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SFDUPS Dr. Arturo FernĂĄndez PĂŠrez WJDFSSFDUPS Dr. Alejandro HernĂĄndez Delgado EJSFDUPSB FTDPMBS M.D.I. Patricia Medina Dickinson PQDJĂ˜O Revista del alumnado EJSFDUPS Arturo Oropeza
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DPOTFKP FEJUPSJBM ComisiĂłn de redacciĂłn Vilma Favela, Luis Godoy, Andrea GonzĂĄlez Aguilar, Emmanuelle Oropeza, Eric. M. Tomasini
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ricardo flores magĂłn.
Protesta e indignaciĂłn social
La rebeldĂa es la vida, la sumisiĂłn es la muerte.
EJTFĂ—P FEJUPSJBM alexbrije + kpruzza
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espectro de luz AdriĂĄn Soto / rodrigo rojas de negri Angela Barraza Risso / diĂĄlogo con paco ignacio taibo ii / esa experiencia que llamamos arte. la bienal de venecia Ambra Polidori / el grupo popular guerrillero y el asalto al cuartel madera Pedro SalmerĂłn
DVJEBEP EF MB FEJDJĂ˜O Sandra Luna GPUPHSBGĂ“B EF QPSUBEB Alex Reider JNQSFTJĂ˜O Producciones Editoriales Nueva VisiĂłn MĂŠxico
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Domicilio:
E S ÂŞ PQDJĂ˜O revista del alumnado del itam RĂo Hondo 1, TizapĂĄn, San Ă ngel, 01000 MĂŠxico, D.F., Tel./fax 5628-4000, ext. 4669 opcionitam@yahoo.com.mx http://opcion.itam.mx
Nombre:
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SudamĂŠrica 3FQĂžCMJDB .FYJDBOB
DESTINO
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DPNJUĂ? DPOTVMUJWP Dra. Claudia AlbarrĂĄn, Lic. Aldo Aldama, Lic. CĂŠsar Guerrero, Dr. Mauricio LĂłpez Noriega, Mtro. Alonso Lujambio, Dr. JuliĂĄn Meza, Dr. Alejandro PoirĂŠ
PaĂs:
1 aĂąo
SFMBDJPOFT QĂžCMJDBT Z TVTDSJQDJPOFT Luis Fernando DĂaz, MarĂa Islas
por
3FTUP EFM NVOEP
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ISSN: 1665-4161 reserva de derechos al uso exclusivo: 04-2002 t $FSUJGJDBEP EF MJDJUVE EF DPOUFOJEP PQDJĂ˜O es una revista universitaria sin fines de lucro. Todos los derechos reservados. Queda estrictamente prohibida la reproducciĂłn total o parcial de esta publicaciĂłn, en cualquier forma o medio, sea de la naturaleza que sea, sin el permiso previo, expreso y por escrito del titular de los derechos. Los artĂculos son responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente el sentir de la revista. Revista indizada por Citas Latinoamericanas en Ciencias Sociales (clase). Integrada al Sistema de InformaciĂłn BibliogrĂĄfica sobre las publicaciones cientĂficas seriadas y periĂłdicas, producidas en AmĂŠrica Latina, el Caribe, EspaĂąa y Portugal (latindex).
Tiraje: 2,500 ejemplares
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{CONTENIDO}
Próximo número protesta e indignación social LITERARIAS
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4 La escuela rose mary salum
La rebelión hedonista: El camino hacia una política posmoderna
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angela barraza risso
eric m. tomasini-bassols
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8 La czarda de la memoria benjamín isidro guzmán toledo
1968: el día que murió Duchamp
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Los pasos guardan deferencia
GRÁFICA OCULAR
carla sofía loyo martínez
81 61
20 Espectro de luz adrián soto
El fetichismo de la oposición
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Lucio Cabañas: el heroísmo trágico arturo oropeza
ENTREVISTA
Profanar, la rebeldía contemporánea
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francisco javier osorio adame
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Fotografías de: alex reider, laura cortés hesselbach y livia oropeza
antonio attolini murra
24 Rabo de nube benjamín pacheco lópez
jesús nieto rueda
cnte 1979-1989 vilma favela
eric m. tomasini-bassols
16 El eclipse carlos saavedra
REFLEXIÓN 32 El humor grotesco y las caricaturas del monero Hernández
Rodrigo Rojas de Negri
Diálogo con Paco Ignacio Taibo ii luis godoy
1988 luis godoy
CRÓNICA
Rojo líquido
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inti leonardo mejía
EXÉGESIS
Esa experiencia que llamamos arte. La Bienal de Venecia ambra polidori
89 44 Breve repaso sobre
El Grupo Popular Guerrillero y el asalto al Cuartel Madera pedro salmerón
COLUMNAS
I’d leave when
124
las protestas del 2011 esteban illades
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fotografías de xin hui lim/ the brooklyn ink
46 Indignados es plural juan manuel garcía almaguer 48
Ríos de sangre
tokiyo tanaka
125 96
del haiku al samurai
San Cristóbal 1994
los hijos de la malinche eynel pilatowsky
andrea gonzález aguilar
leticia luna
SECCIÓN ESPECIAL 50 El pintor indignado andrea gonzález aguilar
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In memoriam
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Tomado de: La grรกfica del 68.
Protesta e indignaciรณn social
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{EDITORIAL}
La sombra de la indignación
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l momento de escribir estas palabras la sombra de miles de indignados se cierne sobre el mundo. Ciertamente, el 2011 ha representado el retorno de la sociedad a la plaza pública, las conciencias se han agitado a tal grado que el movimiento se ha extendido recordando en la memoria aquel mítico 1968. Al mismo tiempo, y a pesar de que la inconformidad es palpable, las protestas se han desarrollado en vertientes tan distintas que torna complejo el proceso de unificar las causas del hartazgo así como la previsión de su impacto en las decisiones del futuro. La apropiación del vocablo “indignados” surgió de un opúsculo titulado: Indignez Vous! En este escrito, Stéphane Hessel incita a los países europeos a no ser cómplices de la indiferencia. Recordando el espíritu democrático en el cual se fundaron las naciones occidentales, su reflexión configura una especie de apología sobre el poder de las masas, su misiva: la reconquista de los beneficios sociales que encumbraron en su momento al estado de bienestar. No cabe duda que el estandarte de Hessel es valioso, sin embargo, el eurocentrismo inherente no explica las protestas de Santiago ni las de Nueva York, tampoco la estrepitosa caída de las dictaduras en el Medio Oriente. Además, los anhelos de Hessel parecen anacrónicos en medio de una globalización vertiginosa que asegura, de forma inexorable, la imposibilidad de retornar al escenario de segunda mitad del siglo xx. Pareciera que los inconformes luchan en contra de una plétora de fantasmas. En una España diezmada por el desempleo y en el vértice de un proceso electoral se escucha el clamor de “democracia real”; en Zuccotti Park el autodenominado 99% no consiente ya las corruptelas de los banqueros de Wall Street; mientras que en Chile, la juventud exige el justo derecho a una educación accesible y sin privilegios. Por si lo anterior pareciese poco, un buen número de países árabes intentan edificar sus nuevos gobiernos ante los recién derrumbados escombros del autoritarismo inmemorable. OPCIÓN 167 EDITORIAL
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Estos movimientos, en principio heterogéneos, han merecido opiniones divergentes en el ámbito intelectual. Se les ha juzgado aprisa como movimientos emocionales sin sustento crítico (Zygmynt Bauman), al propio tiempo, otros se han suscrito con vehemencia a la causa (Noam Chomsky, Eduardo Galeano). Descalificar el despertar social con argumentos facilistas significa pecar de ingenuidad. A estas alturas es evidente que el mundo atraviesa una crisis no sólo financiera y económica sino estructural. La afluencia multitudinaria es sintomática a la impericia de las naciones en posicionarse sobre un siglo inhóspito en donde los paradigmas y los consensos piden a gritos su revaluación. En México las reacciones han sido tímidas confirmando la tesis de Albert Hirschman sobre la tolerancia a la desigualdad en los países pobres. Salvedad del movimiento abanderado por el poeta Sicilia, poco más. La sociedad ha sido zozobrada por otro año de muerte sin fin. El País no tiene rumbo y parece más que nunca a la deriva. El hartazgo es reservado para el ámbito interior, la sociedad se prepara para vivir con premura el relevo presidencial esperanzada, sino en un cambio sustancial, sí en el apaciguamiento de la violencia a la que ha sido sometida. Las protestas del 2011 van en contra de la naturaleza individualista contemporánea. En el salir a las calles los ciudadanos se han percatado de la existencia del prójimo y de la trascendencia de la historia como un acontecer colectivo. ¿Podrá convertirse el 2011 en un cambio de era? La transformación perenne nos obliga a pensar, en todos los niveles, en un futuro sustentable. Los hombres de Estado confrontan el gran reto de cimentar las bases de un nuevo mundo. En la protesta y la propuesta, es decir, en la crítica, están los fundamentos de este nuevo peldaño en la historia de nuestra civilización.
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{LITERARIAS}
Rose Mary Salum Editora de la revista bilingüe Literal, que se publica en México, eua y Canadá.
La escuela
A
lberto y mis papás aún duermen. Paso al baño, regreso, mis tenis, hoy tengo fútbol, agua, necesito agua para el pelo, mi madre me llama, ¿no estaba dormida? La tarea, no hice la tarea. ¡No quiero desayunar! No tengo hambre, meto los libros que encuentro en la mochila. Ivette, su teléfono. Un hoyo se forma en mi estómago y aspira las papas que cené anoche. Tengo hambre. ¿Por qué he de comer cuando ella quiere? Ahora me llama mi padre. No entiendo por qué tenemos que desayunar juntos. Paso a la cocina y tomo dos bolas de kipe. La tarea de historia. Regreso a mi cuarto. Mi madre reclama. Pretendo no escucharla; mientras, como la carne. Pongo la música a todo volumen. Me tiro sobre la cama a esperar que nos lleven. Alberto entra, dice algo pero no lo oigo, sale. Un portazo. Una reclamación. No atiendo. La música está muy fuerte. Alberto vuelve a entrar. Sale. La hora, es la hora. Me paro. La puerta, las escaleras, el pasillo del estacionamiento, el auto, la salida del edifico, los semáforos, el pleito por el control del radio, un enfrenón, la avenida principal. No hice mi tarea. El tráfico, la fila de autos, la escuela. Odio la escuela, odio mi clase de química, la de historia, a Jacobo que siempre llama la atención de Ivette, la mirada voluble de Diana. Camino por los pasillos. Hola, camino. Hola, camino hasta mi salón de clase. Hola. Me siento en mi pupitre. Hola. Buenos días. La maestra y sus chamorros. Sí, sus chamorros. El reloj. Apenas dos minutos han pasado, 58 para que la clase termine. Ivette se sienta a dos pupitres. Voltea, me mira. El corazón se me sale por la boca. 55 minutos. El libro, la lectura, la historia, las preguntas. No sé. No leí. Anoche me dormí tarde viendo revistas porno. ¿A quién le importa la historia? La maestra al frente del pizarrón. Sus chamorros, su cintura. Voltea. Sus senos. No me importan los kurdos, mucho menos los turcos. Ivette cruza la pierna, la falda se resbala. Sus muslos. El pizarrón, ¿qué dice? Los senos de OPCIÓN 167 LITERARIAS
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la maestra. Otra vez los kurdos. Pretendo escucharla. La miro atento. 52 minutos. El ejercicio. Levanto la mano, pido ir al baño, necesito ir al baño, los senos, los chamorros, la falda de Ivette. No, no es temprano para ir al baño. De regreso en mi asiento. No puedo ir al baño. 47 minutos. Ivette voltea y sonríe. Pretendo no mirarla, los kurdos, los turcos. Me escondo entre las imágenes de mi libro. Ivette ya no voltea. Desiste. 39 minutos y dos ejercicios en el cuaderno. ¿Qué dice? No entiendo. No, no traigo la tarea. La maestra avanza por entre las filas de pupitres. Diana la entretiene. Pregunta. Yo marco, tembloroso, las respuestas de opción múltiple. La maestra se acerca. Anoto indistintamente. La prisa. Relleno los espacios vacíos. La prisa. El bolígrafo no funciona. La prisa. La maestra extiende su brazo para pedirme la tarea. La entrego. El brazo tembloroso. Volteo. La sigo con la mirada. Su perfume, ha dejado su perfume. Busco los chamorros. Levanto la vista, Diana me observa. Una risa burlona. 33 minutos. La maestra va de regreso por los pasillos. Su aroma. Sube el escalón de la tarima. Sus chamorros. Cambio de tema. Diana me dice algo en clave. ¿El petróleo? El vacío de poder. Tengo hambre. El gobierno de Iraq. No, no tengo dudas. ¿Por qué no le pregunta a otra persona? Tengo hambre. Las oraciones del pizarrón. ¡No las borre! ¿Qué preguntó? Bernardo se quedó dormido. La lectura en la página 137. Diana me pasa un papelito. Lo leo. 29 minutos. La lectura en la página 138. El petróleo, la invasión a Iraq. La lectura. Diana me observa, quiere una respuesta. La adrenalina aventando chisguetes de sangre a mis mejillas. La maestra. Una pregunta, me pide que pase al frente. No entiendo. El papelito. Lo dejo en mi pupitre. La tarima, el pizarrón, las respuestas, la guerra, el petróleo, la lectura de la página 139. Perfecto. Diana desde su asiento me mira. 22 minutos. Desciendo la tarima. El turno de Ivette. Pasa al frente, las preguntas. Sus piernas, sus labios, 5} LITERARIAS OPCIÓN 167
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su pecho. Sus labios llenos de perlas. Sí, las perlas entre los labios. El petróleo, no importa el petróleo cuando hay perlas entre unos labios. Sus senos, su cintura, su cadera, sus perlas, sus muslos. El tiempo, no hay tiempo, no importa el tiempo. El pizarrón, tiene que anotar sus respuestas. Su brazo se alza, sus muslos quedan expuestos. Ivette, su belleza. La guerra, ¿a quién le importa la guerra? Más preguntas, otras respuestas. Ivette avanza, desciende la tarima, pero sus pies no tocan el suelo. Camina en el aire, su vestido de seda flota como un soplo, apenas toca la tierra, avanza en un susurro y regresa a su pupitre, un pentagrama desliza notas musicales sobre la nube en que ella flota, el viento la sostiene, sus pies vuelan por encima de las mochilas. Desciende. Se sienta. Su piel se asoma de nuevo. El destello de su blancura. El baño, necesito ir al baño. El tiempo 12 minutos. Jacobo pasa al frente. La guerra, la muerte de Hussein. 8 minutos. Comienzo a escribir un recado. Ivette: ¿quieres? La maestra me mira. Yo detengo mis movimientos. Sí, estoy escuchando a Jacobo… muy atento. No, no hago nada. Sí, escucho… atento. Jacobo al frente. La maestra pregunta. Yo escribo nervioso. Ahora o nunca. Termino el recado. Jacobo en la tarima. Volteo a ver a Diana. Espera que conteste. Ivette la prometida, la diosa de alabastro, la diosa de los mil senos. la diosa de muslos rosados, la diosa de perlas entre los labios. Ivette no voltea. Las preguntas, las respuestas. Jacobo al frente. Sí, continúo escuchando. Nada, no tengo nada sobre mi pupitre. En las manos tampoco. Ivette y Diana miran al frente, pretenden ignorarme. No me conocen. Jacobo termina su interrogatorio. Desciende de la tarima. La maestra. Otra vez la maestra. ¿Qué quiere? Anotamos la tarea. Borra el pizarrón. Yo aprovecho. ¿Se lo pasas a Ivette? La maestra. Nada, sólo apuntaba la tarea. Ivette no voltea. El tiempo. 1 minuto, ahora o nunca, el recado, extiendo mi brazo. El timbre. Cierro el libro. Mis compañeros pasando encima de mi mochila. Ivette, grito. Se resbala. El libro se resbala. El recado se resbala. Ivette en la puerta de salida. Ivette, grito. Me inclino sobre el piso. Busco nervioso el papelito. Ivette, repito en voz baja. El piso. Las piernas avanzan sobre el piso. Son muchas. Los rinocerontes en manada. Las mochilas avanzan. El piso. El recado de Ivette. En el piso.
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María Fernanda Vicencio.
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Benjamín Isidro Guzmán Toledo Estudiante chileno del doctorado en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, Universitat Autònoma de Barcelona.
La czarda de la memoria La memoria inventa como un acto solidario el rechazo del olvido. patricio manns, actas del cazador en movimiento.
I
Cuando el gigante cacique hemipléjico que agonizaba durante seis largas jornadas se durmió frente al mar austral de Talcahuano (atrincherado en el consuelo de una última pipa de vino), su hijo –el constructor de sueños íntegramente urdidos de fierro y madera– comprendió que debía partir rumbo a las lejanas canteras del norte espeso y lejano como piñón de araucaria, acompañado fielmente por su pilar de lana, su mediadora cosmogónica, su cantora de salmos, su excelsa cocinera, su adusta catiraye. Ella prendía y apagaba el fuego, cocinaba lo que el hombre podía agenciar de su caza exigua en tierras extrañas. Cuidaba a sus cuatro pariciones, lavaba sus taparrabos, los cubría con los cueros pretéritos, velaba su sueño, fabricaba la memoria, la leche y la miel. Acariciaba sus cabezas, su pupila ascendía hasta el cielo, se hacía cuchillo en el peligro, convocaba a la bruma. Mateo, Marcos, Lucas y Juan –que era llamado siempre “Pedro” en el seno del hogar, por su contumaz propensión a negar la autoría de sus malas acciones– muy pronto se habían apropiado del vasto y desolado territorio que se abría para ellos en el norte, trasplantados desde el sur hasta Calama, y ahora hasta aquel pueblo remoto. Los evangelistas, como fueron rápidamente bautizados por los lugareños, generaron un círculo de amistades entre la misma población obrera –los empleados, con la única excepción del fútbol, tenían su propio compartimiento estanco– con quienes a menudo salían a excursionar las inmensurables sabanas del caliche rápidamente olvidado por los capitales extranjeros. OPCIÓN 167 LITERARIAS
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Frente a la población se situaba una gran extensión de pampa que hacía las veces de cancha de fútbol. Allí se llevaba a cabo el clásico infantil “obreros contra empleados”, impajaritable actividad pseudodeportiva que por regla general degeneraba en una gresca monumental debido a la aparente ilegitimidad de un gol asalariado, dado que el balón solía pasar caprichosamente, ora besando las piedras improvisadas como verticales, ora raspando el horizontal imaginario. Era allí donde Lucas –titularísimo guardameta, capitán y líder natural de la escuadra obrera– tiraba al suelo unos agujereados guantes de seguridad obsequiados por su padre e improvisados para su función de arquero y corría desde su arco, emitiendo alaridos como mohicano, a trenzarse a troche y moche con cualquier adversario que osara ponérsele por delante. El costo de su operación de ajusticiamiento popular era bastante elevado. Su manifiesta belicosidad le obligaba a quedarse solo en aquella inmensa piscina de cascajos lunares hasta que se entronizaba la penumbra y luego oscurecía, mirando inquieto hacia el frontispicio de la casa número 50, alhajada con cortinas moradas, esperando vanamente que desapareciera la irascible figura de la Mamá Grande, provista de una culebra de cuero con una gruesa hebilla por moldura, dispuesta especialmente para disciplinar cualquier incumplimiento de sus leyes de hierro. Sobre todo si se tomaba en consideración la visita acre de la madre del agredido de turno, agitando el mapa físico de una camiseta salpicada de cuajarones de sangre.
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En no pocas y frecuentes ocasiones, el sediento espíritu aventurero del grupo llegaba hasta el mismo interior del abandonado cementerio, donde varios de los viejos ataúdes de madera –llevados allí desde la remota época de la Guerra del Pacífico– se encontraban abiertos, evidenciado osamentas que el astro rey recalentaba despiadadamente por los siglos de los siglos pampinos. Al alejarse de la necrópolis –a la carrera, para no tener pesadillas nocturnas–, llegaban hasta la cumbre de un cerro vecino, bautizado escatológicamente por su toponimia fundacional como el Cabeza de Papa. Desde allí, y aprovechándose de unos materiales confiscados en unos piques próximos, tales como latones oxidados, maderos resecos y cuerdas deshilachadas, construían unos trineos con los cuales bajaban a gran velocidad hasta la planicie, donde arribaban con las rodillas ensangrentadas y el trasero dolorido. La entusiasta caravana de exploradores no podía concluir su viaje sin el número estelar de la jornada: el arriesgado salto de Mateo, el mayor de los evangelistas, sobre los piques salitreros. Hasta ellos se aproximaban los menores del grupo a tirar piedras que nunca se escuchaban rebotar contra el fondo. Entonces éste, conteniendo la respiración, tomaba impulso, corría y se elevaba excelsamente para cortar el mordisco del viento y depositar, incólume, su humanidad al frente, fuera ya de todo peligro. Después, como siempre, estallaba una salva de aplausos de admiración. Al volver a la población, dejaban ocultos en los cuarteles centrales, fuera de las maniáticas manos profilácticas de sus madres, los preciados botines de guerra: cajetillas de cigarros, monedas, botellas, fichas, pedazos de diarios e, incluso, en contadas ocasiones, derrengados bototos o quepis del glorioso ejército chileno, prendas que corrían a vender al exclusivo anticuario del pueblo para arrendar las historias del invencible Barrabás. OPCIÓN 167 LITERARIAS
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Un día, ya instalados en los andamios de su nueva memoria, el papá de Pedro descendió de un carriol anaranjado que lo traía rutinariamente desde su trabajo en una mina de concentrado cuprífero. Su hijo menor no tuvo la apremiante necesidad de cruzar vertiginoso –como siempre lo hacía– por las extensas costras de salitre del poblado para apropiarse del gran tesoro que venía escondido al fondo del bolso de su personal superhéroe de coipa verdinosa y calamorros, debajo de las cacerolas: Un gran sándwich de queso, envuelto primorosamente por su mujer en servilletas que exhumaban la incomparable fragancia de una hogaza de pan batido. Pero sólo él sabía por qué no era preciso correr y debía guardar un silencio cómplice. Por eso, únicamente tornó a columbrar en dirección a la plaza principal del pueblo para comprobar si de verdad era tan diablo su hermano Lucas, alias Barrabás. Si se atrevería a predicar, como se lo había asegurado, la parusía de nuestro Señor Jesucristo con la familia del hermano Ogalde, sólo por el hecho de estar perdidamente enamorado de la Emilia, su hija primogénita. “Me llegan a cascabelear las huevas cuando pasa meneándome la canasta”, le había confidenciado la noche anterior, desde el camarote superior, una vez que todos dormían en la casa entregada por la empresa minera, ubicada en la población adyacente al cementerio. A pesar de encontrarse enronchado como una granada madura, los cárdenos tumores inflamatorios con que lo había condecorado la ortiga de badana perteneciente a su madre por cascarle al mediocampista hijo del supervisor de la maestranza, eran en su concepción verdaderas medallas al mérito que la Emilia debería valorar. El ingreso a la congregación evangélica era una condición sine qua non que la Emilia le imponía para visitar su casa. “Si sus sentimientos son sinceros. No olvide que Belcebú suele hablar por la boca del hombre”. Así le confidenció Lucas que Emilia le había dicho, con el badajo turgente bajo las frazadas. Como aún no aparecían los predicadores, Pedro retornó a volver la vista al bus para recibir a su padre, el que sin palabras le alargó el codiciado testimonio y tornó a acariciar sus crenchas indómitas por la excesiva producción de queratina, las que no lograban morigerar los experimentales concentrados cítricos realizados infatigablemente por doña Alegría en su rústico laboratorio culinario. Así, tomados de la mano, emprendieron la caminata hacia su hogar. El digno silencio de su marcha de mineros sólo se rompió para escuchar aquella invitación que Pedro ya había estado elaborando en la ardorosa maestranza de sus fabulaciones infantiles, desde hacía muchísimos sándwichs de queso y ardorosas pichangas de sol a sol en plena pampa, después de observar numerosos daguerrotipos color sepia en la biblioteca de su escuela, luego de haber presenciado muchas veces –sin siquiera parpadear– cómo el tren seguía el infinito reptil de los rieles para ir a refugiarse en la insobornable memoria del salitre: –El martes que viene iremos a la procesión de los pampinos. 11} LITERARIAS OPCIÓN 167
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II
Durante tanto sueño anduvieron de rama en rama, de piedra en piedra, de río en río, que habían renunciado a levantar una casa. Su casa era su ropa, sus aperos de labranza, sus utensilios de comida. De tal forma que era una casa sin límites. Pero mucha gente los rechazaba a grandes voces, gritándoles: ¡Gitanos del carajo! A él y a ella eso ya no les importaba. Porque, merced a aquella obligada condición de nómades, conocieron a hombres y mujeres –territorio común de la esperanza– que hicieron posible ampliar aquella primitiva comprensión del mundo que traían anudada en el corazón, en tanto que pareja aferrada al mástil de una soledad precaria. Y era orgullo lo que sentían cuando, equivocadamente, los consideraban romaníes. Aquel día, en la derruida oficina salitrera, el viento azotaba inclemente con un aullido similar a una trágica zampoña de olvido. Crecientes remolinos de arena fina acechaban fantasmales –viejos guardianes del tiempo– sobre los grupos de familias que volvían a la oficina (al igual que todos los años), a remover, taciturnos, los rescoldos del pasado. A pesar del sol que restallaba inmisericorde sobre sus cabezas, los más viejos de la caravana –agrupados por secciones desde la cancha de fútbol– ejercitaban su dolorosa letanía marchando contra los antiguos muros, recorriendo con judaica reverencia las casas de vigas carcomidas, observando desde el recuerdo recobrado los techos de latones, los tabiques y los desvencijados marcos de las ventanas –sin vidrios– que presentaban el desolado paraninfo de la pampa infinita. De esa forma, intentaban llenar de una ternura marchita los goznes herrumbrados de la botica y la pulpería, palimpsestos de pino oregón resistentes al pillaje mercenario y la sal de las edades, evidenciada en el cierre de la plaza con tubos enmohecidos, en el hotel remodelado y en la piscina que alguna vez había servido como conejera. De improviso, Pedro rompió el rígido protocolo de la ceremonia, corriendo sobre la áspera alfombra del caliche para elevar un cometa. No supo muy bien por qué lo había hecho. Pero al cabo de unos instantes, éste se mecía suave y sereno en el añil del cielo, tal como si fuese un arcángel abrigando la huida de José y María. Los viejos pampinos quedaron observando aquel papalote blasfemo y detuvieron aquella marcha de santones; merced a su espíritu incorruptible, ya parecían disponer de alas, con las cuales planearían al término del acto desde el mismo techo del teatro de la oficina, frente a la plaza. El papá de Pedro salió raudo de entre una de las filas para reprenderlo. Sin embargo, al penetrar con su mirada de hombre duro los ojos de su corazón, Pedro sintió que éste pudo develar el signo que contenía su acto, en apariencia irreverente: entendió que el volantín no era otra cosa que el chasqui de un nuevo tiempo, un equinoccio de otra vida que quería vivirse, ajena a esos rituales y, sin embargo, muy cómplice. Desde su alta atalaya, el orgulloso barrilete no OPCIÓN 167 LITERARIAS
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intentaba otra cosa que seducir a los distintos lienzos y banderas para unirse en otra procesión, como una gran tartana en el cielo. Entonces un nuevo y gran remolino les obligó a taparse apresuradamente boca y narices e intentar permanecer enhiestos en una lucha titánica, mientras la incansable polvareda se iba disipando lentamente. Cuando después de largo rato ésta finalmente cesó de ejecutar sus contramarchas, todos miraron sorprendidos (menos Pedro) hacia un macizo algodón de nubes en donde un mitin de amaranto –el cometa y algunos lienzos identificatorios de diversas agrupaciones pampinas– formaba un séquito de esperanza que iba a trepar, sin duda alguna, sobre los heridos lomos de la historia. Ese fue el preciso momento en que Pedro, tomando de la mano a su padre, se atrevió a preguntarle: —¿Papito, y cómo se llama esta oficina? —La Palma, hijo –respondió él lentamente, con toda la ternura pedagógica de la que fue capaz. Pero todo el mundo la conoce como Santiago Humberstone. Por el ingeniero inglés que adaptó a la industria del salitre un nuevo sistema de elaboración llamado Schanks. III
Ellos tenían la certeza de que alguno de sus hijos escribiría el último folio de la saga ordenada por los antiguos –iniciada hace tantas lunas en el Fuerte de Santa Juana de Guadalcazar–, aquel papiro cifrado cuyos distintos capítulos estarían separados por las coloridas hebras de un telar atávico. 13} LITERARIAS OPCIÓN 167
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Tras finalizar aquella ceremonia, con un ocre aguafuerte del atardecer como tapiz de fondo, se dispusieron a abordar una engalanada máquina del ferrocarril que era proporcionada especialmente por la compañía para regresar al pueblo y que esperaba soñolienta, frente a las dos enormes chimeneas apagadas desde hacía ya quince años. No obstante, les sorprendió vivamente el que un piquete de conscriptos a cargo de un novel suboficial llegase intempestivamente a ordenar disolver la actividad en forma inmediata. Para ello, el pelotón procedió a ocupar rápidamente la barrera de acceso a la oficina y la desierta garita, a metros de la Carretera Panamericana en dirección a la ciudad de Iquique. El papá de Pedro y otros dirigentes de los obreros conferenciaron nerviosamente con el militar, explicándole que la actividad estaba patrocinada por la compañía, que ella ya había concluido y, por tanto, sólo les restaba volver. El convoy fue finalmente autorizado a retirarse, pero celosamente custodiado por el destacamento de soldados. Luego, en absoluto silencio, subieron a los coches, iniciando el maquinista el fragoroso traqueteo del regreso. Aquella oficina se hacía más y más pequeña, a medida que la locomotora devoraba metros sobre los rieles de orín. No obstante, era lo contrario para Pedro, futuro cronista del pasado: la oficina Santiago Humberstone se agigantaba en el interior de su corazón de niño, amenazándolo con hacerlo pedazos como si fuese un globo demasiado henchido. Una vez que la máquina piafó, anunciando su llegada a la estación del pueblo, el joven militar al mando de la tropa quedó a cargo del recinto y conminó a todos los presentes a dirigirse a sus casas y no salir hasta nueva orden diciendo: “Hay toque de queda”. Pedro y su familia apuraron el paso para llegar hasta su casa. Su padre, una vez que se cercioró de que toda su familia había ingresado, cerró cuidadosamente la puerta, asegurándola con una aldaba y una pesada tranca, acción que era muy inusual, porque en esa casa, la número 50 de la población de obreros, aquel lar provisto de un surrealista cortinaje violeta, entraba y salía gente todo el día, debido al tenaz comercio detallista generado por una irracional crianza de patos y conejos.
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Entonces, Pedro y sus hermanos Mateo, Marcos y Lucas, alias “los evangelistas”, rompieron a llorar, poseídos por el miedo frente a lo desconocido, el temor insensato de lo que no se sabe, pero se intuye y cuyas graves consecuencias, por tanto, se pueden captar fácilmente. Y doña Alegría sólo podía ofrecerles la coraza frágil de su cariño severo. Su padre se dio vuelta a contemplarlos, tras espiar a la calle desde una ventana lateral. Un camión militar se acercaba por la calle desierta, donde continuaba aullando dolorosamente el viento pampino. Él parecía haber envejecido súbitamente mil años. Pedro supo entonces que la sombra de un soldado mataría para siempre la proverbial sonrisa de su padre, encendiéndola como un cuelmo inmortal en las catacumbas de su memoria. El contramaestre de los vientos pampinos, el cacique mayor de amnésicas vendimias, no encontraría a tiempo la llave del reino de los cielos y su propia familia, acurrucada y oscura en la embarcación del miedo, tampoco podría restañar sus heridas. Únicamente las poderosas lanzas del recuerdo familiar harían crepitar los crepúsculos profetizados por la radio Magallanes. Tendrían que transcurrir muchos otros latigazos sobre el endeble corcel de la existencia de Pedro para entender –y vivir, que no es entender– aquellas catilinarias proferidas por su viejo cuando comenzaron a resonar –en el pequeño pueblo de Pozo Almonte, en Humberstone, en Pica, en La Huayca, en la subestación, en la casa de fuerza alimentada con napas subterráneas, en La Tirana, en la lejana Santa Juana de Guadalcazar– las luces cenitales de las espingardas castrenses: “¡Hay golpe, mierda, hay golpe!”. Y, entonces, los nueve años del peneca Pedro, con los dientes apretados, apenas el desvalido fragmento de un sueño, escucharon brotar desde un viejo pick-up azul las últimas palabras de Salvador Allende despidiéndose para siempre, envuelto en la niebla de su propia mortaja, ascendiendo terriblemente solo a la balaustrada de los mitos.
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Carlos Saavedra Licenciado en Lengua y Literatura Hispánicas.
El eclipse
Y
o vi a mi abuelo Melquíades muy enfermo. Y llevaba varias semanas en cama, con unos dolores bien fuertes que le dieron de un de repente. Estábamos comiendo una tarde cuando nomás se fue poniendo bien pálido y se empezó a torcer de dolor hasta quedar apoyado de codos sobre la mesa, de modo que todos nos quedamos bien asustados. Primero no sabíamos qué hacer y luego mi apá trató de darle auxilio. ¡Vaya, pues, qué día! Tan a gusto que estábamos hablando sobre el eclise, como le decía mi abuelo a ese fenómeno de que pase nuestro planeta por delante de la luna. Los periódicos habían anunciado que el suceso habría de suceder para dentro de una semana, justamente en la madrugada del 28 de noviembre de 1928. Mi abuela nos aconsejaba que para esa ocasión pusiéramos un aguamanil lleno “pa’ ver mejor el fenómeno” nos decía mostrando detrás de sus arrugas una sonrisa como de niña. Total, que ya estábamos todos tan encampanados con el dichoso suceso que hasta mi abuelo le hizo prometer a mi apá que, fuera como fuera, lo sacara a ver el eclise, cuando se va torciendo y poniéndose de gravedá. Mi amá se fue corriendo pa’ con el doctor y mientras mi abuelo, en medio de quejas y algunas maldiciones, le decía a mi apá: “No se te vaya a olvidar tu promesa, hijo, a ti te creo hasta el bendito”. “No, apá –le contestó él– no tenga preocupación que le prometo que lo haré, sea como sea”. Yo por aquel entonces estaba en primaria; mi escuela estaba un poco lejos de la casa, vivíamos por las orillas de la ciudá y me iba en bicicleta al principio, pero luego, como estaba desconchinflada, pues a pata. Mientras el abuelo OPCIÓN 167 LITERARIAS
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Rigel Blázquez.
estaba enfermo yo sufrí mucho porque lo quería. Él había participado en algunas escaramuzas de la guerra que unos llamaban Santa y otros Cristera; mi abuelo reprobaba que por culpa de la política estuvieran cerrados los templos y tuviéramos que ir a misa a escondidas. El haber participado en esa rebelión le causó varias heridas y quedó rengo. La tal Cristera le caló muy hondo, sí, pues; pero, rengo y todo siguió viviendo una vida normal. Cuando yo salía con él a dar la vuelta por el centro me daba mucha muina que los plebes no lo respetaran y que por su manera de andar le dijeran “patuleco”. Yo era feliz con él. Lo acompañaba a visitar la Catedral, la Plaza de Armas, y luego me invitaba mi tejuino pa’ la sed. “Tome m’ijo, esto sí que es bueno”. Comíamos y paseábamos por las calles viendo las casotas de los ricos, muchas de ellas vacías porque con el miedo de la guerra las familias se iban pa’l extranjero. En esos recorridos que hacíamos a pie, mi abuelo me platicaba de cuando llegó el primer tren a Guadalajara, que don Ramón Corona había logrado que así se hiciera en ayuda de la economía tapatía. “Mire, amigo, hasta cerca de aquí –decía, señalando el templo de San Francisco– detrasito, casi hasta allí, a un ladito llegaba la estación. Bueno, cuando el primer tren llegó, allá en el siglo pasado, pos todavía no estaba; pero vea, ¡ya casi se estacionaba frente a la Catedral!”. Yo lo oía hablar y me callaba la boca por pura obediencia, pa’ no interrumpirlo. Fuimos bien amigos el abuelo y yo. Regresaba yo de la escuela el día 27, ya a la hora de comer, cuando me enteré que el abuelo acaba de morir. Un balde de agua fría no me hubiera 17} LITERARIAS OPCIÓN 167
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hecho tanto como esa noticia. Se me arriscaron las tripas y me dolió el corazón, no pude aguantar echarme a correr hasta el baño pa’ encerrarme a llorar. Esa noche, antes del eclipse, nadie durmió en la casa. Todos estábamos sin saber en qué sostenernos con la preocupación de la muerte del abuelo. Mi apá le decía a la abuela: —Ma, la verdá no sé qué hacer, yo le eché la promesa a mi apá de que él estaría presente en el eclipse, y pos tengo que cumplirle. ¿Cómo ve usté, lo sacamos pa’ que por lo menos esté presente? Acuérdese que le dije que a como diera lugar él estaría cuando sucediera, ¿qué no? —Pos sí –respondió la abuela con voz cansadita y como queriendo echarse a llorar–. Pos, ¿cómo le hacemos hijo? —Pos ni modos, hay que sacarlo a la calle pa’ que lo… iba a decir verlo, pero, bueno, lo que sea; el caso es que esté allí y yo cumpla mi promesa. Y así lo hizo mi apá. Con todo y cama, lo sacaron y lo pusieron en el frío de la madrugada pa’ que viera el eclise. Fue algo increíble, yo nunca había visto algo igual: primero la luna redonda, clara como el agujero de una claraboya en un cuarto oscuro, ahí estaba en medio del cielo. Mi abuela, no sé por qué, pos si ya ni sentía frío el abuelo, lo tapaba hasta el cuello y le alisaba los cabellos canosos que tenían también como una luz propia. Antes de que amaneciera entró en la luna una oscuridad redonda, era la tierra que se le atravesaba haciendo que fuera perdiendo su luz. Todos con la boca abierta nos fuimos quedando a oscuras, parecían nuestras sombras un montón de tiliches aventados en medio de la calle. Los perros que ladraban poco antes se fueron callando hasta que todo quedó en silencio. La verdá es que yo, y creo que todos, nos olvidamos del mundo mientras duró el eclipse. Cuando la luz volvió, como por acto de la Divina Providencia, todos gritamos de alegría, para quedarnos mudos de la sorpresa. ¡El abuelo ya no estaba en la cama! ¡Desapareció! De altiro no supimos ni cómo, pero ya no estaba en su lugar. Lo anduvimos buscando rete apurados por todas partes y nada, el abuelo no apareció. Don Silvestre, el del tendejón, nos dijo: “Ya estaría de Dios, a lo mejor se lo llevó el eclise”. —¡Cállese viejo bruto –dijo mi abuela en voz baja, seguro pa’ no ofenderlo, pos era quien nos fiaba cuando no había con qué. Ese día nos pasamos de sol a sol buscándolo, preguntando a todo mundo si lo habían visto ¡y nada! De mi abuelo, ni sus luces. Doña Metiche, una amiga de mi abuela, le dijo entonces:
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— Bías de esperarte a que apeste, a ver si ansina lo jallamos. Mi abuela se puso rete muina y por poco le da un trompón que la hubiera mandado al carajo, pero se aguantó y sólo le respondió: —¿Vaya usté a… creer? ¡Qué ocurrencias las suyas, oiga! No fue mal consejo, pos eso mismo tuvimos que hacer: esperar a que mi pobre abuelo nos mandara la señal de su mal olor. Mientras, cada vez que mis papás o mi abuela pasaban cerca de los conocidos, les preguntaban: “¿Y dónde está don Melquíades?” —¡Pos sabe! –era la respuesta que con mucha pacencia se aguantaron mis familiares. “¿Dónde está Don Melquíades? ¿Dónde está Don Melquíades?” Esto era a preguntar y preguntar todo el tiempo, hasta que el aire apestó. La gente llegó rete apurada pa’ decirnos una mañana, cuando apenas nos estábamos levantando, que olía rete feo allá por la loma entre unos peñascos. Llegamos a donde nos dijeron y no, no era él; era un perro que había quedado atrapado, seguro que se perdió ese mismo día por la oscuridá. Mis apás y mi abuela se pusieron muy mortificados y yo sólo pude llorar y llorar todo el tiempo. Para mayor dificultá, el cura de la parroquia, que por la situación de la guerra, daba misas desobedeciendo la ley, no creía que fuera bueno dar una en su memoria a un difunto que ni aparecía, por qué sabría Dios dónde se había metido. Mi abuela opinó que podríamos hacer un envoltorio con todas sus chivas y llevarlas al camposanto a enterrar, pero el cura nomás se rio de la ocurrencia y de plano se negó. Mis papás y mi abuela sanjaron la desavenencia dando dinero pa’ las ánimas y mi abuelo tuvo su misa de cuerpo no presente. Desde entonces los vecinos agarraron el dicho como si fuera saludo, no falta gente así, diciéndonos cuando nos veían pasar: ¿Y don Melquíades? Un día, cansado de oír lo mismo, mi apá les respondió: “¡Sepa la chingada! ¡Se lo llevó el eclise!”.
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Adrián Soto Poeta, ensayista y traductor. Egresado de la carrera de Lengua y Literatura Alemana de la facultad de Filosofía y Letras de la unam.
Espectro de luz Quizá no sea humano: mi deseo es pintar la luz al reflejarse sobre la pared de un edificio. edward hopper
ADVERTENCIA
Siempre me ha entusiasmado el que en la obra de ciertos pintores todo lo percibido se reduzca al lienzo y, de alguna manera, el lienzo se reduzca a lo percibido; trasgrediendo las dimensiones del mundo se les supera al añadirles una manifestación interna, que sólo gracias a la organización del artista logra mostrarse; así se suplanta la realidad por algo más profundo: la conciencia de la superficie. Lo que el pintor vuelve evidente en esos cuadros es que todo es superficie, aun nuestra noción de lo real, incluso el peso que nos arrastra hacia el abismo; sólo así el pintor puede trascender la apariencia y demostrarnos que el mundo es un resplandor y nosotros somos sólo espectros que proyectan esa luz, el prisma infinito de su manifestación. Es por eso que los poemas que aquí presento no son transcripciones exactas de las obras que los originaron; en algunos casos incluso parecería que he olvidado el vínculo con aquello que los motivó, pues busco representar una letra más antigua: el principio luminoso que se manifiesta a través de ellos y los anima.
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PAISAJE TRANSFIGURADO1
(Der Morgen) Qué belleza me revela la niebla cuando baja de la montaña e inunda el valle; el horizonte reluce como un oculto misterio: es la luz del sol que palpita y se transfigura tras la bruma matinal, como el nacimiento de los ángeles que caen cual gotas turbias al mundo.
1 Cada poema está relacionado con un cuadro del pintor romántico David Caspar Friedrich; el lector puede guiarse por los subtítulos, que son en realidad los nombres de las obras pictóricas.
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HORIZONTE NEGRO
DISPERSIÓN DE LA LUZ
(Morgennebel im Gebirge)
(Gebirgslandschaft mit Regenbogen)
Estas lejanas montañas que miro son los ecos brumosos de otras cimas que resuenan inmensos en la roca; y si me acerco a ellas con profundo anhelo marchan, se alejan, montañas tras montañas azules… como un eco va expandiéndose en la noche.
Tras la lluvia tardía observo el cielo confuso perfilar la penumbra en la montaña.
Esta debe ser la forma de un dios: cuando el horizonte se hace negro y cae abismalmente sobre las montañas.
Nubes oscuras se dispersan y las partículas de humedad refulgen ante el sol que se retira: un espectro de luz se abre brillante en el aire… Pienso entonces que cada ser es un cristal que proyecta la luz y la refracta: un arco luminoso suspendido sobre la lúgubre oscuridad de la montaña.
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SOMBRAS TRAS LA TORMENTA BLANCA
(Klosterruine im Schnee) Encontré un trono oscuro sobre la nieve, estaba hecho completamente de cuervos como la resonancia de un dios antiguo, sus sombras ardían en la nieve hasta calcinarla. Di un paso en seco y los cuervos se dispersaron en un aleteo de luz… en aquel lugar no existían más ecos.
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Benjamín Pacheco López Estudiante de Letras Españolas en la Universidad de Guanajuato.
Rabo de nube
A
l bajar del cerro del Cóporo, al norte de Tinaja, me traje un rabo de nube que estaba perdido, alejado de las fronteras invisibles que dividen a la gente de los asuntos celestiales. En su afán de hallar agua para practicar pequeñas tormentas en las que no terminaban de cuajar el granizo y la artesanía del copo de nieve, aquel rabo de nube había perdido el rastro de la manada gaseosa que ya tenía kilómetros de avance y cuyas formas camaleónicas embobaban a los residentes de poblados lejanos. El viento también se había marchado, ansioso por no poder pastorear a tiempo a aquel grupo de mimos de paso, que deberían haber regado desde hace días otras serranías, en lugar de complacer los anhelos encerrados en las pupilas de los pueblerinos que gustaban de soñar despiertos. Al verse tan cerca de la tierra y descubierta su rebeldía hacia la columna viajera, la nube quiso espantarme con relámpagos y otros fenómenos eléctricos, pero su inexperiencia y falta de destreza en el manejo de temperaturas y moléculas apenas lograron aterrorizar a una familia de lagartijas que se refugiaron entre las ruinas arqueológicas del sitio. La nube perdió fuerza y logré retenerla en un frasco de conservas, no sin antes recibir un par de descargas en ambos brazos. Después la introduje en mi mochila y descendí por la escalinata para sumarme a los turistas con los que, poco antes, había pasado las de Caín para llegar a la cima de aquel cerro, emblemático por su pasado astronómico. Para mi suerte, nadie notó la presencia de aquella presa inusual ni sus protestas confinadas en su pequeña celda de cristal. Llegué a mi casa al anochecer; tras cerrar puertas y colocar hojas de periódico en las ventanas, OPCIÓN 167 LITERARIAS
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solté al pequeño rabo de nube que, temeroso, se escurrió bajo mi cama. Le hablé en voz baja, no contestó; traté de despertar su interés con viejas fotografías de paisajes dramáticos, llenos de nimbos, pero tampoco hizo caso; le mostré la fuerza devastadora de huracanes y tornados desolando costas y ciudades sobre la faz de la tierra, pero no logré siquiera sacarle una descarga eléctrica que pudiera interpretar como muestra de interés o simpatía. Agotado por la renuencia al contacto humano de aquella masa, me fui a la cama y soñé que volaba entre nubes parecidas a camaleones que iban del azul al blanco y de gris al cian. Al despertar, encontré a mi rabo de nube forzando la salida del agua contenida en el botellón que había encima del refrigerador. Apenas alcanzaba la mitad del tamaño que tenía cuando lo bajé del cerro; comprendí que tenía sed. Ante un movimiento suyo que interpreté como súplica –pues sus pliegues imitaron algunos de mis rasgos cuando intenté llamar su atención–, accedí a abrir el recipiente y dejé caer algunas gotas que mi huésped recibió con alegría e, incluso, se permitió el desperdicio de un poco de agua que roció sobre mi rostro, que ya lucía una barba de tres días. Tan embelesado estaba en aquella fiesta casera que no advertí la hora; tuve que salir rápidamente rumbo a la oficina, no sin antes asegurarme que aquel fenómeno atmosférico no pudiera escapar de mi departamento ubicado cerca de la zona centro. Cumplí mi jornada laboral en siete horas, pues salté el de la comida para poder llegar temprano a mi casa. Ahí, me topé con la sorpresa de un encharcamiento. Como vivo en un segundo piso, ya se había formado una improvisada cascada en las escaleras que había llamado la atención de otros 25} LITERARIAS OPCIÓN 167
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inquilinos que, curiosos, tocaban la puerta para intentar detener aquel desperdicio. Avergonzado, pasé entre ellos y susurré algunas disculpas. Comenté algo acerca de haber tenido que salir a atender una emergencia e incluso dejé escapar indicios de que tenía un familiar terriblemente enfermo. Lo creyeron. Al abrir, encontré todos los muebles mojados, mi ropa flotando sobre el piso y los libros hinchados por la humedad, a tal grado que algunos se habían deshojado y descosido, incapaces de contener tanto líquido. Escuché un ruido proveniente de la regadera; ahí estaba el rabo de nube jugando a la esponja con el agua de la llave fría. Lo reprendí sin piedad. Tras cerrar la llave, lo metí de nueva cuenta al frasco de conservas y lo sermoneé toda la tarde mientras tendía sábanas, toallas y ropa interior en los balcones. Insistí en la necesidad de cuidar el agua, pues la gente que vivía en la ciudad no acostumbraba ir de mar en mar para abastecerse como se sabía que hacían sus iguales. Sobre un burro desvencijado, planché las hojas de libros, cuadernos y algunos billetes que había olvidado en los bolsillos de chamarras y pantalones; colgué más tarde el todo en un tendedero improvisado con dos lámparas dispuestas a lo largo de la estancia. Mientras tanto, el rabo de nube repetía mis gestos desde su celda cristalina. Parecía divertido por mi costumbre de hacer aspavientos para enfatizar mis argumentos e ideas. A la medianoche terminé de trapear y asear lo más posible mi sencilla vivienda. Cuando me volví para darle las buenas noches y el último regaño, yacía plácidamente acomodado al fondo del frasco. Por los pequeños rayos que soltaba de tiempo en tiempo y que iluminaban el frasco, me di cuenta de que dormía desde hace rato y, al parecer, disfrutaba del sueño. Los siguientes días me dediqué a enseñarle algunos trucos y pasatiempos para evitar que Rabo de Nube –decidí llamarlo así finalmente– transformara nuevamente mi estancia en un pequeño pantano urbano, pero tuve que desistir porque mi huésped descubrió el fuego al crear estática con las cortinas. Pronto aprendió que aquella danza hipnótica de las flamas consumía el oxígeno contenido en su pequeña masa cambiante. De manera preventiva –y para evitar encuentros con la regadera–, colocaba cada día un jarrón con agua de la llave para que se surtiera. Le expliqué la conveniencia de tirar el exceso de líquido en las macetas de la vecina. Al paso del tiempo, Rabo de Nube era ya más obediente y nuestra convivencia lo había hecho experto en la imitación de mis gestos; de hecho, se había vuelto un espejo capaz de sacarme sustos tremendos cuando aparecía sin aviso al abrir yo una puerta, levantar la ropa sucia o despertar en mi cama. Antes de mi encuentro con el que ya empezaba a considerar mi amigo, solía dedicar los fines de semana a pasear por la ciudad y frecuentar amistades; ahora salía acompañado por él y me divertía con las bromas que gastaba a los parroquianos de la pequeña ciudad de Tinaja: consumía bebidas recién adquiridas y los dueños reclamaban a los tenderos que les habían vendido botellas vacías; dejaba caer pequeños chubascos sobre los novios que se comían a besos en las bancas del parque y a veces revoloteaba por debajo de los hábitos de las OPCIÓN 167 LITERARIAS
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monjas que en el mercado seleccionaban frutas y verduras, dejando al descubierto una amplia variedad de pecaminosa ropa interior de encaje que llegó a ser el blanco de fotógrafos oportunistas. Estos pasatiempos también conocieron sus limitaciones porque a menudo mi pequeño amigo se metía en problemas. En ocasiones Rabo de Nube desconocía la clase de líquido que absorbía y yo tenía que colocarlo, ebrio, en el frasco de conservas, y luego curarle una cruda espantosa con una mezcla especial de agua refinada y sal de mar. Otras veces ingería una salsa bastante condimentada que lo hacía cambiar de forma y su masa gaseosa se penetraba de olores putrefactos y nauseabundos que tardaban horas en ser expulsados. Estos placeres malsanos duraron hasta el día en que llegó el circo. La gran carpa que lo alojaba se levantó cerca de la central camionera; el primer día realizaron un desfile por las calles céntricas, exhibiendo animales traídos –según la voz del merolico atrapada en una grabación ruinosa– desde los cuatro puntos cardinales del mundo. Atraídos por la oportunidad de molestar a la gente, Rabo de Nube y yo nos introducimos a aquel pequeño universo habitado por un amplio espectro de seres discordes del ciudadano promedio. Ya me había acomodado en las inestables gradas para disfrutar la doble función cuando me percaté de que mi amigo escudriñaba todos los huecos y pasajes de aquella caverna plástica atascada de luces y sonidos. Durante la primera función, logró distraer de su número a un par de payasos que ocasionaron más risas en el público tratando de recomponer su rutina; espantó de muerte al trapecista al simular el sonido de cuerdas desgarradas en pleno giro mortal; llevó a los elefantes a una crisis al imitar el quejido de los ratones y provocó un colapso nervioso a una familia de tigres al aplicarles pequeñas descargas en las orejas. Huelga decir que las presentaciones de aquella noche concluyeron con el público saliendo en estampida al ver a los animales espantados y casi fuera de control. Rabo de Nube y yo escapamos por una desgarradura de la carpa justo antes de que se derrumbara el graderío. Como pudieron, los cirqueros lograron contener a las bestias y aislarlas en sus jaulas. La noticia acaparó los titulares de la región. Con remordimiento, llevé a mi amigo al día siguiente para ofrecer disculpas y tratar de llegar a un acuerdo con el propietario para ayudarle a pagar los daños. El hombre, más que restregarme su cólera, quedó maravillado con el fenómeno natural que yacía a la expectativa en el frasco de conservas. Me propuso que viajáramos con él y que el saldo quedaría cubierto al cabo de una temporada de actuaciones. Así, de oficinista con mascota exótica, me volví de un día para otro en domador espontáneo de fenómenos naturales. Renuncié a mi trabajo, con el pretexto de que debía afrontar repentinas depresiones y reajustar mis objetivos profesionales. “Me voy para encontrarme”, dije con aquella voz lastimosa que escuché muchas veces en otros colegas realmente deprimidos. Lo creyeron. Cobré mi liquidación, cancelé los servicios domésticos y encargué mi departamento a un conocido. El dinero bastaba para pagar la renta durante nuestra ausencia. Empaqué algunas prendas y salí con mi amigo rumbo a lo desconocido. 27} LITERARIAS OPCIÓN 167
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Miguel Ángel Espejel. OPCIÓN 167 LITERARIAS
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Pasamos varios meses viajando con los cirqueros de pueblo en pueblo, de ranchería en ranchería, por cada delegación de las ciudades más grandes, levantando la carpa junto al mar y cerca de muelles turísticos, en medio de serranías esponjadas por la niebla, entre bosques y ruinas de localidades que antaño fueran industriosas, instalándonos en baldíos rodeados de condominios y casas de interés social. Cada noche, el presentador hacía gala de sus mejores dotes histriónicas y de oratoria para presentar a “La Tormenta Domesticada y su misterioso domador de Alejandría”, títulos circenses que convenimos con el dueño de la franquicia para hacer nuestra aparición cada noche. Afuera de la carpa se colocaron cartulinas chillonas advirtiendo a los asistentes de la necesidad de llevar paraguas e impermeables a la función. O al menos bolsas de plástico, pues se aseguraba un espectáculo en tercera dimensión en el que incluso se rociaría a la gente con agua bendecida por el papa. Tal ardid publicitario nos granjeó la burla de más de un columnista de pasquín, pero al mismo tiempo generó ventas récord en todas las ciudades que visitamos, pues la intensidad de la presentación causaba gran impresión en los asistentes. Rabo de Nube y yo, ociosos más que nada, ideamos una rutina en la que combinábamos sus aptitudes de tormenta –que se habían desarrollado con el paso de las semanas a fuerza de ayudar a bañar a los animales como actividad complementaria para pagar la deuda– con un arsenal compuesto por pintura, globos, aserrín y confeti. Cada noche, los asistentes atestiguaban una narrativa visual que recreaba toda la inmensidad y la fuerza de las cuatro estaciones del año, con un realismo tal que lograban olvidar la dureza de las graderías y la mantequilla rancia de las palomitas. Durante 45 minutos, la carpa se convertía, sucesivamente, en una zona pantanosa y fría, monsónica, de calidez primaveral y brillo veraniego, marcada por constantes tornados y huracanes, con tormentas de arena, granizo desenfrenado y copos de nieve que cubrían cada esquina del recinto. El gran final consistía en un enorme arco iris de tonalidades tan intensas que a menudo obligaban a voltear la vista. Para concluir el espectáculo, mi amigo se despedía desde lo alto de la pista formando una pequeña niebla que se desvanecía en una mueca burlona. Con el tiempo llevamos el espectáculo a otras dimensiones e incluso nos arriesgamos a recrear pasajes bíblicos como los 10 mandamientos, la peste sobre Egipto y la devastación del Apocalipsis, así como destrucciones reales causadas por huracanes y terremotos costeños. En los anuncios publicitarios se tuvieron que enlistar los requisitos para acceder a una función: tener mayoría de edad, llevar lentes especiales y firmar un documento en el que se aseguraba que el asistente gozaba de cabal salud y no tenía indicios de enfermedades cardiacas o pulmonares. Esto generó numerosas protestas de padres que no podían llevar a sus hijos a la función, e incluso tuvimos que enfrentar protestas en algunas ciudades. Ante esta situación, Rabo de Nube y yo ideamos una función meramente infantil, sin el nivel de peligrosidad reservado para los adultos y con aspectos didácticos sobre los fenómenos naturales. También fue un éxito y, en consecuencia, pronto las arcas del dueño de circo estaban tan rebosantes de 29} LITERARIAS OPCIÓN 167
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dinero que tuvo que dedicar todo un fin de semana a despanzurrar los colchones instalados en las casas rodantes de los demás empleados del circo para rellenarlos de billetes y monedas, pues su desconfianza natural le impedía acudir a los bancos. Al cabo del año de presentaciones que pactamos para pagar la deuda, habíamos viajado por cada carretera ruinosa y cada ciudad decadente que había en el país. Este distanciamiento de los destinos tradicionales de un circo respetable acrecentó el misterio en torno a Rabo de Nube. Fuimos portada de cuanta revista dedicada a fenómenos paranormales y de situaciones insólitas había; se publicaron artículos de fondo en revistas tan diversas como Times, Esquire y Playboy. Los videos de nuestras actuaciones causaron sensación en internet, e incluso redefinirían la producción de los espectáculos de tres pistas en los años siguientes. Ante tal exposición mediática, el dueño del circo, don Jacarando Fuentes Valdivia, argentino tosco y de bigote grasiento y enrollado, tuvo que acondicionar dos casas rodantes como apretada sala de prensa para corresponsales locales y extranjeros deseosos de documentar hasta la más mínima acción de mi notable amigo. Durante la temporada de mayor fama llegaron a contarse 70 reporteros: 20 habían bajado 16 kilogramos tras soportar algún tiempo la ruda vida circense; 25 habían sido suplidos en tres ocasiones por sus casas editoriales; 10 provenían de la Comunidad Europea; siete de países asiáticos; dos eran sociólogos; dos observadores atmosféricos; dos se habían divorciado por ausentarse tanto tiempo de sus hogares; y un periodista francés había fallecido a causa del agotamiento. Este último fue enterrado –como lo pidió en una carta póstuma– con todos los honores que podía brindar el circo, a la orilla de una carretera desde la que se podía partir a cualquiera de las 500 alcaldías de Oaxaca. En medio de este revuelo, llegamos a la que sería nuestra última función: una trágica noche que sería documentada con todos sus pelos y señales. La ciudad era, curiosamente, la que había sido nuestro punto de partida, Tinaja. A la mañana siguiente de instalarse el circo –cuyas dimensiones se habían triplicado en lo concerniente a cantidad de gradas, palcos desplegables y una carpa de 50 metros de altura por 300 metros de largo–, amaneció una larga fila de interesados en comprar boletos. Era tanta la gente que el boletaje para las tres funciones se agotó en una hora. Las primeras dos representaciones se realizaron con normalidad, pero justo durante la tercera entrega, cuando Rabo de Nube creaba una ligera tormenta de nieve, llena de copos
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de colores, se escucharon los truenos de otro fenómeno atmosférico fuera de la carpa. Fue tal el estruendo que la gente dejó escapar un grito de espanto y a tres personas se les reventó el aparato ortopédico para evitar la sordera. De repente, la fuerza del viento arrancó las bases de la carpa y la elevó hasta perderla entre una gigantesca nube negra donde fue carbonizada por una oleada de relámpagos. Éstos cayeron posteriormente alrededor del sitio donde mi amigo realizaba su función, por lo que interpreté que las descargas eran una especie un reclamo de fuerzas naturales de mayor jerarquía. Para agravar la situación, por el poniente se aproximó un tornado que devoraba cuanto asentamiento humano hallaba en su camino. Los cientos de asistentes fueron presa de la histeria colectiva e intentaron abrirse paso hacia sus vehículos, pero muchos de ellos no alcanzaron a bajar de las gradas al ser absorbidos por aquel cono en el que, a la luz de los relámpagos de la otra tormenta, me parecieron ver algunos rasgos parecidos a los de Rabo de Nube. Otras personas fueron congeladas o calcinadas por las indistintas oleadas de frío y electricidad. Lo último que tengo grabado en mi memoria visual es el avance de un remolino de tierra que giraba cada vez a mayor velocidad, revolviendo y mezclando en su centrífuga cuerpos, automóviles, árboles, ladrillos, tiendas y postes. En lo alto, mientras Rabo de Nube era apresado por aquella tormenta que lo envolvía entre sus pliegues, sentí el arañar del viento que terminó por arrancarme los ojos. Me desmayé. Desperté una medianoche en un hospital del gobierno. Había estado en coma durante tres semanas, según me explicó la enfermera de guardia que corrió a mi lado al escuchar mis gritos. Mi recuperación fue lenta y dolorosa, pero acompañada de familiares, amigos y algunos sobrevivientes. Aunque nadie supo explicar la razón de aquellas tormentas inusuales en esta parte del país, no faltó quien quiso atribuírselo a profecías pasadas de moda. Al mes era noticia vieja y el nuevo escándalo era el amorío entre una ola y un hombre de mediana edad, que había terminado con él en la cárcel y con ella congelada y machacada en pedacitos para enfriar una hielera con cervezas. Al siguiente año, acompañado por un guía, volví a subir al cerro del Cóporo. Mientras meditaba sobre la desgraciada aventura que comenzó en aquel sitio, sentí a otro rabo de nube perdido entre la maleza. buscando algún ojo de manantial para practicar sus malabares atmosféricos. Olí la humedad en el aire, signo inconfundible de la cercanía del rebaño madre; le lancé un par de piedras y le espeté algunos insultos para que me dejara solo. Sólo quería que mis cuencas fueran acariciadas por el viento.
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El humor grotesco y las caricaturas Jesús Nieto Rueda
del monero Hernández
Licenciado en Sociología, unam; Escuela de Escritores, sogem; Máster en Literatura Comparada, Universitat Autònoma de Barcelona.
INTRODUCCIÓN
El propósito de este texto es explorar el humor grotesco, que como toda categoría o subcategoría estética, rehúye una definición o clasificación que no resulte a fin de cuentas estrecha e inacabada. Se esbozan algunos elementos teóricos que permiten acercarse al humor, por un lado, como género y a lo grotesco como una posibilidad de representación de la realidad, pero siempre exagerada, deformada o reinterpretada de alguna otra manera. Así, veremos aquí el humor grotesco como una vertiente que se apropia de una parte de ambos terrenos, el del humor y el de lo grotesco. En esta línea, se busca discutir las posibilidades de este tipo de humor en cuanto a su singular visión de la realidad. ¿Qué nos permite ver el humor grotesco, que de otra manera no percibiríamos?, y ¿en qué posición deja al receptor del “texto”? Para ejemplificarlo referiremos el trabajo del caricaturista, o monero, José Hernández (1965). En meses pasados el diario La Jornada ha decidido no publicar algunos cartones, que se han difundido, en cambio, mediante Twitter y Facebook. Sin profundizar en la polémica sobre los criterios editoriales, la ética del caricaturista y el diario, expondremos algunos motivos por los que es generada dicha polémica. De ahí el hablar de límites. Pero más allá del caso de este caricaturista, la pregunta es válida en general: ¿hasta dónde puede ir lo grotesco? OPCIÓN 167 REFLEXIÓN
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LO HUMORÍSTICO: PRINCIPIOS BÁSICOS
Las reflexiones acerca del humor tienden a señalar una ruptura o una transgresión como motivación del efecto cómico (Baudelaire, Bergson): una acción inesperada en una circunstancia tipificada, una palabra que aparece fuera de contexto, un giro en la historia, un elemento, en fin, que escapa a la predicción. Lo cómico sucede en la excepción a la norma, en la aparición de lo espontáneo, sea en el juego de palabras, el chiste o el sketch. El que ríe, por otra parte, el espectador, el escucha, el lector está siempre fuera de la situación y desde ese lugar contempla al objeto de la risa en su ridículo o en su condición incoherente. Así, la distancia forma parte indisociable de lo cómico, para reírme de algo o alguien lo coloco fuera de mí, le doy un tratamiento de otredad. En ese orden, reírse de sí mismo representaría dejar de tomarse en serio, apartarse un poco del ideal de uno mismo y del deber ser para observarse en su propia incoherencia, en su ausencia de orden, yendo un poco más lejos, en el absurdo de la existencia. Si bien la risa forma parte de la condición humana (río, luego existo), las formas en las que reímos y los objetos del humor son bastante variables en consonancia con las situaciones históricas en las que se desarrolla una sociedad (dime de qué te ríes, y en qué manera, y te diré quien eres). Pues la risa, siendo humana, es un fenómeno colectivo.
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Charles Chaplin, El gran dictador, 1940.
Si la risa tiene una función relajante, o mejor aún, de alivio, los objetos risibles cobran entonces un lugar muy importante en el análisis del fenómeno. El humor que nos agrada habla de cuáles son nuestros miedos, angustias, contradicciones y preferencias. Como en cualquier otro género de las artes, la realidad se pasea por entre las obras de humor y sus objetos de risa preocupan al poder. Debido a ello, el humor es un fenómeno que al Estado le interesa controlar. En ese sentido, la función de la comedia es infalible en las dictaduras, ahí donde reina lo absoluto, donde sólo es posible una verdad. Evoco ahora la secuencia de El gran dictador (1940) de Chaplin donde el personaje del peluquero vuelve al ghetto para continuar con su trabajo y al cortar el cabello a un cliente suena en la radio de Tomania la Danza húngara número 5 de Johannes Brahms. Al humor físico del peluquero haciendo su trabajo en coordinación con la música, que ya es en sí mismo gracioso, se añade el hecho de que en un régimen nacionalista se exalte a un gran músico alemán mediante, precisamente, una danza húngara. Quizás en este caso podría hablarse ya de un elemento irónico más que meramente chistoso. David Roas sostiene que el humorismo es transgresor porque pone en cuestión lo normalmente aceptado como realidad indiscutible o como verdad absoluta (Roas, 2003:11). A su vez, Pere Ballart acota: Si por un lado el humor declara y descubre lo cómico en la condición humana –la limitación de nuestro conocimiento, lo ilusorio de toda esperanza, nuestra infundada suficiencia– la ironía en cambio lo denuncia prestando a la espontánea hilaridad un componente crítico mucho más cerebral (Ballart en Roas, 2003: 13). OPCIÓN 167 REFLEXIÓN
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¿Significaría esto que el humor mientras más inteligente sea, más peligro representa para aquellos a quienes ataca? Sería quizás una aseveración fácil, pero realmente tendría que ponerse en relación con el efecto que tenga el mensaje en los receptores. Dejo como nota esta posibilidad, aunque para los propósitos de este texto lo que importa no es el impacto sobre receptores en concreto, cuestión que no tenemos forma de ponderar, sino en todo caso una lectura de los “textos” en sí mismos, es decir los cartones tal como pueden descargarse ahora de la página electrónica de Hernández y ser interpretados. POSIBILIDADES Y FORMAS DEL HUMOR
En este punto es necesario plantearse una evolución del humor, sin caer en un criterio de determinismo histórico, pero tomando en cuenta las condiciones sociales y culturales en las que han surgido diferentes maneras de hacer humor. Daniel Grojnowski resume esa situación al decir que el desplazamiento de los tabúes replantea el tono de las transgresiones y modifica las razones para reírse (Grojnowski, 1990: 453). Ciertamente al transformarse los criterios de verdad, las posibilidades de acceso a la información, las estrategias de los gobiernos para reforzar la autoridad, entre otros etcéteras, son alteradas las posibilidades de hacer humor. Por ejemplo, un cartón donde aparece el Papa diciendo que el Vaticano no estaba informado de la “otra vida” de Marcial Maciel… no sabían que era sacerdote, sería impensable en épocas de Galileo. Para no ir muy lejos, cuando Mario Vargas Llosa dijo en un programa de televisión que el gobierno del pri (Partido Revolucionario Institucional) en México era la dictadura perfecta, Octavio Paz y Enrique Krauze tuvieron que hacerle correcciones al peruano español (“Vargas Llosa…”, 1999). Grojnowski plantea un recorrido por las formas que adoptó el humor a fines del siglo xix en Europa particularmente. Al ubicar una risa moderna, el autor sostiene que esta tiene una herencia del dadaísmo (Grojnowski, 1990: 453). Indudablemente las aportaciones de los teóricos de la llamada hermenéutica de la sospecha (Marx, Nietzche, Freud) hicieron temblar los cimientos de la sociedad occidental. Las dos guerras mundiales y las vanguardias artísticas que emergieron en el periodo de entreguerras vinieron a transformar los criterios de la producción cultural. A la tendencia de un doble sentido explícito y a la de un doble sentido implícito le sigue, según Grojnowski, la aparición en la modernidad de un doble sentido problemático (Grojnowski, 1990: 466). Con esto el autor se refiere a una situación en la que los cómicos más modernos se dirigen a públicos que acepten la parte oscura o desconcertante de la broma (Grojnowski, 1990: 467). El sobrentendido coloca a lo cómico en una zona fronteriza donde el receptor se ve obligado a tomar partido entre simplemente reírse de la parte chistosa o bien desentrañar el fondo serio de la cuestión. Grojnowski ubica en ese lugar a Alfred Jarry, quien siguiendo esta lógica inscribiría lo cómico en el terreno de la duda (Grojnowski, 1990: 465). 35} REFLEXIÓN OPCIÓN 167
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Ahora, si bien es útil la clasificación del humor que realiza Grojnowski, ubicando ese doble sentido problemático como un elemento moderno, esto no significa la desaparición de otro tipo de humor que implicara dobles sentidos explícitos. En todo caso la tarea de identificar temporalmente el humor tiene una correspondencia con las situaciones que ocurren simultáneamente en otros ámbitos de la historia. Las posibilidades del humor van de la mano de los cuestionamientos a las bases del conocimiento occidental porque finalmente, como decíamos al comienzo, lo cómico implica mirar la realidad desde otro punto de vista. La lógica indica que lo otro se construye a partir de lo uno. El cómico, el humorista, o en el último de los casos el artista que está detrás de la creación habla desde un punto de vista y por tanto, su humor está impregnado de una ideología determinada. Grojnowski afirma que a veces a pesar de sí mismo, el “entretenedor” [amuseur] defiende una causa (Grojnowski, 1990: 466). Pensado seriamente no existe un humor ingenuo. LA CONDICIÓN LIMINAR DE LO GROTESCO
Para Alton Kim Robertson lo grotesco se funda en el centro de la contradicción, que no en la contrariedad. Tomando como punto de partida que la noción de orden es uno de los conceptos que más peso tienen en el pensamiento occidental, como fundamento categórico de toda epistemología, lo grotesco no podría ubicarse en el desorden, sino en todo caso en el vacío existente entre el orden y el no orden, o caos. Así, lo grotesco involucra una subversión radical, puesto que abre una especie de fisura de separación categórica (Robertson, 1996: 1-5). Siendo lo grotesco un suceso mental al tiempo que una propiedad formal, habría de medirse en términos de la respuesta emocional que provoca (Harphram citado en Robertson, 1996: 5). Ahí es donde lo grotesco parece adquirir su pasaporte para el territorio de lo cómico, pues tradicionalmente se le ubica cerca de otras categorías como lo carnavalesco, la sátira, la caricatura, pero la diferencia es que tiene también un pie en lo temible o lo amenazante. Para Robertson: el poder sobrecogedor [startling] de la imagen grotesca […] reside en su forma más extrema del conflicto, la negación del orden (Robertson, 1996: 6). De ahí que lo grotesco posea una esencia liminar, una vacilación constante entre el orden y el no orden, lo posible y lo no posible. Como concluye Robertson: En términos absolutos es, por supuesto, virtualmente imposible pensar claramente el caos, pues el medio que permite la posibilidad del pensamiento (el lenguaje) es en sí mismo un conjunto complejo de relaciones diferenciales, y sujeta el término necesariamente a su propia estructura y a un significado que no contiene lo que designa. Sin duda, el caos absoluto excluye la posibilidad de significado, dado que borra sistemas de significación que puedan permitirlo. Aún, más allá del desorden que implica, el concepto de orden sugiere con énfasis preciso este incognoscible no-orden justo más allá de la posibilidad de entendimiento (Robertson, 1996: 8). OPCIÓN 167 REFLEXIÓN
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Lo grotesco sería, entonces, una especie de puente entre aquello que conocemos y lo ignoto. Esto nos permite vincular lo grotesco con aquel tipo de humor clasificado por Grojnowski como propio de lo moderno. Pues el receptor de una broma, un espectáculo o sea cual fuera el medio en el que actuaría un humor sofisticado y/o lo grotesco, ha de posicionarse. No se trata ya solo de una cuestión de reírse o no, sino de tomar partido en la discusión de fondo de lo representado cómicamente. El humor grotesco nos estaría colocando en una especie de juego de alejamiento/acercamiento, pues cuando miramos el “texto” como objeto de la risa tomamos una distancia para contemplar lo ridículo de aquello que se sale de la norma; pero luego miramos de cerca y encontramos que aquello que está llevado a un extremo caricaturesco nos toca o nos incumbe en mayor o menor medida. Después de todo, quizás la risa relaja en cierta manera las tensiones para después poder enfrentar la realidad en formas menos divertidas. Por otra parte, si lo grotesco tiene en buena medida algo que ver “con la materia de la que están hechos los sueños”, siguiendo la cita de Alberto Durero reproducida por Kayser (Kayser, 1981: 22); estaríamos entrando en el terreno del inconsciente. No por nada Salvador Dalí reconocía como un antecesor del surrealismo al Bosco, uno de los maestros flamencos del arte grotesco. Valga recordar aquí la asociación que hacía Grojnowski, por otra parte, entre el humor moderno y las vanguardias del arte: tanto lo grotesco como las vanguardias artísticas del siglo xx, principalmente el dadaísmo y su sucesor, el surrealismo, transgreden lo racional para proponer una mirada atípica de la realidad (o realidades). Robertson menciona el rechazo de algunos escritores clásicos como Platón y Horacio al arte que no imita la naturaleza. Esas cosas ahí representadas “no son, ni pueden ser, ni han sido” decía Vitruvius respecto a los murales del Domus Aurea que un cierto público aprobaba en vez de condenar (citado en Robertson, 1996: 11). De este modo nos situamos de lleno en el terreno de lo otro. Como resumía Antonio Machado: De lo uno a lo otro es el gran tema de la metafísica. Todo el trabajo de la razón humana tiende a la eliminación del segundo término. Lo otro no existe, tal es la fe racional, la incurable creencia de la razón humana. Identidad = realidad, como si, a fin de cuentas, todo hubiera de ser, absoluta y necesariamente, uno y lo mismo. Pero lo otro no se deja eliminar: subsiste, persiste; es el hueso duro de roer en que la razón se deja los dientes (Juan de Mairena).
Goya, a su vez, había enunciado algo quizás más enigmático pero inquietante en uno de sus llamados caprichos: “El sueño de la razón produce monstruos”. Baudelaire, desde su asombro ante los grabados del aragonés, decía: “Nadie se ha aventurado como él en la dirección del absurdo posible. Todas esas contorsiones, esas caras bestiales, esas muecas diabólicas están imbuidas de humanidad” (Baudelaire, 1988: 123). 37} REFLEXIÓN OPCIÓN 167
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Los antes mencionados hermeneutas de la sospecha, de forma más contundente que Goya, desde sus propias trincheras, habrían justamente rasgado el telón que divide teóricamente a lo uno de lo otro. Así resume Enric Sullà sus aportaciones/cuestionamientos al pensamiento occidental: “los individuos no son conscientes de su verdadera condición social [Marx], de los impulsos del inconsciente [Freud], de la raíz de los valores que rigen sus vidas [Nietzsche]” (Sullà, 2010: 2). Y en esa oquedad que deja la rasgadura del telón se ubica precisamente lo grotesco. Si, como decíamos más arriba, lo cómico como posibilidad de expresión artística no puede permanecer ajeno a los avatares del pensamiento occidental, entendido como “lo serio”, por supuesto lo grotesco tampoco. Aunque, por todo lo visto anteriormente, la cualidad transgresora de lo grotesco habría estado allí desde su origen. “Ha sido necesario, sin embargo, todo el fin-de-siglo [xx] para que científicos, artistas e incluso legisladores, descendieran a las grutas subterráneas donde se encontraban encerrados los distintos comportamientos perversos” (De Diego, 1996: 137). Más aún, ante la llamada crisis de la modernidad, en la cual la hegemonía de la razón occidental y la concepción universal de una centralidad cultural metropolitana, la perspectiva unitaria de la historia (Vattimo, 1989: 74) con una finalidad última y la idea de una ciencia unificada no responden ya a la necesidad de dar cuenta del conocimiento contemporáneo; ahí donde el edificio de la modernidad comienza a derrumbarse a partir de los cuestionamientos de sus bases epistemológicas, lo grotesco tiene más razón de ser que nunca. HUMOR GROTESCO
A partir de las reflexiones planteadas hasta ahora, podríamos hablar del humor grotesco como aquel que incorpora a una base humorística elementos de esa categoría liminar, definida por Robertson. Si bien las intenciones para decidir emplear esta clase de humor como posibilidad de representación son muy diversas, debido al tipo de perspectiva que tiene lo grotesco sobre la realidad resulta particularmente atractivo para la caricatura política. Recuperando el concepto de superioridad con el que Baudelaire asocia lo cómico (Baudelaire, 1988: 29), podríamos decir que el caricaturista político se coloca en un plano de inteligencia superior a aquel de quien se burla, e invita al receptor a ocupar un sitio a su lado. Volviendo a Grojnowski, el receptor toma un papel importante en tanto que el caricaturista lo coloca en una situación en la que tiene que posicionarse. Si se logra el distanciamiento es posible que la risa tenga lugar, de otra manera el humor grotesco no logra su cometido, pero además de esto, el humor grotesco y, concretamente, en la acepción política que nos interesa ejemplificar, tiene la pretensión de instalar al receptor en un espacio de crítica, o de duda al menos. El humor grotesco estaría llevando al receptor a un lugar en el que la verdad tal cual le había sido presentada es cuestionable. OPCIÓN 167 REFLEXIÓN
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En tiempos de debate sobre los grandes relatos que han constituido a Occidente, el sociólogo británico Anthony Giddens argumenta: No hay manera de justificar un compromiso con la racionalidad científica antes que, por ejemplo, con la hechicería anzande, aparte de las premisas y los valores que la ciencia misma presupone y que en verdad ha tomado históricamente de su evolución en la cultura occidental (Giddens, 1993: 169).
José Guadalupe Posada.
¿Podría, entonces, una estética que se asuma como realista o naturalista declararse más auténtica o más verdadera que una estética grotesca, reivindicando su mayor cercanía con el objeto representado? En todo caso, lo grotesco pareciera gozar de mayor legitimidad que hace unos cuantos siglos, no obstante su reconocimiento sigue siendo relativamente marginal.
LA PRESENCIA DE LA MUERTE EN MÉXICO
Sin afán de adentrar en una sociología de la risa, quiero destacar algunas características culturales de la idiosincrasia mexicana para comprender en su justa dimensión las caricaturas del monero Hernández. La muerte en clave fantástica y fantasmal (Pedro Páramo), en clave “realista” (La muerte de Artemio Cruz), en tono alegórico (chistes, leyendas y canciones populares), en clave poética (Muerte sin fin) puebla de sus imágenes nuestra producción cultural. No digo que no se trate de un tópico universal, pero la apropiación del folclor mexicano del tema es de destacarse. Se comen dulces con forma de calavera (nos comemos a la muerte), para el día de muertos se componen “calaveras”. Recientemente se habla de la figura de La Santa Muerte como una deidad venerada en el medio del narcotráfico. Podría decirse así que la muerte está muy viva en México. Con tales antecedentes es difícil pensar que no floreciera lo grotesco en la gráfica mexicana. 39} REFLEXIÓN OPCIÓN 167
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La caricatura política tiene una larga tradición en México, siendo uno de sus exponentes icónicos José Guadalupe Posada (1852-1913), quien desarrolló la figura prototípica de la catrina (una calavera emperifollada como una mujer de la burguesía) a la que Diego Rivera le rendiría homenaje en su mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central. Las caricaturas políticas de Posada poseían un carácter burlesco en el que diferentes miembros de una sociedad con graves desigualdades eran el objeto de la risa; no son pocos los grabados y dibujos en los que aparecen esqueletos bailando, bebiendo y desarrollando todo tipo de actividades. Dicho sea de paso, Posada fue encarcelado en más de una ocasión debido a la agudeza de sus caricaturas políticas. Así, dejando de lado el lugar común que ubica lo humorístico en un espacio de poca importancia para la cultura, es necesario destacar el lugar que tiene la crítica hecha desde ahí. La caricatura política puede lograr un efecto de ligereza, pero como se irá viendo, a veces ocurre todo lo contrario: mirar la sección de cartones de La Jornada, o el link con el cartón de Hernández puede a uno dejarlo con una profunda desazón, aún si también ha reído o emitido una leve sonrisa. OPCIÓN 167 REFLEXIÓN
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En el cartón titulado “Nuevo Eslogan” aparece Felipe Calderón clavando un afiche del gobierno federal en el que reza la frase: “Para que la droga no llegue a tus hijos… te los estamos matando”. La primera parte del eslogan es en efecto una frase que se usó en la publicidad gubernamental. Calderón es representado como enano y narizón bajo una estrategia clásica de su oficio: “Siempre se desprenderá de [una fisonomía] el esbozo de un posible gesto, una deformación preferida […] El arte del caricaturista consiste en captar ese movimiento, a veces imperceptible, y hacérnoslo visible, agrandándolo” (Bergson, 1973: 27). Wolfang Kayser a su vez considera que el artista enfatiza la monstruosidad del sujeto retratado sin que desaparezca la similitud (Kayser, 1981: 30). Así, ese retrato absurdo del monero Hernández nos entrega a un Calderón ridículo luego de que en febrero de ese año habían muerto doce adolescentes y dos adultos en un festejo en Ciudad Juárez (Villalpando y Breach, 2010). Meses más tarde, ante una nueva situación de asesinatos, el presidente dijo por equivocación que los jóvenes que habían sido asesinados, esta vez en Torreón, pertenecían a pandillas, para luego disculparse y decir que eran deportistas (Ramos, 2010). La ironía con la que trata el monero Hernández el caso pareciera retratar un absurdo, pues evidentemente la campaña federal no promueve la muerte (aunque se ha justificado la oleada de asesinatos en general como daños colaterales), pero justamente lo que logra la caricatura es mirar los hechos desde una óptica que evidencia la situación de violencia que ha vivido el país en los últimos años. Wolfang Kayser cita a Reinhold Lenz cuando dice que la comedia es una imagen de la sociedad humana, pero cuando surgen problemas serios dicha imagen no puede ser humorística (Kayser, 1981: 41). ¿Realmente funciona así? Sabemos que los seres humanos empleamos el humor incluso en las circunstancias más adversas, a veces incluso precisamente porque se convierte en una necesidad para aligerar el peso de dichas circunstancias. Unas páginas antes en su libro, Kayser sostiene que lo grotesco se diferencia claramente de la caricatura humorística y la sátira tópica, a pesar de las dificultades que existen a veces para distinguirlas (Kayser, 1981: 37). Lo cierto es que a menudo se combinan y si bien lo grotesco se asocia con la deformidad, lo anormal, lo extraño o extravagante, no excluye de facto a lo cómico. En el caso del caricaturista al que nos acercamos, lo grotesco sirve a lo humorístico en la medida en que acentúa la condición de por sí ya absurda de la llamada Guerra contra el Narcotráfico (aunque el presidente ha negado haber usado la palabra guerra). En un tono irónico, que no humorístico, el periodista Gilberto López y Rivas escribió un “Glosario de la ‘guerra contra el narcotráfico en México’” donde define: Guerra contra el narcotráfico. Eufemismo con el que se pretende ocultar: a) la estrategia de un usurpador para afianzarse en el poder; b) el emplazamiento del Ejército en todo el territorio como fuerza de ocupación represiva; c) el apoyo a uno de los
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cárteles frente a sus rivales a través de una carnicería sin fin; d) el incremento del enriquecimiento inexplicable de una buena parte de la jerarquía castrense, policiaca, judicial, religiosa y de la clase política en general; e) el afianzamiento de la injerencia y control de Estados Unidos sobre México; f) la criminalización de los movimientos sociales; g) la guerra social contra jóvenes y pobres y la guerra sucia contra los opositores (López, 2011).
La muerte, dicho esta vez en un sentido literal, ha venido acechando a la población mexicana de forma por demás violenta. Irónicamente, la periodista Alma Guillermoprieto adjetiva esta oleada de crimen como carnaval grotesco: “Cerca de 30,000 personas han muerto en México durante los pasados cuatro años en un grotesco carnaval de tiroteos, decapitaciones y mutilaciones” (Guillermoprieto, 2011). Si bien la oleada de secuestros y asesinatos no es algo que pueda achacarse directamente al gobierno federal, es claro que la llamada política de guerra, arriba ‘definida’, ha fomentado la violencia. En todo caso, las noticias de muertes en diferentes regiones del país dificultan un alejamiento del objeto del humor. Ya no se trata de la muerte alegórica que figura en las calaveras del 2 de noviembre, es una muerte cercana, cotidiana, dolorosa. LÍMITES DEL HUMOR GROTESCO O LA RISA DESDE EL DOLOR
Personalmente, cuando vi el cartón “Nuevo Eslogan” en un mensaje de Facebook no logré el distanciamiento que cede a la risa, como pasa frecuentemente con los cartones de Hernández. ¿Podemos reírnos de lo que nos duele? La respuesta pareciera obvia desde la lógica de la distancia. Es necesaria también la distancia temporal, sostiene Roas refiriendo la respuesta de Woody Allen acerca del humor después del 11 de septiembre (Roas, 2003: 53). Ahora bien, es claro que el cartón “Nuevo Eslogan” no coloca como objeto de risa a las personas asesinadas, sino la política antinarco que ha implicado, de entrada, una presencia militar constante y cada día mayor en las calles. El humor grotesco permite, así, desde la distancia y la superioridad ridiculizar las acciones de sujetos concretos de la política. Es en ese sentido una especie de escape o alivio que precisamente cabe en la caricatura cuando esta linda en lo absurdo. Sin embargo, este cartón en concreto estaría señalando a Calderón como un asesino de menores de edad; la cuestión se vuelve muy delicada en términos políticos.
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CONCLUSIÓN
En esta época, sea que la llamemos posmoderna o para el caso de México poscolonial, el humor grotesco se manifiesta como una de las estrategias de representación de la realidad heredera de la(s) historia(s) del arte y el pensamiento. Con ello, una serie de concepciones estéticas enmarcan sus caminos de acción: lo grotesco tiene lugar en los márgenes de la realidad y el humor es una estrategia de transgresión de dichos márgenes. Así, el humor grotesco se erige como una tentativa que denuncia la inconsistencia de las visiones unívocas, sea en lo filosófico, lo científico o lo político. Tanto el humor como lo grotesco y la teorización respecto a esas categorías emergen en contracorriente de un pensamiento monolítico. Quizás sea por ello tan difícil delimitarlas; lo cómico como lo no serio, lo grotesco como lo no posible son apenas esbozos de un intento por definirlas. Las condiciones históricas juegan así un papel determinante tanto en la construcción de categorías estéticas, como en la legitimación de unas por sobre otras. Las caricaturas políticas del monero Hernández son un ejemplo claro del uso de un humor grotesco en el que conviven la sátira, la ironía, lo meramente cómico, la deformación monstruosa, entre otros elementos como estrategia de crítica social y política. La posibilidad de la risa se sitúa al lado de una situación dolorosa, tratándose así de un concepto de humor heredero de la comicidad moderna (siguiendo a Grojnowki). La risa con raíces en lo grotesco se establece como posibilidad de vínculo entre la realidad observada en directo, y a través de los medios de comunicación, y el receptor. Si la realidad vivida día a día contiene ya sus sabores y sinsabores, después de enterarse de todas las noticias del mundo echar un ojo a los cartones que hablando de lo mismo pueden al menos hacernos sonreír, el humor grotesco en su vertiente dentro de la caricatura política puede quizás al menos relajar la angustia, y en el mejor de los casos hacernos reflexionar desde un punto de vista muy distinto al que nos deja una mera lectura de recuento de bajas.
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{EXÉGESIS}
Breve repaso sobre Esteban Illades Licenciado en Derecho por el itam. Estudiante de la maestría en Periodismo, columbia university.
las protestas del 2011 LOS PAÍSES ÁRABES Y EL MEDIO ORIENTE
La inmolación de Mohamed Bouazizi a finales de 2010 en Túnez fue el catalizador de lo que ahora conocemos como la “primavera árabe”. Bouazizi, un vendedor callejero, se prendió fuego después de sufrir lo que su familia describe como “una humillación” por parte
del gobierno. La policía le quitó las balanzas de su carro de comida y le escupió encima, entre muchas otras vejaciones. Bouazizi, cuya única fuente de ingreso era lo que vendía en el carro, procedió a inmolarse. Las autoridades no le hicieron caso cuando reclamó. No vio otra opción. Tanto en Túnez como en el resto de los países de África del Norte y el Medio Oriente, donde el hartazgo es palpable, la consigna es la misma: derrocar al gobierno. Los Estados autocráticos han reprimido a los pueblos árabes desde mucho antes que nacieran los inconformes de ahora. Se trata de gente que no conoce otro tipo de vida. No obstante –y con toda razón–, están hartos de sus condiciones actuales.
ESPAÑA
Los famosos indignados que tomaron el centro de Madrid hace unos meses constituyen un símbolo similar al de los países árabes. Las condiciones en España son bastante adversas. El desempleo ha alcanzado niveles alarmantes. Y al igual que en los otros “piigs” (Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España), la economía del país está al borde del colapso. La gente no sabe/ supo cómo reaccionar. Desde el punto de vista social, lo más sencillo (o tal
vez lo más desesperado), fue tomar la Puerta del Sol. Acampar durante las elecciones y publicitar las quejas. OPCIÓN 167 EXÉGESIS
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OCCUPY WALL STREET: NUEVA YORK El 17 de septiembre, un grupo conformado por Anonymous –los “ciberactivistas” que tiran sitios web de vez en cuando, incluyendo los del gobierno mexicano– y otras organizaciones, llamó a “ocupar” Wall Street, la calle insignia del sistema financiero estadounidense. La idea era acampar indefinidamente para mostrar el descontento de los estadounidenses comunes –autodenominados “el 99%”– porque, para ellos, el país está dividido en dos: el 1% que controla todo y el 99% restante, que sufre las consecuencias de los actos de los primeros. Como otros movimientos actuales “Occupy Wall Street” es una respuesta a la situación actual. Es muestra de un hartazgo generalizado. El propósito sigue siendo el mismo: que se les escuche. Muchos han perdido su trabajo, su casa, su dinero y no tienen prospectos. Se manejan como una especie de última opción: ya no saben qué hacer sino tomar las calles. El gobierno les ha fallado.
CHILE
Probablemente el único movimiento completamente desarrollado es el de Chile. Los estudiantes, desde mayo de este año, buscan modificar el sistema educativo. Han marchado, protestado y, más importante aún, presentado propuestas asequibles. A pesar de que sus demandas no han sido cumplidas en su totalidad, el movimiento chileno ha cosechado éxitos: el senado ha llevado a cabo votaciones sobre el papel del Estado en la educación superior, y se ha discutido cambiar el modelo actual -que favorece la educación privada, a uno con mayor participación gubernamental. LONDRES, REINO UNIDO.
En Londres, lo que empezó como una protesta por el homicidio de Mark Duggan a manos de la policía se convirtió en un motín masivo. Miles de personas tomaron las calles, incendiaron comercios y saquearon todo lo que pudieron. Los eventos en Londres -y después en gran parte de Inglaterra, fueron como los demás. La acción colectiva (en este caso violenta) como medio para demostrar el hartazgo generalizado.
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Juan Manuel García Almaguer
Indignados es plural
Estudiante de Administración, itam y Economía, unam.
Juventud, ¿sabes que la tuya no es la primera generación que anhela una vida plena de belleza y libertad? albert einstein
C
ada día, al salir de la casa, ves en el reflejo de las vitrinas de los colosos arquitectónicos que cargas con un yugo impuesto por el tiempo, decorado con la facultad que estriba en el poder mal ejecutado. El resumen del día es fácil: el ánimo cae, las sonrisas se difuminan poco a poco, caras quietas, noches largas que son utilizadas para revolver las sábanas mientras se piensa; esperanzas que asfixian, mas no mueren, mientras su espacio de hábitat, la paciencia, se reduce. Una chispa, efecto de la reunión de ciertas mentes activas, crea el fuego que se propaga entre aquellos que silenciosamente se lamentaban por su experiencia y situación, sin saber que era el denominador común de sus semejantes. La concatenación de demandas, exigencias e ideales internos se expande; entre los murmullos se va formando una conspiración contra el maltrato y la negligencia que termina por escribirse en el contorno del corazón de las personas irritadas, fastidiadas, indignadas... El paso más difícil es el primero, después de él sólo resta seguir lo que el espíritu dicta y éste siempre desea avanzar. Una generación impaciente, anhelante de mejorar lo que está delante de sus ojos y a través de los mares; el medio predilecto de la juventud, el internet, es su aliado; las redes sociales dan impulso a las iniciativas y más cuando lo que se lee también se piensa. Se da una fecha, se indica el lugar y los extraños se unen para levantar la mano, mano que brilla en la oscuridad y traspasa los husos horarios, omite barreras y corre minuto a minuto como una voz levantada por el viento que proviene del cambio. Cambio que se sueña. OPCIÓN 167 EXÉGESIS
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Un juicio que halla culpable al gobierno en turno; las artes derrochan obras diariamente, poemas de inconformidad, drama teatral por las calles, piezas musicales que llevan lágrimas en sus letras, se siente y se vive, se cree y se logra conmover a los más duros de corazón. El hartazgo es general, y los jóvenes conforman el batallón que con cantos de guerra y sin usar armas ni escudos ordenan un cambio. Los favores fueron negados, es tiempo de cumplir las demandas. Los que llenan las plazas y se citan en lugares específicos tienen un apellido en común que puede ser traducido a todas las lenguas. La dinastía lleva la esperanza en la frente y su apellido en la suela de cada zapato. Al caminar, al sentarse, al correr mientras las autoridades los persiguen, dejan tatuada su leyenda en el asfalto y los parques. Hoy se puede leer desde cualquier lugar lo que había en esas suelas: Indignados. IndignadoS se escribe con S al final y no es casualidad, su forma es plural. Los indignados son todos, los valientes y embajadores aquellos que salen a las calles. El grito final es el resumen del unísono que brota del pecho, grito que deletrea con cada palpitar: ¡y a b a s t a! Indignados es plural...
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Leticia Luna Licenciada en Periodismo y Comunicación por la unam. Postgrado de Literatura en La Habana, Cuba y la maestra en Creación Literaria por la Casa Lamm.
RÍOS DE SANGRE Para Ollin Alexis Benhumea (†), quien murió días después de que le golpeara un petardo de gas lacrimógeno en la cabeza durante una de las Batallas de Atenco
I
Al amanecer la policía sitió al pueblo un joven bailarín expiró en la pureza de su lucha más preciada cada vez que alguien muere en manos de sus perseguidores el mundo se pudre de rabia y de blasfemia
II
Hoy tu recuerdo no es la rabia es la soledad es tu familia mirando en el hospital tu cuerpo silenciado son los separos de la policía poblados de crímenes impunes las mujeres secuestradas en una ráfaga de violentas sombras la cobija de los campesinos quienes piden justicia y reciben palos y más palos en la habitación vacía de este país cuyo viento helado recorre los caminos con sus ríos de sangre
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III
Ayer la violencia recorrió la ciudad —dormíamos— sólo unos cuantos despiertos alcanzaron el llanto
IV
Dios Dios
mira cómo me visten de sangre mira cómo me rechinan los dientes
V
Hace más de cinco siglos blandieron los machetes El aire vino con su vendaval de lamentos cuando los brazos del joven bailarín se enlazaron en el duelo que llora el eucalipto de pie frente a su abismo Con machetes y flores sobrevivirá Atenco.
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Siqueiros, 1958-1963
Fotografía de Héctor García.
El pintor indignado
“De pronto, me parece imposible vivir en esta celda, donde sólo puedo pintar cuadritos”
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avid Alfaro Siqueiros escribió sus memorias en la Cárcel de Lecumberri entre 1961 y 1963. En ellas afirma -sin matices- que el movimiento ferrocarrilero de 1958 “significaba, simplemente, con toda la simplicidad imaginable, la lucha inicial de los mejores obreros de México, de los más conscientes, por sacar al movimiento sindical de ese horrendo pozo negro de corrupción sindical que existe en nuestro país”. Se le acusaba de un delito tipificado como “disolución social”; de haber protestado contra la represión política que sufrieron obreros y líderes sindicales por parte un gobierno autoritario y tramposo que calificó su huelga como ilegal. Sin embargo, las reflexiones de Siqueiros desde la cárcel son
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evidencia de una forma de protesta que supera los límites de la huelga y se convierte en una forma de resistencia única. Con su testimonio de vida- su encierro y sus memorias- se refleja la capacidad humana de no recortar la conciencia; nos recuerda el gran valor de esas voces de indignación que se alzan frente a un clima de silenciamiento y aún ante la falta de libertad. Sus memorias, compiladas en el libro Me llamaban el Coronelazo (Grijalbo, 1977), son un punto de encuentro con la responsabilidad cultural, civil y política de un hombre que representaba mucho de lo que el siglo xx mexicano tuvo de original: la izquierda, el muralismo y la disidencia. Recupero aquí algunos fragmentos de sus memorias; su forma de manifestar con fuerza y congruencia la indignación y el descontento sigue siendo un llamado a la conciencia política de hoy. Yo siempre he fluctuado entre la actividad política, por física, y la actividad artística. Tengo la impresión de que el gobierno, con su idiota represión en contra mía, me ha devuelto definitivamente a la política. En los últimos años yo estaba prácticamente dedicado al muralismo. Fue la acción salvaje del gobierno contra los ferrocarrileros lo que me impelió a participar en la fundación y actividades del Comité de Defensa de los presos políticos y las Libertades Constitucionales. Yo no puedo ver a veintitantos obreros ferrocarrileros que sufren el más injusto de los encarcelamientos desde hace dos años y medio (...) sin pensar que los autores de tal crimen deben recibir su merecido.(....)quienes han hecho esto, desde el presidente de la república hasta sus más insignificantes lacayos, deben sufrir las consecuencias de su crimen sin nombre. Empecé a recordar la miseria de México, el fanatismo de México y más que nada, esa inconmensurable simulación, que es como una especie de manto que envuelve al país entero con todos sus hombres. Es hacer lo contrario de lo que se dice y ese decir hipócrita, repetido, babeante, de cosas que no se tiene de ninguna manera el propósito de realizar. “¡La Revolución Mexicana, la Revolución Mexicana, la Revolución Mexicana. Algo excepcional en el mundo, sin antecedentes en nada, que apareció en nuestra tierra como por arte de magia, en una especie de isla separada del globo terráqueo, una idla flotante, capaz de resolver sus originales problemas con sus originales medidas...”
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Pinté un autorretrato, en el que me esforcé por objetivar todo lo subjetivo de mi estado de ánimo interior. Se trata de una obra espontáneamente hecha y que indudablemente responde a uno de los cambiantes estados de ánimo de todo encarcelado político, que es, en la inmensa mayoría de los casos, una víctima del despotismo. En decenas de ocasiones declaré: “O soy pintor muralista o no soy pintor”. El cuadro de caballete me repugna, me parece odioso: delante de él siento su destino inevitable: la sala del rico, con sus “cheslongues”, sus cortinajes, sus perros, sus gatos, sus rinconeras, su peste a nalgas de largas horas de reunioncitas jaiboleras y en el mejor de los casos, siento lástima por aquel final que van a vivir mis pobres pinturas transportables. (...) el cuadro, cuando mucho es un apunte una nota, un recordatorio, pero nada más. Es algo no integrado que sólo puede tener valor ya transcrito en el muro. (...) Lo monumental es lo grande, lo amplio, lo ancho, lo alto, lo hondo, lo que ocupe millares de metros cúbicos de espacio, o bien, que se proyecta desde fuera hacia el infinito. Un arte grade, difícil, en que han tenido que intervenir muchas soluciones científicas, ligado a la materia de la edificación, a la mecánica, a la iluminación, a la acústica, y lo más importante de todo, para servir funcionalmente a colectividades, al hombre, y no a la simple apropiación individual de algún furtivo exquisito. Mi pintura futura esta sujeta al sesgo que tomen los acontecimientos políticos en el país. Contribuir a la transformación política de México empezando por la restitución de las libertades democráticas, tiene que se mi primera tarea como hombre, como ciudadano y como pintor.
andrea gonzález aguilar.
David Alfaro Siqueiros, La hiena sobre Latinoamérica.
miembro del consejo editorial de opción.
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La rebelión hedonista:
El camino hacia una política posmoderna Eric M. Tomasini-Bassols Estudiante de Ciencia Política, itam. Miembro del Consejo Editorial de Opción.
E
l vacío es la definición misma de la posmodernidad. No hace falta leer a Lipovetsky para comprender que la ausencia de ideologías dominantes y el rechazo a los macro-relatos moldean el nihilismo vigente en un mundo que, en términos de Fukuyama, ha llegado al “fin” de su historia. En este contexto de anomia constante, la postura situación política de los individuos fluctúa entre el distanciamiento voluntario de toda forma de actividad políticogubernamental –evidenciado en el abstencionismo electoral creciente– y la recuperación de la herencia del siglo xx: guerrillas diseminadas, pequeños partidos no oficiales, formación elitista de cuadros políticos institucionales distanciados de las “masas”, agrupaciones radicales de poca monta y organizaciones no gubernamentales. Casi toda la política actual representa un marisma de puntos sin cohesión que ha flotado en el mismo vacío por años. Paralelamente, los problemas más graves del mundo siguen vigentes y, más que nunca, hoy cobran una visibilidad inigualable; porque la miseria humana es cada vez más tangible, más vívida, más real. La encontramos en todas las esferas de la vida: de la cuna a la tumba, tan omnipresente como el poder mismo (Foucault), porque proviene, inequívocamente, del mal uso de éste. Toda miseria es un abuso de poder, una violencia de índole económica –de un libre mercado que busca ser un fin y no un medio–, moral –de instituciones civiles que persiguen la hegemonía de las conciencias a costa de la libertad– o política –lo que Gilles Deleuze llamaría un “microfascismo”, refiriéndose a la opresión invisible pero real de los grupos de poder, posterior al fascismo violento de los golpes militares y las persecuciones armadas.
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Frente a un horizonte cada vez más reducido de posibilidades, la pasividad política de la “era del vacío” ante su propia miseria y su desafección característica son respuestas perfectamente entendibles, mas no justificables. El que sean entendibles en su coyuntura histórica no les resta su aspecto negativo, pues son la negatividad misma: la no realización como medio para la realización, así como la recuperación prácticamente necrofílica de las respuestas del pasado en un mundo ahistórico que ha trascendido su propia noción de historicidad (Derrida), no pueden ser medios viables para lograr una verdadera reparación de la miseria. La reparación y la disminución de la miseria humanas, mas nunca su eliminación absoluta –el ideal y el absoluto siendo los últimos cadáveres de la modernidad–, aún representan el mayor conflicto de la sociedad mundial. Y la pregunta ¿cómo resolver la crisis política contemporánea en la perspectiva de una transformación social viable para la posmodernidad? es quizás una de las más importantes. Si la política, entendida sobre todo como condición de vida, pasa ahora por una grave crisis de valores cuyo mayor problema es la falta de referencias, nuestro objetivo será brindarle referencias que, adaptadas a las condiciones objetivas del mundo contemporáneo y actualizando las respuestas del pasado, le permitan regenerarse. Es este el comienzo de lo que el filósofo francés Michel Onfray llamará, en Política del rebelde, “la política hedonista”. LA REVOLUCIÓN INDIVIDUAL
Para tiempos individualistas, las revoluciones no pueden serlo menos. Antes de concebir la acción política práctica, es necesario pasar por una fase de despertar intelectual, un hacer epojé, que permita constituir al individuo, despojarlo de sus atavismos primarios y sentar las bases para la praxis posterior. Este paso –el más difícil, pues representa una verdadera liberación mental– consiste en la adquisición de conceptos fundamentales indispensables para toda actividad política posterior. En esta dinámica, es necesario un rechazo completo al idealismo en todas sus formas y, en particular, a la herencia platónica teísta en todas sus variantes religiosas: el reconocimiento del cuerpo, en lugar del alma, como punto de partida del ser humano, o en términos de Sartre, la existencia que precede a la esencia; el despojo de toda moral judeocristiana y de sus instituciones (la familia monogámica y el matrimonio, la Iglesia, la patria, todos los fetiches). En conclusión, un ateísmo materialista tajante para con uno mismo, sin el cual no es posible la trascendencia del vacío fundamental de la vida humana (la trascendencia del suicidio, según Camus). A partir del despojo de la moral cristiana, se pasa a la moral hedonista, que pone en relieve el cuerpo y el placer frente a las construcciones imposibles de la moral kantiana, desplazando así a lo Bueno por lo Bello: una moral que privilegia la belleza y el placer por encima de todo, en palabras de Chamfort: “La búsqueda del placer para sí y para otros, y la evitación del dolor para sí y para otros, he ahí la base de toda moral”. La búsqueda de placer personal –placer que pasa inevitablemente por los sentidos y puede llegar a ser OPCIÓN 167 EXÉGESIS
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Vittorio Carvelli, New Narcissus.
tremendamente elevado a la vez que dionisíaco en términos de Nietzsche (el arte y la gastronomía fina, el cuerpo masculino y el femenino, el vino y los “paraísos artificiales”)– no tiene otra consideración que el placer de los demás. Así, las relaciones intersubjetivas dan lugar al libertinaje moral, entendido como el acto de dar y recibir placer sin impedimentos ni obstáculos, así como el rechazo al dolor en todas formas. No se trata, pues, de generar un hedonismo elitista que se privilegie a sí mismo, sino más bien una sociedad hedonista en donde cada individuo busque su propio placer y el del Otro, no el de la sociedad como un todo –pues la sociedad no vive, no tiene cuerpo–, sino de todos aquellos con los que formamos relaciones intersubjetivas y que no nos causan daño. La decisión moral se convierte, paralelamente, en una decisión racional que para Epicuro se resume en realizar todo aquello que, conscientemente, no nos produzca dolor a futuro, ni a nosotros ni a los demás, aunque en el instante pueda producir placer; e inversamente, realizar lo que a futuro produzca más placer aunque en el instante pueda causar dolor. El proceso termina 55} EXÉGESIS OPCIÓN 167
siempre con un cálculo utilitario (Bentham) en el que el saldo de la suma de placer y la resta de dolor siempre sea positivo: hacer el mayor bien posible para el mayor número posible. El autoconcepto es de extrema importancia, pues el rechazo de la moral cristiana, conjugado con la entrega a una moral hedonista, genera nuevas concepciones del Ser como un ser que siente placer y que debe buscar el mejoramiento de sus propios placeres –La escultura de sí para Michel Onfray– (mejor comida, mejor bebida, mejor apreciación artística, mejor erotismo) y de los placeres de otros (el derroche placentero y el regalo frente al ahorro de sí mismo y de sus bienes, la dádiva y la apertura frente a la cerrazón, la comunidad de individuales frente a la individualidad de los comunes). Es en este momento que podemos empezar la praxis. LA REBELIÓN CONSTANTE
Pasada la etapa de la Revolución Individual, el ámbito práctico es eminentemente simple pero necesita, para su conveniente desarrollo, la mayor constancia posible. Encara dos perspectivas coexistentes: la primera de ellas es el rechazo y la segunda, la acción. En efecto, toda praxis corresponde a una disyuntiva entre lo activo y lo pasivo: a pesar del oxímoron que pueda parecer, existe una “actividad pasiva”, que manifiesta la no actividad como forma, simbólica, de actuar. Es el caso de la resistencia pasiva tan alabada por Thoreau y que ahora cobra importancia de nuevo, una vez más desde la guerra de Vietnam en Estados Unidos y el Mayo del 68 francés. La resistencia a todas las formas de opresión es un medio no violento de contribuir a la erradicación de la violencia ejercida diariamente y en todos los ámbitos de la vida. En cualquier democracia en donde el “microfascismo” se manifiesta, la resistencia civil pasa por el no respeto a las leyes, escritas o no, que perjudican a la mayoría y benefician a la élites que ostentan el poder. Es, por ejemplo, la huelga en la empresa donde no se respetan los principios laborales; el rechazo a los atavismos ligados a nuestra tradición judeocristiana, como los relativos al castigo al aborto, la eutanasia y la unión libre, así como el rol secundario tradicionalmente atribuido a la mujer y la categorización de la homosexualidad; el rechazo permanente a la militarización, al armamentismo y al enfrentamiento bélico, como condición para asegurar la paz; y, finalmente, el rechazo al consumo de productos y servicios que perpetúen las peores condiciones laborales para los trabajadores de los países industrializados y, en particular, del tercer mundo, o, como lo pone Franz Fanon, los Condenados de la Tierra. La praxis propiamente activa de la rebelión constante tiende, por inercia, a un replanteamiento del socialismo libertario –llamado a veces anarquismo socialista–, pues no busca una mayor estatización de las personas o de los medios de producción, sino lo contrario: la posibilidad de generar alternativas autosustentables al Estado, sin perder jamás de vista que esta moción no es incompatible con la búsqueda de mayores garantías sociales para la población general. Este tipo de praxis se concretiza en diversos frentes y es rendida posible según el principio de Gulliver (Onfray) por medio del cual todos, gracias a la fuerza de OPCIÓN 167 EXÉGESIS
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Egon Schiele, 1915.
nuestra única acción individual asociada a la de los demás, podemos deshacernos, como los liliputienses de la obra de Swift, de nuestros monstruos más grandes. Los frentes más usuales son la crítica y la exposición abierta de la violencia “microfascista”, a través de todos los medios posibles, que genere conciencia de aquélla en el seno de la población. La construcción, gradual y progresiva, de comunidades autónomas que surjan cuales flores en el desierto urbano y rural, bajo la forma de viviendas cooperativas o como nuevas construcciones humanas, autosustentables y fundamentadas en el comercio equitativo y el uso privado de bienes comunitarios, que empujen hacia un desarrollo del individuo y no hacia su alienación. Las cooperativas obreras y campesinas, como alternativa competitiva a la libre empresa explotadora. Las asociaciones de egoístas, que a diferencia de los sindicatos, surjan con un fin específico y se disuelvan tan pronto el fin haya sido alcanzado (Stirner). La creación de centros de enseñanza y de distribución gratuitos, en donde, a cambio de trabajo comunitario, la población general tenga a su alcance las artes, las ciencias, las técnicas y los placeres dionisíacos que reúnen en lugar de segregar, a la inversa del arte apolónico burgués, reservado a las élites intelectuales. Toda praxis hedonista se resume en pintar el colorido ahí donde sólo hay edificios grises; en cantar y bailar ahí donde sólo el silencio domina, ese silencio de Simon & Garfunkel que “crece como un cáncer”. Es colocar la flor en la bayoneta, una vez más.
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EN POCAS PALABRAS…
La Rebelión Hedonista es el conjugado de dos proposiciones principales: la revolución individual y la rebelión constante. Toma su fuerza del individuo y de la firmeza de sus convicciones, aunque su flaqueza frente a la adversidad puede quizás ser su mayor debilidad; parte de él y, transformándolo internamente, transforma a toda la sociedad sin la violencia que intenta evitar. Es una decisión de vida, no una ideología; un modo de actuar, no una fe. Quizás sus elementos de mayor peso sean la facilidad y el pragmatismo con que se puede considerar a la sociedad, al Otro y a sí mismo desde una perspectiva hedonista, toda vez que no significa que las condiciones adversas sean menores, y las esferas que ejercen su hegemonía estén dispuestas a dejar de hacerlo. Sin embargo, la ventaja es que no se trata de una lucha de clases, sino de una lucha de individuos; no una lucha de armas y sangre, sino una lucha de palabras y acciones. Es una lucha que crea y no destruye; que rinde culto a la vida y al placer; un magnífico Eros liberador, que se aleja del Tanatos destructivo. Es una celebración de la alegría que junta sin separar; una rebelión inmersa en el presente que no espera mañanas. Su fracaso está en la desidia o en la sangre; sin embargo, el hedonismo rechaza ambas pues no cree en días del juicio ni en absolutos, sino que se construye, poco a poco, con todos, desde adentro hacia afuera. Eventualmente, si la vida humana ha de tener algún sentido, la política hedonista propone que éste sea el cuerpo y el placer, y el Otro y su placer. En estos tiempos posmodernos, la respuesta sigue estando en el viento…
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N
1968: EL DÍA QUE MURIÓ DUCHAMP
o se puede comprender el México contemporáneo sin, al menos, mencionar la herencia de un año tan complejo como 1968. Año cumbre de To ma una generación completa, 1968 representó, como sucede do de: La g en pocas ocasiones en la historia, la yuxtaposición de ráfic a del 68 . movimientos libertarios alrededor del mundo, en un frenesí revolucionario que no conoció barreras; París, Praga, Chicago y muchas otras ciudades fueron el escenario de una obra monumental creada, como se acostumbra decir, al rojo vivo. Ira espontánea, búsqueda de utopías aquí y ahora, los ideales y anhelos de la juventud se materializaron, y México, país de contradicciones, no supo ser la excepción. Si el sexenio de Gustavo Días Ordaz había estado anteriormente marcado por ser de mano dura (recordemos la huelga de los doctores en 1965), ésta no llegó a los extremos de violencia que pudo alcanzar el fatídico 2 de octubre, culminación violenta de una serie de huelgas, marchas y manifestaciones estudiantiles que habían tomado curso desde el verano del mismo año. La masacre de Tlatelolco representó más que la brutal supresión de una población civil completamente desarmada e indefensa: fue el súmmum de una confrontación entre ideologías, de una lucha generacional en donde quedaron para siempre atrapados, como los estudiantes en la plaza de las Tres Culturas, los conceptos de libertad y democracia, salvajemente estrangulados en la primavera de su explosión por las manchas sangrientas de la represión y la tiranía. Si el 68 representó tal punto de quiebre, fue sobretodo porque fue una bomba de rápida combustión que inflamó las mentes y los cuerpos de la juventud mundial, cuyo impulso de rebelión e insumisión fue tan vívido como fugaz. En efecto, la década que siguió fue el testimonio de un mundo defraudado con sus propias creaciones, en donde nada, o casi nada de lo que fue imaginado se llevo a cabo, aplastados todos los sueños. El 2, de octubre, el día que murió el primer revolucionario del siglo en el arte, Marcel Duchamp, parecía que morían con él muchas de las esperanzas de cambio hacia una vida más humana; sin embargo, es posible afirmar que sigue vivo, en este comienzo de siglo xxi, el impulso revolucionario juvenil tan querido por Duchamp pues, como reza su epitafio “De hecho, son siempre los otros los que mueren”; nosotros, los que seguimos vivos, no dejaremos esta mecha sin quemar. eric m. tomasini-bassols. miembro del consejo editorial de opción.
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Carla Sofía Loyo Martínez Estudiante de Derecho, itam.
Los pasos guardan deferencia
Siento en sus voces la nostalgia del compromiso y escucho en sus ojos la impotencia ante el tiempo. Las palabras no voltean miradas, no detienen pasos, no calientan cuerpos, no llegan a ser eco, no son nada.
La indiferencia reina en el soplo del viento y las únicas lágrimas derramadas son las del cielo.
* Deferencia: adhesión al dictamen o proceder ajeno, por respeto o por excesiva moderación (rae).
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El fetichismo de la oposición
E
n los años oscuros posteriores al final de la Segunda Guerra Mundial, Adorno y Marcuse, haciendo un recuento de lo que había perseguido la Escuela de Fráncfort –escuela de pensamiento a la que pertenecían– en un primer momento, dada la inconsistencia de la filosofía hegeliana para lograr alcanzar un proyecto social emancipador, decidieron romper con esta tradición. De seguir en la misma línea hegeliana, concluyeron, los accidentes, las perversiones, la barbarie y todo el sufrimiento que esto conlleva terminarían por comprenderse e incluso perdonarse al llegar ser parte del irrevocable plan de superación por el cual la historia atraviesa hasta llegar a su fin: la síntesis del espíritu absoluto a través del tiempo. Todas las tragedias podrían disculparse al ser ellas parte del peaje que estaríamos dispuestos a pagar para llegar a esta síntesis final. Adorno y Marcuse decretaron entonces que, o bien no existe esta síntesis final, o ya llegamos a ella y la reconciliación no fue absoluta. Es así como ambos filósofos sufrieron un profundo desencanto de las teorías marxistas y hegelianas –utilizadas en un primer momento como herramienta metodológica– que profetizaban un devenir histórico en el tiempo preestablecido por considerarlo perverso. Si bien en un primer momento era necesario reflexionar desde la totalidad absoluta para no enfrascarse en un momento relativo (tal y como el positivismo hacía con su desmedido culto a los “hechos”, del que ellos buscaban desesperadamente desmarcarse), esto resultó ser una ficción nada inocente al servicio de los intereses hegemónicos. El determinismo teleológico hegeliano haría de todos los errores y las tragedias eventos ineludibles, e incluso necesarios, para alcanzar la utopía ideal.
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Antonio Attolini Murra Estudiante de Relaciones Internacionales y Ciencia Política, itam.
1 Theodor Adorno, “La educación después de Auschwitz”, consultado el 29 de noviembre de 2010 en: http://www.scribd.com/doc/ 4004800/1967-Teodor-AdornoLa-educacion-despues-deAuschwitz
2 Ibid.
3 Tesis expuesta en su libro Dialéctica negativa publicado en 1966.
“La exigencia de que Auschwitz no se repita es la primera de todas en la educación. Hasta tal punto precede a cualquier otra que no creo deber ni poder fundamentarla.”1 Así comenzaba Adorno la conferencia “La educación después de Auschwitz”, transmitida por Radio Hesse el 18 de abril de 1966. Es Auschwitz la forma más degradada de pensamiento positivo; es el exterminio políticamente racional; es la clase de mal que no tiene sentido –absurdo y sin razón de ser–. Eso lo que más indignó y aterrorizó a Adorno. Esto, a la luz del viejo presupuesto metodológico hegeliano, no puede justificarse ni interpretarse invocando a la metafísica. El mal banal de Arendt, sin sentido y carente de razón, puede ser rechazado y descartado sin razón también. El horror absurdo se puede negar sin razones. Lo urgente y necesario es lo que en otra ocasión he llamado, en este sentido, el viraje al sujeto. Hay que sacar a la luz los mecanismos que hacen a los seres humanos capaces de tales atrocidades; hay que mostrárselas a ellos mismos y hay que tratar de impedir que vuelvan a ser de este modo, a la vez que se despierta una conciencia general sobre tales mecanismos.2
Hasta ese momento, toda la tradición humanista se ha alimentado de una lógica de teodicea –proyecto filosófico que pretende conciliar la existencia del Mal con Dios (o el Bien Absoluto)– y lo único que ha logrado son metáforas de un orden social en el que se objetiviza la subjetividad: se piensa el “yo” sin atributos, sin componentes humanos. Adorno y Marcuse dedicaron su producción literaria a denunciar la complacencia con lo más cruento del positivismo y la imperativa necesidad de radicalizar la capacidad crítica de la negación. Al negar la negación, la dialéctica hegeliana –diría Adorno–3 acaba por afirmar, siendo esto contrario al progreso y la superación constante que suponía dicha lógica. El pensamiento debe reflexionar sobre sí mismo y evitar ser cómplice del positivismo y de las metafísicas encubiertas de negatividad –nada inocentes, hemos dicho– que terminan afianzando al statu quo. Pensar que Occidente era el más ilustrado, el más emancipado y el que mejor participaba de una utopía idealizada en el pensamiento no fue más que una vil mentira, pues fue precisamente en Occidente en donde surgieron Auschwitz y la bomba atómica. En esta etapa, es muy claro para los integrantes de la Escuela de Fráncfort que los horrores cometidos en nombre de la racionalidad no tienen su origen en un mal uso de la misma, sino que la esencia revelada de la racionalidad fue la que provocó tales atrocidades. La voluntad para dominar la naturaleza fracasó rotundamente. Representar conceptualmente la realidad dejando fuera todo lo que no se puede racionalizar no es sino una selección falsa y arbitraria. Lo real nunca se agota en la representación de lo real mismo. En cambio, la tendencia habitual es que aquello que no se deje atrapar en el concepto –o en la forma que se espera que aquello sea– será marginado, excluido y segregado. Lo distinto siempre será algo divergente. Lo que se presente como distinto y no sea marginado, excluido y segregado es partícipe de la dialéctica positiva que simula negar la negación y termina afirmando los hechos. Estas son las válvulas OPCIÓN 167 EXÉGESIS
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de escape que el pensamiento único permite y utiliza para refrendar y legitimar su poder. En este momento es Adorno quien llama a mirar hacia lo que queda fuera del concepto, de la representación –lo marginado, lo diferente, lo que no ha sido pensado– y a romper la construcción hegemónica artificial de la realidad, todo ello en nombre de una racionalidad supuestamente ilustrada. Marcuse señala que la sociedad capitalista es el máximo modelo de sociedad tecnologizada, automatizada y dominada.41Los mecanismos de dominación que se desarrollan al interior son tan complejos que nunca se previeron posibles y revelarlos es igualmente difícil. Se ha neutralizado toda forma de subversión a través de prácticas sutiles de dominación: el pensamiento está condicionado por prácticas sociales que hacen que el individuo quiera lo que el sistema quiere que quiera, sin necesidad de coacción exterior. La libertad es el principal instrumento de dominación, pues aunque la amplitud de opciones posibles para la sociedad es cada vez mayor, es el sistema el que fija qué es exactamente lo que puede ser escogido. Es decir, si existen 101 distintas maneras de dominio, habrá a su vez 101 diferentes tipos de amo. El sistema acepta las formas de disidencia que “cuestionan afirmando” al sistema: esto no elimina el dominio, ni tampoco elimina al esclavo. Una oposición que figura en un sistema democrático (tomando por supuesto inicial que es el modelo de organización social más apto para el desarrollo pleno de las potencialidades del hombre) de esta manera es falsa y cómplice. Este es el fetichismo de la oposición. Michel Foucault arremete, años después, contra el humanismo racionalista. Lo que el humanismo ha generado es un conjunto de discursos mediante los cuales se le dice al hombre occidental: “Si bien tú no ejerces el poder, puedes llegar a ser soberano cuanto más renuncies a ejercer ese poder y te sometas”. El propósito de Foucault es emprender una lucha filosófica-cultural con el fin de deconstruir la supuesta soberanía del sujeto revelándolo como tal: un ser sujetado a cadenas y prohibiciones culturalmente aceptadas. Los tabúes sexuales, la droga y sus inhibiciones, la idea atomizante de la acción comunitaria, por citar unos ejemplos, son algunas de las cadenas que lo mantienen sujetado a una manera de ser. Para Foucault, el ser humano es un ser constituido y no constituyente. Es por eso que debemos analizar las relaciones de poder que hacen al ser humano lo que es. Estas relaciones de poder se expresan en discursos y en saberes desde los cuales se desarrolla la génesis del sujeto, a imagen y semejanza de lo impuesto por estos discursos. Existen mecanismos de construcción discursiva del sujeto que progresivamente disciplina al ser bajo la autoridad de la ciencia, la moral, la ley o las prácticas psicológicas. Y la institución responde: “No hay por qué tener miedo de empezar; todos estamos aquí para mostrarte que el discurso está en el orden de las leyes, que desde hace mucho tiempo se vela por su aparición; que se le ha preparado un lugar que le honra pero que le desarma, y que, si consigue algún poder, es de nosotros y únicamente de nosotros de quien lo obtiene”.5 1
Tesis expuesta en El hombre unidimensional, publicado en 1964.
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4 Tesis expuesta en El hombre unidimensional, publicado en 1964.
5 Michel Foucault, El orden del discurso, México, Tusquets Editores, 2009, p. 13.
El “poder” se impone pero a la vez facilita y posibilita la realización de proyectos, ¡por eso es tan seductor! El humanismo, como proyecto emancipador, lo único que logró hacer es normalizar al sujeto dentro de la relación de saberpoder, la cual genera disciplinas que dominan y son dominadas. La idea de un hombre o de una esencia de hombre es un concepto que sirve para disciplinar, dominar y controlar al individuo. Sólo comprendiendo qué es el poder podremos resistirlo. La idea del poder es comúnmente asociada al Estado, a las leyes, las instituciones gubernamentales o a las oligarquías que detentan estas instituciones. El error está en pensar que estos elementos son causa y origen del poder y no efectos de una práctica discursiva que opera por detrás. Foucault nos ofrece una extraordinaria aproximación a la forma en que el poder opera dentro de una sociedad:
6 Michel Foucault, Vigilar y castigar, México, Siglo xxi Editores, 2010, p. 36.
7 Michel Foucault, El orden del discurso, México, Tusquets Editores, 2009, p. 14.
[…] El estudio de esta microfísica supone que el poder que en ella se ejerce no conviva como una propiedad, sino como una estrategia, que sus efectos de dominación no sean atribuidos a una “apropiación”, sino a disposiciones, a maniobras, a tácticas, a técnicas, a funcionamientos; que se descifre en él una red de relaciones siempre tensas, siempre en actividad, más que un privilegio que se podría detentar; que se le dé como modelo de batalla perpetua más que el de contrato que opera un traspaso o la conquista que se apodera de un territorio.6
Los discursos son impersonales, sin paternidad y anónimos. Están revestidos así de un aura de autoridad mucho más potente y sutil. Estas relaciones o prácticas del poder dan como resultado un discurso de clausura, de exclusión, de afirmación o de silencio que fungen como método de disciplinamiento. En una sociedad como la nuestra son bien conocidos los procedimientos de exclusión. El más evidente, y el más familiar también, es lo prohibido. Uno sabe que no tiene derecho a decirlo todo, que no se puede hablar de todo en cualquier circunstancia, que cualquiera, en fin, no puede hablar de cualquier cosa. Tabú del objeto, ritual de la circunstancia, derecho de exclusión o privilegiado del sujeto que habla: he ahí el juego de tres tipos de prohibiciones que se cruzan, se refuerzan o se compensan, formando una compleja malla que no cesa de modificarse.7
El sujeto es constituido ocupando múltiples posiciones discursivas y estructurales. El individuo no está exento, en ningún momento, de ejercer y de padecer relaciones de poder. Esto se da en las relaciones impersonales generadas al interior de nodos discursivos (legales, médicos, sociales, psicológicos, culturales, jurídicos, etc.). El poder no está en una institución, ni en una estructura y tampoco es una facultad. Lo que sí puede ser es una situación estratégica compleja al interior de un nodo discursivo que goza de intencionalidad y persigue objetivos. Es menester revelar los diagramas anónimos de poder que muestran la lógica de campos sociales y discursivos para poder hacerles frente. La psiquiatría, la medicina o la educación son campos de la sociedad que participan en un OPCIÓN 167 EXÉGESIS
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diagrama anónimo de poder que, sin duda alguna, goza de intencionalidad y persigue objetivos muy claros. El poder no da lugar a ideologías, que serían fáciles de desmembrar, sino a saberes y verdades que se consolidan como inamovibles. “Una proposición debe cumplir complejas y graves exigencias para poder pertenecer al conjunto de una disciplina; antes de poder ser llamada verdadera o falsa, debe estar, como diría Canguilhen, ‘en la verdad’”.8 Foucault utiliza un ejemplo muy claro para ilustrar esta cita; dice sobre Mendel, el botánico del siglo xix, que:
© Tanya Nagar
hablaba de objetos, empleaba métodos, se situaba en un horizonte teórico, que eran extraños para la biología de la época. […] Mendel decía la verdad, pero no estaba en la verdad del discurso biológico de su época: no estaba según la regla que se formaban de los objetos y de los conceptos biológicos; fue necesario todo un cambio de escala, el despliegue de un nuevo plan de objetos en la biología para que Mendel entrase en la verdad y para que sus proposiciones apareciesen entonces (en buena parte) exactas.9
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8 Ibid., p. 36.
9 Ibid., p. 37.
Al definir cómo se desenvuelve el poder, la “protesta” se nos revela únicamente como la otra cara del mismo, que sirve como punto de soporte para justificar su existencia. Esto se da a partir del engaño del que somos parte al pensar que el deseo que perseguimos no está mediado por nada ni por nadie. Participando en una “protesta” de este tipo, no estamos haciendo sino alimentar la misma estructura de poder que, en teoría, buscamos cambiar. Hacer esto –sin importar si se hace consciente o inconscientemente– es alimentar una oposición que termina por fetichizarse y volverse el “agente de cambio que se necesita para que todo siga igual”. Por más que en apariencia el discurso sea poca cosa, las prohibiciones que recaen sobre él revelan muy pronto, rápidamente, su vinculación con el deseo y con el poder. Y esto no tiene nada de extraño, pues el discurso no es simplemente lo que manifiesta (o encubre) el deseo; es también el objeto del deseo; pues el discurso no es simplemente aquello que traduce las luchas o los sistemas de dominación, sino aquello por lo que, y por medio de lo cual, se lucha, aquel poder del que quiere uno adueñarse”.
El discurso se vuelve el objeto mismo del deseo. Es aquel poder del que uno quiere adueñarse. El fetichismo de la oposición se da cuando, al reconocer un campo de autoridad hegemónico, la oposición se asume como la única que tiene –y merece– el reconocimiento por parte de ese campo de autoridad. Es decir, la oposición se asume como un esclavo “indignado” frente al amo “autorizado” que (por utilizar términos hegelianos) se encuentran en una tensión constante por reconocimiento mutuo. Ninguna de las partes puede anular a la otra sin anular su propia identidad. Es por eso que la oposición no puede –ni pretende– cambiar el campo de autoridad al que se está oponiendo porque entonces, en ese momento, anularía la fuente de su identidad misma. El campo de autoridad, en cambio, no eliminará a esa oposición porque ésta le sirve de punto de apoyo y sostén para legitimarse. La oposición que opera bajo las coordenadas que son impuestas por la autoridad a la que se opone es una oposición fetichizada y pierde todo carácter emancipador.
10 Ibid., p. 38.
Siempre puede decirse la verdad en el espacio de una exterioridad salvaje; pero no se está en la verdad más que obedeciendo a las reglas de una “policía” discursiva que se debe reactivar en cada uno de sus discursos. La disciplina es un principio de control de la producción del discurso. Ella le fija sus límites por el juego de una identidad que tiene la forma de una reactualización permanente de las reglas.10
Lo interesante y perverso de esta situación es que es la misma oposición (fetichizada, por supuesto) la que se vuelve esta “policía”, al determinar qué sí y qué no puede ser considerado una “legítima” oposición, jugando como cómplice del poder. De esta manera, la resistencia termina siendo un instrumento más entre los nodos discursivos del poder hegemónico. La oposición fetichizada no puede permitir que exista otro tipo de oposición que comprometa a la estructura OPCIÓN 167 EXÉGESIS
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del campo de autoridad que la está reconociendo y validado como tal. La exclusión y el dominio ya no se dan únicamente por parte del discurso de poder hegemónico, sino también de la oposición fetichizada que se reafirma como tal gracias a ese discurso de poder. Esta oposición negará y bloqueará cualquier intento de resistencia al discurso de poder hegemónico que no utilice las “vías institucionales”, “pacíficas” y “consensadas” que ella misma utiliza. Estas vías están condicionadas por una práctica discursiva hegemónica que utiliza este tipo de resistencia fetichizada como una prueba de su “inclusión” de todas las fuerzas opositoras para reafirmar su “respeto y promoción del disenso” siempre dentro del marco de la “legalidad y las instituciones”. Ejemplo de esto son las asociaciones civiles que utilizan para sí un discurso único y excluyente sobre algún asunto público, asumiéndose como las únicas merecedoras de cargar dicho discurso y nadie más. Lo que hacen, además de fetichizar a la oposición, es secuestrar una causa social para la autocomplacencia de sus miembros sin realmente hacer nada para cambiar aquello que tanto denuncian. ¿Por qué? ¿Qué está detrás? ¿Es posible evitar el fetichismo de la oposición? Foucault nos ofrece una explicación al porqué de este fenómeno: Bajo esta aparente veneración del discurso, bajo esta aparente logofilia, se oculta una especie de temor […] contra esos acontecimientos, contra esa masa de cosas dichas, contra la aparición de todos esos enunciados, contra todo lo que puede haber allí de violento, de discontinuo, de batallador, y también de desorden y de peligro, contra ese gran murmullo incesante y desordenado del discurso.11
Esto nos remite a nuestro primer planteamiento teórico con la Escuela de Fráncfort: la necesidad de que exista un pensamiento único totalizante que ofrezca una explicación causal a todo fenómeno. De lo contrario, este fenómeno es excluido y negado en su esencia por el discurso que defiende este pensamiento único. La verdadera protesta, aquella que recoge la indignación social y la traduce en un programa de acción original, es tachada y desestimada por el poder. La oposición que existe entre razón y locura resulta muy ilustrativa en este caso. Usando la exposición de Foucault, haré un apunte que me parece muy importante: Pienso en la oposición entre razón y locura. Desde la más alejada Edad Media, el loco es aquel cuyo discurso no puede circular como el de los otros: llega a suceder que su palabra es considerada nula y sin valor, que no contiene ni verdad ni importancia, que no puede testimoniar ante la justicia, no puede autentificar una partida o un contrato, o ni siquiera, en el sacrificio de la misa, permite la transubstanciación y hacer del pan un cuerpo; en cambio, suele ocurrir también que se le confieren, opuestamente a cualquier otra persona, extraños poderes como el de enunciar una verdad oculta, el de predecir el porvenir, el de ver en su plena ingenuidad lo que la sabiduría de los otros no puede percibir.12
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11 Michel Foucault, El orden del discurso, México, Tusquets Editores, 2009, p. 50
12 Ibid., p. 16.
El juego de equilibrio que hay entre la oposición fetichizada y el poder participa en una dinámica muy similar a la descrita anteriormente. La oposición fetichizada es aquel loco que es reconocido como tal por la razón, o la autoridad discursiva a la que se opone. Ser loco no nada más es una imposición, sino una condición de posibilidad para hacer muchas cosas, siempre y cuando se mantenga dentro de los parámetros de verdad que lo definen como tal. La oposición fetichizada no nada más está bajo la imposición de una autoridad que la diferencia, sino también bajo un discurso que la posibilita, que la defenderá de cualquier otra oposición que busque negar o cambiar la fuente de su identidad. La complicidad entre la estructura de autoridad y la práctica discursiva con este tipo de oposición da como resultado un sostén sólido y un aura de legitimidad al poder y a quien lo detenta. El ser humano es un polo activo capaz de constituirse a través de las grietas que el análisis del poder ha dejado. Para realizar un proyecto emancipador, primero hay que entender la naturaleza del dominio. Foucault concluye que existe un método para evitar caer en lo que yo llamo el fetichismo de la oposición. Me parece importante concluir con una propuesta, una vía de acción que nos ayude a encaminar un proyecto verdaderamente emancipador, y no uno que termine por ser cómplice de la positividad, es decir, fetichizado. Para terminar, la muy extensa pero igualmente valiosa cita de Foucault sobre su método: Se pueden señalar enseguida ciertas exigencias de método que traen consigo: s
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En primer lugar, un principio de trastocamiento: allí donde, según la tradición, se cree reconocer la fuente de los discursos, el principio de su abundancia y de su continuidad, en esas figuras que parecen representar a una función positiva, como la del autor, la disciplina, la voluntad de verdad, se hace necesario, antes que nada, reconocer el juego negativo de un corte y de una rarefacción del discurso. Un principio de discontinuidad: que existan sistemas de rarefacción no quiere decir que, por debajo de ellos, más allá de ellos, hubiera de reinar un gran discurso ilimitado, continuo y silencioso, que se hallara, debido a ellos, reprimido o rechazado, y que tuviésemos el trabajo de levantar restituyéndole finalmente el habla. […] Los discursos deben ser tratados como prácticas discontinuas que se cruzan, a veces se yuxtaponen, pero que también se ignoran o se excluyen. Un principio de especificidad: no resolver el discurso en un juego de significaciones previas, no imaginarse que el mundo vuelve hacia nosotros una cara legible que no tendríamos más que descifrar; él no es cómplice de nuestro conocimiento; no hay providencia prediscursiva que lo disponga a nuestro favor. Es necesario concebir el discurso como una violencia que se ejerce sobre las cosas, en todo caso como una práctica que les imponemos; es en esta práctica donde los acontecimientos del discurso encuentran el principio de su regularidad.
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Cuarta regla, la de exterioridad: no ir del discurso hacia su núcleo interior y oculto, hacia el corazón de un pensamiento o de una significación que se manifestarían en él, sino a partir del discurso mismo, de su aparición y de su regularidad, ir hacia sus condiciones externas de posibilidad, hacia lo que da motivo a la serie aleatoria de esos acontecimientos y fija los límites.13
© Carlos Santos
Concluyo así el diagnóstico de los movimientos sociales, políticos, académicos o de cualquier índole que incurren en el fetichismo de la oposición, para revelar la naturaleza de dominio que hay en una estructura de poder, la que sea. Ningún proyecto social puede alcanzar la Verdad Absoluta puesto que ésta no existe. Sólo existen justificaciones de una verdad que responde a las exigencias y necesidades de una sociedad determinada. Al no haber parámetros fijos para determinar la verdad, a lo más que puede aspirar una interpretación de la misma es a ofrecer un discurso sugerente que resista las críticas de una audiencia bien calificada. El hombre es un chorro ininterrumpido de novedades. La oposición debe nutrir el espacio de lo público con discursos sugerentes que hagan suficiente eco para cuestionar los argumentos que sostienen las verdades actuales o hegemónicas, puesto que ninguna verdad es fija. Ninguna oposición debe considerarse la única calificada para implementar su verdad sobre las otras, por más útiles, preparadas, buenas o malas que parezcan ser las demás. Es precisamente la coexistencia de muchas maneras de protestar lo que nutre el camino de la institucionalidad de una democracia plena y funcional.
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13 Michel Foucault, El orden del discurso, México, Tusquets Editores, 2009, pp. 52-53.
Lucio Cabañas: el heroísmo trágico “Ser pueblo, hacer pueblo y estar con el pueblo” lucio cabañas
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ecorriendo los márgenes de la historia, la causa de Lucio Cabañas en la Costa Grande de Guerrero resulta un episodio definitivo en el pasaje de la “guerra sucia” de los años sesenta y setenta en México. A diferencia de otros movimientos subversivos, el de Cabañas presentó características propias que reivindicaron al campesinado en torno a la figura trágica - a la vez heroica- de un maestro rural. Lucio Cabañas se formó en la tradición de las escuelas normales rurales, bastiones del Cardenismo que se desempeñaron en la teoría comunista y la enseñanza socialista. En los salones de Ayotzinapa se instruía la lucha de clases y se pregonaba con la revolución y la transformación del Estado. En poco tiempo Cabañas destacó como dirigente estudiantil, el espíritu afable y la atención comunitaria lo llevaron a escalar peldaños dentro de la organización magisterial del Estado. El “maestro Lucio” no tardo en convertirse en el referente de combate contra los agravios recurrentes a los que eran sometidas las comunidades locales. Todos los reclamos y protestas detonaron con la matanza del 18 de Mayo de 1967. Convocado a un mitin, Lucio Cabañas se prepara para presidir el templete cuando en torno a la plaza pública el ejército y la policía abren fuego buscando herir al profesor de Atoyac. El saldo es de varios muertos e incontables heridos. Cabañas presa del desconcierto, se ve obligado a desistir del discurso pacífico para refugiarse bajo el calor y la humedad de la insondable sierra Guerrerense. La guerra de guerrillas empezaría con un puñado de voluntarios mas con una ideología clara: el pobrismo. El maestro evita intencionalmente la doctrina,
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para Cabañas el jornalero es incapaz de asimilar las teorías políticas. El partido de los pobres y la brigada de ajusticiamiento son, en ese sentido, expresiones auténticas del campesinado, mandobles intuitivos contra la opresión y el cacicazgo. Esta inclinación originaria provocaría el distanciamiento de grupos con ideologías edificadas como el de Genaro Vázquez Rojas o la Liga Comunista 23 de Septiembre. Cobijado por la comunidad y el paraíso – en palabras de Montemayor-, Cabañas logró escabullirse por siete años asentando golpes esporádicos al ejército y al gobierno de Guerrero. La guerrilla fue de baja intensidad pero incomodó a un régimen que negaba cualquier tipo de disidencia. En 1974, en el ocaso de Luis Echeverría, la brigada consigue secuestrar al senador y candidato a la gubernatura del Estado Rubén Figueroa. Acto seguido se intensifica la presencia militar y se inicia una campaña de captura. Tras varios meses el líder guerrillero cae abatido en el cerro del Otatal en la Sierra Madre del Sur. Por sus orígenes, el movimiento de Lucio Cabañas significó una forma de reivindicar la justicia social anhelada desde el Zapatismo revolucionario. Baste asomarse a la historia de Guerrero para descubrir atroces vejaciones a las comunas rurales. Baste recordar el negro episodio de Aguas Blancas o el caso -ahora fundacional- de Rosendo Radilla para no olvidar que la Nación cuenta con asignaturas pendientes y reclamos justificados. La causa campesina, con todo su peso histórico, revela un México que no ha sabido finalmente conciliar con su pasado; los pasos de Lucio aún resuenan en la Costa Grande. arturo oropeza.
director editorial de opción.
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Francisco Javier Osorio Adame
Profanar, la rebeldía contemporánea
© Carlos Santos
Estudiante de Economía y Ciencia Política, itam.
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Cuál es el problema de la acción política hoy? La dura caída de los grandes proyectos identitarios (totalitarios, comunitarios, etc.) parece ponernos ante una disyuntiva: ¿qué hacer si ya no hay nada que construir?, ¿qué emprender si no queda más metanarrativa que instaurar? Si la máquina gubernamental, biopolítica y de control se ha mostrado vacía, ¿lo siguiente es edificar un leviatán renovado? La respuesta brindada por Giorgio Agamben es cautelosa: ya no se trata de redibujar un aparato definitorio de lo humano (de lo político), sino de exhibir el vacío central (mitológico) en torno al cual gira todo intento de fundar la realidad. La imposibilidad de diseñar nuevos proyectos políticos completos, por el temor de repetir las experiencias totalitarias del siglo xx, parece condenarnos a la inacción. ¿Cómo disidir hoy?, ¿cómo protestar?, ¿cómo actuar? El aparente pesimismo histórico de Agamben arroja una luz interesante sobre las interrogantes en Profanaciones. El método arqueológico del pensador italiano, como aproximación post-estructuralista a la condición contemporánea, termina por delinear una noción novedosa. Profanar, como apuesta (¿im?)política, es una actitud de resistencia ante la desesperanzadora situación presente. Las recientes manifestaciones de los indignados españoles deberán ser puestas en perspectiva bajo esta luz: su eficacia no residirá en “las próximas votaciones”, sino en su capacidad profanatoria; en el impacto simbólico que el efectivo uso de la plaza pública pueda inyectar en las inmóviles democracias modernas. Es pertinente, entonces, aclarar la noción antidótica que Agamben propone en su Elogio a la profanación. 73} EXÉGESIS OPCIÓN 167
Profanar es una añeja noción latina definida como un acto de restitución de los usos originales. Se debe entender que esta restitución no es gratuita; aparece como respuesta a un primer evento sacralizante, que extrae todo posible uso del objeto. El ritual de sacrificio es el ejemplo por excelencia de este proceso doble: tomar el cuerpo humano como sagrado implica privarlo de su uso primitivo, es decir, la vida. Un acto de profanación, en este sentido, sería el arrebato simbólico (y por eso efectivo) de aquel despojo practicado en nombre de una invención trascendental. Así, el pan y el vino en la liturgia, excluidos según el paradigma cristiano de todo uso mundano, son devueltos a la esfera profana en el momento en que un episodio de rebeldía los toma como meros satisfactores corpóreos. Los ejemplos mítico-religiosos son ilustrativos de la noción expuesta, pero cabe preguntarse sobre su pertinencia y sentido en una sociedad eminentemente secularizada como la nuestra. Más allá del profundo debate, se puede afirmar –siguiendo a Agamben– que el proceso de secularización implica un traslado de las estructuras viejas, mas no una remoción. Es decir, que la conexión teológico-política no sólo es relevante sino decisiva. Entender el funcionamiento del gobierno del presente sólo está posibilitado con una arqueología de los más remotos debates escolásticos sobre la Providencia. Lo contemporáneo, entonces, no está privado de sacralidad. Quizás ya no es la fundación cristiana, o la natura ordenadora, pero se conservan ciegos actos de fe que exigen una profanación profunda. Es en este punto donde cobran importancia algunas ideas de Guy Debord y Walter Benjamin. Debord, por un lado, caracteriza a la sociedad del capitalismo avanzado como eminentemente espectacular. Es decir, la realidad hoy es vista como imagen; y la tendencia es exhibir cada aspecto de la vida humana. Los reality shows son un ejemplo evidente; lo más íntimamente vivido es trasladado a la arena de la exhibición mediática. No sólo eso: la propia experiencia personal sólo parece encontrar pleno sentido cuando es respaldada por una fotografía. La dinámica sistémica parece empujar a afirmar que vivir es exhibir. Por otra parte, la noción benjamineana de una religión capitalista, que se edifica en la consagración del consumo, da sentido al demandado acto de profanación. Esta nueva religión, más eficaz que la cristiana, encuentra su
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fundamento en el des-uso. Todo lo consumible tiene la finalidad de ser desechado, es decir, destruido. La lógica de esta práctica sagrada se encuentra, entonces, no en el uso, sino en el abuso (consumo). Lo peligroso del proceso está, de nuevo, en su expansión a toda esfera de lo humano. Vivir en una sociedad del espectáculo, en donde la nueva religión es la capitalista, permite entendernos insertos en una lógica que sacraliza todo. Exhibición y consumo son las caras de la nueva religión a profanar. Se entiende mejor ahora que las grandes ciudades ya no son habitadas (usadas), sino dispuestas para su espectacular exhibición. Madrid, París y todos aquellos espacios adaptados para la postal turística, no son más que muestras de una sacralización más extensiva. Las plazas públicas no son más espacio de discusión política, sino centros de recreación turística. Los usos originales han sido extraídos y condenados a los luminosos aparadores del mercado. La innovadora religión contemporánea, ferviente creyente de la mercancía, demanda una sutil sacralización de la vida. Todos los ámbitos, todas las esferas girando en torno al des-uso, a la exhibición y al consumo. De ahí que la exigencia a la generación que viene sea la de profanar. No la de construir a un nuevo dios, sino la de desarmar la asfixiante maquinaria actual. La tarea está en profanar lo improfanable; en devolver al uso sin sacralizar de nuevo; en desarticular sin volver a edificar. Las protestas en España, inspiradas en la “indignación”, son un importante acto de profanación. No tener grandes acuerdos y proyectos en común es el punto de esperanza de estas manifestaciones juveniles. La restitución de la plaza madrileña a un lugar de constante debate y argumentación pública es el grito desesperado de muchas democracias “avanzadas”. En París, el Hôtel de Ville reclama el auténtico uso dado por los combatientes de La Comuna. Los desfiles turísticos, sagrados y aparentemente naturales no son más que la pendiente asignatura a profanar. Las bocanadas de aire indignado serán, quizás, la emotiva esperanza de una democracia en des-uso; infectada por la religión de los tiempos modernos.
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©La Jo
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1988 T
ambién fue el año en que nací. Desconcertados por los frutos de la globalización, por el calor provinciano, por la inocencia y la poca claridad histórica, una generación desconocía —desconoce— que había nacido en lo que sabiamente Vargas Llosa, dos años después frente a las cámaras de Televisa y de cara a Octavio Paz, calificó como la dictadura (dictablanda) perfecta. No quisieron —no quisimos— entender (como sí lo hicieron en Chile o en Argentina) que habíamos nacido en esa cosa que la exquisitez de las ciencias sociales ha querido llamar “sistema de partido hegemónico”. Más o menos palabras, una generación entera brotó entre el fraude, los asesinatos políticos y los escombros de un régimen que pocos imaginaban se sacudiría por la integración definitiva de varios movimientos sociales. Las elecciones de 1988 y el Frente Democrático Nacional reagruparon el descontento social con una misiva muy clara: democracia para todos. Curiosamente lo que empezaba como un proceso para democratizar al pri, se volvió un proceso por liberar el país. Al unísono, las demandas más legitimas y más sufridas de la segunda mitad del siglo xx tenían una expresión electoral verdadera, ahí se sentía la disidencia hacia el gobierno, desde el movimiento estudiantil del 68 hasta los organizaciones vecinales surgidas en el temblor del 85. Fue la fiesta a la oposición, miles de ciudadanos salieron a las calles a manifestarse en contra del régimen; campaña de propuestas, de presencia en
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universidades. Los candidatos eran efectivamente candidatos. El 88 fue también la expresión más brutal y mordaz del fraude electoral, los cochineros antidemocráticos vieron su apogeo con el carrusel, el ratón loco y la operación tamal. Así, mientras los muertos votaban por Salinas los vivos luchaban por una oposición real. El Ingeniero sabía que eran mayoría, se leía en las mantas: “Viva Cuauhtémoc, hijo Tata no falla”, y se hacía alrededor de él una resistencia a lo obvio y a lo arcaico; brindó una gran batalla cívica en defensa del voto. El coraje se trasladaría a las calles, después de la cínica y famosa frase: «se cayó el sistema». Una fotografía del Ingeniero se guardaba en mi casa, debajo de aquellas escaleras, en la entrada de ese hogar abajeño. Ahí, reposaba una mirada combativa y digna. El fulgor se extinguió y la lucha pertenecería después a otros. La imagen quedaría guardada no debajo de aquellas esas escaleras, sino en los anaqueles más decorosos de la historia contemporánea mexicana. Y sin embargo, no sólo queda el recuerdo del 88, quedó el fervor de Heberto, la pelea de Rosario y la integridad de Manuel de Jesús. Las lecturas a Benedetti en el calor republicano, los templetes retumbando, el micrófono rebelde, la sorpresa ciudadana, Cacho Castaña y su septiembre de 1988. Pero más importante, quedó el recuerdo de que nacimos en la dictadura y el 88 fue el primer desafío (electoral) a ella. luis godoy.
miembro del consejo editorial de opción.
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Inti Leonardo Mejía Estudiante de Ciencia Política, itam. Colaborador de Los Hijos de la Malinche.
Rojo líquido
I Mi voz es la voz de quien ha callado –de quienes han sido callados– (silencio tentativo). Mi voz se calla. Ciertas veces, a ciertas horas. Las palabras (algunas) permanecen. La voz mía no termina de callarse, ciertas palabras duelen, nada más. Las palabras son heridas sin cerrar, llantos inconclusos sangre seca preguntas con angustia respuestas sin tiempo de llegada. Pero mi voz sigue sin callar del todo.
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II En mi sangre corre la sangre de quienes han muerto sin nombre, sin rostro ya. Rostros disueltos en la tierra, nombres dispersos en papel. Hay recuerdos vagos –los siento en los pulmones– madre, amigo, hermano, se escuchan tales vacíos en lo lejano. Un silencio ensordecedor, rumores en gargantas rotas, trazos metálicos en la piel, latidos en decrescendo. Los brazos, el pecho se llenan de cierta ansia indeterminada, cierto cariz de lejana duda. Por mi sangre corren nombres, lugares, preguntas. Cada vez más preguntas.
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III La sangre de los muertos (mi sangre) ha quedado ya en el suelo. La encuentro en rejas, en vados. Está en carrocerías heridas, cristales intactos de paz. Sin aviso, sin remitente, corre, lo mismo por calles que barrancas, lo mismo entre ruedas e histeria. Mi sangre (la de los muertos) ha quedado ya en el silencio.
IV Mi cuerpo se ha llenado de las heridas de los míos, ¿quién ha de hablar de dolor? Se escriben distintas tierras en la piel, varios filos colección de incoherencias. Latitudes diferentes entre el cuello y el muslo, diferentes regiones quedan entre dedo y dedo. Dolor de días (y días y días...) Ciertas heridas no cierran –traen consigo llantos ahogados– Ayer me vi a ocho columnas, sin rostro, en historia sin nombre. Y hoy Y mañana.
V ¿No ha sido suficiente silencio ya? OPCIÓN 167 EXÉGESIS
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Laura Cortés Hesselbach, Madrid.
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Livia Oropeza, Madrid. OPCIÓN 167 GRÁFICA OCULAR
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El Grupo Popular GuerrilLero y el asalto al Cuartel Madera Pedro Salmerón Doctor en Historia, unam. Profesor del Departamento de Ciencia Política, itam.
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l 23 de septiembre de 1965 un grupo de hombres armados atacó un cuartel militar en ciudad Madera, Chihuahua. Aunque casi todos los atacantes resultaron muertos, con ese acto llamaron la atención pública sobre el abandono de la reforma agraria por parte del gobierno, su costumbre de reprimir violentamente y cerrar los caminos legales a los movimientos sociales, y también sobre los inicios de una etapa violenta en que muchos jóvenes intentaron cambiar la situación política del país por la vía armada. En efecto: aunque estaban inspirados en el ejemplo cubano, fue el gobierno mexicano el que empujó a esos jóvenes a la que consideraban la opción última de los oprimidos, tras reprimir sistemáticamente al movimiento campesino y popular en el estado de Chihuahua. Dicho movimiento había iniciado en 1959, cundo después de años de demandar tierras al Departamento Agrario, numerosos campesinos agrupados en la Unión General Obrera y Campesina de México (ugocm) se cansaron de esperar una respuesta que nunca llegaba y tomaron simbólicamente los latifundios de los municipios de Madera, Bachíniva y Matáchic, los mismos latifundios contra los que había actuado el movimiento villista en 1914. Los caciques de la región mandaron asesinar a los principales dirigentes campesinos entre los que destaca el profesor Francisco Luján Adame, lo que produjo una oleada de protestas pacíficas en todo el estado, en las que destacó el liderazgo de de Pablo Gómez Ramírez, dirigente estatal del Partido Comunista, y el joven profesor Arturo Gámiz, que había ingresado al Partido Popular en 1956, a los 16 años.
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En enero de 1960, un contingente campesino encabezado por Gómez y Gámiz marchó de Madera, centro de la lucha campesina, a la capital del estado, para exigir el castigo de los asesinos de Luján Adame. Se proponían entrevistarse con el presidente de la república a su paso por Chihuahua, pero el ejército les cerró el paso. Unos meses después, el Frente Villista División del Norte invadió el latifundio de Santo Domingo, en Villa Ahumada. Los invasores fueron cercados por el ejército, pero antes de que fueran expulsados por la tropa, inició otra oleada de tomas de tierra: campesinos de esa organización y de la ugocm invadieron 54 predios disputados a los hacendados. Ya aparecía como el más activo dirigente del movimiento el profesor Arturo Gámiz, secundado por Álvaro Ríos, Salomón Gaytán y Pablo Gómez. Las acciones estaban bien organizadas y los campesinos se retiraron en todos los casos cuando llegó el ejército, sin enfrentarlo. En 1960 y 1961 continuaron en Chihuahua los enfrentamientos entre terratenientes y campesinos, sin la intervención de la justicia o con el fallo favorable a los terratenientes. Hubo más tierras tomadas y se recrudeció la ferocidad de las guardias blancas al servicio de los latifundistas. La sangre de algunos dirigentes campesinos empezó a correr. Arturo Gámiz, desde el periódico La Voz de Chihuahua mostraba las razones del movimiento: trescientos propietarios poseían en Chihuahua cerca de ocho millones de hectáreas, la tercera parte de la superficie del estado, a más de 20,000 hectáreas, en promedio, por propietario, lo que constituía una violación flagrante de la letra y el espíritu del artículo 27 constitucional. Del otro lado, cien mil ejidatarios poseían un total de cuatro y medio millones de hectáreas. En septiembre de 1963 el presidente López Mateos visitó Chihuahua. Gámiz, Pablo Gómez, Álvaro Ríos, Jesús Orta y Raúl Gómez se entrevistaron con él y le expusieron la situación agraria del estado. López Mateos prometió atender las demandas del movimiento mientras en la prensa y la televisión se denunciaba a los cinco líderes como peligrosos agitadores antipatriotas, que se preparan para tomar las armas. Un mes después, sin ninguna respuesta del gobierno, se realizó el Primer Encuentro de la Sierra de Chihuahua, al que acudieron delegados de Sonora, Chihuahua, Coahuila, Durango y el Distrito Federal. Ahí se resolvió insistir en la lucha por el reparto agrario. Se acordó una fecha específica para tomar simultáneamente las tierras que estuvieran en pleito o hubieran sido solicitadas al departamento Agrario en Chihuahua, Sonora, Coahuila, Durango y Sinaloa, así como no enfrentar a las fuerzas represivas que se enviaran para desalojar a los campesinos. Tras el encuentro, un grupo de estudiantes que apoyaban a Salvador Gaytán, destruyeron los 362 postes y las alambradas de los latifundistas de Cebadilla de Dolores. Pueblo que había sido despojado de todas sus tierras. Entraron en acción las fuerzas del orden deteniendo a cinco estudiantes y al líder de la ugocm, Álvaro Ríos. Y sigue la escalada, el círculo vicioso de la época: a las demandas populares se contesta con represión, que provoca nuevas demandas en defensa de los presos
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Tomado de: La gráfica del 68.
causados por la represión, lo que alimenta la paranoia anticomunista del régimen que reprime con más fuerza y, finalmente, se cumple lo que el régimen esperaba: la guerrilla. Porque en este caso, siguió una gran marcha que pedía la libertad de los presos, lo que desató una nueva ola represiva. Y viene la campaña presidencial de Gustavo Díaz Ordaz, y los estudiantes de la Universidad Autónoma de Chihuahua toman e incendian las oficinas del departamento Agrario en Chihuahua (22 de febrero de 1964). El gobierno del estado los acusa de ser agentes del comunismo internacional y sigue subiendo el tono: los estudiantes apedrean el palacio de Gobierno, la policía los desaloja con lujo de fuerza, etcétera. El 29 de febrero de 1964, una semana después de la toma de las oficinas del Departamento Agrario, fue incendiado un puente por el camino a Sirupá que lleva al camino industrial a Bosques de Chihuahua, s.a., y apareció una manta: “Este puente fue quemado porque pedimos libertad a los campesinos, libertad a los estudiantes y resolución a problemas agrarios”. Firman: Guerrilleros Populares”. Así empezó la guerrilla, pensada aún como autodefensa campesina. Seis días después Arturo Gámiz y Salomón Gaytán se ven obligados a pasar a la clandestinidad. Una semana después la policía detiene a Salvador Gaytán y, mientras todo eso ocurre, prosiguen la tensión agraria y las protestas estudiantiles. 91} EXÉGESIS OPCIÓN 167
El 6 de abril llegó el candidato Díaz Ordaz a Chihuahua. El estado de ánimo de los acarreados era adverso y en vez de los vítores de rigor se escucharon silbidos. Un estudiante intentó tomar el micrófono y se suspendió el acto. Los manifestantes incendiaron el palacio Municipal de Chihuahua y son encarcelados los hermanos Pablo y Raúl Gómez, la cantante Judith Reyes, Pablo Alvarado y Oscar González Eguiarte, que fueron torturados. Poco después de las elecciones, los guerrilleros tomaron el cuartelillo de la Policía Judicial del Estado en Cebadilla de Dolores. La policía regresa al poblado y reprime, encarcela y tortura a campesinos que no habían participado en los hechos. Por fin, tras la escalada de violencia, en julio Salomón Gaytán y Arturo Gámiz, como jefe militar y político del “Grupo Popular Guerrillero”, enviaron a la prensa un comunicado en el que daban al gobierno seis meses para resolver las demandas agrarias antes de hacerle la guerra frontal, y en efecto, el resto de 1964 no hay operaciones, aunque a Gámiz se le ve en actos campesinos en Delicias y otros lugares, e incluso en la ciudad de México. En los textos escritos por Arturo Gámiz, tanto los de circulación clandestina como los publicados antes, en 1963 y 1964 en La voz de Chihuahua, un pequeño periódico de la capital del estado, aparecía como idea fundamental la firme creencia en la superioridad y la inevitabilidad del comunismo. Presentaba todo lo que se pareciera al colectivismo, como el ejido, la comunidad y las cooperativas, como algo naturalmente superior a las formas capitalistas de producción y explotación, y como gérmenes de la nueva sociedad, que no solo se caracterizaría por la transformación de las condiciones materiales: también por la de las conductas personales, que debía iniciar con la vocación de sacrificio, casi de martirio, de los iniciadores de la revolución, tal como habían leído en los textos del Ché, en la construcción del “hombre nuevo”, inspirada en muy buena medida en la lectura de Franz Fanon. Los héroes, los modelos del grupo son evidentes en los nombres de pila de los hijos: Emiliano, León, Lenin, Ricardo, Sandino, Camilo y, sobre todo, Ernesto y Fidel. Oscar González Eguiarte, dirigente de movimientos campesinos contra los acaudalados ganaderos de Chihuahua y el gobierno represor y profundamente antipopular de Praxedes Giner Durán (1962-1968), se convertiría en el número tres del Grupo Popular Guerrillero. Había coincidido con Gámiz en la Juventud Popular Socialista y, como él, estaba profundamente desengañado de las tácticas oportunistas de Vicente Lombardo Toledano y de su lectura de la historia y del momento de México, la primera por mecanicista y la segunda porque cancelaba la revolución: esa puerta, que estaba cerrada a piedra y lodo según Lombardo y los viejos marxistas, la acababan de abrir en los hechos los doce de Cuba, encabezados por Fidel y el Ché.
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En 1965, el grupo decidió pasar al conflicto frontal con el Estado y a la implantación definitiva del foco guerrillero, a ejemplo de lo que estaba ocurriendo ya en Venezuela y Colombia aunque, a diferencia de esas, la guerrilla mexicana nacería aislada en el contexto internacional, sin apoyo ni entrenamiento cubanos, porque a cambio del reconocimiento diplomático de México, el gobierno cubano se había comprometido a no apoyar ni estimular a grupos armados en México. A pesar de ello, los jefes del Grupo decidieron iniciar de la nueva fase guerrillera el asalto a un cuartel militar, imitando también en eso el ejemplo cubano. Eligieron el que estaba ubicado en las afueras de Ciudad Madera, Chihuahua, población de 10,000 habitantes al pie de la Sierra Tarahumara. Los guerrilleros apostaban sobre todo a la decisión y al factor sorpresa para eliminar las desventajas de número y armamento. González Eguiarte contaría después que fueron trece los atacantes, pues varios de los comprometidos fallaron a la cita. Con armas variopintas, incluso una escopeta de caza y un rifle 22, y granadas caseras, atacaron antes del amanecer del 23 de septiembre a 125 soldados armados con fusiles M-1. El resultado, un subteniente, dos sargentos y tres soldados muertos y ocho guerrilleros acribillados: con ellos desaparecían los mejores dirigentes campesinos y populares de Chihuahua desde los años treinta. Murieron en combate Arturo Gámiz García, dirigente del grupo, profesor rural y líder campesino surgido de la Juventud Popular Socialista; Pablo Gómez Ramírez, médico rural y fundador del ala campesina de la ugocm en Chihuahua; Emilio Gámiz García, dirigente estudiantil en la uach; Antonio Scobell, campesino y militante de muchos años; Oscar Sandoval, estudiante de la Escuela Normal del Estado; Miguel Quiñones, profesor de la escuela rural de Arisiáchic, municipio de Guerrero; Rafael Hernández Valdivia, profesor de la Escuela Rural de Basúchil, municipio de Guerrero; y Salomón Gaytán, iniciador de la guerrilla y campesino de Dolores, municipio de Madera. Fueron sepultados en una fosa común, sin ataúdes. El párroco negó la bendición pedida por los familiares. El gobernador Giner Durán dijo “¿Querían tierra?, échenles hasta que se harten”. Un batallón de Fusileros Paracaidistas fue lanzado en la sierra para buscar a los supervivientes. No los encontraron. Los cinco iniciaron un movimiento guerrillero que se mantuvo activo durante más de tres años y que fue posteriormente reivindicado por otros grupos rebeldes, uno de los cuales, muy significativamente, tomó esa fecha para ponerla en su nombre: la liga comunista 23 de septiembre.
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Fotografías de Xin Hui Lim/ The Brooklyn Ink www.thebrooklynink.com
I’d leave when
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San Cristóbal
1994
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i algo han logrado nuestras extensas y complejas montañas, es excluir, separar y agotar. La Sierra Madre de Chiapas, con su viento frío, su verde humedad y sus rincones desaparecidos de la faz de la tierra cumplió perfectamente con la función sociohistórica de acoger una región excluyente y desigual. En medio de sus faldas aparece una ciudad colonial cautivante y contradictoria, misteriosa y violenta. Sin embargo, entre sus techos de madera fina y el colorido de tejidos artesanales,– entre las mesas adornadas con dulces y los pies descalzos que caminan por los andadores–, se esconde la complejidad de un problema que lleva siglos sin resolverse: la marginación y el silencio. San Cristóbal de las Casas ha sido históricamente el centro cultural y económico de uno de los estados más pobres del país; fue la primera ciudad colonial de la región, el primer símbolo de “civilización” en una región de “indios”. Algunos chiapanecos como mi abuela solían decir que no existe otro Chiapas más allá de San Cristóbal. Y es que tal vez lo más especial de esta ciudad es su capacidad de reflejar– a través de los espejos del racismo coleto– una realidad social latente en todo el país. Por eso, el movimiento zapatista le abrió los ojos al lugar más miope de todos para que, así, el país entero recuperara la vista. Chiapas sí existe más allá de San Cristóbal y, primera vez, los mexicanos serían confrontados con las injusticias de ese México olvidado: ya no era posible seguir volteando la mirada. El amanecer de una mañana fría de invierno –muy fría, casi congelada, como ocurre en las montaña– fue el escenario del primer ataque del ezln: gas lacrimógeno por las puertas, desfiles de hombres armados y con pasamontañas por sus calles, las plazas desoladas después de los tiroteos. Los gritos de indignación
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Tomada del blog “Palabras de viento y cordillera”.
en Chiapas encontraron su eco en el terror. Y es que aquí los indignados no peleaban por mejorar sus condiciones de representación, aquí los indignados peleaban por salir de su lugar marginal dentro de un sistema del que eran excluidos; no pelaban por ser escuchados, sino por tener una voz. Y es que un silencio tan largo es peligroso; ignorar por tanto tiempo a ese otro Chiapas que existía más allá de la belleza mentirosa de San Cristóbal había sido la violencia más silenciosa. La violencia silenciosa se paga con el ruido. Parecería que las armas hacen más ruido que la voz de hombres- en especial cuando esos hombres son tratados injustamente por otros hombres como inferiores, incapaces, indeseables. Lo que aquí se planteaba era la compleja tarea de escuchar. Lo que estaba en juego era la capacidad de un país por establecer un espacio de reconocimiento mutuo, de dignificar a cada uno de sus ciudadanos. Era la primer vez que México tendría que ocuparse de la otra mitad de su historia, y la única forma de hacerlo era recuperando esa voces perdidas en algún momento del pasado. El problema histórico de nuestro mundo indígena- diverso, plural, complejo e incomprendido- ya había esperado demasiado tiempo en la oscuridad y el silencio. Lo primero, lo más fácil, había sido salir de la cueva. Lo difícil (siempre es así) es aprender a comunicarse. Hoy descubrimos que, después tras el desfile del ezln por las calles de San Cristóbal, la separación y la inclusión- la voz y el silencio- conviven, inseparables, en las calles coletas. Se trata de dos formas de vivir y de ser en San Cristóbal, en Chiapas, en México. Hemos comenzado un diálogo pero parece que los silencios siguen interrumpiéndonos. andrea gonzález aguilar. miembro del consejo editorial de opción.
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Angela Barraza Risso Poeta Chilena.
RODRIGO ROJAS DE NEGRI Sólo la mancha veo del amor que nadie nunca podrá arrancar del cemento, lávenla o no con aguarrás o sosa cáustica, escobíllenla con puntas de acero, líjenla con uñas y balas, despíntenla, desmiéntanla por todas las pantallas de la mentira de norte a sur: sólo veo al inmolado. gonzalo rojas
Se está quemando se está quemando Chile Rodrigo, y tu nombre apenas resuena a nado mariposa en el mar de gente que todavía marcha. Pez de fuego avanza lanza y cansa la memoria. A ti te hablo Rojas De Negri en una foto blanco y negro cámara colgando al cuello como perpetuando la imagen ¿qué imagen? en cada disparo. OPCIÓN 167 EXÉGESIS
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De qué te sirvió la muerte ahora que todo vuelve a repetirse marchas cantos estudiantes represión guanacos y zorrillos siguen en su danza macabra por cierto, entonces, dime qué vamos a fotografiar ahora para que valga la pena la muerte para que valga la pena el fuego sobre la carne dime una cosa: ¿vale lo mismo el fuego de Acevedo inmolado que el fuego tuyo? ¿cuánto vale el que se quema y cuánto vale el que quemaron? La causa era común. Qué sabes tú del fuego, Rodrigo qué sabes tú del fuego si tu compañera Quintana sirve desfigurada ahora a los que te quemaron 99} EXÉGESIS OPCIÓN 167
años después de correr carroza al viento con tu cadáver arrancando de los verdugos y cantando levántate y mírate las manos para que pudieras reposar tus huesos abrasados
1 La bandera de Chile, Elvira Hernández
2 Al final de este viaje, Silvio Rodríguez
Viniste a este país hostil nada más para encontrar la muerte flameando como la bandera de Chile que pende sangrienta y chabacanamente enorme en la Alameda como burla a los paseantes como cortina para tapar lo perverso ficticia Come moscas cuando tiene hambre la bandera de Chile en boca cerrada no entran balas se calla1 igual que antes. Esa fue la frazada que te tendieron para apagarte Rodrigo y envuelto en esa bandera te arrojaron a la calle. Y envuelto en esa bandera te arrojaron a la muerte mártir marcha, Rodrigo, marcha una vez más junto a nosotros los que podemos sonreír en medio de la muerte y en plena luz2
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sírvenos como antorcha luz de sagrario fogata en toma sirio de entierro linterna en apagón sírvenos como luz y calor en este frío de preludio a la debacle porque Chile, Rodrigo, Chile se disfraza y se acomoda pero no cambia se hace más o menos tolerable a ratos incluso habitable pero te juro que no cambia.
Si pudieran volvernos tizón a todos si pudieran hacernos crepitar a todos si encontraran la excusa para quemarnos vivos a todos qué duda cabe de que lo harían y qué se hace con eso a los diecinueve años mientras acusan a tu memoria de terrorismo frente medio país que se alegra por el exterminio de un peligro, un demonio extremista de diecinueve años que amenazaba el orden público con una cámara y un discurso a voz en cuello. A mí, en lo personal una pala y un sombrero3 me parecen más violentos pero Prometeo a tu castigo y es que el infierno contigo llamarada no basta.
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3 Con una pala y un sombrero, Gervasio
Se está quemando se está quemando Chile Rodrigo, y tu nombre se aviva en cada consigna renace fénix como símbolo y perpetuidad en el brío de otros jóvenes y estudiantes igual a ti que marchan. En cada barricada estás tú otra vez ardiendo en cada semáforo que da rojo abriendo espacio para la barricada apareces en toda intención de roza de excoria y herida vuelves a articular discursos como la remembranza de tu voz en la idea de tu cuello que se enciende esta vez no para morir sino para guardar a quienes, como tú suponen todavía que no hay nada que temer en esta contienda desigual que no se acaba. Vuelves para calentar a los que, como tú no duermen por las noches en la lucha que intuyen necesaria.
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Vuelves para defender como un incendio a este pueblo joven que desarmado se levanta y se defiende de los mismos que no dudaron armados hasta los dientes en quemarte vivo y abandonarte en una zanja en Quilicura boqueando como un pez de fuego fuera del mar. Se está quemando se está quemando Chile Rodrigo, y tu nombre no es más que otro nombre en los documentales sobre la historia reciente de Chile. Tu nombre no es más que una taxonomía para encontrar videos de youtube de los años ochenta. Tu nombre no es más que parte de una canción de Illapu y de otra canción de Quelentaro. Tu nombre no es más que otro caso de los informes negociados que han servido para dar cuenta de lo que pasó pero dejando de lado la nómina de los acusados. Tu nombre, Rodrigo, no es más que otro estandarte del partido político con menos adherentes y con menos simpatizantes de este país.
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A ti te hablo Rojas De Negri en una foto blanco y negro cámara colgando al cuello perpetuando la imagen horrorosa de este y de otro tiempo, a ti te hablo como se le habla a un santo como se le habla a la estampita que una madre guarda en su billetera y le pide por sus hijos cuando recagada de miedo por esta historia que no deja de repetirse vuelve a confiar a ti te hablo y te repito como mantra sofocado por la bandera de Chile que me amordaza casi bufando una súplica, Rodrigo Chile se está quemando nuestra constitución se está quemando y nadie se da vuelta a mirar a este Chile y su destino que se derrite y al que le caen chispas maravillosas que se parecen a los fuegos artificiales de una celebración lejana se desgasta Chile como lacre Rodrigo y las botas de las fuerzas policiales son el sello que nos dice: callados Muralla y metralla es lo que les espera.
Rodrigo Rojas Fotógrafo incinerado en vida por el ejército chileno en Julio de 1986.
¡Fuego! Rodrigo donde fuego hubo, cenizas quedan donde fuego hubo, Rodrigo fuego queda y Chile Rodrigo, se está quemando debajo de las llamas está Chile, debajo de las llamas dime qué fue lo que quedó de ti.
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La rebelión de las masas josé ortega y gasset
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Tomado de: La gráfica del 68.
La muchedumbre, de pronto, se ha hecho visible, se ha instalado en los lugares preferentes de la sociedad. Antes, si existía, pasaba inadvertida, ocupaba el fondo del escenario social; ahora se ha adelantado a las baterías, es ella el personaje principal.
CNTE 1979-1989 ¡Venceremos, venceremos! Mil cadenas habrá que romper… claudio iturra
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l año de 1979 presenció el surgimiento de una organización que prometía un cambio radical en las intrincadas relaciones sindicales y políticas de México, la verdadera amenaza al charrismo sindical y la corrupción: la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (cnte). La cnte nace como una iniciativa de la Asamblea Nacional del Magisterio y Organizaciones Democráticas del snte para democratizar y reestructurar al sindicato. No tardó en volverse relativamente popular entre los integrantes inconformes. Para 1980, su popularidad era tal que se organizaron huelgas en Chiapas, Morelos, Hidalgo, Guerrero y el Valle de México, con éstas se logró el desconocimiento de las llamadas secciones charras. El futuro de los sindicatos se veía claro, el final de los robos de cuotas sindicales y de la violación de los derechos laborales se veía cerca. En 1981 se da la marcha nacional de la cnte seguida por el primer plantón nacional, lo que da pie a diversos acuerdos con el snte. Todo parecía ir viento en popa, los maestros, al fin, se habían movilizado para democratizar al snte y empezaban a tener una voz legítima. La cnte, que había nacido del mismo snte, se convirtió en un órgano reformador y opositor del mismo, lo cual iba claramente en contra de muchos intereses políticos. El peligro de tal situación era latente. Los años siguientes, de 1983 a 1988, fueron conocidos como la “primavera magisterial” ya que fueron testigos de la Primera Huelga Nacional de 500 mil trabajadores, padres de familia y estudiantes que exigían
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salarios más altos y reincorporaciones de miembros que habían sido despedidos de sus trabajos. Hubo algunas concesiones, algunas ilusiones también. Dada la insostenibilidad de tal divergencia dentro de un monstruo tan poderoso como lo era (es) el snte, la cnte cayó. Como pocas y como muchas la cnte se volvió un fantasma tras el snte, silenciado por el Estado y sus medios represivos. Tras desaparecidos, muertos, violencia y opresión, hoy la cnte sobrevive. Silenciados por la mayor parte de los medios, los reformadores aguantan y esperan pacientemente. Su simple persistencia se muestra ante los mexicanos como el ejemplo de una lucha que no ha acabado. Un combate por el cambio: una verdadera democratización – no politización- de un sindicato prometido mas nunca realizado. Quizás algún día suceda, quizás algún día la cnte contemple el resurgimiento de la educación y los maestros, de la democratización y los valores. Quizás algún día los desaparecidos aparezcan, los ideales se vuelvan realidad y la disputa se vuelva acuerdo. Quizás –sólo quizás- algún día deje de ser una guerra olvidada. vilma favela. miembro del consejo editorial de opción.
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{ENTREVISTA}
Diálogo con
Paco Ignacio Taibo II
Luis Godoy Estudiante de Ciencia Política y Economía, itam. Miembro del Consejo Editorial de Opción.
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l ingenio del escritor, como la soflama del luchador, se apaga sólo en el lecho de su muerte. Paco Ignacio Taibo ii, más vivo que nunca, charla con Opción y sus lectores sobre literatura, cultura y política. pit ii –siglas con las que también firma y se le conoce– es una pieza infalible en la historia y el paisaje de la Ciudad de México: lo mismo se le ve en las plazas de Azcapotzalco que en las calles de la Condesa, gozando al combinar sus labores de escritor y de activista de la lectura. Subversivo por naturaleza, tiene en su voz y en su pluma una lucidez tremenda que ha recorrido la ficción y la historia a lo largo de más de 50 publicaciones. Pero su irreverencia no sólo se ha plasmado en sus libros; es también un símbolo de las luchas sociales en México y ha defendido la causa del obrero, el estudiante y la cultura. Como sus personajes, pit ii pertenece a otra época; su aguerrida palabra no corresponde a la suavidad o a la conformidad de estos días. Frente a él, uno siente que resistir es vencer y en lo más acogedor de su trinchera procede a hablar, franco y espontáneo. Hablemos primero de su obra. El primer tema que me gustaría tocar es la constante presencia de renegados, tanto en sus novelas como en sus biografías. Renegados no; cuando reniegas dices “no” a algo que ya tuviste. Son más bien marginales. Son personajes que en política están fuera de los cuadros generales, son personajes atípicos. Heréticos, más que renegados. La condición de renegado implica el desencanto y mis personajes no están desencantados, viven encantados. OPCIÓN 165 ENTREVISTA
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¿Con cuál renegado se quedaría: Tony Guiteras, Che Guevara, Pancho Villa? Heréticos, pues, no renegados. Heréticos, pues… Todos ellos son heréticos, no renegados. Hay que establecer la diferencia entre ambos. Ellos están fuera del cauce de los comportamientos políticos normales de la sociedad en que vivieron. ¿Usted es un herético? Sí, lo soy. No me gustan las ortodoxias; no creo en la ideología como doctrina. En El retorno de los tigres de Malasia percibo un cambio en su estructura ideológica; es notorio el anarquismo de Sandokán. ¿Ya dejó los relatos de comunistas o socialistas? Si revisas Arcángeles –un libro que da un panorama de lo que he escrito–, ahí verás que ya he escrito de todo. Tienes anarquistas, guevaristas, socialistas, socialdemócratas de extrema izquierda, socialistas de izquierda con proyectos electorales, comunistas leninistas, comunistas trotskistas, comunistas más extremos, anarquistas, anarcosindicalistas. Intenté –y he intentado toda mi vida– no salirme del espectro de la izquierda por razones sectarias; todos aquellos que luchan merecen mi respeto y, por lo tanto, me gusta contarlos. De tal manera que sí, reconozco que muchas veces, a lo largo de mi vida, me he acercado a personajes vinculados, consciente o inconscientemente, con propuestas anarquistas y les tengo una gran simpatía. Y en esta historia de los heréticos, ¿cuál fue su primer acercamiento con ellos, fue familiar o literario? Yo creo que fue en la literatura. Además, creo que sale –como lo cuento en el prólogo de El retorno de los tigres de Malasia– de mis lecturas adolescentes de Sandokán y de Yáñez. Y luego sale de una trayectoria familiar; una parte de mi familia era anarquista, la otra eran socialista, otros socialdemócratas muy particulares, muy de la izquierda. Había mucha herejía ahí, y muy apreciable; después la hice mía. ¿Siente que tiene un compromiso con esa literatura? No, yo tengo un compromiso con la vida y la vida incluye actuar todos los días: leer, escribir, comer. No hay disociación. ¿Y con la literatura de izquierda? No creo que haya una literatura de izquierda; hay literatura con autores de izquierda, como autores de derecha. Yo tengo compromiso con las historias que quiero contar, con la gente, con los lectores, con la autonomía de la literatura, con el país en el que vivo políticamente. Y, definitivamente, sí simpatizo con las propuestas de izquierda, y lo saben bien mis lectores a través de mis libros. 109} ENTREVISTA OPCIÓN 167
En ese sentido, ¿cuál es su lectura de la izquierda en México? ¿Cuál de todas las izquierdas? Si hacemos una revisión del panorama inmediato, encuentras, por ejemplo, a los chavos indignados que están haciendo campamento en la ciudad; a las movilizaciones contra la guerra –unos por el camino del movimiento de [Javier] Sicilia, otros por el camino más radical de “No más sangre”. Encuentras a la izquierda vinculada al proyecto de Andrés Manuel [López Obrador], a las brigadas de morena, con toda una gama de actitudes no parlamentarias pero sí electorales. Encuentras un ala de izquierda dentro del prd muy madreada y desgastada, porque el ala de derecha del partido domina el aparato y crea las condiciones y las estructuras, pero vaya que sí hay un ala izquierda ahí dentro. Encuentras una docena de diputados que son gente decente y encuentras una ciudad como esta, de izquierda, por abajo: súper organizada, con cientos de organizaciones sociales. La Brigada Cultural, por ejemplo. Entre otras. Antes de venir acá, quise recordar el primer libro suyo que tuve frente a mí. Pensaba que fue La lejanía del tesoro que, por cierto, Pedro Salmerón nos da a leer en clase. Pero, recordando, encuentro otro que sale del cauce, una entrevista a Cuauhtémoc Cárdenas realizada en 1993. Fíjate, qué curioso. Y, bueno, ahí también está esa tradición cardenista… Fíjate que yo al ingeniero le tengo un gran respeto y un gran cariño. Es un hombre que hizo por este país cosas muy importantes, que no se doblegó. Discrepo de él sobre muchas cosas, como la manera en que está entendiendo la actual coyuntura electoral, pero eso no quita mi máximo respeto por Cuauhtémoc. Fue el presidente que debimos haber tenido; así el curso de la historia contemporánea en México –si no hubiera habido el fraude electoral– hubiera cambiado. Este país se hubiera alterado por completo. ¿Lo novelaría? Ya lo hice, escribí una novela de ciencia ficción, pero más rara todavía. Es una novela que supone un golpe militar al gobierno ficticio de Cuauhtémoc, se llama Máscara azteca. Está publicado en un libro grande que recoge todas las novelas cortas. Y más actual, ¿novelaría a López Obrador? ¿Algo de la vida política de hoy? No, los personajes históricos se quedan en los canales de la historia y tienes para eso las armas del periodismo. Sin embargo, ya muchos lectores me lo han sugerido.
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¿Se ve como un contemplador o un participante de esa historia? Participante, por supuesto. Lo que pasa es que una novela tiene otras reglas y otros ritmos; necesitas espacio para imaginar. Algún día a lo mejor escribo algo sobre esto. Estoy escribiendo un artículo sobre la coyuntura electoral; van tres veces que lo hago, pero no me gusta y lo vuelvo a empezar. Más que gastar el tiempo con pura política (ríe pit ii), me gustaría que habláramos también de cultura y de la promoción de la lectura, trabajo que hace usted con la Brigada Cultural a diario, creo que es una labor importantísima y que aún no queda claro en este país de qué se trata. Desde hace dos años la Brigada Cultural para Leer en Libertad tomó en sus manos un proyecto de dimensiones enormes. Quién sabe cómo le hacíamos para cargar en la espalda un proyecto tan grande, somos once personas. Paloma Saiz es la piedra angular de este proyecto. La idea era muy clara: incorporemos a la lectura al mayor número de mexicanos en el Valle de México. No quisimos hacer de esto un programa nacional; tenemos algunas conexiones nacionales, pero en general, el 99 por ciento del trabajo lo hacemos en el Valle de México, o sea, df y periferia conurbada. El trabajo era convertir el acceso de lectura en un proceso crítico; no sólo se trata de que lean libros, sino de que, además, entren en el debate de lo que esos libros proponen. Que se adueñen de la posibilidad de volver a constituir ideología y utopía por el camino de leer no sólo ensayo, no sólo literatura política, testimonio; también novela, cuento y poesía. El trabajo sí es de una intensidad inmensa, todos los recursos que conocemos los hemos aplicado. Debemos haber distribuido en estos dos años 6 millones de libros a precios regalados en tianguis, ferias, remates, etcétera. Hemos organizado 300, 400 conferencias en la calle, en locales. Hemos editado y regalado 70 mil libros. Hemos discutido la historia de México, leyes laborales, la situación del país, los problemas nacionales de la mujer. Hemos discutido todo impactando a millares de personas, a cientos de miles de personas. Todo este trabajo de la brigada me resulta extraordinariamente grato porque ves los resultados en corto. El otro día teníamos la feria del libro en la Alameda; saludé, discutí, hablé y llegó un señor humilde y me dijo: “Muchas gracias”. Hemos impactado en las clases medias bajas y populares con estos proyectos, sobre todo porque rompimos el problema del bloqueo económico del libro, que era terrible para esos sectores. Y bueno, regresando al señor, le pregunto: “¿Por qué?”. Y me dice: “Yo volví a leer por su culpa, tengo casi sesenta años, había dejado de leer y el otro día lo oí en un tianguis y agarré un libro y lo leí, hora vengo a todos y agarro todos los libros que puedo y hasta aparto una lana pa’ comprar los libros”. Le pregunto: “¿Usted está participando?”. Me dice: “Pos a huevo”. No son sectores inocentes; son sectores críticos, pero los ayudas a fortalecerse. Así es un trabajo grato hasta la madre, lleno de recompensas; es un gran éxito y tiene un gran impacto. Sobre todo porque lo hemos hecho desde la sociedad civil, a partir de la ruptura con la Secretaría de Cultura del df, que nos parece una mierda. 111} ENTREVISTA OPCIÓN 167
¿Y con Conaculta? Con esos no tenemos relación, ni nos queremos ni nos dejamos de querer. Simplemente, la brigada tiene sus reglas. Trabaja desde la sociedad civil, incorpora a cientos de intelectuales, novelistas, escritores y se vinculan bajo el movimiento. Tenemos una colaboración muy rara con el gobierno, algunas delegaciones que sí jalan, unas organizaciones internacionales que nos dan dinero para hacer libros y así. A veces se piensa que la cultura es secundaria. Está loco el que piense que en México la cultura es secundaria. La cultura juega en primera división; el debate político de este país se da en un 50 por ciento a través de vehículos culturales. Lo peor de este país se da sin cultura; ahí está la sociedad pinchurrienta de banqueta. ¿Usted maneja su cuenta de Twitter? A veces sí, a veces mi hija. Ahí leí algo que dijo Benito Taibo: reconocen que Harry Potter ha logrado lo que poetas, escritores de grandes capacidades y promotores de la lectura no han obtenido: hacer que los jóvenes y niños lean. Todo aquel que construye lectores es respetable. Todo aquel que actúa en el movimiento es respetable. Todo aquel que lucha es respetable. Y no somos nada sectarios en ese sentido, ni literaria ni políticamente. Entonces, lo que Harry Potter ha construido –o los narradores de dragones, o los narradores de historias de vampiros– es muy importante. Ellos han creado una adolescencia lectora entre las clases medias y medias altas; todo eso es muy positivo, esos lectores van a evolucionar y van a estar leyendo a Ray Bradbury en unos meses. Y luego a Paco Taibo II. Ahí está, tú ya eres de esa generación, qué a toda madre (ríe). Pero también se tiene que hacer un impacto a nivel popular; Harry Potter no funciona ahí. Hemos encontrado en la brigada algo muy curioso: la poesía y los tendederos de poesía es lo que tiene más éxito en la gente de muy escasos recursos económicos y culturales; se acercan, escogen un poema y se lo llevan. Pero aparte de eso hemos encontrado que lo mejor es la historia y el periodismo narrativo, les atrae mucho. Por la misma sintonía de la cultura y la literatura, ¿piensa que el actual gobierno ha apoyado a la cultura? Sostienen inercialmente lo que se había estado construyendo porque tienen miedo al escándalo de lo que significaría derrumbarlo. Les importa un bledo. Son una generación de analfabetas funcionales. No hay nada que reconocer de la gente de derecha frente a la cultura; me encantaría verlos huyendo de México, cuando se les caigan los cubiertos de plata de la maleta. OPCIÓN 167 ENTREVISTA
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Volviendo a su obra, gran parte de su trayectoria literaria se da a través del obrero, en Doña Eustolia blandió el cuchillo cebollero hay un frente común y es el sindicalismo. ¿Estuvo en las fábricas? A huevo, me eché cinco años de mi vida en movimientos sindicales importantísimos, no trabajando, pero siempre como organizador. Encontré un sector con el que yo me sentía en casa. Perdimos la gran oleada de los setenta y el país retrocedió en leyes laborales y salarios. Pero muchos de los cuadros que se formaron en esas oleadas regresaron en el gran auge cardenista, o sea que no fue inútil. Nada es inútil en las luchas sociales. Si luchas, algo deja. En principio, deja que el que luchó ya hizo algo y el que no luchó no hizo nada. ¿Piensa que la lucha sindical tiene vigencia? Absolutamente. Métete a una fábrica y verás cómo le siguen robando [al obrero] el equipo de seguridad, cómo las cuentas están desorganizadas, cómo le pagan a un líder charro. Hay que reconstruir el momento sindical de base, pero hay un montón de luchas sindicales. El charrismo siempre ha dominado el panorama; los charros siguen viviendo de eso y si les cortas la manguera, les cortas la vida: no tienen de dónde comer, viven de eso sus hijos y cuatro matones. Romperlos es francamente difícil. La izquierda ha abandonado el trabajo sindical y eso es patético y terrible, peligroso. No ha habido un trabajo de organización como el que hicimos en los setenta. ¿Qué opina de los intelectuales orgánicos, de los cuales se ha hablado mucho últimamente? Son un tradición deleznable en este país, el intelectual a sueldo del aparato del Estado, a sueldo de favores, vinculado a las políticas estatales. Así fueron Octavio Paz y [Héctor] Aguilar Camín y tantos otros. Se van renovando y ahí está [Enrique] Krauze y compañía; dan tristeza y dan pena, sujetos a las migajas del aparato del Estado. Y no me hable de usted, culero; usted es para los enemigos. Pensando en tus novelas policiacas y en la situación actual, debo preguntarte: ¿Qué sacas a la situación actual, a la sangre derramada? ¿Tienes algún proyecto? Hace falta distancia; el problema es que necesitas camino para ver. Tengo una novela pensada, tengo 170 páginas de notas, pero me falta distancia, no la agarro. Ahorita tengo 15 libros empezados. Pienso que se está gestando y se gestarán grandes movimientos literarios y artísticos alrededor del concepto del México violento… Hasta ahora ha sido el periodismo el que ha recogido en gran parte esta causa literaria; el periodismo de investigación ha hecho cosas muy buenas. Hay ahí una docena de colegas muy respetables. Pero para pescar literariamente a mí me falta lenguaje, me falta percepción de contacto. Siguen siendo personajes a los que no les he agarrado bien. Meterte en la cabeza de un capo, de un sicario, no es nada fácil. 113} ENTREVISTA OPCIÓN 167
¿Héctor Belascoarán ya no tiene cabida en estas historias? Sí, Héctor siempre tiene cabida, lo que pasa es que le di vacaciones. Muchas veces no puedo explicar por qué. Lo que puedo explicar es cuáles son las reglas de mi juego personal. Escribo lo que quiero y no lo que no quiero; nunca escribo textos en contra de mi voluntad. No me obligo ni me impongo, ni temas, ni nada. Tengo ahí veinte libros empezados y voy avanzando. Esta semana avancé en dos de ellos bastante. Luego me detengo, los dejo reposar, me voy a otro, hasta que uno de ellos dice: “Yo”. Y entonces me concentro en ese libro, pero soy muy respetuoso. Me tomó muchos años construirme un espacio de libertad y vivir de lo que escribo para ahora castigarme escribiendo algo que no. O que llegue un editor y que me diga: “Aquí tienes un cheque para hacer esto”. No, ni madres. Mi libertad es una estructura de compromiso entre yo y mis lectores; consiste en que ellos me leen y yo escribo lo que quiero; y nos criticamos, y me sugieren, y oigo las sugerencias. Pero no tienen que ver ni el dinero ni las obligaciones, porque tantos años consiguiendo libertad para luego cambiarlo por dinero, no mames. ¿Y cómo lo combina con la lectura? Leo de una manera muy extraña, muy variado. ¿Metódico? En el sentido de que leo todos los días, pero no en cuanto a lo que leo. Tengo un montón de libros que me interesan y que les he echado el ojo y se van haciendo pilas y de repente me interesan más por aquí o por más allá. Leo, además, básicamente cuatro o cinco temas, nada más. Estoy leyendo novela policiaca, fantasía y ciencia ficción; libros de periodismo narrativo; mucha historia de los temas más variados, porque de repente me entran ataques de interés, entonces brinco a los lugares más raros y respeto mucho mis brincos. De repente, me empezó a interesar un texto que cayó en mis manos accidentalmente, sobre un grupo de arqueólogos ingleses que habían demostrado que el templo de Salomón era una mamada. Que era un pequeña estructura sin mayor trascendencia; la Biblia lo ha hecho “el templo”; Salomón se ha vuelto Salomón y entonces me entró la curiosidad. Desde leer el Cantar de los cantares y todos los debates literarios políticos, sociológicos sobre esa obra. Me metí en un pinche rollo de lecturas ¡alucinante!, y en medio de eso estaba saliendo todos los días a conferencias y a la calle. Puede parecerte esquizofrénico, pero no lo es. ¿Cómo se compara en la forma de escribir con otros autores? Lo que entendemos como metodología son rutinas. David Martín del Campo sólo puede escribir en cuadernos de tamaño carta y con una pluma de color verde. Nomás así escribe, y no suele escribir en su casa, escribe en cafés. Yo no. Hay autores como Rodolfo Pérez Valero que si no sabe exactamente cómo va a terminar lo que está escribiendo, no lo puede escribir; necesita cocinar perfectamente todo antes de sacar la pluma. Autores como Andreu OPCIÓN 167 ENTREVISTA
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Marín hacen una escaleta de la novela que están escribiendo, de quince páginas, donde está, detalle a detalle, lo que está pasando. Yo no quiero, yo no puedo. Cuando empiezo a escribir una novela no quiero saber cómo termina. Escribirla es conocerla; el placer de ser lector al escribir no quiero perderlo y jamás haría eso. Entre las pugnas de la historia ahí está Paco Ignacio aportando su versión de los hechos. Me ha llamado la atención su forma de hacer investigación histórica. Usted va y recoge las fuentes, pero las entrega de otra manera, ¿se siente desvinculado de los que hacen historiografía en México? La historia está a debate. Muchas veces se me ha querido encasillar como un hereje, así es como empezaste esta entrevista. Porque la historia –tal como yo la entiendo– es herética, porque a mí me preocupa el rigor histórico, pero también me preocupa la narrativa cuando hago historia. Para los historiadores tradicionales, que escriben del culo –en su gran mayoría–, la narrativa es un pecado. Cuando yo hago historia no hago ficción, uso artes y técnicas literarias para contar, pero nunca ficción; eso es otro rollo. ¿Cuál es el papel del narrador? No tiene mucho misterio, tú tienes un material original; ese material puede tener diversas formas. Por ejemplo, puede ser la polémica que hoy está abierta sobre voto útil y voto en blanco. ¿Qué tratamiento le das? ¿Una novela, un ensayo histórico, un reportaje histórico? Para mí el material está pidiendo un reportaje-crónica, es decir, un trabajo periodístico, no más de ocho páginas, en el que recojas anécdotas, datos e información. El material me obliga a no usar ficción, pero me permite usar técnicas literarias, como diálogos, conversaciones callejeras, o monólogos interiores. El material no es ficción, no es literatura de ficción; es literatura en no ficción, es crónica o reportaje. Se necesita arte y técnica literaria para contarlo bien, con el mismo rigor con el que harías historia tradicional. Una vez tomada esta decisión, te apegas a ella y no juegas con ella. Cuando escribí el Pancho Villa no me pude dar el lujo de decir: “Villa debería de estar pensando” como lo hace Martín Luis Guzmán; él escribió una novela, yo no. Lo que puedo decir es: “Podría Villa estar pensando” y aportar mis especulaciones a las del lector, pero tiene que quedar clarísimo que es una especulación y no un hecho. Porque lo que hizo fue levantarse una mañana, montarse en su caballo e ir a no sé donde, ese el hecho ¿Qué podría estar pensando? Eso es ficción, lo puede plantear con técnicas literarias como especulación del narrador. Pero tiene que quedarle muy claro al lector que esa es una especulación del narrador y no un hecho. Entonces el problema es cómo trabajas tus materiales y con qué reglas narrativas los estructuras.
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En el ámbito de las ciencias sociales, el rigor a veces es otro. Son unos mamones, se ha diseñado el término hiperlactancia para definir algo que se llama megamamada. Yo decidí ser historiador como entiendo la historia y nadie me va a obligar a que un libro mío tenga 72 páginas de notas a pie de página. Lo vuelves ilegible, tienes que agruparlas de otra manera para facilitar la lectura, sin perder el rigor. Las notas a pie de página no le dan más rigor a la historia, sólo le dan apariencia. Y el capítulo introductorio –que se llama marco teórico– es una mamada. El marco teórico no está en la historia que se quiere contar. ¿Para qué demonios lo explicitas? ¿Lo ve como una lección para la historia y las ciencias sociales? Pues sí, yo diría que todas las tesis deberían eliminar la parte del marco teórico, porque si tienes un marco teórico quiere decir una serie de aproximaciones ideológicas bajo determinadas corrientes. ¡Entonces aplícalas en el texto! Y no me vengas contando cómo se construye la estructura ideológica a partir de la cual vas a ir al texto. Lo que importa es el contenido. Entonces mejor ser el escritor que el historiador… Los historiadores son escritores, usan la palabra escrita para contar, si eso se les olvida es que no son historiadores, son repetidores verbales. Un homenaje a un escritor es distinto al homenaje a un historiador, ¿cómo prefiere ser recordado? El mejor homenaje son mis lectores; cuando en las manifestaciones la raza saca de la mochila el libro y se los firmo, ese es mi mayor homenaje. Lo demás es oropel. Este país está lleno de serpentinas y de oropel. Ahí van todos, tomaditos de la mano. Para mí vale para pura madre. Sonríes cuando te dan premios, y si hay que recibir un homenaje, vas y los subviertes, subes al escenario y dices: “El presidente de México no me gusta” y lo dices en Bellas Artes, que es donde hay que decirlo, aparte de la calle, donde hay que decirlo todos los días.
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Esa experiencia que llamamos arte
La Bienal de Venecia Ambra Polidori Fotógrafa y artista mexicana.
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maginen que se encuentran en un gran almacén donde les piden que tomen todo aquello que consideren arte. Al principio elegirán pinturas, esculturas, fotografías, pero ¿cuáles de todas ellas serán consideradas por ustedes arte y cuáles simples objetos decorativos? Y si ponen mayor atención, ¿cómo se comportarán con los objetos de design, con las artesanías, con el disco de jazz…? Tendrán por fuerza que responder a una serie de interrogantes filosóficos. ¿Qué cosa es o no es el arte? ¿El design es arte? Y, en un sentido más general, ¿todas las obras de arte son objetos?
Ingreso al Palacio de Exposiciones de la 54ª Bienal de Venecia. Foto cortesía Bienal de Venecia.
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La Última cena (1592-94) de Tintoretto, óleo sobre tela, 3.66 x 5.70 m. Foto cortesía Bienal de Venecia.
No es nada fácil rendir cuentas de la estética, disciplina que –a casi 300 años de su fundación– continúa teniendo un estatuto epistemológico cuanto más incierto. Especialmente porque de arte, belleza y gusto se discute desde hace más de 2 mil años… Además, cuando atribuimos una propiedad estética a cualquier objeto, acción u obra que se valga, por ejemplo, del humo (como lo ha hecho Anish Kapoor) o del vapor (como lo ha utilizado la mexicana Teresa Margolles, entre otros), expresamos nuestra subjetividad; cumplimos, por lo tanto, una inevitable elección de naturaleza valorativa, de gusto que, aunque esperamos sea compartida por otros, no siempre es así. A esto nos enfrentamos cuando visitamos la reciente Bienal Internacional de Arte de Venecia, la cual desplegó las velas de su 54ª edición bajo el perfil de una crisis mundial que nos convulsiona, pero que no parece afectar tanto al mundo del arte. ¿Las conclusiones? No hay mucho de nuevo en el horizonte. La Bienal sigue tirando de su misma inercia. Y, sí, puede ser un mapamundi del arte del orbe, pero hubo algo de carrusel efímero en la propuesta de esta ocasión. Así que conviene echar al aire cualquier idea previa y dejarse seducir por aquello que supone para el espectador un descubrimiento. Aquí no hay teorías inmutables y mucho menos tiene sentido hablar de belleza, el cliché más engañoso de los posibles lugares comunes sobre la estética: porque la experiencia que se prueba de cara a un hecho artístico no depende ni de lo bello ni de lo feo o grotesco, sino de sentirnos satisfechos con aquello que se nos presenta. El arte crea un duplicado de experiencia, a uso y consumo de la imaginación: es decir, nos involucra cognoscitiva y emocionalmente, aun cuando los conocimientos y las emociones imaginativas sean diversos de aquellos reales. Sin embargo, Iluminaciones, título general de esta enorme y reciente exposición de la Bienal veneciana seleccionado por su directora artística, la suiza Bice Curiger (historiadora y curadora del prestigioso Kunsthaus de Zurich y, por cierto, ¡la primera mujer que ha dirigido sola una edición de la Bienal de Venecia en más de cien años!), parece referirse al arte de cierta manera romántica, es decir, como un revelador excepcional de verdades metafísicas. Cuando el arte es, simplemente, aquello que es: en buena parte, una forma de enriquecimiento, intensificación y ampliación de las experiencias comunes. Esta vez la sorpresa en la Bienal es que hubo un intruso perturbador entre todas las obras contemporáneas: el maestro veneciano Jacopo Tintoretto, un gran experimentador de su tiempo. Bice Curiger colgó tres enormes pinturas suyas en el Palacio de Exposiciones que se encuentra en el centro de los Giardini del Castello, sede histórica de la Bienal desde 1895. Sin duda una provocación ingeniosa, pues es probable que ni una sola de las obras que lo rodeaban existirá dentro de 400 años, a no ser en ciertas publicaciones. La Última cena (1592-94) es uno de los Tintorettos expuestos. OPCIÓN 167 CRÓNICA
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Si en la obra de Leonardo los discípulos se sitúan alrededor de Jesús con una simetría casi matemática, en las manos de Tintoretto la misma escena aparece dramáticamente distorsionada, dado que utiliza una original y audaz perspectiva oblicua, evidenciada por la posición diagonal de la mesa. La escena tiene lugar en un espacio sombrío, donde una lámpara con llamas y las aureolas de los santos –sobre todo la de Jesús– aportan un resplandor extraño que subraya detalles, así como las sombras dramáticas de los apóstoles proyectadas sobre la mesa. Si bien es una obra oscurecida por el paso del tiempo, destaca precisamente por el tratamiento que el maestro renacentista hace de la luz y el uso de las aureolas para distinguir los rostros de los personajes. En fin, es un trabajo que anuncia decididamente el barroco y que la directora artística de la Bienal quiso presentar, junto con otras dos grandes telas de Tintoretto (La creación de los animales, 1551-52; y El robo del cuerpo de san Marco, 1562-66), como eje de su propuesta (de ahí también el título de este acontecimiento bienal, Iluminaciones). La Bienal compendia el arte como entretenimiento y consumo –normalmente de quienes trabajan en su campo y de una elite–, útil para polemizar, sentir, pensar y viajar. La sorpresa o el escándalo son cada vez más difíciles, si no imposibles, y la belleza difícilmente se plantea –como ya se mencionó– al no pertenecer a nuestro tiempo. Impera, entonces, vivir una experiencia, hacer recuperar la sensibilidad a adultos cínicos y resabiados, despertar emociones. Los espacios del Arsenal y los Jardines, donde se encuentran los pabellones, ocupan 10 mil metros cuadrados de un “parque de diversiones” fantástico para muchos visitantes. Además, son 116 años haciendo esto y en ningún otro lugar queda mejor. Espacios que en esta ocasión reunieron a 83 artistas (de los cuales 32 son jóvenes nacidos después de 1975 y 32 son mujeres) de 89 naciones, cuatro de las cuales participan por primera vez en la Bienal: Arabia Saudita, Andorra, Bangladesh y Haití. Eso, sin contar las exposiciones colaterales: palacios, museos e instituciones en la laguna veneciana que hospedaban 37 manifestaciones, ampliando la rica oferta. Ejemplos de ello: la instalación site-specific de Anish Kapoor (1954), Ascensión (lo inmaterial hecho objeto, según el creador indio), una columna elevada de humo tan tangible como etérea en el marco de la magnífica basílica de San Giorgio Maggiore construida por Palladio. La rica y multifacética TRA, The Edge of Becoming, colectiva curada por Rosa Martínez en el Palazzo Fortuny con la idea de transformación en el horizonte, vinculando la sabiduría de Oriente y Occidente. Entre muchas de las obras presentes, los bottari de la artista coreana
La instalación site-specific de Anish Kapoor, Ascensión. Basílica de San Giorgio Maggiore.
Los bottari de la artista Kim Sooja. Foto cortesía de los organizadores de TRA.
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En la Nuova Scuola Grande di Santa Maria della Misericordia la polémica Pietás V del belga Jan Fabre.
Kim Sooja (1957), pequeños hatillos formados por brillantes colchas de boda coreanas que llevan en su interior ropa traída de Japón, en alusión al tsunami y la tragedia nuclear sufridos recientemente por ese país. Una prueba de cómo conviven la belleza y el dolor, y cómo puede haber hilos visibles o invisibles que permiten dar sentido al universo. Y, en la Nuova Scuola Grande di Santa Maria della Misericordia junto con otras cuatro esculturas en inmaculado mármol de Carrara, la polémica Pietà V del belga Jan Fabre (1958). Pieza que antes incluso de que la Bienal se inaugurara suscitó el debate debido a su reinterpretación de la emblemática Piedad de Miguel Ángel: el artista se ha esculpido a sí mismo ocupando –vestido– el lugar de Cristo con mariposas, caracoles, gusanos y escarabajos, y ha sustituido la cara de la Virgen con una calavera, influenciado seguramente por la tradición de la pintura flamenca de su país. “Mi obra rinde homenaje al estadio post mórtem de la vida, en el que se vive un tiempo prestado”, ha afirmado. En la 54ª Bienal predominaron el video y las atmósferas; espacios oscuros con ruidos y cubículos con videos que requieren tiempo –que en Venecia es carísimo–, como el video de 24 horas de duración del estadounidense Christian Marclay (1955) titulado: The Clock (2010), un rico y dinámico collage fílmico donde se ven relojes o personas que miran su reloj, dando lugar a una meditación sobre el relato y el transcurso del tiempo; así como interesantes obras dirigidas totalmente a la percepción, como la del estadounidense James Turrell (1943): una simple estancia blanca, fascinante por el cambio y densidad de luz y color que produce una superficie homogénea, en la cual todos los elementos arquitectónicos se disuelven en un ambiente cromático que invita a la meditación y al silencio. También hubo unos pocos trabajos de carácter participativo como el de Norma Jeane (pseudónimo de
Vista de la instalación #Jan25 (#Sidibouzid #Feb12, #Feb14, #Feb17, …) de Norma Jeane. Foto Raymundo Sesma.
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Dibujo de la instalación del artista chino Song Dong para el Arsenale. Foto cortesía Bienal de Venecia.
un artista o grupo de artistas derivado del verdadero nombre de Marilyn Monroe), quien a diferencia de la actriz, escapa a la fama, manteniéndose oculta(o), y es representada(o) en las instalaciones y performances por un colaborador. Su paralelepípedo, hecho en plastilina, muestra los colores de la bandera egipcia y una severidad estética que contrasta con la maleabilidad del material. En esta tensión, los aspectos oscuros y gozosos de la acción contra la tiranía vienen expresados simultáneamente. Los espectadores son invitados a tocar, dar forma o pintar la obra en un ejemplo de la determinación del(a) autor(a) por disolver la autoridad del artista individual en favor de la inclusión. Otras piezas suponen un trabajo demencial como la del conceptual chino Song Dong (1966), que llevó a Venecia la centenaria casa de madera de sus padres en Pekín, para meditar sobre la cultura en transformación de su país natal al instalarla en el Arsenal como parte de un “para-pabellón” (estructura de grandes dimensiones de naturaleza escultórico-arquitectónica capaz de hospedar obras de otros artistas, curadas por un creador –en este caso el mismo Dong–). Un trabajo nostálgico que nos habla de cómo el consumismo y el desarrollo urbano están sustituyendo los conceptos de creatividad y templanza. O qué decir de las 2 mil palomas disecadas del impredecible italiano Maurizio Cattelan (1960) que, al estilo de Hitchcock, se posaban en trabes y tubos cercanos a los techos del interior y la fachada del Palacio de Exposiciones, trabajo inspirado por la enorme cantidad de pichones que encontró en el interior de ese recinto dejado en el abandono antes de inaugurarse la Bienal (una autocitación de sus 200 palomas ya presentes en la 47ª Bienal de Venecia) y cuyo título irónico es Turistas, haciendo seguramente referencia a la invasión de los mismos en la
Vista parcial de las palomas del artista italiano Maurizio Cattelan en el Palacio de Exposiciones. Foto Ambra Polidori.
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Vista parcial de la instalación Chance de Christian Boltanski. Foto de Raymundo Sesma.
ciudad lagunar y lo sucios que son muchos de ellos, pero también, sutilmente, a que en las bienales el tiempo parece haberse detenido y todas comienzan a parecerse. No puedo dejar de referirme al Pabellón Francés curado por Jean-Hubert Martin, que hospedaba la espectacular instalación industrial y mecánica Chance (2011) de Christian Boltanski (1944). Pieza sobre la vida, la muerte y el azar (que nos ofrecía la oportunidad de pulsar un botón para convertirnos, quizá, en el afortunado dueño de la misma). Obra sobre el desarrollo de la vida, el ritmo incesante del nacimiento y la muerte que de un modo novedoso da lugar a preguntas sobre lo universal y lo exclusivo, animando una reflexión de aquello que distingue lo uno de lo otro. Por último, me ocuparé de la presencia mexicana, comenzando por Melanie Smith (inglesa de origen, nacionalizada mexicana, 1965) y Rafael Ortega (1965), quienes exhibieron en el decadente palacio Rota Ivancich, cerca de la Plaza de San Marcos, bajo la excelente curaduría de José Luis Barrios, quien en tiempo récord –por motivos burocráticos– logró montar la exposición y muy bien. Título de la misma: Cuadrado rojo, imposible rosa, la cual se articulaba en tres videos realizados conjuntamente por los artistas y una serie de pinturas y una instalación de Smith, en los cuales la autora deconstruye su imaginario estético y nos inicia en el repensamiento de las relaciones entre modernidad
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y caos. En el Arsenal, la mexicana Mariana del Castillo (1975) propuso en un dibujo plegable sobre un papel de 12 metros, una relectura fresca de los códices prehispánicos. A su vez, Gabriel Kuri (1970) exhibió intuitivos e ingeniosos objetos cotidianos, ready-mades, que modificó ligeramente para atribuirles cierta poesía. Por último, en el Pabellón del Instituto Italo-Latinoamericano (iila), también dentro del Arsenal, pese a contar con una sala algo pequeña, se expusieron en su mayoría videos conmemorativos de los bicentenarios latinoamericanos de independencia de casi 30 artistas. Sólo la mexicana Julieta Aranda (1975) eludió dicho tema para realizar, en cambio, una instalación centrada en una disputa sobre la definición de la línea del tiempo que aparece anacrónica en su contexto y que en 1999 fue modificada en el área del Pacífico. Alfons Hug, curador del pabellón del iila, escribió en el catálogo general de la Bienal: “Hay lugares que sólo duran un instante –son aquellos momentos únicos que sólo el arte puede capturar– y para ciertos tiempos, dice Mario Benedetti, no hay lugar. Quizá esta paradoja puede ser aplicada al presente, que comprime al extremo el tiempo, pero sin brindarle una casa ideal en parte alguna. Parece que sólo el arte es capaz de colocar el tiempo actual y de ofrecerle un refugio.” La 54ª Bienal Internacional de Arte de Venecia entregó los siguientes Leones de Oro: a la trayectoria de la estadounidense Sturtevant (1930) y del austriaco Franz West (1947); a la mejor participación nacional para el Pabellón Alemán en memoria de Christoph Schlingensief (1960-2010), y al mejor artista de Illuminazioni, el estadounidense Christian Marclay (1955). León de Plata para una joven promesa, el inglés Haroon Mirza (1977). Y dos menciones especiales: para el Pabellón de Lituania, por la obra de Darius Miksys (1969); y para la sueca Klara Lidén (1979) por su instalación de botes de basura en el Arsenal. El jurado estuvo conformado por Carol Yinghua Lu de China, Hassan Khan de Egipto, John Waters de Estados Unidos; Christine Macel de Francia y Letizia Ragaglia de Italia. Junio-Noviembre, 2011.
Imagen de la obra Bulto de Melanie Smith. Foto de la artista.
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{C OLUMNAS}
del haiku al samurai
Cómics y animación japonesa: secreto del éxito mundial del manga y el anime
Hace unos años se publicó en Japón el libro ¿Perdió la literatura ante el cómic?, que causó gran escándalo entre los literatos de ese país. Aquel año, por primera vez en la historia de Japón, dos organizaciones que otorgan los premios literarios más reconocidos, reconocieron la obra de dos jovencitas, una de 20 años y la otra de 19 años de edad. Al parecer, su intención era recobrar a los lectores jóvenes, quienes ya no mostraban interés en la literatura. Si bien esas novelas alcanzaron un buen volumen de ventas, las críticas no les fueron muy favorables. Los lectores adultos dijeron que no entendían sus mensajes y a los jóvenes los contenidos les parecieron menos atractivos que
los de los cómics. La mayoría de quienes las leyeron o intentaron leerlas, criticaban su nivel de expresión literaria. Unos suspendieron la lectura a medio camino por la escasa habilidad de las autoras para expresar los temas abordados. Hubo una época, una década después de la Segunda Guerra Mundial, en que las novelas escritas por jóvenes escritores sí atraían a la generación juvenil. Los autores se convirtieron, de hecho, en sus ídolos. Sin embargo, conforme aquellos autores se hicieron mayores, los temas de su obra literaria fueron cambiando; ahora escribían sobre los problemas de su edad. Por otro lado, los premios literarios que suelen abrir las puertas en el mundo editorial seguían siendo para escritores con experiencia. No había una preocupacion por crear una nueva generación literaria. Al parecer, los escritores jóvenes contemplaban el mundo cambiante y confuso sin poder presentar una visión más próspera. En la Segunda Guerra Mundial y en los años recientes, Japón ha experimentado varios cambios. Durante la guerra, como es bien sabido, el nacionalismo dominó todo el país. Después de su derrota absoluta, Japón encauzó su dirección hacia la industria. En los años 60 y 70, durante el auge de la economía de ese país, los estudiantes se organizaron para manifestar su inconformidad y su ira contra la generación adulta y dominante. Sin haber conseguido la respuesta esperada, los movimientos fueron aplastados y cayeron en el olvido. El grupo más radical, el Ejército Rojo, dejó su tierra para irse a otros países, como Corea del Norte o Palestina. La generación dominante no dudaba de sus logros. Creía que había convertido a los jóvenes en niños obedientes y domables. Así, pues, éstos deberían de seguir el mismo camino que sus padres, quienes se habían convertido en adictos al trabajo para lograr el desarrollo económico del Japón. Los jóvenes de la actualidad deberían de agradecer y respetar a las generaciones anteriores, ya que gracias a ellos, tienen una vida cómoda con abundantes bienes materiales. OPCIÓN 167 COLUMNAS
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Sin embargo, la realidad en Japón está demostrando todo lo contrario. La generación nacida después del movimiento estudiantil de los años 70 rehúsa incorporarse a la sociedad creada por sus antecesores. Ellos ya no manifiestan su desacuerdo con acciones radicales como antes, sino sólo se niegan trabajar como las generaciones anteriores. En la actualidad, algunos jóvenes prefieren vivir de un trabajo temporal en lugar de ser asalariados permanentes en una compañía; estadísticas recientes señalan que quienes piensan así han llegado a ser cuatro millones. Es buena parte de la población juvenil y laboralmente activa. Este fenómeno no tiene que ver con la escasez de trabajo, sino, más bien, con su elección de manera de vivir. Al mismo tiempo, la baja tasa de natalidad marcó un récord histórico: 1.29. Las parejas modernas no quieren tener familia. Es significativo saber que esta generación forma una capa importante entre los seguidores de historietas como Akira y Evangelion, entre otros. Es posible que estos cómics les estén ofreciendo algo que la literatura ya no les puede dar.
Tokiyo Tanaka Maestría en la Especialización sobre Japón, Universidad de Tukuba. Egresada del doctorado en Historia de México, unam. Maestra del cepe, unam.
Los hijos de la malinche
Los indignados y el péndulo del capitalismo
A más de medio año de la llamada Primavera Árabe, llama la atención que un movimiento mayoritariamente musulmán sembrara el espíritu de la protesta democrática en el Occidente cristiano. Los reclamos de los tunecinos, egipcios y libios por la construcción de un modelo democrático y una sociedad equitativa con mayores oportunidades laborales y una distribución justa del capital, se reprodujeron gracias a las redes sociales y la apertura virtual, en muchos países europeos y americanos. En medio de una fuerte crisis económica europea, el movimiento español M15, pionero en Occidente, denuncia la falta de oportunidades reales para la juventud profesionista. En las pancartas de las plazas del Sol, Mayor y Cataluña, Los Indignados plasman su preocupación ante la falta de empleo, sueldos dignos y equiparables a los costos de vivienda, transporte y educación. Durante el verano europeo, múltiples países se sumaron a la protesta, aglutinando en su discurso ya no sólo el reclamo de la clase media, sino de las comunidades inmigrantes marginadas de Inglaterra e Italia. Pareciera que el otoño trajo la indignación a América, manifestándose en Chile con el movimiento estudiantil y traduciéndose en Estados Unidos como Occupy Wall Street, a través del cual miles de estadounidenses exigen una mejor distribución del capital: “Nosotros somos parte del 99% al que no privilegia el sistema neoliberal”.
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¿Quién es el 1%? De acuerdo con un artículo publicado por el Financial Times, 1% de la población estadounidense vive con 58% de los ingresos del país. Eso quiere decir que 99% de los habitantes se reparten el 42% restante. Las cifras tienden a empeorarse y Estados Unidos no es el caso más grave. México y Chile ocupan los primeros lugares de desigualdad económica de acuerdo con el último reporte de la ocde. ¿Quiénes conforman el sector privilegiado? El boom financiero de la última década, la libre especulación y la falta de regulación estatal en las transacciones económicas virtuales, abrió un mercado laboral reservado a unos cuantos que forman parte de la cadena alimenticia de las acciones: los que las subastan, los que las adquieren y, especialmente, los que operan la compra-venta. Esta elite –conformada por algunos propietarios de bancas de inversión, altos directivos de empresas (ceos y cfos) y, por último, socios y asociados de bufetes corporativos– son el 1%. Muy por debajo su ingreso promedio anual, se encuentra el resto de la población mundial, quienes buscamos cómo podemos repartirnos los recursos restantes.
En esta disfuncional repartición, el sistema capitalista parece enfrentarse con una crisis que él solo produjo: incluidos en aquel 99% están no sólo los jóvenes indignados que se manifiestan en las plazas, sino el mercado bursátil mediante el cual las empresas transnacionales se hacen ricas y enriquecen al 1%. En ese inmenso sector desfavorecido están los millones de trabajadores de mediano y bajo rango que forman parte de la burocracia empresarial. Están, además, jóvenes profesionistas, preparados probablemente en las mismas escuelas que los “niños de Wall Street”, movidos por el enojo y la sensación de despojo ya que es con sus impuestos que se realiza el rescate bancario. Esta nueva lucha de clases virtual demanda a gritos la participación del Estado como órgano capaz de regular y repartir el ingreso. ¿Será que Los Indignados son la evidencia más clara de que el péndulo del capitalismo está retomando posturas keynesianas? ¿Estaremos viviendo la antesala de una movilización social que cambie modelos establecidos como lo hicieron a finales de los sesenta? ¿O es sólo un movimiento efímero y pragmático como la generación que lo defiende?
Eynel Pilatowsky Licenciada en Ciencias Políticas por la unam. www.loshijosdelamalinche.com
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In memoriam Tomás Segovia 1927 - 2011 Lluvia estival
En la apartada noche ya sin nadie, tibia, agitada, leve cae la lluvia, sola para sí sola. Íntima bailarina por la noche, misteriosa, alocada, gime allá, vuela, ahoga aquí una risa, caprichosa musita, se interrumpe, juguetona, inquietante, viene y va, calla, desde lejos torna con sonreídas lágrimas, va a decir algo que en suspiro muere. Y huyendo con susurros y voces de sirena, deja en el aire un mórbido perfume de amor difunto en punzante recuerdo, y en el alma el errático, incurable, secreto amor de todas las derivas…
Daniel Sada 1953 - 2011 Fragmento de
Entonces, por favor, contempla nada más lo que te da un instante Ya vendrán los minutos a insuflar el hastío Así que mira… Y punto Hay una mecedora… Parece muy lejana y lejana se mueve, o a lo mejor, también, la mueve el que te dije, el que estaba en la cama enmedio del oleaje ¿Ya observaste la mesa? Es tenue, siempre tenue, y por lo mismo impura. Tiene un fondo muy blanco y un trasfondo a voleo henchido de hojas cándidas, esas que morirán murmurando un secreto. ¡Lugar común!: ¡Y limpio! Vislumbre entelerido donde tú, donde aquél o donde aquélla… La ronda de lo umbrío será tal como fue. Así que barre a fondo porque vienen los vivos a hablar sobre los muertos. Barre, barre hasta el fin, barre con toda el alma, porque tal vez un día brillará todo esto.
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política editorial opción se publica seis veces al año. El consejo editorial decide la publicación de las colaboraciones en un plazo no mayor de seis meses. Sólo se devuelven originales si el autor los reclama para correcciones futuras. No se aceptan obras con seudónimo. Los trabajos deben ser inéditos, no pueden estar en proceso de publicación en otro lugar. En caso de tratarse de material ya publicado, es necesario contar con el permiso de los editores y hacerlo del conocimiento del consejo editorial de opción. SECCIONES 1 Literarias: poesía, cuento y varia invención. 2 De reflexión: artículos, ensayos y notas. La temática es abierta, tanto para asuntos coyunturales como análisis de tópicos más perdurables. 3 Exégesis: es la sección temática; un espacio para la pluralidad y diversidad de visiones sobre un mismo asunto. 4 Columnas: estudio, debate y reflexión sobre temas específicos, como cine, música, ciencia, literatura, libros recientes, política e historia. 5 Libros: sección dedicada a la exposición y difusión de obras publicadas recientemente. NUEVAS SECCIONES: 6 Crónicas 7 Música + Literatura 8 Fotografía PRESENTACIÓN DE ORIGINALES Los artículos deben escribirse con un lenguaje sencillo, conciso, y un estilo que los haga comprensibles e interesantes para universitarios y público en general. Los manuscritos deben ser presentados en formato Word, tamaño carta, tipografía Times New Roman a 12 puntos. El interlineado será de espacio y medio (1.5); los márgenes, de 2.5 cm. No se dividirán palabras con guiones. Las páginas deberán numerarse en el ángulo superior
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derecho, con excepción de la inicial, que contendrá el nombre completo del autor, grado escolar e institución donde realice sus estudios o el organismo en el cual trabaje y su cargo, así como su correo electrónico y número telefónico. Sólo se utilizarán negritas para títulos o subtítulos. Los textos deberán ser escritos en mayúsculas y minúsculas. En ningún caso se utilizarán subrayados. En el caso de las siglas, la primera ocasión que se empleen deberán estar precedidas del nombre completo del organismo o institución. EXTENSIÓN Para narrativa, ensayo, artículos, notas y reseñas, la tensión máxima es de 12 cuartillas. Para poesía, se acepta una selección de máximo 15 poemas, aunque el consejo editorial no se compromete a publicar la sección completa. APARATO CRÍTICO La información de las notas al pie de página deberá contener el siguiente orden e información: Libros: nombre y apellido del autor, título del libro en cursivas (si es artículo, entre comillas), tomo o volumen, editorial, país, año y páginas citadas. Revistas: nombre y apellido del autor, título entre comillas, nombre de la revista en cursivas, año, tomo o volumen, número, fecha de publicación, páginas citadas. Internet: nombre y apellido del autor, título, nombre del sitio web, dirección url completa y fecha del artículo o, en su caso, de la consulta. MATERIAL GRÁFICO Se acepta caricatura, collage, dibujo, fotografía, grabado, pintura y obra gráfica en general. La técnica es libre. Se recibe material en color y en una tinta. El material digitalizado sólo se aceptará con una resolución mínima de 300 dpi, de preferencia en formato .tif, .jpg con dimensiones de al menos 20 por 20 cm.
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{CONTENIDO}
Próximo número protesta e indignación social LITERARIAS
53
4 La escuela rose mary salum
La rebelión hedonista: El camino hacia una política posmoderna
98
angela barraza risso
eric m. tomasini-bassols
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8 La czarda de la memoria benjamín isidro guzmán toledo
1968: el día que murió Duchamp
60
Los pasos guardan deferencia
GRÁFICA OCULAR
carla sofía loyo martínez
81 61
20 Espectro de luz adrián soto
El fetichismo de la oposición
70
72
Lucio Cabañas: el heroísmo trágico arturo oropeza
ENTREVISTA
Profanar, la rebeldía contemporánea
108
francisco javier osorio adame
76
78
Fotografías de: alex reider, laura cortés hesselbach y livia oropeza
antonio attolini murra
24 Rabo de nube benjamín pacheco lópez
jesús nieto rueda
cnte 1979-1989 vilma favela
eric m. tomasini-bassols
16 El eclipse carlos saavedra
REFLEXIÓN 32 El humor grotesco y las caricaturas del monero Hernández
Rodrigo Rojas de Negri
Diálogo con Paco Ignacio Taibo ii luis godoy
1988 luis godoy
CRÓNICA
Rojo líquido
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inti leonardo mejía
EXÉGESIS
Esa experiencia que llamamos arte. La Bienal de Venecia ambra polidori
89 44 Breve repaso sobre
El Grupo Popular Guerrillero y el asalto al Cuartel Madera pedro salmerón
COLUMNAS
I’d leave when
124
las protestas del 2011 esteban illades
94
fotografías de xin hui lim/ the brooklyn ink
46 Indignados es plural juan manuel garcía almaguer 48
Ríos de sangre
tokiyo tanaka
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del haiku al samurai
San Cristóbal 1994
los hijos de la malinche eynel pilatowsky
andrea gonzález aguilar
leticia luna
SECCIÓN ESPECIAL 50 El pintor indignado andrea gonzález aguilar
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In memoriam
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Yo quiero suscribirme
BĂ—P YYYJ t OPWJFNCSF
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SFDUPS Dr. Arturo FernĂĄndez PĂŠrez WJDFSSFDUPS Dr. Alejandro HernĂĄndez Delgado EJSFDUPSB FTDPMBS M.D.I. Patricia Medina Dickinson PQDJĂ˜O Revista del alumnado EJSFDUPS Arturo Oropeza
0. , 193 rum
D an’s
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DPOTFKP FEJUPSJBM ComisiĂłn de redacciĂłn Vilma Favela, Luis Godoy, Andrea GonzĂĄlez Aguilar, Emmanuelle Oropeza, Eric. M. Tomasini
dm Ma erie
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ricardo flores magĂłn.
Protesta e indignaciĂłn social
La rebeldĂa es la vida, la sumisiĂłn es la muerte.
EJTFĂ—P FEJUPSJBM alexbrije + kpruzza
BĂ—P YYYJ t OPWJFNCSF
espectro de luz AdriĂĄn Soto / rodrigo rojas de negri Angela Barraza Risso / diĂĄlogo con paco ignacio taibo ii / esa experiencia que llamamos arte. la bienal de venecia Ambra Polidori / el grupo popular guerrillero y el asalto al cuartel madera Pedro SalmerĂłn
DVJEBEP EF MB FEJDJĂ˜O Sandra Luna GPUPHSBGĂ“B EF QPSUBEB Alex Reider JNQSFTJĂ˜O Producciones Editoriales Nueva VisiĂłn MĂŠxico
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Domicilio:
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ISSN: 1665-4161 reserva de derechos al uso exclusivo: 04-2002 t $FSUJGJDBEP EF MJDJUVE EF DPOUFOJEP PQDJĂ˜O es una revista universitaria sin fines de lucro. Todos los derechos reservados. Queda estrictamente prohibida la reproducciĂłn total o parcial de esta publicaciĂłn, en cualquier forma o medio, sea de la naturaleza que sea, sin el permiso previo, expreso y por escrito del titular de los derechos. Los artĂculos son responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente el sentir de la revista. Revista indizada por Citas Latinoamericanas en Ciencias Sociales (clase). Integrada al Sistema de InformaciĂłn BibliogrĂĄfica sobre las publicaciones cientĂficas seriadas y periĂłdicas, producidas en AmĂŠrica Latina, el Caribe, EspaĂąa y Portugal (latindex).
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