La píldora del dia després sense control El debat del “Estado de la Nación” tuvo lugar los pasados 12 y 13 de mayo. El día 11, un día antes, la ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, anunció la dispensación sin receta de la píldora postcoital o píldora del día después (pdd). El 14 de mayo, un día después del Debate, el consejo de ministros da luz verde al Anteproyecto de Ley Orgánica de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo que contempla el aborto libre en las primeras 14 semanas de embarazo y en menores sin consentimiento paterno. Algunos han señalado que el Gobierno ha utilizado un asunto tan delicado como el derecho a la vida de los concebidos ─la pdd─ y de los no nacidos ─el aborto─ para esconder los graves problemas que tiene sobre su mesa. Han elaborado un perfecto bocadillo político-mediático, dicen, con la única intención de distraernos sobre los problemas reales que preocupan a los ciudadanos bajo las consignas, bastante maltrechas, de libertades y de progreso. No comentaré en este momento la ley de plazos del aborto sino la píldora del día después y su dispensación sin receta médica. Cuando una mujer sabe con seguridad que está embarazada y quiere abortar deberá recurrir al aborto quirúrgico o al aborto farmacológico con la RU-486, para deshacerse del hijo. Cuando no tiene esta certeza sino sólo la intuición por no haber utilizado método anticonceptivo o fallado el que utiliza, el mercado pone a la disposición de las mujeres en edad fértil, una especialidad farmaceútica para “la prevención del embarazo”, como dice el prospecto de la píldora postcoital. Es importante conocer el mecanismo de acción del fármaco utilizado pues el juicio ético depende de cómo actúa. El principio activo de la pdd es levonorgestrel, un progestágeno a dosis altas que tiene por objeto alterar el ciclo menstrual. Si la mujer que toma la pdd se encuentra en fase pre-ovulatoria, tiene un efecto interceptivo ya que retrasa o inhibe la ovulación. Esta forma de anticoncepción se da en el 25% de los casos en las usuarias de la pdd, (Durand, M. et Al., Contracepcion 64 (2001), 227-234). En el resto, el 75 % de los casos el efecto es antianidatorio al alterar el endometrio, capa interna de la matriz que acoge al embrión; la hormona luteínica, que posibilita la anidación; y la motilidad tubárica que ayuda al embrión a alcanzar el útero. En estos casos, el embrión ya generado por el encuentro de las células germinales no podrá sobrevivir por la destrucción de la estructura de soporte materno, no podrá anidar. La pdd es por tanto un abortivo precoz. La dispensación sin receta médica de la pdd ha sido justificada por el Gobierno para reducir el número creciente de abortos en adolescentes. Una encuesta realizada por Bayer Schering Pharma pone en evidencia que en 1999 las mujeres que no tomaban ningún tipo de contaceptivos era el 39,3%, que ha pasado al 21% en 2009. Por otro lado el número de abortos en 1997 fue de 49.578 y en 2007 de 112.138 de los que 15.000 fueron de menores de 20 años. Es decir que mientras el uso de anticonceptivos crece un 65% el aborto también lo hace en un 61%. A más contracepción, más aborto. La pdd incide claramente en la ruptura entre sexualidad y procreación. El hijo se ha convertido en una enfermedad a combatir como consecuencia de una mentalidad dominante que solamente quiere la sexualidad sin su consecuencia natural, los hijos. Los grandes laboratorios farmacéuticos van perfeccionando sus medicamentos postcoitales a modo de pesticidas contra el embarazo ya que nada curan, sino que
eliminan vidas humanas en sus primeros días de existencia, pervirtiendo las conductas y la humanidad de los jóvenes y no tan jóvenes. El profesor Jérôme Lejeune afirmó en 1988, cuando todavía no se fabricaba la pdd a gran escala pero que ya se pensaba en ella, que “se puede considerar, sin miedo a equivocarse, que, si este producto es efectivamente fabricado a gran escala, matará cada año más seres humanos de lo que hicieron juntos Hitler, Stalin y Mao-Tse-Tung”. ¡Tenía toda la razón y a esto hemos llegado! La pdd es la legalización del aborto en toda circunstancia y al alcance de cualquier persona, incluso menores. La verdadera emergencia no está en los embarazos, está en enseñar a reflexionar, a utilizar la razón y en mostrar el significado del verdadero amor para que esta cultura de muerte que nos invade se detenga en su reguero de infelicidad y destrucción. Isabel Viladomiu