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Observatorio S&D
Escuela Superior de Guerra “
General Rafael Reyes Prieto”
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Centro de Estudios Estratégicos sobre Seguridad y Defensa Nacionales
Boletín del Observatorio de Seguridad y Defensa
OBSERVATORIO S&D
2022. Boletín digital.
ESCUELA SUPERIOR DE GUERRA “General Rafael Reyes Prieto”
Centro de Estudios Estratégicos sobre Seguridad y Defensa Nacionales (CSEDN)
Bogotá D.C., Colombia.
Directivos
Director: Brigadier General Edgar Alexander Salamanca Rodríguez
Subdirector: Brigadier General Edgar Alexander Salamanca Rodríguez
Vicedirector de Investigación: Teniente Coronel Andrés Eduardo Fernández Osorio
Director CSEDN: TCCIM Helmut Elías Becerra Diaz
Editor: TC (ra) William Sierra Gutiérrez.
El Boletín del Observatorio de Seguridad y Defensa del Centro de Estudios Estratégicos sobre Seguridad y Defensa Nacionales (CSEDN), es una publicación virtual quincenal que recoge temas de la coyuntura nacional e internacional y el análisis crítico producto de sus investigadores. Las ideas expuestas son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no expresan la posición oficial ni el pensar institucional de la Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto” o del Centro de Estudios Estratégicos sobre Seguridad y Defensa Nacionales
Derechos exclusivos de publicación y distribución de la obra del Centro de Estudios Estratégicos sobre Seguridad y Defensa Nacionales (CSEDN). Esta publicación tiene periodicidad quincenal.
¿Cómo citarnos?
Apellido, N. (Año, mes, día). Título del artículo. Observatorio S&D, Vol. (N°). Recuperado de [Dirección electrónica]
“Creación de capacidades en el ciberespacio para un nuevo orden geopolítico global fragmentado: retos y tendencias” . 1
2
Boris Saavedra.
Sobre el articulo y el autor
1‘Artículo resultado del proyecto: “La movilización social violenta en perspectiva”, que hace parte de la línea de investigación: “Derechos Humanos, DICA y Justicia” del grupo de investigación “Centro de Gravedad”, reconocido y categorizado en (A1) por COLCIENCIAS, adscrito y financiado por la Escuela Superior de Guerra “Gral. Rafael Reyes Prieto”.
2Profesor Investigador en la Escuela Superior de Guerra. Profesor adjunto del W.J. Perry Center, WDC. profesor de Asuntos de Seguridad Nacional en el Centro William J. Perry de Estudios Hemisféricos de Defensa, Universidad Nacional de Defensa, en Washington D.C., es director del programa de ciberseguridad y de asuntos de Tecnología Digital Emergente y Director de Curso de Ciberseguridad.
La cuarta revolución industrial se caracteriza por la convergencia de tecnologías aceleradas exponenciales, que en un mundo de post pandemia se han acelerado más, creando cambios disruptivos en forma vertiginosa a escala mundial. Las amenazas a la ciberseguridad son complejas, destructivas y coercitivas, y cada vez son más frecuentes. En este orden, se requiere generar capacidades cibernéticas para la protección de los sistemas informáticos seguros, mediante un marco legal adecuado, con la finalidad de diseñar políticas e implementar estrategias para el uso de las redes de informacion con autoridad comunicable e infalsificable. La guerra de Rusia contra Ucrania ha afectado la paz y estabilidad mundial, alterando gravemente el ciberespacio como parte del escenario de confrontación, donde no escapan Latinoamérica y el Caribe, los cuales presentan grandes vulnerabilidades para su operación segura.
Contexto geopolítico actual.
El ambiente de seguridad mundial en la actualidad está viviendo un momento de discontinuidad o transición, de un modelo de cooperación y convergencia a uno de competencia y divergencia. En la última década se ha desarrollado la llamada cuarta revolución indus- trial. La base de la riqueza y las ventajas competitivas de las grandes potencias ha cambiado fundamentalmente, de la era del dominio industrial a un modelo en el cual la tecnología de la información y las comunicaciones se han transformado en el recurso primario de la geopolítica del poder. Hoy en día, el ciberespacio es un activo valioso del Estado, desde el punto de vista político estratégico. Desde el punto de vista empresarial observamos que las grandes compañías de tecnología de la Información tienen un valor 70 veces mayor a las tres más grandes compañías constructoras de vehículos en los Estados Unidos. Solo la empresa Apple es capaz de comprar todas las cinco mayores contratistas de defensa en los Estados Unidos, con el flujo de caja disponible. En definitiva, podríamos decir que el centro de gravedad de la geopolítica del poder se ha movido, de la producción industrial al control de la información y las comunicaciones, en tres áreas bien definidas: Comunicaciones 5G, Computación cuántica e Inteligencia artificial (Grant, Haider, Mieszala, 2022).
La evolución de la ciber defensa su resiliencia nacional como una cuestión prioritaria. En los últimos años, la organización ha tomado decisiones a nivel operativo y estratégico, tales como la creación de los equipos de reacción rápida cibernética de la OTAN, que están operativos las 24 horas del día, para ayudar a sus aliados, si esa ayuda es solicitada y aprobada.
Las ciber amenazas a la seguridad del ciberespacio, como ya se señaló, son complejas, destructivas, coercitivas, y cada vez más frecuentes. Los recientes ataques a Costa Rica, Mexico, y Guatemala son ejemplos del grado de vulnerabilidad que presente este ámbito en Latinoamérica y el Caribe en la actualidad.
Por otra parte, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) continúa adaptándose al cambiante panorama de amenazas cibernéticas. Sus miembros confían en defensas cibernéticas sólidas y resistentes para este sector, a fin de cumplir con las tareas centrales de la alianza de defensa colectiva, gestión de crisis y seguridad cooperativa. Esta organización necesita estar preparada para defender sus redes y operaciones contra la creciente sofisticación de las ciber amenazas a las que se enfrenta (Organización del Tratado del Atlántico Norte [OTAN], 2022a).
En la Cumbre de la OTAN de 2018, en Bruselas, los aliados acordaron establecer un Centro de Operaciones del Ciberespacio como parte de la Estructura de Comando fortalecida de la OTAN. También acordaron que se pueden aprovechar las capacidades cibernéticas nacionales para operaciones y misiones conjuntas, cuando la situación lo demande.
En febrero de 2019, se creó una guía de la OTAN que establece una serie de herramientas para fortalecer aún más la capacidad cibernética, con la finalidad de responder a importantes actividades acumulativas maliciosas de este tipo.
La OTAN y la Unión Europea (UE) están cooperando a través de un Acuerdo Técnico sobre Ciberdefensa, firmado en 2016, a la luz de los desafíos comunes, para el fortalecimiento de su contribución en este campo.
La mayoría de los países avanzados en ciberseguridad, han reafirmado en sus políticas y estrategias el mandato defensivo del ciberespacio, reconociéndolo como un dominio de operaciones en el que la defensa debe ejercerse con la misma eficacia que lo hacen en el aire, la tierra y el mar. El enfoque defensivo de la OTAN en este sector es proteger sus propias redes, operar en el ciberespacio (incluso a través de operaciones y misiones de defensa cibernéticas), así como también ayudar a los aliados a mejorar su resiliencia nacional y proporcionar una plataforma para la consulta política y la acción colectiva.
En este sentido, los miembros de la OTAN también hicieron un compromiso de defensa cibernética en julio de 2016, para mejorar la ciberseguridad del espacio implicado en esta actividad, mediante el mejoramiento de la asociación público-privada, a fin de reforzar
La cooperación con la industria privada se ha intensificado, especialmente en las áreas de intercambio de información, entrenamiento, investigación y ejercicios, todo ello a través de la asociación público-privada, que a su vez actualiza la Cibernética de la Industria de la OTAN.
En la Cumbre de la OTAN de 2021, en Bruselas, los aliados respaldaron una nueva Política Integral de Ciberdefensa, que respalda las tareas principales de esta organización y la postura general de disuasión y defensa, para mejorar aún más la resiliencia de la alianza. Este grupo está utilizando a dicho organismo como plataforma de consulta política, compartiendo preocupaciones sobre actividades cibernéticas maliciosas e intercambiando enfoques y respuestas nacionales, además de considerar posibles respuestas colectivas. Los aliados están promoviendo un ciberespacio libre, abierto, pacífico y seguro, y están realizando esfuerzos para mejorar la estabili- dad y reducir el riesgo de conflicto, al apoyar el derecho internacional y las normas voluntarias de comportamiento estatal responsable en este ámbito (OTAN, 2022b).
Desarrollo de capacidades para la ciberdefensa del país
La seguridad basada en capacidades es un concepto para el diseño de sistemas informáticos invulnerables, el cual constituye uno de los modelos de seguridad existentes. Una capacidad es una muestra de autoridad comunicable e infalsificable.
La globalización de la tecnología digital emergente permite que las capacidades cibernéticas puedan proporcionar a los adversarios un medio para poner en riesgo a las poblaciones y a la infraestructura critica. También ofrecen un medio para hacer inoperable una red de mando y control militar en momentos decisivos. Las capacidades de guerra cibernética están conduciendo a una nueva revolución en asuntos militares, en los que esas capacidades desempeñan un papel cada vez más deseable en los conflictos militares y se integran profundamente en la doctrina de capacidades militares. En países como China y Rusia, se emplean los piratas informáticos (Hackers) que operan en forma conjunta con unidades militares, generando, capacidades adicionales para sus empleadores, que podrán interrumpir los mercados bursátiles y derribar las redes eléctricas en los estados enemigos, en forma paralela a las acciones militares
En otras palabras, las capacidades cibernéticas pueden transformar los conflictos dentro del Estado. Por ejemplo, tenemos el caso de Chile durante las manifestaciones públicas de grupos opositores al gobierno, donde los jóvenes manifestantes confiaron en las redes sociales para movilizar a sus ciudadanos y desafiar a la autoridad. Las capacidades cibernéticas podrían incluso ofrecer nuevos vectores coercitivos y dar lugar a peligrosos dilemas de seguridad, tal y como se vio en los ataques de Corea del Norte contra Sony Pictures o, más recientemente, en las manifestaciones violentas en Chile 2019, ya mencionadas, y de esta forma desestabilizar el liderazgo para lograr una concesión (Dammert & Vergara, 2020). La facilidad de las operaciones de espionaje exi- tosas en el ciberespacio amplifica el dilema de la seguridad, visto desde la perspectiva revolucionaria. Las estrategias cibernéticas fundamentadas en capacidades son y, seguirán siendo, empleadas en futuras campañas electorales para coaccionar o destruir al opositor político.
Sin embargo, no hay garantías de que la innovación se traduzca en una revolución militar. Las estimaciones sobre la inteligencia de nuevas capacidades a menudo son inciertas. Incluso los estados poderosos pueden enfrentar desafíos burocráticos o dinámicas culturales cuando intentan traducir nuevas capacidades en poder coercitivo. Al final, es más probable un cambio evolutivo que revolucionario, a medida que las nuevas tecnologías ingresan lentamente al frente militar y político (Poptchev, 2020).
La capacidad de respuesta a incidentes informáticos de las propias redes del país, es una herramienta de apoyo de ciberdefensa centralizada las 24 horas del dia. Esta capacidad evoluciona de forma continua y mantiene el ritmo del entorno tecnológico y de amenazas, que cambia rápidamente (Segel, 2021).
Es necesario el establecimiento de un Centro de Operaciones del Ciberespacio, con la misión de apoyar a los comandantes militares con conocimiento de la situación, para informar las operaciones y misiones a nivel nacional e internacional. Esto se logra mediante la coordinación de las actividades operativas a escala nacional e internacional en el ciberespacio. Así se asegura la libertad de acción en este ámbito, haciendo que las operaciones sean más resilientes a las ciber amenazas.
Conclusiones:
La generación de capacidades es fundamental para desarrollar la Política Integral de Ciberseguridad/defensa del país. En este orden de ideas, es evidente que la generación e implementación de las capacidades a nivel estratégico, es tarea conjunta de las autoridades políticas, militares y privadas, así como de los aliados individuales. El Consejo Superior de Ciberseguridad/Defensa del país es el principal órgano de toma de decisiones políticas en esta materia. La supervisión política de alto nivel en todos los aspectos de la generacion e implementación de las capacidades es una materia de vital importancia, a fin de dotar al país de la tecnología necesaria y suficiente que le proporcione, en general, un ciberespacio seguro y confiable para todos.
REFERECIAS:
Clarke, R. A., & Knake R. K. (2019). The military, domains, and dominance. Fifth https://www.nato.int/cps/en/natohq/ topics_78170.htm
Domain: Defending our country, our companies, and ourselves in the age of cyber threats (pp 189-212) Penguin Random House.
Cyber defense. (2022 marzo 23). NATO. Recuperado octubre, 2022.
Dammert, L. & Vergara E. (2020, agosto). Orden Público Para el Nuevo Chile: Demonstraciones, marchas y protestas. Friedrich-Ebert-Stiftung. https:// library.fes.de/pdf-files/bueros/ chile/16503.pdf
Grant, A., Haider, Z., & Mieszala, J. C. (2022, septiembre 8). Cómo construir resiliencia geopolítica en medio de un orden global fragmentado. McKinsey & Company. https://www.mckinsey.com/ featured-insights/destacados/comoconstruir-resiliencia-geopolitica-en-medio -de-un-orden-global-fragmentado/es https://www.nato.int/strategicconcept/
NATO. (2022). NATO 2022 strategic concept. NATO.
Poptchev, P. (2020). NATO-EU cooperation in cybersecurity and cyber defense offers unrivaled advantages. Information and Security, 45, 35-55. https://doi.org/10.11610/isij.4503
Segell, G. (2021). Consistency of civilmilitary relations in the Israeli Defense Forces. Journal of Advanced Military Studies, 12(1), 88-111. https:// doi.org/10.21140/mcuj.20211201004
El nuevo concepto estratégico de la OTAN y la estabilidad internacional 1
Vicente Torrijos2
Sobre el articulo y el autor
1 Artículo Sobre el articulo y el autor Artículo resultado del proyecto: “La movilización social violente en perspectiva”, que hace parte de la línea de investigación: “Derechos Humanos, DICA y Justicia” del grupo de investigación “Centro de Gravedad”, reconocido y categorizado en (A1) por COLCIENCIAS, adscrito y financiado por la Escuela Superior de Guerra “Gral. Rafael Reyes Prieto”.
2Profesor Investigador en la Escuela Superior de Guerra.
La Alianza Atlántica es, probablemente, la alianza más exitosa en la historia. Durante la Guerra Fría, el vínculo transatlántico fue el garante de un sistema que pudo evitar la confrontación entre las dos superpotencias imperantes, aunque proliferaron los conflictos periféricos.
Muy ajustada a su ámbito geográfico de cobertura, la OTAN no exploró posibilidades de participación en aquellos contextos remotos, pero su existencia, y la del Pacto de Varsovia, fueron suficientes para desarrollar una estructura global altamente funcional basada en pesos y contrapesos. De tal manera, esa estructura bipolar resultó útil para consolidar un modelo de disuasión basado en la noción de destrucción mutua asegurada, es decir, aquel juego de suma absoluta en que el primer uso del arma nuclear suponía un suicidio estratégico (Parrington, 1997).
Aunque está claro que esa capacidad disuasiva sigue existiendo, se pensó que, superado el clima de contraposición de las superpotencias propio de la Guerra Fría, ya no sería necesario depositar la confianza en semejante noción.
En efecto, la disolución del Pacto de Varsovia y de la Unión Soviética, generó un espacio de entendimiento y cooperación altamente esperanzador, tal como alcanzaron a esbozarlo los presidentes Bush y Yeltsin (Declaración de Camp David, 1992).
Sin embargo, la dinámica imperial que ha caracterizado el devenir histórico no había desaparecido sino que tan solo estaba ajustándose en una especie de hibernación estratégica a lo que puede denominarse Primera Posguerra Fría (PGF1).
Nuevas tendencias amenazantes no estatales emergieron y cristalizaron en los atentados del 11 de Septiembre. Y adicionalmente, aunque sin tanto atractivo mediático, el advenimiento de Vladimir Putin al poder en Rusia, en el 2000, y los planes de expansión de la República Popular China (RPCH), fueron configurando una nueva contienda imperial trilateral que se prolonga hasta hoy y a la que puede denominarse Segunda Posguerra Fría (PGF2).
Con altas capacidades energéticas e híbridas, y valiéndose de la influencia acumulada a lo largo del siglo XX, el Kremlin avanzó sobre Abjasia y Osetia (2008), controló Chechenia (2009), se anexó Crimea (2014), fundó la Organización para el Tratado de la Seguridad Colectiva (OTSC), siguió manteniendo la funcionalidad de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) y extendió sus planes de cooperación multifactorial por Latinoamérica y el Caribe.
Por su parte, la RPCH inauguró el modelo de “un país, dos sistemas” con el que se dotó de una versatilidad económica notable a escala global y de un creciente andamiaje militar expansivo.
De tal modo, rusos y chinos encontraron un espacio interactivo mutuamente rentable para desafiar el posicionamiento imperial de los EEUU como potencia hegemónica en lo que, prácticamente, venía siendo un sistema unipolar imperfecto y fugaz.
De hecho, Pekín y Moscú afianzaron esa unidad de criterios en torno a la Organización para la Cooperación de Shanghai (OCS) y la llevaron a su máxima expresión con la firma de lo que puede llamarse alianza estratégica ilimitada (AEI) del 4 de Febrero del 2022.
Por su parte, la OTAN, liderada, naturalmente, por Washington, ya había puesto en marcha su propio esquema adaptativo de Puertas Abiertas y fue acogiendo en su seno a la mayoría de los países del fenecido Pacto de Varsovia, generando así recelos de hondo impacto en la contraparte rusa.
Como era apenas lógico, tales resquemores se afianzaron en la medida en que se sobrepasó el radio de acción contemplado en el Tratado constitutivo de la Alianza y esta comenzó a actuar en Medio Oriente al tiempo que ampliaba el número de sus socios estratégicos globales no miembros como, Colombia, por ejemplo, tal como quedó especificado en el Memorando firmado por el presidente Biden el 23 de mayo del 2022 (EEUU, 2022).
Del mismo modo, Washington empezó a crear, aunque tardíamente, nuevos circuitos de seguridad en el Indopacífico destinados a superar el trauma de Vietnam, la disolución de la Organización del Tratado del Sudeste Asiático (SEATO) en 1977, y la cooperación estrictamente bilateral, de tal modo que entraron en vigencia tanto el Diálogo de Seguridad Cuadrilateral India, Australia, Japón y EEUU (QUAD) en 2007, como el Pacto Australia, Reino Unido y EEUU (AUKUS) en el 2021.
Con todo, este modelo de nuevo ordenamiento mundial no fue suficiente para impedir la invasión de Rusia a Ucrania en febrero del 2022 y ha creado una creciente incertidumbre sobre las repercusiones que esa agresión pudiese tener en una eventual conducta similar por parte de la RPCH sobre la isla de Taiwán (González, 2022), o por parte de la misma Rusia sobre países como Moldavia y Georgia o, incluso, Suecia y Finlandia, a tal punto que estos últimos se han apresurado a solicitar su ingreso a la Alianza (DW, 4 Agosto 2022).
En otras palabras, y a pesar del déficit estratégico que quedó en evidencia con la mencionada invasión a Ucrania, era apenas normal que la OTAN se diera a la tarea de actualizar su Concepto Estratégico para asimilar estas tendencias y anticiparse a las nuevas maniobras que pudiese emprender la AEI Rusia-China (OTAN, 2022).
Una articulación de esfuerzos y recursos que, por las características autoritarias que definen a sus regímenes, constituye una liga de autocracias que se contrapone, en toda regla, a la que conforman los aliados occidentales de la OTAN, caracterizados a su vez por ser regímenes liberales.
Desarrollo
La presurosa e improvisada retirada de los EEUU de Afganistán tras 20 años de esfuerzo, suscitó una serie de reflexiones estratégicas que contribuyeron a consolidar en Moscú la idea de que si la OTAN no había actuado para impedir la anexión de Crimea en el 2014, mucho menos lo haría para evitar la invasión a Ucrania en el 2022.
Para decirlo de otro modo, si los EEUU y la Alianza abandonaban a Afganistán, considerado por lustros como un socio de notable im- portancia geoestratégica en el que confluían los esfuerzos colectivos de la OTAN, ¿por qué tales aliados habrían de empeñarse luego en evitar un avance ruso sobre Ucrania, sobre todo si a Kiev se le había prometido el ingreso pero nunca se le admitió como Estado miembro de la OTAN?
Para completar, después de la anexión de Crimea en el 2014, Rusia inicia una serie de operaciones híbridas sobre territorio del Donbass sin que la Alianza presentara obstáculo significativo, reforzando así la presunción del Kremlin de que, en vez de esforzarse por buscar la neutralidad de Ucrania, lo que verdaderamente debía importarle era anexarse también esta franja territorial como finalmente lo hizo el 5 de octubre del 2022.
Así las cosas, semejante panorama condujo a que la OTAN redefiniera su Concepto Estratégico en la Cumbre de Madrid del 29 y 30 de junio del 2022, tomando como eje central del razonamiento la antedicha división planetaria entre autocracias y democracias liberales.
En consecuencia, la Alianza pone todas estas manifestaciones agresivas en perspectiva y promulga tajantemente que incluso un conjunto único o progresivo de acciones cibernéticas maliciosas, o de operaciones híbridas en general (incluido el uso coercitivo de tácticas de información), podría ser equiparable a un ataque armado y, por ende, llevar al Consejo del Atlántico Norte a invocar el Artículo 5 en el que reside la noción de seguridad colectiva.
Al considerar ahora a la resiliencia como la base de sus tareas fundamentales, la Alianza pasó a establecer en el nuevo Concepto que las vulnerabilidades estratégicas, incluidas, por supuesto, las que caracterizan a las infraestructuras críticas, a las cadenas de suministro y a los sistemas sanitarios -cuya afectación en bloque o por separado supone, de hecho, un atentado humanitario-, podían convertirse en riesgos para la seguridad, obligando así a los aliados a actuar decididamente para potenciar su capacidad de respuesta.
En tal sentido, la Alianza ha confirmado que sus tareas esenciales son, precisamente, (a) la disuasión y la defensa; (b) la prevención y gestión de crisis; y (c) la seguridad cooperativa. Y lo ha hecho afirmando que ejecutará tales tareas con base en el “enfoque de 360 grados”, una postura que supone la posibilidad de usar la fuerza sin ninguna restricción geográfica como las que, inicialmente, la circunscribían al Atlántico Norte, o a áreas estrictamente relacionadas con él.
Sin embargo, todo este dispositivo conceptual y operacional no parece ser suficiente para enfrentar a sus principales antagonistas que, de acuerdo también con el Nuevo Concepto, no son otros que Rusia y China (Torrijos, 2022).
En concreto, cuando el presidente francés, E. Macron, expresa que no respondería proporcionalmente a un ataque nuclear táctico de Rusia sobre Ucrania por cuanto sus intereses nacionales no se verían afectados (MDZ, 14 Octubre 2022), ¿no está resquebrajando –esencialmente y por anticipado- la incertidumbre en la que se basa “el propósito fundamental de la capacidad nuclear de la OTAN”, esto es, “preservar la paz, impedir la coacción y disuadir la agresión”?
Asimismo, cuando el presidente norteamericano, J. Biden, sostiene que acudiría militarmente en defensa de Taiwán si la RPCH la invadiera, pero luego la Casa Blanca aclara que la política sobre China no ha cambiando en absoluto, ¿no está sugiriendo que la ambivalencia estratégica es, de suyo, deficiente a la hora de disuadir a Pekín? (DW, 19 Septiembre 2022).
Este interrogante se hace mucho más complicado aún si se le agrega la cuestión de la frágil voluntad de los miembros de la Alianza -en conjunto- por entrar en una confrontación directa con China tan solo para defender a Taipei.
Si, de hecho, el nuevo Concepto no fue suficiente para desanimar a Moscú de anexarse el Donbass, ¿por qué lo sería a corto plazo para desalentar a Pekín en su propósito de reunificar a China?
En otras palabras, ¿no hay acaso suficientes razones para pensar que los aliados serán incapaces de cerrar la llamada “ventana de Davidson”, una figura estratégica mediante la cual los propios EEUU están casi que admitiendo y, por lo tanto, alentando a China para que se apodere de Taiwán como si fuese algo inexorable? (Feng, 2022).
Si a todo lo dicho se agrega el clima de tensión en que cohabitan los miembros de la Alianza (por ejemplo, Turquía enfrentada a Suecia y Finlandia en su condición de solicitantes de ingreso; Turquía contra Grecia; Grecia contra Macedonia del Norte; Hungría frente a varios miembros simultáneamente, etc.), ¿cuál es el verdadero grado de credi- bilidad en el que se basaría la OTAN para generar un equilibrio de poder global, en el entendido de que un sistema basado en el equilibrio de poder tiene relativamente garantizada la estabilidad? (Nexon, 2009).
Conclusiones
1- El desarrollo reciente del sistema de seguridad internacional sugiere que la contienda imperial, en vez de diluirse, se agudiza.
2- Tal contienda se manifiesta ahora en el enfrentamiento que se presenta entre las democracias liberales que concurren en la Alianza Atlántica y la AEI establecida por Rusia y China en tanto regímenes autocráticos.
3- Para desempeñarse en tal escenario, los aliados otantistas acogen un nuevo Concepto Estratégico que contempla aportes cualitativamente importantes tendientes a conseguir un sistema global de equilibrio de poder.
4- No obstante, las actitudes políticas de algunos miembros de la Alianza Atlántica parecen contradecir la lógica de la disuasión que el propio Concepto consagra taxativamente.
5- En consecuencia, si las conductas estratégicas de los miembros de la Alianza no son coherentes con los principios que animan el nuevo Concepto Estratégico es poco probable que este se traduzca, realmente, en pieza determinante de un sistema global equilibrado y estable, de tal modo que, en vez de disuadir a sus adversarios se estará propiciando y estimulando su comportamiento desafiante y expansivo.
Referencias
Declaración de Camp David, 1992. Bush y Yeltsin firman la declaración de Camp David.
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DW (8 Agosto 2022). Senado EEUU ratifica adhesión de Suecia y Finlandia a la Otan.
DW (19 Septiembre 2022). Biden reitera que tropas de EEUU defenderán a Taiwán si China la invade.
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Feng, J. (2022) U.S. Forces Must Not Let China 'Dictate the Terms' in the Pacific: Admiral Davidson. Newsweek, 9 Junio 2022.
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MDZ (14 Octubre 2022). Reino Unido reta a Macron y a Francia por Rusia y el uso de armas nucleares.
Nexon, D. (2009). The balance of power in the balance. World Politics, 61, 02.
OTAN (2022) Nato 2022 Strategic Concept. Madrid, 29 Junio 2022.
En Inglés : https://www.nato.int/nato_static_fl2014/ assets/pdf/2022/6/pdf/290622-strategicconcept.pdf
En Español : https://elpais.com/ descargables/2022/07/01/22f46368d04e40936c9ba9f4 b9be63b9.pdf
Parrington, A.J. (1997). Mutually assured destruction revisited. Strategic doctrine in question. Airpower Journal (Winter). https://apps.dtic.mil/sti/pdfs/ADA529841.pdf
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Recursos para Estudiantes e Investigadores
El Observatorio de Seguridad y Defensa se permite recomendar las siguientes lecturas, por ser consideradas relevantes para el área de la seguridad y la defensa.
Compiladores: Mateo Andrés Roa Suarez & Juan Pablo Monzón Torres
Castro, J. (2019). Del Tratado INF al START. ¿El final de los acuerdos de No-Proliferación Nuclear? Instituto Español de Estudios Estratégicos. (02), pp 1-21.
Izquierdo, J. (2019). La estrategia global de China para defender sus intereses. Instituto Español de Estudios Estratégicos. (04), pp 123.
Sacho, A. (2019). EUNAVFOR MED Operación SOPHIA: un instrumento de la Política Exterior y de Seguridad Común de la Unión Europea. Instituto Español de Estudios Estratégicos. (05), pp 1-14.
Álvarez, F. (2018). Migración y seguridad: perspectivas de Europa. Instituto Español de Estudios Estratégicos. (127), pp 1-18.
Pérez. A. (2018). El juego geopolítico de la nueva Ruta de la Seda en Asia. Instituto Español de Estudios Estratégicos. (126), pp 1-19.
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