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Jorge Ratti y Diana Frutos. Imparables e impredecibles

MIÉRCOLES CULTURALES

Desde y

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para el alma

Magistral, extraordinario, sensacional, adjetivos que bien resumen la noche del miércoles 8, correspondiente al ciclo Miércoles Culturales, que se realizó en el Salón de Honor Oscar Pérez Uribe.

Mesas totalmente ocupadas —dentro de lo que el protocolo sanitario lo permite— y socios disfrutando de cada música, de cada sonido instrumental de la mano de Patricia Alvarenga, en la flauta; Luis Álvarez, en el violín; Riolo Alvarenga, en la batería; Lobo Martínez, en el piano; Juanpa Giménez, en el bajo, y la voz de Héctor Candia. ¡Como solo ellos saben hacer!

Si bien el grupo ya realizó presentaciones virtuales durante la pandemia, la vuelta a los escenarios estaba latente, por la alegría que genera estar en contacto con el público, escuchar los aplausos, los gritos de satisfacción y elogios, así como la interacción y la calidez. Ese ida y vuelta, definitivamente, es otra historia, la que se necesitaba después de tanto tiempo restringido a causa del covid-19.

«Tanto extrañamos. Esa sensación de volver a estar con el público presente es lo que hace todo», confesó Patricia, luego del concierto.

La subida al escenario del Club Centenario es la actuación número 13 en lo que va desde el año 2020 hasta la fecha y

la segunda presencial, después del concierto que brindaron por el aniversario del Centro Paraguayo-Japonés.

«Estamos retornando al trabajo, teniendo en cuenta todos los cuidados necesarios para evitar contagiarse o contagiar. La vida continúa, nada espera y vamos volviendo, poco a poco. Nuestro sector fue muy golpeado por la pandemia, estos regresos para nosotros son únicos».

Para la flautista, la cultura es lo que hace a una nación. «La música encierra valores positivos que se pueden aplicar no solamente en el escenario, sino también en la vida cotidiana, en la educación de los hijos. La cultura juega un papel importante en el desarrollo y comportamiento del ser humano, sin importar la condición social que tengan, por eso, a través de ella buscamos aportar nuestro grano de arena en la construcción de una sociedad mejor e influir en la formación y en lo que se consume», concluye.

Desde el alma, un concierto magnífico que hizo vibrar a los socios. No en balde Patricia dice que «tocar el corazón de una persona con nuestra música no tiene precio». Y tiene razón. La música no cura una pandemia, pero ¡cómo alegra el alma!

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