FOTONERMAGAZINE
FOTOGRAFIA CLASICA LA ERA DE LA FOTOGRAFIA
FOTOGRAFÍA CLÁSICA Tomar una buena fotografía es un arte. No sólo se trata de apuntar y disparar; un fotógrafo profesional toma en consideración factores como la intensidad de la luz, el tiempo de exposición, la apertura del diafragma, la distancia focal, la sensibilidad y el formato de la película. ... Un momento; ¿sensibilidad de la película? ¿Tiempo de exposición, apertura? ¿Distancia focal? De qué estamos hablando? Bueno, estamos hablando de cómo se tomaban las buenas fotografías cuando las cámaras fotográficas eran análogas y no se encontraban incrustadas como un quiste en los teléfonos móviles... y de hecho, cuando ni siquiera existían los teléfonos móviles. Quizás en otra entrada hablaremos con detalle sobre todos los pasos que se tenían que dar para tomar una fotografía tan impactante como la que ilustra esta entrada. Por lo pronto, me gustaría presentarles una cámara que trajeron a mi tienda y con la que he estado experimentando un poco. Se trata de una cámara fotográfica marca Zeiss Ikon modelo Super Ikonta MX, fabricada en Alemania Occidental alrededor de 1955. Esta cámara plegable de formato medio es muy parecida a la que seguramente utilizó el señor Rotshtein para crear la impresionante imagen de Dallas que ilustra esta entrada, así que ya tienen una muy buena idea de la calidad de las fotografías que produce esta belleza. El término “formato medio” se refiere al tamaño de la película que utilizaba esta cámara. Era un negativo muy grande, de hasta 6 x 9 pulgadas, casi del tamaño de una tarjeta postal. Y ésta es una de las razones que explican la calidad de las fotografías producidas por estas cámaras: mientras más grande era el negativo, más detalle tenían las fotos. Traduciendo esto a términos informáticos, los negativos más grandes podían registrar más pixeles de luz que los negativos chicos, por lo que podían almacenar una mayor cantidad de información gráfica sobre la imagen que registraban.
La imagen anterior ilustra claramente a qué me refiero. En esta imagen se muestran tres tipos distintos de negativos fotográficos. La más grande, de 60 x 70 mm, es un negativo de formato medio, parecido a los que utilizaba la Ikonta de esta entrada. A su derecha se encuentran dos tiras de negativos de 35 mm, que son los usados por las cámaras más modernas incluso en la actualidad. Y los negativos de la parte superior, de 23 x 15 mm, son parecidos a los que producía la cámara Kodak Instamatic que tenían mis papás en los años 1960s - 1970s. Volviendo a las analogías informáticas, un negativo de mayor tamaño puede almacenar mucha más información gráfica, por lo que las imágenes resultantes son mucho más nítidas, y eso puede verse comparando la calidad de la fotografía de Dallas con una imagen muy parecida a las fotos que forman mi álbum familiar. Comencemos con el recorrido de esta interesante cámara antigua. Como mencioné, se trata de una cámara plegable. Este es uno de los estilos más clásicos de las cámaras fotográficas, y se utilizaba en cámaras profesionales y semiprofesionales por una muy buena razón: al utilizar un fuelle flexible para colocar el lente a una distancia relativamente grande con respecto al cuerpo de la cámara, es posible utilizar negativos igualmente grandes, lo que, como ya vimos, ofrece una gran calidad en las imágenes producidas. Además, al acoplar un mecanismo retráctil al fuelle, se consigue que la cámara no sea tan grande cuando se transporta: simplemente se contrae el fuelle y el lente queda guardado dentro del cuerpo principal, de forma muy parecida a las cámaras digitales actuales. Cuando tomamos la cámara y la observamos, notamos que es un diseño bastante compacto, a pesar de su tamaño. Pesa unos 800 gramos, aproximadamente; pero no se siente pesada ni estorbosa. Su funda de cuero está equipada con una resistente correa que permite colgarla del cuello. La forma como se enfocaba la imagen en estas cámaras es muy distinta a lo que vemos hoy en nuestros dispositivos digitales. En estos modelos analógicos, el enfoque se realiza ajustando directamente el lente. Para hacerlo, lo que se tiene que hacer es mirar por el visor. Notaremos que hay dos copias de la misma imagen: una en el visor, y otra más en el lente auxiliar. El enfoque de la cámara se consigue girando manualmente la perilla del lente auxiliar, mirando por el visor, hasta que estas dos imágenes se superponen formando una sola imagen clara. Era algo complicado de hacer, y se debe a que el visor no se encontraba conectado físicamente al lente. Años después este problema se resolvió cuando se inventaron las cámaras Reflex, también conocidas como SLR. En estas cámaras hay un espejo dentro del cuerpo de la cámara, que permite que la imagen que aparece en el visor sea exactamente lo que “ve” el lente. De ahí el acrónimo SLR: “Single Lens Reflex”, o Reflejo de Lente Sencillo: estas cámaras no tenían dos o más lentes superpuestos, sino que todo el ajuste se hace a través del lente principal. Muy diferente al caso de esta Ikonta.
LA ERA DE LA FOTOGRAFIA Cumplidos los fastos conmemorativos del siglo y medio de existencia de la fotografía, resuelta, al parecer, la cuestión de la historicidad de la fotografía por los procedimientos habituales, el historiador deja paso al crítico para que, división de trabajo obliga, resuelva al instante aquello de lo que más tarde, desde la buena distancia, él se ocupará: la fotografía del momento. Si para el historiador la fotografía del momento es la fotografía del pasado, para el crítico la cuestión consiste en rescatar del flujo incesante de la historia lo que legítimamente reclama el título de lo nuevo, y precisar su sentido inmanente. Pero, ¿es posible separar de algún modo crítica e historia? Fotografía del pasado y fotografía del momento, si es que estas expresiones poseen algún sentido, son conceptos recíprocamente determinados por la historia. Si el campo de ejercicio de la crítica se inaugura con la ruptura del arte moderno con la tradición (su “naturaleza”), y si, en efecto, lo nuevo no puede juzgarse con la medida de lo viejo, no es menos cierto también que “el proceso que conduce a la obra de arte hasta su concepto inmanente y sin atender a ideas universales no se desvela teóricamente hasta que en la historia del arte empieza a vacilar su propio sentido y con el concepto tradicional.” De aquí, y como se verá, el problema de la crítica de la fotografía, el problema de la actualidad de la fotografía, se convierte en el problema de la historia de la fotografía. Y este problema no es otro que el del esclarecimiento de la ruptura histórica que la fotografía establece en su origen. Así, la pregunta por la actualidad de la fotografía se convierte en la pregunta por su envejecimiento. Lo habitual, las excepciones son muy escasas, es presentar la historia de la fotografía como una sucesión progresiva de conquistas, cuyo último objetivo consistiría en la negación de su origen, de su pecado original: el haber nacido joven. Arte joven, con los años alcanzaría su edad dorada. Ya se sabe... la juventud es una enfermedad que se cura con los años. Así, paradójicamente, el envejecimiento de la fotografía se convierte en la condición de posibilidad de la fotografía actual. Pero hay algo de cierto en todo esto: el reconocimiento de que la fotografía está en el origen afectada de una negatividad constitutiva: la irremediable debilidad de lo que nace con signo de una radical modernidad. Digámoslo rápidamente: la modernidad de la fotografía, radical en su origen, consiste en la idea, en palabras de Daguerre, de un arte sin artista. Una intuición reveladora, no suficientemente esclarecida todavía, de que “la impotencia en que ha sumido al sujeto la tecnología desatada por el mismo ha sido recibida en la conciencia, se ha convertido en programa”. En pocas palabras, el programa de la modernidad, y en este sentido, en este preciso sentido todo el arte verdaderamente moderno, como quería Walter Benjamin, debe ser entendido como fotografía.
Nada escapa a lo moderno: cuando aparece lo auténticamente nuevo, todo cuanto se desvía del camino abierto por esa novedad se presenta como agotado, falto de nervio. Después de la fotografía, la pintura no pudo permanecer en los cauces de lo tradicional, a riesgo de parecer agotada, falta de nervio. La fotografía liquida la tradición de la pintura, prende fuego a sus naves. Que la pintura no pudo resistir a la fotografía es un hecho tan indudable que, extraviados los fotógrafos por el interés de formar una tradición renunciando a su novedad para ganar el concepto de arte que ella misma liquidaba, podría incluso afirmarse que la mejor fotografía, al menos en el diecinueve, la hicieron los pintores. Pero debemos preguntarnos, ¿puede hoy la fotografía resistir a la pintura? ¿puede la pintura resistir a la fotografía de hoy? La fotografía, cuando fue autentica, lo fue porque supo encarnar la distancia entre el arte y la sociedad, su tarea, la que la mantiene en los límites de la debilidad de su infancia, es aquella que grita por sus poros que el arte es promesse de bonheur, pero promesa quebrada. En tanto en cuanto la miseria de lo social de la que el arte extrae su sentido, se mantenga, la fotografía parece estar obligada a mantenerse específicamente separada del arte. De esta manera, la especificidad de lo fotográfico, cuestión que se intenta soslayar en muchas de las prácticas actuales, cobra pleno sentido, el sentido crítico de una historicidad precisa, muy lejos de cualquier implicación ontológica a la que la más “actual” teoría quiere reducirla con la moderna mitología del index. Sólo en esta perspectiva cobra sentido también su tan proclamado y, al parecer, insufrible realismo. La fotografía es “realista” porque es nueva. Porque lo nuevo no es una categoría subjetiva: se impone por la cosa misma.
Lo nuevo se presenta con la necesariedad de lo que está-ahí, con una legalidad inmanente y se impone como verdadero: como naturaleza. Accidente en la historia, el realismo fotográfico, retrasado y prematuro a la vez, anticipación retardada de lo históricamente necesario, se ve afectado así del signo de lo patológico (aberrantemente prodigioso e imbécilmente familiar). Sus excursiones a la naturaleza es la forma de su resistencia a lo que se impone como naturaleza. Por eso todo lo natural se presenta en ella como extraño. El propósito de la fotografía es reconstruir el mundo por lo nuevo. Es melancólica por lo que nunca fue, por las promesas del pasado que nunca fueron cumplidas. Sólo así se podría construir lo antiguo como antiguo, lo pasado como lo pasado: redimiéndolo, no recuperándolo. Deshaciendo el nudo que ata el pasado al presente.
TIPOS DE CAMARAS FOTOGRAFICAS CÁMARAS COMPACTAS DE 35 MM Sin duda las cámaras compactas de 35 mm son las más extendidas mundialmente, son de gran sencillez de uso y requiere conocimientos y práctica fotográfica mínima. Las características principales son: Menor costo Visor óptico directo Objetivo no intercambiable CÁMARAS APS Si bien estas cámaras tuvieron una corta vida, y en la actualidad no se utilizan, es interesante considerar que fueron el resultado de la primera unificación entre el sistema analógico y el digital, ya que el registro de la imagen se realizaba sobre película, pudiendo agregarse a la misma información digital. Las cámaras APS (Advanced Photo System) son el resultado del acuerdo adoptado por varios fabricantes mundiales (entre otros Canon, Agfa, Polaroid, Kodak, Fuji y Nikon) para conseguir simplificar el funcionamiento de las cámaras fotográficas para los usuarios inexpertos y además introducir mejoras sustanciales frente a las comunes cámaras compactas de 35 mm. CÁMARAS RÉFLEX SLR Una cámara réflex SLR (Single Lens Reflex) es una cámara fotográfica en la cual la imagen que ve el fotógrafo a través del visor es exactamente la misma que quedará capturada. Eso se consigue mediante el reflejo de la imagen (de ahí el nombre) sobre un espejo o sistema de espejos. Al igual que las cámaras compactas, pueden ser cámaras tradicionales de película fotográfica digitales (DSLR). Éstas suelen ser las cámaras preferidas por los fotógrafos aficionados y profesionales, ya que permiten un control casi absoluto sobre cada uno de sus elementos y parámetros disponen de multitud de accesorios intercambiables para distintos propósitos. En general poseen las siguientes características: Visor réflex o de pentaprisma, que permite ver exactamente lo que se ve a través del objetivo. Objetivos intercambiables. Fotómetro o exposímetro incorporado.
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CÁMARAS DIGITALES Una cámara digital es un dispositivo electrónico usado para capturar y almacenar fotografías electrónicamente en lugar de usar películas fotográficas como las cámaras convencionales. OTROS TIPOS MENOS HABITUALES Cámara TLR (Twin Lens Reflex): es una cámara réflex de objetivos gemelos (uno encima de otro) que intenta solventar el principal problema del visor réflex, el que no se pueda ver la imagen durante el disparo (ya que el espejo que la conduce se abate para dejar pasar la luz hacia la película fotográfica o el sensor de imagen). Para ello monta dos objetivos: uno para tomar la foto y otro para conducir la imagen hacia el visor. Debido a esta configuración, adolecen del error de paralaje y de inversión lateral de la imagen en el visor, por lo que hay que acostumbrarse a usarlas sobre todo para realizar fotografías de objetos en movimiento. Son cámaras en desuso y muy pocas tienen objetivos intercambiables. Además habría que comprar dos objetivos para cada distancia focal. Cámara de estudio o de banco: Aquellas que están montadas sobre bancos ópticos y raíles para permitir todo tipo de descentramientos, basculando los paneles delantero y trasero; lo cual da un control absoluto sobre la forma de la imagen, su perspectiva y el reparto de la profundidad de campo. Cámara miniatura: Son las cámaras de fabricación en serie más pequeñas. Suelen tener formatos absolutamente particulares, especiales y su uso es, principalmente, la de actuar como cámaras espía. Estas cámaras suelen ser absolutamente automáticas careciendo de cualquier tipo de control aparte del disparador. Aunque existen cámaras de este tipo con película fotográfica (películas especiales de 16mm. de anchura), actualmente la mayoría de estas cámaras son cámaras digitales ya que ofrecen mayores posibilidades de miniaturización. Cámara panorámica: que proporcionan un ángulo de visión superior sin deformaciones. Cámara aérea: cámaras de satélites, fotogametría y cartografía. Cámara subacuática: específicamente diseñadas para trabajar bajo el agua a gran profundidad. Cámara estereoscópica: que intentan reproducir el funcionamiento de los dos ojos humanos (dos fotos simultáneas desde dos puntos separados 63mm con las que luego se puede reproducir la visión estéreo con un visor especial).
Consejos que cualquier principiante debe conocer para tomar fotos 1. Planifica tu fotografía Analiza la escena que quieres capturar e imagina cómo te gustaría que quede tu foto. Cuando seas capaz de «ver» en tu mente tu instantánea, recapacita acerca de los ajustes que debes llevar a cabo para que las condiciones de exposición te permitan obtener ese acabado. Grosso modo, debes determinar qué profundidad de campo quieres conseguir, qué abertura del diafragma te va a permitir obtenerla y qué tiempo de exposición es el adecuado para que la fotografía quede bien iluminada. 2. Elige la mínima sensibilidad Los sensores que utilizamos actualmente en las cámaras digitales nos permiten seleccionar un valor ISO que puede oscilar en un rango determinado. Sin embargo, la sensibilidad real del sensor suele coincidir con el valor ISO más bajo, que, además, es el que genera menos ruido. Por esta razón, a menos que las condiciones ambientales lo exijan de una forma estricta o tengamos que tomar fotografías a objetos que se desplazan con mucha rapidez, es recomendable disparar usando el valor mínimo. 3. Habilita la temperatura de color apropiada Si almacenas tus instantáneas en formato RAW, no importa cómo ajustes el balance de blancos, pues estos ficheros son independientes de la temperatura de color (podrás elegir la adecuada cuando proceses tus fotografías con la aplicación apropiada). Sin embargo, si disparas en JPEG es esencial que elijas la temperatura de color apropiada, pues, de lo contrario, tus tomas adolecerán de unas dominantes que resultan muy difíciles de corregir totalmente con el software de edición fotográfica. Panel de control de Canon 4. Dispara en RAW, si puede ser Este formato recoge toda la gama de tonos que el sensor es capaz de percibir, y, además, los ajustes de temperatura de color, saturación, espacio de color, contraste, etc., resultan irrelevantes al tomar las fotografías. Podrás elegir los parámetros adecuados a posteriori, durante la conversión de formato. 5. Selecciona la máxima calidad en JPEG Cuando tomamos nuestras fotografías en este formato, la propia cámara aplica a la información que procede del sensor (que no es otra cosa que el torrente de datos RAW, incluso, aunque la cámara no contemple la grabación en este formato) los ajustes que hayamos indicado (temperatura de color, contraste, saturación, etc.). Después, somete estos datos a un algoritmo de codificación a formato JPEG, y a un procedimiento de compresión con pérdida de calidad. Por esta razón, es importante que, a pesar de que ocuparán más espacio, habilitemos la codificación JPEG de la máxima calidad.
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