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ANIMACIÓN MISIONERA

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TESTIMONIOS

TESTIMONIOS

Que Dios quiere que todos los hombres se salven; que Jesús fue enviado como luz para iluminara todas las naciones, según proclama el anciano Simeón; que María es la Madre que ha presentado esta luz ante la faz de todos los pueblos. Son realidades esenciales que se nos descubren en los misterios de la infancia de Jesús.

En el tiempo de Navidad empezamos por celebrar que el Hijo de Dios, sin dejar de ser Dios, se encarnó en el vientre de la Virgen María y se hizo hombre. Confesamos así que en Jesús naturaleza divina y naturaleza humana quedan unidas, sin confusión, en la persona del Verbo, segunda de la Santísima Trinidad. Yen este tiempo litúrgico celebramos algo más: que el Verbo se ha hecho carne para sernuestro Salvador. Este salto que ha dado Dios de la eternidad al tiempo ha sido por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación.

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La e estrella m misionera

La solemnidad de la Epifanía añade otra dimensión fundamental de nuestra fe: que Dios se ha hecho hombre para que todos se salven. En esa fiesta se celebra la universalidad de la salvación de Dios. Dios se revela a todos los pueblos, representados en esos misteriosos personajes venidos desde el Oriente, guiados por una estrella. Jesús, en cuanto hombre, es judío de raza y, en cuanto Dios Salvador, da cabida en su corazón a todos los hombres. Habiendo nacido Dios, fue tal la luz que brilló en el mundo que se percibió en aquellas lejanas tierras situadas más allá de las fronteras visibles de Israel.

Jesús, en cuanto Dios, es Salvador de todos: de los pastores y de los magos; es decir, de los judíos y de los gentiles, pues a ambos se manifestó y reveló. Yla gran caravana de la humanidad sigue en marcha buscando al Dios-Hombre Salvador. Vamos guiados por una estrella: la intuición de que todos necesitamos salvación y solo en Jesús la encontraremos. La humanidad pierde la orientación y la estrella se esconde cuando se confunde a Jesús como uno más entre los salvadores. La estrella siempre avisa diciéndonos dónde está lo auténtico y dónde están los sucedáneos.

Es voluntad de Dios distribuir, a manos llenas, su gracia y su salvación. La buena noticia que con Jesús nos ha venido es como una luz brillante: en su Evangelio encontramos las respuestas a los interrogantes que no dejamos de plantearnos. Como una roca firme: en ese Evangelio podemos edificar nuestras vidas, seguros de no conocer una ruina estrepitosa de las mismas. Como un pan sustancioso: en ese Evangelio hallamos el alimento que necesitamos, seguros de no padecer anemia y morir de hambre. Y como un manantial de agua fresca: en ese Evangelio encontramos la fuente que refresca y sacia nuestras aspiraciones más hondas.

La buena noticia del Evangelio, siendo luz brillante, roca firme, pan sustancioso, agua fresca, está destinada a todos los hombres, y la mejor manera de compartirla es empezarviviendo a su luz. Mejores evangelizadores seremos cuanto más evangélicos seamos. Por todo lo dicho, la solemnidad de la Epifanía es la primera y más grande fies-

ta misionera del año; la raíz de donde luego vendrán el resto de las fiestas misioneras. No deberíamos abandonar la caravana de los buscadores de Dios ni permitir que deje de brillar en nuestro horizonte vital la estrella de la fe en Dios.

Compartir l la l luz

En el principio, cuando Dios creó los cielos y la tierra, el hombre vivía con Él en un mundo lleno de luz, porque el mismo Dios era el Sol de su vida. Quiso el hombre vivir sin Dios; y, sin aquel que era el Sol de su vida, el hombre se introdujo en un mundo de oscuridad y de tinieblas. En esta situación de desgracia, comenzó el ser humano a esperar la llegada de un redentor, que, sacándole de las tinieblas en que se encontraba, le introdujese de nuevo en aquel mundo lleno de luz, donde Dios es el

Sol. Mucho tiempo pasó en espera de ese redentor, hasta que un día el hombre recibió en su mundo de tinieblas la visita de la luz. Jesús, Hijo de Dios, vino como la luz del mundo (cf. Jn 8,12).

Todos nosotros nacimos sin luz, porque nacimos sin Dios. Pero el día feliz y gozoso de nuestro bautismo, Jesús, luz del mundo, nos visitó. Dejamos de ser hijos de las tinieblas para venir a ser hijos de la luz. Porque

Los que hemos recibido la luz, que es Cristo, somos responsables de hacer que llegue a quienes aún viven en tinieblas.

Jesús nos ha iluminado sabemos de dónde venimos y a dónde vamos; sabemos que Dios nos quiere y nos perdona; sabemos que su voluntad es salvarnos.

Los que hemos recibido la luz de Cristo, debemos cuidar y mantenerviva en nosotros dicha luz, no permitiendo que se nos apague. No podemos seguir viviendo como si aún estuviéramos en tinieblas. Vivir en la luz es cumplir los mandamientos, es vivir las bienaventuranzas, es recibir los sacramentos, es practicar las obras de misericordia, es poner en juego las virtudes.

Los que hemos recibido la luz, que es Cristo, somos responsables de hacer que llegue a los que todavía viven en tinieblas. Cristo es luz para todos. Todos los hombres tienen el derecho de poder ser iluminados por Él. Se nos pide compartirla luz que nosotros disfrutamos. Las misiones y nuestras sociedades secularizadas son una prueba de la ingente cantidad de hombres y mujeres que están deseando ser iluminados por Cristo.

Jesús es la luz sin ocaso, sol perpetuo. Alegres de sabernos alumbrados por su resplandor, hagamos el propósito de no separarnos nunca de Él y de darle a conocer a los que todavía le desconocen.

Lino Herrero Prieto, CMM

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