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REVISTA SEMANAL DIRECTOR: A. VALERO DE BERNABÉ Año l l . - N ú m . 2 2 . ~ M a d r i d , 10 de Febrero de 1935
sean niinco con eu tempera uieutü _v condiciones; pero taml)ién lo es que confonne avance vaya eliminándolas para hallarse a sí mismo al final. Esto es: haciendo surgir su personalidad sin violencias y dando con la obra el sello inconfundible de su estilo, que es el arte en definitiva. Y este mismo proceso debe ser el de nuestro cine, mejor dicho, el de nuestros directores, pues que ellos hacen las películas y ellos son el cine. Llevamos y a en España un largo periodo de fonuación cinematográfica. Nos hemos influenciado de todo y de todos. ~Y ahora, cuando y a se ha resuelto, gracias a los nuevos Estudios, lo que parecía más difícil, que es la parte mecánica, falta cl artista. Es decir, no falta: está parado en el mi.smo lugar que hace años, y escribe al dictado de US colegas internacionales. Su pei-sonalidad UQ ha surgido. Y jiadccicndo un em|)acho de lecciones mal digeridas, se ha atrofiado al llegar a la madurez, haciendo imposible todo fruto normal. Sigue imitando a éste o a aquél, creyendo que habla en su propio lenguaje. Cuando los directores españoles—los que hay y los que están por revelarse—encuentren su personalidad, podre-
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ON esta» misma.< palabras terminábamos nuestro artículo anterior, refiriéndonos a los comentarios que un periodista francés puso en Comadia a unos trabajos jíublicados en estas columnas. Apoyados en ellas, nos entra hoy el deseo de monologar sobre el tema, .va cpie a pesar de insistir en él algunos escritores, los animadores cinematografieos no han querido recoger ni una sola de sus sugerencias. pensamos nosotros ser más afortunados, ni uiueve nuestra pluma autoritario aire de dómi'le; lo que deseamos es simplemente conversar con nosotros mismos, poner unas notas al asunto, ^ue por cierto es sabroso y sugestivo, y si de paso podemos, sin proponérnoslo, conseguir deshacer en alguno de los que nos es<iuchen el falso concepto que del tema tienen, miel sobre hojuelas. E.xcesivas pretensiones nos parecen; pero queden ahí. ' Es natural -otra tjosa «iría fruto prematuro .\ falto, |K»r tanto, de sazón—que to<lo artista en I'riodo de formm-ión se alimente de iufluciuáas 'rabiljo <;onducido por is<:uela.s y estiUis que^
Ko^ila hallfítcroü en una <-s<'<-iia (ll- ln (irotliu-rióii luicíonal : \ i v a la vicia!»
mos echar las campanat. a vuelo, ponpie el cine de casa habrA empozado a españolizarse. Habrá dejad<j do ser un remedo d d tune francés, yanqui o alemán; remedo perfecto, si se quiere, pero remodo al fin, para encontrarse al principio de su verdadero camino. Hay quien no comprende qué e.i lo que puede ser cine español, y hay quien espora que se lo descubran, tratando asi de pescar truchas a bragaa enjutas. ¡Donosa salida, porque no es secreto para nadie! El eme español h a de ser fuertemente personal, afín con nuestra psicología y nuestras costumbres, con nuestro sentimiento y con nuestra raza; como son españolas por esto las novela» de Vnlera v Alarcón, las pinturas do Velázquez y Goya,; y laa partituras de Chapí y Jiménez. Reflejando los su-! cesos de nuestra vida, las palpitaciones de nuestra raza, las costumbres de nuestro pueblo en su pleno ambiente;^ y decimos ambiente, refiriéndonos a la atmósfera general; donde la historia se crea, no a cómo entienden éste mu-' chos cinematografistas, que confunden ambiente con escenario. Asi hablan de una obra de ambiente madrileño, porque como fondo de sus escenas exhiben la plaza de Puerta Cerrada o el arco de Cuchillerod. Y ya que de falsas interpretaciones hablamos, reseñemos una idea equivocada muy extendida. Bastantes creen que pedir cine español es tanto como solicitar confección de la españolada sin limitación alguna. Y al decir españolada, caen en otro nuevo error, pues suponen que ésta es todo aquello que muestra los ambientes de fuerte pintoresquismo, tales como los toros, loa gitanos y las fiestas andaluzas. Y oo es eso. Españolada puede ser y es únicamente presentar tipos, cuadros y escenas falsos, que no respondan a la realidad, y cuya confección esté animada por un fin bastardo; pero llevar a la pantalla la vida estrepitosa y trágica de los toreros y el alma del pueblo andaluz, derrochando luz y alegría, no es españolada, os pura y auténticamente España en su aspecto colorista. Bastantes películas se han realizado en nuestro suelo desde que el cine cobró la voz, y casi todas dirigidas por españoles. Pues bien: en la que asoma con más fidelidad el alma de nuestro pueblo, la que refleja más exactamente un ambiente colorista, sin chafarrinones y español sin estridencia», está realizada por un francés: La traviesa molinera. Y siguió para ello un procedimiento que no deben olvidar los directoreu do casa. Abbadie D'Arrats buscó el
írrne Lépcx llerpiiia rm < Dote hombre» r una mu» jer», realizÍK'ión de Fer» nandú I>el|cado
apunto en el pueblo, recogiendo un romance popidar e interpretándolo en cine, en buen cine, sin hacerle perder con el trasplante sus calidades primitivas. Así, La traviesa molinera tiene garbo, ^ a c i a , picardía, desenfado, y sus personajes, corporeizados en la pantalla con acierto, son capia fiel de los que nos pinta el romance andaluz. Y la atmósfera de la historia está lograda. La reunión del concejo, la tertulia en casa del corregidor, los oficios serviles del alguacil, el tipo cachazudo y zund)ón del molinero, son producto exclusivamente de nuestras costumbres en aquel tiempo. No queremos decir con estos elogio?—merecidisimos todos ellos—que La traviesa molinera sea un fdm perfecto; pero lo que si nos interesa afirmar es que, eu su conjunto, es una obra espa ñola, cosa ésta que no puede decirse de pclicubis «enteramente españolas realizadas por elonn"Uo.-i españoles», como muchas se anvnician. Abandonen, pues, nuestros directores las u)fluencias y hagan como dijo un jiocta: «cunino al andar», porque anuc.tro cinc, cutre l.is nuuh.is cosas que ne<rosila para robustecerse, le es i uprescindiblo ésta: i)crson.ili<l.nl, estilo i)ropio. que. como ante» tlijimos, es arte.
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En ^ un descanso, durante la fílmaci6n de «Capricho imperial*, el realizador y la protagonista— Stemberg y Mariéne—accedieron a (^ue les fuera obtenida esta foto.
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como si Austria se hubiese creado para dar al mundo músicos en gran escala y realizadores del cinema. En todos los países hay músicos y realizadores; pero se nos antoja que ninguno de cuantos conocemos es igualable a los austríacos. ¿Será esto verdad? En Austria nacieron buenos músicos, autores de una perfecta obra racial; todavía tarareamos de vez en cuando las magníficas composiciones de un Schubert y de un Strauss. Pero con ser tan rico este país en músicos, y con parec«rlo también en realizadores cinematográficos, con estos últimos ha tenido menos suerte, y todos se han desbandado y han aprendido y sentido su arte en el Extranjero. Muchos ejemplos podríamos poner, y los pondremos, sin duda, en artículos sucesivos. Pero por hoy nos basta con uno solo, casi desconocido por la gente — el ejemplo, no el director — y aun por gran parte de los que se llaman cineastas: Joseph von Stemberg, a quien muchos lo creen alemán. Joseph von Stemberg, cuyo nombre verdadero Joe Stern, nació en Viena, en 1894. Sus padres estaban en muy buena posición, y pudieron permí tirse el esfuerzo de llevarle a Nueva York a estudiar a la edad de siete años. En Nueva York recibió los e.studios primarios, aprendió el inglés y se americanizó lo suficiente para ansiar volver más tarde, en frecuentes y dilatados viajes. A raíz de cursar sus estudios universitarios en Viena, y oponiéndose a los deseos de la familia de que no caliese de Austria, marchó solo a Nueva York por segunda vez. IJO primero que juró al partir de Viena era no visitar a sus parientes y conocidos yanquis. Viviría solo y trabajaría para mantenerse. En Nueva York había trabajo en aquella época. El cinema empezaba a ser la tarántula de Stemberg, y sus aficiones corrían el riesgo de ser demasiado extremadas. Menos mal que encontró un trabajo de su agrado en la üld World Film Company, y no hubo tiempo para que le llamase el hambre al estóARECE
Marlene, en «Marruecos» a cuya película corresponde esta foto—, es la mujer que, de retorno ya, pasa indiferente y escíptica por el amor y por la v i d a » , hasta que el amor reaviva en ell* la pasión y hace renacer la esperanza...
Joseph von Steroberp, el famoso director austríaco, figura señera y culminante de la cinematografía contemporánea, cuya ingente obra ha enriquecido el acervo artístico de la pantalla mundial...
mago. Desde el Mnrlí-ne en El exmomento en que preso de Shanghni», pelírula que afianzó entró de property la fama del dirertor man, es decir, y de In interprete, de encargado de y en cuyo reparto figuró la fina artisguardarropía, ta Anna May \N'ong hasta llegar a ser 'lirector de escena, practicó todos los oí icios imaginables de los talleres Oíd World Film Company. Cortador de pelicula«, jefe de máquinas, camyraman, escritor, ayudante de director y metteur en icime. Ad. en estos momentos, es fiternbei-g un prodigio de técnica; ;ero lo eb para quienes no conozcan 5US principios. F^xisten muy {>txíos directores que hayan estudiado cl cinema con tanta meticulosidad que él. V esta meticulosidad se observa et' 1 detalle más ínfimo de su obra. Sternberg, durante la Gran Gi ierra, fué .soldado en Washington. Después viajó por toda Europa, y en 11)24 llegó, en un barco de carga, a Nueva York. Su largo viaje le hizo mucho provecho. Nada más llegar a Hollywood vertió todas sus energías arrinconadas desde hace años. Ingresó en la ¥. B. O. como ayudanta del propio William Noil. Salration Hunters, film escrito y realizado por él, le hizo conocido en todo Cinelandia V le proporcionó la intimidad d f Charles Chaplin, Douglas F a i r Marlene Dietrich en b a n k s , Joseph «(Capricho i m p e Schenck y Mary rial», la última película de Sternberg Pickford. Con esque nos es conocita última estreda. El sutil y comlla, con la hoy plejo temperamend i v o r c i a d a del to de la genial «star» se advierte en los viejo DouglaSj finos matices de esta difícil escena...
iivo la escaramuza má.s seria de su vida. En una de su., conversaciones jtartió el acuerdo de hacer una película en colaboración. Sternberg se retiró a Pittsburgh apostamente para escribir el escenario. A los dos meses ya lo tenía hecho para leérselo a Mary. La diminuta Marv' Pi<'kford se puso de un genio de mil d i a b l o s al leerlo: ¿Pero qué se ha creído usted? ¿A m í papeles de vieja? ¡Vaya, y^a!... En el arte no hay que Uiirar B80, Mary. Alguna vez tiene que ser la primera. ¿Se ha creído que va a conservar siempre esos tirabuzones de colegiala? —Es una grosería su argumento. Yo no puedo hacer ese papel, y ahora mismo voy a la Metro para que anulen el contrato. Escuche, Marj'. -Nada, nada; es una groácría. Realmente era un trance complicado para Sternberg el discutir con una mujer. Mary Pickford marchó de su lado zigzagueando el oro de sus tirabuzones con nervosidad. Fué a lofEstudios, borró su nombre del contra ^ to, maldijo a Doug 1 a s por haberle presentado a un tipo tan ({rasero como Joe, armó tal escándalo, que originó ediciones extraordinarias en la Prens o . . Y .io.seph v<m Sternberg no tuvo más remedio que re.signarse v sustituirla por Marshall Xeilán, si quería conservar au
prestigio con la Metru-tioldwyn-Mayer. Terminó su contrato con esta entidad productora en 1926, rodando The exquisitesinner (protagonizada por Renée Adorée-C<jnrad Nagel) y Tlte niasked bride, con Mae Murray al frente del reparto. -Marchó otra vez a Europa; volvió a Nueva York; realizó The sea gull, con FAna Purviance, un frai^aso tan acusado que no llegó a estrenarse, y embarcó para Ix)ndres. Esta vez estuvo poco tiempo en la capital británica. B. P. Schulberg le contrató por carta para la Paramount. A escape le prepararon un argumento, y en menos de cinco días Sternberg logró, por su parte, encontrar el actor más COUJsal y aparente para su nuevo film. Se trataba del descubrimiento absoluto de George Bancroft, formidal)le intér[)rete de La ley del Imnipa. Con esta duplicidad de valores aportados a una misma obra, Stemberg recibe los aplausos sinceros de todo el mundo. Detrás de La ley del hampa fueron IM ultima (yrdeti, La elegante pecadora, La redada, IMS muelles de Nueva York, El mundo contra 4la y otra.s más. He aauí una escena de «Marruecos», película en la que Marlene, con el poder de su seducción irresistible, somete a su víctima, encarnada en Adolfo Menjou. Mis tarde es ella la sometida por am«r a Gary Cooper, en pos del cual atraviesa el desierto...
Parece extraño que > en esta escena Marlene Dietrich pida protección a Warner Oland... La espía que se unta carmín en los labios cuando la van a fusilar, se nos presenta en «Fatalidad» como una mujer verdaderamente fría, sin miedo a lo» hombres ni a la misma muerte» *
-'IVabajo en este teatro. —Pero, bueno, ¿le agradaría trabajar en el cinema? —El cine me gusta (;on delirio; pero. ¡•)ah!,ustctl no puede hac«r nada por mi. - ¡Oiga, oiga! ¡Flspere! F«so me interesa mucho. Verá La muchacha escuchó a Stemberg; charlaron largo rato; se citaron; volviei f i u a verse. A los cuatro o cinco días aquella nmchachita del teatro trabajaba eu los lOstudios Ufa, en la protagonizü <ión de El ángel azul. •Jo.seph von Stemlíei^ y Marlene Dit tricií parecen novios. Marchan a Norte américa. Stemberg logra hacer de Marlene la estrella de más renombre cinemalográfico. Sus obras yanquis realizadas para el cinema sonoro lo atestiguan: Fa tulidad. Marruecos, El expreso de Shanghai. IM Venus rubia. Capricho imperial \ la que ahora realiza: Capricho español. Después de considerar a Sternberg a través de su vida, ¿cómo podríamos considerarle a través de su obra? bien difícil, no se crea el lector. En Sternberg abunda mucho lo bueno; pero esta bondad es muy compleja. No podemos comparar en nada, abstilutamente en nada, a El ángel azul con La Venus rubia. Y. sin embargo, .son dos obras geniales. Re cordemos a aquel tij)o honrado, modesto, corto, honesto y tímido de maestro de escuela, y comparémoslo con cualquier personaje de La Venus rubia. ¡Cuánta diferencia, cuánta d i a m e t r a l i d a d ! Un hombre que nunca amó, que llega a amar, y que esos amores le hacen pasar el ridículo más bochornoso de su vida; un hombre t o d o humanidad, q u e termina llorando encima de los pupitres de su viejo colegio. Y en contrai)osición. La Venus rubia, ^nujer fría, astuta, mundana y capaz de dar una lección al más avispado detective. ¿Me«l¡a algo entre Fatalidad y Marruecos? I7na espía que es fusiladla después de untarse con todo detenimiento carmín en los labios, y una mujer que corre por el desierto con sus débiles piernas detrás de su amante. Pudiéramos establecer eu Sternberg dos formas de poesía: poesía espiritual y poesía material. La poesía espiritual del realizador austríaco llega hasta El ángel azul. Al pasar de este film se materializa; a pesar de tcnlo, adopta la obra de Sternberg un carácter tan particular desde ese entonces, que no nos atreveríamos a afirmar del todo su materialidad. Ilav algo de com|>leio, y aute.s do h;icer sobre "^tornberg una aprrt ¡ación, debcríamo.s de i'idiarle detiilladainentc. A. DEL AMO . \ L G A R A
que contribuyeron a esculpir en el más duro metal la soberbia ]>ertíonalidad de acjuel que realizó la más grande de las películas mudas: IJOS muelles de Nueva York. Aquí termina el primer i)€ríodo cinematográfico de Sternberg. para empezar el aegimdo en Alemania, con los nuevos talkie^. Emil .Jannings y Stemberg firman un contrato con la Ufa. Pero a causa de la revolución hecha por el cinema sonoro, las estrellas existentes no sirven para nada, y hay que buscar otras que sepan cantar. Stemberg ronda \>or varios días los barrios bajos de Berlín; no encuentra nada. Sternberg quería descubrir algo parecido a Bancroft. Aburrido de tanto intento, entra en un teatro donde se representa una obra musical. A la salida se encuentra con una muchacha metida en un abrigo que apenas le cubre el cuerpo. 1.a mira „ donde mayo7p!-"y , por fin, la dirige unas palabras: sonalidad «ícnica y —Óigame, señorita: ¿a usted le gusta el cine? artística acusa SternEstas preguntas directas, y con ese desenfado .swo '•«'"g' E" «"* •on oue las pronunciaba, tenian una explicacúón en 'JI^MT^nlTáe Stemoerg; su obsesión había pasado de límites. La nmdifícil y magistral chacha le miró y se atuvo nada masque a contestarle: realixaei^n
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^ A hemos hablado en estas niisnias páginas de la conveniencia de que toda mujer c'-ija para su maquillaje aquellos productos que mejor se compadezcan con las c\ riicterísticas de su cutis, procurando, además, que las tonalidades de los mismos arm> niccn con el color de su piel y contribuyan a prop)orcionar al rostro los mayores atractivos. Que ello no e» empresa fácil lo patentiza el hecho de que con excesiva frecuencia solerao.s contemplar rostros que pudiendo resultar encantadores con un maquillaje apropiado a sus fjeculiaridades, producen un efecto desastroso. l'or fortuna—y ello dice mucho en favor de la mujer de nuestros días—, estos desaciertos en I0 ¡lelte del rostro s<ín cada vez más raros. Describir la variadísima gama de combinaciones y coloridos para embellecer el cutis es totalmente imposible, tanto por la diversidad de productos que el mercado ofrece a la mujer, como parque ello depende en una proporción elevadísima del acierto de quien ha de usarlos. El cuidado del rostro constituye hoy día un arte complejísimo y requiere una perfección absoluta, ya que de nada servirá la hábil aplicación de una crema para el cutis, o de un rouge para la boca, o de un cosmético para los ojos, si la línea de los labios es imperfecta o el perfilado de las cejas no armoniza criii la configuración de los ojos. El más nimio detalle, el descuido más leve, puede deshacer el efectj total. La máxima habilidad consiste en dar al cutis una base para que hatía permanentes los tonos, d e 1 maquillaje, afectando una sensación de naturalidad, suavizando matices, dulcificando asperezas, logrando para el cutis la conveniente salvaguardia contra las inclemencias de la temperatura y los rigores del ambiente. Ello se con.sigue, ante todo, usando productos de marcas s o l v e n t e s y acreditadas por la experiencia, pues si la elaboración de los mismos no es e s m e r a d a y sus c o m p o n e n t e s no están dosificados con el debido escrúpulo, producen en la piel irritaciones dificilísimas d • combatir. Para los cutis morenos está indicaflfsimo el empleo
Jacit Dawu, especialista norteamericano en el maquillaje de las estrellas del l a c r a n » , da «los riltimn.i t o q u e s » a Irea e Harvev
Klízaheth .\llán, joven artista de la pantalla yanqui, somete H U maq u i l l a j e a l o s cuidado* de Jack l>awn
Ireiir Harvey. .-ii <>MIII loto, frirriona HU* ral>ello* antes de proi-ed e r al l a v a d » ron « " h a n i p o o n a t|iie «•enia nal m e n t e »e .somete
'•ane Ijing. uua de U H artistas del f i l m que •nás atención concede a su maquillaje, reloca cuidadosamente la linea de sus cejas
de los polvos o esmalte líquido cutáneo en Kachel II u ture, el ri>uf¡e intcinit>li<> ) bios, una sombra verdosa para '.o^ párpados y cosmético iu-(;ro para las pestaña-t. 1-as rubias pueden usar a n garantía de éxito jxdvos ocii- rosado, colorete en tono mancíarina. muge «le mártir nit-did-io u obscuro, y una sombra en azul s^'s para los párpados. Kl ^ riiuuiel puede si'r en castaño muy ol>scuro. o bien a/ul negro. Para 1Í)S rostros de tt»nalidades suaves debe usars. un maquillaje dulce, sin acentuaciones excesivas: polvos rosados, colorete coral y rouge claro para los labios: la sombra para los párpatlos y el cosmético para las pestañas deben ser en tono azulailo claro <•! ñptimero. y muy obscuro el segundo. Si un rostro de tonalidades suav,s i - ^ i ' t-nmarc;il IKjr cabellos obscuros o negros, del>en empleaise tonos que siguen: polvos Rachel 1 o morenos claros; 11, torete rojo grana, rojo intermedio para los labios, t^ris i 1 sombreado de los párpados y rimmel negro. .\quellas damas que posean un cat)cllo gris o totalmente blanco lograrán efectos maravillosos observando para el maquillaje de su rostro los siguientes consejos: polvos naturales o ligeramente rosados, rojo claro para los labios, para los párpados y as pestañas, respectivamente, sombreados en gris azul y cosmético azul obscuro, no negro. Los polvos, en todos los casos, detierán ser finos, de pt^rfunusuave y no penetrante, ligeramente grasos, lo que les presta una mayor adherencia, y exentos de talco en absoluto, con lo (jue se evitan sombras y reflejos poco convenientes. El colorete indicado para las mejillas es el graso, pero su ulevado coste lo hace poco accesible. En el caso de adoptar los compactos o en polvo, es indisp)ensable que sean de fama acrediiada, pues de otro modo pueden estar fabricados a ba.se de anilinas, en extremo perjudiciales. Por esta misma razón, nos abstenemos de aconsejar para l o s labios los colores llamados permanentes. Delx-n usarse-, sí, rojos de relativa permanencia y de pasta siempre dura y brillante, que no se derritan con facilidad, pero no de absoluta permanencia. En cuanto a los cosméticos usados para crear y eml)elleccr 1;;íí pestañas, suélese emplear el conocido con el nombre de Rimmel, nombre muy popularizado por st-r uno de los primeros conocidí>s jKjr las mujeres españolas; pero ya existen otras muchas marcas tan estimables como aquella y de resultados análogos.. Una advertencia de gran interés hemos de hacer ahora: En ningún caso debe mo<lificarse para la luz artificial i l tono del maquillaje usado durante el día, si no se quiere que las cararten'sticas peculiares del rostro se diluyan al extreme restar ]>ers(>nalidad a su po.sectlora. lis conveiiieiit hasta indis]x;nsal)le. sí. acentuar la intensi<hul ina(|uillado, ¡>ero no sus característicos. I-a luz artificial no descompone los colores, --i los aj)aga. De ahí la conveniencia o la necesidad, si qm réis, (le hacerlos más intensos.
J—a l)ien j^aí^aÁa
s, I \li¡ iiiiliintli) 1)1 lus hsliillliis </r In ' I . I ni finr\<> /Uní: - La hien ini¡!)iil<i>. tiií<i/>ta<ión </i- la ¡ni/Hilar niH'i'lfi (!<• • El Ciihallero Audaz -. dirif¡¡da por' Hjj^^ Euxehin Fernández Ardavín. »• inlerprriada rn •PH^ MUS pape/fs priniipale.1 por Lina Yegros y AnIonio l'ttrlugo. \uestro cinenni, que ya en Hal w/.< pasos ú/liou)s ha dado avanrex i/pgran ^^^L^ lonsiderarión. se dispone a lograr ron ^^Hfe^ istf film un nuevo triunfo, que afirme \ amplíe el crédito logrado anteriormente. Sólo elementos españoles trabajan en e.sta nueva pelírula, ^ motivo de legítimo orgullo para nuestro cine m a . rada vez máx seguro de sí ^^^^ mismo. La belleza de Li^^^Plk «fl Yegros 1 rl arte sobrio y seguro de Autonio Fort ago. con la experta dirección dr Eusebio Fernández 4rdavín. amparan y prestigian esta nnevn ciatu efjmtl^
Si SIGNO áMUm La obra maestra de JACQUES FEYDER, el mago de la cinematografía francesa. Esta producción, en la que destacan como en niguna MARIE BELL, PIERRE RICHARD-WILLM y FRANCOISE ROSAY, ha sido conceptuada mundialmenle como el mejor fílm europeo del año.
£í mnOm QUEMA Apasionante producción inlerpreíada p>or
WILLY
FORST
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Pocas producciones como ésta captan el interés y la emoción en sugestivas imágenes de gran ritmo cinematográfíco.
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Una interesante película que nos recuerda el del íristemeníe célebre caso de
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VÍCTOR BOUCHER. M O N A G O Y A Y ALICE TISSOT
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CAPITOLIO 2 9 ¿
BARCELONA
Antonio Moreno e n la ¿poca de »u» films de aventuras, cuando la fe en su voluntad férrea y en su hombría, sobre todas las cosas, le hacía mirar al porvenir eon una sonrisa...
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UA.NiJO un españul l l t ^ a a JlollywcKxl. nu fal-
ta algún compatriota, o algún meji(íano —cuya colonia es numerosa en la Meca del luloide—, cpie le enseñe coa orgullo el barrio enicro de a l a r e s btingalows que lleva el apellido españolísimo de Moreno, mientras pronuncia estas o parecidas palabras: —¡Aquí tiene usted una fortuna amasada jK)r un hombre que vino de Rspaña dlspu&sto a triunfar o a morir! Pero a triunfa'-... j>or el camino retíto, como los hombres verdatl, sin valerse de otros medios (|ue su corazón y .su honradez. Tocios estos edificios pertenecen al actor español Antonio Moreno, uno de los pruncros jiropietarios de Ilollywood. ¿Qué l e |)arece? El recién llegado calla. I^e han j)roducido emociói: la.- fra.se.s del mentor improvisado. Allí, ante su vista atc'mita, está clavado el orgullo de una raza rebelde y genial, come» un airón de iMjnquista. AtpicUo »« F>paña. l,;i vieja España, <{iie sigue latiendo en lo;- lielos y ti.-nMs de (^aliforuia...
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Tuv<i el reportero la iM-asión de p¡i.-<ar \I\VM botas con .\ntonio Moreno en .Madrid, (;on motivo de.su viaje de V i M a c i ó u . Sti regreso fué como i'\ lo habia soñado a l j>artir—¡muchoh años atni.s!—, t^n sus ansia.s de aventura, de riípicza y de gloria. \j>\ gente le a])laudia ]>or las calles, en los c a f é s , en (íl ttiatro. Las adminuloras le asediaban pidiendo aulc'igrafos y fotografías... Antonio sonreía, so|>ortan<lo la.>< molestias de .su | H i p i d a r i d a d .
El gran artista me contó anécdotacuriosas que no quiso diera a conocer al público. \ lo largo de ellas—^perdonad que respete los deseos de su protagonista y que uo las refiera tampocc hoy—, de8tacaV)a, ante todo, la vigor' sidad de un carácter modelo, qtie ni la.circunstancias más críticas pudieron malear ni torcer. Antonio .Moreno la* referia con gian sencillez, con el ligero ceceo de su pronunciación andaluza. La vida íntima de Ilollywood, <on sus intrigas y sus vicios, era evocada, sin propósito, en una pintura recia y sincera. Del cuadro vivo de estas descripciones improvisadas surgía un personaje admirable: el adolescente que llegaba, en los primeros balbuceos del cinema, a lo que iba a ser pronto el palacio de las mil maravillas. Un muchacho fuerte y valiente, de mirada atrevida y tez morena, que solicitaba trabajo en la.s manufacturas nacientes. Entonces, para ser artista de cine, había que ser atleta o gimnasta, y atpiel muchacho español realizó las m á s dura? pruebas de resistencia fíKl célebre gaUn cinesica a n t e s de conseguii matogrifieo e s p a ñ o l pápele» insignificantes i Antonio Moreno, en la películas absurdas del Fa. actualidad. .\un es ven. Todavía podrá — West. Tuvo que arrojarcer latir en las pantase, en pleno galope, de la llas el temperamento silla de un caballo; saltar de nuestra raza, confobre u n a gran fogata: quistadora y única» trepar por lo.s muros, cla\iindü .sus uña.s en bendidm-as disimuladas; resistir golpes auténticos de los «malosih -/-I era «bueno» siempre: lo mismo en los re[>artos (¡ue en la realidad- . ipie ?nnelias v«H;es le privaron do conocimiento o ra.sgaron suscarnes... Fué un héroe anónimo, dispuesto a todas horas a jugarse la piel en aras de su afieión loca y de su noble ambición de emular cuanto antes las glorias de uu Franci.s Ford (el «conde Hugo»), entonces ídolo de lat nudf itudes.. ^ llegó. ¿No habia de ll(>gar si en sus venas corría la ardiente - . - - ¡ - , — - - — - "^ . v u m c i l a n i i i i i - u i i sanare <le lc>s ccmc.uistadores lusp.uio.s?... Su arte se fué haciendo .sólido v riersoiíal. Intervmo ,•„„».. i.rotag.mista en varias pelícidas de aventuras de liis cpic se filmaban en cin.o, nueve v más episodios. El <ine en taiito rapidamcMite s,. p..rf,vc:ionaba también. Puede decirse qu" Antonio .Mo-
reno marchó al unísono con el desarrollo de lu arrolladora industria creada en Norteamérica por judíos de habilidad diabólica. Basta recordar que fué conteraponVneo—e incluso compañerode Pearl White (Perla Blanca), Mary Pickford. Raoul Walsh, etcétera, etc. Los duros tiempos de caballista, en films rodados casi enteros en «exteriores», se trocaron por los más regalados y benignos de las producciones de aventuras. Consigxiió que el público se fijara en su simpático rostro, de lineas enérgicas, y en su gallardía sin afectación. Comenzó a ahorrar dólares... Muy lejos, allá en Algeciras,una madre ignoraba por completo la suerte de su hijo. Una voz interior le decía que volvería a verlo antes de morir. Pasaron muchos años, muchos. Y Antonio, el aventurero, fruto de sus entrañas de madre española y andaluza, volvió un día, el menos pensado, a poner en su obscura vejez un destello maravilloso de felicidad... Fred Niblo iba a realizar La tierra de todos, llevando a la pantalla la admirable noveln de Blasco Ibáñez. Necesitaba el director un aalái> s o -
¡He aquí al héroct» Antonio Moreno, que no ha dejado de ser nunea «un ver- ' dadero español», realizó en el gran film de Fred Niblo, «La tierra de todos», un emocionante trabajo que sumar a sus m e jores triunfos... Greta Carlio tiene para ¿I una mirada de amor, después de haber contemplado su indomable bravura e n la cruel lucha del látigo».
Una escena de ambiente mundano de «La tierra de todos», la adaptación al cinenuí de la novela famosa de Blasco Ibáñez. Creta Carbo, v e r d a d e r a m e n t e bella, iba hacia la cumbre de su carrera artística ya. .\ntonio Moreno fué su «partenaire*, todo vigor y fuego varonil, en un papel que era fiel trasunto de su
carár<er_
brío, fuerte, ga&\jO, sin afectación, y ile aspecto meridional. Casualmente viíj rodar unas escenas al y a pre&tiposo Ant<mio Moreno, en quien no Iml)ía íKinsado. Le llamó aparte y le propuso el papel que era motivo y jtistiíicado—de su preocupación de aquellos días. Antonio aceptó encantado. Se trataba de un film cuyo asunto había sido escriUi i>or Blasc<i Ibáñez, por un español... Y se dispuso a poner t^nla su alma en la intei|)retación del personaje. Una cosa le sorprendió, más tarde, gratamente. I ^ pn)tagonista de Ixi fierra de todos era una atítriz que había producidt» sensación sin igual en el mundo de la cinematografia, imponiendo su manera de hacor, distinta a la de totlas la- artistas entcmces famosas. Una mujer <iue vino de países nórdicos, con acento alemán y vestidos extravagantes, a llenar tle |>erfume8 sensual»^ la tela de pniyección: Greta Garlw).
El triunfo de Ant4)nio .MOIVIHI en IM tierra de todos su[)eró al conseguido por sus anteriores creaííiones. Su labor fué el píxKlucto de una t-oinpenetración abs«>luta cou el tipo del luclia«lor pn> agonista, trasunto fiel de su propio «"arácter, y fué hombre cien |Kir «•ien» que, junto a la feminidad inquietante y moriMJsa de Greta Garlni, adtpiiría matices insujierables <le heroísmo. Sintió y vivió el amargt) «•onflicto planteado en la pelicula con la intensidad avarít-iosa de cpiien ((uiere batirse digno de su patria de una vez |)ara sicnipn-. Este artista tan hombre ha sido el imico partenaire español de la eximia estrella Greta Garbo. Y lo fué en el momento en que ella ascendía a la cumbre definitiva de su fama, para desempeñar el honroso cometido de un hombre que .se h a w amar |>or la mujer amada a fuer/.a de hombría... SANTIAOO AtJUIIAU
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ROSITA MORENO la gentilísima estrella hispano americana de la Fox Film, posee un cutis que rivaliza en finura con la de sus cabellos.
ASTILLA,
1,30 TENER IGUAL CUTIS DEPENDE DE UD. Cuídelo bien empezando por friccionarse a diario con lo espuma de este jabón/ y su cutis rivalizará con los más finos. La pureza del Heno de Pravia, sus aceites y su composición toda, responden a este fin: proteger y embellecer el cutis deli cado. Su espuma cremosa deja el cutis terso, f l e x i b l e y s u a v e : lo i d e a l i z a .
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0 8 verdaderos motivos del divorcio Mary Pickford y Douglas Fairbanks no acaban ik J estar lo suficientemente diáfanos. Los partidarios de ella aseguran que él es un mcorregible Don .lu .n en la fie ción de la pantalla y en la realidad de la vida. I J O S partidarios de él aseguran que ella ha ido más allá de lo prudente eu .^u flirt con Buddy Rogers. Seamos justos y demos a cada uno la mitad de la razón Mientras Douglas pasea por las grandes ciudades del brazo de una mujer —que cambia con la ciudad—, Mary, en Nueva York, agita el blanco pañuelo de la despedida. En efecto, Buddy Rogers, que es, como Ramoncito Novarro, el eterno adolescente, acaba de embarcar con rumbo al viejo Continente, contratado para trabajar en los Estudios ingleses. Lo más probable, según todos los síntomas, es que Mary sienta, dentro de pocas semanas, el deseo de visitar Inglaterra. En cuanto a las causas del divorcio Ruth Chatterton v Geoí -
Rulh Chatterton ha prescindido de su segundo esposo, George Brent, como el que se desprende de un traje usado, sin darle la menor importancia al hecho... ¡Vaya con Ruthl...
ge Brent, ya aparecen más claras. Es que Ruth considera que un marido no tiene mayor importancia que un vestido de noche o una nueva marca de automóvil. Cuando Ruth se cansa de un vestido de noche o de una marca de automóvil, los cambia, sencillamente. Y esto es lo que ha hecho con su segundo esposo y lo que hizo con el primero, el galán de la pantalla (un poco madurito ya) Ralph Forbes. ¡Así son ellas! ^ así son ellos. Ronald Colman, cpio había prometido solemnemente no complicar su vida con nuevos problemas sentimentales, se acaba de enfrentar con Jane Baxter, problema atractivo que Ronald se esfuerza en resolver. Ronald no se separa de Jane más que a esa hora en que ellas dicen «buenas noches» y cierran 'a puerta. lie aqui a un hombre desesperado: Franchot
Tone. Knincliot TOPC, a quien sus relaciones con .loan Crawford están danl'or lo demás, los amores de .lai-kie Coogan y Toby Wing han resultado do nna popularidail in»a\diíd, (piiere, a toda costa, casar.se con la e.x espo- pura fantasía del departainentt) publicitario, ya que ambos iban a filmar sa de Houglitas. FMi\. menos vehemente, o menos enamorada, le dice que juntos una película, y al público «siempre le gusta sabor que los que se si, que bueno, ([Uc ya veremos y que se espere un poquito. Y mientras aman en la pantalla .se aman también en la vida». se exhibe en U<s grandes centros nocturnos c c m un galán que, ¡ay!, no Bueno; como quieran ustedes. A nosotros lo que nos gusta son los sales siempre P'rancliot Tone. monetes rebozados. Pero, en fin... Esto, ni más ni menos, es lo que desespera al pobre Franchot. Román DON CUPIDO FERNANDEZ tico que es el pollo. .\unquo no falta o s a lengua envenenada que a s i ^ i - r e ({Ui Franchot está muy lejos <lel romanticismo. El fogoso adorador tiene ahora un renombie del que carecía antes de conocer a Joan. Desde un [)unto de vista práctico y publicitario, no cabe duda que al < í a s a i s p con Joan el renombre del galán seria mucho mayor. Quizá la sospecha de que todo esto .sea cierto es lo (pie detiene a Joan en este affnire del corazón.
Cary CJrant está tan desconsolado después de haberse divorciado con Virginia Cherrill, que no recibe ni a sus amigos más íntimos. Se ha vuelto huraño, solitario y descuidado en el vestir. Ijíts mejor informados aseguran, sin embargo, que, lejos de pasar las horas encerratlito en su casa bebiendo el cáliz de su amargura, se marcha a casa- de una célebre vampiresa, y allí bebe en un cáliz que uo es de amargura exactamente. F.l hombre propone y el amor dispone. I.08 propósitos de austeridad amatoria de Ronald Colman se han venido al suelo ante las sedurriones incontables de Jane Baxter. ¡Cómo ha de sert...
Sentimos mucho tener que volver .sobre un a.sunto que parecía liquidado totalmente. Otra vez se vuelve a hablar, y aliora con más insistencia que antes, de la probable boda entre .lean Harlow y Williain Powell. Habíamos dicho que Jeán tuvo cuatro amores. En vista de lo cual, William Powell no quería hacer el quinto. Y resulta que sí. William ha hecho las paces con la famosa rubia platino. Carole Ijombard, anterior esposa de William Powell, lo de^jea—si hemos de hacer caso a sus manifestaciones-—de todo corazón. Es más: ella quiere ser la niadrina de! primer bebé que tenga la pareja. Una vei^anza como otra cualquiera. Loreta Young dice, en un artículo que se a.segura escrito por ella, que «la mujer que se casa demasiado joven hace un disparate». Es lo <iue en esto del matrimonio establece la diferencia entre la mujer y el hombre. La mujer que se casa demasiado joven hace un disparate. Pero el hombre hace el disparate de todos modos. Es decir, a todas las edades
^^^^ "nte retrato de Cary Crant PPRKéee a la época en que el elegante actor bebía los vientos por Virginia Cherrill. Ahora, divorriado de ella, está tristón y cariáronte rido... ¡Lo deploramos, amigo Cjiry!...
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Charlie Chaplin no e» sólo el genial rreador de «Charlóla. Ks, además de un hombre inteligente y un artista célebre, un descubridor perspicaz de artista», a lus que ha ofrendado la fortuna } In fama por »l - o l o lierhn de ser él quien lo^ «neo del montón anónimo
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des «descubridores» cinematográficos, se suele dar el nombre de Macíc Sennett — por cuyas películas de «bañistas» pasaron gran parte de estrellas famosas, desde Bebé Daniels a Gloria Swanson - o el de Cecil B. de Mille, a quien deben su carrera varios famosos artistas de la pantalla. Pero rara vez se da el nombre de Charlie Chaplin. Sin embargo, es muy probable que él sea quien ha lanzado más nombres a la popularidad mundial. Sal)ido es que Charlie revela un nombre nuevo en ca.si todos sus films. .Nomine- quo genoralmontc van unidos a una historiado amor. U t a Grey, Georgia Hale, Virginia Cherriel... No queremos hablar hoy de lo que han significado las mujeres en los films y eu ol corazón de Cliarlie Chaplin. Bastante se ha escrito sobre ello. Poro si hablar de otros cuatro artistas descubiertos por el genio de In pantalla: Edna Purviance, Ben Turpín, Adolfo Menjou y -Jackie (\»<jgan.
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Ben Turpín, de simple Imrrenderu de los l<'.studioH Kj<hana>. pasó a s e r «partenaire» d e «Charlot». Sobre su mirada estrábira, ideó y analizó «Charlut», su descubridor, luH más insusperbados efectos r ó m i e u H
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Ekina Purviance, fallecida hace pocos años, fué la compañera de Charlot en sus primeros films. Durante muchos años, ella fue la recompensa rubia que obtenía Charlie al final de todos sus caminos desventurados. Desechando ventajosas oferta.s de diversos Estudios, Edna se mantuvo fiel a Chaplin desde el comienzo hasta el final de su carrera. La figura de Ekina adquiere así una simpatía a la que no llegan ni con mucho otras vedettes descubiertas—^y amadas—por Charlie Chaplío. Quizá porque entre ellos no existia el amor, sino la amistad en su sentido más noble y elevado, es por lo que pudieron trabajar juntos durante varios años sin que el más leve disgusto entorpeciera la marcha de su fraternal cariño. Edna, muchacha de la buena sociedad californiana, conoció a Charlie en una fiesta intima. Acababa ella de cumplir veinte años, y pensaba orientar su vida por el complicado mundo de los negocios. Pero Charlie adivinó en-seguida las magníficas posibihdades de la joven en la pantalla, y la propuso actuar en los films. I . ^ primeras pruebas fueron desastrosas. He aquí a Charlie Chaplin, que Charlie, a j i e s a r de todo, no perdió la espe- después de haber hecho feliz al ranza. Sabía que la razón estaba de su parte. niundo con sus geniales bufonaY así se confirmó en The Nigth out, primer das, y de haber lanzado a la popularidad muchos nombres ho) film de E<lna. célebres, tiene para la vida nn Charlie quiso premiar de altrún modo la gesto lleno de melancnlia y esfidelidad a i f i - f i ' a ioquebiaiitable de Edna. Y reptirisnio...
Jarkir Coogan tuvo «-ii «Charlo(» et amigo máti fervoroso y el maestro más entusiasta, t'uandu Charlie Clial>lín lo selerrionó para actuar junto a él en «ün dia de placer», se abrió .inle el pequeño artista un sendero de fortuna v de celebridad...
Adolfo Menjou inició su triunfal ••arrera de «otoñal» cínico y refinado en «IJI opinión pública», primer lilm en que actuó junto a «Charlot»
«iiauíiü realizó La nmjer de Paría —, por él. dio a Edna dola de este modo
opinión pública—titt)lii<la aquí Unu film dirigido, pero no iiiter()retado el principal papel femenino, elevan a la categoría de estrella.
Menjou se reveló también en La opinión pública. El popular actor fué sacado por Chaplin del montón anónimo de actores casi extras, que esperan, casi siempre en vano, una oportunidad. Menjou había ya probado fortuna en el teatro, 'On poco éxito. Qui.so probarla también en el cine. Durante mucho tiempo fué un comparsa más entre los miles de comparsas de Hollywood. Su perseverancia hizo que le confiaran de tarde en tarde modestos papeles de «traidor». Y así hubiera seguido a no ser por Charlie, que vio en él el actor que necesitaba para La opinión públicci, film en el que Adolfo crea por primera vez el tipo de aristócrata maduro y refinado, un poco cínico, que tan tos triunfos había de valerle después.
En cuanto a Ben Turpin, cuando Chaplí» se fijó en él estaba muy lejos de sujwner que iba a conquistar en el cine una fortima, de cuyas rentas vive hoy, y muy holgadamente. Ben era un simple barren dero de los Estudios Essanay, donde a la sazón trabajaba Charlie. Su fortuna fué su mirada. Todos sabemos que un ojo de Ben mira a Nueva York y el otro a San F'rancLsco. Chaplin comprendió, al verlo, los grande» ''fectos cómicos que se podían conseguir con un rostro como el de Ben. Y al día siguiente de conocerse, Ben dejaba la escoba por las barras rosada del maquillaje, debutando en la película Charlot se divierte. Ben, quu, -cgiin dicen, es uno de los hombr&s más tacaños del mundo, amasó eu sus años de actividad cinematográfica una Ixtnita suma, que lo ha convertitlo eu 'uillotiario. Pero A má.s .sensacional de>oubrimiento de Charlot iué el de Jackie Coogan fChiquitín I, el insuperable petiueño actor de El chico, el primer film de largo metraje de C/iar/ot. Tenía entonces Jackie cuatro atrios de edad. Su padre era un l>a¡larín que tormaba pareja con la bella Annette Kellerraan, famosa porque ijoseí! un cuerpo de idéntica* proporciones al de la Venus de Milo. Jackie se había re^'elado com(í un buen y diminuto bailarín, y Annette lo contrató en veinte dóla'es semanales, ("h irlie vio trabajar al pequeño en un teatro de Los Angele.-, y l< escogió para un corto japel en uno de los primeros films que realizó para la First National: Un dia de placer. Jackie trabajó con tanto acierto, que, pese a su po<' «"dad, se le confió cl papel que mterpreta en Eí chico, pensado primeramente pai i <m actor de tres o t aatro años más. Su sueldo fué de setenta y cinco dólares. L.i l'irst le ofre<;ió poco después doscientos mil dólares por sois films. Su suerte estalla hecha. RAMÓN MARTORELL
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CINEMA
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ampliando sus act-ivídades como distribuidora de la marca argentina
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que cuenta con producciones de positivo éxito, como
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EL ALMA DEL BANDONEO C^<fiana.i:
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Ite; de lo dioso, I as suoves y perleclos Kneos de lo Venus de Milo hon desperlodo lo admiración de centenares de generociones. Más que el orte del escultor, llaman poderosomenie lo atención la b e i l e i o socrificios ni molestio». 1: G E L É t M I T Z A puede convenir el cuerpo mós opiiestéiico y d e f c m a d o por lo ocumuloción de la groso suoeillu'j. en una yerdodera escultufo humono, restituyéndole su esbeltez ¡uven Del mismo modo que el escultor modela en uno moso de tosco barro una Venus Moderno lleno de grocio y encornó. GEIEE-MITZA devuelve ol cuerpo de contorno mós ingroio y aspecto más vuiyor la impocoble pureza de líneas, lo ormonio de conjunto y lo noluro) elegoncio. carocterístico? de lo más lozona juventud. , •• u i• G E I E E M I T Z A elimira lo groso superfluo por medies cit'n'íficos y está elaboro-^o con lo mós r í i l r i n psrruouiov i d por químicos expertos e s p e c i a l i / i H o s Su uso o j externo y sumomenle (ócil: basto friccionar con G E l E E M I T Z A lo porte del cuerpo o lo que se d e s e e dor esbeltez, siendo su a c c i ó n t j n suave c: irritación n: aun o los epidermis mn _ , . í r ...r-.. . i j x G E I E E MITZA hoce innecesario el someterse o d.eíos molestas y ejercicios violentos, y su • ' ningún peligro poro ln solud. El L.eoorodor d« G t l E E - M I T Z A goromtTO del modo mó» obsoluto que este produelo es completamente inofen ivo ba|0 todos los aspectos terapéuticos . j i r o producto, i f ^-•-•.Jim s a quitplaen lomen ! j s meoidos de (o porto del cuerpo que deseen ooelga^or ontes d e comenror el tratomienlo. l o s medidas deben tomorse exoctomente c e n cn-i ci. : j metr.co G f l E E MITZA no es un preparodo rte perfumeiíp. si-io un producto científico farmacológico de lo más olto reputación medicol. _ , P i d í noy mismo el folleto explicativo de ESTÉTICA M U Z A , que enviomcs gratuiíomeme, en el cuol holloró V.. er-re ctros detalles . . i . ;. . ^porciones que c o r r e s p o n j e n a su e^ioiura Precio, 18,75. ;,onlra envío do 19.55 por giro postal, se remite por correo certificodo.
L A B O R A T O R I O
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h mundo baila. Ea J los davcings, en las salas de té, en las playas, en los hoteles lujosos, en los trasatlánticos. Se ha dicho muchas veces—y la afirmación entra ya, de tan repetida, en el lugar común—que nuestra época es la del baile. Que esta fiebre y esta alegria de bailar fonnan uno de los signos específicos de n u e s t r o tiempo. El mundo baila, y si se acierta al afirmar, quizá y a no se acierta de un modo tan rotundo al querer interpretar aquella gran obsesión del baile. Ningún reflejo mejor del espíritu y de las costumbres de hoy que el cinema. El es, doblemente, de un modo efectivo y simbólico, pantalla de muchas ficciones y pantalla del alma, de las inquietudes y de los gustos de nuestra hora. El recoge, por tanto, aquel imperio actual del baile en todas las tienas y todos los días: en América como en España, en los salones mundanos como en los tugurios en que el crimen acecha tras un paso de baile. Es una película aliora la que está vando por el mundo las contorsiones de la úl tima danza: la recién nacida y ya célebre ca ñoca. El mundo la emjúeza a bailar frenéticamente. Ix)s pasos y los ritmos de ese baile darán a los filósofos de lo frivolo un nuevo apoyo para su intento de interpretación de la obsesión actual del baile. El mundo—según ellos—quiere olvidar, quiere hundir sus angustias y sus dramas en ese alegre enloquecimiento de la danza. Y cuanto más enardecida sea ésta, cuanto más embruje y aturda, mayor será el olvido. El homl)re quiere hacerse otra vez primitivo. Quiere volver a sus instintos elementales. Y copia por eso las danzas de los pueblos que están aún en la infancia; danzas de los negros, temblorosas de sensualidad, bárbaras, lenguaje d&snudo de los instintos, voz del deseo, sin veladuras ni matices. Estos son los bailes que han estado de moda últimamente. Esta es la carioca que ahora se lanza a los escenarios y los dancings de todo el mundo.
El mundo baila. ¿Pero baila por esto nada más? Esa obsesión del baile que el cinema — espejo impar de todo lo de hoy — está reflejando, ¿es sólo afán egoísta de
olvido, lenguaje de sensualidad que no necesita ya de la cortesía, del disfraz? Tiempo de las danzas negroides, el nuestro. Tiempo de la carioca, borracha de instint(j y de realidad. Pero tiempo también del vals. El valha vuelto, al cabo de un siglo, y otra vez sus notalentas y suaves cantan al oído del mundo. El helio Danubio azul vuelve de nuevo a estar de moda. Poi los caminos invisibles y milagrosos de la radio llega a los últimos rincones del mundo el viejo vals úStrauss. Y son las músicas de la Viena romántica las que dicen ahora al mundo su emoción antañona. Multitudes de todos los países se embriagan dulcemente con e.se Úrico perfume de las músicas vie * nesas, que ponen en la vida un compás amable de opereta. Esta resurrección de Viena—-y de todo lo que su espíritu sugiere—no es sólo un hecho cinematográfico. La ciudad no está únicamente en los films. (Hay muchos films cuya acción no tran.scurre en Viena y que están, sin embargo, llenos de la emoción romántica } galante de Viena.) Está, además, eo la vida real; porque en los dancings, en los hoteles y eu las sa as de té .se ha vuelto a bailar el vals. Su música ligera y noble—empaque y gracia a la vez—es como un jirón lírico de Viena. Y comparte la moda con las músicas negroides que baila ahora el mundo. Una película lleva la carioca a las pantallas más lejanas. Pero otras muchas películas han llevado y llevan el vals a esa> mismas pantallas. El vals bailado por mujercitas de falda pomposa y galanede románticas patillas, y ol vals bailado por Evas actuales, estilizadas y platinadas, y galanes de frac. Vals de ayer o vals de hoy, en el fondo su emoción es la misma: un madrigal, un discreteo, un juego de insinuaciones y galanterías... En el cinema, un bailarín profesional bailará la carioca. Un aitista bailará el vals. ¿Se concibe a una de estas mujercitas del cinema, tan finas, tan llenas de gracia y de espíritu, interpreLínea, gracia, elegancia: He aquí a Carola Lombard yCeor^e Rafl en una bella actitud de baile, en una de las últimas películas interpretadas por estos aos admirables artista* del
cinema
tando la carioca con toda su rotunda claiidad de instinto primititivo? Se comprende a Marlene en un vals, no e n una danza de negros. Como en un vals se comjirende también a Carola Lombard (vedla en estas páginas bail.ando con Jorge Raft). Difícilmente se les puede imaginar en los ritmos epilépticos de los bailes negroides. Son mujeres que requieren como fondo un hall lujoso de hotel o de trasatlántico y una música de ágiles elega.icifi Es decir, ambiente y ritmo de vals. He aqui, por tanto, a través del cinema, que el mundo no baila solamente por sen.sualidad, por deseo de olvidar, en los giros locos de una danza febril, su dolor y su de.se»peranza. Baila también lo prueba el vals—por espíritu de arte y de cortesía. De este modo puede completarse la interpretación que los filósofos de lo frivolo — que también en la frivolidad cabe una filosofía—dan a bi obsesión actual del baile. La gente baila, efectivamente las danzas nt ides; asoma a ellas lo que en el hombre hay de y de primitivo. Ya dijo el escritor fran, ello de que el hombre es mitad bestia y mitad ángel. Pero hay momentos en que la gente se cansa de ese culto al instinto, y entonces, como un remordimiento, como una expiación, baila la gracia romántica y suave del vals. En el hombre entornes asoma cl ángel. Pero, ¡ay!, que hfl.sta ser ángel se cansa el hombre y vuelve de nuevo á lo que en él hay de obscuro y de primitivo. Es decir, a b r i z a s negroides. Es decir, a la carioca. Que, en fin de cuentas, esto del baile reflejado y comprobado por el cinema no es sino el eterno ritmo del mundo: avance y retroceso, luz y sombra. Modas de hoy caen luego en desuso; triunfos de ayer son ahora olvidados, y mañana vencerá lo que hoy tiene un eco de indiferencias. Nuestro buen Campoamor lo vino a decir así: «Pecar, hacer penitencia,—y luego, vuelta a empezar.» La carioca es el pecado y el vals es la penitencia. .losK. MONTERO ALONSO
riark Cable e » l i i — • m u y lejii* d r «er f e f cañan. de la |»an(alla moderna eomo niurlios le c r e e n , atento», ••olamente a sus intiT|iri-lac i o n r s h«*lH h o y . l i e aquí al nuexu t^able, l y c o m o a|iarece e n I úllinin p r o d u c c i ó n , -iii titulo l u d u \ í a
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t.able posee un título académico. Fs un actor d r positiva inte" g e n c i a y d e sólida cultura, l n hombn- s u 1^perior. e n u n a pala-
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L director de CINEGRAMAB es un hombre impulsivo y vehemente—aragonés recalado en Madrid agol-
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pes de aventura—, que no admite objeciones. Cuando le dije que iba a escribir algo oobre Clark Gable, el galán-actor que tiene una indudable actualidad, me atajó con el ademán y con estas frases: -:V. ' I!"- ' 'lo mucho sobre Gable! iiplio despacho soleado en la mai'iana decembrina, pensando en hacer todo lo contrario, [Xtrque e?tal)a i^niiv rncido de que mis lectores iban a aprobar mi desobediencia. Valero de Bernabé ignoraba —no me dio tiempo de decírselo - q u e yo tenía un nuevo tema oobre Clark Gable, y que ese tema no se podía hurtar a «nuestro señor el piiblico». ¡Un nuevo tema sobre Clark Gable! Que supone tanto como presentar un Clark Gable nuevo, distinto del que las gacetillas de publicidad han dado a conocer hasta ahora. ÍM» tlirector se sonreirá al leer este aserto, un poco pretencioso.) Se h a dicho—y se h a creído—que Clark se convirtió en actor cinematográfico siii proponérselo siquiera; que de corredor de accesorios de automóvil p a s i al set, obligado /lor un dirigente testarudo, que le convenció para probar sus—oegiin él-magníficas aptituilef?; que la prueba coasistió ea una escena en que tuvo que abofetear a Joan Crawford. Todo ello es falso y pueril. Clark tiene un curioso detalle en su vida cinematográfica—referido y a por CINEORAMAS—, qi;p revela lo antiguo de su afición y lo duro de oU lucha por el arte: pisó por vez primera un Estudio en calidad—muy baja calidad, podréis ver —<le «extra», en la producción muda í/a viuda alegre—¿iH» acordáL» de Mae Murray y de John Gilbert?—, sin sospechar que, años más tarde, volvería a «ivtra» en el mismo film: pero por ptiro capricho de estrella, por recordar sus tiem-
pos ielílno^ de pana, lluego, (jable dista mucho de ser un improvisado. Su triunfo ha sido, reahnente, duran.ente laborioso.
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La verdad de los comienzos del gran actor de los galanes es, por lo vulgar, insospechada Lionel Rarr\more, que había trabajado con él en la obra teatral de ^oco éxito The Copperhead —Lionel como priraerísimo actor y Clark como galán .segundo—, en una jira por California, fué una noche—hará cuatro años—a saludar a su ex compañero, en un teatro de liOs Angeles. Gable interpretaba el papel de Killer Mears en The Last Mile, bien ajeno a que iba a recibir la visita de tan ilustre personalidad, a la sazón ocupada en dirigir películas como descanso de su ajetreo de actor. Clark Gable, refugiado en el teatro, pero sin olvidar sus intentonas cinematográficas, halló a Lionel en su cameñno al volver de e-scena eu un entreacto. Allí cambiaron un pitillo y sus mutuas impresiones sobre el cinema s o n o j o . Barrymore, hombre cordial como pocos en su trato intimo, pulsó la afición —al parecer, dormida—de su galán en The Copperhead. Y Clark Gable, sincero como siempre, descubrió su desencanto, la poca fe en sus ajititudes para el cine. Lionel quedó un momento en silencio, y dijo, al fin, mientras abría la puerta del cameñno para marcharse:
Hay también otra creencia errónea. La de que Clark Gable es un hombre poco refinado. Muchos aficionaílos al cine le consideran como un gañán simpático, pero gañán. Otros dudan de su cultura, que la suponen inferior a la de los galanes almibarado.!. Y es lo cierto que posee un título académico y que su gran afición por la lectura, desde niño, le ha dado conocimientos tan varios como útiles. Es un hombre de sociedad, que acapara la conversación de las reuniones, por muy distinguidas que sean, y la lleva [lor donde quiere, con una amenidad que revela ingenio excepcional.
—Quiero que hagamos ana prueba a conciencia. Vo creo que tienes cualilades de sobra para triunfar en la pantalla. Voy a dirigir una película que tiene f>or fondo los marea del Sur. No te prometo nada. Ya t e avisaré y... veremos. La prueba fué negativa, según la opirión de los jetes dei E:>iudio, (.N'o hay ho.nbres que se equivoquen t i n t o cj.uo esos señore.s que mascan puros y que c j b r m sueldos faut^isticüs por complicar todo lo li ib;dj y por h;iber.) Liouel Barryuíoore, consciente, Uev.ido de su idea fija, .liscutió lo indecible d e f e n d i e n d o a Clark Gable. Y tanto porfió, que se hizo otra prueba. Esta vez t^lark desempeñó el mismo papel con que se distinguía en la comedia The Lant Mile, en una de las escenas culminantes, y o u trabajo consiguió d e s a r r u g a r el ceño d e l o s «indiscutibles». Resultado inmediato fué su inclusión en el reparto de La pecadora, con un papel muy corto. vuelta al cinema era ya un hecho en la vida artística del Clark Gable. Su tipo exótico —de una personalidad vigorosa —, y su naturalidad de ademanes y de dicción consiguieron el milagro de que se le diera un nuevo cometido, más importante, e j el film ¡Danzad, locos, danzad!, de que era protagonista la famosa Joan Crawford. Aun no tenía contrato fijo. Pero vino el ©strciio del film de la Crawford, y resultó que el «novato» hacía desapar(H,er, en cuanto surgía sobre la [lantalla, a todixs los intérpretes 'Masculinos del reparto... Lionel .se frotaba las manos de gusto, -Ncababa de lanzar al mundo cinematográfico un VÍÚOT indiscutible, un galán-actor de personalidad sorprendente.
Ma hecho muchos papeles rudos, cierto; pero no es culpa suya. Gable e.-? capaz de causar sensación en papeles de alta comedia, en papeles de hombre elegante y mundano. Ix) mismo que es cafiaz de lo dramático y de lo cómico. Clark Gable es un actor de positivo talento. Un hombre superior, eo una palabra.
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Mi querido y admirado director: ¿Habíamos y a dicho mucho sobre Clark Gable? Cierto. Pero no lo habíamos dicho todo. SANTIAGO
AGUILAR
¿Clark Gable galán románticof Basta que se lo exija ser un papel confiado a su talento de actor. Gable se presta a todas las psicologías del ser humano porque p o s e e una aguda sensibilidad. Vedle hacer el amor a Carole Lombard, como un enamorado refinado y rendido
Dentro de un correcto frac, Clark Gable es el hombre de mundo que muchos no suponen. Su gesto no tiene siempre la picardía sieniestra del «gángster». S a b e , t a m b i é n , meditar sobre la vida como un perfecto <gentleman>
Vuoslro cinoma "amateur en el Extranjero
8 con un poquitín de J orgullo que hoy escogemos este tema. Es el orgullo del pequeñuelo que cuenta a los papas el éxito que sobre su hermano mayor ha tenido en la escuela. Porque, sin duda, para el cineasta profe sional, el cinema amateur es siempre el hermanito pequeño. Atrevido y travieso alguna vez, lo reconoce, pero siempre cliiquitín. Y sin embargo... Sin embargo, más allá de las costas que rodean España es el chiquitín quien logra a t r a e r las mirada-s competentes de los Jurados internacionales. Y el quo logra para la nación los más apreciados galardones. De Holanda, de Hollywood, de Londres, de París, do 1 Venecia, han llegado, y Hei gan, estas apreciadas noticias de los éxitos de nuestros films amateurs. Exi- i tos que apenas logran transcender los medios en- i tusiastas délos clubs. Sólo la continua repetición 1 de triunfos inq>ulsa, desde un tiempo, la curiosi- ' dad de la crítica y del gran público. Cineasta amateur y modestia parece muchas veces una misma j cosa. ¿Qué propaganda no hubiera impulsado cualquier profesional, de haberle sido premiado, o simplemente distinguido, un film suyo en Hollywood? Claro que en el cinema profesion.d median intereses materiales que es preciso defender. Pero, ¿es que los triunfos puramente artísticos y morales no merecen la atención de los que se ocupan de los destinos de nuestro cinema? He aqui la labor que inicia CINEORA.MAS con todo entusia.smo, no de una manera ocasional ni como las paredes de un eco que se extingue al cesar el «burra» del triunfo. No.
E
CINEORAMAS,
I)»*! film Memmorli'foi' . d e Delmiro de Caralt. que uralia de .ser p r e m i a d o en Hollywood, en el 1 Concurso iiiter••ueitMiHl organizado p o r la -Xniericaii Soi'icíy of Cint-niuti>gruplierü
al
a b r i r sus páginas amateurs, es consciente del espíritu que anima a estos desinteresados cineístas, que han lo grado hacer del cinema un ideal—no un negocio—, y con igual desintíírés y entusiasmo emprende una canqiaña de valorización y do divulgjción, de la t[ue e.-ijK^ra frutos do inosliiu.ibh! valor. l ' i ! bicv'.! rosulucu lie las aclua< io-.
Del film «Turismo», de Juan Salvan»
no» internacionales de nuestros cincíst.is amateurs nos dará una idci do la situación privilegi;ida que gozan actualmente, y de su prestigio artístico dentro del movimiento cinematográfico mundial. .\uii(pio sus j)rimeros pasos organizados coinciden ya con el Primer Concurso Internacional que se celebró en Bélgica el año 1981, fué en el Segundo Concurso Internacional de Holanda, que nuestros amateurs se atrevieron por primera vez a someter sus films a un Jurado internacional. Los primeros films que pasaron las fronteras fueron Mmserrat, de Delmiro de Caralt, y Tamariu, de José María Galcerán; dos films representativos de paisajes característicos de Cataluña. Aunque llegaron tarde para tomar parte j en la clasificación, fueron proyectados, y se se- í leccionó yionserrat para incluirle en dos sesio- i nes de gala, junto con los films ganadores. Francia fué el pais que en este Concurso se adjudicó el mayor número de premios, y acordóse, por lo tanto, de celebr.ir el tercero internacional en \ París, en cuya ciudad tuvo un éxito de concu- ; rrencia que consolidó el prestigio del Concurso, 1 dándole ya un carácter de máxima competición mundial. Diez y siete naciones presentaron sus selecciones. Nuestra selección fué la siguiente: Rapsodia cívica, de Francisco Gibert; Riu Avall, de Isidro Socis; Abejas, de Juan Prats; Mouserrat y Repórter mminico, de Delmiro de Caralt, y Ritmos de un dia, de Domingo Giménez. Selección digna, seria. Demostración de tiue nuestros aficionados no filman necedades. He aquí la sorpresa de los delegados de los pa' e s concurrentes. Sorpresa y admiración que no pudo traducirso en la puntuación, porque, a pesar de estar los films en París dos días antes c e lus sesiones de fallo, cuando fué posible su proyección habíanse puntuado ya algunos temas. No importa la clasificación fría de las cifras. Desde entonces, nuestro cinema amateur fué considerado con toda dignidad en ol [)laiio internacional, proyiM-tándose el film do í'ar.dt en la sesión de gala de la Mai.soii Contraux, on prosoncia del inventor del cinematógrafo, M. Luinioro, film que obtuvo la .K-oplación cntusiista del público y dola critica Este n ú s M i o film d o C.ir.ih, obra adniir.iblo «pie traduci' cu i n i á g o n o s b o l l . i « toda la bolliv.a
V lu mística de la famosa montaña catalana, con.siguió anteriorinonto para nuestro cinema, en Hollywood, otro valioso éxito. La American Scxíiety of Ciuematographers organiza anualmente, en la ciudad del cinema, un importantísimo Concurso internacional, en el que se concentran los más destacados cineídtas de todo el mundo y en el que los autores premiados son consagrados definitivamente. F u é , pues, en este Concurso donde, entre más de trescientos films, Monserrat obtuvo un segundo premio de composición, y sobre el cual el famoso director profesional Clarence Brown se expresó cou entusiasmo. ¡Cuánto debemos agradecer a estos entusiastas cineístas el haber logrado que el nombre de nuestro país figure, en ¡ este campo de la cinemato- \ grafía, entra los primeros! ; Reciente está en la memoria de todos el triun- I fo absoluto (pie nuestros cineístas amateurs lograron en la II p^xpo.'iición Internacional de Arte Cinematográfico, celebrada cou motivo de la X I X Biennale de Venecia. Los films que se mandaron fueron los siguientes: Festa major y Laie-Barcino, de Eusebio Ferrer; Memmortigo?, de Delmiro ele Caralt; Leií motiv, de Francisco Gibert; Reflejos, de Domingo Giménez; Jornada al Port, de Roig y Sarsanedas; Dama en la ermita de Falgás, de Ramón Puigrós, y Abejas, de Juan Prats. De estos ocho films, cuatro resultaron premiados, adjudicándose el primer premio internacional al film Festa major. Es de una manera continua c[ue llegan a n otros estas noticias emocionantes y halagüeñas... Un día es el nombramiento, a favor de los entusiastas cineístas de la Sección de Cinema del C. E. de C. y de la meritoria revista Cinema Amateur que editan, de miembros honorarios del Institute of Amateurs Cineiuatographers, de Londres, y del .\mator Mozgofenykepezok F.g\'esulete, de Budapest; otro día es el encargo de adcpiisición, jiara el Instituto londinense, de copias de tres de los iiioiores films dol III Concurso de Cinema Amateur de la Sección do t^iiuviia del C. E. de C.—Memmortigo?, de Caralt; Pallars ij Ribagor^-n, do Juan Salvans, y Folklore,
Del film «Feüta niajor>, de l^usebio Ferrer
de Agustín faura—; otro, otro y otro, son los anuncios de participación en nuestros concursos do fihns y de escenarios.,. Y cuando pensábtuuos cerrar « tas cuartillas con el acuerdo de las naciones concurrentes en París de celebrar el Cuarto Concurso Internacional del mejor film amateur 198.') en Barcelona, ñas llega la noticia de Hollywood de haber sido premiado el film de Delmiro de Caralt, Memmortigo? en el Concurso de la .\merican Soeiety of Cinematographers. ¿Bastarán estos datos para imjulsar, al menos, la curiosidad de 08 cineastas y criticos españoles? Como ya hemos dicho, el Cuarto Concurso Internacional se celebrará este año en Barcelona, cuya organización se ha confiado a la seriedad de la Sección de Cinema del C. E. de C , entidad a la que he debe todo el esplendor que hoy goza el cinema amateur en España. Juu to con el Concurso, ea acuerdo de las naciones concursantes de celebrar el Primer Congreso de Cinema Amateur para fijar y debatir cuestiones comunes a todo los cineístas. Hace ya unos meses que todos los cineístas del mundo trabajan en sus films con la vista dirigida hacia Espara Cada nación celebra ya su C<incurso Nacional p a r a seleccionar sus mejores obras para el Concurso máximo de Barcelona. Es un honor para tocios, pero también una grají responsabilidad. De los más lejanos países nos anuncian la visi-
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B a r q u i l l o , 1 :: M a d r i d Poseo de G r a d a ,
ta de sus dclegadtjs para el Concur.xo y para el C-cmgreso. Fnito de un improbo trabajo de organización por parte de los entusiasta'; elementos de la Secíción de Cinema del C. K de C , podemos asegurar ya el mayor éxito de concurren- ' cia. Y aunqiic lo.-, organizadores cuentan c on la colaboración moral de todos los clubs de cinema amateur, algo falta aún para resolver. «.\lgo» que no es puramente amateur, pero absolnt amonte necesario, y que sólo los organismos oficiales pueden resolver. Y para lograrlo, pedimos Ja colaboración de los compañeros de la Prensa cinematográfica. Hay que atender a los delegados de las naciones concurrentes. Y el honor del pais tiene sus exigencias ineludibles. Basta recíordar la amabilísima acogida de nuestro.s delegados en París p£u-a fijar la obligación de un , elemental deber de cortesía. Nunca España ha olvidado su tra lición, y estamos convencidos de que no la olvidará. A los oi^amzadores, a los cineístas, a la Prensa, a la« autoridades, a todos, es precisa su máxima colaboración para que el Cuarto Concui-so iTiternacional deUAIejor Film Amateur 193') y el Primer Congreso de Cinema Amateur sean para los países concursantes no sólo el mayor éxito alcanzado para la cinematografía independiente, sino también el más grato recuerdo de nuestro pais.
29 :: Barcelona
D. G. B.
MONUMENTAL CINEMA
PREN
Mañano lunes, estreno de la película espaflola
MAÑANA
LUNES
ESTRENO
L a s v í c t i m a s d e lí^pgombra Y
Se necesitan asesinos 4." Y 5." episodios d e
^
miiPI
LA SOMBRA QUE MATA y el delicioso film P a r a m o u n t
de
M E G JLE M O N I E R Y heIWY
g a r a t
CASADOS Y FEUCES Una película picaresc^^ de deliciosas imágenes y gratas carvcáones «o» «o^ (Se ruega a las
señoi^^ l e
asesoren
d e sus familiares antes de ver esta película)
KJ^
<n
<J3r>
Uyy fjQr,
por los ases de la comicidad Alady Y Lepe y ia deliciosa Rosita Ballesteros
OPERA Mañana lunes, la g r a n superproducción europea
! El lago
las
damas
porRosinc DereátL^^^ y Jmn Pierre Aumonl^ffl^ La pelicula sancionada po^^el é x i t o
CAPÍTOL "Por tu amor"
C
ARMINE Gallone—no en balde
este realizador nació en Italia-—acaba de damos la más bella y cmematográfica visión de Venecia que yo recuerdo haber admirado nnnca. Por tu amor diñase que es el lema en que se inspiró Gallone al realizar este film, dedicado a la perla del Adriático. Gallone, ausente de Italia, pero que la lleva dentro, en la carne viva y palpitante del recuerdo. Sólo la nostalgia de un desterrado puede, en largas horas de evocación, poetizar los lugares queridos con la fuerza y la belleza que l u ^ o ha transmitido la película. ¡Cuidado que se ha abusado de los canales de Venecia! Parecía imposible ofrecemos y a una nueva emoción estética de aquellos lugares conumes. Casi los teníamos aborrecidos a fuerza de frecuentes. Eran el abecé del turi.sta y del cineasta. Pero Gallone, con el nuevo y maravillo.so caleido.scopio que es el
eine, ha de.«compue8to en mil facetas originales y distintas la ima gen de \'enecia, como si la reprodujeran en la pantalla, multiplicándola ha.sta lo infinito, los espejos cambianteír de sus canales en Carnaval. Toda la ciudad resuena como AdrirnciP Ames una caja sonora. Y" toda la ciudad a la v e z , palacios, monumentos, f)uentes, caminos de agua por donde se deslizan las góndolas con su carga de amor y de juventud, la tradición y el eterno romantici.smo, la prestan.^a de ayer y la alegre inconsciencia del momento, se .suman, sin confundirse, en una vi.si6n única y múltiple, vibrante y enardecida. Ésto es cine, cine perfecto, el cine a que llamamos cinema por antonomasia, y cuyas muestras, desde la última etapa del cinema mudo, son más raras cada día. Por tu amor tiene una anécdota agradable y una interpretación excelente. Presenta, adema», a un gran tenor: Franco Floresta. Pero su mérito insiene, el que le señala un puesto en la clara fila de las obras maestras de la cinematoerafia .sonora, es su esencia cinematográfica, puro y noble querer y poder artí.«tico de la cámara y el micrófono, dirigidos por el temperamento poético de un desterrado que canta a su patria. Carmine Gallone ha realizadc» su mejor obra.
COLISE\M "El enemigo público número 1*' Piladcs y forestes, (» el píícma de la amistad llevada al último extremo, fM)dría titularse también e.sta pelicula, espigue»» de las últimas raspas quo flojo la rrosciba <lotjfmgsteriiamcric;anos. Pcrííj<io de «liquidación <lc cxi.st»:ncias», tnuy ititoresanto, sin <bi lu, |)ara los Establos l'nido.s, pero .sin [losiblo rcjtorcusión aípii, dimdo nunca rigió la pintfjrosca loy s(!«;a, filón iniígotablfi do tantas [iclieulas. Hay on ésta, sin cnd)argo, un juego do pasiones humanas quo niliasa (¡I l(M.ali.smo y lulquiorc carácter do un¡vorsalida<l, a lu vez que constituye uua hermosa lcc<;ión «lo energía uíuntt!-
nida bata el fin, sin arbitrarias claudicaciones, en aras del happy end. ¡Lástima que se extreme la abnegación del «malo» al querérsele dotar de una psicología simpática en pugna con la realidad de sus acciones violentas. No es posible concluir—a no ser en un perturbado, y nuestro personaje no lo está— la frialdad de quien asesina por fútiles razones y la abnegación de quien se sacrifica y muere ¡por la carrera política de un amigo! Iíxce.sivas sombras y demasiada luz para que se amalgamen en nn <ará(^ter verosirnil.
PALAOO DE LA MÚSICA "Su mayor éxito" Siempre se exagera. TVirquo no o- i-.-ii; precisamente el mayor éxito de .Martha Fg^^f.-rth, aunque sí un éxito estimable. Tiene el film todas las cualidades nwe.sarias para agradar al público: vi.stosa presentación, interesante y amena intriga amorosa, b n e n n dirección y excelentes intéq>retes. ¿Qué más ha de pedirse a una películn ¡i, con el único y exclusivo objeto de distraer? La crítica reconof;e de buena voluntail que ese propí'mto, nada ambicio.so, está logrado, confirma las envidiables condiciones artísticas de la F2ggerth para la comedia mu-sical y se abstiene de buscar valores espirituales de categoría superior en un film que, como hemos dicho, sólo aspira a distraer. PRENSA "El hombre del Hispano"
Tiene suerte la novela de Pierre Frondaie. Duvivier. hace ca.<i dos lustros, la llevó al celuloide, y ahora, Jeán Epstein la resucita con un diálogo chispeante. Muy francé.s este film, a ratos }' Bciii LugOMÍ en un mnnienln ilei apasionante film pnliríaro «Kl I M - » O emor-iun.inte y .«iempre desenfadaAe la muerte», que s e estrena mañana en el Cinc Fígaro do. Tema del adulterio, tratado al modo francés, claro está. El drama En cambio, su antagonista posee un auténtitiende a convertirse en vodevil. co carácter, bien observado, de excepcional noLa realización ofrece algunas noved.ides. Y la bleza, sin duda, pero en consonancia con el escámara es inteligente, observadora, y sorj^-rende píritu humano. Dentro de su alta jerarquía mo maravillosos juegos de luz y sombras, donde las ral, es un hombre de carne y hueso, no producimágenes hablan el verdadero lenguaje cinemato de la desordenada fantasía de un autor. tográfico También la inteipretación merece Y este honrado carácter, que hace culto de la elogios. rectitud de conciencia y pone sobre los impulY he aquí cómo un viejo tema literario, gra.sos de su corazón el cumplimiento del deber, cias a la técnica, adquiere vigor y actualidad de mereció sonrisas y comentarios burlones de una cinema interesante. j parte del público, ¿Pues qué? ¿Vamos a negar ya hasta la posibilidad de la honradez? Después de todo, ¿qué hacía aquel hombre de inaudito e TIVOLI ' inadmisible? Cumplir, sencillamente, un deber penoso: condenar, como juez, al que hubiera sal"Hombres sin nombre" I vado como amigo, ¿No hemos llegado a las zoj nas de lo sublime, y y a nos sonreímos escépticos? Los Escritores Cinematográficos Independien- \ Preferible es atribuirlo a ligereza. Esta escuela tes han reprisado este film, de Gustav l'cicky, es- ' de superficialidail que es la vida moderna, a vetrenado en Madrid, sin pena ni gloria, baee un ces ñas hace aparecer más pequeños de lo que par de años. ' somas. Es otra revisión obligada, aunque no sea mas ; Ix) que a no.solros nos asombra en Eí enemique |>or la realiz.wión de Tcick-y y la interpreta- i go número 1 es ver a S. Van Dyke, su realizador, ción de Fermín Gemior, ya que el asunto de^j después del último vuelo de Eskimo, empeñado H(m)h-es sin nombre es una pesadilla de la post- • en extender sus alas caudales en el estrecho círcuguerra, un poco arbitraria, además. \ lo de un film policíaco, Tro[)ieza en las paredes; \AÍ interesante en esta última sc.sión de', y aunque en las primeras estíonas halla el espaG. E. C. 1. es subrayar ile mu'vo los nombres d e ' cio libre y quiere remímtarlo, por ejemplo, en Gustav l'cicky y de Fermín tVmier. El primero, J el naufragio y en el motín, Í!n|)clido |M)r la graes[)iritu agudo no exento de inmia, sabe sintevitiuión del tenia, cae bien pnmto en los dotizar, cáusticanienle y en ¡XKOS finogramas, i m : minios d(í la escenografía teatral, y agota sus estallo social y sus defectos: formuli.snio judi-j ftierzas on vanos revoloteos aln><ledor do una cial, ab.sorción «le la partícula humana en ol; galería oneristala<bi. A.si y IÍMIO, aldiza im buen paiitoisnu) del l'^^tailo. tíomier, como actor, de-, <;incma, poro luitilosis del .suyt). En este film. bia ser má.- cono» ido. Por U> menos, en Hombres \ Van !)yk(^^ no os la primera voz ipie tal sin nombre reali/.a la creación más dificil de to-] luK.o so niega a si mi.snu». das: bl del hombre gris que. sin dejar de serlo, i í!lark Gablt-, Wdliuní Powoll y Mirna l^oy reaouKN-iona. Geutier consigue amb.i.s i'osas. ¿t^ián-, lizan una |)erfe«'ta labor, cuyt>s nisgos salientes tt>s Helores lograrían otro tanto? j stm lu simpa! iu do <«abli\ la dislin«-ióii do Powtill y ol espíritu un p<M«( |terplojo en este ANTONU) ( U Z M A N M E R I N O i film - do Mirna.
Lid
ute^tamaÁ
El
impuesto 7,5OV2
del (PELÍCULA
DE
Desde alli anima a los otros personajes,
MONOS)
CÁNDIDO.—¡Así, vivo! ¡Más VIVO! ¡A produeir! ¡Seremos felices! (De.stapa la caja dond' está el celuloide y empieza a desarrollarlo, ^^^como acariciándolo de nuevo.) ¡Una industria flamante! Prosperidad y trabajo para odos. CON estos cien metros... ^^DON
D
jON José Marino Ruiz, hombre simpáti modesto y campechano donde los haya, nos ha contado la coxunovedora historieta de un hombre optimista que una vez adquirió cien metros de celuloide. Nos ha parecido interesante el argumento, y con él liemos rodarlo sobre las cuartillas, muchol máí baratas que un Estudio, la siguiente pe-B líenla de monos, que brindamos a la consideración de nuestros lectores y a la inteligeatísima y «cordial» providencia del Fisco español, tiui «iutcresiulo» siemjire en estas cosivs de la cinematografía nacional. ^ Kl argumento, como hemos dicho, es del ^ .-eñor Marino. Pero su realización, comentarios incluidos, son nuestros. A cada cual lo suyo. Y salud al señor ministro de Hacienda para seguir cobrando el romántico impuesto. Empieza la película...
«CINEGRAMAS» PRESENTA CIEX
LA
METROS
II0.MBRECILL0.—El productor. DON CÁNDIDO.—¡Ah!
HOMBRECILLO.—Venga, venga mi parte. DON CÁNDIDO.—-Es muy justo... (Corta cincuenta metros de celuloide y se los entrega. El hombrecillo, con una inclinación graciosa, de<(avarece tras un libro.)
(FOT. CORTÉS)
Número 3.
PELÍCULA
(Entran en el despacho, um detrás de otro: Doña Estilográfica, Don Compás, el camarada Martillo, una Careta y una Cámara tomavistas. Se alinean, respetuosos y anhelantes, frente a Don Cándido.)
Do.V C.iXDIDO LA MECANÓGRAFA DOÑA ESTILOGRÁFICA DON COMPÁS E L CAMARADA MARTILLO LA CARETA LA CÁMARA TOMAVISTAS UN HOMBRECILLO CON BARBA UN CARABINERO LAS CINCO HERMAXITAS
Número 4.
DON SIETE V MEDIO, en figura de sacacorchos. DON I.MPI.ESTO DE UTILIDADES Do.ÑA LEV DEL TIMBRE ETÍJ., ETC.
Operador: DIOS ROGANDO Y CON EL MAZO DANDO
Sistema sfmoro; PREDICAR EN DESIERTO, SERMÓN PERDIDO
Director: UN
(Un hombrecillo barbudo surge sobre lo mesa.) 1 LOMBRECILLO.-—Cincuenta, ¿eh? Cincuenta nada más... DON CÁNDIDO.—¡Cómo! ¿Quién es usted?
DON CÁNDIDO (Después de toser un poco).— ¡Señores: la industria cinematográfica nacional empieza! (.Acaricia de nuevo el rollo de película.) Estos metros de celuloide representan el bienestar de muchos hogares. ¿Quieren ustedes colaborar conmigo? (Los atributos de trabajo se inclinan en señal de asentimiento. Enseguida saltan de gozo y se ponen a bailar una zarabanda vertiginosa. ) DON CÁNDIDO.—Pues a trabajar de firme. No escatimaré en los sueldos. ¡Usted (ala Estilográfica ) llevará las cuentas y repartirá los beneficios! (Salta la Estilográfica a una mesa y empieza a correr sobre un papel, como escribiendo afanosa.) ¡Usted (al Compás) levantará los planos de nuestros Estiubos! ¡Y usted (al Martillo) tendi-á trabajo en nuestros talleres!
TÍO DE BELCIIITE QI;E HINCA LOS CLAVOS CON LA CABEZA
Número 1. (DesjMcho de una Distribuidora de pelicidas. Entra ¡Mm Cándido, nm un rollo bajo el brazo. MueMra gran satvifacci/m. DejtosiUi el rolUt stdnre la mesa y lo warina ctm uruis judmuliltis, t-onu> darulti a enteruler i¡iw tm él cifra tinla su es/ter/inza. ()jirime un timinre. FérUra utuí mernninjrafa.) DON CÁNDIDO. ¡Que fiasen los a s p i r a n t e s ! Número 2. LA .MECANÓGRAFA (Alm- lu puerta yijrita).
|
DON CÁNDIDO (A los atributos).—Más despacio, señores. Se ha reducido el negocio. (Los atributos adoptan un aire más lento.) DON CÁNDIDO (Con un suspiro).—¡Sólo NF>.quedan cincuenta metros de película!
\
Número
10.
(Aparece en la mesa otro muñeco, restidfj d^ carabinero.) CARABINERO.—¡Alto ahí! ,r"ñni.. 'r,. ' ^ ^ a metros? ¿Y la Aduana? DON
CÁNDIDO
(Se
da
una
palmada
tu
i"
frente).—¡Es verdad! ¿Cuánto? CARABINERO.—Cinco de los cien. DON CÁNDIDO.—¡Pero -i -0I.. quedan • incuenta! CARABINERO.—¡Han entradu cien! DON CÁNDIDO.—Bueno, hombre, no se enfade. Tenga los cinco. (Los corta, suspirando, y se la-^ entrega. El muñeco desparece.) DON CÁNDIDO (A los atributos).—Más despacio, amigos míos; no hay que apresura:—. (Los atributos adoptan un ritmo aun .« lento.) Número 11. (Surgen sobre la mesa cinco niñas, cogidas de la mano, y juegan al corro.)
Número 5. Canción de las niñas: (El Compás, abierto en ángulo agudo, empieza a camin/ir trazando circuios y calculando distan(ñas. Kl Martillo stdta sobre una tabla y la golpra rtípidamente.)
Y hemos llegarlo a los f<jtogramas:
jAspiraiitfiS, a trabiíjar!
Número 9.
Don José Marino Kiiiz, |ir<M(igioi«o (li«lribuidor madrileño
INTERPRETES
\
Número 8.
PRODUCCIÓN DE
grittín-
(
¡Quince son quince; quince, quince, quince! ¡Quince son quince; quince, quince son!
Número 6. DON CÁNDIDO (.Asombrado).
DON CÁNDIDO.
¡USTC<l (a la llareta) ('\ti\>'n'ro
a iU'luar UNTE la «amara!
Número 7. (l'lnno de conjunto. .4tiiridiut gcncnd. Doiia EstiUigráfica, Don Compiht, cl camarada .Martillo, hl ('tirela y Iti ('ámtira Irahajan rrrtigiiio.-i<iiinnlr. Ihm Cáiulith) le.'i coulniípla con healiliiil: sr (rola Itui manos, satisfecho, // se sienta a la mi'.-<a.
¿Cómo quince? UNA NIÑA.- -Claro: tros par.i cada una. Somos la-s copias. DON ('ANDIDO. ¡Calla, puos os vordadl No 1110 acordaba, do vo.iolr.w*. ¡(}uó sorpros.i mas... agradable! ¡N'.iya ron los ciuco lobitos. digo cou las cinco copia-i! I'',a. lonod. liij.us nu.is. (¡.¡is entrega ipiiniY iiirtnx dr ,< !•!!•>:,Ir. ) ;')uc -«vis buoua-<! l 'NA N I \ . \ . ^ M.-LCIL que LI> \ C.L. DON CÁNDIDO. ¡V»! UO voii ilaro \
(Las niñas desaparecen cantando: *¡()nime son quince...!», etc.) DON CÁNDIDO (Con cara feroclie, a Im atribuios.) ¡Má8 despacio! (Ellos acentúan la lentitud.) ¡Sólo nos quedan treinta metros de película! Número 12. (Se oye una voz como si saliera del teléfono.) Voz.—¡Tan, tan...! DON CÁNDIDO.—¿Quién es? Voz VARONIL.—¡Impuesto de utilidades! Voz FEMENINA.—¡Ley del Timbre! DON CÁNDIDO (Salta en su butaca).—[íío istoy para nadie! Voz VARONIL.—¡Si se resiste, será poor! DON CÁNDIDO (Con los ojos desencajados).—• ¿Cuánto? VOCES.—¡Un diez por ciento! DON CÁNDIDO.^—¿Un diez por...? (A los atributos.) ¡Más d&spacio, señores! (Ellos apenas se mueven ya. Don Cándido vuelve a sentarse, abatido; apoya los codos en la mesa y se aprieta las sienes, temiendo que le estallen.) Número 13. (Llega una mecanógrafa con un puñado de papeles. Don Cándido empieza a examinarlos.) MECANÓORAFA.^—¡Gastos de propaganda! Número 14. (En rápida sobreimpresión, pasa un desfile vertiginoso de facturas, carteles de publicidad, folletos, telefonemas, telegramas, trenes y la ventanilla de «no Caja con una «cola» de empleados cobrando la nómina de manos dd jnopio Don Cándido.) Número 15. (Se desvanece la visión. Don Cándido está de pie, con el cabello erizado.)
Número 16. DON CÁNJ)IDO (A la mecanógrafa, entregándole el resto del celuloide).—¿Habrá bastante? MECANÓGRAFA.—Creo que no, don Cándido. DON CÁNDIDO.—¡Pues, hija, lo he repartido todo! (A los atributos.) ¡Más despacio aún! (Ellos trabajan ya con tal lentitud, que apenas se mueven. Se retira la Mecanógrafa.) Número 17. D O N CÁNDIDO (Contempla melancólico d envase cooío).—¡Qué lá.stima! E n fin, pagué a todo el mundo. Quien paga, respira. Número 18. (Entra Siete y medio. Es un sacacorchos con unas gafas enormes. Avanza hacia Don Cándido y se le sube en una bota.) DON CÁNDIDO.—¡Eh, que me pisa usted! SIETE Y MEDIO.—Perdone, soy miope. DON CÁNDIDO.—¿Y qué quiere? SIETE Y MEDIO.-—Cobrar mi parte. Me llamo Siete y medio. DON CÁNDIDO.—Ah, ¿el impuesto del 7,50? SIETE Y .MEDIO.—Eso es. DON CÁNDIDO.—Pues llega tarde, amigo. Lo he repartido todo. Mire. (Le muestra la caja vacía.) SIETE Y MEDIO.—No importa. Yo he de cobrar. (Da una vueltecita sobre sí mismo y se clava en el zapato.) DON CÁNDIDO.—¡Ay! (Cojea.) ¡Tengacaridad, no apriete así! SIETE Y MEDIO.—¡Pague! DON CÁNDIDO.—¿Pero no le he dicho que rae he quedado sin nada? SIETE Y MEDIO.—¡Elso no es cuenta mía! NÍÍCÍ para cobrai'. DON CÁNDIDO.—¡Sobre los beneficios, no sobre las pérdidas!
ESTE
SIETE Y MEDIO.—Soy miope y no distingo. ¡Pague! (Da otra vueltecita, clavándose nuis.) DON CÁNDIDO.—¡Ay, ay! ¡Rsto es un abuso! (Corre de un lado a otro.) SIETE Y MEDIO.—¡No, señor: un impuesto! DON CÁNDIDO.—¿Sobre qué? SIETE Y MEDIO.—Sobre... ¡Bueno, sobran las palabras! ( Otra irueltecita tnás.) DON CÁNDIDO.—¡No apriete! SIETE Y MEDIO.—¡Pague! DON CÁNDIDO.—¡Cerraré el negocio! SIETE Y MEDIO.^—Bueno. DON CÁNDIDO.—¡Se quedarán en la calle todos esos señores! SIETE Y MEDIO.—Bueno. (Da otra v^uelta.) DON CÁNDIDO.—¡Matan ustedes la industria nacional, arruinan a España! El Fi.sco nos hace cisco. El Fisco no debe ser un sacacorchos... ¡Ay, ay, ay! ¡Que me barrena el pie! SIETE Y MEDIO.—Grite, pero pague. DON CÁNDIDO.—¡Monstruo! SIETE Y MEDIO.—Bueno: ¿paga o no? (Da otra vuelta.) DON CÁNDIDO.—¡Ay, ay, ay! ¡Basta ya! (Corre a la caja de caudales.) ¡Pagaré de mis ahorros anteriores! ¡Pagaré... por el delito de querer introducir una nueva industria en España! ¡Tenga, tenga! (Le arroja unos billetes.) SIETE Y MEDIO.—ASÍ se hace. (Pincha los billetes y se dirige hacia la puerta. Cuando va a salir, se vuelve y hace una inclinación.) ¡Hasta la pró.xima! DON CÁNDIDO.—¡No quiero verle más! Dígale a quien le envía que un limón exprimido no sirve para nada. (Siete y medio desaparece.) Número 19. DON CÁNDIDO (A los atribidos del trabajo, y a nunto de llorar).—¡Más despa<'io, señores!... . ( Y todos .se paran.) Es un film A. <J.
Nuevo Secreto D I O A SUS L A B I O S
Belleza Natural MUCHAS mujeres hermosas no se dan cuenta de que los lápices ordinarios recargan sus labios de pintura dándoles un aspecto vulgar que los hombres aborrecen. Es natural que para embellecerse use usted un lápiz de labios ... i pero no pintura! Hay un lápiz - TANGEE que embellece sin pintar... y vivifica el color natural de sus labios. TANGEE no es pintura. TANGEE es anaranjado en la barrita, pero apliqueselo y verá cómo cambia de matiz hasta que adquiere el tono grana que más favorece a su rostro. Su efecto es seductor y, además, protege, suaviza... y es duradero. También fiay un tono oscuro: El Thealrical. SIN RETOQUE: Loi labio» lin retoque caii «iempte parecen marchitos y avejentan el rostro. PINTADOS: Evite el parecer pintarrajeada. A loi hombreí les desagrada esle aspecto. CON TANGEE: Se aviva el color natural, realia la belleía y «vua la apariencia de pintura. SF O. FEDEHICO BONei-APORTODO J02 MODRID INCLUYO •!> >«LLOS DA CORREO PTOJ. 1.50 PORO MUOLROI D » LÉPII, ROW9A, COMPACTO Y POUOI NOMBRO COLL. N.» . POBLOCIAN PTOVINCIO ESCRITM) CLORO Y ENVIÓ « I SOBRO CORRODO
Jeán Murat y lirÍKÍIle llelm en una ai«i»i«n«da y bella e«eena de VA principe Woron- saujkíL «eff.. película en la que «mh.« ,K>p«\ar«. ^An^lrmh^* .Hinlas reabran una n«,t...f.ca
.—
La Crema Colorete , TANGEE también { cambia de matii al aplicarse - Eiti hecha a base de cold-cream, que protege... y permeable.
" ... (orno truje
de
aquel Carole
Lombard...'*
L
A mujer, que propende, inevitablemente, a la rebe!riía en todos los aspectos de su existenc'B, sólo finge someterse resignada y pas'vamente (v los dictados de lo mfxla. Pc-o ítiense bien en que hemos dirho que «finge» someterse nada más. En puridad, no hace sino dar la sensación ue un sumiso acatamiento, para, escudándose en él, «salirse con la suya». Así, por ejemplo, al llegar a casa del modisto para asistir a un desfile de modelos, suele afectar un aire tanto más indiferente cuanto más de su gusto sea el traje que acaba de ser exhibido. Después de un par de largas horas, durante las cuales han desfilado ante los ojos de la cliente, en una luminosa sinfonía de tonalidades, la m.'vs diversa profusión de atavíos el costurero, solícito, acércase a la dama y con la más meliflua de -•ns sonrisas inquiere: -¿Ha encontrado la señora algo de su gusto? Y la señora, con un gesto ambiguo de fingida indiferencia. le.sponde:
A la izquierda: De un positivo «ehie» y de una fCran ele)(ancia es eate traje de noche que viste Steffi Dune, ronfeccionado en tafetán negro, ron grandes solapas de estilo masculino, cuerpo entallado y falda lisa. Grandes botones bla/lcos recogen el vestido en la cintura Arribat Ved e ó m o Sylvia Sidney realza su personal encanto eon este novísimo traje de terciopelo . labrado en color violeta, con el que armoniza bellamente el sobrio peinado, adoptado últimamente por la gran actriz Abajo: .Marián .Marsh, usa este sugestivo salto de cama, de terciopelo de gasa en color coral, adornado con plumas de avestruz
Una polvera original, simulada artísticamente en lo que parece ser una hebilla del brazalete
Florence Rice mueHtra—• en esta foto una combinación modernísima de accesorios para la indumentaria deportiva. Trátase de ulsera» y prendedor en lanco y azul. Fl gorrilo ron que se tora la bella artista es de gamuza blanca. I.as rayas de la chalina son azules y blaiica»
K
—Sí, hay algunos preciosos; pero yo e c o <iuc n<i «nic van». —¡Oh, por I>ios, señora! A la señora «le va» todo «livinamente. I Jt señor» tiene una siluctü y nn chic tan personales, (jue cualquiet «trapo» la sienta a maravilla... dama, lisonjeada a pesar suyo, hace un discreto ademán, <|ue elude el elogio, en tantlui- e! modisto insiste: —Pero..., ¿de verdad, de vcrd»id, no ha encontrado la señora nada que la «llene» del t o d o La señora, claro es, ha vis*o t>esocuatrü vestidos que la gustan cou locuia, y de los cuali ha tomado in menie buena nota; peto... Al llegar a este «pero», clave del problema, es cuaml. !n dipir-niacia de l a dama h a fie desplegarse con t o d a habilidad ante el solícito costurero, partí sir lie;ii su s i i s c e p l i b Ü K Í a d , intn d'.ür en el modelo original nic,di£icaci'<iies qne lo transtormén en el vestido «soñado» por clia. \ eaiños... —¿Ha fijado la señora su atención en la robe princesa que vestía u n a mídelo «platino» i>n ojos grandes? (El modisto, hombie perspicaz, ha at'vertido que la dama, pese a su perenne actitud d f iiidiferencia, ha mirado «con buenos ojos» aquel vestido, y sabe que es acerca de él, y n o <Ii- otro, sobre el que debe intentar el asedio. «Casualmente», es uno de los modelos más caros • lesu colección.) —Sí, en efecto, no está mal. Pero usted sabe que a mí las líneas excesivamente largas no me sientan, y, claro es..., yo no puedo atreverme a... —La señora pue«.le atreverse a todo. Su buen gusto proverbial la autoriza... (Al m o d i s t o , la más leve modificación en sus modelos le sienta como un tiro, porque pone en su trabajo entusiasmos de artista; pero como los tiempos son malos y hay que someterse, remacha:) —La señora puede hacer sin temor cuantas indicacione'guste. IX' seguro se rán atinadas, porque la señora sabe vestir bien, y, atleniás, >ü puedo haberme equivocado... ¿Quién no comete un error ^ —¡Oh, nada d e error, amigo mío! Kl traje es precioso, sin duda; pero puesto que yo tengo la preocupación de que l a s líneas .seguidas no •me vant, se me había ocurrido que un .:inturón de paillettr.s aca.so le «fuera» bien. ¿No cree usted? —Sí..., tal vez .. ¡Desde luego!—exclama el hombre, comprensivo y transigente. —Es que... ¿sabe usted?... ("aróle Lombard saca uno }>arecido. pero con el ciuturón como a mí me gusta, en una película que vi el otro día acaso también resultaría bonito adicionarle unos grandes botones blancos. Precisamente el de la L.ombard los tenía.. Total: que el mod e l o original, en fuerza de modificaciones, queda 'convertido en un remedo maso menos feliz del que la Lombard lucía en aquella jielícula... Y es que, en nuestra época, la pantalla He aquí a Mellen es un insustituíbir consultor de ciegan Tweiveirees luciencias femeninas, codo una «tenue» de mo lo fueron antes calle, a base de verlas grandes revistas francesas e inglesas: de, en el que se han y por ello, la mujer logrado admirables moderna propende a asimilar a sus atacontrastes de color víos las tendencias \ mediante la piel de las orientaciones lan visón. usada en el zadas en el film por las grandes estrellas. gorro, en el manguito y en el ruello
MIOSOTYS
C
OMO ustedee saben, Man6n D<»viee se ha ido de la Metro a los Estudios de los hermanos Warner. Su bungaloio, uno de los más hermosos de Hollywood, ba sido trasladar do, por cuenta de los Warner y por deseo imperioso de la veterana actnz, <le un E-tudio a otro. El traslado ha costado—si hemos de hacer caso a lo que nos dicen de Hollvwood— 42.000 dólares'. Marión puede pernutirse estas exigencias gracias a la influencia formidable de su entrañable amigo el magnate de los penódicos W. R. Hearst. Pero no ha parado ahí la cosa. Colocado el bungnlow en los nuevos Estudios, Marión ha hecho notar que el color de su casa de trabajo difiere del de los edificios de los Estu' dios Warner. —Hay que cambiar esto—ha dicho. Y como una palabra de Marión es una orden, se acaba de plantear entre el personal directivo una terrible duda. Esta: —^¿Pintamos el bi<ngahw del color de los E s t u d i o s o pintamos los Estudios del color del bungalow? ¡Pavoroso problema! • • He aquí al cómico Eddie Cantor desde un punto de vista admioistrativo. vM Eddie Cíibra por film ^ una cantidad aproximada a dos millonea de pesetas.
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Marión Davies, la veterana actriz, ha hecho trasladar su «buoKalnw» de la Metro a los ('jitiidios Warner, donde eslá a c tualmente contratada. F.I traslado ba costado, si hemos de hacer caso a lo que nos dicen de Hollywood, 42.000 dólares
Sin contar un porcentaje sobre lo que produzca el film a sus editores y otro beneficio sobre la radiodifusión de las canciones de sus peliculas. A lo que hay que añadir lo que percibe por impresión de discos fonográficos y por apariciones personales. A la hora de cobrar, «l gran cómico es un hombre terriblemente serio.
H a i i i n i i i i t n N«»«rro,% filie ya r» coiiiuiiHanle ' d r la r r e f r r i u r a «le liria de Mrjiro. l l u n o - | rario. tu-ru «•oiiiaiid«n-,; le ai fin ^
Mae West ha decidido abandonar sus papeles «fm de siglo», y su próximo film traiiscurre en Buenos Aires , y en Boston, en 1984, El peligro de la experiencia está en que ella p u e d a parecer, ahora que no se lo propone, eso: una mujer fin de siglo.
\ t'se tenor poliMH), un poco calvo, de silueta u.uia ciuematogriifica, que se Uanuí Jeán Kiepura, le va a pagar Paramount, por un sólo film, la bonita suma de UH).(HX) dólaies. A este paso, los tenores fotofónicos, pero no fotogénicos, acabarán con el cinema. El dia que se decidan a (-(rntratar a .luán (Jarcia, todo estará, irremediablemente, perdido. Será la señal de que el <;ine ba dejado de ser cine para pasar a ser un competidor de la,* editoras gramofónicas. En efecto, cuando se vaya al cine a oír cantar y no a ver actuar, los cafés estarán muy concurridos, y Milán será una ciudad despoblada, porque Milán estará entonces en Hollywood. Ix)s italianos jwdrán ya dormir tranquilos. Aunque de esto de dormir sabemos ya bastante los espectadores de hoy. Frank Me Granth. «doble» de Warner Baxter, llegó hace irnos dia» al E-ítudio un poco más
nombre cuiUido la solicitaron para La dnnin de his camelias. Fernando Rivers, el director, se opuso: — i m p o s i b l e , (juerida amiga. Usted es cono(;ida por este nombre en el teatro, y eso me conviene para la publicidad. —Pero yo no puedo seguir toda la vida llamándome Ivonne Printemps. —Hay un medio, sin embargo: decida no envejecer jamás. —¡Yo no he pensado nunca en eso! Las mujeres espirituales son así. Y las mujeres no esj>irituales, también.
Y si creían ustedas que nada había | que de<-ir ya de El comle de Montecris-] to, se han equivocado. Es cierto que Ho- I bert Donart es el protagonista de laj trigésimaquiota versión. La última, al ' parecer. Pero ahora a un periódico— francés, naturalmente—se le ha ocurrido una idea genial. Como el célebre cantillo de If se alquila, propone que lo alquilen los productores cinematográficos. ¿Para qué? ¿Para qué iba a ser? Pues para hacer un film sobre el muy célebre Montecristo. Un Montecristo más, ¿qué importa al mundo? R. M. G. voniip Printemps ha pretendido ranihiarse de nombre: pero el director Rivers se ha opuesto, a l e g a n d o q u e en fuer/a d e l l e v a r l o nace tanto t i e m p o , ya está acreditado romo marca r o m e r r i a l . y conviene conservarlo a los efectos pubiirilaX i rios
.K. la hora de cobrar, el gran cómico K.ddie Cantor es un hombre terriblemente serio. Kl percibe por rada uno de sus films una cantidad aproximada a dos millones de pesetas, aparte de un porcentaje sobre la explotación
tarde
convenido.
—¡Vamos! Le estamos esperando a usted desde hace inedia hora. Respuesta del «doble»: —¿Y qué? Yo le estoy esperando a usted desde hace cinco años, y nunca le he dicho n a d a .\ Rainoncito Novarro lo acaban de -nombrar comandante himbraritt de la Profetítura de Policía de Méjico. Pero todavía &s peor lo que le ha sucedido a Grace Moore. En Tennessee, Estado nativo de la- famosa cantante, la han honrado con el título de «coronel htmorario adjunto al Estado Mayor dol gobernador». La infeliz Grace no va a tener más remedio 'pío dejarse bigote. Nosotros, los que sabemos francés, no ignoramos que Printemps quiere decir Primavera. Pues bien: Ivonne Printemjis—o, si lo prefieren ustedes, Ivoime Primavera—quería cambiarse el
l nu íirnia yanqui va a pagar a Jeán kiepura IIH).(HM) dólares por su actuación rn un film próvinio n —"Hrn' Ved aqui al rrirbiado iJi^'Cn su ^>artennire>, .Marta I cgrrth
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FIG^
EN
MAÑANA LUNES
DOCE HOMBRES Y UNA MUJER
EL MAS SENSACIONAL DE LOS FILMS
POLICIACOS
DE
PRÓXIMO ESTRENO
DE L A
MUERTE Una obra llena d e iiüriga,
DISTRIBUCIÓN: PROTAGONISTA: CENTRO Y
•
NORTE
A N D A L U C Í A
ATLANTIC-FILMS
BELA
Exclusiva;
misterio
LUGOSI
E. V I Ñ A L S
y
de
de
emoción
(MadridJ . — E n efecto, Benito Perojo está filmando en la actualidad y comenzará en breve dos films para la Cifesa, con Miguel Ligero, Antoñita Colomé y otros artistas no designados hasta la fecha. Piensa también realizar otro film a base de un argumento de Corrochano, con música del maestro Guerrero: pero todavía no tienen hecho el reparto. El Niño de Marchena no piensa filmar ninguna película. PENYA PERRONET (Tremp). Guarde esa fotografía para más adelante, que con seguridad se la publicaremos. La dirección de Maruchi Fresno es: Santa Isabel, número 26, Madrid, y la de Eusebio Fernández Aidavfn Avenida Stadium, núme10 4. Madrid. Los ingenieros de sonido de Agua en el suelo son Luis Marquina y Neumman. Saludos calinosos a todos los «peñistas». ViMAROE
CURIOSA E 1 M F E R T I N E N T E
(Madrid).—Jeán Harlow, de quien he dado la biografía en el número 21, no me extraña que tenga sus simpatías, pues no solamente usted, sino la mayoría de los aficionados al cine, son partidarios de tan excelente artista. Su deciente populaiidad a raíz del suicidio do Paul Bem, ampliamente «1. mostrada en cuantos films toni.i parte. Bien lo meri-ce Miss Platino. Esta señorita suplica a algún lector «pie envíe la letra de la canción «IViKír. (¡ue la vida es corta», de la jx-lícula No dejes la puerta abierta. '•- ' •
ÍYjdenUaVcr«hulc
t ^ ramente. Clark Gable es ca.sado. Casatlo ties veces, y solamente ha tenido dos esposas ¿Que no se lo expLca? ¿Que eso no puede ser? ¡Pues es bien sencillo! Se ha casado dos veces con su segunda esposa. Esta se llama Ria Laugham, que aportó al matrimonio un niño y una niña. La niña (que ya no lo es) tiene unos diez y ocho años, y el niño, unos catorce. Gable es muy deportista y se entusiasma por la equitación, y ya se ha dado tantos «coscorrones» como el príncipe de Gales. Escríbale a Metro-Goldwyn-Mayei, Culver City, California, sin olvidar el sellito de 10 centavos. L A LECTORA.—Desea la letra del tango titulado Matucha. Muchas gracias al generoso o generosa donante. E. A. S. (Salamanca).—FA reparto de Kl correo de Bombav es el siguiente: Ins])ector Dyke Edmún Lowe: IVatrice Jones Shirley (írcy; John llawlc> Onslow Stevens: William Ln kc l'.-itson: I<íili>li lorlx-s: Xa vier: John Davitison. Lady Da niels: lledda llopper; CiviJ Surgeón: Tom M<M)ri-; Martiiii J«ihn Wray: rumlió Clinndr.i Braiidúii llurst, Capit.'in (-e raid Woitliiiij; | .iini-si'ni l'ho
mas: Sir Anthony Daniels: I'erdinand Gottschalk; Doctor Maurice Kenoir: George Renavent: Cuthbert Neal: Gerry Owen: Burgess: H u n 11 y Gordón: Edwar Rreeze: Herbert Cortell: Maharajak de Zungore: Walter Amitage. Puede escribir cuanto desee, pues ni usted ni ningún lector me molestan en lo más mínimo.
desea sostener correspondencia con señoritas aficionadas verdad al cine. Escribir a Manuel Ullcd, Avenida de Pi y Margall, 19, 2.", 2.», Sariñena (Huesca).
TANNHAUSER (La Coruf.a). Las películas que me pide de Valentino, con las artistas que intervinieron en las mismas, son: Cobra, con Nita Naldi; La T O R M E N T O (Jerez) . — dama de las camelias, con Alia Completamente cierto: en El Nazimova; Los cuatro jinetes del Ídolo de las mujeres o El boxeaApocalipsis, con Alyce Terry; dor y la dama trabajan los tres Más fuerte que el amor, con grandes campeones de boxeo Gloria Swanson; El águila neMax Baer, Primo Camera y gra, con Vilma Banky; El hijo Jack Dempsey. La película está del Caid, también con Vilma dirigida por W. \ an Dyke. Para Banky, y Gloria la Gloriosa, tener esa foto que tanto desea con Mae Murray. Los de Gaescriba a Paramount Studios, ry Co«)per: El gran combate, Hollywood, Califomia. Inclu- con Collen Mo«)re; / / ijos del yendo en su carta un sello de divorcio, con Esther K,-lis10 centavos. tón y Clara Bf)w; Esclava por MANI'EL UI.LOO (Sariñena). amor, con ¡•'lorence Vitlor; Ueiin Sahrraur, con Evelyn Brent; Los dos artistas que me menciol.a legión de los rondciuidos, con na escríbales a Metro-Goldwynf a y VN'r.-vy; /•."/ angrl prctuloi. Mayer, Culveí City, California. con Nancy Carroll: l.iis culi: Incluya en su carta un s«'llo »le df lii ciiidiiil, c«>n Sylvia Sidnc\ 10 centavos, q n e l o puede ad«piirir e n cualquier c a s a q u e .se Carole Lombard einivi'«> a íil mar por e l año KU'S. .\nt<-s <U> dedique al conicnio d e venta esto habla si«lo artist.i «le eoiui«le s<"llos «'xtranjeros. p a r a «pie «lias Scunel, e n ilontle tr.d>a|<> le euvltMi l a s fotografías. Las un año Carole. mide 1.07. v n«i biografías y.i l a s habr.-'i l e i i l o e u «•I ni'iniiTii . i i i t f i í i T
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s r l.i i l r s i i i l x i . |x>rqnr nsli-il s.i-
l>e la cantidad «le bu«;na... artista que es. S<? casi') con William Powell el 2f> «le Junio de i<)i¡, pero se han divorci.-ido. Ha terminado una película para la Paramount, y con George Kaft, con el nombre de Rumba. La otra pregunta pruebe preguntand«) en una buena librería. Espero más preguntas con sumo gusto. U N A ADMIRADORA f Madrid). Los nombres de Johnny Weismuller y Buster Grabe son los verdaderos nombres de «pila». El campeón mundial de natación, en la actualidad, creo que es un japonés. Claro que esto, como no entra en las consultas cinematográficas, debería de cobrarla el doble: pero, por esta vez, la perdono. Digo que es un japonés, poique en la última Olimpiada les dieron un «agua» los simpáticos nipones a todas las naciones concursantes. Jhonny W'eismuller, a mi parecer, es más artista en la tieira que en el agua, y su bi«>grafia es la siguiente: Nació en Chicago (Illinois), ile padres austriaetis. Tiene el pelo y los oj«)s castaños. Mide seis pies y tres pulgailas. y jH-sa io<'' libras. Las ivliVulas que h a n interpretailo .son exactamente l;\s que u.sted ya salv. I'"scriba a MetroColilwyn-Mayer. Culver City, r.ilifiirnia. N«> importa «pie les escriban en español, pues siempn- tienen ivrsonas a m a n o que habl.oi varios idiinn.is y les leen l.is cartas. .\ Buster lítalv. a l'.iranit>nnt Sttuiios. l l o l l v \VO<H1, C.ilifoniia. £l"«>mpl.ietil.i>
Una
r e v o l u c i ó n en el l a v a d o con las l a v a d o r a s
eléctricas
A. B. C. Econom
izad
Econom
izad
v u e s t r o
v u e s t r o
dinero
tiempo
A h o r r a d
No
destrocéis
vuestras
vuestras
fuerzas
manos
Lavar la ropa con uno lavadora eléctrica A . B. C . resulta un entretenimiento a g r a d a b l e . En pocos minutos vuestra ropa se l a v a mejor que por cualquier otro procedimiento, entregándolo escurrida y casi seco p a r a el planchado.
Concesionario
para
España:
Represenfante
Jesús d e Guinea
Olaguibel,
Meléndez Valdés, n ú m . 6 2 Teléfono 47458
número
10
Interesante resultado de la cinematografía española americana CEA en el último ejercicio
R I A L T O MAÑANA LUNES estreno de la segunda y última jornada de
0(
Superproducción cumbre de lo cinematografía europea Mar) K.llcD Rro«n. deliciosa estrella de ta i'aramuiinl
S
I q u i e r e p o s e e r u n a magnífica fotografía d e
IMPERIO
L O C I Ó N DE
Se ha celebrado la junta de acc¡oni.*tas! de esta entidad, dedicada a la proílucción de peliculas en Madrid, Ciudad Lineal, y que preside don Rafael Salgado. L o s beneficios brutos h a n representado -m.mm pe.setas, y los retos, 287.212,29. Se crea un fondo de amortización de 121.212,29, y aun puede repartirse un dividendo del 7 por 100 a las acciones, j otro igual a las acciones de fundador. Se habla de que la Sociedad, que ahora tiene 1.7()8.r)00 peseta'; de capital desembolsado, emitirá acciones hasta completar los dos millones V medio de pesetas, a suscribir eo su domicilio. Barquillo, 10, Madrid. La marcha de la producción es buena, como se ve, tanto en cantidad y calidad como en beneficio, habiendo alcanzado una cuarentena de películas durante el ejercicio. Las perspecti\'as, según la Memoria, no pueden ser mejores, haoiéndcíse alcanzado estos resultatlos en franca lucha, en durísima competencia y sin ninguna pitítección oficial.
ABEDUL V BRASU
ARGENTINA
E S P A Ñ A
c o n el a u t ó g r a f o d e esta popular artista, s o l i c í t e l o
C
Madrid:
J L EM H O U S E V I T O R I A
SilffKPRCDlKCm^llilHl
en
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por escrito a
I N K G R A M A S
q u e t i e n e a d i s p o s i r i ó n d e s u s p r i m e r o s 500 l e c t o r e s q u e las s o l i c i t e n , SOO fotografías d e la c é l e b r e estrella, o f r e c i d a s p o r dKI->>A. {ÍAtn de p r o v i n c i a s d e b e n remitir s e l l o para s u envío).
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