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ODS 12: Producción y consumo responsables
Un defensor para el pueblo 2/2
El potencial del ombudsperson energético
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Carlos Emiliano Villaseñor Moreno
carlos@oem.org.mx Graduado de la licenciatura de ciencia política en el ITAM y actualmente analista en temas de equidad de género en Latinoamérica en Aequales.
Ampliación del debate de la transición energética
Del 99.2% de la población en
México con acceso a electricidad, casi el 100% lo hace a través del servicio que presta la empresa gubernamental, puesto que en el país se ha buscado monopolizar la distribución de la energía por parte del Estado, y monopsonizar su procuración, al ser la CFE la única en capacidad de comprar a privados. Contra este paradigma hay un argumento tradicional que los defensores del libre mercado pueden articular ya que un monopolio tiende a proveer una cantidad menor del bien, en este caso de energía, a la cantidad de la de equilibrio (donde no existen excesos en oferta o demanda), a un costo mayor y posiblemente de menor calidad; y en un monopsonio hay un único comprador, generando una competencia más que imperfecta. En el caso del sector energético, por mucho tiempo los altos costos de entrada al mercado debido a la necesidad del desarrollo de infraestructura, limitaciones geográficas y técnicas, y la subsecuente existencia de economías a escala creó monopolios naturales. Sin embargo, en las últimas décadas la disrupción de nuevas tecnologías ha llevado a una mayor capacidad de competencia y de impulso a la innovación, principalmente en energías renovables. Por otro lado, México tiene una larga tradición política establecida en la Constitución de 1917, específicamente en su Artículo 27, de garantizar la posesión de la nación de sus recursos, lo que se ha manifestado en muchos casos como control estatal directo sobre estos. En contrapartida, es cierto que en otros contextos existen múltiples casos exitosos de intervenciones estatales en otros sectores como educación, salud y seguridad social, que llegan casi al grado de monopolio en países como Canadá, Alemania o Francia. Esto con el beneficio de alejarse de incentivos económicos tradicionales que han sido uno de los principales causantes de la insostenibilidad del contrato social actual. Estas y otras consideraciones deben ser expuestas en un formato
comprensible para la mayoría de la ciudadanía, junto con información técnica del sector energético. Se debe pugnar por la apertura de espacios de discusión y toma de decisiones para que la ciudadanía pueda ser parte de este proceso de redefinición del sector, y debe garantizarse el paso efectivo de la discusión a la acción radical.
El ombudsperson como agente de cambio
Para México, una defensora o un defensor del pueblo especializado en energía significa el acercamiento a un sector desconocido para la mayoría a pesar de su presencia en casi todos los ámbitos de nuestras vidas. El acceso a electricidad, gas, gasolina, y a otros recursos naturales, hace la diferencia en oportunidades laborales, de educación, movilidad y salud. La ciudadanía no puede ser un agente pasivo, o a lo mucho reactivo, como lo es actualmente. Debe tener la capacidad de ser proactivo en su relación con la energía, con las instituciones y actores de mercado existentes. No podemos redefinir el contrato ecosocial escuchando únicamente las mismas voces que determinaron el paradigma previo, pero tenemos que tener una discusión inclusiva acerca del bien común en el sector energético y su accesibilidad para todos y todas. 1/2
Publicado originalmente en: https://www.unrisd. org/en/library/blog-posts/un-defensor-para-elpueblo-el-potencial-del-ombudsperson-energetico
ODS 12: Producción y consumo responsables
Violeta Ortega Navarrete violeta@oem.org.mx Licenciada en Letras Hispánicas y en Diseño Integral, activista ambiental.
El Objetivo de Desarrollo Sostenible de esta semana es el de Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles. El consumo y la producción son las formas que activan la economía global. El progreso económico y tecnológico que se ha dado en el último siglo ha dependido totalmente de la explotación del medio ambiente. Y actualmente nos encontramos avanzando hacia un callejón sin salida en cuanto a la degradación ambiental, con consecuencias graves como eventos meteorológicos catastróficos, sequías y temperaturas extremas, que de seguir aumentando pondrán en peligro nuestra supervivencia. Por todo esto, el ODS 12 busca promover que el crecimiento económico se separe del daño al medio ambiente, se pretende lograr que el consumo y la producción se vuelvan sostenibles, es decir, hacer más y mejor, con menos. Actualmente estamos consumiendo recursos más que en ningún otro momento de la historia humana, excediendo las posibilidades del planeta de regenerarse. La capacidad para producir ha crecido, sin embargo, en la mayoría de las naciones, la brecha entre pobres y ricos ha aumentado. ¿Cómo podemos encaminar la producción y consumo hacia la sostenibilidad? Se trata de poder hacer más con menos, y con menos nos referimos a menos recursos materiales, pero también menos energía (de cualquier tipo) y menos agua. Se trata de aumentar las ganancias al reducir la degradación y contaminación ambiental. Debemos aplicar la economía circular que busca la reducción del consumo de materias primas y estrategias de diseño que promuevan que los productos tengan una vida útil lo más larga que se pueda y que los residuos al final de esa vida sean reciclados o reutilizados, con el fin de que no se conviertan en desechos almacenados en los vertederos. Asimismo revisar las normativas sobre manejo, almacenamiento y desecho de residuos industriales de todo tipo. La implementación de la producción y consumo sostenible es una oportunidad para las naciones en vías de desarrollo de hacer crecer sus economías por medio de tecnologías más verdes, siendo más eficientes con sus recursos y evitando la contaminación. En el caso de la generación eléctrica, sería importante educar y tener las normativas que promuevan el uso de tecnologías como la eólica y solar que ayudan a combatir
ODS 12: Producción y consumo responsables
el cambio climático mientras que garantizan ahorros económicos e impulsan el acceso a la energía para todos y todas. Otro aspecto importante con el tema de este ODS es que, actualmente se siguen desperdiciando un tercio de la comida que se produce anualmente (ONU) debido a malas gestiones de transporte, almacenamiento o distribución. Lo cual implica que un tercio de la inversión en agua, trabajo y energía se va a la basura. Por no ahondar en lo absurdo que resulta que algunas naciones aún no puedan superar el hambre y la desnutrición, mientras que en otras, desperdiciamos tanta comida: en México se desperdician 20 millones de toneladas al año. Es necesario que los gobiernos obliguen a las empresas a poner en marcha procesos sostenibles y que se regule la explotación de aguas y tierra (así evitaríamos las situaciones que nos han llevado por ejemplo a la sequía que se vive en el norte del país o los accidentes de trabajadores de la minería que suelen quedar impunes) por otro lado facilitar por medio de la legislación la implementación de generación energética de origen no fósil impulsando la figura del prosumidor. Algunas de las metas de la ONU para este Objetivo son: · De aquí a 2030, reducir a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita mundial en la venta al por menor y a nivel de los consumidores y reducir las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y suministro, incluidas las pérdidas posteriores a la cosecha. · De aquí a 2020, lograr la gestión ecológicamente racional de los productos químicos y de todos los desechos a lo largo de su ciclo de vida, de conformidad con los marcos internacionales convenidos, y reducir significativamente su liberación a la atmósfera, el agua y el suelo a fin de minimizar sus efectos adversos en la salud humana y el medio ambiente. · Alentar a las empresas, en especial las grandes empresas y las empresas transnacionales, a que adopten prácticas sostenibles e incorporen información sobre la sostenibilidad en su ciclo de presentación de informes. · Promover prácticas de adquisición pública que sean sostenibles, de conformidad con las políticas y prioridades nacionales. · Ayudar a los países en desarrollo a fortalecer su capacidad científica y tecnológica para avanzar hacia modalidades de consumo y producción más sostenibles.