Presencia Misionera - Noviembre 2018

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Introducción

¡Queridos animadores del servicio de ADEAM,

Iniciamos este mes de noviembre con la Solemnidad de todos los Santos, la cual nos recuerda una vez más, que nuestra primera vocación como cristianos, es la santidad. Dios nos ha elegido a todos en Cristo, antes de la creación del mundo, con una vocación común, que nos impulsa a ser santos. La santidad es fruto del Bautismo, ya que el cristiano, por obra del Espíritu Santo, es injertado en Cristo y comienza a vivir de la santidad de Dios como Hijo de Dios en Cristo. Para ser santo, se requiere ser amigo de Dios, teniendo una amistad profunda con él, sabiendo que aun en medio de flaquezas e imperfecciones, lo importante es seguir y luchar por agradar a Dios. Por tanto, todos estamos llamados a la santidad, como se nos dice en Mateo 5, 48: “Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”. Sin duda alguna, la lucha por la santidad, surge de la gracia de Dios y de la correspondencia de cada uno a esa gracia. También celebraremos durante este mes, el abrazo en familia, una ocasión para unir y reforzar lazos entre los miembros de una familia, para reencontrarse, perdonarse o decirse: te amo. Para aprovechar y reflexionar acerca de cómo es nuestra vivencia diaria. De manera que, no pierdas la oportunidad de reunirte con tus seres amados y estrecharle un abrazo tan fuerte, que desees repetirlo siempre. Por último, está la fiesta litúrgica de Jesucristo, Rey del Universo, con la que culminamos el año litúrgico. Pidamos a Cristo, que reine siempre en nuestras vidas para seguir su estilo de vida con alegría y docilidad.

Atentamente Hna. Yesenia Arellano. OCV. Responsable Nacional de ADEAM.

Intencionalidad: Durante todo este mes, reza por la intención universal que nos propone el Papa Francisco para el mes de noviembre: Al servicio de la paz, para que el lenguaje del corazón y del diálogo prevalezca siempre sobre el lenguaje de las armas.

ORACIÓN DEL ENFERMO MISIONERO. Señor, conforta mi alma, permite acoger esta enfermedad. Se tú el Señor de mis alegrías y sufrimientos. Recíbeme Señor, que sólo en ti encuentro descanso. Te agradezco mi Dios porque ahora tengo algo que ofrecerte. Permíteme ofrecerte al igual que tu Hijo Jesús, las tristezas de mi enfermedad por toda la humanidad. Te ofrezco Señor, todos mis sufrimientos, mi dolor y la enfermedad que aflige en algunos momentos de mi vida. Te entrego hoy, todos mis sufrimientos por amor a mis hermanos que no te conocen y por la perseverancia de todos los misioneros que día a día entregan su vida por amor a ti. Y porque pese a mi debilidad, Tú sigues siendo mi Dios. Amén.


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MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA II JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES 2018 Se celebrará el XXXIII domingo del Tiempo Ordinario – este año el 18 de noviembre 2018 – y cuyo tema es: “Este pobre gritó y el Señor lo escuchó”. 1.«Este pobre gritó y el Señor lo escuchó» (Sal 34, 7). Las palabras del salmista se vuelven también las nuestras a partir del momento en que somos llamados a encontrar las diversas situaciones de sufrimiento y marginación en las que viven tantos hermanos y hermanas, que habitualmente designamos con el término general de “pobres”. Quien escribe tales palabras no es ajeno a esta condición, al contrario. Él tiene experiencia directa de la pobreza y, sin embargo, la transforma en un canto de alabanza y de acción de gracias al Señor. Este salmo permite también a nosotros hoy comprender quiénes son los verdaderos pobres a los que estamos llamados a volver nuestra mirada para escuchar su grito y reconocer sus necesidades. Se nos dice, ante todo, que el Señor escucha los pobres que claman a Él y que es bueno con aquellos que buscan refugio en Él con el corazón destrozado por la tristeza, la soledad y la exclusión. Escucha a cuantos son atropellados en su dignidad y, a pesar de ello, tienen la fuerza de alzar su mirada hacia lo alto para recibir luz y consuelo. Escucha a aquellos que son perseguidos en nombre de una falsa justicia, oprimidos por políticas indignas de este nombre y atemorizados por la violencia; y aun así saben que en Dios tienen a su Salvador. Lo que surge de esta oración es ante todo el sentimiento de abandono y confianza en un Padre que escucha y acoge. En la misma onda de estas palabras podemos comprender más a fondo lo que Jesús proclamó con las bienaventuranzas: «Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos» (Mt 5, 3). En virtud de esta experiencia única y, en muchos sentidos, inmerecida e imposible de describir por completo, nace por cierto el deseo de contarla a otros, en primer lugar, a aquellos que son, como el salmista, pobres, rechazados y marginados. En efecto, nadie puede sentirse excluido del amor del Padre, especialmente en un mundo que con frecuencia pone la riqueza como primer objetivo y hace que las personas se encierren en sí mismas. 2.El salmo caracteriza con tres verbos la actitud del pobre y su relación con Dios. Ante todo, “gritar”. La condición de pobreza no se agota, en una palabra, sino que se transforma en un grito que atraviesa los cielos y llega hasta Dios. ¿Qué expresa el grito del pobre si no es su sufrimiento y soledad, su desilusión y esperanza? Podemos preguntarnos: ¿cómo es que este grito, que sube hasta la presencia de Dios, no alcanza a llegar a nuestros oídos, dejándonos indiferentes e impasibles? En una Jornada como esta, estamos llamados a hacer un serio examen de conciencia para darnos cuenta si realmente hemos sido capaces de escuchar a los pobres. El silencio de la escucha es lo que necesitamos para poder reconocer su voz. Si somos nosotros los que hablamos mucho, no lograremos escucharlos. 3.El segundo verbo es “responder”. El Señor, dice el salmista, no sólo escucha el grito del pobre, sino que responde. Su respuesta, como se testimonia en toda la historia de la salvación, es una participación llena de amor en la condición del pobre. Así ocurrió cuando Abrahán manifestaba a Dios su deseo de tener una descendencia, no obstante, él y su mujer Sara, ya ancianos, no tuvieran hijos (cf. Gén 15, 1-6). Sucedió cuando Moisés, a través del fuego de una zarza que se quemaba intacta, recibió la revelación del nombre divino y la misión de hacer salir al pueblo de Egipto (cf. Éx 3, 1-15). Y esta respuesta se confirmó a lo largo de todo el camino del pueblo por el desierto: cuando el hambre y la sed asaltaban (cf. Éx 16, 1-16; 17, 1-7), y cuando se caía en la peor miseria, la de la infidelidad a la alianza y de la idolatría (cf. Éx 32, 1-14). La respuesta de Dios al pobre es siempre una intervención de salvación para curar las heridas del alma y del cuerpo, para restituir justicia y para ayudar a retomar la vida con dignidad. La respuesta de Dios es también una invitación a que todo el que cree en Él obre de la misma manera dentro de los límites de lo humano. La Jornada Mundial de los Pobres pretende ser una pequeña respuesta que la Iglesia entera, extendida por el mundo, dirige a los pobres de todo tipo y de toda región para que no piensen que su grito se ha perdido en el vacío. 4.El tercer verbo es “liberar”. El pobre de la Biblia vive con la certeza de que Dios interviene en su favor para restituirle dignidad. La pobreza no es buscada, sino creada por el egoísmo, el orgullo, la avaricia y la injusticia. Males tan antiguos como el hombre, pero que son siempre pecados, que involucran a tantos inocentes, produciendo consecuencias sociales dramáticas. La acción con la cual el Señor libera es un acto salvación para quienes le han manifestado su propia tristeza y angustia. Las cadenas de la pobreza se rompen gracias a la potencia de la intervención de Dios.


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Tantos salmos narran y celebran esta historia de salvación que se refleja en la vida personal del pobre: «Él no ha mirado con desdén ni ha despreciado la miseria del pobre: no le ocultó su rostro y lo escuchó cuando pidió auxilio» (Sal 22, 25). Poder contemplar el rostro de Dios es signo de su amistad, de su cercanía, de su salvación. «Tú viste mi aflicción y supiste que mi vida peligraba, […] me pusiste en un lugar espacioso» (Sal 31, 8-9). Ofrecer al pobre un “lugar espacioso” equivale a liberarlo de la “red del cazador” (cf. Sal 91, 3), a alejarlo de la trampa tendida en su camino, para que pueda caminar expedito y mirar la vida con ojos serenos. La salvación de Dios toma la forma de una mano tendida hacia el pobre, que ofrece acogida, protege y hace posible experimentar la amistad de la cual se tiene necesidad. Es a partir de esta cercanía, concreta y tangible, que comienza un genuino itinerario de liberación: «Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad; esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 187). 5.Me conmueve saber que muchos pobres se han identificado con Bartimeo, del cual habla el evangelista Marcos (cf. 10, 46-52). El ciego Bartimeo «estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna» (v. 46), y habiendo escuchado que pasaba Jesús «empezó a gritar» y a invocar el «Hijo de David» para que tuviera piedad de él (cf. v. 47). «Muchos lo increpaban para que se callara. Pero él gritaba más fuerte» (v. 48). El Hijo de Dios escuchó su grito: «“¿Qué quieres que haga por ti?”. El ciego le contestó: “Rabbunì, que recobre la vista!”» (v. 51). Esta página del Evangelio hace visible lo que el salmo anunciaba como promesa. Bartimeo es un pobre que se encuentra privado de capacidades básicas, como son la de ver y trabajar. ¡Cuántas sendas conducen también hoy a formas de precariedad! La falta de medios básicos de subsistencia, la marginación cuando ya no se goza de la plena capacidad laboral, las diversas formas de esclavitud social, a pesar de los progresos realizados por la humanidad… Como Bartimeo, ¡cuántos pobres están hoy al borde del camino en busca de un sentido para su condición! ¡Cuántos se cuestionan sobre el porqué tuvieron que tocar el fondo de este abismo y sobre el modo de salir de él! Esperan que alguien se les acerque y les diga: «Ánimo. Levántate, que te llama» (v. 49). Lastimosamente a menudo se constata que, por el contrario, las voces que se escuchan son las del reproche y las que invitan a callar y a sufrir. Son voces destempladas, con frecuencia determinadas por una fobia hacia los pobres, considerados no sólo como personas indigentes, sino también como gente portadora de inseguridad, de inestabilidad, de desorden para las rutinas cotidianas y, por lo tanto, merecedores de rechazo y apartamiento. Se tiende a crear distancia entre ellos y el propio yo, sin darse cuenta que así se produce el alejamiento del Señor Jesús, quien no los rechaza, sino que los llama así y los consuela. Con mucha pertinencia resuenan en este caso las palabras del profeta sobre el estilo de vida del creyente: «soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los yugos; […] compartir tu pan con el hambriento, […] albergar a los pobres sin techo, […] cubrir al que veas desnudo» (Is 58, 6-7). Este modo de obrar permite que el pecado sea perdonado (cf. 1Pe 4, 8), que la justicia recorra su camino y que, cuando seremos nosotros lo que gritaremos al Señor, Él entonces responderá y dirá: ¡Aquí estoy! (cf. Is 58, 9). 6.Los pobres son los primeros capacitados para reconocer la presencia de Dios y dar testimonio de su proximidad en sus vidas. Dios permanece fiel a su promesa, e incluso en la oscuridad de la noche no hace faltar el calor de su amor y de su consolación. Sin embargo, para superar la opresiva condición de pobreza es necesario que ellos perciban la presencia de los hermanos y hermanas que se preocupan por ellos y que, abriendo la puerta del corazón y de la vida, los hacen sentir amigos y familiares. Sólo de esta manera podremos «reconocer la fuerza salvífica de sus vidas» y «ponerlos en el centro del camino de la Iglesia» (Exhort. apost. Evangelii gaudium, 198). En esta Jornada Mundial estamos invitados a hacer concretas las palabras del Salmo: «los pobres comerán hasta saciarse» (Sal22, 27). Sabemos que, en el templo de Jerusalén, después del rito del sacrificio, tenía lugar el banquete. En muchas Diócesis, esta fue una experiencia que, el año pasado, enriqueció la celebración de la primera Jornada Mundial de los Pobres. Muchos encontraron el calor de una casa, la alegría de una comida festiva y la solidaridad de cuantos quisieron compartir la mesa de manera simple y fraterna. Quisiera que también este año y en el futuro esta Jornada fuera celebrada bajo el signo de la alegría por redescubrir el valor de estar juntos. Orar juntos y compartir la comida el día domingo. Una experiencia que nos devuelve a la primera comunidad cristiana, que el evangelista Lucas describe en toda su originalidad y simplicidad: «Todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. […]Todos los creyentes se mantenían unidos y ponían lo suyo en común: vendían sus propiedades y sus bienes, y distribuían el dinero entre ellos, según las necesidades de cada uno» (Hch 2, 42. 44-45).


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7.Son innumerables las iniciativas que diariamente emprende la comunidad cristiana para dar un signo de cercanía y de alivio a las variadas formas de pobreza que están ante nuestros ojos. A menudo la colaboración con otras realidades, que no están motivadas por la fe sino por la solidaridad humana, hace posible brindar una ayuda que solos no podríamos realizar. Reconocer que, en el inmenso mundo de la pobreza, nuestra intervención es también limitada, débil e insuficiente hace que tendamos la mano a los demás, de modo que la colaboración mutua pueda alcanzar el objetivo de manera más eficaz. Nos mueve la fe y el imperativo de la caridad, pero sabemos reconocer otras formas de ayuda y solidaridad que, en parte, se fijan los mismos objetivos; siempre y cuando no descuidemos lo que nos es propio, a saber, llevar a todos hacia Dios y a la santidad. El diálogo entre las diversas experiencias y la humildad en el prestar nuestra colaboración, sin ningún tipo de protagonismo, es una respuesta adecuada y plenamente evangélica que podemos realizar. Frente a los pobres, no es cuestión de jugar a ver quién tiene el primado de la intervención, sino que podemos reconocer humildemente que es el Espíritu quien suscita gestos que son un signo de la respuesta y cercanía de Dios. Cuando encontramos el modo para acercarnos a los pobres, sabemos que el primado le corresponde a Él, que ha abierto nuestros ojos y nuestro corazón a la conversión. No es protagonismo lo que necesitan los pobres, sino ese amor que sabe esconderse y olvidar el bien realizado. Los verdaderos protagonistas son el Señor y los pobres. Quien se pone al servicio es instrumento en las manos de Dios para hacer reconocer su presencia y su salvación. Lo recuerda San Pablo escribiendo a los cristianos de Corinto, que competían ente ellos por los carismas, en busca de los más prestigiosos: «El ojo no puede decir a la mano: “No te necesito”, ni la cabeza, a los pies: “No tengo necesidad de ustedes”» (1Cor 12, 21). El Apóstol hace una consideración importante al observar que los miembros que parecen más débiles son los más necesarios (cf. v. 22); y que «los que consideramos menos decorosos son los que tratamos más decorosamente. Así nuestros miembros menos dignos son tratados con mayor respeto, ya que los otros no necesitan ser tratados de esa manera» (vv. 23-24). Mientras ofrece una enseñanza fundamental sobre los carismas, Pablo también educa a la comunidad en la actitud evangélica respecto a los miembros más débiles y necesitados. Lejos de los discípulos de Cristo sentimientos de desprecio o de pietismo hacia ellos; más bien están llamados a honrarlos, a darles precedencia, convencidos de que son una presencia real de Jesús entre nosotros. «Cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo» (Mt 25,40). 8.Aquí se comprende cuánta distancia existe entre nuestro modo de vivir y el del mundo, el cual elogia, sigue e imita a quienes tienen poder y riqueza, mientras margina a los pobres, considerándolos un desecho y una vergüenza. Las palabras del Apóstol son una invitación a darle plenitud evangélica a la solidaridad con los miembros más débiles y menos capaces del cuerpo de Cristo: «¿Un miembro sufre? Todos los demás sufren con él. ¿Un miembro es enaltecido? Todos los demás participan de su alegría» (1Cor 12, 26). Del mismo modo, en la Carta a los Romanos nos exhorta: «Alégrense con los que están alegres, y lloren con los que lloran. Vivan en armonía unos con otros, no quieran sobresalir, pónganse a la altura de los más humildes» (12, 15-16). Esta es la vocación del discípulo de Cristo; el ideal al cual aspirar con constancia es asimilar cada vez más en nosotros los «sentimientos de Cristo Jesús» (Flp 2,5). 9.Una palabra de esperanza se convierte en el epílogo natural al que conduce la fe. Con frecuencia son precisamente los pobres los que ponen en crisis nuestra indiferencia, hija de una visión de la vida en exceso inmanente y atada al presente. El grito del pobre es también un grito de esperanza con el que manifiesta la certeza de ser liberado. La esperanza fundada sobre el amor de Dios que no abandona a quien en Él confía (cf. Rom 8, 31-39). Santa Teresa de Ávila en su Camino de perfección escribía: «La pobreza es un bien que encierra todos los bienes del mundo. Es un señorío grande. Es señorear todos los bienes del mundo a quien no le importan nada» (2, 5). Es en la medida que seamos capaces de discernir el verdadero bien que nos volveremos ricos ante Dios y sabios ante nosotros mismos y ante los demás. Así es: en la medida que se logra dar el sentido justo y verdadero a la riqueza, se crece en humanidad y se vuelve capaz de compartir. 10.Invito a los hermanos obispos, a los sacerdotes y en particular a los diáconos, a quienes se les impuso las manos para el servicio de los pobres (cf. Hch 6, 1-7), junto con las personas consagradas y con tantos laicos y laicas que en las parroquias, en las asociaciones y en los movimientos hacen tangible la respuesta de la Iglesia al grito de los pobres, a que vivan esta Jornada Mundial como un momento privilegiado de nueva evangelización. Los pobres nos evangelizan, ayudándonos a descubrir cada día la belleza del Evangelio. No echemos en saco roto esta oportunidad de gracia. Sintámonos todos, en este día, deudores con ellos, para que tendiendo recíprocamente las manos, uno hacia otro, se realice el encuentro salvífico que sostiene la fe, hace activa la caridad y permite que la esperanza prosiga segura en el camino hacia el Señor que viene.



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SANTIDAD... ¿QUÉ ES?

Cuando escuchamos esta palabra se nos complica definirla; pensamos en lo grande que es, en todo lo que implica, pero se nos hace difícil expresar exactamente lo que significa y es por ello que, casi siempre, tomamos como referencia la vida de algún santo en particular para poder dar alguna idea de lo que es la Santidad. Esto sucede porque solemos pensar que la santidad es muy difícil de lograr, que para alcanzarla hay que poseer grandes carismas, hacer cosas extraordinarias, dedicarnos de lleno a la vida religiosa, y un sin fin de cosas. Sin embargo, ante esta realidad el Papa Benedicto XVI durante su homilía en la Solemnidad de todos los Santos del año 2006, definió la Santidad como: “Don de Dios que nos permite seguir, escuchar y servir a Jesús y que tiene como finalidad el encuentro cara a cara con Dios”. Como podemos ver, todos los cristianos estamos llamados a ser santos desde el mismo Pide la intercesión de momento del Bautismo, ya que es allí, donde se nos envía a ser: Sacerdote: para todos los Santos, orando servir a Dios; Profeta: para escuchar, anunciar y denunciar la Palabra de Dios; Rey: por todos los Enfermos para que siendo hijos adoptivos de Dios le sigamos. Esto nos lo confirman los y Ancianos Misioneros, apóstoles Pedro y Pablo cuando nos dicen: “Si es Santo el que los llamó, también para que tengan la ustedes han de ser santos en toda su conducta. (1 Pedro1, 15). Así pues, a los que Él fortaleza de vivir con eligió los llamó, a los que llamó los hizo justos y santos; a los que hizo justos y santos les da la gloria (Romanos 8,30)”. En vista de esto, los cristianos no podemos alegría y esperanza sus seguir viendo la santidad como algo lejano e inalcanzable, y mucho menos, los limitaciones físicas, por jóvenes a quienes nuestro Padre Dios, les dice “No me digas que eres muy edad o enfermedad, y joven” (Jeremías 1,7). Dios nos llama desde el vientre de nuestra madre, y es allí puedan dar testimonio donde comienza nuestro caminar hacia la santidad. Es por ello, que debemos tomar de santidad. conciencia y dejar de lado aquello de que la santidad es solo para los que llevan una vida consagrada.

Intencionalidad:

Es por esta razón, que San Juan Pablo II en la encíclica Chirstifideles Laici, nos dice: “Los Santos y las Santas han sido siempre fuente y origen de renovación en las circunstancias más difíciles de toda la historia de la Iglesia. Hoy tenemos una gran necesidad de Santos, que hemos de implorar asiduamente a Dios. Cuando Dios nos hace el llamado, “no nos pide que abandonemos el lugar que ocupamos en el mundo, sino que nos llama para contribuir, desde dentro a modo de fermento, a la santificación del mundo mediante el ejercicio de nuestras propias tareas, guiados por el espíritu evangélico” (cf Chirstifideles Laici capítulo I, Nº 15). Como vemos, todos estamos llamados a ser santos desde nuestro entorno, es decir: en el trabajo, la escuela, la familia, los amigos, el grupo de apostolado... en fin, no hay excusa para no Seguir, Escuchar y Servir a Dios. Sin embargo, el camino a la santidad “exige de todos y cada uno de nosotros los bautizados es seguimiento y la imitación de Jesucristo, en la recepción de sus Bienaventuranzas, en el escuchar y meditar de la Palabra de Dios, en la participación consciente y activa en la vida litúrgica y sacramental de la Iglesia, en la oración individual, familiar y comunitaria, en el hambre y sed de justicia, en el mandamiento del amor, en todas las circunstancias de la vida y en el servicio a los hermanos; especialmente si se trata de los más pequeños, de los pobres y de los que sufren” (Chirstifideles Laici Nº 16).

T.S.U. Danny Paúl Robles Pérez. Área de Comunicaciones. Teléf.: +58 212 661 36 60 / +58 212 661 33 95 www.ompvenezuela.com


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Preparación para el encuentro con la Palabra de Dios: Señor, ayúdame a estar atento a la Palabra que ahora voy a meditar y a las posibles llamadas que me harás a través de ella. Amén. Lectura orante de la Palabra (Leer varias veces).

Mateo 5, 1-12. Cuando Jesús vio a las multitudes, subió al monte; y después de sentarse, Sus discípulos se acercaron a Él. Y abriendo Su boca, les enseñaba, diciendo: "Bienaventurados (Felices) los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos. "Bienaventurados los que lloran, pues ellos serán consolados. "Bienaventurados los humildes, pues ellos heredarán la tierra. "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados. "Bienaventurados los misericordiosos, pues ellos recibirán misericordia. "Bienaventurados los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios. "Bienaventurados los que procuran la paz, pues ellos serán llamados hijos de Dios. "Bienaventurados aquéllos que han sido perseguidos por causa de la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos. "Bienaventurados serán cuando los insulten y persigan, y digan todo género de mal contra ustedes falsamente, por causa de Mí. Regocíjense y alégrense, porque la recompensa de ustedes en los cielos es grande, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que ustedes.

Silencio de encuentro con Dios. Contempla mentalmente esta escena bíblica y hazle muchas preguntas tanto al texto, como a tu vida. ¿Qué pasa a nuestro alrededor cuando procuramos hacer la voluntad de Dios? ¿En qué aspectos de tu vida cotidiana te es difícil ser paciente? ¿Has buscado espacios de encuentro con Jesús? ¿Qué tipo de necesidades sacia el Señor? ¿Conoces a alguna persona que vive intensamente una de las Bienaventuranzas?


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MENSAJE:

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CANTO:

Las bienaventuranzas son el inicio de su Anuncio del Reino que de hecho es uno de los misterios que ahora contemplamos en el Santo Rosario cuando rezamos los Misterios Luminosos, el tercero de hecho, El Anuncio del Reino y la Llamada a la Conversión. El Evangelio de San Mateo, pone en perspectivas las Bienaventuranzas desde la montaña, donde el Señor predica. La palabra bienaventurados (felices), aparece nueve veces en esta primera gran predicación de Jesús. Con este texto, Dios nos reconoce como humanos y nos da aliento para no abandonar el camino a su Reino, es decir son como una ley para llegar a ser “Santos” a través de la felicidad, pese a todas las dificultades. Por eso Jesús nos presenta este itinerario o estilo de vida. El sermón de la montaña ha resonado tantísimas veces en el corazón de los cristianos de todos los tiempos, y ha sido para todos, el mensaje de la esperanza, en medio de las dificultades. Por tal razón, Jesús nos propone el camino de la abnegación, de la humildad, de la pobreza, del sufrimiento. Todo esto basado en una recompensa grande, en el Reino de los Cielos. Sin duda alguna, el Señor tiene palabras de vida eterna. La enseñanza de Jesús va dirigida a vivir el Evangelio como un camino hacia la felicidad. Como el mismo Jesús lo vivió. Él es el primer bienaventurado, porque siendo Dios, se despojó de todo rango y entró en el mundo totalmente pobre. Él, es el modelo y el guía para todo aquel que, aun en situaciones difíciles, intenta vivir con gozo tales momentos. Jesús sabe que el creyente puede dominar el sufrimiento y convertirlo en fuente de bien y de gozo. Las bienaventuranzas no son sólo una promesa para el futuro. Son, más bien, una exhortación para vivir el presente. La enseñanza de Jesús no es para un pequeño grupo de seguidores, definitivamente que es para todos. Tampoco es una serie de normas de conducta. Es todo un estilo de vida para comprender y vivir el camino de la felicidad sin tener que anhelar riquezas, porque solo Dios nos basta.

Quiero ser un espejo en el que tu reflejo puedas mirar. Una antorcha encendida que a su paso ilumina, con tu luz la oscuridad. Que toda mi vida hable de ti. Que hasta mi último aliento sea para ti. Yo quiero ser reflejo de tu gloria y caminar en santidad. Quiero llevar tu Ley grabada en mi memoria y amarte con fidelidad. En santidad. Que cada latido de mi corazón me acerque a ti. Que hasta mi pensamiento en todo momento, te agrade a ti. Que toda mi vida sea una adoración. Que pueda contemplarte en cada detalle de la creación. Yo quiero ser reflejo de tu gloria y caminar en santidad. Quiero llevar tu Ley grabada en mi memoria y amarte con fidelidad.

Oración conclusiva Señor Jesús, tú que nos indica la senda de las bienaventuranzas para llegar a aquella felicidad que es plenitud de vida y de santidad. Te doy gracias por todo lo que nos has hecho meditar con tu Palabra. Todos estamos llamados a la santidad, pero el tesoro para los santos es sólo Dios. Ayúdame a vivir cada día imitándote para ser santo. Amén.

Acción significativa Celebra la Solemnidad de todos los Santos con profunda alegría. También te recomiendo leer durante este mes, la vida de los santos y hablarles a los Enfermos y Ancianos Misioneros en las visitas de algunos de ellos. Te invito a leer la vida de Santa Anna Schäffer, quién fue misionera desde su cama.



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LA CONMEMORACIÓN DE LOS FIELES DIFUNTOS. Muchos se preguntan qué sentido tiene encomendar a Dios las almas de los que han fallecido, si la vida que se les otorgó en este mundo fue una gran oportunidad para enmendar los errores y buscar al Señor “con corazón sincero” (Sab 1,1). Otros remiten el decoro y la devoción por los que han fallecido a la misma cultura humana, sostenidos en los datos de la historia donde encontramos vestigios de esta tradición tan antigua como el hombre mismo. En tales hechos descubrimos que no sólo se trataba de inhumar, custodiar y extrañar al difunto, sino que todo esto era sostenido por la idea religiosa de la trascendencia y la vida después de esta vida.

Intencionalidad:

El Abad Mario Righetti en el tomo primero de su libro Historia de la liturgia, Acompañados de los enseñaba que: “Es conocido cómo entre los antiguos, si exceptuamos alguna Enfermos y Ancianos inteligencia superior, circulaban las más absurdas supersticiones acerca de la necesidad de la sepultura para conseguir un pacífico reposo en el más allá. Si, por Misioneros, ofrece una tanto, el cadáver, o, peor todavía, si sus restos habían sido destruidos o dispersos, oración pidiendo por los se creía que el alma estaba condenada a vagar completamente sin esperanza y sin difuntos y por las reposo” (pág. 970-971). Así junto a estas, muchas otras creencias circundan el gran benditas almas del misterio que contiene el fin de nuestra existencia en este mundo. purgatorio, en especial,

Lo cierto en todo esto, lo que nos motiva a elevar oraciones y sacrificios en sufragio por el descanso eterno de familiares y por el eterno descanso de nuestros seres queridos, no es otra cosa que la gloriosa muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Un significativo antecedente de conocidos. También ora nuestra fe lo encontramos claramente manifiesto en el segundo libro de los por los Enfermos y macabeos 12, 38-46, donde se nos narra lo que Judas Macabeo hizo por sus Ancianos Misioneros que compañeros que habían caído muertos en batalla, a quienes se les habían han fallecido. conseguido amuletos de idolatría consagrados a los ídolos de Yamnia. Nos dice el texto desde el versículo 43 al 46: “Después de haber reunido entre sus hombres cerca de dos mil dracmas, las mandó a Jerusalén para ofrecer un sacrificio por el pecado, obrando muy hermosa y noblemente, pensando en la resurrección. Si no hubiera esperado que los soldados caídos resucitarían, habría sido superfluo y necio rogar por los muertos; más, considerando que a los que mueren piadosamente les está reservada una magnífica recompensa, se trataba de un pensamiento santo y piadoso. Por eso mandó hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado”. Sostenidos por esta esperanza y confiados en que nuestras súplicas serán escuchadas por “Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tim 2, 3-4), no desfallezcamos en nuestra oración de intercesión por el eterno descanso de nuestros hermanos difuntos, para que acontezca en el mundo la comunión de los santos que manifiesta el amor eterno de Dios, más allá de los límites de la propia existencia.

Pbro. Sergio Valentino Medina. Párroco de Nuestra Sra. De Guadalupe. Diócesis de Puerto Cabello. valentinocolina2013@gmail.com


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Preparación para el encuentro con la Palabra de Dios: Espíritu Santo, dame la sabiduría necesaria para poder comprender la Palabra de Dios y ponerla en práctica. Amén. Lectura orante de la Palabra (Leer varias veces).

Marcos 15, 33-39; 16, 1-6. Llegado el mediodía, la oscuridad cubrió todo el país hasta las tres de la tarde y a esa hora Jesús gritó con voz potente: «Eloí, Eloí, lammá sabactani», que quiere decir: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» Al oírlo, algunos de los que estaban allí dijeron: «Está llamando a Elías.» Uno de ellos corrió a mojar una esponja en vinagre, la puso en la punta de una caña y le ofreció de beber, diciendo: «Veamos si viene Elías a bajarlo.» Pero Jesús, dando un fuerte grito, expiró. En seguida la cortina que cerraba el santuario del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo. Al mismo tiempo el capitán romano que estaba frente a Jesús, al ver cómo había expirado, dijo: «Verdaderamente este hombre era hijo de Dios.» Pasado el sábado, María Magdalena, María, la madre de Santiago, y Salomé, compraron aromas para embalsamar el cuerpo. Y muy temprano, el primer día de la semana, llegaron al sepulcro, apenas salido el sol. Se decían unas a otras: «¿Quién nos quitará la piedra de la entrada del sepulcro?» Pero cuando miraron, vieron que la piedra había sido retirada a un lado, a pesar de ser una piedra muy grande. Al entrar en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, vestido enteramente de blanco, y se asustaron. Pero él les dijo: «No se asusten. Si ustedes buscan a Jesús Nazareno, el crucificado, no está aquí, ha resucitado; pero éste es el lugar donde lo pusieron.

Silencio de encuentro con Dios Contempla mentalmente estas palabras de Jesús y reflexiona con las siguientes preguntas: ¿Qué significa para ti, ver a Jesús en la cruz? ¿Cómo acogeríamos sus palabras? ¿Qué sentido tiene para ti que Jesús haya sufrido? ¿Por qué y para qué enfatizar la cruz?, ¿no es mejor anunciar la alegría de la Resurrección?


PASTORAL CON ENFERMOS Y ANCIANOS

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Cantos, Alabanza, Acción de gracias,Compromiso… MENSAJE: No tendría que asombrarnos que la Iglesia nos proponga este Evangelio justo el día en que recordamos a nuestros difuntos. El evangelio de Marcos hoy nos narra este episodio terrible de la muerte de Jesús en la Cruz. Jesucristo murió, es verdad, como moriremos todos nosotros. Sin embargo, es más importante tener en cuenta que resucitó, tal como nos lo había prometido y resucitando, nos salvó de la muerte y del pecado. No hay muerte sin resurrección. Esta constituye la victoria definitiva sobre la oscuridad y la mentira, pero el Señor a los tres días resucitó. Y esa resurrección es nuestro camino también. La muerte es solo un paso a la vida eterna. Y Jesús se sometió a ella para salvarnos a todos. Su muerte y resurrección nos transformará a todos. Por eso, la cruz, para los cristianos, es el símbolo de la victoria. Es la señal que reúne la vida, muerte y resurrección de Jesús. Es verdad que al ver la cruz podemos recordar la victoria de Cristo, pero no podemos olvidar que para ello tuvo antes que sufrir un martirio por nosotros. Tanto nos amó, que dio su vida en la cruz por nosotros para salvarnos. Como cristianos, no debemos temer a la muerte porque Cristo ya la venció. La muerte no pudo retener a Jesucristo en el sepulcro. Él es la resurrección y la vida. Cristo no se contentó con triunfar sobre la muerte rodando la piedra del sepulcro; más bien hizo pasar la muerte al camino de la vida, una vida que es plenitud porque la Resurrección nos da la vida eterna. La muerte es algo físico, es necesario morir para vivir. Sin duda alguna, el cristiano es un hombre configurado con Cristo, destinado a seguir sus pasos en la vida y en la muerte.

CANTO: Yo creo en tu resurrección Porque puedo amar, puedo reír. Puedo abrazar mi mayor enemigo. Y mirarlo en ti . Yo creo en tu resurrección. Porque tengo paz en mi corazón. Porque puedo entregarme. A pesar de todo este dolor . Yo creo en tu resurrección. Porque soy feliz junto a ti. Porque me amas tanto que hasta moriste por mi. Yo creo en tu resurrección porque puedo amar. Porque tengo tanto, tanto, tanto para entregar. Yo creo que tu señor vivirás en mi. Yo creo que tu Señor vencerás en mi .

Oración conclusiva Señor, dame la gracia de aproximarme al valor infinito de la cruz y entender que tú amor por nosotros es tan grande, que hasta diste la vida por nosotros. Ayúdame a imitarte cada día de mi vida, para ser semejante a ti y poder obtener la vida eterna cuando me llames al descanso eterno. Amén.

Acción significativa

El día de los difuntos, aprovecha de visitar el cementerio. Es una buena oportunidad para orar por ellos. Con este gesto, estaremos afirmando nuestra fe en la Resurrección.



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Día del Abrazo en Familia.

El Día del Abrazo en Familia se celebra el 2º domingo del mes de noviembre, exactamente el domingo 11 de noviembre de 2018. El origen de esta celebración es gracias a la idea del Departamento de Pastoral Familiar que en el año 1990 decidió dedicar un día para unir a las familias para consolidar los valores de respeto, amor y fraternidad entre todos los miembros de la misma. Los abrazos permiten unir aún más a la familia a compartir vivencias, Intencionalidad: tradiciones, momentos gratos, éxitos o incluso, circunstancias difíciles que enfrentar. Es por ello, que el Día del Abrazo en Familia es celebrado con la Reza en familia, intención de unir lazos familiares entre todos los miembros que la pidiendo por todas conforman. En efecto, el objetivo del “Abrazo en Familia” no es otro que las familias en el un signo que se puede vivir en la comunidad familiar, que una y reúna a mundo, todos, estando juntos o no, en temas e intereses comunes. Ese día, se pretende romper todas las barreras que separan a los miembros familiares especialmente por tú y unir de nuevo a la familia. Por tal razón, los miembros de la familia que se familia y cada una de encuentran viviendo en otras ciudades hacen todo lo posible por juntarse las familias con los suyos para dar y recibir el abrazo familiar. venezolanas. Actualmente los miembros de la familia que no pueden acudir a la cita sin olvidarse de este día envían a sus familias abrazos virtuales. Los abrazos virtuales son mensajes, postales, etc. que envían por internet a sus familiares. Aunque no expresen tanto como los abrazos entre personas físicamente a la familia le llega como si lo fueran, ya que normalmente los mensajes están llenos de cariño y amor. Sin duda alguna, los abrazos son una de las expresiones de cariño más importantes en nuestras vidas. No solo porque nos demuestra cariño sino porque nos acerca a otros. El lema de este año 2018 es: “La Familia: lugar de alegría y esperanza”. Es obvio que el lema de este año, se debe a la realidad en la está sumergida nuestra familia venezolana, la cual está experimentando realidades muy dramáticas, ya que está ensimismada en una inmensa crisis. Sin embargo, la campaña Abrazo en Familia, propone este lema, debido a que la alegría es una valor que se construye internamente, siendo la esperanza, la base. La familia es el ambiente apropiado para instituirla. Por ello, no es conveniente dejar que la desesperanza y la frustración nos cubra. Con esta campaña se intenta que el venezolano en sus diversas expresiones de vivencia familiar, encuentre alegría, gozo y esperanza; recobrando los valores y la identidad cristiana para proyectar un futuro prometedor para las próximas generaciones. Ya son 28 años ininterrumpidos, en la cual la Iglesia venezolana ofrece a nuestra población esta campaña.


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Preparación para el encuentro con la Palabra de Dios: Espíritu Santo, dame la fortaleza para saber desprenderme de lo que me impide crecer en el amor. Amén.

Lectura orante de la palabra (leer varias veces)

Marcos 12, 38-44 En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo: «¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia más rigurosa». Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a los discípulos, les dijo: «Les aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».

Silencio de encuentro con Dios. Repasa mentalmente esta escena Bíblica y después hazle muchas preguntas al texto como a tu vida . ¿Cómo doy testimonio de mi fe en medio de los hermanos? ¿He sido o he conocido en mi Iglesia Católica gente como los escribas? ¿Estoy dispuesto a dar todo lo que tengo o siempre doy lo que me sobra? ¿Como cristiano invito a mi familia a hacer un acto de generosidad con aquellos necesitados que ignoramos y que, en medio de nuestra crisis, sufren más que nosotros y necesitan de nuestra generosidad?


PASTORAL CON ENFERMOS Y ANCIANOS

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Cantos, Alabanza, Acción de gracias, Compromiso... MENSAJE:

CANTO:

En este pasaje del Evangelio Jesús nos presenta la hipocresía de los escribas, estos doctores de la fe que enseñaban a los judíos y cuyo comportamiento es cuestionado por Jesús. Los maestros de la ley no eran personas malas. Se hicieron profesores de religión porque se interesaron por la religión, pero en cuanto el maestro deja de esforzarse por ser santo, no es más que un pobre hombre. El mismo respeto que le tributa la gente, lo lleva a permitirse muchos desvíos que en cualquier otro se reprocharían severamente. Se aprovechaban de su condición para hacerse de los primeros lugares en banquetes y plazas, se paseaban entre el pueblo, así como también se aprovechaban de la generosidad de los más desprotegidos. Al Señor no le gusta las apariencias, que para muchos cristianos es la primera preocupación. La fe no necesita de apariencia, sino ser. En este mismo episodio Jesús llama la atención sobre una viuda pobre que echa dos monedas en el arca de las ofrendas. Este contraste se nota entre los maestros de la ley y la viuda pobre. Ella era, entre tantos fieles, la única que pudo retribuir a Dios como Él lo merece. Era la personificación de esos innumerables pobres que no tienen prácticamente nada, pero aún así, se las ingenian para dar algo de lo poco que tienen. Personas humildes, capaz de sacrificar algunas horas de trabajo pagado para ayudar a otro. No se trata dar solamente lo que nos sobra, es dar con generosidad, es incluso donarnos, tanto en lo material como compartiendo mi tiempo con los demás. Es escuchar al hermano que tal necesita conversar con alguien, darle de comer a tu vecino o a tu propio pariente que tal vez no tiene nada para comer.

Que ninguna familia comience en cualquier de repente. Que ninguna familia se acabe por falta de amor. La pareja sea el uno en el otro de cuerpo y de mente y que nada en el mundo separe un hogar soñador. Que ninguna familia se albergue debajo del puente y que nadie interfiera en la vida y en la paz de los dos. Y que nadie los haga vivir sin ningún horizonte y que puedan vivir sin temer lo que venga después. La familia comience sabiendo por qué y donde va y que el hombre retrate la gracia de ser un papá. La mujer sea cielo y ternura y afecto y calor y los hijos conozcan la fuerza que tiene el amor. Bendecid oh Señor las familias, Amén. Bendecid oh Señor la mía también. Bendecid oh Señor las familias, Amén. Bendecid oh Señor la mía también.

Oración conclusiva Señor Jesús, perdóname por cada vez que he querido vivir de apariencias y he ignorado a mi prójimo en sus necesidades. Te pido fortaleza para responderte con generosidad y no darte las sobras. Ayúdame a donarme por completo. Amén

Acción significativa Invita a toda la comunidad parroquial a participar en familia, el domingo 11 de noviembre, el día del Abrazo en Familia. Esta es una oportunidad para unir y fortalecer las familias venezolanas, como la nuestra. Anímate en apoyar esta propuesta y orar en cada uno de los hogares de los Enfermos y Ancianos Misioneros que visitas. Ellos también necesitan de nuestro acompañamiento.



SOLEMNIDAD DE CRISTO, REY DEL UNIVERSO.

La celebración de la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, cierra el Año Litúrgico en el que se ha meditado sobre todo el misterio de su vida, su predicación y el anuncio del Reino de Dios. Esta fiesta fue instaurada por el Papa Pío XI el 11 de diciembre de 1925. Posteriormente se movió la fecha de la celebración dándole un nuevo sentido. Con esta fiesta de Cristo Rey, se concluye el año litúrgico. La importancia de esta Solemnidad, es resaltar a Cristo como centro de toda la historia universal. Él es el alfa y el omega, el principio y el fin. Recordar que Jesús es un Rey bondadoso y sencillo que, como pastor, guía a su Iglesia peregrina hacia el Reino Celestial y le otorga la comunión con este Reino para que pueda transformar el mundo en el cual peregrina. Cristo reina en las personas con su mensaje de amor, justicia y servicio. Su Reino es eterno y universal, es decir, para siempre y para todos los hombres. Esta fiesta tiene un sentido escatológico pues celebramos a Cristo como Rey de todo el universo. Sabemos que el Reino de Cristo ya ha comenzado, pues se hizo presente en la tierra a partir de su venida al mundo hace casi dos mil años, pero Cristo no reinará definitivamente sobre todos los hombres hasta que vuelva al mundo con toda su gloria al final de los tiempos, en la Parusía.

Intencionalidad: En la Solemnidad de Cristo, Rey del Universo, pide por todos los cristianos, para que seamos signos del amor en el mundo, y seamos luz para las gentes que todavía no te conocen.

La posibilidad de alcanzar el Reino de Dios fue establecida por Jesucristo, al dejarnos el Espíritu Santo que nos concede las gracias necesarias para lograr la Santidad y transformar el mundo en el amor. Ésa es la misión que le dejo Jesús a la Iglesia al establecer su Reino, de predicar y extender su reinado entre los hombres. Su predicación y extensión debe ser el centro de nuestro vida, como miembros de la Iglesia. Se trata de lograr que Jesucristo reine en el corazón de los hombres, en el seno de los hogares, en las sociedades y en los pueblos. Con esto conseguiremos alcanzar un mundo en el que reine el amor, la paz y la justicia y la salvación eterna de todos los hombres. Se puede pensar que solo se llegará al Reino de Dios luego de pasar por la muerte, pero la verdad es que el Reino ya está instalado en el mundo a través de la Iglesia que peregrina al Reino Celestial. Justamente con la obra de Jesucristo, las dos realidades de la Iglesia -peregrina y celestial- se enlazan de manera definitiva, y así se fortalece el peregrinaje con la oración de los peregrinos y la gracia que reciben por medio de los sacramentos. Todos los que se encuentran con el Señor, escuchan su llamado a la Santidad y emprenden ese camino que los convierten en miembros del Reino de Dios.


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Preparación para el encuentro con la Palabra de Dios: Espíritu Santo, te abro la puerta de mi corazón para que entres en él y arda de amor por ti. Sé mi guía y mi aliento para que me ayudes a escudriñar tu palabra. Amén.

Lectura orante de la palabra (leer varias veces).

Juan 18, 33-37 En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús: «¿Eres tú el rey de los judíos?». Jesús le contestó: «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?». Pilato replicó: «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?». Jesús le contestó: «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí». Pilato le dijo: «Conque, ¿tú eres rey?». Jesús le contestó: «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz».

Silencio de encuentro con Dios. Repasa mentalmente esta escena Bíblica y después hazle muchas preguntas al texto como a tu vida. ¿Quién es el personaje que dialoga con Jesús?, ¿Qué cargo tiene? ¿Cuál es la idea central sobre la que giran las preguntas? ¿Qué significa el Reino de Dios? ¿Reconozco a Jesús como “mi Rey”? ¿Qué implicaciones tiene que Él sea “mi Rey? ¿Qué podemos hacer para que el reinado de Dios se extienda cada día más en nuestros ambientes?


PASTORAL CON ENFERMOS Y ANCIANOS

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Cantos, Alabanza, Acción de gracias, Compromiso... MENSAJE:

CANTO:

Hemos llegado al último domingo del tiempo ordinario, antes de iniciar el período del adviento. La Iglesia en este último día del año litúrgico presenta a Cristo Rey del Universo. En este Evangelio, se suscita un diálogo interesante entre Jesús y Pilato. Aquí aparece el Cristo Hombre en toda su majestad y grandeza, como prefigurando ya su divinidad. Jesús no desperdicia un segundo en la vida para cumplir su misión. Se encuentra frente al poder, ante un hombre lleno de temores por la sola presencia de Jesús, porque ya había tenido algunos sueños e intuía que estaba frente a alguien importante. Frente al testimonio de Jesús, no hay nadie que se resista. Jesús puede ver a través de nuestras máscaras quienes somos realmente y Pilato se siente totalmente desnudo y descubierto frente a Él. Pilato no tenía razones para juzgarlo y mucho menos para condenarlo. Por eso, buscaba que Jesús le diera argumentos que lo convencieran y le permitieran idear alguna trampa, para que, valiéndose de su poder, lo soltara y dejara ir. Él veía en Jesús, a un hombre transparente, bueno e indefenso. Jesús muestra su autoridad ante Pilato y le asegura que su reino no es de este mundo porque no posee el alcance de una proclamación política, consiste en dar testimonio de la verdad (revelación) que es Él. Esta revelación es el fundamento de su realeza. Por tanto, la respuesta del Señor es: “Tú lo dices, yo soy rey, para eso he nacido, para eso he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad”. Jesús, no es un rey de riquezas, ni de honores, sino celestial. Es un reino de amor, de justicia y de paz; que está por encima de las ambiciones humanas. Esto cambia totalmente el sentido de Reino. Jesús es la puerta del Reino de Dios. Él es quien nos abre camino al Padre. Jesús es el camino, la verdad y la vida. Y la frase final del Señor es: “Quien está de parte de la verdad escucha mi voz”, esto es una gran invitación para escuchar al maestro. Recordando que escuchar significa no sólo oír, sino seguir al maestro.

Quiero alabarte sin parar todos los días, que tu presencia sea el anhelo de mi vida, yo quiero hacer tu voluntad, Señor yo te quiero agradar y quiero darte siempre el primer lugar, yo quiero darte siempre el primer lugar.

Si tú eres el Rey, el Rey de mi vida, el número uno en mi corazón, a ti yo te rindo todo lo que soy. (2)

Quiero adorarte sin parar todos los días, que tu presencia sea el anhelo de mi vida, yo quiero hacer tu voluntad, Señor yo te quiero agradar y quiero darte siempre el primer lugar, yo quiero darte siempre el primer lugar.

(Coro):

Oración conclusiva Señor Jesús, quiero proclamarte como mi Rey y mi Señor. Haz que siempre escuche tu voz para que sea tu discípulo. Acrecienta mi fe para tenerte presenta cada día y reconocerte como el Rey de mi vida. Amén.

A todos un fraterno saludo Misionero!

Esperanzados y llenos de gozo, preparemos nuestro corazón para celebrar el Tiempo de Adviento. Hasta la próxima. !!!


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