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CON MUCHAS COSAS
mismo tenía que ir corrigiéndome en el camino”. Así, valora el ensayo y error como “lo que te permite aprender a manejar a fondo una técnica y modificarla a tu estilo personal”.
Empujando su búsqueda artística hacia adelante, decide superar el graffiti rápidamente y se consigue una variedad de técnicas que enriquecieron su trabajo en sus estudios de diseño gráfico en el Instituto Universitario Monseñor de Talavera, luego de abandonar cinco semestres de ingeniería de sistemas en la Universidad Santa María. De este modo, se encontró con recursos que le permitieron manipular letras hasta convertirlas en formas abstractas y a usar stencils en forma de rostros que aparecían entre figuras geométricas.
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Su estilo empezaba a asomarse, así como la influencia de artistas internacionales como Martín Blaszko, Remi Rough y Nawer; y de venezolanos como Ángel Hernández, Mateo Manaure y Mercedes Pardo.
Un encuentro con el también artista urbano Flix Robótico, arquitecto de formación, devino en amistad e inició un diálogo en el que, cuenta, “nos dimos cuenta de que el trabajo no se puede quedar estancado. Como artista, tienes que tener una evolución en la que quizás vas cambiando de un estilo a otro, pero tratando de conectar y de validar esa transición de lo que hacías antes a lo que empiezas a hacer ahora”.
Así también hallaron que “en el proceso de trabajar la imagen de una manera más simple, sumadas a los elementos abstractos que uno iba agregando, si eliminabas la parte figurativa, lo que quedaban eran líneas y formas que, si las empiezas a depurar, generaban formas geométricas y una composición en el espacio”.
Al mismo tiempo, gracias a su trabajo en un taller de publicidad, permanece descubriendo y experimentando con nuevas técnicas, materiales y una forma de percibir el espacio más dimensional. Experimentó con PVC, madera y MDF, y así empezó a crear ensamblajes geométricos, pasando de retar la bidimensionalidad con recursos pictóricos a directamente trabajar piezas tridimensionales. En ese momento, se unieron los puntos que llevaron a Saz Oner a consolidar el estilo por el que hoy se conoce. “Me di cuenta de que ahí había la conexión. Las circunstancias que me rodeaban en ese momento específico hicieron que mi trabajo se depurara, se limpiara hasta llegar a la parte geométrica”, afirma el artista.
De Las Calles A Las Galer As
Sobre su paso de la calle a los dominios expositivos, asegura que “lo que yo haga en la calle se puede poner en una galería, siempre y cuando se adapte de alguna manera a los formatos y a los requerimientos de un museo. Al ir enfocado hacia un público más específico, el trabajo obviamente tiene que estar mucho mejor acabado, tiene que haber una idea que se venga desarrollando, un lenguaje que lo sustente todo. No quiere decir que lo que se haga en la calle no tenga ese peso, pero el trabajo que uno termina haciendo en la calle es un poco más libre”.
Asimismo, admite que “la calle te da la libertad de experimentar con muchas cosas… y de alguna manera, esa experimentación te permite redefinir el trabajo y presentarlo de otra forma en una galería o en un espacio expositivo mucho más serio”.
Sobre su visión artística a largo plazo, comenta que “ahorita estoy en este estilo y me gusta lo que estoy haciendo, pero siento que tiene que mejorar mucho. Quién sabe si dentro de un tiempo este trabajo que vengo realizando me da la idea para florecer otro tipo de lenguaje, de estilo”, concluye.