REVISTA SEMANAL DIRECTOR: A . V A L E R O
DE B E R N A B É
Año l l . - N ú m . 2 5 . - M a d r i d , 3 de Marzo de 1935
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ESDE la aparición de rtuestro artículo sobre tan interesante tema hasta el moment > de trazar esta.s líneas, bastantes han sido los lectores que se han dirigido a nosotros: unos, narrando casos de su lucha como autores de argumentos; otros, exponiendo ideas, y ios más, pidiendo que insistamos sobre este aspecto. Nosotros bien quisiéramos estar de acuerdo con todos y aunar, a ser posible las distintas ideas en una sola opinión; pero ello no es factible. Y no es factible porque cada uno de los desengañados, de los que culpan a los directores de no eer sus manuscritos, examina y enjuicia el problema desde la posición que él ocupa en este pleito. A través de tantas opiniones, juicios, cabalas y comentarios, sólo una cosa resulta cierta, tan cierta como lamentable: (1 que los directores i vuelven de nuevo su vista hacia el teatro, o—^no sabemos cuál es peor—desorientados quizá, tra- ' tan de animar con ruidos, diálogos y música las cintas que años atrás señalaran un éxito de público en la entonces precaria industria cinematográfica española. De seguir así, cuando dentro de unos años sui"ja el relieve, es seguro que volverán a hacerlas, tan ufanos de su labor como en la actualidad lo están. Mala marcha &s ésta. Así sólo se consigue limitar el campo artístico de nuestra industria, cuando más necesita la amplitud de horizonte, la marcha febril y nerviosa del que busca con ansia su camino, la inquietud del artista que ansia nuevas formas de belleza para sus obras. Si el cine español h a de ser viejas zarzuelas,
comedias ñoñas o reediciones de antiguos films, como parece por los que y a se anuncian, el fracaso es irremediable. Y serán culpables de él los que así lo encauzaron. Todo esto parece demostrar una cosa: que no existen en España aigumentistas. ¿Que no existen, que no saben buscarlos o que no los escuchan? Que no les interesa encontrarlos, sin duda. Mucho más cómodo píira ellos es coger un libro de comedia o zarzuela y bajo el banderín popular de su título realizar el film, así resulte luego un esperpento inaguantable, muy por bajo su bondad de la obra en que se basó. Prefieren la obra conocida, en el noventa po - ciento de las veces estúpida y vulgar, al argumento inédito de nue vos valores, que quizá es rechazado por excesivamente bueno, por rebasar con mucha ventaja el nivel medio de la p r o d u c c i ó n t e a t r a l al uso, tan intranscendente, t a n anodina, t a n carente de vitalidad y de arte, que es precisamente lo que ocurre con las buenas comedias: que no se estrenan jamás. Repetidas veces hemos dicho, y no nos cansa remos de insistir sobre ello, que el cine español no puede esperar de los autores teatrales sino u n a dulce ayuda para bien morir. ¡Si no hacen buenas comedias, que es su oficio, cómo han de hacerlas en el cine, arte que descono cen por completo! En España hay, tiene que haber, muchos y b u e n o s argumentistas. Y no entre el elemento literario, sino entre los que a u n n o lograron romper el duro hielo del anónimo. R e c u e r d o , a este respecto, u n caso curioso que me contó el p a s a d o v e r a n o Carlos F e r n á n d e z Cuenca, y <}ue demuestra magníficamente la veracidad de nuestra afirmación. Este escritor, l u ^ o de haber llevado a la pantalla, hace algunos años, la comedia de Amiches Es mi hombre, parece que tenía el propósito, frustrado más tarde por culpa de los malos espíritus que rondan el campo del cinema, de con
.\ntonio Portago y Lina Yegros en »La bien pagada», producción C t~ A., que finaliza su rodaje en los Kstudios de Ciudad Lineal
ducción española reciente, cuyo tí tido hemos de callar, no pertenece a quien lo firma. Ks de un escritor que aun no ha logrado destacar su nombre. Esto, tan frecuente en el teatro, sería lamentable que tomara realidad en el cine por falta de escrúpulos en quien se ofrece a comprar, y necesidafl en quieu tiec&sita vender. Otra cosa que habrían de fomentar la.s Casas productoras es establecer concursos de a l i m e n t o s para sus futuros films, cosa más interesante desde luego para ellos y para la cinematografía nacional que volver a presentarnos remozada las viejas cintas o e l ^ i r al azar cualquier zai zuela famosa. La Compañía Cifesa, no sabemos si recogiendo algunas sugerencias expuestas en estos artículos o coincidiendo con nosotros l'n. escena de «¡Qué en la necesidad de atender i(o má» grande! . vilo8 problemas que en ellos s i ó n rinegrárira d e se planteaban—edición de ^ n a obra de Muñoz £ilj^g j,Qrto metraje, nue panuil. íor'jo'é Gas^os autores y nuevos direc par torcs—, h a expuesto u n
ver tir en film la novela de Pedro Mata Un grito en la no-he. Anuncióse asi en algunos perió dicos, y un día llegó a poder del futuro director, expedido desde un puebleí'ito creo que de Burgos - y firmado por una mujer, un escenario cinematográfico conteniendo la adaptación a la pantalla de la famosa novela. Lo eyó P'emández Cuenca, sometiólo a la aprobación del novelista, y ambos lo encontraron falto de forma literaria, torpe de expresión, cierto es; pero magnífico como interpretación cinemato gráfica del libro. Aquella escenarista, para nosotros hasta ahora desconocida, y quizá para siempre, realizó fácilmente lo que pocos escritores profesionales hubieran conseguido. Y es, senci lamente, porque sin atender ni a la bella forma, ni a la perfecta expresión, vio la novela en cine y como tal la trasladó a las cuartillas. Otro caso concreto que conozco, aunque inmoral, es el siguiente: el argumento de una pro-
«Alady,) y Aeuaviva en una escena de In pelírula, exclusivas Iluet, <KI tren de las 8"4?». que será preKenlada en breve
Ko»iila l.acatiH, Manolo Parií» \ v .Antonio Viro en u u a e y r e n a ' de «Patricio miró a u n a estrella^, que bajo la dirección do Luis Sáenz de Ileredia ha sido rodada en loh Kstuilio» lialJcHteroK
programa de proílucción realmente interesante, aunque en algunos de sus puntos, como en lo referente a la filmación de zarzuelas, a nosotros particularraente nos agradaría ver rectificado. En él se atiende por igual a las f)roduccio nes de largo metraje y a los films cortos. Y de ac?uerdo con cuanto hemos dejado expresa do en estas columnas, ha convocarlo un ( oncnrso de argumentos para, stos, encargando, además la realización de algunos a elementos jóvenes, ere yendo también, según dijimos aqui, que ello puede ser una buena escuela de futuros directores. Nosotros creemos que si esto se hace con frecuancia y respalda la elección un .lurado de solvencia artística y cinematográfica, al que no coaccionen recomendaciones y compromisos, puede dar como fruto una buena pléyade de argumentistas que ayuden a llevar al cine español por el camino que él merece y que todos deseamos. V. IIEHXANDKZ-ÜIHBAL
JLa,^ vícto^iaá^ Áel cinema, jjxítta^itéi^
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Arriba: Arlhur Ouartr en una e s cena de !<<>ado Kravo >, la película portuguesa que va a ser {Misada próximamente en Kspaña. Abajo: Olly Cehauer y Raúl de Carvalho, intérpretes principales de esta interesante producción portuguesa. —A la derecha: II. da Costa, el productor d e «(¡ad« Bravo* y director del Bloco II. da CosU
Gado Bravo, el gran film portugués, que durante semanas y semanas se ha mantenido con un éxito sin precedentes en las carteleras de los mejores cinemas de Lisboa y Oporto, ha mai-cado sobre las anteriores películas jiortuguesas un progreso técnico tan evidente y artístico, que
bien puede decirse que mere d a aquella película puede ya contemplarse con absoluta confianza el futuro del cinema portugués. La belleza fotográfica de esta película, considerada como modelo por los más exigentes; la selección de motivos—entre ellos figuran los cua-
dros más animados y pintorescos de la vida rural y ciudadana de Portugal, como el Kibatejo, llanura ininensa donde corren toros y «campinos», y como las proezas de los rejoneadores en las plazas de Lisboa—; el montaje, la mus ca, el dinam smo, todo, en f n, resiste en Gado Brat^t la comparac'ón con la pr(Mlucción extranjera. Y pudo conseguirse esto porque H. da Costa, el productor a quien se debe esta gran cinta, supo combinar muy hábilmente los elementos nacionales y extranjeros, de tal forma, que la experiencia de los técnicos no restase portuguesismo, acento tíjiico y nacional al conjunto ni (pie las llamadas razones patrióticas jierjudicasen el valor intemaci(mal a que el film aspiraba y que innegablemente ha sabido conseguir.
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N la historia de totlo buen realizador, y a J sea viejo o joven, encontramos un esfuerzo, un rasgo de cooperación, un gesto de auxilio prestado al arte más joven de nuestra época contemporánea. Y es muy natural. En el desenvolvimiento de las artes milenarias podemos observar, si estudiamos un poco, que al lado de un notable progieso de formas y de matizaciones ideológicas, ha surgido un descenso tan formidable, que ha llegado a ser el broche de una época, de una escuela y de un estilo. Esta observación la encontramos en cualquier pasaje de la historia del arte. El cinema, por el contrario, es tan joven que todavía no podemos apreciar en él nada más que progresos constantes. Y esta juventud nos muestra el proceso de su desarrollo con tanta perpendicularitlad, que nos permite acordarnos y hacer un estucho riguroso de sus figuras más significativas en el aspecto científico y artístico.
^/ c/ncmo ijrur omodorcr
Por eso dijimos antes que todo buen realizador ha ofrecido una ayuda al cinema. No podemos afirmar que Kené Clair, Mamoulián o Machaty hayan hecho más por el cinema en la etapa sonora que los primitivos directores en los primeros años de principio de siglo. Cada cual ha proporcionado un jugo en perfecta correlatividad periódica con el ascenso del cinema. De esta forma, si Kené Clair fué el director que revolucionó el empleo de los micrófonos, para producir Sous les toits de Paris, .Murnau o fué de otra forma en su Amanecer; Vidor, también, en ... i el mundo marcha; Stroheim, en Avaricdu; Joe .May, en Retomo cU hogar, y Charles Chaplin, en todas sus producciones. El cinema, más que otras artes, por ser más joven y por caminar con mayor velocidad, está lleno de innovadores. Cada mnovador nos ofrece una particularidad, y si en muchos de los que llevamos estudiadoi ya en esta» mismas columnas hemos encontrado particularidades geniales, de valores cualitativos, por no {joderlas abarcar, en el realizador que hoy nos sale al paso vemos el eje principal sobre el que ha girado todo el tecpicismo científico y artístico del cinema yanqui. De "botones" a realizador El animador de referencia es David Wark Griffith. Fué en sus primeros tiempos el intelectual más aferrado y el temperamento más preciso y más exigente. El cinema estaba en manos de aventureros, de comerciantes, de dirigentes insensibles e incapaces de darle una interpretación artística. A Griffith le siguieron muy pocos en su calentura demoledora, en su afán de presentar a la gente lo que la gente le negaba a cada
instante. Y Griffith tuvo que hacerse revolucionario para atropellarlo todo a su paso... Veamos algunos momentos de su vida, para establecer nuestro juicio. D. W. Griffith nació en La Grange, Estado de Kentucky, en 1880. Con esa inestabilidad característica de toda persona que sabe que va a encoutrai lard > A oficio dictado por su vocaciór
David .se hizo «botones» de un periódico. Ejnborronando cuartillas en los ratos de ocio, aprendió a redactar. Esto le sirvió para que Mr. Wattersoa le admitiera, más tarde, como crítico teatral de Marse Henry. En sus frecuentes visitas a los teatros se hizo con muy buenas amistades, y llí^ó a tomar parte en algunas obras, como actor. Escribió muchas comedias; algunas de ellas logró estrenar en un teatro neoyorquino; pero la mayor parte las guardó, y creo que todavía se conservan por mandato suyo, como obras inéditas. En total, veinte obras en prosa y en verso, de las cuales sólo publicó una titulada The Wüd Duck. Hasta este preciso momento (año 1907) llega la fecundidad literaria de David Wark Griffith; su condición de poeta y de intelectual no se nubla, sino que, por el contrario, sigue adelante, para causar baja en las letras y arreciar sus actividades en el cinematógrafo. Griffith ascendió en unos cuantos años de la categoría de «botones» a la de escenarista de la Biograph; más tarde, no sólo era un escenarista o un empleado modesto, sino el director de mejor reputación de la antigua Biograph. Luehas y tropiezoi»
Mcriia del magnineo film de Gríffilh «Melodía del amor», en la que tuvieron interveneión Lupe Vélea, iVilliam Boyd y Getía Condal, y que constituye uno de loa positivos aeieHos t á n i c o s y estftiro» que el fnn director ha legado a la cinematografía
Para captarse la antipatía de sus jefes y de los compañeros que trabajaban con él, Griffith tuvo la mala suerte de nacer con talento. Al principio, cuando todo era iniciarse en un ejercicio desconocido, quizá contribuyera el realizador de Intolerancia a mantener la rutina dosificada injustamente sobre un invento, tan lamentablemente incomprendido como prodigiosamente expresivo para él. Pronto, sin embargo, empezó a sacarlas del costal. El metraje que la Biograph tenia fijado para sus producciones era, justa y rigurosamente, el que podía contener un rollo de film. Muy pocos milagros artísticos podia hacer en este espacio j a precocidad de Griffith. A p ^ a r de todo, el
presidente de la Biograph no estaba dispuesto a ceder ni un metro más de película. Griffith pareció convencido un día, y manifestó al presidente de la vieja productora el deseo de producir varios films de un rollo. Pero no era ésa su intención en realidad. Lo que hizo fué inventar un truco, hacer de su capa un sayo y empezar, a expensas de sus jefes, la realizíicióu del primer film de largo metraje rodado en Norteamérica. En todos las épocas, el hombre que se ha adelantado a las ideas de los demás ha sido escupido, maltratado y hasta masacrado por la sociedad. Romper la monotonía cultivada por una mayo ría de gente significa un hecho de anormales o de profesionales del crimen. Gnffith perdió bu empleo de director de películas por este motivo, y se vio imposibilitado de trabajar durante m u c h o tiempo.
Satán, La melodía del amor, IM batalla de los sexos, Abraham lAncoln y Sombras. No hat^e falta citar más para per«•atamos de la exuberancia de Griffith. Hizo trabajos tan delicados como Hearts of the World (Corazones del mundo ) , cuyo film le fué encomendado por los Aliados, duI ante la Gran Guerra. Entre los artistas descubiertos y protegidos |x»r él figuran Mary Pickford, Dorothy, Lilián Gish, Blanche Sweet, Mae Marsh, Mabel Normand. Henry B. Walthall, Richard B a r t h e l m e s s y Con.stance Talmadge, casi todos ellos protagtmistas d e Intolerancia, estrenado en el Teatro Liberty, de Nueva York, el •i de Septiembre de 191G. El descubrimiento de los |>lanos es considerado como un elemento estético de primera c a t ^ o r i a . Enfocar la cámara frente a un paisaje, frente a una persona o frentea un edificio, no quería de«Abraham Lincolii>, la última obra que hizo David \\'ark Criffidí para el cinema mudo. He aquí, en e s cir nada. Impresionando Después de! ealvario viene la U excena, el famoso esladista norteamericano, visto por Griffith, al lado de Walter Huslon, intérprete cientos de metros de celuloiprincipal del film gloria de sobre un mismo plano vi sual, no se jMidia expresar Todas las cosas de reciente creación requieren nada Por eso David Wark Griffith, reflexivo y A partir de este momento, fínffith inicia su un perfeccionamiento constante. El cinema reatento al detalle más mínimo del cinema, hizo c a i T c r a de triunfos y una producción ininteclamaba su justa evolución por dos sentidos: jxir cuatro descubrimientos grandiosos: el flash back, rrumpida de films de gran metraje. El primero lo que tenía de arte y por lo que tenía de mecáel close-up, el mist photography y el the fade-out, de esta serie fué Judith of Bethidia; a éste siguió nica En este trance, Griffith no podía ser reledos de ellos—el «primer plano» y el «j)lano meThe Birth of a Nation, titulado en España gado a la posteridad [xir mucho tiempo. Y los dio»—empleados umversalmente. Amérim. Después: Aniigfjs, Las aventuras de mismos productores que antes le rechazaron, Por todo lo que hemos expuesto ligeramente en IMly, El esclavo romano, Ranuma, Iniderancia, hoy le ofrecían, convencidos del inconsecuente este articulo, nos podemtjs dar una idea de lo que Hearts of the World, Broken Blossoms (La flor estancamiento del cmema, contrato^ en abundanvale Griffith—de lo que valió en vida—para el marchita), Dream Street (La calle de los sueños), cia para rodar «aquellos films tan largos» (pie cinema. Fundó también, con Charles Chaplin, la Orphans of the Storm (Huérfanos en la tormenta). prometía la mentalidad de Griffith. United Artist, en Abr:' de 1919. En 1932 dirigió Way dofon Edst (El camirvo del Este), Crimen por última vez The Struggle, con Hal Skelly y y castigo, Zita Joh ann de protagonistas, falleciendo cuan.jmecfsr Ruidos de do apenas había paladeatlo el cinema .sonoro. amor. Las A. DEL AMO ALGARA tristezas de <La batalla d e loa sexos», otro de losúltímoa films d e Griffith, interpretado por Jeán Her, sholt, P h i l l i s lia ver. Belle Bennett y D o n Alvarado. Rs la única película en donde Griffith se nos muestra amigo del e a t a n d a r d i s m * , planteando y resolv i e n d o un problema am o r o corriente desde hace añ o s e n nuestras pantallas
El fihn ruuldito íiecky Sharp es una pelicula tabú. En efecto, &u primer director, Lowell Sherraan, murió repentinamente a los pocos días de haber comenzado la realización del film. Su segundo director, Roubén Mamoulián, tuvo que suspender su trabajo, víctima de la gripe o, si lo prefieren ustedes, de La carioca, que es como se llama este año. Y la protagonista, Miriam Hopkins, lleva dos semanas en cama, como consecuencia de una neumonía «pescada» durante la filmación de unos exteriores. En Hollywood se llama y a a Becky Sharp «el fihn maldito». Y con mucha razón. «EU film maldito», por los retrasos originados ] a causa de lo antetlicho, va a costar el doble de lo que se habia calculado. Siempre que no enferme ningún otro artista. üuvallés, eondeeorado Resulta que Duvallés, ; cl gracio«ibimo Duvallés, j es mucho más serio de í lo que pudiera suponer- ' se. Duvallés es un hé- í roe. El acaba de ser con- ; decorado con la Legión ; le Honor. Esto apenas ¡ i cudria importancia, por- ; que ya es sabido que a i los franceses cada día : les cuesta más trabajo j encontrar un ciuda- ] daño que no posea ; esta distinción, y por i ello tienen que recu- j rrir frecuentemente i al Extranjero. Pero | es que Duvallés tie- • ne, además de la i Legión de Honor, todo e s t O : La Medalla Mi- ! litar. i
IM <iii::rnua- Jui Knielit. ipif lia lu rho y«Ii--hprhi>.coii i n u H J I a i l a rapidez, una b o d a p o r amor.... por amor al dinero. ••Uro'
La Cruz de Guerra. WKtm Cuatro citaciones por su bri!' i'.tc conducta en el frente... Parece mentira que uu hombre cou tantas medallas itaciones pueda ser tan divertido. Una euríosa rntermedad
j ¡ j \ \ ] |
Para hacerse una f o t i ^ a f i a con destino a la publicidad, Constance Bennett ; se .sentó sobre un diván. Pero el diván tuvo que .ser cambiado por otro, porque ; no era del agrado de Connie. Lo malo es que el segundo tuvo que ser ( ambiado también. Y el tercero. Y el cuarto. Y el quinto. Hasta el diván número catorce, la bella CJonnie no se encontró a gusto. ^ I>a enfermedad de que hablamos es—^ya lo habrán ustedes supues- i to—la divangomanía. ] Estas estrellas no saben ya qué hacer para llamar la atención. ' Tres eran tres Las tres estrellas euro})eas más famosas en Hollj wood trabajan, j aunque no con el director «lógico» de cada una. \ .\nna Sten filma, junto a Gary (kíoper. Noche de bodas, bajo • la dirección de King Vidor. Es que Sam Goldwin acaba de i rescindir su contrato con Anna. \ Greta Garbo rueda La llama interior, dirigida por F^dmundi Goulding. que Clarence Brown se ha dedicado casi ; exclusivamente a dirigir a Joan CVawford. i Y Marlene Dietrich trabaja a las órdenes de Emst j Lubitsch en La rosa dd randw. Fa que Stemberg SG¡ ha empeñado en hacer un film con Mae West. ^ El viaje sospechoso
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Martín Johnson y esposa, cuyo último film docu- \ mental de laa selvas africanas—Baboona—ha exigido v e i n t e Miriam Hopkins, protagonista meses de esfuerde «Beeky-Sharp», la pelícuzos, h a n salido la del maleficio, ha enferde n u e v o para mado durante la filmación de una escena de este film hacer un film en las regiones inexploradas del África salvaje y en las sendas hindúes y malaya>i. Tanto .ia je-
puede muy bieu figurar en la lista formada por La doma de lat cameli' El conde de Montecristo, etcétera. La próxima «.Juana de Arco» será nada menos que Greta Garbo. Ya lo saben ustedes. Gary Cooper hará el torero Escamillo para la nueva versión de Carmen, y Joel Me Crea interpretará el role de un joven andaluz para el Capricho español, de Stenberg. Pese a todo, no se trata de dos películas cómicas. Lo que no impide que por estas latitudes haya empezado la guasa. Terminado su contrato con la Fox, José Mójica anunció su retirada del cine. La Metro le ofreció un nuevo contrato, y José Mójica no se retirará, en vista de ello, hasta que expire su segundo compromiso. Si es que entonces no encuentra otro contrato. El está dispuesto a retirarse tan pronto como no tenga Estudio donde trabajar. Como se ve, mía retirada la suya completamente voluntaria. En fin, lo cierto es que él no se retira, por ahora. I^as espiectadoras están de enhorabuena. Un poco de resignación para los espectadores. Tampoco a ellas les gusta Will Rogers y se ^ l a n t a n . Que es lo que hace en la actualidad Evelyn Brent. Ustedes se acuerdan s ^ u - a m e n t e de esta magnifica actriz, a la que sólo le faltaba ser rubia para competir con Greta y Mariéne. Ya ven ustedes para lo que ha quedado. Para que Ken Maynard la lleve a la grupa de su caballo, después de haberla rescatado de unos bandidos que disparan ochenta tiros seguidos sin cambiar el cargador. Hollywood es así. ¡Quién sabe .si el dia do mañana veremos a Greta en las comedias cortas de Ilal Roach! En la casa de E m s t Lubiisch, John Monk Saunders puso k.-o. en ties segundos a Herbert Marshall. Poco después de este suceso, John Monk Saunders ha sido contratado jjara «na película de ambiente pugilístico. E r a inevitül.li . R.M.G.
.VtarU-ne Uietrirli. la genial .Marlene, rueda, bajo la dirección de Lubitsch, «La rosa del rancho>^
.„en tanto que Ana Sten, dirigida por Stemberg. filma «Noche de bodas
cito a las regiones de las iieras, acompañado de la mujer, ¿no es para sospechar? Por ei acaso, señora, no se acerque demasiado a los hipopótamos. El extraonUnario talento de June Knight Para los que dutlaban del talento de la encantadora ingenua Jime Knight, he aquí la demostración de lo contrario: Hace poco Jun? se casó con uno de los banqueros más ricos de Chicago. Pues bien- a los tre»íe d>as de la boda. June, la encantadora ingenua June, ha pedido el divorcio. Y ha pedido también una pensión alimenticia de mil doscientos dólares al mes. Trece días de matrimonio y catorce mil cuatrocientos dólares al año. Si esto no es un beau travail, que venga Mahoma y lo vea, Y si June es una ingenua, que venga Mahoma también. Al hablar de las películas que se editan todos los años, mientras no se demuestre lo contrario, hemos olvidatlo Juana ¿le Arco, que
DIRIGIDA P O R RAM
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confesión todo lo amplia que jo estimara, sin que él alcanzara el verdadero objeto de la conversación. Llevándolo a la práctica hace unos días, mientras fumábamos unos cigarrillos en las oficidel di'co nas de CIFESA, le hablé de las nuevas producciones que se preparan, de los elementos que toman parte en ellas, y orienE todos los directores españoles, es, segura- j tando la charla hacia mente Florián Rey el que posee mayores ^ el motivo que me inteinquietudes artísticas. Su ansia constante ] resaba, le dije: de superación le hace desear siempre más para.' —Estará usted concada nueva obra, y si no consigue lo soñado, \ tento del momento ciporque ello sería tanto como alcanzar las a l t a s ' nematográfico español, cimas de la perfección inaccesibles al hombre, \ del m o v i m i e n t o que siempre en todos sus films existen motivos sufi-1 promete llevar nuestro cientes para tener en consideración las cuali- \ cine a buen puerto, si dades de este inteligente realizador, que dejando \ no se malogra por falta brotar su caudal artístico sin limitaciones ni ata- ; de certera orientación duras, en libertad plena, dió al cine español s u : artística. mejor film, el vínico seguramente que recoge con —¿Contento? A mí fuerte aliento de trágica belleza toda la honda; sólo me interesa el preemoción racial que palpita en el alma del pueblo \ senta como camino de castellano. Consiguió plasmar en él de mano] perfección. Tengo los maestra la ternura, el sacrificio, la nobleza, el! ojos puestos en el porodio y la avaricia sobre escenarios de recio sabor,: venir. con personajes plenamente humanos, henchidos í -—¿Confiado plenade arte y de vitalidad. Yo no dudo en afirmar j mente? que La aldea maldita, pues este es el film, marcó; —Plenamente. Estala culminación de nuestro cine raudo, empujado; mos en los principios entonces por vientos limpios de arte casi en su to- j de este gran arte-intalidad. Lo que deseo y espero es que Florián Rey ; dustria, y creo firme marque también en esta\nueva etapa, con una mente en su desarrollo obra suya, la señal más alta de la producción y triunfo. nacional en punto a calidades de belleza, dejando i —Muy b i e n ; pero al lado la comercialidad, que es su peor enemigo, i para ello es necesaria Sé que él puede hacerlo; lo importante es que se ^ una cosa: el «pequeño decida a realizarlo. ¡ detalle» que decíamos Florián Rey, como Benito Perojo, como Josj¡¡ hace años: el capital. Huchs, como Fernando Delgado, trabajó haceí —Sí. El capital ¡nte muchos años en el cinema como actor—el Pablo ligente, no el otro. Ya de Maruxa, el .Julián de La verbena de laPaloma, • sabe usted lo difícil el Panduriño de La casa de la Troya, e t c . - , al- \ que es encontrar intelicanzando luego como director un extraordinario 1 gencia en el capital eséxito con su tercera obra—Los chicos de la es- \ pañol; pero t o d o se cuela-—. a la que siguic'on El lazarillo de Tormes, : arreglará. Es cuestión Gigantes y cabezudos. El cura de aldea, la versión' de paciencia. muda de La hermana San Sidpicio (en la que i —¿Usted cree, amigo actuó por primera vez ante la cámara Imperio j Florián, que si ese ca Argentina, hoy esposa del director) y así quince • películas más, hasta su primer film sonoro, Sierra \ de Ronda, al que siguieron El runno de mamá y la^í L'na n p t i n i Í R l a versión hablada de La hermana San Sulpi^rio. : folo Ar Klwrián Rara es la vez que Florián Rey y yo nos en- ¡ Rey, el enlnítiascontramos y no hablamos de cine. Le enjuicia- ^ ta propulwor del nios desde todos los aspectos. Expone él su opi- > einema nacional nión, yo la mía, y casi siempre nos separamos sin ; ponemos de acuerdo. Deseando hacerle unas preguntas para CINE- ' OKAMA8, pensé que durante una de estas entre-; vistas bien podía lanzar el cable de unos interro- ^ gantes y recoger así juicios sinceros, espontáneos, i quedando por tanto reducida la polémica a un A i
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pital apoyara fuertemente nuestra producción podría repetirse aquí el caso de Inglaterra, por ejemplo? —Sin duda ninguna. Tarde o temprano, tendremos un cinema que nos enorgullecerá. El público lo quiere y España lo necesita.
cUvefitunaA —Pero para e.se florecimiento que usted augura y que yo también deseo, liaceu falta dire<itores; directores nuevos, sin que en ellos vean ustedes posibles rivales, sino (colaboradoras que persiguen un fin común. —Naturalmente. —Ahora sólo ustedes. los veteranos, hacen pelicula-s. ¿No estima que .se debe ayudar a los nuevos? —Es muy justo. Yo, al que empieza, le recomendaría modestia, cualidad que tampoco debe olvidar el que ya está situado; míjdestia, y menos imjiaciencia. El camino está abierto para todos; pero es necesario un aprendizaje, un conocimiento de la parte que jMidiéramos llamar mecánica. La confección de films de corto metraje podría ser una buena escuela de fut u r o s directores, como usted ha dicho en CiNEGRA MAS. —Y para hacer s u r g i r argumentistas, porque ( S tos también son escasos. —Puede usted decirlo. —^A propósito de a r g u m e n t o s . Todos ustedes se quejan de no en contrar manus critos que merezcan la pena. Us ted ha escrit > va nos: El lazarillo de Tormes, El no vio de mamá. Los claveles de la Vir gen y La aldea maldita... ¿Quj exige e n t o n c e s , qué condiciones impondría a un argumentista? •—En p r i m e r lugar, creo que un argumentista debe adaptar su imaginación y su talento a la expresión cinemat o g r á f i c a , para pensar y sentir en cine. Se equivoca q u i e n dice que nuestro arte par ticipa de todos los demás... —¿Cree u s ted...? —Sí, señor: por sistema hay que huir de ellos. El mejor argumento de cine será aquel que no necesite l-lorián Rey en un descanso, durante la filmación de su úláe palabras. ¿Que tima película, cLa hermana San durante su realiSulpicio zación se introd u c e n diálogos para apoyar situaciones? Conforme; pero su valor de origen subsistirá. —Entonces, ¿usted estima que a pesar de la palabra puede hacerse cine puro al igual que en la última etapa del cine mudo? —Sí. Yo tengo para ello una fórmula simplista que me ha sido muy útil: los personajes de un film no deben hablar nunca del problema que se desarrolla en él, ni comentar las situaciones. Estas no hay que definirlas. En el teatro ocurren más cosas a telón ochado que en la escena; en el cine, no: todo ha de salir a la pantalla IA) que no se ve es ponjue uo debe verse.
—^¿Exponer entonces únicamente? —Eso es: exponer, exponer sólo. Sin afirmar o negar rotundamente; que sea el público el que afirme o n i ^ u e , que trabaje, que colabore y vaya dando forma al argumento. ¿Se ha fijado usted en que nadie da importancia al autor de un film? Es que, oculto bajo la técnica, da la impresión de cjue no existe, de que nadie ha hecho aquello, de que ha sido la vida misma quien ha juntado a acpiellos personajes para hacerles chocar. Este es, a mi juicio, el mejor elogio que puede hacerse del cinema. Tampoco el público concede importan(;ia al director, si éste no es de los que anteponen su técnica preciosista al argumento y a los actores.
tanto valor documental como la nuestra. Si queremos exportar, hay que aumentar cada vez más nuestro españolismo. Es lamentable que cada vez que se hace en España im film sin color nacional se diga que tiene (jarácter internacional. ¡Tan bajo concepto tienen de nuestro país ante el mundo! —Es que hay quien no comprende aún lo que es hacer cine español. —Sí. Para esos infelices snobs, ser internacional es imitar malamente lo de fuera —Usted hizo una pelicula reciamente española: La aldea maldita. —Y vea usted: este film, eminentemente castellano, se proyectó por derecho propio en una
-El preciosistno en el arte es decadencia -Por eso a esta clase de obras las falta aliento de humanidad. —Ahora que hablamos del artista y su obra: la cinematografía española necesita im gran alcance universal, sin perder sus valores raciales... ¿Cómo cree que debe ei icauzarse en este sentido? —Precisamente cuanto más y mejor conserve nuestra producción sus valores raciales, mayor será su universalidad. —Exactamente esa es mi opinión, ya reflejada en estas columnas. Buen ejemplo es el film de Rene Clair Sous les toits de Paris. —Para ello no hay que olvidar que la virtud principal del cinema es el documento; le temoigñage, como le llaman los franceses. Cada país debe mostrar al resto del mundo su temoignage, y con tnás motivo si se trata de una tierra de
sala de primerísima c a t ^ o r í a de París y ha corrido el mundo con mucha dignidad. A La hermana San Sidpicio le está ocurriendo otro tanto. ¿Quiere usted que no recoja mi propia experiencia? —De acuerdo. Pero, ¿no caerá usted de naevo en pecado, como cuando Eí novio de mamá? —No, señor. Prometo no hacer ninguna opereta, ni ninguna comedia gris pálido de esas que llaman internacionales y que luego se quedan en casa. —Y pasando a otra cosa, ¿qué le parece a usted la tan cacareada cuestión de ¡a protección oficial a nuestra industria? ¿La cree posible y beneficiosa? —De ninguna manera. ¡Que el Estado no se acuerde nunca de nosotros es lo que más deseo! ¡Que uingi'm político ponga sus manos pecadoras
sobre el cine con la intención de prot^erlo! ¿Usted cree en eao? —Yo, no. Se intenta proteger el arte lírico, y ya ve lo que resultó. —Nuestros políticos no están capacitados para proteger ningún arte, y mucho menos éste, cuya modernidad no encuadra en los viejos moldes de nuestra política. Ya sé que se ha pensado en obligar a los empresarios a exhibir un porcentaje de peUculas naciontdes. —E^o es inadmisible. —Claro que lo es. Y por una razón muy lógica. Ellos han proyectado siempre lo que estaba bien y aun lo regular. Obligándolos a pasarlo todo, además de resultar beneficiados muchos aprovechados, la calidad de los films bajaría considerablemente. Todos nos sentiríamos tentados de gastar menos y aligerar para hacer mayores los beneficios, ya que los films buenos y malos rendirían lo mismo en su explotación. Así, al menos, ha sucedido en Francia. Yo no niego que podría darse al cinema una protección inteligente; pero es mucho pedir. Todo se volverían juntas compuestas por los amigos y correligionarios del político en el Poder, y los protegidos serían ellos. iJespués, para justificar sus caicos, darían tal o cual medida, con arreglo al falso concepto que se tiene por ahí del cinema, y hétenos que la protección quedaría convertida en daño manifiesto. —¿Entonces usted renuncia a toda protección oficial? —Renuncio rotundamente. Que sea el público el que nos proteja cuando logremos complacerle. El Estado que emplee sus esfuerzos en ayudar al arte lírico o al dramático, que buena falta 'es hace. —Sí. ¡A ver si consigue que vaya público a los teatros! Y ya que hemos charlado de todo un poco, ¿qué hace aho^ ^ ^ ^ ra?
Miguel Ligero e Imperio Argentina en una escena de la magnífica realización de tlorián Rey «1.a hermana San Sulpicio». A la izquierda: una de las últimas fotos de Imperio Argentina
—¿De películas? —Claro. —^Algvmos films cortos y enseguida uno de ambiente aragonés ¡de mi tierra! Kn él, mi mujer—^nota del reportero: se refiere a Imperio Argentina—, que ya es tan aragonesa como yo, cantará y bailará jotas como no las ha cantado ni bailado nadie. —¿Y luego? — L u ^ o haré un film gallego y otro castellano. —Pues le deseo tres éxitos. —¡Ah! Pienso que todos vayan al Extranjero. Hasta aquí Florián Rey. Y ahora un colofón, por mi cuenta. Yo, en varios artículos, con mi firuiu ul pie, he criticailu uiuoiía.^ veces el trabajo do E^lorián Rey, sin que la amistad que con él me une haya bastardeado mi pluma para arrancarla elogios cuando había de escribir censuras. Yo taud>icn .sé «pie él acogió mi.s juicios con una cordialidad desusada entre el elemento cine.n.at«jgráfico, tan lleno de vanid id co.no vacio de comprensión; con esa .sereuidatl con que todo verd vlero artist ^ acng,- siempre las opinione:^ .sobre su fu'opia obra, <pie -abe no trazó ni la envidia, ni la enemistad, ni el rencor, sino que salieron de la pluma limpias, hcmestas y sinceras. Así las escribí y así las I omprendió. Por eso celebro que ahora CINEGRAMAS me depare la ocasión de expresar a E'lorián Rey, sin referirme a ninguna obra determinada, toda la simpatía y la admiración (pie por él siento, juntas ambas con los mcjor&s deseos do trimifo para a u lal'iü ""utnra. ¡Ah! No tiene en su poder ningún argumento uuo. E\ H. G.
El luminar
de
Normo fiene y
los
Mefro-Goldwyn,
Shearer, dientes
blancos
perfectos.
Puede
reír...
4 Kisled también
y
Sí; use Dens todos los días y enseñe los dientes sin temor. Con este dentífrico de acción s u a v e y completa tendrá los dientes blancos y brillantes -como los que a d m i r a usted en esa foto-; tendrá l a boca fresca y sana y el aliento perfumado. Y su sonrisa será más franca y más bella.
TUBO, 2 PESETAS; P E Q U E Ñ O , T
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p e r f u m e r í a M A D R I D « B U E N O S
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de las cosas «a primera vista» es siempre peligroso. Un hombre indeciso, irresoluto, que, sintiéndose incapaz de discernir por sí mismo una resolución decisiva en cualquier a-sunto, se deje llevar de un modo empírico por una impresión fugaz y momentánea, estará expuesto siempre a sufrir errores gravísimos. No importa cuál sea el tema. Todos por igual, antes de resolverlos deben ser objeto de una fría meditación. Y no digamos nada si el asunto es de índole amorosa o sentimental. En este caso, toda reflexión será escasa y todo análisis insuficiente. Y, sin embargo, en nada como en amor el hombre se deja influenciar de un modo tan fácil. No importa que le vaya en ello, tal vez, la felicidad o el infortunio para toda la vida. Si la dama objeto de sus predilecciones «le ha entrado por el ojo», según el dicho vulgar, será inútil que quienes no han percibido el «fluido» o el ¿lechazo» traten de destacar de modo inequívoco los posibles defectos del «ídolo». Toda advertencia leal, toda indicación prudente será atribuida por el galán a incomprensión, a falta de sensibilidad, a todo menos a lo que es realmente: ausencia absoluta de pasión y, por tanto, total ecuanimidad para formular juicio. Por algo un sabio y viejo proverbio dice que «contra el amor no hay razones», y asegura una antigua copla que «er queré quita er sentío»... ¿Que el sabio proverbio no debe ser aplicado así, en abstracto, a los frecuentesísinios casos en que se suele denominar amor a lo que en realidad no es sino un súbito y fugaz deslumbramiento de los sentidos? ¡Desde luego! Pero ¡cualquiera le pide esta reflexión y serenidad a un hombre subyugado por UZGAR
Vlaureen O'Sullivan procede a realizar la complicada (an^a de sxi maquil l a j e matinal. Obsérvese cómo las cejas de la joven y bella actriz conservan su linea natural. A la derecha: Dolores del Río, en una s u g e s t i v a «toilette» íntima, junto a su oririnal y moderno tocador, fuma el primer pitillo del día».
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el imán de unos ojos negros, o por la sugestión de una boca fragante, o por el hechizo de un cuerpo escultural! Creedme: «la primera impresión» que la mujer produce en el hombre ee de efectos no sólo imprevisibles, sino inevitables... Y lo peor—o lo mejor^-es que «ellas» lo saben, y por ello apelan a todos los recursos imaginables para conseguir que el efecto de su tgolpe de vista» produzca en el sexo contrario resultados irresistibles... Ningima de ellas, estad sf^iros, ignora el valor y el secreto de una «primera impresión». ¿Que dónde reside principalmente la sugestión de ese primer efecto grato al hombre que toda mujer anhela producir? Vosotras lo sabéis como yo. En el rostro, sin duda alguna.
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Otro error, en el que la mujer incurre frecuentemente, es el de prolongar la linea de los ojos con tendencia a darle inclinación hacia arriba, siendo asi que, como acontece con las cejas, la exageración más imperceptible, lejos de acentuar, como se pretende, la naW tural belleza de la mirada, la resta encanto y expresión. W Para realizar esta operación delicadísima y, en general, • para todas las del maquillaje, se requiere poseer una ma• no experta y segura, pues de otro modo los efectos son í desastrosos. Si el objeto que se persigue al dibujar esta linea es el de agrandar los ojos, los resultados serán maravillosos si la linea—salvo en los casos en que se quiera conseguir para ellos deliberadamente una configuración erbitraria y extravagante—es absolutiment*.' horizontal, y mejor aún si en vez de trazar con el lápiz una linea neta sobre el borde de los ojos, se procede a ensombrecer suavemente los párpados, independientemente del empleo del co.smético (ñmmel) preferido para las pestañas. El resultado obtenido con este sistema llámase «efecto Cleopatra». La boca es otra parte del rostro que precisa de atenciones especiales, porqne u n a boca mal arreglada puede determinar el fracaso de todo un maquillaje perfecto. Para evitarlo, el rouge debe aplicarse primero en el labio superior y muy intensamente, poniéndole luego en contacto con el inferior, con lo que se obtiene una configuración de boca absolutamente sincera y veraz. Las imperfecciones de la primera aplicación pueden corregirse después extendiendo la pintura con el dedo sobre la superficie de los labios; pero nunca alterando la línea de éstos, si se quiere que el rostro conserve integra su apariencia de naturalidad. No niego que en algunos casos no resulte favorecedora una modificación de la línea de la boca; mas para ello es indispensable realizar un detenido y previo estudio del resultado que la modificiación pueda determinar en el rostro. El lograr una «boca cinematográfica», es decir, fragante y expresiva, es acaso una de las más complicadas ailes del maquillaje femenino. Pero bien merece la pena el concederle la debida atención, y a que no hay rostro totalmente bello sin una boca perfecta.» Hasta aquí Wally Westmore. Sus indicaciones, como antes decimos, para hacer más eficaz el resultado de una «primera impresión», tendrán de seguro para nuestras lectoras inapreciable valor. No hay que olvidar que están hechas por un verdadero experto en la dificil especialidad de la estética femenina, y a cuyos cuidados confian muchas estrellas bu» rostros bellísimos.. MIOSOTYS
CUirr Dodd y Ann Dvorak niurstran §iis hombros perferlos y esculturales e n estas admirables fotos. Las dos notables actrices, de una belleza fina y delicada, iluminan las pantallas del mando c o n su arte magnífico»
Un rostro agradable, prescindiendo de todo otro atractivo, deja siempre en el varón una huella imborrable. Y he aquí, lectoras, cómo al l l ^ a r a este punto de nuestro breve exordio tocamos el punto neurálgico—según frase muy actual—de nuestra crónica: el maquillaje. Pero, por esta vez. no vamos a actuar en calidad de consejeros, n- .serán nuestras las ideas que en tal sentido os ofrecemos hoy. Seremos meros transmisores de las palabras de Wally Westmore, técnico de gran fama en su dificil especialidad y jefe del departamento de make up (maquillaje) de uno de los más conocidos Estudios cinematográficos de Hollywood. ¡Sí, amigas mías, Hollywood otra vez! Aunque os parezca que incurro en el grave pecado de la pesadez, he de repetir nuevamente que la Meca de cine, por mil razones que no se 08 pueden ocultar, ha descubierto y creado procedimientos especiales para acentuar la be leza de la expresión facial de la mujer, y que, en ese sentido, puede dar lecciones al resto del mundo. Cedo, pues, la palabra a Walh- Westmore: «Las cejas, en ningún caso, deben depilarse o afeitarse totalmente. No quiero decir con esto que hayan de ser conservadas naturalmente, ni que se desatienda su cuidado. Lo que yo aconsejo a todas las artistas que empiezan y que, por lo mismo, no se hallan en posesión de los secretos de tocador familiares a las habituales del icran, es que conserven lo más posible su linea natura], cualesquiera que sea la expresión facial conveniente al rale que les haya sido encomendado. Afinarlas, estilizarlas a voluntad, sí. Hacerlas desaparecer por completo, para luego fingirlas con el lápiz, nunca; porque ello equivale a res tar al rostro un detalle de expresión peculiar. El secreto del tratamiento de las cejas reside simplemente en saber «trabajar» con el lápiz las extremidades exteriores, prolongándolas en la medida deseada y cuidando mucho de que la linea se afine muy suavemente al final. La máxima atención ha de concederse a que la linea esté tan sutilmente trazada que no parezca hecha a lápiz; que dé la impresión de ser naJ t a i i L _ . _ _ . ^
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rc<|uiere preparación alguna, n o daña ni
irrita la piel y es s u m a m e n t e e c o n ó m i c o .
L A B O R A T O R I O D E L D O C T O R V I L A D O T , Sección C . 5, Consejo Ciento, 303. B A R C E L O N A DE VENTA
EN L O S PRINCIPALES C E N T R O S D E ESPECÍHCOS Y PERFUMERÍAS DE
ESPAÑA
DI AL o (i os AL VUELO
La producción de películas, el conflicto de la distribución, refranes y otras cosas, según verá el que
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ÓMO van esos estudios, eeñor Ballesteros? —¿Tan jovencito me cree? Salí de la Universidad hace tiempo. — Perdón; no me refiero a eso: hablo de los Estudios cinematográfico de su propiedad. Y apuesto a que me ha entendido usted desde el principio. —Puede ser—replica sonriendo el fundador de los Estudios Ballesteros Tona-Film—. Pues aquello marcha mejor de lo que yo mismo me atrevía a ambicionar. Ya no tengo ni una fecha libre, por lo menos hasta Julio. Y me apresuro, consolidados ya los Estudios, a terminar las obras de ampliación de que otra vez le hablé, y cuya muestra más importante, aparte de las adquisiciones de material técnico modernísimo, es ei nuevo plateau de 30 X ^8 X 12 Además, se construye una gran sala de proyecciones y doblaje. Trabajamos activamente en esta compleja y costosa adaptación de los E^studios a las necesidades—entre ellas, trucado—del cinema actual. Y, por si esto fuera poco—ia industria y ei arte cinematográficos se parecen a la clásica banasta de cerezas enredadas—, se me plantea ahora un problema de distribución. —¿Se refiere usted a Patricio miró a una estrella? —No; este nuestro primer film, que se estrenará en Madrid a mediados de Marzo, está ya casi distribuido. De sobra sabe usted la acceda dei público español a la producción nacional. I.as Empresas la solicitan con preferencia, y en ese aspecto nos lo dan todo hecho. El problema ea otro: mi suc^ursal de Buenos Aires ha contratado la exclusiva para la distribución en España de las películas de la Sono-Film. Este año recibiremos seis o siete, entre ellas, no recuerdo ahora
más títulos, figuran: Alma de bailarina, Alante criollo, Riadiuélo,.. Tengo organizada la distribución del Norte. —¿Y en el Centro? —Todavía no. Y en las demás regiones, tampoco. Eso me robará un tiempo precioso, que quisiera consagrar exclusivamente a mis Estudios, la mayor ilusión de mi vida, como usted comprenderá. Pero, en fin, no hay más remedio: tendré que distraer mis atenciones en menesteres puramente comerciales. —¿Por qué no se entiende con otros distribuidores? Eso simplificaría la cuestión. — Hombre, claro que simplificaría la cuestión. Pero me temo que llegue a simplificarse de tal modo, que en ese negocio (y perdone el retruécano) haga yo el simple económicamente. —Comprendo. —Si hubiera alguna Casa que (trora a arreglarse, no le niego que me gustaría llegar a un acoerdo con ella. Mi vocación no es distrílMiir películas, sino producirlas y facilitar que también otros las pnKluzcan con todos los recursos técnicos necesarios. En eso creo que mi esfuerzo puede ser útil ai cinema español. Y a ello me aplico entusiasmado, sin regatear, en lo que estén a mi alcance, ni gastos, ni trabajo, ni preocupaciones. -—Es cierto. Usted solo ha emprendido con fe y constancia una obra que, ordinariamente, requiere el esfuerzo aunado de muchas voluntades. Es de justicia reconocerlo así. —Gracias. No creo, sin embargo, haber hecho nada extraordinario. Hay muchas asistencias espirituales, mucha cordialidad y comprensión ?n los otros productores y en la cinematografía en general, para que el esfuerzo aislado, por mo-
IH unos leyere
desto que sea, resulte eficaz. Todos noe proponemos el mismo fin: un cinema español digno de nuestra tradición artística, y hemos de cons^iirlo, y lo que es muy importante también: aplicamos a abrirle caminos comerciales para su expansión en el mundo. — U s t e d ha creado una sucursal en Buenos Aires. —Sí, señor; y ella, a su vez—añade jocoso el señor Bsdlesteros—, me crea ei conflicto (le ia distribución en España de que ie hablé antes. —Esa es buena señal. Bendita sea la abundancia de trabajo. Ya saldrá usted del agobio a que le somete la cinematografía I>08 labradores dicen que nunca es mal año por mucho trigo. —Sí, amigo mió; pero recuerde otro refrán: no se puede estar en misa y repicando. Y quien destaja, no baraja. Yo preferiría trabajar en mis Estudios y que otros barajasen las películas producidas. La distribución del trabajo es una gran cosa. ¿No le parece? Bueno; pero ahora que caigo, usted es periodista. No vaya a publicar estas pequeñas preocupaciones en su periódico. —¿Por quién me toma usted? Descuide, que yo no las publico. —^¿Me io promete? —Se lo prometo. —Gracias. Y ahora, adiós. —^Adióa, señor Ballesteros. Y, en efecto, escribo las cuartillas y se ias doy; ai director. Que él las publique oi quiere; yo, no. He dado mi palabra, y la cumplo a fuer de reportero A. G. j
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A rluríto Cirelli remedando ya a los « b a b y » prodigios de Hollywood, m u e s t r a su auto con gesto e n g a ñ o s o , como si fuera s u y o » (Pero estamos rn el secreto: aquí n o se pagan sueldos fantásticos ni a las personas mayores.») ^
Marurki Fre«no, la a d mirable e i niel i gen l e actriz española de la pantalla, con Arturíto Cirelli, nuestro precoz actoreilo...
A
por el pasillo del patio de butacas del Cinema Bilbao—reportaje adelante—, veo sobre la pantalla a un niño de muy escasa edad, de cabellos ensortijados e inteligente semblante, que salta de su lecho para ver si llegan los Reyes Magos. Entonces se interrumpe la proyección. Se ilumina el escenario súbitamente, huyen las sombras mágicas de la pantalla y surge ante ella la figurilla viva del mismo niño—el baby prodigioso—, como escapado del lienzo de imágenes. Sostiene con delicioso candor una vela encendida en su diestra, y dice con voz que adquiere sonidos de querube travieso: —Respetable público: Deseo que mi trabajo os guste. Muchas gracias. Adiós. Y Arturito Girelli—él es, en plena proyección de Sor Angélica—tira con sus manitas inocentes beso tras beso al público, que aplaude entusiasmado, I n t i m a m e n t e conmovido.
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\ ANZANDO
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El niño Girolli acaba de terminar su actuatúón de noche en la semana de su presentación personal al públic-o de Madrid, que le ha hecho objeto de sus simpatías. En el improvjsado camerino, una .señora de belleza serena y matronil—muy a lo Tiziano—viste al diminuto a c t o r su trajecito de calle. Mientras, las manos infantiles e inquietas se apoderan con rapidez de una pistola. No os alarméis li ctores. Se trata de un juguete. Un juguete perfecto, que asustaría a cualquier timorato, porque su travieso dueño lo empuña decididamente, apunta al vL«itante—que soy yo— y aprieta el gatillo. «¡Pum!» El fulminante explota, entre las risas atropelladas del bélico angelote. Y su madre—doña Maria Conradt, de nacionalidad alemana—me informa: —Las armas son su delirio. Tiene ya tres escopetas y cinco pistolas
de distintas formas y varios calibres. Todo el día se lo pasa asustando los otros niños y a los viejos de la vecindad. —^¿Cuántos años tiene el arrapiezo?—interrumpo. —Cuatro y unos meses. —Pues promete el nene que es una bendición, señora —Yo creo que Arturito va a ser bandido o general. —Desde luego. Como siga asi, en cuanto pueda afeitarse la barba va a jugar al fútbol con bombas de melioita.
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Arturito Girelli, el niño-actor que se ve a las puertas de la popularidad a la edad dichosa en (jue todavía no se aprende la cartilla y en que todas las mujeres le besuquean a uno con ruidosos transportes de admiración, sobrelleva su precocidad sin ese aspecto grave e impresionante de los pequeños pianistas que a|)orrean las teclas ante auditorios extasiados. Arturito se contenta con aporrear cosas mucho más vulgares que un piano. Su inquietud y .su vivacidad se traducen en disposiciones prácticas, al unísono con las tiempos que corremcKs: .subirse lindamente a las barbas de las personas mayores y no .sentir rubor ni ante el lucero del alba. Su deparpajo es tal, que la primera vez qne pi.-ó un E s t m l i o de c i n c .il il( r i i ! , el tlirector, protectoramente: — ¿ N o te as'istarás de las hu i ? , verdnd, riquía? Obtuvo la siguiente respuesta textual de sus inocentes labios:
—¡A mí no me asusta ni nn cañón! Y es que hasta en la más tierna inían( ia celia de v(>r liov, como dicen los escritores cursis, «una progresiva regresión hacia cl romanticismo». El afortunado papá de la (íñAtura, don Víctor tíirelli, hombre joven y de corre<to trato, nacido en el Tírol, me refiere con gran sencillez cómo Arturito se convirtió en arti.sta de la pantalla. F'ué en Barcelona, en un momento de gravedad económica para los padres, cuyo pequeño negocio industrial había sufrido un revés irre.>istible. El niño fué entregado a unos íntimos suyos, matrimonio de es[)léndida jmsición, que le tenían a cuerpo de rey. Pero alguien animó a los autores de sus <lías a probar fortuna acudiendo a la llamada de un anuncio en «lUc se ofrecía trabajo para una película al niño de tres o (íuatro años capaz de interpretar uu papel de cierta importancia. ¡Tal vez Arturito, que parecía tan listo y (pie era tan guapo, sirviera para el cine y resultara un Jackie Coogan con toda.s la.s de la ley; mejor dicho, con todo el oro do ley (jue ellos necesitaban para rehacer su h(jgar! La tentación era poderosa, pintada con los más vivos (;olores de la fantasía mediterránea. (La influencia del Manzanares, por ejemplo, hubiera sido" mucho más modesta, como cumple a la gran diferencia que hay entre un mar aventurero y un aprendiz de río.) Y allá se fueron los padres, con la recíindita esperanza del triun-
cientos niños aspirantes, sino que asombró al propio director y a lo arti.stas del reparto en la prueba decisiva realizada ante la cámara .sonora. l.,os padres tuvieron que firmar su primer contrato cinematográfico por la cantidad de quinientas pesetas, que si no podían devolverles su bienestar económico, abrían, cuando menos, de par en par las doradas puertas de la esperanza a un j>orvenir completamente inesperado...
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A partir del estreno de Sor Angélim, Arturito Girelli se convirtió en una persona importante, a quien muchos transeúntes paran en la calle lara darle besos o Ijombones, y a quien la gente menuda que no ve más lorizonte (jue las azotainas de «padre y muy señor mío» de su señor padre, envidia con todos los aledaños de su alma infantil... Arturito, rubio, vivaracho, sociable y decidor, está físicamente entre Baby IJO Roy—el campeón de las precocidades, sin challenger posible—y Jackie Cooper. Opinan sus padres que no ha dado de sí todavía cuanto lleva dentro, porque le suponen m u y capaz de desempeñar un role de tanta importancia como lo fué el de Chiquüin en la inolvidable ])elícula de Charlot, El chico. Su retentiva es fonnidable y posee un oído ¡irivilegiado. Para que lo compruebe, le piden que cante un estribillo catalán que oyó, una sola vez, en Barcelona, y que aprendió como un papagayo. No ae hace repetir el r u ^ : y canta, la canción popular que las collas de excursionistas entonan al bajar del Tibidabo • ' • Después de .Sor Angélica, Arturito Girelli ha actuado en otra película n a c i o n a l : Vidas rolas, dirigida por Eusebio Fernández Ardavin. Su nuevo trabajo ha resultado perfecto. Bien es verdad que su sueldo ha sido aumentado a mil doscientas pesetas. ¡Bravo, Arturito! No es para echar coche, desde luego. Aunque al salir a la calle de Fuencarral el actor en miniatura se nos va como un rayo hacia un auto parado en la acera y se pone en actitud de saludo, para llamar la atención de los transeúntes, abrazado a uno de los faros. Tal vez Arturito, remedando a los babys prodigio de Ilollywood, muestra el vehículo con un gesto engañoso, como si fuera suyo... (Pero estamos en el secreto. ¡Aquí no se pagan sueldos fantásticos ni a ! as personas con toda la barba!...) SANTIAGO A G l ' I L A R
Arturílo, con cl pitillo en la boca como un hombrecito, me grita al tiempo que m e encañona c o n un revólver: —¡Arriba la§ manos! V yo le obedezco, •horrorizado» ante el gesto terriblemente candoroso del rostro del chiquillo...
fo, a presentar su retoño a Francisco Gargallo, que .se aprestaba a dirigir entonces .S'or .4ngélica, y andaba l(x;o buscando un «Andresín» de su gusto. «Andresin» era el eje sentimental del asunto de la película, muy de folletín a lo Luis de Val, y las escenas cumbres podían fallar si no se encontraba i:n nen>' con aptitudes precocísimas de memoria y obediencia, put había en el papel que s» le destinaba frases y gestos imprescindibles que lleitarían sin remedio al (wazón de las gentes ingenuas, asegurando el éxito comercial del film. Y Arturito Girelli no sólo fué elegido entre más de dosF.ntre frase y frase, Arturito Girelli tira de pitillo y lo enciende con su propio mechero, en tanto que muy reposadamente va contestando a las preguntas del reportero».
Esto sería absurdo, incongruente, si queréis; pero bello, por lo que tiene de nuevo, de imprevisto, de sorprendente. Pero el arte de Grock, de Little Tich, de Jtckson, no era así. Por eso han muerto y han tenido que ceder sus cachivaches al accesorisia le los Estudios, para que los archive con los trastos viejos e inservibles. Algo hay, en cambio, que no ha podido ser vencido por el cinema. El mus^ir-hall. Antes al contrario, le ha salvado, absorbiéndole, de la muerte o, si lo ¡ireferís, le ha hecho resucitar, anexionándoselo. Ya están lejos, por fortuna y gracias al cine, las revistas de «gran espectáculo» que unas vedettes asmáticas, más viejas que la vieja Naturaleza, animaban a duras penas entre uno y otro ataque de reuma; los desfiles sempiternos e invariables, en los que ciertos colores que no debieron mezclarse jamás se entrecruzaban en unas arbitrarias evoluciones, de pésimo gusto, que herían la vista; las plumas de avestruz, sin avestruces; las «super-locuras» sin locura y sin extravagancia; los senos flácidos, eternamente ofrecidos en la misma salsa; los desnudos sin sutilidad, sin poesía, sin elegancia, de los que se solicitaba siempre los mismos efectos... Diríase que los produceurs de revista se habían puesto de acuerdo para evidenciar que el cuerpo humano tenía sus límites y que totla esperanza de renovación en este sentido era inútil. Y en este terrible momento de crisis de la originalidad, de la fantasía, Hollywood hace llegar a Europa La calle 42, film que adquirió contenido histórico desde su aparición. ¿Qué era La calle 42f Un simple reportaje, una narración de nada. Sencillamente, la historia de un irroduceur enamorado ajjasionadamente de su oficio; la manera de montar una gran revista en Broadway; el relato de su discrepancia con las estrellas; el detalle de las intrigas y las murmuraciones de bastidores; las peripecias de los ensayos; el trabajo delicioso, pintoresco y sugestivo de Lis girls; la tragedia de la vedette, que abandona su papel la víspera del estreno y del cual se hace cargo una figuranta que, finalmente, triunfa, ha- • ciendo triunfar la revista...
ROCK, Little Tich, Joe Jackson, que es tanto como decir los clmcns más famosos mundo, han sucumbido por obra del cinema. Y ha dado muerte, también, a la tor^^' de falsos soñadoras de la pista, a los seudo románticos del circo, que, en reali''*' no hacían sino cultivar un arte melancólico, entristecido, apagado y monótono. l>t'"''' hace diez, veinte, treinta, cincuenta años ^—¿quién sabe cuántos, en verdad? repetí** con una angustiosa precisión de contables, ejercicios idénticos, que habían llegado a adl"' rir exactitudes de operaí-ión aritmética. I.ias muecas eran ya ties nerviosos; los trucos, blemas resueltos de imtemano. y las ingeniosidades con pretensiones de humorismo, ^ mentables tragedias que no hacían reír... Hasta que un buen día suigió Charlot—en la mano una^*^ H M n ^ rita mágica que parecía un junquillo, y en los pies una.s suti» ^^^Hp^ alas que semejaban unos toscos y casi deshechos zapatoneí»^' ^^^H^ y fué entonces cuando advertimos que cien metros de pel^'^"!, ^ ^ ^ ^ «chaplinesca» encerraban más inventiva, más zumba, ^ contenido de auténtico humor que toda la historia artist' de Grock. Pero es el caso que Grock tiene, por su precis'^ justa, infalible e invariable, atisbos cinematográficos. De cinematografía, claro es, insuficiente, incompleta... Algo ^ como una [lelícula que nadie se hubiera decidido a rodar.
el teatro, jamás los actores interpretan dos .Veces del mismo modo su papel. F]n el cinema, J'asta que el artista sea (lerfecto una vez j>ara siempre. Ahora bien: Grock, como Little Tich, l (:omo Joe Jack.son, no han hecho, a lo largo de « su dilatado y ya estéril histori.d circense, otra J ^osa que copiai-se, imitarse a sí mLsmos de un ^ ^ ^ Í ^ ^ ^ W B ^ inodo servil. Nada ha cambiado en ellos desde su» comienzos, ni para envejecer ni para rejuvenecerse. Su espectáculo era algo previsto, matemático, yermo y plano como una árida meseta. Y así años y años, sin una alteración, sin una novedad, sin una sorpresa. Payasos de gracia reglamentada, cl(y)rns pundonorosos, eran como aparatos de precisión de una fantasía süm jante a la de un camino de hierro o de un reloj. Eian tan seguros, tan e.>c^un' "»ino las agujas de un péndulo, que de antemano sabemos no han de escaparse ^unca de su esfera para ir a posarse, como una mariposa a impulso de su capricho, sobre una tela de araña o sobre la nariz de una bella mujer. -¿Qué hora es? —Dos labios menos un parpadeo...
La anécdota era estimable por lo que había en ella de veraz, por la autenticidad del testimonio y por el magnífico tipo de produceur que avaloraba el film. ¡Qué terrible soledad la de aquel hombre entre la turbamulta de girls, de modistas, de consocios avaros e incomprensivos, de bailarines, aislado como en un desierto en aquel mar humano, sordo a la polifonía de aquellas gentes, lejos de todo lo que no fuera la fe en el triunfo, la confianza en una victoria lograda al fin, pero a costa de quién sabe cuánto esfuerzo y cuánto dolor-' Pero todo esto no era sino un pretexto, un argumento sutil y levísimo. Había algo más fundamental: la revista. Una revista de music-hall irrealizable en el music-hall: una revista feerique, fotogénica, deslumbradora, en la c|ue el espectador iba de sorpresa en .sorpresa, dejándose llevar, sin abandonar su buta<;a de un suburbio, a la cam})iña de la campiña, a un lujoso paquebote; del paquebote, a un ra.s<racielo8; del ra.scacielos, a la contemplación de un brillante y maravilloso desfile militar en el que un batallón de mujeres hermosas exhibía sus muslos jiert'ectos... Una revista-ensueño, en la que la danza, la paradoja, los recuerdos, la melancoüa, la alegría, la locura, la voluptuosidad, la ironía, el amor, la baibarie, la ternura, el [)rogreso y la muerte hacían su aparición cuando les llegaba el tumo. Todo lo que podia esperai-se del music-hall, todo lo que el music-hall habia vagamente sugerido en nosotros, se nos ofrecía en este film con nuevas y jiosibles esperanzas. Pero no era esto todo. Hollywood, meses más tarde, lanzaba al mundo Prólogos, Buscadoras de oro, ¡James... Esto era ya, sencillamente, la liberación del cinema. ¡Qué fantástico espectáculo! Súbitamente, el metteur eu sane abandonaba el tablado para ofrecemos, en i-ápidas y fugacísimas imágenes condensadas y rítmicas, su (concepto de la guerra, de la crisis, de la prostitución, de la delincuencia, del amor... Lo que la censura, eternamente incomprensiva, no hubiera tolerado tiii un
' i i u - pone a i i i f nosotros el
music-hall en todos sus aspectos, lo deposita en el hueco de nuestra mano p a r a qu< a d m i r e m o s sus múltiples facetas, cegadoras y desl u m b r a n t e s , como las de una piedra preciosa. Posa sus ojos, inteligentes y perspicaces, en todo; lo escudriña todo, conculcando las aparentemente inmutables leyes de la lógica y de la p e r s p e c t i v a , para hacer desfilar ante nuestra vista, atónita y asombrada, a las girls convertidas en rosas, en fuent e s de ensueño, en violines, según su capricho.
film «serio», consagrado a cualquiera de los grandes problemas abordados, lo autorizaba en una película aparentemente trivial, donde la verdad se manifestaba a través de un prisma polícromo y carnavalesco. EU artista debe, pues, al cinema el privil^io de poder divagar a sn antojo y de expresarse sin restricciones. Tal vez por ello los puritanos yanquis han iniciado una ofensiva contra los films de este género. V'ana, estéril y tartufesca ofensiva, ya que las firmes y esculturales pierna.s de las girls son mucho más sólidas que los más célebres monumentos históricos. El mmic-hall es, como si dijéramos, el país natal del cinema. Sólo le faltaba una cámara tomavistas, y el cinema se la ha dado. Al al>rir ti ojo de su lente escrutadora, el cinema ha descubierto el lugar en que nació, y le ha librado de tradiciones y de estupidez. Ni rampas, ni telones, ni falsedades. El horizonte infinito. La verdad, en una palabra.
El cinema nos ha desembarazado de esa cosa tan seria, tan grave y tan aburrida q u e es la lógica; y si hasta aquí no fué más que el celebrado autor de «Cosas FOI VMNE> vistas», un buen día. en su afán insacial)ie de hallar nuevas rutas . púsose a .oñar, y soñó con la verdad. Es, además, el creador de algo tan maravillosametite espiritual y bello como los dibujos animados. El dibujo animado y Charh.t son las dos grandes aventuras del cinema. Y la tercera, el music-hall. Y todo lo demás, literatura...
S
Cary
Grant
es uno
cinematográfico brio
y
además,
seguro, una
de esa gran
de los actores
de hoy, lleno
de
extraordinaria populcwidad
Cary
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recursos
tiene
expresivas,
simpatía, por
del
base
el excelente
público
un arte y
so tiene,
principal actor
HA en los dias lejanos del séptimo arte, J cuando no podia 8osr>ocharso «¡quiera que un nuevo invento iba a trastrocar todo su engranaje y a derribar muchas figuras que parecían inconmovibles. I>a época cumbre del cmema mudo. Aquel mes de Marzo fué cnidisímo en Paris. Los clientes de Borras Glacier. del Faubtjurg Montmartre, casi todos españoles y suiamericanos, no sabíamos cómo combatir el frío que se metía en los huesos a cada esquina del bulevar. Vecino de mesa—que ocupábamos: un peluquero catalán, un gigolo madrileño, un brasileño y dos bonaerenses— era un muchacho alto, delgado, de pálida morenez enfermiza, de facciones poco expresivas, precisamente por lo correctas. Habíamos comentado entre nosotros la seriedad casi melancólica de aquel desconocido, demasiado correcto y callado, que nos saludaba siempre, al entrar y al salir, con una ligera inclinación de cabeza.
F
Hablaba en francés, sin aceuto dialéctico, • < las camareras del restaurante, y rara vez con 11 encalcado, un mallonpiín convertido en castizo (jarisién al caluj de d(x» años de estancia en a capital del mundo. Daba la iniftresión aquel joven de haber sufrido una definitiva contrariedad (jue ensombrecía au juventud. La belleza de su.-> facciones impedía que el brillo varonil de los ojos paliara so actitud constante de decaimiento físico... ¿Keveses de amor o de fortuna' Podría contestarse, como D'Annunzio: «Quizá sí, «piizá no.. » No. Ni contrarietlades amorosas, ni estrecheces económicas. El correcto desconocido había sufrido un fracasí) de arte. Un fracaso cinematográfico... ¿Cómo pudimos llegar a averiguarlo nosutios? Casualmente, como nucoden estas cosas, y cuando ya no nos preocupábamos lo más minimo del vecino de mesa, a quien acertamos a denominar el Comendador... Una noche -las o'iho, poco má.< o menos--. \>of, rriratos de Jeán .Murat, en loo q u e ae a d vierte la varonil prestancia actual de este ifran actor e n pleno triunfo, leías ya l o s d í a s amargos y fiesilusionadus del fracaso que no
Moa«ión de hallamos ccnaudo, entró decidida mujer ya otoñal, 3leganteniente vestida, ^uo .se dirigió al desconocido, llamándole en alta voz: —¡Jeán!... El pareció turbarse. Se repuso jironto, y cedió su sitio a la recién llegatla. Inmed-atamente, uno de los dos argentinos de nuestra mesa nos reveló, en tono contenido y misterioso: —¡Esa es Lily! P^ué una gran mujer. Tiene mucho dinero. Habla varios idiomas. Es muy in'luyente y viaja con gran frecuencia. Dicen que aiituó de espía intema<'ional, y le han puesto un apodo que a ella le molesta mucho: la Mata Hari... Tapadme para que no me vea... En tanto, cl llamado Jeán y Lily departían animadamente. Ella le miraba con aire cariñoso y compasivo. Se quitó los guantes y le brilló un solitario magnifico, excepcional por la pureza de sus luces... Nuestro comensal continuó sus interesantes revelaciones: —Hacia tiempo que Lily faltaba de Parí.-. Somos bastante amigos Sabiendo c^ue ya ha venido, mañana sé donde en<!ontrarla, a las cinco de la tarde. Yo averiguaré quién es ese Jeán. Os lo prometo... cilla
Efectivamente, a la noche siguiente supimos que el af>ellido de Jeán era Murat } que había figurado nada menos que a la cabeza del reparto de un film dirigido [)or un célebre direc-tor, enamorado de sus cualidades fotogénicas. (Aquella éiKwa, no se olvide, era la del triunfo de UJS galanes afeminados). Jeán .Murat, a (|uien se lanzaba nomo uu hallazgo sensacional, fracasó
clolCÚlUílO
eufivjmr ^líuySt Como-'y.
sin más a t 4 ) D u a n t e s que las de su inexperiencia ante la cámara. Resultó frió, bontíso, sin prestancia alguna. La película, cuyo argumento se apoyaba casi por entero en la labor del galán, decepcionó a todos. El famosísimo realizador sufrió tan serio revés en su carrera, que desde en-1 tonces no ha vuelto a producir para el cine. I Fué rudo el golpe para un muchacho como Jeán Murat, guapo y envidiado,—hasta el estreno—, que .se habia visto elegido por un director de talento prepotente y que habia comenzado la senda cinematográfica por donde muchos la terminan... Su dolor fué acerbo y le hizo huir de todos y de todo. Su amiga Lily, que le quería desinteresadamente, quizá pre-iintiendo en Jeán un actor para el futuro, l i b a b a a París con la máxima oportunidad. El galán de tan desgraciado debut en la pantalla pen.saba, incluso, arrojarse a las sucias agua del Sena.. Lily animó aquellas horas amargas de Jeán Murat, haciéndole volver a concebir esperanzas y proponiéndole un plan progresivo de cambio de personalidad—en lo moral y en lo físico—, que fué acepta-
l l r aquí a Jeán Murai en tres de las úHin a s producciones de e s t e admirado actor, dado a conocer en la presente temporada. Arribaj con Marie Glorjr, en 'IM taquimeca se casa». A la ioquierda: con Simone Darrieux, en «Un eierto señor Grant». Y abaim con Man e Bell, en < Cl hombre del Hispano»
por su amigo y puesto en práctica inmediatamente... • • ¿En qué consistió el plan de resurgimiento ideado por la inteligentísima Lily, mujer de superior capacidad, como buena parisien.se?... De ello tuvimos frecuentes y fide<lignas noticias. Jeán Murat comenzó una vida de severo régimen higiénico. .Ma<inigaba mucho y hacía toda clase de deportes violentos. Lily quiso templarle en lo peligroso y audaz, para desterrar de su carácter lo que habia de débil, de egoísta, de refinado; le hizo fuerte de músculos y decidido de corazón. No le consintió un solo desmayo de ánimo. Le hizo tomar el yodo del mar y los rayos del sol, hasta que .se curtió su rostro, antes pálido e inexpresivo... Aquella nmjer de inteligencia maravillosa fué una profesora ideal de eneigía. Po»;o a poco, su dócil discípulo se fué convirtiendo en otro hombre muy distinto. Sus facciones .se iban haciendo i m i ) e r i o 8 a m e n t e varoniles, y sua ojos adquirieron una singular prestancia de mirada después de muchos días de ejerci(;ios ópticos, propios de hipnotizador, frente al espejo, lily le vigilaba incaa->able, para evitar en él ima blandura cualquiera de carácter. Le hizo casi rudo, despreocupado en el vestir. Hasta .se alegró de que un día sostuviera peligrosa pendencia con un marinero fuerte y embriagado, que viéndose dominado echó mano de f>uñal; Jeán, hábil y sereno, desvió «el viaje» del arma y tendió en el suelo, de un puñetazo definitivo, a su agresor... Pasaron tres años. Del Jeán Murat que conocimos en Borras Glacier no quedaba ni la memoría, porque ya la profesión le había olvidado. Su ausencia radical consiguió hacer callar las bocas murmuradora-». Nosotros, la «peña» del restaurante del Fauboui^ Montmartre, supimtjs que era él por la propia Lily, que se acercó a
presentámoelo, llena de orgullo... Bien legitimo, porque la transformación superaba a todo lo imaginable. Jeán volvía convertido en un hombre de complexión atlética, mirada franca y simpática, y rostro varonil. Parecía, eso si, mucho menos joven de lo que era en realidad; pero ello a g r a d a b a a Lily, porque habia comprobado que I O B grandes galanes del cine yanqui tienen o afectan una madurez que atrae a las mujeres mucho más que el exceso de juventud... • • Una nueva vida artística surgió para Jeán Murat. Su reaparición en el lienzo animado fué un triunfo que no le regateó nadie. La crítica apreciaba en él, por cierto, todas las cualidades que habíanle faltado en sU debut, de tan triste memoria Se le llamaba «el galán varonil por excelencia»... Hoy, que es un ídolo del cinema europeo, Jeán Murat no se reconoce a sí mismo cuando recuerda los lejanos tiempos en q u e , dejándose arrastrar por su debilidad, pensaba en un suicidio liberador... ¿Y LUy?... Nada s a b e m o s d e ella. Quizá siga desde un país remoto la trayectoria triunfal de una vida que no es sino la obra maestra de la suya... SANTIAGO
AGITILAR
X la serie de grandes figuras históricas que I J el cinema estA animandu ha correspondido ahora el turno a Paganini, el violinista glorioso. Uno de los mejores timbres de orgullo para el arte del fibn es esa magnífica galería de evocaciones que ponen ante los ojos y el espíritu de los hombres de hoy los perfiles lejanos de los hombres que son ya sombras desvanecidas. Políticos, guerreros, artistas... Los que influyeron en la vida y eo la sensibilidad de los pueblos, los que se destacaron con vuelo de águila sobre el nivel medio de las muchedumbres, surgen hoy, merced a ese vivo milagro del cinema, sobre el fondo mismo de sus horas distantes. Gestos de ayer, músicas de ayer, palabras de ayer.
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prodigiosamente animados por ese arte de encantamiento que es la pantalla. Paganini ahora, como ayer Schúl)ert y Chopín. Paganini soj¿ bre el fondo brillante de los días napoleónicos. La garra del coloso sobre ^ Europa. Una gran figura (Paganini), un gran músico (Franz Lehar), un gran intérprete (Iván Petrovich), se unen en esta nueva cinta, de verdadera jerarquía cinematográfica. Este Paganini ahora creado por la pantalla europea significa para el a censional camino de ésta una nueva victoria. Es una pelicula que cae dt un modo rotundo y total dentro de la línea de calidades estéticas y emotivas que viene caracterizando a la producción de Europa en las más recientes temporadas. Su director, E. W. Emo, realiza en Paganini una gran labor, llena de aciertos técnicos y de geniales intuiciones. El intérprete principal de la cinta, Iván Petrovich, da al músico glorioso toda su grandeza, f todo su impeta apasionado. Iván Petrovich salva con su t«dento de gran actor los escollos inevitables que ofrece siempre la interpretación de un personaje que tuvo vida real. Y un coro de artistas excelentes—entre quienes están Eliza Illiard, Tlieo Lingen, María Boling...—acompaña a Iván Petrovich en la evocación fidelísima y deslumbradora de aquellos días en que el violín del gran músico fascinaba a los salones de Europa. Napoleón extendía su gloria sobre los suelos europeos. Comenzalia un nuevo siglo, y el nombre del gran corso llenaba to<las los labios. Una hermana de Napoleón, Ana Elisa, reinaba en el ducado de Liicca, hacia el que un dia va a caballo Paganini, el violinista famoso en toda l*}uropa. En las cortes, en los ambientes mundanos, en los grandes salones. Paganini es admirado; sus conciertos fascinan, y las mujeres .se rinden a la Iván P r l r o vich. F I genial magia de su arte extracjnUnario y de su leyenda de amor. Ahora actor, en su inhuye velozmente a Lucca, s^uido por dos süldad(js, también a terpretación del caballo. Se le {Jorsigue }x»r ciertas relaciones amorosa.-? que sostiemiuico Paganine con la duquesa de Toscana. Mas Paganini esjiolea frenéticani, en la nueva mente su caballo, y ya se acerca a la frontera de Lucca. .41 ver película que lleva eomo título el que no le pueden dar alcance, los soldados dis|>aran sobre él. Panombre del gran ganini cae del caballo, y sus jierseguidores entonces se lanzan áviviolinifita
n otro criado. Este tarda también en r ^ r e s a r , y entonces ella va por si misma a conocer la causa de aquella tardanza. Al entrar en la hostería ve cómo todos están escuchando, absortos, a Paganini. De r ^ e s o en Palacio, la duquesa Ana Elisa siente que en su corazón el músico ha dejado una huella profunda. Ordena al cortesano Pimpinelli que vaya en busca del artista. Paganini será recibido en Palacio, y en Palacio hará oír las armonías bellísima'^ de su vio'ín. E\ amor va haciendo abandonar a la duquesa sus deberes oficiales. Una dama de la corte, que no vió con simpatía la l i b a d a del músico a Palacio, pone lo que ocurre en conocimiento de Napoleón. Y el emperador, al conocer aquella aventura de su herk mana, ordena que Paganini sea detenido. Bella, la bailarina, no se re^ • signa a dejar de ver a Paganini, y un día penetra en Palacio. Se encnentra alli con aquella dama que avibó a Napoleón. Esta quiere conocer las relaciones que unían a Bella con el violioLsta, y logra que la bailarina le confiese que habían llegado juntos a Locca. Poiie en^^^^ tonces todo en conocimiento de la duquesa Ana Elisa. Y ésta siente que el demonio de los celos se enrosca a su corazón y que u j afán de venganza le llena el alma. Ella hará también que el músico sea detenido. Es ya el gran día en que Paganini v a a tocar en Palacio. Ix)s suntuosos salones se engalanan como en las jornadas de fiesta. L l ^ a n los invitados: palatinos, dignidades, mujeres... Lo mejor de la corte de Lucca está atiuel día allí para oír al músico prodigioso. El Palacio presenta un aspecto deslumbrante. Los rostros más bellos del ducado están allí unidos por el deseo unánime de escuchar a Paganini. Todo son halagos y sonrisas para éste. Se hace el silencio de las grandes emocionéis, y el artista, entre el callado fervor de todos, comienza a arrancar armonías inefables a su violío. En tanto, los soldados de Napoleón han cercado el Palacio y guardan todas las salidas. Ignorante de ello. Paganini acaba su concierto y un clamor de aplausos le envuelve. Va a acercársele un oficial enviado por el emperador y encargado de la detención del músico. Pero la duquesa siente, al ver acercarse ese momento, un último escríipii-
t
Por l u e s cenas de «Paganini» pasa I figura de la duquesa de Lucca, hermana del emperador Napoleón, que estuvo e n a m o rada del ilustre músico
Otra d e las bellas mujeres que en esta nue va gran película e u ropea son c o mo un coro de amor a la figura varonil del gran Paganini
IM nueva—^ cinta repro-|
d uce
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magnífica acierto el am-^ biente de mU gunas corteii europeas dei aquellos prim e r o s día> del siglo XIX^
damente sobre el sitio en que el tiro ha derribado al artista. Al llega:, sin embargo, no le encuen^ ^ ^ H L ^ • ^ tran ya. Al caer herido, logró esconder^ ^ ^ ^ ^ Í — . t t m se en la carreta de unos cómicos ambulantes, los Manzattis. La nieta de éstos es Bella, que baila en los teatros y en los caminos. El alma de la muchacha se llena de alegría al ver en la pobre carreta al músico favorito de las aristocracias. Le atiende cariñosamente. Sus manos, di encantadora suavidad, le curan aquella herida de los soldaulos ¡icrs^uidores. En el corazón de Bella se ha encendido el amor. Llegan a un pueblo, y mediante un ardid se apoderan de los caballos de los ^^^^^^ soldados. Huyen y logran entrar en Lucca, sin que les hayan podido dar alcance. i^Bi Y allí viven las horas felices e ilusionadas de su amor. El violín de Pagamni da una nueva gracia romántica al madrigal que la pareja está viviendo. El lo: ella no puede olvidar lo que Paganmi es en su corazón, y lo salvará. Y arrasmúsico, sin embargo, no acierta a e.\plicart;c algunas ausencias de Bella. Y un trándole fuera de la estancia, I c ^ a decirle que huya, que tiene un coche disdía sale tras la bailarina. Llega hasta una hostería, entra, y ve que sobre un puesto y que si pierde un solo minuto será detenido. Huye Paganini. Hay, efectivamente, un coche esperándole. Sube a él, y prontablado está bailando Bella. Paganini no quiere (jue ella lo siga haciendo, y la to se ve libre de los soldados del emperador, que inútilmente seguirán esperánobliga a dejar de bailar, con la lógica indignación del hostelero. Para calmar dole. a éste, e« el firopio Paganini quien sube al tablado y empieza a tocar el violín. No está solo, sin embargo; de entre las almohadas del carruaje surge, como Tod(ís que<ian maravillados al oírle, l ' n a ola de soberana emoción pasa por por arte de encantamiento, la condesa Juana. Muy bella, muy femenina La el ánimo de los allí reunidos. Cruza por las cercanías la duquesa Ana Elisa de Lucca, la hermana Je Na- condesa J u a n a , como la duquesa Ana Elisa, y como Bella, la bailarina, y poleón. Va con ella Pimpinelli. uu cortesano. Quiere beber algo, y envía un como la duquesa de Toscana, está enamorada de Paganini. Una vez más, el criado a la hostería. El mucha-ho no vuelve, v la duquesa, impaciente, envía eterno femenino se asoma a la vida del artista.
^üf^tr
1 ^
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SI mmmmi La obra maestra de JACQUES FEYDER, el mago de la cinematografía francesa. Esta producción, en la que destacan como en niguna MARIE BELL, PIERRE RICHARD-WILLM y FRANCOISE ROSAY, ha sido conceptuada mundialmente como el mejor film europeo del año.
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QUEMA
Apasionante producción interpretada por
WILLY
FORST
e HILDE
W A G E N E R
Pocas producciones como ésta captan el interés y la emoción en sugestivas imágenes de gran ritmo cinemalogiáfico.
Una interesante pelicula que nos recuerda el del tristemente célebre caso de
T
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I
S K
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Con
VÍCTOR BOUCHER, MONA G O Y A Y ALICE TISSOT
if^üceimr CAPITOL
p r o v e n í a
2 9 2
BARCELONA
El gesto de Boyer, su ademán sobrio, su voz profunda, impregnada de cálidos acentos de sinceridad; sus ojos, semientornados casi siempre, como para velar un poco la lumbre dramática, son excelsas cualidades de actor que le sitúan, hoy por hoy, en un camino cuya meta alcanzó Emil Jannirvgs. Aunque tal vez a Boyer le sobren aristas y dureza que ie impidan llegar a la ternura de El último y a la conmovedora ingenuidad de Jannings en las primeras escenas de Et ángel azul. Con Boyer triunfan en esta comedia dramática—¡ay, cómo El gavilán recuerda el teatro, siquiera sea buen teatro!—Natalie Paley, George Grossmitb y P. Ricardo Wellin. CAPÍTOL
"Carolina" Prejuicios de familia encerrados en una vieja casona que se va desmoronando. Ruina moral y material. Viejos que se aterran al recuerdo y se empeñan en revivirlo en medio de un mundo hostil. Pobreza vergonzante. Orgullo. Y la juventud enamorada que reclama sus fueros. ^ Todo esto es agua pasada en los mo- ; linos literarios. Tema tópico al que han' recurrido los autores siempre que no te- •
colorido, canciones y coros, en los que se manifiesta el alma irredenta de la raza negroide, y un idilio sencillo y conmovedor entre las fuerzas que simbolizan el porvenir. Película agradable, en suma, valorizada además por la genialidad del veterano Lionel Barrymore, la delicada sensibilidad de Janet Gaynor y la galanía de Robert Young. HGARO
"Neblina" Una película folletinesca de lo mejorcito del género. Emoción, misterio y hasta espiritismo. Los incondicionales del film policíaco no quedarán defraudados. Y como cualidades objetivamente cinematográficas, señalamos la excelente fotografía, y el vigor y rapidez de la acción. TIVOLI
"Cantos tiel infierno" L,os escritores cinematográficos inde-; pendientes han presentado esta semana^ un estreno riguroso, y con él una de las últimas y más bellas creaciones del'
Kicliard liarlheliness, prolagoiii-ta de - Masfarre- La uialaiiza,. ipie »e estrena niuñana lunes en el Cine Fígaro
PALACIO DE LA .MÚSICA "El gavilán-'
•
I::LE descuidarse en el cinema el estudio de caracteres. La mal entendida velocidad de las imágenes pasa como un relámpago por los dominios del espíritu: deslumhra con frecuencia, sin alumbrar casi nunca. Y es que se confunde la rapidez con la superficialidad, y, por no caer en lo profuso y lento, se viene a dar en lo anodino. Y, sin embargo, hay un término medio—sazón artística—que sin renunciar a la nerviosa agilidad propia del cinema, pone de pie la Ifnea hoñzontal y la hinca en el corazón de los personajes hasta calar en lo más hundo, allí donde palpita el secreto y el móvil de sus pasiones. Claro que esto es difícil; más difícil que sorprender fuerzas naturales en pleno dinamismo. Pero el arte, el buen arte, es eso: dificultad, lucha y triunfo logrado a fuerza de incursiones audaces al Tiundo espiritual. t na incursión de éstas al alma contradictoria de un hombre fuerte y enamorado LS El gavilán, film que descri-
S
be con aguda perspicacia paisajes interiores, y nos brinda el hallazgo de un carácter, de todo un carácter, en el que se amontonan—realidad humana—sombras y luces, tormentas y vértigos, contradicciones y gallardías; vibración, en suma, bastante más emotiva y ejemplar <pie la que pueden ofrecer todos los fenómenos físicos de la Naturaleza en acción. Sólo aquella escena en que el protagonista, el hombre fuerte—débil por el amor—vuelve triste y vencido a escucha-- su sentencia de muerte—luego es vida—de labios de la mujer amada, vale p.ir todo un curso de cinema psicológic:>... y espectacular. Porque el buen arte suele, p.ir añadidura y sin ^ Colette Darfeuil y Simone Deguyse, primeras figuras d é l a divertida pelicula <KI difunto TurpineU, que se estrena en la pantalla del Cine de la Prensa mendigarlo con toipes concesiones, ob-; tener la adhesión fervorosa del público. cinema sin palabras. La falta de espacio nían nada original que ofrecernos. me impide comentar como merece un Charles Boyer realiza aquí una creaPero ya se sabe que un buen artista esfuerzo genial realizado con los eleción pareja a la que admiramos en l.a \ puede construir, con los materiales más mentos más parcos que pueda pedirse; batalla. Este galán, galán, no, primer humildes, una obra estimable. Y así tres hombres y una cámara. El cine actor dramático, es acaso el artista más ' ocurre en Carolina. Su realizador, sus mudo había llegado a la perfección. Lo singular de la pantalla europea. (Ya ha intérpretes y, en mayor grado aún, el que vino después todos lo sabemos. El vuelto a Francia). Su arte es inconfunambiente y la cámara, han remozado el cinema se perdió a sí mismo y todavía dible y su fuerza persuasiva no tiene asunto y le han prestado positivas cuano se ha encontrado del todo. igual. Trasmite la emoción con la inlidades cinematográficas: deliciosos paicontrastable y fatal eficacia con quesajes, una visión fabril de intachable un cable eléctrico trasmite la energía, i destreza, evocaciones plásticas de gran ANTONIO G U Z M A N M E R I N O
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N A G Y
en u n . cr«.cl ú a llena lie * r . c i . y < . n t . s i .
MATANZA) Intérpretes:
RICHARD BARTHELMESS ANN DVORAK Un film palpitante, de honda emoción, de cálido interés j
Q e r á estrenada próPATROCINADO POR EL 6RUP0
NUESTRO CINEMA
ximamente en la pantalla
madrileña.
En torno de nuestras críticas
A
nos ha hecho notar que nuestras criticas parecen una sección de consejos. Xos damos perfectamente cuenta del tono irónico de esta observación. Pero conscientes de la labor que hemos emprendido en estas páginas
LGUIEN
de
no dirigidas solamente a los concursantes, sino a los que, alejados del ambiente favorable de los clubs, tengan necesidad de un consejo desinteresado y nolile. No pretendemos el tono paternal, ni el título de maestro; pero si el de amigo de todos los verdaderos cineastas amateurs españoles.
CINEORAMAS,
intentaremos, no una excusa, sino una justificación de nuestro punto de vista, escogido con toda premeditación y convencidos de contribuir de esta forma, aunque modestamente, a la labor de educación c i n e m a t o g r á f i c a emprendida por los clubs y abortada bárbaramente por los mismos «críticos» que nos «critican». Hay una posición^— adoptada cou entusiasmo por estos últimos— que consiste en creer que el crítico debe solamente criticar, es decir, sacar a relucir los defectos con la furia de un toro que arreme te sin miramientos y por puro instinto animal. El espectáculo no puede ser más deprimente. Todos sabemos que en los concursos, sean de la especie que sean, «.Mrmortigo*, de Delmiro de Caralt suele presentarse, en profusa mezcla, lo bueno y lo malo. Y todos sabemos también que el Segunda sesión de fallo del IV Concurmayor beneficio de los concursos no es la consaso de cinema c a m a t e u r a l C. E. de C. gración de los buenos, sino la oportunidad de ¡Vaya éxito el de estas sesiones! Los que, como «descubrir» a nuevos valores que por ser «nueconsecuencia de la primera sesión—reconocemos vos» no son lo perfectos que todos desearíamos. ¿Qué instinto inconfesable empuja a estos «críticos» en arrancar de cuajo las ilusiones de tos concursantes juveniles? .Vosotros también señalamodefectos. Es verdad. Pero nos aventuramos a aconsejar, con la esperanza de ser ú t i l e s . CINEORAMAS publica esta Sección amateur para «creai*», no para destruir. Y como estamos convencidos de que los defectos que señalamos en nuestras críticas son los mismos que descubriríamos en films de los muchísimos aficionados que «no» se presentan a los concursos, tenemos la pretensión —perdonable pretensión—de que sirvan de ejemplo. La gran difusión de estas páginas por toda España contribuye a estimular este sentido de utilidad que pretendemos dar a nuestra labor. He aquí el porqué de nuestras criticas. Del (iliii inédito t.\ hombre int|>OHante•. realizado por Domingo
que monótopa, pero ya decimos las razones que tiene el Jurado para disponer las proyecciones por grupos de un mismo tema—, pronosticaron la desilusión de los que por primera vez se enfrentaron con el cinema amateur, no han podido ser más oportunos... Los únicos desilusionados son ellos, ya que no solam.ente nadie ha dejado de ir, sino que, por el contrario, fueron muchos más los que pretendieron asistir a la segunda sesión. Y det cimos «pretendieron», I k porque no lograron su * P propósito por estar ya repleto el local de la Sección de Cinema de C. E . de C. No son los ai-ticulistas interesados en el fracaso de estas sesiones los que lograron mermar el interés del público por ellas. En todo caso, serán los mismos organizadores los que, obligados por el excesivo éxito que tienen, no tendrán otro remedio que el de limitar, d e ' una forma u otra, la entrada del público a las sesiones. Aglomeraciones como las del jueves pasado no pueden ser permitidas. Ni los que están derechos y amontonados pueden v e r los films, ni los dejan contemplar, con el mínimo de comodidad exigible, a los que han logrado, con anticipación, asegurarse el asiento. El tema de esta sesión era el de «argumento». Y los films se proyectaron, previo sorteo, por el siguiente orden: Qw es Marlin?, El Cavaller de la Eosa, Arquimedes, La tragedia de Cordelles, María Cinta y Epjo també vuÚ ésser un fugitiu! ,
Quí
(Giménez
EB MARtiÍN?—Los
in-
tentos ambiciosos abundaron en esta sesión. Pero no basta a los aficionados la noble ambición si no va controlada por el conocimiento exacto de sus posibilidades. Y una de las imposibilidades, que los autores de este film probaron inútilmente de vencer, es la sonorización de un film a base de diálogos impresionados en discos. Si siempre es preciso al buen cineasta vigilar todos aquellos detalles de sus films que puedan producir al espectador una sensación pueril por demasiado ambiciosa, o grotesca por buscar con exageración lo sublime y grandioso, es en este caso muy recomendable el no fiar a un diálogo
tómente al cineasta a los «planos generales». Y e s t a preocupación «decorativa» es en el film que nos ocupa la causa de su teatralidad excesiva. LA TRAGEDIA DE CORDELLES.
Del film « F o l k l o r e , <le Agustín F'abra
sonoro, que nunca coincidirá con la imagen, la misión de explicar la t r a m a del film. Por eso no podemos decir el argumento de esta cinta. Terminaron los dos rollos que lo componen sin que los espectadores hubiesen logrado penetrar en el asimto. Uno de los autores, interrogado para que nos explicara el argumento, nos comunicó simplemente: «Es uu film policíaco... Hay un poco do misterio...» Realmente, debe existir misterio. YA misterio del argumento. E n resumen, un esfuerzo estimable por parte de Los Amigos del Cinema, de Sabadell, pero desmerecido por las razones anotadas y por su irregular calidad fotográfica.
te de Talía. Es una verdadera lástima que todo el enorme esfuerzo que representa la realización de este film no hubiera sido aprovechada por una cámara más viva, más real. La «composición» de las escenas, en el sentido pictórico y plástico, siempre será un escollo para la acción de un film. Detiene el movimiento, alarga innecesariamente las escenas, impulsa inconscien-
Con la C á m a r a Sonora
de 16 " / m
E L CAVALLKR DE LA R O S A . —
Una simple anécdota sii-ve para presentarnos, con excesiva profusión de escenas, un día de mercado. La trama es demasiado diluida para interesar y se pierde y .il. .rga con demasía entre los detalles de los vendedores y de las charlas interminables de dos viejas. Las muchas calidades fotográficas de este film forman un reportaje de un día de mercado, que las condiciones de cineasta que demuestra el autor podrían convertirlo en excelente con una cuidada selección de escenas. ARQUÍMEDEB.—He a q u i un nombre que por su grandeza asusta a todo artista que lo intenta explicar. Y he aqui también a un cineasta amateur que no se ha asustado delante de un tema de tales proporciones. Reconozcamos la noble intención del autor; pero reconozcamos también que el asunto sobrepasa de mucho las posibilidades de un simple amateur, lia trama argumental intent a la explicación de los descubrimientos científicos y matemáticos del célebre sabio de Siracusa, y siempre estas explicaciones, ayudadas por breves palabras de un speaker, son dignas. Pero las escenas acusan de tal manera el sentido teatral que el autor tiene del cinema, que más que un film, el espectador tiene la sensación de ver una representación del ar-
Podrá usted montar su propio «Estudio» estilo Hollywood, p u d i e n c o producir palfcuios «estupendas»... Escriba u s t e d mismo sus guiones y planee sus «escenarios»... Acttjeusted mismo d e «Director»..., y hasta filme usted mismo la película..., con sonido... ¿Listos?... {Que empiece el rod a j e l . . . {Y por ser la nueva cámara s o n o r a RCA, los resultados tendrán un carácter «profesional» que asombrará a sus amigos y a usted mismo!...
mi
¡Yo TAMBIÉN QUIERO SER UN
FUGITIVO!—Proyectaílo en último lugar, fué, sin duda, el mejor film de la noche y uno de los mejores realizados, dentro del campo humorista, hasta la fecha. Lá calidad del humor que rezuma a lo largo de esta obra tiene un marcado sabor de Rene Clair. No pretendemos hacer comparaciones; pero ponemos toda nuestra conciencia en hacer esta afirmación. Basta paia d e m o s t r a r l o la explicación de una de las innumerables escena,s. Un preso — inefable preso—logra, al aire de un vals, cortar los banotes de la ventana de su c e l d n . ¡Va a ser li-
Barquillo, Paseo de G r a d a ,
Siu
otro interés que el de lograr un film divertido con el aprovech a m i e n t o de elementos que el autor tuvo la o p o r t u n i d a d de disponer—docenas y más docenas de b i c i c l e t a s — , su productor nos presenta una graciosa parodia de una tragedia conyugal, en la que sólo encontramos excesiva la tendencia de aglomerar el humorismo en los títulos explicativos. Podríamos decir que un film es tanto mejor cuanto menos literatura se introduzca en su desaiTollo. Es decir, las situaciones cómicas deben buscarse en ta acción, en las imágenes no en letreros. Y en este film abunda, entre situaciones verdaderamente humorísticas por sí mismas, esta clase de literatura que puede hacer creer en una falt a de sentido cinematográfico. MARÍA CINTA.—Es un film que demuestra ser el primer intento cinematográfico de un autor alejado por com[)leto de los medios amateurs, y, por lo tanto, realizado con aquella inapreciab e ingenuidad de los fihns que hoy se proyectan en algunas sesiones bajo la denominación de «celuloide rancio». Un film realizado con una simple camarita de manivela, que con una irregularidad fotográfica realmente mala nos explica una historia rural llena de un dramatismo muy divertido. Delante de producciones como la que nos ocupa es cuando apreciamos en todo su valor las sesiones que organizan en distintas poblaciones alejadas del ambiente amaieur, los elementos de la Sección de Cinema del C. E. de C , en las cuales dan a conocer a los principiantes liis mejores cintas rodadas.
29 :: Barcelona
bre! Pero al intentar salir se da cuenta ne que llueve, y exclama, desilusionado: «;Cualquiera sale con un tiempo así!» La acción del film es homogénea y es explicada con toda corrección y agilidad. En resumen: un film excelente, que demuestra las grandes calidades de cineasta que el autor posee, y que el público premió con grandes muestras de aceptación al final y en algunos puntos de su desarrollo. DOMINGO GIMÉNEZ
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, iiiien realidad. ciada quién sabe . pas y abrigos de astracán. . . . . \ • y -r :.\mañaiías. en tanto que p -r la> i ñ o , el ban las pieles pr'' • • - '. lisói, iremos renard... Si reíle\ ua pjc ia deducción de - ad<4>tar esta dei Con unanimidad ¿t lu». n u t r i :i la mujer. no han hecho sino tomar \ení,'an/a de la p. ati. • - prestaron al,. para capas y al»rig<ji Ue pici, ea tanto ij lían su preferencia a la e.vhibi^ i - -[vir.i todas las horas liel di Digamos también i • moda por esta temporada no h.i sibles variaciones en la línea di - . ,.¡ > .c los abrigos, ha hecho posible esta uiuformidad, que como nota saliente de la < i •• •. '. • de París dejamos consigixada • • 1.a pequeña toca redonda siguí- •tnrando li as. v muv .te las
que llevan como adorno el pompón característico de los s de ciertos grooms. Estos ritos, tan graciosos y tan cedores. dan al rostro de la mujer un aire juvenil y permiten ser llevados de mil modos diferentes: inclinados sobre un .endo una oreja, coloca «ntalmente sobre las t etcétera. . \ la boga ex ría de estos gorritos ha «.ontribu: -i", duda alpuna. la ' '.plementf Í!idi>iH-: -
Para los trajes de teatro siguen en pleno auge el terciopelo y el crespón, predominando siempre las
les o las pequeñas compras los bolsillos de box, que se llevan sujetos por el asa metálica, como cl «.artapacítj i n coác>¡»éi! Para la u».-Ji. v^..::;;:':-- ta ooga
tunalidades soinhrfas. En ellos prosigue c ! triunfo de las largas faldas, que dan a la silueta un perfil señorial y exquisito, y las breves chaquetitas de paillettes o de satin radiante, que velan a los ojos demasiado curiosos o a las miradas excesivamente indiscretas la desnudez casi absoluta de los torsos femeninos, cuya blancura y nitidez vuelven a realzar los suntuarios collares de perlas, que ahora recobran su pasado prestigio.
triunfal de los l)r>lsos
.Titiio-
pe, de uu solo color, armonizando siempre con el del traje, y que suelen portarse bajo el brazo, como una cartera mini.sterial. ¡El sombrero de noche va a morir! Reconozcamos que el arte de los peluqueros ha alcanzado tal perfección y produce tales obras maestras, que, a decir verdad, el ocultarlas bajo un sombrero, por muy bello y elegante que éste sea, es casi un crimen de leso arte. Por otro lado, y dada la tendencia actual de nuestros trajes de noche, la figura femenina alcanza su máxima expresión de belleza cuando está rematada por un atractivo rostro enmarcado en una cabellera artísticamente peinada.
Decíamos en una de nuestras recientes crónicas que la mujer sigue rebelándose en cierto modo a la incondiciorval adopción de las modas en todo aquello que no desvirtúa las líneas generales de las creaciones, y se permite, con audacia hasta ahora poco frecuente, solicitar de sus modistos modificaciones qu satisfagan sus caprichos pers,. nales. Puede, pues, afirmars que en muchos casos los detalles complementarios que solemos admirar en este o aquel vestido, y cuya originalidad sorprende y encanta, no significan un acierto del creador del modelo, sino la expresión del gusto depurado de la dama que lo luce. No podemos asegurar
m^
que esta innovación, tal vez ya demasiado extendida, produzca siempre resultados felices; pero sí afirmamos que en ocasiones determina efectos bellísimos e insospechados.
En otro lugar dejamos dicho que, en general, las róbe^ wi teatro son realizadas preferentemente en tejidos de color apagado, y puede afirmarse que esta tendencia se ha extendido en general a todas las modas de la estación próxima a morir. A tal punto ha llegado este favor de los colores sombríos, que su influencia alcanza incluso a las medias «de dia». cuyo color suele ser entre marrón y gris.
Y ya que siquiera sea de pasada hemos hablado de las medias, dediquemos ahora algunas líneas al calzado. Resulta curioso obser\-ar cómo la altura de los tacones aumenta gradualmente a medida que el día avanza. Por la mañana, el tacón del zapato «Richelieu» mide cuatro centímetros, si el calzado se dedica a la práctica del deporte, y cinco, si se trata de hacer jooting; por la tarde alcanza ya una altura de seis centímetros para los zapatos usuales; en cambio, para la noche no hay prescrita ninguiia altura determinada, porque ella depende tanto del capricho como del equilibrio de la dama que los haya de lucir. Hagamos constar que para las rObes de soir empieza a decaer el auge de las sandalias, ya demasiado vistas, .\hora recobran de nuevo su pasado prestigio los zapatos, en sus mil sugestivas y diversas formas, y con adornos discretos y no excesivamente llamativos, toda vez que los trajes, según ya hemos dicho, no suelen ser de colo• ^ res demasiado fuertes.
Siguen indicándose para los pas.
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ESPAÜIOL
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EN
i/isión ciÑegai
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DUAAA Supervisión c/e ABEL GANC
\ / ^dmi cunibie d£ la ci PERMANENTE NATURAL INOFENSIVO. El L á p i z
permanente
Milady, embellece la
mujer
propia
como
a la
naturaleza.
VENTA E N P E R F U M E R Í A S Estuche . . . Ptas. 3.Estuche barrita recambio. . . » 2.— (Tonos: claro, mediano y oscuro) Exija en todo envoltorio el nombre registrado "Milady". L a b o r a t o r i o s A. Puig Valencia, 2 9 3 - Barcelona lio
MARIANNE (Madrid).—Encantado con poderla contestar a todo cuanto me pregunta, y puede usted seguir escribiendo, pues nunca me molestará. Las direcciones que me pide son: Antoñita Colomé, Montaner, 130, Barcelona; y Lina Vegros, Pelayo, 19. Madrid. Está simpatiquísima lectora desearía saber la letra del vals Danubio azul y el fox de la p.;lícula española / Viva la vida! PALOMA (Madrid).—La dirección de Benito Perojo es Rosario Acuña, 13, y la de Luis Fernández Ardavín, Avenida Stadium, 4; los dos en Madrid. J U A N GALDÓS (Lugo).—Vn argumento es el tema, el asunto, la idea que tenga usted de una obra para después desarrollarla. Una vez te.minada, se suprimen o aumentan pasajes de la misma a gusto del encargado o encargados de darla carácter cinematográfico, haciendo la «continuidad» y el diálogo. Esto es la adaptación cinc, matográfica. ¿Me comprendep
(Málaga).—Norma Shearer nació el 10 de Agosto de 1904, en Montreal (Canadá). Tiene cl pelo castaño y los ojos azules, y mide 1,59 de estatura. Casada, en, 1927 con el productor cinematográfico Irving Thall>erg. otra pregunta la paso a l;i Sección correspondiente, y no puedo contestar afirmativamonte. si logrará sus deseos. S C H U B E R T ( E L CHICO)
ANTICUARIO NÚM. I 3
(AU-
cante).—Ix^rctta Voung nací' en Salt Lake City (Utah). Su nombre es Gretchen Young, Tiene los ojos azules y pelo castaño, y mide cinco pies y tres pulgadas de estatura. Es hermana de Polly Ann Young y Sally Blanc, también artistas de cine. Puede escribirla a I^ox Studios, 1.401 N. Western Avenida, Hollywood. (California). I'NA CHIQUITÍNA (Santa Marta).—Muy agradecidos a sus elogios. William Powell nació en Kansas City, el 29 de Julio de 1892. Tiene el pelo y los ojos castaños obscuros, y mide 1,74 de estatura. Ha impresijnado innumerables películas; pero para satisfacer su curi jsidad le daré algunos tftul ,s: Sherlock Holmes, El legado ¡alal, Beau Geste, La última orden. La nieta del zorro, Beau Sobreur, Caras olvidadas. La Venus de Venena, Las cua,ro plumas, (Quién la mató?. El enemigo público núm. i. La sombra de la ley. La calle del Azar, El gigolo. Un caballero de compañía, etc., etc. üivoiciadü de Carole Lombard. La letra de la canción que desea sabor es como sigue: Tu mano blanca déjame, mujer, —que tu buenaventura quiero leer.—Vestida estás de
campesina; —mas por la mano se adivina.—Otro destino. Véjame ver.—Tu destino es ignorar.—El sufrir y el trabajar.— No me lo puedes negar.—En tu mano está.—Veo un galán conquistador,—que te ofrece su esplendor:—mas no has de vender »M amor.—En tu mano esiá.— Sangre de gitanos en .us venas— teo correr.— Un zíngaro errante en tu familia—halló un querer.— V por eso con razón—llevas en el corazón—encendida una pasión.—En -u mano está.—A tu vida llegará—itn hombre que te traerá—toda la felicidad.—En tu mano está. (Rosita Moreno.) Me gustarla saber—cómo lo he de conocer. (Otra vez José Mójica.) Que esta noche lo has de ver.—En tu mano está.—Corazón que expiras.—Un amor que ha de venir.—Has de conocerlo en el compás —de tu latir. ¿Contenta, «pequeña»? CARMEN RIVAS (Madrid').— Si yo tuviera un millón. Directores: E'uest Lubitsch, Noiman Taurcg. Sthephen Roberts, Noim i n Me Leod, James Cruze, VVii:i;im A. Seiter y H. Bruce Humbei stone. Reparto: Gallagher:Gary Cooper; Violet; Wynne Gibsju; Eddie Jackson: George Raft; El empleado: Charies L.aughton; John Glid-
CINEMATOGRÁFICA H. DA COSTA
PRESENTA
EN
EL
CINE
li •
den: Richaid Bennett; AluUigan: Jack Oakie; Maiy Wallace: Francés Dee; Enry Peabody: Charlie Ruggles; Emily: Alison Skipworth; Rollo: W. C. F'icids; Mrs. Peabody: Mary Roland; O Brien: Roscoe Karns; Mr. Walker: May Robson; John Wallace: Gene Raymond; Zeb: Lucien Littlefield. Lo que no puedo contestarla es a las partes de la película que fueron dirigidas por los directores arriba expresados. Gracias por su gran interés por CINEDRAMAS. UN
ASTURIANO D E A V I L E S . —
En concreto no le puedo determinar el director que contrata. Como usted comprenderá, el director que va a realizar una película contrata lo mismo a aspirantes que a profesioiwles; siempre ajustándoles a los respectivos papeles que piense desarrollar en su film. Son muchos aspirantes los que debutan con gran éxito. En esta misma Sección doy dos señas de otros tantos directores, y, por lo tanto, puede probar..., ¡y buena suerte! UN
ENTUSIASTA
DEL
VALS
(Teruel).—Crisis mundial: Mery: Antoñita Colomé; Pololo: Miguel Ligero; Julio Lonaty: Ricardo Núñez; Ferdinando
Martini Martinelli: Alfonso Tu déla; Herbert Parker: Linare.Rivas; Vampiresa: Laly Cadierno; Barman: Perico Chicote; Gerente del Hotel: Carlos de¡ Pozo. Director, Benito Perojo E. Royan, de Madrid, le en.vi.\ la letra del vals El girasol: Soy un girasol que al renacer—de la alborada al fulgor—busca una ilusión de amanecer—y una caricia de amor.—Soy un girasol que al resurgir—la noche y su obscuridad—dobla su anhelante cabeciía—y Ilota su soledad.— Voy tras de un amor—sin encontrar—las huellas de ese mi amor.—Sueño en mi ideal, y ai despertar—sólo me espera el dolor.—Pobre girasol, que siempn va—dando su rostro a la luz,— pronto doblará su cabecita,—perdida la juventud,—la juventud Fin.-En su nombre y en el míe le damos las más expresivas gracias, ¿verdad? E. RoYÁN (Madrid).—PAra que le manden ese argumento es preciso antes saber su dirección, ¿no? .\IARJO.—La biografía completa véala en el n'úmero 21 dt CINEGRAMAS. Esa letra que mi pide creo no es de ninguna pe lícula, ¿verdad? URANIO (Irún).—L.as señas donde debe dirigirse es a Ro sario Acuña, 13, Madrid. Son tres los films que va a realizar El primero se titulará Rumbo al Cairo, y el segundo, La verbena de la Paloma; el otro, cuando escribo estas líneas, aun no lo sabe ni él siquiera.
EN
It
m—=-
RO YA L T Y
M A Ñ A N A LA
LUNES
NOTABLE
PRODUCCIÓN FILMOFONO
HIJA DEL REGIMIENTO la mós original creación de A N N Y O N D R A , con PIERRE RICHARD WILM y C L A U D E DAUPHIN
INSTANTANEAS
G
Swanson acaba de conmover al juez de I ^ s .\ngeles. Sus declaraciones en contra de Michael Farmer, su cuarto marido, hizo que aquél le concediera el divorcio. Y cualquiera se lo hubiera concedido al oír de labios de Gloria «que Farmer era cruel, se embriaga, tenía celos y un carácter de los mil demonios...» Los esposos anteriores de la bella y madura Gloria fueron Wallace Beery, Herbert Sombom y el marqués de la Falaise.
SI MlwUú^ ÍIII.
^ ^ ^ ^ ^
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LORIA
Después de largo noviazgo se han casado Juno Knight y el rico Paul Ames. A los doce días de vida matrimonial, June anuncia que se han separado, y es probable que se divorcien ponpie él la trata con mucha crueldad.
Una
comedio-vodevil
de
Dos «tviuditas» de Tupinel, el «(donjuanesco» serio y alegre al mismo tiempo. Dos maridos celosos hasta la e n a jenación mental y un amigo que todo lo e n r e d a .
• •
Cecil B. de Mille ha dn.-.rado que el director más grande do la pan talla norteamericana en los últimos diez años ha sido David Wark Grif-
alto
comicidad.
Una
carcajada
constante.
SENOS
ImnUai, IwHititiMw, Pltatot MHUN .1 Ultlco producto q u f e n (loft m^sec asmrura el dMnrollo fl lu flrnirrii «Wl' pDfctio 1 « h o i lBln n pfHuJIt l u d . Apri.IuKlti e w lap o rHlud. m n Al) oUbllidadM mMku. J. BATI^lirm.,
blico seriede éstos, mientras admira en silencio los que no hacen ruido. ¿Entendidos?
B fniaca e o n f o l M o p l j s II. - D c p o a i l o general para EMNifta : RAMtSÑ . S A L A , e . P a r i a , IM. Barodona. — Oayoao. Arenal X
COLORES DEL
ROJO ÁNGELUS
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FLEXIBLE DE
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Tom Mix vuelve una vez más a la pantalla. Ha firmado contrato con la empresa independiente Mascot Productions, para filmar quince películas de cow-boys.
LA
LABIOS, EXAL-
TANDO
R i c h a r d Dix ha debido comparecer ante los bdríil Tribunales p o r Y i o d a t principales farmacia». a c u s a r l o Winifred Coe, su ex esposa, de que sólo ha recibido i.0.000 dólares, en vez de 150.0(X) que le habia prometido...
VIDA
Ya no demuestra Kay Francis el mismo entusiasmo por Maurice Chevalier. La interesante estrella recibe las atenciones diarias del doctor Branch, conocido médico de la colonia cinesca.
NATURAL
lOUlS PHILIPPE
ISrigitte llelm es una automovilista audaz que la apasionan las grandes velocidades. Por esle motivo ha tenido serios percances; úlliniamente, un atropello grave, por el cual el Tribunal dr Berlin le ha condenado a dos meses de cárcel. Hela aquí comentando la sentencia, con Dorothea Wieck y Pierre Klanchar
ñola, ya está sufriendo en Hollywood las primeras torturas de los tesis inevitables. La cambiarán el peinado, la suavizarán el cutis y hasta la retocarán las pantorrillas... ¡La dejarán como nueva! Y no porque la deliciosa artista necesita arreglos, sino sencillamente porque las estrellas
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Busby Berkeley, director de bailes, asegura que los besos sonoros son de resultados contraproducentes. Y se basa en el hecho de que el pú-
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de Hollywood han de ser y parecer como Hollywood las quiere. ¡De fabricación californiana!
l.a más reciente foto de Creta (iarbo, en la que la genial estrella muestra su rostro en franca sonrisa, sin perjuicio alguno • los cánones cinematográficos
Travis Bantón, modisto de la Paramount, ha declarado que la actriz que mejor viste eo Hollywood es Carole Lombard.
Se va a filmar por el productor Edward Small la vida de Cristóbal Colón. Seguramente, a estas alturas nos van a descubrir quién fué Cristóbal Colón, y a lo mejor resulta norteamericano. Greta Garbo filmará Anna Karenina. La famosa obra de Tolstoy ha sido adaptada al cine por Cleraence Dañe y Sulga Viertel. Y la dirigirá Roubén Mamoulián, el mismo apasionado director con el que Greta estuvo a punto de casarse no hace muchos meses... Una inslaiiláiiea de Dolores del Rio, acompañada de su marido, el director O d r i c (libbons, en el aeródromo de Los Angeles
Rosita Díaz Gimeno, la diminuta actriz espa-
Anna Sten (la sugestiva intérprete de Nana \ de Vivimos otra vez) va a ser ahora la ¡irotagonista de Su norhe de bodas. Con Ralph Bellamy. Así lo ha decidido Samuel Goldwyn. Por cierto que éste, después de haberla tenido en una casi absoluta reclusión durante un par de años, ya la permite que se presente en público y vaya a algunas fiestas, con tal de que lo ht^a siempre con su l(^ítimij esposo, el doctor Frenke, que para eso vino a Hollywood.
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P O L V O S Y C O L O R E T E Permanente L Á P I Z DE L A B I O S S u p e r p e r m a n e n t e Basta usarlos una sola vez p a r a conservar todo el día un rostro precioso. Los más fijos, suaves y adherentes que se conocen. Dan a la c a r a un aspecto juvenil y distinguido que resiste durante muchas horas el sudor, el calor y el viento. El supermaquiilaje que se impone en todo el mundo.
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DICCIONARIO
DERMATOLÓGICO
Las diversas afecciones de la piel y los medios de combatirlas con los Preparados de Belleza '^CARPE'' adecuados para cada caso
ARRUGAS Son debidas a la falta íle nutrición de las capas internas de la piel, que provocan el encogimiento y relajación de los músculos. F.mplécse la Crema Nuiriliva Esencial "Carp e " cada noche y cada mafiana on abundancia, en forma de masaje, dejándola cl mayor tiempo posible sobre la piel; seqúese después con una Gasa Facial " C a r p e " y apliqúese el Nuevo T ó nico Facial "Carpe". ACNÉ Es una innamación producida alrededor o en las mismas gbándulas sebáceas de la piel. Se combate eficazmente con la Crema Irradiada de Limón "Carpe", la cual estimula las glándulas sebáceas, limpia los poros de la piel y actúa de suave astringente. BARRILLOS Son producidos por la grasa y la suciedad acumulada en los poros de la piel. Úsese el Cold Cream Liquido "Carpe", que limpia la piel mejor que cl agua y jabón, porque penetra basta cl interior de los poros y saca a la superficie la suciedad acumulada en ellos. En casos rebeldes, la Crema Nutritiva Esencial " C a r p e " es de resultados infalibles. Para volver a cerrar los poros apliqúese el Nuevo Tónico Facial " C a r p e " , después de usar cuahjuicra de dichas cremas. CUTIS GRASO Es debido a una supcrsecrcción de las glándulas sebáceas.
No debe usarse ninguna crema grasa, excepto el Cold Cream Líquido "Carpe", para limpiar bien la piel. En cambio, debe emplearse cada noche y cada mañana el Nuevo Tónico Facial "Carpe". Como única crema de día se debe usar la Nueva Crema Volátil " R o s a " " C a r p e " (Seca), y en lugar de Polvos, el Esmalte Nacarado de Rosas "Carpe".
Los lavados con Loción para los Ojos "Carpe" y el uso de la Sombra para los Ojos "Carpe" quitan la irritación, fortalecen las pestañas y e^i^tan su caída.
CUTIS SECO
CUTIS DESCOLORIDO
Indica una falta de secreción de la piel. Se combate usando cada noche y cada mañana la Crema Nutritiva Esencial " C a r p e " en abundancia y dejándola actuar el mayor tiempo posible sobre la piel; después de lo cual, y solamente una vez al día, se debe usar con moderación el Nuevo Tónico Facial "Carpe". Antes de empolvarse, conviene siempre untar el cutis con la Nueva Crema Volátil "Blanca" " C a r p e " (Grasa) y usar lo.s Polvos Faciales " C a r p e " con preferencia a todos los demás.
Si es debido a causas internas, conviene consultar en s<^gui(la al médico. El empleo del Maquillaje Pormanenle "Carpe", compuesto del F.smalle Nacarado de Rosas, Colorete Natural y Lápiz de Labios, conservará durante todo el día un cutis fresco y precioso.
CUTIS IRRITADO La Crema Nutritiva Esencial " C a r p e " es lo mejor en estos casos, pues actúa sobre la piel como un verdadero bálsamo. Por la mañana, un poco de Nuevo Tónico P'acial " C a r p e " para desinfectarla, y nada más. Siguiendo este tratamiento, al poco tiempo la piel volverá a su estado normal.
CEJAS MAL FORMADAS Depílense con cuidado empleando una buena pinza, marca " I J I Cross", y perfílense con cl Lápiz para las Cejas " C a r p e " .
ESPINILLAS (Sígase el mismo tratamiento que para los barrillos.) EFÉLIDES Son producidas por una distribución irregular de la pigmentación de la piel. Evítese el uso de cremas irritantes, que pueden llegar a causar serios disgustos. La mejor manera que existe de disimular las efélides y pecas es aplicarse una ligera capa de Nueva Crema Volátil " C a r p e " , y seguidamente el Esmalte Nacarado de Rosas " C a r p e " .
CARIVES FLOJAS (Sígase el mismo tratamiento que para las arrugas, y en vez de polvos, use el Esmalte Nacarado de Rosas "Carpe".) CAÍDA DE LAS PESTAÑAS Es debido casi siempre a irritación del borde de los párpados.
FACCIONES ANGULOSAS Para llenar las facciones y lograr un óvalo de la cara perfecto, conviene usar en abundancia la Crema Nutritiva Esencial "(¡arpe", la cual es el mejor alimento que existe para los músculos y tejidos del rostro. {Confinuará
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