ARQUITECTURA, PEDAGOGIA E INNOVACION

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FACULTAD DE ARQUITECTURA Y URBANISMO


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CITE Centros de Innovación Tecnológica

ARQUITECTURA, PEDAGOGÍA E INNOVACIÓN Centros de innovación tecnológica - Proyectos de fin de carrera

EDITORES: JEAN PIERRE CROUSSE OSCAR MALASPINA QUEVEDO ROSA AGUIRRE ANDRADE

FACULTAD DE ARQUITECTURA Y URBANISMO

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ARQUITECTURA, PEDAGOGÍA E INNOVACIÓN Proyectos de fin de carrera - Centros de Innovación Tecnológica Primera edición: septiembre 2010 Derecho reservados Tiraje: 1000 ejemplares De los autores de los proyectos: Copyrigth ©

Elizabeth Añaños, Luis Bogdanovich, Manuel Cabrejos, Orieta Chrem, María Carrillo, Romina de la Piedra, Oscar Malaspina, Javier Marroquín, Santiago Martínez, Martha Montalvo, Carlos Navarro, Diana Puga, Jorge Solano, José Soldevilla, César Tarazona, Carolina Velásquez, Jose Villanueva, 2010.

De los editores: Copyrigth © Copyrigth ©

Jean Pierre Crousse, Oscar Malaspina y Rosa Aguirre, 2010 Pontificia Universidad Católica del Perú - Facultad de Arquitectura y Urbanismo, 2010 Oficina de Publicaciones Av. Universitaria 1801, San Miguel, Lima 32, Perú Teléfono (511) 626-2000 Correo electrónico: arquitectura@pucp.edu.pe

Concepción gráfica : Oscar Malaspina Quevedo Rosa Aguirre Andrade Diagramación : Oscar Malaspina Quevedo Rosa Aguirre Andrade José Perales Ramos Fiorella Pérez Ríos Dessiré Velez Cadillo Alejandro Saavedra Villanueva Colaboradores

: Melissa Apolaya Canales Rodrigo Apolaya Canales Claudia Flores Timoteo Mauricio Sialer Álvarez

Corrección de estilo : Pilar Garavito Farro Diseño de caratula : Valerie Crousse Prohibida la reproducción de este libro por cualquier medio, total o parcialmente, sin permiso de los editores. Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú Nº 2010XXXXXXXX ISBN XXXXX-XXXXX-XXXX Impreso en Perú Imprenta R&R Artes Gráficas S.A.C Ca. Mama Ocllo 1916, Lima 14, Perú | Teléfono (511) 472-4742 ventas@rr-artesgraficas.com Gracias al apoyo del Ministerio de la Producción y la Cámara Peruana de la Construcción.

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PRESENTACIÓN Jean Pierre Crousse

Arquitecto Jefe de Cátedra del Taller de Proyecto de Fin de Carrera

Diversas razones me llevaron a regresar a Perú en 2006, luego de una larga permanencia en Europa, entre las cuales, estaba hacerme cargo de la organización y dirección del taller de Proyecto de Fin de Carrera (PFC), de la recientemente creada Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Luego de una experiencia docente de casi seis años en la Ecole d’Architecture de París-Belleville, donde pude madurar una cierta visión sobre la enseñanza, se me daba la oportunidad y el reto de (re)pensar integralmente la pedagogía de un taller en Perú, tarea que acogí con gran seriedad y entusiasmo. Si bien tenía en claro que necesitamos formar arquitectos comprometidos proactivamente con la realidad peruana: futuros profesionales capaces de realizar proyectos de un alto valor propositivo y entrenados para afrontar con inteligencia cualquier situación arquitectónica, encontrando oportunidades en las limitaciones del medio, me quedaba menos claro de qué manera esto podía ser logrado. Ya en Perú, Oscar Malaspina, uno de los alumnos que ya había iniciado su proyecto de fin de carrera, encontró en un nuevo programa, impulsado por el Ministerio de la Producción, una base muy interesante para desarrollar su propuesta. Ésta partía de la investigación sobre los centros de innovación tecnológica (CITE) y de la posibilidad que ofrecían para llevar a cabo un adecuado desarrollo sostenible en el país. Durante esta investigación, encontré el detonante para poner en práctica la nueva metodología de enseñanza que intentaba establecer: un único programa que pudiese ser adaptado a los muy diversos contextos climáticos, paisajísticos y culturales que distinguen a Perú, en donde la entrada al proyecto no fuese a través de la elección a priori de un lugar determinado, sino a través de la potencialidad de un producto que finalmente determinaría el lugar. Consideraba, además, que no sólo era importante trabajar sobre proyectos que se acercasen a una “realidad posible”, sino que también debía explorarse una colaboración entre la esfera académica y la esfera pública o institucional. Gracias a la disposición y generosidad de Inés Carazo, directora de los CITE, esta premisa se hizo realidad: se instauró una estrecha colaboración entre el Ministerio de Producción y el curso PFC, tanto para la definición de las investigaciones de los alumnos como para la evaluación de la pertinencia de los temas “proyectuales”. A esta tarea, se unieron dos excelentes profesionales y docentes: Alfredo Sánchez-Griñán y Cynthia Watmough, quienes integraron la cátedra del taller. Al poco tiempo, se incorporó Oscar Malaspina, quien demostró su valía, apenas egresado, en dirigir la investigación de los alumnos. Juntos emprendimos la tarea de llevar adelante la pedagogía del taller, centrada en los CITE, con el reto de innovar en la enseñanza y de intentar que los alumnos innoven también en ciertos aspectos de la arquitectura peruana contemporánea. Este libro es un balance de estos primeros dos años de búsqueda paciente. 4

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“El proceso de desarrollo no consiste esencialmente en extender la oferta de bienes y servicios, sino las capacidades de la gente... Necesitamos prestar más atención a crear y asegurar los derechos y convertirlos en capacidades...” “Es decir, el desarrollo económico se consigue mediante la utilización de las capacidades que las personas han desarrollado gracias a los recursos materiales y humanos, y a la cultura que posee el territorio.” Amartya Sen

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PRÓLOGO

Arquitecto Frederick Cooper Decano de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo

La enseñanza de la Arquitectura constituye un complemento al ejercicio profesional que quienes la practican con un claro sentido de indagación teórica practican como una vital necesidad para actualizar y estimular sus facultades creativas. En cierta manera, un sentido comprometido de la pedagogía del arte de construir puede alcanzar en sí misma la compleja dimensión del proyecto, aquella matriz educativa que en última instancia constituye la columna vertebral del oficio: un artificio mediante el cual los arquitectos procuran instrumentar constantemente la profusa retórica que suscita el manejo de la amplia variedad de componentes que le es preciso dominar para urdir un legítimo proyecto. Contra lo que ha devenido el ejercicio pedagógico de la Arquitectura durante las últimas décadas –la mera reiteración inconsciente y cacofónica de clisés “proyectuales” por parte de arquitectos ajenos a las complejidades consustanciales a la esencia del proyecto–, en los años recientes y en la medida que la propia noción de Arquitectura se ha ido complicando a causa de su desplazamiento hacia el ámbito escultórico, virtual o escenográfico –finalmente tectónico–, la importancia de encontrar nuevos criterios para adoptar un rumbo que asegure la permanencia de sus valores inmutables –¿el firmitas, venustas y utilitas vitruvianos?– se ha convertido en una necesidad irrecusable. Pues bien, la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) nació bajo el designio de ese desafío. Conscientes de que la gestación de una nueva escuela no podía desconocer las nuevas circunstancias culturales y sociales que se le imponían, sus progenitores académicos buscaron impregnar su nacimiento con un sentido pedagógico que conciliara, desde aquellos fundamentos humanísticos tan propios de esta universidad, los desafíos contemporáneos de la inquietud social, la irreverencia estética y el enriquecimiento tecnológico con los de la lucidez intelectual y afectiva. En virtud de esta concertación cifrada en el rigor y la coherencia de un compromiso principista con la importancia del proyecto como eje fundamental de su pedagogía, se formuló primero, un plan de estudios, y años más tarde, el riguroso estudio de los objetivos y competencias que atañen a sus cursos. A estos dos especiales referentes para la implementación de su sistema educativo, se incorporó –incluso antes de iniciar su actividad académica– un seminario bianual en el que ilustres pedagogos del oficio alternan con sus autoridades y un grupo de docentes del área de proyectos con relación a aspectos cruciales para el desempeño actual de la enseñanza. Esta convocatoria, que al debatir y cotejar cíclicamente las inquietudes y problemas que aquejan el desempeño contemporáneo de la enseñanza del 8

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oficio, ha permitido a nuestra Escuela evaluar bianualmente la pertinencia y eficacia de los planes pedagógicos. Naturalmente, la eficacia de estos presupuestos tendría en la evidencia del nivel académico que pudieran lucir sus primeros egresados una primera comprobación más clara y sustentable. Por ello, a medida que se ingresó al primer tramo central de la enseñanza, se decidió afinar las previsiones adoptadas en el primer plan de estudios para su culminación. Este ejercicio contó con la participación de todas las unidades académicas de la universidad gracias a la invocación hecha por su entonces vicerrector académico, doctor Marcial Rubio Correa, mediante la cual se nos instó a encontrar formas rigurosas y eficaces para asegurar la correcta titulación de nuestros egresados. Los integrantes de la Dirección de Estudios de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, experimentados maestros universitarios en el ámbito de nuestra competencia y conscientes de la proclividad de los egresados de las escuelas de Arquitectura peruanas a no culminar sus estudios con la titulación, decidieron atender ambos requerimientos –la invocación rectoral y evitar el riesgo de que en nuestros egresados se instaurara aquella peligrosa desidia– mediante un artificio que brindara al alumno la oportunidad de egresar con el título sobre la base de unas condiciones riesgosas, pero perfectamente razonables y viables. Inspirada en una experiencia académica que muchos de sus integrantes habían podido conocer en prestigiosas universidades españolas (gracias al doctor Salomón Lerner Febres, quien, como rector de la PUCP y principal gestor de la creación de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, instigó a sus organizadores a recorrer escuelas extranjeras con el fin de debatir con sus autoridades nuestro inicial proyecto académico), surgió la idea de transformar el planteamiento inicial del proyecto de grado, con base al cual los estudiantes egresados debían proseguir a la titulación, por la modalidad hispánica del proyecto de fin de carrera, un formato que transfiere al ámbito de la Arquitectura el sentido de indagación original propio de las tesis de grado. Este recurso resolvía concomitantemente dos aspectos irrecusables de la culminación de la carrera de arquitecto: por una parte, satisfacía una exigencia académica del plan del reglamento de la PUCP, que la titulación de sus graduados le confiriera a través de la aprobación de una tesis de grado; por otro lado, que esta exigencia fuese resuelta en los términos propios de su pedagogía, que tiene al proyecto como aspecto central de su enseñanza. Por último, puestos a indagar en la manera de conseguir que la titulación de nuestros egresados se incorporara a nuestro plan de estudios para evitar el riesgo de la postergación indefinida que inquietaba al rectorado, y a nosotros mismos, se pudo diseñar un mecanismo que, sin apartarse de la enseñanza del proyecto, brinda al alumno una oportunidad de culminarlo titulándose, sobre la base de exigencias académicas perfectamente razonables. La puesta en práctica de este procedimiento obligó a sustentar sus contenidos, vale decir, forjar unas temáticas que impregnaran estos proyectos consagratorios con el sentido integral 9

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y culminante que importaba a su carácter indagador, original y autónomo. Retornó, entonces, una inquietud que acompañó el período de gestación de nuestro plan de estudios y las deliberaciones de Arquitecturas en Conflicto (seminario que anticipó el inicio de nuestra enseñanza y en el cual surgieron –y en algunos casos, fueron confirmados– determinados presupuestos). En efecto, desde que se empezó a formular los lineamientos que debían adoptarse para elaborar el plan de estudios, comencé a esbozar la conveniencia de que éste respondiera a una orientación que vinculara las poderosas raíces telúricas, culturales y sociales de nuestro entorno andino con un sentido de contemporaneidad muy amplio y riguroso. Fue una intuición que no tardó en suscitar la convicción de que estos contenidos podían aportar a nuestro alumbramiento una identidad particular y muy idónea, una fisonomía académica propia y carismática, que no sólo nos distinguiera localmente, sino que proyectara internacionalmente una imagen potente y refrescante. Inspirada en el potencial didáctico de nuestra abundante riqueza ecológica, un manantial temático de indiscutible utilidad para la enseñanza de la Arquitectura, no obstante no figurar como la orientación central del primer plan de estudios expuesto en el seminario Arquitecturas en Conflicto, surgió, al cabo del mismo y como una de sus más claras conclusiones, que la Escuela de Arquitectura (a punto de iniciar sus actividades en la PUCP) no perdiera la oportunidad de centrar su enseñanza en el aprovechamiento de un contexto natural y cultural tan sugerente para la educación arquitectónica. Esta invocación, exigida y argumentada, sobre todo, por el ensayista y critico británico Peter Buchanan, se ha infiltrado desde entonces en nuestro espíritu docente, de suerte que el escenario andino, con su amplísima gama de recursos y problemas, ha adquirido un protagonismo crecientemente contagioso entre los profesores y en los cursos. Como consecuencia de estos antecedentes, próximos a que el primer grupo de nuestros ingresados culminara sus estudios, adoptado ya el formato de proyecto de fin de carrera como el mejor medio de instrumentalizar tan delicado trance, me encargaron su primer ejercicio. Latentes aún mis convicciones iniciales respecto de la importancia de hacer de la diversidad, riqueza geológica y contingencia cultural de nuestra geografía el rol preponderante para la determinación temática de los cursos de diseño, insté a mis alumnos a abordar sus proyectos de fin de carrera proponiendo edificios que aprovecharan el amplio espectro de la diversidad territorial andina, con el objetivo de desarrollar propuestas que impulsaran el desarrollo de regiones o localidades críticas, desde perspectivas teóricas y técnicas que equilibraran la disponibilidad local de recursos económicos y tecnológicos, y con un conocimiento del marco arquitectónico global que permitiera instrumentalizar formal, estructural y constructivamente las propuestas con madurez intelectual y artística. A poco de iniciar esta experiencia, ingresó a nuestra docencia el arquitecto Jean Pierre Crousse, joven profesional peruano que venía de haber desarrollado con su esposa, la 10

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arquitecta Sandra Barclay, una exitosa carrera profesional en Francia. Conscientes de la importancia que tenía para la consolidación del tramo inicial de nuestro plan de estudios, la implementación de una pedagogía que impulsara sus exigentes presupuestos educativos y teóricos, la Dirección de Estudios convino en proponerle al arquitecto Croussse hacerse cargo de la enseñanza del curso taller Proyecto de Fin de Carrera. Habiendo estado a cargo de su iniciación, le expuse los fundamentos que lo habían inspirado y lo insté a mantener y ampliar la estrategia territorial, social y cultural ya en marcha, y a elaborar una aproximación más rigurosa respecto de su funcionamiento. Surgió entonces la posibilidad de gestionar sus raíces temáticas acudiendo a una institución que me había sido sugerida como fuente posible para la identificación de proyectos de desarrollo dentro del territorio peruano, una ONG privada que, bajo la batuta de la economista peruana Beatriz Boza, buscaba identificar para provecho del Estado y de la empresa privada oportunidades de inversión productivas, particularmente en áreas socioeconómicamente deprimidas. Aconsejado por Beatriz Boza, Jean Pierre Crousse se remitió a una dependencia del Ministerio de la Producción llamada CITE (centros de innovación tecnológica), una institución cuya finalidad y experiencia calzaban perfectamente con nuestras aspiraciones de fundar una pedagogía basada en la diversidad ecológica y en el entroncamiento de la Arquitectura con las necesidades de desarrollo en la región. Asimismo, la existencia de CITE y su identificación como una fuente de proyectos que podía servir para asociar nuestras expectativas pedagógicas con las necesidades nacionales en materia de inversión y desarrollo fue invocada por un alumno, el ahora arquitecto Oscar Malaspina, que al iniciar su proyecto de fin de carrera –dentro de la primera promoción que lo experimentaba– e indagando en fuentes que pudieran suministrarle derroteros para identificar su propio tema, había recalado en la misma organización y utilizado muy provechosamente su asistencia. Sintonizados con relación a la posibilidad de aunar esfuerzos para propiciar el florecimiento de un área de investigación que diera a los proyectos de fin de carrera un efectivo sustento social y técnico, y brindara a un organismo público el entusiasta aporte de una tarea universitaria que podía sustanciar expectativas burocráticas acertadas, pero aún carentes de efectivos medios de difusión, tanto la cátedra de Proyecto de Fin de Carrera como la Dirección de CITE vieron la conveniencia de acordar una estrategia común para brindar a los estudiantes bases temáticas, realistas, documentadas y serias. Realizado el acuerdo, se procedió a instrumentar el formato a través del cual la documentación que poseía CITE fuese canalizada al ámbito estudiantil. Hábilmente instrumentada por ambas partes, pudo configurarse un mecanismo pedagógico plenamente coincidente con las aspiraciones educativas anheladas durante el periodo de gestación de nuestra facultad. Las estrategias adoptadas se tradujeron rápidamente en una movilización de la curiosidad estudiantil, ansiosa de encontrar maneras de volcar los conocimientos que habían adquirido a lo largo de su formación universitaria en proyectos concretos, que no sólo aparecían plenamente enraizados en la realidad territorial y pública del quehacer arquitectónico, sino abiertos a la experimentación tecnológica y estética. a

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Fruto de esta experiencia, son los 17 proyectos que aparecen en esta publicación. La decisión de realizarla es también producto de una afortunada alianza entre el sector privado y público; entre el académico, profesional y político. Culminado el ciclo de los proyectos de fin de carrera, realizado a través de CITE, la perspectiva retroactiva de la importancia de la experiencia acumulada llevó a que muchos de sus auspiciadores coincidieran accidentalmente en la conveniencia de dar a conocer sus logros. El objetivo principal era mostrar que la educación peruana puede desarrollar pedagogías avanzadas y atractivas, así como forjar vínculos entre el mundo académico, el profesional y el productivo, vínculos orientados a emprender en comunidades postergadas pequeñas inversiones que les suministren alivio laboral y económico, posibilidades distributivas más equitativas y los beneficios del ejercicio democrático. La Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la PUCP espera que este libro sea un testimonio contagioso y optimista para emprender acciones, como las de nuestro Proyecto de Fin de Carrera, que pueden contribuir a superar la pobreza en el país.


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CITE CEREALES Y GRANOS ANDINOS AREQUIPA - AREQUIPA

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CITE CAÑA DE AZÚCAR

CITE TINTES ORGÁNICOS

CHICLAYO - LAMBAYEQUE

AYACUCHO - AYACUCHO

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CITE MOLUSCO PARACHIQUE - PIURA �� ��� m �

����-� CITE DISEÑO INDUSTRIAL SAN MIGUEL - LIMA � ��� m �

CITE PET SURCO - LIMA

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CITE CAMOTE FERREÑAFE - LAMBAYEQUE � ��� m �

CITE CAMARÓN CALANGO - LIMA � ��� m �

CITE MAÍZ MORADO MAJES - AREQUIPA � ��� m �

CITE AVESTRUZ LA JOYA - AREQUIPA � ��� m �

CITE EMPAQUE Y EMBALAJE CALLAO - LIMA

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m.s.n.m.

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CITE VICUÑA PAMPA GALERAS - AYACUCHO �� ��� m �

CITE LÁCTEO CAJAMARCA - CAJAMARCA � ��� m �

CITE CAFÉ

CITE CANOLA

PICHANAKI - JUNÍN

CAJAMARCA - CAJAMARCA

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CITE JOYERÍA

SAN JERÓNIMO DE TUNÁN - JUNÍN � ��� m �

CITE HIERBAS AROMÁTICAS PISAC - CUSCO � ��� m �

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CITE POR DEMANDA En este grupo, se encuentran todos aquellos proyectos que identificaron la NECESIDAD de introducir nuevas tecnologías en ciertas actividades económicas existentes en determinada región con el objetivo de mejorar sus cadenas productivas.

ROL CITE: INNOVACIÓN TECNOLÓGICA



CITE JOYERÍA SAN JERÓNIMO DE TUNÁN - JUNÍN AUTORA: CAROLINA VELÁSQUEZ CICLO: 2008-2


OVINO

1 por ha

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400

PRODUCCIÓN POR HA ($)

23100

PIELES/CUERO ($)

1000

CARNE ($)

ESQUILA ANUAL ($)

1 por ha

150 6000 animales

3000 (piel)

32.10

150 (cuero)

3.55

SACA ANUAL

CAPACIDAD DE CARGA

POBLACIÓN TOTAL

VICUÑA

Perú es considerado un país minero por excelencia. Posee una de las ofertas mineras más grandes del mundo; sin embargo, esta aparente riqueza de recursos no necesariamente es sinónimo de progreso, bonanza o algún tipo de desarrollo. La abundancia de recursos o de materias primas, entendida en términos más industriales, puede traer, tanto beneficios como ciertos perjuicios. Si bien las exportaciones de materias primas son beneficiosas para la economía del país, éstas tendrían mucho más que aportar si se ofrecieran como productos transformados. 15%

3000

MILES DE TM

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LANGOSTINO

CONCHA DE ABANICO

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MILES

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Evolución de las exportaciones de artículos de joyería a Estados Unidos (miles de US$FOB) TM POR HA Fuente: SUNAT. 2006 PERÚ

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Un ejemplo concreto es la situación de la industria platera. Siendo Perú el primer productor de plata a nivel mundial desde el año 2006, su industria no ha sido desarrollada como se debe; por el contrario, con el aumento de las exportaciones de esta 38

MALASIA

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GUATEMALA

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HONDURAS

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AUSTRALIA

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COLOMBIA

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ESPAÑA

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PORTUGAL

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COSTA RICA

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ECUADOR

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NICARAGUA

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EEUU

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EL SALVADOR

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TAILANDIA

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BRASIL

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CITE Joyería

materia prima, se ha fomentado sólo la actividad extractiva y no la de transformación. La clave del éxito de un producto es su calidad, pero, sobre todo, su originalidad en la manufactura. Teniendo en cuenta estos dos criterios, no es difícil imaginar que un país con cientos de años de tradición joyera, pueda ganarse un espacio en el mercado mundial de joyería. Una joya debe ser bella, pero, en especial, única. Ello quiere decir que el valor estimado de una pieza de metales preciosos puede incrementarse si es que su calidad lo justifica. No es sorpresa que una prenda de ropa, unos zapatos o una joya puedan duplicar su precio (o más) por el simple hecho de contar con algún detalle “hecho a mano”, y con mayor razón aun, cuando se trata de la totalidad de su factura. Con estas premisas, se inició la especulación de cómo podría aprovecharse nuestra condición en el mercado de los metales preciosos, de forma que contribuya a generar focos de desarrollo sobre la base de la joyería. En ese sentido, Perú debería aprovechar la existencia de comunidades de joyeros manuales que se encuentran en todo el país.

Durante los últimos años, se ha realizado intentos de validar estas premisas por medio de la implementación de centros de innovación tecnológica de joyería (CITE Joyería). A la fecha, existen dos, ubicados en los departamentos de Piura y Cajamarca.

Vista del terreno del CITE Joyería

El primero busca básicamente convertir a los joyeros en pequeños empresarios, mientras que el segundo tiene un rol más pedagógico, que busca, a través de la capacitación, la creación de la primera generación de joyeros. Sin embargo, la pregunta que surge es: ¿Qué sucede con aquellas comunidades artesanales, poseedoras de una gran tradición, que necesitan crecer, aprender más y trabajar? ¿Podría un CITE Joyería ser una pieza clave en el desarrollo de estas comunidades? San Jerónimo de Tunán es una de las varias comunidades artesanales consolidadas


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que se encuentran en el valle del Mantaro, departamento de Junín. En sus tierras, está prevista, según zonificación, un área para un centro industrial artesanal para joyeros, lo cual concuerda con el programa del proyecto. El hecho de que el terreno esté enfrentado directamente a la carretera plantea el reto de que el edificio refleje la imagen de un centro poblado joyero frente a los visitantes y aproveche el crecimiento de la futura expansión de la ciudad para plantear un espacio con mucho valor, que aporte con espacios públicos y área verde. Las relaciones que se desencadenan en la dinámica de funcionamiento de este poblado son claves para el proyecto. En el lugar, se puede encontrar varios agentes: los joyeros artesanales, que están distribuidos en todo el poblado; los comerciantes, que se encuentran en la calle principal y quienes compran las piezas a los joyeros y las venden; y los consumidores, que llegan de otras partes de Perú, principalmente de Lima. Al evaluar la dinámica de funcionamiento, se concluye que el agente menos beneficiado es el joyero, puesto que el mayor porcentaje de ganancia se lo llevan los comerciantes generalmente. Visto el panorama, el CITE Joyería se propone como objetivos: (i) contribuir de manera

eficiente a la capacitación de los joyeros; (ii) contribuir al desarrollo de esta actividad; y (iii) dotar de una imagen a este oficio. Las joyas se conciben a través de la repetición de elementos. Sin embargo, el valor agregado está en la manufactura singular de la joya hecha a mano, la cual encuentra en sus defectos (producidos por la mano del hombre) la mayor de sus virtudes. Las etapas identificadas en el proceso de producción artesanal de joyas son tres: (i) fundición del metal, mediante la cual se lo somete a altas temperaturas para que adquiera maleabilidad y se le pueda manipular; (ii) laminación, que consiste en pasar el metal fundido por una laminadora para darle diversas formas: láminas, placas, hilos, etc.; y (iii) mesas de trabajo, etapa en la que se elabora o manufactura las joyas. Luego, viene la venta de las joyas. Así, todo el proceso implica la repetición de cada una de las etapas mencionadas y la demanda de espacio que éstas requieren. Para resolver las pautas del proyecto, la lógica que imparte el concepto de “las series” se aplicaría en la arquitectura del edificio como conjunto. Así como las joyas, el proyecto se ve conformado por módulos, como objetos, relacionándose Carolina Velásquez

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PLANTA PRIMER NIVEL

1 plaza de divulgación 2 patio de ingreso 3 recepción 4 administración 5 kitchenette 6 oficinas 7 sala de reuniones 8 SS.HH. 9 SUM 10 depósito 11 sala de exposiciones 12 zona de descarga 13 módulo productivo 14 cafetería 15 cocina

CORTE 1-1

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CITE Joyería


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FUNDICIÓN

ELEVACIÓN 1

CORTE 1-1

CORTE 2-2

CORTE 3-3

Carolina Velásquez

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1 sumidero de 4” 2 gotero 1.5 cm x 1.5 cm 3 grava 4 membrana impermeable e = 1.5 cm 5 listones de madera 6 lámina bituminosa e = 1.5 cm 7 ladrillo de techo 12 x 39 x 25 cm 8 vigueta pretensada de concreto Firth 9 viga de concreto expuesto 45 cm x 25 cm 10 caja de puerta enrollable: sección de 30 cm x 30 cm e= 5 mm 11 tirador de acero inoxidable 12 puerta enrollable e = 0.8 mm: acabado de plancha estriada 13 riel 5 cm x 5 cm e = 5 mm 14 sección de concreto expuesto 20 cm x 15 cm 15 puerta pivotante de malla de cobre tejida 60 cm x 52.68 cm 16 carpintería de aluminio: medida total 60 cm x 52.68 cm e = 1.8 mm 17 marco de vidrio 4cm de alto e = 2mm 18 perfil H de fe 1.96 x 4 cm e = 1.8 mm 19 sección de concreto expuesto 10 cm x 15 cm 20 mortero 1.5 cm 21 ladrillo 25 x 6 x 11 cm 22 carpintería de aluminio Miyasato: medida total 280 cm x 310 cm 23 ventana fija. Cristal templado incoloro e = 4mm 24 ventana pivotante. Cristal templado incoloro e = 4mm 25 muro de ladrillo

PLANTA DE MOSTRADOR

ELEVACIÓN DE MOSTRADOR 1 sección de concreto 2 tubo metálico 3.5 x 5 cm e = 1.8 mm 8 perfil de fe 1.2 cm x 1.2 cm e = 1.8 mm incoloro 4 mm

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CITE Joyería

3 pin

4 tope

5 cierre

9 perfil de fe 1.48 cm x 1.48 cm e = 1.8 mm

13 puerta pivotante de malla de cobre tejida 60 cm x 52.68 cm

14 pivot

6 sello de silicona 7 perfil H de fe 1.96 x 4 cm e = 1.8 mm 10 malla de cobre tejida 11 aln-0174

12 cristal templado

SECCIÓN DE MOSTRADOR


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unos con otros. La conformación volumétrica del resto del programa del proyecto busca conciliar el área pública y el área privada. En este caso, se divide en dos niveles según sus funciones, lo cual lleva a ubicar la sala de usos múltiples (SUM) y la de exhibiciones en el primer piso; asimismo, las áreas educativas se sitúan en el segundo piso. La solución se basa en un módulo que se repite y que, en algunos casos, varía dependiendo de su uso. Estos módulos se engarzan a través de otros que solucionan la circulación, iluminación y ventilación. Así, se busca rematar la totalidad del conjunto. En cuanto al programa, el edificio se divide en varios sectores o áreas que, en total, suman una superficie de 4 000 metros cuadrados. Esos sectores son: hall de ingreso, oficinas, sala de reuniones y servicios para el personal administrativo, como baños y kitchenette (230 metros cuadrados). Además, cuenta con áreas de servicios educativos, es decir, biblioteca, aulas/talleres, laboratorios con cuartos de preparación y servicios higiénicos (975 metros cuadrados). Para el área productiva, se dispone de espacios para los talleres de producción, los cuales tienen depósitos de materiales; un núcleo se servicios higiénicos general y una zona de abastecimiento y descarga. Los talleres están divididos en zonas para fundición, laminado y/o estampado, trabajo de mesa y venta. Finalmente, todos los espacios confluyen en áreas de uso público, como la plaza de divulgación. Carolina Velásquez

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