorio nacional- expertos de todo el mundo. Por lo demás, la categoría de “Patrimonio” y las características que lo justifican, son compatibles con el desconocimiento de tales factores. Lo que queremos decir es que “Patrimonio” no es una condición que exista en el territorio, sino en la constatación desde el exterior, en la apreciación externa que separa forma de fondo: “…los habitantes de la

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Las tres categoría que acá reseñamos las entendemos como están dispuestas por Marc Augé (2004), y como ya fueron explicadas en el marco teórico. Insistimos sobre uno de ellos, “histórico”, porque acá lo expresamos como “potencia” histórica. “Escapa a la historia como ciencia”, decía Augé (p.60, 2004), y acá lo consignaremos en la medida de la tutela que ejerce en los rituales de la ciudad. Insistimos, porque se puede confundir con alguna capacidad histórica que tengan los sujetos para hacer historia (una capacidad política, por decirlo de otra forma); sin embargo, consideramos que esa conclusión es más pertinente en el punto sobre “Actores sociales”.

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isla no son considerados y, por lo mismo, no adquieren interés sobre estos resultados o sobre los mecanismos de conservación, de cuidado de su patrimonio histórico”.

En el mismo punto insiste la siguiente secuencia. El periodista pregunta: “¿Qué potencialidad tiene?”, luego que el entrevistado estuvo enumerando las tareas pendientes del Estado chileno con la Isla. Y luego, el académico responde: “El potencial de Rapa Nui para Chile es inmenso, es gigantesco…”, y prosigue enumerando potencialidades en función de Chile, cuando la pregunta no llevaba ninguna especificación de ese tipo. “Patrimonio” establece una relación de funcionalidad territorial de la comuna con el continente, que se asume desde el silencio que responde el entrevistado.

Con el tercer punto listo, procedemos a exponer cómo queda conformada la ficha en su totalidad. De estas, son 96 similares, las que incluiremos en el anexo “Fichas de tesina”, para consultas necesarias:

56) Sábado 18 de septiembre de 2004: “‘Chile está en deuda con Rapa Nui’”. 1.

Concepto de patrimonio i. Temática de la noticia: Entrevista al arqueólogo José Miguel Ramírez, a propósito del Sexto Congreso Internacional Rapa Nui y el Pacífico. Sección: Ciudades, Entrevista. ii. Patrimonio como recurso discursivo: Dos extractos para enfrentar: “está la ignorancia en Chile sobre la historia de Rapa Nui, cuando para el mundo entero, Rapa Nui es un hito en la historia de la humanidad” + “El potencial para Chile es gigantesco, porque el hecho de que exista una cultura única en la historia de la humanidad con características monumentales y patrimoniales increíbles, desarrolladas bajo un régimen aislado, tiene perspectivas importantísimas”. El que habla es un académico (director de Centro de Estudios sobre Isla de Pascua) y la perspectiva de patrimonio dice: el patrimonio se deriva de una condición impoluta de globalización; el patrimonio es algo que puede poner en perspectiva la escala mundial, pero al territorio nacional le cuesta; el patrimonio, para que interese, debe ser traducido a un esquema de explotación: “el potencial para Chile es gigantesco”, hay que hacer el territorio pragmático para el territorio nacional. iii. Mentalidad en el uso 10. Autoridad: “los habitantes de la Isla no son considerados, y por lo mismo, no adquieren interés sobre esos resultados o sobre los mecanismos de conservación, de cuidado de su patrimonio histórico cultural”, dice Ramírez; en la descripción de la ponencia de Torres, se le atribuye la tesis que “el patrimonio de Rapa Nui está en riesgo, pero frente a eso se puede exponer la experiencia y los logros alcanzados por el taller de arqueología para jóvenes … con el convencimiento de que la protección efectiva de su patrimonio se logra al involucrar a la gente rapanui”. Ambos pueden aislar tres puntos sobre lo que involucra el concepto “patrimonio”, según la Academia: 1) riesgo a perder algo, 2) conservación imperativa, 3) participación ciudadana. 11. Reducción: 12. Positividad: -

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2. Reconocimiento de actores sociales i. Actores sociales que participan en la nota. 1. Trabajo y producción: “arqueólogo” ( + “José Miguel Ramírez, arqueólogo y director del Centro de Estudios sobre Isla de Pascua”, “José Miguel Ramírez, director de Centro de Estudios sobre Isla de Pascua”, “Ramírez”, “arqueólogo José Miguel Ramírez”, “José Miguel Ramírez”) A, “el Centro de Estudios de la Universidad de Valparaíso” A ( + “Centro de Estudios Rapa Nui”, “el centro”), “la Universidad de Valparaíso” A, “el actual rector de Humanidades Carlos Verdugo” A, “el rector de la UV, Jaime Riquelme” A, “Charles M. Love de la Universidad de Wyoming” A (+ “Charles Love”), “Francisco Torres del Museo Antropológico P. San Sebastián Englert” A (+ “Torres”), “Patricio J. Bustamante-Díaz, Javier Tuki, Karlo Huke, Juan Tepano, Rafael Tuki Tepano” A, 2. Política: 3. Públicos no organizados: “los invitados”, “los niños”, “un niño”, “todos”, “el hombre”, “jóvenes” x2 A. 4. Actores con densidad organizacional: “Eastern Island Fundation” A. 5. Actores identitarios: “los isleños” B (+ “los propios isleños”, “los habitantes originarios”, “los habitantes de Rapa Nui”, “los isleños” x3, “los habitantes de la Isla”, “una cultura única en la historia de la humanidad”, “la cultura rapanui”, “la gente rapanui”), “los chilenos” x2 B (+ “los conti”, “nosotros”) , “extranjeros” B, “los maoríes” B. 6. Poderes fácticos: “Juan Haoa, una persona importante en la isla” (+ “Haoa”) B, “John Fleming” A, “los mayores expertos mundiales” A, “Hotu Matua” A. ii. Tipo de reconocimiento identitario 1. Rol: A 2. Reconocimiento identitario: B iii. Validación de los actores 1. Actores de la acción: Ramírez; el Centro de Estudios de la Universidad de Valparaíso; Charles M. Love de la Universidad de Wyoming; Francisco Torres del Museo Antropológico P. San Sebastián Englert; “Patricio J. Bustamante-Díaz, Javier Tuki, Karlo Huke, Juan Tepano, Rafael Tuki Tepano”, 2. Actores del discurso: Ramírez. 3. Objetos del discurso: “los isleños”, “los chilenos”, “extranjeros”, “los maoríes”, “los invitados”, “los niños”, “un niño”, “todos”, “el hombre”, “jóvenes”, “Juan Haoa, una persona importante en la isla”, “John Fleming”, “los mayores expertos mundiales”, “Hotu Matua”. 3. Proyecto de ciudad i. Estado: Es el encargado (por deber) de llevar a cabo políticas trascendentes, que involucran a todo el territorio nacional. Ineficaz y oportunista: beneficios populistas para Rapa Nui, mientras sostiene trabas burocráticas que no son superadas, sin embargo, es capaz de advertir el malestar de un territorio, reconocer su responsabilidad, pero ofrece soluciones (“Chile impone algunas soluciones para su sentimiento de culpa con la Isla”… “hay problemas burocráticos absurdos, increíblemente absurdos”). Para comprenderlo en su acción, se le personifica. ii. Ciudadanos: Son los encargados –a través de la actividad profesional determinada: la Academiade acusar los problemas de los territorios nacionales, identificarlos, y proponer soluciones (“en este tour incluimos un tour científico a la isla y de 40 personas, sólo 4 son chilenos”). iii. Diversidad: “La cultura rapanui” es puesta en oposición a “los chilenos” (ambos como grupos homogéneos), y pese a que se acusan los problemas de esta distinción, la voz la tiene “un chileno”, desde su profesión competente. A la vez –y por su condición patrimonial- la importancia de los habitantes de Rapa Nui es sopesada en función del planeta (“una cultura única en la historia de la humanidad”) iv. Lugar: Rapa Nui. La preocupación por el “patrimonio” diluye las fronteras nacionales. El examen del territorio Rapa Nui es siempre comparándolo con el extranjero (ej: “los maoríes”) e involucra congresos internacionales y profesionales de todo el mundo. “Patrimonio” es una designación impuesta, que de por sí no tiene potencia de identidad: esto hay que “aprenderlo” (“…los habitantes de la isla no son considerados y, por lo mismo, no adquieren interés sobre estos resultados o sobre los mecanismos de conservación, de cuidado de su patrimonio histórico”). El valor histórico de la Isla es destacado en función de lo que los demás puedan aprender de ella (en la pregunta “¿Qué potencialidad tiene?”, sobre el programa de asistencias de la Isla, el experto responde de inmediato sobre la potencialidad en función de Chile: “El potencial de Rapa Nui para Chile es inmenso, es gigantesco…)

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6. Resultados y conclusiones Pasaremos, primero, revisando el conjunto de cada una de las categorías aisladas, para consignar interpretaciones específicas de esos resultados. Luego, con todas las categorías ya dispuestas, procederemos a realizar conclusiones generales del trabajo. 6.1. Concepto de Patrimonio.

6.1.1. Temática y sección.

En la recolección de las noticias, encontramos 25 secciones donde alguna vez se publicó una noticia, separando subsecciones14. A continuación, el total de notas publicadas en El Mercurio de Valparaíso en las fechas seleccionadas: entre 2003 y 2005 (ambos, inclusive), para tres hitos.

Sección

Número de notas encontradas

Al Cierre:

1

Bomba política:

1

Ciudades:

10

Ciudades, Carta de la semana:

1

Ciudades, Caso Pinto:

1

Ciudades, Entrevista:

2

Ciudades, Esperando el año nuevo:

1

Ciudades, Mar:

1

Ciudades, Olmué:

1

Ciudades, Quillota:

2

Ciudades, Quilpue:

1

Ciudades, Valparaíso:

20

Ciudades, Viña del Mar:

7

Contratapa:

2

14

Significa que el diario dispone secciones (por ejemplo, “Ciudades”) y de su correspondiente desglose (ejemplo: “Ciudades, Olmué”). Consideremos ambas en las categorías dado que hay páginas que sólo se encabezan por el conjunto mayor (“Ciudades”, sin especificar a qué ciudad de la Quinta Región corresponde).

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Deportes, Polideportivo:

1

Mundo:

3

Mundo, Economía:

2

Mundo, Nacional:

1

Política, Mundo:

5

Reportajes, Sociedad:

2

Un día histórico, Patrimonio:

14

Vía Libre, Carnavales Culturales:

3

Vía Libre, Espectáculos:

10

Vía Libre, Internet:

1

Total

95 Notas

El concepto “Patrimonio”, se distribuye en mayor cantidad (20 notas) en la sección “Ciudades, Valparaíso”, y en la totalidad del esquema, las notas se distribuyen, mayoritariamente en el apartado “Ciudades” (también, es un tema que ingresa a las otras comunas).

La pregunta es la siguiente, ¿qué importancia tiene este dato? La misma que podemos concluir desde la existencia de una sección “inventada” para la ocasión: “Un día histórico, Patrimonio”: que la temática “patrimonial” no puede distribuirse adecuadamente o categóricamente en alguno de los apartados predispuestos en el mosaico del diario (Espectáculos, Economía, Internacional…), sino que debe situarse en un lugar de aparente neutralidad. ¿Acaso los temas de “Vía Libre”, “Deportes”, o incluso “Mundo” no ocurren también en Valparaíso? Primero, nos está sugiriendo cierta importancia jerárquica atribuida por el medio con la decisión de situar el tema en la generalidad de la comuna, o las comunas. Es tan importante, que no podemos cercarlo en una sección más específica. Algo así como lo que sucede en los diarios nacionales y sus temas de portadas, transversales a las secciones15.

15

Lo digo, en parte, por experiencia propia, trabajando en el diario La Nación. “La página 2” puede tocarle a cualquiera, y en la cotidianidad de la práctica, es el tema más importante, o al menos así lo determina la dirección de la edición. Desde la cobertura del paso de la obra “La pequeña gigante” por Santiago, hasta la votación de las platas para el sistema de locomoción colectiva Transantiago, los periodistas son “abducidos” de sus secciones hacia el lugar de neutralidad que supone la generalidad de las páginas nacionales. En este caso, con El Mercurio de Valparaíso, las páginas de Ciudad.

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No podemos entonces afirmar que la correspondencia entre la ciudad y el título aseguran su aparición en la sección, sino que es la falta de una sección clara la que propone esta disposición de secciones. “Patrimonio” está en “Ciudades”, porque esa es la sección que no es las otras secciones. Porque así, “Patrimonio” no se compromete con una sección. Por eso mismo, la creación explícita de una sección para celebrar el hito, “Patrimonio, Un día histórico”, y ese mismo título, tan amplio y de una convocatoria tan incierta como general: es un día histórico. Dos días después del nombramiento, ya es un día histórico.

Sin embargo, tampoco hay que desestimar el número de “Vía Libre, Espectáculos”. Haciendo explícitas las expectativas del autor –ya insistimos bastante sobre este punto cuando

explicábamos

nuestro

enfoque

hermenéutico-

era

la

sección

donde,

probablemente, el tema iba a ser tratado en mayor cantidad, por cuanto la lectura de los artículos nos hablaba, muchas veces, de referencias a “patrimonio” desde una perspectiva material. Nos guardaremos esta expectativa, y ese “muchas veces” que acabamos de enunciar hasta que tengamos las otras categorías resueltas y dispuestas acá en este trabajo. De esa manera, podemos cruzar estos datos obtenidos y ponerlos en función de los objetivos que dejamos por escrito. Para trabajar con la temática, realizamos un abstract de la noticia seleccionada. Mediante un texto-oración, queremos saber de qué va la noticia. Necesitamos este dato para llenar el vacío del que hablábamos recién: el vacío que sugiere la supuesta generalidad de secciones como “Ciudades”, donde se recogen temas que parecen no calzar con las secciones ya determinadas en el diario. No vamos a transcribir aquí el listado de temáticas que recogimos en las fichas. Son las mismas que se pueden encontrar en cada una de las fichas que adjuntamos en el anexo. Sí vamos a extendernos un poco sobre las conclusiones que podemos extraer de este listado.

El listado de temáticas por agrupación queda conformado así:

1. Actividades de la academia (5): Fichas 1, 56, 57, 80, 90 2. Celebraciones por designación patrimonial (6): Fichas 2, 15, 21, 26, 27, 41

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3. Proyectos inmoviliarios (2): Fichas 4, 38 4. Entrevistas de reacciones frente a designación patrimonial (7): Fichas 6, 7, 11, 9, 23, 18, 10 5. ¿Qué significa la designación de UNESCO? (5): Fichas 8, 12, 16, 19, 17 6. Tribunales y resoluciones (4): Fichas 24, 37, 78, 93 7. Caso pinto / pedofilia (3): Fichas 25, 34, 35 8. Experticia patrimonial (6): Fichas 28, 30, 33, 54, 89, 20 9. Actividades artísticas (7): Fichas 29, 42, 47, 95, 53, 83, 68 10. Congreso (5): Fichas 31, 43, 63, 66, 49 11. Distinción a ciudadanos (3): Fichas 36, 44, 13 12. Balances en aniversario de la designación (2): Fichas 39, 40 13. Denuncias sobre el estado de Valparaíso (5): Fichas 46, 45, 85, 58, 60 14. Ramadas y tradiciones del 18 de septiembre (2): Fichas 51, 64 15. Te deum (2): Fichas 52, 65 16. Turismo y hotelería (5): Fichas 55, 75, 76, 81, 50 17. Armada y actividad naval (2): Fichas 59, 61 18. Protección territorial, conservación y museos (7): Fichas 62, 67, 22, 77, 5, 94, 48 19. Espectáculo pirotécnico de año nuevo (2): Fichas 69, 88 20. Carnavales culturales (7): Fichas 70, 71, 92, 72, 84, 86, 87 21. Balances fin de año por sectores (3): Fichas 73, 74, 91 22. Debate económico (1): Ficha 3 23. Actividad deportiva (1): Ficha 14

Antes teníamos una preponderancia de las notas agrupadas en la sección “Ciudades”, y ahora con los datos de “temática”, podemos decir algo más. Tampoco en este desglose hay una sección o temática que involucre “patrimonio” más que otras. Sin embargo, nuevamente tenemos temáticas específicas que separan las notas que involucran el concepto: tenemos una serie de notas explicativas, sobre qué significa “patrimonio”, casi manualísticas que son las que conforman lo que antes nombrábamos como secciones creadas para celebrar el hito, el nuevo hito, que corresponde con la celebración de la designación de la UNESCO. Estas fichas las reunimos en el apartado “¿Qué significa patrimonio?”: la sección tiene que ver con un examen de mundo (los lectores, o en Valparaíso, no se sabe sobre patrimonio), un deseo de mundo (“patrimonio es lo que dice UNESCO, necesitamos cerrar las interpretaciones posibles”), y una

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intención pedagógica (hay que decir qué es patrimonio). A esto, habría que sumar las notas que arriba agrupamos como “Entrevistas de reacciones frente a designación patrimonial”, que también tienen esa vocación: desde distintas voces, el término “Patrimonio”, o el suceso -la designación- debe ser explicado. De momento nos interesa eso: el medio requiere eliminar toda negentropía desde dos flancos: anulándose como autor y seleccionando voces para sus textos, y desde la acción editorial, en textos explicativos con el formato de notas de prensa. En las categorías siguientes (principalmente en “Actores sociales”), abordaremos el problema de esa selección en los términos de exclusión-inclusión que nos interesan, pero de momento nos interesa esa doble acción, esa insistencia en la instrucción.

Esto se vuelve interesante si lo contrastamos con lo siguiente: varias de las notas agrupadas por temática coinciden en el tipo de texto que narra las celebraciones en la ciudad. ¿Por qué el medio considera que es necesario explicar lo que significa “patrimonio”, cuando en la calle, los habitantes de la ciudad ya resolvieron que es algo para celebrar?, ¿qué están celebrando entonces?, y ¿por qué el medio realiza textos instructivos y paralelamente concede su espacio visible a las celebraciones de los lectores a los que pretende instruir? Eso es un vacío amplio –y en la medida que vamos completando cada una de nuestras categorías, es un vacío para poner atención- y aunque no es nuestro objetivo final llenarlo, podemos indicar afirmaciones que habitan ese vacío, por ejemplo, que quienes están en la calle, no son quienes el medio y los periodistas, pretenden que son sus lectores. Por otro lado, las manifestaciones callejeras y las personas agrupadas en esa modalidad, no son personas con su dimensión racional activada. Esto lo podemos apoyar en una interpretación de la realidad donde el grupo espontáneo, “la masa”, no es una entidad pensante; por lo tanto, es sólo retratable en su momento, no en su discurso. La cita es de Martín-Barbero:

“Pero lo masivo es también mediación histórica de lo popular porque no sólo los contenidos y las expresiones populares, sino también las expectativas y los sistemas de valoración, el ‘gusto’ popular, están siendo moldeados por lo masivo de manera que, como lo ha dicho Dufrenne ‘es en esa cultura en la que hoy las masas invierten deseo y de la que extraen placer’. Y mal que nos pese a los universitarios o intelectuales que enmascaramos con demasiada frecuencia nuestros gustos de clase tras etiquetas políticas que nos permiten rechazar la cultura masiva en nombre

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de la alienación que ella produce, cuando en realidad ese rechazo es a la clase a la que le ‘gusta’ esa cultura, a su experiencia vital otra, ‘vulgar’ y escandalosa a la que va dirigido”. (Mattelart y Mattelart, 1991, sin página)

Algo significativo es cómo las notas que tratan específicamente sobre el “hito” seleccionado, recogen el concepto de patrimonio en mayor cantidad. Esto quiere decir que si tenemos la celebraciones patrias como uno de los “hitos”, el tema aparece integrado en las operaciones tradicionales de ese momento, como muestra arriba “Te Deum”, “Ramadas y tradiciones”; y también en otros “hitos”: a fin de año, las notas sobre los Carnavales Culturales que se celebran antes del 31 de diciembre, integran también el concepto (y en el caso específico de “Carnavales Culturales”, recordemos que también tenían una sección específica, con menos menciones que las que luego constatamos por temática). Tenemos otras temáticas –por ejemplo, lo que pasa en el Congreso, o “el Caso Pinto”- que también recogen el concepto, pero claramente, no son lo que impera en la lista de arriba. Y ahora que las secciones han sido desmanteladas (“Ciudades” por ejemplo, no nos servía para advertir la diversidad de temas que podía reunir), “Espectáculos” parece una temática más fuerte de lo que nos decía en la agrupación propuesta por el diario. Estamos considerando ahí sólo actividades artísticas, y “patrimonio” sí es un concepto que compete ahí.

6.1.2. Patrimonio como narrativa.

Ahora tenemos un apartado que, esencialmente, se construye a través de oraciones a enunciar. Ya comentábamos en el marco metodológico qué era lo que acá buscábamos, pero al construir las fichas, intencionalmente dejamos un margen. Queríamos que las fichas se convirtieran, tras el análisis, en las herramientas para pensar en las conclusiones o abordar los problemas que nos propusimos en este trabajo. Pero hay varias narrativas -o elementos para construir una narrativa- que atraviesan cada una de las notas recolectadas. Decidimos consignar esta información en las fichas, y por eso que las incluimos como un anexo, pero llegado a este punto, necesitamos enfrentarlas, y para ello, deberán ser operativos a la comparación y el cruce. Por ello, seguiremos lo que hasta acá ya habíamos hecho en el apartado de “Temática y sección”, donde agrupamos oraciones que nos hablaban de la temática de la nota. Para eso necesitamos oraciones, o

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textos operativos, y ese será un primer procedimiento que realizaremos con todas las fichas.

Después, procederemos a agrupar y reducir cada una de ellas. Necesitamos un máximo de cinco narrativas. Esto es un máximo arbitrario, basado en un requerimiento práctico que nos permita tener una perspectiva reducida -pero a la vez incluyente- que conformaremos después de varios filtros, todos ellos a disposición del lector en el archivo correspondiente16. En caso que todavía podamos seguir cerrando el número de narrativas, procederemos a hacerlo.

En total, realizamos cuatro pasos. Procederemos a ejemplificarlos, para mostrar cómo las hicimos el proceso inverso a la ramificación de narrativas. Tomamos al azar la ficha número 55, “Falta inversión privada”. Primero, tenemos el texto que aparece en la categoría “Patrimonio como narrativa”: “Para Hormazábal, debe respetarse el carácter patrimonial de la ciudad, ‘el que está no sólo en su arquitectura, sino también en su paisaje natural (los cerros) y en los restos de muelles y piezas antiguas que se han encontrado’.” Cuando Hormazábal habla del “carácter patrimonial”, identifica, negándolo, un lugar común de lo que significa el concepto: (“… el carácter patrimonial de la ciudad, ‘el que está no sólo en su arquitectura sino también…’”) la arquitectura de Valparaíso es su “patrimonio”, según dice el sentido común (para “mentalidad”). Y lo real, está revestido de una fragilidad (ver “Lugar”).

La información que tenemos en cada una de las categorías, la expresamos como narrativa, como explicamos arriba. Para la ficha 55, queda así: “’Patrimonio’ se refiere, antes que todo, a la arquitectura de Valparaíso”. Tenemos 95 de estas oraciones. Pasamos al segundo momento, que se refiere a buscar afirmaciones que traten de lo mismo, muestren coincidencias, o puedan fundirse en una afirmación más compleja. La narrativa de la ficha 55, la juntamos con cinco otras narrativas (los números indican las fichas): 31) "Patrimonio" es una dimensión material de la ciudad, cuya venta merece sanción política; 55) "Patrimonio" es, antes que todo, la arquitectura de Valparaíso; 54) "Patrimonio" es, convenidamente, el sector del centro y plan de la ciudad; 66) El daño al "Patrimonio" arquitectónico, implica una sanción social, 91) "Patrimonio" es urbanismo 16

En el CD que acompaña este trabajo, los archivos se encuentran en una carpeta llamada “Cuadros de tabulación”. En su interior, están los procesos de cada uno de los apartados, en planillas para Microsoft Excel.

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cuando está dirigido a los sectores históricos de Valparaíso 92) Ya está claro que "Patrimonio" corresponde a edificios antiguos; a eso hay que sumar personajes típicos; 24) Lo "patrimonial" es una dimensión complementaria a lo psicológico: completan una dualidad; 81) El "Patrimonio" tiene que ver principalmente con posesión material en zonas costeras. Con todas esas narrativas, elaboramos la siguiente: “’Patrimonio’ es un reconocimiento a la dimensión arquitectónica de la ciudad, como escenario de los elementos folklóricos y tradicionales de Valparaíso”.

El tercer paso implica un segundo nivel de asociación, donde dejaremos conformadas las cinco narrativas definitivas, que ya nos sirven como conclusiones de este apartado. (Estos pasos quedan documentados. Las planillas de Excel con cada una de las narrativas, su primera asociación y la segunda, están presentes en el archivo digital17). Pasamos a enumerarlas: 1) La designación de "Patrimonio" es un hito de re-fundación: el pasado reciente de Valparaíso debe negarse, por una ciudad próspera.

La designación de la UNESCO es significada como un escenario de cambio, que destaca la alteridad de una ciudad pasada. Tenemos, por ejemplo, una ciudad desaseada, que en ese estado, no podría procurar su condición de “Patrimonio de la Humanidad” (Ficha número 1: “¿Sabrá el consejo de esa organización internacional que en la capital de la Quinta región, en este puerto considerado de relevancia histórica, existen 150 microvertederos en cerros y quebradas?”), o que ve sus características urbanas ahora como elementos atractivos para una nueva ciudad, por una cuestión de perspectiva (Ficha 6: “…aspectos que transformarán a la capital de la V Región en una joya del Pacífico y no en un área enmarañado (sic) de cerros, quebradas y ascensores viejos”). En adelante, es otra historia la que se pretende escribir sobre Valparaíso (Ficha 76: (“Sin duda, un adelanto de un 2004 que comenzó prometedor y que podría marcar la consolidación de la vocación turística y cultural del nuevo Valparaíso, ‘modelo patrimonial’). Hablamos de un asunto de forma: sobre el contenido del “nuevo Valparaíso” es poco lo que se menciona. Solamente está la seguridad que la sola posesión del título, 17

En el CD, carpeta “Cuadros de tabulación”, luego “Patrimonio como narrativa”.

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aunque nada en la dimensión material de la ciudad cambie, propone una ciudad diferente. Mejor, pensando en el pasado presente; cercana al pasado industrial glorioso, como sugiere la comparación con “la Joya del Pacífico”. 2) Valparaíso amplía su funcionalidad a otros territorios, por lo que debe procurarse una élite para el manejo del título patrimonial: el Gobierno Comunal probó su capacidad al lograr el título, ahora la Academia y la industria turística deben participar.

Hay una línea de narrativas que se preocupa de atribuir la total responsabilidad en la obtención del título en el gobierno comunal: lo importante de esto que sugiere, en adelante, que ese logro -atribuido al Municipio- es señal extrapolable a todo el proceso que requiere el título, del cual debería hacerse cargo, de nuevo, la Municipalidad (está, por ejemplo, el “dictado” telefónico que realiza Pinto en la ficha 7 –el artículo es una paráfrasis de la videoconferencia que el alcalde sostuvo desde París, iniciando cada párrafo con una presentación a su diálogo: “explicó por primera vez”, “De allí, entonces, recalcó”, “Al respecto, adelantó”, “En todo caso, el alcalde de Valparaíso recalcó”, “Dijo que este es un asunto importantísimo”…-; o las indicaciones para la reunión de celebración –es celebración, de antemano- en el Municipio tras la designación de UNESCO: “…los representantes de distintos sectores de la ciudad puerto se darán cita en el salón de honor de la Municipalidad para manifestar su alegría y compartir junto a las autoridades las alternativas que será factible desarrollar a partir del nombramiento de Patrimonio de la Humanidad”). A eso, hay que añadir casi una personificación del título en el alcalde del período, Hernán Pinto (Ficha 25, sobre las acusaciones de pedofilia a Pinto: “…aunque el alcalde declaró inocencia y puso su militancia y su postulación en manos del PDC, su candidatura, a los ojos de su partido, al menos a nivel nacional, abre un incierto escenario para las pretensiones alcaldicias en el Puerto y que coincide, dramáticamente, con la celebración del primer año de la ciudad patrimonial”). Pero la tríada de responsables del “Patrimonio” se completa con la Academia y cierta especialización sobre “Patrimonio” que el medio comienza a recuperar de las aulas al diario (Ficha 41: “…la arquitecta Milagros Aguirre leyó una carta de ocho principios que constituyen el fundamento para el inicio de un proceso de diálogo entre la puesta en valor del patrimonio y el desarrollo de la ciudad”; la existencia de un curso sobre patrimonio en la Universidad de Valparaíso en la ficha 57); además de una funcionalización económica que opera

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desde el rubro turístico, que añade una vocación pragmática –ahora sí, comprensible por la población- cuando lo hace materialmente operativo (Ficha 50: “La nominación de Valparaíso como Patrimonio de la Humanidad será otro motivo para visitar esta zona y para incrementar la cantidad de turistas este verano”). 3) El título de "Patrimonio" es propiedad de todos los habitantes de la ciudad, por lo cual es, en esencia, un espacio democrático, aunque no lo entiendan.

Esta narrativa tiene mucho que ver con las instancias técnicas que mencionábamos en la segunda narrativa, pero quisimos apartarla porque incluye aportes también desde otras acepciones de patrimonio. Por ejemplo, cuando nos encontramos que se hablaba de “patrimonio” en un contexto legal, como en la definición de una ley sobre genética (Ficha 78), el elemento que podemos recuperar tiene que ver con una posesión que debe ser protegida por una instancia mayor; a eso tenemos que añadirle un carácter colectivo, donde nadie puede reclamar total voluntad (se entiende, por ejemplo, cuando en la ficha 65 se habla del Padre Alberto Hurtado: “se ha convertido en patrimonio espiritual de la nación”, o sea, nadie puede reclamarlo para sí). Claro que ese elemento tiene algo de pedagógico implícito. Ambos ejemplos que hemos nombrado son instancias de un aprendizaje técnico -el marco legal y la religión-, y, al hablar de “patrimonio”, las narrativas lo hacen notar (Ficha 15: “No todas las personas que estaban en la calle Condell ayer comprendieron de inmediato a qué se debía tanto revuelo. Es que pese a que con antelación se anunció que esta semana sería de marcada tendencia patrimonial, la comunidad porteña debió asimilar rápidamente que Valparaíso ya se había convertido en flamante Patrimonio de la Humanidad”). Lo que queda es la aclamación: es de todos, todos lo celebran, pero como no lo entienden, ese es el límite de la potencia democrática. Alguien, por conocimiento, debe dirigirlo. 4) El privilegio estético que adquiere Valparaíso con la denominación de "Patrimonio" obliga al país y al mundo a situarlo como prioridad.

Se insiste en la relación que directa que hay entre “patrimonio” y los méritos arquitectónicos de la ciudad (hasta se niega, como silencio de común acuerdo, como pasa en la ficha 92: “Valparaíso, en su calidad de Patrimonio de la Humanidad, es más que edificios e historia, sus personajes típicos también forman parte de la peculiaridad del

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puerto”). Y tanto se insiste, que esa dimensión respalda reclamos desde la comuna con las responsabilidades de las autoridades nacionales (ya lo demostrábamos en la elaboración de la ficha 56, sobre Rapa Nui) y una posición distinguida en el orden internacional ((“Valparaíso pasa a integrar una lista de selectas ciudades que son consideradas “Patrimonio de la Humanidad”. En Latinoamérica y el Caribe ya son 35”, dice la ficha 19). Lo destacable en el caso de Rapa Nui y de Valparaíso, es que cuando se reclama atención por parte del Estado, es fundamentándose en el interés internacional. La preocupación realiza un doble tránsito: primero, hacia el extranjero, y una vez obtenida esa visibilidad, hacia el Estado-Nación. 5) El título "Patrimonio" establece un deber de restauración y conservación: Valparaíso ya tenía gran valor, ahora con el título se ve amenazado por elementos exógenos.

Si en la narrativa que tenía que ver con especialistas y élites decíamos que nunca queda muy explicitado qué es lo que hay que hacer, sino quiénes tienen que hacerlo, acá aparece una narrativa que nos puede orientar sobre la propuesta del medio. Se trata de restaurar y conservar. Hablábamos de la intención de retorno hacia ese pasado glorioso de la “Joya del Pacífico”; acá esa intención se hace operativa: “si bien compartió su interés por preservar el patrimonio natural, dijo que antes es preciso resolver la negociación con Reconsa” dice la ficha 62, en una operación del lenguaje que primero conviene en el acuerdo común (el interés por preservar el patrimonio es innegable, independientemente de lo que sea que se argumente después); o los llamados comités de Patrimonio, que aparecen en Viña del Mar (38) o en Quilpué (77), que se dedican al rescate y conservación de lugares estropeados –y no cualquier lugar: pero eso es parte de otro apartado. Y así, después de un acuerdo conservacionista, viene la voz de alarma. El nuevo pedestal de visibilidad que otorga el título patrimonial –y que era celebrado en las otras narrativas que enumeramos-, acá se torna peligroso. La fragilidad está asociada al concepto, no solamente a las razones políticas que tengan que ver con Valparaíso y la UNESCO. En Rapa Nui, por ejemplo: “lo que preocupa es que esta es una cultura y un patrimonio arqueológico muy vulnerables, y desde ese punto de vista, creo que no es conveniente que llegue el casino” (67); o derechamente, desde un enfoque folklórico: “hemos perdido la identidad porque somos un país admirador de lo extranjero” (20). Acá damos vuelta el círculo: ya sabemos qué es lo que se puede esperar de esa élite educada

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que deberá hacerse cargo del proceso. Porque a los ciudadanos se les confiere una dimensión sólo analógica-aclamativa.

6.1.3. Mentalidad.

Mismo proceso que el anterior con las narrativas. Sólo que en el apartado “Mentalidad”,

tenemos

categorías

más

específicas

(“Autoridad”,

“Reducción”

y

“Positividad”), que no siempre encontraron en las notas –así pretendíamos que fuera. Así que no explicaremos los procesos (están detallados en el tema de “Narrativas), solamente nos dedicaremos a presentar las frases conclusivas.

Sí tenemos que explicar algo antes. El apartado de “Positividad” fue eliminado en esta parte. Ya explicamos en el marco metodológico por qué nos quedamos con estas tres categorías, a partir de la propuesta de Moscovici (1984). Pero no fue un concepto aplicable a la muestra. Primero, porque tenía que ver con la reiteración de un concepto en un texto, y desde ahí una conclusión sobre qué es lo que sugería el uso reiterativo de tal concepto. Pero nos parecía que la variable estaba manipulada en cuanto pretendíamos aplicarla a nuestro trabajo: de entrada, lo que hicimos fue recolectar a partir de la presencia del concepto. No podemos concluir sobre la excepcionalidad presencia de “patrimonio” en la muestra, porque la misma fue construida a partir de la presencia del concepto. Sería una conclusión forzada, y por lo mismo, una variable espuria. Así que omitimos sus resultados en este trabajo.

Tras los tres pasos (primero, un texto reducido que nos de cuenta de qué conclusiones sobre “autoridad” y “reducción” tiene la ficha, un primer filtro de agrupación que juntaba afirmaciones coincidentes, y un segundo filtro donde asociamos las afirmaciones para dejar cinco afirmaciones definitivas sobre “autoridad), los resultados en “Autoridad” y “Reducción”:

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6.1.3.1. Autoridad18

1) La UNESCO define lo que es "Patrimonio": el reconocimiento al pasado industrial de Valparaíso como testimonio al mundo; la Academia coincide en la interpretación y está para hacer operativo ese proceso, integrando participación.

Son los textos recolectados en el medio que cierran el significado en el concepto “Patrimonio” en lo que diga la UNESCO -el origen del “concepto”, en lo que podríamos llamar un enfoque de enciclopedia-, y así, tras la designación de Valparaíso como “Patrimonio de la Humanidad”, comienzan una serie de artículos-manuales sobre las bondades de poseer el título y los deberes que implica (sin comillas, lo que parece un parafraseo de documentos oficiales de UNESCO, en Ficha 16: Patrimonio “es entendido como un título mediante el cual una localidad o sitio pierde su carácter nacional para convertirse en propiedad del mundo”; o aplicado a otra noticia, en la ficha 22: el reconocimiento entregado a los trolebuses confirma las categorías por las cuales Valparaíso fue declarado Patrimonio de la Humanidad, y que se condice en representar un testimonio único y excepcional, evocador de una cultura o una civilización”).

De esta manera, “Patrimonio” se encierra como un saber técnico, y desde esa jerga se explica, lo cual no obstaculiza la réplica en cuanto se defiende como la letra original. Pero también en nombre de la UNESCO, los juicios editoriales del medio son justificados: el arreglo el conveniente, pues no lo dice el medio, lo dice la UNESCO, y ya está claro que sobre “Patrimonio”, son el organismo vigilante (Ficha 1: “¿Sabrá el consejo de esa organización internacional que en la capital de la Quinta región, en este puerto considerado de relevancia histórica, existen 150 microvertederos en cerros y quebradas?”). No es raro que el medio se apoye en la palabra de la UNESCO (después de todo, yendo al origen se acomoda al ideal de neutralidad de la prensa escrita), pero sí ocurre que esa palabra es esgrimida como argumento para los temas que ocurren en la ciudad (lo mencionábamos, por ejemplo, en un párrafo introductorio a una nota sobre vertederos). Ahora, “Patrimonio” y su designación comprende una doble operación: primero, la “letra de molde”, que corresponde a UNESCO, y luego, su aplicación en la ciudad. Para eso, recurre a la Universidad, que reconoce como un organismo técnico, 18

Como decíamos en el marco teórico, “Autoridad”, según Moscovici: “de una persona, de un grupo o una obra que, en virtud de su competencia, declara que una información traduce un estado de hecho y que a una noción corresponde una cosa”. (Moscovici, 1984, p.705 – 706)

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para reforzar y localizar lo dicho por UNESCO (pasa en la ficha 5, donde dos académicos –presentando otro tema- se vuelve instancias consultivas y orientadoras sobre el título. En la propuesta de un museo para Valparaíso, el medio explica la motivación: “… con el propósito de reforzar el carácter único que lo distingue de otras: su vinculación con el auge de la navegación en el siglo XIX”). Claro que esta “consulta” tiene una condición y el medio lo deja claro en la misma Ficha 5: “Armar un museo en la ciudad que condense la historia y el legado de la comuna y su evolución, no es una tarea fácil. Para concretarla es necesario identificar los aspectos que debiera priorizar la ciudad…”. Es un saber técnico, y como tal, “no es tarea fácil” (Ficha 20: “este tipo de investigaciones se tiene que manejar sólo con especialistas que estudien con sensibilidad y a conciencia”). Aunque justamente se destaque a la Academia en su llamado a integrar “participación ciudadana” (también sobre “patrimonio”, pero ahora en Rapa Nui: “los habitantes de la Isla no son considerados, y por lo mismo, no adquieren interés sobre esos resultados o sobre los mecanismos de conservación, de cuidado de su patrimonio histórico cultural”), el medio privilegia la academia y con ello restringe el diálogo sobre “patrimonio”: el concepto se hace común en su delicadeza, y más que aprendizaje técnico, se destaca también la “sensibilidad” de estudioso. 2) El Estado reconoce la capacidad del Gobierno comunal para dirigir "Patrimonio" en un esquema de desarrollo: requiere de probidad para orientarse al arte, la discusión académica y la arquitectura del pasado.

Si antes hablábamos de la Academia como el lugar que el medio reconoce como capacitado para “aterrizar” el concepto de “patrimonio”, nada de eso sería posible sin el Gobierno Comunal –aunque, sabemos, el Gobierno Central también haya jugado un rol en la obtención del título. Es el alcalde Pinto quien explica las gestiones en Francia, y el medio lo parafrasea (Ficha 2: “Valparaíso vive sus últimas horas antes de convertirse en Patrimonio de la Humanidad, de acuerdo a las gestiones realizadas por el Gobierno (sic)…”). Las autoridades políticas no son invocadas por una labor colaborativa, sino de causa-efecto: es el Gobierno Comunal el responsable de que, en primera instancia, estemos hablando de “patrimonio”. De hecho, las actividades de celebración no son tales hasta que el Municipio lo dice, respaldando su cronograma con la presencia del gobierno central (“La algarabía concentrada no fue más que la primera muestra de un completo

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programa de actividades que comenzarán el 11 de julio con la ceremonia que oficial…a la que asistirá el Presidente de la República”, dice en la ficha 15).

A las autoridades políticas de la comuna se les reconoce como artífices del título, y eso les confiere, en adelante, un conocimiento del proceso que los capacita para decir qué es “patrimonio”. Según Pinto, una combinación de “legado histórico y eje de actividad marítima en el siglo XIX” con el “peso cultural y arquitectónico de sus construcciones” (ficha 7). Y siguiendo con la jerarquía cronológica del título patrimonial, desde el Gobierno comunal también se asocia el título a un esquema de desarrollo. La conclusión es clara. Como ellos conocen la ruta, son capaces de situar sus acciones en el espacio de las metas, y en un esquema de desarrollo tradicional, adelante están las acciones positivas e irrefutables (Cornejo, en la ficha 50: “Se han generado avances. Son lentos, pero han ocurrido ciertos hitos –íconos- que han generado cierta motivación. Lo que nosotros hicimos en la Subida Carampangue [pintando fachadas] generó un efecto que yo he podido percibir en otras juntas de vecinos”). 3) El título "Patrimonial" significa provecho económico y restauración: esto lo sabe un rubro con experiencia en los modelos extranjeros.

Otra instancia de “aterrizaje” para el concepto de patrimonio es el gremio del turismo. Está lo obvio: es una oportunidad clara de negocios. Pero con ello, la ciudad debe cambiar. “La algarabía por la declaratoria de Valparaíso como ciudad patrimonial sumó a los empresarios, operadores y dirigentes del sector turístico. Todos coinciden en que la decisión de la UNESCO abre innumerables perspectivas para que Valparaíso y toda la Quinta Región puedan elaborar paquetes atractivos para el turista de larga distancia”, relata la ficha 18, pero con ello entran las propuestas: (“…falta de limpieza en las calles, mejorar la señalética por todo el casco histórico”. Aparece la figura del “nuevo modelo” para estar a la altura que la nueva clase mundial requiere. Junto a eso, está la afirmación de que el “patrimonio” es un concepto que homologa la experiencia de la ciudad con otras partes del mundo que han vivido el proceso –de nuevo, un modelo de desarrollo con planificación externa. Y eso no tiene que ver solamente con turismo. Un extracto de la ficha 46, que trata sobre la falta de fondos en la labor de bomberos: “…gestiones que realiza Cornejo en Alemania para conseguir con el embajador de Chile en Alemania, vía donación, tecnología de punta en

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implementos para el combate de incendios, sobre todo en edificios patrimoniales, como espuma o pitones especiales”. ¿”Sobre todo en edificios patrimoniales”? Más bien es un argumento. La negociación con el extranjero tiene más sentido si tiene que ver con “patrimonio”, porque es un punto en común (y como estamos hablando de mentalidades, los puntos en común también son con los lectores-escritores). El turismo y la valoración del enfoque, como ya decíamos, siempre es una propuesta, pese a que se presente como equivalencia. Teníamos aseo y señalética, pero lo claro es que “patrimonio” es la promesa de la restauración de los llamados inmuebles históricos. Como ya hemos discutido, el adjetivo “histórico” (que podríamos invertir y decir, “patrimonial”) no se refiere solamente a antigüedad, sino al testimonio de un momento definido: la arquitectura que es testimonial del período industrial de Valparaíso, del período cuando la ciudad era un puerto gravitante del océano Pacífico. Hay una serie de notas que tienen que ver con la visita de “expertos patrimoniales” a Valparaíso –al menos así los cita el medio- y que antes que todo, se explican el premio desde los inmuebles: “el valor más importante es su unidad urbanística y arquitectónica…” (Ficha 33). 4) "Patrimonio" es la oportunidad del regreso al origen bohemio, poético y soñador de Valparaíso: el rubro del arte defiende esa posibilidad.

Si el legado arquitectónico de Valparaíso se defiende en todos los frentes, acto seguido, también se replica que no es la única dimensión de reconocimiento que encierra el concepto de “patrimonio”. Sobre este punto, quizás será más elocuente la categoría de “reducción”, que luego pasaremos a revisar. Pero de momento, es importante destacar como el rubro artístico también define lo que es “patrimonio”. Porque para ese momento histórico (de nuevo, la dualidad convenida), también hay un sustento espiritual: pese al “patrimonio” –pero entendemos, destacado por su importancia-, los porteños son “siempre imaginativos, poéticos, decentes” (Ficha 10); personificado en residentes insignes (Neruda, por ejemplo, en la ficha 29, a quien se homologa con la ciudad para hablar de “la bohemia” y objetos evocadores de mar, poesía, vida artística.

De todas formas, el regreso a ese origen poético, de nuevo, encuentra la urgencia de una especialización. Lo dice el senador Andrés Zaldívar, cuando reclama que el Congreso debería estar en Santiago porque ahí estuvo originalmente y para que no

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queden dudas, “porque es un edificio patrimonial” (Ficha 49). O cuando el Ministerio de Vivienda y Urbanismo propone, tras el título patrimonial, “recuperar el centro histórico de Valparaíso” (Ficha 91): recuperar significa modificar el espacio físico actual para que se parezca a un anterior; ya decíamos cuál ese es modelo anterior, y también sabemos que cuando dice “centro histórico”, no solamente se refiere a una demarcación territorial (sobre eso, nos extenderemos en el aparatado “Lugar”). O cuando un candidato a diputado, Alex Avsolomovich, justifica sus rayados de propaganda política porque “no se hicieron en el sector patrimonial” (Ficha 66). Todo esto habla de cómo “patrimonio” es un justificativo de políticas públicas, que desde un apoyo “espiritual”, actúa en el trato –y ese trato es a la vez, justificativo de otras acciones- de un sector demarcado por un organismo internacional, pero antes, demarcado por un acuerdo que aparece en el “rescate” del pasado. 5) "Patrimonio", antes que un título, también apunta a la propiedad privada, y por tanto, el cuidado de la ciudad es primero responsabilidad privada.

En el listado de fichas que incluimos en la operación de “Autoridad” inmediatamente anterior, se incluye la Ficha 58, en que el director del Festival de Cine de Valparaíso, Alfredo Barría, separaba el reconocimiento de la UNESCO, el “patrimonio” del organismo internacional, de los problemas propios –entendemos, naturales- de una sociedad de mercado: “…la ley de la selva impera en las calles…y en particular en una ciudad patrimonio de la UNESCO, sujeta a la lógica de mercado, entra en radical contradicción”. Es quizás una de las pocas alusiones explícitas y directas al valor económico de “patrimonio”, que en ese caso, entra en incompatibilidad. Pero como veíamos en el apartado que trataba del turismo, “patrimonio” tiene una cuota conceptual en cuanto a valor de cambio en una sociedad de mercado. Y desde las otras acepciones de “patrimonio”, así se induce también. Bastante más especializado –y por ello, según estamos trabajando en este apartado de “Autoridad”, más duro a la réplica- es la interpretación del concepto desde la jerga legal. En el contexto legal, queda bastante claro que “patrimonio” es una forma para hablar de posesión, de propiedad privada (Ficha 93. por ejemplo; o en la Ficha 37, titulada “Viña lidera delitos económicos”: con esos dos elementos –“delitos” y “económicos”- además de la presencia de fiscales y Ministerio Público, ya podemos hablar de “patrimonio” y no referirnos al proceso de la UNESCO). Pero también tiene una cuota de colectividad. Podemos entender, quizás el uso de

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“patrimonio” en las acepciones legales como una forma de estandarizar la propiedad privada: cuando una posesión está puesta en una situación de escrutinio neutro (por tanto, un dato intercambiable, aplicable a todo lo que esté en juego), puede expresarse como “patrimonio”. Y así podemos leer también cuando las posesiones de una ciudad – sabemos que no es de todos y cada uno de los habitantes de la ciudad, en rigor, pero es una forma de ganar interés- son expresadas como “patrimonio”: “Todos y la mayor parte de las empresas que quieren marcar presencia quieren estar en Viña. De ahí que tengamos que cuidar este patrimonio. Especialmente en el tema del aseo…” (Ficha 79). 6.1.3.2. Reducción.19

1) Con el título de "Patrimonio", Valparaíso se asegura la entrada a una elite global, marcando un nuevo comienzo para la ciudad con la posibilidad de recursos que promete el nuevo turismo.

“Patrimonio” es integrado en una división preexistente de países clases. Esto puede apoyarse en modelos de desarrollo modernistas. Pero esa élite también es presentada dentro de prejuicios de clase (en la ficha 1, por ejemplo, en esa nueva categoría no cabe “la mugre”, “malas costumbres” y “la vergüenza”); a la vez que puede ser tasada por indicadores estadísticos comunes, presentados en un ranking, como una clasificatoria (en la ficha 19: “En Latinoamérica y el Caribe ya son 35”, “A México le sigue Brasil con un total de siete ciudades”, “Con tres ciudades aparece Perú”, “En Sudamérica, algunos países que sólo tienen una ciudad son Venezuela y Uruguay”). El acceso, de esta manera, se convierte en la opción concreta –concreta, porque la respaldamos con estadísticas internacionales, porque un organismo neutro así lo decide- de una refundación de la ciudad. Y la ciudad lo expresa en la manera en que marca sus hitos de renacimiento. Por ejemplo, en la ficha 21, sobre las celebraciones por el título de la UNESCO: “Uno de los puntos centrales anunciados para la ceremonia tendrá lugar a las 21 horas cuando el alcalde de inicio al espectáculo pirotécnico que se 19

Para una explicación de este concepto, referirse al Marco Metodológico. Insistiremos en algo: “a la matriz de las nociones e imágenes de una representación social (…) debe poder ser reemplazada en una serie de otras informaciones que ya han recibido esta carga (…). Nuestro sentido común anticipa la unimidad de las experiencias (…), por consiguiente, en lugar de rechazar apresuradamente la nueva información, o de modificar su juicio, la persona intenta diversas maniobras” (Moscovici, 1984, p. 706).

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desplegará en el Puerto”. El juego pirotécnico, reservado para el año nuevo, es adecuado para explicar la recepción del título patrimonial, e individualmente, los actores de la ciudad así lo respaldan, al elegir una terminología de cambio: “la vocación turística y cultural del nuevo Valparaíso” (Ficha 76). El nuevo comienzo y la clase mundial se funden en una de las cosas que Valparaíso ya venía desarrollando como posibilidad productiva, y que abraza la refundación y la categoría ganada: el turismo. Es el turismo, por excelencia, el que explica el “modelo patrimonial” (ficha 76). Ya mencionábamos en “Autoridad” esta capacidad del gremio para integrar el concepto, pero acá se hace muy patente. Es un nuevo turismo todo esto es parte de ser “patrimonio”- y, sin embargo, los empresarios hasta tenían listo el nombre: “turismo de larga distancia” (ficha 18: “El turista de larga distancia, ese visitante codiciado por los balnearios de elite por su alto nivel de gasto y gustos refinados”; “el visitante de larga distancia, cuyos intereses son culturales”). Todas las propuestas se basan sobre palabra común de que Valparaíso es una ciudad en depresión. CORFO, incluso, llega a postular que en Valparaíso hay que desarrollar “la industria del patrimonio” (ficha 73). 2) "Patrimonio" se funde con otros conceptos: monumento nacional, arte, o algunas frases hechas (tiempo pasado, gran responsabilidad, biblioteca universal).

En esta sección de “Reducción” decidimos incluir todos los conceptos que parecen fundirse (o ser intercambiables) por el de “patrimonio”. Está el concepto de “monumento nacional”: en una nota de julio de 2004, mientras en la misma página se anotan las celebraciones por el primer aniversario desde la designación de Valparaíso como “Patrimonio de la Humanidad”, una nota titula: “Nueva nominación” (Ficha 26). Se trata, luego nos enteramos, de la postulación del Cerro Panteón a “Monumento Nacional”, aunque en lo práctico, en el título, debemos integrar “Monumento Nacional” a “Patrimonio de la Humanidad”. El vínculo lo hace explícita el medio: “estos campos santos que se han transformado en un nuevo centro de atracción turística”. A la vez, “Patrimonio” no puede someterse al lucro, y merece una protección merecida de su condición: “Es Valparaíso el que tiene que sentirse tranquilo de que no se va hipotecar su patrimonio” (ficha 4); la cita es sobre las protestas que hacen agrupaciones ciudadanas para evitar la venta de los terrenos de la Ex Cárcel. Sabemos que el polvorín de ese edificio ha sido declarado

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“Monumento Nacional”, pero más importante que la condición formal del edificio, es la defensa, que al nombrarlo “patrimonio” (y no al revés) se puede entender que no se puede vender. O al menos no por un lucro explícito. De la misma forma, “patrimonio” es homologado a “cultura”, que a su vez es homologado a “arte”. El nombramiento se celebra con arte (“durante la tarde de ayer se inauguró la exposición fotográfica…”, “la muestra del escritor Jorge Amado”, “la participación del músico Horacio Salinas”; todas actividades de los Carnavales Culturales, en el marco de jornadas “patrimoniales”), o, nuevamente, los conceptos se funden en ofertas para visitantes foráneos: el Valparaíso patrimonial ofrece “una amplia oferta cultural, clave para los inquietos estudiantes” (ficha 80).

Y así como una denominación técnica sirve para acercar el concepto de “Patrimonio”, también lo hacen una serie de frases hechas, de mecanismos del saber común. La más frecuente, y que ya hemos reseñado, es que “todo tiempo pasado fue mejor”, y qué mejor que la canción-himno de la ciudad puerto: “(Patrimonio y sus consecuencias)… transformarán a la capital de la V Región en una joya del Pacífico y no en un área enmarañado (sic) de cerros, quebradas y ascensores viejos” (Ficha 6). También, cuando hablábamos del ingreso a una clase mundial, tenemos que agregar como el concepto de “patrimonio”, más allá del título de la UNESCO, se refiere a una posesión universal, a una región material, pero también de saberes, que la Humanidad debe proteger. Son los ideales iluministas -esos que describen “las maravillas del mundo”, familiarizados con los viajes de descubrimiento y clasificación emprendidos por los divulgadores naturalistas- los que ponen piso para el concepto de “patrimonio”: el premio, en un concurso literario es integrar el “Patrimonio cultural escrito” del mundo (ficha 68). Por último, una idea reiterada en las reacciones al nombramiento es que, siendo el la designación como “Patrimonio de la Humanidad” un hecho innegablemente positivo, hay que tener cuidado. Por algo bueno, viene algo peligroso, al menos. O en palabras del asesor presidencial de cultura Agustín Squella –parafraseando, curiosamente, el leit motiv de la película “Spiderman”: “un gran poder trae una gran responsabilidad”-: “lo que Valparaíso ha conseguido es a la vez un bien y una responsabilidad” (ficha 23) 3) "Patrimonio" es un título global a la comuna, que se entiende en dos dimensiones: tangible (arquitectura y edificios) e intangible (lo mágico, las personas).

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Aparte de las notas que definíamos como del estilo manual (esas noticias explicativas, donde el parafraseo a la UNESCO dirigía todo el texto), nos encontramos que las notas describen el título de “Patrimonio de la Humanidad para la totalidad de la comuna. Pese a que también esté presente el reconocimiento al casco histórico o a los “edificios históricos”, el logro –y más importante, los beneficios o deberes que se adquieren con la nominación- son extensivos para la totalidad de la ciudad. Este punto lo desarrollaremos más profundamente en el apartado de “Lugar”, pero de momento nos interesa cómo el concepto se acomoda, sin problemas, a un espacio distinto (en la ficha 57, por ejemplo, un alumno del curso de “Patrimonio de la Universidad de Valparaíso” se muestra entusiasmado por un viaje a Brasil, en el encuentro de dos instituciones “que pertenecen a dos ciudades que son Patrimonio de la Humanidad”).

La totalidad de la que hablamos se entiende mejor con una apropiación de una dualidad técnica –en una tradición sociológica que ya describíamos en el marco teóricoque entiende el “patrimonio” como una dualidad tangible/intangible. Justamente, donde esta categoría de “Reducción” es más provechosa, es en advertir como estos conceptos científicos o propios de un saber restringido, son “bajados” al sentido común. Pues bien: la dualidad tangible/intangible es de habla común en estas notas. “Entidades italianas y españolas generarán un debate en torno a los elementos concretos e intangibles que la dan la impronta patrimonial a Valparaíso” (ficha 5); “… se trata de una instancia que reconoce el patrimonio tangible de las ciudades, en las que se engloban sus edificios, espacios públicos y bellezas naturales, así como lo que se entiende como patrimonio intangible, que considera el imaginario de la comunidad que vive en sus límites” (ficha 16); una lectura de foto que dice “Es Patrimonio intangible de la Humanidad”, sobre bailes de Colombia (ficha 87); “el patrimonio intangible es mucho más poderoso que el físico” (ficha 17), “la arquitectura es uno de los elementos que conforman esa condición patrimonial. El resto obedece al patrimonio intangible” (ficha 20). Todas son formas de “traducir” el tema de lo tangible/intangible, que, como presentábamos en el marco teórico, es más bien un punto en discusión que un supuesto aprobado por la UNESCO, o el mundo académico en general. La simplificación, sin embargo, la resuelve así: lo tangible es lo material, edificios y arquitectura; lo intangible, la gente y las actividades que hagan, incluyendo lo que piensen. Por supuesto, para la segunda parte, hay un campo de ambigüedad tremendo, que se resuelve en los prejuicios de la localidad (los colombianos bailan, los brasileños y sus mulatas, Valparaíso y sus personajes).

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4) El proceso de obtención del título de "Patrimonio" es descrito como un triunfo deportivo: cobertura minuto a minuto, contactos a la salida de la "cancha", celebración a las calles, himno patrio espontáneo, ranking de clasificados, triunfo del humilde.

Comentábamos la correspondencia del proceso con el sentido de pertenencia a una élite patrimonial. Y si el listado de países, era presentado como un ranking, postulamos que en la descripción del proceso de postulación, el medio lo explica a través de la figura de la cobertura deportiva. Lo explica, decimos, pensando que el medio conserva la vocación pedagógica que está en los fundamentos de la prensa escrita. El tema técnico –una votación de un consejo de antropólogos, sociólogos, políticos, lobbistas y demás presentes- es bajado en las figuras de un encuentro deportivo internacional. El minuto a minuto (“el análisis de la candidatura porteña tomó más tiempo de lo esperado”, “las categorías con las cuales se presentaba Valparaíso parecían escasas”, en ficha 7), el himno patrio que estalla (en la misma ficha), hay sirenas, bocinas, expectación hacia un hecho que pasa afuera (“en un asomo de lo que promete ser un carnaval”, ficha 8), y la multitud que va a celebrar al Municipio (“demostraciones de alegría que espontáneamente se juntaron a los gritos de porteños”, “un improvisado ‘chichichi lelelé’”, ficha 15). A todo eso, una reacción que se queja del “chaqueteo” de adentro del país cuando afuera estamos ganando (“’estamos a la espera de un reconocimiento que viene desde afuera, como Patrimonio de la Humanidad, porque desde el propio país no nos dan nada’”, ficha 3). Y después, a la hora de los balances, las figuras permanecen: “Si bien a fines de 2004 Valparaíso se ganó una ‘tarjeta amarilla’…”, en la ficha 44. Si se puede pensar en un reconocimiento del Estado sobre dimensiones populares con el fin de obtener legitimación y construir “Nación” –como ocurrió en Latinoamérica y sus populismos-, también podemos pensar en un segundo movimiento, en que el Estado y sus delegados pasen a identificarse con la figura del deportista. Existen fuertes argumentos para entender este giro: “Los héroes deportivos, en tanto íconos del concepto republicano de igualitarismo propio de las sociedades modernas, interpelan a los ciudadanos en su condición de simples mortales, a reconocerse en la idea de meritocracia que supone la igualdad formal de oportunidades y de acceso a los recursos” (Alabarces, 1998)

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5) "Patrimonio" se entiende en dos opuestos simples: "Patrimonio" es lo bueno en los balances del año, opuesto a lo malo, que es la carencia de la ciudad presente en Valparaíso.

Una de las conclusiones que habíamos considerado de otros estudios que trabajaban con el tema de inclusión y exclusión en los medios de prensa, era la que constataba cómo la ciudadanía es distribuida en categorías que no admiten matices intermedios, o que generan extremos artificiales (Hernández, 2002). En la discusión sobre el concepto de “patrimonio”, no topamos con la misma estrategia. Si bien no nos queda claro que la designación y sus aniversarios sean oportunidad para realizar “juicios de residencia”20 (más bien parece lo contrario: ya mencionábamos la figura de la gesta deportiva, y dicha operación requiere de triunfadores; las celebraciones, los bocinazos, y la multitud se dirige a la Municipalidad a entregar su tributo, tal como los deportistas celebran desde el balcón del Palacio de la Moneda), dos de los hitos seleccionados para la recolección de noticias coinciden con un período de balances: Año Nuevo y el aniversario de la designación como “Patrimonio de la Humanidad” en Valparaíso.

En este espectro, más que propicio para la estrategia de los opuestos simples, “Patrimonio” ocupa el extremo de los logros. El balance siempre debe ser presentado estos dos extremos y lo dice el asesor de Cultura, José Weinstein: “Como todo balance, tiene de dulce y agraz”, en la ficha 27; pero tras la convención de normalidad, viene la particularidad: “vamos a hacer un balance de lo que ha ocurrido este año, en el cual Valparaíso se ha convertido en patrimonio que no sólo es de los porteños, sino de todos los habitantes del planeta. Veremos cómo ha avanzado la ciudad para hacerse merecedora de esta distinción”. Se trata de situar “Patrimonio” y la designación en el extremo de éxito por el cual se evaluará, en adelante, la ciudad. Así, además, se desproblematiza. No hay ninguna duda que “Patrimonio” es bueno porque de entrada ya está en ese extremo, eliminando cualquier noción de proceso que conlleve. Y así, además, lo que es “malo”, lo que se quiere atacar, se sitúa contra el “Patrimonio” (Ficha 35, Pinto, en su conato personal con una delegada para la postulación al título: “Si lo que se quiere es obstaculizar la repostulación de esta ciudad, fue bueno que nombraran a ella”). En la Ficha 39, lo bueno es ilustrado con una foto de la restaurada subida 20

En años de la Colonia, cada vez que un gobernador terminaba su período de mandato, era sometido a un juicio público donde se contrastaban sus promesas, se hacía revisión de las arcas, y se respondían acusaciones.

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Carampangue, lo malo, hoyos y perros vagos; Cornejo en la Ficha 40 saca un “saldo positivo” del proceso patrimonial, donde la resta es el compromiso estatal (“no siento que haya un compromiso del Estado de Chile”); en la ceremonia del Te Deum (ficha 52), el cura describe “Patrimonio” como “un nuevo espíritu de fuerza, confianza y optimismo”, versus “el flagelo del desempleo” o las vidas “frívolas o superficiales” que se usan en la ciudad; el medio lo sitúa en la casilla de “lo bueno” cuando elige, a fin de año, “lo bueno, lo malo y lo feo” (Ficha 74: “un año que quedó marcado con los éxitos de la designación de la ciudad como Patrimonio de la Humanidad y como Capital de la Institucionalidad Cultural”). Como vemos, distintos actores (Pinto, Cornejo, Monseñor Gonzalo Duarte, por nombrar algunos ejemplos) atacan a sus rivales (un nuevo delegado político, un Estado que no envía recursos, las vidas frívolas) poniéndose del lado de “Patrimonio”. Esta operación nos dice algo significativo: el acercamiento intuitivo -y los que nos interesa, la noción de sentido común que aplican cada uno de estos actores- asume de inmediato que “Patrimonio” es algo bueno. Que no se toca, que no se cuestiona, y, por lo mismo, es tremendamente maleable como argumento. Las intenciones de cada uno de los actores no son el objeto de análisis de este trabajo, pero el concepto “patrimonio” sí. Y con esta operación, que resuelve de inmediato, lo que tenemos es un concepto clausurado. Cerrado en la aprobación, naturalizado en su bondad, separado de su proceso, y estático en su definición de logro.

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6.2. Reconocimiento de actores sociales

Para la sección que acá nos ocupa, teníamos dispuestos tres procesos: el listado de actores que participan en la nota donde aparece el concepto de “patrimonio”, el tipo de reconocimiento identitario (si corresponde al “rol” o efectivamente a un “reconocimiento identitario”), y, por último, la validación de los actores. Elaborando las fichas -y pensando en una posterior tabulación de los datos- convenimos que era más apropiado, por fines prácticos, anotar inmediatamente, junto a la descripción de cada uno de los actores, el tipo de reconocimiento. Este valor lo expresaremos situando una letra “A” o “B” al final del actor descrito (donde “A” es para un reconocimiento por “rol” y “B” para un reconocimiento por identidad). Por eso, en cada una de las fichas, dejamos en blanco el punto 2.ii, ya que en ese sistema original, reiterábamos los actores de 2.i, quedando una ficha demasiado cargada. Así, contenemos la misma información, pero expresada de una manera más práctica y de mejor acceso para el trato que necesitamos darle en esta etapa de conclusiones. Pensando luego en el análisis de los datos, decidimos integrar los tres puntos en una sola tabla de Excel. Con esto nos comprometemos a una tabla muy grande –finalmente, se extendió más allá de 300 filas-, pero también nos ahorramos la elaboración de una segunda ficha, y una segunda etapa para comparar entre dos tablas distintas. Ese tercer dato lo integramos en una tercera columna para cada categoría, titulada “Valoración del actor”, donde AA es “Actor de la acción”, AD es “Actor del discurso” y OD es “Objeto de discurso”21.

Elaborando las fichas propusimos anotar cada vez que aparecía un actor, y cuando el mismo actor se repetía en la misma noticia, lo anotábamos entre paréntesis junto a la primera vez que lo consignábamos. Para la tabulación, omitimos esa reiteración, sólo acudiendo a ella para que el actor pudiese aparecer en la tabla mediante una expresión que comprendiera la invocación del actor en el texto (si la primera es “Pinto”, pero en el texto se aludo exclusivamente a “Pinto” en su rol de “alcalde” –y las siguientes reiteraciones así lo explican, anotaremos en la tabla “el alcalde Pinto”).

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Para revisar estos datos en la tabla, remitirse al anexo digital en el CD. La carpeta “Cuadros de Tabulación” y luego sobre “Reconocimiento de actores”.

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Figura 3: Extracto sobre datos tabulados de Reconocimiento de Actores.

6.2.1. Actores sociales que participan en la nota.

Primero, despejemos algunos factores. Cuantitativamente, la categoría de actor social que más se reiteró fue “Política”. Registró 401 actores anotados, contra 304 de “Públicos no organizados”, 241 de “Trabajo y producción”, 143 de “Actores con densidad organizacional”, 106 de “Actores identitarios y 43 de “Poderes fácticos”. Cuando nos dispusimos a realizar esta clasificación, nuestro objetivo último nunca fue cuantificar cuál sería la categoría que tendría más anotaciones (las categorías son medios de trabajo, no realidades a validar), y por lo tanto, si en algo nos aporta este dato es en que el medio, claramente, está prefiriendo –“viendo”- en un primer nivel de inclusión a los actores que son identificados mediante un puesto formal de pertenencia a las estructuras de Estado (por lo tanto, una de las categorías compatible con las estructuras propias de la Modernidad). No necesariamente estamos afirmando que “patrimonio” sea un concepto principalmente discutido desde la categoría política, aunque el cruce de datos ya lo sugiera de alguna manera. Lo decían las narrativas extraídas de “Concepto de

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Patrimonio” y “Mentalidad”: hay un reconocimiento de la autoridad comunal amplio, que ya reseñamos en esos apartados (por destacar algunos ejemplos claros, la segunda narrativa de “Concepto de Patrimonio” dice “Valparaíso amplía su funcionalidad a otros territorios, por lo que debe procurarse una élite para el manejo del título patrimonial: el Gobierno Comunal probó su capacidad al lograr el título, ahora la Academia y la industria turística deben participar”; como también la segunda narrativa de “Mentalidad – Reducción:

“El Estado reconoce la capacidad del Gobierno comunal para dirigir

“Patrimonio” en un esquema de desarrollo: requiere de probidad para orientarse al arte, la discusión académica y la arquitectura del pasado”). Es sin duda un aporte para confirmar la importancia y preferencia que tiene la un puesto formal político para incluirse en la discusión sobre “Patrimonio”. Pero de acá nos interesa también lo que pueden decir la segunda y tercera columna, sobre el “Tipo de reconocimiento” y la “Valoración del actor”, y también podremos discutir sobre cuál es esa inclusión. De entre todos los actores anotados, van unos datos22:

Categoría de actores

Número de actores listados

Tipo de reconocimiento

Validación de los actores

Rol

Identidad

Actores de la acción

Actores del discurso

Objeto de discurso

1. Trabajo y producción

241

224

17

53

39

52

2. Política

401

239

2

30

43

63

3. Públicos no organizados

304

227

14

22

0

124

4. Actores con densidad organizacional

143

130

13

32

26

34

5. Actores identitarios

106

66

40

8

0

36

43

34

8

4

3

11

6. Poderes fácticos

22

Si en la tabla que se presenta, no coinciden los totales de “número de actores listas” con la suma de “Actores de la acción”, “Actores del discurso” y “Objeto de discurso”, es porque estas categorías pueden adicionarse: un actor determinado puede ser, simultáneamente, “Actor del discurso” y “Actor de la acción”, y así todas las variaciones entre las tres categorías.

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6.2.2. Tipo de reconocimiento

Podemos concluir que el medio prefiere una identificación por medio del rol en todas las categorías listadas: esto, desde una diferencia categórica. Si bien, al proponer las categorías de actores de Garretón lo hicimos desde la necesidad metodológica de no seguir proponiendo una matriz tradicional, el medio sí se vale de una concepción tradicional –de las categorías propias de una matriz “moderna”- de los actores sociales cuando los presenta, en su mayoría clara, desde el rol. Significa que la posición del sujeto dentro del esquema de producción es la marca más presente en la descripción y reconocimiento que el medio realiza en las notas donde la discusión sobre “patrimonio” está presente. Pero también llega a explicar otro de los datos que nos entrega este listado. En un esquema tradicional, como el que revisa Garretón, los dos grandes ejes en los cuales se dispone el sujeto corresponden, uno, a su condición laboral, y el otro, a su condición respecto al Estado: desde esos vectores es que se califica al sujeto. No deja de ser relevante, entonces, que el actor que más menciones registra es el que corresponde – ahora en la matriz propuesta por Garretón- a los actores de “Política”. Ya nos permite decir que los actores que van a poder participar de la discusión sobre “patrimonio” en este medio deben guardar cierta correspondencia con los ejes tradicionales de “trabajo” y “Estado”.

No basta, entonces, que a través de los artículos, el medio llame la atención sobre “la participación” ciudadana, que reclame sobre la necesidad de “respetar las identidades” de la ciudad, o que destaque la relevancia de la diversidad de Valparaíso: todas esos llamados corresponden, más bien, a afirmaciones permitidas dentro de la discusión, a la mentalidad haciendo legítimo y posible un proceso patrimonial; por medio del reconocimiento de actores que acá constatamos, el medio ya está cerrando las posibilidades de inclusión a los actores que transiten por marcas identitarias que sobrepasen este orden –la matriz moderna- de dos ejes. Los actores del discurso son individualizados y su cargo es pase de entrada a la vocería pública: “el vocero de La Moneda, Osvaldo Puccio”, “el director de ese organismo, Daniel Álvarez”, “Silvia Fajre, subsecretaria de Patrimonio de Buenos Aires”, “Alex Avsolomovich (DC), candidato a diputado”, “el vicerrector académico de la Universidad de Viña del Mar y miembro de la comisión, Eduardo Testart”. Es el rol el que está hablando, es el rol el que encuentra su justificación de contingencia –sea o no el actor de la acción- y luego es la voz directiva y

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oficial de cada estamento de Estado o laboral la que entrega su discurso en las notas: todo, reafirmación de las expectativas que el mismo rol sugiere.

Resuelto esto, tampoco sorprende que las categorías menos cercanas al eje tradicional para la clasificación de actores sociales, hablamos de “Actores identitarios” y “Poderes fácticos”, sean los menos presentes en la lista. Como tampoco que en esas categorías, los actores identificados sean, mayoritariamente, objetos de discurso. Y al contrario de lo que anotábamos sobre esos actores de “Política” o “Trabajo y producción”, los actores listados responden a una generalidad nominativa: “La gente de Valparaíso los que están y aquellos que han partido”, “autoridades, tanto comunales como regionales”, “el chileno medio”, “los pobladores”; y a una individualidad más o menos indeterminada que escapa a cualquier categorización, pero que muestra, de todas maneras, una alusión organizativa, “al margen del juego democrático” (Garretón), que la incluye en el trazado del orden discursivo como “poderes fácticos”: “Grupos económicos”, “La comunidad internacional”, “El equipo de Lagos en La Moneda”, “buenos amigos en La Moneda”.23 6.2.3. Validación de los actores

Hay, sin embargo, una categoría que exhibe una generalidad incluso más inasible: la de “Públicos no organizados”. Claro, el mismo título de la categoría nos expone a actores “dispersos” en su individualidad o espontaneidad; pero en este caso, en este trabajo, la categoría nos sirve más bien para dilucidar algunos actores que no calzan dentro de las explicaciones –del mundo posible- que encuentra el medio para situar esta discusión sobre “patrimonio”. Acá opera cierto filtro, algo que llamaremos “de exclusión iluminista”, sobre todas las marcas de actores que aludan a generalidades. En esta categoría, sumamos varios de ellos (“La gente”, “Los transeúntes”, “Una señora”, “El público”, “curiosos”, “turistas”); todas formas de denominar una generalidad pasajera, una pertenencia efímera que no tiene potencial político nominativo. Insistimos en nuestro enfoque paradigmático sobre los medios –más bien, una precaución permanente-: lo que en estas páginas aparece escrito, en las ediciones del diario analizado, no corresponde a

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Una anotación sobre la recolección de datos: incluimos entre “poderes fácticos” también a los actores identificados desde su puesto en una institución religiosa. Aunque Garretón no especifica sobre tal institución –históricamente, podría confundirse y fundirse con el Estado-, acá la lo interpretamos de tal manera que la Iglesia, con su poder al margen del juego democrático –y esto no es ningún juicio-, corresponde a un poder fáctico.

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un reflejo de realidad. Y es por eso que hablamos de una “exclusión iluminista”; cuando nombramos a estos actores-generalidades no lo hacemos desde una indiferencia descriptiva: aparecen para denominar aglomeraciones, celebraciones callejeras, públicos espontáneos, “la voz del pueblo”, turbas que no se comportan por el orden. Todo va conformando esa percepción irracional sobre lo masivo, cuando sabemos que “lo masivo”, es también una manera de encerrar dentro de una denominación, lo que trasciende el orden, lo que se denosta por intrascendente dentro del idealismo racionalista de una sociedad funcional (incluso desde posiciones críticas de tal modelo: “la regresión de las masas consiste hoy en la incapacidad de oír con los propios oídos aquello que aún no ha sido oído, de tocar con las propias manos algo que aún no ha sido tocado, la nueva forma de ceguera que sustituye a toda forma mítica vencida” [Adorno y Horkheimer, 1969, p.53). Lo que queremos decir es que tras estas generalidades –“la gente”, “la turba”- hay reducciones evidentes, y la omisión de una serie de actores que, bajo un rótulo irracional y masivo, pierden potencial político en el silencio adjudicado. ¿Quiénes son los actores omitidos tras los rótulos de “gente”, “público”, o “masa”? No lo podemos conocer totalmente sólo refiriéndonos a nuestro corpus de análisis. Sí podemos ya aislar características que escapan de las marcas de inclusión, para entender a los actores excluidos: a) Cuando los sujetos no adhieren, incidental o permanentemente, al orden trazado por una programación municipal: descripciones frecuentes cuando se habla de discreciones en el funcionamiento, por ejemplo, de los Carnavales Culturales (en ficha 71: “una turba que entró de forma desesperada al teatro (…), el desorden se produjo por… muchas personas sin invitación”); b) cuando los sujetos se disponen como consumidores –pasivos, en este esquema de denominaciones- y a la vez, ciudadanos requeridos, para el correcto funcionamiento del servicio turismo (en la ficha 6, el consejero de Cultura “llamó a la comunidad a conservar tan noble título”, pero luego “comunidad” es intercambiable por “habitantes”, y finalmente, el llamado se centra en la funcionalidad que puedan tener con el plan comercial del Estado: “que los habitantes asuman la ciudad como de ellos”); cuando los sujetos son invocados como interlocutores ideales para las condiciones que procuran los sujetos individualizados (significa hablar de “un actor del actor”. Por ejemplo, pasa cuando una descripción del alcalde Pinto deviene en generalidades dependiendentes de un actor: “sus detractores”, “sus partidarios”).

La discusión reitera cierta convicción: la única forma que tienen los actores excluidos –omitidos- de granjearse publicidad en la esfera del patrimonio sigue siendo la

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capacidad asociativa. Esto, sin embargo, puede ser resuelto de la peor manera: cuando la contingencia o las naturalezas asumidas del problema se imponen a la capacidad de reconocer sujetos –por ejemplo: la presunción de “patrimonio” como un tema mercantil sólo permite ver “turistas” en las identidades que llegan desde el extranjero- resulta en generalidades simples, que el medio resuelve desde el “asunto”. Es por eso que los actores que listamos bajo la categoría “Actores con densidad organizacional” nos hablan de cierta “oficialidad protocolar” al discutir patrimonio (muy presente la UNESCO, su “comité de Patrimonio”, “sus delegados”, “la representante de Icomos”, “Comisión de promoción turística”); como también de una terminología tradicional de asociatividad para reconocer a los sujetos (gremios, sindicatos, asociaciones vecinales: “Juntas de vecinos”, “Círculo de Escritores de Valparaíso”, “el Colegio de Arquitectos de la V Región”, “el club deportivo Santiago Wanderers”, “Sindicato de Travestis ‘Afrodita’”); todas marcas de identidad aplicadas desde una matriz previa, que acá demuestra su incapacidad para reunir a la diversidad que la trasciende, así como tampoco es capaz de comprender a los sujetos privilegiados –políticos, oficialidad patrimonial, profesionales de la restauración, humanistas- en su potencial de convocatoria o representación.

6.3. Proyecto de ciudad

Para la interpretación de los datos obtenidos, seguimos un procedimiento similar al que aplicamos en los apartados de “Concepto de patrimonio”. Se trata de extraer una oración que sea capaz de comprender lo principal en cada apartado (Estado, Ciudadanía, Diversidad, Lugar), para que sea así posible agrupar las 95 afirmaciones, hacer cruces y relaciones, y realizar conjuntos que entre ellos estén hablando de lo mismo, aportando detalles para una idea mayor. Luego, un grupo inicial –entre 10 y 20 oraciones- es reagrupado por medio de una nueva operación de relaciones y asociaciones. Así, nos quedamos con las cinco afirmaciones para cada apartado, que explican cuál es el papel de estas cinco categorías en la proyección de una nueva ciudad a partir del nombramiento como “Patrimonio de la humanidad”. 6.3.1. Estado:

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1) A través de su condición de gestor, el Estado debe asumir un momento de refundación, desde la planificación técnica y orientada a objetivos materiales de conservación.

Una primera afirmación que nos viene a confirmar que no hay dudas sobre la asignación de responsabilidad en la designación patrimonial. Es el estado, “en su condición de gestor”, el que permite tener el título. En ese sentido lo destacamos: insistir en ese reconocimiento de responsabilidad. Aunque este apartado –“Proyecto de ciudad”está más orientado a las proyecciones que pueden realizarse desde las notas, de todas maneras nos sirve esta confirmación: recordemos que acá consideramos, releyendo a Rama, que el mismo trazado de las ciudades es un asunto de poder, de disposición del orden: “Antes de ser una realidad las calles, casas y plazas, las que sólo pueden existir y aún así gradualmente, a lo largo del tiempo histórico, las ciudades emergían ya completas por un parto de la inteligencia en las normas que las teorizaban, en las actas fundacionales que las estatuían, en los planos que las diseñaban idealmente, con esa fatal regularidad que acecha a los sueños de la razón…” (Rama, 2004:45-46). Si la fundación es aquél “parto de inteligencia”, nada nos impide pensar lo mismo de la “refundación”, y en esa sucesión lógica, de un diseño ideal que traza cierta regularidad por la cual todo deberá transitar, de un diseño que “se imponía a cualquier discurso opositor de ese poder, obligándolo a transitar, previamente, por el sueño de otro orden” (Rama, 2004:45).

En otras palabras, el Estado, situándose en el lugar de la fundación –y el medio, reconociendo el alumbramiento- gana una posición de ventaja. Y justamente, en la misma tradición de los mapas, planes y trazos de los que habla Rama, sólo que mediante una actualización verosímil y propia de las ciudades sobre-modernas de las que habla Augé: la técnica patrimonial. La experticia burocrática, académica y formalmente política que habla de conservación (en ficha 48, “[una entidad privada] lo que se busca en conjunto con la máxima autoridad comunal es implementar un sistema autografito en el resto de los edificios patrimoniales”; nada sobre qué es un edificio patrimonial –ya discutimos sobre ese punto en “Concepto de Patrimonio”-, pero sí mucho sobre la posición del Estado en el proyecto de ciudad: qué es un edificio patrimonial y la demanda inmediata, sin problematización, de su deber de conservarlo materialmente), dispone de organismos políticos para el reconocimiento de “lo patrimonial” (por ejemplo en la ficha 92, premiando

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el aporte al “Patrimonio” de la folclorista Margot Loyola “de manos del ministro de Cultura José Weinstein, la medalla Pablo Neruda por su aporte en el desarrollo de la cultura”), ornato y aseo (en la ficha 1, ante la queja por el Patrimonio descuidado, el Estado responde que “lleva años tratando de erradicar estos sumideros ilegales” y hace gala de una cooperación académica), y el sostenimiento de una burocracia que –con algunos problemas-, debe ocuparse de ese manejo técnico (“el cuello de botella no corresponde sólo a la burocracia estatal” [ficha 45], con “problemas burocráticos absurdos, increíblemente absurdos” [ficha 56]). 2) La designación patrimonial es un asunto principalmente económico, en el cual el Estado se incluye como intermediario entre ciudadanía y privados, atendiendo los requerimientos de los primeros.

El riesgo que tiene la tecnificación del asunto patrimonial, es que el Estado, por naturalizar sus funciones, termine borrándolas. Sabemos, que algo que es naturalizado, pierde cualquier posibilidad de problematización: no es poco considerando que se está hablando justamente de una burocracia a la que a la vez, se le considera la responsable de administrar las posibilidades que abre el tema patrimonial. Las explicaciones desde el Estado para las acciones a partir de la designación, van por este cauce: “vamos a desarrollar con gran énfasis la industria del patrimonio y sin ninguna duda la alta tecnología. Espero que el 2004 sea el año de esos dos temas” (ficha 73); significa que, primero, patrimonio ya es un área industrial –esto es más que una correspondencia económica, es la identificación de un sector profesionalizado-, y luego, es un área que recibe una respuesta que busca adherencia desde la mención a la “alta tecnología” – cerrando así cualquier especificación posterior.

Si ya apartarse del asunto porque es técnico o económico, el Estado se desvincula. En los asuntos de propiedad, sólo puede arbitrar el conflicto común. En este caso, debe situarse hacia el extremo de los ciudadanos, es una manera de decir que la ventaja la lleva el privado: hay que proteger al rival más débil. O según la ficha 5 (quien habla es la diputada Laura Soto): “Lo que más le molesta a la diputada es que estemos ‘amenazados… desde grupos económicos. Y mientras todo esto ocurre, nosotros estamos a la espera de un reconocimiento que viene desde afuera, como Patrimonio de la Humanidad, porque desde el propio país no nos dan nada’”. La última frase lo dice:

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“porque desde el propio país no nos dan nada”. Estamos (la ciudad de Valparaíso) en una situación de desventaja; asumimos que no es al Estado a quien debemos reclamar (el mismo estado, a través de un delegado de la ciudadanía, integra la queja) porque –es presentado como una obviedad, incluso- “no nos dan nada”; el Estado se excluye de la relación con los privados: si no están en una condición de proveedores, no están simplemente. 3) El Estado reclama su pertenencia sobre el título patrimonial y tras ello opera como difusor pedagógico de los requerimientos de la UNESCO.

El título patrimonial se entrega a una ciudad –el examen técnico, sabemos, explica que se trata de una porción de ciudad- y la posición del Estado en esa relación entre la institución global (UNESCO) y la ciudad de Valparaíso, es importante de especificar. Sucede, en este caso, que el Estado se sitúa como dueño del título patrimonial. Ya habíamos discutido sobre la condición de gesta personal con que posibilita la explicación del título. Ahora nos interesa ver las condiciones políticas –el orden- que esa victoria dispone. Acá debemos anticiparnos un poco a lo que profundizaremos cuando sea “ciudadanía” el tópico a tratar. El que el Estado asuma un rol pedagógico está relacionado a la concepción de un Estado Liberal: “El Estado es la ‘administración pública’. Debe el atributo de la publicidad a su tarea: cuidar del bien común público, de todos los ciudadanos” (Habermas, 1994, p.42). Sin embargo, los esfuerzos de difusión tienen características específicas en este caso.

Sabíamos, cuando nos propusimos este trabajo, que la letra formal de la UNESCO tras la designación patrimonial sería reacomodada –interpretada, significada, escrita; y siempre con un carácter de visibilidad- en la pugna de los actores por las esferas públicas. Acá confirmamos al actor que hace valer su “escritura” desde una posición privilegiada y esto anclado en los deberes pedagógicos –ahora estamos hablando de mentalidadesque se esperan del Estado: la educación de los ciudadanos. La ficha 61, por ejemplo, trata sobre una actividad orientada a la difusión –entendida, en este ejemplo particular, como “poner en fácil”-: “Esta importante actividad que mostrará la ruta patrimonial a través de un juego multimedia…”; o en la ficha 54, donde las quejas dan cuenta de una situación deseada: “la educación patrimonial no ha sido explotada en los colegios”; “en ciudades

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que ya han sido declaradas de interés patrimonial, como La Habana en Cuba, cualquier niño puede contar la historia de su ciudad”.

4) El Estado asegura neutralidad en el proceso que comienza la ciudad: por lo tanto, desde la objetividad, es capaz de reconocer actores distinguidos y diferenciar trato entre comunas.

El Estado especifica su posición supra-comunal desde un espacio de neutralidad. La condición de neutralidad es construida desde el supuesto que las decisiones técnicas, no son, de hecho, decisiones. La identificación positiva del Estado se reconoce en dos afirmaciones: a) Cuando representantes del Estado invocan instrumentos técnicos para clausurarse como sujetos, por ejemplo: cuando se discute el tema de los casinos en Isla de Pascua en la ficha 67, consultado el alcalde, responde así: “Yo estoy a favor de todo proyecto que lleve a mi pueblo, mi isla, al buen desarrollo”24. Otro ejemplo: cuando el Estado se sitúa en la observancia de funciones sociales, cuando las demandas hacia él hablan de restaurar una normalidad; en la ficha 60, la queja del sector económico se enfoca a que el Estado distinga y elimine esas “trabas” que significa la creación cultural de instituciones regulación económica, o sea, que sepa distinguir aquello que se aparta de la neutralidad: “hay que ir destrabando muchas restricciones que impiden el dinamismo de la actividad económica”).

b) La segunda manera de reconocer su espacio de neutralidad es al otorgarle la capacidad de distinguir entre ciudades. Al que se le entrega la capacidad de distinción (Estado), se le entrega la distinción moral sobre la capacidad de reconocer diferencias no desde intereses, si no desde una competencia en la observación y un compromiso de neutralidad, esto es, una capacidad de arbitraje reconocida en que el Estado tomará buenas decisiones, porque está preocupado por el bien común. La “distinción de distinguir” la podemos apreciar, por ejemplo, en la ficha 66, cuando el candidato a diputado Alex Avsolomovich dice: “Respecto de Valparaíso, creo que esta ciudad requiere

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Sabemos por Manfred Max-Neff que el desarrollo puede ser puesto en escena como una herramienta técnica para acelerar la llegada a un destino en determinado plano evolutivo. “Vivimos y trabamos modelos de sociedad que desconocen la complejidad creciente de la sociedad real en que estamos inmersos. De allí que observamos el quehacer febril y obsesionado de los tecnócratas, que diseñan soluciones antes de haber identificado el ámbito real de los problemas” (Max-Neff, 1986, p.34)

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un trato especial en el corto plazo…”. O también cuando el Estado realiza distinciones entre sujetos, como sucede en la ficha número 44, cuando el Gobierno Regional y el Comunal designan “el nombramiento de nada menos que 100 embajadores de la ciudad”: “nos interesa que todas estas personas, que de alguna u otra manera han construido parte de su vida aquí, no a ayuden a construir el futuro de Valparaíso”. Lo curioso en este punto es que junto con reconocerle esta neutralidad y arbitrio, se le quita la responsabilidad de la falla. El Estado no es infalible en este espacio de neutralidad, sin embargo, esos errores son integrados a la regla, sin afectar el sustrato moral que en primer lugar, le otorgó esa capacidad. 5) El Estado personifica el hito como responsable de la designación, ordena el quiebre de normalidad y su presencia es obligatoria en cuanto proveedor de identidad.

El Estado es el administrador del orden, y como tal, sitúa la designación patrimonial entre las instituciones existentes. Si antes hablábamos –en las narrativas- de cómo una ciudad patrimonial hablaba desde la refundación, esa refundación es siempre desde instituciones previas. Sobre Valparaíso patrimonial existe un acuerdo de un nuevo orden y desde ese acuerdo opera en consenso el Estado, situándose siempre en los lugares del hito. Por eso es que decimos que ordena el quiebre de la normalidad.

No nos extenderemos demasiado, considerando que en el segundo postulado de “Patrimonio como narrativa”, ya reconocíamos al Estado como “responsable del título”. Sí una salvedad: decíamos en ese apartado que es patente una “personificación del título” en el alcalde Hernán Pinto (en la ficha número 6: “Valparaíso consiguió la nominación gracias al trabajo emprendido por el alcalde Pinto y otras autoridades regionales…”); ahora, cuando pensamos y hablamos de Estado, sabemos que la persona, el sujeto, no es lo más importante cuando discutimos sobre Estado, en cuanto institución trascendente a las personas en los cargos. El Estado, en este caso, absorbe esta responsabilidad individual desde un nivel expresado emocionalmente –como aparece en la ficha 11: “Es un honor para Chile que la UNESCO haya declarado a Valparaíso como Patrimonio de la Humanidad”; “…un motivo de enorme satisfacción para nuestro país”. El país –y lo que

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nos interesa, el Estado trascendente- se involucra en cuanto existe una vínculo emotivo, casi carnal, entre la estructura permanente y la comuna contingente.

Sin embargo, el vínculo definitivo entre Estado, patrimonio y nuevo orden, se extrapola desde la administración del hito. Desde la formalidad protocolar que demanda la presencia del Estado Central y sus representantes en los aniversarios o actos conmemorativos de la designación como Patrimonio de la Humanidad (ficha número 76: “[en año nuevo]…la atención la captó la llegada de la ministra de relaciones exteriores…”; ficha 71: el ministro de Cultura, José Weinstein, “destacó la importancia que tienen los Carnavales como medio de unión cultural y hermandad entre los pueblos, además de celebrar en esta nueva versión el nombramiento de la ciudad como Patrimonio de la Humanidad”), hasta la autorización para el quiebre de la normalidad, la conversión al hito que significa el carnaval, la suspensión del común flujo de la experiencia, permitiéndose la instrucción de incluso cómo se debe vivir la fiesta (ficha 88, dice la alcaldesa de Viña del Mar, Virginia Reginato: “queremos que nuestros vecinos disfruten de estas fiestas desde sus casas, con sus familias, que no se desplacen innecesariamente al plan”).

El hito, sabemos, es la marca que ordena el ciclo, en una disposición temporal que, sin embargo, interrumpe el flujo diacrónico del tiempo y lo conduce hacia el carácter trascendente que una institución de orden –el Estado- reconoce. Por eso que la presencia del Estado es sugerente, y que además, muchas veces se materialice en un reclamo de identidad (ficha 57: en un encuentro entre ciudades patrimoniales, “20 viajeros que representarán al país”, lo mismo en ficha 47; o en la dicha 69, cuando el hito del Patrimonio cobra su fuerza contingente en cuanto va de la mano del nombramiento como Capital Cultural de Chile: “Dos grandes hitos… y el reconocimiento nacional como sede de la Institucionalidad cultural”). Si concluimos que una de las particularidades del hito tiene que ver con la refundación de la ciudad y la inclusión en un eje global, esto pasa siempre desde la pertenencia a un Estado-Nación que no cuestiona su propia institucionalidad, sino que dispone a sus personas –los representantes comunales y nacionales, por lo tanto, las personas visibles desde la condición ciudadana-, a sus tiempos –el quiebre de normalidad en el carnaval- y su sustancia simbólica –la capacidad de instalarse como referencia internacional- como tres pilares inmediatos.

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6.3.2. Ciudadanía

1) La ciudadanía deriva de un reconocimiento político, que define límites y motivos de participación.

Cualquier concepto de ciudadanía que se proyecte en la ciudad patrimonial pasa también por la institución que valida la autoridad en el uso. Sabemos que este concepto – al correlacionarlo con la autoridad- no puede “derivarse” solamente de la autoridad (ya decíamos que a “autoridad” la concebimos desde una perspectiva “gramsciana”, lo cual implica que cualquier acción de la autoridad implica cierto consenso con el subordinado, en un juego de recursos que evita el desgaste de la coerción, o al menos la asienta en conceptos comunes para ello). A lo que nos referimos es que la autoridad, en el corpus que revisamos, es la vocería más reiterada sobre qué es lo que implica ser ciudadano en este escenario. Decimos esto cuando encontramos la reiteración de incentivos para participar en la celebración por la designación (en ficha 32: “para todos los pasajeros que aborden desde el interior de la región los trenes de Merval, existirá un 50 por ciento de descuento en el valor del boleto, como una manera de estimular la presencia en los visitantes de la zona interior hasta la ciudad puerto”); cuando las celebraciones espontáneas y ambulantes adquieren densidad ciudadana en cuento cruzan el umbral de la sede comuna u otros edificios estatales (ficha 28: “La cita internacional es hoy a las 9 horas en dependencias de la Empresa Portuaria de Valparaíso”); o cuando la participación ciudadana se materializa en la observancia –como público, pero también respetando el orden- de las actividades que dispone la autoridad (cuando algo falla –como ocurrió en la presentación teatral que reseña la ficha 84-, no hay un cuestionamiento a la ciudadanía, si no a la experiencia de los organizadores: “un carnaval que es muy joven, que se está consolidando y transformando en una tradición”). 2) Patrimonio reactiva una concepción ciudadana tradicional: capacidad asociativa y formación pedagógico-letrada:

Si hablamos de una reformulación de la ciudad en cuanto proyecto, nos damos cuenta que la fundación de un nuevo proyecto está también en deuda con los ideales modernistas que están inscritos en aquella primera fundación de las ciudades latinoamericanas. El ciudadano, primero, es forjado en la educación. La educación, como

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reclamo básico y trascendente desde las actas fundacionales de las ciudades, es también un requisito para la formación del ciudadano-patrimonial. La educación –en su concepción iluminista- actúa como un filtro, como un factor de evaluación que permite al ciudadano – se expresa en términos de acierto y error- involucrarse de manera “correcta” en el debate racional y “ver” el patrimonio como se “debe” ver (permite hasta dimensiones represivas, como en ficha 20, cuando el investigador “culto”, es capaz de evaluar la competencia ciudadana de la ciudad: “este investigador estima que todavía falta una mayor educación para resaltar lo nuestro”).

La segunda marca tradicional en el acceso a la ciudadanía tiene que ver con la pertenencia asociativa. Nos referimos a la llamada “sociedad civil”: aquella red de asociaciones ciudadanas a las cuales se les confirmó en el proyecto moderno, como contraparte de los sujetos que pertenecían al Estado, y como sustancia política que ordena las asociaciones adquisitivas –por ejemplo, la pertenencia laboral. Así es como la ciudadanía también se hace visible desde lo que se conoce como ONG’s (los Amigos de la Ex Cárcel, justamente tienen que negar su incidencia para proyectar lo que interpretan como un logro en la ficha 4: “más que un triunfo de un movimiento, es Valparaíso el que tiene que sentirse tranquilo…”) y las asociaciones gremiales (cuando se realiza un “panorama” ciudadano de opiniones, “todos” son todos los gremios. Ocurre en la ficha 18, donde se lee: “todos coinciden en que la decisión de la UNESCO abre innumerables perspectivas para que Valparaíso…”, donde “todos” son “Comisión de Promoción Turística”, “Cámara de turismo de Reñaca”, “Confederación Regional del Comercio” y así), lo que además garantiza cierta “legalidad” (que está puesta en duda con los travestis en la ficha 51, pero que el Intendente aclara: “me parece muy bien, ellos no sólo tienen la posibilidad de hacerlo, sino que además se han sujetado a las normas que se les pedían…”). En la ciudad patrimonial, el sujeto sin asociatividad tradicional es etiquetado como “pasivo”, al contrario de quien sí las integra; o lo deja más claro el candidato a diputado Alex Avsolomovich (ficha 66): “-Entonces, ¿cuál es su crítica?”, pregunta el periodista, y Avsolomovich responde: “La pasividad de nuestra urbe. Una ciudad que tiene 400 clubes deportivos, 250 juntas de vecinos, decenas de sindicatos, y se hace lo que quiere con Valparaíso y no se reacciona colectivamente como antes”.

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3) La condición ciudadana se confirma en un compromiso con los planes de restauración, ornato y aseo de la ciudad.

Si hasta el momento no podemos hablar de una reconfiguración del ciudadano – más bien un llamado a recuperar la noción industrial de él- los nuevos desafíos que se hacen explícitos en la ciudad patrimonial, se hacen explícitos para el ciudadano en términos aditivos. El ciudadano no cambia, gana (¿gana?) deberes con la ciudad. Por eso, cuando el título se proyecta más allá de su obtención (concedida a las autoridades políticas), es el ciudadano el que emerge como responsable de la conservación. Y no sorprende que sea la misma autoridad política la que señale tal deber: el ministro de Educación Bitar “llamó a la comunidad a conservar tan noble título” (ficha 6), o “el porteño tiene puesta a prueba la imaginación con la proa hacia el futuro” –nuevamente proyectando conservación- en ficha 10. Así mismo, un sujeto puede ser marginado de la condición ciudadana cuando

ransgredí los deberes de conservación`. En ficha 48 ocurre

para nombrar a los grafiteros: “los rayados que afean la ciudad”, “’guerra’ a los grafitos”, “’ataque’ de parte de algún miembro de esta comunidad”.

¿Qué hace posible la propuesta de estos “nuevos deberes”? El medio nos responde que es la nueva pertenencia de la ciudad a un conjunto mundial. Por lo tanto, si podemos pensar esa “nueva vitrina” como una motivación de probidad, eficiencia, etc., para las autoridades, pero resulta que es la ciudadanía que la resiente la nueva exposición. Así, el compromiso ciudadano sumará deberes “…en el sentido de la protección, puesta en valor y transmisión de ese bien a futuras generaciones” (ficha 16); e incluso, los problemas “internos” de la ciudad son mitigados a favor de la responsabilidad con el exterior (ficha 27 : ‘(El presidente de la Cámara de Comercio y Turismo de Valparaíso, Óscar) Hormazábal dijo que a pesar del golpe anímico que provocó el ‘caso Pinto’, la ciudad debe reponerse y poner la mejor de las caras a los turistas que llegarán este fin de semana’. 4) La ciudadanía se explica en términos de consumo: deriva en clasificaciones comerciales en los sujetos y los mueve una recompensa.

Acabamos de mencionar la jerarquía que proponen los deberes con el exterior, versus los problemas internos. Esto es casi recurrir a una máxima de política exterior: las

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relaciones económicas y las relaciones políticas corren por carriles separados. Es decir, el exterior no presenta un desafío político, si no un desafío comercial. El extranjero, entonces, es dispuesto en un ordenamiento comercial –el turista- y el ciudadano, como el prestador del servicio. Esto plantea el deber de “aprender a ver” la ciudad en términos comerciales –ver otra ciudad, sabemos, es finalmente crear otra ciudad- (lo sugiere la ficha 17: “es la cultura que se desarrolla en cada uno de los rincones de Valparaíso la que dará la impronta que esta ciudad la nueva ciudad necesita para elevar el ánimo de su gente y llamar la atención de miles de turistas”); y la capacidad de advertir esta ciudad que ya fue vista por un organismo internacional, plantea un nuevo futuro material (“es la cultura que se desarrolla en cada uno de los rincones de Valparaíso la que dará la impronta que esta ciudad necesita para elevar el ánimo de su gente y llamar la atención de miles de turistas”, en ficha 17). Pero acá también advertimos una dimensión del compromiso comercial: no se sustenta en puro pragmatismo. El nuevo compromiso ciudadano –comercial, económicoderiva de aspectos emotivos, y justifica su entrega en el agradecimiento. Por eso es que la ciudadanía puede ser interpelada en términos viscerales: “… (la designación) plantea una gran responsabilidad a los chilenos y a los porteños en especial a los porteños para poder mostrar con orgullo que hay razones para que la ciudad de Valparaíso sea patrimonio de la Humanidad” (ficha 9). Pensamos que es dado “explotar” el agradecimiento en cuanto hay acuerdo que la situación actual, el diagnóstico de la sociedad entregaba resultados tan malos que era imperativo revertir. 5) Ciudadanía y patrimonio plantean niveles de desigualdad: buenos ciudadanos, ciudadanos y marginales:

La ciudadanía, en la concepción de un Estado Liberal, está planteada en términos de igualdad. Deberes y derechos distribuidos de manera equitativa, con la capacidad de depositarlos de manera representativa en sujetos designados. La ciudadanía, también es un lugar que define quién está afuera de este orden. Pero cuando leemos sobre ciudadanía en este proceso de designación patrimonial, nos damos cuenta que los límites ciudadanos –y por lo tanto, los límites de la marginalidad- se modifican. Primero, tenemos

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una ciudadanía capacitada de vocería internacional, y esto implica una visibilidad interna superior (en la ficha 36 se cubre la elección de supra-ciudadanos en Valparaíso, embajadores del “espíritu de la ciudad”: “deberán reunirse una vez al año en Valparaíso con el objetivo de discutir y analizar las actividades llevadas a cabo por cada uno de sus miembros, visitar por lo menos una vez al año la ciudad…, promover Valparaíso y gestionar acciones que se pueden concretar en la comuna; y… brindar por la ciudad en cada evento social”); cuando al mismo tiempo se habla de “ciudadanos comunes” (por lo tanto, hay otros que son “fuera de lo común”) en la ficha 43: “de qué forma el ciudadano común recupera la confianza en el Chile de hoy”.

Hay un aspecto que insiste en la desigualdad de la ciudadanía: la manera en que se expresa “el carnaval”. Cuando se cubre Carnavales Culturales, nos damos cuenta cómo el medio advierte y destaca cómo la ciudadanía pudo ser igual por un día, se pudo poner en una condición equitativa para la ocasión, disfrutó con las máscaras festivas que borran jerarquías. Pero también llama la atención la insistencia, que no hace más que decir que en el flujo común de la experiencia, en la vida cotidiana, la ciudadanía tiene como característica definitiva la desigualdad. No se habla de igualdad, claro, pero se evoca ese espacio simbólico folklórico que es expresable para todos quienes viven en Valparaíso: la igualdad es explicitada como poesía (“En los tiempos del carnaval, se trastoca la ciudad para dar paso a lo mágico”, ficha 87; “Con nuestra fiesta no hay diferencias ni clases sociales”, ficha 86).

Y otro aspecto es la preferencia de los profesionales para operar como ciudadanos. Se trata de ciertos profesionales, ahí donde encontramos un cruce con los deberes de “ornato y aseo” que ya mencionábamos. Es gente ligada a la Academia, arquitectos, científicos, sociólogos (ficha 41: “En la ocasión la arquitecta Milagros Aguirre leyó una carta de ocho principios que constituyen el fundamento para el inicio de un proceso de diálogo entre la puesta en valor del patrimonio y el desarrollo de la ciudad”). 6.3.3. Diversidad

1) El límite para la diversidad lo norman organismos académicos, profesionales, y asociaciones tradicionales.

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Cuando nos preguntábamos por el espacio de la diversidad en el proyecto de ciudad, hablábamos de la potencia política que pudiesen tener los actores reconocidos. En este primer punto nos damos cuenta que el proyecto dispone de un sistema de “porteros”: esto es, sujetos a los cuales se les distingue una diferencia y podemos complementarlo con lo que hablábamos en el quinto apartado de “Ciudadanía”, sobre aquéllos que son más ciudadanos que los ciudadanos. Proponemos que esta diferencia radica del mismo esquema donde el ingreso es normado dentro de los límites comprensibles por estos actores privilegiados, disponiendo de un círculo (los actores norman la entrada, pero los actores deben comprender –y hacer explícita- esa entrada; no estamos, claro, hablando de una sucesión, si no de un vínculo). Reconocemos acá a los “académicos”, “profesionales” y “asociaciones tradicionales” (dispuesta en el eje trabajoEstado) como el microcosmos del debate –y los porteros- del debate sobre “Patrimonio”. Como ejemplo, ficha 26: “…el periodista Atilio Macchiavelo cerrará este especial con un foro debate en el que participarán el ministro de Cultura José Weinstein, la arquitecta Paz Undurraga (integrante de Ciudadanos por Valparaíso) y el académico e historiador Abel González”.

Reconocemos no solamente “académicos” como integrantes de las Universidades, si no “académicos” en la medida que pueden clausurar el juicio a su saber por medio de la experticia reconocida y los argumentos racionales (ficha 1, donde no es necesario decir cuál es la propuesta “correcta”: “aunque algunos vecinos aseguran que la campaña de limpieza realizada por el municipio “redujo a la mitad, a lo menos, los basurales clandestinos”, por estos días un grupo de académicos diseña una cartografía digital que fija los focos de contaminación originados por el hombre y que, a causa de los desperdicios, contamina y afea el ambiente…”; ); así como tampoco apuntamos al obvio orden burocrático del nombramiento cuando hablamos de políticos y asociaciones. Se trata, por supuesto, de la activación del conflicto entre la racionalidad “moderna” versus la racionalidad “popular”. Políticos y profesionales, desde sus roles ya reconocidos, pueden operar de manera informal para hacer patente su capacidad normativa (ficha 21: “… a primera hora de hoy se prevé la apertura de un ‘Libro de Oro’, catastro que será habilitado por el municipio porteño para recoger las firmas e impresiones de quienes deseen manifestar su opinión en torno al nuevo título que ostenta la ciudad”). En ese mismo enfoque tradicional es que identificamos la capacidad asociativa como aliciente: los colegios profesionales y otros ordenamientos gremiales favorecen en cuanto al lugar del

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modelo (“Colegio de arquitectos”, en ficha 41; o incluso el ordenamiento dentro de los gremios en ficha 55: “los grandes empresarios”, “los inversionistas”, “el sector financiero”, “los pequeños empresarios”). 2) Patrimonio es un lugar de confrontación: ante una diversidad indeseable –por lo confrontacional- se recurre al ciudadano en rol de consumidor:

No queremos decir que el sujeto entendido como consumidor no contempla un espacio político. Sobre lo que reflexionamos acá no es “qué implica conceptualmente ser un consumidor-ciudadano”, si no qué espacio de la diversidad es posible proyectar cuando se propone una perspectiva del consumidor-ciudadano. En todo momento nos ha interesado la construcción conceptual, y es justamente eso lo que buscamos cuando nos preguntamos acá por el consumidor. El consumidor en este caso, está ligado al conflicto. Las comparaciones, aunque presentadas como positivas, son afirmaciones del deseo (“Basta con comparar la cantidad de obras que se realizan entre Valparaíso y Viña del Mar. En la ciudad puerto se realizan menos…”, en ficha 60).

La designación patrimonial, decíamos ya, establece una nueva “vitrina” internacional, lo cual a la vez posibilita un encuentro de identidades que es resuelto desde la posición del consumo, en cuanto el consumo –entendido sólo en su dimensión materialpuede establecer un valor positivo en común. No se recurre al consumo de manera simplista: no es solamente dinero lo que se busca en el otro, aún cuando se le atribuya casi siempre la condición de turista para reconocerlo (en la ficha 18, autoridades locales discuten sobre la categoría de un visitante con “intereses culturales”, quien es luego descrito así: “ese visitante codiciado por los balnearios de elite en todo el mundo por su alto nivel de gasto y sus gustos refinados”). No; el consumo es más bien un piso sólido, una manera de significar al otro-nuevo, de situarlo en tierra firme. No solamente cuando nos enfrentamos a los visitantes, también se aplica cuando la clase política o los demás dueños de la capacidad de proyecto, requieren comunicarse con los demás sujetos de la comuna (ficha 5: “[los profesores del Instituto de Historia de la Universidad Católica de Valparaíso, Nelson Vázquez y Francisca Gallegos, profundizaron que] la manera más idónea de acercarse a la gente, ‘como un producto cultural que sea entendido porque de otra manera no van a entender lo que representa el pasado en ellos”). La pregunta es la siguiente: ¿es esta una decisión asumida desde el reconocimiento de un nuevo escenario

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–el nuevo escenario, internacional, global, está asociado indefectiblemente con el consumo- o simplemente, tras la designación es que surge recién la necesidad de incluir a los ciudadanos en el proyecto, y por lo tal, se les asigna la marca contingente? Es una pregunta que excede este estudio (nos remite a períodos anteriores), pero sí es necesario mencionar cómo esta condición de “consumidor” es un espacio de desigualdad difusa: es posible postular a extranjeros y ciudadanos en la misma categoría, luego sus deberes y derechos son claramente distintos. 3) La potencia política de los sujetos radica en su capacidad consultiva con el Estado.

Otro nivel de participación se deriva de la capacidad de los sujetos de situarse en una posición consultiva con el Estado. Ya situábamos al Estado entre estos “porteros” del nuevo orden; sin embargo, tal labor no tiene sentido –ni sustento- sin ciudadanos que lo reconozcan. Pues bien, tenemos un primer nivel, quizás más simple, de un reconocimiento derivado de los políticos, cuando ellos definen actores al reconocerlos como interlocutores. Pero también es destacable otro nivel, el que ocurre cuando el alcalde Hernán Pinto habla de “su gente” (ficha 35), y esa “gente” es a la vez descrita por el medio, revestida de cierta profundidad de acción; ya no es cualquier gente, aún cuando nunca estará al nivel del político, respecto al trato que recibe desde el medio (es impensable, por ejemplo, una biografía, como la que sí se le entrega a Pinto en la ficha 34). La adscripción política genera una distinción, aunque esa distinción remita a un sujeto en particular. La consulta es una forma de adscripción visible y explícita, aunque siempre celada por quien permite ese tránsito (la participación ciudadana es reservada para “los aspectos básicos [ficha 38]; se pide “paciencia”, no acción [ficha 40], las autoridades se hacen cargo del anuncio de los temas de participación [ficha 53]). Nuevamente, hablamos de un nuevo orden y quienes deben transitar –aún con discursos marginales- por el sueño de otro orden, sólo que acá no se trata de quién construye ese orden (sería un problema de causa-efecto sin salida), si no de quién lo hace explícito, y a quién se le reconoce de responder las consultas sobre tal trazado. 4) La diversidad no puede forzar los límites de una identidad original, la identidad porteña, anclada en el pasado y de frágil presente.

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Retomamos. Todo nuevo orden debe transitar por el sueño de otro orden. O sea, cualquiera sea el planteo de una nueva ciudad, debe

estar enraizado en un plano

anterior. ¿Cómo incide esto en el problema de la diversidad? Primero, nos encontramos con una diversidad plausible entre límites ya solidificados en Valparaíso. Primero, las identidades son sometidas a un examen de corrección dentro de una identidad nostálgica, que se postula como uniforme para todo el territorio comunal (acá, el error es condenable hasta el patetismo: “‘Una señora me dijo que la ciudad necesitaba urgente ese diploma del Papa’, recuerda entre risas (el investigador)”). Pero esto es más destacable cuando los nuevos discursos, los extranjeros, deben pasar también la prueba de validez nostálgica (ficha 11: “muchos de ellos (los representantes de los países en el Consejo de la UNESCO) reconocieron posteriormente que en sus sueños de niños Valparaíso era un lugar recurrente”). Luego, esa nostalgia es filtrada hacia terminología técnica. Hablamos de “imaginario”, “restauración patrimonial”, “responsabilidad social”, y todo ello, nuevamente, orientado hacia la enunciación de una identidad única (“… lo que se entiende como patrimonio intangible, que se entiende como el imaginario de la comunidad que vive en sus límites”, como se lee, sin atribución de fuente, en la ficha 16; o en la ficha 58, dice Alfredo Barría, director del Festival de Cine de Valparaíso: “Hay una dimensión legendaria, mítica, un tanto fantástica, fantasmagórica y poética, de una ciudad que se ubicó a fines del siglo XIX… Todo esto generó un imaginario… Vivimos un caso bastante insólito, casi tarea de sociólogos, en cómo logramos conjugar esto de vivir en una cotidianidad limitada con un imaginario seductor”). Y sabemos como un enfoque identitario desde el folclore, desde los imaginarios totales, desde este pasado que ya hemos identificado en las narrativas como particular en su fragilidad, interpreta toda presencia externa, todo factor exógeno, como una amenaza. “Que los porteños sigan siendo como han sido”, pide el poeta Alfonso Calderón (ficha 10); “el turismo es importante, pero a la vez es algo peligroso. Fíjese que el turismo es una monocultura. Una ciudad que sólo vive de turismo no tiene alternativa. Es el caso de muchas ciudades en Europa”, advierten los expertos del Instituto Italiano para el Comercio Exterior (ficha 30). 5) El encuentro internacional no asegura el conocimiento de la alteridad. Se trata de igualar las identidades al Estado Nación.

Y eso, el relativo peligro de la alteridad –relativo, decimos, porque tensiona entre el beneficio comercial y la supuesta amenaza identitaria-, propone el retorno. Si ya

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hablábamos de la capacidad de generar “pisos estables” (la conversión del “otro” en un cliente), es el país, o en su defecto, una identidad mayor a la comunal, la que permite cierta convivencia con el nuevo escenario. Si se nos aparece una escala comparativa universal (y como en la ficha 56, pasamos a hablar de “una cultura única en la historia de la humanidad”), necesitamos una pertenencia que resista. Para eso está la pertenencia comunal, como se puede apreciar en la serie de “personificaciones” –“personificaciones” entendidas en su acepción de figuras literarias- que se atribuyen a la ciudad Valparaíso, como si la ciudad misma fuera un sujeto capaz de realizar acciones. Ello ocurre cuando el medio hace reseña de la fiesta –como en la ficha 69-: si las notas de ese tipo son exhaustivas en describir personajes que transitan por la calle, luego es lógico que titulen “Valparaíso tirará la casa por la ventana”; o en 27: “Valparaíso festeja”, “la ciudad conmemorará”: el rol de los sujetos es asumido por la ciudad. También se puede apreciar cuando hay acciones que se fundamentan en una búsqueda o rescate patrimonial: en ese caso, es la identidad comunal a la que se requiere (en Quilpué, por ejemplo, cuando se postula un museo para la ciudad, las particularidades históricas son funcionarizadas hacia la pertenencia comunal: “piezas de la estación de Quilpué”, “veinte personalidades de Quilpué”); pero también se dan una serie de juegos a escalas superiores. Por ejemplo, en Carnavales Culturales, aún cuando se enuncia formalmente que es un encuentro entre dos ciudades, se habla en la nota de “porteños” y “brasileños” (ficha 72). Si bien el primer impulso es afirmar la pertenencia comunal sobre la pertenencia al Estado Nación, esto se refuta cuando la nueva vitrina internacional es destacada o expuesta a un nivel nacional: con el título patrimonial no se descubren otras ciudades, se descubren otros países. El viaje se sigue significando cuando excede los límites nacionales, y ello es excusa de contingencia, o marca de excepcionalidad, de la cual el medio se apropia para los procesos que le competen en la construcción de la noticia (es evidente cuando, incluso, se postula como algo fuera de la normalidad del porteño: “…pensaron que lo habían logrado todo en la vida…”, “…es lo máximo que nos pudo haber pasado…”, afirman los viajeros de un curso patrimonial, cuando la ciudad brasileña los invita a un intercambio, en ficha 57). 6.3.4. Lugar

1) Patrimonio está en el casco histórico y la extrapolación de sus cualidades como frágil unidad urbanística del pasado industrial.

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Con la denominación de Valparaíso como “Patrimonio de la Humanidad”, la figura del casco histórico es explícitamente apuntada como objetivo del nombramiento. Esto, a través de definiciones normativas del título patrimonial, como ya discutíamos en el apartado del Marco Teórico sobre “Patrimonio” (sección 3.5.). Sin embargo, nos interesa el casco histórico de otra manera: es la enunciación de una serie de elementos que configuran el lugar del patrimonio. El casco histórico no recibe en las notas revisadas alguna demarcación física clara. Pero como lugar antropológico, y por lo tanto identificatorio, propone las siguientes prescripciones y prohibiciones: primero, puede parecer una obviedad, pero al hablar de casco –ya pasaremos al “histórico”- estamos hablando de una dimensión física frontal, visible en extremo e identificable con un simbolismo urbanístico que cargan los edificios. El casco histórico se sitúa en el centro porteño, en el plan. Es el espacio del tránsito (así también, se configura como lugar relacional), de la transacción económica y de la calle como territorio de paso, desprovisto de la configuración relacional que pudiesen significar los barrios. El tránsito por Valparaíso y hacia fuera, debe pasar por ahí. Por lo tanto, es el lugar de la visibilidad, en la cual se insiste cuando se le selecciona también para protagonizar los dispositivos publicitarios pensados para entablar un diálogo con territorios fuera del límite comunal. Por ello podemos postular prohibiciones, pues la denuncia está fundamentada en una disputa de visibilidad (ficha 1, dice el doctor Rodolfo Allesch: “…un entorno desagradable y antigénico alimentado constantemente por las descargas de desechos, lo que influye directamente en la percepción y valoración de los individuos frente a su paisaje…”). Y cuando decíamos que habían factores que trascendían la contingencia del nombramiento en Valparaíso, nos referíamos a las cualidades por las cuales es posible postular también al antiguo Congreso Nacional en Santiago, como “patrimonio”: antigüedad casi fundacional, sede de los actores que conocen y discuten el orden (políticos, en terminología tradicional), y un llamado a la recuperación, primero física, luego de sentido (“…opino que debemos recuperar el edificio de Santiago, el que debe retornar a su origen ya que es un edificio patrimonial del Parlamento chileno”, dice Andrés Zaldívar en la ficha 49).

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Todo esto pasa por una apreciación estética: recordemos que la discusión sobre patrimonio es también una discusión sobre el eurocentrismo25. Si también concebimos el casco histórico como la recreación de este pasado industrial, la celebración del patrimonio se materializa en el legado de ese período de “temprana globalización” (lo enfatiza el nombramiento de los troles como Monumento Nacional, en ficha 22) se vuelve histórica, en cuanto hito que se recrea con regularidad, que define el lugar de los antepasados. Pero no histórica en el sentido tradicional. De hecho, la historia es justamente lo que se quiere evitar al destacar la fragilidad –frente a la mano humana- del patrimonio (los edificios del casco patrimonial –sólo se nombra Aduanas- serán protegidos con un antigrafito, según ficha 48; “¡Claro!, Mantener a Valparaíso tal como está. Justo. Valparaíso cuenta con una arquitectura urbana muy particular”, propone el profesor Paolo Ceccarelli, experto en restauración, en ficha 30). En esto, hay una paradoja evidente. Se apunta a la recuperación, para la no intervención. El futuro ya no será como el presente. ¿Qué preservamos? El territorio nos propone la siguiente relación: dejarlo tal como se está ¿De qué manera esto es posible? Para saber cómo es ser “tal”, cómo es ese espíritu a preservar, es necesario el examen, la evaluación y la planificación. ¿Cómo se hace esto sin cambiar? No hay historia en cuanto no hay cambios (podríamos estar en presencia de un argumental como el de la ideología del “fin de la historia”), en cuanto el futuro (ideal) es la perpetuación incólume del presente.

2)

Patrimonio

es

una

demarcación

geopolítica,

por

lo

cual,

ante

la

instrumentalización económica corresponde a la ciudad o región completa.

Geopolítica, porque su disposición en el espacio es generada desde una demarcación basada en criterios aceptados. “Patrimonio” se sitúa en un espacio arbitrario en cuanto es concebido como un recurso, una materia prima que define una pertenencia y riqueza de un territorio mayor: si las regiones de Chile fueron construidas desde una serie de criterios materiales, también “Patrimonio” debe encontrar alguna correspondencia con esa forma de distribuir el territorio. Así, las autoridades políticas de la

Región de

Valparaíso se cuadran frente al “Patrimonio” (en ficha 3, en palabras de El Mercurio de Valparaíso: “tiene dividido a los diputados entre porteños y sureños”; “los de la Quinta se 25

El lugar excepcional lo es respecto a Europa. Pero también, la UNESCO ha distribuido el título de tal manera que de un total de 851 sitios reconocidos como “Patrimonio Mundial de la Humanidad”, 423 de estos lugares se encuentran en Europa y Norteamérica, contra 428 en el resto del mundo. 117 lo están en Latinoamérica y el Caribe.

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la juegan por las empresas mezcladoras de edulcorantes que trabajan en la zona y comprometen cientos de puestos de trabajo”); mientras que entendido como capital, el “Patrimonio”, establece sub-rutas a la figura de la región, en un nuevo esquema relacional. Por ejemplo, una “tríada turística”, propuesta por empresarios de la zona, donde Valparaíso –“con su patrimonio”- se suma a Viña del Mar y Casablanca. En la ficha 18, en un texto sin atribución de cita, se relta el tránsito: “se mostró la playa, las casas de Neruda, los cerros y ascensores del Puerto, museos y palacios de Viña, lugares de entretención, jardines, viñedos y rutas por los valles”: o sea, Valparaíso entrega a estas otras dos ciudades algo que no tienen –y esto es muy decidor cuando hablamos del lugar del “patrimonio” como lugar identificatorio-: su arquitectura trascendente desde el auge industrial de la ciudad (ascensores), su particularidad urbanística (cerros) y su ligazón con las artes y nostalgia bohemia (Neruda).

A todo esto habría que añadir la cualidad de “ciudad universitaria” que propone la ficha 80, pero incluso acá podemos darnos cuenta que tal cualidad se deriva de una condición previa: “Una ciudad que promueve la cultura y con grandes opciones en el tema histórico y patrimonial”, describe un decálogo de fortalezas presentado por el diputado Gonzalo Ibáñez. La condición patrimonial se conjuga con las otras características turísticas de las ciudades vecinas (playas, ruta del vino), al conceptualizar un nuevo mercado turístico. La posición histórica establece sus hitos regulares cuando se dispone como una “estación” en un circuito. De ahí que “patrimonio” pueda ser homologado a la ciudad completa en cuanto distintivo de las otras ciudades (“…en la ciudad Patrimonio de la Humanidad”, se lee en la ficha 75) y también atribuido a las mismas autoridades –en cuantos delegados de un mapa geopolítico- puedan así expresarlo (la ficha 25 personifica el título en Pinto; “yo soy el dueño de casa”, afirma en la 35). 3) Patrimonio está en el mar y su cercanía, en cuanto reminiscencia del glorioso pasado industrial, pero también como lugar de proyección económica.

Hemos nombrado recurrentemente la alusión al “glorioso pasado industrial de Valparaíso”. La figura está presente en la resolución de la UNESCO sobre la postulación de la ciudad a un sitial como “Patrimonio de la Humanidad”. Pero, recordemos, no nos interesa la figura desde la formalidad, sí en los traslados que se ciernen entre concepto y mentalidad. Si discutimos de pasado (industrial), justamente la perspectiva antropológica

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nos permite separarlo del eje diacrónico temporal –no pensemos, solamente, en la línea temporal que propone la Historia- y sí pensarlo como un lugar que se reactiva en su regularidad, en “el lugar de los antepasados” –la terminología es de Augé (2004)- que se recrea en el hito. Ese “pasado industrial”, entonces, permanece como un lugar indeterminado de la memoria, por tanto importa en la construcción de la ciudad como un imaginario, luego como un lugar indentificatorio (“es el lugar de mis antepasados”). El pasado industrial se asocia directamente con el mar. El “patrimonio”, entonces, también. El título es explicado por los académicos de la PUCV, Nelson Vázquez y Francisca Gallegos, previamente al resultado de la deliberación de la UNESCO: “(Valparaíso posee) un sello relacionado con el ámbito marítimo ‘propio de una ciudad puerto como ésta’”; “el carácter único que lo distingue de otras: su vinculación con el auge de la navegación del siglo XIX” (ambas son citas al asesor de Cultura Agustín Squella, en la ficha 05); el cliché “La joya del pacífico” se vuelve acá político, en su ligazón a la productividad marítima perdida (ficha 06); e incluso provee de nuevas metáforas en la intención de una refundación (“el porteño tiene puesta a prueba la imaginación con la proa hacia el futuro”, declara el poeta Alfonso Calderón en ficha 10).

El pasado marítimo, es también, la más potente figura de futuro; pero en su jerarquía podemos también explorar la capacidad de ver de quienes entregan este título: el pasado marítimo e industrial es asociado con una temprana muestra de globalización, por lo tanto, un ejemplo de excelencia mundial, o profundizando en la relación, en cierta articulación con la Historia occidental. Lo explica el asesor de Cultura (ficha 23) Agustín Squella, cuando justifica el nombramiento en el pasado de “inmigrantes”, en la condición “cosmopolita”. No podemos, entonces, considerarla solamente como una referencia al pasado; cuando se destaca un pasado

inserto en

una línea de desarrollo

occidental/europea, es porque el título se está insertando dentro de una teleología particular. Desde aquí, también deberíamos comprender el interés refundador y el proyecto que conlleva, como expectativa, el nombramiento patrimonial. Desde ahí se proyecta un mejor futuro para “el espacio entre el plan y los cerros” de Valparaíso -¿existe un lugar entre el plan y los cerros en Valparaíso?- (ficha 8, en voz de El Mercurio de Valparaíso); se propone un “Valparaíso modelo patrimonial” que es reactivado en expectativa durante los hitos fundacionales como el año nuevo en el mar (ficha 76, también en la voz del medio); o el mismo nombramiento se dispone como hito para los proyectos particulares (“Al cumplirse dos años de que la UNESCO le concediera a

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Valparaíso la categoría de Patrimonio Cultural de la Humanidad el Colegio de Arquitectos de la Quinta Región realizó un homenaje en la Plaza Aníbal Pinto, a un costado de la fuente ‘Neptuno’”, en ficha 41, otra vez el medio, sin atribuir cita). El “Patrimonio” está en el mar, y el mar, pese a lo literal, ya no es el lugar del pasado, si no el de la proyección. 4) Patrimonio existe en el vértice de encuentro: es el turista el que “encuentra” el patrimonio, y la ciudad la que debe encontrar su lugar en tal vitrina internacional.

Aparte de una implicancia teleológica, el origen de la denominación de Valparaíso como “Patrimonio de la Humanidad” cierra una relación circular. Si se “premia” el adelanto de Valparaíso dentro de un esquema de desarrollo industrial, ese premio es proyectable al futuro en cuanto se dispone en una dimensión similar. Una dimensión que considere una mejor condición económica –en comparación, con la situación económica global- y un lugar relacional con ese espacio exterior. El “patrimonio”, entonces, es dispuesto en un vértice de encuentro: existe en el lugar de la relación con el extranjero, y esa relación se concreta en la proyección de una industria del turismo. De ninguna manera esto equivale a decir que “patrimonio” es reconvertido en una actividad económica: lo que queremos decir es que en la misma existencia de “patrimonio”, en cuanto concepto postulado y comprensible en Valparaíso, encuentra su lugar, su visibilidad en el orden, cuando se dispone en el encuentro con otra identidad. Una actividad ligada al “Patrimonio” carga, incluso, con la condición de los visitantes: más que buscar sujetos extranjeros, la misma celebración de “patrimonio” dispone la denominación de “visitantes” a quien sea se inserte dentro de los circuitos turísticos (Ambos son citas a El Mercurio de Valparaíso, sin actor del discurso explícito: “Habrá 120 monitores que esperarán en cuatro puntos de la ciudad a los visitantes…”, dice la ficha 26, considerando la opción que esos visitantes sean habitantes de Valparaíso; o en la ficha 32, donde se ofrece un circuito patrimonial “para todos los pasajeros que aborden desde el interior de la región los trenes de Merval, … un 50 por ciento de descuento en el valor del boleto”).

Así es como también pueden establecerse condiciones “patrimoniales” en los sujetos. Cuando el Municipio organiza el nombramiento de “embajadores” de Valparaíso en un aniversario de la designación de la UNESCO (ficha 36), se establecen ritos protocolares que justamente tienen que ver con la visita: un mandamiento que obliga “visitar Valparaíso por lo menos tres veces al año” –de esto, concluimos, es que la misma

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investidura se guarda para quienes salen o viven fuera de Valparaíso. Por lo mismo, toda la potencia que involucra el título patrimonial como factor de desarrollo, se activa cuando las demandas se justifican en este vértice de implicancia internacional. “…Gestiones que realiza Cornejo en Alemania para conseguir con el embajador de Chile en Alemania, vía donación, tecnología de punta en implementos para el combate de incendios, sobre todo en edificios patrimoniales, como espuma o pitones especiales”: un petitorio internacional es exigible en cuanto involucra el argumento “patrimonial”, dada su condición universal.

Cuando hablábamos de cierta uniformidad de Valparaíso en la cual se justifica el título, queda claro que el extranjero es quien puede advertir esta uniformidad comparativa. Lo mismo, con la unicidad (dice una experta patrimonial en ficha 82: “aquí no hay cerros naturales, sino culturales. Me gustaron mucho los ascensores también. En ninguna parte del mundo existen estos artefactos26”) que sólo puede ser apuntada por la “otredad”. Y luego es comprensible por qué el hito de celebración del “patrimonio” es, por excelencia, el Carnaval Cultural: “El Puerto celebra junto a Salvador de Bahía ser una ciudad Patrimonio de la Humanidad”, dice la ficha 70; es un lugar de encuentro, un momento de pertenencia global, y a la vez, distinción nacional. El “patrimonio” es invocado: a la relación se acude, luego, el título y su lugar tienen el dinamismo de un encuentro. 5) Patrimonio existe en un lugar normado, como puede ser el escenario judicial, pero más evidentemente, el recinto de lo culto: el arte, la Academia, el museo.

Cuando hablábamos del protocolo que se propone a los embajadores “patrimoniales” tocábamos tangencialmente un punto que acá nos interesa desarrollar: el lugar del patrimonio está fuertemente normado. Las disposiciones orden le proveen de una existencia institucional –ya hablábamos del lugar de acceso que guardan la Academia u otras experticias- que es a su vez, lugar de relación, de una serie de prohibiciones entendibles. La conceptualización de “patrimonio” que se hace en contextos distintos a la designación de la UNESCO (por ejemplo, un contexto legal, o dentro de un delito económico) nos habla de una posesión positiva, esto es, de un lugar concreto, palpable, contabilizable, que puede ser atribuible a un dueño (el “daño patrimonial” del cual habla la 26

Dudamos que “en ninguna parte” del mundo existan ascensores. Pero el que se pueda afirmar (y publicar), afirma aún con más fuerza nuestro postulado: la condición patrimonial se condice con una condición de “unicidad”. El orden de los factores, por tanto, es intercambiable. Se escribe: hay patrimonio porque la ciudad es única; pero no es menos cierto a la inversa: la ciudad es única porque hay patrimonio.

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ficha 24 es punible, y reconoce víctima e inculpado; o de la misma manera, “Atentados contra el patrimonio”, en el contexto de otra comuna, Viña del Mar, puede atribuirse a los delitos económicos contra los bienes materiales de todo ese territorio). Nos interesa destacar estas acepciones no por su materialidad –dinero, posesiones, bienes-, sino para dar cuenta de un valor extendido: es también un lugar privado por una serie de convenciones, normado en su acceso por una ritualidad que se deriva de otros conocimientos. “Patrimonio” –y esto lo lleva a terrenos aún más crípticos y maleables por quienes dicen comprenderlo- es un lugar espiritual, resguardado por la nostalgia, irreal como imaginado (según la ficha 58 “patrimonio” está en “la dimensión legendaria, mítica, fantasmagórica y poética, de una ciudad que se ubicó a fines del siglo XIX”; o más dramáticamente en la ficha 95, y en la voz de un poeta-literato, “Valparaíso no existe”, dada su condición de lugar patrimonial “mágico, humorístico, surreal, absurdo y poético”).

En este trabajo hemos citado a Rama, por lo cual, hablar de ciudad real e imaginada no debería ser ninguna novedad. Pero esta dimensión “irreal” no es derivada de esa explicación. Es un proyecto político, justamente porque dispone la comprensión de “patrimonio” en términos incomprensibles y lo dirige hacia terrenos apolíticos. Así, “patrimonio” sólo puede explicarse desde el arte y validarse desde el discurso culto (los habitantes pueden discutir de “patrimonio” mediante un “Concurso de arte para adultos mayores: (…) el tema son las recientes nominaciones que recibió el Puerto, como capital cultural y Patrimonio de la Humanidad”, invitados por la Universidad, en ficha 53; o puede estar presente en soportes materiales: un texto reconocido a nivel mundial parte del “patrimonio cultural escrito”. Según lo que cuentan especialistas argentinos en la ficha 89, “el patrimonio va desde un documento, pasando por una obra de arte, y terminando en un edificio en un área urbana. Cada uno de estos elementos es soporte de nuestra identidad”).

Como lugar del arte y soportes cultos, el manejo de especialistas es postulado más bien como una separación y resguardo del público, como una cubierta de vidrio que protege –no olvidemos la importancia de tal narrativa-, que eleva el asunto a un espacio de visibilidad, pero no de acción. Y es espacio de lo culto en cuanto lo masivo, lo popular, sólo aparece en su condición aclamativa –ya mencionábamos el encuentro de las ciudades en los Carnavales, y también las celebraciones “espontáneas” que trajo la denominación en la calle. La división es clarísima en el sumario que hace El Mercurio de

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Valparaíso sobre las actividades de los Carnavales: “… manifestaciones artísticas que han sido realmente notables, las que van desde expresiones muy masivas hasta otras que tienen que ver con las universidades y el patrimonio…”. O sea, dos extremos de un eje cultural: lo masivo y lo patrimonial.

Sumario de los resultados27:

7. -

Las

secciones

del

medio

que

recogen

el

tema

de

“Patrimonio”

son

”Ciudades” y “Ciudades, Valparaíso”, así como una sección que aparece para la ocasión, “Ciudades, Patrimonio”. Esto nos habla de un tema que excede al mosaico temático del medio, por cuanto “Ciudades” es la sección que no es “Política”, ni “Deportes”, ni ninguna de las áreas diferenciadas por temas. Esta afirmación es reforzada por la creación de secciones como “Ciudades, Patrimonio”, “Un día histórico”, o incluso en “Vía libre” –la sección de “Arte y Cultura”, donde el término también requiere de un nuevo espacio: “Vía libre, Carnavales Culturales”. - Las temáticas de las notas con el concepto “Patrimonio” privilegian un tipo de texto que parte desde la estupefacción: el medio requiere explicar “¿qué es patrimonio?”. Para responder, elabora textos y gráficos pedagógicos con la información oficial de UNESCO y consulta a actores sociales políticos y del arte para enfrentar esa voz oficial con lo que pasa o pasará en Valparaíso. Acá hay una paradoja de exclusión: otra temática preferida es la cobertura en la calle de las celebraciones. ¿Por qué explicar tanto el término si “la gente en las calles” ya resolvió que es algo que se debe celebrar? No se examina el discurso de la celebración, sino solamente la suma análoga de la aclamación a la voz oficial.

-

Las narrativas sobre el concepto de “patrimonio” son las siguientes: o

La designación de “Patrimonio” es un hito de re-fundación: el pasado reciente de Valparaíso debe negarse, por una ciudad próspera.

27

Acá exponemos, en forma resumida, los resultados de la investigación. Para un mayor desarrollo de estas afirmaciones, referirse a cada sección de esta tesina desde donde se extraen estas ideas.

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o

Valparaíso amplía su funcionalidad a otros territorios, por lo que debe procurarse una élite para el manejo del título patrimonial: el Gobierno Comunal probó su capacidad al lograr el título, ahora la Academia y la industria turística deben participar.

o

El título de “Patrimonio” es propiedad de todos los habitantes de la ciudad, por lo cual es, en esencia, un espacio democrático, aunque no lo entiendan.

o

El privilegio estético que adquiere Valparaíso con la denominación de “Patrimonio” obliga al país y al mundo a situarlo como prioridad.

o

El título “Patrimonio” establece un deber de restauración y conservación: Valparaíso ya tenía gran valor, ahora con el título se ve amenazado por elementos exógenos.

-

La mentalidad en el uso del concepto “patrimonio” opera por autoridad y reducción. o

Autoridad: 

La UNESCO define lo que es “Patrimonio”: el reconocimiento al pasado industrial de Valparaíso como testimonio al mundo; la Academia coincide en la interpretación y está para hacer operativo ese proceso, integrando participación.

El Estado reconoce la capacidad del Gobierno comunal para dirigir “Patrimonio” en un esquema de desarrollo: requiere de probidad para orientarse al arte, la discusión académica y la arquitectura del pasado.

El título “Patrimonial” significa provecho económico y restauración: esto lo sabe un rubro con experiencia en los modelos extranjeros.

“Patrimonio” es la oportunidad del regreso al origen bohemio, poético y soñador de Valparaíso: el rubro del arte defiende esa posibilidad.

“Patrimonio”, antes que un título, también apunta a la propiedad privada, y por tanto, el cuidado de la ciudad es primero responsabilidad privada.

o

Reducción: 

Con el título de “Patrimonio”, Valparaíso se asegura la entrada a una elite global, marcando un nuevo comienzo para la ciudad con la posibilidad de recursos que promete el nuevo turismo.

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“Patrimonio” se funde con otros conceptos: monumento nacional, arte, o algunas frases hechas (tiempo pasado, gran responsabilidad, biblioteca universal).

“Patrimonio” es un título global a la comuna, que se entiende en dos dimensiones: tangible (arquitectura y edificios) e intangible (lo mágico, las personas).

El proceso de obtención del título de “Patrimonio” es descrito como un triunfo deportivo: cobertura minuto a minuto, contactos a la salida de la “cancha”, celebración a las calles, himno patrio espontáneo, ranking de clasificados, triunfo del humilde.

“Patrimonio” se entiende en dos opuestos simples: “Patrimonio” es lo bueno en los balances del año, opuesto a lo malo, que es la carencia de la ciudad presente en Valparaíso.

- Los actores sociales que participan en la discusión sobre “patrimonio” son mayoritariamente aludidos desde su participación en el Estado, son actores “políticos”. En ese nivel, se les identifica de individualidad, se les atribuye cargo, y se les provee de discurso. El medio resuelve el tema de “patrimonio” desde una matriz moderna, donde los únicos ejes sociales dispuestos para los actores, corresponde al “trabajo y producción” y a “política”. Por eso es que en los “actores con densidad organizacional que identificamos corresponden a organizaciones civiles propias de la Modernidad (sindicatos, gremios, fundaciones, clubes deportivos). Es también esa matriz tradicional la que no permite ver diversidad y propone exclusión desde la generalidad. Mercantil, en el caso que reconoce “turistas” y “proveedores de servicios” en la apertura internacional; conservadora, cuando los actores omitidos son reconocidos como agrupaciones efímeras –“turba”, “público”, “masa”, “aglomeraciones”- no capacitadas para el debate racional que el medio requiere para el concepto “patrimonio”.

-

El proyecto de ciudad lo encontramos en cuatro apartados: Estado, Ciudadanía, Diversidad y Lugar. o

Estado: 

A través de su condición de gestor, el Estado debe asumir un momento de refundación, desde la planificación técnica y orientada a objetivos materiales de conservación.

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La designación patrimonial es un asunto principalmente económico, en el cual el Estado se incluye como intermediario entre ciudadanía y privados, atendiendo los requerimientos de los primeros.

El Estado reclama su pertenencia sobre el título patrimonial y tras ello opera como difusor pedagógico de los requerimientos de la UNESCO.

Asegura neutralidad en el proceso que comienza la ciudad: por lo tanto, desde la objetividad, es capaz de reconocer actores distinguidos y diferenciar trato entre comunas.

Personifica el hito como responsable de la designación, ordena el quiebre de normalidad y su presencia es obligatoria en cuanto proveedor de identidad.

-

Ciudadanía: o

La ciudadanía deriva de un reconocimiento político, que define límites y motivos de participación.

o

Patrimonio

reactiva una concepción ciudadana

tradicional: capacidad

asociativa y formación pedagógico-letrada. o

La condición ciudadana se confirma en un compromiso con los planes de restauración, ornato y aseo de la ciudad.

o

La ciudadanía se explica en términos de consumo: deriva en clasificaciones comerciales en los sujetos y los mueve una recompensa.

o

Ciudadanía y patrimonio plantean niveles de desigualdad: buenos ciudadanos, ciudadanos y marginales.

-

Diversidad: o

El límite para la diversidad lo norman organismos académicos, profesionales, y asociaciones tradicionales.

o

Patrimonio es un lugar de confrontación: ante una diversidad indeseable –por lo confrontacional- se recurre al rol o al ciudadano como consumidor.

o

La potencia política de los sujetos radica en su capacidad consultiva con el Estado.

o

La diversidad no puede forzar los límites de una identidad original, la identidad porteña, anclada en el pasado y de frágil presente.

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o

El encuentro internacional no asegura el conocimiento de la alteridad, si no un regreso a las identidades de mayor escala.

-

Lugar: o

Patrimonio está en el casco histórico y la extrapolación de sus cualidades como frágil unidad urbanística del pasado industrial.

o

Patrimonio es una demarcación geopolítica, ante la instrumentalización económica corresponde la ciudad o región completa.

o

Patrimonio está en el mar y su cercanía, en cuanto reminiscencia del glorioso pasado industrial, pero también como lugar de proyección económica.

o

Patrimonio existe en el vértice de encuentro: es el turista el que “encuentra” el patrimonio, y la ciudad la que debe encontrar su lugar en tal estante internacional.

o

Patrimonio existe en un lugar normado, como puede ser el escenario judicial, pero más evidentemente, el recinto de lo culto: el arte, la Academia, el museo.

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8. Conclusiones sobre los resultados Cuando en el marco metodológico de este trabajo adscribimos a un enfoque hermenéutico, ya nos disponíamos a un trabajo donde el análisis debía ser sometido a un análisis. Reservamos este apartado para ese ejercicio, y en la última sección, enfrentaremos este análisis, así como todo el trabajo, a una referencia complementaria. Nos interesa complementar sobre tres conceptos que están recogidos en los objetivos de este trabajo, y que finalmente, son conclusivos de ese proyecto de ciudad que nos interesó para orientar esta tarea: se trata de Estado, Ciudadanía y Periodismo. Sobre el Estado: El desborde.

La refundación no es responsabilidad del Estado. Y es lógico, además, que el Estado –en su sustancia Moderna- se sienta amenazado ante cualquier propuesta de refundación. Decíamos, con Habermas, que el Estado “es la ‘administración pública’. Debe el atributo de la publicidad a su tarea: cuidar del bien común público, de todos los ciudadanos” (1994, p.42). Pero en este modelo patrimonial –tan cargado a reconocer actores políticos- el Estado Moderno profundiza en su crisis.

Pensemos en las conclusiones a las que hemos llegado: la personificación del Estado en designados temporales; su disposición hacia un clientelismo comercialfinanciero; la necesidad de desarrollar una extremidad pedagógica frente a la designación patrimonial; su constitución como tribunal geopolítico en la administración de objetivos patrimoniales poco claros; y su advenimiento como indicador del quiebre de normalidad: todas ellas, características que el Estado se apresuró en administrar, sin advertir que en ellas está el germen de su propio decaimiento. Son todas ellas, narrativas sobre la debilitación del Estado.

De inmediato también, nos encontramos con una conclusión interesante para este estudio. Hemos insistido sobre la potencia que aún, en todas las narrativas, posee la Modernidad. También reafirmamos la capacidad del Estado Nacional para justificarse como el principal proveedor de identidad hacia los actores reconocidos en ese trabajo, incluso cuando hemos reseñado cómo las pertenencias comunales se ven reactivadas en un reconocimiento que propone actividades entre una ciudad chilena (Valparaíso) y sus

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pares extranjeros (otras ciudades, también designadas como “Patrimonio de la Humanidad”). Y ya dimos cuenta de cómo los actores dispuestos en el eje “Política” eran los más numerosos para los artículos que tenían que ver con “Patrimonio”, así como también ellos se identificaban, en el mayor de los casos, con un tipo de reconocimiento como “actor de la acción” y “actor del discurso”. Sin embargo, ello no asegura un puesto pragmáticamente- funcional a sus objetivos. Asumimos, claro, que el Estado Moderno está preocupado por su permanencia.

Cuando los diputados, concejales, el alcalde Hernán Pinto y los distintos delegados burocráticos que se apropian, rápidamente, del discurso patrimonial, lo que están cimentando es un andamiaje de expectativas que no tienen capacidad de cumplimiento. El patrimonio y todo el triunfalismo asociado, es un sobregiro. Y como los actores políticos no se ofrecen más que a responder por su rol dentro del gobierno, más que por su acción en la promoción del Estado (basta con pensar en la visibilidad que los personajes procuran a la hora de las celebraciones, así como su capacidad para criticar el proceso desde su individualidad), estamos en presencia, entonces, de una difícil tensión en la cual hacen equilibrio los intereses de los mismos privilegiados en las cartografías de la ciudad patrimonial. Esa tensión, claro, puede sostenerse en el tiempo28. Pero eso sólo si consideráramos que tales actores no están dispuestos en un esquema social donde la publicidad es requerida para el consentimiento.

El Estado -y acá llegamos también a un problema que tiene que ver con mentalidades- es también responsable del discurso de la refundación de la ciudad. No podría ser de otra manera, pues desde ahí fue que se destinaron recursos para la empresa. Desde el Estado, además, se proveyó de otros simbolismos como la designación de Valparaíso como “Capital Cultural”. Es por medio de la ampliación que está haciendo frente al desborde de sus capacidades. La adición es una posibilidad de crecimiento en la ciudad postmoderna (Jameson, 2003), pero al contrario de lo que pueda sugerir, esta expansión tiene que ver justamente con el descontrol. Y eso, sabemos, es una amenaza que invalida al Estado: los operadores del orden están desbordados. 28

Esto puede graficarse en una anécdota: cuando Nikita Khrushev fue forzado a dejar el gobierno, se sentó y escribió dos cartas a su sucesor, Leonid Brézhnev. Le dijo: “cuando te veas envuelto en una situación de la cual no puedes salir, abre la primera carta, y estarás a salvo. Cuando te metas en otra situación de la cual no puedas salir, abre la segunda”. El sucesor, en problemas, abre la primera carta, que dice: “échame la culpa de todo”. El consejo funciona. Cuando hay problemas insalvables, Brézhnev abre la segunda carta, que esta vez dice: “Siéntate. Escribe dos cartas”.

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Sobre la ciudadanía: Responsabilidad compartida.

Al observar las narrativas que se ciernen sobre la ciudadanía, está claro que una de las formas para quitar presión al desborde del Estado es transfiriendo la responsabilidad de la refundación a la ciudadanía. Acá es donde se reactivan una serie de normas que nos llevan a dar con los actores incluidos: aquéllos que operan dentro de una matriz moderna, que definen su visibilidad en el orden público desde su condición laboralindustrial, o desde su adscripción política, o desde la vocería de organizaciones gremiales para ocupaciones que, esta vez, tienen que ver con las mismas narrativas que destacábamos sobre el concepto de “patrimonio”: son arquitectos, marinos, políticos, restauradores, académicos internacionales, poetas, abogados, asesores presidenciales y otros. Quizás es un mayor aporte pensarlos no como la ciudadanía privilegiada en un esquema predefinido, sino que con su visibilidad, son ellos mismos los que están definiendo el orden posible. No hay que perder de vista que al pensar en ciudadanía, estamos pensando también en una imbricación con el Estado. Pero a diferencia de lo que sucede con el Estado, con la ciudadanía sí es posible advertir una serie de responsabilidades inmediatamente. La participación ciudadana es, de nuevo, aditiva: más deberes, todos ellos sumándose a los deberes básicos, como lo pueden ser aquellos deberes de carácter constitucional.

Los ciudadanos, además de su dimensión cívica, deben incorporarse a una nueva dimensión ética, que trae como consecuencia, el encuentro multicultural. Los nuevos deberes que la ciudadanía adquiere, también tendrán que ver con la superación de la multiculturalidad en un modelo donde, ya lo sabemos, el Estado no asumirá más costos. Tal compromiso ético puede ser resuelto de manera intercultural, y ahí podemos pensar en una potencia incluyente de este proceso patrimonial. No es el caso.

“La idea de nación implica que los individuos dejen de considerar sus regiones como base territorial de sus acciones. Presupone el desdoblamiento del horizonte geográfico al retirar a las personas de sus localidades para recuperarlas como ciudadanos. La nación las ‘desencaja’ de sus particularidades, de su provincianismo, y las integra como parte de una misma sociedad. Los hombres,

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que vivían la experiencia de sus ‘lugares’, inmersos en la dimensión del tiempo y el espacio regionales, son así referidos a otra totalidad” (Ortiz, 1998, p.28)

¿Qué tiene que ver esto con la situación multicultural del patrimonio? Asistimos a una refundación discursiva. El Estado es la objetivación de este desplazamiento que propone la existencia de una “idea de nación”. Pero una vez que se nos dispone en un nuevo orden operativo –el “Patrimonio”, como integración a un orden de escala universal-, el desplazamiento nominativo no se asume más que “originariamente”: los que vienen a Valparaíso son visitantes, los que vienen a consumir son turistas, los ciudadanos ganan un deber de atención económica –y ética dentro de los límites del mercado- con ellos. Cualquier otro tipo de visita, no es advertida identitariamente. Desde ahí, que bajos estos preconceptos, sea imposible generar un proyecto intercultural.

Sabemos que una de las tácticas que los sujetos pueden generar frente a un orden Moderno que no los favorece tiene que ver con la condición ciudadana del sujeto como consumidor, pero nos parece que esa vía carece del espesor democrático que propone la designación patrimonial. No porque desestimemos el potencial ciudadano en el consumo –ya durante las conclusiones, con García Canclini (1995), dejamos establecida nuestra posición sobre el tema-, si no porque en una ocasión única como lo es una “refundación”, nos parece que las soluciones demandan una acción compleja, con definiciones utópicas más que confianzas de inercia.

Exponemos una de las narrativas que encontramos para la ciudadanía: “Ciudadanía y patrimonio plantean niveles de desigualdad: buenos ciudadanos, ciudadanos y marginales”; y desde esta narrativa podemos advertir cómo los distintos actores se procuran dentro de esquemas de privilegio que a su vez, son facilitados por una estructura anterior: en la ficha 36, el medio cubre la elección de supra-ciudadanos, una suerte de embajadores que en ningún caso se derivan de una intención futura, sino de esquemas previos -son animadores de televisión, deportistas exitosos, políticos de relevancia histórica, y otros actores que son capaces de operar a un nivel de visibilidad nacional-, pero que además fundamentarán su distinción en rituales decimonónicos, ya sean firmar un libro de visitas en la ciudad o brindar por Valparaíso cuando deban levantar su mesa en alguna reunión social. Desenredar ese ovillo –las pertenencias previas que dan con los privilegios presentes- puede llevarnos por una ruta de pistas sobre un pasado

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que se perpetúa en los nuevos proyectos. Y eso, para cualquier análisis, invita a la decepción. Las expectativas, de nuevo, superan los resultados: tenemos al Estado Moderno y la ciudadanía Moderna, superada en sus deseos. El Periodismo: El eslabón perdido.

Se hace necesario recordar a estas alturas que todas las conclusiones obtenidas durante este trabajo provienen del examen a un medio en particular, El Mercurio de Valparaíso, en ediciones particulares que ya definimos. Esto tiene una incidencia que más vale no perder de vista: toda conclusión que obtuvimos sobre el orden que acá se procura, así como los actores sociales que por ahí pueden desplazarse, tiene una relación directa con la capacidad del periodismo para advertir tales límites.

De ahí que la ciudadanía emerge como un concepto excluyente. Quizás así lo sea en su definición –la identidad, en el otro polo, es la que se define como “adscriptiva”-, pero nos encontramos con una forma particular de exclusión, que luego es funcional a los objetivos (o la carencia de objetivos, que deviene en la perpetuación de un orden sobrepasado) del Estado. ¿Dividir para gobernar? Todo lo contrario: se trata agrupar para ordenar.

Nuestros objetivos ya advertían que hay algo que no queríamos hacer durante este trabajo: ficcionar, de antemano, una “taxonomía de la exclusión”. La exclusión, por lo tanto, tampoco se haría presente en los textos periodísticos a no ser que de esa manera pueda señalarse, definitivamente, la existencia de lo marginal (en este caso, dejamos de hablar de “ciudadanía). Pocas veces sucede esto: el mal está en los graffiteros que atacan los muros patrimoniales, en “la gente” que forma basurales, en quienes impugnan el reconocimiento patrimonial.

Pues bien, la perturbación del orden aparece en contadas ocasiones como una marca que nos permita pensar sobre la ciudadanía (aquello que no es ciudadanía me puede entregar pistas para lo que sí es ciudadanía). Pero de ninguna manera, esto exime al periodismo de la promoción de un eje de exclusión, sino que más bien, nos revela la incapacidad del periodismo de trabajar con lo innombrable. Todo lo que el periodismo es

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incapaz de advertir, termina dentro de un conjunto homogéneo: “la gente”, “las personas”, “el público”, “la turba”, etcétera.

Ya estamos en condiciones de generar un gráfico para explicar las articulaciones que tenemos entre estos conceptos fuerza, especialmente ahora que incluimos al periodismo en el total:

Figura 4: Ejes de la relación entre “Periodismo”, “Estado”, “Patrimonio”, Ciudadanía” y los actores “masivo/popular”

Así interpretamos este gráfico. Tenemos la categoría “Estado” relacionada hacia la izquierda con “patrimonio”, lo cual nos permite reflexionar sobre todas las narrativas que desarrollamos (la personificación del Estado en designados temporales; su disposición hacia un clientelismo comercial-financiero; la necesidad de desarrollar una extremidad pedagógica frente a la designación patrimonial; su constitución como tribunal geopolítico en la administración de objetivos patrimoniales poco claros; y su advenimiento como indicador del quiebre de normalidad). Luego, la ciudadanía aparece dispuestas entre el área descrita entre el “Estado”, “patrimonio” y “Periodismo”: se trata de una ciudadanía excluyente, que encuentra sus límites en los tres conceptos que encierran esa área (interpretamos así, por ejemplo, la necesidad pedagógica con que “Periodismo” se

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relaciona con “patrimonio”, explicando a “ciudadanía” cuáles son sus límites y deberes después tras la designación).

Y al otro extremo de “patrimonio”, dispusimos lo “masivo/popular”, que demostró ser el polo opuesto en esta discusión sobre inclusión-exclusión. Toda el hemisferio derecho es el espacio que podemos llenar con “gente”, con “graffiteros”, con “niños”, con “multitud”, y demás categorías que no pueden atravesar el eje dispuesto en conjunto por “Estado” y “Periodismo”. Es por eso que la línea relacional entre lo “masivo/popular” y el “patrimonio” se convierte en una línea punteada tras el eje norte-sur: el tránsito es obstaculizado. Por supuesto, consideramos que lo “masivo/popular” es capaz de advertir las fisuras, atajos, o rutas alternativas hacia el “patrimonio”, y por ello elegimos la línea punteada en vez de un desvanecimiento total.

Por otra parte, hemos concedido al “Periodismo” el polo opuesto al “Estado”, considerando que el modelo reafirma un proyecto de Estado Moderno y Liberal, donde el periodismo opera frente al Estado, como expresión disociada del aparato estatal. Sin embargo, afirmamos que contra cualquier precepto, el periodismo y el Estado son los encargados de sostener esta frontera entre “patrimonio” y lo “masivo popular”, definiendo así “ciudadanía”. Estas no son relaciones funcionales: es un círculo, por lo tanto, es capaz de rotar de acuerdo a la perspectiva de abordaje, donde más que las direcciones nos interesan las fronteras. El periodismo, en este proyecto de ciudad, está sosteniendo uno de los extremos en una cuerda muy tensa que marca la frontera entre ciudadanía y exclusión.

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9. Reflexiones finales. La paradoja de la extinción.

El día 3 de febrero de 2007, mientras este trabajo era realizado, una fuga de gas, sumado al precario mantenimiento del tendido eléctrico subterráneo, provocó una explosión en calle Serrano de Valparaíso, en un área incluida dentro del llamado casco histórico de la ciudad, causando la muerte de cuatro personas, y dejando en condición de damnificados a cerca de 60 personas. El lugar, luego, pasó a ser llamado en la prensa como “Zona 0”, y tras la hiperbólica cobertura de la catástrofe, las acusaciones de responsabilidad, y sólo después de la descripción de los edificios perdidos, apareció el reclamo de los sobrevivientes. Con menos fanfarria, el día 2 de enero de 200529, el comandante de Bomberos, José López, advertía que en esas edificaciones antiguas, una desgracia podía desatarse, tras comprobar el mal estado de las instalaciones (“… reveló que un alto porcentaje de las edificaciones del área patrimonial podría terminar perjudicado por un incendio, pues los sistemas de electricidad son viejos y no han sido reparados o modernizados”). Y en otra ficha30, sobre la misma temática, el alcalde Aldo Cornejo, buscaba fondos internacionales para bomberos, argumentando sobre la condición patrimonial de esta ciudad (“sobre todo en edificios patrimoniales”). No es que este trabajo esté orientado hacia la denuncia contingente, no es por ello que destacamos este episodio; se trata, solamente, de destacar cómo es que la discusión sobre “Patrimonio”, primero, atraviesa una multiplicidad de discursos, y segundo, que tales discursos –y por consiguiente, los actores provistos de suficiente publicidad- participan en planos, sueños y tragedias, de una ciudad que se enfrenta al pasado como prefiguración del futuro.

Este trabajo parte desde la siguiente inquietud: ¿Cuál es el rendimiento inclusivo y excluyente para los actores sociales que los medios de comunicación instalan desde la discusión sobre “Patrimonio”? Lo encontramos en la concordancia con modelos sociales previos: una ciudad moderna, preglobal, que ahí donde hay paradojas en el orden –por ejemplo, postular un Estado moderno de derecho en su variante más primordial cuando se propone una escala de participación mundial-, deja un espacio vacío de desigualdad. 29 30

Esta nota aparece descrita en la ficha número 85, titulada “Instalaciones eléctricas en la mira”. Se trata de la nota descrita en la ficha número 46, “Bomberos espera financiamiento”.

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Puede ser un espacio para nuevos actores y discursos, pero por ahora, con estos resultados en mano, es el lugar privilegiado para la perpetuación de un orden desbordado.

Estamos hablando de una refundación –porque sí, seguimos convencidos de que esta es una oportunidad en la refundación del orden- que se basa, principalmente, en la nostalgia. Ya José Bengoa ha escrito sobre la ontología de la nostalgia –“la nostalgia es el recuerdo positivamente valorado. Es por ello que se le desea revivir. Al no ser posible, produce dolor” (Bengoa, 1996)-, pero nuestra nostalgia, la que se expresa en los textos revisados, revierte en tintes más complejos que tal “operación retorno” a una sociedad primordial31. No es una búsqueda por la comunidad o los tribalismos: el regreso se queda a medio camino. Las narrativas sobre “patrimonio” nos hablan de un concepto que nos enfrenta con un escenario global y sus tiempos de posmodernidad. Mientras, cesantía, delincuencia, basurales y otros males sociales, son atribuibles a una falla en los itinerarios de la modernidad, y como consecuencia, hablan sobre la caída de las confianzas históricas y la desconfianza en los relatos totales. O sea, tenemos dos variables: la necesidad de insertarse en un escenario global posmoderno, y el fracaso del sueño moderno. Pero la respuesta de los medios no puede ser más descorazonadora: contra todo esto, exceso de modernidad. Justamente cuando examinamos los resultados sobre actores sociales, nos hablan de dos ejes simples desde los cuales concebir a todos actores posibles de involucrarse: Estado y ciudadanía; algo que podemos entender si lo cruzamos con una propuesta de ciudad que involucra un Estado de alcances pedagógicos mientras desarrolla su deber en la administración de los derechos, y una ciudadanía que recibe reconocimiento en la asociatividad tradicional (sindicatos, gremios) y que gana su publicidad en los mismos términos que conminaba la ilustración: “…el pensar en sí mismo parece coincidir con el pensar en voz alta, exactamente que el uso de la razón equivale a su uso público: ‘Ciertamente, se dice, el poder superior podría conculcarnos la libertad de hablar y de escribir, pero jamás la de pensar’” (Habermas, 1994, p. 138).

Bengoa sí considera, en parte, esta posibilidad: “Es muy fácil que se haga un ‘remedo’ de modernidad. (…) Es muy fácil que muchos, enfermos de modernidad aguda, 31

“Vuelta en otro nivel al mundo de los espíritus. El fenómeno actual central es la reconstitución de las ‘communities’, del ‘lugar de uno’, del ámbito donde me identifico, donde renuncio voluntariamente a parte de mi libertad y me atengo a las normas reconstruidas por todos. Es el regreso a la religión, de las culturas olvidadas, de las identidades aparentemente superadas, de las lenguas locales que sólo permiten comunicarse entre los iniciados, de tantas identidades que surgen cotidianamente y que reidentifican a la gente común” (Bengoa, 1996. p. 20)

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intenten remedar de tal suerte que lo que creen ser su paradigma, que lograrán la perfección absurda de su copia fiel, como ese personaje de Borges que –tarea sin duda quijotesca- quería reescribir minuciosamente El Quijote” (Bengoa, 1996, p.23); mas nos guardamos la predicción apresurada sobre que “la absurda” copia: un ciudad nueva, postulada en términos modernos, es una nueva entidad, separada en adelante de su “original”. En coherencia con todo lo que hemos expresado acá, el “original” –aquella ciudad moderna- siempre es un “imaginado”, por lo tanto, no puede el proyecto desde la concordancia con el original.

Por lo demás, acá llegamos también a una de las afirmaciones que construye nuestro modelo en su relación con el Estado. Decíamos que el Estado adquiere un protagonismo clave en este modelo que presentamos: entre sus características, se le concede el espacio de gestor, incluso reclama una pertenencia sobre el título; desde el espacio de la diversidad, por otra parte, apreciamos un reclamo por identidades a mayor escala que las comunales, y en una valoración de la relación consultiva. Sin embargo, no es el Estado-Nación al que se apela, al menos no en un sentido tradicional. Lo que termina siendo revalorado son las instituciones del estado, la extensión del aparato burocrático hacia la comuna. Conceptualmente, no podemos hablar de nacionalismo, sino de estatismo. Lo que nos lleva a pensar que la pertenencia nacional, todavía discutiendo desde el título patrimonial, tiene una característica clave, que nos enfrente a un problema novedoso. Arrancamos desde una cita:

“Si se concede generalmente que los estados nacionales son ‘nuevos’ e ‘históricos’, las naciones a las que dan una expresión política presumen siempre de un pasado inmemorial, y miran a un futuro ilimitado, lo que es aún más importante. La magia del nacionalismo es la conversión del azar en destino. Podríamos decir como Debray: ‘Sí, es enteramente accidental que yo haya nacido francés; pero después de todo, Francia es eterna’” (Anderson, 1993, p.29).

Cuando listamos las narrativas correspondientes al concepto de “patrimonio”, hablábamos siempre de cierta fragilidad. Más aún cuando nos hemos encontrado con una perspectiva de “patrimonio” que se erige desde la nostalgia y una perspectiva folklórica. Y el enfoque folklórico, desde la decadencia aislada por la conciencia docta: “De la misma manera que los románticos, los folcloristas vuelven al pasado y procuran aprenderlo como

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tradición. El elemento salvaje encierra por tanto una dimensión de positividad que permite que las tradiciones populares sean consideradas como piedras preciosas (…). Los anticuarios tenían un afán coleccionador, los folcloristas, con el apoyo del método científico crean los museos de las tradiciones populares. Como diría Michael de Certau, ellos se contentan con mirar la ‘beauté du mort’, toda vez que su objeto de estudio es el pasado en vías de extinción” (Ortiz, 1989). O sea, no podemos proyectar nada parecido a una “comunidad” en torno a un concepto cuya existencia esencial se fundamenta en la posibilidad de la extinción –porque, contradictoriamente, de allí proviene un grupo de actores que identificamos como privilegiados, aquéllos sujetos profesionales o dueños de una experticia técnica que justifica su participación en la proyección de una ciudad imaginada en el pasado y objetivada en el entorno físico que desea conservarse, de la mano con la terminología del “casco histórico”. O quizás en esa misma extinción es que podemos explicarnos la preferencia por los actores políticos, o las extenciones-sujeto del aparato burocrático: como diría la máxima portaleana, las personas pasan, los cargos permanecen. Podemos entender un actor político desde la proyección de una ideología, pero de nuevo estaríamos sobreestimando la concepción de la vida social dentro de un idealismo modernista, o incluso, avalando la crítica ideológica como búsqueda de “segundas intenciones”. Y justamente este trabajo se concibe desde otro lado; volvemos con Moscovici: “Aquí y allá existe una tendencia a considerar que las representaciones sociales son reflejo interior de algo exterior, la capa superficial y efímera de algo más profundo y permanente. Mientras que todo apunta a ver en ellas un factor constitutivo de la realidad social, al igual que las partículas y los campos invisibles son un factor constitutivo de la realidad física” (Moscovici, 1984, p.710); estamos buscando cómo esto puede ser factor constitutivo de una realidad, cómo un mundo posible de conceptos justifica -y así en un recorrido hermenéutico- un actor posible. La comunidad que se ejercita en torno a su extinción, es la misma que no pide explicaciones a su clase política, por cuanto la condición del desgaste -la misma, que las vasijas en los museos de los folcloristas- es inherente al problema. Es natural y por tanto, está fuera de cualquier modelo proyectable como factor susceptible de modificación. Decíamos que no había “juicio de residencia”, y acá encontramos una justificación del por qué. Estas casas, esta ciudad, estos tendidos eléctricos cercanos a las cañerías de gases, deben ser frágiles dentro de las posibilidades de este mundo desplegado. Cualquier intención de cambiarlo, y por lo tanto, generar las tácticas que permitan a los actores fuera del orden subvertir tal nudo, parte por el desmantelamiento conceptual de la ciudad imaginada en el pasado.

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Pero ahora acudiremos a una pregunta que ha rondado todo este análisis. ¿Por qué aludir a un momento fundacional, cuándo Valparaíso nunca tuvo un momento fundacional? Si la matriz de desarrollo material de la ciudad se tejió desde la adición y sin la planificación –y esa, la adición sin control, es justamente el distintivo de “la ciudad futura”, la que viene a superar el orden de las ciudades antropológicas 32-, ¿por qué las propuestas nos hablan de un retorno forzoso al orden del pasado? Porque mientras haya un vacío, hay un relato. El filósofo Slavoj Zizek encuentra esta explicación en las imágenes de la película “Stalker” (1979), del ruso Andrei Tarkovsky33: “No hay nada específico sobre ‘la zona’. Se trata sencillamente de un lugar en el cual se traza cierto límite. Trazas un límite, dejando una zona más allá del alcance de ese límite, y si bien todo permanece igual, se percibe como otro lugar. Precisamente como un lugar en el cual se proyectan las creencias y los miedos de tu espacio interior”. Nos reservamos acá la referencia psicológica del “espacio interior” y pensamos en proyectos sociales. Y claro, un proyecto social puede pensarse como una entelequia, pero remitiéndonos al ejemplo con que inauguramos estas reflexiones -por no extendernos sobre la absoluta importancia en la demarcación del orden que constituyeron todas las actas fundacionales de las ciudades americanas-, es quizás la única forma de proyectarse hacia un proyecto democrático.

Volvemos, entonces, a la paradoja. Hay una descripción de los actores en polos opuestos -en esto, coincidimos con Hernández (2003)-: estás con la modernidad (exacerbada en la clase política tradicional y en el reconocimiento por roles laborales o las mismas adscripciones partidistas), o no estás en el orden (pensar, por ejemplo, en los grafiteros, definidos en la ficha número 48 dentro de la catastrófica categoría de “todos los males”). Pero la clasificación del lugar, con sus temporalidades ambiguas, su establecimiento para otras identidades como lugar de paso, la tensión de una regulación especial, un contrato de ingreso que lo separa de los itinerarios cotidianos (el “casco histórico” requiere de medidas urbanísticas especiales, y por lo tanto, de distintos y nuevos deberes para los ciudadanos), todo ello nos habla de un lugar que se aleja de polo claramente delimitado como antropológico, nuevamente rebasando el pretendido ideal de

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“De hecho, el secreto del Espacio-basura es que es a la vez promiscuo y represivo: mientras lo sin-forma prolifera, lo formal se desvanece, y con ello todas las reglas, regulaciones y recursos” (Jameson, 2003, p.75). (La traducción es nuestra). 33 Este es un extracto de “The pervert’s guide to cinema”, película-ensayo en torno a los relatos del filósofo eslavo.

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modernidad. Es, más adecuado, hablar de “sobremodernidad”: “Esta necesidad de dar un sentido al presente, sino al pasado, es el rescate de la superabundancia de acontecimientos

que

corresponde

a

un

situación

que

podríamos

llamar

de

'sobremodernidad' para dar cuenta de su modalidad esencial: el exceso” (Augé, 2004, p.36). ¿Por qué, entonces, cuando hablamos de actores sociales, esa superabundancia de acontecimientos se resuelve en agrupaciones abultadas para unos, individuales para otros? “La democracia debe definirse como la política del Sujeto”, invita Touraine (1997, p.166), “como el régimen que brinda el mayor número de personas, la mayor cantidad de posible de oportunidades de alcanzar su individuación, de vivir como Sujetos”. De momento, y mientras permanezca el andamiaje conceptual que proyecta una ciudad desde este concepto que descubrimos de “patrimonio”, sólo los puestos directivos en el eje político y laboral tienen la posibilidad de poner sus retóricas y estilísticas en un diálogo con la realidad física de la ciudad; de ahí hasta el extremo de la marginación, están los que tienen que habitar -literalmente- a través de los caminos de otros planos y dormir todas las noches, ya sumando pulso y murallas a la contemplación- bajo el sueño de otro orden. Los mismos límites de la paradoja moderna, sumados a la explicitación de un sueño-otro, pueden revelarnos el potencial intercultural del “Patrimonio”. Esperemos, no con el dramatismo de las explosiones, sino desde la oportunidad única -todavía posiblede la refundación.

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