Resumen de Libro: El tallador de diamantes por geshe michael roach

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De dónde proviene la sabiduría ¿Por qué este libro de negocios es distinto de cualquier otro que pueda haber leído? Es la fuente de lo que tenemos para decir aquí: un antiguo libro de sabiduría budista llamado El tallador de diamantes. Y con las líneas precedentes es como comienza ese libro. Oculta en el tallador de diamantes se encuentra la antigua sabiduría que hemos utilizado para ayudar a convertir a Andin International en una empresa con ventas superiores a los cien millones de dólares por año. Es bueno saber algo de este importante libro desde el comienzo, para reconocer el papel que desempeñó a lo largo de la historia de la mitad oriental de nuestro mundo. El tallador de diamantes es el libro más antiguo del mundo que se haya impreso, en lugar de ser escrito a mano. El Museo Británico guarda un ejemplar fechado en el año 868 d.C., unos seiscientos años antes que se realizara la Biblia de Gutenberg. El tallador de diamantes es un registro escrito de una enseñanza impartida por Buda hace unos dos mil quinientos años. Al principio pasaba de boca en boca y luego, cuando empezó a desarrollarse la escritura, se inscribió en largas hojas de palmera. Eran durables palmas donde, con una aguja, se grabaron por primera vez las palabras del libro. Luego, se frotaba polvo de carbonilla en las ralladuras dejadas por la aguja. Todavía, en el sur de Asia se encuentran libros hechos de esta manera y permanecen bastante legibles. A veces, se perforaba un orificio con un punzón en el medio de las hojas y se pasaba una cuerda para mantenerlas unidas. Buda enseño El tallador de diamantes original en sánscrito, el antiguo idioma de India, que suponemos tiene una antigüedad de alrededor de cuatro mil años. Cuando el libro llegó al Tíbet, hace unos mil años, fue traducido al tibetano. Con el correr de los siglos, en el Tíbet fue tallado en bloques de madera y se imprimió en largas tiras de papel hecho a mano, aplicando una capa de tinta al bloque y, luego, apretando el papel con un rodillo contra el bloque. Estas largas tiras de papel están guardadas entre brillantes telas color azafrán o granate. El tallador de diamantes también se expandió a otros países importantes de Asia, incluidos China, Japón, Corea y Mongolia. En los últimos veinticinco siglos fue reimpreso innumerables veces en los idiomas de estos países, y su sabiduría fue pasando en un linaje ininterrumpido, de los labios de los maestros de cada generación a los oídos de los alumnos de la siguiente. En Mongolia, al libro le adjudicaron tanta importancia que todas las familias guardaban una copia muy bien conservada en un altar del hogar. Una o dos veces al año, les solicitaba a los monjes budistas locales que fueran a la casa a leer el texto en voz alta para toda la familia, a fin de impartir las bendiciones de su sabiduría. Esta sabiduría de El tallador de diamantes no se consigue con facilidad. La enseñanza original, como tantas otras enseñanzas de Buda, viene encubierta por un manto representado por un lenguaje sumamente místico, que sólo puede revelar un maestro vivo, utilizando gran cantidad de explicaciones que fueron escritas a lo largo de los siglos. Más importante todavía es que recientemente hemos localizado otro comentario sobre la obra, uno mucho más reciente y mucho más fácil de entender. Durante los últimos doce años, un grupo de colegas y yo mismo nos abocamos al Proyecto Aporte de los Clásicos Asiáticos [Asian Classics Input Project], dedicado a preservar los libros antiguos de la sabiduría tibetana. En los últimos mil años, estos libros fueron guardados en los grandes monasterios y bibliotecas del Tíbet, protegidos de la guerra y los invasores por la gran muralla natural formada por las montañas Himalaya.


Qué significa el nombre del libro La palabra más importante aquí, la que explica cómo tener éxito en los negocios y en la vida, es diamante. Los diamantes, en el antiguo camino tibetano, representan un potencial oculto en todas las cosas, al que suele hacerse referencia como “vacuidad”. Un empresario que tiene plena conciencia de este potencial, por lo tanto, entiende la clave para lograr el éxito, tanto en términos financieros como personales. Explicaremos este potencial con muchos más detalles en el capítulo siguiente. El potencial oculto para lograr el éxito que se encuentra en El tallador de diamantes es igual a un panel de cristal de diamante. Todo está a nuestro alrededor, en todo momento; cada objeto y persona que nos rodea contiene este potencial. Y es este potencial lo que-si está bien aprovechado-conduce a cierto éxito personal y comercial. La ironía de nuestra vida es que, aun cuando este potencial inunda a todas las personas y cosas a nuestro alrededor, es invisible para nosotros; simplemente no podemos verlo. Primero y principal, el diamante puro es lo más cercano a una sustancia física absolutamente clara. Piense en un gran panel de vidrio, por ejemplo, del tipo que usamos en una puerta corrediza que conduce a un patio exterior. Si se lo mira de frente, el vidrio se ve completamente claro, tanto que se sabe de algún vecino de visita que atravesó uno de esos paneles sin verlo y lo rompió. No obstante, si se mira su canto, estos vidrios y los de cualquier otra clase muestran un profundo color verde. Sin embargo, el diamante puro es distinto. En esta actividad comercial clasificamos el valor de los diamantes, primero, por su falta de color: los diamantes absolutamente incoloros son los más raros y valiosos. Un diamante totalmente incoloro se clasifica con la letra “D”, y esto constituye una especie de error histórico. Cuando se invento el sistema moderno de clasificación de diamantes, ya existían muchos otros sistemas. La letra “A” se usaba ampliamente para representar un diamante muy fino o incoloro. El diamante en bruto no suele tener más encanto que una piedra cubierta de barro: un pedazo de hielo cristalizado atrapado debajo de una manchada capa exterior de un marrón como el del agua sucia de los platos, o verde oliva. Si uno tiene un mal día, de hecho, esta capa puede extenderse por toda la piedra, lo cual significa que uno empieza a moler y, a la mitad del camino, descubre que el pedazo de diamante en bruto por el que pagó tanto dinero no vale absolutamente nada. El diamante es infinitamente más duro que el acero, de modo que si el tallador empuja con demasiada fuerza sobre la piedra en bruto con un borde puntiagudo, empezará a cortar la mismísima rueda. Se balancea la piedra con suavidad por la rueda y luego se lleva el soporte hasta los ojos, mientras en la otra mano, el tallador sostiene la lupa. El tallador experimentado balancea la piedra llevándola hasta su cara y verifica la marcha de la “talla” (en realidad, del esmerilado) del diamante y, luego baja por la piedra y la coloca en la rueda. ¿Qué importancia tiene que el diamante sea el material más duro del universo? El potencial oculto del que estuvimos hablando es algo verdaderamente absoluto, de un modo en que no puede serlo ninguna otra cosa física. Es la naturaleza más elevada que algo pueda tener, es la verdad absoluta de toda persona y objeto. La dureza del diamante es, por naturaleza, lo más cercano a lo absoluto a lo que todo objeto en el universo puede llegar: tiene la mayor dureza que existe. Por eso el diamante es significativo en un segundo sentido, como metáfora de aquella cosa que es, en verdad, absoluta.


Cómo cobró vida El tallador de diamantes La expresión “una vez” aquí está cargada de significado. Primero se refiere al extraordinario nivel de inteligencia que la gente común en la antigua India poseía: al hecho de que pudieran aprender algo de memoria del modo como era pronunciado y comprender su más profundo significado. Segundo, evidencia que El tallador de diamantes no fue enseñado más de una vez, lo que significa que la sabiduría que contiene, el conocimiento de qué subyace a todas las cosas, es algo raro y preciado en este mundo. La realeza de la antigua India era la fuerza impulsora en la vida económica y política de sus tierras: no significaba menos que el exacto equivalente de la comunidad empresarial en l sociedad occidental moderna. Cuando hablamos de Buda y de las ideas budistas en la actualidad, tendemos a pensar en un hombre oriental, de aspecto extraño, con una protuberancia en la cabeza y-si hemos visto alguna de esas estatuas chinas-una gran sonrisa y una gran barriga. Y piense en sus seguidores no como mendicantes de cabezas afeitadas sentadas en el suelo con las piernas cruzadas, cantando om hacia un muro. Es probable que los más grandes maestros del budismo en la antigüedad hayan pertenecido a la realeza, aquellos con el empuje y el talento para conducir economías y países enteros. Existe, por ejemplo, una gran enseñanza budista denominada Kalachakra o “la rueda del tiempo”, que en los últimos siglos fue pasando en reuniones especiales por cada uno de los Dalai Lamas del Tíbet. Aquí hay que destacar lo siguiente. Las personas en los Estados Unidos, yo incluido, siempre hemos tenido un punto de vista cínico acerca de esas criaturas que llamamos hombres de negocios, y cuando yo crecía en los años sesenta era casi un insulto referirse a alguien usando esa expresión. El estereotipo es el de un lobo que viste un fino traje de empresario, que habla muy rápido, vive sólo para el dinero y hace lo que sea para conseguirlo, haciendo caso omiso de las necesidades de la gente a su alrededor. El mundo de los negocios en la actualidad es, indudablemente, una amplia reserva de las personas más talentosas del país. Tienen empuje y cuentan con una capacidad para hacer lo que sea necesario a fin de que las cosas se logren, como nadie puede hacerlo. Producen como pan caliente valores por miles de millones de dólares en bienes y servicios con la precisión de un reloj, constantemente mejoran los productos, constantemente reducen los tiempos y el dinero necesario para fabricarlos, La innovación y la eficiencia son un estilo de vida. Los hombres de negocios son pensativos, flexibles, rigurosos y perspicaces. Los que no lo son no sobreviven, pues los negocios tienen su propia pureza, su propio proceso de selección natural. Nadie nos soportará durante mucho tiempo, en ningún nivel de la empresa, si no producimos; los propietarios y la gerencia, incluso los propios compañeros de trabajo, nos sacarán del medio si no ponemos el hombro y producimos. He visto este proceso a menudo; es como el del organismo cuando expulsa un anticuerpo extraño. Nunca acepte la idea de que, porque pertenece al mundo de los negocios, no tiene la oportunidad o el tiempo o las cualidades personales que una verdadera vida espiritual exige; tampoco admita que llevar una vida interior profunda es, de algún modo, contradictorio con el hecho de tener una carrera comercial. La sabiduría de El tallador de diamantes dice que la gente que se siente atraída a los negocios es exactamente la misma que tiene la fuerza interior para abrazar y llevar adelante las prácticas más profundas del espíritu. Esta sabiduría es buena para las personas e, indudablemente, buena para los negocios también.


El potencial oculto en todas las cosas Aquí, el quid de la cuestión y la clave del potencial oculto en todas las cosas es la afirmación de que “podemos llamar libro a un libro, y podemos pensar en un libro como un libro, porque nunca podría haber sido un libro”. Esta aseveración tiene un significado muy específico y muy concreto, no es ningún tipo de jerigonza, y en ella está contenido todo lo que debe saber para tener éxito, tanto en su vida personal como empresarial. Tomemos un ejemplo muy común de la vida de los negocios para ilustrar esta idea del potencial oculto. Los que se han dedicado a los negocios y son, en verdad, honestos consigo mismos, saben que las cosas fácilmente pueden darse de cualquiera de estas maneras. Si compran el edificio y todo sale bien, son unos genios, fue un gran negocio; pero, si compran el edificio y todo sale mal, son unos tontos que corrieron muchos riesgos. Si no compran el edificio y las cosas van bien, o si no lo compran y las cosas no van bien, ¡bueno!, ya saben cómo los llamarán. Y saben que son la misma persona de todos modos. Pero ¿qué sucedería si quitáramos él “para nosotros” y el “para ellos”? ¿Qué hay si tratáramos de evaluar si el edificio o su adquisición son en sí mismos algo bueno o algo malo? La respuesta obvia, si lo pensamos por unos instantes, es que, en sí mismo, comprar un edificio no es bueno ni malo: sólo depende de quién lo considera. Puede parecer bueno para algunos, los que se benefician, y malo para los que se perjudican, pero no existe ninguna bondad ni maldad innatas en la compra del edificio, no hay tal cualidad en sí misma ni de sí misma. Dicho sea de paso, en el mundo todo es igual. ¿Acaso una visita al dentista para hacernos un tratamiento de conducto es, en sí mismo, algo malo? Si lo fuera, todos deberían percibirlo de igual modo, pero pensemos un poco. Más allá de lo malo que nos parece, el tratamiento de conducto puede resultarles bueno a otras personas. Por ejemplo: un dentista inescrupuloso podría percibirlo como una muy buena oportunidad para ganarse la matrícula de la escuela de su hijo en ese trimestre. La gente a nuestro alrededor es igual. Piense en las personas que trabajan con usted y que le resultan sumamente irritantes; parecerían tener la cualidad o naturaleza de ser molestas como una característica propia. Es como si la “irritantez” emanara o fluyera de ellas hacia usted. Pero piense un poco. Alguien (quizás otro empleado, quizá un miembro de la familia de esas personas, la esposa o los hijos) las halla cariñosas y muy adorables. Cuando miran a los mismos individuos, cuando los ven en la misma habitación en que usted los ve, ellos ven algo bueno. En apariencia, no hay ninguna “irritantez” que fluya de estas personas hacia los demás, lo cual comprueba de un modo muy simple que esta no es una cualidad dentro de la gente misma. Los individuos no poseen tal cualidad en su interior, pues de lo contrario se reflejaría en los demás; más bien son como pantallas en blanco, neutrales, y las distintas personas ven cosas diferentes en ellas. Esta es una comprobación muy simple, pero innegable, de la vacuidad o potencial oculto. Y todo lo demás en el mundo es igual. Ahora ya podemos volver atrás y comprender lo que Buda dijo acerca del libro: “Puedes llamar libro a un libro, y puedes pensar en el libro como un libro, porque nunca podría ser un libro”. En términos de la adquisición de un edificio: “Puedes decir que comprar un edificio es algo bueno, y puedes pensar en la compra del edificio como algo bueno, porque la adquisición del edificio nunca podría ser algo bueno [o malo] en sí misma, es decir, como característica propia, más allá de cómo la veamos”. Entonces, ¿qué tiene que ver todo esto con los negocios? ¿Cómo este potencial oculto puede ser la llave del éxito, en nuestra vida personal y comercial?


Los principios para usar el potencial Pienso que lo más importante, aquello de lo que debemos hablar primero, es cómo estas cosas no provienen de nuestro interior. Es fácil decir que la manera en que vemos a las otras personas o cosas proviene de nuestra mente, de nuestra propia percepción, pero hay algo dolorosamente obvio y es que esto no significa que podamos controlar la manera de ver las cosas con sólo desearlo. No existe un solo empresario en el mundo que haya deseado fracasar en los negocios, que haya querido ir a la bancarrota y sentir el dolor de los empleados. El budismo no acepta la idea de que el cerebro es la mente, si bien, en cierto sentido, parte de la mente puede residir en las proximidades del cerebro. Pero la mente también se extiende hasta el final de la mano: podemos tener conciencia de alguien si lo tocamos con el dedo, y es la mente la que tiene conciencia. Más todavía, si le pregunto si hay algo rico en su refrigerador, el ojo de la mente se dirige allí: su conciencia, mediante los medios de la razón y el recuerdo, en cierto sentido ha viajado más allá de los límites físicos de su mundo inmediato. La masilla de la mente tiene otra cualidad interesante. Piense en ella como una pieza larga que se extrae como un tallarín desde el primer momento de su vida hasta el último (y quizás, más tiempo que eso, pero ahora no trataremos ese tema); en otras palabras, se extiende a lo largo del tiempo. Las huellas en la mente en primer grado, las marcas del abecé, se transportan al segundo grado, por eso podemos leer palabras completas en esa etapa, y por supuesto que también ahora. En Occidente, no estamos muy acostumbrados a hablar del aprendizaje como de “huellas plantadas a propósito”, pero, si pensamos en ello, esa es exactamente la razón por la que enviamos a nuestros hijos a la escuela: tenemos la esperanza de que la maestra de primer grado tenga la habilidad necesaria para marcar algunas huellas en la mente de Johnny, y tenemos la esperanza de que estas huellas todavía estén allí cuando ingrese en la facultad de medicina, así no tendremos que depender del seguro social solamente. Hablemos de los distintos tipos de huellas que nos llevan a ver las cosas que están en “blanco”, son “neutrales” o están “vacías”, como buenas o malas. (A propósito, a esta altura estoy seguro de que ya ha leído aquí lo suficiente acerca de esta “vacuidad”, para darse cuenta de que no tiene nada que ver con la “carencia de sentido” ni con los “agujeros negros”, ni con tratar de no pensar en nada, o cosas por el estilo. Sólo significa que las cosas buenas o malas que nos ocurren no suceden de esa manera por sí mismas). Estas huellas de experiencias “buenas” o “malas” se plantan de tres maneras diferentes. Suceden cada vez que hacemos o decimos algo, incluso cuando pensamos algo. Nuestra filmadora incorporada, la mente, se enciende todo el tiempo, y uno de sus niveles está siempre grabando todo lo que percibimos a través de los lentes de nuestros ojos, oídos y del resto, incluidos los pensamientos mismos. Cuando nos vemos ayudando a un empleado que atraviesa una situación difícil, queda grabada en la mente una huella buena. La perilla de la intención en la cámara es el factor más importante para decidir la intensidad de la huella. Si ayudamos al empleado, no tanto porque nos importa sino porque su problema puede afectar nuestra producción y nuestras utilidades, entonces la buena impresión que pueda formarse es casi nula. Si lo ayudamos porque somos conscientes de que su problema en verdad le está deparando desdicha, entonces la buena huella será bastante más intensa. Y si lo ayudamos porque reconocemos que la línea entre “tu” y “yo” es artificial, y que lo que lastima a uno nos lastima a todos.


Cómo podemos usar el potencial Aquí yace el secreto de las huellas mentales. Se plantan en la mente como lo hemos descrito antes: mediante las compuertas de nuestra propia conciencia de nosotros mismos, mientras hacemos lo que sea, para ayudar o para lastimar a los demás. La fortaleza con la que se afirman depende de los diversos factores que hemos bosquejado, incluidas nuestras intenciones, la fuerza de nuestras emociones, la manera en que reconocemos lo que estamos haciendo, el estilo con el que actuamos. Si lo pensamos un poco, el principio aquí enunciado no es nada sorprendente. Considere el peso o la masa de una simple bellota medidos en gramos, a diferencia del peso del roble al que da origen: literalmente una tonelada de tronco por gramo de semilla. La antigua sabiduría del Tíbet dice que las semillas mentales no se comportan de una manera diferente, y esto también tiene sentido si consideramos algo como la “masa” de la burocracia federal en los Estados Unidos, a diferencia de ese indicio de un nuevo gobierno en la mente de los fundadores. Nuestra mente es como un vasto repositorio de miles sobre miles de huellas mentales. Hacen fila para despegar como los aviones en la pista de un aeropuerto. Las que son más intensas, según los principios de los que ya hemos hablado, despegarán primero, y las más difusas quedarán atrás, pero estarán levantando vapor cada minuto que permanezcan en la pista de la mente. Cada vez que dirigimos otra acción hacia los demás que deja impresa una huella más poderosa que las existentes, esta huella avanza en la cola. Una huella plantada en su mente a través de una acción negativa-por algo que hizo y que hirió a otra persona-sólo puede obligarlo, como resultado, a percibir algo como una experiencia desagradable. Y la huella que queda plantada por emprender una acción positiva-por haber hecho algo para ayudar a alguien-sólo puede obligarlo, como resultado, a percibir algo como una experiencia agradable. Para decirlo de un modo sencillo, la acción negativa sólo puede conducir a resultados negativos, y la positiva sólo puede conducir a resultados positivos. En la mayoría de los casos, las huellas específicas en la mente, que necesitamos para crear un resultado determinado en nuestra vida o negocios, son bastante opuestas a lo que la naturaleza humana tiende a dictar. Por ejemplo, supongamos que nuestra empresa se está abriendo paso en el mercado y el flujo de dinero se ha tornado un problema. El instinto natural de casi cualquier persona o compañía en esta situación es hacer economía. La víctima inmediata son las ventajas empresariales, a las que les siguen otros flagrantes beneficios. Por lo tanto, es importante que tengamos cautela con nuestra reacción natural ante un problema, porque esta puede llegar a perpetuarlo. En tibetano este fenómeno se conoce como korwa o ‘círculo de un problema que se autoperpetúa’. Como hay escasez de dinero en la empresa, empezamos a realizar actos que les niegan a otros la ayuda que necesitan, y comenzamos a hablar de recortes y, lo más importante de todo, nuestro propio pensamiento pasa de ser un pensamiento de creación y creatividad a uno de defensa y atrincheramiento. En este sistema de la antigua sabiduría no estamos hablando de la manera en que una actitud podría colorear nuestras percepciones de nuestra situación financiera. Más bien estamos estableciendo los detalles de un proceso que, de hecho, determina la realidad a nuestro alrededor. No hablamos de cómo nos sentimos por no poder hacer los pagos, hablamos de cómo nos sentimos en verdad al determinar si vamos a hacer los pagos o no. La premisa aquí es profunda en otros sistemas que tienen que ver con la manera de manejar un negocio: el dinero mismo se crea por el hecho de mantener un estado mental generoso.


Las correlaciones y El acto de sincerarse Lo que hace que un negocio fracase-lo que hace que el flujo de caja lentamente se vaya achicando y los empleados se fuguen a la competencia en un lapso de uno o dos añosnormalmente es el efecto acumulado de muchas acciones y pensamiento negativos menores, pequeñas mentiras inocentes y pequeños arranques de emociones negativas como la mezquindad, huellas modestas que se convirtieron en enormes robles retorcidos, es decir, la mismísima realidad de un gran negocio que se volvió agrio. No existe algo así como una persona que nos mienta simplemente porque nosotros le mentimos a ella; siempre se debe explicar mediante el proceso de una huella que se hizo en la mente y luego floreció: vemos a una persona mintiéndonos porque hemos colocado la huella en nuestra mente con anterioridad, y florece y hace que veamos a la persona mintiéndonos. No existe algo como una persona que, per se, empieza a mentirnos. Nadie jamás podrá mentirnos nunca. A menos que, sin darnos cuenta y de manera incontrolable, hayamos plantado una huella en nuestra mente diciendo nosotros mismos una mentira. En verdad, no es una cuestión de cómo actuamos determinando cómo nos parecen las cosas. Más bien, las cosas mismas se producen por nuestras huellas: el mundo a nuestro alrededor, la gente a nuestro alrededor y hasta nuestra propia forma de ser, todo es una creación de nuestras acciones pasadas, nuestras palabras pasadas y nuestros pensamientos pasados, dirigidos a otras personas. Los hombres sabios del Tíbet dijeron que cuando parece que estas leyes no funcionan es porque, en verdad, no las respetamos, y creo que descubriremos que esto es cierto si somos honestos con nosotros mismos. Hay que respetar las leyes durante cierto período de tiempo, con una total honestidad y sensible comprensión de los principios que hemos establecido más arriba, para que el negocio tenga el éxito que prometimos. Tratar de ponerlas en práctica durante algún tiempo y luego abandonarlas sería como dejar un programa de ejercicios. Esto nos retrotrae al acto de sincerarnos. Una cosa es saber que, para tener éxito en la vida o los negocios, debemos conducirnos con integridad. Otra cosa es actuar basados en este conocimiento, hora tras hora, día tras día. Y es todavía un nivel superior conocer con claridad el proceso por el cual estas cosas en verdad funcionan. Sin embargo, hay un paso más para que este poder nos sirva a nosotros en forma inmediata, de un modo tal que es obvio atribuir ese resultado a nuestra nueva manera de mirar al mundo y de comportarnos en él. Y este es el acto de sincerarnos. Al final del día, quizás camino a casa, saque su libro de las seis veces. Repase todas las cosas positivas que ha escrito en las últimas veinticuatro horas. Piense de qué modo cada una de ellas ha plantado huellas muy poderosas en su mente, para ver todo un mundo nuevo en el futuro, para lograr el éxito en sus negocios y en la vida de un modo franco, más allá de lo que ahora siquiera puede imaginar. Disfrute hasta sus logros más pequeños tratando de seguir el sendero de la completa integridad personal. Luego, imagine lo que implica este tipo de integridad. Imagine mirar atrás en un día de trabajo y poder decir con total sinceridad que ha sido completamente honesto en cada minuto del día, en el modo en que actúa con los demás, en cada una de las palabras cuidadosamente consideradas que les ha dicho a otras personas, en cada uno de sus pensamientos más íntimos. Bueno con todos ha su alrededor, honesto con ellos, llevando una vida de completa honestidad personal, ahora en posición de mirar atrás y decir: Sí, fue un día de total integridad. Siempre que tenga un día así, continúe con el acto de sincerarse.


Ajustar el día con un silencio y permanecer cada vez más saludables Los sabios tibetanos llaman a este proceso pempa tang, expresión que significa fijar el tono para un día entero pasando unos pocos momentos de silencio a la mañana; y esta frase es parecida a otra que significa disparar una flecha. Este tiempo matinal cotidiano de silencio, sentado en silencio usted solo para preparar sus pensamientos para la jornada que está por empezar, es como el libro de las seis veces: absolutamente esencial para lograr la tarea de crear un éxito personal y comercial total para usted mismo en los años por venir. Las raíces de esta práctica se hallan en las antiguas enseñanzas de Buda, como el Libro de la luz dorada [Book of the Golden Light], que fue enseñado hace más de dos mil años; es probable que algunos detalles del mundo hayan cambiado desde entonces, pero no así los principios básicos sobre cómo ajustar el día, que han pasado de maestro a discípulo como una práctica profunda, personal y para toda la vida, en una tradición ininterrumpida a lo largo de todos estos siglos. Una versión muy profunda de esta práctica establece que, en realidad, habría que empezar la noche anterior. Después de acostarse, primero repase el día que acaba de terminar, tal como lo hemos descrito arriba. Revise cuáles fueron las tres mejores cosas que dijo, hizo o pensó y luego, las tres peores. Concéntrese especialmente en las buenas y, cuando se ve a dormir, mientras ingresa en el mundo de los sueños, avance con el pensamiento hasta el momento en que sonará el despertador a la mañana siguiente. Hay algunas técnicas básicas para guiar este tiempo de silencio personal, que se han desarrollado a lo largo de los siglos entre los grandes maestros del Tíbet, y también antes. Si las conoce y las sigue, este tiempo personal silencioso-aunque sólo sean unos pocos minutos por día-es probable que se convierta en una de las partes más importantes y valoradas de su vida. La técnica empieza por buscar el lugar de su casa o departamento donde pasará ese momento de tranquilidad. La definición de aflicción mental en la antigua filosofía budista es toda emoción que perturba la tranquilidad mental de la persona que la siente; también puede llamarla mal pensamiento. Hay miles de distintos tipos de aflicciones mentales, pero al final se reducen a seis, que son las peores, a saber: que nos agraden las cosas de una manera equivocada, que nos desagraden las cosas de una manera equivocada, el orgullo, no comprender cómo funcionan las cosas realmente, duda perezosa ante verdades importantes y una visión errónea del mundo. Que nos agraden o desagraden las cosas de una manera “equivocada” tiene un significado muy específico. Contrariamente a las equivocaciones que se cometen al presentar ciertos pensamientos de Buda, no es para nada incorrecto que nos gusten o nos disgusten las cosas. Es de suponer que nos agraden nuestra familia, nuestros maestros y la bondad, por ejemplo; a Buda le gusta vernos felices y le disgusta que nos labremos tanta infelicidad una gran parte de ese tiempo. No obstante, el punto de este capítulo de aprendizaje acerca de las aflicciones mentales es que funcionan perjudicando su salud hora tras hora, a medida que transcurre su día en la oficina. Existen textos secretos que quedaron guardados en los Himalayas y que describen con más detalle cómo estos pensamientos negativos afectan nuestro cuerpo; baste con decir que el mismísimo proceso de envejecimiento está íntimamente unido a estos malos pensamientos. Es decir, cada vez que se siente alterado en el trabajo, cada vez que se enoja o se irrita, cada vez que está celoso de otro vicepresidente, por ejemplo, algo dentro de su cuerpo queda atorado.


Trabajar para el largo plazo y el vacío de los problemas Si nunca va a ningún otro lugar-si nunca ve nada nuevo, si nunca habla con otras personas-, lo más probable es que su creatividad se vea deteriorada. Y no exagero si digo que unos minutos de verdadera creatividad aplicada a generar nuevos sistemas, puede ser mucho más rentable para cualquier empresa que semanas o meses de horas extras impuestas por gerentes que están atascados en el viejo sistema. Por eso vale la pena dedicar cierto tiempo a averiguar a qué clase de retroalimentación creativa está expuesto normalmente en su tiempo libre. Personalmente descubrí que casi todos los que responden: “Por lo general miro un poco de televisión” cuando se les pregunta acerca de su tiempo libre son empleados con muy poca imaginación. Los que leen muchos libros (salvo novelas románticas) suelen ser empleados pensantes y creativos. Los que escriben prosa y en especial poesía tienen una gran imaginación y pueden encontrar con bastante facilidad soluciones originales a los problemas. A propósito, los niños son una de las fuentes más grandes de inspiración creativa. Hay algunas reglas básicas para planificar un día en el Círculo. La más importante es que el Círculo debe realizarse con regularidad, el mismo día cada semana o cada dos semanas, y que este tiempo debe ser inviolable. Es decir, si elige los miércoles para su día de Círculo, nunca deberá romper la regla y trabajar un miércoles. La razón es bastante simple. La gente más capaz en el mundo de los negocios es adicta al trabajo. Trabajará tenga que hacerlo o no, y este trabajo siempre será más de lo que posiblemente puedan terminar. Para oír el susurro de estas grandes ideas en su mente mientras se encuentra en el Círculo, es esencial que permanezca en silencio. La primera mitad del día de Círculo, digamos hasta las dos de la tarde, debe pasarla solo, en silencio. Sin teléfono, sin televisión, y nada de los otros tipos de ruido que impiden que oiga las grandes ideas que tiene en la mente: radio, música, diarios, revistas, novelas, esposas, técnicos de reparaciones o mascotas. Vaya a su lugar de silencio, y siéntese allí, usted solo, en silencio. Todo objeto que existe en el mundo está vacío. Esto significa que ningún objeto en el mundo es bueno o malo per se; lo que para un hombre es carne es veneno para otro. Un objeto se convierte en bueno o malo según nuestras propias percepciones, y estas percepciones están dictadas precisamente por las huellas buenas o malas que hemos puesto en nuestra mente en el pasado. Los problemas no son problemas en sí mismos; más bien, hay algo en su mente que hace que vea a los problemas como tales. Los problemas son la mayor oportunidad que podemos llegar a tener. Si las cosas salen bien todo el tiempo, dice la sabiduría del antiguo Tíbet, es lo peor que nos puede pasar. Porque, mientras las cosas salen bien, nunca nos cuestionamos por qué nos suceden en verdad. Nunca vemos a la gente arrancándose el cabello gritando: “¿Por qué me tuvo que pasar esto a mí?” con respecto a algo bueno que le haya sucedido. Hacen falta los problemas para que pensemos de dónde provienen las cosas en realidad. No hay nada más triste, no hay problema mayor a la espera de producirse, que una empresa o un ejecutivo que se ha tornado autocomplaciente, que ha tenido éxito durante demasiado tiempo con demasiada continuidad. Las cosas siempre cambian, y la autocomplacencia no es un lugar desde donde la gente emprenda una investigación profunda y difícil de por qué las cosas realmente suceden. Entonces, no es sólo un sentimiento noble decir que el hecho de los problemas en sí mismo nuestra mayor oportunidad. El dolor nos empuja a querer averiguar qué es lo que en verdad mueve al mundo a nuestro alrededor.


Shirley y la herramienta decisiva de la gestión empresarial La decisión de asegurarse de que su negocio tenga ese verdadero significado y un real beneficio en el mundo, no le llegará a menos que pueda mirar su vida y su carrera desde la perspectiva de este inevitable final. No puede resolver darse cuenta de que su vida tiene significado, a menos que esté en condiciones de verse a sí mismo en las horas finales de su vida, a menos que pueda colocarse en esos zapatos futuros y practicar el mirar atrás a lo que hizo con su vida. Como individuos, debemos llegar al final de nuestra carrera, al final de nuestra vida. Para pasar a un nivel mucho más profundo (no es que sea nuestro propósito justo aquí), esto también puede explicarse en términos de huellas en la mente que crean nuestras percepciones del mundo mismo a nuestro alrededor, e incluso de nuestro cuerpo y mente. Estas huellas son como otra forma de energía, como cualquier otra cosa que alguna vez se pone en movimiento por medio de circunstancias o condiciones. Para decirlo rotundamente, el hecho de que las cosas se pongan en movimiento, el hecho de que algunas cosas, como las huellas, impulsen la aparición de otras, como el mundo que nos rodea o incluso nuestro propio cuerpo y mente, necesariamente significa que esas cosas en algún punto deben llegar a su fin, por el hecho de que comenzaron. Según el budismo, para que algo se detenga no se necesita nada distinto de lo que se necesita para que algo se inicie. Su carrera empresarial finalizará porque tuvo su primer trabajo. El enfoque budista para los negocios dice que, cada mañana, debemos entrar en la oficina con la siguiente pregunta: “Si muriera esta noche, ¿es así como me gustaría pasar mi último día?”. Con esto no pretendo que se deprima ni es algún tipo de pensamiento mórbido. Es algo muy práctico; es algo que lo libera; y se aplica a los grandes negocios, aquellos de los que puede estar muy orgulloso cuando llegue al inevitable fin de su carrera profesional y mire atrás. En los monasterios tibetanos hay una práctica denominada Meditación de la Muerte. Si pertenece al grupo de empresarios estadounidenses normales, esta línea de pensamiento ha llegado demasiado lejos para usted. Las implicancias son enormes y, de inmediato, aparecen dos problemas en su mente. El primero es que el proceso de intercambiarse con los demás se ha convertido en algo totalmente artificial: quiero decir, ¿cómo podría ser, en verdad, otra persona o, para decirlo con más exactitud, como podrían ambos convertirse en una sola persona? Pero es absolutamente posible que esto suceda. Ya hemos hablado de esto anteriormente. Cualquiera puede ver, con sólo pensarlo un poco, que el ligar donde termina el “yo” y empieza el “ellos” es un tema bastante resbaladizo. Cuando las madres dan a luz a sus hijos, de repente su sentido del “yo” se extiende para cubrir a otro cuerpo pequeñito; trate de dañar a este niño en particular y podrá comprobar cómo esta mujer en particular reaccionará con toda la pasión que demostraría si atacara su propio cuerpo. Las personas que padecen serios casos de diabetes actúan de manera opuesta. Lo irónico es que los recursos provendrán del mismo acto de expandirnos para incluir a los demás, o sea que la capacidad misma de manejar, física y emocionalmente, la tarea de cuidar a muchas personas como si todas fueran “yo”, proviene de la verdadera decisión de hacerlo. Si la idea completa del potencial oculto y de las huellas que crean nuestra propia realidad es cierta, no puede haber una manera más grande de crear riqueza que compartirla de un modo indiscriminado. El acto mismo de asegurarme de que todos los que me rodean tengan dinero como si todos fuéramos la misma persona, me traerá recursos casi ilimitados.



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