Baila Micaela, baila. Poemas para niñas y niños que no se fastidian.

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OSWALDO ANTONIO GONZÁLEZ

Baila Micaela, baila

.

Poemas para niñas y niños que no se fastidian.

Con dibujos del autor.



Este poemario está dedicado

A Micaela. A Miguel Eduardo, a Diego, a Luis, a Lorena, a Daniel, a Danna y a Natalia mis sobrinos del alma.

A Ariadna y Sofía, dos señoritas muy boniticas. A Gabriel, por ser un niño apacible. A Vansuli, hija de Krishna.

A Domingo, Dios que se disfrazó de barrendero. A Pablo Molina, por ser el abuelo de este libro.

A todas las niñas y a todos los niños del mundo.

Siempre serán benditos.



Tu mano

La primera vez que me diste tu mano chiquitica,

menuda flor de cinco pétalos,

para que te llevara de paseo,

¡sentí un susto!

Es que ponías el pajarito manso de tu niñez,

entre mis manos, casi siempre tan torpes,

para que yo,


lelo trovador atolondrado,

solito lo cuidara.



Mama se volvió flores

Para que tú nacieras, tu mamá apartó la tierra dura.

Bebió gota a gota del pozo huidizo de los sueños

y tejió, con las rojas ramas de sus venas, una cuna tibia,

cerca del tuntún del corazón.

Para que tú nacieras, la vida se abrió en su centro, vuelta flores.


Tu papá Este, con los bigotes grandototes, es tu papá.

Aunque no es tan fuerte como el fortachón del circo,

se echa el mundo encima,

con las cornetas, con los frenazos, las madrugadas, los chaparrones, los empujones, la gritería; la comida fría, los malhechores, la policía…

Todo ese zaperoco que pisa y pesa, que nunca pasa.


Tu papá sostiene a este mundo, tan pesado como… ¡el fortachón del circo!,

para que tú

siempre te rías.



Ecosonograma

Eco so no gra ma.

Así eras tú mientras crecías dentro de la barrigota de mamá.

Palpitabas

como el corazón del universo.



Tamaño

Ahora me llegas por aquí.

Después serás más grande que yo.

Más grande que esta casa.

Después serás más grande que papá, que mamá.

Luego la calle te quedará pequeña.

Serás muy grande.

El mundo es del tamaño de tus pasos.



Fotos de familia

¡Ajá! Esta es la tía Luisa: Siempre saca colores de una canasta tejida con las nubes de su risa.

Este es tío Leonel: Parece un gato listo para cazar el ratón de la computadora.

La tía Yudi: Los cabellos siempre enrollados, serpentinas que se mecen sobre su picardía de azúcar morena.

Tía Soraida, que siempre se ríe: Es una niña comiendo patilla. Dos pepitas brillantes son sus ojos.


La tía Sonia: Traviesa como la luna que juega a las escondidas, o como una arepita de anís dulce.

Y esta es la abuela Eulalia:

¡Qué muchacha tan alborotada!

Pinta, joropo tuyero baila y sabe pedirle a la tierra sus sabores.

Este soy yo:

Sí, ese día estaba un tantico triste.

¡Es que el planeta tiene un poco de fiebre!




Las abuelitas Después de haber sido tanto tiempo serias señoras de su casa, las abuelas vuelven a ser

guachafiteras.

Después de algunos ratos amargosos, de nuevo son dulces y tibias como suspiros recién salidos del horno.

Son niñas otra vez… Por eso son tan sabias.



Baila Micaela, baila

Baila Micaela, baila, como una ardilla que brinca entre las ramas.

Baila Micaela, baila que la brisa y los pĂĄjaros encendieron su mĂşsica.

Baila Micaela, baila.

La vida quiere festejar contigo.



Canción para que comas

Negritas faramalleras, con su sonrisa de arroz, esperan con alboroto para pasear en avión.

El queso les pintó canas aunque son negritas mozas, mas ellas cantan y brincan, tocan tambor y retozan.

Ya se encienden los motores. Por fin despega la nave. Da vueltas, cruza las nubes… Alguien ordena: “¡A sentarse!”.

Las negritas bajar quieren pues se sienten muy mareadas y es que tienen tanto susto ¡qué se están poniendo blancas!


Ya se ve pequeño el plato. Pide pista el capitán: “¡Torre de control, la boca abra para aterrizar!” ¡Hummm! ¡Qué sabroso está este avión!




Chamitas

De pronto, sobre los cerros, amanecen bailando, miles de chamitas.

Sus ojos, aún brillantes de rocío, se parecen a los tuyos.

Llevan las caras coloreadas con onoto porque están muy alegres.

Sus amigas, las hékuras de la brisa,

bailan con ellas.

¡Baila tú también, dulce flor, fresca risa!

Hékuras son espíritus de la naturaleza según el pueblo Yanomami, que habita las selvas amazónicas




Cuatro escritoras que no (se) fastidian



Teresa sabe a papelón Teresa, la uva más radiante de la Parra, la señorita Grano de Polvo, Fru Fru bailarina del sol, se escondía entre los cañamelares a escribir su diario y unos cuentos endulzados con papelón porque se fastidiaba.

Sé de algunas señoritas que se fastidian

porque no escriben, porque no leen.


Velia en un bosque

Dentro de la carpa de un Gran Circo de Papel donde los maromeros y equilibristas niños son,

Velia abre La Ventana Mágica para que los pájaros, que también son niños, escapen de la Jaula de Bambú a jugar sobre las aguas del viejo Orinoco.

Sacude su maraca repleta de estrellas mientras entona un Arrunango, dulce como turrón de merey, para arrullar a las Mariposas y arrendajos.

Huyendo de los hombres de las uñas afiladas


que la querĂ­an mansa, Velia se adentrĂł en un bosque, laberinto verde de neuronas,

o tal vez renace shamana en la regiĂłn de las piedras grabadas por los dioses del agua y de la selva.


Mercedes de los espantos

Marramiau miau mirramiau…

(¡Perdón, sí es verdad que ustedes hablar no saben en gatuno!)

Quise decir:

En Caída libre saltan los ríos.

Mercedes y yo los hemos visto galopar bajo la luna, protegidos por “encantados” que se llevan a los matabosques.

“¡Vuelven los fantasmas!”, nos cuenta, divertida por los sustos que le pegan los antiguos.


¡Qué otros cuenten historias quemadas por el sol!

Mercedes se sabe los Cuentos de la noche.

Y ahora, si me dan un permisito,

me voy a acomodar en su regazo, pues Mercedes me susurrará sus Cuentos para gatos que me hacen ronronear…

¡O que se me paren los pelos…! Mercedes me dictó un Diccionario franco sobre los aparecidos que espantan por los caminos sinuosos de la mente.


Laura a favor de los montes y los llanos

Laura titiritea con las palabras.

Siempre anda tramando su Pequeña revancha contra el aburrimiento.

Cuando terminó de cosechar sus muelas, lloró calladita por la muerte del monstruo come-piedra.

Luego se calmó cuando supo que Un carro largo se llama tren.

Antes de salir de viaje hacia el infinito, su mamá le enseñó que La luna no es pandehorno.


Laura no dormía, preguntándose: “¿Cenan los tigres la noche de Navidad?”

Ya está más tranquila pues Jacobo ahora no se aburre, así que voló con Diana en la tierra wayúu sobre Una vaca querida que se salvó de volverse bistec.

Laura se fue con Emilio en busca del enmascarado de plata a disfrutar de La aventura de leer.

Laura me contó un secreto:

“¡La señora Morcilla no tiene cosquillas!”



Señoras y señores



1

Este es un señor Hombre:

Como, se supone, que está haciendo algo importante,

este hombre

se para tieso, arruga la frente, hace como que está bravo:

pone cara de señor.


2

Esta es una señora Mujer:

Jamás se atrevería a lamerse los dedos después de comerse un helado.

O a caminar descalza sobre la grama.

¿O sí?


3

Y este es un seĂąor

Perro:

Se revuelca en la grama, trata de morderse la cola, le canta a la luna, y se rasca la panza si le pica.

Y no se preocupa por ser un gran seĂąor.


4

Esta es una seĂąora Zorra:

Sin que le pidieran permiso para separarla de sus cachorros

a alguien se le ocurriĂł que se verĂ­a bonita alrededor del cuello de una ogra.


5

Este es un Señorito señorita.

Le gusta peinarse, andarse con brinquitos reír, verse elegante…

Como a todo el mundo.

Y como a todo el mundo

también le gusta ser querid@.


6

Y este es un seĂąor:

Recoge latas

y sigue su camino

silbando tranquilito,

como todo el que se gana

en paz su comida.




Tres poemas sobre perros y gatos‌

y uno de grillos.



Vida de perros

¡Qué difícil es ser perro, Micaela! ¡Qué difícil!

Si ladramos, molestamos a quien duerme, asustamos a los niños.

Y si no ladramos...

si no ladramos pareciera la noche un negrísimo nido abandonado.




Un gato

Un gato muy importante, como todos los gatos,

está muy ocupado limpiándose y peinándose.

Aunque es muy importante, como todos los gatos,

cuando pasas, levanta la cabeza, solo un poco,

y te mira con el rabo verde del ojo.

¡Cualquiera diría que eres más importante

que los gatos!


Perros y gatos

Cuando Silvestre duerme a pata suelta sobre Ody,

ÂżquiĂŠn quiere saber de guerras entre perros y gatos?


En la calle

AllĂĄ abajo estĂĄ la calle:

Los carros pasan siempre,

como abejas apuradas.

Los grandes corren de un lado a otro,

como hormigas atareadas.

Los niĂąos mueven los brazos, pegan la nariz de las vidrieras, forman un gran zaperoco,

como grillitos

enamorados.




¿De qué tamaño me quieres?



¿De qué tamaño me quieres?

Te quiero del tamaño del tren que corre inmenso hacia el futuro,

cuyas ruedas son galaxias que giran hasta el vértigo.

Te quiero del tamaño de un árbol curandero

cuyas raíces se alargan a aliviar el corazón del hombre avaro,

corazón que está enterrado hondo junto a su oro.


Del tamaño de un árbol juguetón y flaco

cuyas ramas hacen cosquillas,

en las orejas,

a la Osa Mayor.

Te quiero tan grande como el abrazo de un Dios

maternal y dulce.



DiosaDios

Ese viejo risueĂąo que barre sin dientes la calle, es Dios.

Y esa risa que descubre tu escondite, y este andar silbando por el mundo.

Aquel pajarraco que canta y brinca entre los camburales, loco de contento, es Dios.

Esas nubes que nos miran desde lo alto como hermanas mayores, Diosas son.

Las chispitas que bailan en la noche fresca de tus ojos, Diosas tambiĂŠn.


Dios es de todos los colores.

Diosa cambia su forma como el viento.

Tatarabuelo Olofi o DemĂŠter, Diosa Madre, Quetzalcoatl Pachamama o YemayĂĄ

DiosaDios se hace llamita, o vientre, o nido,

si hace falta.


Otro atardecer

¿Recuerdas que hace un rato el sol nos guiñaba los ojos y nos hacía sudar como a caballos revoltosos?

¿Ves cómo ahora se va y deja su recuerdo, pintado con rojos, naranjas, morados y un poquitín de verde?

Ya verás que mañana, nos despertará con sus besos calienticos.

Como desde siempre, este sol ya hoy tan viejo se hará niño.


Another sunset

Do you remember that a little while ago the sun it was winking its eyes to us and made us sweat like horses riotous?

You see how it's going now and leaves its memory, painted with reds, oranges, purple and a little bit of green?

You'll see that tomorrow it will wake us up with its warm little kisses.

As since always, this sun already so old today it will becomes a child.



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Oswaldo Antonio GonzĂĄlez es el Ăşnico autor de los textos e ilustraciones incluidos y posee la totalidad de derechos sobre los mismos.



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