Las formas de la ciudad construida.

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LAS FORMAS DE LA CIUDAD CONSTRUIDA Los barrios pericentrales de la ciudad de cรณrdoba


© EDICIÓN, 2017 Primera edición.


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CAPITULO 1. Nociones generales LAS FORMAS DE LA CIUDAD CONSTRUIDA. Por Celina Caporossi El enfoque disciplinar y el estudio de los tejidos tradicionales Dificultades y desafíos sobre los estudios físicos urbanos Aspectos metodológicos para el estudio de los tejidos tradicionales

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CAPITULO 2. Los Barrios Pericentrales LA CENTRALIDAD EN CÓRDOBA. Por Celina Caporossi Conformación de la centralidad histórica y su situación actual. Los Barrios Pericentrales. Contexto General.

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EL BARRIO SAN VICENTE. CONTRASTES Y ASIMETRÍAS DE RENOVACIÓN. Por Celina Caporossi

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BARRIO Y CENTRALIDAD. Por Celeste Guerrero

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SAN VICENTE Y EL RIO. Por Fernando Pájaro El Rio Suquía en contexto El rio y el barrio

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RENOVACIÓN Y NORMATIVA. Por Adriana Menendez

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BELLA VISTA. APROXIMACIONES AL TEJIDO DESDE LA INVESTIGACIÓN PROYECTUAL. Por Fernando Pájaro

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CAPITULO 3. Seminario MIX! Una vuelta a la Manzana

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CAPITULO 4. Reflexiones finales BARRIOS PERICENTRALES. PERSPECTIVAS PARA SU PUESTA EN VALOR. Por Celina Caporossi

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CIUDAD Y TIPOLOGIA. Una mirada desde la forma urbana. Por Fernando Pájaro

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REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

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3 LA FORMA DE LA CIUDAD CONSTRUIDA

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INTRODUCCIÓN Los siguientes textos se desprenden y resumen los proyectos de investigación desarrollados entre los años 2012 y 2015 en Secyt- Universidad Nacional de Córdoba, denominados: “Tejidos tradicionales y centralidad barrial: la forma de la ciudad construida” y “ Las formas de la renovación en la ciudad construida: estudio comparativo e identificación tipológica de los tejidos centrales de los barrios pericentrales de la Ciudad de Córdoba”1 . Su tema central de indagación fue el estudio de los elementos físicos que configuran la ciudad existente y su incidencia en la forma que adopta el crecimiento. Bajo este paraguas se exploró sobre las posibilidades que representa la ciudad construida en su expresión física material para alojar nueva población urbana, además de entender los procesos actuales de cambio de los

tejidos más tradicionales. El enfoque que guió esta investigación de los tejidos tradicionales de la ciudad de Córdoba retoma una tradición disciplinar2 que da cuenta de la importancia de los aspectos físicos y sus relaciones para comprender, pero también para intervenir en la ciudad construida, entablando conexiones, mucha veces disociadas, entre espacio físico, arquitectura y formas de habitar. Como material de aporte a estos textos también se suman las discusiones en el ámbito del equipo de Cátedra Arquitectura II D. FAUD, cuyo marco de acción centrado en la vivienda, las nuevas formas de habitar y su relación con los barrios pericentrales, se condensa de alguna forma en el Seminario Mix! Una Vuelta a la Manzana3 , que forma parte de este trabajo.

[1] Ambos proyectos se realizaron con la dirección de Celina Caporossi y el equipo integrado por: Fernando Pájaro; Celeste Guerrero; Pedro Rapalo; Adriana Menendez;;Natalia Breitung; Carolina Morchio; Agustín Cano; Fernando Vanoli; Emilia Daveloza, Hector Paez Ferreyra, Irupé Teniente; Pablo Ochoa [2] Autores como A.Rossi; Gregotti y los estudios urbanos desarrollados en Barcelona por Panerai-Castex, influyeron para crear una corriente disciplinar al respecto. [3] Seminario Mix! Una Vuelta a la Manzana. Actividad complementaria al concurso Concurso “Pensar la vivienda, vivir la ciudad” ONU HÁBITAT+ FAUD - UNC. Del 26 al 30 de mayo de 2015.


LA FORMA DE LA CIUDAD CONSTRUIDA

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Córdoba alrededor del año 1800


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NOCIONES GENERALES


Por Celina Caporossi

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e entiende a la realidad material de la ciudad como resultado de un proceso social de construcción, proceso que no puede dejar de estar condicionado por la realidad física previa. Encuadrado de esta manera, el estudio físico-espacial de los entornos barriales se plantea como un análisis de las relaciones entre las diferentes formas y expresiones del crecimiento -morfología urbana- y las fuerzas sociales, motor y contenido. Tal como la señala Harvey, la urbanización como un proceso o, más bien, una multiplicidad de procesos, que produce una mezcla singular de permanencias espacializadas relacionadas entre sí. En términos generales las ideas que sustentan esta mirada pueden resumirse bajo los siguientes puntos: -Los procesos de crecimiento de la ciudad contemporánea desde una perspectiva global, expresan un nivel de complejidad tal que han modificado las relaciones clásicas entre asentamiento poblacional y territorio donde la coexistencia de procesos es la característica. Para una sociedad cada vez más urbanizada, el desgaste de las infraestructuras, la pérdida de

calidad de vida urbana, la fragmentación de los tejidos y los desequilibrios socio-territoriales configuran un nuevo escenario que ubica en el centro del debate a la forma con que se produce ciudad en el nuevo siglo. En este sentido y en especial en Latinoamérica, lo que parece que se pone en discusión es la manera que las ciudades se organizan (Dematteis 2004:71) como producto de un proceso de reestructuración urbana habilitando un amplio campo de estudio y propuesta desde las ciencias que estudian el territorio. -La crítica urbana latinoamericana actual (F. Carrión 2003:11 - C. Mattos 2002:4 - E. Rojas 2000:35) observa que frente al modelo de crecimiento expansivo, se produce a partir de los años ´90 un “movimiento al interior de la ciudad”, un retorno conceptual hacia la ciudad existente. Así, bajo el término de “crecimiento intensivo” se sintetiza una dirección disciplinar que privilegia la ciudad construida y sus proceso endógenos, o sea la urbanización del territorio configurado. Se trata de contrarrestar el crecimiento extensivo y fragmentado con políticas y acciones que tiendan a un crecimiento intensivo, tal como señala J.

7 LA FORMA DE LA CIUDAD CONSTRUIDA

LAS FORMAS DE LA CIUDAD CONSTRUIDA


Borja , la ciudad del mañana se construye reinventando la ciudad del pasado y diseñando ciudad en las fronteras de la ciudad actual. (Borja 1998:53). -Por “ciudad construida” ,en tanto sinónimo de ciudad tradicional, se entiende a aquellas áreas de la ciudad que han experimentado un largo proceso de urbanización con origen en la definición física de la ciudad en su historia. Este reconocimiento de las particularidades de los tejidos tradicionales se basa en el estudio de los elementos físicos que configuran la ciudad existente y su incidencia en la forma que adopta el crecimiento. Entendido como resultado de un proceso social de construcción, es un enfoque que posibilita abordar desde los estudios urbanos, los entornos barriales tradicionales a fin de identificar sus elementos constitutivos específicos (Panerai 1983:20). -En la ciudad de Córdoba, las áreas tradicionales son coincidentes, en una primera aproximación, con los barrios que se localizan alrededor del centro Histórico: Barrio Alberdi, Barrio Alta Córdoba, Barrio San Vicente y Barrio General Paz, denominados en su origen decimonónico como Barrios-Pueblos. Estos, si bien presentan el tejido físico-social más antiguo y homogéneo y con mayor valor de pertenencia, se encuentran fuertemente impactados por procesos de renovación selectiva, sustitución tipología creciente y movimientos poblacionales sin planificación. En las condiciones actuales de la ciudad de Córdoba, con serios problemas ambientales y de infraestructura, derivados del tipo de crecimiento expansivo y de escala, la consideración de los entornos barriales tradicionales, su capacidad para alojar nueva población y su fortalecimiento como centros barriales, adquieren una importancia significativa.

Operaciones sobre la ciudad construida Barrio General Paz y Nueva Córdoba


Hoy más que nunca la ciudad consolidada se presenta desde el punto de vista de la práctica urbana como uno de los tópicos de mayor importancia a la hora de pensar el crecimiento de las ciudades. Si para finales del SXIX y gran parte del SXX, la ciudad tradicional era sinónimo de obsolescencia no solo física o ambiental sino también social, el siglo XXI trae como paradigma una revalorización de la ciudad construida. Sus cualidades no dejan de ponerse de manifiesto desde los valores de su tejido social, en cuanto a la relación de identidad, apropiación y vecindad que estas áreas presentan, hasta las virtudes de su espacio físico: espacio público consolidado, infraestructura, servicios concentrados. Entre los teóricos urbanos existe una amplia coincidencia respecto a la importancia de los tejidos tradicionales para proyectar la ciudad futura. Ante el impacto de los nuevos procesos territoriales, indagados por S. Sassen, D. Harvey o E. Soja, como fragmentación, dispersión y atomización de lo urbano, la ciudad tradicional es sinónimo de urbanidad, cargada de valores positivos para el desarrollo de la vida urbana pero paradójicamente también escenario de esos mismos procesos. El crecimiento sostenido y creciente de la construcción ligado a la inversión en el sector inmobiliario en las últimas décadas en el mundo y especialmente en Latinoamérica encuentra a la ciudad consolidada como uno de los mejores espacios para la transformación. Un capital móvil de diferentes escalas e intensidades que producirá lo que C. Mattos denominará “mercantilización del crecimiento urbano”, y que en un doble movimiento configura un territorio complejo caracterizado por la alteración de áreas de concentración de inversión y de capital con otras tugurizadas o simplemente abandonadas. Territorios fuertes y débiles conviven y se alternan en el corazón de lo intra-urbano. La atomización y autonomía del capital privado producirá mayores contrastes en la medida que el Estado no sea sinónimo de reequilib-

Coincidente con lo anterior, “la forma” de la ciudad construida deviene en plural “Las formas…” ampliando el enfoque original. Se parte del supuesto que no es única la forma que adopta la renovación sino que precisamente son múltiples y diferentes las respuestas.

rio. Estas dinámicas son muchas veces contradictorias entre sí y fuera del discurso teórico, se representan en general en una marcada ausencia de políticas específicas para estas áreas, tanto desde la gestión política como desde la planificación urbana. Para aquellos que gestionan las ciudades, el impacto y las características de la renovación han impulsado un amplio abanico de temas y problemas que con mayor o menor éxito se han desplegado desde la práctica urbana efectiva, con su correlato en los estudios urbanos. Así, capturas de plusvalía, defensa del patrimonio, centralidades, limitaciones normativas y todos los temas que involucran las infraestructuras urbanas son algunos de estos tópicos puestos a revisión. Sin embargo aún parece haber un campo abierto, poco explorado que indague sobre las formas que actualmente adopta la modificación de estos tejidos y sobre la manera de operar o incidir en su renovación y cambio en miras a alojar nueva población. Estas dificultades para abordar desde los estudios físicos las áreas tradicionales más consolidadas son en principio de orden metodológico ligados a la carencia de estudios comparativos de las

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EL ENFOQUE DISCIPLINAR Y EL ESTUDIO DE LOS TEJIDOS TRADICIONALES


formas que adopta la renovación en nuestras ciudades pero que con seguridad esconden algunas divergencias teóricas-conceptuales. La incidencia de la forma que adopta el espacio físico urbano en la manera que se organiza la sociedad es y ha sido una preocupación de las disciplinas que actúan sobre el territorio. Así, en un esfuerzo de simplificación podríamos representar dos enfoques muy contrapuestos sobre la forma de entender la relación forma, transformación y procesos sociales en la ciudad construida. Por un lado una tradición disciplinar que desde el SXIX a esta parte ha confiado en la actuación física y en la planificación formal de la ciudad como motor de cambios sociales. Y en este sentido podemos ver un tronco común que de Camillo Sitte a Le Corbusier en el SXX, pero también de alguna manera más allá de las diferencias conceptuales, en las grandes actuaciones concentradas de comienzo del SXXI; Bilbao, Barcelona, Nueva York, etc. han sido escenarios de grandes acciones de transformación física. Dicho de otra manera, la forma urbana será acción y es a través de ella se motoriza las fuerzas sociales, económicas y políticas de una ciudad. De alguna manera es la lección del París de Haussman; adaptar la forma al cambio4 . Por otro, distintos autores -Lefevre, Harley, Castells, Coraggio entre otros-, aún con distintos enfoques tendrán una perspectiva coincidente al indagar la articulación entre procesos sociales y forma física. En común valorarán la ciudad construida como síntesis de un complejo social en interacción, con acento en los procesos. Este punto de vista contemporáneo lo resume con mucha claridad E.Soja, “A comienzos del siglo XXI, asistimos así a una renovada conciencia acerca de la simultaneidad y la compleja interrelación de las dimensiones social,

histórica y espacial de nuestras vidas, su inseparabilidad y su interdependencia con frecuencia problemática. La relativa independencia de la forma física por sobre los procesos sociales permite operar sobre está superando el límite de visión que impone considerar a la forma como mero resultado de la sociedad, actuando en el espacio, aunque pensarla desde un punto de vista exclusivamente formalista caería en la excesiva simplificación. Como señala E. Soja, el espacio urbano esencialmente reducido a un resultado o producto de la acción e intención social, es visto como algo a ser explicado. Sólo de vez en cuando es reconocido como un proceso dinámico de construcción espacial y social, como una fuente de explicación en sí mismo 5 . Por otra parte instrumentos de actuación directa sobre la ciudad construida como es el Proyecto Urbano, aún en el avance conceptual que hace Medellín al integrar las diferentes actuaciones de espacio público, movilidad y centralidades bajo el concepto de Integralidad, deja al tejido residencial como telón de fondo de las actuaciones del lugar de intervención. En síntesis, la valorización física y social de los tejidos tradicionales y su rol a la hora del crecimiento urbano sigue siendo aún hoy un campo abierto para la indagación. Philippe Panerai (1982), introduce en este sentido un punto de vista disciplinar en torno a los estudios de crecimiento urbano que reivindica para el estudio de los tejidos tradicionales un enfoque fisicalista, una mirada centrada en los aspectos físico-espaciales del contexto urbano: Los estudios de morfología urbana han supuesto, en especial, un quiebro definitivo a la orientación funcionalista que reconducía siempre a los sistemas de movimiento o

[4] Todo el pensamiento urbanístico del Siglo XIX y XX está concentrado en encontrar una forma urbana ideal que o bien representara a través de la forma los procesos sociales complejos o que en todo caso pudiera controlarlos. (D. Harley, Mundos urbanos posibles). [5] Sigue permaneciendo una tendencia profundamente arraigada a concentrarse principalmente en los procesos/fuerzas económicas que dan forma a la anatomía estructural de la forma/geografía urbana, más que en el sentido contrario. (E. Soja, Postmetropolis)


ciudad construida deviene en plural “Las formas…” ampliando el enfoque original. Se parte del supuesto que no es única la forma que adopta la renovación sino que precisamente son múltiples y diferentes las respuestas. De la misma manera que los distintos procesos de urbanización pueden ser entendidos como momentos de cambio entre funcionalidades urbanas diferentes8 , es posible inferir distintas lógicas desde la comprensión y estudio del hecho físico aun cuando hoy actúen en simultáneo 9. Por último, la renovación urbana es un proceso de cambio y sustitución del tejido existente que muchas veces conlleva procesos de densificación, compactación de lo edificado y/o sustitución tipológica que en general producen fuertes impactos en los entornos construidos, cambios en los valores del suelo, en la fisonomía del paisaje urbano, acompañados de fuertes movimientos poblacionales. Para ello es necesario indagar sobre las variables que permiten determinar las formas urbanas que adopta la renovación de los tejidos, así como aquellos elementos urbanos que perduran a lo largo del tiempo.

[6]“Así, la ciudad del presente puede ser vista como la acumulación, en lechos sedimentarios, de las huellas y las circunstancias de acciones anteriores… distintos modelos de ciudad originados en distintas circunstancias y concesiones, son más o menos visibles en la ciudad del presente en la medida que el desarrollo de la ciudad y la permanencia en el tiempo de las circunstancias que lo generaron los hubieran convalidado materializándolos a través de múltiples acciones parciales” Diez 163 [7] Dematteis señala “el territorio cambia la sociedad” influenciado por Deleuze y Guattari [8] Pedro Adamo define por “funcionalidad urbana” a la manera en que una estructura espacial urbana se asocia a la relación social de producción capitalista. Como esa relación asume características particulares a lo largo de la historicidad capitalista las funcionalidades de l ciudad se alterarán a lo largo del tiempo. Un régimen de acumulación y un modo de regulación inscriben sus marcas de singularidad histórica en las diferentes funcionalidades de la ciudad. [9]“Concebidas las estructuras sociales de manera procesal y no estática, las relaciones entre los procesos sociales y las formas espaciales de sus soportes físicos que interesan a la ciencia (y a las prácticas), son las relaciones de conexión legal. Diremos que se ha establecido una conexión de tal tipo cuando una configuración territorial proyectada a un espacio geométrico -utilizando recursos formales isomórficos con el fenómeno social bajo estudio y en base a la teoría correspondiente a dicho fenómeno- resulta en formas espaciales (identificables, recurrentes al menos en una misma estructura social), cuyo sentido puede ser descifrado a partir de la lógica del proceso social correspondiente.” Coraggio, Territorios en transición crítica a la planificación regional en América Latina.

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a la zonificación de actividades, el proyecto y el conocimiento de la forma urbana. Frente a ello el aprecio de la construcción arquitectónica de la ciudad, del orden parcelario y de las constantes tipológicas en la configuración de los tejidos, y del interés de éstos como piezas de composición del agregado urbano total, da otras bases para una idea de urbanismo radicalmente alternativa. Desde un punto de vista conceptual los tejidos urbanos tradicionales son el resultado de lo que Fernando Diez sintetiza como un proceso de acumulación de acciones independientes que se superponen sobre un territorio, transformándolo a través de su construcción 6; según Demmatteis, Nada se piensa, se hace ni se cambia si no es a través de la materialidad de los lugares y de sus propiedades, porque a través de estás –de las cosas ligadas al suelo- pasan necesariamente todas las relaciones conceptuales.7 En la realidad física material no como resultado sino como par protagonista de la realidad urbana, se entiende a la forma que adopta el espacio físico tanto en su apropiación social como en las lógicas de ocupación que lo produjeron. Este punto de vista dinámico entre pasado y presente, entre forma, uso y apropiación social permite establecer una prospectiva de crecimiento y cambio futuro. Coincidente con lo anterior, “la forma” de la


DIFICULTADES Y DESAFÍOS SOBRE LOS ESTUDIOS FÍSICOS URBANOS Abordar el estudio sistemático de los tejidos urbanos presupone enfrentar una serie de dificultades de orden metodológico pero que esconden algunas dificultades teóricas-conceptuales. En general hoy existe entre los teóricos urbanos una amplia coincidencia con respecto a la importancia de los tejidos tradicionales para proyectar la ciudad futura, por otra parte desde la práctica urbana muchos de los barrios que presentan el tejido más consolidado y mejor provisto vienen siendo alterados por sustitución selectiva promovidos por el mercado inmobiliario y alentados directa o indirectamente por el Estado. Sin embargo abordar su estudio y aún más intentar medir o valorar la renovación o cambio presenta algunas de los siguientes desafíos: Por un lado el limitado material de estudios comparativos en Latinoamérica, si bien la mayoría de los

estudios refieren directa o indirectamente al nuevo rol de la Ciudad consolidada como ya se señaló, la mayoría de los autores especializados centran el tema en los cambios físicos pero fundamentalmente de índole socio-económica que han traído como consecuencia una necesidad de valorar los tejidos tradicionales -incluyendo los centros históricos- afectados a series procesos de tugurización y abandono. En esta línea es posible tomar de referencia los cambios que emprendieron desde la gestión política algunas ciudades de Latinoamérica al respecto, iniciando un proceso de valoración y reposicionamiento de áreas centrales tradicionales. Basta ver las ciudades de Medellin, Santiago, Curitiba, Quito. Autores como Rojas o Carrión dan un marco conceptual a estas transformaciones y sobre todo “convencen” en otorgarle nuevo rol a estas áreas. Adrian Gorelik en su excelente trabajo de la Grilla al Parque sobre las transformaciones decimonóni-

Plano 1773 - Ciudad de Córdoba - Caminos y Ocupación


ASPECTOS METODOLÓGICOS PARA EL ESTUDIO DE LOS TEJIDOS TRADICIONALES Para un posible estudio de los tejidos tradicionales se podrían utilizar tres aspectos metodológicos puestos en relación; a saber, la determinación de variables físicas de análisis de los tejidos tradicionales que permitieran la comparación y valoración entre “estados de tejidos”; una perspectiva temporal que introduzca el factor tiempo en el análisis para poder medir cambio y permanencia en el espacio urbano –diacrónico, sincrónico y prospectivo-; y una puesta en común que relacione las dinámicas sociales con respecto a su incidencia en el espacio urbano construido. A su vez, el estudio comparativo de los tejidos tradicionales persigue el objetivo de determinar su capacidad de cambio y renovación presente y futura, entendiéndolos como resultado de la relación compleja entre espacio y sociedad. Desde un punto de vista físicalista del espacio, se podría decir que se trata de determinar la realidad material y sus elementos constitutivos con una perspectiva social-histórica en tanto se infieren las distintas lógicas de ocupación del espacio, de contexto y de uso. La lectura diacrónica da cuenta de aquellos cortes temporales secuenciales claves en la configuración del espacio urbano de estudio. Infiriendo los cambios físicos producidos en el tejido así como las permanencias que permite detectar tipos y tipologías urbanas de referencia y las estructuras espaciales que se mantienen a lo largo del tiempo. Estas acciones se engloban entendiéndolas como lógicas de ocupación, o sea una manera específica de construir el territorio en acuerdo a ciertos principios de época que hoy pueden ser inferidos. La comprensión del contexto histórico que dio origen a la materialización del espacio físico así como la determinación de los distintos cortes o momentos temporales permite comprender o inferir las distintas lógicas de ocupación que operaron y operan sobre el espacio. En otras palabras, las diferentes for-

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cas en la Ciudad de Buenos Aires, realiza una doble valoración de la incidencia de las decisiones físicas sobre lo urbano – no es casual el título- y una interpretación que pone en conexión lo que él denomina voluntad de forma, resumiendo en dos elementos de orden físico – grilla y parque- la encarnación de una voluntad publica proyectual de la ciudad. Desde otro punto de vista la grilla y el parque se nos presentan como instrumentos de acción de orden práctico a la vez que se erigen en elementos simbólicos constitutivos a lo urbano. En parte consecuencia de la falta de estudios previos en coincidencia con muy pocas políticas públicas que consideren estos tejidos para planificar el crecimiento, otra de las dificultades al abordar estos estudios se presenta por la dificultad de demarcación. O sea, la dificultad de poder definir, limitar y acotar el tejido factible de estudio. En general el concepto de barrio asociado a los tejidos tradicionales, es un concepto bastante lábil aun cuando tenga como en el caso de Córdoba cierta delimitación administrativa. Donde comienza o termina, que otros barrios se conocen con la misma toponimia, cuales son los límites de la centralidad barrial o por el contrario de la periferia, son algunos de los temas a determinar para poder establecer criterios fundados. De todas maneras entendemos que esta demarcación siempre conlleva una carga importante de intención. Como dice Diez la estructura no está expresada exclusivamente en la forma de la ciudad, sino en una forma más, una manera de ver la forma. Por último una de las mayores dificultades, desafío para cualquier investigación que involucre la necesidad de superar el estadio descriptivo, es la determinación de indicadores que puedan ser comparables entre estados similares del tejido, sin caer en la excesiva generalización.



Se entiende que estas distintas lógicas conviven en el espacio urbano y le confieren las características distintivas cualificando los tejidos en sus aspectos singulares; aún los tejidos que han sufrido un proceso de transformación casi completo se asientan sobre elementos de una temporalidad distinta- traza, calles, parcelas- que suelen generar un catastro de base

‘‘las formas espaciales no son objetos inanimados dentro de las cuales se desarrollan los procesos sociales sino que “contienen” los procesos sociales a la par que los procesos sociales son espaciales.’’ mucho más difícil de sustituir. Desde la consideración social del espacio interesan también los distintos usos y actividades que la población desarrolla en diferentes frecuencias que no solo modifican y alteran el espacio físico, sino que muchas veces es la explicación de su origen o el motor de su transformación. Otro aspecto a considerar desde la perspectiva social del espacio es el potencial social de renovación de los tejidos, o sea la dinámica social que se establece en relación al espacio urbano, las expectativas y demandas sociales que inciden en la necesidad de cambio. Se entiende que estas demandas en la ciudad actual no son directas, sino que por el contrario suelen tener importantes niveles de complejidad ligados al lugar principal que ocupa en nuestras economías capitalistas el consumo de suelo urbano. La determinación de indicadores que puedan ser comparables entre estados similares del tejido representa uno de los mayores desafíos si se intenta superar el estadio descriptivo. En este sentido la singularidad con que se presenta el espacio urbano en la ciudad más consolidada atenta con la excesiva generalización. Aun proponiendo una serie de indicadores físicos mensurables que puedan arrojar datos sobre las características del espacio físico es necesario contar con indicadores de valoración referidos a la calidad del espacio físico. Estos indicadores de valor de calidad y estado del tejido tienen un componente relativo a la concepción de confort y calidad de vida urbana con un alto componente subjetivo muchas vec-

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mas de producir ciudad en acuerdo al contexto de época. Como señala Panerai, una idea del tiempo que entendida como memoria colectiva y social, es operativa. Desde una mirada sincrónica, interesa medir el estado del tejido en sus elementos componentes Manzana, Parcela, Tejido, Arquitectura. A su vez la valoración de habitabilidad y estado en distintas localizaciones es central ya que no se trata de alentar una mera descripción del estado del espacio urbano construido sino poder determinar indicadores que permitan asociar al espacio físico con calidad de vida urbana y procesos de crecimiento. En este sentido el enfoque prospectivo tendrá como objetivo poder determinar la capacidad de renovación y de cambio de los tejidos y su capacidad para alojar nueva población. No solo es importante el estado de los tejidos sino la capacidad de estos para renovarse, para adquirir valores positivos de cambio en un escenario futuro de crecimiento urbano. En otras palabras, se trata de determinar el estado del tejido y su capacidad instalada, así como la posibilidad de transformación, que permita medir la posibilidad de protagonismo positivo de estas áreas en el crecimiento de la ciudad. Asimismo se pondera la relación, la puesta en común entre espacio físico y espacio social, entendiendo que tejido físico y tejido social actúan desde la perspectiva del estudio del espacio urbano como dos pares dialécticos. Como señala Harvey (1977:3), las formas espaciales no son objetos inanimados dentro de las cuales se desarrollan los procesos sociales sino que “contienen” los procesos sociales a la par que los procesos sociales son espaciales.


Figura 1. Cuadro síntesis propuesta metodológica estudio de tejidos tradicionales. Fuente: Elaboración propia Investigación Secyt 2012-2013.

es derivados de parámetros difíciles de mensurar. Se propone así subordinar estas variables a los siguientes pares de conceptos en asociación: -Espacio urbano / espacio social bajo la perspectiva barrial: el barrio, en tanto unidad territorial y espacio referencial, define las distintas prácticas del habitar y por lo tanto estructura las relaciones simbólicas

internas (M.Castells, 1979), en una doble cualidad, como territorios urbanos definidos de usos mixtos estructurados, sistemas conectivos, residencia y equipamiento colectivo accesible al peatón, que permite identificar y accionar y gestionar los espacios. Y como espacios que están constituidos en torno a una subcultura y representan una línea de demarcación en la estructura social, e incluso puede tener institucionali-


-Centralidad y tejido barrial: en coincidencia con la demarcación del barrio en tanto territorio socialmente reconocible, interesa reconocer la forma particular que se expresan las centralidades barriales. Se entiende como “centralidad barrial” a la concentración de usos colectivos –de consumo, de servicio, institucionales, etc. localizados en un entorno de escala barrial y reconocibles para la población residente. En tanto elemento ordenador del espacio físico/social, la detección de las centralidades barriales y la forma en que se expresan en el espacio permite indagar sobre las relaciones entre espacio urbano-espacio social con meta a su fortalecimiento y futura planificación. En este sentido, las cuestiones de habitabilidad y calidad ambiental se ligan al concepto de centralidad urbana tanto en sus aspectos espaciales como simbólicos en la medida que concentra valores y referencias. -Estructura del espacio público y tejido barrial: La creación de tejido urbano se hace a partir de la diferenciación clara y estable entre el suelo público y el privado. El mantenimiento de esta diferenciación, por encima de cambios y sustituciones, es lo que hace a la ciudad. (Panerai: 1986). Esta primera gran diferen-

ciación se produce en nuestros tejidos tradicionales entre la delimitación de la propiedad individual –aún pública o colectiva- de las manzanas y el espacio destinado a lo público –calles, plazas, etc- en dominio y uso. Este modelo que imbrica lo público con lo privado, lo individual y lo colectivo –que incluye las infraestructuras- con usos mixtos ha dado como resultado un tipo de espacio urbano con características muy positivas para el desarrollo de la vida urbana que en general se sintetiza en denominarlos “los valores de la ciudad tradicional”. Esta estrecha relación ha jugado un rol sustantivo en los cambios y transformaciones actuales, el estado del espacio público, sus cambios y mejoras inciden de una manera directa en los cambios de tejido. Por otra parte la discusión sobre la ciudad construida y su rol en el crecimiento urbano tendiente a la racionalidad de los recursos ya instalados ubica en un rol central al espacio público y sus relaciones. -Tipología arquitectónica y tejido barrial: Plantea la relación no siempre armónica entre Arquitectura y Ciudad, entre la pieza individual y el colectivo construido. En este sentido el resultante del tejido se encuentra definido por la suma de intervenciones puntuales, estableciéndose una relación biunívoca entre parcela, tejido y edificación. Interesa la relación escalar entre el aporte individual de edificación –o de vacío- y su incidencia al conjunto, no como hecho aislado. Desde este punto de vista los procesos de densificación en la ciudad construida involucra la consideración tipológica.

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dad propia. Desde el estudio físico del espacio urbano, interesa entonces determinar la realidad material y sus elementos constitutivos, las unidades de tejido y sus características. Se entiende al espacio físico, tanto de índole privada o sujeta a propiedad: –manzana, lotes parcelas, arquitecturas- como de índole pública: calles, plazas etc. como el capital físico instalado, que toda la sociedad contribuyó a formar a lo largo del tiempo y por lo tanto es factible de ser entendido en conjunto a fin de poder medir su capacidad de cambio. Desde una perspectiva social, estudiamos los tejidos desde dos enfoques complementarios: la perspectiva histórica en tanto se infieren las distintas lógicas de ocupación del espacio, y la determinación del contexto actual y de uso.


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LA CENTRALIDAD EN CÓRDOBA CONFORMACIÓN DE LA CENTRALIDAD HISTÓRICA Y SU SITUACIÓN ACTUAL

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a centralidad de la ciudad de Córdoba se remonta a sus orígenes y deviene, por un lado, de su localización geográfica mediterránea y su rol de nexo entre regiones y, por otro, del modelo ciudad-territorio indiano, que era la unidad de repetición de un mecanismo urbanizador de gran escala, en el cual la ciudad se definía jerárquicamente desde su centro al territorio con un área de transición que hacía de frontera / límite entre lo específicamente urbano y el espacio natural. Este rol de gran nodo articulador y cruce regional se irá incrementando en el tiempo hasta conformar con las localidades vecinas un conglomerado de escala metropolitana y con un importante rol potencial en el contexto de las nuevas regiones globales, precisamente por su carácter “concentrador” de funciones de escala. Desde este punto de vista, el desafío de la ciudad a futuro es asumir la escala regional y metropolitana como premisa base para su transformación físico-espacial.

Repasando el proceso de urbanización de la ciudad es posible identificar tres grandes momentos o cortes temporales que definieron saltos en la conformación urbana, tanto de escala como de rol, y cambios en las lógicas de ocupación, sea en el surgimiento de centralidades y/o que signaron la resignificación de las existentes pero que en conjunto componen actualmente las distintas capas que estructuran la ciudad presente. Estos momentos se podrían resumir en: Momento 1, la cuadrícula, la centralidad histórica, la lógica de la centralidad de la ciudad colonial de origen; Momento 2, la ciudad decimonónica, los centros tradicionales, la lógica de las centralidades de los asentamientos barriales del siglo XIX y un Momento 3, de la expansión, la conformación periférica, la lógica de la expansión urbana propia de los procesos del Siglo XX. El modelo de ciudad indiana planteó un ejercicio de dominio, real y simbólico, desde su centro hacia las

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los barrios PERICENTRALES


1890 - Plano catastral de la ciudad de Cรณrdoba y de las villas que la rodean [material cartogrรกfico] Dibujado por Jorge Weiler ; dirigido por A. Machado


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MOMENTO 1- LA COLONIALa lógica de la conformación territorial. Ciudad/territorio

MOMENTO 2- SXIX LA LÓGICA DEL FERROCARRIL La expansión barrios pueblos – la ciudad industrial

MOMENTO 3- LA LOGICA DE LA EXPANSIÓN CRECIMIENTO. 50’ 60’s Ciudad moderna

MOMENTO 4 LA LOGICA DE LA EXPANSIÓN METROPOLITANA. Ciudad metropoli

afueras: alrededor del vacío central de la plaza mayor, principal espacio público del conjunto urbano. El origen colonial de la ciudad, dejará asentado algunos elementos de configuración que perdurarán en las sucesivas etapas de crecimiento: la concepción de centralidad en tanto elemento ordenador y de sentido de lo urbano; la heterogeneidad de funciones urbanas; y una vocación hacia lo público definido en el carácter de lugar, ámbito conformado de intercambio social por excelencia. Estas características perdurarán a lo largo del tiempo y estarán presente en las distintas etapas de crecimiento a modo de “genes” urbanos, así, los sucesivos cambios de roles del centro fundacional, como su expansión irá alternativamente concentrando funciones centrales y densidad a la par que acentuará su carácter simbólico. Por las características del soporte natural por largo tiempo, la ciudad quedará “enclaustrada entre las barrancas” tal como la definió Sarmiento, y serán las sucesivas expansiones asentadas en las nueva organización del territorio nacional del siglo XIX sobre la base del tendido del F.F.C.C y del asentamiento industrial, que en forma de barriadas sortearán los límites de los cursos de agua -río Suquía y Arroyo La Cañada- y la topografía para alojar nueva población inmigrante. Estos núcleos de asentamiento poblacional se denominarán barrios-pueblos: Alberdi, hacia el oeste, concordante con la direccionalidad del valle, Güemes, al suroeste, y, más allá del cauce del río, Alta Córdoba, hacia el norte y General Paz y San Vicente, hacia el este. Los nuevos loteos organizarán una estructura consolidada y conformada a priori, urbanizaciones completas en operativos urbanos integrados: dotación de infraestructuras, espacios públicos de calidad, centralidad barrial, equipamientos y transporte, contribuyeron junto a su posición peri-central a reforzar el carácter autónomo de estos barrios en el conjunto urbano. Así la poli-centralidad estará en los orígenes de la configuración de la ciudad aún cuando los procesos posteriores irán debilitando este modelo.


bana: En el Área Central se concluye la casi completa peatonalización del casco histórico conjunto con la revalorización de los edificios más significativos de valor patrimonial de la época colonial, y una red de espacios públicos entre calles, peatonal y nuevas plazas y el comercio en galería generará una segunda trama reforzando el carácter mixto institucional/comercial/ patrimonial y de servicios. Estas acciones serán acompañadas de una normativa especial a modo de Plan de Sector o Plan de Detalles que no solo hará un importantísimo aporte de relevamiento y estudio, sino que aportará una nueva “imagen” manzana por manzana a través de una normativa de fuerte sesgo morfológico. Para la misma época el centro histórico irá perdiendo población(10) residente en coincidencia con la peatonalidad y la definición del perfil. En el área intermedia se realiza una serie de obras refuncionalizando los antiguos mercados tradicionales, como Centros Culturales y de Participación comunal. Lamentablemente, la falta de políticas sectoriales conjuntas de espacio público y residencia no alcanzo a reforzar las debilitadas centralidades barriales. La pérdida de población residente con una fuerte emigración hacia las áreas periféricas irá definiendo un tejido envejecido. La preocupación por el acelerado crecimiento periférico se reflejara en un Programa municipal denominado De la Periferia al Centro, que tendía a la consolidación de los barrios periféricos a través de una serie de obras conjuntas de infraestructura y equipamiento y plazas comunitarias. Hacia los noventa, los C.P.C -Centros de Participación Comunal- tenderán a crear nodos de centralidad pública con cumplimiento par(10) Según el Censo 2001, el 28% del total de habitantes de la ciudad reside en el Área Central e intermedia, y el 72% restante, lo hace en la llamada área periférica. En 1970, estas cifras representaban el 48% y 52 %, respectivamente. (La nueva dimensión de la centralidad, Plan Director, Informe Preliminar 2).

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En la actualidad, captados por el crecimiento poblacional, constituyen el anillo de barrios tradicionales de centralidades barriales que lentamente van absorbiendo funciones centrales en conjunto con la renovación y densificación de su tejido. Hacia mediados del siglo XX, el modelo de crecimiento expansivo a baja densidad propio de los procesos de industrialización definirá el período y la ciudad, como consecuencia, se expande de manera abrupta sobre el territorio a partir de la red conectiva de origen. Como resultado se producirán una asociación de procesos ligados al crecimiento: Densificación y sustitución tipológica en el Área central, -residencias y oficinas en altura- en ruptura definitiva con la ciudad colonial; consolidación de los barrios tradicionales con asentamiento de población obrera y debilitamiento progresivo de los atributos de centralidad de los centros tradicionales y expansión a baja densidad de la mancha urbana, conformación de los barrios periféricos a bajos estándares de urbanización, sin centros referenciales, con escaso equipamiento. Sobre esta ciudad es la que se desplegarán las transformaciones posteriores. El origen de estos cambios se pueden atribuir de manera sintética a dos tipos de intervenciones: por un lado, las dirigidas por el Estado a través de la obra pública, en intervenciones de escala programadas y por otro, los procesos de descentralización y metropolización iniciados a fines del siglo XX, procesos que irán adquiriendo lentamente un carácter cada vez mas autónomo y menos regulado por el estado y que en conjunto nos sitúa tal vez en un cuarto momento signado por los nuevos cambios socio-territoriales que caracterizan este siglo y definirán para Córdoba un nuevo perfil de Ciudad Metropolitana. Entre las décadas del 80 y 90, una importantísima serie de obras públicas de infraestructura, articuladas con otros programas promovidos desde la gestión municipal, intentaban revertir parte de los importantes déficits que dejaba el crecimiento acelerado del periodo anterior a la par de modernizar la estructura ur-


Barrios pericentrales y centralidades en la ciudad actual - Elaboracion propia 1-Alta Cordoba, Plaza Rivadavia / 2- San Martín, Plaza Rafel Nuñez/ 3-Alberdi, Plaza Colón/ 4- Alberdi, Plaza Geronimo del Barco / 5- General Paz, Plaza Alberdi


cial. La ambiciosa obra de sistematización del río Suquía y La Cañada, importante obra pública de intervención múltiple, si bien dotó a la ciudad de un importante eje verde público de conectividad urbana no logró traccionar las funciones centrales hacia el eje ni producir renovación de sus bordes. Esta transformación será muy incipiente en la actualidad a partir de operativos urbanísticos como el Portal de Abasto en el arco central del río, que fue atrayendo inversiones localizadas y concentradas de escala con mixtura de usos.

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Área Central - Peatonales


LOS BARRIOS PERICENTRALES. CONTEXTO GENERAL Los barrios pericentrales son el resultado de los procesos territoriales desencadenados por la modernización de la Republica a finales del SXIX, periodo en que la ciudad de Córdoba se integra a un nuevo ordenamiento político. En una breve lectura de los elementos físicos claves para las condiciones de origen sobresalen el tendido del Ferrocarril Nacional, la conformación de industria como trama y tejido y las urbanizaciones para alojar nueva población, que se organizaron sobre una estructura consolidada y configurada a priori. Las sucesivas expansiones de la ciudad provocaron principalmente un dislocamiento entre las distintas actividades y relaciones espaciales originales de estos núcleos de población, así como una paulatina densificación predial y pérdida del espacio público originario. Esta cualidad de integralidad, conectividad y presencia estatal propias de las actuaciones urbanas de finales del siglo XIX, hoy perdida, es tal vez una clave para cualquier planificación en torno al crecimiento, aún más cuando estos barrios representan, junto con el Centro Histórico, el parque

“El capital de inversión orientado a la vivienda tiende a sustituir el tejido más consolidado y en mejor estado sin interés por las áreas más deterioradas.” (P.Adamo:45) edificado más denso de la ciudad y un sistema de espacios públicos y centralidades de alto valor simbólico y funcional. En su condición actual el tejido tradicional de la Ciudad de Córdoba se encuentra a la espera de un rol más definido. Sosteniendo el enunciado bajo la perspectiva de los movimientos de población, hay una meseta con respecto al crecimiento, significando solo un 1.78% en el periodo 2001-2010, a diferencia de las localidades del área metropolitana que experimentaron cambios que van del 15 % a más del 30% en el mismo periodo. En este panorama metropolitano, los barrios peri-centrales que representan el 14% del área urbanizada, reflejaron una tasa constante y negativa de pérdida de población, que varió entre el -3% y el -5%. El censo provincial del 2008 revelo un pequeño repunte que en términos generales es coincidente con los barrios que concentraron una mayor cantidad de emprendimientos inmobiliarios como Alberdi, General Paz y por supuesto Nueva Córdoba. La renovación edilicia bajo esta coyuntura, con

(11) La ampliación de la Terminal de Ómnibus, la construcción del Centro Cívico de la ciudad en sus inmediaciones y el nuevo puente sobre el nudo vial en que se ubica la escultura del Hombre Urbano, son obras que dotaron a la zona de Barrio Gral Paz de un nuevo impulso. Ese desarrollo se traslada también al ritmo que vive la construcción en el barrio. De acuerdo con un relevamiento realizado por la inmobiliaria Sergio Villella, en General Paz existen unas 54 edificios en construcción, de los cuales 37 se encuentran en estado avanzado y los 17 restantes en fase de obra inicial. A ellos se suman otros 18 que ya están terminados y a estrenar y otras 32 obras que aún no se han iniciado. Según lo precedente y tomando un promedio de 30 departamentos por edificio, el barrio General Paz aportará al mercado unos 3.200 departamentos en los próximos años. Para realizar este estudio se tomó la zona comprendida por el cuadrante que forman el Bv. Ocampo, Sarmiento, Av. Patria y Rosario de Santa Fe. Tradicionalmente, la demanda de inmuebles en General Paz es traccionada por un consumidor final que busca comprar para irse a vivir allí. La mayoría de los clientes son familias jóvenes que buscan tranquilidad y accesibilidad al centro. Fuente: Diario Comercio y Justicia. Junio de 2012


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fuerte incidencia desde el año 2003 en adelante, encontró en estos tejidos un soporte apto para la inversión en tipologías de renovación en altura, en general buscando “soportes seguros” -infraestructura, posición central y normativa-, tanto en las operaciones edilicias de grandes predios como en las actuaciones lote a lote con sustitución parcial del tejido principalmente en las áreas centrales de los barrios(11) . Como contracara, aquellas áreas o barrios que presentan todavía un soporte deteriorado acentuaron aún más el estado de abandono con pérdida paulatina de población a favor del Área Metropolitana. En síntesis, se renovó donde las condiciones previas eran favorables y no en las áreas más envejecidas, concentrando el

capital y la dinámica de cambio en aquellas porciones más aptas del territorio. Como proceso, estas áreas son protagonistas de dos cambios generales antagónicos pero complementarios; por un lado, un sostenido proceso de tugurización y abandono en conjunto con un consenso social cada vez más difundido de la peligrosidad de los barrios abiertos en los grandes centros urbanos; por otro, un proceso de sustitución selectiva que altera muchos de los barrios que presentan el tejido más consolidado y mejor provisto, cambios promovidos por el mercado inmobiliario y alentados directa o indirectamente por el Estado. En acuerdo con lo anterior se podría decir que los


San Vicente - relaciรณn con barrios y el centro


EL BARRIO SAN VICENTE. CONTRASTES Y ASIMETRÍAS DE RENOVACIÓN Con una población aproximada de 20.000 habitantes en el año 2001, el área que incluye a San Vicente presenta una tasa de crecimiento negativa, una de las más altas de los barrios tradicionales (-3,2), tendencia que aumenta censo a censo, con una pequeña recuperación en el 2008. En comparación, Barrio General Paz, uno de los barrios de mayor dinámica de población, con 9000 habitantes en el 2008, viene experimentando un crecimiento del orden del 4% entre censos. En contraposición al decrecimiento poblacional San Vicente presenta una actividad social muy dinámica representada en más de 180 organizaciones barriales, escuelas y una alta concentración de comercios y servicios que sirven al barrio y a su área extendida . Enmarcada por dos fuertes límites urbanos -el Río Suquía y el Ferrocarril- su estructura urbana no ha presentado grandes modificaciones. Estos bordes a modo de embudo determinado por la topografía, condiciona la relación con el Centro. Con baja transversalidad, la estructura conectiva tiende a “cerrar” el sector impidiendo la expansión de la centralidad a diferencia de los otros Barrios peri-centrales. Una lectura del tejido en tres cortes temporales: 1965 / 1984 / 2013 según aerofotometrías tomadas por el Municipio, permiten deducir que prácticamente no hubo grandes cambios ni procesos significativos de renovación por sustitución, porlo que se puede decir que su estructura parcelaria ya se encuentra consolidada en la década del 60. Asimismo, los emprendimientos inmobiliarios de renovación edilicia en altura no han impactado en San Vicente como en otros barrios Dentro de las dos áreas diferenciadas, el eje Río -amanzanamiento del borde del Río Suquía- y el eje Central -sistema de plazas articulados por la Calle San Jerónimo-, es este ultimo el que posee un altísimo val-

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tejidos tradicionales y consolidados de origen decimonónico, presentan una estructura urbana de base integrada, con altos valores urbanos y un soporte de alto valor patrimonial y que la renovación selectiva de los tejidos producidos en la última década es inducida principalmente por el mercado inmobiliario y con la anuncia del Estado, principalmente por las ventajas ofrecidas en la normativa y el abandono de las políticas de direccionamiento del capital; por tanto esta sustitución de tejido no es pareja ni homogénea, sino por el contrario es asimétrica. El capital de inversión orientado a la vivienda tiende a sustituir el tejido más consolidado y en mejor estado sin interés por las áreas más deterioradas. (P.Adamo:45) Sobre estas dinámicas es que se desarrollan las lecturas del Barrio San Vicente, localizado en el sector sud-este de la ciudad de Córdoba y fuertemente limitado por dos barreras físicas estructurantes, -por una lado el Río Suquía en el borde bajo y por otro el tendido del Ferrocarril sobre el borde de barranca- y que constituye uno de los tejidos tradicionales de mayor valor patrimonial.



[12] Más del 70% de los comercios y servicios urbanos se concentran en el área peri-central, siendo el centro de San Vicente uno de los más activos en su conjunto

San Vicente 1965 - Aerofoto

[13]1Alberdi y Gral. Paz concentran la mayor cantidad de emprendimientos. Es notable la falta de inversión privada en el arco este, a diferencia de los otros cuadrantes; en la misma relación paralelo el sector presenta los valores de suelo más bajos (50% menos del valor de mercado para el m2 en comparación con Nueva Córdoba)

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or simbólico y patrimonial como espacio urbano integral con persistencia de la forma de urbanización decimonónica, aun cuando evidencia rasgos de deterioro físico. Las manzanas que conforman el eje concentran a su vez una importante arquitectura patrimonial declarada de interés por ordenanza municipal a pedido de los propios vecinos. Sin embargo no existe hasta el momento una clara política patrimonial al respecto. Presenta a su vez, un tejido denso sobre una base catastral antigua y muy compartimentada. (Aproximadamente un 60% de los lotes se encuentran por debajo de los 250m2 y un 40% por debajo de los 8,66 de frente) Se observa también una importante ocupación informal en PH horizontales no declarados. Esta compactación sumada a la densidad del tejido produce una muy mala relación entre la edificación y el vacío, dificultando una posible renovación lote a lote con condiciones de habitabilidad suficientes. Las normativas urbanas en el sector son incongruentes con la realidad física y la dinámica real del área. En tanto el sector del Rio está vinculado tanto física como simbólicamente a la noción de periferia barrial, históricamente postergado en su calidad ambiental y ligado a los vaivenes del cauce entendido como infraestructura de escala urbana.


BARRIO Y CENTRALIDAD La centralidad barrial en San Vicente tiene su origen en la trama fundacional del barrio. El diseño original del año 1870 muestra 146 manzanas y propone un sistema de tres Plazas -Urquiza, Mariano Moreno y Lavalle- sobre el eje longitudinal de la calle San Jerónimo, en torno al cual se asientan una serie de equipamientos Institucionales -educativos y religiosos- y un Mercado de Abastecimiento -antiguo Mercado Municipal “Marcos Juarez” creado en 1886 y que funcionó como tal hasta 1979- el cual concentró la actividad comercial del sector, actuando como punto de encuentro de los vecinos y como hito referencial en la memoria del barrio, situación que persiste aún hoy en su rol de Centro Cultural Municipal barrial. Esta primera decisión sobre el territorio, estructuró un siste-

Eje central - Primer Parcelamiento

Eje central - Parcelamiento Actual

ma de espacio público como ordenador de la trama y como hecho urbano que precede al espacio privado, y que concentró sobre su eje una cantidad de usos y actividades condensando en sí mismo la vida social, institucional, cultural y comercial de sus habitantes, en una oferta de servicios que pareciera reproducir en su propio micro-centro, el área central de la Ciudad. Si bien el barrio se origina a fines del SXIX como un área suburbana de la ciudad, con casas quintas y de veraneo para las familias burguesas de Córdoba, en pocos años la aparición del Ferrocarril, la llegada de inmigrantes europeos y la instalación de Industrias en la zona -los Hornos de cal viva de la bajada Pucará, los Molinos Letizia, la Curtiembre- provocaron un proceso


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de “des-uburbanización” 14, es decir, la transformación paulatina del suburbio en un barrio de la ciudad, lo cual implicó cambios cualitativos y cuantitativos en las tipologías edilicias y modificó el rol del sector en relación al Área Central de la ciudad. Se produjo así un cambio social, demográfico y habitacional, pero también semántico, que transformó un sector de casas quintas para veraneo en un barrio para obreros. Esta tendencia se consolidó entre 1940 y 1960, con el asentamiento de importantes Industrias metal mecánicas en el sector como caso de las Industrias Whelan . Con la crisis socio política que se inicia en la década del `70 y se acentúa en los `90, que provoca el cierre de industrias y fábricas, San Vicente se consolidó con en un perfil ligado fuertemente a la actividad comercial, con presencia comercios de escala barrial y sectorial,

talleres y depósitos. Sobre esta dinámica, el barrio atraviesa un proceso poco vinculado a la renovación por sustitución de la tipología edilicia, atado más bien a las alteraciones de las tipologías existentes. El sector central que concentra los ejes comerciales de mayor dinámica y cuyo soporte físico se caracteriza por galpones, el conjunto de clásicas tipologías italianizantes de principio de Siglo XX y tipologías residenciales de baja densidad, se caracterizado por un zócalo ligado al uso comercial y a la prestación de servicios en convivencia con el uso habitacional. Así la noción de centralidad barrial se formaliza ligada a las vías de circulación principales del barrio: la calle San Jerónimo, Agustín Garzón, Estados Unidos

[14] Fernando Diez “Buenos Aires y algunas constantes en las transformaciones urbanas.”


ANÁLISIS SINCRONICO MANZANA

PROCESOS DE RENOVACIÓN


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y Entre Ríos en sentido este-oeste, y Sargento Cabral en sentido norte-sur, en cuyo cruce con el río conecta al barrio con la zona norte de la ciudad, accediendo a través de barrio General Paz. En el eje San Jerónimo esta condición de centro se manifiesta con mayor intensidad, por la gran cantidad de comercios y equipamientos de servicio a lo largo de sus casi 20 cuadras, haciéndose más densa en torno a la plaza del Marcado; a su vez se concentra la vida social: veredas repletas de gente, comercios que abren sus puertas incluso, durante el fin de semana, ferias, corsos, puestos de venta informales en las Plaza, etc. Un micro universo que cualifica las nociones de identidad e la intensidad de los lazos sociales de los vecinos de San Vicente, más que a su expresión física y formal. Las causas de la escasa renovación por sustitución pueden leerse bajo el modelo de renovación general que impulsa la ciudad de Córdoba, cuya lógica normativa favorece los corredores como soporte de mayor densidad y altura con una gran cantidad de unidades habitacionales. En este sentido, el corredor está valorado por su condición de soporte vial, dejando afuera variables que tienen que ver con su rol en la situación barrial, y la posibilidad de integrar sectores de distintas características tanto físicas como sociales. En el caso particular de los barrios peri centrales y su condición de primer anillo de expansión, el interés del mercado inmobiliario está dado por la infraestructura de servicios existentes, la condición previa del tejido que lo vuelve susceptible de ser reemplazado con facilidad y la proximidad al área Central conectada por arterias de continuidad directa o de fácil acceso; es en esta última condición lo que quizás impide a San Vicente ser soporte de dicha expansión. se quiera proponer. Este hecho de formalización de la informalidad se produce en la parcela catastral a través de una “división legal” -previo a la Ordenanza de 1985- que genera un parcelario irregular, de lotes pequeños y unidades de viviendas internas que rara

vez logran cumplir con condiciones mínimas de habitabilidad, iluminación y ventilación. Por último no hay una lógica de asociación de vacios -retiros, corazón de manzana- que haga eficiente y que potencie los vacios privados para mejorar las condiciones ambientales de la unidad de manzana. Bajo esta lectura San Vicente no presenta una dinámica de crecimiento y renovación comparable a otros barrios peri-centrales de la ciudad Córdoba tales como General Paz, Cofico o Alta Córdoba, cuyo proceso de densificación por sustitución, con la construcción de edificios en altura de departamentos, ha crecido considerablemente desde el 2003 a la actualidad. Una lectura del tejido en tres cortes temporales: 1965 / 1984 / 2013 según aerofotometrías tomadas por el Municipio, permite deducir que prácticamente no hubo modificaciones en el tejido, ni procesos de renovación por sustitución significativos que operen cambios en la trama del sector centro de San Vicente, lo cual evidencia una marcada dificultad de renovación física, incluso vinculada a la escasa movilidad social. En este sentido, los procesos de transformación que se detectan son impulsados por una densificación en horizontal. La densificación prácticamente no se produce por sustitución, sino que toma el tejido existente como soporte y genera crecimiento o renovación por cambio de usos, por crecimiento de la unidad de vivienda o por multiplicación: varias unidades de vivienda en una parcela – densificación predial- que conservan la escala y la esencia del paisaje barrial. Los escasos procesos de renovación por sustitución representan en los últimos años no más de diez edificios de hasta 4 niveles, y tres edificios de mayor altura, todos ellos sobre San Jerónimo y próximos a la Plaza Mariano Moreno o Plaza del Mercado. El dato se hace significativo si se lo confronta con el marco normativo, que promueve gran altura y densidad en los corredores viales principales, una gran capacidad de porte que disminuye a medida que se ale-


función es permitir el acceso a unidades de vivienda internas, que no tienen frente hacia la calle. Las parcelas muy pequeñas y angostas, generan una fuerte limitación para cualquier proceso de renovación que se quiera proponer. Este hecho de formalización de la informalidad se produce en la parcela catastral a través de una “división legal” -previo a la Ordenanza de 1985- que genera un parcelario irregular, de lotes pequeños y unidades de viviendas internas que rara vez logran cumplir con condiciones mínimas de habitabilidad, iluminación y ventilación. Por último no hay una lógica de asociación de vacios -retiros, corazón de manzana- que haga eficiente y que potencie los vacios privados para mejorar las condiciones ambientales de la unidad de manzana.

[15] Fuente propia. Datos del muestreo testigo de 8 manzanas del sector central. Año 2013-2014

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ja de los mismos, provocando un desequilibrio en la forma urbana de un barrio que no es entendido como unidad espacial integral, sino como una sumatoria de acciones parciales que responde a un modelo de ciudad mono céntrica, situación –incluso- que no se evidencia tan claramente en San Vicente. Las características físicas del tejido también explican en alguna medida este fenómeno.15 De los lotes que conforman la manzana, entre el 65% y el 70% están por debajo de los 250m2. En el mismo caso, el 40% tiene frente menor a 8.66mts. En muchos casos la subdivisión informal de la parcela para contener más de una unidad habitacional obligó a producir en el tejido una serie de “pasillos” o “servidumbres de pasos”, circulaciones que penetran la manzana y que oscilan entre el 1.20m y los 3.00m de ancho, por 20 ó 40 metros de profundidad, cuya


SAN VICENTE Y EL RÍO

RIO EN CONTEXTO

EL RÍO SUQUIA EN CONTEXTO tejido residencial de Los 12 kilómetros que recorre el Rio b a Suquía j a d e n s i entre dad el puente Sagrada Familia al noroeste y la finalización de la Av. Costanera Dr Mestre en el borde del Parque del este, pueden ser tomados como referencia al perfil más urbano del rio, en tanto la relación con el paisaje tejido residencial de construido y su cualidad insustituible rde e n infraestruco v a c i o n alta o media densidad tura vial, completada en ambas márgenes. A lo largo del cauce un tejido heterogéneo, tanto física como socialmente deja leer el proceso de conformación de los bordes y el rol del rio como elemento distintivo en la estructura de la ciudad; en una primera instancia, en su condición de limite y dispositivo equipamientos territorial puesto casi exclusivamente al servicio de las actividades de producción; mas aquí en el tiempo, a partir de la década del ‘80, en la revalorización impulsada por el programa de sistematización y los intentos inconclusos de rescatar la cuantía ambiental, paisajística e infraestructural propia detejido su escala. comercial En o r o dsistema u c t i v o evial n este sentido, la costanera se incorporóp al galpones o estado de jerarquizado en todo este trayecto, más a b allá a n d de o nque o la calidad de ejecución de los tramos sea dispar; no sucedió lo mismo con la recuperación del rio como espacio público y espacio verde, donde los esfuerzos se limitan a las acciones puntuales del sector de la Isla de los Patos o Parque las Heras, o a los tramos varias veces intervenidos que abarcan del puente Santa Fe al puente General Paz. Por lo demás, hacia el noroeste la intervención se circunscribe a la ciclovía que recorre

TEJIDO RESIDENCIAL

BAJA DENSIDAD

tramo B° San Vicente

tejid baja

TEJIDO RESIDENCIAL

RENOVACION

EQUIPAMIENTOS

tejid dens

tejid

TEJIDO COMERCIAL/ PRODUCTIVO

EN ABANDONO

tejid


mente sobre el ámbito general del rio, o en todo caso, no se complementan en un noción más completa de tejido y espacio público cualificado. Así, el tramo comprendido entre la Isla de los patos y el puente Lavalleja quizás sea el que mejor exprese el modelo planteado entre equipamientos de escala, espacio público y tejido aislado en altura 18. Fuera de este imaginario, que supone grandes inversiones extendidas en el tiempo a cargo de un actor único, la lectura del espacio físico en tanto soporte de la renovación se complejiza por la mixtura misma de las situaciones ambientales del rio. El tejido se completa con en áreas residenciales de baja densidad, de calidades ambientales y edilicias disimiles, así como de condiciones sociales antagónicas; desde tramos cualificados como el de B° Bajo Palermo o B° Bajo General Paz a la precarización de Villa Urquiza o San Vicente; estos últimos en un tejido mixto, donde residencia y producción conviven generando periferias internas a los barrios adyacentes. Por último se suman situaciones especificas; por un lado, el área del Abasto, un tejido denso de galpones y viviendas derivados en comercios o locales de expansión nocturna, cuyo intento de cualificación esta truncado en el abandonado e inconcluso proyecto del Museo Nacional de Bellas Artes, la Sede del concejo Deliberante y el tratamiento del espacio público; por otro el nodo generado por el nuevo Centro Cívico, la terminal de ómnibus y las obras complementarias.

[16] Exceptuando al Conjunto Habitacional Santo Domingo fechado en 1971, la construcción de condominios de torres o bloques aislados como tipología de renovación tiene su primera expresión en el río en el conjunto “Casonas del Norte” del año 2002, próximo a la intersección de la Av Costanera con el Puente Sagrada Familia. [17]- 2002 “Casonas del Norte” Grupo Edisur / 2-2007-”Torres del Rio” Regam / 3-2007-”Complejo Capitalinas” GNI / 4-2009 -”Sonoma Rivera” 3D Desarrollistas / 5-2009 “Torres Regam Pilay” Regam Pilay / 6-2011-”Cardinales Nuevo Suquía” GNI / 7-2011-”Antigua Cerveceria” Euromayor / 8-2012-”Opera” Gpo Proaco / 9-2012 “Complejo Tarjeta Naranja” Tarjeta Naranja. 2013-En Proyecto “Complejo Parque las Heras”Roggio [18] En el tramo se puede observar completada la avenida costanera , las intervenciones de espacio público en las márgenes inmediatas al cauce del rio y las ciclovías, la sede del Club Belgrano, El Hospital de Clínicas, la Escuela Manuel Belgrano, el edificio la Vieja Usina, hoy Plaza del Música y los conjuntos Antigua Cerveceria, Torres del Rio, Regam Pilay, Santo Domingo y Capitalinas.

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áreas de buen valor ambiental y paisajístico; hacia el este, lejos esta de leerse cualquier atisbo de inversión para incorporar uso recreativo o al menos conservar el valor natural del cauce. En sí, la configuración del borde es un collage, que no representa una superposición de tejidos que hayan cambiado significativamente su condición primaria, sino más bien un mosaico de actuaciones concatenadas que configuraron los bordes en una sumatoria de instalaciones de producción, residencias de densidades y condiciones ambientales ampliamente dispares y equipamientos puntuales de escala urbana. En parte debido a la mejora en términos de accesibilidad, el avance en los tramos centrales en la recuperación del espacio público, la expansión de la inversión inmobiliaria fuera del área central y a las ventajas del parcelario, rico en grandes lotes, se pueden observar renovaciones o completamientos de un tipo especifico de inversión cuya capacidad permite gestionar la rentabilidad entre el costo de la tierra y los metros cuadrados construibles. Este tipo de densificación, relativamente nueva 16 , se da en llamar “megaemprendimiento”, intervenciones puntuales de perímetro libre cerrado que se conforman en agrupaciones de torres en altura o bloques de media densidad con un amplia oferta de servicios comunes. En la actualidad se pueden contabilizar 9 grandes intervenciones en construcción y 1 en proyecto 17 , acciones puntuales de alto impacto en la densificación residencial del borde pero que aun no inciden cualitativa-


Cabe destacar que hasta los tramos más degradados poseen el mismo tipo de manzana o parcelario capaces de albergar intervenciones significativas; de allí se evidencia que otras condiciones subyacen al soporte para incentivar la renovación, mas asociadas al estado de abandono de la infraestructura o al valor simbólico / comercial que tienen los barrios aledaños a los diferentes tramos del río. En este aspecto, algunos de los grandes emprendimientos como el que se construye en los predios de la ex Cervecería Córdoba, se posicionan en entornos con cierto grado de conflictividad social, pero accionan como guetos de ubicación estratégica en su conexión al resto de la ciudad a través de la Av. Costanera. En suma, la renovación no se extiende más allá de las grandes intervenciones. Como se dijo, este tipo de configuración representa para la ciudad una manera nueva, no necesariamente novedosa, de ocupación de la manzana; tal vez, en la lógica de residencias agrupadas de acceso controlado y servicios propios, la expresión densa de la casa suburbana que pulula en los periféricos barrios cerrados. Independientemente de las apreciaciones específicas a cada emprendimiento, la diferencia más notable en cuanto al tejido tradicional, es la ruptura en escala de la relación entre trama y tejido, entre la manzana como patrón ordenador del espacio urbano abierto/cerrado, publico/privado y la masa edificada; aparece pues otro espacio, un espacio perimetral abierto, privado en su condición de acceso, residual en su condición de uso interior, que separa las torres o bloques del espacio público del rio, desnudando las situaciones irresueltas de un programa publico de accesibilidad rápida en fricción con un programa privado residencial sin voluntad aparente de interacción alguna.

EL RIO Y EL BARRIO Las características físicas del tejido que configura el borde del barrio hacia el rio son en primera instancia similares al tejido que caracteriza al barrio en general, un continuo de apariencia homogénea, denso predialmente y de poca altura. Sin embargo hay notables en las relaciones de usos. Son escasas las manzanas conformadas exclusivamente por parcelas de uso residencial, articulándose lotes pequeños ocupados por vivienda que van de los 150 a los 250 m2, con fracciones de 800/1500m2, que albergan galpones de mediano o gran tamaño. En este contexto de parcelas y tejido de tamaños y formas dispares, la conformación del perímetro de la manzana parece clave para mantener parámetros de unidad. Las continuidades de la trama en el sentido sur/norte compensan las geometrías generadas por el encuentro del trazado tradicional y el cauce del rio. El parcelario, de geometría regular y tamaño variable aparece como el resultado de la mixtura entre la subdivisión residencial e industrial, que en muchos casos toma en una unidad la manzana misma. No se observa a priori que se trate de un proceso de hibridación entre ambas lógicas de ocupación ya que una mirada ligera por sobre las aerofotografías del rio en el barrio en la línea de tiempo de 1960 a esta parte no arroja diferencias significativas en la subdivisión de la trama, así como tampoco en la formalización de tejido19 . La lectura de las permanencias en el estado del tejido y en los usos detectados permite inferir el escaso grado de renovación por sobre los procesos que determinaron cambios significativos en la vida del barrio. En todo caso la expresión más rotunda de los vaivenes en esta relación barrio/ rio son los cascos de las instalaciones industriales abandonadas. El dato adqui[19] Fuente propia. Datos del muestreo testigo de 3 manzanas del sector. Año 2013-2014


ere importancia si se toma en cuenta que el borde se estructura en un conjunto de 30 manzanas frentistas , 16 de las cuales poseen este tipo de edificación sobre parcelas de gran tamaño, y por lo menos 10 de ellas, o sea el 30% del total, se encuentra en desuso y abandono. En esta lectura inicial puede entenderse el escenario periférico del rio respecto al sector central, situación que se ve acrecentada por la inexistencia de comercio de escala, equipamientos o espacio público cualificado, que motoricen la vida interior hacia los bordes. Como se dijo, la manzana en tanto trama se conforma en la geometría clara de su misma generación y la edificación en general toma esa base, carece de retiros o estos no son significativos. La masa edificada ocupa en promedio por parcela alrededor del 70% del suelo, lo cual constituiría un F.O.S. sobrado a la situación urbana, aunque en términos específicos muchos lotes se ocupan al ciento por ciento o en la sumatoria de construcciones sucesivas, lo cual da como resultado un tejido bajo pero denso con dudosas condiciones de habitabilidad. [20] F.O.S. Factor de ocupación de suelo: Porcentaje de la superficie total del terreno que se puede ocupar con edificación, por sobre la cota del predio

Es entonces la relación entre usos detectados, estado del tejido y del espacio público lo que determina el carácter del rio como periferia interna. En este contexto, no pareciera propiciarse un cambio cualitativo ni cuantitativo, tanto por el escaso grado de actuaciones puntuales de renovación del tejido actual a lo largo del tiempo, como por el marco general de las inversiones de escala descriptas anteriormente en el contexto general del rio. En una lectura autónoma de la forma urbana, y por lo tanto más abstracta y modélica en el contexto general de la ciudad, se puede inferir una potencia de renovación; por la cercanía al centro en una ciudad cuasi-monocéntrica y su condición de borde de una vía de conexión rápida -en una ciudad cada vez más lenta-, por la alta disponibilidad de tierra y la condición del tejido actual y por la viable recuperación de la calidad ambiental del rio mismo. Sobre este escenario cabe la necesidad de una intervención pública de mayor peso si se pretende atraer inversiones, sean endógenas o foráneas al barrio. A diferencia del centro barrial, la escala del rio y sus problemáticas son imposibles de ser abordadas por las organizaciones barriales o la voluntad de los habitantes de la zona. Difícilmente la situación ambien-

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tal, sin tratamiento alguno sobre los espacios verdes, o el presente de las infraestructuras -donde el sistema cloacal desborda al rio y la Av. costanera presenta un alto deterioro-, se ofrezcan como incentivo de una renovación aun no impulsada. En la raíz del problema físico afloran los conflictos sociales y el vaciamiento y abandono institucional del espacio público. En ese marco es que deben darse los interrogantes acerca de qué tipo de renovación incentivar, que tipologías residenciales urbanas son capaces de provocar un sinergia con el espacio público y la articulación necesaria con el tejido actual, sin tender a la ruptura del tejido social del barrio o a actuaciones de carácter endogámico. En esa dirección, el marco normativo está lejos de promover torres o bloques de forma aislada, tal cual sucede a lo largo del resto de los tramos, percibiéndose una intensión de continuidad con las lógicas tejido actual. Como contrapunto, la norma acciona del mismo modo, o en tal caso, con las mismas posibilidades, en fracciones pequeñas de inversión particular, así como en las situaciones detectadas de

ANÁLISIS SINCRÓNICO MANZANA

grandes predios que permiten otra escala de actuación y por lo tanto de mayor impacto que la renovación lote a lote. Una lectura del texto normativo 21 , deja entrever que institucionalmente se pretende este tramo del río como “periférico”, aun cuando en una ciudad extendida como esta, se encuentra a solo 4 km del Casco historico o a 3 km del nuevo Centro Cívico. Los perfiles, sobretodo el designado bajo G1 que es el que regula la mayor área de borde, son coherentes con esta apreciación, perfiles de bajo o mediano impacto y altura, que están más en función de la escala barrial que de la escala del río. El dato en si mismo no es menor, ya que hay una enorme cantidad de parcelas que alcanzan el tamaño de la unidad de manzana, por lo que, de inscribirse en el marco normativo, deberían lotearse bajo la decisión privada u ocuparse con inversiones de baja densidad en vivienda colectiva. Sería también motivo de análisis la transición entre una norma de mayor densidad hacia el barrio a una de menor ocupación hacia el río, actuales zonas denominadas D y G1 respectivamente.

[21] El texto normativo define el área como “Zona de ubicación periférica, destinada a consolidarse básicamente con un uso diferencial de baja densidad, con vivienda individual y/o individual agrupada donde se alienta la ocupación de los espacios libres ya urbanizados, mediante planes de vivienda colectiva con intensidades de edificación diferenciadas y formas de ocupación armónicas con el entorno. Medias y mínimas restricciones al asentamiento de actividades industriales o asimilables. Actividades de servicio orientadas a la población barrial”.


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PROCESOS DE RENOVACIÓN

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RENOVACION Y NORMATIVA


A

partir del relevamiento sectorial realizado en torno a la Plaza Urquiza, localizada sobre el corredor San Jerónimo, eje central de Bº San Vicente, se detectaron indicios del proceso de renovación que experimenta el barrio-pueblo. Por un lado casos de unificación parcelaria con destino a local comercial con importante superficie de depósito y venta. Se trata de edificaciones concebidas como contenedores, resueltas como galpones de cubierta metálica y frente comercial vidriado. Por otra parte encontramos casos de densificación residencial, aplicando la Ordenanza 8256 de Ocupación del Suelo vigente. La ocupación del suelo en las manzanas analizadas es de aproximadamente un 80%, con un predominio de construcciones de una y dos plantas. Las parcelas frentistas a calle San Jerónimo registran uso comercial y mixto residencial - comercial dominante, mientras en el resto de las parcelas analizadas el uso residencial es superior al 70%. El estado de conservación de las construcciones se consideró bueno en la mayoría de los inmuebles. El proceso de densificación en San Vicente se produjo de manera horizontal, agregando unidades habitacionales hacia el fondo del lote a veces bajo el régimen de propiedad horizontal. La densificación por verticalización comienza a producirse en la última década, salvo algún antecedente aislado perteneciente a normativas anteriores a 1985, año en que fueran sancionadas las normas de uso fraccionamiento y ocupación que siguen en lo fundamental vigentes en el sector.

Bº San Vicente no experimentó una dinámica de renovación significativa en las décadas pasadas, proceso que se concentró en Bº Nueva Córdoba entanto expansión del Área Central, zona de mayor prestigio y máxima edificabilidad asignada por el perfil normativo. Es a partir de 2003 que los barrios - pueblo experimentan un fuerte proceso de transformación, principalmente Bº Gral. Paz y Alta Córdoba, de mejores condiciones edilicias y urbanas (accesibilidad, servicios, etc.), entre otros factores de atracción a la inversión inmobiliaria. Tendencia ésta que más adelante comienza a verificarse también en San Vicente. Con una estructura claramente legible de corredores y áreas trama, las ordenanzas permiten un importante aumento en la edificabilidad hoy existente sobre el eje San Jerónimo, según los perfiles C1 y C2 con una altura máxima de 21 metros. Implica pasar de una y dos plantas hoy dominantes a ocho, según la práctica constructiva local. Ello manteniendo la elevada ocupación del suelo actual con un FOS del 80%, siempre que se cumpla con las condiciones de iluminación y ventilación establecidas en el Código de Edificación, siempre en tensión con el perfil normativo. El caso de renovación por sustitución con residencia colectiva en altura detectado en el área bajo estudio no completa la altura prevista en la norma, quedando en cuatro plantas sin ascensor. La normativa parece encontrar límite económico en la ecuación costo-beneficio que permita verticalizar la construcción en el sector. La renovación ya experimentada por otras áreas de la ciudad permite anticipar problemas que la consoli-

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dación de la norma podría acarrear en San Vicente. Por caso una mayor demanda en servicios y equipamientos cuyo incremento no está regulado. Resulta necesario estimar la mayor carga que su concreción traerá aparejada sobre la capacidad de soporte del sector de manera de programar las obras necesarias para adecuar la infraestructura a la demanda futura. Por otra parte, la preservación del patrimonio entra en colisión con el interés por maximizar la renta, de tal suerte que las normas de protección quedan debilitadas frente a la edificabilidad permitida. Sería necesario explorar la posibilidad de preservar tramos, sectores, bajo la figura de Áreas de Protección de Patrimonio prevista en la norma, con operatorias que superen el “lote a lote” y permitan redistribuir cargas y beneficios del desarrollo urbano. Las normas vigentes persiguen una morfología unitaria y continua definiendo claramente el perfil del espacio público calle como resultado de largo plazo en el proceso de renovación por sustitución. Operan como un molde en el que se vierten lote a lote las iniciativas particulares. La experiencia en Córdoba, así como en otras ciudades argentinas, muestra que la configura-

Zonas normativas - San Vicente

El proceso de densificación en San Vicente se produjo de manera horizontal, agregando unidades habitacionales hacia el fondo del lote a veces bajo el régimen de propiedad horizontal.

ción proyectada suele quedar inconclusa resultando una lectura heterogénea y desestructurada del paisaje urbano. Transcurridas casi tres décadas desde la sanción del cuerpo normativo, resulta pertinente una profunda revisión conceptual y actualización del instrumental de planificación y gestión del proceso de construcción de la ciudad.


BELLA VISTA Enclavado en las barrancas que caen hacia la el arroyo de la Cañada hacia el sudoeste de la ciudad el barrio se ha constituido históricamente como un área periférica, independientemente de su posición geográfica que lo incluyen dentro la pericentralidad. Esta condición de borde en términos de su inclusión en las políticas de desarrollo, de la calidad de su espacio público, el mantenimiento de sus infraestructuras, entre otros ausentes, acaba de conformar un enclave físico degradado, contrapuesto a las posibilidades de su condición ambiental, a la posibilidades de desarrollo por la valoración de su cercanía al área central y al sentido de pertenencia de sus habitantes, expresados en el apego a las instituciones barriales –tal vez el único rasgo de institucionalidad en funcionamientocomo son La Biblioteca Popular y el Club Bella Vista. Al igual que el resto de los barrios pericentrales, agravado por el aumento de la violencia urbana, Bella Vista ha perdido población de modo significativo. Los datos censales del año 1991 al año 2008 arrojaban una tasa negativa del 14.50% (de 4987 a 4264 hab.), en común denominador a sus barrios vecinos22 . Del total del tejido solamente un 1.90 % es ocupado por actividades no residenciales, de lo cual se deprende, en una lectura de mixtura de usos, la escasa dinámica del sector (Si se compara con B° San Vicente, cuyo movimiento es significativo al menos en su área cen-

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Aproximaciones al tejido desde la investigación proyectual


tral, este mismo porcentaje ronda el 6%) El dato es más evidente si se visualiza esta cifra con la cantidad de unidades desocupadas, que rondan el 3.5%. Para entender esta condición es necesario indagar también las diferencias con otras situaciones similiares. Contrario a los barrios pericentrales llamados pueblos, no hubo aquí un operativo conjunto de espacio público, instituciones, centralidad y loteo. El barrio se formalizó persiguiendo solo un destino residencial. La venta de lotes y la construcción en la zona se activó entre los años 1925 y 1930, ya que el barrio ofrecía la oportunidad de convertirse en propietario a un sector de la población que no tenía acceso a otros sectores de la ciudad; los lotes eran baratos y podían pagarse en cuotas. En el barrio había “Solo casas la mayoría humilde, algún que otro galpón y como signo característico, se nos presentaba la gran ausente: la plaza del barrio, que algunos atribuyen a que ‘se construía y loteaba de cualquier forma’, otros que nunca se consideró al barrio como ‘residencial’.23” Esta traza puede caracterizarse por el amanzanamiento de forma regular, que encuentra geometrías particularidades en el encuentro con la Cañada, con lotes que en general oscilan en 10 mts de frente y 30 mts de profundidad. En su en su mayor parte el tejido no sigue patrones tipológicos definidos de base, en tal caso, se podrían asociar a la lógica de frente fondo, con viviendas unifamiliares que en un total ocupan el 78% de las construcciones existentes. Completan el panorama edificios de departamentos en conjuntos de baja escala, galpones y construcciones precarias. En las relaciones entre modos de ocupación y trama, la base tipológica se podría analizar desde la casa cajón, presente como inicio. Actualmente, casi como

un patrón, el interior de la unidad de manzana está repleto de pequeñas construcciones, bien como ampliación de la unidad o bien como unidades independientes con accesos por servidumbre de paso. A diferencia de las ampliaciones por adición de cuartos, hay discontinuidad de la masa, por lo que en la lectura de llenos y vacios, equilibrada en términos porcentuales 24 el tejido abona una imagen disgregada, saturada y caótica, precaria en su materialización. Atento a estas consideraciones, bajo la modalidad de seminario, se abordaron estrategias proyectuales para derivar en reflexiones y herramientas que permitan plantear formas posibles de renovación del barrio; se indagaba no solo en actuaciones de índole residencial, sino en la mixtura de usos como motor de relaciones, como dinamizador de recursos y como movilizador virtuoso de lo público. Bajo esta consigna, las propuestas tienden a la pequeña escala, toman la manzana como unidad de actuación, en general proponiendo estrategias de infiltración que en el tiempo produzcan una mayor calidad y visualización del espacio abierto como ámbito de la vida social y como base para mejorar las condiciones de habitabilidad. En general se usaron recursos asociativos, buscando vínculos o relaciones que de alguna manera superen la relación rígida publico/privado de la traza dominal. Las propuestas indagaron la peatonalidad en pasajes o corazones de manzana, con tipologías que conservando elementos duros como la subdivisión, dieran paso a vínculos pequeños o controlados, sorteando acciones que demandarían intervenciones más complejas sobre los dominios, pero dando cuenta de la necesidad de sobreponer pautas generales a un tejido plagado de situaciones particulares que dan por resul-

[22]B° Ferrer -14.14, B° Colinas de Velez Sarsfield -12.56, B°Suarez -0.86. Datos Intercensales 1991-2008. DGEyC0 [23] Candelaresi y Gordillo (1995). El espacio barrial y las identidades sociales: La conformación del barrio Bella Vista, Córdoba. Temas de historia oral. Primer encuentro nacional de historia oral. Selección; Instituto Histórico de la ciudad de Buenos Aires. Secretaria de Cultura. Municipalidad de la ciudad de Buenos Aires; Buenos Aires, Argentina. Pag.134. En UNIDAD DE INTERPRETACIÓN


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tado lo descripto anteriormente. En si todos los trabajos entienden la importancia de rescatar el espacio abierto, por lo que las propuestas contemplan su formalización en planta o sección. En tanto, la condición urbana central del barrio se expresa en la necesidad de densificar como expresión del uso eficiente de las infraestructuras existentes , como soporte para incorporar población, contraria a la idea de ciudad extendida y como variable para la valorización del ámbito barrial. De esta forma algunas aproximaciones tipologías persiguen alturas un poco mayores a las actuales -hasta 3 niveles- aunque en general se buscan formas de incorporar la posibilidad de mayor cantidad de unidades de uso manteniendo la altura de norma y evitando sobredensificar predialmente. En todos los casos, como punto de partida o como reflexión final hay un intento de formalizar las propuestas expresando comparativas a los parámetros de control existentes FOT y FOS o proponiendo otros, que de alguna manera den cuenta de otras formas de mirar las herramientas de gestión.


0033


MIX!

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Una vuelta a la Manzana 51


4-cañada centro 3-cañada pericentral 2-cañada suburbana

Rio Suquia

1-cañada rural

Av Pueyrredon

Parque de la vida espacios verdes Av Circunvalaciòn

ESTRUCTURA URBANA

LAS CAÑADAS EL SOPORTE COMO OPORTUNIDAD DE LO PUBLICO

equipamiento barrial

parque institucional equipamiento sectorial

micro densificaciòn

r ve

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parque residencial media alta densidad

cor red o

parque residencial media alta densidad equipamiento barrial

co r

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mirador

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o

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sistema vial transversal

r co

parque cañada honda

ciudad universitaria

parque sectorial

micro


conjunto de viviendas conjunto de departamentos comercio vivienda individual propuesta 1: Linea de frente interno en cota +3: 1/3 de manzana Retiro lateral de 3 m sobre un eje medianero

propuesta 2: Linea de frente interno en cota +3: 1/3 de manzana Retiro de linea de fachada de 2 m

VIVIENDA NUEVA

VIVIENDA NUEVA VIVIENDA EXISTENTE VIVIENDA EXISTENTE AMPLIACION

VIVIENDA COLECTIVA

VIVIENDA COLECTIVA ESPACIOS COMUNES O SERVICIOS DE ESCALA BARRIAL

ESPACIOS COMUNES O SERVICIOS DE ESCALA BARRIAL

VIVIENDA EXISTENTE

EQUIPO - Maria Carolina Morchio. - Fernando Pájaro -Javier Estanislao Morán - Gonzalo Vélez Da Porta -Florencia Olmos - Paula Mendez

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PROPUESTA GENERAL DE MICRODENSIFICACION INCORPORAR 100% MAS DE DENSIDAD POBLACIONAL SIN SOBREPASAR EL 50% MAS DE DENSIDAD PREDIAL EN EL CASO DE LA MANZANA DE ENSAYO SIGNIFICABA INCORPORAR 1500M2 CONSTRUIDOS PARA 45 HABITANTES. EL PLANTEO PIVOTA EN UNIDADES DE 80 A 120 M, SOBRE LA BASE DE TOPOLOGÍAS DE 1 A 4 PERSONAS, QUE SUSTANCIAN EL 85% DE LA POBLACIÓN BARRIAL. COMO INCENTIVO A LA DINÁMICA DE LA CALLE Y LA MIXTURA DE USOS SE PROPONE QUE EN EL CASO DE LA RENOVACIÓN POR SUSTITUCIÓN PARA VIVIENDA COLECTIVA, SE DISPONGA EN EL NIVEL DE CALLE UN 30% DE ESPACIOS COMUNES O SERVICIOS BARRIALES

tejido blando lote vacante



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EQUIPO - Maricruz Errasti /Sigfirdo Stieger/ Mateo Gamba /Daniel Gianoni / Cecilia Martí



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04


BARRIOS PERICENTRALES. PERSPECTIVAS PARA SU PUESTA EN VALOR En el estudio particularizado del barrio San Vicente se observa una fuerte pérdida de las condiciones de integralidad urbana, cualidad de origen de los Barrios Peri-centrales. La ausencia de políticas positivas para estas áreas acentúa los procesos de fragmentación. Así, parte del tejido más consolidado tiende a sustituirse por edificios de propiedad horizontal, en muchos casos de rasa calidad edilicia, o se densifica predialmente consolidando su estructura urbana de base, reforzando la centralidad de cada área. En paralelo, otras áreas se tugurizan, se abandonan y decrecen. Este precarización del tejido existente es común a los barrios pericentrales y se produce tanto en la escala barrial como en las periferias internas a cada barrio. El soporte físico a su vez, posee cualidades positivas que posibilitarían inducir a procesos de renovación dirigidos por el Estado, tanto por la presencia de actividades obsoletas que producen vacancias espaciales -por ejemplo en la costa de Río- como en la puesta en valor de las centralidades barriales existentes. Estas características positivas sumadas a la posición central en el conjunto y una población con alto sentido de pertenencia inducen a alentar proyectos, planes sec-

toriales, etc que den cuenta de estos procesos. Nueva población, centralidades y red de espacios y verdes públicos, nuevos Equipamientos de escala e infraestructuras urbanas parecen ser tópicos asociados a restablecer nuevos roles para estas áreas. Desde el punto de vista normativo no existe hasta el momento un plan de sector, sino que por el contrario son numerosas las incongruencias producto de una normativa hoy fragmentada y sin un criterio de áreas. Por otra parte del estudio particular del tejido en las dos áreas diferenciadas, centro y río, se desprende que las características físicas de base orientan a dos tipos de renovación diferentes. Mientras que el centro induciría políticas ligadas a consolidación de la Centralidad Tradicional con políticas de revaloración patrimonial, el río permitiría alojar nueva población densificando sus bordes y generando una nueva dinámica de usos que tienda a maximizar la relación borde-centro. En vistas a los pocos movimientos de mercado registrados, está claro que estas operaciones no serían espontáneas sino que estarán atadas a la iniciativa del Estado a través de políticas específicas. La diversidad formal será resultado de la acción del tiempo sobre los tejidos urbanos, que permite su transformación, su densificación y su adaptación a

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REFLEXIONES FINALES


necesidades cambiantes. La sustitución, fragmentación y la parcelación plantean la cuestión de las escalas intermedias, entre la ordenación y la edificación. La edificación y la tipología plantean la cuestión sobre qué es lo que se construye. El proyecto urbano podría ser instrumento para crear las condiciones para la edificación y la gestión del tejido urbano.

CIUDAD Y TIPOLOGIA Una mirada desde la forma urbana El tejido inicial de casas “chorizos” o de aquellas construidas bajo la lógica de adición de cuartos configuro gran parte del soporte del San Vicente obrero y constituyo además la base que albergo las transformaciones formales-tipológicas a lo largo de casi cien años. Este soporte, cuya configuración formal y material tendió a la expansión en horizontal encontró su propio límite en la saturación de la parcela o en la dificultad de la propia construcción para dar lugar al crecimiento en altura. Las cubiertas de chapa hacen casi imposible sin grandes movimientos, sumar plantas de uso o unidades nuevas por encima de la existente. La ampliación bajo consecución de cuartos, gen de la propia tipología, entro en conflicto con la subdivisión de la trama, colmando el pulmón del patio trasero y lateral con mayor superficie, a veces destinada a albergar otras unidades habitacionales a través de servidumbres de paso en el propio lote. El tejido virtuoso de imagen urbana homogénea se trasladó a un collage de situaciones precarias, no solo en la transformación del retablo de la fachada, quizá su aspecto más potente y duradero, sino en el espacio interior a la línea municipal. Aquella base formal que proponía una relación continua con el espacio exterior, equilibrada entre llenos y vacios, mutó hacia ocupaciones que persiguieron solo sumar mayor espacio interior, reduciendo los patios, y por ende, la luz y la ventilación a expresiones mínimas, insuficientes o inexistentes. La sucesión en el tiempo de esta manera ocupar el lote, deja leer también la precariedad de las acciones, no solo desde la posición encontrada a un punto de vista romántico de la conservación del patrimonio, sino, y quizás más importante, a la calidad técnica y a las condiciones de habitabilidad del tejido barrial. Por otra parte la tipología encontró un estancamiento a su capacidad para albergar las demandas de otros usos distintos a la residencia, o sea, de adaptarse a la


casa chorizo mixtura de usos propios de su condición de tejido de un centro sectorial; fundamentalmente actividades comerciales de escala barrial, acabando en una mixtura de aperturas terribles, colores estridentes y cartelería publicitaria sobre una fachada italianizante, un pastiche que en la sumatoria dista enormemente de parecerse a aquel tejido homogéneo inicial en que descansa entre otras cosas una imagen de identidad barrial que en realidad prácticamente ha desaparecido. El tiempo juega un papel clave para tratar de entender la foto actual. El resultado es consecuencia de sucesivas transformaciones pero los cambios profundos, sobretodo tipológicos se detuvieron hace más de 50 años. La lectura diacrónica del tejido que permiten las aerofotogrametrías desde el año 1965 a esta parte, sostiene esta afirmación. En este sentido la forma urbana acompaña el estancamiento de población de que hablan los censos de la última década. La falta de transformación no habla de un espíritu de conservación puesto a favor de una mejor calidad ambien-

tal o de un esfuerzo por mantener la identidad barrial hecha “casas chorizos”. Habla más bien de cómo los vaivenes de la economía general y del rol del barrio en la ciudad, han puesto al sector en un estado de abandono, no solo de su tejido, sino también de su espacio público, cuya supervivencia ha quedado atada a la fortaleza una red social real y activa. Otras observaciones válidas para el entendimiento de las relaciones de la forma urbana le caben a la tipología del galpón; si bien en apariencia menos relevante que la casa chorizo, de un rol no menor en la configuración del tejido barrial. En su lógica de ocupación, el galpón inviabiliza inicialmente cualquier posibilidad de equilibrio con el lote, ya que, a diferencia de la casa chorizo, la proporción o el tamaño de la trama no es una condición en sí misma para su construcción. Su configuración es indistinta a las dimensiones que puedan caracterizar una trama. En general ocupa el solar al ciento por ciento eliminando inicialmente cualquier posibilidad de iluminación o

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galpón ventilación natural. A su vez se infiltra en un cubierto hasta el interior de la manzana, atentando contra las condiciones de los vacíos vecinos. En si no se trata solo de observar su escaso interés estético técnico, lo que en el imaginario degrada su propia condición, sino cómo la tipología, tan habitual en estos barrios, escasamente construye relaciones virtuosas con la ciudad. De alguna manera es la expresión pura de una necesidad funcional, un parasito en términos contributivos al resto del tejido. Lo que en tal caso le otorga cierto virtuosismo es la eventual flexibilidad de su espacio interior para ser ocupado por usos no residenciales, o quizás la relativa sencillez con que podría ser modificado o demolido para mejorar las condiciones ambientales, técnicas y normativas para albergar vivienda. De todos modos esta mirada se inscribe solo en la esperanza proyectual, ya que no se han observado en los relevamientos actuaciones de este tipo. Por último, solo a los fines de que la lectura general permita completar una mirada de las condiciones actuales o de la capacidad de estos tejidos para adap-

tarse a nuevas necesidades urbanas, se podrían incorporar – insisto de modo genérico- aquellas relaciones que generan las tipologías cuya base conceptual radica en la casa cajón, o sea, construcciones de organización compacta en uno o dos niveles, que ocupan el frente de lote con o sin retiro y liberan el fondo como patio propio. Más allá de las asociaciones estéticas que puedan desprenderse en la totalidad, que hacen pensar que hay una variedad tipológica mayor, comparten en común una relación univoca frente/ fondo y relativa independencia en su ubicación en el lote que en general provoca imágenes de un tejido heterogéneo. Esta característica es mayor cuanto menos antiguo sea el tejido, o sea cuanto menos asociado este éste último con las operaciones de base integrada que se observan en los barrios pueblos o sea tejidos construidos sobre una trama que es más un loteo, un fracciomiento, una manera de solo organizar las relaciones de dominio público-privado. A su vez es muy común ver ampliada la tipología en un segundo nivel para albergar una o dos unidades nuevas con acceso independiente desde la calle. Al igual que en las modificaciones de la casa


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posibilidades de densificaciรณn con base tipolรณgica en la casa cajรณn


chorizo, es dudosa la formalización de estos PH, con la diferencia que las condiciones de habitabilidad en la relación al lote se ven menos afectadas al ocupar el aire del segundo nivel, sin saturar el suelo. Bajo otra línea de análisis y en función de las relaciones entre trama y tejido, entre lote y tipología, se pueden inferir algunos aspectos a la normativa vigente. En primer lugar el impacto en las condiciones de habitabilidad que se derivan de permitir alturas muy dispares a las actuales en una organización de trama caracterizada por anchos mínimos; o sea la transformación de un tejido cuyo parcelario que fue pensado bajo la relación 1 vivienda/ 1 lote a otro de mayor densidad en altura y unidades habitacionales sobre la misma trama de subdivisión. En segundo lugar, la promoción de densidades que soportan tipologías de máxima edificabilidad, saturando inicialmente la capacidad relativa portante del lote; tipologías que por el esfuerzo técnico y económico determinaran en su propio gen constructivo, la forma de la ciudad a lo largo de un extenso lapso de tiempo. Dicho de otra forma, incentivando un tipo constructivo de muy difícil modificación o variación en función de dinámicas urbanas o poblaciones futuras. Desde una perspectiva diacrónica implicaría que el proceso de cambios y adaptaciones que como se observó atravesó medio siglo se reduce aquí de forma drástica; es la dinámica poblacional que se adaptara al tejido y no a la inversa. Por supuesto que la inversión de esta temporalidad afecta también las relaciones entre identidad y forma urbana, en tanto que la primera noción se asocia a la percepción de las continuidades y es poco adepta a los cambios bruscos de la “imagen” del tejido. A su vez, como bien supo describir Francisco Liernur , la sustitución de estos tejidos se hacen bajo la exclusiva órbita de la vivienda como bien de cambio y no de uso, lo que contribuye a asociar la renovación a

valores a veces contrarios a la idea de la ciudad como construcción privada que en lo colectivo construye lo público. Como síntesis, se desprenden de los muestreos realizados , por un lado que lo que se acepta como tejido tradicional ha encontrado un límite en su capacidad tipológica en relación a la trama y a su materialización, a su versatilidad para seguir manteniendo condiciones de habitabilidad y albergar nuevas dinámicas necesarias para la puesta en valor estos barrios, incorporando población. Por otro que el tejido que proponen los procesos de sustitución tienden en general a ser exógenos a los valores que el tejido social considera válidos. En sí, el análisis de la forma permite leer los contrapuntos en búsqueda de alternativas que generen equilibrios con independencia de las necesarias mejoras del espacio público. El nudo pues, no es de resoluble unidireccionalmente; implicara considerar entre otros, el rol del barrio en el contexto urbano, la participación vecinal, la convivencia y conveniencia de ciertas densidades más allá del precio del suelo; en si la tan ausente y necesaria participación del Estado.


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