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El lagarto y las vírgenes.
¡Compren, compren la condena del alma! Van a perderse por fin: aquí está la máquina que hace zozobrar los espíritus. Yo anuncio al mundo este suceso de primera magnitud: acaba de nacer un nuevo vicio. Al hombre le ha sido dado un vértigo más: el surrealismo, hijo de la sombra y el frenesí. ¡Pasen, pasen! Aquí empiezan los reinos de lo instantáneo…
Surrealismo
año xxxiii • mayo 2013
año xxxiii • mayo 2013
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Surrealismo
El poeta sueña.
louis aragon, el campesino de parís
la mujer que sueña en las murallas / Fernando Denis los padres de la poesía surrealista escandinava / Osvaldo Rocha entrevista a yvonne domenge
año xxxiii • mayo 2013 • issn: 1665-4161
El poeta sueña.
año xxxiii • mayo 2013 • issn: 1665-4161
{G RÁFICA OCULAR}
Recortes surrealistas
Dora Maar, Barcelone, ca. 1932.
OPCIÓN 176 GRÁFICA OCULAR
{2
Manuel Álvarez Bravo, La buena fama durmiendo, 1938.
3} GRÁFICA OCULAR OPCIÓN 176
Kati Horna, Remedios Varo, s.f.
OPCIÓN 176 GRÁFICA OCULAR
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Nacho López, Frustación, s.f.
5} GRÁFICA OCULAR OPCIÓN 176
Luis Buñuel, fotograma de La edad de oro, 1930.
OPCIÓN 176 GRÁFICA OCULAR
{6
Manuel Álvarez Bravo, Dos pares de piernas, 1928-1929.
7} GRÁFICA OCULAR OPCIÓN 176
Lola Álvarez Bravo, Computadora I, ca. 1954.
OPCIÓN 176 GRÁFICA OCULAR
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AGRADECIMIENTO
Ilustración de la revista por Ludwig Zeller. Artista y poeta surrealista chileno radicado en Oaxaca, México.
L La mujer teje lo que el pescador sueña.
udwig Zeller (Río Loa, Chile.
1927). El árido Atacama influye en los sueños de su infancia y tamiza los cortes, trazos, textos de su extenso oficio (dice Ludwig: De 11 a 1:30 a los niños nos prohibían salir... a estas horas emergen los mirages... Veíamos gente caminando, ciudades, mariposas gigantes, barcos que paseaban por ahí…). Para cuando se traslada de Antofagasta a Santiago de Chile, los románticos alemanes ya le han puesto el germen Surrealista que lo lleva, entre otros, a incorporarse como “satélite” de la revista Mandrágora, cuyos integrantes conformaron el único grupo surrealista latinoamericano (además: Gonzalo Rojas, Jorge Cáceres, Pablo de Rokha, etc.) El collage es el medio o elemento Surrealista por antonomasia. Zeller lo emplea, sin embargo lo hace alejándose del color, potenciando negros, grises y blancos propios de los libros de botánica, anatomía, arquitectura
9} LITERARIAS OPCIÓN 176
y biología de siglos pasados, que el Chileno, radicado en Oaxaca desde 1993, utiliza para manifestar su arte cisoria. En los collages Zeller crea vacíos, tensiones a través “del blanco”, complejizando el proceso sígnico y cognitivo lineal hacia otras suprarrealidades que son arrancadas de nuestro inconsciente en cada corte, en cada unión. Actualmente vive en el “callejón de la Luna”, cuyo nombre nos recuerda su revista y café “Casa de la luna". Seducido por la magia oaxaqueña, al pie de la Sierra Mixe, hoy escribe a un "Tejedor zapoteco" y mira los resquicios de Mandrágora, mientras dice: "si usted mira alrededor… el surrealismo está más vivo que nunca". A la obra plástica de Ludwig Zeller, hay que sumarle una veintena de libros publicados y traducidos a varios idiomas.
yahir alonso ortiz
SURREALISMO LITERARIAS
Exégesis
14 Sileno yelenia cuervo
52 Derivas trascendentales javier yoltic medina arellano
17 Metamorfosis iván foronda arróniz
56 Antinomias kandinskyanas zura guerra
19 Caminando daniel celis
58 Se dejan reflejar benjamín castro
20 La mujer que sueña en las murallas fernando denis
62 Recogimiento (poema surrealista basado
en la técnica del automatismo) yelenia cuervo
26 Piel sobre piel violeta amapola nava
64 Sin título (41) josé antonio terán somohano
28 En espera del amanecer diego alonso murillo zavaleta
66 Surrealismo poético:
30 Brevísimo estado de la cuestión sobre
andrea reed
narración en imágenes algunas especies maravillosas lola horner
33 Mundos violeta amapola nava
72 Psicoanálisis y surrealismo: sobre lo
simbólico y la emancipación del discurso subjetivo edgar miguel juárez salazar
80 La iconografía de la mujer en las
sección especial
artistas surrealistas roxana sosa sánchez
36 Último viaje amin vera
90 Louis Aragon: el surrealismo hecho vida eric m. tomasini-bassols 96 Los padres de la poesía
surrealista escandinava osvaldo rocha
rector Dr. Arturo Fernández Pérez vicerrector Dr. Alejandro Hernández Delgado directora escolar M.D.I. Patricia Medina Dickinson
entrevista 1 03
Yvonne Domenge andrea gonzález mariana mejía andrea reed
columnas 1 07 del haiku al samurai tokiyo tanaka
LIBROS 108 Casa de muñecas I Patricia Esteban Erlés
Ilustrado por Sara Morante alejandro campos
1 09 Tiempo en vuelo I Francisco Alcaraz andrea reed 111 La Fronda I Aurelio Asiain francisco osorio
opción. Revista del alumnado director Francisco Osorio consejo editorial Comisión de redacción Alejandro Campos Benjamín Castro Bernardo J. Sandoval Andrea Reed Eric M. Tomasini Comisión de material gráfico Fernando López Martínez Mariana Mejía Daniela Philipson María Zilli González difusión cultural y relaciones públicas Karla Ileana Almazán comité consultivo Dra. Claudia Albarrán Lic. Aldo Aldama Lic. César Guerrero Dr. Mauricio López Noriega Dra. Lucía Melgar Dr. Pedro Salmerón diseño editorial alexbrije + kpruzza cuidado de la edición Sandra Luna impresión Producciones Editoriales Nueva Visión México d.r. © opción revista del alumnado del itam Río Hondo 1, Tizapán, San Ángel, 01000 México, D.F., Tel./fax 5628-4000, ext. 4669 opcionitam@yahoo.com.mx http://opcion.itam.mx ISSN: 1665-4161 reserva de derechos al uso exclusivo: 04-2002090918011100-102 • Certificado de licitud de contenido: 8812 opción es una revista universitaria sin fines de lucro. Todos los derechos reservados. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación, en cualquier forma o medio, sea de la naturaleza que sea, sin el permiso previo, expreso y por escrito del titular de los derechos. Los artículos son responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente el sentir de la revista. Revista indizada por Citas Latinoamericanas en Ciencias Sociales (clase). Integrada al Sistema de Información Bibliográfica sobre las publicaciones científicas seriadas y periódicas, producidas en América Latina, el Caribe, España y Portugal (latindex).
Tiraje: 2,000 ejemplares
{EDITORIAL}
ESTANOESUNAEDITORIAL*
A
* Elaborado por composición automático-editorial… contradicción viva.
quí hay una imposibilidad, una irrupción, una paradoja…la vida. Yo sentía inestable el sentimiento. Surrealistas los que caen en v é r t i g o… y caer, y seguir cayendo . . . Se trata de soltar las cadenas que abrazan la interpretación. Leer entre letras, buscar el mundo escondido atrás de los elefantes enmascarados, leones rígidos y gallos andantes, ahí está el significado. Y entonces, la maldad de las proposiciones gramaticales. Un pez que seduce al fuego con su hermosa forma de no-mirar. Verán, se trató de no ser tratados. Verán, innumerables espacios condensados en un único, irracional, oyente estómago. Surgen las cadenas, quedan las hendiduras. Verán. Y en sus altiplanos, lánguidos y altivos, el cura despertó y el mundo se había convertido en una idea menos agradable que en el primer párrafo. ¿Cómo pensamos esta irrupción?, ¿cómo contenemos las nubes?, ¿cómo les damos nombre? … dijo el editor que, sin embargo, nombró algo… Centripetarme en distintas direcciones muchas de mí lejos para no volver a la mía existencia, desaparecer las líneas que detienen y confieren locura turbia. Y ¿por qué tenemos que seguir escribiendo? Yo sólo escribo si las letras me persiguen. Y ahí vienen cayendo en espiral, formando sílabas sin sentido. OPCIÓN 176 EDITORIAL
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Y ¿por qué no dejamos de escribir y escuchamos: es-cu-cha-mos? El poema amargo grita: ¡desentráñame! arranCAME de tu historia. Gírame, voltéame, suelta la pluma y aviéntame a la eternidad. El amor, la seducción, la muerte, la muerte, la muerte, y la luna. A mí ya no me importa esto. Es más, ¿para quién estoy escribiendo?, ¿a qué pirámide moral le estoy colocando los ladrillos?, ¿de quién beso la rancia boca llena de mandatos? Sólo, a mí no me quieran convocar para el futuro por que no quise asumir el presente. Por ende, la ventana que quedaba abierta fue cerrada, como un par de ojos que al cerrarse, oscurecieron lo que a su alrededor existiera. El mundo es lo que vemos y lo que vemos, lo apagamos. Y volvemos a empezar. Siempre me interrumpo… cuando quiero engañarme con un Uno me interrumpo. No quiero definir al Surrealismo, sólo quiero reírme…y después interrumpirme. Te voy a hablar de tú aunque no me lo permitas. Escúchame con atención: quise relatarle a alguien más la historia de mi vida, y lo logré. Fue un cuento tristísimo, yo hablaba solitariamente en un cuarto rodeado de carcajadas. Y hablé de los blas y los bles, y plasmé una autobiografía con palabras. Por esto te hablo de tú, para que agarres confianza y me aniquiles rápido. Toda vez que las cosas parecían mejorarse, la situación empeoró hasta convertirse en un decline de emociones: nuestras conciencias se fundieron, nuestras emociones se convirtieron en una sola. Después de todo éramos un grupo homogéneo, inexplicablemente: y la individualidad resurgía a la vez. Todo se volvió un blanco pensamiento que nos abrió los ojos: la luz otra vez. La posibilidad del lenguaje se asume desde aquí, de mí, de mi interpretación, de asumir los fantasmas que se reflejan en mi escritura. Esta reflexión pretende acercarse a esas letras interpretativas. tu parecer, mi parecer, multiplicidad de anhelos. No tengo idea de qué escribir… Consejo editorial
13} EDITORIAL OPCIÓN 176
{LITERARIAS}
Yelenia Cuervo Estudió la carrera de Filosofía y el posgrado en Estética en la unam, posteriormente realizó la maestría en Filosofía y Medios de Comunicación con los Salesianos. Es egresada del Diplomado en Creación Literaria de la sogem y profesora-investigadora en la Unidad Profesional Interdisciplinaria en Ingeniería y Tecnologías Avanzadas (upiita) del ipn.
Sileno*
L
• Este cuento surgió de un sueño.
a luz de la habitación era tenue. Esteban me tomó del brazo y me llevó a una antesala iluminada por pequeñas velas que desprendían un ligero olor a vainilla. En el centro había una mesa alargada estilo japonés con diversos platillos típicos de la cocina oriental, rodeada por pequeños cojines rojos. Del techo colgaban grandes tiras de tela color negro, cuya transparencia se asemejaba, por alguna razón, a la muerte. Ellos me esperaban. Mis suegros eran de pocas palabras. Por mucho tiempo pensé que esa era la causa de la rigidez en su rostro. Como si simularan ser estatuas de cera, me recibieron con una auténtica mirada de aprobación. Esteban tomó mi mano, aquel contacto me produjo una sensación hasta ese momento desconocida; podía sentir exponencialmente la sensibilidad de su piel, las líneas de la palma y sus protuberancias callosas. Cuando se es adolescente, uno imagina el protocolo para anunciar que se casará de manera distinta. Esteban y yo habíamos pospuesto nuestra boda por diversas razones, todas ellas sustentadas en el miedo. Nos habíamos convertido en grandes expertos de la evasión, procrastinando lo inevitable. Cada vez que el momento parecía más cercano, un nuevo proyecto acontecía: un viaje, una deuda, una pelea, un malestar. Nos enfermábamos de poca gravedad para terminar con grandes males que nos hacían conmiserarnos uno por el otro. Desde que llegué a la sala no he podido evocar ninguna escena de nuestro noviazgo, a no ser por estas donde sé fehacientemente que ha llegado nuestro momento. Luciana, la madre de Esteban, no ha dejado de admirar mi largo cuello y su delgadez, afirmando que es un signo de las mujeres con gran personalidad, mientras Roberto, su esposo, asienta con la cabeza a todas sus palabras. OPCIÓN 176 LITERARIAS
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Esteban me besa y me entrega el anillo. No sé si soy feliz, pero reconozco que es un anhelo inmemorial. Un pacto se ha sellado para nosotros. El sonido de las copas estrecha nuestras vidas. ***
Vino hacia mí como una bruma. Su piel mulata y sus ojos extraviados tenían el aspecto de quien pasa por el eclipse de la locura. Sus movimientos eran lentos debido a las deformidades de su torso; sus brazos parecían tensarse sin motivo alguno. De sus manos emergían unas largas uñas que brillaban como el sol de verano y que, en contraste con su cuerpo acondroplásico, emulaban una grandeza inexplicable. “Ahora estarás más suave”, me dijo la enana mientras recubría mi cuerpo con nueva piel. Lo hacía de una forma casi imperceptible, incluso podría decirse que con cierto respeto. Yo oponía cierta resistencia. Mi cuerpo desnudo yacía sobre la cama quirúrgica y supe, en ese instante, que ya no me pertenecía. La pequeña mujer deslizó sus dedos sobre su cabellera ceniza y musitó: —Lo mejor es no haber nacido nunca –continuó hasta subir el volumen lentamente. Como si estuviera en una hipnosis programada, la tomé de la mano con fuerza y con una mirada que implicaba piedad, rogué no haber estado ahí nunca. Le imploré con la pupila y con un gesto de terror que parara. “Has cerrado tu entrega”, exclamó con un tono que implicaba una alianza para la cual ya no existía retroceso alguno. 15} LITERARIAS OPCIÓN 176
Tomó una tira de carne fluorescente de una caja que abrió después de teclear varios números en una computadora y la injertó en mi espalda. Después continuó con prótesis orgánicas y mecánicas en varias zonas de mis extremidades. ***
Ella se ha ido. El cuarto emite ruidos incomprensibles. Frente a la cama de operaciones hay un espejo, no sé si deba mirarme. Por un altavoz se escucha: “Lo mejor es no haber nacido” y se asemeja a la voz de Esteban, distorsionada por ciertos tonos graves. He decidido hacerlo. Con grandes esfuerzos coloco mis piernas sobre el piso frío y blanco, higiénico, como, se supone, debe de ser en todos los hospitales. Frente al espejo observo cómo toda mi carne ha sido mutilada; lo sé por unas rayas que podrían ser la huella de unas cicatrices cuasiperfectas que emulan lo que ya no tiene significado. Fuera de las líneas, mi cuerpo es el mismo, a no ser porque mi percepción ha sido transmutada. ***
Amanece. No sé cuánto tiempo llevo aquí. La enana abrió la puerta, me miró como quien observa a los muertos que todavía no han sido sepultados. Algo de misericordia existía en su rostro. No sé si temí por el hecho de que hasta ese momento todo me parecía inexplicable, o porque algo, muy adentro de mí, ya no era igual. Entonces su mirada cambió: me observó como un animal de presa, con los ojos fijos en mi silueta, dispuesta a devorarme. Se sentó en una mesa que se encontraba al lado de la cama donde yo dormía; en el colchón donde se llevaban a cabo todas mis metamorfosis, sin decir palabra alguna, en flor de loto, rasgó su feminidad. Se me ofreció como una bruja. ***
Ahora sé que mi memoria puede traicionarme. Con sus uñas de sol rasgó sus calzones dejando ver una protuberancia que asemejaba a un clítoris transgénico irreconocible. Me obligó a tocarlo, sentirlo, palparlo… Cuando toqué esa inmensa bola, todos mis sentidos se exaltaron, podía oler hasta su último suspiro, sentir la protuberancia encarnada en mis huellas digitales, su expiración y sus gemidos como una melodía sincopada, su respiración atonal, los olores del mediodía mezclados con un mal baño, su aliento alienígena; ver su mirada perdida en el océano imaginario, incitarme a que con fuerza agitara la gran montaña entre sus labios vaginales… Ella estaba ahí y yo sólo era el instrumento para acrecentar su goce. Mientras la tocaba, resbalaban gotas de frenesí entre mis piernas mecánicas, se asemejaban a un breve recuerdo en el que yo me prometía en mano con un sujeto llamado Esteban. OPCIÓN 176 LITERARIAS
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Metamorfosis
C
aminaba por la sierra cuando en las yemas de mis dedos crecieron girasoles. Yo no estaba preparado para ello, así que escondí mis manos en los bolsillos. Pero fue inútil: miles de pétalos amarillos salieron a borbotones de mi pantalón. Y seguí andando. Noté que mis piernas iban convirtiéndose en dos troncos, y los pies se me extendían en raíces por el suelo. Entonces me tiré bocarriba sobre el zacate, deseando que pasara todo. Respiraba profundamente y aguardaba. Mi dorso lentamente se fue abriendo, desde el nacimiento del ombligo hasta el borde de mi cuello. Las costillas tomaban movimientos, se estremecían, y sentía cómo iban desprendiéndose de mi cuerpo; emergían dos grandes arañas blancas, dando pasos trémulos con sus patas de hueso. Dos o tres duendecillos emergieron de mi pecho y corrieron al instante hacia las plantas. La mirada se me hacía dura, adiviné que se disecaba: mis pupilas se hicieron dos semillas de maíz. Y de ellas, crecieron dos milpitas de ojos. Ahí siguen en la serranía. Siempre las miro cuando paso por allí, a veces siendo tierra. 17} LITERARIAS OPCIÓN 176
Iván Foronda Arróniz Economista, udg. Colaborador de las revistas del Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia, y Registromx. Ocasional articulista del diario La Jornada Jalisco.
Daniel Celis Estudiante de Economía y Dirección Financiera, itam.
Caminando
El hombre que se parecía a un caballo.
OPCIÓN 176 LITERARIAS
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C
aminando lánguidamente, pesadamente, sin sentido ni motivo; caminando sin realmente moverme, caminando sin realmente caminar. Caminando entre las piedras y debajo del agua verde y azul, dibuja mi sonrisa la luz del manantial sobre mi cabeza. Verde sobresale y verde nace del verde, como verde vive y revive entre el trémulo resonar del día nuevo. Yo resueno detrás de mi propio sonido, mi voz sonando al sonar de mis palabras. Camino delante y soy guía, camino detrás y soy seguidor, camino al lado y soy amante. Soy tres y uno, divina trinidad mía, aún humana y divina. Pasando de largo la luz del sol, corre entre nubes y estrellas y vuelve a las nubes. Tiñendo y corriendo, deshaciendo y creando pinturas efímeras de mil recuerdos. Mis recuerdos se desdibujan y crean otros nuevos, un hilo constante de mil hebras vibrantes al viento salvaje. Mis obras y mis hebras forman un individuo que nace y muere a cada instante, constructo de cielo y tierra y verde y azul y sol. Caminando detrás de las pieles que deja detrás, serpiente de mil colores, me deslizo entre los deslices de la vida misma. Deslízome de los colores y la luz para desdibujarme una vez más. Y seguir caminando. Es impensable el hecho de crear una armonía entre los deseos y los designios mismos del capricho mío de una dualidad perdida, de un ser que conlleva mi carga existencial sin saber de mí, sin saber yo de él. Creemos en la omnipotencia de nuestro sujeto, comenzando la inevitable batalla entre la vida mortal y divina de cada ser. Partido de ideas y de azules y verdes, nace mi yo y un anti yo. Conociendo la antítesis misma del ser inconstante del yo, ahora perfecto como antagonista de la vida misma, o tal vez sea él la muerte desfigurada que desconocía. No lo conozco, pues él no es yo, ni yo soy él. Trepidando debajo de las rocas renace el deseo y el designio, mi deseo y su designio, su deseo y mi designio. Pasa de largo el sol y la luna y de vuelta al ciclo eterno de la existencia humana. Nos desdibujamos y renacemos un instante tras otro, donde yo soy él y él es yo, donde nadie es todo y el todo es nada. Azul que nace como verde y corre al abismo para perderse en su verdor y renacer azul. El absurdo de mi suicidio es la razón de su muerte, mi vida es la amenaza de su existencia. Estática y errante vida que pasa por la vida misma. Antes era trino y ahora soy dual, antes era dios y ahora soy perfecto, perfecta antagónica de mi muerte. Piérdeme mi continuidad en la ironía de mi existir, al caer detrás del azul y del verde y del día y de la vida. Continuamos juntos, caminando. 19} LITERARIAS OPCIÓN 176
Fernando Denis Nació en Ciénaga, Colombia. Es una de las voces literarias más asombrosas de la actualidad, urdidor de una obra inquietante, hechizada por el tiempo, de quien William Ospina dice: “Lo más importante que le ha pasado a Denis en la vida son las palabras”. Ha publicado La criatura invisible en los crepúsculos de William Turner (1997), considerado uno de los mejores libros publicados en Colombia durante el siglo xx, Ven a estas arenas amarillas (2004) y El vino rojo de las sílabas (2007).
LA MUJER QUE SUEÑA EN LAS MURALLAS El fuego vive de la muerte del aire y el aire de la muerte del fuego; el agua vive de la muerte de la tierra, y la tierra de la muerte del agua. heráclito
Atrio
Enciendo el fósforo que me guía en los laberintos del lenguaje, sigo su pábilo, la luz que al final habrá de fundirse con mis dedos, con mis palabras. Soy el centinela de estos parajes. Entro en el poema y hago mi ronda hasta que amanece. Vigilo las cuatro puertas. La mujer que sueña en las murallas dice que soy un duende, que puedo llevar las palabras en mis bolsillos como monedas; en vez de monedas siempre cargo versos de Virgilio. OPCIÓN 176 LITERARIAS
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Entro en la noche, en sus símbolos, en la edad de la sombra y de la luz, merodeo por sus orillas, contemplo la belleza y el pavor de sus hogueras, voy tras la voz que bordea los acantilados, ebrio, sonámbulo, pues la distracción prolonga el infinito, me detengo un instante en un pasaje de la biografía de la lluvia y trato de recordar el poema donde mueren todos los ríos. Mueren los ríos, muere el tiempo, pero las palabras quedan intactas, empañadas en el cristal. Heráclito llora en la falsa orilla: “¿Cómo puede uno ponerse a salvo de aquello que jamás desaparece?” Por eso vivo dentro del lenguaje. Tiendo mi carpa dentro de una palabra, en sus bosques preñados de fábulas, de ruiseñores, y como el viejo Eliot, leo casi toda la noche y bajo al sur en invierno. Soy testigo de la mujer que hace diamantes con las palabras, que inventa con cada sílaba los collares que llevan en sus cuellos los fantasmas, los dioses, las doncellas de los cuentos de hadas. He sucumbido a su canto. Las mariposas del recuerdo me intranquilizan, quisiera ignorar su esbelta desnudez bajo el agua del Caribe, donde he visto la geografía del lenguaje, la sensual, la terrible, la exacta erudición de los sentidos, la embriaguez absoluta que aún ignora el tacto, la cadencia de los hombres. No sé si la he soñado, no sé si ella es la que sueña que yo la cuido desde que aprendí el idioma de las tribus del aire. Cada gesto suyo borra el universo, lo distrae. No es el amor, es algo anterior al amor, anterior a la mujer, su sueño antes de volverse carne, antes de volverse sal, antes de volverse piedra. Es su palabra ingrávida anterior al deseo de volverse cuerpo, labios, cabellos. Soy el centinela. Desde hace algunas noches vigilo estos laberintos que compró esa mujer con las monedas que durante años iba recogiendo en las fuentes. 21} LITERARIAS OPCIÓN 176
PRIMERA PARTE
La mujer del fuego Y mi nombre se confundió con el nombre del fuego mientras cantaba con oro en la voz el griego reflejo que Heráclito dejó en el agua.
Cambiando se descansa. Heráclito
I Estar alerta.
Estremecida por la luz de los grabados de la noche, por su silencio, por la sed amorosa que crepita en sus selvas, en sus runas de fuego, en sus salamandras consternadas en mi sueño de niña, he bajado hoy a las murallas, hoy quiero hundir mis secretos en las arenas, el esplendor, el encanto y la música para quedar desarmada, arrojar al mar incesante esa belleza antigua que quema mi noche, arrojar mi última moneda. OPCIÓN 176 LITERARIAS
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II
Salí de la noche, de su silencio, y a la noche pertenezco, soy hija del milagro de la noche y en su sombra irradian mis palabras. Mi silencio es la voz de otra mujer que me acompaña. El hechizo, el amor, la sed de esta hoguera estremecen mis horas, mi clepsidra, soy esa canción que al ocaso atraviesa los bosques y baja descalza hasta las murallas. Detrás de la piedra despierto a esta dulce maravilla, al misterio de la luz, de la sombra: en sus páginas escribo, detrás del silencio que me acompaña, diluyo mis delirios, esta agobiante soledad que arde en todas las orillas, en el papel, en mi cuerpo.
III
El mar intuye en mi mano la soledad de los astros, mi tarot de adivina que barajan otras manos extrañas, mi horóscopo indescifrable, tímido, los símbolos de este silencio anhelado por los arcanos, y ya tantas veces leído por los planetas, por las estrellas echando chispas en las constelaciones de mi sangre, sus bocas radiantes en la oscuridad me susurran el futuro 23} LITERARIAS OPCIÓN 176
IV
He vertido con ansiedad dos milagros en la fuente de San Diego: mis ojos verdes que han visto con vehemencia los ocasos morir en esta esquina, mis ojos que han visto el incendio milagroso en las telas, en los grabados, que son gestos de este silencio, y al llegar la noche intuyen las cenizas del alba; mis ojos afiebrados que son dos lunas hambrientas, ensimismados, amasando el mito, escrudiñando en los pliegues, en las cadencias, en los umbrales de una historia que se repite y que no es la misma. Mis ojos diluidos en la tormenta con el verano enardecido de las ciénagas, con el azufre candente, mágico de las cumbres, y vago como una ola vestida con la túnica del color de las auroras de la Ilíada, casi imaginaria como una fábula, y desde mi zarza luminosa leo en las líneas de la mano de la noche.
V
El mar me desvela, rasga en la negrura las cuerdas de sus maderas y sus metales, su silencio, sacude las abigarradas lunas rojas del templo de agua: veo el balido del otoño descendiendo por sus escaleras, rodando por sus líquidos corredores, por la arena fulgurante de sus balcones y sus recámaras manchando del color de los labios de Medusa el mármol amarillo.
OPCIÓN 176 LITERARIAS
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VI
Observo el mar desde el ojo de un color de la llama, desde mi faro, leo y releo la maravillosa enredadera de sus hexámetros de agua, la morena escritura dormida en los papiros de sal, en papeles ajados por la luna que bajan como pájaros hasta el silencio de la llama, a cada gesto de mi oído, y subrayo esos versos antiguos con tizones o con carbón de las minas; la belleza helénica de sus estrofas salta hasta mis oídos y me hiere.
VII
Siento las naves llenando de fiebre y de brillo las estatuas de esta ciudad de piedra, los molinos de viento de mi mente, la suave embriaguez de mis sentidos, los bosques embrujados del insomnio donde soy forastera, y con sueño en las manos, con hambre en los oídos, con la ebriedad de este silencio más fuerte que yo, que me obliga a arder en los bosques de la página, tejo los escombros de un sol que se agita en mi pecho, tejo en los umbrales la madeja de esta poderosa luz que me promete el infinito. El mar es un milagro. Al igual que el fuego, el mar tiene vida propia. ¿Cómo colmar la ansiedad, la sed de deshacerme y renacer en una palabra y arder de nuevo? Vine a hablarte del fuego y traigo una llama en mis labios. 25} LITERARIAS OPCIÓN 176
Violeta Amapola Nava Licenciatura en Químico Farmacobiólogo por la Universidad de Guadalajara.
Piel sobre piel
M
e quedé parada y, durante algunos segundos, lo pensé: ¿será buena idea? No pueden culparme, la verdad es que te añoraba tanto que hasta podría decirse que no tuve opción. Abrí el locker, saqué tus pies y me los calcé. Se sentían justo como recordaba: suaves, delicados, flexibles. De inmediato la gente comenzó a mirarme y a mirarte, los pies desde luego. Sé que hablaban con voz de reptil. Aun así pude ver, dispersos en la multitud, algunos ojos con ese dejo de complicidad que sólo mostramos y reconocemos los que nos hemos adueñado, aunque sea por un momento, de un trocito de cuerpo ajeno para encarnarlo y sentirlo como propio. Caminé… caminamos con ansia y justo antes de tocar el agua nos paramos a recoger ese instante de espera necesaria antes de la entrega. Lentamente sumergí tu pie en ese límpido líquido, tan tuyo, tan mío. Sentí en tu piel la presión al romper el espejo, la tensión que se vuelve abrazo. Te introduje hasta el arco y no pude evitar sacarte de nuevo para dejar correr algunas gotas entre tus dedos, las cuales, después de acariciarte, cayeron formando ondas entrelazadas. Tranquila, saqué tus pies, los caminé hasta el locker, me descalcé, los sequé y, con cuidado, los acomodé. Con una leve sonrisa, cerré con llave. ¡Cómo siento con la piel tuya! ¿Será un delito robar sensaciones, percepciones? OPCIÓN 176 LITERARIAS
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27} LITERARIAS OPCIÓN 176
Diego Alonso Murillo Zavaleta
EN ESPERA DEL AMANECER
Nació en la Ciudad de México en 1996. Se crió en una familia de seis integrantes y es el más chico de cuatro hermanos. Ha estudiado en escuelas bilingües y actualmente cursa tercero de secundaria.
I
Una mesa, un recuerdo que permanece oculto, una mirada que vuela entre las sombras, el faro junto al río, la luz triste que se refleja sobre el agua, el puente, y tú. En esta mesa, el bullicio, todos hablan, yo cayo mientras tus labios húmedos intentan hablarme. Veo el instante Donde la ráfaga de tu alegría se concentra en una Aurora,
OPCIÓN 176 LITERARIAS
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II
brilla y me ve con emoción durante algunos minutos. Yo sé que buscas al Sol que arde entre la marea invernal, fósforo que alumbra al universo, Luna que se pierde detrás de la montaña donde una mujer reflexiona junto a la hierba con su ropa blanca, el lodo, la briza y yo, a su lado, sin vernos, sin risas, sin llantos, sin rumbo fijo, nada más que sus cabellos entrelazados desbordando sus hombros. Al otro lado de la mesa se cae un vaso, pero nada distrae mi mirada de tus ojos. Puedes seguir ignorándome,
III
Pero si esperas bajo el faro, con la luz de la Luna y el sonido del mar sollozando junto a tus pies, llegaré a buscarte, así sabrás que sobre la tela oscura de la vida y esta reunión en la que no he dejado de verte, está la capacidad de amar. 29} LITERARIAS OPCIÓN 176
Lola Horner Se formó como psicóloga y es egresada del diplomado en Creación Literaria del Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia. Actualmente cursa la maestría en Literatura Comparada en la unam. Ha publicado cuentos en revistas como Opción itam, Íncipit Escola d'Escriptura de l'Ateneu Barcelonès, Díseres y Nocturnario.
Brevísimo estado de la cuestión sobre algunas especies maravillosas
i. Las sirenas
La sirena, como otras criaturas mitológicas, estuvo siempre ahí. Por quién sabe cuál casualidad estilística, su nombre se confunde vulgarmente con el del sonido de los autos patrulla. Una sirena amiga mía contaba como chiste que cada vez que se le llama sirena a ese ruidajal rojiazul, alguna de las reales muere lentamente, pero eso es falso. Lo de Ulises, sin embargo, ha sido confirmado. Menos mal que en los tiempos antiguos no se habían tipificado aún los crímenes de odio, pues el sindicato de marineros hubiera podido fundar una buena causa jurídica. No obstante, no parece que pudiera enjuiciarse a las sirenas como a los huracanes, ya que si se observa en proporción, el número de muertos comparado con los de aquellos resulta irrelevante. Y documentados, sólo los de la Odisea. OPCIÓN 176 LITERARIAS
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La pavesa.
31} LITERARIAS OPCIÓN 176
En fin, que de las sirenas podemos hacer público su talante melancólico y siniestro. No tienen las sirenas prensa alegre, aunque les encanta engalanarse los pies con corales y lucir coquetas frente a los reflectores. De un tiempo para acá han decidido llevar una vida más discreta, pues no les gusta el turismo y seguir ahogando marineros; tal como están las cosas, no ayudaría a su causa. Lo de que las supuestas sirenas eran en realidad manatíes ya es intolerable: al investigarlo, se reveló como parte de un complot que mantenían los piratas para desacreditar a sus eternas rivales. Mientras que dichos bucaneros siguen siendo reales y palpables, perdidos en África, a las sirenas se les ha relegado a su condición de seres inexistentes. Debido a ello, y como se le considera (cito) una acción “antifeminista, inmoral y discriminatoria”, la unión de sirenas ha emitido un comunicado en el que exigen que la Real Academia de la Lengua llame a los pitos cirenas y a las sirenas, sirenas, tal como está estipulado en su pliego petitorio y tomando en cuenta que el lenguaje moldea los límites de nuestra época. El presidente de los centauros ha declarado: “Me parece una acción justa y necesaria. Las sirenas tienen derecho a un nombre exclusivo y, por antigüedad, lo merecen”. ii. Las abejas
Se organizan en los panales-oficinas donde cada una tiene un trabajo a desarrollar. Dicho trabajo no ha sido elegido sino asignado por derecho de nacimiento. Es decir, cada larva posee ya el programa genético que la convertirá en obrera o reina, en soldado o criada. Esto, por supuesto, evita multitud de complicaciones. Nunca se ha sabido de una rebelión de abejas, y aquello de la revolución de la miel no fue más que una faramalla nacida de mentes ignorantes. Las abejas se adaptan a su rol, lo abrazan porque no saben hacer otra cosa, y lo desempeñan a cabalidad hasta la muerte. Tendríamos mucho que aprender de sus esfuerzos dorados, reproducidos en chorretones de deliciosa miel, apretujados en celdas donde gotea, escurre y se desliza la productividad. Arropaditas en cera, las abejas trabajan. Las abejas cumplen. Las abejas mueren. El guante del apicultor se eleva entre ellas como sobre un mundo y, aunque lo rodeen furiosas, no pueden hacer nada para evitar que descienda y raspe su preciado producto. Pero no les importa, porque el valor se encuentra en el trabajo. Las abejas han entendido por fin lo que nosotros llevamos perfeccionando desde la revolución industrial: se vive para trabajar de modo que algún otro, otro lejano y aséptico, pueda trabajar para vivir, o vivir a secas, dado que existen aquellos bichitos esforzados que trabajan. OPCIÓN 176 LITERARIAS
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Mundos Para Mayorga
T
omados de la mano damos un paso al frente, pisamos sólido, volvemos a este mundo. Descalzos, tratamos de reconocer este suelo, asirnos al tibio asfalto. “Juntos”, insistes, y mientras ríes al ver cómo extiendo los dedos de mis pies para acariciar la gris plancha, comprendo que no puede ser de otra forma. Los rayos, cálidos, nos bañan y por eso andamos tranquilos. A veces olvidamos que este sol, que creemos tan nuestro, también es el tuyo. Caminamos lentamente, o más bien, al paso necesario para que tus músculos y huesos se adapten al cambio de gravedad, pero cada vez que paramos para que recobres el aliento y la voluntad de seguir, me pregunto si en verdad todo ese esfuerzo es necesario. Me convenzo de que lo es, pero al mirar tu cansino arrastrar de pies me invade la imperante necesidad de que tú también lo creas. “Míralo, está lleno de ellas.” Al notar tu interés, me agacho y levanto una de las flores que señalas. “¿Cómo se llaman?”, preguntas cuando te la entrego. “¡Campanas!”, invento aparentando seguridad. “¿Por qué?”, me cuestionas. “Porque si las volteas, toman esa forma”, y me alegro de haberlo dicho al oír tu risa repicar. 33} LITERARIAS OPCIÓN 176
Violeta Amapola Nava Licenciatura en Químico Farmacobiólogo por la Universidad de Guadalajara.
“¿Tienen miel?”, preguntas. “¡No! –exclamo riendo–, esas son otras.” Me asusto un poco al ver que te llevas una a la boca. “¿Qué más da? –pienso–, nadie ha muerto por comer flores, y si lo han hecho, qué hermosa poesía.” “¡Sí tiene miel! ¡Pruébala!”, insistes acercándome una. ¿Cómo negarme a esa emoción tuya? Me llevo los frágiles pétalos a los labios y, con una sonrisa, trato de suavizar mi “No, la verdad me sabe a agua y flor”. “Soy un tonto”, dices riendo. Y al verte transitar rápidamente hacia la melancolía me pregunto si es justo. ¿Será justo traerte hasta acá? Si yo me muevo tan bien en tus estrellas, ¿debería arrastrarte a navegar en mis aguas? Tú, viajero del espacio, vienes de un mundo de palabras intangibles y sentimientos compartidos, es por eso que preguntas para qué hablamos los humanos. Tu pregunta y los susurros que me haces con la mente me dicen cuánto te duele que lancemos las palabras al viento para ser tomadas y, en ocasiones, mutiladas por cualquiera. Cómo te lastiman esas mil voces que gritando llegan a ti con intención o sin ella. Por eso tú y yo guardamos silencio, y no es luto por nuestras palabras, es un descanso del continuo estar expuestos y es respeto al reconocimiento mutuo. “¡Respira!” “Estoy respirando”, te tranquilizo. Tienes miedo, pues aunque haya aprendido a sobrevivir en tu mundo (ese lugar donde el viento sólo sirve para acariciar los rostros), yo sigo siendo humana, necesito tomar aire y transformarlo en aliento. “No dejes de respirar, por favor.” Tienes miedo. “¿Y si mejor nos vamos?”, preguntas. Y es el miedo el que te hace subir al cohete. Nunca dejará de impresionarme cómo es que, aunque dejemos de verlo, tú siempre tienes tu nave lista y en cualquier momento podrías despegar. Me extiendes la mano y me incitas a montar contigo. No puedo. “Tú sabes que no podemos dejarlos aquí, nos necesitan, te necesito, sólo tú eres fuerte…” Y desvío la mirada. “Tú me haces fuerte”, me contestas. Forcejeamos. Odio esos momentos de convencimiento, donde los sentimientos que me otorgas se pierden entre la lucha de voluntades, entre el aparente ceder de una decisión tiempo atrás firmemente tomada. Con suavidad tomo tu mano y te atraigo hacia mí para comenzar a alejarnos de tu idea. La evadimos. Entonces tu mano rodea mi cintura como la enredadera al árbol; nunca he sabido cómo logras extender tanto tus extremidades y flexiblemente abarcarlo todo. Me atraes, con un sutil movimiento de brazo, y me dices: “Una vez soñé que al final subías conmigo al cohete”. Sonreímos con un gesto para las cosas que no son.
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La confesión.
“¡Se acabaron las visitas! ¡Favor de llevar a su paciente a las estancias!”, grita una voz a lo lejos. “¿No puedes quedarte un poco más?”, me preguntas en un tono que no me permite articular palabra. Te contesto poniéndome los zapatos. Me levanto y comenzamos a caminar, pero al tomarte del brazo me doy cuenta de que tú ya emprendiste el viaje y de nuevo estaremos a años luz de distancia. Cada paso nos cuesta el doble que el anterior y, entre más nos acercamos al lugar que tú llamas claustro, más te ausentas. Al final ya no escuchas, llevas los ojos cerrados, un hilo translúcido se escapa de tu boca y yo regateo por un paso más. “Siéntate.” Y tu cuerpo se desploma. Espero a que venga algún enfermero, a tomar el cascarón del que tu mente ya ha huido y guardarlo dentro de esas cuatro paredes blancas. Miro tus pies y, al ver tus llagas, de mis ojos brota un agua infinita, pensando que su sal podría cerrar tus heridas. Me pregunto si no será más fácil que yo te siga a ese mundo.
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{S ECCIÓN ESPECIAL}
Último viaje* Amin Vera Estudiante de Economía y Ciencia Política, itam. * Primer lugar del Concurso de Cuento 2013 de Opción.
Pero si me dan a elegir, de entre todas las vidas, yo escojo la del pirata cojo, con pata de palo, con parche en el ojo, con cara de malo… joaquín sabina
“
¿Cómo voy a caer yo aquí, en el lugar más pendejo de todos?”, pensaba al recordar toda aquella travesía, que había empezado ya casi un mes atrás. Rete tenía algunos de sus efímeros días libres y buscaba, literalmente, desaparecer del mapa. A mí me sobraba tiempo y me faltaba dinero. Además, llevaba un rato tratando de sacarle un poco la sopa sobre los federales. El contacto vino por P.G., amigo de toda la vida que también a veces se metía en senderos truculentos. Lo primero que me cruzó la cabeza cuando me llamaron fue su urgencia por partir lo más pronto posible. También dijeron que la plata era un problema, pero eso siempre dicen a la hora de discutirte el pago. Cuando les pregunté hasta dónde, me contestaron que hasta México, y que las prioridades eran no ser descubiertos y avanzar siempre en auto. —¿Por qué a huevo en coche? ¿Van a querer pasar algo?–, le pregunté a P.G por Wazzup. Siempre tiene que ser por Wazzup porque la tira tiene intervenidos todos los teléfonos de sus soplones, y no vaya a ser que en una de esas se vayan a encontrar con este número. Pinche P.G vendido. —Nomás nosotros, pero sin pasaporte –me contestó muy serio.
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—¿Qué te haces wey? Si bien sabes que brincando por Guate no necesitas ni pollero. Tú me quieres agarrar de mula –argumenté ofendido. —Es que tiene que ser por Belice, a fuerza, y ninguno habla inglés. El que quisiera dar tal rodeo no era un buen signo. Rete recién había estado con los azules un buen rato en Ciudad Benito Juárez, y otro tanto en el puerto de Araupuco. Ambas, ciudades donde la delincuencia se había desbocado en los últimos años. Entre tanto cagadero siempre te embarras, y no quería meterme en más problemas de los que ya traía. Era obvio que le estaban sacando la vuelta a la frontera con Guatemala, y dicen que por allá el narco está muy cabrón. Otro problema a resolver era el transporte. Había que conseguir un automóvil barato, que aguantara el viaje hasta casa de la quinta mierda, y que tuviera los papeles en regla, por aquello de los controles fronterizos. Apenas me había enterado de unos colegas que agarraron en Honduras, movían polvo para la gente pesada de una televisora mexicana y los torcieron por no llevar bien alguna licencia. Por eso y por ponerse picudos con el aduanal. Me costó uno de los doce trabajos de Hércules que me soltaran un adelanto para buscar coche. El Williams me consiguió uno por poco más de la mitad y el resto me lo gasté bailando salsa, en un salón de puras putas. Al otro día, con una cruda monumental, me enteré por qué había salido tan barato. El armatoste estaba levemente chocado, con el parabrisas cuarteado y parecía que alguien le había volteado un par de botes de basura por dentro. —Pinche Williams, cómo tienes hambre, me cae. Al tipo le enojaba sobremanera que le recordaran sus días de desnutrición. Había sido niño de la calle y lo conocí un día que le solté 5 pesos para su mona. Cansado de franelear los autos de lujo que se estacionaban frente a la plaza donde dormía junto a otros muchos, se reclutó primero para romper cristales y sacar los estéreos. Resultó bueno y ahora era un próspero robacarros.
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—Si jala parejito, pareja, y es Ford –contestó visiblemente perturbado por la famélica referencia. —Te doy dos mil menos, pero te pongo un kilo de estopa con harto thinner –remaché para descontrolarlo. —Así, así no se puede, jefe. Ya sabe que yo ya no le hago a eso. Su voz temblorosa mostraba que el veneno empezaba a surtir efecto. —Ándale, pinche Williams, éntrale y nos damos aquí mismo un jaloncito –finalicé mientras le mostraba un docena de grapas de cocaína. Antes del amanecer y sin haber podido cerrar los ojos ni un minuto, pasé por Rete y P.G. al punto acordado. La fiesta estuvo buena y alguien había vomitado una cascada sobre el asiento de atrás. Tardamos dos horas en limpiarlo porque a las señoritas les daba asco. El primer día en carretera fue más bien monótono. En la bajada hacia Bahía Coconitas nos tocó un regular derrumbe que frenó el tráfico de la carretera durante algunas horas. Entre las decenas de camiones tráiler que ocupaban cada centímetro del asfalto, nuestro auto parecía un caracolito de metal. Al sacar la cabeza por la ventanilla, observé que la carrocería tenía una pequeña placa al lado de la llanta. Ikon, alcancé a leer con el sol. Al anochecer llegamos a San Andrés Poaxtla e inmediatamente marqué el teléfono de Paulina. Su familia era del pueblo y tal vez podría arreglar quedarnos con ellos. Veinte putas horas estuve pegado de la botella con el Williams y no le saqué la chingada factura. ¡La factura es lo primero, coño! Ahora el wey no me contestaba el teléfono y yo tenía pavor de que el coche fuera robado. No es temporada vacacional y la gente nota inmediatamente que no somos de por aquí. Al cargar gasolina, al pagar la cena, una y otra vez nos preguntan qué andamos haciendo por estos lares. Tres personas de la misma edad, viajando juntas en un auto chocado, son el primer tiempo del policía mordelón. Todo por ser como cualquier ciudadano y dejar las cosas hasta el último. La Paulina me contesta efusivamente primero, pero se pone frígida cuando sabe que le voy a pedir un favor. Pinche Pau, cómo no se apretó aquella vez que ella y su amiguita andaban de traviesas. Debí habérmelas cogido a las dos, pero decidí apostarle a la rubia (error) y perdí. Ahora la muy perra me manda a un hotel señalado únicamente con un anuncio de plástico viejo, sin nombre. ¿Desde hace cuánto quiero hacerme una prueba de esas para detectar el sida? Nos despertamos alrededor de las 11:00 a.m. para dirigirnos hacia Paraíso. La carretera se volvía interminable y monótona, por lo que animé a Rete a que nos contara alguna de sus correrías con los federales. No mencionó nombres, procedimientos ni cifras, pero al terminar su narración expuso un argumento que mil sabios en mil escuelas no podrán jamás comprender por los próximos mil años.
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“La maña en Araupuco está muy loca –dice–. Allá no existen los puntos medios y todo se les va en el cuerno y en el pomo. Es lo único que hacen todo el día y toda la noche. Acabando de matar se van a la fiesta, y saliendo de la fiesta se van a matar.” No llevamos ni tres horas en el camino cuando escuchamos por la radio el reporte de una balacera en los alrededores del Rancho de La Gloria. Al parecer, hubo tres soldados muertos, y cuando el Ejército llega a admitir que le tumbaron tres changos es porque en realidad les zumbaron el doble. Todo por aquí se va a llenar de retenes y hay que internarse en caminos cada vez más secundarios. Desembocamos en una brecha de tierra aplanada junto al mar, justo al atardecer. La comunidad de Poza Azul embonó a la perfección al caer la noche. No había hoteles, pero al mero final del pueblo había una playa escondida debajo de un risco. Era pequeña y sólo se podía llegar atravesando el terreno de un viejo, que controlaba el acceso con una tranca. Tras acordar el pago por dejar el auto dentro de una casa, pasamos dos horas tratando de encontrar la vereda en medio de un campo lleno de majada. Cuando por fin dimos con la diminuta entrada cubierta de arena, me sentí tan seguro que desempaqué un poco de fifí que traía meticulosamente escondida, y la inhalé de un tirón. Por la noche, la ansiedad no me dejaba dormir. En una de muchas vueltas de la cobija, alcancé a ver sobre el mar un par de luces blancas. Estaban casi en la gran roca partida, en el extremo opuesto del pequeño playón. Podrían ser pescadores que recién regresaban a tierra, o los metiches de la Marina, que a veces hacen patrullajes por lugares solitarios. De cualquier forma, no nos fueran a dar un madruguete. Rápidamente me levanté y fui a echar un ojo. Estuve más de dos horas buscando qué diantres pudo haber provocado los destellos, pero no hallé rastro de actividad humana. Tal vez el cansancio, el pericazo y una luciérnaga. De regreso, el ruido de las olas y la luz de la luna me sumergieron en un estado meditativo. Por un momento volví a ser un niño que se imagina a sí mismo como el capitán de un temible barco pirata, que se oculta en apartadas islas y entierra por ahí un gran tesoro. Inmediatamente me empezó a torturar el recuerdo de cómo terminé convertido en esto. Mis viejos siempre me amaron, y se esforzaron hasta lo indecible por hacer de mí un hombre recto y de provecho. Pero siempre me gustó la mala vida, el trago y las mujeres. Ahora ya estaba más viejo, y todas esas cosas ya no las podía conseguir con el puro rostro. A las hembras les empieza a interesar cada vez más el dinero y yo ya no tenía ni en qué caerme muerto. Cuando llegué a donde estaban los otros dos, fue la primera vez que los agarré cogiendo. Siempre me ha molestado la presencia de las parejitas azucaradas,
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pero en el fondo me sentía bastante orgulloso de mi amigo. La Rete estaba sabrosona, como es costumbre allá en La Costa. Al otro día, temprano, la dueña de la casa donde habíamos dejado el coche se ofreció a hacernos de comer, a un precio que me pareció excesivo. Pero el hambre no perdona, y durante un buen rato estuvo contando la historia de unos hombres sospechosos que llegaron hace años buscando un lugar dónde dormir. Se quedaron en el mismo lugar que nosotros, y al otro día los arrestaron los verdes. Dijo que habían matado al dependiente de la farmacia de un pueblo cercano, durante un asalto. Estuvo quejándose de la inseguridad de la zona hasta que acabamos la voluptuosa ingesta, y al final nos disparó a bocajarro: —¿Jaben cómo reconojemoj a loj malandrínej? –preguntó con un malicioso acento costeño. —No, señora, no lo sé –contesté con la cara mas neutral que pude, al ser sorprendido fuera de guardia. —Porque no train tienda –y señaló con los ojos las cobijas en las que habíamos envuelto la ropa del día anterior. —Pues al fin que ya nos íbamos– respondí mientras pagaba de mala gana. Después de varios días de manejar por brechas mayormente transitadas por caballos, tuvimos que incorporarnos a la carretera principal a la altura de Ciudad Barrera. La comunidad es tan bananera que la renombraron en honor de un viejo beisbolista que murió electrocutado en su casa mientras instalaba una lona, para una fiesta familiar. Antiguamente, el bastión había sido fortificado por los españoles como defensa contra los ataques de corsarios ingleses. Su estructura me preocupaba profundamente. Se trataba de un islote conectado con tierra únicamente por un largo puente a la entrada, y otro a la salida. Su condición de paso forzado lo hacía un punto muy vigilado, especialmente en estos días. Al pasar por el centro, me llamó la atención el edificio de la catedral. Era pequeña, de colores claros y con un curioso techo de palma entrelazada. Apenas congruente con el sofocante calor que se sentía. Justo a un lado de la entrada, debajo de un letrero que prohibía estacionarse, estaba una lujosa camioneta blanca. “Exclusivo párroco”, se advertía. Por lo menos yo trafico cosas reales. Para el final del día, estábamos ya en el pueblo fronterizo de Chekmul-Ha. La jornada despertó con el anormal frío, el viento y la lluvia que preceden al huracán. Esa precipitación tenue pero continua, castrosa, que termina por rebasar las calles de la península cada año. Con la presión del cruce en la cabeza, me propuse desayunar una cerveza, irónicamente contenida en envase “familiar”. Justo en la esquina del motel había una de las llamadas tiendas de conveniencia.
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A la entrada, el reflejo en el vidrio de la puerta deslizable me devolvió la imagen de un rostro hosco, endurecido por la presión y los días que se apilaban detrás del volante. De cara al refrigerador, me alegré al mirar con sorpresa que ahí tenían la marca “Suprema” en presentaciones más grandes. Estaba sacando un billete de la cartera cuando la vi del otro lado del mostrador. Era bastante bajita y de rostro redondo. Su piel tenía un tono delicadamente cobrizo y sus ojos eran de un color extraño, tal vez parecido al verde. Tenía el cabello recogido, a la usanza de quienes manejan alimentos y no quieren dejar un pelo como evidencia. —¿Qué le cobro? –preguntó con su delicioso acento maya. —¿Aaah? —¿Que qué le cobro? –y me dirigió una amable y sensual sonrisa. —E-esto –balbuceé al poner la prueba del vicio frente a la caja registradora. Tenía que decir algo, lo que fuera, que no sonara estúpido, pero no lograba construir una sola frase coherente. —Ustedes no son de por aquí verdad… ¿para dónde van? Cada que hablaba me paralizaba, y sólo atinaba a recordar algunos fragmentos de los boleros de Francisco Manzano, celebérrimo compositor de aquella península que combinaba el español con la lengua indígena para crear ingeniosas coplas como aquella que me atravesaba la memoria: Con esta cara de Leke y esta figura de peque, te juro preciosa X´peke, que te puedo hacer Hetz´meke… ¡bomba!
—Pa-para Belice –contesté con cara de estúpido ante la mirada alarmada y reprobatoria de P.G. —Dicen que es muy bonito y peligroso. Yo nunca he ido, sólo a la zona libre. Su tono era a la vez curioso e inocente. —¿Tú-tú sabes qué se necesita para pasar? El inconsciente es inmenso y, sin darme cuenta, había estado rumiando desde que salimos los posibles escenarios a enfrentar en la frontera. —Creo que necesitas pasaporte, y otras cosas si quieres llevar el coche. Había una corta fila detrás y los clientes esperaban impacientes su turno. La supervisora, vieja chota cuya cara denotaba escasez de orgasmos, apuró con un gesto a la jovencita de mirada soñadora. Salí de la tienda confundido, tratando de pensar en el asunto de los documentos, sin lograr concentrarme en lo más elemental. —Ya te vi, pinche caliente. Pero ni empieces, que ya llevamos casi dos días de retraso.
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La voz de mi amigo me arrancó de un mundo de fantasías indefinidas pero muy reconfortantes. Serían diez, tal vez quince años, desde la primera y única vez que había trabajado en la región. Fue para el equipo de un viejito gringo jubilado, avecindado en la más o menos cercana ciudad de Kun-Kun, un desarrollo turístico que había crecido exponencialmente en los últimos años, sobre todo por la afluencia de turistas estadounidenses a los que se les permitía hacer de todo, siempre y cuando lo pagaran de contado. En aquella ocasión recibimos del lado de Belice un enorme simio, que venía sedado dentro de una caja de madera con sólo dos minúsculos agujeros para respirar. La entrega nos la hizo un tipo güero de marcado acento, que tenía una discreta pero profunda cicatriz que le atravesaba todo el cuello, y se le hundía en el pecho por debajo de la camisa de seda con estampados de leones. Nos advirtió que tenía que llegar vivo y que cuando despertara no podríamos volver a dormirlo. Dos interminables días pasaron hasta encontrar y convencer con plata a los aduanales correspondientes. El maldito mico se espabiló justo la mañana que había que cruzarlo, pegaba unos chillidos primero furiosos y después lánguidos, como el berrinche de un niño humano. Lo que más llamó mi atención es que le habían arrancado los dientes, tal vez para protección del nuevo dueño de la exótica mascota. Brincamos sin problemas, en una camioneta de caja, por el equivalente a doscientos dólares. Entregamos y no volví a saber del tema. Por la tarde, llegué con Rete y P.G. al puente internacional de Cabo López. Con discreción, nos acercamos a un par de agentes que acababan de terminar su turno, controlando el escaso flujo de peatones. A diferencia de una década atrás, no vi ni un solo lanchón sobre el río, de los que se ofrecían a cruzarte sin ningún control a cambio de unos cuantos billetes. Nos presentamos como primos de una familia cuya matriarca había muerto hace poco en el estado mexicano de Chiapas. La noticia nos había cogido a todos por sorpresa y no tuvimos tiempo para tramitar el pasaporte. Buscábamos entonces una manera de, usted sabe, pasar por alto el documento. Uno de los oficiales de la ley nos miró con un alma llena de codicia, pero al final suspiró desilusionado. —Sin pasaporte no se va a poder. —Pero… es que nos urge y estamos dispuestos a pagar –musité extrañado ante la idea de que el uniformado no hubiera entendido nuestra groseramente obvia intención de sobornarlo. —Aunque me ponga las perlas de la virgen, sin papel no hay paso. Las cosas se han puesto pesadas por aquí y ahora la administración la traen los militares.
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—Es que tenemos harta prisa, y el trámite tarda semanas– alegué desesperado. Aun cuando consiguiera que alguien nos pasara ilegalmente, sería imposible llevar el auto sin la complicidad de la aduana. La referencia a la milicia reducía la posibilidad de encontrar ayuda, o la encarecía a precios prohibitivos. —Si trae coche, son cuatro horas a Kun-Kun y ahí hay un módulo exprés de la cancillería. Si los tramitan por la mañana, se los dan el mismo día. —¿Y para el auto? —Con copia de la tarjeta de circulación, carta factura e identificación del propietario. Tras debatirlo un poco, P.G. admitió que él podía sacarnos del atolladero, pero necesitaba tiempo y el equipo de un impresor profesional. Falsificador de toda la vida, habíamos empezado juntos el primer negocio que nos dio dinero rápido, en los lejanos tiempos de la secundaria. Con la ayuda de un amigo que trabajaba en la única papelería del pueblo, modificábamos a pedido las boletas de calificaciones. Cobrábamos de acuerdo con el nivel de culpa que reflejaban los rostros al momento de entregarles una simple hoja de papel mecanografiada, mágicamente plagada de “sobresalientes”. Decidimos, pues, regresar varios cientos de kilómetros para visitar al Foco, mi viejo contacto en Kun-Kun. Según recordaba, tenía un despachito en la zona hotelera que utilizaba como cubil durante la temporada de los springbreakers, y el resto del año como domicilio fiscal para sus cuestionables negocios de importación y exportación. No fue difícil hallarlo, pues la empresa parecía ir viento en popa, y había ampliado la fachada con varios pares de columnas dóricas, de excesivas guirnaldas y escaso sentido de la armonía. —¡Que milagro! –me saludó con una mano pesadamente enjoyada. Estaba bastante más gordo de lo que lo recordaba, y el fino traje de lino blanco apenas lograba contener su desbordante barriga. —Aquí nomás, pasando de a rapidito para causarte una molestia. —Pero si nada de lo que me pidas es molestia. ¿Qué te has hecho en todos estos años que no te he visto? Recuerdo bien que la última que nos aventamos fue el lance aquel, del chango ese chimuelo. ¿Te acuerdas? Estaba a punto de empezar un detallado recuerdo, cuando noté que sus ojos se clavaban en Rete y en P.G, que aguardaban cortésmente en la sala de espera. Con un gesto que no pude descifrar, me preguntó: —¿Son tus amigos? —Clientes, más bien. Los tengo que pasar a Belice y no traemos papeles. —¿Quién te viera? De mamá gallina, cuidando dos pollitos. Tú manejabas más calibre, mi estimado. ¿O me vas a salir con que es una misión de alto pedo? —Hay veces que nada el pato y otras que ni agua bebe– argumenté, con el orgullo herido.
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—Pues aquí nunca es época de vacas flacas, compañero. El gobierno ya se acostumbró a tener una caja grande para completar el gasto, y deja hacer si te pones al hombro con ellos. Polvo, armas, niños y niñas, todo por acá tiene un precio. La otra vez me tocó despachar una hielera que llevaba un corazón y un par de ojos para quién sabe quién. Por cierto, ¿sabes qué pasó con el macaco aquel que nos trajimos? —Era para mascota del viejito ese con barba de Santa Clós, ¿que no? —Qué mascota ni qué ocho cuartos. ¿Te acuerdas que el chango no tenía dientes? Pues el viejo degenerado lo tenía amaestrado para que le pegara sus mamadas todas las mañanas. En una de esas el animal se descontroló y lo mató a golpes y arañazos. —No mames. —Cuando llegó la policía, tuvieron que llamar a una mujer para poder llevárselo, porque cuando un hombre se acercaba, le brincaba encima y le desabrochaba los pantalones a huevo. —Qué cagado. —Al final, de todas maneras se lo chingaron. Los del zoológico dijeron que no se podía rehabilitar y que era peligroso. Ya ves cómo están de locos esos pinches gringos, es que se meten mucha mierda. Después de atacar un par de líneas de pureza extraordinaria, El Foco me aseguró que tenía gente trabajando para él en la cancillería, y que era dueño de un par de concesionarias automotrices en la ciudad. Con sólo pedirlo, podía hacer una llamada y conseguirme todos los papeles en original. Cuando insistí en pagarle se mostró ofendido, y sólo me pidió que considerara seriamente la opción de irme a trabajar con él, como en los viejos buenos tiempos. Al otro día, temprano, cruzamos sin problemas la frontera con Belice. Me cae que en esta economía es más importante conocer al quién, antes que manejar todos los cómo. En el retrovisor pude ver claramente el arco que marcaba la bienvenida a mi país. Justo enfrente había un enorme cartel publicitario, con la retocada cara de Erasmo Pérez Néstor. Dentro de poco habría elecciones presidenciales, y Erasmo representaba el nuevo rostro del viejo partido autoritario, que amenazaba con volver. Yo no tenía la credencial necesaria para votar, ni me interesó jamás la política. Pero de haber podido hacerlo, seguramente hubiera votado por él. En el fondo, siempre me había reconfortado la idea de que, aquí, un delincuente mujeriego bien pudiera llegar a ser presidente de la República. Manejar en un país extraño siempre es desconcertante. Alguna vez oí a alguien decir que en la forma de conducir está reflejada la idiosincrasia de un pueblo. Y aquí es aún patente el orden que impusieron los ingleses. Sus casas
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de madera a dos aguas y sus vueltas en forma de rotonda. Un orden pensado para perpetuar por siempre el régimen colonial. Ya del otro lado, Rete deslizó la frase que había temido durante todo el viaje. —Acá ya traíamos otros planes, tenemos que pasar por un encargo– su expresión trataba de ser amistosa, pero cortante. —Ya les dije hasta el cansancio que yo no soy mula –traté de resistirme. —Te juro que no es nada ilegal, nada más un favor para un amigo. —Un favor para un amigo –repetí burlón–. Si nos lo aventamos no va a ser de gratis. Quiero 20 en total y que ya no me salgan con más chingaderas. —Pues te doy 17 y di que te fue bien, y mejor ve tú a chingar a tu madre, ¿cómo ves? En el fondo tenía razón. Era ilógico pensar que alguien quisiera meterse en tantos líos en lugar de solo uno, comprando un boleto de avión con el nom-bre cambiado. Estaba seguro de que íbamos cargados desde que salimos, y el precio que les propuse desde el principio ya lo incluía. En el fondo, esos dos mil fueron pura ganancia. La nueva consigna era encontrarnos con un pandillero llamado Justin, en un barrio del oeste de Belize City. La mayoría de los viajeros suelen asombrarse, ante lo cambiado que está aquel lugar que visitaron algún tiempo atrás. Pero en este pueblo eso no pasaba. Lo encontré exactamente igual a como lo recordaba. Un caserío caótico con miles de cables colgados por todas partes. Jamás he estado ahí, pero así es como me imagino que debe ser el cuadrante del Bronx, en Nueva York. Recordaba vagamente que había una posada barata y discreta, cerca de un embarcadero controlado por la facción de Justin. A pesar de la neblina del olvido, alcanzaba a traer hasta mí el nombre de “Three Sisters Hotel”. Después de haber preguntado por enésima vez, encontramos un tipo que parecía saber exactamente el camino. Pero el desgraciado no hablaba pizca de inglés, solamente creole. El creole es una chabacana mezcla de inglés, francés, holandés, español y maya que constituye la lengua mayoritaria en Belice. Nuestro informante sólo había reconocido las palabras “Three Sisters Hotel”, e intentaba amablemente explicarnos un camino de por sí complicado. No entendimos un carajo, pero por el movimiento de sus manos adivinamos que el primer paso era seguir derecho. Y volver a preguntar. Después de otra interminable ronda, encontramos a alguien que nos recomendó una posada diferente en el mismo barrio. Tenía una bicicleta y se ofreció para guiarnos hasta el lugar. Era una casa que tenía rejas extraordinariamente gruesas en todas las ventanas, y cuyas puertas estaban reforzadas por pesadas placas de acero a ambos lados. Se nota que aquí los plomazos se
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sueltan a cada rato. La dueña intentó disipar mis reticencias por dejar el auto en la calle. “Enfrente hay una estación de policía”, me dice para tranquilizarme. Menos mal, imagínese si no la hubiera. Contra la indicación de nuestro improvisado guía, tenemos que salir de noche para tratar de buscar un contacto que nos lleve hasta Justin. Empezamos por las numerosas tiendas de 24 horas, que se convierten en microscópicas cantinas en cuanto se pone el sol. Debemos ganarnos la confianza antes de preguntar por el delicado personaje, así que decido destapar una de las botellas de mezquil que traigo en la cajuela. El mezquil es una bebida artesanal elaborada por los indígenas mamemame, en el sureste del país. Se extrae de una cactácea que, se cree, está emparentada con el peyote mexicano y el cactus de San Pedro en Perú. Sus efectos en el organismo son diversos y se han reportado casos de alucinaciones pasajeras. El grado alcohólico suele ser alto y por su sabor ha empezado a ser producto de exportación en años recientes. El primer golpe de mezquil hace a nuestro interlocutor relinchar como un caballo, y el segundo lo anima a presentarse. Su nombre es Grandmasta, pero también lo conocen como “Shakespeare of the streets”. Con la tercera dosis, despliega un fajo de hojas que lo había visto cargar para todas partes. Eran impresiones sueltas de algunos poemas de su autoría, impresos junto a una foto suya con un micrófono en la mano. El alma del hip-hop. —Tienes que ser bueno –me burlé–, porque lleva mucho tiempo ganarse el nombre de Shakespeare de la calles. Picado, Grandmasta tomó aire y, con la métrica más perfecta que jamás haya escuchado, me soltó de sopetón: ¿Too much time? Time don’t have time/ To find time/ To waist time/ To wait on time/ Time don’t have time for time. The last time I depend on time I was left behind time. Is there a right time for a wrong time? Or a wrong time for a right time? Could I be at the wrong place at the right time? Or the right place at the wrong time? When is his time or her time? This time or that time? Good time or bad time? First / second / or third time? Keep this in mind: all the above is waste of time. NOW: The time is now. Let’s get it on.
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A la mañana siguiente, Grandmasta se comprometió a llevarnos a una casa de seguridad donde podríamos encontrar al escurridizo Justin. Cuando nos interrogaron sobre quiénes lo buscaban, Rete contestó que veníamos a recoger las cosas de Alonso. “Alonso’s stuff”, me escuche decir en una traducción tal vez demasiado literal, justo antes de que nos revisaran minuciosamente. Cuando nos pasaron frente al mentado jefe, la mesa de plástico y la exagerada camisa de básquetbol le restaban la serena autoridad del capo tradicional. Había varios rifles de asalto recargados contra la pared. Pero la gorra delicadamente dispareja y el exagerado arete de diamante, me recordaban mucho aquella serie protagonizada por Will Jones en los noventa. El príncipe del hip hop, creo que se llamaba. Con todo, no me daban ganas de reírme. El padrino nos trató con indiferencia y se limitó a indicarnos dónde tomar asiento, mientras llamaba a alguien por su vistoso celular. Al poco rato llegó un hombre alto, vestido con corbata y con el cabello exageradamente corto y cuadrado. Antes que abriera la boca, ya esperábamos el acento silbado y enciclopédico de los agentes de la dea. —Qué buenou que pudieron llegar hasta aquí –dijo en un español claro, pero destartajado. —Alonso mismo no podría haber hechou un trabajo más limpio, ni siquiera detectamos en qué momentou cruzaroun la frontera. Tomé el halago como una bella flor, mientras me preguntaba si sería indicado cobrarles ese extra. —Senorrita Rrete, aquí tiene el último uniforme usadou por Alonso, y una condecoración póstuma otorgada por el pueblo de los Estadous Unidous, junto con la información pactada –dijo ceremoniosamente, mientras entregaba cada uno de los objetos referidos. Al final, le extendió una minúscula memoria usb, realizó un saludo militar y salió rápidamente de la habitación. Ya en la seguridad del “hotel”, P.G. me aseguró que no sería necesario seguir hasta México. Suspiré aliviado al saber que no tendríamos que pisar ese país, tan corrupto y peligroso. De un tiempo para acá se han convertido en una copia más grotesca de lo que fue Colombia hace ya varios años, e incluso han llegado a producir telenovelitas rosas, ensalzando quién sabe cuántas ficciones, como las que en su tiempo intentaron retratar a Pablo Escobar. El regreso fue simplemente restarle kilómetros al camino. Mi trabajo terminaba en cuanto los dejara en el aeropuerto de Kun-Kun, y llevábamos más de un día de sobra. Cruzamos por la noche, ante la burocrática mirada de una aduana somnolienta. Ya íbamos rumbo a un hotel pactado en ChekmulHa, cuando escuché vagamente la voz de P.G.: “Ahí ‘sta tu novia”.
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Con asombro, vi a la chica de la tienda, que esperaba junto a una señora mayor en la esquina de la bocacalle. En una acción reflejo, me orillé y le dije a través de la ventana: —Tú trabajas en la tienda que está sobre el boulevar Kukulcóatl. Y justo ahora me pregunto si acaso podía haberle dicho otra cosa. —S-sí –contestó, primero asustada y, tras unos segundos, añadió con una gran sonrisa–: Y ustedes son los que iban para Belice. ¿Qué pasó, sí pudieron? En cuanto la oí, algo dentro de mi cabeza activó nuevamente los empolvados discos del maestro Manzano: Oye, niña linda, en esta bella tierra del faisán y del venado no hay boxita más hermosa que tú… ¡bomba!
—Pue-pues sí. No sé por qué carajo no podía quitarme la tartamudeada. En el fondo yo tampoco sabía lo que estaba haciendo y la cara de Rete lo demostraba. El único que parecía entender la situación era P.G., que nos miraba divertido desde su asiento. —¿Y no tuvieron problemas con los papeles? Las miradas dentro del auto se volvieron pesadas y acusatorias. —Pues no –respondí con una tambaleante y recién recuperada capacidad de mentir. —Qué bueno –contestó con una alegría sincera que me desconcertaba muchísimo. —¿U-ustedes a dónde van? –pregunté sin tener todavía una idea clara de qué iba a hacer. —Para la casa, ella es mi mamá. Entonces encontré la pieza que faltaba. —Porque con gusto las podemos llevar. El huracán no se había ido con nosotros, y el clima seguía siendo frío y encapotado. El aire soplaba una llovizna penetrante y eterna. —Es que me da mucha pena contigo. Sus expresiones reflejaban una honestidad apabullante. Por más que examiné su cara, no pude encontrar rastro alguno de doblez en sus palabras y, efectivamente, era la pena lo que le impedía desviarnos de nuestra ruta. Su nombre era Araceli y trabajaba por las mañanas en la tienda para ayudar con los gastos de la casa; en la tarde estaba terminando la preparatoria en el plantel Tupac Amaru. Tenía un novio que era cadete del Ejército, pero lo habían mandado a algún operativo en la zona norte desde hacía ya casi un
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año, y nunca podía venir. Ahora también sabía su dirección, el camino para llegar a su casa y su teléfono. Más tarde, no fue difícil convencer a mis amigos de quedarnos un día extra en Chekmul-Ha. Es un lugar bonito y, aunque el huracán azotaba durante horas, no habíamos tenido descanso desde hacía ya casi cuatro semanas. Acordamos para el otro día despertarnos lo más tarde posible, comer como fieles cristianos e ir por un trago en la noche. Sería la fiesta que se hace, cada que se corona un encargo. La mañana siguiente fue una de las más tranquilas que haya jamás tenido. La ciudad es pequeña y sosegada, y la amenaza del clima mantenía a sus pocos habitantes alejados de las calles. Era viernes, el trabajo estaba prácticamente terminado y tenía pasta en los bolsillos, producto del adelanto más sustancioso. Un tipo con esta profesión vive de su suerte, y aprende rápidamente a reconocer sus rachas. Seguro que la fortuna me acompañaba, pasé a la tienda donde trabajaba Araceli. —¿Y a dónde quieres que vayamos? –me preguntó con una curiosidad coqueta. —Tú sabrás mejor, pero mis amigos tienen ganas de conocer los casinos de la zona libre. En realidad Rete no toma alcohol, y el juego es uno de los pocos vicios en los que P.G. no ha perdido hasta la camiseta. Pero estaba tan convencido de mi racha, que quería convertirla en metálico. Y no me sorprendió para nada cuando ella aceptó la invitación. La noche nos sorprendió con un cambio borrascoso en el cielo. La lluvia apretó y el aire había disminuido su temperatura. La zona libre de Belice, en cambio, seguía inmóvil en el tiempo. Un pueblo del salvaje oeste, con calles inundadas de baches inundados. Una sola gasolinera que vendía combustible robado. Y en medio de las chabolas de lámina y cartón, enormes casinos deslumbrantes y lujosos. El régimen legal especial de ese predio era el equivalente moderno de la patente de corso, con la que los traficantes de esclavos fundaron este país, para la mayor gloria del Real Imperio Británico. El lugar era asiento de miles de comerciantes chinos y libaneses, que introducían toneladas y toneladas de contrabando. Se partían el lomo todo el día, para en la noche ir a perder fuertes sumas en las casas de juego. Empezamos con la ruleta en el “Hard Money”, de la que a duras penas pudimos sacar el importe de la primera botella de whisky. Araceli no sabía jugar black jack y tuve que invertir casi 400 dólares en enseñarle. El apacible calor lo volvía un lugar reconfortante, y en cuanto la chica se dejó abrazar, las ganancias empezaron a fluir. Una botella de ginebra y otra de tequila,
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pagadas con un solo lance de dados. Bien lo decía El Foco, que este dinero no es pa’ guardarse, es para quemarse. Rete y P.G. se excusaron antes de regresar al hotel en taxi. Estaban todavía cansados y querían dormir bien antes del vuelo de mañana. Pinches calientes, ahora tenía que buscar otro cuarto si lograba doblegar a Araceli. La veía enfiestada y el alcohol había debilitado sus defensas morales. Pagué un descorche y mandé que trajeran una botella de mezquil de la cajuela del Ikon. Nos la bebimos entera con unos chinos, a quienes jamás entendí una palabra de nuestra amena conversación. El éxtasis vino cuando casi vencía la hora acordada para devolverla a casa. Había algunas tragamonedas que aceptaban pesos, y la animé para que pusiera en ellas parte de su paga del día en la tienda. Lo dudó mucho y al final aceptó echar una pequeña moneda de 5 pesos. El mecanismo giró, haciendo sonar cuatro campanadas profundas antes de estallar en luces y sonidos. Había alineado todas las figuras y una cascada de monedas y billetes nos inundaba. Saltó llorando emocionada, se colgó de mi cuello y me besó con pasión. En el camino de regreso casi chocamos varias veces por tener las manos ocupadas en la anatomía del otro. Ante la luz roja de un semáforo, se empezó a desabotonar violentamente el abrigo que la cubría, y tuve que desobedecer la señal para internarme en unas callejuelas oscuras. Me estacioné, le arranqué los pantalones como pude y, justo cuando se colocaba sobre mis piernas, nos cegó el destello rojo-azul de la torreta de una camioneta patrulla. —¿Qué pasó? –le pregunté al comandante de los varios policías que inmediatamente rodearon el auto. —Se pasó un alto allá atrás y esta calle es de sentido contrario. Por favor, baje del vehículo. También la señorita. ¿Usted no es de por aquí verdad?
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—No saben con quién se están metiendo. Soy el coordinador que mandó el centro para la campaña de Erasmo Pérez Néstor. Mi lustroso traje y la marca de las botellas que encontraron parecieron imponerse por un momento. Lo único que no cuadraba era el coche, prolijo y un poco astroso. Y justo cuando estaba a punto de ofrecerles un dinero que no iban rechazar, alguien gritó desde el interior del auto. —Acá trae perico. Un hombre flaco, vestido de negro, agitaba un par de bolsitas con polvo blanco. —A ver, hazle un 10-4 al carro –ordenó un rechoncho jefe de bigote. El mismo flaco abrió el cofre y empezó a dictar por el radio el número de serie del motor. —Afirmativo para 22. Repito, afirmativo para veintidós. El sonido era claro y metálico. La estática del aparato hacía su tono más amenazante. Claro como el agua, me vino el recuerdo del mejor amigo del Williams. Otro niño de la calle que nunca despegó tanto en el mundo criminal, como aquel que me vendió esta chatarra. Tal vez porque no tenía la misma habilidad para evadir a la ley. Le decían el Dos-Dos porque esa era la clave policial para vehículos con reporte de robo. —A ver, señor coordinador. Nos va a tener que acompañar. También la señorita–, dijo, burlón, el puerco de la voz cantante. “¿Cómo carajo voy a caer yo aquí, en el lugar más pendejo de todos?”, pensé mientras veía cómo esposaban a Araceli y la subían a la camioneta en medio de empujones.
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{E XÉGESIS}
Javier Yoltic Medina Arellano
Derivas trascendentales
Estudiante de Relaciones Internacionales, itam.
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3…
La frente se caía al vacío cristalino de tizas y papeles y cortinas y jazmines rojos. 1 2
3…
—¡Entra ya! –le grité pestañas al suelo. 1 2
3…
Tuve que ir yo mismo a girar la perilla. Extendí mi brazo más largo para moverme lo menos posible. El metal frío me susurró precaución pero ya era tarde. Ya cruzaba la entrada un vestido tibio, un cuello mordiscado, un mirar kafkiano. Su alma decidió aguardar fuera. —¿Me resultas más alta o es mi habitación que hoy se hundió más de lo habitual? –dije sinceramente– ¿Qué, hoy tampoco piensa pasar ella? —Dice que no piensa lidiar más con tus pijamas florales ni con tu sombra –replicó indiferente. OPCIÓN 176 EXÉGESIS
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—¿Pretende acaso que eche de mi casa a mi sombra? De acuerdo, apaga la luz pero de una vez les digo, ni pienses que me despego de estas pijamas. —Ah –señaló antes de pinchar el apagador–, también se quejó de tus cortinas. Posteriormente calló las luces y salió en busca de su par con taconazos juguetones que se alargaron por el pasillo y por la escalera, regresaron a la cocina y bailotearon por la azotea hasta que se detuvieron en el pórtico con un remate. Mientras tanto, Yo y la penumbra… >>>>>>Me acerco. Un pasto tan verde, tan suave y lánguido. Las ansias de pisarlo, de tenerlo entre mis dedos, besarlo en mis plantas. Verde y alto. Necesitaré unas tijeras para esa maleza que crece al fondo, al costado del hombre que lee de pie. Lee a su viento y su plaza de concreto vacía. Lee a la sombra y a su árbol con la autoridad que le depone su atril plástico. Lee todo, pero no a mí. Yo juego con su viento, con sus palabras. “Pueblo”, dice y hago malabares con la “o”, con la “P”. Le invierto y le pronuncio repetidamente hasta que ya no recuerdo su significado o si lo tuvo siquiera antes de llegar a mis dedos. Me gusta intercambiar sus puntos por comas, comas y más comas; siempre algo más que decir, que añadir, que cambiar. Mientras, disfruto del verde en mis pies. —¿Qué haces con la sal en tus manos? –preguntó el espectro roto, un alma rezongona. —Me busco, ¿qué más haría? –susurré– ¿Cuánto sin verte? —¿Me preguntas? No pierdas tu tiempo, cariño. No soy la de antes, le devoré hace años, cuando aún permanecía tierna –sujetó mi brazo con helada determinación. 53} EXÉGESIS OPCIÓN 176
—No, no. ¿Pero a quién le mientes? No recuerdo tus vientre más pétreo que ahora… ¿Tierna fuiste? —¡Basta! Le miré con la curiosidad de un niño y dije: “Tú eres la misma querida, esa es tu desgracia”. Las calderas de su mirada se incendiaron y derramaron lágrimas verdes sobre mi rodilla. Yo permanecí sentado esperando a que me inundaran poco a poco. Su lamento no fue reprimido. Maldijo hiriente mis cortinas y mis pijamas y mi sombra que no veía. Y lloró por un Dios que le prometieron y por una muñeca rota cuando niña. —¡Llévate la sal pero deja mis jazmines en la casa! –dije. —¡No hasta ahogarte en llano! –apenas contestó dejando entrever con las manos su ira convulsionada. Y su llanto llenó mi garganta. El asfixio apenas fue notorio después de perderme en el filo de sus labios. Me inundaba en amargura y nostalgia de su rostro. El peso de sus mares oleaba ya contra mi pecho, contra mi frente. Contra el verde que se mecía lentamente por mi nuca y entre mis costillas. El pasto crecía en mí alrededor… >>>>Lo sentía húmedo. Se enredaba en mis tobillos. Succionaba mi sangre y seducía al alma con la idea de la renuncia. Un atrio de cantera anunciaba el discurso del iluminado que sujetaba sobre sí una luciérnaga poeta. Ésta le dictaba: Que miren a los ojos Del soldado marchito Y digan, si es que quieren, ¡Clamor!, clamor a los vencidos…
La linternita del asesor se meneaba como para avisar que estaba a punto de mencionar lo importante. Las ansias me comían desde la tráquea hasta la punta de la pluma del sombrero. Sin embargo, una fuerte lluvia sofocó al tiempo, y la euforia tuvo que frenar hasta dejar a la plaza en silencio festivo. Más tarde un hombre cachetón me dijo que, al parecer, el tiempo estaba resfriado y no quería mojarse y empeorar. Para mí nada justificó el abandono del tiempo que dejó muda a la luciérnaga que hacia el final ya se volvía también dramaturga. Cayeron siete alforjas del cielo. Un cielo opaco, unas alforjas como cualquier otra. Se tropezaron uno a uno los discursos dogmáticos, indiferentes al subsecuente. Cálida, se deslizó desde un costado de la pirámide la mujer sin alma, quien podría amarme, a quien jamás volveré a amar. Bajaron dos tizas fragmentadas, casi en polvo. Una cortina alcohólica y nostálgica. Mis pijamas sucios y tres jazmines rojos que finalmente se posaron sobre el lago verdoso en que me seguí arrastrando en llantos y derivas. El llanto ajeno, derivas trascendentales: propias. OPCIÓN 176 EXÉGESIS
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Cantando a gritos.
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Zura Guerra Soy un puro sostenido entre los dientes, soy la sombra de mi pluma y mi mano al hacer el amor con el papel, soy una diosa negra de caderas anchas, soy un acorde de oro perdido en un callejón, soy una jirafa que baila como Lam, soy una dama de piedra expectante.
Antinomias kandinskyanas
E
l artista se prepara para una fiesta. Se viste de gala: hace jirones la ropa que lo envuelve y, desnudo, se baña en colores a jicarazos, como lo haría con una cubeta de agua; se deja secar. Ese rectángulo de luz que entra por la ventana e ilumina el piso es un portal: el artista-feto se recuesta en él y se deja pintar de luz; cierra los ojos y ve: al negro {faldón de dama} inundando sutilmente todo, un punto naranja, uno violeta, uno amarillo, uno azul, y un círculo rojo al centro {con rayos de sol como manos} [porque en realidad es Atón]. }Aquí van invertidos los corchetes porque es una pausa “voladora”: la mente del artista ha salido flotando.{
}
}
}
}
}
°
| -| | | { OPCIÓN 176 EXÉGESIS
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}De Atón, vuela a su correspondiente griego y, carcajeante, llueve un verso apollinaire: « le mien est encor plus fort que la mort ».{
El artista aterriza y, antes de abrir los ojos, concluye: concordia DEL KR ÔM A A .aimonitnA
--
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Benjamín Castro Estudiante de Ciencia Política y Economía, itam
Se dejan reflejar (Nota del autor: Este escrito pretende trasladar el método paranoico crítico que Salvador Dalí definió para la pintura hacia la escritura. Según el artista, éste es “…un método espontáneo de conocimiento irracional basado en la objetivación sistemática de asociaciones e interpretaciones delirantes…”. Entiendo que bajo ningún motivo se puede apresar al delirio y no me queda más que reconocer que mi escrito estará siempre incompleto. Presento pues, el fragmento de un fragmento de un fragmento…)
N
ada tiene que hacer esta rana aquí, piensa el anciano mientras pone el agua a hervir, hace meses que dejó de llover. Levanta la cabeza con un aire de sospecha y se deja llevar por el ritmo que producen los martillazos que reciben los muros de su habitación. El golpeteo es cadencioso y agresivo, como el caminar de aquella mujer que veía a diario en la cantina de su juventud. Ella no era otra cosa que sorpresa, piensa el viejo, su mordida fue inesperada como la aparición de una serpiente debajo de la hojarasca. Entonces se da cuenta de que no ha soltado a la rana y que la ha apretado sin misericordia, haciéndola reventar como recuerdo. La amplitud de su recinto es abusiva: un cuarto único que alberga trescientos jarrones persas, veintidós pianos de cola y una inmensa colección de relojes de péndulo. No hay pedazo de muro que no esté cubierto por el cadáver disecado de algún animal porque, piensa mientras se dirige al ala oeste del salón, no hay mejor augurio que el de tener a la muerte cerca. Se sienta en un oscuro escritorio de caoba y toma un cuadernillo amarillento en donde escribe, Érase una vez, érase otra vez inicios repetidos. No me preocupo por las formas del mundo, ni por sus espacios definidos, ni por su lenguaje. Ignoro las cuentas de almacén y desprecio los atardeceres estudiados en el laboratorio. Los sueños son OPCIÓN 176 EXÉGESIS
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El mago.
todo, piezas sueltas de un rompecabezas que se desvanece al ser pensado, y todo es un sueño. No confío en aquello que se presenta antes de que caiga el telón, ni en las cortes, ni en las imágenes que reflejan al espejo, ni en las madres que incineraron su juventud para amamantar con cenizas a los infantes del recuerdo. Esta es una vida amoratada por los golpes que faltaron para romper mi coraza y que impidieron mi renacimiento asimétrico. Falté en el útero, me ausenté en la expulsión y permanezco aquí, abundante de ausencias Detiene su pluma y la avienta al techo porque es odiosa, dice, porque ha ayudado a consumar algo, porque ha sido instrumento del deseo y el delirio de un hombre débil. Al golpear el techo la pluma revienta temperamentalmente, su tinta se inyecta en los cadáveres de la pared y forma un espeso caudal que cubre velozmente la habitación. Chorrean de negrura las paredes, el golpeteo de los martillos se intensifica fuera de la habitación y un crujido disonante corrompe la armonía del lugar. Pero el viejo no presencia el espectáculo, está hincado contemplando el inmenso dibujo de un anfibio. Esta rana no tiene nada que hacer aquí, piensa mientras sumerge su mano en un jarrón persa que contiene agua hirviendo, hace meses que se detuvo la lluvia. Mientras, usa la mano que le queda libre para escribir acerca de aquella mujer que vio 59} EXÉGESIS OPCIÓN 176
a diario en la cantina de su juventud y de su forma inquieta de andar, similar al serpenteo de un reptil otoñal. Sus pensamientos no han cambiado, siguen siendo torrentes que cortan el amalgamiento entre objetos y palabras, Mujer que nada dices, regálame una flor de invierno que sea manantial para mi boca, mujer que nada callas, haz de mi garganta un grito que haga eco en la primavera.
Mientras su mano hierve dentro del jarrón, sus pies se llenan de color: la tinta ha llegado a su costado. Un horizonte se dibuja en el fondo de la habitación porque ha despertado su acompañante, una mujer cadenciosa y agresiva, cuyas piernas asemejan dos palos de bambú. <<Anciano, ven a dibujarme los bigotes>>. El viejo saca la mano del jarrón y termina de escribir que la mujer es una espiral que oscila entre el atardecer y el ocaso, una espiral que siempre acontece y jamás concluye, y arroja esta otra pluma para tomar una brocha que empapa de tinta al frotarla contra el suelo. Avanza hacia la mujer arrodillado, rodando los ojos, tarareando una melodía que va bien con el ritmo de los martillos que azotan los muros de su cuarto y cuando la tiene cerca le pinta los bigotes con una delicadeza y un encanto que parecen sobrenaturales. <<Listo, ahora tienes bigotes>>. Entonces ella le muerde el cabello para agradecerle por darle algo que no tenía, una gracia que la divierte enormemente, y brinca de la cama para empezar a dar vueltas sobre la alfombra. Cuando se detiene se sienta en el piano y acompaña el tarareo del viejo para hacer una melodía que pone la habitación a vibrar. Varios jarrones caen hechos añicos mientras la pareja orquesta un arrecife de sonidos; el cuerpo del anciano se tuerce en múltiples direcciones y la mujer, con sus piernas de bambú, se arroja hacia él con un impulso que los hace caer al suelo, sobre coágulos de tinta que los reciben como exiliados: con culpa y apego. La fuerza de gravedad les hace reconocer que esta mañana es diferente. Mientras se revuelcan en el suelo y se frotan contra la tinta negra admiten que la persistencia de los martillos externos es espeluznante. Es cierto, el viejo se había sorprendido desde que los presenció, pero había decidido dejarse llevar por su hipnotizante ritmo. Así se deben de afrontar este tipo de acontecimientos, piensa, con desapego y disfrute, enfrentando las contradicciones para empujar una nueva forma de lucidez. No hay que preguntarse los porqués que rodean al fenómeno, hacerlo sería acabar con la magia del mismo. La mujer, en cambio, no cree en estas interpretaciones: los sucesos son y no hay
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más. La única respuesta viable es el rito, el encarar al movimiento con el movimiento. Por ello mueve sus largas piernas hacia el sol, único astro quemante y permanente, aunque sea incapaz de verlo y sentirlo. Esta mañana es diferente: saben que están encerrados en esta habitación, que su mundo es mudo, que cualquier explosión se contendrá con ironía, que sus gritos se opacarán en el cemento que los rodea, que los jarrones caídos se romperán para sus ojos y para nada más. Antes, si es que antes existió, no lo habrían reconocido. El viejo toma a la mujer por los hombros y la sacude, << ¡No reacciones o los muros se romperán! >>. Entonces abre la boca y deja que se le escape la saliva. Encuentra en su mente el cuerpo de aquella mujer de la cantina de su juventud, el cascabeleo de sus caderas y su cadenciosa agresividad, el susurro nocturno de su boca envenenada y su forma fuerte de pisar. Se descontrola, el revuelo provoca una lluvia que nace en su boca; babea con una consistencia torrencial que inunda la tabla armónica del piano más grande del salón. El placer en la mujer es erizante, los ojos se le han hundido en la cara que ya sumerge en el piano, y su entusiasmo por la irrefrenable secreción de su compañero la hace croar estruendosamente. El cuarto es un festín glandular que evoca alguna gran epopeya mística, la conversión a la santidad o el martirio no pueden ser, esta no es ninguna desarticulación de las partes humanas ni la imposición tajante de la división entre cuerpo y alma, no. Aquí acontece una caída: mientras ambos chapotean en esta alberca de saliva las paredes de su cuarto se van quebrando, va cayendo en pedazos el palacete que ermitañamente habían defendido. Brincan en este estanque, parecen ranas que nada tendrían que hacer allí, pero se intensifica su presencia (jamás se habían sentido tan ajenos al tiempo) hasta el punto de ebullición. Cae el último muro y junto a él la inconsistencia del cuarto. La luz que entra presiona sus párpados, una punzada les dice que la euforia es un cese menor (quizás el único acercamiento sincero hacia la muerte), y hiende su juego profundamente. Paran. Se frotan. Paran y se frotan. En un instante se atreven a voltear hacia fuera, no buscan a los culpables de la caída pero es imposible ignorar el cese del martilleo, y sufren tanto el cambio de ritmo como despellejamiento de su estación. En un espasmo hacen distinciones: un hombre con la mano ampollada, una mujer con excesivo bello facial, un hombre preso en la memoria, una mujer a medio despertar, un hombre incapaz de abrazar el silencio, una mujer que cree sin escuchar. Son dos los demoledores, ya lo saben, dos cimentadores de la destrucción. En un parpadeo lo saben, en un parpadeo se dejan reflejar.
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Recogimiento
(poema surrealista basado Yelenia Cuervo en la técnica del automatismo) Estudió la carrera de Filosofía y el posgrado en Estética en la unam, posteriormente realizó la maestría en Filosofía y Medios de Comunicación con los Salesianos. Es egresada del Diplomado en Creación Literaria de la sogem y profesora-investigadora en la Unidad Profesional Interdisciplinaria en Ingeniería y Tecnologías Avanzadas (upiita) del ipn.
E
ntre mis piernas nace el sOl incógnito tú adentrO ya no hay nadie quien confiera la estadía he renunciado a c r i s t a l e s y luces NO sé de esta noche androide entre lo que es o somos tú y yo tendidos en la bruma hay un holocausto y escucho la música jazz sobre mi espalda como un arrebato para soportar la noche, luz, cuerda, entre sonido, comida, estela Lo que yo soy esta noche se amaga permanezco a tu lado fumo humo recuerdo tu crispido cabello negro tu torso noble el beat electrónico la manzana el estridente ruido de lo que fue mientras te sueño hago sé que tú cabeza no estás ahí toso se ha muerto manzana melón un estrago como la noche automatismo…. Dulce fraguar se me escapa entre los miembros innombrables de la estela Una gallina hizo huevos tejió su carisma mientras yo acariciaba tu centro de ENORMES dimensiones encrucijada en África como un suspiro inerte entre lo que quierO y no es dilatación como una suerte de luna emerge lo que nunca ha sido INMACULADO ignominia afrenta de los asemejados al tiempo y a la nada encontrando la vid de la existencia como un loco aaauuullandoOOO de nada y los griiitos de los vecinos lamiendo la ventana destripado momento
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YA NO ESTOY
Toda la noche me suple dormida sobre las sábanas de Escorpión acaece discordia un cordón umbilical cercano a la galaxia se detiene mis brazos alerta desgarran el amanecer.
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José Antonio Terán Somohano Antes de entrar a Ciencia Política en el itam, estudió un rato Letras Alemanas en la unam, trabajó en una librería y estuvo en dos monasterios, uno en plena construcción en Guadalajara y otro más antiguo en Jacona, Michoacán.
Sin título (41)
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as tumbas deberían de ser como vasijas de vino y los funerales para bailar el twist un coro de relojes que funja como coro de relojes un sol, dos lunas y tres cielos estrellados que pasen la revisión burocrática de las deidades pasto que crezca en las montañas rojas de marte y que suenen las campanas de los ríos y que los ríos rezumben en los panales de las horas ¿las costas del pensamiento, que se llenen de sucios turistas, basura inorgánica de dios? o que los ferrocarriles proclamen leyes que prohíban los colores? me cuesta trabajo la alegría, la tristeza hace viento de mis silogismos que los reyes, vivos sólo en libros de historia y películas, sirvan de bacinica a las grises fábricas de la revolución industrial los koalas se ríen de los grilletes que nos impusimos con la liberación sexual y alguien me acaba de robar la cartera que el diablo le quite el brassiere al mar el mar el mar me encanta el mar y que le esconda los calcetines a la noche pedalear a través de las multitudes remar sobre mares de gente que retumben por fin (como cañones y como truenos) los reproches de las hojas otoñales!
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Surrealismo poético: Andrea Reed Estudiante de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, itam
narración en imágenes
El poder de la imaginación y de la poesía es tal que a través de ellas podemos habitar otras dimensiones, percibir el mundo de otra manera. Y es que, a pesar del peso de la realidad sobre nuestros hombros, de los límites que nos imponen las contingencias de todo tipo, habría que hacer un esfuerzo por encontrarnos con esa otra realidad, con esa surrealidad que también forma parte de nuestras vidas. margarita león vega1
1 Sobre la obra de Elena Garro.
2 Poeta y ensayista peruano nacido en Lima en 1911.
3 Helena Usandizaga, La fusión de sujeto y objeto, 2013, p. 47-58.
E
l surrealismo desembarca en México en 1938 con la llegada de André Breton, el “gran surrealista”. Pronto, la corriente artística se introdujo en territorios latinoamericanos, hasta llegar al Perú, donde su influencia es considerable. La importante aportación que hizo el surrealismo europeo permitió la consolidación de un nuevo lenguaje artístico en el continente. Así, se constituyó en Lima un movimiento “vanguardista”, y con él artistas, escritores y poetas. Emilio Adolfo Westphalen2 es, quizá, uno de los tantos poetas, seguidores del surrealismo, que consolidaron esta forma de expresión con características autónomas del movimiento general. Poeta que logró el quebrantamiento del lenguaje tradicional y construyó una vía paralela para la integración del sentimiento en la proyección de una dimensión nueva. Puede ser que la reflexión y el ejercicio de una nueva tendencia hayan estado desde sus primeras obras, escritas en la década de los treinta. Su pasión, su don de la lengua y la confrontación lanzada al poema, hacen de sus primeras obras las que cautivaron a un eco profundo y largo. Aquella “búsqueda de los absoluto y lo desconocido”3 permitió en la poesía westphaleana la formulación de una voz insólita. OPCIÓN 176 EXÉGESIS
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La superación del realismo
Octavio Paz escribió en 1991 que “la gran ambición de la poesía moderna […] fue la de lograr con el lenguaje, que es temporal y sucesivo, una presentación simultánea”4 y parece ser que esto es parte fundamental para comprender el cambio en forma poética al surrealismo. El poeta de esta corriente, comienza con el espíritu creativo; es quien promueve el símbolo y la enajenación del objeto descrito en sintonía rítmica. La unión de contrarios emerge del nuevo diálogo poético: “los signos gráficos tienden a convertirse en imágenes y las imágenes en signos”.5 Por ello, el surrealismo poético tiene la configuración de una búsqueda expuesta por los poetas: un intento por superar los valores impuestos por la época, los cuales “llevan a la guerra y a la autodestrucción”.6 Además, promueven la posibilidad como vía de expresión y la libertad como valor central dentro del espíritu centrífugo. Es así que el poeta surrealista trasciende las barreras del realismo romántico tradicional y expone la superación intrínseca que lleva la exposición del inconsciente como herramienta artística. El camino de lo subalterno, lo mágico, lo trascendental, el sueño, el amor, lo bello y maravilloso, promulga la “universalización del hombre” a través de la obra. El lenguaje sumerge al objeto 67} EXÉGESIS OPCIÓN 176
4 Octavio Paz, Poemas mudos y objetos parlantes: André Breton, Fondo de Cultura Económica, México, 1991, p. 95.
5 p. 96. 6 Aldo Pellegrini, La poesía surrealista, Argonauta, Texas, 1961.
Pez barroco.
de inspiración dentro de la forma subjetiva, en un paralelismo único y conciliado: recrea la imagen como manifestación central poética. Y permite al lector conocer desde la lectura de imágenes, la emotividad del poeta: unión lectorautor en un sentimentalismo causado. Emilio Adolfo Westphalen es uno de los pocos artistas que ha superado el realismo limitante en la poesía. Su obra es compleja, repleta se símbolos. La metáfora juega su papel en el vínculo objeto-sujeto y permite la comprensión de un mundo que se aborda y transforma desde lo real: Hojas secas para tapar un límite de inolvidables rumores El otoño tiene el desencanto del que todo busca […] Las alas cubren el sueño […] El otoño no quiere morir […] Hay que pasar no olvides Cuánta sangre y no agua Cuánto olvido y no otoño La última elegía de las hojas muertas
7 Octavio Paz, op. cit. p.252.
El poeta, en “Hojas secas para tapar”, expone distintos símbolos que provienen de una realidad andante: hojas secas, otoño, sueño, sangre, agua, y al mismo tiempo la contrapone con temporalidades adversas y elementos que para la lógica realista recae en incoherencia: alas que cubren, rumores, otoño en metáfora de muerte. Por ello, la obra de Westphalen se aborda desde el surrealismo; la magia está presente en su obra, la metáfora y el juego del lenguaje (cierto automatismo) corresponden a las imágenes que desconciertan el pensamiento. Octavio Paz decía que “lo específico de la magia [en la poesía] consiste en concebir al universo como un todo en el que las partes están unidas por una corriente de secreta simpatía”7 y esa aplicación de la magia, de lo universal en constancia con lo real, resalta el carácter poético de nuestro peruano. OPCIÓN 176 EXÉGESIS
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Otra perspectiva del encanto a través de elementos estéticos de la naturaleza
A los veintidós años, Emilio Westphalen publica por primera vez su libro Las ínsulas extrañas. Poemas que, incuestionablemente, son de una visión poética distinta; cumplen con el quebrantamiento de la lírica tradicional y lo sitúan en la categoría de poeta surrealista. Desde sus inicios, el poeta y ensayista consiguió, a través de la recreación del mundo, una manifestación narrativa que trascendió las barreras que impuso la métrica clásica: su expresión es contundente, fortísima en sus voces y agudo en la transmisión de una concepción distinta. Lo que caracteriza, especialmente, esta primera parte de su obra es el carácter amoroso ligado entrañablemente a elementos simples de paisajes. Es así que en su siguiente obra, Abolición de la muerte, es aún palpable el cosmos en sus imágenes poéticas. La existencia del carácter amoroso es constante en la primera etapa del poeta. Lo imprescindible de conocer su obra primera está en que en cada verso de sus poemas permite al lector que se adentre en sus palabras, que renazca en sus imágenes; ya que en “la mirada amorosa funde la metáfora poética [y] lo bello hace estremecer de placer”.8 Lo subjetivo encuentra el deseo de lo maravilloso, que termina por supeditar al “contemplador”9 en una meditación para sentir la emoción provocada. El artista atrapa el pensamiento; su profundidad manejada hasta el inconsciente de las emociones, trasgredidas por elementos simbólicos, construyen un mundo abstracto: …Este aliento este cuerpo este valle Miedo rojo tibio la fogata Los ojos aumentan y beben […] bigotes con diminutas patitas caminan este valle cuatro casas y una puerta para la estatura o el amor dormir la planicie que bosteza en el valle los ríos el sol que estrena levita…
El poema “Solía mirar el carrillón” refleja la postura constructiva del poeta. Su ambición por elementos inconcebibles por la descripción pura y la profundización en la imaginación evidencian la posibilidad de lo bello en la subjetividad expuesta. El espíritu a voces y la inspiración desbordante parecen ser las herramientas que forman la obra de Westphalen. De esta forma, sus imágenes construyen puentes entre lo imaginario y la naturaleza, entre el sueño y el sentimiento: Bajo sombras de aves y cielos dorados Y lágrimas crecidas de llevar en su globo Los amorosos acordes de inaudibles alegrías […] Entre pétalos grandes más que la estatura humana Y abejas libando en nuestros labios
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8 Jacqueline Chénieux-Gendron, El surrealismo, trad. Juan José Utrilla, Fondo de Cultura Económica, México, 1985.
9 Contemplador infiere a aquel lector que promueve la imaginación con la lectura.
Así para no comprender un telón entre cada beso […] O flores de tu árbol de risa O silencios de tus manos cargadas de un mundo pesado de lirios
La poesía de este joven de veintidós años, cargada de imágenes casi insostenibles por la mente, por locura conceptual, es provocadora, sensible a la interpretación y causante de significados múltiples. La búsqueda de lo maravilloso en signos poéticos y elementos naturales es palpable en todas sus líneas: …Estíos de gracias florales Tejían y destejían las brisas […] allí aparecía la bella dormida cubierta de soles sus ardientes pisadas tanto medían el suelo como el cielo una sombra de olivas bajo los ojos murmullos de agua para las manos en los mares siempre flotaban los ojos…
10 Jacqueline Chénieux-Gendron,
Con ello, la distinción entre sueño y poema se observa: el poema escarba las profundidades del espíritu en libertad, mediante él se “trata de desensibilizar al mundo, suscitar la aventura y sufrir encantamientos, [es] el eco de una esperanza o de una desesperación formulada.”10
op. cit.
Lo maravilloso, el amor y el encuentro surreal
La poesía de Westphalen encarna la posibilidad –entrañable– del encuentro amoroso, maravilloso y, a la vez, surreal. La utilización de la imagen, en el juego de signos y símbolos, construyen el carácter propio del poeta: afanado lirismo que generan imágenes, y éstas imaginación poética. De esta forma, su lenguajes es claro, conciso, dentro de los propios límites del rompimiento caótico del poema tradicional. Esta nueva forma de expresión, de concebir al hombre en un mundo distinto, revelan en la poesía de Westphalen la necesidad de fundir el objeto con el sujeto, al amante con lo simbólico, la emoción con el lenguaje. Dentro de la representatividad del sujeto que provoca emoción e inspiración, el poeta rompe el paralelismo que separa la imaginación, lo erótico y el amor. La poesía no lo es por la sintonía lingüística, sino por la “penetración [que hace] en la vida”; logra confundirse con ella. Parece ser que el amor, en esta etapa del poeta, constituye la principal herramienta de inspiración y compenetración poética. Es así que en su poema “No te has fijado” la unificación entre la realidad interior (el sentimiento, movimiento de inspiración
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del poeta) y la realidad exterior (la fantasía, la imaginación y elementos naturales) es identificable como característica particular del artista: No te has fijado qué despacio habla el rocío Para darte los buenos días […] a ti te toca ver si las estrellas han tenido tranquilo el sueño coronar la luna de una guirnalda de relojes […] los árboles aplaudían al estrenar tú una sonrisa que repicaba como las flores […] así mi corazón a veces salta como un sapo se está otras quieto mirando la estrella
El erotismo poético es también parte característica de la poesía de Emilio Adolfo Westphalen, sobre todo en su poesía posterior, de edad madura, pero en esta etapa de su vida aparece de una forma muy sutil. La imagen emerge con fuerza, centro de la poética surrealista, y logra provocar al lector; incandescencia y construcción de lo bello, lo maravilloso en “Por la pradera diminuta”: Es la gloria llameante que descansa en nuestros cuerpos Levantando sobre el combate atroz de la tiniebla y la luz La enseña de la canta compañía y las miradas quietas Es la gloria caída a nuestros pies […] cambiando de estación en el corazón del azogue como una rosa ahogada entre nuestros brazos o como el mar naciendo de tus labios
Lo maravilloso en la poesía del poeta está en la misma encarnación del concepto en sus elementos simbólicos. Leerlo, indudablemente, es la invitación a lo surreal, a romper las barreras del pensamiento y a adentrar un mundo paralelo, distinto. Invita a tomar conciencia de signos y principios mágicos de la realidad confundida con la narración del mundo. La belleza de sus imágenes impregna al lector de su lenguaje poético: su deseo, su amor, su sensación maravillada de otro mundo, su encanto por metáforas, la alegoría de la imaginación. La poesía de Westphalen queda en la memoria del movimiento surrealista, como un personaje que varió y postergó, en su propio forma, la nueva dimensión del arte poético; recreó un lenguaje caótico, fomentó la imaginación y promovió las infinitas posibilidades de leer imágenes.
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Psicoanálisis y surrealismo:
sobre lo simbólico y la emancipación Edgar Miguel del discurso subjetivo
Juárez Salazar
Licenciado en Psicología por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Ha sido ponente en varios encuentros nacionales con lineas de trabajo afines al psicoanálisis lacaniano y la teoría marxista de Louis Althusser.
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ensar en psicoanálisis no sólo nos remite a las condiciones técnicas, históricas, sociales e incluso imaginarias del movimiento, sino implica también traer a la memoria la génesis de la técnica analítica y sus avatares. Cuando Sigmund Freud publica, en los albores del siglo xx, La interpretación de los sueños, no sólo estaba dando a luz a una nueva forma de interpretar el psiquismo de los sujetos, sino que también iniciaba una novedosa condición de descifrar el mundo de los sujetos y sus transformaciones. De esta forma, el descubrimiento freudiano movilizó, en todo el desarrollo social ulterior, una nueva comprensión de la conformación cultural y subjetiva de los humanos; asimismo contribuyó a un nuevo entendimiento de sus relaciones y la vida inconsciente, además de un sinfín de conexiones entre éste y su vida anímica. Por otro lado, si bien en un principio el psicoanálisis fue y sigue siendo objeto de cuestionamientos abyectos y radicales que buscan limitar su alcance cultural, no debemos olvidar que, de manera quizá indirecta, la evolución de la ciencia del inconsciente tiene una estrecha vinculación con el arte y con todas las formaciones culturales posteriores al descubrimiento freudiano. De tal suerte que los planteamientos de Freud no sólo fueron de utilidad para entender las afecciones psíquicas, sino también han sido de gran provecho para concebir, por ejemplo, muchas de las problemáticas sociales actuales; el malestar de nuestra cultura, por muestra, da cuenta de ello. De manera paralela y gracias a los hallazgos de Freud, existe un nuevo pasaje de primordial inspiración para producir y cimentar un nuevo camino en el arte, siendo el surrealismo el más fiel representante de las nuevas concepciones freudianas. OPCIÓN 176 EXÉGESIS
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La pregunta que ahora puede resultarnos más evidente es: ¿qué relación guarda el surrealismo con el psicoanálisis? La respuesta es imposible si partimos de manera unidireccional. Debemos analizar, de modo concreto, las aristas que evocan el descubrimiento de lo inconsciente en los sujetos. La existencia de una verdad que ha sido reprimida en el plano inconsciente y que obedece de manera directa al propio deseo subjetivo de cada persona. De tal suerte que el surrealismo, como vanguardia artística, representa, en gran cantidad de obras, los deseos inconscientes de los sujetos a partir de sus juegos metafóricos de expresión. No debemos olvidar, de entrada, la importancia que tiene el lenguaje para los sujetos y, por consecuencia, los designios metafóricos y metonímicos que constituyen la enunciación de la verdad del inconsciente, el deseo como tal. Importancia vital que incluso nos hace concebirnos como sujetos del lenguaje. Desde un primer plano histórico, para aproximarnos a la relación que guarda el arte surrealista con el psicoanálisis, podemos referir la gran influencia de Sigmund Freud en las pinturas de Salvador Dalí, así como su conocido encuentro en Londres en 1938 y el famoso retrato que pintara el artista español un año después de la muerte del psicoanalista vienés, en el que se alude a la similitud entre la cabeza de Freud y un caracol. Por otro lado, más adelante el psicoanalista francés Jacques Lacan tendría sus propias cuitas con los surrealistas, elogiando a Salvador Dalí por su interpretación de la paranoia. En el campo de la literatura es necesario también precisar la influencia de la teoría psicoanalítica, para lo que basta referirse de manera directa al primer manifiesto surrealista, publicado por André Breton en 1924 y a las 73} EXÉGESIS OPCIÓN 176
diferentes publicaciones surrealistas que configuraron una nueva forma de resistir a los embates sociales, económicos y políticos de aquel entonces. Esto posicionó al psicoanálisis y al arte como medios por los cuales el sujeto intenta descubrir ese mundo desconocido, articulado en lo inconsciente. Marcados someramente estos puntos coyunturales del psicoanálisis y el surrealismo, profundizaremos en este texto en dos ejes principalmente: el primero hará referencia al alto grado de contenido simbólico en el surrealismo, específicamente en la pintura de Dalí, con ejemplos que permitan identificar mecanismos inconscientes evocados en las obras y formar una interpretación analítica de los mismos. Por otro lado, pretendemos equiparar, en un segundo apartado, al surrealismo con una forma de liberación de los sujetos de manera similar al efecto debelador de la técnica psicoanalítica. El surrealismo y lo simbólico. Propuestas a las expresiones de Dalí y los cisnes reflejados como elefantes
1 Jacques Lacan, “Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis”, en Escritos 1, México, Siglo xxi Editores, 2009 [1953], p. 251.
El humano es un ser simbólico, es decir, está constituido por la palabra; es ésta la que nos designa como sujetos del lenguaje. De ello podemos abstraer que el sujeto es discurso y que éste se encuentra marcado por el universo simbólico, mismo que tiene que vérselas con dos registros adicionales: el registro de lo real y el de lo imaginario. Lo verdaderamente relevante de lo simbólico es que confirma el alcance y la importancia del lenguaje para la vida de los sujetos y, por supuesto, también para la formación de su inconsciente, de sus síntomas y de su malestar. El psicoanalista francés Jacques Lacan1 refiere que “el inconsciente es aquella parte del discurso concreto en cuanto transindividual que falta a la disposición del sujeto para restablecer la continuidad de su discurso consciente”, definición que permite aproximarnos de manera directa a la posición del lenguaje para el psicoanálisis. Visto desde el plano anterior, lo inconsciente queda anidado en un fallo del discurso consciente; esto implica que la esencia del discurso analítico no puede aparecer con la coherencia lógica con la que es presentado el discurso de la consciencia, es decir, el discurso del yo. Quizá debemos tomar por referencia la pintura de Dalí (1904-1989) Cisnes que se reflejan como elefantes, realizada en 1937. En dicha pintura, podemos encontrar, de manera un tanto evidente, la representación del discurso inconsciente y la presentación de la interpretación del yo. Vayamos por partes: inicialmente, dentro de la pintura encontramos el reflejo de los cisnes sobre el agua donde nadan; sin embargo, ese reflejo es precisamente una combinación del reflejo de los árboles a sus espaldas y de su propia fisionomía, semejando la forma de dos elefantes. ¿Qué propone aquí la pintura? De manera inicial, debemos sugerir dos interpretaciones: la primera se encuentra en el orden de la mirada y la segunda obedece a la interpretación de lo simbólico, si se quiere, al narcisismo propiamente dicho, si configuramos también aquí una similitud con el desarrollo psíquico de los sujetos, tomando como inspiración la pintura. OPCIÓN 176 EXÉGESIS
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2 Jacques Lacan, “El estadio del espejo como formador de la función del yo [je] tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica”, en Escritos 1, México, Siglo xxi Editores, 2009 [1949], p. 102.
Nuestra primera elucidación nos hace abordar la imagen desde el psicoanálisis: el espejo, en el sentido propio, tiene gran importancia por ser la primera identificación del niño y la otredad. En ese sentido, Jacques Lacan propone, en el “estadio del espejo”, la conformación del yo de los sujetos a partir de encontrarse la forma de Gestalt como una totalidad en el reflejo especular. Si observamos detenidamente, encontraremos que la conformación de la totalidad del elefante es el reflejo de un conjunto del cisne y el árbol, y es, a su vez, una imagen que es devuelta a la idea del cisne y su supuesta totalidad como tal, dado que la imagen del otro ha traído consigo una forma de completud, misma que en los sujetos se encuentra articulada de manera similar a partir de la alienación con el otro. En el mismo sentido, Lacan2 afirma que “la función del estadio del espejo se nos revela entonces como un caso particular de la función de la imago, que es establecer una relación del organismo con su realidad”. Realidad alienada en la otredad y que deviene en la conformación de una imagen en los sujetos. La analogía de la pintura de Dalí es, en un sentido llanamente comparativo, una fiel representación de la conformación de lo subjetivo, de la alienación a la imagen del otro y la respuesta del otro como un totalizador de la imagen propia del sujeto. Por otro lado, el óleo de Dalí nos hace notar también esa suerte de espejo cuyo reflejo bien puede evocar al mito de Narciso y su eterna condena de observar su imagen y nunca poseerla, en el sentido de que el psicoanálisis toma como referencia a Narciso y lo relaciona con el amor. De tal suerte que esa imagen que el sujeto observa cuando se enamora es un entero reflejo de algo que es, que quisiera ser o, incluso, algo que le falta y que su imagen, evidentemente, al ser espejo no necesita; el espejo es una totalidad por ser sólo una función imaginaria y simbólica. Esas condiciones previamente establecidas confirman la existencia de una entera subjetividad, misma que es independiente del actuar del yo consciente del sujeto. Como podemos observar en la pintura, el reflejo de los elefantes es más elaborado, más complicado en su confección, condición que nos remite a la oscuridad del deseo humano. Deseo reprimido que constituye el fondo de la subjetividad humana. Vemos también, en este sentido subjetivo, que la relación instituida en esa imagen es la más clara relación de objeto. Objeto que remite de manera precisa a una relación de deseo: algo de la imagen del cisne está contenido en el elefante; sin embargo, la respuesta está obligada a la interpretación de aquel que observa la obra. Una relación tripartita que busca desencajar el sentido y el orden lineal del discurso, incidiendo en la concepción de la realidad misma: quien observa cisnes pone en conflicto su universo simbólico cuando observa que éstos, en un reflejo, proponen la idea simbólica en la imagen de un elefante. En este sentido, confirmamos de nueva cuenta, que el lenguaje y lo discursivo tienen efectos avasallantes en la conformación de la imagen; usando el término propio, se trata de la asociación de significantes.
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Cuando referimos a un objeto –un objeto de amor narcisista, si se quiere– como el que puede aparecer en ese reflejo sobre el lago, debemos pensar también que la realización de la imagen está constituida por una metáfora, como planteamos anteriormente. Una metáfora del objeto amado, de la imagen de nosotros mismos y nuestra completud, vista en un espejo, la cual puede conformar también la imagen del otro, del otro como objeto, o como lugar de nuestro amor. Para Lacan,3 se trata de “la diferencia que hay con el otro, o sea, la diferencia que hay entre el objeto de nuestro amor, en tanto que queda cubierto por nuestros fantasmas, y el ser del otro en la medida en que el amor se pregunta si puede alcanzarlo”. ¿No es acaso la imagen del elefante la conjugación de la imagen fantasmal evocada en lo inconsciente del sujeto? Como observamos en el cuadro, los cisnes entran en un reflejo que les devuelve la imagen tocada por los universos de lo simbólico y lo imaginario. Quizá lo que limita nuestra propia interpretación de la pintura sea que los cisnes no están atravesados por el lenguaje. De tal suerte que, haciendo hincapié en la metáfora, la analogía del cisne con el sujeto se instala de manera perfecta, dado que el sujeto, por acción del registro simbólico –dibujado como cisne en la metáfora que proponemos en torno al cuadro–, siempre encontrará una imagen deformada del objeto que encuentra en el espejo. Sin embargo, la imagen proporcionará efectos simbólicos e imaginarios dentro de él mismo. Escribe Lacan:4 “la historia del sujeto se desarrolla en una serie más o menos típica de identificaciones ideales, que representan a los más puros de los fenómenos psíquicos por el hecho de revelar, esencialmente, la función de la imago”. Aquello que devuelve esa imagen en el espejo es, sin duda, una idealización del sujeto; sin embargo, se aleja de su entera confección dado que el dibujo que se regresa en la imago es imaginario, aunque resulta fundamental para concebirse como sujeto. La imagen de los elefantes es precisamente esa idealización, el reflejo de lo que habita en lo imaginario. Una simple ilusión de ser. Para resumir el apartado, debemos mencionar que, por un lado encontramos que la imagen no refleja la conformación entera del cisne: el espejo devuelve un reflejo distinto, articulado en el plano de lo imaginario; sin embargo, la imagen no puede ser interpretada hasta que el universo simbólico –de la palabra, el discurso– le encuentra para confirmar que lo que se refleja es diferente, pero a la vez está contenido en la imagen del cisne. De una forma más clara, la diferencia entre ambas imágenes debe ser atravesada por la palabra para que se encuentre algún sentido. Es, entonces, una entera similitud a la condición de los sujetos, mismos que para Lacan se encuentran escindidos en el universo simbólico por la palabra, por el significante. El surrealismo como emancipación del discurso subjetivo
Debemos plantear ahora el devenir del surrealismo y su contingencia política. Todas las vanguardias –no sólo el surrealismo– se encuentran y surgen en
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3 Jacques Lacan, El seminario libro 8. La transferencia. Buenos Aires, Paidós, 2008 [1960], p. 58.
4 Jacques Lacan, “Acerca de la causalidad psíquica”, en Escritos 1, México, Siglo xxi Editores, 2009 [1946], p. 175.
5 André Breton, Antología (1913-1966), México, Siglo xxi Editores, 1997 [1924], p. 39.
6 Ibid.
protesta contra los órdenes establecidos, a menudo por élites de poder o por hegemonías representadas por artistas, críticos y aficionados; es así que el papel de todas ellas viene a revertir la condición del arte a comienzos del siglo xx. El arte resignificado por las vanguardias a partir de una protesta coyuntural a los patrones dominantes por las grandes corrientes artísticas no sólo propone realizar un acto contra-hegemónico, sino también emancipador. Desde la condición propia de retomar la originalidad de los hallazgos freudianos sobre el saber de lo inconsciente, en el caso del surrealismo, se busca encontrar ese saber que no ha quedado alienado como el pensamiento consciente y, sobre todo, se propone extinguir el exceso de sentido lógico para la explicación del arte. André Breton5 menciona que “vivimos todavía bajo el reino de la lógica […] pero los procedimientos lógicos, en nuestros días, ya no se aplican sino a la resolución de problemas de interés secundario”. La posición del surrealismo aquí empata en demasía con la crítica de la lógica del discurso en psicoanálisis. Tal vez porque debemos entender que pensar en un sentido no lógico es pensar en que lo que se articula en el discurso inconsciente es precisamente la ilógica, como el sueño mismo y la interpretación freudiana de los sueños. Esto viene a referir que la condición de pensar en una lógica obedece de manera más clara a un sentido racional de interpretación, el cual era cuestionado por Freud al sugerir el método de la asociación libre para interpretar los sueños, dado que lo verdaderamente importante de lo que se dice sobre éstos está anclado en la falta de lógica del sueño mismo, ahí donde el significante aparece y se articula. Nos dice también Breton:6 “el racionalismo absoluto que sigue estando de moda sólo permite considerar hechos que dependen estrechamente de nuestra experiencia”. Vayamos despacio para abordar el punto anterior. En primer lugar, debemos pensar que la lógica del racionalismo puede ser dibujada como una lógica de significante amo, es decir, que la intención y dominación en los planos subjetivos de las personas siempre estarán referidas a una ley, misma por la cual la razón del yo de los sujetos siempre estará impuesta a estándares y disposiciones diseñadas por un discurso dominante. En sentido estricto, la relevancia del discurso surrealista es trascendental para entender que la lógica del pensamiento de los sujetos no es del todo suya, dado que la dominación y el contrato social tienen tentáculos en la conciencia de las personas. Por mencionar un ejemplo, tal vez sea conveniente voltear a ver los libros de superación personal que imponen la lógica y la autorrealización como ejes proactivos del cambio en los sujetos. Volviendo al punto anterior, la lógica de lo racional invade nuestra forma de comportarnos en la sociedad, en nuestros espacios; sin embargo, en la soledad del desierto de nuestros sueños, cualquier cosa puede aparecer, de ahí lo que
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nos puede parecer incoherente cuando soñamos, o cuando observamos una pintura de Magritte, una escultura de Giacometti o una película de Luis Buñuel. Si analizamos detenidamente la mayoría de estas obras, encontraremos, sin duda, que lo que predomina es la instauración de secuencias ilógicas, surrealistas, porque, precisamente, logran superar la dominación del discurso de la lógica. Esto fundamenta en gran medida una contra-hegemonía respecto de la visión del mundo y sus confines, desarrollada por el Otro. Bretón7 refiere que “el descubrimiento esencial del surrealismo es, en efec- to, que, sin intención preconcebida, la pluma que corre para escribir, o el lápiz que corre para dibujar hila una sustancia infinitamente preciosa de la cual tal vez no todo es materia de intercambio pero que, por lo menos, aparece cargada de todo lo que el poeta o el pintor esconde de emocional en ese momento”. Si bien para el psicoanálisis la condición sublimatoria del arte permite la existencia de una cierta armonía entre las pulsiones de los sujetos y su ambiente, lo fundamental a cuestionar aquí radica en que no hay una pre-configuración exacta de designios de estilo; toda sensación es expresada y es evocada a la vez como es enunciado el discurso. Es, entonces, evidente que lo que se muestra es la verdad de los sujetos, la verdad del surrealista –en el sentido psicoanalítico–, la verdad del inconsciente, la verdad del deseo de los sujetos. La cuestión directa sobre la emancipación es precisamente que el artista antepone no sólo su deseo, sino una descripción profunda de una fantasía carente de lógica a la conciencia, pero a su vez liberadora de verdad. Si tomamos en cuenta la carencia de una verdad absoluta y que esta misma se encuentra sometida a la imposición de la ley, la representación artística subversiva nos aparece como una dura crítica al pensamiento dominante –al pensamiento dominado por la lógica, que no es sino la lógica de la economía, la política y la sociedad dominante. Hemos de concluir haciendo referencia a la condición histórica del psicoanálisis y el surrealismo, puesto que ambos han contribuido a una reestructuración del pensamiento colectivo y de las encrucijadas principales por las que atraviesan los sujetos. Si bien el surrealismo se encuentra encima de la realidad, proponemos defender su tesis fundamental, en apoyo del psicoanálisis, dado que la realidad no es más que aquella que se encuentra referida a la condición subjetiva; de esta forma la interpretación de generalidades a los sujetos queda burlada, incluso nulificada. En la clínica psicoanalítica, por ejemplo, se retoma la formación histórica de los síntomas de cada uno de los sujetos, dado que la realidad personal es diferente en cada una de las personas; a su vez, la propuesta del surrealismo arroja el arte a la revisión subjetiva de cada una de sus obras y de su propia historia, para que la interpretación permita liberar esa fantasía en la que se aloja la realidad de cada uno de los sujetos.
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7 Ibid., p. 188.
Roxana Sosa Sánchez Es profesora en el Departamento de Sociología vi de la Facultad de Ciencias de la Información. Universidad Complutense, Madrid. Paralelamente es escritora. Colabora en revistas y prensa con artículos sobre arte y literatura.
La iconografía de la mujer en las artistas surrealistas
Introducción
El surrealismo, movimiento creativo de vanguardia, se inició en un primer momento como actividad literaria, aunque pronto se extendió a otras disciplinas artísticas, desarrollándose en un contexto político y social propio del periodo de entreguerras. Si bien el término surrealismo fue utilizado por vez primera por el artista Apollinaire, en 1917, será André Breton quien publique en 1924 el Primer manifiesto surrealista. En el mismo defiende, entre otros aspectos, la profundización en el subconsciente y el desarrollo de la imaginación, así como el intento de acabar con la dictadura de la realidad iniciando una renovación en el pensamiento. El surrealismo, en este sentido, atrajo como ningún otro movimiento vanguardista a muchas mujeres artistas; apoyó su creatividad sin cánones impuestos ni encorsetamientos estéticos. Ellas rápidamente se vieron atraídas por un movimiento fundamentalmente antiacademicista que proporcionaba un claro interés en plasmar la realidad personal en la obra artística. Como veremos a continuación, muchas artistas que mantuvieron una relación sentimental con hombres del grupo quedaron excluidas del círculo inmediato de escritores o artistas, siendo los hombres, no sólo los que encabezaron dicho movimiento, sino los que pasaron a formar parte de la historia del arte. Las artistas que simpatizaron con el surrealismo fueron conscientes de que se privilegiaba la figura del artista varón, y muchas de ellas profundizarían en su obra una vez que abandonaron las propuestas surrealistas, o se desvincularon sentimentalmente del artista. OPCIÓN 176 EXÉGESIS
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1. Mujeres artistas en la historia del arte
Si bien las mujeres artistas han tenido siempre un lugar en la historia del arte, éste corresponde a su presencia como objeto de representación por parte de los artistas varones, quienes establecían en sus obras el prototipo de mujer ideal, reproduciendo un sistema patriarcal que aún hoy es visible. Este argumento lo ejemplifica la historiadora Cristina Segura1 al señalar: las mujeres, efectivamente, han sido objeto para los artistas figurativos, pintores, escultores, etc., pero esto no significa algo positivo para ellas. A estos artistas, masculinos en su gran mayoría, las mujeres les han preocupado sobre todo como objetos bellos, pero la representación de esta belleza entrañaba una trampa, pues esto llevaba a la objetualización de las mujeres y, por otra parte, a insistir en que la principal cualidad que deben poseer es la belleza. Todo ello favorecía la pervivencia del patriarcado.
La aparición significativa de las mujeres en el arte como sujeto creador es un fenómeno que tiene su origen en los primeros movimientos de emancipación de la mujer y se desarrolla conforme transcurre el siglo xx, auspiciado por la incorporación de ésta a las distintas esferas de la vida pública. Anteriormente hubo mujeres artistas, como Sofonisba Anguissola o Artemisa Gentileschi, pero no son numéricamente significativas y constituyen una excepción. Esta postura es argumentada por autoras como Whitney Chadwick, Marián L. F. Cao, Amparo Serrano o Patricia Mayayo.
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1 C. Segura, “Prólogo”, en M. Cao, Creación artística y mujeres. Recuperar la memoria, Madrid, Narcea, 2000, p. 9.
2 Uno de los textos más importantes dentro de la crítica feminista es el publicado por Linda Nochlin en 1971 considerado uno de los textos fundacionales de la crítica feminista del arte. Su título condensa buena parte de los interrogantes que nos podemos plantear: ¿Por qué no ha habido grandes mujeres artistas?
En este tránsito hacia la incorporación de las mujeres al arte debemos destacar el descubrimiento, por parte de las historiadoras y críticas del arte feministas como Lucie Lippard, Eli Bartra o Linda Nochlin,2 de cómo el aislamiento en el que trabajaron gran parte de las creadoras motivó su exclusión de los principales movimientos artísticos del mundo occidental. Estas autoras revelan en sus investigaciones la estructura básica sobre la que se confeccionaron los textos artísticos, y analizan cómo las obras de las artistas han sido representadas en relación negativa con la creatividad y la alta cultura. A partir de ese periodo comienza la construcción de una historia paralela por parte de las críticas de arte feministas, que comienzan a publicar libros y artículos donde cuestionan los cimientos mismos de la historia del arte que, sistemáticamente, había descolgado las producciones de las mujeres, relegándolas al papel de objetos artísticos, en lugar de sujetos del arte. 2. Propuestas del arte feminista
El arte feminista es, ante todo, una postura ideológica. Dicho término, a diferencia de casi todos los ismos del mundo del arte, no implica automáticamente un tratamiento formal o temático y, en cambio, sí implica un aspecto distinto a la concepción masculina del arte; el interés del artista no es tanto la obra de arte en sí sino que ésta es el resultado de la vivencia personal. Las mujeres toman conciencia de su historia y deciden hacer de su identidad el tema del arte. Las obras de arte se conciben, por tanto, como crítica a la ideología sociopolítica, y tratan de transformar las relaciones de poder insertas en la sociedad. El arte feminista es deconstructivo: de ahí que cuestione los valores sociales y estéticos, pero en esta construcción de la conciencia feminista –y por tanto del activismo contra la visión (patriarcal) dominante– la acción emprendida por el feminismo no se convirtió en una postura unidireccional, sino que abrió un debate en torno a qué reivindicar, cómo hacerlo, qué estrategias utilizar, etcétera. Aparecieron propuestas heterogéneas que se pueden agrupar en dos enfoques básicos que tuvieron una distancia temporal: feminismo de la igualdad y feminismo de la diferencia. El feminismo de la diferencia señalaba el carácter femenino como específicamente diferente al masculino. Este modelo postula que existe un estilo femenino diferente y particular, y que es el momento de privilegiar unas categorías distintas a las privilegiadas históricamente por el varón para estar en condiciones de equilibrar tantos siglos de desigualdad. Este modelo reclama una sensibilidad femenina y considera importante subvertir las estrategias hasta el momento dominantes. El feminismo de la igualdad sostiene, por el contrario, que privilegiar un sexo en detrimento de otro no es sino caer en otra jerarquización y en un error similar al propuesto por el modelo patriarcal. Este feminismo intenta reconstruir las estructuras patriarcales, pero reivindicando la igualdad desde la diferencia, sin caer en las eternas descalificaciones. Esta segunda posición fue defendida, entre otras autoras, por la historiadora Griselda Pollock, que en los OPCIÓN 176 EXÉGESIS
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años ochenta planteaba, como apunta Cao:3 “la necesidad de deconstruir las bases metodológicas sobre las que se asienta la historia del arte, y buscar la diferencia de la expresión, no en bases biológicas, sino en bases históricas”. Ambas posturas tuvieron enormes aportaciones que, analizadas dentro del contexto histórico correspondiente, fueron acertadas. Sin las luchas feministas de principios de siglo xx, con su condena a la situación de desigualdad y opresión de la mujer en los ámbitos sociales, políticos y laborales, probablemente ninguna ley se hubiera aprobado. 3. Artistas surrealistas y sus vínculos sentimentales.
Las artistas surrealistas que vamos a analizar y que establecieron una relación sentimental con varones del grupo son: Frida Kahlo con Diego Rivera, Remedios Varo con Benjamin Peret, Leonora Carrington con Max Ernst, y Lee Miller con Man Ray. Estas artistas se han elegido no sólo por estar vinculadas al movimiento surrealista y haber sido compañeras de los mencionados, sino también debido a que todas ellas son creadoras que eligieron trabajar profesionalmente en la pintura o la fotografía, y al mismo tiempo nos ofrecen una aportación sobre la iconografía de la feminidad a lo largo del siglo xx.
La oportunidad de la novia.
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3 M. Cao, Creación artística y mujeres. Recuperar la memoria, Madrid, Narcea, 2000, p. 22.
Frida Kahlo (1917-1954): la reinvención.
4 E. Bartra, Frida Kahlo. Mujer, ideología, arte, México, Icaria, 1994, p. 74.
5 A. Serrano de Haro, Mujeres en el arte: Espejo y realidad, Barcelona, Plaza y Janés, 2000, p. 84.
Figura emblemática dentro del panorama del surrealismo. Desde sus comienzos en la pintura manifestó una dualidad al presentar a un personaje que se reinventaba mediante el adorno o la indumentaria, junto con una imagen interna que era el propio espejo de sus vivencias, especialmente de su dolor. Recordemos que la artista sufrió un aparatoso accidente que resultó en graves lesiones en la pelvis y la pierna. Sus pinturas y, sobre todo, sus autorretratos, componen su biografía; por ese motivo resulta casi imposible separar su vida de su obra, dedicada esta última al tema del autorretrato. A partir del momento en que contrae matrimonio con el muralista Diego Rivera, se aprecia un cambio significativo en su obra y en su biografía. Una lectura de sus autorretratos como Lo que el agua me ha dado o Raíces permite referirnos a una tipología de mujer sufridora que asume su realidad a través de la búsqueda de su identidad. Si bien a lo largo de su vida sufrió duros reveses, la artista supo afrontarlos de forma combativa y autónoma. De acuerdo con la crítica de arte Eli Bartra,4 la obra de la pintora: “expresa sin miramientos su visión de la vida y de la muerte, con sangre, ese líquido tan cercano a la vida cotidiana de las mujeres, pero proscrito para la sociedad y el arte”. La artista, en los inicios de su relación con Diego Rivera –que coinciden con los de su carrera artística–, le pediría consejo sobre su talento, siendo el muralista quien sancionó su obra, alentándola a continuar su carrera artística, pero siempre la consideró como su inspiradora más que como una artista autónoma. La figura de Rivera y consiguientemente su obra se hicieron más conocidas que las de Kahlo. El trabajo de ésta se reconoció con los años, gracias a la labor de la crítica feminista del arte. Como señala Serrano5 al referirse a las artistas asociadas a las primeras vanguardias: “muchas mujeres artistas serán todas mujeres aisladas trabajando a la luz amorosa de un genio, que suele presentarla como un prodigio encontrado”. Remedios Varo (1908-1963): la independencia.
6 G. Villegas Morales, “Mujeres y surrealismo”, en Cao, op. cit., p. 101.
Nació en España, pero residió en México la mayor parte de de su vida. Constituye el prototipo de artista cuya vida y obra se hallan unidas, poseyendo un carácter marcadamente autobiográfico. En este sentido, Villegas Morales6 señala: “Hay mucho de autobiográfico en la obra de Varo, por lo que es esencial explorar la interacción entre su vida y su arte para comprender su significado”. Sería en París donde la artista tendría una auténtica relación con los surrealistas, participando en diversas exposiciones y publicando sus reproducciones en las revistas del grupo. Inicia una relación sentimental con el poeta surrealista Benjamin Peret, y juntos se marchan al exilio mexicano. Allí iniciaría su carrera como artista, exponiendo obras como Simpatía o La ciencia inútil. Su carrera artística comienza a tener éxito en México, coincidiendo con su separación de Peret y su alejamiento de los postulados surrealistas. De hecho, nunca fue oficialmente un miembro del grupo, así que se declaró independiente frente al movimiento y su estilo se fue alejando de la OPCIÓN 176 EXÉGESIS
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identificación surrealista. Si bien su obra llegó a ser reconocida en México, en España apenas ha sido difundida. Leonora Carrington (1917-1996): pintora musa.
Nació en Inglaterra y se trasladó a Londres, donde comenzó sus estudios de arte. En 1937 conoce al pintor Max Ernst, iniciando una relación que culminará en matrimonio. Lo que el pintor vinculado al surrealismo valora en la artista, como señala Serrano, es su componente ingenuo e inocente, más que su valía como artista, situación que la lleva a compartir con él no tanto una relación igualitaria, sino un tándem maestro-alumna. En este mismo sentido, Pérez Gauli7 señala que dentro del grupo surrealista Leonora Carrington fue considerada como una musa niña, más que como una artista por derecho propio. Después de una estancia en España, la artista se marchó a México, donde vivió el resto de su vida. Allí iniciaría una amistad duradera con la pintora Remedios Varo. Carrington fue considerada como musa más que como artista, y tanto su obra como su persona fueron eclipsadas por la figura de Max Ernst. La pintora fue reconocida sólo en su madurez, una vez que se hubo separado del pintor. En su iconografía es peculiar la aparición de una mezcla de elementos procedentes de varias épocas históricas, donde lo simbólico y fantástico adquiere gran relevancia.
7 Véase, para una detallada descripción, J.C. Pérez Gauli, “El pintor y la modelo. Historia de una desigualdad”, en Cao, op. cit., p. 83.
Lee Miller (1907-1976): la profesionalización.
Fotógrafa vinculada a las vanguardias artísticas y al movimiento surrealista. Fue ayudante y amante del también fotógrafo surrealista Man Ray, con quien vivió tres años. La artista comenzaría a exponer sus fotografías y a realizar sus retrospectivas una vez que se desvinculó sentimentalmente de Ray. La obra artística de Lee Miller pasaría a un segundo plano siendo Man Ray quien aportaría el toque artístico a la relación. Muchas artistas fueron modelos, musas o ayudantes de los artistas. El caso de Lee Miller, como apunta Serrano:8
8 Serrano, op. cit., p. 94.
supuso una transformación respecto a la visión del arte de Man Ray apareciendo nuevos rasgos en su obra. Cuando Miller abandona al fotógrafo, éste, que hasta entonces sólo había irrumpido en el arte como fotógrafo, inicia la carrera como pintor con una serie con fragmentos recortados del cuerpo de Miller que le llevarán al éxito.
4. El autorretrato en las artistas surrealistas
Se considera que el autorretrato es el tema femenino por excelencia que encontramos, especialmente, en las artistas de los primeros años del siglo xx. Por medio del autorretrato ellas afrontan el tema de su propia imagen, lo que supone una búsqueda interior ante la falta de modelos o referentes. Al respecto, Amparo Serrano9 plantea la posibilidad de que esta cuestión les permite existir de forma independiente ante la mirada masculina, de crear para sí una identidad que no dependa de su cotización erótica. Las artistas surrealistas fueron, de una manera destacable, quienes más recurrieron al autorretrato, investigando en la temática de la autoexploración. 85} EXÉGESIS OPCIÓN 176
9 Ibid.
Homenaje a Kafka.
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Estas artistas utilizaron el hermetismo de sus símbolos como un medio de poder desvelar públicamente, pero de manera indescifrable, episodios íntimos de su vida, como apunta Serrano. Para las artistas surrealistas, el autorretrato significó ensayar otra mirada ajena a la colonización de la mirada masculina. Los artistas –varones– surrealistas manifestaron una ambivalencia respecto al tratamiento de la imagen de la mujer. Si bien apoyaron su integración al mundo laboral (en esa época, los años veinte, comenzaron a desarrollarse los movimientos de liberación de la mujer), no trataron en un plano de igualdad real a las mujeres que participaron en el movimiento surrealista. En esta línea, el citado Pérez Gauli señala que si bien las mujeres dentro del movimiento surrealista fueron concebidas como musas e inspiradoras, no tuvieron un papel como sujeto creador autónomo. Tampoco ellas asumieron una participación real, pues todas las declaraciones y manifiestos del grupo eran redactados por los varones, quedando ellas relegadas a un segundo plano. No obstante, las artistas surrealistas se apartaron de la iconografía estereotipada de la feminidad representada por los varones y ofrecieron, a través de sus obras, muestra de una gran mordacidad e ironía. Si realizamos una lectura de sus autorretratos, referidos principalmente al tema del cuerpo y a la muerte, vemos que la feminidad que proyecta Frida Kahlo hace referencia al prototipo de mujer sufridora pero a la vez autosuficiente, que asume su propia realidad a través de la búsqueda de su identidad. Lejos de mantener una actitud pasiva y temerosa ante sus circunstancias, la artista ofrece en sus creaciones la imagen de una mujer combativa y autónoma. Las mujeres representadas por Remedios Varo son –señala Gladys Villegas– personajes femeninos o andróginos basados en una estilización de sus propias facciones, como en el cuadro El sustento celestial (1958), donde observamos la figura de una mujer aislada, sentada, con expresión vacía y perdida dentro de una torre solitaria. En la iconografía de Leonora Carrington es peculiar la mezcla de elementos procedentes de varias épocas históricas donde lo simbólico y lo fantástico adquiere gran relevancia. En su cuadro Autorretrato” (1938) refuerza, de acuerdo con Chadwick,10 el uso del espejo por la mujer artista, para afirmar la dualidad vital, de ser una misma observada y observadora. Otra artista vinculada al movimiento surrealista es Maruja Mayo (19091994), que si bien nació en España, vivió en el exilio americano al igual que Remedios Varo. Pintó una serie de obras que tenían como elemento las máscaras, lo que significó para muchos críticos de arte un interés por la realidad vivida en el continente americano. Su iconografía se inclinó, en un principio, hacia los elementos surrealistas, para pasar, a partir de la exposición realizada en París en 1932, al uso de elementos tenebrosos y tétricos. También durante ese periodo aparecen en su obra esqueletos, espantapájaros, rastrojos, etcétera. Dorothea Tannig (1910-1912), al igual que otras surrealistas, abordó el lenguaje erótico propio del surrealismo, de una forma oblicua,11 centrando 87} EXÉGESIS OPCIÓN 176
10 W. Chadwick, Mujer, arte y sociedad, Barcelona, Destino, 1992.
11 Ibid.
la atención en aspectos de los deseos eróticos más que en los demás deseos sexuales de la mujer. Esto se debió tal vez a que el asunto de la maternidad fue representado por muchas surrealistas con imágenes negativas, rompiendo muchos tabúes que asocian la maternidad con algo inherente a la condición de la mujer. Son, en todo caso, representaciones alternativas al cuerpo femenino tal y como lo concibe la ideología sexual dominante en las sociedades occidentales. A pesar de la preponderancia que el movimiento surrealista concedía a una concepción de la sexualidad más libre de las constricciones sociales impuestas, las surrealistas no lograron librarse de los conflictos que oprimían a las mujeres del momento. En este sentido, la ya mencionada Chadwick señala que los conflictos en torno a ese aspecto de la sexualidad femenina reflejan las difíciles opciones forzadas entre las mujeres de su generación que trataron de reconciliar los papeles tradicionales femeninos con sus vidas como artistas, en un movimiento que valoraba la inocencia de la mujer-niña y atacaba violentamente las instituciones del matrimonio y la familia. Al analizar el tema del autorretrato en estas artistas, comprobamos cómo desarticulan las definiciones tradicionales relativas a la identidad femenina, y reflejan en sus obras distintas experiencias y vivencias que se alejan de la representación tradicional de la mujer, a saber, como un mero objeto sexual. También recomponen nuevas identidades y rompen tabúes al abordar temáticas como la maternidad, a la que imprimen una connotación alejada del canon dominante de la historia del arte.
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Conclusión
Al desarrollar este breve análisis sobre arte y mujer hemos de destacar que muchas artistas trabajaron en el aislamiento y fueron excluidas y silenciadas sistemáticamente de los movimientos artísticos. Sólo en parte fueron recuperadas del olvido debido a la labor investigadora de las historiadoras del arte feministas, quienes han ido proporcionando modelos de práctica artística, así como contextos para la interpretación de obras producidas por mujeres artistas. La historia del arte ha ido construyendo durante siglos sus propios códigos internos al destacar la figura del artista varón. El resultado ha sido favorecer la figura del artista varón y excluir sistemáticamente a las mujeres creadoras de los principales movimientos artísticos que conforman la historia del arte occidental, tal como la conocemos hoy en día. La visión de la historia del arte como un discurso parcial y sesgado que nos ha sido transmitido por distintas vías divulgativas ha sido investigada y argumentada por historiadoras y críticas de arte que a partir de la década de 1960, cuestionan en libros y artículos los fundamentos de la historia del arte tradicional. Las artistas que establecieron una relación sentimental con los varones del grupo surrealista fueron ubicadas en un segundo plano, siendo la obra de ellos reconocida como aportaciones destacables a la historia del arte. Muchas de estas artistas fueron vistas meramente como inspiradoras del grupo, y su trabajo resultó eclipsado por las de sus compañeros. Aquellas artistas que consiguieron imponerse a su compañero y se tomaron seriamente su trabajo, acabaron en soledad o incapacitadas para continuar esa relación sentimental. Su obra ha trascendido, pero tuvieron que pagar el precio de la soledad. La crítica del momento, en cualquier caso, se refería a ellas como esposas o compañeras, nunca como artistas autónomas e independientes. Sus obras de arte también eran valoradas como inferiores y relacionadas con el contexto doméstico.
Fragmentos ceremoniales.
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LOUIS ARAGON: Eric M. Tomasini-Bassols
el surrealismo hecho vida
Estudiante de Ciencia Política, itam.
La existencia del escritor prueba que, en un mismo individuo, coexisten un ser angustiado y un hombre de sangre fría, un loco y un cuerdo, y unido estrechamente a un mudo que ha perdido todas las palabras, un retórico dueño del discurso maurice blanchot
V
ida y obra son uno mismo. Se podrá ver a la obra como una extensión, un reflejo o un diálogo con la vida del autor, jamás será un elemento disociado, independiente de éste. Así, cuando pensamos por ejemplo en Heidegger, quizás el intelectual más determinante para la filosofía del siglo xx, nos es imposible olvidar sus simpatías nada veladas con el nacionalsocialismo de su época; a la inversa, la reflexión filosófica y literaria que dejó Jean-Paul Sartre no es concebible si no tomamos en cuenta su compromiso político dentro y fuera del Partido Comunista Francés (pcf), y más tarde junto a los estudiantes maoístas del 68. Así pues, ¿qué decir de Louis Aragon, de su obra, que no sea decir algo también de su vida? Más cercano políticamente de Sartre que de Heidegger –algunos, como André Breton, lo criticaron siempre por esto– Aragon es quizás el ejemplo más acabado del concepto de Hombre-Multitud, es decir, del Ser (Ser que escribe, Ser escritor) que, como Walt Whitman afirmaba en Leaves of Grass, “contiene multitudes”. La vida de Louis Aragon, eternamente divida entre sus orígenes en el movimiento Surrealista y su posterior adscripción al Realismo Socialista, entre su amor a la poesía y su amor a Elsa Triolet, es la vida de un hombre que trascendió los límites de la corriente surrealista y su Manifiesto para convertirlo en una moral, una poética, una metafísica: en fin, una vida. ¿Pero, qué vida? OPCIÓN 176 EXÉGESIS
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Rimbaud y la búsqueda del “yo”
En el prólogo a su colección de poemas Elsa (1959), Aragon explica cómo todo un siglo de literatura, incluida la obra que él mismo produjo dentro y fuera del movimiento surrealista, fue construido gracias a Arthur Rimbaud, lo cual es innegable sobretodo si pensamos, como lo hace Eric Herrán, que “el siglo xx comienza y acaba en el siglo xix” (Herrán, Por una educación sentimental: Lukacs, Flaubert, Sartre y yo, pp 69-71). En este sentido, los grandes aportes de Rimbaud fueron probablemente su innovación estilística –que impone junto con Baudelaire–, y especialmente la apertura de nuevas posibilidades poéticas que hasta entonces no habían encontrado cauce. Para Roland Barthes, el Barco ebrio de Rimbaud es el “barco que dice “yo”, y liberado de su concavidad, puede hacer pasar al hombre del psicoanálisis de la caverna a una verdadera poética de la exploración” (Barthes, Mitologías, p86); y cuando Rimbaud afirma que “Je est un autre” (“Yo es otro”), lo que hace es abrir la puerta que escondía nuevas, distintas formas de comprensión del arte y del Ser, redefiniéndolas con respecto a las ataduras de la poesía clásica: en un sentido, es abrir la posibilidad de la multitud. Aragon retoma esta reconcepción poética para hacer de ella el fundamento de su obra, especialmente en sus primeros textos dentro del círculo surrealista de André Breton. Estilísticamente, en versos como Un jour Elsa 91} EXÉGESIS OPCIÓN 176
mes vers o Nuit de Mai juega con el papel de las rimas internas, de tal suerte que el poema puede ser leído en más de una forma –juego simbolista que un autor clásico como Racine juzgaba contrario a la tradición; sucede lo mismo a nivel de la novela, en lo que sería su última faceta novelística y quizás la más acabada de todas: las obras posteriores a la serie del “Mundo real” (directamente elaboradas bajo la insignia del Realismo socialista) son elucubraciones que conjugan elementos tanto del realismo como del surrealismo. Es el caso de obras como Tiempo de morir, Blanca o el olvido y Théâtre/Roman, escritos en donde el interés no está tanto en la descripción de condiciones objetivas de vida, situaciones de conflicto social o lucha de clases, sino en pensar, reformulando la afirmación de Rimbaud, quién dice “yo”. La búsqueda de sí es evidente en Tiempo de morir, novela autobiográfica escrita en 1965 sobre el París de los años 20: el narrador es un hombre casi tan real como el Aureliano de la novela homónima, pero tiene la particularidad de no poder verse en el espejo, clara metáfora de un hombre como Louis Aragon, en permanente construcción ontológica. La ausencia radical de una identidad definida, del no poder verse en el espejo, es lo que da a los personajes de las novelas de Aragon su condición de Ser-multitud: incluso en la desnudez, hay algo oculto, y hay algo artificial que queda revelado (re-velado, vuelto a velar). Enrique Sordo, en su artículo “Louis Aragon: la contradicción y el amor” llegará a decir incluso que “Aragon es, a la vez, un hombre total y varios hombres, todos ellos inclinados siempre hacia los extremos” (Sordo, El Ciervo, 1983, pp 29-31). Nada más Rimbaud que Aragon. Aurélien y Los comunistas: novelas de una generación Se podría decir, con prudencia y a riesgo de despertar la ira de ciertos puristas literarios, que el Aurélien de Louis Aragon es a la literatura francesa lo que El Gran Gatsby a la literatura norteamericana, al menos en un par de conceptos clave. Primordialmente, ambas novelas retratan lo que Hegel llama la “lucha entre la poesía del corazón y la prosa de las relaciones sociales”. El tema fundamental de Aurélien, es en apariencia la relación romántica, y por supuesto fallida, entre un joven marcado por la experiencia formadora de la Primera Guerra Mundial –del mismo modo que Jay Gatsby– y una mujer de provincia, deseada pero nunca realmente alcanzada. El resultado es la decepción romántica y la imposibilidad de las relaciones de pareja auténticas, que sirve aquí como en la novela de Fitzgerald para revelar la verdadera naturaleza de los personajes. Esta idea directriz –la pasión amorosa– es el pretexto que emplean ambos autores para llevar a cabo un proyecto más profundo: la crítica de la burguesía en los tiempos del Jazz. Aragon, en su fase más marcada por su experiencia en la urss, describe veinte años después (1945) el mundo cultural –referencias directas a Picasso, Cocteau, Gide, Picabia y los cabarets de jazz americano– de principios de la década de 1920, a la vez que critica, como un Balzac o un Flaubert, las apariencias y la hipocresía que caracterizan al medio burgués OPCIÓN 176 EXÉGESIS
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de su tiempo. Del mismo modo que Fitzgerald revela las mentiras y los caprichos de la clase alta norteamericana, desprovista de sentimientos auténticos y emociones reales, Aragon da a entender con colérica fuerza que el París vibrante y burgués de la posguerra está destinado a la decadencia: Bérénice y Aurélien se separan amargamente, por diferencias intelectuales y políticas –Bérénice lleva lejos su pasión por el “absoluto” romántico al tiempo que Aurélien experimenta el opuesto sentimiento de desapego constate– al grado que el personaje principal se convierte en un antihéroe que se dejará convencer por el discurso fascista y colaboracionista de Pétain, imagen sin duda del gran amigo y después enemigo de Aragon, Pierre-Drieu La Rochelle. La sensación que deja Aragon al término de Aurélien es similar a la que ofrece Fitzgerald en el impactante final de su obra magna: más allá del dinero, la champaña y el jazz, no queda nada real, salvo quizás la atemorizante conciencia del vacío, el silencio, la ausencia y el recuerdo de un pasado para siempre revocado (So we beat on, boats against the current, borne back ceaselessly into the past). La última novela de su serie del “Mundo real”, inmediatamente posterior a Aurélien, es el relato en seis volúmenes de la Segunda Guerra Mundial Los comunistas (1949-1951), y aquí como en su primera novela del ciclo, Les cloches de Bâle (1934) el propósito de Aragon es mostrar el peligro inminente que se viene anunciando desde la belle époque –en sus propias palabras, “todas las novelas de Mundo real tienen como perspectiva o como fin el Apocalipsis moderno, la guerra”(Aragon, Les Incipit, p70). Los comunistas marca el cierre del ciclo del “Mundo real”, pues como vimos, sus novelas subsecuentes serán más bien juegos con el concepto del “yo” y la identidad; es aquí en donde la estructura del realismo socialista se configura con mayor vehemencia. A la manera de José Revueltas, quien describe tanto en Los muros de agua como en Los días terrenales la represión política anticomunista y la vida en la prisión, Aragon, comunista él mismo y por siempre fiel al pcf incluso en tiempos en que Sartre comenzaba a dudar seriamente del estalinismo, muestra la situación política de una célula comunista en la Francia ocupada. La barrera del simple anunciar el peligro inminente ha sido franqueada por la guerra misma, y lo que es contado es la sangre, la oposición ideológica entre los comunistas y todos los demás, a su vez premonitorio de lo que será la guerra fría. Lejos estamos ya del glamour jazzístico del Aurélien romántico: aquí más que nunca, como diría Sartre, se aprende la urgencia de la responsabilidad, la importancia de tomar una decisión por encima de otra: se aprende a vivir la existencia. Por el amor de Elsa
Si la obra de Aragon conoció, como su vida, las distancias radicales entre el Surrealismo, Rimbaud, el Realismo socialista y la experiencia de las guerras, existe una constante inamovible: Elsa Triolet. Hermana de la esposa del poeta ruso Mayakovski (exponente significativo del realismo socialista naciente en la Unión Soviética y definitiva influencia en la obra de Aragon), Elsa Triolet 93} EXÉGESIS OPCIÓN 176
conoció al que sería su esposo en Le Boeuf-sur-le-toit, uno de los cabarets más famosos de París en los veintes, y nació ahí una relación de escritores-amantes, musa-poeta, vida y obra confundidas. Escritora ella misma, reconocida por sus novelas de contenido social como L’Âge de Nylon –ciclo que funge en cierto modo como la continuación del “Mundo real” de su compañero de vida, esta vez en la Francia industrializada de los años 1950–, Elsa no dejó nunca de ser la inspiración más fuerte de Aragon, la persona a quien van dedicados casi todos sus libros de poemas, inmortalizada para siempre en el que es considerado su poema más bello: Los ojos de Elsa. Esta faceta de Louis Aragon, su pasión romántica, tan fuerte como su convicción política en las filas del pcf, es sin duda un elemento clave en la mayoría de sus obras: es a través de Elsa que se perfilan muchos de los personajes femeninos de sus novelas, incluida quizás Bérénice, y que dan cuenta de la noción de la “mujer moderna”, la mujer de Tiempo de morir que vive una vida interna tan rica como el hombre que está a su lado, y que lo conforma tanto por su presencia como por sus silencios. Esta fue, sin duda, la influencia de Elsa Triolet en la vida de Louis Aragon: tanto en su ausencia –a su muerte en 1970, Aragon hizo de su departamento un mausoleo dedicado a su memoria–, en su separación durante la resistencia –momento de crisis emocional para Aragon, quien escribe Il n’y a pas d’amour heureux– como en sus mejores momentos de inspiración intelectual –la época de la posguerra, la de Loco por Elsa (1963) en donde escribe que “El porvenir del hombre es la mujer/ Ella es el color de su alma/ Ella es su rumor y su ruido/ Y sin ella, no es más que una blasfemia”– nunca dejó de marcar su rumbo y su obra. Inmortalizados para siempre en un cortometraje de Agnès Varda de 1966 (Elsa la rose), Aragon le lee a la compañera de su vida Toutes les roses ante la cámara como una confirmación más de su amor inconmensurable.
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Pero no sería Louis Aragon, el hombre-multitud, si a la muerte de Elsa no se hubiera reconfigurado, una vez más: a sus ochenta años, el Aragon que describe Patrice Lestrohan en Le Dernier Aragon (2010) es un hombre fino, de maneras cuidadas, que se divierte con jóvenes hombres en un París que ha olvidado a Aurélien pero no a su autor, más diverso y múltiple que nunca. Un Aragon que bailaba el tango con Renaud Camus (Journal) en el departamento de Andy Warhol, que celebraba la vida a pesar de la muerte de su musa y que no dejó nunca de reinventarse; un hombre sin reflejo pero que, por la misma razón, está en permanente redefinición. Ahí está quizás la riqueza más grande de Aragon: que con la misma intensidad con que dice “Mi universo, Elsa, mi vida”, habla de Gide, de Los Comunistas y de sí mismo. A su muerte en 1982, Louis Aragon deja tras de sí una búsqueda constante de sí mismo, desatada por Rimbaud, el testimonio de la Francia del periodo de entre-guerras, la Francia del jazz y del peligro inminente, y sobretodo, un amor por Elsa que quedó para siempre en la poesía, o más bien en la experiencia de su disfrute: eterno hedonista, hombre multitud, Louis Aragon consiguió hacer del surrealismo un modo de vida; están estos fragmentos de obra/de vida como testigos de su legado. “Inclinando a tus ojos los míos sitibundos en su fondo vi todos los soles reflejados, y el salto hacia la muerte de los desesperados, como el de mis recuerdos a tus ojos profundos. Y sucedió que el mundo bajo la tarde excelsa rompiose en arrecifes de pérfidos fanales, en tanto yo veía desde los litorales sobre lívidas ondas brillar los ojos de Elsa.” Los ojos de Elsa (fragmento), versión de: Carlos López Narváez
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Osvaldo Rocha Es poeta, traductor y ensayista. Maestro en filología nórdica por la Universidad de Islandia, estudió también historia y alemán en la Universidad de Guadalajara. Ha colaborado en publicaciones de México (Este País, Replicante, Nexos, Acequias, Periódico de Poesía de la unam, etc.), Latinoamérica, España, Francia y Holanda. Es profesor universitario y traductor de inglés, alemán, sueco, noruego, danés e islandés.
Los padres de la poesía surrealista escandinava
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urante la década de 1930, la poesía escandinava luchaba aún por dejar atrás el patriotismo y el verso neorromanticista de autores como Verner von Heidenstam (1859-1940) y Valdemar Rørdam (1872-1946) para dirigirse a las fuentes más radicales del verso libre. Fue entonces cuando surgieron dos autores fundamentales: el sueco Gunnar Ekelöf (1907-1968) y el danés Gustaf Munch-Petersen (1912-1938), quienes procesarían vertiginosamente el simbolismo francés y el ambicioso movimiento surrealista organizado por André Breton una década antes para convertirse en los más destacados poetas de su generación. Por el contrario, en la recién independizada Noruega, el surrealismo tardaría más en apoderarse de una poesía que durante este periodo giraba en torno a nombres como Olaf Bull (1883-1933), Herman Wildenvey (1885-1959) y Nordahl Grieg (1902-1943). Adicionalmente, durante la Segunda Guerra Mundial, la poesía escandinava volvería a su tono nacionalista y a las apreturas de la métrica. Más tarde vendría el despertar definitivo del modernismo y, finalmente, un poeta noruego de insólitas presentaciones, considerado el único poeta verdaderamente surrealista de su país: Triztán Vindtorn (1942-2009). Gunnar Ekelöf
Considerado por muchos como el máximo exponente de la poesía sueca del siglo xx, Ekelöf fue visto por buena parte de su vida como un rebelde y un místico no cristiano que siempre prefirió encontrarse fuera de los límites de OPCIÓN 176 EXÉGESIS
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la sociedad establecida.1 En cualquier caso, Ekelöf provenía de una familia adinerada –su padre era corredor de bolsa– y sus estudios lo llevarían a Londres antes de cumplir los 20 años, donde asistiría a la Escuela de Estudios Orientales para luego estudiar la lengua persa en la Universidad de Uppsala, en su país. También pasaría una temporada en París, donde entraría en contacto con el movimiento surrealista y pronto se convertiría él mismo en traductor de poesía en lengua inglesa y francesa. En realidad, la poesía de Ekelöf fue descrita como surrealista desde su debut en 1932, con el poemario escrito en París Sent på jorden (“Tarde en la Tierra”),2 un trabajo demasiado moderno que no fue bien recibido por la crítica. Es de este volumen donde proviene el famoso poema Apoteos (“Apoteosis”), que inicia así: ge mig gift att dö eller drömmar att leva askesen skall sluta snart i månens portar som solen redan välsignat och fastän oförmälda med verkligheten skall den dödes drömmar sluta beklaga sitt öde (dame veneno para morir o sueños para vivir el ascetismo terminará pronto en las puertas de la luna que el sol ya bendijo y aunque separados de la realidad los sueños de los muertos cesarán de lamentar su destino)3
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1 Henrik Larsson, Gunnar Ekelöf-Sveriges förste surrealist, Helsingborgs Dagblad, http://hd.se/familj/2007/08/06/ gunnar-ekeloef-sverigesfoerste/, 6 de agosto de 2007.
2 Ross Shideler, “Gunnar Ekelöf ’s Byzantium and the Unknown”, en From Ritual to Romance and Beyond: Comparative Literature and Comparative Religious Studies, M. Schmeling y H. J. Backe (eds.), Konigshausen & Neumann, Alemania, 2011, p. 239.
3 Todas las traducciones son propias.
4 Artur Lundkvist, Textos en la nieve, traducción y prólogo de Francisco Uriz, Simancas Ediciones-Fundación Jorge Guillén, España, 2002, p. 18.
5 Petri Liukkonen, Gunnar Ekelöf, Kirjasto, http://www. kirjasto.sci.fi/ekelo.htm/, 2008.
6 Susan Brantly, “Into the Twentieth Century: 18901950”, en A History of Swedish Literature, Lars Warme (ed.), University of Nebraska Press, Estados Unidos, 1996, p. 362.
Pero es hasta Dedikation (1934, “Dedicación”) donde Ekelöf, invocando a Arthur Rimbaud, reniega completamente de la tradición para volverse hacia el simbolismo y allende hacia un mundo onírico y visionario. Dicha experimentación surrealista se vería reflejada también en la revista Karavan, donde colaboró con el poeta Artur Lundkvist de 1934 a 1935.4 Por ello, cuando comenzó a publicar poemas en las revistas de los sindicatos obreros, su amigo Ivar Lo-Johansson, escritor de las clases trabajadoras, afirmaría que eran incomprensibles para la mayoría de los lectores y que Ekelöf parecía más bien un esnob que se burlaba de las masas y su fe en el progreso.5 En general, Ekelöf mostró durante toda su vida un gran interés en la Antigüedad, el taoísmo, el misticismo indio y la cultura bizantina, lo que se aprecia claramente en su último trabajo, la trilogía Diwan: Diwan över Fursten av Emgión (1965, “Diwan sobre el Príncipe Emigión”), Sagan om Fatumeh (1966, “La historia de Fatumeh”) y Vägvisare till underjorden (1967, “Guía para el inframundo”), cuya primera parte fue escrita casi por completo en una sola noche de profunda inspiración durante un viaje a Estambul y que mereció en 1966 el Premio de Literatura del Consejo Nórdico. Pero fue el poemario Färjesång (1941, “Canción de ferry”) el que Ekelöf llegó a considerar como la culminación de su pensamiento. En este libro muestra influencias del simbolismo y del neorromanticismo, pero también duda de lo que se considera tradicional y real. En una publicación posterior, Mölna-elegi (1960, “Elegía de Mölna”), una de sus obras más debatidas, se presenta un collage deliberadamente confuso que gira en torno al tiempo y la tradición literaria. Se supone que tiene lugar en un momento único: un día en el embarcadero de Mölna, a las afueras de Estocolmo, en el que la mente del poeta se mezcla con citas y alusiones a otras obras literarias de Emanuel Swedenborg, Carl Michael Bellman y Edith Södergran, referencias históricas e incluso líneas un tanto absurdas de antigua poesía romana. Claramente influido por James Joyce, el poema también hace varias referencias a una obra previa de Ekelöf, Strountes (1955, “Sin sentido”). El mismo autor llegaría a describir el citado Strountes, Opus Incertum (1959) y En natt i Otocac (1961, “Una noche en Otocac”) como antiestéticos y antipoéticos debido a su sobrecarga de vuelcos absurdos y grotescos.6 En Strountes, el poema När man kommit så långt deja clara constancia del valor trascendental del sinsentido: När man kommit så långt som jag i meningslöshet är vart ord åter intressant. (Cuando se ha llegado tan lejos como yo en el sinsentido cada palabra vuelve a ser interesante.)
Pues la ambición del poeta no tenía límites, como escribiera al final del poema Jag hörde i drömmen (“Escuché en el sueño”), incluido en la primera parte de la trilogía Diwan: OPCIÓN 176 EXÉGESIS
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Nej, jag ville ha båda såväl delen av det hela som det hela och att ingen stridighet funnes i detta val. (No, yo quería tener ambas cosas tanto la parte del todo como el todo y que no hubiera contradicción en esta elección.)
Para cuando murió –el 16 de marzo de 1968– y sus cenizas fueron esparcidas en el río Sardis, cerca del culto de Artemisa, Ekelöf había formado parte de la Academia Sueca durante diez años y su obra, de tan esmerada profundidad y tan distintos giros y matices, estaba destinada a ser reconocida como la más innovadora en la Suecia de su época. Ya en el año de 1963, Gunnar Ekelöf había sido presentado al público mexicano en traducción de Octavio Paz, con la colaboración de Pedro Sekel, junto con otros tres poetas contemporáneos de Suecia: Harry Martinson (1904–1978), Artur Lundkvist (19061991) y Erik Lindegren (1910-1968). Más reciente es el trabajo del traductor español Francisco J. Uriz, quien luego de verter al español varios Poemas (Plaza y Janés, 1981) y la trilogía Diwan (Alianza, 1982), ha terminado por publicar la colección Non serviam. Antología poética (Libros del Innombrable, 2006). Para el interesado, en el sitio web Ekelut (http://www.ekelut.dk/ekeloifiana/ index_eng.html) es posible encontrar varios poemas de Gunnar Ekelöf en traducción al español y otros idiomas, así como escuchar grabaciones del autor leyendo algunos de sus propios poemas en sueco. Gustaf Munch-Petersen
Menos vida pero no menos valía que Ekelöf tendría el poeta y pintor danés Gustaf Munch-Petersen, aunque sería reconocido de manera póstuma por su original aportación a las letras de su país. Al igual que Ekelöf, Munch-Petersen intentaba desvincularse de sus raíces burguesas tradicionalistas, pero sería más determinante en su ambición de liberar al hombre poniendo “el surrealismo al servicio de la revolución”.7 Luego de abandonar sus estudios de psicología y filosofía en la Universidad de Copenhague y vagar por Europa y Groenlandia, Munch-Petersen se unió en 1937 a intelectuales de distintas latitudes para apoyar a las Brigadas Internacionales en su lucha antifascista durante la Guerra Civil Española, donde murió al año siguiente en la Batalla del Ebro, el mismo año en que André Breton firmaría en México el Manifiesto por un arte revolucionario independiente, junto con León Trotski y Diego Rivera. Tenía entonces veintiséis años. Su poesía también refleja esa lucha libertaria y la búsqueda de una filosofía de vida motivada por un interés en lo humano y lo universal en oposición a lo puramente danés y tradicional. En su primer libro de poesía, det nøgne menneske (1932, “el hombre desnudo”), hay una afirmación al hombre como salvador de sí mismo, responsable de su libertad en un preludio al existencialismo sartreano. Así lo expresa este poema sin título: 99} EXÉGESIS OPCIÓN 176
7 La publicación del Grupo Surrealista Le Surrealisme au service de la révolution (19301933) continuó la labor de La Révolution surréaliste (19241929) y antecedió a Minotaure (1933-1939).
vi er mennesker – hvorfor bebrejde hinanden, at vi ikke er andet – (somos humanos para qué reprocharnos mutuamente que no somos otra cosa)
8 Anne Mette Liedecke, MunchPetersen, Gustaf - Det underste land, Litteratursiden, http://www.litteratursiden. dk/analyser/munch-petersengustaf-det-underste-land, 3 de septiembre de 2008.
9 Wikipedia danesa, http://da.wikipedia.org/wiki/ Gustaf_Munch-Petersen.
A este pensamiento se une la búsqueda del sueño y el subconsciente en det underste land (1933, “la tierra más baja”), ese país oculto y profundo donde se esconde la verdadera fuerza del ser humano, vista como una fuente de transformación que el poeta expresa en himnos de liberación. El poema homónimo de esta colección, publicado en el primer número de la revista de arte surrealista Linien un año más tarde, sería considerado posteriormente como el punto de partida del surrealismo danés.8 Este mismo poema fue incluido también en el Canon de Cultura de Dinamarca (Kulturkanonen) en 2006, una recopilación que incluye 108 obras de arte consideradas como las más importantes del patrimonio cultural de ese país.9 El poema inicia con la exaltación hacia aquellos que, como el autor, privilegian el mundo del sueño: o stor lykke stor lykke har de faaet, som er født i det underste land (oh gran dicha gran dicha han tenido los nacidos en la tierra más baja)
10 Anna Møller, Gustaf MunchPetersen-simon begynder, Forfatter Web, http://www.forfatterweb.dk/ oversigt/munch-petersengustaf/simon-begynder, 2012.
11 Thomas Ruden Andersen, Kæder er løgnfrø lænket sammen-Gustaf MunchPetersen SAMLEDE DIGTE, Litteratur Nu, http://www.litteraturnu. dk/univers.php?action= read&id=2126, 21 de diciembre de 2010.
12 Anna Møller, Gustaf MunchPetersen, Forfatter Web, http://www.forfatterweb.dk/ oversigt/munch-petersengustaf/hele-portraettet-omgustaf-munch-petersen, 2012.
Ese mismo año había publicado ya la que sería su única novela, simon begynder (1933, “simón comienza”), un texto que fluctúa entre el lenguaje metafórico y realista mientras retrata la vida de un joven rebelde y la búsqueda de sí mismo, incluyendo sus acercamientos a la locura.10 Al año siguiente publica mod jerusalem (“hacia jerusalén”), donde nuevamente hace un llamado a desafiar la realidad, a una salvación por medio del instinto, en una mezcla de historias extrañas y anhelos religiosos.11 El sueño es el motivo que atraviesa todo el libro, el sueño de que el arte se convierta en un aliado de la revolución, y Jerusalén aparece como un sinónimo del paraíso, donde finalmente triunfa este sueño portador de la verdad.12 Hijo de madre sueca, profesora de sueco en la Universidad de Copenhague, Munch-Petersen escribió también poemas en sueco y en inglés durante 1934 y 1935, pero serían publicados tiempo después de su muerte como black god’s stone (1959, “la piedra del dios negro”) y solen finns (1959, “el sol está”). Durante esta época realizará también la mayor parte de sus pinturas. Como pintor, Munch-Petersen se caracteriza por un lenguaje primitivo, produciendo diseños inusuales y exóticos en colores brillantes y vivos. Como suOPCIÓN 176 EXÉGESIS
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cede en sus poemas, los motivos de sus composiciones parecen provenir de los sueños. Sus pinturas son simbólicas, y muestran con frecuencia personas desnudas en posiciones sexuales, naturaleza y animales exóticos.13 A continuación, su obra se inclinaría decisivamente hacia el marxismo en 19 digte (1937, “19 poemas”), donde el mundo físico cobra una mayor relevancia y la naturaleza aparece con un dejo de romántico esplendor. Este último trabajo, publicado en vida del autor, está marcado también por un tono idílico, una alegría embriagadora y sensual, y no es para menos si tomamos en cuenta que el joven poeta se había enamorado dos años antes de una joven llamada Lisbeth Hjorth, y había escrito desde entonces algunos de esos diecinueve poemas.14 Pero la creación de poesía no le es suficiente, las reflexiones sobre el mundo circundante se mezclan en estos versos y, como ya se ha mencionado, esto desembocaría en la lucha activa frente al fascismo que amenazaba a los pueblos de Europa. Al final de su poema bøn (“oración”), el poeta llama así a las fuerzas que controlan el cielo y la tierra:
13 Ibid.
14 Ibid.
magter, jeg tigger i pine, giv mig lys for mit virke, magter, lad mig ikke dø unyttigt (fuerzas, les ruego con dolor, denle luz a mi misión, no me dejen morir en vano)
Sin embargo, la poesía experimental de Munch-Petersen, influida por ideales socialistas y surrealistas pero también por Sigmund Freud, D. H. Lawrence y poetas suecos como Edith Södergran y Elmer Diktonius, sería juzgada como una locura por la crítica de su época y sus libros desairados en los estantes. El uso exclusivo de minúsculas, por ejemplo, podría haber resultado más grave de lo que parece hoy en día. La reforma ortográfica danesa se realizó hasta 1948, por lo que en su época todos los sustantivos se escribían con mayúsculas iniciales, como sucede todavía en alemán. El lanzamiento de Udvalgte digte (“Poemas elegidos”) en 1938 empezó a vender mucho mejor que antes, probablemente con el mito en torno a su muerte, pero sería hasta 1959, año en que se publicaron sus obras completas (Samlede skrifter), cuando su aporte al naciente modernismo danés llegaría a ser correctamente sopesado.15 Queda claro que Munch-Petersen no sólo quería cambiar el lenguaje y la literatura, sino también al mundo, y que su influencia y la de Gunnar Ekelöf dejaría una honda impronta en los poetas escandinavos posteriores. Para concluir, bien podemos decir que el último gran heredero de estos pioneros del surrealismo escandinavo es el multitraducido y multipremiado poeta sueco Tomas Tranströmer (1931-), quien debutara exitosamente en 1954 con la colección 17 dikter (17 poemas). Ampliamente leído ya antes de recibir el Premio Nobel en 2011, Tranströmer ha sido reconocido como el poeta escandinavo más importante de la posguerra por sus exploraciones surrealistas 101} EXÉGESIS OPCIÓN 176
15 Svend H. Rossel, “A Lyrical Manifestation”, en A History of Danish Literature, Svend H. Rossel (ed.), University of Nebraska Press, Estados Unidos, 1992, p. 350.
de los misterios de la mente humana, ello aunado a un interés profundo por la naturaleza y la música. Psicólogo de profesión, Tranströmer no ha vacilado en acercarse a la mente y los sueños como entrada a la realidad en versos concretos y cargados de metáforas, recogidos en títulos como Hemligheter på vägen (1958, “Secretos del camino”), Den halvfärdiga himlen (1962, “El cielo a medio hacer”) y Sorgegondolen (1996, “Góndola fúnebre”), y libros de memorias como Östersjöar (1975, “Bálticos”) y Minnena ser mig (1993, “Las memorias me ven”). Su obra ha sido traducida al español principalmente por el poeta y traductor uruguayo Roberto Mascaró. Triztán Vindtorn
16 Wikipedia inglesa, http://en.wikipedia.org/wiki/ Trizt%C3%A1n_Vindtorn
17 Arild Linneberg, Triztan Vindtorn, Store Norske Leksikon, http://snl.no/. nbl_biografi/Triztan_Vindtorn/ utdypning, consultado el 5 de abril de 2013.
18 Kjell Moe, Vindtorns kamp for fantasien, Pluto, http://www.pluto.no/kulturspeilet/faste/bok/Vindtorn_ Fantasiens.html
19 Sitio sobre el autor, http://www.vindtorn.no/, y sitio de la editorial Flamme, http://www.flammeforlag.no/ tag/stig-s%C3%A6terbakken/.
20 Magnus Buer, Vindtorn hedres med landets første nasjonale poesipris, Drammens Tidende, http://dt.no/kultur/vindtornhedres-med-landets-forstenasjonale-poesipris-1.7783734, 26 de febrero de 2013.
En Noruega, por otro lado, el surrealismo llegó a expresarse bastante tarde de la mano del excéntrico poeta Triztán Vindtorn, quien fuera descrito en 1978 como el único poeta verdaderamente surrealista del país por Arild Linneberg, profesor de literatura en la Universidad de Bergen, en un artículo dedicado a su poesía en la revista Vinduet.16 De acuerdo con Linneberg, Vindtorn incluyó influencias poco vistas en Noruega, como el futurismo ruso e italiano, el dadaísmo, el surrealismo francés y el expresionismo alemán.17 El mismo Linneberg se encargaría luego de publicar una selección de poesía de Vindtorn: På fantasiens barrikader 1973-1998 (2002, “En las barricadas de la fantasía”).18 Kjell Erik Larsen –este era su verdadero nombre– era técnico textil de profesión y comenzó su carrera en 1970 con el título Sentrifuge (“Centrífugo”) y publicó casi treinta colecciones de poesía entre las que se encuentran Huset gråt mye som barn (1979, “La casa lloraba mucho de niña”), Vindblomster fra den innerste esken (1991, “Flores de viento desde la caja interior”), Hodet er den eneste trekronen som vokser inn i himmelen (1998, “La cabeza es la única copa de árbol que crece hacia el cielo”), Jeg kan høre din hånd synge (2007, “Puedo escuchar a tu mano cantar”) y Sirkus for usynlige elefanter (2008, “Circo para elefantes invisibles”). El poeta, que también desarrolló su creatividad musical con The Fatha Morgana Quartet, vivió en Copenhague e Ibiza, entre otros sitios, y dio lecturas de poesía por todo el mundo debido en parte a sus excéntricos performances, por ejemplo acompañando su lectura con un golpeteo rítmico sobre el trasero semidesnudo de una mujer.19 El 26 de febrero de este año se anunció en Noruega un premio nacional de poesía que llevará su nombre.20
OPCIÓN 176 EXÉGESIS
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{ENTREVIST A}
Yvonne Domenge
Andrea González Mariana Mejía Andrea Reed Miembros del Consejo Editorial de opción.
Y
vonne Domenge es una reconocida artista plástica y escultora. Ha recibido un sinfín de premios y reconocimientos alrededor del mundo. Es, además, vecina de nuestra colonia. Nos reunimos con ella en el taller que tiene en Tizapán, un lugar con varias habitaciones, escaleras y retratos de sus esculturas; es un espacio de mucho movimiento, repleto de objetos naturales (conchas, maderas, pequeñas formas) y flores que lo adornan. Yvonne nos invitó a sentarnos ante una mesa amplia, atestada de dibujos consolidados, otros de puras líneas y contornos en color, y nos regaló la experiencia de conocer de viva voz su obra.
103} ENTREVISTA OPCIÓN 176
Opción: ¿Nos podría platicar un poco el sentido de su obra?, ¿es un lenguaje que busca reflejar algo en específico? Yvonne: Sí, ¿sabes qué? La belleza de la existencia, la armonía del universo, la unidad, el amor por la vida. Todo eso. Por ejemplo, esa pieza (nos señala un objeto en su mostrador) existe grande, es para que estés sentada y te proteja. Esa palmota es la fragilidad; miren, agárrenla. Porque era un pedazote de madera de este tamaño (nos indica con los dedos un grosor de unos cinco centímetros) y lo fui tallando hasta hacerlo como papel. Yo quería usar la metáfora de la fragilidad en el tratamiento con la forma, en el tratamiento de hacer la materia lo más delgadito que me daba permiso. Yo leo la vida de una manera diferente. Mis códigos son diferentes, leo el mundo diferente. Y, para mí, mi obra está basada en la metáfora plástica de valores, es axiológico totalmente. Qué cosa, ¿verdad? Pero no creas que eso me hace ser buena comunicadora. O: Siguiendo esta idea de su obra, ¿cuál es la relación entre el espacio, la naturaleza y las formas que se nos aparecen en la vida cotidiana?, ¿de dónde viene esta sensibilidad por los pequeños objetos? Y: No sé. Yo me la paso llena de asombro. Ahorita me acaban de traer unas semillitas preciosas. Mira, es el asombro de ver algo creado que tiene un diseño tan perfecto, que habla de la maravilla de la creación. Y yo soy parte de esa semilla. Todos somos parte de la creación, como decía Pitágoras: “Todos somos cosmos”, ¿no? No me llama la atención ni la ciudad ni las banquetas, ni los coches, ni los tapetes… ¿cómo explicarte? Me llama la atención el amanecer, con un tono de luz; me llaman la atención las manitas perfectas de un niño que acaba de nacer, me llama la atención una semilla que es preciosa, me llama la atención el orden del universo, que no choquen los planetas entre sí; mi propio cuerpo, cómo es un milagro. El existir me asombra, pero no creas que es algo material. Bueno, qué padre está el Empire State Building o qué padre está el Arco de la Defensa en París... Yo admiro la forma, pero más admiro al hombre que está detrás de la forma, al que hizo la Defensa, al arquitecto, a la capacidad creadora de un hombre. El resultado en sí: admiro la forma. O: ¿Podría ser su obra monumental una respuesta a esta sociedad que pasa por alto los detalles, la naturaleza?, ¿es como darle a quien admira su obra algo monumental para que se dé cuenta de lo que hay en el mundo? Y: Así es, tal cual. Lo que más quiero es generar conciencia. Mira, ese es el virus de la influenza (nos enseña una foto de su escultura gigante del virus). Yo quería lo que estás diciendo: “¡Miren, este es el virus de la influenza!”, “este es contra lo que estamos luchando”, “esta es su forma” o “fíjense en un coralito que me encontré en la playa de este tamaño”, “fíjense en la belleza de un cuasi-cristal”, “dense cuenta de que somos parte de una belleza creativa de la existencia”. El detallito, es como ver a un bebecito que acaba de nacer y ver esa manita que se mueve perfectamente. ¡O cómo es posible que amanecemos con esta luz! Véanla, ¿de dónde viene? Yo soy parte de esa luz de la creación. ¡Véanla!, ¿no la quieren ver? Pues aquí les va una mole de diez metros. Pasa OPCIÓN 176 ENTREVISTA
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un transeúnte, y va pensando: “No pagué la cuenta”, “mis hijos tienen sarampión”, “a mi coche se lo llevó la grúa”, y de repente se encuentra un listón y lo hace sentir un momento, un fragmento de cambio de conciencia: “Está padre este listón, ah, caray”. Eso es lo que yo busco, son pedacitos, fragmentos, porque se nos va la vida pensando en dinero, en las cosas materiales. Ojalá pudiera yo tocar una parte de su espiritualidad a través de mi obra. O: Siguiendo la última respuesta, ¿cuál es la responsabilidad de este tipo de obras?, ¿cómo se interviene en el espacio?, ¿hay un sentido por armonizar? Y: El tema que acabas de tocar es el más delicado de mi carrera: intervenir un espacio. Porque no lo puedes intervenir con cosas que tienes en tu clóset. Ustedes, en el D.F., ven piezas que están pegosteadas al espacio, que no vienen al caso, ¿no han visto esculturas horribles? En Millennium Park me sentaba a mirar quién caminaba por ahí, qué hace falta, qué colores, qué materiales. Yo podía competir con los edificios de Chicago, que son un mundo. Pensé y dije: “No, yo quiero hacer un tamaño humano, donde quien va caminando con su perro, va caminando con su coche, la mamá con su niñito en el parque, se encuentre con algo bello, pero que sienta que le pertenece”. Porque si hago una pieza de 40 metros, que va muy bien con los edificios, parece que se te viene encima y no lo haces tuyo. Entonces la primera responsabilidad fue hacerlo para el transeúnte. Después, ¿qué colores? Cerca de árboles secos, anaranjados, hay colores que hablan de la alegría de vivir, ¿no? Luego, las formas, las esferas, que todo esté interconectado. Cuando una pieza es para un espacio público, el espacio está lleno de requerimientos y los tienes que escuchar. Por ejemplo, en París me pidieron que hiciera una escultura en una rotonda; me puse a hablar con los que vivían en esa zona y nadie quería una escultura ahí porque era el único lugar, en ese arrondissement, que tenían para llevar a sus perros para ir al baño. Decidí no hacerla, porque yo no me impongo, yo propongo. La responsabilidad de intervenir en un espacio es fuerte. Hay veces que un entorno necesita un contraste. Más bien tienes que ver y escuchar lo que necesita ese espacio específicamente. Puede ser un contraste, como hice en Novell, una compañía americana, donde todo el edificio era de mármol y acero inoxidable, de una frialdad… elegantísimo. Hice una esfera de madera yucateca, tropical, colgada del techo. Daba calor y colores cálidos. Ahí no era ir con el espacio, ahí era ir en contra. Hay espacios que piden congruencia y hay espacios que piden contraste. O: ¿La obra llega a tener vida, existe hasta que está, hasta que se apropia, como el hombre, de su espacio? Y: La obra es desde que la concibes, desde que la traes aquí y no te deja dormir. Para mí ya existe, porque eso que tengo aquí ya quiero que exista; es una lucha feroz para que se materialice; es como el amor: existe, pero no lo sientes tan bien hasta que no tocas el cuerpo de la otra persona.
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O: ¿Me podría hablar un poco más sobre la geometría sagrada, del orden del cosmos y de los objetos que escoge: la semilla, el árbol de la vida?, ¿en donde encuentra estas piezas de inspiración en una ciudad como esta? Y: Yo he utilizado la geometría sagrada solamente como una estructura para lograr mis piezas: como un pentágono, o mis mandalas. ¿Qué me inspira a mí? Me inspira la naturaleza, la naturaleza humana. La ciudad es muy difícil para mi vida espiritual. Los mandalas son elementos que te hacen buscar tu propio centro, como los laberintos: caminar y caminar en un círculo para encontrar tu centro, que te hace tener contacto con tu propia espiritualidad. Los mandalas sólo tienen cuadros, triángulos y círculos; no tienen florecitas o cosas; yo tomo esa estructura de la geometría sagrada. A mí el mundo espiritual me importa tanto como la forma para representarlo. Cada artista tiene su propio objetivo y modo. Donde yo estoy siempre hay flores; dibujo las flores, las fuentes. Busco mis piezas de inspiración en la naturaleza; aquí, en la ciudad, difícilmente encuentro algo. O: Hay una pieza suya en el Museo de Arte Popular, ¿qué objetivo cumple esa obra? Y: Mi objetivo es: “Yo, artista contemporáneo, uso herramientas artesanales para hacer mi pieza”. Entonces está entintada en cochinilla, con muñeca, está tallada a mano. Tiene un diseño muy geométrico: es un cuenco que recuerda que el lleno es el vacío y el vacío es el lleno. Pero es mi concepto contemporáneo sobre algo. Cuando me invitaron, dije: “Sí, le entro”. A algunos no les gustó, me dijeron: “¿Por qué te metes en un museo de arte contemporáneo?”. Porque yo uso técnicas artesanales en mis piezas, que son contemporáneas. O: Para terminar, ¿cómo es que llegó a adquirir este estilo? Y: Te voy a contar algo: el estilo no se busca. El estilo te lo da el trabajo constante, la disciplina, la cotidianidad del trabajo. Yo nunca lo busqué; de repente me di cuenta de que la gente decía: “Vi una pieza tuya”. Ah, qué caray, ya tenía un estilo. Pero en el momento en el que te pones a buscarlo, no lo encuentras. Es el trabajo constante, es la disciplina, el oficio. Nada de que yo hago escultura, o vengo los lunes a la oficina y de repente los sábados. No. Es diario observar, leer; y solito el estilo te va a responder. Yo no escogí esto, fue como gestándose, empezó de una manera. Cuando hacía las mujeres en escultura, empezaban a ser cachondonas las líneas y se fueron poniendo peor y peor, y llegué a un momento de gran erotismo en mis piezas. Eso te lo da una voz inconsciente, te lo da el trabajo. Después de cuarenta y tantos años en la escultura, todo va teniendo una ligación; se notan hermanas, nunca explico. Ahora que me estuvieron haciendo unas entrevistas extrañas, me decían: “Usted hace esferas porque es la parte femenina de Dios”. Ah, qué caray, pues gracias por explicarme. Nuestra voz inconsciente es muy grande, no todo se explica y creo que al explicarlo lo matas. ¡Vívelo!
OPCIÓN 176 ENTREVISTA
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{COLUMA S}
del haiku al samurai
Cómics y animación japonesa, parte 11 Los protagonistas de Hokusai manga (1814) La palabra manga se interpreta como cómic hoy en día. Sin embargo, el pintor Hokusai, creador de dicho término, solía decir que dibujaba libremente lo que había visto y lo que venía a su mente en los libros de Hokusai manga. Parece que él trataba de pintar los motivos que no se tomaban en cuenta en el Ukiyoe. La gran diferencia entre el Ukiyoe y Hokusai manga reside en las temáticas. El primero presentaba tanto personajes célebres –destacadas geishas y actores favoritos del teatro kabuki– como paisajes renombrados, ya que los Ukiyoes hacían las veces de las postales actuales. Por ello, sus motivos tenían que ser los más sobresalientes. Por otro lado, el pintor trataba de expresar en los Hokusai manga lo que encontraba a su alrededor; en consecuencia, la gente común y corriente fue la protagonista de dichas obras. Mientras Hokusai la retrató en las escenas más cotidianas, el Ukiyoe la presentó en el momento más destacado y con exageración. Las técnicas de cada obra difieren, aunque el pintor nunca descuidó su exigencia artística en sus libros. Más bien, abrió un nuevo camino para los artes plásticas. Se puede observar la influencia estilística de Hokusai manga en los cómics modernos de Japón. A continuación, se muestran algunos dibujos del pintor en las temáticas mencionadas.
Ukiyoe, Geisha
Tokiyo Tanaka Maestría en Especialización sobre Japón, Universidad de Tukuba. Egresada del doctorado en Historia de México, unam. Maestra del cepe, unam.
107} COLUMNAS OPCIÓN 176
Hokusai manga.
{L IBROS}
Casa de muñecas Patricia Esteban Erlés Ilustrado por Sara Morante
Casa de muñecas: basta con el título para comprender la pluridimensionalidad de la obra. Algunos se transportarán a la obra homónima de Henrik Ibsen. Otros se imaginarán una casa de muñecas, en su sentido más literal. Otros reflexionarán que su casa es un hogar de muñecas. Casa de muñecas. La obra se desdobla: tan sólo basta con abrir el libro, ver la primera ilustración, y leer el primer microrrelato. Los símbolos se disparan naturalmente, pues las palabras se comban para dejar pasar a aquel magenta de las ilustraciones que, en contraste con el blanco y negro, puede significar una infinidad de cosas. La casa como espacio de intimidad, con distintos caminos que pueden ser recorridos, y con rincones escondidos que se pueden descubrir. La casa, también, como símbolo del inconsciente, con sus fantasmas, sus recuerdos y sus historias cercanas a la locura. La casa como espacio formado que forma; como aquel armazón o estructura de la vivencia infantil. La muñeca como el punto de referencia de la feminidad: la belleza, la frigidez, la perfección,
la objetivación. La muñeca y el muñeco, también, como símbolos de la inmutabilidad: el estancamiento a pesar del paso del tiempo, la cristalización de una postura o de una mirada, la obediencia. La casa de muñecas, luego, como una estructura que merma las posibilidades de la vida; la casa de muñecas como ataúd diminuto. Voltear. Resultaría imposible apreciar los relatos y las ilustraciones de Casa de muñecas sin voltear. Del cuarto de baño, al salón comedor, a la cocina. De la infancia, a la adolescencia, a la vejez. De Arreola, a Monterroso, a Nietzsche. De este carácter tan dinámico del texto, surge la infinita riqueza de su simbolismo. El magenta es fuego aquí, sangre allá, y maquillaje acá; aunque al mismo tiempo es un lugar común, como la casa de muñecas a la que todos volvemos aunque lo desconozcamos a veces. En este simbolismo tan perfectamente hilado, nos damos cuenta también de lo perfecta que es la muerte dulce y silenciosa que todos vivimos en la infancia: aquélla que nos transforma en gárgolas de una “eterna sonrisa descarnada”. Nuestras posibilidades quedan congeladas, impidiéndonos voltear. Si no volteas, el texto te voltea. Alejandro Campos Estudiante de Economía, itam.
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Tiempo en vuelo Francisco Alcaraz
En todo caso hablo/ de la inagotable ansiedad/ de no saber si es el momento,/ y no antes ni después, para vaciarse/ en otro, y diluirse. francisco alcaraz
Francisco Alcaraz es poeta y ensayista sinaloense; ganó de forma unánime El Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino 2002 por su libro de poemas La musa enferma. Con este premio se le reconoce como un poeta de buen uso de palabras y con la capacidad “para ensayar una diversidad de expresiones poéticas que buscan edificar un universo lírico de amplios registros.” Postdata editores, en colaboración con conaculta y el Instituto Nacional de Bellas Artes publican, en la colección “Lágrima de Batavia”, Tiempo en vuelo de Francisco Alcaraz. El poemario está dividido en cuatro apartados, que abordan distintos ángulos de una historia –a descubrir. Berardinelli dice que los límites de la poesía “se dilatan y se angostan de acuerdo con la actitud de los diferentes autorespara 109} LIBROS OPCIÓN 176
incluir o excluir del lenguaje poético aquello que puede ser dicho”, el carácter distintivo de este poeta es su excelente escritura en verso que promueve voces escondidas y tonos inesperados. Si bien su poesía aborda la rima, se acerca a la lírica y al arte de las palabras en un cierto automatismo poético.Las imágenes esperan ser desvestidas. El libro está dividido en cuatro paradigmas, cuatro formas de abordar una línea expuesta de experiencias/ideas/anhelos/momentos; la fuerza del autor está en sus imágenes, en su poderosa escritura que no explicita, sino que hunde al lector al pensamiento, a la interpretación. Hojas que va arrastrando el viento lleva a la experiencia del tiempo, de la edad; a la nostalgia que causa el parecer de una puerta cerrada, la posibilidad del retorno o la creencia de nunca haberse
ido: ilusión-ficción; una carta que juega con el inconsciente, con “una casa de fantasmas”; un caracol de obsequio para quien no ha ido al mar, y la conclusión de que “la vida necesita sacudirse”. Sueño de ceniza, por el otro lado, expone la dificultad que es asumir la muerte, colocarse enfrente de ella, o pensar el misterio, el miedo, la otra cara que viene “de lo eterno” y el acechamiento del final: “Entró en la habitación, en la blancura/ de tus órbitas, soplando el color/ de piel y ojos: rehiletes que giraban”. También la posibilidad del reencuentro: “cuando pase el tiempo/ suficiente para inmolarse/ por un puño de polvo […] la vida nos hará contemporáneos”. En ningún momento se cuestiona la poesía de Alcaraz. El poeta mantiene en una línea superior su lírica y logra, a lo largo del libro, sostener las imágenes que promulgan la creatividad que se le atribuye. Las voces de sus
poemas hacen eco en el alma del lector y provocan el anhelo de seguir leyendo el siguiente poema de la línea propuesta. Probabilidades parece ser el ángulo mejor manejado del poemario: los cuatro poemas se siguen en significados paralelamente en sintonía. El juego de palabras, signos autómatas, generan una historia guardada en metáforas, que queda por desenterrar. La poesía de Francisco Alcaraz emerge bajo esquemas guardados en imágenes metafóricas, donde el anhelo, el miedo a la muerte, el amor eterno, el erotismo, el dolor amargo de un amante, el pensamiento, una mujer embarazada… recuerdan que el poema es también una herramienta para redescubrir-se, para sentir y reflexionar sobre el efecto de su lectura. Andrea Reed Estudiante de Relaciones Internacionales y Ciencia Política, itam.
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La Fronda Aurelio Asiain
Hay una imposibilidad inherente en todo intento por reseñar un libro. Un aspecto irreductible de la obra que toda semblanza inútilmente mal– logrará. El ser excede a los entes, casi como un recordatorio del destinado fracaso de toda “etiqueta”, de todo “nombre”… de toda “reseña”. De ahí que preferiría llamar a esto “un comentario libre”, antes que “una reseña fracasada” (redundancia). Leyendo La Fronda de Aurelio Asiain recordé (¿apenas vislumbré?) dos guías fundamentales para maravillarme leyendo ficciones: uno.– El cuentista (poeta, ficcionista) es el mejor mentiroso que puede haber: su engaño es lo que te deja perplejo, y al mismo tiempo es la semilla más íntima de toda pregunta por “la realidad”; dos.– el poeta es aquel que exhibe la torsión más originaria del lenguaje: es el creador y destructor de la mesa con que choco todos lo días.
Tanto el engaño como la torsión del lenguaje convergen en la naturaleza paradójica del poema (¿del mundo?). De ahí que la virtud del autor (¿qué es un autor?) sea la de confundirnos en lo más íntimo de nosotros, en revolvernos en la sopa de letras en que eternamente nadamos; en redimir el azar, la paradoja y el juego de las palabras. Corren ríos de tinta sobre la hoja en blanco. Sobre la hoja en blanco no hay nada escrito. La colección de palabras que Asiain nos regala… (interrupción obligada antes de que empiece “la reseña”).
Francisco Osorio Estudiante de Economía y Ciencia Política, itam.
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año xxxiii • mayo 2013
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¡Compren, compren la condena del alma! Van a perderse por fin: aquí está la máquina que hace zozobrar los espíritus. Yo anuncio al mundo este suceso de primera magnitud: acaba de nacer un nuevo vicio. Al hombre le ha sido dado un vértigo más: el surrealismo, hijo de la sombra y el frenesí. ¡Pasen, pasen! Aquí empiezan los reinos de lo instantáneo…
El poeta sueña.
Surrealismo
El lagarto y las vírgenes.
Surrealismo
louis aragon, el campesino de parís
la mujer que sueña en las murallas / Fernando Denis los padres de la poesía surrealista escandinava / Osvaldo Rocha entrevista a yvonne domenge
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