Seminario internacional Fuga de cerebros, movilidad académica y redes científicas CINVESTAV/IRD 2-4 mars 2009
GESTIÓN DE LA MOVILIDAD ACADÉMICA EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR PÚBLICA DE CENTROAMÉRICA Luis Muñoz Varela1 La movilidad académica constituye una dimensión sustantiva en la educación superior. Están implicadas en ella la formación y capacitación de alto nivel de las plantas docentes y administrativas y de los estudiantes, con una visión integral de la realidad y del mundo, dialógica, multicultural y sensible a las significaciones que acarrean las aceleradas transformaciones hoy características de una realidad mundial globalizada y con sustento en las realizaciones de la sociedad del conocimiento. Pero, además, la movilidad representa también una dinámica académica e institucional medular, en la perspectiva de fortalecer los planes curriculares y la proyección de la oferta académica, así como las políticas, proyectos, programas y políticas de la investigación. La movilidad incluye la necesidad de que las instituciones definan políticas y desarrollen cursos de acción apropiados, con una visión clara acerca de sus contextos societales e históricos de inscripción, así como en perspectiva de reorganizar y optimizar sus proyectos académicos, con base en las nuevas realidades emergentes y las transformaciones estructurales que en la actualidad la educación superior está afrontando. Las instituciones de educación superior pública de Centroamérica, en una proporción importante ingresan al siglo XXI agobiadas por una situación de déficit acumulada. La aplicación de las políticas de ajuste estructural de las décadas de 1980 y 1990 tuvo efectos adversos en distintos sentidos. Además, en algunas de estas instituciones, la guerra de las décadas de 1970 y 1980 provocó la destrucción y desarticulación de una gran parte de las plantas académicas, cuyos cuadros o bien murieron en la guerra o bien tuvieron que emigrar hacia Europa, Estados Unidos, México y otros países. Como consecuencia, la recuperación de las condiciones materiales y académicas no ha sido fácil en la región, limitando sensiblemente la posibilidad de llevar a a cabo acciones urgentes, tales como el desarrollo del posgrado, la ampliación de la plataforma de investigación y tecnológica, así como, en lo que aquí es pertinente, el establecimiento de programas de movilidad académica. La única universidad pública de uno de los países de la región, a mediados de la década de 1990 no disponía en su oferta académica con ningún programa de posgrado. 1
Licenciatura en Filosofía (Universidad de Costa Rica). Maestría en Ciencias con Especialidad en Investigación Educativa (Departamento de Investigaciones Educativas del CINVESTAV/Instituto Politécnico Nacional, México). Funcionario administrativo en la Rectoría de la Universidad de Costa Rica.
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El contexto actual Centroamérica, con una población a 2007 de 41 millones de personas (Programa Estado de la Nación, 2008, 48), cuenta en la actualidad con una matrícula estudiantil universitaria aproximada de 700.000 personas; es decir, 1,7% de la población realiza estudios de nivel superior. Esta matrícula se distribuye en alrededor de 200 universidades, 91% de las cuales son privadas; existen únicamente 18 universidades públicas. A su vez, 57% de la matrícula está en universidades públicas. (Fuentes, 2008, 5). La tasa de cobertura varía bastante según los países: en Guatemala, Honduras y Nicaragua es de alrededor de 11%; El Salvador presenta un 18%, Panamá 25% y Costa Rica 34%. (Fuentes, 2008, 5). La cobertura es, por consiguiente, en general baja, pero, además, también es inequitativa. La oferta académica universitaria está conformada por aproximadamente 3.100 carreras o programas, 27% de ellos en nivel de posgrado. La mayoría de los programas de posgrado está en las universidades públicas (57%), de igual manera que el quehacer académico de proyección estratégica en áreas como Ciencias de la Salud, Ciencias Básicas e Ingeniería y Tecnología. Es importante tener en cuenta, asimismo, que la matrícula de posgrado representa una proporción de 3.3% en maestría y de 0.02% en doctorado. (Fuentes, 2008, 5). Por su parte, en Centroamérica, la estructura productiva y ocupacional de la región varió significativamente durante los últimos años. Producto de la globalización y de la apertura comercial, hoy el sector terciario de la economía es el más importante; entretanto, el sector primario “ha perdido importancia relativa y apenas supera el 10% del PIB regional”. (Programa Estado de la Nación, 2008, 48). En este contexto, a su vez, la realidad centroamericana presenta otras características de esencial importancia, a propósito de las tareas que a la educación superior le corresponde asumir. En la región y, en un escenario estructural definido por la economía globalitaria y por las demandas de la sociedad del conocimiento, aun cuando en materia de educación los países empiezan a movilizarse en función del objetivo de universalizar el acceso a la primaria, las cifras indican la prevalencia de una tasa de analfabetismo de adultos que, en cuatro de los países, oscila entre 20% (Honduras) y 30% (Guatemala). Por consiguiente, en Centroamérica, en el marco de una economía y de una perspectiva de productividad basadas cada vez más en las aplicaciones del conocimiento, de su posible fortalecimiento a partir de desarrollar capacidades endógenas para incorporar valor agregado, el panorama que presenta en la actualidad la realidad de los diferentes países constituye un desafío crucial para las instituciones de educación superior pública. En la óptica del Consejo Superior Universitario Centroamericano (CSUCA): El progreso científico-tecnológico no puede continuar siendo un factor de enriquecimiento solo para los dueños del capital y de la tecnología, sino proporcionar una elevación de los ingresos a los trabajadores y dar un mayor aporte al presupuesto del Estado, para de esta forma contribuir al mejoramiento de los niveles de ingresos de toda la sociedad. Revertir la distancia en la distribución de los conocimientos entre los países y entre los grupos sociales es uno de los desafíos fundamentales de hoy, ya que en la nueva sociedad del conocimiento más que nunca será cierto que la redistribución de éste implicará redistribución de la riqueza. (CSUCA, 2005, 5).
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Las coordenadas que la globalización y la sociedad del conocimiento trazan para la educación superior pública de Centroamérica, la situación actual de la región intensifica la urgencia de tomar medidas de política académica y de gestión, capaces de abordar apropiadamente las situaciones en curso y de articular, consecuentemente, las acciones y las estrategias requeridas. De manera conjunta, las universidades públicas de la región mantienen un accionar sustentado en el desarrollo de diversas áreas de trabajo: posgrado, evaluación y acreditación, relación universidad/sociedad, sistemas de información documental y otras. Se trata de una labor anclada en la perspectiva de la integración regional de la educación superior, la cual busca atender y dar respuesta, tanto a las demandas de la actual “internacionalización de los intercambios humanos y de la circulación de ideas” (CMES, 1998, 12), así como a la emergencia de los nuevos “espacios transnacionales de producción y transmisión de saberes y el devenir hacia las sociedades del saber.” (Rama, 2006, 17). La contribución de la movilidad académica A escala institucional La movilidad académica contribuye primariamente al desarrollo de políticas y acciones conducentes a fortalecer y elevar los perfiles de las plantas académicas universitarias. En algunas universidades públicas de Centroamérica, recientemente ha empezado a ser priorizada la gestión por el relevo de las plantas académicas, cuyos miembros con calificaciones de alto nivel están retirándose a la jubilación. Se trata esta de la misma orientación que S. Didou señala haber surgido en la década de 1990, en países como México. (Didou, 2005, 32). Sin embargo, con toda la importancia que dicha orientación pueda tener, tampoco la perspectiva de la movilidad puede quedar reducida a una heurística de naturaleza elemental. En ella está cifrada, aun con mayor relevancia, la tarea de favorecer condiciones que contribuyan con el desarrollo, renovación y fortalecimiento, en diversas dimensiones académicas y de gestión, de las instituciones de educación superior. Una de estas dimensiones, destacada por la Conferencia Mundial sobre la Educación Superior de la UNESCO (CMES 1998), especifica la gestión de la cooperación internacional, asociada con la creación de “centros de excelencia en los países en desarrollo”. (CMES, 1998, 17). No significa ya ninguna novedad afirmar que mediante la gestión de la movilidad académica, las universidades pueden fortalecerse internamente en distintas dimensiones de su quehacer académico (docencia, investigación, posgrado), así como articular acciones prospectivas y de orientación estratégica institucionales, mediante sus relaciones interinstitucionales, con los gobiernos y con los diversos organismos de cooperación internacional. La globalización puede tener varios efectos: en ciertos casos, podría significar la incorporación de modelos extranjeros, pero, en otros, que son los deseados, puede facilitar referentes para mejorar prácticas internas y reafirmar la pertinencia con una visión local y global, que son necesarias y complementarias. Esta realidad, además de potenciar el intercambio de información, de experiencias, de profesores y estudiantes, de innegables beneficios, por otro lado favorece la igualdad en cuanto al acceso a programas de educación universitaria, ya que, gracias al inusitado desarrollo de las nuevas tecnologías, estudiantes de distintos continentes y países pueden matricularse y cursar
4 estudios universitarios en sitios remotos, sin moverse de su lugar de origen. (Beneitone, 2007, 25/26).
En la actualidad, la movilidad académica cobra cada vez mayor relieve, en términos de mayores flujos de estudiantes, de intercambio de docentes e investigadores y para la capacitación del personal administrativo. Directa e indirectamente la internacionalización en curso está promoviendo la movilidad estudiantil como parte constitutiva de las nuevas dinámicas de aprendizaje en la sociedad del saber, el establecimiento de estándares internacionales de calidad sobre la educación superior, la presión hacia nuevas pertinencias globales y locales (glocales) y la vinculación de los ciclos y procesos educativos a escala global. (Rama, 2006, 13/14).
A esta situación se le asocia la proliferación de iniciativas de trabajo articuladas en redes académicas internacionales, de igual manera que un mayor acercamiento interinstitucional, con propósitos de armonización de carreras y de procesos educativos, la búsqueda de parámetros comunes para el reconocimiento de estudios, grados y títulos, así como la proyección de la investigación con base en la inter y la transdisciplinariedad y en perspectiva de creación de redes científicas. Naturalmente, las nuevas orientaciones que ahora adopta la gestión de la movilidad académica implican la renovación sistémica de las instancias a cargo de estas actividades en las universidades. Sin embargo, en esta primera dimensión, a escala institucional, la realidad de la educación superior centroamericana muestra desarrollos todavía insuficientes y con sensibles altibajos. Hasta ahora, solo algunas pocas universidades han podido impulsar iniciativas en tal dirección: Universidad de Panamá, Universidad de Costa Rica, UNAN/León (Nicaragua), Universidad de San Carlos de Guatemala. En la mayoría de las instituciones, la reestructuración de estas instancias y la capacitación del personal a su cargo sigue siendo todavía una tarea pendiente. Y, en algunos otros casos, incluso es reciente la creación de instancias de relaciones y cooperación internacional. En las universidades públicas centroamericanas, además de que la política institucional es todavía carencial en materia de gestión de la movilidad académica, referida al nivel primario de la formación de cuadros académicos en relación con el relevo, también es posible advertir un déficit significativo en materia de registro, seguimiento y mejor organización de la movilidad que generan las propias iniciativas de docentes e investigadores y de grupos académicos al interior de la universidad. Esta falta de una gestión de la movilidad organizada integralmente, con base en políticas institucionales definidas y en la articulación de estrategias inscritas en una visión académica múltiple y prospectiva, conduce a que en Centroamérica prevalezca una situación similar a la que S. Didou describe en general para América Latina: “Internamente, la expansión de los programas de movilidad estudiantil y académica y las crisis económicas, políticas y sociales en diversos países han empujado a la constitución de diásporas científicas y profesionales y al repunte de una migración calificada.” (Didou, 2006, 31). Una tarea cuya atención la tienen pendiente las universidades públicas de Centroamérica es la fuga de cerebros o el éxodo de profesionales.
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El éxodo de profesionales constituye para numerosos países en desarrollo un grave problema. Aunque sea conveniente mantener la movilidad que es fuente de enriquecimiento intelectual, hay que tomar medidas que favorezcan el retorno al país de origen y la participación en su desarrollo económico, social y cultural. (CMES, 1998, 13).
A este respecto, prácticamente en la región no existe aun desarrollada ninguna estrategia orientada a asegurar el retorno de las personas que se van a realizar estudios de posgrado al extranjero. Tampoco hay elaborados indicadores para dar seguimiento y llevar registros acerca de la magnitud que la fuga de cerebros presenta en cada país. Si bien es cierto que la problemática de la fuga de cerebros trasciende en todo caso las acciones que la gestión de la movilidad académica en las universidades pueda llevar a cabo, aun así, esta pasa a ser ahora también una de las tareas a tomar en consideración. Las instancias encargadas de la gestión de la movilidad académica están llamadas a convertirse en dinamizadoras de la cultura académica institucional, muchas veces atascada en una indiferencia inercial, la cual inhibe la innovación y tiende a frustrar a quienes regresan con entusiasmo a la institución, luego de su experiencia de formación en el exterior. . Por otra parte, también es necesario tomar en cuenta que la formación de posgrado obviamente sobre todo en doctorado-, implica un fuerte componente de investigación. Esta constituye otra razón incidente en la problemática de la fuga de cerebros; no siempre a su regreso las personas encuentran en sus universidades las condiciones que cabría esperar: “la mayoría de los que regresan a las universidades de origen rara vez pueden iniciar equipos de investigación permanentes en los cuales su capacitación se traduzca en aumento significativo de la capacidad instalada.” (Romero, 2008, 2). Con todo, en este aspecto también la gestión de la movilidad académica tiene un importante papel que jugar. La gestión de la movilidad académica en función de impulsar y organizar la investigación bajo la perspectiva de redes científicas, no puede plantearse sino como una tarea compleja que tiene como prerrequisito la definición de políticas institucionales claras y con una disposición de prospectiva y de cursos de acción estructurados de manera integrada y estratégica. Es indispensable acortar las distancias entre los campos científicos, técnicos, humanísticos, sociales y artísticos, entendiendo la complejidad y multidimensionalidad de los problemas y favoreciendo la transversalidad de los enfoques, el trabajo interdisciplinario y la integralidad de la formación. (CRES, 2008, 6/7). Otro tema que atañe a la gestión de la movilidad académica es el de la promoción de los intercambios en investigación para la generación de redes científicas. La región cuenta con la presencia de importantes agencias y organismos de cooperación internacional con interés en el desarrollo de la investigación: la Unión Europea (Programa Alfa) y la Comisión Europea (Programa@Lis), DAAD, Agencia Española de Cooperación (AECI), Centro Cultural y de Cooperación para América Central de Francia (CCCAC), entre otras instancias. La proyección del quehacer de la investigación, en el contexto internacional y en interacción y trabajo conjunto con grupos de investigación en otras universidades y en otros países, de igual
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manera favorece una dinámica de intercambio y de obtención de recursos que ayudan a solventar las propias limitaciones. Los programas y proyectos interuniversitarios deben ser multiplicados, e incrementar la cooperación internacional mediante convenios, intercambio de investigadores y estudiantes, y también a través de la constitución de redes académicas para la generación de estudios compartidos. (González, 2006, 167).
No obstante, en una gran proporción de los casos, las relaciones e intercambios académicos generados en el marco de proyectos desarrollados mediante el apoyo de estos recursos, las universidades tienen dificultades para capitalizarlos e integrarlos como parte del acervo institucional. La gestión de la movilidad académica de las universidades centroamericanas tiene aquí otra importante tarea pendiente. En Centroamérica, la mayor parte de las iniciativas en materia de gestión de la investigación y de la movilidad a ella asociada, continúa estando en alta medida todavía circunscrita a la iniciativa individual o de grupos específicos de investigación. La ausencia o la falta de claridad de una política institucional para la integración de las diversas iniciativas impide que, en muchas ocasiones, las experiencias puedan ser ni siquiera visibilizadas. La dinámica predominantemente administrativa que caracteriza el accionar de sus instancias de gestión de la movilidad académica, las universidades centroamericanas requieren cualificarla, fortaleciéndola mediante la incorporación de una visión académica estratégica de la institución y proporcionándole los recursos necesarios, formales, materiales y humanos. A escala interinstitucional, regional e internacional Un escenario idóneo para el desarrollo de la movilidad académica es el que propician las experiencias de integración regional de la educación superior. En una de sus manifestaciones básicas, la del trabajo en red para el desarrollo de proyectos interinstitucionales de interés común en los que participan universidades de diferentes países, la movilidad académica se produce de manera automática. Es esto lo que muestra la experiencia de integración regional de la educación superior pública de Centroamérica, basada en lo que la CMES 1998 definió como la cooperación solidaria, considerada necesaria “no solamente para fortalecer la calidad, la pertinencia y la eficacia interna de la educación superior, sino también para tender puentes entre los asociados locales y nacionales y entre las naciones.” (CMES, 1998, 16). Es mediante la constitución de redes que las instituciones de Educación Superior de la región pueden unir y compartir el potencial científico y cultural que poseen para el análisis y propuesta de solución a problemas estratégicos. Dichos problemas no reconocen fronteras y su solución depende de la realización de esfuerzos mancomunados entre las instituciones de Educación Superior y los Estados. (CRES, 2008, 8).
La existencia de una situación estructural de mundialización de los problemas y de las situaciones que afectan de manera medular y con carácter regional, extra y trans regional a las sociedades del mundo contemporáneo, la educación superior no puede afrontarla ni aportar las soluciones que se esperan de ella, sino bajo la perspectiva de contribuir a que, en efecto, las institu-
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ciones que presenten menores desarrollos tengan una posibilidad real y concreta para clarificar y organizar mejor sus políticas y para fortalecer sus respectivos procesos académicos. Desde hace ya varios años, en diversos foros y espacios de encuentro institucional e interinstitucional del a educación superior, la necesidad de una nueva forma de concebir y de gestionar las relaciones de cooperación internacional ha sido claramente identificada por las instituciones de educación superior. Así, por ejemplo, la CRES América Latina y el Caribe de 1996 puntualiza en este sentido lo siguiente: “Replantear la cooperación internacional orientándola a fortalecer y potenciar, mediante el desarrollo de la educación superior y la ciencia y la tecnología, las capacidades intelectuales, culturales, científicas, tecnológicas, humanísticas y sociales de la región.” Asimismo: “Preparar personal especializado en la gestión de la cooperación horizontal con el apoyo de organizaciones y expertos internacionales.” (CRES, 2008, 7). En Centroamérica, a partir de 1996, en el marco del II Plan de Integración Regional de la Educación Superior Centroamericana (PIRESC II) del Consejo Superior Universitario Centroamericano (CSUCA), las universidades públicas impulsan una compleja articulación interinstitucional de iniciativas conjuntas, las cuales remiten a temáticas de importancia urgente, estructurales y estratégicas: evaluación y acreditación, relación universidad/sociedad, sistemas de información documental, desarrollo del posgrado, entre otras. No obstante, a pesar de lo anterior, en el escenario regional de la educación superior pública centroamericana, de igual manera la movilidad académica básica que ahí se desarrolla no ha logrado ser cualificada; se ha restringido a eso, a la movilidad automática que involucran las actividades programadas para el desarrollo de las áreas de trabajo acordadas y de los sistemas regionales. La movilidad se produce en función de dichas actividades, lo cual representa un factor de enriquecimiento invaluable para quienes participan en ellas; pero la movilidad por sí misma no alcanza a convertirse en un objeto apropiado de reflexión. Hay un único caso, con todo, que difiere de las anteriores apreciaciones, el del Sistema Centroamericano de Investigación y Postgrados (SICAR). Este Sistema tiene a su cargo diversas tareas: acreditación de posgrados, promoción y divulgación de programas de becas, gestión de iniciativas para el establecimiento de un sistema centroamericano de reconocimiento de títulos, proyectos de investigación específicos en problemáticas estructurales como la del cambio climático, así como otras iniciativas. El SICAR es el sistema más antiguo del CSUCA; data de 1962. Tiene como propósito primordial fortalecer el posgrado en las distintas universidades públicas de la región, con la finalidad de contribuir en la formación de recursos académicos de alto nivel, a través de una oferta académica abierta a estudiantes de toda la región. Idealmente, el SICAR es una instancia en la que se promueve la movilidad académica intrarregional de estudiantes en Centroamérica. A tal efecto, mediante el esquema de los posgrados regional centroamericanos, el Sistema busca aprovechar y relevar las fortalezas académicas endógenas de las universidades afiliadas al CSUCA, para dar proyección y promover los programas de posgrado acreditados. No obstante, la gestión de la movilidad académica se reduce a la promoción de los programas de becas que ofrecen algunas agencias de cooperación internacional,
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para que puedan ser aprovechados por estudiantes centroamericanos que tengan interés en realizar sus estudios de posgrado en las propias universidades de la región. Bajo el esquema del SICAR, una manifestación automática de la movilidad la registra la dinámica de los procesos de evaluación de los posgrados, la cual se realiza mediante la intervención de pares académicos que laboran preferiblemente en universidades de otros países de la región. Otra expresión de la movilidad en el marco de este Sistema, naturalmente la define el intercambio de docentes e investigadores centroamericanos invitados que colaboran con los programas de posgrado regionales acreditados. Sin embargo, la dinámica del SICAR se ha concentrado hasta ahora predominantemente en atender las actividades relacionadas con la evaluación y acreditación de los programas de posgrado. Debido a esta y otras razones (económicas, académicas e, incluso, de gestión administrativa), la movilidad de docentes e investigadores invitados es todavía de baja relevancia en la región. A tal efecto, en su acepción más propia, hasta ahora el esquema del SICAR no ha logrado definir ni articular una política y una estrategia que favorezcan y proyecten mejor la gestión de la movilidad académica a escala intrarregional. Este déficit conduce a que, especialmente en relación con la movilidad académica en investigación, pero también en docencia, experiencias importantes llevadas a cabo por el CSUCA en conjunto con socios extrarregionales no hayan podido ser aquilatadas en su pertinente magnitud. Es así, por ejemplo, el caso del Programa Mesoamericano de Intercambio Académico ANUIES/CSUCA. De manera generalizada, la experiencia de este Programa ha favorecido desde hace varios años la generación de grupos académicos y de investigación, entre docentes e investigadores de universidades de México y de Centroamérica. Con todo, la significativa movilidad académica que el Programa ha propiciado, prácticamente en ningún caso ha podido ser relevada en función de fortalecer la gestión de la movilidad académica en las universidades centroamericanas, así como en beneficio del propio SICAR y, sobre todo, de los programas de posgrado regional centroamericanos acreditados al amparo de su sistema. Una de las limitaciones hoy prevaleciente en Centroamérica, la define la escasa capacidad desarrollada para establecer regulaciones intergubernamentales actualizadas que contribuyan de manera común a favorecer el desarrollo de la movilidad académica universitaria. A escala regional, en Centroamérica existe el “Convenio sobre el ejercicio de profesiones universitarias y reconocimiento de estudios universitarios”, que data de 1962 y suscrito por Guatemala, El Salvador, Honduras y Costa Rica. Asimismo, los países centroamericanos también son signatarios del “Convenio regional de convalidación de estudios, títulos y diplomas de educación superior en América Latina y el Caribe”, de 1974. No obstante, estos convenios no poseen a la fecha mayor verificación y su aplicación es complicada. La razón de ello es simple y es la misma que aparece indicada en general para América Latina: las instituciones no logran todavía ponerse de acuerdo en relación con los estándares
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que deben tomarse en cuenta para las convalidaciones y los reconocimientos de estudios, grados y títulos. Consideraciones finales La gestión de la movilidad académica asume hoy una naturaleza compleja. Desde hace un buen tiempo dejó de ser útil la tradicional función protocolaria que se le asignó, o como encargada de administrar el registro de los convenios suscritos por las universidades. Sus funciones ahora se multiplican y diversifican. Además de la gestión de los programas de becas (docentes, estudiantiles y administrativos), las dinámicas de la movilidad involucran en la actualidad una heurística basada en contribuir más estrechamente con el quehacer académico universitario, generando políticas y definiendo las estrategias que favorezcan mayores niveles de integración de la institución, en los contextos de la reforma académica, la investigación y las redes científicas, la creación de programas de posgrado interinstitucionales, el reconocimiento de grados y títulos, tan solo por mencionar algunas de las nuevas funciones más importantes. Las acciones urgentes en Centroamérica remiten tanto a la definición de una nueva perspectiva de la movilidad, así como a la resignificación orgánica y de política institucional del papel de las oficinas de asuntos internacionales y de cooperación externa. Las universidades de la región han tomado conciencia de las implicaciones que en la actualidad plantean las dinámicas de la internacionalización, en términos de que esta “representa intercambios, interacción, intercomunicación de estudiantes, profesores, programas, proyectos, preocupaciones, aspiraciones, así como de mecanismos de evaluación y de concertación.” (Ruiz, 2003, 25). No obstante, tal toma de conciencia no alcanza a ser todavía concretada mediante las políticas y los cursos de acción que correspondería a fin de desarrollar una gestión de la movilidad académica más eficaz y pertinente. Referencias bibliográficas Beneitone, Pablo y Otros (eds.) (2007), Reflexiones y perspectivas de la educación superior en América Latina. Informe final -Proyecto Tuning- América Latina 2004-2007, Publicaciones de la Universidad de Deusto, Bilbao, España. Conferencia Mundial sobre la Educación Superior (1998), La educación superior en el siglo XXI. Visión y acción, División de la Enseñanza Superior/UNESCO, París. Conferencia Regional de la Educación Superior en América Latina y el Caribe (2008), “Declaración”, Cartagena de Indias, http://www.csuca.org/drupal/?q=filemanager/active&fid=168. Didou Aupetit, Sylvie (2006), “Internacionalización de la educación superior y provisión transnacional de servicios educativos en América Latina: del voluntarismo a las elecciones estratégicas”; en: Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (2006), Informe sobre la educación superior en América Latina y el Caribe 2000-2005. La metamorfosis de la educación superior, Editorial Metrópolis, Caracas, [http://www.iesalc.unesco.org.ve/pruebaobservatorio/INFORME%20RAMA%20ESLAT/Inform eES-2000-2005.pdf], pp. 21/32.
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