El Testamento de la Virgen o El Despertar de las Consciencias Anton Parks
En esta ocasión, tratamos el estudio y la propuesta del investigador Anton Parks y del ingeniero informático Olivier Marquer -a partir de James G. Roomsmostrándonos y exponiéndonos una teoría no menos atrevida, pero muy novedosa, y no tanto por la exclusiva, sino por lo que, en un futuro, podría llegar a aportar a otros investigadores a tomar en cuenta a la hora de esgrimir el origen de la civilización egipcia, o dicho de otra manera, ser capaz de saber ver una serie de monumentos en Egipto -Piramides de Giza, Osireion, Serapeum- de un modo diferente, como si fueran el final de algo, y no el principio de una civilización. Ha sido necesario esperar hasta este año 2009 para que un investigador independiente franco-alemán, llamado Anton Parks, dotado de un buen conocimiento lingüístico, y sin tener ninguna conexión con universidades, ni estar financiado con fondos privados, osara dar el paso y sacarlo a la luz en un único libro. Ciertamente, el futuro nos reserva nuevas sorpresas. Un despertar de las consciencias está en marcha… Sintetizar un estudio tan extenso en contenido no es nada sencillo. Un buen ejemplo de ello es El Testamento de la Virgen que puede ser considerado como algo más que un libro ya que se trata más bien, de una experiencia de reconexión con nuestro pasado lejano y olvidado; una experiencia que se vive en cada una de sus páginas gracias a un profundo trabajo de análisis formidablemente documentado, si se tiene en cuenta de que se trata de un tema considerado como codificado.
El testamento de la Virgen se adentra en la peligrosa redacción de un estudio tan trillado como la cuestión del asesinato y la resurrección de Osiris. De hecho, todos los lectores interesados por el antiguo Egipto saben que este tema es la base de la religión egipcia. La aventura era un tanto más arriesgada si se tiene en cuenta que trastoca los fundamentos admitidos generalmente por la egiptología, e implica una relectura a gran escala de nuestra historia y de sus dogmas. En sí, este artículo es una resumen de lo que nos cuenta Anton Parks en su libro, recordando a una continuación, un tanto distinta, a ese desconocido investigador y matemático que fue Albert Slosman, quien trato el mismo tema. Nos encontramos justo en el centro de un desafío que pone en entredicho los conocimientos de los fundamentos de las tres grandes religiones. El Testamento de la Virgen obliga a los lectores a deshacerse de sus visiones conformistas del mundo, del universo y de Dios, sin cesar de aportar argumentos claros, precisos y, a menudo, indiscutibles.
Aunque la obra se salga de las normas, vale la pena respetar el contenido ya que posee un tono justo sin caer, en ningún momento, en lo fácil, la burla o la autosatisfacción. Algunas de las informaciones contenidas en este libro son sólo conocidas por unos pocos “iniciados” y, hasta ahora, no habían sido nunca reveladas al público en general. A algunos nos parecen salidas directamente de las profundidades del tiempo mediante comentarios de peso y nuevas hipótesis inéditas para un tema tan complejo y misterioso. Es como si, en ocasiones, sobre el filo de la navaja pero, sobretodo, sobre las alas del fénix, el autor nos invitara a un extraño y emocionante viaje al corazón de nuestros orígenes y a la fuente de las religiones… El génesis de la experiencia humana es indudablemente originario de África y del antiguo Oriente. La relectura histórica del autor presenta una comunidad altamente avanzada y situada en el corazón de los montes Tauro, en la actual Turquía. El autor se refiere a las tablillas sumerias denominadas Kharsag que están consideradas como los documentos más antiguos del planeta y nos explica que esta comunidad se presenta como la más avanzada con respecto al resto del mundo. Los textos nos dicen que el linaje divino erige una ciudad excepcional y crea una sociedad agrícola y arborícola mientras que “la humanidad se arrastraba a cuatro patas”.
Montes Tauro en Turquía
Le hemos pedido al autor que nos explique en qué consiste la importancia de estas tablillas y su relación con Osiris. He aquí su respuesta: “Las tablillas de Kharsag han sido objeto de una única tentativa de traducción erudita, la de 1918, por un tal George Barton, antes de que el gran especialista en la materia, Samuel Noah Kramer, reconociera que estas tablillas de arcilla le parecían ininteligibles. Yo no creo que sean incomprensibles pero sí difícilmente aceptables por su contenido. La segunda traducción de las mismas se la debemos a Christian O’Brien (1985). Se trata de una buena transcripción que va, más o menos, en la misma dirección que la de mi amigo Don Moore (2007) de quien he tomado prestados algunos extractos para mi libro. Las tablillas de Kharsag plantean un problema importante en el seno de la comunidad científica ya que se describe una civilización madre, altamente cultivada y que se sitúa en una época muy lejana e indeterminada. Se trata del Edén – el jardín de la colonia – encaramado en las montañas, y de un “dios” denominado Enki a quien la humanidad debe su nivel de evolución y de progreso. ¡Nos encontramos en pleno Génesis, pero bajo una versión sumeria, y es difícil no darse cuenta que los escribas hebreos han ahondado en la literatura mesopotámica! En el Testamento de la Virgen como en mi libro anterior, Adam Génisis, demuestro que Enki es un personaje clave, “La Serpiente Instructora” de los dioses que se llamará, posteriormente, Asar (Osiris). Tanto Enki como Osiris son dioses civilizadores que vivirán cada uno en un lugar subterráneo y acuático respectivamente, denominado Abzu en Sumer y Abdju (Abydos) en Egipto. Enki y Osiris poseen sus gemelas (sus paredras) Ereskigal y Isis-Hathor. Ambas se las considera estrechamente asociadas con el mundo de los muertos que se sitúa en los subterráneos de la llanura de Guiza, lugar importante de iniciación en donde los faraones muertos eran ritualizados. Yo aporto un gran número de evidencias que demuestran el hecho de que nos hallamos ante personajes históricos y no mitológicos. Estos descubrimientos son capitales ya que demuestran que las leyendas sumerias y egipcias explican estrictamente la misma historia”. El autor nos presenta amplios extractos de estas singulares y prestigiosas tablillas encontradas en el siglo XIX en la antigua ciudad iraquí de Nippur. Tras una interpretación cautivadora de estos documentos, El Testamento de la Virgen nos sumerge en la mítica Atlántida, versión egipcia… De nuevo, las demostraciones no están faltas de detalle y aportan a todos aquellos lectores poco conocedores del antiguo Egipto, detalles capitales que le permitirán comprender el universo particular de esta civilización prefaraónica. El autor sitúa esta Atlántida o A’amenptah (“el lugar grande y estable de Ptah” en egipcio), a la altura de las islas Canarias, en frente de Marruecos. Según el autor, la el análisis de este nombre sumerio, reproducido en los textos funerarios, se traduce
como A-MEN-PTAH (“la corona de agua de Ptah”), Ptah es una imagen primitiva egipcia de Enki antes de convertirse en Osiris. De A’amenptah procedería Amenta o Amenti que encontramos en los más importantes libros sepulcrales faraónicos; el lugar de origen de los dioses egipcios, un territorio inaccesible para la mayoría de los mortales, transformado en el campo del Más Allá.
Los antiguos guanches de la isla central de Las Canarias se denominaban Ua’n Chinet (“hombre(s) del volcán”). el autor señala que se trata de un término de consonancia egipcia bajo la forma de Ua-Dhenit o Ua-Shentit, respectivamente “separado de la diosa vaca (Isis-Hathor) y – separado de Isis”. Más adelante explicaremos el motivo de este nombre. El autor nos dice que Isis parece ser que dirigía A’amenptah (la Atlántida) durante las ausencias de su esposo cuando éste se ausentaba para civilizar el mundo. Un pasaje del capítulo 17 del Libro de los Muertos hace referencia a Isis, “la divina profetisa venida del Occidente (la Atlántida)”. Pero intervienen dos acontecimientos que parecen sucederse el uno muy próximo al otro. El primero de ellos es el asesinato de Osiris en su demarcación de Abdju (Abydos). El autor entreve que Osiris y sus seguidores habrían sido objeto de un ataque sorpresa por parte de Seth y 71 de sus acólitos. Osiris habría sido asesinado en el transcurso de este acontecimiento. Abydos y el asesinato de Osiris En el capítulo 4 de la cuarta parte del Testamento de la Virgen, Parks revela una cuestión sorprendente: los 71 atacantes de la literatura egipcia (Seth y sus 71
cómplices) y la analogía que este número posee con los 71 miembros del gran consejo o Sanedrín, que según las Escrituras, procesaron a Jesús y lo condenaron a muerte. A partir del Nuevo Testamento (Marcos, Mateo y Lucas) parece ser que este consejo se habría reunido excepcionalmente de noche, mientras que los textos funerarios egipcios evocan el asesinato de Osiris como un hecho que se produce por la tarde o durante la noche.
Estrabón El autor nos aporta su punto de vista sobre el asesinato de Osiris: “Yo pienso que Osiris sufrió una muerte ritual. Los textos funerarios explican, de manera muy fragmentada, el drama: el cuerpo de Osiris habría siso hallado atado a uno de los árboles sagrados que se encuentran probablemente sobre la colina en la que se halla el templo subterráneo de Osiris, el Osireion, denominado, sin duda, en otro tiempo, EN-GUR (“hasta las profundidades”) en sumerio y Enkhu’ur (“para la gloria del jefe”) en egipcio antiguo. El geógrafo romano Estrabón,denominaba el Osireion como “El gran pozo”. Este templo es muy antiguo y en ningún caso corresponde a la época del rey Sethy I. He descubierto en uno de sus muros restos de conchas marinas, lo que demuestra que el agua del mar habría sumergido el Osireion hace miles de años. Los restos mortales de Osiris bañados en uno de los canales del templo, serían el motivo por el cual se asimila generalmente a Osiris con las aguas del Nilo y sirve de argumento
para decir que se ahogó. Seth habría cubierto el tórax de Osiris con un instrumento afilado. Esta crucifixión y esta pasión nos hacen pensar en la de Cristo… Se trata, bajo mi punto de vista, de una ceremonia macabra cuya finalidad es la de destruir diferentes constituyentes de su ser más profundo, como sería el caso de su alma, su consciencia, su espíritu… Los “dioses” egipcios conocían el secreto de la reencarnación, transformado en resurrección durante la época faraónica. Seth deseaba eliminar definitivamente a Osiris. Sin embargo, no contó con la obstinación de Isis por devolverle la vida a Osiris, recuperarlo del “país de los muertos” y reencarnarlo en Horus…”. El Diluvio y la Gran Pirámide El segundo acontecimiento importante que tiene lugar tras la muerte de Osiris es el famoso diluvio del cual habla Platón y que aparece en la literatura egipcia bajo la forma del estallido de la colina primigenia del horizonte A’akhet.
A’akhet, el Horizonte Este drama cósmico parece corresponder a la desaparición del astro negro Mulge de las tablillas de Caldea. El autor nos explica que este Mulge o A’akhet sería un antiguo planeta del sistema solar que se hallaba, en aquel momento, entre Marte y Júpiter y que actualmente se encuentra bajo la forma de un cinturón de asteroides. Alrededor de este planeta gravitaba una gran luna que habría sido expulsada tras la explosión de la Mulge-A’akhet. Esta luna sería la futura Venus. El autor la denomina Mulge-Tab (el compañero de Mulge).
Esta tésis audaz retoma en parte, aquella evocada en el libro “Mundos en colisión” de Emmanuel Velikovsky. Esta Venus errante, formará, antes de su definitiva estabilización, el nuevo sol salido del horizonte A’akhet, que ha venido para aportar luz al mundo de los vivos e importunar a los enemigos de la luz; los enemigos de Ra y de Osiris; es decir, al clan de Seth. La representación del estallido de la colina se halla en numerosos bajorrelieves egipcios, así como en lo alto de la entrada principal de la Gran Pirámide, la famosa montaña artificial creada con todo tipo de piezas por Isis para potenciar el regreso del alma de Osiris y dar a luz a Horus en secreto. El autor expone la asociación que se establece en muchos textos funerarios entre Isis y la Gran Pirámide. Este famoso diluvio era también el caballo de batalla del célebre y añorado Albert Slosman que, observando el zodiaco de Dendera, se había dado cuenta de que la fecha del diluvio correspondería, según sus cálculos, al mes de julio del año 9.792 a.C. Albert Slosman escribió varios libros sobre este tema en la editorial Robert Laffont. El autor nos explica que el primer paso de Venus fue crear un diluvio aterrador que se tragaría numerosas tierras, siendo una de ellas la famosa A’amenptah egipcia (la Atlántida). La antigua morada de los dioses del oeste se destruyó. Como se ha mencionado anteriormente, los sobrevivientes del cataclismo se denominaron posteriormente los Ua-Shenit “los desvinculados de la diosa vaca (Isis-Hathor) que se convertirán en Ua-Chinet (“hombre(s) del volcán)” en la lengua guanche de Canarias.
Del mismo modo, lo guanches darán al volcán de la isla de Tenerife el nombre de Esheide que Parks sospecha que podría ser una deformación de término egipcio Esed que significa “temblar, agitar y alterar”… ¡Es efectivamente sorprendente! Según el autor, poco tiempo después de este primer paso de Venus y de este último diluvio, Isis, hace aproximadamente 10 o 12.000 años, habría construido su Gran Pirámide. Desconocemos su verdadero nombre, el que se le asignó antes de los tiempos faraónicos, pero El autor sospecha que se llamaba Bit-Ra-Hem que se traduce por “Hathor, luz del rey Horus” Este nombre no deja de recordarnos la Bethlem bíblica en donde nacerá el Cristo Jesús.
El autor nos demuestra la evidente asociación entre Hathor e Isis. Hathor cuyo verdadero nombre es Hut-Heru (“la morada de Horus”) no es otro que el útero de Horus, la matriz del niño solar. Isis es la bien amada; es decir, Meri en egipcio. En cuanto al cuerpo de Osiris, a partir del cual Meri-Isis va a reanimar el código genético osiriaco para engendrar a Horus, los egipcios lo denominan Yuef, que nos recuerda desde cualquier ángulo, al José bíblico, el padre casi ausente del Nuevo Testamento y posible genitor de Jesús o Yshu, “el ungido”, aunque no esté demostrado. Una vez retirado el código genético y lograda la “operación alquímica” por parte de Isis, el cuerpo de Osiris será sometido al ritual del KRST, de “su colocación bajo tierra”, según las antiguas prácticas olvidadas hoy en día, pero que se encuentran parcialmente en los textos funerarios egipcios más importantes.
De la operación mágica de Isis, considerada como alquímica, surgirá Horus, el Mesi egipcio, literalmente “el engendrado a semejanza de Osiris”. La trama se ha formulado con toda claridad. Como habíamos señalado en nuestro anterior número, nos enfrentamos, con el respaldo de los jeroglíficos, a un gran número de nombres y de situaciones las cuales, desde hace dos mil años, se limitaban a ser presentadas como bíblicas (griegos y hebreos). Las similitudes entre la historia osiriaca y el nacimiento y la pasión de Jesucristo, pocas veces han sido tan claramente identificadas; y en todo caso, no como aquí con la utilización de la semántica. Los detractores intentarán desviar la atención hacia otras direcciones, pero las demostraciones son claras y desconcertantes. La muerte de Osiris y su resurrección parecen haber sido ocultadas durante mucho tiempo por el clero egipcio. Numerosos autores y egiptólogos lo han constatado. Este sería el ejemplo de Bojana Mojsov a quien le debemos el magnífico libro sobre Osiris, editado por Flammarion. Osiris, el chivo expiatorio y Umm El-Qaab Los misterios que rodean la muerte y la resurrección de Osiris se encuentran en el
centro de la cultura clerical egipcia. En este sentido, el autor nos muestra este increíble episodio del chivo expiatorio Asa’el (Azael), importante miembro del “ejército caído” dentro de la literatura judaica. Asa’el es considerado como responsable del entendimiento de la humanidad, y el libro de Enoh le atribuye la transmisión del saber: del hierro, de las armas, de los espejos y de las artes. Hecho excepcional, este “delito” se le atribuye igualmente a la serpiente instructora Enki en la cuarta tablilla sumeria de Kharsag… pero también a su doble Osiris, el civilizador.
Enki El autor sugiere que se trata de uno de los aspectos de la “culpa bíblica” y nos dice al respecto: “los textos funerarios egipcios como el Libro de la Vaca Celeste evocan la gran rebelión del género humano contra Atum-Re (el dios sumerio An o el Yahvé bíblico). Desconocemos los verdaderos motivos de esta revuelta así como el desarrollo de la misma, simplemente que la humanidad se había “levantado” contra el dios supremo y, este último habría recurrido al diluvio para conseguir su propósito. Osiris tenía como misión otorgar al género humano los medios para medirse con los “dioses” y sobre todo, de volverse autónomo. El diluvio de Atum-Re es estrictamente similar a lo que sucede con la muerte del chivo emisario Osiris. (cf. el estallido de la colina primigenia del horizonte A’akhet). Aquí hay un efecto de acción-reacción que, evidentemente, no puede ser, una vez más, el producto del azar”.
Templo del Osireion, Abydos Tras la muerte de Osiris y el famoso diluvio, parece ser que la humanidad tartamudea y se reconstruye mal que bien. Los dioses y los héroes de nuestras mitologías se enfrentan y se involucran en interminables batallas que la literatura, mediante textos inscritos en papiros o bien grabados en los muros de los templos, nos informan de los conflictos entre Horus y Seth. Abydos, la morada de Osiris, se convertirá en el centro cultural y religioso más importante del antiguo Oriente. Será la Meca o la Jerusalén antes de tiempo. La sombra de los seguidores de Osiris con cabeza de perro, planea sobre los lugares. Los faraones de las primeras dinastías históricas se harán construir sus tumbas en el cementerio de Umm el-Qaab, para asegurarse la benevolencia de su dios Osiris. Todos los grandes reyes de Egipto (Sesostris III, Sethy I, Ramsés II…) consagraron una parte de sus esfuerzos en la construcción o reconstrucción de templos, edificios o moradas de eternidad en Abydos, en honor al primer dios-rey venido de occidente Khentamentiu-Osiris. Abydos es la primera fundación sobre la cual se erigirá toda la civilización egipcia. Como resultado de la búsqueda perpetua de su historia, el antiguo Oriente parte hacia la persecución del cuerpo de Osiris. Esta búsqueda parece haber desplazado las multitudes hacia Abydos durante milenios. Numerosos expertos lo confirman. Anton Parks piensa que todo empezó cuando Horus reveló al pueblo la muerte de su padre y que, por otra parte, despertó el culto a Osiris, visto como una resurrección del dios de los muertos. El autor del Testamento de la Virgen nos sugiere la utilización de un maniquí, tal vez articulado, manejado por el clero y colocado en el corazón del Osireion para hacer creer al pueblo que Osiris seguía vivo y, de esta forma, esconder su asesinado. Numerosos pasajes de los Textos de las Pirámides y fórmulas de los Textos de los Sarcófagos, presentan a Horus despertando a su padre en Abydos, en el centro de una tumba. El autor ve en esta escena la resurrección de Osiris, a saber, de El-Asar o Asar-El (“El creador Osiris” en egipcio), ingenioso juego de palabras con el ángel caído. Asa’el, mencionado anteriormente, no es otro que El Azar, el Lázaro del Evangelio de Juan que Jesús resucitará como lo hizo Heru (Horus) con Asar (Osiris) en los textos funerarios egipcio. El Azar (Lázaro) es llorado por sus dos hermanas Martha y Maria de Betania, imagen de las bien amadas Meri-Aset (Isis) y Meri-Miktal (Neftis), ésta última siendo la doble de Maria Magdalena… El autor señala al respecto que Miktal es un término egipcio que significa “torre”. Es una extraña coincidencia hallar encima de Neftis el jeroglífico del templo y de la copa, ambos formando la famosa torre con la que Maria-Migdal (Maria-magdalena = Maria de la torre) se asocia precisamente por su nombre. El autor recalca el hecho de que Neftis es considerada como la compañera de Osiris mientras que Maria Magdalena lo es de Jesús… Resulta difícil no concluir
que se trata de una transposición literaria ejecutada por los escribas. Pero, ¿Dónde se encuentra el cuerpo de Osiris a partir de todo esto? En Abydos se celebraban peregrinajes célebres y grandes procesiones con el propósito de hallar el cuerpo de Osiris y celebrar su pasión. Este acontecimiento tenía lugar cada año y se desarrollaba durante el mes de Khoiak: se escenificaba la muerte y resurrección de Osiris. El punto culminante llegaba con la procesión que salía del templo del dios Khentamentiu-Osiris (cerca del templo de Ramsés II) recorría una vía que conducía hacia el sudoeste, a la terraza del gran dios. Los arqueólogos denominan esta ruta “el valle procesional”. La procesión se paraba en el lugar considerado como la tumba de la divinidad, a unos 2 kilómetros del Osireion, en la zona de Umm el-Qaab (“la madre de todos los potes”), yacimiento de carácter funerario donde se encuentran las tumbas de los primeros faraones. Una de estas tumbas, la del rey Djer (dinastía I), fue considerada, por la tradición oral, como la tumba de Osiris.
Reconstrucción informática del Templo del Osireion, en Abydos El autor comenta que el yacimiento de Umm el-Qaab evoca el desierto Dudael donde se supone que fue enterrado Azael o Asar-El (Osiris), el ángel caído de la tradición judaica. “Entonces el Señor (Yahvé) le dijo a Rafael: coge a Azael, átale los pies y las manos; tíralo a las tinieblas y abandónalo en el desierto de Dudael. Haz que caigan sobre él piedras pesadas y puntiagudas, envuélvelo de tinieblas. Que permanezca para siempre, que su fuerza sea cubierta por un espeso velo y que él no vea nunca más la luz. Y cuando venga el día del juicio, sumérgelo en el fuego. Mientras tanto, purifica la tierra que los ángeles han manchado, anúnciale la vida, anúnciale que yo la revivificaré. No morirán todos los hijos de los hombres como consecuencia de los secretos que los vigilantes les han revelado y enseñado a sus descendientes. Pero la tierra ha sido manchada por las enseñanzas impuras de Azazel. Él es quien ha de ser responsable de todos los crímenes”. El libro de Enoch, capítulo 10, 6 a 12. La etimología del desierto Dudael, en el que el chivo expiatorio Asar-El (Osiris) está atrapado, procede del arameo Daddu’el, de la raíz Daddâ (pecho), dando como resultado “los dos pechos del señor”. El mapa de Abydos nos ofrece una montaña cavernosa en forma de pecho con dos extremidades: “el Señor de las Ofrendas” y “la Dama de la Vida). Y, es en el hueco de este pecho donde está situado precisamente el yacimiento de Umm el-Qaab. La etimología más corriente de este nombre hebreo es DUWD’EL que significa los “potes” o las “jarras”. Ello autoriza al autor a traducir esta palabra por “los potes o las jarras del señor”. Todos los años, los peregrinos pasaban algunos días en el yacimiento de Umm el-Qaab con la finalidad de buscar la tumba del “rey de la tierra”. La zona se halla repleta de miles de potes y de jarras de arcilla dejadas por la multitud de peregrinos que han visitado el lugar durante milenios. Como lo menciona el autor, un ambiente denso y misterioso sobrevuela el yacimiento de Umm el-Qaab. En cuanto a la cuestión del origen de la civilización egipcia no deseamos ponerlo en duda, sobre todo, a partir de las nuevas dataciones. Por ejemplo, la tumba desenterrada e inaccesible al público del rey Djet. Sus dos puertas se hallan protegidas por paredes de adobe. Ningún visitante puede entrar. El Enoch egipcio Veamos otra demostración del imprescindible texto del Testamento de la Virgen. Enoch llamado “el justo” es un iniciador, de ahí su nombre hebreo Hanokh: “iniciado”. Como indica Parks, en Egipto, el único personaje mistagogo capaz de desempeñar el papel de mensajero como lo hace Enoch, el único que puede poseer los secretos del Cielo y de la Tierra, el único que posee el poder de hablar en nombre
de los dioses, que puede resolver los conflictos entre los dioses, interceder entre los dioses y los humanos y tener la capacidad de escribir la Maat (justicia) no es otro que el dios del pilar del templo: Thot.
Thoth Su sabiduría lo convierte en el pilar de todo Egipto y, de ahí procede su nombre griego Hermes “el pilar”. Bajo estas condiciones, Thot no es otro que “el Señor del Pilar”. N-Ukha (Enukha) “el del Pilar”. El nombre Enoch se halla igualmente en el término hebreo Hanuka cuya raíz significa “inaugurar” o “inauguración” y cuyo número es el 8. Gracias a su consonancia con el codo real, Toth o Enukha (“el del Pilar”) es un reflejo del hebreo Hanuka (“inauguración”), precisamente el que inaugura, vigila y celebra con la diosa Sheshat, los rituales de fundación de un templo. El número ocho, asociado a la fiesta judía de las luces Hanuka está también conectada a Thot en su calidad de “jefe de los ocho” y Señor de Khnumu, la “ciudad de los Ocho”, título que hace alusión a las 8 entidades primordiales reptiles i anfibias que habrían organizado la materia. Thot es igualmente “el Visir de la luz de Ra”, como Enoch es el“ministro de Yahvé”. Enoch es un profeta mientras que Thot (Enukha) posee el epíteto de “aquel que sabe, que anuncia el mañana y que percibe el futuro sin equivocarse”. Thot ha anunciado el nacimiento de Horus a Isis, como Enoch ha profetizado la llegada del Mesías en el Libro de Enoch, en el capítulo 61 (1 a 13).
Juan el Bautista en Egipto El autor continúa su búsqueda y nos revela otro descubrimiento no menos sorprendente. En el Nuevo Testamento, Juan el Bautista, el primogénito del Mesías Jesucristo, profetiza y prepara la llegada del Cristo como lo hace su doble egipcio Horus el Viejo que el autor asimila con el dios Ra. Paul Barguet (antiguo conservador del Departamento de Antigüedades Egipcias del Museo del Louvre) también se había dado cuenta de esta analogía entre Horus el Viejo y Ra en su análisis del Libro de las Cavernas (cf. “Aspectos del pensamiento religioso del antiguo Egipto”). Hasta que Horus, el hijo de Isis, no sea coronado rey de las dos tierras de Egipto, Horus el Viejo será el protector del país, el protector de Isis y de su hijo. Desde su nacimiento, Horus estaba destinado a detentar, por su madre, el reino del Norte. Yoan Baptistes (Juan el Bautista) no es otro que Yuan Bati “la maza de rey del Norte” en egipcio. El hijo solar, Horus el Viejo, era el brazo armado de Egipto. Era el “arma fatal” que debía reconducir por el buen camino a los pecadores que se habían apartado del culto de Osiris. Parece ser que la primera misión de Horus el Viejo fue la de encauzar las divinidades de la llanura de Guiza (en la que permanecían Isis y los suyos), los perdidos del Sur, los que escuchaban una autoridad sacerdotal considerada corrompida. Horus el Viejo era un guerrero que sembraba el arrepentimiento y este se asocia con el bautismo del arrepentido Juan el Bautista en el Nuevo Testamento. Anton Parks explica que muchos territorios del sur de Egipto, originariamente bajo la autoridad de Osiris, habrían sido usurpados por Seth tras su asesinato. La finalidad de su hijo Horus era la de recuperar estos territorios y llevar la doble corona.
Horus
El autor explica que Horus el Viejo tenía la misión de proteger también a Isis cuando ella dio a luz a Horus. En este sentido, en el famoso pasaje de la virgen y del dragón, procedente del Apocalipsis de Juan, estaría la descripción de Isis cuidando a Horus en la Gran Pirámide, mientras que en el exterior tenía lugar una batalla entre Michael (Horus el Viejo) y el dragón (Seth). Tras haberse hecho el milagro, la virgen se desplaza y se esconde en el Eremos (desierto) como lo hará Isis en los marjales para salvar a su hijo. Así pues, Eremos parecer ser un término codificado en sumerio antiguo bajo la forma de ERIM-US que significa “las fundaciones de la cámara de tesoro”. Es en este lugar donde Isis se habría escondido con su hijo. Esta sala secreta se situaría bajo la cámara de la reina. Gilles Dormion ha descubierto esta cámara con su radar y la ha denominado “cámara de Keops”. Por su parte, el autor denomina esta habitación escondida “Cámara del Fénix” y explica las razones en su libro. Es uno de los monumentos importantes de su libro en el que el autor no deja ninguna duda posible acerca de la evidente asociación entre este pasaje del Apocalipsis y el nacimiento escondido de Horus…
El funcionamiento alquímico y eléctrico de Bit-Ra-Hem El autorconsagra una cuarta parte de su libro al funcionamiento de la Gran Pirámide y a su propiedad de matriz de Horus. Este proceso implica alta tecnología y también un tipo de magia.
Supuesta reconstrucción de la explanada de Giza, en Egipto, con la Gran Pirámide como monumento hidroeléctrico y alquímico El autor nos dice: “el subsuelo de la llanura de Guiza se halla inundado por un posible afluente del Nilo subterráneo. He leído recientemente en la prensa que los equipos del Servicio de Antigüedades Egipcio, bombean el subsuelo de la llanura para poder acceder a niveles inexplorados… ya que bastantes pozos muy antiguos están cavados alrededor de la Gran Pirámide.
Jeroglífico Bit-Ra-Hem Entre estos, sobresale un enorme pozo en pendiente cuya presencia no es explicada por los arqueólogos. Pienso que detentó la función de bomba volumétrica utilizando el principio de empuje de Arquímedes. Este sofisticado procedimiento hidráulico implicaría la utilización de diferentes pozos de la llanura de Guiza como plataformas de elevación utilizando, a la vez, las técnicas del émbolo cerrado y del émbolo sumergido. Otro punto importante es que la Gran Pirámide estaba rodeada por un muro mucho más alto de lo que la arqueología ha demostrado.
A los pies de la Gran Pirámide, en el lado este, justo detrás de los retos de pavimento del templo alto de Keops, se encuentra un pozo del que sospecho suministraba agua a la zona gracias a la técnica de empuje de Arquímedes, ejercida por la combinación de diferentes pozos que se hallaban cerca de la esfinge. Este famoso pozo es visible en diferentes fotografías. Olivier Marquer (realizador de las imágenes en 3D del Testamento) y yo mismo, hemos constatado que este pozo ha sido objeto de distintos camuflajes en el transcurso de decenios: una enorme losa y rejas lo han cubierto sucesivamente. Actualmente, este pozo está descubierto y se encuentra precisamente al mismo nivel de dos grandes fosas de barca que se encuentran situadas a lo largo de la cara este de la Gran Pirámide. La Gran Pirámide necesitaba agua para activar su bomba hidráulica subterránea. Este descubrimiento se debe a dos investigadores: Edward Kunkel (“Pharaoh’s Pump” . Kunkel, 1962), y más recientemente a John Cadman.
Bomba hidráulica de John Cadman Entre 1999 a 2002 John Cadman ha realizado varios prototipos para demostrar que la sala subterránea de la Gran Pirámide no sería una cámara inacabada como lo piensan la mayoría de los egiptólogos, sino más bien una bomba de tipo carnero hidráulico. El agua del estaque alimentaría el conducto principal de la Gran Pirámide asimilada por la arqueología a la antigua entrada de la pirámide. Yo adelanto que la verdadera entrada, hoy en día tapada, está justo arriba y que este pasaje era sólo un conducto hidráulico que proveía de agua la cámara subterránea (la bomba). La energía hidroeléctrica generada en la cámara subterránea era comparable a la que se obtiene actualmente en una pequeña central gravitatoria.
La energía cinética debía entonces convertirse en energía eléctrica mediante una turbina colocada en la cámara subterránea. Olivier Marquer y yo sugerimos que esta energía alimentaría enormes pilares Djed colocados en la gran galería que hemos identificado como bobinas de tipo Tesla que amplificarían el campo magnético natural u “orbe” hallado alrededor de toda la pirámide. Debemos el descubrimiento de este “orbe” al ingeniero en electrónica Joe Parr que ha efectuado numerosas experiencias en la Gran Pirámide y desarrollado posteriormente en su laboratorio. Durante sus investigaciones, Joe Parr ha descubierto que este campo operaba como un escudo capaz de bloquear todo tipo conocido de radiación electromagnética, incluso la de los rayos gamma. Estos experimentos le permitieron comprender que una vez activado y reforzado este escudo, el conducto sur de la cámara del rey funciona como una puerta de las estrellas, abriendo una vía hacia Orión. En Egipto, la zona de Orión simboliza el camino que lleva hacia Osiris, una dirección a seguir, el principio del viaje para encontrar a Osiris. Cuando leemos los textos funerarios egipcios, comprendemos que este era el camino que debían tomar los reyes difuntos para encontrar a Osiris en el cielo. Pienso que la cámara denominada del rey en la Gran Pirámide tenía la función de caja de resonancia y de amplificador de ondas acústicas de las letanías ejecutadas por Isis y sus tres hermanas: Neftis, Selket y Neith. Un buen número de fórmulas de resurrección atribuidas a Isis o a Neftis, para hacer revivir a Osiris, podrían haberse cantado. La “magia” se producía cuando las frecuencias sonoras obtenidas se amplificaban progresivamente y se arremolinaban en la
sala. La potente energía telúrica y la fuerte concentración de sacerdotisas producían en aquel momento, una subida de energía. El calor del corazón engendra la luz del espíritu la cual genera la chispa que abre las grandes puertas del mundo “invisible”. Yo pienso que el fervor de los cantos y la intención de las “magas” han actuado sobre el campo de las formas y de los fenómenos. En otras palabras, esta operación tenía como objetivo expulsar y amplificar la onda “osiriaca” procedente del cuerpo de Osiris encerrado dentro de su sarcófago en la cámara de rey. Una vez esta onda “despertada”, ésta debía ser devuelta temporalmente gracias a un aparado de tipo conjugación de fase (MRT).
De los cuatro conductos (cámaras del rey y de la reina), el conducto del sur de la cámara del rey (dirigido hacia Orión), es el único biselado. Desde mi punto de vista, es aquí donde se colocaba este aparato que recordaba, tal vez, el inventado por Mathias Fink (ESPCI de París). La impronta osiriaca habría remontado, de esta forma, el paso del tiempo partiendo desde la muerte de Osiris hasta su nacimiento. Una vez reiniciado, esta impronta habría sido expulsada hacia la escotilla del conducto sur y habría asumido el papel de cabeza en busca del alma de Osiris. Una vez hallada el alma en el espacio, la impronta osiriaca debía volver como el ave Fénix, con la esencia de Osiris. Es por ello que las tradiciones estipulan que el Fénix volvía con su padre… He aquí una parte del gran secreto de Isis para hacer volver a su esposo y gemelo celeste de entre los muertos y reencarnarlo en su hijo Horus…”
La reescritura de la historia y la recuperación del Ciclo Osiríaco A lo largo de su historia, Egipto no ha cesado de ser un teatro de conflictos sangrientos entre diferentes cleros. La historia implícita en los cuatro evangelistas es distintivamente la de una guerra civil entre Jesús y los sacerdotes judíos, una lucha feroz que no es otra que una guerra de religión iniciada ya con su primogénito Jean le Baptiste. Jesús se revindica como el hijo de Dios, mientras que Horus hace estrictamente lo mismo con su padre Osiris autoproclamándose Mesi “el engendrado a imagen de Osiris”. Durante el transcurso de su redacción, el autor nos muestra la técnica de mistificación utilizada a través de los siglos por los diferentes escribas y sacerdotes de Oriente, para ocultar la muerte de Osiris (de este hecho para disminuir la importancia del ciclo osiriaco) y para encontrarlo de nuevo reciclado al principio del cristianismo. La historia fundacional de Isis y de Osiris ha sido claramente explotada, desmembrada como el cuerpo de este último y dispersada entre las Santas Escrituras. Parks explica que estamos ante una utilización de la fonética gradual, transformadora de la tonalidad de los términos. La mayoría de los diferentes términos desmitificados en el conjunto del Testamento de la Virgen, pertenecen al vocabulario corriente del antiguo Egipto. Es muy probable que hubieran sido empleados oralmente y designando localidades e individuos bien distintos, los cuales formaban parte de un vocabulario derivado de la antigua epopeya osiriaca. Estos términos han sufrido una conversión voluntaria del lenguaje egipcio hacia el hebreo y el griego, gracias a la historia oral de los dioses propagada por los sacerdotes judíos que Roger Sabbah denomina Yahuds. En efecto, el pueblo hebreo habría vivido durante muchos años bajo el suelo egipcio. El autor demuestra que un número indefinido de de términos egipcios tienen múltiples correspondencias en el vocabulario hebreo y arameo. Algunos términos como Meri (Maria), Yuef (José), Yshu (Jesús), Mesi (Mesías)… han permanecido en la lengua egipcia. Otros nombres compuestos como Nasha-Reth (Nazaret), Meri-Miktal (María Magdalena), ‘N-Ukha (Enoch)… han sido borrados. Sin embargo, su registro se mantiene si se intentan reunir sus partículas. Esta costumbre de enterrar el vocabulario que estaba en relación con la triada divina egipcia (Isis, Osiris, Horus) ha permitido elaborar las escrituras que conocemos con el fin de promover una nueva imagen de Dios. Una vez realizado el lifting de la historia, o más exactamente, una vez estos nuevos datos validados oralmente y, más tarde, escritos, era fácil pretender que manifestaban la única verdad.
Durante varias generaciones estas manipulaciones se han convertido en una sopa indigesta de la que no es posible identificar los ingredientes. La codificación o la progresiva ayuda en la transformación de las lenguas, los términos sumerios que habían pasado al lenguaje egipcio y los términos egipcios mezclándose con los hebreos. Desgraciadamente para la “versión oficial”, la lexicología bíblica posee un fallo importante. El examen minucioso que el autor hace del léxico empleado en la Biblia, permite determinar de dónde provienen algunas fuentes utilizadas. Estas fuentes han sido absorbidas de modo progresivo por los diferentes redactores de la Biblia. El resultado de este proceso es un vocabulario bíblico que se supone original (esencialmente hebraico y griego). Sin embargo, tiene sus orígenes y terminologías de los mitos fundacionales egipcios y mesopotámicos. Esto es lo que demuestra claramente el Testamento de la Virgen. Hasta las últimas páginas de su chocante libro, el autor llega hasta el final de su razonamiento y no ahorra ningún esfuerzo para demostrar la buena fundamentación de sus teorías y descubrimientos. El lector se halla sumergido constantemente en superposiciones históricas y confirmaciones lingüísticas. El trabajo es riguroso y sobretodo de una poco habitual calidad. Es una bomba dentro de las convicciones dogmáticas y religiosas.
Podríamos preguntarnos el por qué ningún lingüista o historiador nunca antes había comentado todas estas similitudes lingüísticas e histórico mitológicas entre las historias de Jesús y las del ciclo osiriaco. Es difícil entenderlo. Creemos que la mayoría de los descubrimientos divulgados en el Testamento de la Virgen debían ser conocidos por algunos pocos privilegiados, pero que los investigadores que, tal vez, observaron algunos de estos elementos, los habrían ocultado para no poner en peligro su carrera o tal vez, su vida. Artículo escrito por James G. Rooms y Anton Parks Animación informática: Olivier Marquer Traducción: Emma González Gil