Una marea de gente.

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Una marea de gente. Hace ya unos meses que de las paredes y tablones de anuncios de MaristasDenia cuelgan carteles con el lema “Mismos derechos, distintas capacidades”. La idea de fondo es que tener síndrome de Down, ser ciego, sordo, o pertenecer a ese amplio grupo de personas con las mal llamadas “enfermedades raras” no me convierte en diferente. ¿Saben por qué? Porque antes de tener síndrome de Down, ser ciego o padecer una enfermedad rara yo ya era diferente. Todos somos diferentes, y no por ello debemos perder derechos. Dentro de esta campaña, el Equipo de Solidaridad del colegio ha querido este año incluir una actividad ya tradicional: el Carnaval Solidario. Es este un carnaval peculiar básicamente por tres motivos: porque es bello, porque es educativo desde todo punto de vista y porque es solidario. La belleza se hizo evidente desde los primeros compases del desfile, y debo reconocer que a muchos se nos pusieron los pelos de punta al ver a unos 150 peques de infantil disfrazados de mariquitas, todos de rojo y negro, con maquillajes espectaculares en la cara. Eran un precioso canto a la naturaleza y una enorme llamada a su conservación. A continuación vinieron las uvas blancas y tintas (diferentes en su igualdad, iguales en su diferencia) a recordarnos que podemos –debemos- asemejar nuestra sociedad a esos racimos en que todos sus elementos crecen unidos. Tom y Jerry (el ratón y el gato que acaban siendo amigos inseparables) fueron también recuerdo de aquello que dijo alguien sobre que no habrá solución para la humanidad hasta que no consigamos amar a los enemigos. Y así fueron pasando ante nosotros un montón de disfraces que nos hablaron de la vida, de la crisis económica y no solo económica que nos toca vivir hoy, de la realidad y de los sueños (como los de Alicia en el país de las Maravillas), de países lejanos como Irlanda con sus celebraciones de San Patricio y de otros más lejanos aún donde las personas tienen la piel negra, poco que comer y mucha alegría para compartir. Cuánto nos enseñan y cuánto nos cuesta aprender. En la memoria de quien escribe estas líneas quedará esta tarde del 17 de Febrero para bastante tiempo. Quedará la imagen de todo un colegio unido, agarrados unos a otros por la cintura y bailando la conga mientras escuchábamos “Somos… diferentes, una marea de gente… todos diferentes… pero remando al mismo compás…”. Hemos recaudado 1220 euros en ese ratito, que junto a lo obtenido en las demás actividades, realizadas o por realizar, servirán para construir un salón multiusos en un colegio de Bafut (Camerún). Difícilmente podré transmitir con palabras la satisfacción de haber formado parte de algo así. Pienso que algunas cosas pueden mejorarse y en el equipo de solidaridad ya estamos en ello, pero a quien hace lo que puede lo mejor


posible, ¿se le puede pedir más? Debemos pedir disculpas y agradecer su paciencia a los padres que esperaron estoicamente bajo el sol la llegada de los niños a quienes sus profesores, ayudados por manos de madres expertas, se esmeraban por maquillar. También pedimos disculpas a todos los que vieron alterada su normal convivencia debido a nuestro carnaval. Gracias por vuestra comprensión, pues la interpretamos como una valiosa ayuda. Y para terminar, me quedo con una frase que los papás y mamás comentaban en el patio al terminar el desfile y comenzar la merienda compartida: “Cuánto se puede hacer con poco dinero y buenas dosis de creatividad, ilusión y trabajo en equipo”. Parece que la crisis agudiza el ingenio. Gracias a todos por demostrar una vez más que no todo está perdido mientras queden personas dispuestas a ayudar a quien lo pasa mal. Gracias a vosotros, alumnos entre 3 y 16 años, que sois el alma de la fiesta, a vosotros, padres, que apoyáis, soportáis y compartís lo que sois y lo que tenéis, y también a vosotros, profesores y profesoras, que no miráis los toros desde la barrera y sois capaces de acompañar a los alumnos superando todas las dificultades. Somos una marea de gente, y las mareas arrastran. Déjate arrastrar.


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