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l Evangelio (Lucas 1:5) nos relata que los justos padres de San Juan el Bautista, el sacerdote Zacarías e Isabel (5 de Septiembre), vivían en la antigua ciudad de Hebrón. Los cuales llegaron a una edad avanzada sin tener hijos, ya que Isabel era estéril. En una ocasión, San Zacarías servía en el Templo de Jerusalén y vio al Arcángel Gabriel parado al lado derecho del altar del incienso. Y el arcángel predijo que Zacarías sería el padre de un hijo, quien anunciaría al Salvador, el Mesías esperado por la Iglesia del Antiguo Testamento. Ante esto Zacarías se inquieto, y el temor se apoderó de él. Teniendo dudas de como era posible el tener un hijo en la vejez, pidió una señal. Y se le concedió, y como escarmiento a su escepticismo, Zacarías fue privado del habla hasta el momento en que se cumplieran las palabras del arcángel.
Santa Isabel concibió un hijo, y temiendo que se burlaran de ella por estar embarazada a tan avanzada edad, mantuvo el secreto por cinco meses. Después su pariente, la Virgen María, la visitó para compartir su propia alegría con ella. Isabel, “llena con el Espíritu Santo,” fue la primera en saludar a la Virgen María como la Madre de Dios. San Juan saltó en el vientre de su madre ante la visita de la Santísima Virgen María y el Hijo de Dios encarnado dentro de ella. Poco después Santa Isabel dio a luz a un niño, y todos los familiares y amigos se regocijaron junto con ella. Al octavo día, según la Ley de Moisés, fue circuncidado y se le dio el nombre de Juan. Todos estaban asombrados ante esto, porque nadie en su familia había recibido ese nombre. Cuando preguntaron a Zacarías acerca de esto, busco una tablilla y escribió en ella: “Su nombre es Juan.” Inmediatamente recobro el habla, y san Zacarías glorificó a Dios. También profetizó acerca de Venida al mundo del Mesías, y acerca de su propio hijo Juan, el Precursor del Señor (Lucas 1:68-79). Después de la Natividad de nuestro Señor Jesucristo y la adoración de los pastores y los magos, el malvado Herodes dio órdenes de matar a todos los infantes varones. Al escuchar esto, Santa Isabel escapó al desierto y se oculto en una cueva. San Zacarías estaba en Jerusalén haciendo su servicio sacerdotal en el Templo. Herodes envió soldados para indagar el paradero del infante Juan y su madre. Zacarías les respondió que él no conocía su paradero, y fue asesinado en el Templo. La justa Isabel continuó viviendo en el desierto junto con su hijo, hasta su muerte. El niño Juan, protegido por un ángel, habitó en el desierto hasta el tiempo en que comenzó a predicar el arrepentimiento, y fue digno de bautizar al Señor.
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Después del Salmo 103, se canta Bienaventurado el varón…. A Señor, a Ti he clamado…, 10 estiquios: 4 de la Resurrección, en el Tono 2:
Venid, adoremos al que del Padre nació antes de todos los siglos, al Verbo de Dios, encarnado de la Virgen María. Porque habiendo sufrido la Cruz de su propia voluntad fue enterrado. También se levantó de entre los muertos, y me salvó a mí, que estaba perdido. Cristo nuestro Salvador clavó a la Cruz la escritura del decreto contra nosotros y lo borró, y el poder de la muerte abolió. Adoremos pues su Resurrección al tercer día. Cantemos con los arcángeles la Resurrección de Cristo. Él es el Redentor y Salvador de nuestras almas. Y otra vez ha de venir con temible gloria y fuerte potestad a juzgar al mundo que Él creó. Oh tú que fuiste crucificado y sepultado, el ángel te proclamó a ti Maestro y dijo a las mujeres, Venid y ved donde fue puesto el Señor. Ha resucitado, como había dicho, porque Él es todopoderoso. Te adoramos a Ti, el único inmortal, Cristo, Dador de Vida, ten piedad de nosotros. Y seis estiqueras para San Juan Bautista, en el Tono 4, por Juan el Monje Con su nacimiento, Juan liberó a Zacarías del silencio; porque no era apropiado que el padre guardara silencio cuando llego la voz del Verbo. El sacerdote al no creer en un principio, se le fue atada su lengua, pero cuando apareció Juan, liberó a su padre. A él se le anunció y nació la voz del Verbo, el precursor de la Luz, y que ahora intercede por nosotros.
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Este día la voz del Verbo libera a la voz de su padre, de la cual fue privado debido a su escepticismo, y mostró a su vez fertilidad a la Iglesia, al liberar a su madre de la esterilidad. La lámpara de la Luz ha llegado; el amanecer que anuncia la venida del Sol de justicia, para la edificación de todos y la salvación de nuestras almas. En el mismo Tono, por Anatolio: Cuando el Verbo de Dios iba a nacer de la Virgen, el mensajero, el más altísimo y gran profeta nacido de una mujer, surgió de una mujer anciana y estéril. Porque era propio que el comienzo de algo divino fuera maravilloso: aquí la concepción después de la edad fértil, allá la concepción sin simiente. Oh Tú que obras milagros para nuestra salvación, gloria a Ti. En el mismo Tono, por Andrés de Creta: Este día, el gran precursor, el más grandioso de todos los profetas, se ha manifestado, surgiendo del seno estéril de Isabel. Como él no hay ningún otro, ni se levantará algún otro; porque la Luz trascendental siguió a la lámpara del precursor, el Verbo siguió a la voz, el Esposo siguió al amigo del Esposo, quien preparo al excelente pueblo del Señor, purificándolos de antemano para el Espíritu con el agua. Él es el hijo de Zacarías, el buen hijo del desierto, el predicador de arrepentimiento, el purificador de los pecados, quien anunció a aquellos en el hades la resurrección de los muertos, y que ora por nuestras almas. Oh Juan, bautista de Cristo, fuiste revelado como profeta y precursor desde el seno de tu madre, al saltar y regocijarte dentro de su vientre al contemplar a la Reina, quien llevaba al intemporal que fue engendrado por el Padre sin una madre, viniendo a su sierva y a ti, que surgiste de una madre estéril y de un anciano según la promesa de Dios. Pídele a Él para que nuestras almas encuentren misericordia. ¡Oh Asombrosa maravilla! Aquel que no creyó en la palabra del ángel, quien le dijo que Isabel concebiría y daría a luz a un hijo, aquel que dijo “¿Cómo ha de dar a luz? Porque yo soy un anciano, y mi mujer avanzada en sus días” y fue condenado a la mudez por su escepticismo, este día contempla el cumplimiento de la promesa. Se rompe su silencio, y se llena de alegría, exclamando: “Bendito eres Tú, Dios de Israel, porque has visitado y traído redención a tu pueblo, concediendo al mundo gran misericordia. 4
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. En el Tono 6, por Bizancio ste día, como estrella brillante, la lámpara de la Luz prepara el camino para la venida del Verbo de Dios. Este día es liberada la lengua Zacarías, que había guardado silencio por orden del ángel. Porque el padre de la voz no puede permanecer en silencio en el nacimiento del precursor de un seno estéril, y así con gran entusiasmo proclamó las buenas nuevas de la redención al mundo entero.
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Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén. En el Tono 2: a sombra de la ley ha sido anulada por la venida de la gracia, y como ardía la zarza sin consumirse, así, oh Virgen, diste a luz y Virgen permaneciste. Y en lugar de la columna de fuego, brilló el Sol de Justicia, y en lugar de Moisés, Cristo, Salvación de nuestras almas.
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La Entrada, Radiante Luz, y el proquímeno del día. Y estás tres lecturas:
ijo Dios a Abraham: A Sarai tu mujer no llamarás su nombre Sarai, mas Sara será su nombre. Y le bendeciré, y también te daré de ella un hijo, y le bendeciré, y será madre de naciones: reyes de pueblos serán de ella. Entonces Abraham cayó sobre su rostro, y se rio, y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer un hijo? ¿Y Sara, mujer de noventa años, ha de parir? Y respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te parirá un hijo, y llamarás su nombre Isaac, y confirmaré mi pacto con él por alianza perpetua a su simiente después de él. Y Abraham y Sara eran viejos, entrados en días. Y se rio Sara entre sí, diciendo: ¿Después que he envejecido, tendré deleite? Así mismo mi señor es ya viejo. Entonces el Señor dijo a Abraham: ¿Por qué se ha reído Sara, diciendo; De cierto tengo de parir, que soy ya vieja? ¿Acaso hay algo imposible para el Señor? Y visitó el Señor a Sara, como había dicho; e hizo el Señor con Sara como había hablado. Y concibió y parió Sara a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que Dios dijo. Y llamó Abraham el nombre de su hijo, que le nació, que le parió Sara, Isaac. Y circuncidó Abraham a su hijo Isaac de ocho días, como Dios le mandó. Y era Abraham de cien años, cuando le nació Isaac su hijo. Entonces dijo Sara: Dios me ha 5
hecho reír; y cualquiera que lo oyere, se reirá conmigo. Y dijo: ¿Quién dijera a Abraham, que Sara había de dar leche a hijos? que le he parido un hijo a su vejez. Y creció el niño, y fue destetado; e hizo Abraham gran banquete el día que fue destetado Isaac.
n aquellos días había un hombre de Saraa de la tribu de Dan, el cual se llamaba Manué; y su mujer era estéril que nunca había parido. A esta mujer se apareció el ángel del Señor, y le dijo: He aquí que tú eres estéril, y no has parido; mas concebirás, y parirás un hijo. Ahora por tanto, mira ahora que no bebas vino, ni sidra, ni comas cosa inmunda: Porque tú concebirás, y parirás un hijo: y no subirá navaja sobre su cabeza; porque aquel niño Nazareo será de Dios desde el vientre; y él comenzará a salvar a Israel de mano de los Filisteos. Y la mujer vino, y se lo contó a su marido, diciendo: Un varón de Dios vino a mí, cuyo parecer era como de un ángel de Dios, terrible en gran manera, y no le pregunté de donde ni quién era, ni tampoco él me dijo su nombre. Y me dijo: He aquí que tú concebirás, y parirás un hijo: por tanto ahora no bebas vino ni sidra, ni comas cosa inmunda; porque este niño desde el vientre será Nazareo de Dios hasta el día de su muerte. Y oró Manué al Señor, y dijo: Ay, Señor mío, yo te ruego que aquel varón de Dios, que enviaste, venga ahora otra vez a nosotros, y nos enseñe lo que hayamos de hacer con el niño que ha de nacer. Y el ángel del Señor respondió a Manué: La mujer se guardará de todas las cosas que yo le dije. Ella no comerá cosa que salga de vid que lleve vino: no beberá vino, ni sidra: y no comerá cosa inmunda: finalmente, guardará todo lo que le mandé. Y Manué dijo al ángel del Señor: ¿Cuál es tu nombre, para que cuando tu palabra se cumpliere, te honremos? Y el ángel del Señor respondió: ¿Por qué preguntas por mi nombre, que es oculto? Y el ángel del Señor no se volvió a aparecer a Manué ni a su mujer.
sí dijo el Señor: Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios. Hablad según el corazón de Jerusalén: decidle a voces que su tiempo es ya cumplido: que su pecado es perdonado: que doble ha recibido de la mano del Señor por todos sus pecados. Voz que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios. Todo valle sea 6
alzado, y todo monte y collado se rebaje, y lo torcido se enderece, y lo áspero se allane. Y la gloria del Señor se manifestará; y toda carne juntamente verá; que la boca del Señor habló. Los afligidos y menesterosos buscan las aguas, que no hay: su lengua se secó de sed: Yo el Señor los oiré: Yo el Dios de Israel no los desampararé. En las alturas abriré ríos, y fuentes en mitad de los llanos: tornaré el desierto en estanques de aguas; y la tierra seca en manaderos de aguas. Rociad, cielos, de arriba, y las nubes goteen la justicia: ábrase la tierra, y fructifíquense la salud y la justicia: háganse producir juntamente. Dad nuevas de esto con voz de alegría: publicadlo, llevadlo hasta lo postrero de la tierra: decid: Redimió el Señor a su siervo Jacob. Y nunca tuvieron sed cuando los llevó por los desiertos: les hizo brotar agua de la piedra: Alégrate, oh estéril, la que no paría: levanta canción, y exulta, la que nunca estuvo de parto; porque más serán los hijos de la dejada, que los de la casada.
Estas estiqueras, en el Tono 1: ¡Derramen dulzura las montañas! ¡Salten como corderos los montes! Porque el precursor del Señor, quien ha de habitar entre ustedes, ha nacido de Isabel, y con su nacimiento ha liberado a su padre de la mudez. Por eso, le clamamos: ¡Oh Bautista de Cristo, intercede para que nuestras almas sean salvadas! Voz proclamadora de Dios, lámpara de la Luz, precursor del Señor, que fuiste testificado por Cristo como el más grande profeta, suplica por el mundo, y especialmente por tu rebaño, para que sea salvado sin daño. Fuiste predicador del Verbo y Cordero de Dios, oh profeta y precursor Juan. Predijiste las cosas por venir, y declaraste a los confines de la tierra: He aquí el Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo, y a todos concede misericordia. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. En el Tono 5, por Andrés de Creta: ste día Isabel se regocija y da a luz al último profeta, el primero de los apóstoles, el ángel terrenal y hombre celestial, la voz del Verbo, el soldado y precursor de Cristo, quien salto en anticipación como muestra de la promesa, y antes de su nacimiento proclamó al Sol de justicia. Zacarías se asombra en su edad avanzada, apartando el silencio que lo había sujetado; y siendo el padre de la voz profetiza manifiestamente: “Tú, oh niño, profeta del Altísimo serás llamado; porque irás delante de la faz del Señor, para aparejar sus caminos.” Por esto, oh ángel, profeta, guerrero, precursor, bautista, predicador e instructor del arrepentimiento:
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como la voz de la Luz y Verbo, ora incesantemente por nosotros que guardamos con fe tu memoria. Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén. En el mismo Tono h Reverendísima Virgen, tú eres el Templo y la Puerta, el Palacio y el Trono del Rey. Cristo, el Señor, mi libertador, por medio de ti, se reveló a los que dormían en las tinieblas, porque El, el Sol de la justicia, quiso iluminar la obra de sus manos formada a su imagen. Como tú tienes privilegio materno con tu Hijo, te suplicamos a ti, alabada de todos los hombres, ruégale que salve nuestras almas.
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De la Resurrección, en el Tono 2: Tu Resurrección, Cristo Salvador, ha iluminado al mundo entero y tú has llamado a tu criatura, oh Señor poderoso, gloria a ti. Verso: El Señor es Rey, de hermosura se ha vestido. Por el árbol, Salvador, has anulado la maldición del árbol; y por tu sepultura has dado muerte al poder de la muerte; has iluminado a nuestro género por tu Resurrección. Por tanto, te aclamamos, Cristo, Dador de Vida, Dios nuestro, gloria a ti. Verso: Porque Él ha establecido el universo, que no será movido. Tú, oh Cristo, apareciste clavado en la Cruz, e invertiste la hermosura de la creación. Y en crueldad los soldados traspasaron tu costado con una lanza. Y los hebreos, no creyendo en tu autoridad rogaron que se sellara tu tumba. Mas Tú, por la compasión de tus misericordias te sometiste a la sepultura, y te levantaste al tercer día, oh Señor, gloria a ti. Verso: La santidad conviene a tu casa, Señor, por largos días. Oh Cristo, Dador de Vida, sufriste la Pasión voluntariamente por los mortales. Descendiste al infierno con fuerte poder y arrebataste de la mano del monstruo a los que te esperaban allí, dándoles una morada en el paraíso a cambio del infierno. Por tanto concédenos a los que glorificamos tu Resurrección al tercer día purificación de nuestros pecados y tu gran misericordia. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. En el Tono 8, por Casia la Monja: ste día se cumplen las palabras de Isaías, al nacer Juan, el más grande de los profetas; porque él dijo: “he aquí, que te enviaré a mi mensajero, quien preparará tú camino.” El soldado del Rey celestial, que va delante de Ti,
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verdaderamente enderezo los caminos para nuestro Dios, siendo hombre por naturaleza, pero con una vida angelical. Porque habiendo preservado hasta el final su pureza y castidad, preservo aquello que le pertenece por naturaleza, y evito aquello que es contrario a la naturaleza, batallando de manera sobrehumana. Oh fieles imitémoslo en sus virtudes, y pidámosle para que interceda por la salvación de nuestras almas. Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén. En el mismo Tono: h Virgen no desposada, Madre del Dios Altísimo, has concebido inefablemente a Dios en la carne; y siendo inmaculada nos has concedido a todos purificación de nuestras transgresiones. Recibe las súplicas de tus siervos, y ruega, tú que aceptas nuestras preces, que nuestras almas sean salvadas.
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Luego: Ahora, Señor, dejas en paz a tu siervo… el Trisagio, y después del Padre Nuestro… El tropario de la Resurrección, en el Tono 2: uando descendiste a la muerte, oh Vida Inmortal, diste muerte al infierno con la brillantez de tu deidad. Y cuando de las entrañas de la tierra levantaste a los muertos, todas las potestades celestiales exclamaron: oh Dador de Vida, Cristo nuestro Dios, gloria a Ti.
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Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. El Tropario para San Juan Bautista, en el Tono 4:
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h Profeta y Precursor de la venida de Cristo, aunque no podamos alabarte dignamente, te honramos con amor en tu natividad, porque a través de tu nacimiento terminaste con el silencio de tu padre y la esterilidad de tu madre, y proclamaste al mundo la encarnación del Hijo de Dios. Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén. El Teotoquio, en el Tono 4: l misterio escondido desde la eternidad e ignorado de los ángeles se reveló a los terrestres por medio de ti, oh Teotocos. Dios se encarnó en unión sin confusión, y por nuestra causa aceptó voluntariamente la Cruz; y por ella levantó al que había formado primero, y salvó nuestras almas de la muerte.
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En las Bienaventuranzas, ocho estiqueras, 4 de la Resurrección en el Tono 2: La voz del ladrón te ofrecemos y clamamos a Ti: acuérdate, Salvador, de nosotros en tu Reino. Te ofrecemos la Cruz por el perdón de nuestras ofensas. Por nosotros Tú la recibiste, oh Amante de los hombres. Veneramos, oh Maestro, tu sepultura y tu Resurrección, por las que has librado al mundo de la corrupción, oh Amante de los hombres. Por tu muerte, Señor, ha sido devorada la muerte, y por tu Resurrección, Salvador, el mundo ha sido salvado. Y 4 estiqueras de la Oda VI del Canon a San Juan Bautista: Oh Precursor, el enemigo recibió tu nacimiento como a una espada de doble filo; porque fuiste heraldo de la liberación de los hombres. Las riquezas divinas se inclinaron manifiestamente al mundo desde las alturas celestiales, mientras que el heraldo de la gracia y la adopción de los mortales es traída este día. Al nacer de una mujer estéril, oh alabadísimo Juan, el desierto noéticamente es rociado con fragante mirra mientras recibe las noticias de Cristo, quien es la inagotable Mirra. Reconociéndote como la única Madre de Dios, oh purísima Señora, el divino Precursor salto en el vientre de su madre y anunciando de antemano tus obras maravillosas.
El tropario de la Resurrección, en el Tono 2: uando descendiste a la muerte, oh Vida Inmortal, diste muerte al infierno con la brillantez de tu deidad. Y cuando de las entrañas de la tierra levantaste a los muertos, todas las potestades celestiales exclamaron: oh Dador de Vida, Cristo nuestro Dios, gloria a Ti.
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El Tropario para San Juan Bautista, en el Tono 4: h Profeta y Precursor de la venida de Cristo, aunque no podamos alabarte dignamente, te honramos con amor en tu natividad, porque a través de tu nacimiento terminaste con el silencio de tu padre y la esterilidad de tu madre, y proclamaste al mundo la encarnación del Hijo de Dios.
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Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Contaquio de la Resurrección, en el Tono 2: e has levantado de la tumba, Salvador Todopoderoso, y el infierno, viendo esta maravilla, se amedrentó y los muertos resucitaron. La creación también se regocija contigo, y se alegra Adán. El mundo, Salvador mío, te canta para siempre.
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Ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén Contaquio de San Juan Bautista, en el Tono 3: quella que era estéril, este día da a luz a Juan el Precursor, la culminación y corona de todos los profetas. Porque cuando él en el Río Jordán impuso sus manos sobre Aquel de quien hablaban los profetas, fue revelado como el Profeta elegido del Verbo de Dios, su poderoso predicador, y su Precursor en gracia.
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Proquímeno, en el tono 2: El Señor es mi fortaleza y mi cantar, y se ha hecho mi salvación. Verso: El Señor me ha castigado sobremanera, mas no me ha entregado a la muerte. Segundo Proquímeno, en el Tono 7: Se alegrará el justo en el Señor, y en el confiará
ermanos, justificados, pues, por la fe, tenemos paz con Dios por mediación de nuestro Señor Jesucristo, por quien en virtud de la fe hemos obtenido también el acceso a esta gracia, en que nos mantenemos y nos gloriamos, en la esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que nos gloriamos hasta en las tribulaciones, sabedores de que la tribulación produce la paciencia;" la paciencia, la virtud probada; y la virtud probada, la esperanza." Y la esperanza no quedará confundida, pues el amor de Dios se ha derramado en nuestros corazones por virtud del Espíritu Santo, que nos ha sido dado. Porque cuando todavía éramos débiles, Cristo, a su tiempo, murió por los impíos. En verdad, apenas habrá quien muera por un justo; sin embargo, pudiera ser 11
que muriera alguno por uno bueno;" pero Dios probó su amor hacia nosotros en que, siendo pecadores, murió Cristo por nosotros. Con mayor razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por El salvos de la ira;" porque, si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, reconciliados ya, seremos salvos en su vida. ermanos, y esto, ya que conocéis en qué tiempo estamos, porque es hora de levantaros del sueño, pues nuestra salud está ahora más cercana que cuando creímos. La noche va muy avanzada y se acerca ya el día. Despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas, y vistamos las armas de la luz. Andemos decentemente, y como de día, no viviendo en comilonas y borracheras, no en amancebamiento y libertinaje, no en querellas y envidias, antes vestíos del Señor Jesucristo, y no os deis a la carne para satisfacer sus concupiscencias. Recibid al débil en la fe, sin entrar en disputas sobre opiniones. Hay quien cree poder comer de todo; otro, débil, tiene que contentarse con verduras." El que come no desprecie al que no come y el que no come no juzgue al que come, porque Dios le acogió. ¿Quién eres tú para juzgar al criado ajeno? Que esté en pie o caiga, es asunto que no concierne sino a su amo; pero se mantendrá en pie, que poderoso es el Señor para sostenerle.
Aleluya, en el Tono 2: Que el Señor te escuche en el día de tribulación; que te escude el nombre del Dios de Jacobo. Verso: Oh Señor, salva al rey, y escúchanos en el día en que te clamemos. En el Tono 1: Bendito el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo (Lucas 1:68)
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l Señor dijo a sus discípulos: La lámpara del cuerpo es el ojo. Si, pues, tu ojo estuviere sano, todo tu cuerpo estará luminoso; pero, si tu ojo estuviere enfermo, todo tu cuerpo estará en tinieblas; pues si la luz que hay en ti es tinieblas, ¡qué tales serán las tinieblas!" Nadie puede servir a dos señores, pues o bien aborreciendo al uno, menospreciará al otro, o bien adhiriéndose al uno menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Por esto os digo: No os inquietéis por vuestra vida, sobre qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, sobre qué os vestiréis. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que el vestido? Mirad cómo las aves del cielo no siembran, ni siegan, ni encierran en graneros, y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas? ¿Quién de vosotros con sus preocupaciones puede añadir a su vida un solo codo? Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Mirad a los lirios del campo cómo crecen: no se fatigan ni hilan. Yo os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos. Pues si a la hierba del campo, que hoy es y mañana es arrojada al fuego, Dios así la viste, ¿no hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe? No os preocupéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, qué beberemos o qué vestiremos? Los gentiles se afanan por todo eso; pero bien sabe vuestro Padre celestial que de todo eso tenéis necesidad." Buscad, pues, primero el reino y su justicia, y todo eso se os dará por añadidura.
n los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote de nombre Zacarías, del turno de Abías, cuya mujer, de la descendencia de Aarón, se llamaba Isabel. Ambos eran justos en la presencia de Dios, e irreprensibles, caminaban en los preceptos y observancias del Señor. No tenían hijos, pues Isabel era estéril y los dos ya avanzados en edad. Sucedió, pues, que, ejerciendo él sus funciones sacerdotales delante de Dios según el orden de su turno, conforme al uso del servicio divino, le tocó entrar en el santuario del Señor para ofrecer el incienso, y toda la muchedumbre del pueblo estaba orando fuera durante la hora de la oblación del incienso. Se le apareció un ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. Al verle se turbó Zacarías, y el temor se apoderó de él. Y le dijo el ángel: “No temas, Zacarías, porque tu plegaria ha sido escuchada, e Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, al que pondrás por nombre Juan. 13
Será para ti gozo y regocijo, y todos se alegrarán en su nacimiento, porque será grande en la presencia del Señor. No beberá vino ni licores, y desde el seno de su madre será lleno del Espíritu Santo;" y a muchos de los hijos de Israel convertirá al Señor su Dios, y caminará delante del mismo en el espíritu y el poder de Elías para reducir el corazón de los padres a los hijos, y los rebeldes a los sentimientos de los justos, a fin de preparar al Señor un pueblo bien dispuesto,” Dijo Zacarías al ángel: “¿Y qué señal tendré de esto? Porque yo soy ya viejo, y mi mujer avanzada en edad.” El ángel le contestó, diciendo: “Yo soy Gabriel, que asisto ante Dios, y he sido enviado para hablarte y comunicarte esta buena nueva. He aquí que tú estarás mudo y no podrás hablar hasta el día en que esto se cumpla, por cuanto no has creído en mis palabras, que se cumplirán en su tiempo.” El pueblo esperaba a Zacarías y se maravillaba de que se retardase en el templo. Cuando salió no podía hablar, por donde conocieron que había tenido alguna visión en el Templo. Él les hacia señas, pues se había quedado mudo. Cumplidos los días de su servicio, regresó a casa. Y después de algunos días concibió Isabel, su mujer, que se ocultó durante cinco meses, diciendo: He aquí lo que ha hecho conmigo el Señor, acordando quitar mi oprobio entre los hombres. Le llegó a Isabel el tiempo de dar a luz, y parió un hijo. Habiendo oído sus vecinos y parientes que el Señor le había mostrado la grandeza de su misericordia, se congratulaban con ella. Al octavo día vinieron a circuncidar al niño, y querían llamarle con el nombre de su padre, Zacarías. Pero la madre tomó la palabra y dijo: No, se llamará Juan. Le decían: ¡Si no hay ninguno en tu parentela que se llame con ese nombre! Entonces preguntaron por señas al padre cómo quería que se llamase;" y pidiendo unas tablillas, escribió: Juan es su nombre. Y todos se maravillaron. Y abrió al instante su boca y habló bendiciendo a Dios. Se apoderó el temor de todos los vecinos, y en toda la montaña de Judea se contaban todas estas cosas, y cuantos las oían, pensativos, se decían: ¿Qué vendrá a ser este niño? Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él. Zacarías, su padre, se llenó del Espíritu Santo y profetizó diciendo: Bendito el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo. Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo, pues tú irás delante del Señor para preparar sus caminos. El niño crecía y se fortalecía en espíritu, y moraba en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel. El himno de la comunión: Alabad al Señor desde los cielos, alabadle en las alturas. Aleluya.En memoria eterna será el justo. No temerá las malas nuevas. Aleluya, aleluya, aleluya. 14
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i la muerte de los santos es preciosa (Salmo 116:15) y los justos son recordados con alabanza (Proverbios 10:7 LXX), es muy propio que nosotros conmemoremos a Juan, la cumbre más alta de los hombres santos y justos, ensalzándole. Él saltó en el vientre de su madre como anticipación del Verbo de Dios quien se encarnó por nuestra causa (cf. Lucas 1:41); él fue su Precursor, yendo delante de Él como su heraldo, y a su tiempo el Señor proclamó y dio testimonio de que Juan era superior a todos los profetas, santos y hombres justos que habían existido a través de los siglos. (cf. Lucas 7:28). Todo lo concerniente a él sobrepasa cualquier discurso, y el Hijo Unigénito de Dios da testimonio de él y le honra, y por lo tanto no necesita ningún tributo de nosotros. Pero esto no significa que debemos guardar silencio y fallar en darle honra con nuestras palabras, lo mejor que podamos, a aquel a quien la Escritura se refiere como “la voz” del Verbo sublime (Mateo 3:3, cd. Isaías 40:3 LXX). Por lo contrario, el hecho de que fue proclamado como grandioso y tuvo el testimonio de Cristo, el Señor de todo, debe mover toda lengua para cantarle alabanzas tanto como les sea posible. No es que podamos nosotros añadir algo a su gloria - ¿Cómo habríamos de poder hacer algo así? - sino para poder pagar nuestra deuda individualmente y grupalmente al recordar las maravillas acerca de él y celebrándolas con canticos. Toda la vida del más grande hombre nacido de una mujer fue un milagro supremo. Juan fue un profeta y mucho más que un profeta (Lucas 7:26), incluso antes de nacer; y no 15
sólo su vida entera trasciende toda maravilla, sino todo lo concerniente a él, lo que fue mucho antes de su vida y después de ella. Las predicciones divinas de los profetas inspirados por Dios lo describieron más como un ángel que como un hombre (Mateo 11:10, cf. Éxodo 23:20, Malaquías 3:1), como la lámpara de la luz (Juan 5:35, cf. Salmo 132:17) porque camino antes que el Sol de justicia (Malaquías 4:2), y fue “la voz” del Verbo de Dios (Mateo 3:3, cf. Isaías 40:3 LXX). ¿Qué podría ser más cercano o más semejante al Verbo de Dios que la voz de Dios? Cuando el tiempo de su concepción se acercó, no fue un hombre sino un ángel el que descendió del cielo y puso fin a la esterilidad de Zacarías e Isabel, prometiéndole a la pareja que no había tenido hijos desde su juventud que concebirían a un hijo en una edad muy avanzada. El nacimiento de este hijo sería, les predijo, causa de mucha alegría, porque sería para la salvación de todos (Lucas 1:13-14). “Porque”, les dijo el ángel, “será grande delante de Dios, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre. Y a muchos de los hijos de Israel convertirá al Señor su Dios, y caminará delante del mismo en el espíritu y el poder de Elías. (Lucas 1:15-17). Porque el permanecerá virgen como lo era Elías, y habitará en él desierto más tiempo que él; y reprobara a los reyes y reinas que transgredieren. Sin embargo, lo que lo coloca sobre Elías, es que él ha de ser el Precursor de Dios, porque dice la Escritura, “Él ira delante que Él.” Debido a que Zacarías se mostro escéptico ante estas cosas, su lengua fue atada. Porque no quiso anunciar voluntariamente la misteriosa concepción del niño, la proclamó en contra de su voluntad al estar en silencio hasta que vio “la voz” del Verbo viniendo a la luz (Lucas 1:18-22, 76-79). Habiendo sido concebido con tantas y tan grandes promesas, fue ungido como profeta aun antes de nacer y – siendo esto algo asombroso de contar – pasó está unción a su madre (Lucas 1:41-45). Como Isaías, él fue investido con el “vestido de salvación” y el “manto de justicia” (Isaías 61:10); como Elías, ungió a alguien más para ser profeta en su lugar (cf. I Reyes 19:16), y aun sin haber nacido todavía igualó y sobrepasó a ambos profetas en su perfección, porque exhibió estos atributos ante la presencia del Señor. Cuando los miembros del niño nonato se forman, puede moverse, pero aún no tiene una voz, porque aún no vive en el aire. Cuando apareció la Virgen, quien en ese tiempo llevaba en ella a Dios, aunque Juan estaba en el vientre no fallo en percibir la presencia de Dios y su dispensación, sino que lo ensalzó, declarando esa divinidad a través de la lengua de su madre (Lucas 1:42). Él saltó y se regocijó dentro de ella mientras – ¡Que gran milagro! – recibía en el Espíritu Santo la plenitud del siglo venidero en el seno de su madre. Proclamando con anticipación el misterio de la vida eterna, el gran Pablo dice: “Se siembra cuerpo animal; resucitará cuerpo espiritual.” (I Corintios 15:44) Es decir, el cuerpo será investido y motivado por el poder sobrenatural del Espíritu divino en el siglo venidero. De la misma forma con la misteriosa unción del Espíritu Santo mientras estaba en el vientre de su madre con un cuerpo animal, fue mostrado como un cuerpo espiritual, que salto y se regocijó en el Espíritu haciendo a su madre una profetisa. Con la lengua de su madre bendijo 16
a Dios en voz alta y declaró a la Virgen que estaba encinta, como la Madre del Señor, y se dirigió al niño nonato como el fruto de su vientre, probando que estaba al mismo tiempo embarazada y era virgen (Lucas 1:41-45). En las palabras de las Escrituras, Juan no solamente eligió el bien antes de conocer el mal (cf. Isaías 7:16 LXX), pero aún al estar en el vientre, antes de conocer el mundo, lo sobrepaso. Y cuando nació, deleitó y sorprendió a todos por todos los eventos milagrosos que el rodearon, porque, dice: “la mano del Señor era con él.” (Lucas 1:66), obrando maravillas como lo había hecho anteriormente. La boca de su padre, que había sido cerrada a causa de su escepticismo acerca de la extraña concepción de su hijo, fue abierto y se llenó con el Espíritu Santo, y profetizó, entre otras cosas, acerca de su hijo, diciendo: “Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo, pues tú irás delante del Señor para preparar sus caminos, para dar la conocimiento de la salvación a su pueblo” (Lucas 1:76-77). Una vez que este niño divino, este instrumento viviente de la gracia del seno de su madre, fue concebido, fue movido por la gracia para regocijarse en el Espíritu Santo. De la misma forma, después de haber nacido, creció y se fortaleció en el Espíritu (Lucas 1:80). Ya que el mundo ere indigno de él, habitó continuamente en las zonas desérticas desde temprana edad, siguiendo una vida austera sin preocupaciones mundanas, siendo ajeno a la tristeza, libre de las burdas pasiones y sobre toda vileza, placer material, los cuales engañan al cuerpo y sus sentidos. Él vivió solo para Dios, contemplando solo a Dios y haciendo de Dios su deleite. Era como si viviese en algún lugar exaltado sobre la tierra. Y la escritura nos dice: “y moraba en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel.” (Lucas 1:80)
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