Revista Cinegramas - Nº.27

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Irif Gdridi\


REVISTA SEMANAL D I R E C T O R : A . V A L E R O DE B E R N A B É Año li.—Núm. 2 7 . - M a d r i d , 17 de Marxo de 1935

•n hrno di cJnem ndc/m/

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A sabemos, y la preponderancia de las industrias yanqui, francesa e inglesa nos lo ha demostrado, que no es posible hoy llevar al cinema nacional hasta la altura que todos deseamos sin la ayuda técnica de elementos extraños. Sólo dos países cuya personalidad surgió pujante lograron hace años prestigiar mundialmente su industria: Alemania e Italia; ésta, conquistando las pantallas europeas en el periodo ante-

María Lui»a Garzón, una de las bellezas fotogénicas se- i leccionadas en el concurso para elegir «Señorita Kva I í 3 5 i . Como nuestros lectores pueden juzgar, la señorita Garzón reúne excelentes condiciones para conquistar el preciado título de estrella de nuestro cinema

La pequeña actriz Araceli Guijarro, protagonista de tre!« niolivo» inusirales, de Daniel Fortea. I l e t a d o s a la pantalla por Luis S i e n z de Heredia, en los Kstudios Ballesteros

rior a la Gran Guerra, y la otre^ revolucionando i la técnica al finalizar la contienda e imponiendo ¡ sus normas y procedimientos al resto de los pro- 1 ductores, sin olvidar el esplendor de lui cinema- • tografías sueca y noruega, llenas de artí, de sen- j timiento y de espiritualidad, Italia se perdió en j el olvido cuando Alemania apareció renovadora, j Y de ésta fueron saliendo en un corto espacio ^ artistas eminentes, directores admirables, fotógrafos expertos y procedimientos inéditos. El • grupo de avanzada, compuesto por Mumau, ¡ Lang, Lubitsch y Dupont, discípulos todos ellos i de Max Reinhart, el director escénico de famaj mundial, emigró a otros países, después de con- >, quií-tar para el suyo el primer puesto del cine-j ma mundial en punto a calidades artísticas, y i con la ayuda de nuevos valores—Pabst y V o n ' Stemberg entre ellos—, logró dar al cinema de • aquéllos la perfección técnica y el aliento de^ arte que a todos faltaba y que ellos poseían, ; Así, Mumau—cuya memoria no ha sido reve-| renciada como se merece—, Stemberg, Lubitsch!


y Stiller, consiguieron para los Estados Unidos, al igual que Tourjansky en Francia y Alexander en Inglaterra, los éxitos resonantes de que se enorgullecen sus industrias. \ España no llegaron rii la época del cine mullo ni directores ni fotógrafos extranjeros capaces de ayudar y orientar a los que aquí surgieron por generación espontánea. Sólo de vez en cuando aparecía algún aprovechado comparsa en I oUywood o figurante en Neubabelsberg, que creyéndose poseedor de los más profundos conociuiientos cinematográficos, embaucaba a algún infeliz para al final presentar una obra que nada tenía que envidiar a las de fabrica^ ción casera. W Ahora, sí. .Mujia llegaron al• gunos buenos elementos que han • realizado no una labor perfecta 1 en su totalidíid, pero sí intere- 1 -.inte y aleccionadora. • llans Behrendt, Ilarry D'Abliadie D'Arrast y Jeán Gremillón, con Doña Francisquita, IM traviesa molinera y La Dolorosa, dieron a nuestro cine una soltura, un ritmo y una técnica que no poseía sino en pequeña [«-oporción. Y al tiempo que ellos, en parangón con su trabajo, triunfaron, los nuestros, animados p^ un de.seo de superación, realizaron Fl V agua en el suelo. La hermana San Sul1 para intentar crupicio y K/ negro que tenía el alma blan- 1 zarlo por nuestro propio impulso. ca. No así directores como Max Nos- ' De ahí la ayuda necesaria e imprescindible; pero seck, con Uva semana de felicidad; Rino tan amplia que comprometa la personalidad del cine espachard Arlan. ii,u Odio, y .\dolf Trot/. ñol, ni tan limitada que impida su desarrollo. eon Alalá. En el justo medio está la virtud. Por eso ha de parecternos muy bien que ¿Todo esto quiere ileiir (pie aqui no Behrendt, Gremillón y D'Arrast hayan hecho films de genuino carácter esl.iiiM ^'t-gros y l.iiiarcH Ki\aH rn es posible crear un cinema de calidad con una eüceua He l.a IIMMI paguda», pañol, sin fijamos ahora en su mayor o menor valor cinematí^ráfico y arnim rodailo i-ii lf>ü F.sludíos de nuestros propios medios? No, no es potístico. la C K. A., bajo la direrrinn de sible. Nuestros direetores destacados—PeVengan, púas, cuantos directores quieran; pero que nos dejen llevar a Kusehio Fernández Ardavín. terojo, Rey y Ardavín, cuyas cualidades dela pantalla nuestras obras, tal como aquí la.s sentimos; que trabajen con una niendo romo protagonislas a Lisearíamos ver multiplicadas en otros— na ^ et!ro> y Antonio l'ortagu libertad condicionada, bajo el asesoiainiciito de artistas españoles, y es se han adaptado perseguro que hemos de fectamente a la nueva agradecérselo, como Esforma creando films tados Unidos agradeció más que discretos; pero Amanecer y Tabú a ellos no son suficientes. .Murnau, Los cuatro jiNo es posible pensar netes del Apocalipsis y en una producción norScaramouche a Rex Inmal para nuestro mergram, Fatalidad y Ma cado con sólo tres nomrruecos a Von Stembres, a los que desde berg, El desfile del luego hay que añadir amor y Un ladrón en la el de Femando Delgaalcoba a Lubitsch... do, auténtico espíritu Por todo lo expresacinematográfico, cuya do, creemos beneficiosa primera obra sonora jara nuestra industria esperamos, y quizá ala colaboración de eleguno inás que se esmentos e x t r a n j e r o s . capa df momento a Ellos nos harán salvar nuestra ineinoria. el gran espacio que nos Lo que sucede es que separa del cinema mimnos .son necesarios esos dial para alcanzar la elementos para salvar cúspide soñada, y a s u •Ir un golpe limpio lado, con el estímulo airoso lo que a ellos de sus obras, se supecostó años enteros de rarán los nuestros. aprendizaje; lo que conSi a nuestra colabosiguieron mediante una ración no ha podido marcha normal, supesustraerse ningún pais rándose día por cíía. productor, ¿cómo he\ q u í es demasiado mos de intentarlo nosbrusco el salto. De otros, precisamente en nuestro cine al nivel el momento que más de la jHüducción exnecesitamos de ella? tranjera nos separa un F. HERNANDEZespacio considerable GIRBAL l.na fo(o del film «(.ranada», doouuirillal ret'i>iileuieuli- teriiliilildil |t<»r tilfiílüe (.artiM'r tat. ciPtsA


liifiifÉg^ rílifilia liisiij^

go cuando termine mi aprendizaje, ini1 iado en Doce hombres y una mujer. l'orque no me forjo ilusiones: ahora no soy más que una meritoria en el séptimo arte. Y esta situación me agrada, -siempre he querido aprender, renovarme, que es, en cierta !uanera, nacer de nuevo. Por eso, en cl aspecto social, me ha gustado la moda. Transforma a la gente, la pone flamante y como recién acabadita de salir del mundo prodigioso de los modistos. Yo creo que debemos ajustamos a la moda, aunque no nos «siente».

—¿Tal vez por eso, por su novedad, le gusta el cinema? —Sí, claro; me seduce como arte joven. Y no sé si pareceré ingrata a fuerza de sincera: me gusta más que el teatro. ¿Sabe por qué? Porque en el cine, en contra de lo que muchos creen, se pueden expresar las pasiones, quiero decir comunicarlas al público, mejor que en el teatro. El gesto, el ademán y, sobre todo, la elocuencia de los ojos, «se ven» Irene López Heredia en una escena de «Doce hombres y una mujer>, con Mariano Asque más en la pantalla riño. F.S este film —realizado por Fernando Delgado la primera salida de la ilustre actriz que en la escena. El > los campos de la cinematografía, y todo hace esperar que el arte magnífico y señoril de la López Heredia sabrá manifestarse ante el «écran» con idéntica expresión, con la misma momento es más coradmirable justeza que en la escena to, pero más intenso. ¿Y lo difícil que es dar ante la cámara la expresión justa de nuesE aquí una gran actriz que tiene, por unatras emociones? Esa rara sobriedad expresiva, ese nimidad, un puesto marcado en el cinema arte de no ha<?er nada que roce lo insincero y deespañol. Si éste pudiera hablar como un clamatorio, atrae, por su misma dificultad, a todo anfitrión que sienta a su mesa a los verdaderos el que sea ambicioso y quiera librar batallas de artistas, le diría: «Pase usted, Irene; honran mi arte. casa la juventud, la gracia, el talento, la ambición, la ingenuidad, el estudio y la intuición. —¿Entonces...? Cuantos invitados son necesarios para una fies—Entonces opino que el cinema ha enseñado ta de arte. Sólo queda un puesto vacío, y, por mucho al teatro y a la vida social. Al primero le demostró que es posible expresar toda la gama razón de justicia, se lo hemos reser\'ado a usted. de pasiones y sentimientos humanos sin recurrir Nadie lo ocupó hasta ahora. Vea: es aquel donde al latiguillo, y, por otra parte, ha reconciliado dice: «Distinción». al público con la naturalidad. La gente aprende Así hablaría el cinema, si pudiera hacerlo. en el cine a conducirse con sencillez y a evitar Pero ese discurso está en el ambiente y lo han las actitudes falsas. percibido cuantos admiran a Irene I.,ópez Heredia y recuentan los claros que aun ofrecen las Cierto que de veras le preocupa el cinema. filas del cinema nacional. No hay más que o ría. Se ve que ha meditado usted mucho sobre él. Porque esta ilustre actriz, que en el teatro —Y soñado también. ¿Por qué negarlo? No mantiene una personalidad inconfundible, trae soy de las que se encastillan en su torre de maral cinema español un rasgo y un estilo femeninos fil pai-a sustraerse a la realidad. Lo nuevo me muy difíciles en nuestro país y bien necesarios entusiasma. Y el cinema es lo nuevo, la moda, alnuestra pantalla, si ésta (quiere, de vez en go así como el último figurín del aile dramático. cuando, tener aliento cosmopolita: el aire y prestigio de gran dama, por gracia natural de su En este momento el traspunte—¡oh segador en flor de las conversaciones en los camerinos!— l>elleza exótica y su ingénita elegancia. llama: Y ese rasgo y estilo que representa Irene se han incorporado de buena fe, con candoroso en—¡Doña Irene, a escena! Y la gran actriz, que tiene un puesto marcatusiasmo, a nuestro cinema. La mujer complicado en el cinema español, da y elegante; la que será, sin duda, la primera «mujer fatal» de la pantalla española, siente, hase va a representar una Irene López Heredia, al incorporarse al joblando del cine, ingenuos entusiasmos de niña. comedia, mientras se acer- ven arte de la cinemaOigámosla: ca el día en que la pro- tografía, aporta a la —El cine me encanta. Es una verdadera seducción nacional le diga pantalla española, además de su prestigio de ducción la que ejerce sobre mí. Me he entregado a todas horas: gran actriz, la distin^ él con todas las potencias de mi alma. Yo creo, —¡Doña Irene, al pla- ción y la elegancia (|ue no es vanidad, as convicción sincera—^la vocación teau! son su más definida personalidad T'uede todo—, que si saben dirigirme, haré al A. G.

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ULTmASKQVEJlADtS..

IDILI05, BODAy

Y PIV0IICI05 siempre feliz que le puede pasar a cualquiera. A Henry Garat, por ejemplo. El sonriente galán es, desde hace unos dias, papá. Y su mujer, la encantadora Betty Rowe, mamá. En el combate del amor—¿no es bonito eso?—parece que el campeón Max Baer v a a quedar próximamente fc. o. La irresistible Judith Allón lleva todas las de ganar en la pelea. Max Baer está ya groggy, fuertemente tocado de un directo al corazón. Judith se va a divorciar de su actual esposo, con el único y exclusivo objeto de tumbar a Max Baer, victima del k. o. matrimomal. En cuanto a Max, se a.segura que está ilispuesto a caer por más de la cuenta, tratándose de J u dith. Los que hablan de los famosos ganchos del campe<'>n mundial no saben lo que dicen. Para gancho, el de Judith Alien. * * . Ahora resulta, según todos los síntomas, que Greta Garbo no es más que una//irTeodora cualquiera. Max Barr eolá a punto d e quedar k. o. l'or lo menos, Judith Mlén lo tiene «groKgy,...

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LAUDKTTK Colbort ha tenido que guardar J cama durante una semana, victima de la «carioca». Pero como es verdad que no hay mal que por l)ien no venga, .su doble. Pluma Xoirom, ha ajjrovechado el descanso para casarse con su amado, el ex cam|)eón de rugby Ward Schweizer. La gripe de miel ha durado exactamente los siete días de la gripe de Claudette. Y ni uno más.

.\lejada durante unos meses de la pan talla, F'rances Dee va a reaparecer en Becky Sharp. Naturalmente, este alejamiento ha sido obligado por las circunstancias. Las circunstancias .son... Las cosas que pasan cuando... En fin, no habrá más remedio ({ue decir que Francés Dee es una de las imevas mamas de Hollywood. F^l papá es Joel Me Crea, su legítimo esposo ante Dios y ante la l.ey. Pero éste es un a<^e¡dente casi l'luma Xoirom. la .doble» de Claudette Colhert, la bella artri/. a quien presentamos a ustedes en esta sugestiva foto, ha aprovechado la «rarioca» de su «doblada» para runIraer matrimonio. ¡Buenas varacíonesl...

Tanto decir que si George

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Kosita Moreno, la bailarina-actri/ de la pantalla, va a ronlraer matrimonio. ¿Con quién!' ¡Ah! Rste es nuestro Herreto... y el de ella...


Y ha cumplido su palabra hasta que se ha encontrado a Jane Baxter. La cual, dicho sea con el mayor respeto posible, está que monda.

Brent y ella, que si ella y George Brent, y cuando menos se esperaba, ¡catapún!. Greta del brazo de John Gilbert. Una aventura que parecía liquidada va, pues, a comenzar de nuevo. El primer idilio Greta-Gilbert dat a de El demonio y la came. El segundo idilio Greta-Gilbert data, según han descubierto ahoraloir investigadores amorosos de HoUy wood, de La reina Cristina de Svecia. Del rescoldo volvió a surgir la llama, como se dice en las novelas de Pérez Escrich.

Se casa Rosita Moreno. Tiene im niño Richard Dix. Mejor dicho, la mujer de Richard Dix. Se comprometen Alice Faye y Joe Rivlsen. Se enamora Loretta Young de Henry Wilcoxon. Sólo falta ya que Antoñita Colomé, Ricardo Núñez, Raquel Rodrigo y compañía se decidan a pasar de vez en vez por esta Sección.

Chevalier es un hombre poco afortunado a la hora del Ai Lowe you. Después de hacerle la corte a Kay Francis — quien lo dejó plantado por im príncipe italiano—, quiso consolaise en los tiernos brazos de Virginia Bruce. Pero, ¡ah, la fatalidad!, cuando el idilio empezaba a irosperar, un rival apareció en el lorizonte. Y Maurice está a punto de perder su famosa sonrisa porque Virginia dirige sus preferencias hacia Dick Powell.

DON CUPIDO FERNANDEZ

Toby Wing es una muchacha que hará carrera. A puntcj de casai-so con Jackie Coogan, lo pensó mejor y se dedicó a aceptar las atenciones de un millonario. Siempre en curso ascendente, Toby Wing deja ahora al millonario por el multimillonario Eddie Hillman, quien venía siendo el acompañante inás asiduo de Ketty Gallim, ín-

(Contra lo que se arirmaba, el idilio de George Krenl y (ireta Garbo ha sido tan fugaz que rasi nn ha existido. Ahora diren que si John (Gilbert... A lo mejor eti otro cotilleo..

I'areee ser que —* Dick Powell ha «birlado» a Chevalier la dama en quien éste había p u e s t o sus ojos. V Virginia Bruce — cuya es la dama tan contenta...

tima amiga de Toby. Después de todo, un hecho frecuente entre amigas íntimas. Otro millonario, Howard Hughes, coleccionista de estrellas, figura en el primer plano de la actualidad amorosa. Howard, que tiene ya en su lista nombres como el de Jeán Hailow y el de Billie Dove, acaba de añadir a su preciosa lista el de la encantadora Margaret Lindsay. Unos dólares menos y una conquista más. Si es que a uu millonario así, que regala automóviles y abrigos de pieles, se le puede llamar conquistador. Margarel l.índ!<ay. nuevo «hullazso.> s e H I mental «o M» del opulento cul e c r i o n a d o r de egtrellasllowurd llujíhes

Y Ronald, que parecía un hombre tau serio, sigue haciendo el iuy:euuu (jcaou J o J a i i o Baxier. El pobre Ronald t'olman. después de su divorcio, prometió solemnemente no volverse a enamorar.


f/iorcr dcticatm de ímáqcncj

«e cansaron de espiar los movimienti»- de la primera bailarina, de la vedette dichosa, a quim traía y llevaba al teatro tm Cadillac de charol y plata, Y bailó un día como ella, mejor que ella, acaso prendiendo el diJunismo de su cuerpo joven, prieto e incansable, en el fuego sacro de su ahna de bailarina. V el régisseur, que la odiatia sordamente por su resistencia sistemática a los escarceos «paternos», no tuvo más reme<lio que arrancarla del montón anónimo y dejarla, junto a las candilejas, con sus piernas desnudas y bellísimas eu un temblor de inspiración ante el dtarles diabólico... Liia üailaba.soore un cir«-uio «le trumto.-. y i,.> (ii,-;tam<', eíperalüi «-n iiora*. la defmitiva, la ipie le anuiiciaua lutenonnente un I- u m o r de presagio. Tuvo amigos, pero no amantes. Guardaba su virtud como algo que iba a cotizarse muv 1.1 rOi.tr» lleno de p«'rsonalidad. de rarárter, de caro en el mercado esJoan Crawfor, ofrécese en túpidamente canallesco esta foto en toda su desdel mundo. No faltó oncertante y original b<quien .sopló la calumlle-/a nia sobre la brasa de la envidia y del despecho. Se vio cercada por un incendio de mala fama, crepitante, voraz... Ella bailó, ingrávida, incó/ lume, entre las llamas peligrosas que querían reducir a cenizas todo el bello edificio de su ambición. Y unos brazos se abrieron para cerra rsc des[»ués de reci^ -«^ birla eu aquella «danza del fuego», única y teN rrible. Los brazos de un hombre m u y j o v e n , muy rico y... muy enamorado. (El prínci])e azul de sus sueños de bailarina.,,)

Jnán Crawford y Clark Cabir, rn un apasionado nioinrnio d e su último film, aun deseonoeido de nuestro públiro

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ÁS que artículos y biografías, por mucha verdad q»ie cu ellos se conteu ga, revela el carácter, el «yo» íntimo ile Joan Crawford, su película, de éxito fulminante, Alma de bailarina. En su argumento, dinámico, bello, humano, convincente, se contiene el espíritu todo de esa mujer excep«;ional, prototipo femenino del siglo nuestro. En su acción, poblada de contrastes, de gestos casi heroicos de la lucha por el nombre y por la personalidad, se han volcado no pocas anécdotas de la existencia de la protagonista, pródiga en lances emotivos. Yo, que no ignoraba el fondo y el propósito del film, he ido a verlo muchas veces. Y he estudiado sobre la tela de la proyección la fuerte y extraña psicología de Joan ftawford, comprobando cuantos datos poseía .sobre su verdadera personalidad. Sobre su doble personalidad: de artista--de bailarina y actriz—y de mujer. Tiene, en verdad, cuerpo y alma de bailarina. De danzarina rubia, estilizada, excitante, voluntariosa y ambi(;iosa, como la. Tliais de Anatole France, antorcha en la n<K;he del más loco y glorioso petjado. F^lla, en otros siglos, en la cultura maravillosa de otras civilizaciones, hubiera llegado a ser favorita de emperadores, dominsidora de pueblos, f>er.sonaje privado de la Historia, ídolo vivo peqietuado • en mármoles y bronces, rival de los efebos griegos y de la.matronas romanas. Ella, .lo n Crawford, la de calwllos aleonados y ensortijados, como los do las (-ortcsarias di? Ali!Jan<lría, ha muido para bailar, par*x .ser au»ada y admirada, jmra impiietar a los~"-houd)res y embelesar a las mujeres, para agostar las más costosas flores y em]>ali<lec(M- hm joyas más brillantes.

Tara vivir, gozar y triunfar, en una palabia, en\'uelta eu .sedas y n)ciada <\< perfumes, con su palpitante cueii>o y su alma ligera de l>ailarina.

.loan estuvo en un internado, cuando se Uainaba Lucille, y su apellido- (jue ha olvidado ya—era vulgar, de campesina. Su vida de colegiala fué azan>sa. Líis comjiañeras envidiaban .-^u inquietud de ave encerrada que quiere velar, volar... Fué la más pobre de tínlas, la menos «señorita»: pero llevaba, bajo su uniforme, una ambición inmensa y sublime. Sus camisas burdas, en las horas íntimas del sueño y del desperezo, ocultaban la euritmia prodigiosa de uu cuerjio formado con nervios de goma, vibrátiles, irreductibles, l'n cuei-jx» de armonías ocultas y profundas -<M>mo las de una sinfonía beethoveniana que ¡ba a ser .su fortuna luego, ceñido por los maillots de playa... en los escenarios giratorios de revista. Jo'ui, que .se e.sca¡)aba del internado por las nochera, no en busca de la luna verdadera, sino de la del escaparate <lc lats vanidades, .se esfumó definitivamente una n(K-ho de primavera. Vino el día, y el sol entró al dormitorio con bárbara im|>udicia, acastáiuluse sobre el único lecho vacío...

La colegiala fugitiva halló cu l<is ramenmis de las girls un calor de hogai De rarísimo hogar, en ([W cl oiimimodo ri'qi.t.fciir llamaba «hijas» a las bniln riñas adolcs< tintes, prodigando (inicias más o menos paternales. Jo;>n vistii» sus i)rimcra.>< canosas <le seda, cu vcM<;anza cumplida de las estameñas del colegio. Sus pupilas ilesmc«<tn-adas, bajo cl abaiócn nervioso de las pestañas. n«'

El hijo de Douglas adoró aquel cuerpo y comprendió aquel alma rebelde, orgullo„ • V'alicitj, Fué .su icono de came viva y espíritu in'iiisíj. 1^ (Ji(') todo. Todo, llasta su nombre, de una arisj'^'iacia cinematográfica que infundía respeto. Ella no dejó |, '^íír bailarina. La bailarina por antonomasia. Pero baij. 6ii los e.scenarios mágicos de la pantalla. Y de paso cristaen actriz, lentamente, sigilosamente. Para sorprender al I *!|*do, que sólo había reparado en su cuerpt) armonioso de Uo ""'^P^har (jjue lo hacía latir un alma tan libre, que eiieontiaba espacio para sus infinitas ambiciones, que no se •"^formaba con la jaula de oro—pero jaula, al fin—de un calí'^'t'uto ventajo.«o v esj)ectacu!ar, insuperable escándalo de '•«'lywood. . ^ fué actriz. Mostró su belleza modernísima con palpitaj 'les de j)asión, de alegría o de llanto, couvirtiendo los esta^^'^ de alma en adornos del cuerpo, y a la inversa... Y al mismo l^'Hpo f,j¿ esposa. Se dejó armllar en el hogar claro y cómo''ffiigio de estallantes juventudes. Se dejó amar. (Que no ' '•J mismo que atnar.) Y en su boato espléndido y en .su fasi'^so tren de exhibición, ella era feliz a su modo... \ o entrejjj'í'_"'se del todo nun<a. Reservando todavía energías de ami|^'"^'í> para el ritmo de su cuerpo y para el indomable oigullo alma de bailarina... (Ambición: he a(pú la verdadera ¡^•l'^oiialidad de Joan Crawford. resorte ' "'''»lc de su triunfo V de su fortuna.) S A N T I A O O .AtíUILAR

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E S T R E N O S FKÍAKO "El signo de la muerte"

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AJO el signo de una pasión desdichada podría titularse también este film, soberbio estudio de un alma tenaz, adherida a un amor indigno de ella, y, por lo tanto, invencible. Ley de compensación que se cumple inexorablemente: amar a quien aborrece, desdeñar a quien ama, para evitar el choque de dos pasiones violentas, que al coincidir se aniquilarían, como ocurre en el mundo físico. Por eso son céleVires, por excepción rarísima, los amores al modo de Romeo y Julieta o de Pablo y Virginia. Se requiere un espíritu de d i a m a n t e para resistir el choque, y aun así, la muerte, como en estos amores legendarios, precede siempre a los espon-

Y como contraste de t a n t a sombra interior, el Marruecos francés, luminoso y abigarrado, centelleante bajo el sol, con azoteas y alcazabas, deslumbradoras de blancura, y rincones donde el arte exquisito y refinado de los árabes ha levantado templos a la molicie. La realización es perfecta. No sobra ni falta un fotograma en esta pugna de luz material y tinieblas morales. Jacques Feyder ha conseguido su mejor obra. Desde Carmen a El signo de la

sales.

Una pasión duradera quiere decir pasión no correspondida. Parece que el gran an)or se nutre de desdén, y en él vive, y por él crece y con él perdura. Triste sino el del corazón humano. La hostilidad le hiere, y pide fuerzas a la m i s m a hostilidad cuando quiere remon-

Alíre Field y H«rrv Kmir e n una eseena de «Trágira atrarrión». pelieula de KxrluHivaH lunes e n el Cine de la Prensa

tarse a regiones heroicas. Así el protagonista de la película estrenada en el Fígaro. Por una mujer roba, mata y se hunde en la desesjieración y en la muerte. E l sabe que ella no es digna de la ofrenda trágica. Pero es que además de no ser digna, ni por su inteligencia ni por su corazón, le desdeña profundamente, y eso es ya ba.stante. Si es hombre, si tiene amor propio y carácter entero y varonil, no puede resignarse al desdén. Luchará sin esperanza, pero luchará hasta morir, por no renunciar a un triunfo que no vale ni el esfuerzo de una galantería. Es absurdo, ¿verdad? Pues así es nuestro corazón, y no hay razones que puedan con él. Y al lado de esta huiuana y desgarradora tragedia, el coro de otras vidas inquietantes y misteriosas, que desfilan sin un lamento, silenciosas, humildes y, en apariencia, resignadas, como conviene a los dolores definitivos. ¡Oh, ac]uel legionario que desaparece con su dolor ignorado de todos! ¿Fué un poeta? ¿Fué un hombre de genio? ¿Ftié sólo un miserable? ¿Por qué quiso morir? ¿Por qué se fué sonriendo camino de la muerte? ¿Y aquella experta mujer, feminidad enconada en el trato con los hombres; amargura y hastío bajo una triste sonrisa; madre espiritual de los legionarios, en quienes adivina un dolor tan grande como el suyo? Magistral estudio de caracteres, asombrosa exposición de pasiones, dentro de u n a trama tan sencilla y real que parece un documento ajeno a la fantasía.

preciable vodevil, anticincraatográfico por esencia, vuelve a dar esta temporada, después de Rumbo al Canadá, Carlumagno y La maternal, muestras de arte depurado. TIVOLI "Baek Street"

G . E. C. L reivindica un nuevo film magistral • que pasó por nuestras pantallas como un meteoro. A su excelente realización anteponemos el aliento social que lo inspira. J o h n M . Stalil, el director, q u e merece ser llamado poeta de 1 a s almas femeninas, realiza en Back Street otro admirable estudio de mujer, y después de ¡M^^^^^^^^^^B la a u g u s t a figura de ^^^^^^^^^^^^H la madre, incorpora al Hj^^^^^^^^^^H una crea ^^^^^^^H|H|H ción maestra, tipo ^^^^^^^^^9 doloroso, y con frecuen ^^^Hi^^H oia incomprendido, de la intrusa. No se concibe por qué razón films como liíwk Street pasan inadvertidos. Tiene emoción, interés y un ele vado propósito moral; <'uanto pueíle apetecer el público en un noble espectáculo. ¿Entonces? No se explica, repetimos. Porque 1 a llu<-i. <|iic ^i- estrena niañann explicación de echar la culpa al público es tan aventurada como simplista. Público es todo el mundo: desde el sabio al ignorante. A veces, el alejamiento del público no significa otra cosa que mala suerte del film, en lo que no entra para nada ni se prejuzga su calidad. Hay en esto algo parecido a lo que en amor se llama gancho. La.s fe chas suelen casarse bien, y otra.s, guapísimas, se quedan para vestir santos. ¡Cu Iquiera explica el éxito o desgracia de pelícubus y nmjeres!

muerte hay un mimdo de cinematografía. Sólo la entrada de los legionarios en la ciudad, sobre la comba de una carretera que parece surgir de un cielo plomizo, hundido a lo lejos como fatigado y jadeante de calor, vale por u n a de las más elocuentes descripciones que es dable realizar a la cámara. Porque en este film la fotogra fía adquiere valores artísticos de primer orden, y al lado del realizador es justo mencionar á los operadores Stradling y Foster. En cuanto a la interpretación, que revela una i admirable dirección escénica, atenta a los c o n - ' juntos y minuciosa en los detall&s, reconocemos i la fuerte personalidad de Pierre Richard Wilm, ] ofuscada por Charles Boyer en El gavilán, y ' aquí en p eno vigor artístico. Pero sobre todos los intérpretes, como un acierto excepcional do los que raras veces se repiten, hay que destacar a Francoise Rosay, a la que desde ahora reputamos como la mejor actriz de carácter de la pantalla europea. Jamás la naturalidad, la emoción y la difícil sencillez de vivir ant« la cámara una vida de palpitante realidad, sin gesticulaciones ni ademanes heroicos, pero con un brío patético incontrastable, hallaron expresión más veraz, más adecuada y elocuente que en esta creación de la Rosay en Le grand jeu. Siempre con el mismo vestido, con la misma sonrisa y el inseparable monedero. Y en ese atuendo sencillo y vulgar, ¡qué gama de emociones! Con ííí sigrw de la muerte, la desconcertante cinematografía francesa, t a n minada por el des

CALLAO "Anny, .\nny" Sucesión de equívocos graciosos para que Anny Ondra, en una doble personalidad, luzca todas sus habilidades. V\\m intranscendente y ameno, que no añade a la simpática y coruscante estrella ningún nuevo resplandor, pero que viene a renovar sus simpatías en el gran público. I.ia cinta está bien realizada y su presentación es costosa. Hay una fiesta bufa, que es un hallazgo de originalidad y buen gusto. E n ella, Anny Ondra agota el repertorio de sus deliciosas travesuras. Los demás intérpretes se limitan—señor, si ella lo hace todo—a actuar de «malditos» o poco menos. ANTONIO G U Z . M A N

MERINO


Paul llorbiger, Viena y "¡tosas dei Sur"

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A vida no es, en fin de cuentas, sino un teJ jer y destejer—tela eterna de Penélope—. y niuilas lU- hoy . acii u i a ü a i i a ^•u el o K i d o ,

y triunfos de ayer son ahora indiferencias, para convertirse más tarde otra vez en entusiasmos. He aquí, confirmándolo, que nn músico del siglo anterior e.stá de mofla en nuestra época trejidante y febril. Días del jazz, del saxofón y de a carioca. Días de danzas epilépticas, que el mundo baila con un obsesionante frenesí. No importa. Esas mismas gentes del jazz, del saxofón y de la carioca son la.s que aman también el vals—el viejo vals que bailaron nuestros abuelos—y las que han puesto de moda, en 1985, a un músico de IRóO. ('omo nuestro Cid Campeador, Johann Strauss gana batallas después de muerto. Sus músicas estuvieron de moda en el siglo anterior. Y hoy vuelven a escucharse en todo el mundo, como en un retomo a los días de las faldas pomposas y de una mujer española reinando en el trono de Francia. En esa resurrección de los viejos ritmos no podía estar ausente el cinema, que es la antena mejor de nuestro tiempo. Una película europea, con todas las características mejores de esta pantalla, trae a nuestro tiempo la figura y el ambiente de .lohann Strauss. El cinema de Europa—magnífico de espíritu y de sensibilidad—se ha especializado en estas evocaciones de horas lejanas, de figuras que tienen ya sobre si la pátina melancólica del tiempo. Para realizar con acierto estas evocaciones, es sobre todo necesario un espíritu artístico, que los animadores de la pantalla europea poseen como nadie, t ^ t a cinta que ahora trae a no.sotros la figura lejana de Strauss, está llena de animación, de gracia evocadora y romántica, de travesura y de emoción. Cinta alemana, eon todas las excelencias del arte cinematográfico de ese país. Rosas del Sur: el título de la película es el mismo ' uno de los más famosos valses de Strauss. Walter Jansen

su director. Y su intérprete principal—*1 creador de la figura de Strauss^—. el gran Paúl Hi<rbiger, uno de los actores de más admirable y expresiva sobriedad en su arte interpretativo. En tomo a Paúl II rbigfi, un < nvo de ex. tliuif- .u1),-ta.destacados en la pantalla europea: Grete Thei mer, Rozsi Czikos, Ekkehardt Arendt, Osear Sabo... Y como fondo a estas figuras, la Viena galante y c i t a n t e del siglo pasa lo, llena de músicas de vals y de aventuras de amor. 1 na Viena admirablemente reconstruida por la labor de los escenógrafos. A lo largo de toda la jtelícula palpita una e m i K i ó n ile alegría y de juventud. Rostís del Sur es un canto al amor; al amor, que pasa por la f i n i a del b r a z o de la música.

Reconstruye la película la Viena romántica y feliz del último tercio del pasado siglo. Viena, con sus cafés románticos, eon sus parques alegres, con sus salones fastuosos. Toda la ciudad es u n brillante- l i t n i o de val.-. V c u a n t o » l l e g a n 1 a ella sienten la cmiosidad de conwer a Strauss. ! el músico famoso, e.si)ecializad(j en aquel genero de bailables, mimado en los salones de las j Cortes europeas, .lohann Strauss asiste frecuen- i temente al café Steidf, con su fraternal compañero el gran Brahms. Juegan al ajedrez—es ésta la pasión del rey del vals -, mientras sobre ellos cae la curiosidad inevitable del público del café. Mizzi es la hija de un camarero de ese café: bella, elegante, de una extraordinaria feminidad.

1 — 1.a alegria d e \ ieiia e n los «lías de Slrausü: la niultiOid haila los valses que el ¡rraii compositor está habiendo pasear en triunfo por lodos los salones de Kuropa

I II coro de bellas murharlias interpreta el vals «Kosas del Sur^», mientras el gran iniísiro, al fondo, dirige en la orquesta el número que e» ya famoso en el mundo

Es una entusiasta del baile, y asiste a una academia para recibir lecci(mes. En esa Academia conoce a otra bella muchacha, Rozsi, y a su no.¡o, Poldi. Este es músico de una oríjuesta que toca en un parque de atracciones, al cjue una noche acuden las dos muchachas. Y en el parque Mizzi conoce a Toni, un muchacho de su edad. El amor surge, inevitablemente, al conjuro de ma canción que ese día, improvisadamente, • anta Toni ante el públic;o del Parque. Hay, sin embargo, un gran obstáculo: Moedlinger, el paílre de Toni, es un rico comer«iante en vinos, y se opone al naciente amor de su hijo. El quisiera casar a éste con la hija de un gran hotelero suizo. Pero el rauI hacho se niega ob.stinadamente: su corazón es, desde aquel día del Prater, de Mizzi. Nadie logrará separar los dos destinos, unidos ya al calor de la música. -Moedlinger organiza una gran fiesta con motivo de cumplirse sus bodas de plata comerciales. I lace veinticinco años que él comenzó a ejercer la actividad en que ha llegado a adquirir una gran


la batuta y dirige su famoso vals Rosas del Sur, que un grupo de bellísimas bailariinterpreta con magnífica elegancia. Aquella música es, para muchos, el mejor vals de Strauss. Y el público aplaude delirantemente la fina emoción de esa música, hermana de la noche tranquila y del aroma romántico que tienen los jardines bajo la magia de la fiesta. Mizzi, la enamorada de Toni, quiere bailar, agradecida, con Strauss. Pero éste no tiene más remedio que hacer a la bellísima muchacha una confidencia: —Tendrá usted que disculparme, señorita. Pero es que yo no sé bailar. Y, en cambio, Strauss acompaña a Mizzi hasta Moedlinger, y habla a éste para que consienta el amor de su hijo Toni y de la muchacha. El bueii comerciante no sabe resistirse a la petición, y sus palabras son la felicidad p^u-a los dos enamorados. En el corazón de éstos tendrá ya un eco eterno aquella música romántica de Rosas def Sur.

Ea éste un film de juventud. Realmente, en esa Viena galante y romántica de los ticuijios viejos sólo films de ese tipo —llenos de fragancia juveiúl y amorosa—se conciben. La

fortuna. ^ En esa fiesta ^ desfilarán ^ por los jardines de su casa numerosos aristócratas de Viena. El co""^^^ razón del buen Moedlinger arde de júbilo ante la proximidad del gran día. Rozsi, la amiga íntima de Mizzi, se finge condesa y visita a .Moedlinger, con el pretexto de hablar con él acerca de un negocio de vinos. Y en un momento favorable, la muchacha vierte ácido acético en el tonel en que el comerciante tiene su mejor vino. Este, naturalmente, se descompone. Era el vino para obsequiar a los aristócratas de su clientela. Estos, como es lógico, lo devuelven indignados y al mi.smo tiempo rechazan la invitación para la fiesta. Moedlinger se desespera: no sabe qué hacer ni a quién recurrir. Toni, el hijo, habla a su novia de la apurada situación en que su padre se encuentra, de la violencia que para él supone la repulsa de sus clientes. Toni pide a Mizzi su ayuda. Y ella le promete que Johann Strauss, el músico de moda en Viena, asistirá a dirigir un concierto en aquella fiesta. Así lo anuncian Toni y Poldi, los novios de las dos muchachas, a los clientes del establecimiento. Strauss sólo dirigía ante el emperador. El hecho de que aliora vaya a dirigir en la fiesta de Moedlinger llena a éste y a su esposa de estupor y de a l a r i a . Y la espléndida casa del comerciante se ve invadida de personas ilustres que olvidan aquella desatención incalificable del vino a cambio de escuchar la música del gran Strauss dirigida por él mismo. Ya es la fiesta en los jardines del rico comerciante: farolillos de colores, alegría y música. Los invitados—los nombres más ilustres de Viena—^llegan, con sus galas lujosas, de noche. A las ocho en punto hace su entrada Strauss, que viene cou Brahms, su amigo inseparable, su compañero de partidas de ajedrez. Entre la expectación de todos, el gran músico empuña

't l'nn;niurharha, tSugiéiidosf pran coii' drsa, visita al romerriante Moedlinger: un ardid de ella echará a perder la fiesta que el buen hombre prepara Strauss. niagniliraniente interpretado por Paúl llorbiger, ante Mizzi, la protagonista de este film, que trae a nuestro tro tiempo las roniánliras elegancias dita Viena del \ l , \ _, 1'oda la película es un canto a las viejas melodías de Strauss. a lus valses que ilusionaron a IOÜ hombres y las niujeredel pasado siglo y que boy. por el pro- . digio del cinema, vuelven a nosotros... ^

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Viena que animó la música de Johann Strauss es eu esta película el fondo a la intriga de amor que viven los personajes. La ciudad que ríe, que ama y se divierte, acunada ]>or esa música voluptuosa y suave de los valses creados por Strauss. El cinema es el gran índice de nuestro tiempo, el gran espejo en que se reproducen las inquietudes y los sueños de nuestra hora. No podía la pantalla dejar de recoger esa «vuelta al vals», ese retomo a las antañonas melodías que encantaron a nuestros abuelos. Películas distintas—de las que es una culminación esta nueva, Rosas del Sur—mostraron a los ojos del público cinematográfico ese regreso del vals, ¿Por qué vuelve el vals? ¿Por qué esa música de ayer triunfa en nuestra época apresurada y febril? La razón de esa aparente sinrazón está quizá en que nuestro tiempo busca, como compensación a esa prisa de hoy, el remanso de los viejos ritmos lentos de ayer. Necesita compensar su locura actual con algo de la armonía romántica de las antañonas músicas del ai^o XJX.


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por 100 de dicho impuesto los films extranjeros doblados en Estudios es-

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e.ste telegrama: Producciones OIFI, N o r m a n J. Cinnamond; Balart y Simó; Selecciones Capitolio, S. Iluguet; pr&sidente Cámara Cinematográfica, J'oilo Oliver; Compañía Industrial Film Rspañola, Pedro Balart; Unión Films. S. A., Antonio Lamina; Ufilms, E. Gómez; Inca Film, S. A., Darmesthater; Orphea Films, S. A., Ojera; Estudios Lepanto, E. Iluet; Cinematografía Hispanoamericana, Augusto Felíu. Con este telegrama circidar, debido a la iniciativa de Norman J. Cinnamond y suscrito por los más prestigiosos productores cinematográficos de Barcelona, reanuda CI.NEORAMAS SU campaña en contra de la política fiscal aplicada en nuestro país a la industria y arte del cinema. Política que empieza a .ser comprensiva con la reducción del 7,50 al 3,75; pero que aun dista mucho de ser justiciera en lo que se refiere concretamente al cinema español. Porque aunque parezca mentira, todavía no hay una sola disposición legal en que se reconozca a nuestra naciente producción cinematográfica el más leve privilegio, la más elemental ayuda, el más pequeño estimulo que la excite a competir, dentro de su propio territorio, con la poderosa y bien organizada industria del film extranjero. Parece lógico, por interés nacional, que en la redacción definitiva de la ley en proyecto, modificando el artículo 6.<* de la de 11 de Marzo de 193ÍÍ, se declare expresamente: De esXe, impvesto del 3,75 quedan exentas las películas producidas en España, y disfrutarán una rebaja del

pañoles. Esto parece lógico. Y puesto que nuestros legisladores son tan amigos de precedentes, encontrarían ejemplos de disposiciones análogas en la legislación cinematográfica de todos los

Norman J. Cinnamond, editor nacional ) lisura presligioaa de nuestra cinematografía

países. Nos hallamos en uno de los casos más legítimos de reciprocidad. Pero la experiencia nos ha demostrado que en cuestión de cinematografía no es precisamente la lógica la musa que inspira a nuestros legisladores, y buena pnieba de ello fué la persistencia del abusivo y devastador 7,50, y la necesidad de esta nueva campaña, a la que nunca debió darse motivo por los que tienen la sagrada obligación de avenar fuentes de riqueza, en vez de soterrarlas con desconsiderados gravámenes. No cejaremos en nuestra eam{)aña, que pro.seguiremos c i m el entusiasmo (jue inspiran las causas justa^* hasta que se haga ju.sticia a las legítimas aspiraciones del cinema español. Son infinitas y valiosas la-* asistencias esjiirituales que nos alientan y estimulan a seguir en este empeño. Y si hoy, por razón <le cortesía, em[)ezamos con este telegrama de los productores radicados en Cataluña, en números sucesivos publicaremos las iniciativas adoptadas por la Cámara Sindical de Cinematografía, por los produ.tores y empresas madrileñas y de toda España, y seguiremos con los comunicados y excitaciones de escritores, dire<;tores, artistas, empresarios y cuantos elementos signifiquen entusiasmo, trabajo e inteligencia en el mundo cinematográfico español. Hay que lograr de una vez el desíigravio que está pidiendo el cinema nacional. Que todo el que tenga su razón que exponer en este asunto la exponga. CINKÍÍRAMAS so honrará acogiendo en sus colurantis las voces dispersas, hasta formar un clamor que transcienda a la Ley. Nuestra industria cinematográfica requiere de los Poderes públicos esta protección, dispensada con largueza en los demás países, en donde gracias a l a ayuda del Estado han podido crearse grandes Estudios. <|ue laboran con positiva eficiencia. ¡Por decoro y por justicial


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r Menjuu, aHediudo por do» bi'llr/ a s , en una esrena de "¡Qué semana!». <|ue prolagoni/ó el rélebre ealán maduro \dolfo Menjou desransa de su Irabajo junto a la rhi'nienea de su resideneja de llollvwood

\ « h a e e taita s t r rit-o para vestir bien

A

Menjou, que dejó de ser «lanza libre» o actor sin contrato fijo desde que firmara por varios años c(m la VVarner Bros, es el hombre mejor vestido de la pantalla. Está considerado por la gente del cine como un verdadero arbitro de la moda. Así como hay artistas que se distinguen por sn fealdad, por su belleza u otra.s cualidades físicas, él se distingue por su cinismo, por su sonrisa y elegancia. El popular galán cincuentenario, que recientemente contrajo segundas nupcias c o n la actriz mi.ss Vanee Teasdale, hija de la famosa novelista norteamericana Sara Teasdale, ha dicho más de una vez que no hay necesidad de ser rico para vastir bien. Segtin sus palabras, un modesto empleado puede hacerlo como cualquier millonario, gracias a los progresos alcanzados por los fabricantes de trajes hechos. «La manera de llevar un hombre la ropa—dice—es tan importante como la ropa misma. Un hombre que carece de vanidad para cuidar de que sus manos y su cara estén limpias, no podrá tener aquel aire distinguido ni afpiella firmeza de caminar que caraíterizan al caballero. Lo mismo puede decirse del cjue aparece en público vcsi ¡ m ^^^^mm -¡m I M H perfectamente, pero con los zapatos sucios.» '^^^F ^^^L .."T ^^^W ¿Cómo evitar el ridículo? ¿La manera de mirarse uno mi.suKi ^^^^ ^^^^B^KÉ^ffl^^-^V con orgullo para que en su espejo se miren los demás? DOLFO

mm

Los diez mandamientos de la elegancia Fijaos lo que aconseja el I)(m .luán de la eterna juventud en Los diez mandamientos de la elegancia: 1.° U'sad siempre tirantes, ya llevéis chaqueta o jersey. Sólo los tirantes hacen que el pantalón caiga como es debido. 2.° No dejéis nunca que los tacones de vuestros zapatos se vean gastados. Se j u ^ a al hombre por su calzado. Itacedlo lustrar todos los días. 8.0 Cuidad del aspectu de vuestro sombrero. No hay peor figura que la que hace el hombre con un vestido nuevo y un sombrero viejo o deformado. 4.0 No permitáis que el sastre marque el doblez de las mangas de vuestra ame- i n a expresiva rarirntura de Adolfo Menjou ricana.


5,° Tampoco acentuéis los dobleces del traje de golj. 6.° Las uñas sucias sólo son excusables trabajando en labores manuales; pero de ninguna manera en reuniones de sociedad. 7.0 No os dejéis ver sin afeitar, a menos que sea en vuestro propio dormitorio. 8.° En la intimidad, cualquier ropa va bien cuando se tiene una mujer que os adora. 9.0 Los calcetines también desempeñan un papel importante en la toilette masculina. Es de muy mal efecto cuando se está entre gente distinguida o para nuestra amante que se vean sucios o agujereados. 10. El hombre ha de velar por su estética, conservando siempre su masculinidad, sin provocar risa. Con cuidado, salud y buen gusto se puede llegar muy lejos. Estos consejos carecerían de autoridad de no haber sido dictados por Adolfo Menjou, a quien su historia de hombre mundano y elegante le ha hecho famoso en el mundo entero. Hl "elubnian" por excelencia nunca ha sido socio de ningún club .Adolfo Menjou es, además de actor, consejero de modas de una importante Casa de lupas hechas de Hollywood. Pero un contrato le prohibe mezclar su nombre en asuntos publicitarios de semejante índole. Eso de vestirse bien para el cine no solamente es costoso, sino que ocupa mucho espacio iti una casa. La demostración más palpable puede hacerla el referido actor, que tiene dos roperos con doscientos cincuenta trajes y abrigos muchos menos. Uno de los armarios mide cinco metros de largo, y el otro doce. No hace mucho, el Don Juan por excelencia fué sorprendido por una dama, que creMilo envanecerle, le dijo-.

Adolfo Menjou y su esposa Vanee T e a s d a l e sorprendidos en un m o m e n t o de apasionado optimismo

•1

Adolfo Menjou, ron (>ary Cooper. en un sugestivo momento de la pelieula «Adiós a las armas

—No puede negarlo, Adolfo. En usted el dubman perfecto. Menjou esbozó una sonrisa irónica, la misma con que aparece en las películas, e hizo una leve reverencia, tras dejar boquiabierta a su admiradora con esta exclamación: —Es usted muy amable, madame; pero el clubman perfecto le asegura muy formalmente que ntinca perteneció a ningún club. Admirador de España y poliglota No podrá decirse que *el bello Adolfo» es un hispanista cien por cien; pero sí de los más bien informadt)s que hay en los Estados Unidos, según frase de Eumenio Blanco, su profesor de castellano. Como buen admirador de España, que no desconoce su idioma, siente vivos deseos de conocer más de cerca su cultura, sus paisajes y sus costumbres. Tiene el proyecto de realizar un viaje en automóvil por la Península, y actualmente se halla estudiando mapas y trazados de carreteras para hacerse el itinerario que ha de recorrer, permitiéndole ver los monumentos y paisajes, las maravillas y bellezas más importantes de nuestro país. Cuando la realice, visitará también el pueblo que se conoce con el nombre de Pau, donde nació su padre, que se halla en los Bajos Pirineos, cercanos a la frontera española. Tampoco hay que olvidar que es el actor de la pantalla americana que más ha actuado en español. Asimismo, domina otros idiomas, tales como el inglés, francés, italiano, alemán, ruso, etc. Es un verdadero políglota. A este respecto, se cuenta un incidente gracioso que tuvo por escenario el café Montmartre de la capital del cine. Se hallai)an dos amibos conversando sobre Adolfo Menjou, cuando de pronto se le ocurrió decir a uno: —Conoce tantas lenguas, que necesita un intérprete cuando habla a si mismo. MANUEL P . DE SOMACARRERA .

I

He aquí un reciente retrato de Adolfo Menjou, e l gran artista del film, que es, además, arbitro de elegancias masrulinas...


(Ul cine eK ¿uióiui

trucciones fijas y numerosas instalaciones provisionales. A un lado vemos un pueblecito japonés. A otro, un d e p ^ i to de petróleo. Aquí, un arsenal de tablas. Exteriores. Gritos. Disfraces extraños. El movimiento de Eatudios mayor de Europa, sin duda. Una nueva montaña de Babel.

H

E aquí ante nuestra vista los Estudios de Neuha belsberg. Ocupan una extensión de 430.000 metros cuadrados. Son los mayores de Europa. Es que el cinema germano ha sabido encabezar la oposición que una parte europea—Inglaterra, Francia e Italia, en primer término—ofrece a la invasión yanqui. Nuevo sentido del film. Al lado de fantasías como Metrópdis u Oro, canciones dulces como El vals de Chopin y Vuelan mis canciones, o vodeviles como Cedo gabinete. Sobre la extensión de Neubabelsberg se levantan once grandes «edificios - Estudios», treinta y cuatro cons-

En Neubabelsberg, en Postdam, a una hora de Berlín, en el tren seiniurbano, se están rodando actualmente varios films: Barcarola, de la Ufa, dirigida por Gerhard Lamprecht, con Gustav Frohlich y Lyda Baiuova, de protagonistas, y en la ver-

Willy Fristch, el notable actor d e l r i ñ e alemán, protagonista de «Anfitriónr con Adele Sandroek; «Turandol», eon Paul Kemp, y cLa Í8la>, eon Brigitte l l e l m , películas t o d a s terminadas o a punto de finalizar en los Rsludios de Neubabelsberg —^

Dorit Kreysier, protagonista, con Paúl llorbiger, del film alemán «Viento fresco del Ca-

nadá»

Lyda Baarova, que con G u s t a v Króhlich como galán, protagoniza el film UFA, realizado por Lamprecht, < Barcarola»

sión francesa, Pierre Richard-Wilm y Gina Manes; Anfitrión será una cinta interpretada por Willy Fristch y Adele Sandrock, dirigidos por Reinhlod Schttnsel, etc. En Tempelhof, campo de aviación de BerHn, se rueda Viento fresco del Canadá (Ufa), dirigida por Heinz Dietrich, con Dorit Kreysier y Paúl Horbiger, en los principales papeles. Ea Geiselgasteig, Anny Ondra y Max Schmeling, el flamante matrimonio, posa euite la cámara, que titulará después Una joven muchacha y un joven hombre (textual). En Ausseranfnahmen se toman vistas de exteriores para la cinta El barón de los tziganos, que Da&iele Parola iuterpretará en su versión francesa. Un film de nieve. Ix)s germanos son perfectos artistas en la creación de producciones de montaña. Ahora ha surgido un nuevo astro: Sepp Rist, gesto a lo Trenker, cara curtida por la nieve y el sol. Esquiador, leñador, marinero, piloto de submarinos, telegrafista y actor de cinema.


He a<]uí el eclecticisino de Sepp Rist, protagonista de Sueño eterno, de S. O. S. Iceberg, de Tempestad en el Mont Blanc. Rist prepara ahora El saltador de Pontresina, cuyos exteriores se están rodando en el Rie-sengebirge. Un film so(ñal: Alrededor del derecho de la Humanidad, de la Aria-Films. Dirigido por H a j i s Zoberlein, que cuenta con un premio por su «fe en Alemania». Tendencia pacifista. A través del film veremos aquellas gentes que aguantaron en las trincheras los hoiTores de la guena; vuelven del frente después de haber luchado cuatro años por la paz, y el pueblo no les hace caso. Entonces se dan cuenta de que aquella paz no les sirve sino para seguir viviendo en la miseria. (Aquí la cinta toma quizá un crudo tono bélico.) Se encuentran, además con la revolución que se yergue sobre Alemania como un fantasma dantesco. Brazaletes, banderas rojas. Y de Alemania, ¿qué se sabe? He aquí la intorrogtmte de la nueva producción de Aria. Un film nmsical: Turandot, basado en la ópera de Puccini IM princesa Turandot. Willy Frischt, y Paúl Kemp, protagonistas. El 6 de Enero se había proyectado ya en toda Alemania. A visitar a la bella princesa llegan príncipes apuestos de todos los países. El padre de la princesita ofrece la mano de su hija al que le resuelva tres problemas. Fracasan uno a uno, y uno a uno el rey va segando sus cabezas, que son trofeos en su palacio. Willy Frischt es el afortunado que encuentra solución para los tres acertijos. A pesar de aquel panorama de cabezas cortadas, no se desanima. A pesar de las chirigottis de sus compatriotas, sigue su ruta. La ópera, siu terminar por Puccini—sorprendido por la muerte—, gustará en Espaiia. Estamos seguros. Es film para nuestros públicos. l'n film dramático: La Isla. Brigitte Helm y Willy Frischt. Historia de una embajada en el Extranjero. Que es eso: una isla. Isla en medio de otros gustos, de otra raza, de otras concepciones, de otras artes. La dirige Hans Steinhoff. «Nada para sí mismo. Todo para el bien de su patria propia» He aquí la frase germana que encierra todo el dramatismo del film. El querer personal captado en las redes del egoísmo lucha a través del argumento con el instinto colectivo de «patria». Gira el drama en torno a un Tratado comercial. Hay un grupo interesado en que aquél no se lleve a cabo. Willy F r i s t c h , agregado comercial, y Heing von Cleve, m i l i t a r , caen en las maquinaciones de la intriga. Brigitte, sobrina del embajador, está entre aquellos dos hombres. I n t e r viene en la lucha y busca para ella una feliz solución. • • ¿Otra vez Brigitte? ¿ P o r qué no? Brigitte Helm es una de las artistas más admiradas en España. Después de aquella cinta desafortunada en que había exteriores filmados en Palma de Mallorca, Brigitte vuelve a interpretar un rol" en cinta rodada en tierras de España. Un amor en España es el título de su nueva realización. Idilio bajo cielo espai'iol, a través de paisajes españoles. Brigitte, con tra je blanco, sencillo; gorrito blanco, l)lanca scmrisa, a la sond)ra de la

C o l e t t e Darfeuil rueda actualmente en A l e m a n i a , bajo la dirección de Serge de l'olign y . e l film «Jonny. alta costura»

(iustav Kroblicb el conocido y admirable galán de la |iaiilalla, «|ue desempeña en «Barcarola» el princi|ial «role» masculino

Giralda. Brigitte, como una español)}, más. Modema, honda y sentimental a un tiempo, .lean Gabín, el buen galán francés, es su partenaire. Después, como complemento del reparto, la Niño de Linares, fina íantaora; Miguel Borrull y Raúl de Sander, buenos guitarristas, y como director de los bailes que aparecen en la cinta, el maestro Juan Martínez, «que estaba allí». ¿Una españolada más? Creemos que no. Tenemos referencias de que no. Una cinta fina, dulce y fuerte a la vez, con esa mezcla rara de las cosas del momento. Y exacta de visión, comprensiva. España^—con su folklore—, incorporada al concierto internacional de actitudes sophisticated. El cock-tail bajo una palmera de nuestro Sur. He aquí el acierto. No hace falta herir la tradición y lo nacional para asomarse de cuando en cuando al Elxtranjero. Sin necesidad, por otra parte, de afanes de soluciones exóticas. L U I S DE A L D A O L A


Figura Warner Baxter entre los actores que cuentan con más incondicional adhesión por parte del público cinema­ tográfico. Su sobriedad, su poder de expresión, su gran simpatía le han conquistado núcleos fervorosos de admi­ radores, que siguen atenta­ mente la carrera cinemato­ gráfica del magnífico actor


loor

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El vaivén

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Lo zambullida sentado

El compás

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La escalera

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Kline, antiguo profesor de Cultura Física de Atlantic City, donde con su sistema logró entrenar y conducir a una evidente perfección física a muchas mujeres de los más opuestos medios y de las más diversa-s es- > tructuras corporales, es actualmente profesor de su especialidad en uno de los más famosos Estudios cinematc^áficos de Hollywood. eguro; de que a iiuf-itiM- lectoras habrían de interesar unas declaraciones del reputado profesor, he* mos solicitado de Mr. Kline unas líneas en la^ l.-Exl«n«ion«» lateral»» debraiot. 2.-FI«x!onei olt«rno»ivo« d« lat que expusiera a grandes rasgos el método q"* En pie, con los pies ¡unios y la cobe- piemos.-En pie, con los piernas emplea para conservar la belleza de la^ star.' za bien derecho, tender los brazos ¡unios, los brazos caldos o lo largo hacia adelante y separarlos olter- del cuerpo, flexionor alternativasometidas a su cuidado, y el célebre especialistn nativamente, volviéndolos o su punto mente los piemos o la moyor altura departida posible, con los pies extandidos, con diligencia y extensión que supera a nuesconservando lo cabezo y el busto tro deseo, se h a apresurado a enviárnoslas, líelas bien erguidos aquí, transcritas con absoluta fidelidad. «Ante todo, debo decir que ninguna mujer puede ser total y absolutamente bella sin cultura física. La más hermosa estrella quedaría obscurecida, apagada en tres meses, si altandonase su método. Ocho días de negligencia exigen durante otros ocho un esfuerzo doble para recobrar la «forma». Y a partir de cierta edafl, tremeses de descuido requieren un año para ganar el terreno perdido. »E8 indispensable seleccionar los ejercí ios, esta selección sólo puede aconsejarla un profe' 3.—Flexión de la columna vertebral. 4.—Flexiones de pierna.—Tendido sor. No es necesario que sea un af;róbata ni En pie, con los piemos ¡untos y los de espoldos en el sjelo. los piernas monos en los coderas, inclinor suce- ¡untos y los brozos o lo largo del hombre excepíñonal, sino quo posea buen sen; sivamente el busto de atrás o ode- cuerpo, flexiónense Icjs piernas lo tido y un perfecto conocimiento de su oficie. Si lonte. No morcar punto de parada más posible y hágonlos recobror, sin violencio, su posición inicial entre uno y otro movimiento, y e¡ecúrealmente siente su profesión, él os dirá con setense suavemente guridad lo que mejor os conviene. Ha de ser, ante todo, enérgico para imponeros un régimen que, de antemano os lo aseguro, hallaréis dem»' siado duro al principio. No progreséis excesiva, sino gradualmenteMucho más perjudicial es la ex;igeración del ré' gimen de cultura física que su total supresiónAl salir del local donde realicéis vuestros ejef ciclos, debéis encontraros siempre menos fatigadas que al entrar. Cierto ciue hace falta un gran esfuerzo y una gran tenacidad; pero esta I scí:"' ras de que al cabo de algún tiempo, muy p•»'' de método, llegará un día en que sintiéndoos pe6.—Sotlot cambiado».—De pie, la» 5.-Flexiones del busto hacia adelanta,- Sentado, con el busto ligera- monos en los coderos, soltar rápisadas, molestas, diréis: «¿Qué me pasa a mí hoV?* mente hacia adelante, los piernas damente de mañero que con el misY e n s ^ u i d a caeréis en la cuenta de que aque' bien estirodos y los brazos caldos, mo movimiento los piern:i» se crucen ovonzor el busto hasta tocar con los en el oiré, quedando al coer en lo día no habéis hecho vuestros ejercicios de culposición inciol Movimiento muy vivo manos los puntos de los pies tura física. Sería pueril negar que al principio los sencillos movimientos se os harán insoportablesNo importa. Hay que ser constantes y no desmayar. Lo que hoy os resulte molesto y agobi»' dor, mañana os resultará sencillo y cómodo. Muchas mujeres que tienen un brazo grueso que el otro o un seno de mayor volumen o una cadera más desarrollada, suelen acudir * mí para que les indique ejercicios especiale.s qu« corrijan esos defectos. Nunca les hago caso. To* das esas imperfecciones locales desaparecen po^ sí solas con un entrenamiento general y pr*'' gresivo q u e establezca 1 a armonía total del cuerpo. En Hollywood suelo entrenar físicamente a todas las estrellas de la Casa en que trabajo. F u ^ bien: cuando un role determinado exige un »«" mentó o una disminución de peso, e incluso un* apariencia de edad que la estrella no poísee, suelo conseguirlas merced a procedimientos espe" cíales que las artistas, eso sí, siguen con admir*'

a veleta

ICHARD

'ííe constancia. Por otra parte, esta tarea no es demasiado difícil si la artista se somete a estas tres condiciones indispensables: disciplina, cult'ira física y raimen. ^ ^ ^ a r una reducción de peso hítóta de diez ^los no ofrece gran dificultad; pero si el organismo del «sujeto» no se halla en condiciones, la Salud puede resentirse y determinar trastornos gravísimos. Hay, pues, que ojierar sobre un cuerpo capaz de resistir la transformación. 7-Flexiones laterales del torso.''•^^'''*„Í^^„'*J" No olvidéis que TK« hay en el mundo un trabajo En pie los piemos separados, los broios.-Tendido boca obo o, con man« en as coderas, Rexlónese el lo» monos planos »°bre el sueV,, ele^ agobiador, más fatigaso que el de las estre- bus"o sucesivamente de Izquierdo o vor el busto extendiendo los brozo» Serecho y de derecha a izquierda, sin lo •'"¿'^" ^^"^'d*»"""^" llas del écran. La más fornida campesina, la máa conservondo la» pierna» inmóvile» lo cabezo bien erguido Rigorosa obrera, no realizan jamás un esfuerzo fínico t a n enervante como el de las artistas del cinema, que tienen sobre sí, durante largas ho""as, el fuego convergente y destructor de los Proyectores. Por otra parte, las estrellas no están lechas de i m a materia distinta que las demás 'iiiijeres. Todas han sido seleccionadas entre mil i^ujeres no por su belleza natural en la mayoría «le los casos, sino por su hermosura fotogénica. X en la vida común, de seguro, no s o n mejores ui distintas de las demás. Pero para triunfar en ^u oficio precisan de un entrenamiento constany de una energía excepcional, y, por lo común, y tor»ión alternofivo - Elevación alternativo de las lO.-Flexión butto.—Sentoda, con la» piernas poseen ambas cualidades en alto grado, y a que 9. pierna».—Tendido en el suelo sobre del separados y el busto ligeramente espoldo, los brazos o lo largo inclinodo hacia "stán persuadidas de que en ellas estriba esen- la odelonte, con lo» del cuerpo, elevar alternotivomenle brozos caído» o lo largo del cuerpo, los oierno», subiendo uno cuondo lo hágase una torsión 'dmente la base de su éxito. del busto hasta otro ho llegado o tocar el suelo hacer tocor pie y mono conirorios Si las lectoras de CINKORAMAS quieren c o n ^t;rvar su belleza y mantenerse en «forma», pue•len estar s ^ u r a s de lograrlo practicando cada 'lía, c o n severa regularidad, los movimientos de '"Itura física que reproducen las fotos que acomi'año para ilu.strar estas líneas. Entre cada grupo de ejercicios deben intercalarse cuatro veces un ejercicio de respiración profunda. Si sentís débil el corazón o padecéis cuahpiier afección oi^ánica, es indispensable una previa considta médica antes de iniciar el régiuien de cultura física. Yo 06 aseguro que si ejecutáis escrupulosa"»ente estos ejercicios, aumentando gradualmen- 11.-Flexiones alternativa» de la» 12. - Inspirocione» y e»piraeione» elevación de brozo».—En pie, el número de ellos, nada desagradable puede pierna».—Sentodo. con lo» pierna» con los p ernos seporodas y los bracon el torso un poco hocio con zo» a lo largo del cuerpo, inspirase "curriros. Antes al contrario, observaréis cómo [untos, detrás, opoyodo en los brozos, fleol tiempo que los xionor oliernoiivamente los piemos, profundomente ''w músculos se desarrollan, cómo vuestra elas brozos se elevan, los espiraciones ocercóndolos lo mos posible en mo- coincidirón con el descenso de lo» ^"'idad se acentúa y cómo los tejidas flácidos y vimientos suaves, hacia el pecho brozo» 'lébiles se fortalecen y vivifican. ís'o en otra cosa consisten las bases principales de la cultura física a que yo someto a las estrellas. Naturalmente, existen casos particul'ires que exigen métodos determinados cuyaenu"lerai'ión exigiría una extensión inadecuada a mi F'roj)ósito y a la indicación que me h a sido hel'a por CiNKORAMAS, y a la que, lo repito u n a más, he accedido c o n sumo placer; pero cua''squiera que sea vuestro caso personal y el mé!'>do específico adaptable a vuestras exigencias 'udividuales, el cuirso brevísimo que expongo en 'í^s fotas que incluyo c o n mis cuartillas es esen'tal para el perfecto mantenimiento de la salud, la «línea» y de la elasticidad y souplesse del •'Herjio.»

Hasta aquí las palabras de Richard Kline, a ' uya gentileza reiteramos nuestra gratitud. Ahora os remitimos a las fotos adjuntas, y espera'»08 que este cursillo de cultura física, debido a Un profesor experto y reputado, obtenga el éxito ^ue hemos perseguido al brindaros esta infor'uación excepcional.

El metrónom

El arpón

El puente


Spanky Me Farland, el diminuto aetor cómico, sorprende a sus amigos Laurel y llardy earacterizado de «pequeño Hardy». Broma que hace fruncir el ceño al actor imitado y alboroza a l a u r e l

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E X C L U S I V O PARA

ESPAÑA:

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H. A L V A R E Z G Ó M E Z Y C . SEVILLA, 2. -**ADRID

Stan l a u r e l se muestra afliiriH', al contemplarse en Harold (bordes, que ganó el primer premio en un c o n curso de «dobles» por esta caracterización

LYON CRA.DE SANJERONIMO-30



'íales, de garantías artísticas; tiene que buscar una falsa garantía conn» l<> es la Patencia publicitaria. Kené Clair es un caso mixto de los pocos que abundan. Su obra e s perfecta P8ra todos los públicos. Para las minorías intelectuales y para las grandes nud"tudes de espectadores que frecuentan a diario los cinemas. Kené Clair ""^ti'ata burlesca, irónica v satíricamente los defectos v l.is ridicideces bullanas. Para esto no repara en clases ni en c a l e g o i i i u s .-oeidles. Lo mismo satiri?* a los políticos, a los banqueros que a los humildes ciud.idanos de barrios •^ajos. Lt> mismo a un rico atolondrado que le d a por emborrachar.se y hacer extravagancias con un chófer taxista que a los guirdias, a los dueños de pequeñas tiendas, a los ladrones, a los ciintantes de ópera, e incluso al pobre escribiente de una oficina, que hace vestir a sus numerosos hijos en traje de Serano para salir a pasear por las calles de París y volver a su ca.sa eon las ÍJ*pas empapadas de agua de lluvia. Precisamente atiuí radica la genialidad de ^ené Clair. Le aplauden las minorías cinematográficas, que comprenden y pretieren el buen cinema, porque sus films están fragmentados en detalles espléndidos e inteligentes, y en un humorismo fino, bien dosificado y genial. Le aplaude el gran público, porque sus distintas capas—los aristócratas, los ri^08, la clase media, los pobres—se ven reflejados, como en un espejo, en

C(4'VmdL

escena, e n la que «parece Annabella. de «Kl ¡""llón.. rl s e g u n d o de films sonoros de Kené Clair ~^ •Sous les loils de Paris» ** U primera y franca ma""eslarión s o n o r a pro>*'rUda e n las pantalla^ '""ndiales. Hasla «.u llegalio se supo la eficacia l^e tenía el rineiiia sono'•'>. Por eso Kené Clair es I"' (fran director de aSous Ir* loils de l'aris», a cuyo jliii pertenece esta escena, '••vada a cabo magistrat"""«•te por Albert Pré- , ieaii y Pola lllery \

—Verdaderamente, no tengo nada que decirles. Todo lo tengo dichíi. —Es que el público...—ha contestaido el rep<jrtero—. Fíjese u.sted: con el estreno de su último film hay que comjilacer el interés del público. —No lo croa. Nada de lo quo yo diga puede agradarle. Los reporteros se marchan aburridos, ya que han logrado verie. Cuando le hablan por teléfono no contesta. Rene Clair le tiene una antipatía grande al teléfono, de la misma forma que odia grandemente hablar al público por medio de la Prensa. Es hombre que no escatima las opiniones profesionales, y sus opiniones son como clavos retorcidos. De esto a hablar con un reportero personalmente o por teléfono, dista mucho. El realizador de «Sou* íes ioús de Var s es un parisién cien por cien, y a ello se debe la racialidad y, en consecuencia, el éxito de su obra. Nació en París hace unos treinta y ocho años; se crió en Paris, y en la ciudad del Sena es donde empezó a sentir afición hacia el cinema, donde construyó, E^studio tras Estudio, su teoría cinematográfica, y, finalmente, donde se reveló como metteur en scéne insuperable. Su primer film fué Entreacto, hecho en unas condiciones muy anticineraatográficas, por cierto. Solamente destaca su labor personal y la de Jane Pierson. Por lo demás, no podía ser muy completo en cuanto había sido encargado y hecho expre sámente para la gran Escuela de Danza dt París. Empezaba limitándosele el terreno a Rene Clair, y, sin embargo, el talento nuevo, inédito, de este director fué exprimido ejemplarmente en esta película, que enseguida destacó entre la exuberante obra vanguardista de aquella época. En casi todas las sesiones de avanzada del mundo ha sido proyectada Entr'acte, y aun se sigue programando como una obra notable de la vanguardia francesa. Kené Clair es en estos sus primeros años un joven intelectual que frecuenta las reuniones y sigue con atención las discusiones entabladas por las distintas pléyades y grupos de estetas cinematográficos que animan el movimiento en París. Rene Clair no se asusta ante tal o cual teoría; las estudia toH B ^ ^ J das sin dejar de fundamentar poco a poco "^Tv-^^w 1:1 suya. Después de lanzar al público Entreacto se crea un nombre lo suficientemente \()luminoso para realizar intermitentemente films como París duerme, Los dos timidns. IM presa del riento. La torre, Un viaje imaginario. El fantasma del MouHn Rouge y Un sombrero de paja de Italia. Rene Clair es primero, periodista; después, actor del 'cran; después, escritor. En 1927 publica su último libro, y desde entonces es cuando lo abandona todo por el cinema. Su nombre ad({uiere mayor contorno, y la presencia de su obra cinemática suscita miles de comentarios y de ataques, dirigidos con mala intención. Esto, durante el cinema mudo, después de realizar Un sombrero de paja de Italia. Se dice que Rene Clair es un creador de farsas y un detractor del arte; que no tiene corazón ni humanidad, ya que las manifestaciones más serias y sensibles de la vida las ridiculiza y se ríe de ellas con despiadada saña. Rene Clair es un incomprendido de la gente, de sus mismos compañeros del cinema, por el hecho de implantar formas y modalidades revolucionarias. En Soltó les Uñts de Paris, su primer film sonoro, la gente sigue opinando lo mismo, puesto que Rene Clair no se aparta de su linea. Pero ante esta obra fenomenal no tienen más remedio que proclamarle el mejor director de Francia, puesto que el espíritu francés vive en sus obras un tanto ridiculizado; pero maestramente captado. En El millón, en ¡Viva la libertad!, en 14 de Julio y en El último millonario. Rene Clair no se aparta ni un punto de su trayectoria de siempre. Charles Chaplin es creador de un solo tipo; Rene Clair, siguiendo los pasos del maravilloso Charlot, no se ha limitado a crear un tipo; pero estudia a todos con un mismo-ges40j-eon ima misma visualidad. Y el caso es el mismo. Ocurre una cosa: Charles Chapl n no hiere tanto con su inofensivo Charlot como Kené Clair con sus pei-sonajes, donde están representadas las reacciones {)sicológicas de toda una clase social. Y a este gran director le siguen llamando en Francia el inhumano y descorazonado cineasta, como pudieron llamar a Goya, en su mismo caso, el inhumano y descorazonado pintor. Kené Clair olvida todo y no hace caso de nada. CIMUTICS C^apUn, al finalizar muchas de sus producciones, suele dar una significativa zapateta en el

^^^^^^^1

poyado en falsos y envolventes tópicos publiC*' taños". Claro que estas palabras las puede decir Clai^ pero no otro director que sea malo o bueno calidad cinematográfica. El director bueno las puede pronunciar, por ser precisameoi^ bueno, por ser su cinema única y excluSJ' vamente para minorías y por estarle vedado pensar en un gran público que después no le habia de comprender. El director mediocre tampoco las pueKené Clair, en los labios de p r o n u n c i a r , una oplimisla sonrisa )or estar imposide satisfacción, dirige una toma de vistas pabilitado paraello. ra >il4 de Julio», su Está exento de último film proyecgarantías perso-^ tado en Madrid

los films de Kené Clair. Tienen la ingenuidad, la fatua ingenuidad, de aplaudir y de divertirse ante sus propias caricaturas personales, que son como un cúmulo de los defectos, de las pasiones y de las ridiculas costumbres humanas. Kené Clair tiene una posición artística—y filosófica^—, sin dejar de tener otra posición comercial, puesto que sin esto último moriría j)ara el cinema, como murieron otros directores de •-'an valía. Y la posición comercial de Kené Clair no es obligada, sino direota•^i^nte natural, como expusimos antes. Caricaturiza a las personas, y a estas mismas personas les divierten sus 'Caricaturas. t)e aquí se deduce la casi total independencia del género que cultiva ReClair. Sobre otros directores no vamos a decir que se hace tanta publi'Cidad como sobre las estrellas; pero sí es cierto que todo cuanto se hace al••^dedor de éstas y alrededor de sus films recae de una manera plana y favorable sobre la personalidad del director. Luego, Rene Clair y su obra son ^?8os aislados, y deben su universalidad, su prestigio cinematográfico, a la reciedumbre de su propia naturaleza. liené Clair vive olvidado de todo lo que no sea su trabajo profesional, su inferno trabajo profesional. ' Quizá sea demasiado íntimo, demasiado retraído para las manifestaciones P'^blicas. E)s de los que trabajan, sin tener culpa de que su trabajo les haga ^mosos. Eh distintas ocasiones han tratado los reporteros de intervñivarle, y ^ené ha contestado:

aire.

La zapateta de Rene Clair consiste en jugar al poker con su mujer, Bronja; con su asistente, Albert Valentín—los tres solos—, y en desconectar el teléfono para que nadie le llame. Es una manera de aislarse del mundo en pleno París.

A. DKL AMO ALGARA


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(BíAcnriaIo(^a|lc^

Bolle l)u«i> realza J U \ ) M I Í I h < - r i i i i f i i r i i r i i n un no t í s i m o y favoreiedor traje de mañana

(.<»ii«'»ii-ve Tobin halla en rsla loili-ltt<ie «rslilo» el atuendo indirad» para su serena belleza

Al llegar la Primavera... ¡ _ \ I. llegar la primavera, conio al haliarse próxima cualquier otra estación del año, la mujei chic experimenta siempre una viva inquietud ¿Qué nuevas orientaciones <lt'cretará la moda? ¿Cuál será la linea indicada? ¿Serán muy sensibles las variaciones? V esta inquietud, este sobresalto pueril, subsiste hasta que los modistos dicen su última palabra, que por lo general suscita comentarios diversos y contradictorios - ¡Vaya por Dios!—dice u n a - . Con lo bien que a mí me «iban» las lineas seguidas, y ahora resulta que no se van a llevar. ¡Ni que lo hubieran hecho a propósito! i —¿Te h a s fijado? — d i c e otra ~. Nuelve la moda de los

sombraros pft|ueños ¡Con lo bien (pie im- sientan! •¡Manes de la elegancia! ¿Cuándo llegará el día en que vuestros decretos logren el asenso unánime de la mujer? Jamás, de seguro, porque «nunca Jlueve a gusto de todos», según el dicho vulgar, y la Moda no jiodía ser una excepción. Decíamos en una de nuestras anteriores crónicas que la línea de la saison que ahora finaliza no había acusado variacif»nes sensibles en relación con su antecesora, y hasta nos permitíamos insinuar, con las prudenres reservas consiguientes, que acaso durante la estación primaveral también sub.sistiera la misma silueta. Pero, ¡sí, sí! No sólo ha variado la «línea» de un modo tan ostensible que el ojo menos experto de cualquier elegante lo advierte enseguida, sim que dentro de la innovación indudable obsérvanse de'^concertantes pluralidades que hacen punto menos que imposible definir de un modo categóri o y concreto en qué característica determinada consiste esa evidente m.ydificación. ,,

CInudette C o l l x - r t , la admirable < t e i l e l l e > , viste aquí un ninderiio Iraje <le norhe en < pailleltes. finísimas


ce nn detalle, un matiz, una sugerencia característicos, que le prestan diveisidad, s i n perjuicio de e s a señoril elegancia tantas veces apetecida y tan pocas veces lograda. Y si este es el panorama que ofrece París en esta hora, observatl, por nuestras fotos, el que presenta la moda cinematográfica yanqui, que, como hemos d i c h o repetidas veces—nuestro último artículo era ur^a nueva reiteración de esta teoría—, ao es sino el reflejo de la moda europea...

Por lo que se refiere a los trajes mañaneros y de sport, la nueva orii litación se acusa tan levemente, que en realidad no llega a percibirse de un modo franco y decisivo. Falda recta, chaquetitas, capitas... ¡Lo de siempre! Tal vez en los hombros de estos atavíos ligeros y usuales se note cierta tendencia a una mayor anchura, lo qa e presta a las prendas un aspecto más deportivo, más varonil y, desde luego, más actual; pero en general la novedad se deja sentir de un modo harto discr to. No así ciertamente en las toilet'es de tarde y de noche, en las cuales se advierte una paieja y similar orientación hacia la amplitud en un sentido g.-neral, y una reminiscencia evidente hacia las inspiraciones románticas y ostentosas del siglo .xvii. Esto, según el criterio de determinados modistos, pues otros orientan sus creaciones en una evocación de las elegancias de principio de siglo. Es decir, que ahora más que nunca, la mujer podrá satisfacer sus preferencias en el atavío, adoptando cualquiera de las diversas sugerencias que los creado res de la Moda—rivales encarnizados c irreconciliables—les ofrecen. Aho a mismo, xaminando las colecciones que en París exhiben las más cotizadas firmas de la costura europea —«ede indiscutible de la suprema elegancia—, se advierte cómo cada uno de ellos propugna—dentro, claro es. de una ten-

MIOSOTYS

]oán Crawford, la actriz que convierte en suntuario atavío la más sencilla «toilette», muestra gozosa l a elegante novedad d e este bello traje de terciofíelo

Kttle «tailleur» que luce Ka Dvorak, con el complemento del original abrigo, res u l t a e n extremo práctico

dencia relativamente general—normas casi antagónicas Lucién L.elong, J e á n Patou Jeanne Lanvín, Molineux, Worth —por no citar sino los más destacados—, hacen desfilar en estos días por sus salones, en un cortejo deslumbrador de estili zados maniquíes hieiáticos y ondulantes, K.s concepciones de su inspiración... Jeanne Lanvín muestra, t o m o siempre, l;i supiema exquisitez, el refinado gusto de siitraies de noche. Molineux. con un concepto simplista d' la moda, que iio excluye, sino acentúa I elegancia de us creaciones, patentiza so más que nunca el sentido juvenil de 1 que exhib •. Lucién Lelong—el modisto de las delgadas—hace resaltar una vez más la finura de los coloridos utilizados. Patou, con su invariable teoría de acentuar el modelado de las caderas, muéstrase de nuevo el creador de los modelos lujosos que siempre ha sido. Worth, el gran ecléctico, ha creado una cn lección extensa, varia y refinada como toda las suyas. Casi todos los sombreros que, alternando con los vestidos o completando los, lucen sus modelos, ofrecen la particularidad de ostentar grandes viseras que recuerdan los picos de las aves y traen a nuestra memoria los remotos tocados chanteclair. 5>ólo madame SchiaparcHi—nombre poco familiar aun entre nosotros, pero de indudable piestigio—ofrece una colección de bien señalada originalidad. En ella se advierte una marcada tendencia orientalista aplicada a nuestra moda de hoy, colmada de evocaciones seductoras, que no excluyen modernidad. Antes bien, cada traje ofre-

Maureen t l ' S u llivan desciende de un avión vistiendo este sencillo modelilo, muy indicado, en verdad, para viajes


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SALIDO DE LOS ESTUDIOS ALEAAANES


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L primer film proyectado en esta interesanJ te sesión de fallo del Cuarto Concurso de Cinema «Amateur» que anualmente organiza la Sección de Cinema del Centro Excursionista de Cataluña, fué el titulado I^eón, de la serie Ciudades < astellanas, dos de los cuales comentamos en la pasada crónica. La similitud de estos films denuncia claramente la formación de un plano bien determinado por el autor. Es indudable la intención pedagógica de estos films, como lo prueba la gran cantidad de anotaciones históricas que contienen, l-s, por U, tanto, delante de estos films, un tanto exagerada una posición criíica puramente cinematográfica. León, como los anteriores de la serie, no tiene, cinematográficamente, toda la agihdad de montaje deseable, ni una toma de vistas demasiado esf)ectacular. Las bellezas de la ciudad son presentadas al espectador de una manera simp e y sin complicaciones ni malabarismos, y si tenemos, en cuenta la finalidad anotada anterior mente, puede quedar justificada una tal actitud impersonal por parte del cameraman. Es la eterna cuestión entre el cineasta y el pedagogo. Cuando en un film domina la lógica del segundo, ' - casi segura una falta notoria de interés. Kl t e m a es interesante y particularmente apreciado. Quizá algún dia sea objeto de un estudio más amplio. Valgan estas sugerencias que la contemplación de la serie de films Ciuda.es casteUanas han motivado, no como una crítica del film León, en particular, sino del conjunto y de la orientación que denuiestran. ¡Al fabricacián del carburo de calcio explica, como indica cl título, el proceso para la elaboración del producto que responde bajo el nombre sintetizado de «C2 C A.» Desarrollado en forma concreta, logra escenas muy sugestivas, especialmente las que registran la fase del proceso de fundir la cal en hornos eléctricos de altísimas temperaturas, hasta el logro del carburo líquido. No tan acertadas nos parecen las primeras escenas del film, en las que vemos unas panorámicas demasiado rápidas y nerviosas. ¿Cuándo no habrá necesidad de repetir que esta clase de vistas deben filmarse con la calma ne - ' cosaria y no retroceder nunca? La intención pu-; blicitaria de este documental quizá sea la causa, de una serie de escenas de escaso valor cinema- \ tográfico. i

DrI film < Karcrioiia». de Juan t.áliat

Una recopilación de escenas de la ciudad barcelonesa en días de fiesta forman este Reportaje de la ciudad, entre las cuales no es difícil de encontrar detalles bien recogidos por la cámara. Quizá el conjunto no ofrezca el interés deseable; culpa, nos parece, de una fa ta de guión ordenador y narrativo. La modesta calidad fotográfica del conjunto hace destacar con más fuerza algunos fragmentos bien logrados. Apunts dd momment recoge a lo largo de sus escenas toda la fotogenia posible del movimiento en el agua, el aire y en la tierra de u n a pequeña ciudad, .agrupados por este orden, estos estudios del movimiento r i v a l i z a n entre ellos e n fuerza .sugestiva y en belleza p l á s t i c a y dinámica. Con una fotografía realmente espléndida, la cámara ha sabido recoger, con la solicitud de un amante, todos aqueOel film «La mujer y lo» aporta», de Eusebio Ferré, con la colaboración del «Club bellos detalles no apercimeniDO de Sports»

bidos por el distraído caminante, y que revelan en el autor una visión poética del mundo, en la que se extasía largamente. lista larga contemplación de las cosas quizá es la causa del excesivo metraje de la mayoría de las escenas, deteniendo el movimiento del film, no como una colección de escenas, sino como obra de conjunto. Buscando el movimiento en las cosas y en los elementos de la Naturaleza, el autor se olvidó del movimiento, del ritmo del film. Ello, no obstante, el film mantiene vivo el interés del espectador hasta el final, gracias principalmente, como hemos dicho, a la gran belleza de la mayoría de sus escenas. El muro de la muerte es un rápido reportaje de unos números acrobáticos que una pareja de motoristas realiza con sumo peligro en una reducida pista de pronunciados peraltes. Nada más en la atracción de feria y nada más tampoco en el film. Ixts animales del parque obtuvo entre el público un éxito fantástico. Toda la gracia desbordante de este film se concentra en la parodia de los clásicos speaker de los documentales hablados en español, con sus chistecitos y o c u i T e n c i a s , muchas veces tan fuera de lugar. En efecto, cn este film también oímos un speaker anunciando detalladamente una visita en el Parque Zoológico de Barcelona. Podrítunos decir en este caso que el film en si nada tiene de interés, y sólo sirve de guía para el púbhco que oye en constante hilaiidad los comentarios agudos del speaker.


Esta imprescindible unidad que forman la cinta y los comentarios es suficiente para señalar este film entre los primeros de los proyectados en esta sesión. Bric-a-brar es, en su mayor parte, un reportaje de Ibiza. Diríamos que se trata de un docu,mental normal. Sin excesivas filigranas, pero sin fallas, tiene aquella difícil normalidad que muchas veces es la culj)a de su inadvertencia por parte del público. Un film malo se destaca rápidamente y absorbe ei espectador, aunque sea

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Kilmando una escena de la película «Abejas», de Juan Prats

solamente para burlarse. Un film normal pasa..., pasa suavemente, modesto, pulcro, tímido..., hasta encontrar unos ojos capaces de apreciar toda la dificultad de la normalidad. l)el Damas y fiestas. Clonvencidos de que el cinema amateur debe y puede tener una utilidad, aos es particularmente grato la contemplación de films como el que nos ocupa, proyectado en último lugar de esta sesión. Danzas y fiestas continúa la obra iniciada en el film Folklore, tan destacado en el último ( oncurso. Como hijos de este pedazo de mundo que vive y que, por lo tanto, se renueva constantemente, concedemos todo el valor a esta obra de recopilación de tradiciones, de fiestas típicas, de bailes y de canciones. Cinematográficamente, estos temas tienen muy a menudo todo lo necesario para lograr sugestivas y bellas obras vaJorizables por ellas mismas. Y más aún, como en este caso, toda la dignidad del cineasta marca de una manera inconfundible

Los ejercicios alléticos han hecho de la mujer moderna un ser fuerte y activo. / Pero tienden a disminuir los encantos de la feminidad. / Sus suaves facciones se endurecen. / Su cutis se agrieta. / Las arrugas, sobre una piel ajada, hacen su aparición prematuramente... Por fortuna, este desgaste inevitable puede compensarse con el uso de Crema Oatine, por la noche, y Nieve Oatine, por el día. / Es el modo de nutrir la piel y protegerla. / Un poco de Rouge Oatine en ias mejillas completa el h-atamicnto de belleza.

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todas las escenas recogidas por su cámara amorosa y solícita. Muchas son las que podrí irnos anot a r como particularmente espectaculares, si no fuera en menosprecio de todas las que forman el conjunto de estas dos bobinas llenas de interés y valor. Una muestra del valor realmente importante de e.ste documental está en el hecho de que para la adecuada sonorización de algunos actos el autor hizo editar por los mismos artistas populares que los interpretaron durante las fiestas en sus respectivos pueblos, unos discos llenos de verismo y de sabor, y que son un complemento apreciadísimo que dan al conjunto de este film un interés realmente digno d e destacar. DOMINOO GIMÉNEZ


George Arliss es uno ile los actores actuales de m á s vigorosa personali­ dad. Ks sobrio, justo, expresivo. Tiene un niagnífico dominio del gesto y del a d e m á n . Hecuérdese. c o i i i o ejemplo magnifico, aquelbi admirable labor suya cn «1.a Casa de Kotschiid»: es una labor que será recordada siempre entre las grandes victorias del cinema. \M nueva ínlerprclacínn de (íeorge Arliss es la que del duque de Wellington hace en <KI Du­ que de liierro>. la cinta inglesa que vie­ ne despertando a su paso las más vivas expectaciones. Ei gran actor inglés ha­ ce en este film, una ve/, más. un extraor­ dinario alarde de lus facultades de artista persona­ lísimo.

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FILMÓFONO

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NTE8 de salir de Buenos Aires para Madri<l, <londe estos iliax lia sidíj huésped merecidamente agasajado, P>nri(iue Discépolo, el autor famoso de los más' famosos tangos, dejó terminada la música de una (>elí( ula titulada FJ alma del bandoneón. \. algunos Las felices noticias recibidas acerca del gran éxito obtenido por este filn de cuyos momentos musicales han tenido que ser repetidos, volviendo atrás l na exprela cinta, patentizan de sión rÍHonóin¡ra de qué modo auténtico y Tania iluranle la interpretaprofundamente veraz ha ción de un tango sabido el músico explicar, con voz lírica y expresión melódica, el alma lante, viva, estreine<ñda. Tania canta, y su alma gemebunda y plafúdera entonces, que se le a.soma a los ojos y le tiembla del bandoneón. Al refeen la armonía de la vtiz pa.stosa, se derrama en tiraos a ella, y al calificl verbo doliente y lo empapa de humano seni-arla de gemebunda y tido. plañidera, no hemos diEn esos arranques súbitos de que alardea cho ni revelado desde luecl tango; en esos / orones secos, (jue son 1(ÍS go todo lo que en sus tropezones del tango con el dolor; en ese ritmo ansias y en su lírico gemecido y lánguido, y como voluptuoso, con que mido contiene y modula el tango, de muelle morbidez sensual' incita, ( 1 alma melancólica del excita y concita la sentimentalidad, la voz y el bandoneón. arte de Tania, la de los ojos vivos, ponen a flor En cierto modo, y con • le alma todo aquello que recónditamente enambición de síntesis susrañable es la humanidad humana^—inalterable liuitiva, podríamos decir c idéntica—bajo todos los cielos. que en lo más hondo el Tania canta, y el tango, flor de arrabal, mealma del bandoneón es el lancolía de ciudad, grito de nostalgia, clamor de germen genitivo del tanamargura, no es una frivolidad pintoresca ni una go y su más específico 'luniM. la a e l r i / . d'-I l a n ^ o . >.e)íi'in uiin lii-ila y rt'e«'n«í>ima f o l o nueva canción típica. nutricio. La foria'eza del Como en el a ma del bandoneón, en sus nomgo halla en el bandoneón sus vitaminas. El alma ilel i)an(loneón necesitaba una expresión n\e- t,i~ ja<lea y llora, ca.stiga y zahiere la fatalidad vital, gravitación de lódica: Discépolo ha aceiiado ir.aünifieanifnte a dáiseja; pero necesitaba dolor en el alma del homlire. En los tangos de Di.scépolo cantados por Tania .se advierte—con una también una expresión Innnana. y la ha hallado cabal, armoniosa y bella •n la voz y en el arte de Tania, la prodigiosa. palpitación cálida y estremecedora la autenticidad de su origen. Nacido Cuando Tania, la actriz del tango, como la llaman en Buenos .Aircíi jiara l>ajo un cielo cosniüjiolita, hijo del dolor y de la añoranza, engendrado en crismar con un bautismo claro su clara exce'encia, sin pintoresquismos la plural melancolía de tantos hombres de di.stinto origen, su acento fáciles y manidos, sin postizos d o i M Í e lo típico .se caricaturiza; c o n ex[)re- universal está hecho de esta levadura humana que pusieron en él tan-ión humana y honda, eon v o z cálida en la que tiembla lo entrañable, tas disparidades unidas por un misino tlolor. Cuando en el suburbio triscanta un tango; el tango read<juiere, por modo rotundo y dei isivo, su car- te y en la miseria dolorida, al atarilecer violeta, en el patio de un conventillo donde la vida se hace maceración sentimental, brotó de un {)(>f:ho dinal categoría humana. Tania canta, y la vida .se j)one en pie, ar.he lastimero por vez primera la queja de un tango, llevaba ya i)ara su eterno de.stino la sal universal de este acento. Este es el acento que ha sabido captar en sus tangos el autor de Fl alma dd handmeón, y éste es elacento con que los subraya, al cantarlos, iHiiia y l)isoé|)ol«> f i i s a y H n una n u e el arte maravilloso de Tania. va e a n r i ó n No hay en ella e.se fácil exhibicionismo de estampa falsa, esa deformación pintoresca de lo típico; su estilo es el de una artista pura; su tango, el tango auténtico. (En cierto modo, y ahondando en filosofías, podríamos decir que es, lisa y llanamente, el c o n c i t o platónico del tango). No el oropel vistoso de una anécdota, sino la verdad auténtica de una categoría. Aipiel corazón smioro qne Baudelaiie sentía llorar en los violines gime, clama y canta en la voz de Tania. Y en toda ella la realidad d lo humano presta a su canción su valor decisivo. Acaso, y sin ofensa para nadie, puede decirse que durante su actúa n en Madrid, Tania y Discépolo han permitido al público realizar un curio.so experimento: el descubrimiento del tango. «(Hiando el hombre se siente atormentatio por un problema, baila un tango; cuando lo ha resuelto, baila un fox*, suele decir Discépolo. Y en la bizarra imagen de esta sentencia, entre el cabrilleo del ingenio, se le procura al tango, en cierto modo, una definición cabal. La misma cpie sabe modular y vivir, cuando lo canta, Tania, corazón de mujer, definidora del tango. RAFAEL M A R Q U I N A


^ fie/iécnq¡eS^HAeJicViiaiÁ I NA (le las grandes ventajas que ofrece indudablemente el cinema sol>re el teatro - aparte los viajes, los soberbios paisajes, l o s documentales...—está en l a fidelidad de los |)ers(majes que n o s ofrece y el ambiente que los rodea. Asi el cine ha podido entrar de lleno, puedo de<ir que de un modo glorioso, en la bio::rafía. Los films de é joca, la-s peUculas de carácter histórico, han I egado a ser últimamente ] ii-oducciones magníficas, que hemos podido admirar sin reservas. Y n<» es de ah(jra, ciertamente. Es ya desde sus albores, en los tiempos heroicos de los hermanos Lumiére. A los films de carácter bíblico e histórico han surgido las biografías cinematográficas, de acuerdo con el gusto y la inquietud literaria del presente. La Historia ofrece figuras úigent&s (|ue han sido y son una tentación para los directores y para las casas productoras, ba.se de soipréndentes evocaciones <le los tiempos que fueron, y que el público busca con verdaxlero e insaciable afán.

L

Esto, por una parte; por otra, el cine tampoco ha desdeñado la novela. Esta ofrece también ancho campo para poder desenvolver a i D p l i a n x ' n tí' las grandes |K)s¡bilidades que ofrece el cinema actual. Con su té<"nica moderna, con sus pode rosos recursos, puede dar, y da, nueva vida a las obras maestras del género novelesco univer•<A\, en las que el valor de la inuigen, fuertemen te expresiva, acentúa y exalta la cantidad de humanidad (pie aquéllas atesoran en sus páginas. Claio que en la novela, porque en cuanto al teatro, la casi totalidml de los films que arran'•an de la luz pobre de las (íandilejas y de los falsos paisajes de las bambalinas han ido al íracaso. Y esto, que lo sabe cualquiera de lo.s aficionados al cine de sábados y domingos, no leza para nuestros productores. Por lo visto, nosotros seguiremos tras de la zarzuela, género hace ya tiempo calificado. Seguiremos, para ¡)roducir películas, tra» de la zarzuela y de los zar•/uc!(>in.-i.

La.- fotos adjuntas—versión cinem-itográfica de David Cop()crfield, , , <le (ieoige Cukor—da, ¿5:^;.^^*^^ ' rán idea de cómo el ci'^^ ne arranca de las (>bras literarias los [tersona- ¿ji^^^H ,1 jes. Son .seres meados por el genio de (darlos Dickens, el faíuoso novelista inglés; tipos, «•orno es .sabido, dotados de vida propia en cl ainllíente <le >ma sociedail <pic describió d e Hio(l« maravillaso. La Me.t'ro Cíoldwvn-Mayer !ur(luerido realizar una /ersión cinematográfic a de una de las más •^íamosas novelas de Dickens, y vea el le<> tor

de

qué

modo

ha

transformado en caiue y hueso las magnífiitts ilustraciones del li-

bro.

Los ])ersonajes

iMii sido realmente calcados de los dibujos. No es posible ya mayor fidelidad, que no es sólo de caracterización^—lo que no pasaría de ser un poco de habilidad—, sino la conformación física del tipo que los actores van a encamar. Es el atuendo, detalles y matices del gesto, color de los cabellos, el modo de sonreír y mirar, la foruia peculiar de contraer las comisuras de los labios... L^n estudio físico y psicológico complettj, n fin. Es que el cine busca para cada momento el actor justo, preciso, apropiado. Para interpretar el papel c e David, muchacho, fueron examinados nada menos que diez mil niños, y cuando ya se desconfiaba de poder hallar el tipo apropiado, apareció, procedente del Canadá, ese pequeño Grcddie Bartholomew, que permitió filmar la primera edad de David Cop[terfield. También el cine escoge, a su vez, aquellos asuntos que mejor cuadren a las aptitudes de las estrellas. (?laro que mientras para unas abundan los temas, escasean para otras. Por ejemplo, cuesta bastante trabajo conseguir obras para Greta (Jarbo y Wallace Beery. No así para Joan Crawford, o Norma Shearer. Aquéllos sobresalen en la interpretación de tipos excepcionales, mientras que estas últimas son aptas para personajes comunes y corrientes. Y no olvidemos que los escritores actuales se inclinan a creai tipos exóticos. Se me podrá objetar que los autores teatrales tienen puestas también stis miras en tal o cual actor al escribir sus comedias. Bien. Pero desmés de lo dicho nos costará trabajo ahuyentar a visión lamentable de nuestras actrices de sesenta años en el papel de ingenuas; de las rollizas damas de mantecoso bocio y reblandecidas turgencias, encamando a la muchacha todo espiritualidad y candor, mientras hace moner'-.as cl galán fie andar torpe y pesado, que quiere -er mi pimpante doncel. Pues bien, todos hemos admirado últimamente, desde IM inda ¡trivada de Enrique VIH—con i'U. maravillosH encarnación de Nerón, por el mismo Charles Laugthon—y Catalina de liusia: la de Mariéne \ la de Elisabeth Bergiier, bajo la diretrión esta de Paul Czinner, a La reina Cristina de Suecia, por la genial Greta. Films asombro.-os por la fidelidad del ambiente y por l a can'idad de vida que llegan a aiifiuirir los personajes^—verismo psilológico—, como si fuerim arrancados de la realidad; de la realidad lie la Historia, desde luego, aimque con ese margen imprescindible para hacer de ellos biografías noveladas... poi t'l cinematógrafo.

t

F. FERRARI BILLOCH


lie aquí el r«>Hlro ile Miguel l.iycer». el )cran aetor i|ue ha iiieorporadu a la panlalla nacional el linmorisi lio fino, (tepurado y de buen Kualo que cona<i(uye au más riiencial caraclerÍHlica

A

pesar de su fama, Miguel Ligero es—o a mí rae lo ha parecido—un hombre serio. Durante más de media hora hemos charlado de muchas cosas, y hasta le he contado algún chiste para ver si él abría la espita de los suyos; pero todo en vano. Ha contestado a mis p r e n o t a s mejor de lo que yo podía apetecer, y entre frase y frase ni ün retruécano, ni un retorcimiento de palabras; nada, en fin, de lo que seguramente muchos hubieran esperado de él. Ix»cuacidad, eso .sí, vivacidad en la exprasión, muy familiar, muy de amigos ante la mesa del café, sin ese engolamiento solemne que algunos adoptan ante el reportero, en el que ven casi un juez severo. Miguel Ligero tiene la misma simpatía en persona que en la pantalla, y sazonada con uu

aire zumben de madrileño que nmeve a la risa y predispone a la amistad. Hace tiempo que yo tenia deseos de expresar mi opinión sobre Miguel Ligero. Como actor cinematográfico, claro es, que no en otro aspecto, he de juzgarle aquí, aunque como actor teatral me parezca magnífico y como autor de revistas más que discreto. Miguel Ligero es un caso de entusiasmo, de constancia y de afición. Quiso demostrar a todos que podía pasarse del escenario a la pantalla sin perder un átomo de personalidad y lo (;onsiguió. Hoy su figura se multiplica en las pantallas ile España y Ajmérica, y él sigue multiplicando también su entusiasmo, cada vez más artista, más dueño de sí ante la cámara, más lleno de espon-

taneidad y de gracia, sin apoyarse en recursos grotescos. Miguel Ligero estuvo en Ilollywood cuando los yanquis, temiendo perder el mercado mundial que t e n í a n totalmente acaparado a del arce la llegada del sonoro, montaron allí su fábrica de traduc- Mi)ítM-l l.¡i;ero. \ Í M I O por Del Arco ciones de películas. Una figura como la ] suya no podía faltar en esta serie de entrevis- ; tas, y así, hace algunos días, al encontramos < en las oficinas de Cifesa, le dije: j —Oiga, Ligero, necesito hablar unos momen- . tos con usted. —Cuando quiera. ¿Ahora? ] —Ahora, si es posible. Unas preguntas tan i sólo para los lectores de CINEORAMAS. ^ - Pero, hombre, si yo no tengo apenas nada ] que contar. Vulgaridades, cosas sin importancia. ; —Algo interesante habrá. Sentémonos aquí i —le pido, llevándolo hacia uno de los despa- ; cho.s—; estos amigos nos harán compañía, y ¡ mientras fumamos unos cigarros, usted me dice ' algo de lo que los lectores y yo deseamos. ; Me acompañan en la entrevista nuestro com- ] pañero Martínez Gandía y Heinrich (Jartner, el i magnífico operador que ya ha dado a nuestro i cine obras tan perfectas cinematográficamente • como Doña Francisquita, La hermana San Sul- • pifio y Vidas rotas. Este en calidad de sordo- l mudo, porque ni entiende el español más que a retazos, ni li.w quien comprenda la jerga que él j habla aunque asegura que es castellano pino. —^¿Usted ha actuado durante muchos años ] en el teatro, verdad?—pregunto a Ligero. j —Desde chico. ¿Recordáis—nos dice a (ían- 5 día y a mí—un teatro que había en la calle de...? ! — No—interrumpimos los do- a un tiempo—. ' Somos muy jóvenes. Ligero nos mira con expresión burlona, y ex- j clama: ' > —¡No presumir, que ya habéis llegado a los 1 treinta! —Bueno; continuemos—le pido—, ¿Dónde i fueron esos principios? i —Con una Compañía infantil de zarzuela. Yo i era en ella actor cómico. Hacíamos género chico con unos éxitos fenomenales. í —De eso debe hacer muchos años—^le ataja Gandía, cruel. • —¡No tantos, no tanto-!—protesta Ligero. —¿Quiénes figuraban en ella? —Pues nada menos que Valeriano l^eón, que \ era tan chico como ahora y con la misma voz; ] Faustino Bretaño y Eduardo Mareen. j —¿Y luego, de mayorcito? —Seguí en la zarzuela. Embarqué para Amé- ¡ rica y actué diez años en la Argentina. I —¿Reconiendo el territorio? \ —¡Qué va! Sin moverme de tres teatros: el l Avenida, el Mayo y la Comedia. i —^¿Tiene usted allá entonces una gran popu-" laridad? ] —Sí; me quieren mucho. Yo le estoy muy ; agradecido a aquel público. Después vine a España, y actué en el desaparecido Novedades, donde estrené, entre otras cosas. Todo el año es j Camamd. Más tarde pasé al entonces Infanta] Isabel. 1 —Allí le fué a buscar el cine. i —Exactamente. Cuando estaba haciendo La\ condesa está triste, de Amiches, se presentó mis -!


.Miguel Lip-ri>. con ilafiiil

KÍM-III», « I I IIIIH

«-Mciia «le <,;(:ono<e>. a lu niiij«Ty^. rotlada «-n l l o l l y n o i x l

ter Dawen, un enviado de la Paramount, con un contrato, y acepté. —¿Para Joinville? —Si. En aquellos Estudios trabajé un año y medio. —¿Muchas peliculas? -Cinco. Doña Mmtiras, con Carnmn L a i i a beiti; La fiesta del diablo y Sombras de circo, con Amelia Muñoz, aquella simpática muchacha que perdió su vida de una forma injusta; Salga de la cAxñna, con Roberto Rey, y .Su noche de bodas, con Imperio Argentina. —Magnífico éxito para usted. —Y para Imperio. Lo de .Joinville comenzó a decaer por la desorganización y la desorientación que allí reinaban, y entonces n)e contrató míster Ston para trabajar en IIoUywcKjd con la Fox. Ya le ha contado a usted Aiv.i María Custodio que fuimos juntos. —Sí. ¿Quiei'e decirme <[Ué iin|>resión le c a i i s n Hollywood? —No encueutro palabras para expresarlo. Yo creo «pie aquello es lo mejor del mundo. Lleno de encanto, de atracción, de simpatía y con un clima delicioso. Es un verdailero paraíso. CoiUfjrendo que los americanos lo elogien tanto. 1 )urante el viaje ocurrió una cosa muy graciosa. —Cuente. —Yo era el único actor de la expedición en cuyo contrato no había intervenido agencia de contratación alguna. En los de mis compañeros, sí; por eso, durante todo el trayecto, el personal de esa agencia no cesaba de obííequiarlos. Que si ramitos de flores, que si cig a r r i t ü s puros, que si

Ligero, c o n Antoñita t^olomé, en un momen*o del film auténticamente español «Crisis mundial»

«Miss Custodio» por aquí, (pie si míster .Mendoza por allá. De (luien no .se ax-ordaba nadie era de míster Ligero. Ana. Maria, Carmen y su marido se reían. Y o , también; ¡lero por dentro... Luego, en llollywix>d, al presentar todos los sábados nuestro cheque en la caja y cobrar yo mis cuatrocientos cincuenta <lólares limpios, mientras ellos habían de apartar el diez por ciento para el agente, quien soltaba unas (arcajada>< (pie s e oían en Madrid era yo. «Tonuul ramitos de flores y eiga rritos puros—les decía- . que bien caros los estáis pagando.» stetl iría como tod«)s: del tren al Estudio.

—¡Ca! Si tuve una suert« loca. Estuve mes \ medio en completa inactividad. .\o hacía maque cobrar. Luego hice Hay que rasar al prim i pe, con .To.sé Mojica. —^¿Y después? —¿Conoces a tu mvjer? y Kran trece. —^¿Tres películas nada má.s? —Nada más. Y en un año. Calcule si me dió tiempo a dascansar. Me daba una vida de potentado. ~ ¿Que consistía...? - Pues en hacer lo que jamás había hecho en il teatro. Acostarme a las once de la noche y levantarme a las seis de la mañana. Bañarme, hacer deporte .. Cansarme y ec^harme a desean sar. para después volver a empezar. Si sigo má.^ tiempo así, me convierto en un atleta perfecto. —¿Dura la vida del Estudio? —Muy dura. I/Os yanfpiis son incansables en el trabajo; por e.so la jornada es para todos ilimitada. —¿Qué es lo mejor «pie hizo en Hollywood? —Un cocido madrileiiii —¡Ligero!-—protesto- . ¡Que estoy hablando en serio! —Y en serio le contesto. ¿Pero es que usted desconoce mis habilidades culinaria.s? --Nadie me las había descubierto. —Pues, si, señor. F^l ser yo actor de cine y de teatro es en mi vida un episodio sin importancia. Lo que soy, ¡se lo juro!, es el mejor cocinero de España. —No será para tanto. —¿Que no? A mí, en Ilollywood, no me conocía nadie como actor; como eticinero, sí. No tenía día libre. Que si una paella en casa de Catalina Barcena, que si un c « K Í d o en la de Rivelles. que si unos callos en la de Lupe Vélez. ¡Yo ni( labré a pulso un nombre en la cíK^ina! —¡Qué liarbaridad! —¡Sin barbaridaíl ni nada! Que lo diga éste —exclama, poniendo por testigo a (íartnei-—. (Xo te has comido tú un arroz heeho por mí, que decía «¡Viva Valencia!?» —Sí—contesta el alemán con .su media leni:ua—. Boino, boino. —¿Lo ve usted? Kn casa de .ío.sé Mojica fui yo el cocinero de muchas comilonas entre la colonia española. Enrique Vico era mi pinche. Por la m a ñ a n a íbamos a hacer la compra al barrio mejicano, y luego, P e p e Nieto fregaba los platos. —Bueno; dejando aparte su virtuosismo culinario, que algún día tendré ocasión de comprobar, ¿trabó usted amistad con las estrellas famosas que f u e r a n sus c o m p a ñ e r o s de Estudio? —Sí. C o n o c í allí a la Mac Donald, que entonces estaba haciendo Montecario; a Menjou, a E d mund Ixive y a otros cuantos. —Y refiriéndonos ya al cine español, ¿confía usted en su e«splendor? —Totalmente. Tengo una fe cié ga en su triunfo. Creo que España está l l a m a d a a ocupar uno de los primeros puestos mundiales.


• ligiiel Li•. p r o e n ^ S o m b r a s de • rrov. Kn la oto aparece Vmelia Muñoz, a malograda ictriz que niu•i6 en Joinville

n gracioso nomento d e 'liguel Ligero n «Susana tiele un secreto», ' i I ni español |ue proporcioló al admirade artista uno le sus m á s d e s iirados éxito*

--¿Qué le interesa más, el teatro o el cine? —El cine. Me he dedicarlo a él con verdadera vocación. ¡Si tendría ansias de estudiar y de aprender que en .Toinville, mientras mis comfiañeros se retiraban a descansar después del duro trabajo del día, yo, mediante un permiso especial que conseguí, entraba de nuevo al Estudio para ver trabajar a los actores alemanes y franceses en las I versiones respectivas! ' —Ese es un caso de entusiasmo admirable. Y ya que hablamos de sus deseos y de su afición, ¿qué personajes le gusta interpretar principalmente? —IJOS mismos que aliora hago, auiKpic sin tanta superficialidad, más humanos, más recios aspiritualmente; figuras, en fin, de cómica apariencia, sí; pero de profundos sentimientos. Mi ídolo es Charlot. ¡(^uién hubiera podido crear un tipo así! —^¿Y ahora, en qué trabaja? —Acabo de terminar unos films de cortíj metraje con Florián Rey, y enseguida empezaré Rumbo al Cairo, con Benito Perojo. — I J C deseo un éxito. —^¿Quiere usted algo más de mí? —Nada más. —Pues hasta siempre—exclama, alargándome la mano. C/Ogido del brazo de Clartner se dispone a salir. Cuando va a cerrar la puerta, le grito: —Ligero: a ver si es verdad eso del aiToz. ¡Usted lo ha tomado a broma! Ya se lo demostraré. ¿Verdad, Gartner? —FiStar boirw—dice éste en ademán de chuparse los dedos. Al quedamos solos, pregunto a Martínez Gandía: —^¿No crees tú, Rafael, que eso de la paella es una fantasía de Ligero?—F. H.-G.


C A R M E N ARAGÓN (Madrid). Knvía paia Curiosa t impertinente la letra de la canción «IVber, que la vida es corta», de la película No dejes la puerta abierta: Eslá visto que el marido— siempre ha de pagar.— ¡Qué iniquidad.'— ¡Qué feliz es el soltero que sabe gozar! — ¡VUva la libertad! — ¡Beber, no ponerse triste!—Que cuando una pena existe,—con el vino no resiste.— ¡Beber para olvidar! — Beber; esa es nuestra estrella.— ¡Qué importa si se va ella,—mientras quede una botella! — ¡Beber para olvidar!—No llores nunca si se va un amor:—cuando estés solo, dormirás mejor.—¡Beber, siempre nos conforta! — Beber; eso es lo que importa;—beber, que la vida es corla.— ¡Beber, para olvidar!—Beber, y no pagar! — ¡Beber, y no pensar! — ¡Beber para gozar! — ¡Beber, para olvidar! No puede usted figurarse lo agradecido que estoy a su simpatía. Vo también conocía e.se próximo matrimonio; pero... me pasa lo que a usted: Mue no sé el nombre del tuturo esposo. Espero más preguntas.

UN

ESTUDIANTE ROMÁNTICO

(Valladolid).—Mary Astor nació el 3 de Mayo de 1 9 0 6 , en Kincey (Illinois). Su verdadero nombre es Lucille V'asconcellos Langhanke. Mide 1 , 6 4 de estatura y tiene el pelo color caoba y 'os ojos obscuros. Ha interpretado innumerables films, algunos de ellos son los siguientes; lion Q., hijo del Zorro. El arbitro de la elegancia, Rosa de California, La frontera del amor, r>on Juan, Hermanos de armas. Bajo el frac, Maríinieco, El pasado no muere, ¡ Feliz aHo

nuevo!, Vestidos para matar. La señorita Lucifer, La fascinación del bárbaro, .Sin patria y Astucia femenina. Escriba a Mona Mans, a Universal Studios, Universal City, Hollywood (California). SOLICITAS CAMBIAR CORRESPONDENCIA CON LECTORES DE «CINEGRAMAS» LOS SERORES SIGUIENTES: Don Miguel Bárre-

la San José, Travesera Norte, 2 , Tárrega (Lérida); don Salvador Latine, Peregrino, 4 , Málaga; don Seigio del Pozo, Rambla número 1 1 , C. de la Manquesa, Valladolid; don Vicente de En Hon. M. Ribera Montes, 4 4 , 4 . ° , .\Iicante; don .\ntonio Lavirgen, Fermfn Galán, iio, Alcoy (Alicante), y don Romualdo .\zcárate. Doctor Cazalla, 4 , 6.", Valladolid. J O V E N PORTUGUÉS (Faro) Ijis direcciones que pide son: C. E. A., Barquillo, lo, y Ci fesa, Avenida de Eduardo Dato, 3 4 , Madrid. Orphea I'ilm, Parque de Montjuich, Barcelona BENIGNO S . SARMIENTO

(Lu-

go).—Me parece muy acertada su idea y digna de llevarla a la práctica; pero como usted mismo indica en su carta, no es posible publicarlo en esta (Ción. Si ustedes tienen tan-

to interés en que se publiquen esas informaciones en las páginas de CINEGRAMAS, tiene que ser a base de publicidad. (Granada). Ll(gó su carta demasiado tarde y mi respuesta ya no tiene objeto para usted, pues en el niimero 2 5 publiqué esa canción, y er; el número 2 6 , la biografía y las p.-Hculas de la arti.sta p.jr quien tanto se interesa. Mande otra carta. .MANUEL GARC/A

MARY GONZÁLEZ (Madrid). Corxste que no me molesta nunca. Ix>s repartos que me pide: Huérfanos en Budapest. Director: Rowlaud V. Lee. Ere: Loretta Voung; Zant: Gene Raymond; Doctor Grur\baun: O. P. Heggie; Paul Vandoi: Waliy Albright; Heinie: Paul Fix; Garbosh: Murray Kinnell; Kat.iía: Ruth Warren; Karl: Roy Stewart; Elisie: Krances Rich; Míster Vandor: Niles Wels; Roski: Russ Powell; Miss .Vlurst; Lucili Ward. De Mi debilidad. Dirigida p,)r Davis Butler. I.ooloo Hlake: I.ilián Harvey; Rounic GrtgDry: Lew Ayres: Gerald Grtgory; Charles Buttcrworth; Cupido: Hairy I.angdon; .Maxic; Sid Sil vers; Jane Holman: Irene Bentley; Eileiy Greg )iy: Henry Tra vers; Baptistc: .Adrián Rositv; Diana: Maiv

H . . W ; I M 1 : K v r "lr,-i>.- \ \ :i .

re; Lois; Bárbara Wee. Muchas gracias p )r el envío de la canción. ASTURIANO (Gijón).—Escriba a Antoñita Colomé a Montaner, 1 3 0 , Barcelona: a Lina Vegtos, a C. E. A., Barquillo, 1 0 , Madrid: a Tina Conesa e Ida Delmas. a Orphea Studios, Parque de Montjuich, Ba;c?lona.

NiKY CSíw7/a;.—Jeán Parker mide cinco pies y cinco pulgadas, y pesa 1 1 2 libras. Sylvia Sidney mide eme.» pies y cuatro pulgadas, y pesa cien libras. Claudette Coibert mide cinco pies y cuatro pulgadas, y pesa 1 0 6 libias; Myina l^oy mide cinco pies y cinc > pulgadas, y pe.sa 1 0 6 libras; Brigitte Helm mide 1 , 6 7 y pesa 5 5 kilos, y Dolores del Río mide cinco pies y cuatro pulgadas, y pesa 1 0 2 libras. Muy agradecido a sus elogios JOSEFA

DURAN.—Mande

un

sell de 0 , 3 0 y su dirección para poder enviar la fotografía. PADIA F E D O R (Tenerife).— La dirección de Orphea Films es: Parque de Montjuich, Barcelona. I>os artistas por qui n se interesa bien pronto estarán en España. Ese m i rimonio no se ha celebrado todavía. Entusiasmad s y agradecidos prjr su pr paganda.

TRES CERUITOS (Humera).—Pueden escribirla a su domicilio. Montaner, 1 3 0 , Barcelona, y si no obtienen respuesta. aC. E. A., Barquillo, 1 0 , Madrid. ¿Y ustedes treen que no hay señoritas dispuestas a sosten.'r correspondencia cordial y desinteresada con muchachos tan cultos como ustedes? Vamos a darles sus señas, y yo celebraría que recibieran tantas caitas como las que yo recibo, para que se les hiciera el tiempo más corto. Don Miíiuel Fernández, don Luis Muñoz y don Antonio Moliné. Sanatorio de Humera, Pozuelo de Alarcón, Madtid. AURELIO D Í E Z (León).—La diré Jl ion que me pide la leerá iiifinidad de veces en esta misma sjcción. D E LA TIERRA D E L B U E N VINILLO (Jerez ).—La canción que

desean de Aves sin rumbo es tomo sigue: Vuelo como ave sin rumbo,—vuelo en pos de tu destino,—atento a que me hagas la seña—de que ya el camino se puede cruzar.—Vuelo como ave sin rumbo,—-y hoy sueña mi alma porteño—bajar hasta el nido de flores—de tus amores a reposar.—Me quieres, lo si, y no rru importa,—-de las asechanzas que envuelven tu vida—yo tengo fe en lo que ha de pasar,—y confio en el tiempo que cierre mi herida. Yo sé que en tu alma inocentees sólo mi nombre quien tiene cabida:—yo sé esperar y en silencio sufrir,—aguardando la hora que ha de venir.—Vuelo como ave sin rumbo, etc., etc R. LlBRlS

I A W Heñoreü Klatan y IJppüchilz, Cerente y Jefe de Producción de Ibérica ViUm ra rt «plal<'uu< de lo(< Ksiudioh de Monljuich. dontle actualmente ne rueda para aquella editora la película «Alef^re voy», protagonizada por 4'a.<4Ímirn Orias


P R E N S A Mañana lunes, estreno

HARRY BAUR MüffiBUnCHAI!

• AlICE

FÍELO

TRAPICA

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INSTANTÁNEAS Francés

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Dee

Dee nació en IJOS .\ngeles (California), el día 28 de Noviembre de 1912. Su padre, ingeniero civil, trasladó su familia a Chicago cuando la pequeña Francés tenía siete afios. Ix>s estudios universitarios los siguió en esta ciudad. Sus facultades artísticas las demostró cuando formaba parte del Dramatic Club, interpretando papeles sin importancia. lentamente fué aumentando de categoría, hasta obtener las partes principales en las obras de aficionados. Durante unas vacaciones vera niegas la familia Dee regresó a California, ingresando entonces en la Universidad del Sur. Miss Dee estudiaba alegremente^, rodeada de sus antiguas amigiiitas de la infancia, cuando la Foxllamó a las colegialas para tomar parte en unas escenas de conjunto de un film ambientado en RANCÉS

Sti'ii con su iiiaríilo. »•! ilorlor l'.imeiii- KrnnWi'

las aulas universitarias. Después de haber inter)retado esta pequeña parte en el film. Francés )ee se sintió locamente atraída por el lienzo plateado. Su primera oportunidad definitiva fué cuando los productores Paiaujount la eligieron como partenaire de Maurice (Chevalier en la película IHayb(jd of Paris, siguiendo otros ])apeles que elevantn grandemente el nivel artístico de Francés Dee. Solicitada por la Hadiii, apareció, cim Irene Dunne y .Joel Mac Crea, en The Silrer Cord, obteniendo en su dramática creación un gran triunfo. Resultado de este triunft) fué el ser re<pierida por la Radio |)ara que firniiuse un contrato por cuenta de dicha Kmpresa. ()p(»nente de William G a l l a n en Headl)7ie Shoater, obtuvo un nuevo éxito. Interpretó en la magnífica )elicula ile Radio Films IAIS cuatro hermanitas e papel de Meg Durante el nxlajc de The Siher Cord conoció a Joel Mac Crea, enamorándo.se ambos de un

modo fulminante y contrayendo matrimonio seguidamente. Francés Dee (.Mr-. Joel Mac Crea) mide l,ó6 metros, pasa 49 kilogramos, es bellísima, tiene los ojos azules y el cabello ca.staño. Francés Dee es una estrella inteligentísima, de conversación amena y exquisita sensibilidad, que la convierten en la más sutil de las estrellas americanas.

Aun Sten, la estrella rusa, que acaba de con()uistar un rotundo éxito reen(;araado a la Katusha de Resurrección )que ahcjra se titula Vivimos otra vez), nos confiesa (jue el más doloroso año de su vida fué el primero que past) cn llolly«()<»d, hasta «pie Samuel Goldwyn, (pie la trajo cuiitratada de Europa, la hizo estudiar, la preparó concienzudamente y la presentó en .Vanó, cautivando a todos. Ahora, en Virimos otra rez, ha sid<i confirmada como una actriz excepcional. Lilián Ilan-ey no pasó menos amarguras. La trajeron aquí, desjniés de su sensacional triunfo en El Congreso se divierte, y no tuvo sxierte en las películas que se eligieron para ella: Mis labios eng man. Mi debilidad y Yo soy Susana. Después la dieron un papel insignificante en los George White's Scandals, (pie ella rechazó, y la costó el gran di.sgusto. Pasado éste, trató de que la dejasen filmar Serenada (La rida de Franz Schubert), y ella misma hizo la adaptación cinematográfica, designándose como director a Paúl Martín. Pero el primitivo presu|)uesto de 280.000 dólares .se redujo a 12.').0IK), y, naturalmente, hubo que modificar la obra, encargáiido.se el aireglo a otros escritores. A poco más dejan la película sin música. Entonces pidió la rescisión de su contrato, la obtuvo, y se quedó en Hollywood a esperar otra más favorable oportunidad de triuiifo. La que durante tres años fué la más popular artista cn toda Europa fracasó en Holywood.

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DICCIONARIO DERMATOLÓGICO

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"Cihegramas" del día 3 de Marzo-

Las diversas afecciones de la piel y el medio de combatirlas con los Preparados de Belleza ''CARPE'' adecuados para cada caso GRANOS

NARIZ

BRILLANTE

Con freriiencia son producidos por rausa<> internas, Rs debida a un exceso de secreción de las glándulas debido a estreñinnenlo crónico o al abuso de alimentos sebáceas. grasos. En tal raso conviene consultar al médico para El mejor medio de combatirlo es aplicar cada mañana que recomiende un régimen dietético apropiado, a«É| ? compresas de agua caliente, alternando con otras de agua como un laxante H vanas veces seguidas, El tratamiento externo consisfl " Se limpia después muy bien con Cold Cream Liquite en el uso del (¡oíd Crearn d o - C a r p e " y se seca con una C a s a P u r i f i c a d o r a L i q u i d o "í^arpe" cada mai'inna -(^arpe-, aplicando seguidamente el N u e v o T ó n i c o y cada noche para efectuar una Facial "Carpe", y una vez seco, el Esmalte N a c a r a d o limpieza perfecta <le la piel; de la d e Rosas "Carpe" en ligera fricción. Crema \ u l r i t i v a Esencial "í^arpp" para nutrirla y suaviOJOS PEQUE.^OS zarla V del \ i i e v o T ó n i c o Facial "Carpe" para desinfectarla Rs posible que los ojos parezcan mayores de lo que y refrescarla. son en realidad sombreando los párpados con S o m b r a para l<is Ojos "Carpe" y alargando las pestañas con Cera d e É b a n o "í^arpe". IRRITACIÓN (Véase Cutis Irritado.) LABIOS

OJOS

CORTADOS

Apliqúese cada dos o tres horas un poco de C r e m a Nutritiva E s e n c i a l "Carpe". MANCHAS

DE

LA

PIEL

(Sígase el mismo tratamiento que para las F.félides y pecas.) Si fueran debidas a causas internas, consúltese al médico. También es muy aconsejable usar la Crema Irrad i a d a d e L i m ó n "Carpe", por sus efectos blanqueadores V depurativos. MANOS

RASPOSAS

Cada vez que ge laven es conveniente secarlas muy bien, aplicando después de secas unas gotas de Cold O e a n í L i q u i d o "Carpe".

RIBETEADOS

Denotan una irritación del borde de los párpados, (jue se combate con lavados de L o c i ó n para los Ojos "(."arpe" y ligeros toijues t!ri los bordes de los párpados con S o m b r a para los Ojos "í^arpe" OJOS SIN

BRILLO

Lávense dos veces al día con L o c i ó n para l o s O j o s "Carpe".

den reducir bastante con el tratamiento que se da para ias Carnes Flojas. POROS

Pueden ser debido a diversas causas, tales como a falta de limpieza interna de los poros, exceso de secreción, edad, etc. Rl mejor sistema para aliviar este estado anormal de la piel consiste en efectuar una escrupulosa limpieza de la misma con Cold C r e a m L i q u i d o " C a r p e " y mejor aún con C r e m a lrra<liada d e L i m ó n "(^arpe". aplicando seguidamente com(>resas empaparlas ron Nuev o T ó n i c o Facial "í^arpc". ajteriiadas ron pedaritos de hielo. Los P o l v o s F a c i a l e s " C a r p e " son en estos, casos los más mdicados. POROS

DE

TAPADOS

(Sígase el mismo tratamiento que para los Barrillos.) i^^omo únicos polvos de tocador se deben usar lo» P o l v o s F a c i a l e s "Carpe", los cuales no obstruyen lo* poros de la piel PARPADOS

LACIOS

Aplíquese la S o m b r a para los Ojos - C a r p e " , efec-, tuaiido un ligerísimo masaje con las yemas de los dedos. Los lavados con L o c i ó n para los O j o s "(^arpe". iige-' ramente astringente, dan también muy buenos resultados. PIEL

PATAS

ARIERTOS

GRASA

GALLO (Igual que para Cutís G r a s o )

(El mismo tratamiento que para las arrugas ) (Conviene también ajjlicar en los párpados S o m b r a para los Ojos " C a r p e "

PIEL

SECA

(Igual que para Cutis Seco.) PECAS VENAS

INFLAMADAS

(Sígase el mismo tratamiento que para las Efélides ) MÚSCULOS

RELAJADOS

(Sígase el mismo tratamiento que se indicó para las Carnes Flojas.)

PAPERA Las bolsas que se forman debajo de la barba se pue-

Hay que evitar los golpéenos demasiado violento»^ al efectuar el masaje. Lo más indicado esí aplicar muy suavemente un poco de C r e m a Nutritiva E s e n c i a l "Carpe", prescindiendo de las Lociones astringentes


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