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La transición energética: implicaciones II
Las distintas caras que hay que tomar en cuenta
Violeta Ortega Navarrete
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violeta@oem.org.mx Editora, Diseñadora multidisiplinaria por el INBA, activista ambiental.
Con el fin de encauzar la transición energética, los gobiernos de algunas naciones están tomando acciones para dar prioridad a la producción y consumo de energías renovables. Sin embargo, otras como Australia por ejemplo, aclaró en la pasada COP26 que aumentará y continuará la extracción y venta de carbón, así como la generación de electricidad por medio del combustible. China aunque está también está tomando acciones en pro del medio ambiente, seguirá comecializando carbón mientras sea rentable, por lo menos hasta el año 2030. A pesar de los esfuerzos que en general se están haciendo por impulsar las generación con energías renovables, algunos ámbitos son menos fáciles de descarbonizar que otros, como el transporte y la industria minera, en estos campos aún se espera que los nuevos desarrollos tecnológicos nos revelen la solución al problema, quizá por medio del hidrógeno verde, nuevas y mejores capacidades de almacenamiento de energía, o bien baterías que puedan ser construidas con materiales menos difíciles de extraer y reciclar que los que se utilizan actualmente. Según IRENA, (Agencia Internacional de Energías Renovables) la energías renovables deben crecer a un ritmo seis veces mayor, del que lo hacen ahora, para que el mundo comience a cumplir los objetivos marcados en el Acuerdo de París, por lo que se prevé que en los próximos años este desarrollo se acelere considerablemente (mientras más nos acercamos a los límites de temperatura global) y como comentaba en la entrega anterior, es necesario visualizar que la transición energética acarreará muchos cambios en todas las ramas de la industria y en las redes de distribución de energía eléctrica, etc. pero también debemos tener en cuenta que los cambios sociales, podrían correr en el mismo rumbo que hasta ahora beneficiando a los más poderosos y restringiendo aún más a las poblaciones vulnerables
que ya padecen pobreza energética en el presente. Para llevar a acabo una transición justa, se deben impulsar políticas públicas que inviten a los usuarios a ser parte de la transición, evitar barreras de desinformación y prácticas opacas por parte de los gobiernos o empresas. Las políticas y regulación deben escuchar las necesidades de la población, lo cual impulsaría la confianza, y fomentaría la participación. Una de las formas en las que la transición energética puede ser un nuevo motor de desarrollo es la creación de empleos que sean sostenibles, creando beneficios para empresas que prioricen las acciones de impacto ambiental y social, teniendo en cuenta la inclusión de minorías y la igualdad de género. En ese sentido la Responsabilidad Social Empresarial juega y jugará un papel importante en la transición, impulsando estrategias que mejoren las condiciones productivas, buscando la mayor eficiencia energética, generando su propia energía limpia (aunque las políticas públicas de la actual administración lo están dificultando ultimamente), implementando procesos de economía circular. Todo lo anterior con el fin de que los empleos no se pierdan, si no se mejoren, beneficiando a todo el conjunto. Otro aspecto pertinente es poner responsabilidad en los usuarios finales con el fin de utilizar la energía de manera eficiente. Asimismo promover la figura del prosumidor puede cerrar brechas de desigualdades y pobreza energética. Es importante además invertir en el desarrollo de estudios diagnóstico que permitan conocer las situaciones locales y para poder encontrar soluciones reales para las personas. Para lograr el objetivo de que la transición sea un proceso que si bien es necesario y urgente, que no perjudique a las poblaciones que se pueden encontrar en desventaja socioeconómica, de género o de minoría, si no que se avance con ellas.