Flor de Parra

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̄ En septiembre de 1973, la hija menor de Violeta Parra preparaba su deexilio y nunca grabaría nada profesionalmente, aun si es recordada por el parecido de su voz al de su madre. Del inédito disco sólo quedó el trabajo del diseñador Antonio Larrea para la portada, el cual ahora publica en su libro 33 1/3 RPM. La inspiradora de la canción Paloma ausente murió el año pasado en Bruselas y de su canto sólo queda el recuerdo de los amigos que la escucharon. “¿Por qué me vine de Chile?”, cantaba nostálgica Violeta Parra mientras residía en París en 1963. Una pena que se apaciguó cuando vio bajar de un avión proveniente de Chile a su hija Carmen Luisa, fruto de su matrimonio con Luis Arce. “Me abrazaba, me preguntaba mil cosas, lloraba y entre medio me cantaba la canción”, recordaría la hija. Esa canción era Paloma ausente. Cuatro años después, a las seis de la tarde en la carpa de La Reina, la inspiradora de la canción, la que le había presentado los Beatles a Violeta, escuchaba un disparo desde la pieza de su madre. Fue la primera en verla tirada sobre su guitarra. “La moví, le hablé y no me contestó… quedé como paralizada”, testimonió en una entrevista. Tenía 17 3


Flor de Parra años. Tras la muerte de Violeta, Carmen Luisa frecuentó la Peña de los Parra, formada por sus hermanos Angel e Isabel, donde cantaba ocasionalmente. Para 1973 preparaba su primer disco y Antonio Larrea la llevó al sector de Los Dominicos para obtener las fotografías de la portada, donde ella llegó con su pequeña hija Valentina en brazos. Pero el golpe militar truncó la iniciativa discogr ca y Carmen Luisa partió al exilio. En el extranjero no publicó grabación de la que se tenga noticia y de aquel disco sólo quedó el trabajo que realizó Antonio Larrea. Nada se supo de sus canciones ni de qué tan lejos llegó el trabajo de grabación en el sello Dicap. De ahí que, hojeando su libro 33 1/3 RPM (ver recuadro), Larrea se detenga en las últimas páginas, donde se aprecian las fotos que le sacó a Carmen Luisa Parra, y rme que “esta es quizás la imagen más importante del libro, porque de ella bastante poco se sabe”. El 12 de junio del año pasado llegó, tan sigilosa como fue ella en su vida, la noticia de que Carmen Luisa Parra había muerto de un cáncer fulminante.

Vuelo errante y silencioso Carmen Luisa Arce Parra nació el 26 de agosto de 1950. Era la tercera hija de Violeta tras Angel e Isabel, estos últimos nacidos de su matrimonio con Luis Cereceda (su hermana menor, Rosita Clara, murió en 1955, a los 2 años). “La Carmen Luisa era muy buenamoza, simpática y divertida, hacía canciones propias y cantaba super bien además”, la recuerda Catalina Rojas, viuda de Roberto Parra, amiga muy cercana de ella en su juventud. “Tenía muchos admiradores, había un actor que siempre la invitaba a almorzar y después, en dictadura, siempre me preguntaban qué era de ella”, 4


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agrega. Fue, justamente, su exilio lo que las separó: “No supe mucho de ella; la última vez que la vi fue el 95. Fue a visitar a Roberto al hospital y cuando él me contó pensé que estaba delirando. Después me la encontré y estuvo en los funerales”. Según el relato de Catalina Rojas, tras el golpe Carmen Luisa se asiló en la embajada de Venezuela, para luego pasar a Cuba. Tiempo más tarde llegaría a Alemania Oriental, donde conoció al cineasta Orlando Lübbert, quien vivía al otro lado del muro, en Berlín Occidental. Era 1979 y por entonces “Lula” -como la llamaban sus amigosestaba casada con un compositor alemán y vivía con sus hijas Paula y Felisa. “Nos veíamos intermitentemente en casas de amigos comunes, recuerdo que por esos años tuvo un cáncer que superó gracias a su fuerza de voluntad”, cuenta el director de Taxi para 3. Separada, Carmen Luisa partió a Bélgica, sólo junto a su Felisa. Se emparejaría allá con el cineasta chileno Eduardo Fuentes, amigo por entonces de Lübbert. “Con ellos compartí Madre e hija, Violeta y Carmen muchos momentos, sentí que Lula había recuperado su vitalidad, su sentido del humor y Luisa Parra, en una fonda en su franqueza desconcertante, pero la atormentaba la ausencia de Paula”, recuerda. El año Ginebra. 85 iría en búsqueda de su hija a Alemania. Poresos días la casa de Lübbert le servía de refugio mientras diariamente salía a enfrentar la burocracia que le impedía llevarse pronto a Paula. “Con una pequeña grabadora las grabé mientras me daban un miniconcierto; Lula cantaba muy parecido a la Isabel Parra y Felisa la acompañaba por todo el repertorio de Violeta”. Ya junto a sus dos hijas, Carmen Luisa se destacaba en Bélgica por presentaciones en eventos donde su voz recordaba a la de su célebre madre. Pero el 2000 sintió la necesidad de volver a Chile. Arrendó un container para todas sus cosas y llegó a la casa de Violeta 5


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Parra en La Reina. Nunca se convenció mucho de regresar, al punto de que jamás tocó las pertenencias que traía desde Europa. “Almorzamos varias veces juntos, y me asaltaba con preguntas acerca del paso que había dado y que tanto desgarro le provocaba, pero se volvió a Bruselas sin poder cortar el maldito hilo del exilio”, recuerda Lübbert. En la capital belga, en 2007, se le diagnosticó un tumor al pulmón producto de su afición al cigarrillo. Tan violento, que sólo alcanzó a realizarse una quimioterapia. Su hija Paula le relató a Orlando Lübbert sus últimas horas de vida. Quería hablarle a ella y a Felisa y les dijo algo que siempre ocultó: había sido torturada tras el golpe militar. “Por fin me lo saqué”, dijo aliviada. “Carmen Luisa siguió un camino perso nal, no editó discos ni escribió libros, pero dejó un recuerdo imborrable en aquellos que Carmen Luisa Parra falleció en Bélgica, víctima de un cáncer, tuvieron el privilegio de ser sus amigos, por su generosidad, simpatía, humor y sencillez”, recuerda desde París su hermano Angel. Y agrega: “Amaba la música, pero creo que jamás Mañana la cantante Javiera Parra. quiso hacerla profesionalmente”. En realidad, fue un paso que estuvo a punto de dar hace 35 años, y del cual algo quedó.

“Era muy buenamoza, simpática y divertida, hacía canciones propias y cantaba super bien además”, según cuenta Catalina Rojas, viuda de Roberto Parra, quien también recuerda que la hija de Violeta visitó a su tío, el creador de La negra Ester, poco antes de morir, y fue a su funeral.

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