Revista Cinegramas - Nº. 30

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Bette Davis

Mona Barr/e


REVISTA SEMANAL D I R E C T O R : A . V A L E R O DE B E R N A B É Año l l . - N ú m . 3 0 .

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A lionuis diclu» aliítma \ (>z on f-t«s iiiismius

«-'olunma.-i ntu> la llci;aila del sonido al cuuMua onipiijó a ésic luuia atiás nuis d' * lustros. Y lo que fué movilidad, cxprcsiijii 1 ^*^'"i'i*l>ión r!ij)ida, «iiunló i"onvi;rtid»> en uabreria banal, on ritmo fatigoso. Como si de.ira dojíquitarse do tan lai-go silencio, rompió lablar sin freno. atroju'Uadamente, ensartando '•'-^ tras otro lugares couumes, fntses hechas, picos y estupiíleoos. El cine, hasta entonces eador mapiit'ioo de mudius y serenas imágenes, transformó e n un charlatán de plazuela *^^nno todos los charlatanes, resultó inaguan-

contnd, salvo los casos, cliux) es, on que el so nido puede ser. por iicHXisidiwlcs de iiuLs |>erfocta expresión, único inüirprcte del momento draiiuitioo.

Pronto advirtierori los grandes realizadores el peligro que significaba para el arte cinematogiá-

Madrid, 7

de Abril de 1935

fieo un exceso do diálogo, pues que él restaba agilidad y flexibilidjid a la imagen, y poco a poco trataron de descubrir una nueva forma que les librara de la tiranía de la palabra. Ellos querían, mejor dicho, quieren subordinarla a lo gráfico; pero lo cierto es que a i m sigue dominando en eí

^0 sólo. pues, perdió su expresión propia, ¿ino que le hundió más en la nada artística ese palabreo insistente con que martirizaron y aun martirizan nuestros oídos; palabreo huérfano de emoción, de matices y de realidad. l-a miagen acrecentó, sin duda, sus valoree con los ruidos característicos; pero perdió por completo aquella belleza de honda espiritualidad al animar con la palabra, por lo mal empleada que esta fué. Xo hay que olvidar que cinema ha de ser, tiene que ser, primero, unagen, v después, sonido. Este retorzando a aquélla, para el mayor lo\ ^ artístico; pero nunca ocupando el que pudiéramos llamar lugar

Una e s c e n a del g r a c i o s o • sckelch» «Soy un señorito., interpretado por Miguel Ligero e Isabel Prada. prin.era intervención cinematográfica de esta linda actriz, que fué elegida e n el Concurso orgalUEado por «La Vos»

Casimiro Ortas, con llilda Moreno y Olly l>lMiuer, en un m o -

mento de la película de I b é r i c a Film» «Poderoso caballero...t, i | u e a c t u a l mente «e rueda e n Barcelona


ilvadiMü apanv.ta. Alfiniu.ii.ui iu'clii'. Kiiln- olios. MTNHI, di* l'.iul l-Vjos. i.isi au.-»'iiu- « l i ' \ » H i ' s ; [UTO «IoikIc iii>< vi.-Jti» má;» rítiisfiiiiido «•! |>n>|»<>.sil»i «lo dar

la palabra sn vt>rd.id'.'r» \Í\\T>V \ .sii jii.>;Ui »>iii, k> i'i>nu> i'oiiiplí'iin'ul») tif la iiiiaj;«<ii «•.•< cu tlo.s laiu-i do opui'sta."' t'si(U'la.>í: A tripiicu jaiiout-.s .Vi/ÓH y ol lilm nisi» ilo V. IVlrov (.'nc(i, iii.spiíado on un.i lomodia do l>sli<>v.><kv. Kn aiulia« obra."! ol dialoiTi» os s«ili> ol prot-is»», o! no»-osari»> para dar onux'ión y roalidad al inonionto, siu restar valor a las iniáfionos, 4 U 0 por si .-olaSj son do lina oKvuonoia Miapiilu-a: sin siijotar a lod personajes oon largos parlaniontos; sin ser niincaj obstáoulo para explioar sobre la [lantalla, co» gran aoierto artístico, oon espontaneidad y ino-i vilidad perfecta . luia provechosa lección de; '•inoinatogralia. ' ' on el uso abusivo de la palabra el cine dejó ... ser buen cine, para convertirse sólo, y por contadí^iimas excejxúones, en buen teatro. Y así perdió su personalidad, su gran conquista en tietnpos del silencio, cuando se logró alejarle de la escena, para dejarle hablar en su propio len~ -aje. Por todo esto, deseai-iamos que el cine nacional LIV cayera en el mismo peligro; que nuestros directores y nuestros argumentist.1.- meditaran largamente sobre ello, grabando bien en su cerebro esta conclusión terminante: en ei cine sonoro la palabra no puede ser sino complemento de la imagen. Lo que no puede hanoi-se, lo que nosotros cüral)atiremos siempre, es el deseo de querer llevar a la pantalla el diálogo del teatro y en su forma más burda, como recientemente tuvimo^ ocasión de comprobar asistiendo a la proyección de Diez d'as millonaria. ¡No faltaba al cine maque esto! Chistes viejos, chabacanería y ma¡ gusto: lo mismo que y a no se tolera en el teatro. El diálogo en el cine ha de ser sencillo, breve, natural, ausente de énfasis, de ampulosidad, sin florilegios literarios ni imágenes brillantes, y aplicado a las escenas con la máxima sobriedad. Lo contrario exactamente de lo que han hecho, entre otros autores teatrales al servicio del cine, Felipe Sassone, con Crisis mundial, y Suárez de Deza, con Una semana de felicidad: uu polotod innecesario de palabras, entre las que se mueven los actores.

No.sdlros ya .saboiiiiis que no es lo iiiisiiio esrribir |»ara ol cinc <|uo i\scribir para el tfiutn», porque ubcdccioudo cada iirlc a iiiiu tV^-nica dii'orciih'. iicccsKan Iaiiibióii dircrcnlcs medios decxprosióu; |M>r ello loiicUKks <nic <tcn.siinir a los connMliót;raf<>s que escriben para el <;ine (il ii(;fo<;to c:i|)ilal cu «luo (odos caen, qiKí es el confundirlos, ol do hacer sioiu|)ro lo.itro, tanto <^n la píuitalla como eu la escena, l'or uuiy ilustre (jue se sea on la literatura dranuUica, al dedicai'se al cine hay que aprender a estnibir de nuevo, ajustándose a su técnica, a sus necesidades, no queriendo, como íuiuí se ha hecho que sea el film, todo el film el que se ciña a un diálogo frondoso que no guarda en ningún momento relación eon él. Hay que ver el cine en su pura esencia, y eso no les es fácil cons^uirlo a los que desde hace ima veintena de años sólo escriben teatro. Clai-o es que por encima de todo lo expresado ha de estar también, y en cantidad muy importante, el empleo que el director pueda hacer del diálogo al trasladarlo al film, dando a catla escena la forma cinematográfica netíesaria para hiu'or realidad artística el propósittt del e-scritor; pero esto no puede lograrse sin tma imithut

peiftfcta (¡ntre a m l m s ; realizador y 'li;ilogiiista. Así, pidamos para nuestro <;ine autores y dirc • tores inteligentes, comftrensivtjs y, sobre todo, artistas. \<A\ este aspecto, ctjmti en otros muchos, necesitamos de hombres jóvenes que vayan al cine, sintiéndole por entero, porque ellos poseen para triunfar tres condiciones que las figuras ilustres no pueden ofrecerle: devoción, inquietud y entusiasmo.

V. nEKNANI)EZ-GIHB.\L

l i e aquí a K i c a r d o Quintana y Carlos Pahissa momentos antes de emprender un vuelo en el rodaje de la película «De .Madrid al rielo»

4— Acuaviva Y «Alady» en una escena lie «Kl tren de la» 8,4T>. p r o d u c c i ó n nacional, que será presentada en breve en la pantalla mudrilfüa

^ _ L i n a Yegroü y l.inare» Kivas en «1.a bien pagada., producción Cr.A.. cuyo rodaje araba de »er finalizado Vn Ion Kstudios de (andad Lineal, bajo la direcrión de Ku^eliio F e r n á n d e z Arda-

A n t o n i o Viro en • Patricio miró a una e s t r e l l a » , realizarióii de Luis Sáenz de Ileredia. rodada en los Kstudios Ballestero* Tona-Kilni


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I..utni6re ha dado • Prensa de los afortunados e_, que actualmente realiza para la llamada «i.-nera dimensión». "T^'^ Puede afirmarse, l u ^ o de leidaa sus declaraciones, que el cine ha legrado despegar sus umi genes de la pantalla, hacerlas corpóreas, y quf merced a este gigantesco paso se ha aproximado más aún a la realidad: esa realidad que, si bien es admirable desde el punto de vista técmco resulta innecesaria desde el punto de vista artis tico. Pero... El cine, que antes cambió su silencio por vocea y ruidos, va a cambiar ahora de fisonomía. No aventuremos juicios. Cuantas conjeturas se hagan sobre esta próxima fase del séptuno arte resultarán tan inútiles como expuestas. Los detractores del cine parlante—aun con haber sido muchos—han enmudecido ya, y los que dentro de poco protesten ante el cine en relieve acabarán aceptándolo sin reservas. La noticia, pues, no necesita por hoy, pese a su importancia, más comentarios que los surgidos a raíz de ella. El cine—parlante, en color, con r e l i e v e ha logrado todas sus aspiraciones técnicas y ee perfecto como medio de exposición. Los directores, argumentistas, intérpretes, decoradores y modistos no hallarán más amplio campo para sus respectivas artes que el que puede ofrecerles ese cine de un futuro cercano, con sus perspectivas insospechaílas aún, acogedor para cuanto signifique nuevas rutas. El cine ha llegado a su mayoría de edad. Esta frase, repetidas tantas veces, tiene hoy una justificación plena. Madurez a la que habría que pronosticar una gran duración, un tnunfo a través de los añoe, quizá de los siglos, si no fuera por la amenaza de ese enemigo poderoso e implacable cuyo anuncio en las columnas penodísticas h a coincidido casi con las declaracionee de M. Lumiére. El cine, como el teatro, como cualquier espectáculo, está amenazado de muerte. Una amenaza no por lejana menos cierta. El problema de la televisión h a sido resuelto ha.sta en sus menores detalles. El nuevo invento ha entrado en 4 mercado, v los aparatos que permitirán disfrutar de él se' ofrecen ya a precios no muy elevados, que la competencia de l l a n c a s reducirá bien pronto hasta lo inverosinul. El receptor de televisión desterrará al receptor de radio. Y si la radio quitó a los salones de espectáculos unos cuantos espectadores, la televisión los dejai-á vacíos. . El mal es indudable. IM prueba el que la televisión, no resuelta aliora, como pudiera creer^, sino hace mucho tiempo, haya permanecido oculta por cuantos previeron el desquiciarmento que con su difusión habla de sobrevenir en el mundo del espectáculo. Pero esta ocultación no podia ser duradera, como no lo fué la del cine parlante. Las Casas editoras de fUms se unieron en aquella ocasión para no explotar la modalidatl cuyo éxito acarrearía no sólo una transformación en la técnica—transformación siempre peligrosísima—, sino también un gasto enorme en las instalaciones de Estudios, en la compra de nuevos apar tos... Los magnates del cinema norteamericano tuvieron una visión clara de lo que significaría el paso del cine mudo a sonoro. No obstante lo cual, como en el mito de Pandora, uno de ellos, para salvar su marca, se decidió a romper el pacto de ocultación y lanzó al mundo aquella primera película de Al .lonson que se titulaba El loco cantor. ONSIEUR

El peligro es mayor ahora. La televisión logrará el milagro de que baste mía estación emisora, un autor, unos cuantos intérpretes v un escenógrafo para millares y millares de espectadores. Serán suprimidas, por innecesarias, las salas de espectáculos, y poco a poco irAn desapareciendo Compañías teatrales y Em-

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presas productoras de películas. El mercado mundial, que hoj' necesita miles y miles de films, necesitará entonces tan sólo un centenar. Y no se a l ^ u e , en contra del pesimismo de las anteriores líneas, que la televisión podría ser un me<lio de selección, de depuración artística, gracias al cual ese autor, ese grupo de intérpretes y ese escenógrafo serían escogidos entre los mejores. ¿Esci^dos? Sí, al principio; pero más tarde DO habría lugar a la elección, y a que artistas, autores y directores irían desapareciendo. A menor demanda, menor existencia de elementos. ¿Para qué fomentar y hasta crear dotes artísticas personales que difícilmente podrán U ^ a r a ponerse en contacto con el público? La época romántica de nuestro siglo de oro literario, en la que unos espíritus derrocharon el ingenio a cambio tan sólo de unos c u a n t o s aplausos y ningún provecho económico, h a desparecido quizá por exigencias de la vida, exigencias que han aumentado en progresión geométrica con relación a los años y no resucitará en épocas fu- < turas. ; Y así, por el plano inclinado que creaiá la televisión, irá hundiéndose, tal vez vertiginosamente, el espectáculo. El enemigo del cine número 1 va a comenzM su ofensiva ¡Lástima no encontrar a tiempo un arma que pueda vencerle! i


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NTRE lo8 directores de alguna talla que tieJ ne la Metro - Goldwyn - Mayer, Richard Boloslawsky es, sin duda, el niás recientemente ingresado. Su incorporación al écran como director data de unos dos años y medio aproximadamente, en pleno apogeo del cinema sonoro, y en tan po<;o tiempo su fama ha superado a la de muchos realizadores que llevan ya trabajando más de una década de añas en los Estudios de Ilollywood. Es asombroso el caso de Boleslawsky. Hay realizadores procedentes de Europa que al pasar a trabajar para el cinema yanqui vieron ledoblarse su popularidad. Pero no es extraño esto; entraron ya con un bagaje artístico y con una experiencia y un cierto prestigio cinematográfico. En Boleslawsky habia cierta tradición artística, pero no cinematográfica. Luego no era nada, ni aportaba lo más mínimo al pisar el terreno del cmema. Recorramos un poco su vida para verlo... Desde luego, Richard Boleslawsky dedicó la mayor parte de su vida al teatro. Nació en Polonia; pero vivió desde los quince años en Rusia. En 1904 logró debutar como actor teatral en un pequeño papel que le fué concedido. Ya era ésta una brecha para significarse en un arte que empezaba a embargar sus actividades y a conquistar sus más escondidas ilusiones. Desde 1906 a 1912 trabajó conjuntamente de primer actor y de di-

L'n pintor rliino enseña a Kirhard Boleslawsky, realizador de cEI velo pintado», de O e t a Carbo, un retrato heeho al pastel durante el rodaje de dicho film

rector de escena para una Compañía dramática instalada en uno de los mejores teatros moscovitas de la Rusia de los Zares. En este año cesa la continuidad de sus actividades teatrales y se dispone a perfeccionar y personalizar la técnica escénica. I^e preocupa el estilo, la escenografía, y anhela cambiar los viejos por nuevos métodos de dirección. Hay una cosa nueva para la escena rusa: los ballets. Boleslawsky estudia los balletsen lasección teatral de la Escuela de B ithe Frér&s, de Moscú. Pero hay otra cosa nueva, que es la que más le interesa, encanta y entusiasma: el cinema. Apenas se ocupa nadie del séptimo arte en aquella Rusia escuálida y pronta a dar los últimos estertores. Boleslawsky, joven y animoso, fts atraído por el cinema, y,en recompensa, se preocupa grandemente de él. Considera que los ballets son un aliciente, quizá fantástico y ruidoso, pero no un medio seguro y eficaz^—^mucho menos un principio—^para elevar la supremacía del teatro, única expresión artística de la escena. El c nema empezaba a serlo todo; se vislumbraba en su presencia mecánica un gran raudal de esencia para esperarlo todo de su desenvolvimiento. Richanl Boleslawsky a.sí lo pensaba.

Pero el desencadenamiento de la Gran Guerra ahogó para mucho tiempo sus prístinas maquinaciones en tomo a un arte que muchos años más tarde había de encontrarle fenomenalriente transformado y que había de constituir su profesión. En 1914, Richard Boleslawsky marchó a su país e ingresó en la Escuela de Caballería. De 1915 a 1918 combatió en la guerra europea, fornicmdo parte del primer regimiento de Lanceros poloneses. Y al cesar las ho-stilidades es cuando se encuentra totalmente desorientado, y no sabe en qué trabajar ni qué carrera seguir. Viviendo a la deriva, sin una orientación fija,) marcha a Varsovia. Después, Viena, Berlín | París. En París comienza de nuevo sus activi- • dades teatrales, abandonadas por tanto tiempo, j Consigue una plaza en la Administración del, Teatro Fémina. I>e aburre el teatro y la estre- j chez de sus escenarios. Da otro salto más largo j y audaz,,. En Nueva York, Max Reinhardt le; admite como asistente. ¡Ya es gran cosa el llegar a ser asistente del genial lanzador de directores cinematográf¡cc»d Max Reinhardt! Con este precedente magnífico, llega a Hollywood, con deseos devoradores de conquista. Ingresa como escenarista de la Metro... y, como dijimos antes, de la noche a la mañana se hace director de escena, famoso y renomlirado en pocos meses.


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Cable V F.iicabeth Alian eu una iotereaante e s cena de '«Hombres e n blanco»,

filni realizado |»or Richard Holexla wsky

kay Franri» y Walter Ifurton en «Tempeslad al amanecer», fílm de Kule<<law!>k«

leí

nada actuación de ios tres hormanoe Barrymore en tma película. De otrf» lailo, la presencia de un director extraño con el nombre de Richard Boleslawsky. Por ijltimo, la vida de Rtisputin, filmada por primera vez en Estudios yanquis. El nombre de Reuputin and the Empress se veía y oía en tcxlos lt» sitios. Raspui'.n and the Empress cn la radio; BasptUinand the Empreat, en las fachadas de los ra-cacieloe; Raspul.n and the Empress en los tranvías y en los trenes del .Metro y en los coches de transporte; RagptU'n and the Empress, en el micrófono de los cinematógrafos... En cualquier sitio, en cualquier lugar estaba e«K'rito o se transmitía este nombre. Y con su eco formidable nadie ignoraba que bajo él habia otros nombres: Richard Boleslawsky,; lionel, John j ' Fithel Banymore. Diurante el estreno en todos los cinemas del mundo de Rasptd'tn y la Emperatriz, tm incidente 1 inesperatlo vino a redoblar una pn)paganda gra- i

.

nuiocer parte de ^ ^^^^^Bl su biografía, volvemos a de^ cir que el ca.so de Richard Boles* lawsky es asombroso y tínico. Cierto que lleva e n t r ^ a d o a la escena desde hace muchos años; pero no a la escena cinematográfica precisamente. .Sam Wood, George Ilill, Harry Beaumont y Eklward Sedgwick 8<in viejos directores de la Metro, y, sin embargo, no han U^ado a ganar la popularidad de Richard Boleslawsky. LHriamos que están en igual caso George Fitzmaurice, Clarence Brown y Roliert Z. Leonard, con tener en su haber obras t a n destacadas como Mfüa-Hari, Alma libre y Susán Eenox. Decididamente, en sus primeros años no hizo nada seasacional Richard Boleslawsky para merecerse una popularidad t a n cadenciosa eomo la otorgada por la MetroGoldvyn-Mayer. Su primer film fué Amor por obediencia. Richard V> leslawsky postvino al cinema en la época de mayor sensacionalismo. Cuando los productores orientan a sus realizadoret^ hacia la selva para obtener documentos de gran captación espectacular; cuando todos los fistudios lanzan sus films terroríficos, a cual más extravagantes, «2omo medio de atraer con el máximo y pujante interés a las enormes masas de aficionados; cuando las revistas, con sus cientos de piernas y cuerpos femeninos staudariiizadn'i, reaparecen después de algunos años de silencio, y, en fin, cuando el ¡iéptimo arte pide a todo pulmón una fórmula que le salve de su estancamiento momentáneo. Aqui es cuando sobreviene Boleslaws^y, momento critico y raro, más de restricción que de ampliación del personal artístico, cuando el testimonio es semejante al presentado por el director polaco. Amor por obediencia no responde al momento ni acredita a 8u autor como un hombre destinado a adquirir tanta popularidad eu t a n escaso tiempo. Pero se ve que Richard Bole»lawsky y a estaba destinado de antemano para entregar.-* al gran Júblico con grandes truenos publicitarios. Podía ser a causa de su nomore, de fonética rusa, que se prestaba muy bien a las histoo de su latente valor artí-^ tico. cuestión es que su s h u n t o film fué hecho y explotado grandes alharacas, " e un lado, la primera y s'

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tuita en la Prensa y en la radio le todos los países. IJ& princesa Yussupoff se había visto insultada en el film, y presentó una denuncia en los Tribunales ingleses. Loe principes Yussupoff son dos aventureros aristócratas que se dedican ahora a vivir de esta manera. Parece que todas las versiones cineinat(^ráf icas que se han hecho sobre el famoso monje ruso han sido denunciada-^ por ellos. Y en todas sus denuncias han l i b a d o obtener grandes dividendos. Lo mismo que con el film le Boleslawsky ocurrió antes con el de Adolf Trotz. Sólo que este liltimo era alemán, y la denimcia no alcanzó tantas proporciones como la presentada «3ontra Rasputin y la Emperatriz. lx)s Tribunales ingleses contedieron a la princesa de Yussupoff, por su denimcia contra la versión de Boleslawsky, 25.000 libras. Y esta cantidad, pagada en .Marzo de 1934 por la MetroGoldwyn-Mayer, resultó indirectamente el equivalente a la propaganda gratuita hecha por los

I n a esrena <lrl üegundo film dr Boleslawsky, dnndr aparerrn los trr» hrrmannit Barryniorr. >Rai<putín y la Emperatriz», drnunriadu a los Iríluiiiales inKle^iTü por los príoripes Yussupoff


órgum»s íle ptiltliciduil cu t o n i ' i al . - • promoviiUt f»or los j»rinc;i|i(!S Yu:-; <JJJ'JI1 . El nombre <lc Kicliiinl Holcilaw-ky qijf.'Jctmsagrado j)>irii sitüiiprc. l'Ji %(:/, di: df.jarlo trabajo la Mctn», hizo todo lo contrario, il';!' lawsky contaba tan s/)lo con do.s [><;li''ijla.s ' ; . total de su obra, y a\m asi fué elevado a la ¡¡.n.xima catt^oria de director. Después d e linsputn and the Empress, dirigió Tempestad al amanecer. Bellezas a la venta, Amantes fuijitivfjs, Kl op-^'idor número 13, Hombres en blanco y El pintado. Desde Rasputin and the Empresa. ... film más famo.so <le Boleslaw.sky es The Patnted l'eii, con Greta Garbo y llerbert .Marshall en loí i papeles principales. Se dice que la sensación causada por esta obra en Norteamérica es enor- ^ me. Greta Garbo retorna a los tiempos espléndidos del cinema mudo; su figura recobra la ausencia de algunos años para presentarse con la ayuda de Boleslawskj- ante su público, como lo hizo en tiempos atrás: con esa llamarada encantadora que caracterizaba su temperamento de mujer fatal y fatalista. .Vctualmente, Richard Boleslawsky termina de rodar una nueva versión de Los miserables. Lo inverosímil del triunfo de este director no 03 debido a su valor artístico—pleno de sentido cinematc^ráfico—, sino a la manera en que se le ha presentado una ocasión para conquistar ese triunfo. Ocasión que no h a reparado en el prejuicio de si Boleslawsky era un elemento negativo o pasitivo, y sí en una posibilidad que garantizase la ausencia de todo lo demás. El éxito leí director pola<"o ha sido insospechado y asombroso: algo extraordinario e n la historia de los realizaflores del cinema. A. D E L AMO ALGARA!

He aquí d o i maravillosaH expresione» de Creta (>arbo, la genial, en «El vrlo pintado», la úlftma realización (le Boleslawsky. En este film, Ceorge Brent comparte con la eminente actriz las responsabilidades de la prolagonización


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im Modelo

núm.

1

T T ' S el más c-orrieiile que se da on el mercado. Casi siempre es alta, esbelta. Viste trajes de seda, muy ceñidos, procediniicuto admirable para mostrar loda la topografía sin que la moral padezca, y es eondieión preeisa que sus ojos sean profundos, su mirada vaga y acariciante, y su peinado, echado hacia atrás, al objeto de enseñar las orejas pequeñas y encogidas, como dos remates de choricito. A primera vista, parece que tiene cara de mal genio; pero acalta uno convenciéndose de que es la que necesita. Anda despacio, moviéndose ondulante. Siente nmcha afición por apoyarse en los mareos de las puertas, y es una verdadera esfinge. Habla poco y no sonríe nunca. \ o hace más que mirar j mirar. La mayoría de las veces termina sacrificándose en aras del amor que no supo ni pudo gozar. (¡Bonito ha salido esto!) Modelo

núm.

2

Kste modelo también se lleva mucho ahora. Tiene otra tccniea diferente de

Cun^islc eu en>eñar las pieruaü con una piWigalidail rayana en el despilfarro, en fumar más que un carretero nervioso y en ganarse al galán a fuerza de besos absorbentes. Esta clase de mujer suele eon frecuencia conquistar a cajeros de Itanco, que casi siempre son padres de honradísima familia, compuesta por una esposa gorda y malhumorada y tres niñilos rubios. Hace al infeliz robar en la caja, de lo que, claro es, se entera el jefe, y cuando el "'probo funcionario"' se ve en ia ealle maldiciendo la insana pasión que le arruinó, ella pasa por su lado, salpicándole de barro eu el coche lujoso de otro liondire y con la misma "pose" del priueipio de la película: las piernas cruzadas e n señando hasta el muslo v fumando "kedives".

Modelo

n." 3

Este es el de la ineomprendida. Tiene un marido mal t'nearado y dueño de muchas fábricas. Con tanto trabajo, lo que pasa: descuida a su esposa, y, claro, ella se enamora perdidauuMite de un cantante de "cabaret", eon el que se fuga niieiiIras el cónyuge preside un Consejo de Adiiiinistraeión. Al salir de casa suele llevar uua maleta, que el encargado de la utilería del Estudio tiene siempre buen cuidado de dársela vacía, para que. con ella en la mano, pueda hacer movimientos graciosos y despedirse de su hija, un» niña rubia, acaracolada y redicha, que habla mejor que Saneliiz: pero, ¡cosas de la vida!, cuando va en el coche con el raptor por una carretera llena de árboles, a él se le va el volante por intentar dar un beso a su amor, y, ¡cataplum!, casi se matan. Por Áuerte, ella queda sólo malherida, y el marido la perdona. ¡Ah! V la niña rubia, también, porque al final de la cinta aparece entre sus padres en primer piano para lanzar una sentencia filosófica que ui l'namuno. Modelo

núm. 4

Esta es la peor de todas. Tiene una historia terrible que atrae a los hombres, l'n raja se quedó en sandalias y turbante a fuerza de regalarla palacios, camellos y piedras preciosas: un príncipe ruso terminó vendiendo postales en los bulevares parisinos des{>ués de comprarla un yate y una villa eu Xiza, y un general suramerieano desaló una revolución por colocar en sus manos la gobernación del Estado y los caudales de la Hacienda. Parece mucho todo esto, ¿no? Pues lo que son las cosas: ese cartel de mujer fatal es el que hace que los millonarios formen cola a la puerta de su palacio. Y con ellos, sus deseos son órdenes. Tiene c o ches, dinero, alhajas, trajes, criados y hasta ferrocarril propio. Le intrigante de todo esto, lo que jamás se explica en la película, es cómo lo consig"**' ¿Qué hará? ¿Qué les dirá? Xtis gustaría saberlo. \ o se vayan a creer ustedes que para utilizarlo en beneficio propio. ¡Qué va! Solamente por satisfacer una curiosidad que hace tiempo nos martiriza. Modelo número

5 y

resumen

Va comprenderán ustedes que lodo esto del vampirismo es un camelo. Xo tienen más que fijarse en una cosa. Cualquier modelo de los anteriores es más infeliz que un cubo. Tanta perversidad, tantas posturas acrobáticas para besar a sus amantes, tanto hacer de los hombres a sus pies simples corderos, tanto sacar dinero, y luego —siempre al final -llega un muchacho de pelo ondulado, que ése si que es un verdadero vampiro. Cuando la lleva a dar dos paseos por un lago en una ntiche estrellada, y la dice que. a pesar de su historia, la ama, ya tienen ustedes a la mujer fatal hecha un azucarillo. V. claro, termina haciendo lo que él quiere. Vende sus casas, sus "autos", -US joyas, y termina sus días en una casita de la Sierra, eon una falda rameada y con el pelo en trenzas. F. ll.-íi. ILUSTkACIONi'S DB A»IBAS

«


Katli'iriiM* Il4'|il»iirM, lu itii|><* iii'l rii l i l r -slar*. C'Mrflii ('*'l»HNiii«'iklr fl Hfirfli) il<- KiiH aiiiun-n. Ilii« i|iii>-ii ilirr i|ii<- (.«• lili i-asnilo } liny >|uieii l<> llir(;a.., I'.l sii|iiirs|(( f!*|»«>!<o se lince i-l loco I«IIIIM<-II... \ i m i liciirn usleiles a Sanimy Slein poniéiiilosi- fl» acuerdo con el boxeador Jim K r o u ninp acerca de la próxima inlervenrión de ambos en un film... \ ju/|¡ar por sus rostros, parare que se han puesto de aruerdo enseguida, no?...

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1

.iit-1,..

giiitiiisiiiiii cDiniia-

tiiuiii. aviili.i (lo moWrar su liliortiul, vióudoso iisi fuera tle las garra.s de est^ pequeño verdugo oon quien había contraído inutrimonio en un fatal nioiuento de obceoiu^ión. En efecto, el juez acaba de fallar favorablemente la demanda de divorcio interpuesta tiempo atrás por Maria Alba, la que fundamentaba su petición en que su marido, el joven director David Todd, la pegaba. Un marchoso, como deí--irnos por aquí. '.n fin, ella no llegará más al Estudio ctm el negro de las tragedias conyugales. \ no ser que se vuelva a casar.

Parecía que no quedaba ya, ptjr parte de las estrellas de IIollywcKjd, nin{;ún truco publicitario que e.\plotar. .Sin embargo, no es a.HÍ. En ese constante esfuerzo j^ara descubrir ctisas ori-' ' o n que llarñar la aten<;ión, Patricia Ellis if; establecer un ra-tird fie e x c e p e i n f c i l importancia. VM'A C s , íjUf- no.ii.lii.- -t j - . i i i i i » , la priiiici.i JHI -t ípifc ha itLstalado ou su bicii^leta un apárale raflif».

.n t.)l rrir»tivo está retribieiidti muchas ftíliii-

I i d o I b.lly wiHxi apun 1 0 ¡nlrigiulo alrodoflor <: Kathiu-ine Ilepbiiiii. I,. preiK'upiUíión t;ousiste tu saber si la inteligente star .se ha casado o no con un cierto I.«land Ilayward. Unos aseguran que sí, otros aseguran que no y otros a s ^ u r a n que con quien se h a casado el poI o es con la rubia Laura Flarding. Para salir de dudas, un escenarista famoso envió al presunto marido uu teltígrama con estas tres preguntas: «¿Está usted casado < on Kathe?» «¿Está usted casado con Laura Harding?» V.Está u.ste<l casiwlo?» .Media hora miVs tardo, un primer d&spacho llegaba a manos del aludido escenarista. Oocía, simplemente: «No». A las dos horas, nu(>vo ((•h-granm: «No». Y a las cttatro liora.s. tt-roor dtwpsu-bo: «No».

Las ÍTM preguntas habían recibido, pues, ¿u correspondiente respuesta. No se puede negar que Leland Hayward es tm humorista. Y que él no se casa asi como así. lx>8 hijos de sus papas se disponen a coi iiuar las glorias familiares. Tenemos actualnuu te, entre los aspirantes a sucesores, los siguientes: Noah Beeiy, I/m Chaney, Erich von Stroheim, Elsie Fergusou. W a l l a c e lú-id \- Cnrlv lo Rl:irk>>well. No obstante, \ a )ic.--aL ih I l u u i j . u ijac l a v a n ^ a e u busca de la jjloria ciuomatügráíioa, niu-


1.a |>rntprrli\a dr «u p«r lo VÍKIO. ya innii nruir r inrt iiabir liO',

Al t'ftH'l^i, Uii-iinnl 'rilllloM, Ht: |»iira l.n<lo.s: (!«• ciiaiquií-r KSIIKIÍU, i o n n n ¡ÍI.H, fiiftvl, tin fl tjiie .s«t lilas (li>l)Ui<4>

da pone rn rl ruMtr» de KoMia Morrno nuevos enranIOH... IJI sonrisa ron qur a p a r e r r en nuestra fulo d e n o t a , i n r o n t e s t a l d e m r n t e . quien rl i n o i i i e i i l o dr »ri r e t r a t a d a p e n s a b a e ii rl no\io...

«Hii!S('4i la fiuiia. Soy iu:Utr. '\\:itn<t <-.iialn» ía-

iiiiiiarcts tittt^ ile|M;it(li;ii tJtí mí. tiiiicn» <[i¡i- tm; rfoiban loa ilira-torcs de pnMlii(»;ión.» Variiw |)erí««i}i.s caritativas Ic han ofr(,-<.¡'Jo dimno; pero «M ha rehusado siempre, iliciendo que lo que quiere es tra!>ajo. (luando tm agente (le Policía lo expulsa de ia puerta de un E-studio, .se marcha, con su cartel ito a cuestas, a la puerta de otro. Entretanto, no ha iwibido ninguna oferta de contrato; pero ha recibido, en cambio, una considerable publicidad en los periódicos. Todo el mundo sabe ya que él es el hombre del cartel. Sólo le falta demostrar que además tiene algo ele talento, j y a está. .

Definitivamente, Eklmund I.owe ha olvidado y a la muerte de su esposa, Lillian Tashman, ocurrida, como ustedes saben, el año pasado. Segím todos los síntomas, Marian Marsh es quien ha contribuido a alejar de la mente de Fximund Lowe el doloroso recuerdo. F^lla .será muy pnmto el níimero dos en la lisia matrimonial de F^lmiind. KAKAKL . M A R T L X E Z C A N D Í A

;uno de estos afortunados poseedores de noraJres famosos en el mundo de l a pantalla ha conseguido ttxlavía natía i m i K i r t a n t e . Impunemente se puede continuar diciendo, pues, que nimca segundas partes fueron buenas.

Rosita Moreno ha empezado a recibir regalos para su próxima b o d a Si algtín milagro no ocurre, nada puede salvarla ya.

illiam Powell acaba de aclarar el hecho de que estén de moda los galanes mayores de cuarenta años. —Es—ha dicho—aporque <;asi todas las artistas de hoy tienen más de treinta, y requieren, por tanto, hombres de mayor edad. T^na explicación muy en su punto que no le agratiecerán, st^urtunente, sus partenaires.

Richard Talbott on tm joven «lo veintitxiho *"os qu(í s« ha f)ropuo.sto (jtio lo contraten en * lOlly WüOtl,

Cada día qur r n nue— Ira latitud pira m a s el Kol. srolimos u n ^ o e o mrnAs dr rnvidiJPpur lo» que e n rsla r p o r a lirdrn r b a p u ^ r s e rn las pUyaa ralifomi.i ñas. Ahi tirneiTu^ledi a Jeán Parker, q u r »<• ca sus r a r n e i y s n «maillol». después de Mua zanilinllida. rara «I astro rry.>.'


F e d e r i r o CoiniH, director técnico e i n g e n i e r o de sonido en los ludios Ballesteros T o n a - F i l m s

I AL vez lo niás interesante y perentorio en \ _ la situación actual del cinema español, antes que la revelación de grandes artistas y directores, sea el perfeccionamiento de la técnica y la sucesiva aparición de hombres capacitados para ello. Cabe improvisar en otros aspectos de la cinematografía. La genialidad y el temperamento pueden, en o<^asiones, sustituir con ventaja a la experiencia en aquello que se refiere a la concepción artística de un film. Pero cuando esa concepción se somete a las leyes de la cámara y el micrófono, toda la genialidad del mundo es incapaz de sorprender los secretos de la buena técnica y dominarlos procediendo por intuiciones e improvisaciones. Aquí la experiencia y el estudio son los que mandan, y no es posible caminar a saltos. La concienzuda observación vale, en el aspecto técnico, más que la audacia y la fantasía. Por eso es necesario dedicar interés preferente a la formación de técnicos especializados en el cinema. Nuestra revista se aplicará con entusiasmo a divulgar esos valores, relegados injustamente a un plano secundario, próximo al anónimo. Empezamos, sin que ello prejuzgue c a t ^ o rías, con don Federico Gomis, director técnico

Federico Comis, e o n Serafín Ballesteros, fundador d e los Ealudio8 d e

su

nombreí

Luis Sáenz de Ileredia y Alfonso de Lucas, direetor y d e c o r a d o r , r e s p e c t i v a m e n t e , de «Patricio miró a una estrella», reunidos con l o s artistas q u e han intervenido e n d i c h o film, en un momento de descanso

e ingeniero de sonido de los Estudios Ballesteros Ttma-Film. liemos hablado con él. Don Federico Gomis curs«') la carrera de Ciencias, y estudió en la Escuela Industrial. Desde hace diez y ocho años, y es joven, lector, viene dedicándase con actividad a estudios técnicos relacionados con el sonido y a experiencias químicas. Se especializó en secretos de la radio, y acaba de construir un aparato de nuevo sistema para registro de sonido, que ha patentado en varios países extranjeros. —Pero de esto—nos dice—no quiero hablar hasta que lo demuestre con hechos. —¿Cuándo será? —Dentro de unos meses. Apenas terminada su carrera, el señor Gomis se encargó de la dirección de una fábrica de productos químicos en la provincia de Alicante. Un dato curioso: en aquella fábrica, aislada de los grandes centros urbanos, construyó «en los ratos de ocio» un proyector cinematográfico, y por las noches daba sesiones de cine a los obreros. Luego, su inquietud le llevó a recorrer E u r o p a •Visitó muchos Estudios y se detuvo especialmente en los de la Ufa y Emelka. De regreso en España, empezó a colaborar con don Serafín Ballesteros, y pertenece a los Estudios de este nombre «desde que se colocó la primera piedra». —Ahora empezamos la s ^ u n d a etapa—nos dice—: ampliación de los Estudios. —¿En qué consistirá esa ampliación? —Vea usted.—Y extiende sobre la mesa un plano—. Esto—dice .señalando a un conjunto de dibujos geométricos—estará realizado a fines de Junio.

- ¿Y <iué es «esto»? —Mire—. Su dedo recorre ciuwirilátcrffs y polígonos como un gnomo que fuese animando palacios al conjuro de la fantasía—. lOsto es un nuevo platean de 600 metros cuadrados, con un volumen de 7,5IX) metros cúbicos. Esta es la sección de trucado de films, para la que hemos adquirido en exclusiva la Truca, que será única en España. E ^ o es la galería de fotograbado. Esto, el Estudio de pintura para decorados y affiches. Estos rectángulos son las salas de proyección para películas en prueba y para la sincronización o doblaje de aquellas partes del film que así lo exijan. —Basta, por Dios, señor Gomis. Doy por sabido lo demás. A mí, francamente, en cuestión de planos, sólo me conmueven los fotogénicos. —¡Hombre! Esos planos le gustan a... El señor Gomis se interrumpe y sonríe. —¿A cualquiera, verdad? ¿Qué le parece un primer plano de Carole Lombart, por ejemplo, bañándose en la playa de Santa Mónica? —^¿Y qué me dice usted de Kay E'rancis en un transporte de amor? —^¿Y usted a mi de Mae West en pijama? —¡Calle, hombre, calle! Mae West, con pijama y sin él, no cabe en un primer plano. —Es cierto, señor Gomis. Habría que ampliar la pantalla. Bueno; lo que siguió después no es cuestión de técnica Y es que también los ingenieros de sonido—¡qué conclusión tan mortificante para la arquitectura!—prefieren los planos fotogénicos.


(«neumóHcof.) que producen no sólo efectos ingratos a la visto, sino que ponen más en evidencio un defecto que todas desean ocultar. Una faja bien ajustada es muy conveniente, pero sus efectos sólo son perfectos sobre un cuerpo del que se ha eliminodo de ontemono lo graso superfluo. Pora lograr este fin existen varios precedimien.os de dudoso resultodo: régimen olimenticio, ejercicio, medicamento, nocivos, etc.. pe.o únicamente existe un método »ono y eficaz: GELEE MITZA. , . . excesivamente desarrollodas y devolviendo al cuerpo sus proporciones normales. GELÉE MITZA actúo mediante fricciones sobre los portes que se desean odelgozor. sin dañar lo piel ni molestar lo más mínimo. GELÉE MITZA se prepara en un laboratorio solvente por químicos especiolizodos. y es lo único que llevo unido lo eficacia con la salud. , Pida hoy mismo el folleto explico.ivo de Estética Mitza. que enviamos gratuitamente, eo el cual hollorá usted, entre otros detalles curiosos, los proporciones que corresponden a su estaturo. Pfecio! 1875. Contra envío de 19.55 por giro postol se remite por correo certificado.

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D K L DR. M L A D O T . Sección C . 5. Consejo de Ciento, : m KN

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roDcr andar

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N principio todos sabemos an- F.lizabrih Her^wr, la joven J dar o, lo que es lo mismo, actriz del «écran», experta conocedora de loj) secreto» del todos conseguimos avanzar tocador, en una de las poras sirviéndonos de las piernas. Pero, artistas riiirniatogriífiras )|ur ¿cuántas mujeres son capaces de realiza por sí misma la difícil hacerlo con gracia, con soltura, tarea dr niaipiillarsr para artuar anir la cámara con garbo, con el^ancia? Pocas, en verdad. Unas avanzan contoneándose de tal modo a un lado y a otro, que hacen pensar en el pendulado andar de los viejos marinos sobre cubierta en días tempestuosos. Otras caminan dando a sus caderas ondulaciones de odalisca, que si bien serían muy cele bradas en un concurso de danzas orientales, en la calle producen un efecito desastroso, .aquéllas, con sus andares rígidos, sugieren la idea de (|ue .se han tragado un sable. Las de más allá esmaltan su caminar con los ridículos saltitos que daría cualquier viandante que anduviera sobre un pavimento sembrado de huevos. Esotras golpean el suelo con el talón de tal modo, que traen a nuestra imaginación el recuerdo de los bizarros gastadores. Lo cierto es que, por una u otra causa, el espectáculo de la calle, en este aspecto, no es agradable, ni mucho menos. Y eso que la mujer española, y singularmente la madrileña, goza fama por sus andares «salerosos». Pero prescindiendo de tipismos, sainetescos, y sin que ello equivalga a considerar injustificado el universal elt^io que los andares de nuestras compatriotas han merecido, debemos reconocer que, en términos generales, la mujer no suele conceder a su manera de caminar la debida importancia, no sólo en su aspecto estético, sino también, v mu\ princicipalmente, en el higiénico. Rosttmd, en cierta ocasión, denuumio a Sarah Bernhardt reina de la actitud y princesa del gesto, porque el glorioso poeta opinaba que la mujer reve-

Vlirr Jans, brila rrisálida dr «star», m u e s t r a complacida, en rsta «pose» muy dr «girl» de revista, la armoniosa perfección dr su cuerpo juvrnil. al qur diaríanirntr somrtr a una disciplinada y mrtódira gimnasia, rn la qur no falta rl cotidiano rultivo del «footing»

la su espíritu selecto, antes que en ningiin otro detalle, en su manera de andar. Y es e v i d e n t e que Sarah Bernhardt lo hacía de un modo atimirable. ¿Quién que haya visitaíio París hace unos años no recuerda el éxito que lograba cierta famosa artista de mmie-liaH por la gracia incomparable con que bajaba una escalera? De aquel éxito data, de s ^ u r o , la costumbre sempiterna de los produceurs de revista de finalizar alguno de sus principales cuadros con una monumental escalinata, jior la que hatíen descender, al ritmo de la música, mujeres y más mujeres. Todas son, por lo general, jóvenes y Itelias; pero ¡con qué ausencia de gracia, de euritmia, de elegancia, suelen cumplir su cometido! Así, un espectáculo que debería ser deslumbrador, sugestivo, magnifico de pla.sticidatl y de belleza, resulta pesado, molesto, desagradable y, si io permitís, hasta un poco depresivo para las girls, que no logran, pese a su iq-dudable hermosura y a las sumarias toilettes que visten, borrar el efecto deplorable que produce verlas deseen» der por la suntuosa escalera, deslumbrante de luz y de fastuosidad, sin aquel sentido de la gracia, de la actitud, del atJemán, que hizo florecer, en honor de la insigne trágica, el encendido y lírico úogio del inmortal vate francés. Desde la altura de su cátedra, cierto sabio profesor higienista de la Universidad de Ginebra, anatematizando, con evidente exageración, desde luego, los medios de transporte, tanto eléctricos como mecánicos, que la ciencia ha puesto a nuestro alcance, llegó a decir que nuestra.s piernas, en fuerza de inacción, se tornarían tan débiles, tan escuálidas, que un día llegarían a desaparecer," Nosotros, claro es, no nos atre-


vertMiMM a tanto; }>ero sí hemos de consignar l a conveniencia d e í-ontraiTe^tar, con un leve sa<TÍf¡<'io, con una leve preocupaíMÓn, la existencia artificiosa y poco natural que vivimos a c t u a l m e n t e . Nuestro c u e r p o , nuestros mú.sculos, nuestros pulmones, nuestro corazón, nuestros nervios, no están hechos para ella. Ilay, pues, que ejercitarltjs, nutrirlos, vivificarlos por me<l¡o de un prudente ejercicio muscular al aire libre. El andar, |>or asi decirlo, es tan necesario como la respiración. Es casi la base vital, una de las necesidade;. naturales del organismo. El niño camina por necesidad fi8Íológi<!a. Corre por un placer

S y l v i a S i d n r s a f i r m a ) | i i r n<i h:i« i n r j » r p r o d u r t o dr b r U r z a «pir r l «ol. r l r a n t p » y la i n d a i l a lírica d r i m a r . Y r n I m m«rernr<. d r rr|H>s«i q u r r l Iraliajo d r I»H V»tudioH Ir d r j a l i h r r s . r u l t i v a . r n mm «aaia, r l m é t o d o q n r p r e r » niza

nada. Es, a detür verdad, el ejercicio más fácil de realizar y el qne menos debe dejarse de cultivar. De sobra sabemos—la exl>eriencia nos lo ha hecho aprender—que todo consejo es inútil si en el que lo rec i b e no exi-ste el firme projiósito de eiunendar un mal hábito o rectificar una con* •lucta perniciosa. Para estimularos en este aspecto, queremos insistir en •jue el esfuerzo que de vosotras solicita la adquisición de 3ste nuevo atractivo es tan escaso, que bastará la simple preocupación p o r vuestra p a r t e p a r a obtenerlo. Todas vosotras, gentiles lectíjras, il.^déis ser, eomo Sarah Bemharflt, un poco reinas d e j a actitu»! y un poli rincesas del gesto.

l i a n » «uiiiaria InilclI r . JaiM- l l a n i i t ó n . u n a He la» mi» atrajenlc!» fiíruras n u e v a * <le ("inrlanrfia. rulli» a «u |iref«-ri«l« ilrporlo «le l a n a l a ritiii. « I que a l r i h u t e la iM-lle/a «le .u» IÍII«-M«...

Para June k n i s h l n o ha« n i á " eral«i | i l a « v r q u e e l d r M>iiirl«T »u r u r r p o \ *u r«i>lr«t a I<M má« a i r n i w riii«l««lo!>. \ a q u í rt'ini» u n a atudanlrdrl «-«lifTriir r u i d a l«i« ralirll«i> d r la • •llar.. IMÍ» IN t i a i l a n i r inira«la d e l i i i H e ^ l n i ' . . .

que el mstinto le sugiere. Luí^o, y a mayor hiind»rt' o mujer apren.i a servirse de los medios de locomotñón—-horizontales, verticales o aéreo^ que la ciencia le facilita, y comienza a penler el hábito de andar, de mover por sí mismo. En una palabra, hácese f>erez«iso y descuida la costumbre de andar. ¿Y sabéis, amigas mías, cuántas y qué graves enfermedades acechan a ttidu el que arrastra una existencia sedentaria, inactiva? Innumerables. I..a peor de ellas, para la mujer, la obesidad. I'ay. por lo tanto, que considerar la marcha, el JntAing, como el primero, cl inás esencial de los «leportes. Su práctica no i-equiertí, |H»r otra parte, ni insa«a<*ión es|X!(-ia], ni ningún comM'imiento previo, ni ninguna af>titud determi


LOS QUE PASARON POR HOLLYWOOD

ENRIQUE JARDIEL PONCELA

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ACK y a algunos afios^—seis o siedel te quizá-—yo tenia arraigadisiina una costumbre muy española, que consistía en Enrique Jardiel Poncela, visío por Del Arco lo siguiente: sentarme en el diván rojo de un j café durante dos o más horas; tomar un brebaje gris cuya fórmula no conocía nadie; beber vaso a vaso, con delectación, hasta dos botellas de agua, fumarme una cajetilla de sesenta, consumir una caja de cerilla, y, naturalmente, como justificación de todo lo expresado, escribir algo. Entonces conocí a Jardiel Poncela, aunque sin cruzar la palabra con él. Llegaba con su tipo de chico de tienda de ultramarinos; tomaba asiento ante una mesa; llamaba al camarero, pidiéndole café en voz baja, con gesto de viejo conspirador que comunica una consigna, y extrayendo de uno de sus bolsillos un puñado de cuartillas, se ponía a escribir, mordiéndose las uñas entre párrafo y párrafo. Yo no sé qué tiene el café de los cafés. Ea decir, sí sé qué tiene, porque lo sabemos todos: cualquier cosa menos café; pero me refiero a s u s virtudes literarias. No conozco ningún liquido que posea en más alto grado el morbo de la literatura. Viene todo cíto a cuento de que Jardiel Poncela e s , seguraiuí-nte, uno de los hombres que más cafés han tomado llenando cuartillas y dibujando con escrupulosidad de pendolista preciosas portadas para sus originales. Jardiel Poncela acaba de llegar de Ilollywood, y, ¡naturalmente!, después de saludamos, hemos entrado en un café, para charlar un rato. Llamada al camarero, cajetilla sobre la mesa y café número 557.886 al fondo del estómago. Entre sorbo y sorbo del líquido clásico, que jor cierto tenía como un regusto a dril, sabor lasta tu\ue\ momento no registrado en nuestro catálogo, expuse al celebrado autor de Amor se escribe sin hadie mis deseos de interrogarle. —^¿Sobre cine?—me pregunta. —Sobre IIollywoo<i.

—Pero... ¿en m i ' —En seiio o t'ii broiiia, — Eu serio es mejor - m e responde—, porque hablando en broma pup<le creer la gente que lo ue cuente .son cosas núas. Además, todo viajero e Hollywood debe ser una persona seria. —Pues vamos allá, y resignación, querido. H a de contestarme usted a toda» estas preguntas—le digo, mostrándole una cuartilla repleta y gozándome en su gesto de dispuesto al sacrificio. —Venga de ahí. —Primer interrogante, indispensable en estos casos: ¿ ómo fué lo de au marcha a Hollywood? —Nada, una cosa vulgar, sin traza novelesca alguna. Ein cuatro palabras: López Rubio se encontraba en Hollywood trabajando en las versiones españolas de la E^ox; pesaba sobre él un trabajo excesivo, y al ser necesario alli otro escritor, me indicó a mí. —¿Usted sentía deseos de hacer cine? —En absoluto. Yo vi en perspectiva unos meses de alegres vacaciones, la opoilunidad de cuno<-er América, ganándome, de paso, unos miles de dólares, y tomé el barco. Es decir: primero, el tren: luego, el barco, y casi al final, el tren otra vez. —¿E"'ué usted contratado por cuánto tiempo? —Por seis meses. —¿Que los cumplió de qué forma? —Primeramente, haciendo la adaptación de dos doblajes, y luego, escribiendo el diálogo de una película de .Mojica titulada IM melodía ¡mthibida. Era un argumento honiblemente malo. Por cierto que cuando rodábamos este film ocurrieron aquellos terribles terremotos del año 82. En los pueblos cercanos a Hollywood se hundieron muchas casas; hubo unos centenares de muertos, y de haberse desviado un poquito el movimiento, Cinelandia hubiera quedado convertida en un montón de minas. —Sí, vamos: un film real de gran espet^táirulo. —De gran espectáculo y de gran iiánico. Diez dias sintiendo temblar la tierra: calcule el numerito... V por si i'-t(i fnctn imcM .1 inntiMiiii-

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ción una gran alarma financiera, que mantuvo cerrados los Bancos cerca de dos semanas. Como el americano es un hombre que no lleva en el bolsillo más que diez centavos para gasolina, y 'siempre que compra paga con cheques, todo el mundo en Hollywood se quedó sin dinero. EH único que lo tenía, por refractario al sistema bancario, era yo; pero bien guardadito en mi casa. Durante todo este espacio de tiempo llegamos a vivir en un mundo ideal, donde la moneda estaba abolida. E/a el restaurante, en el café o en la tienda se pagaba con sólo firmar lá factura e indicar el domicilio. Hasta los cines tenían a la puerta largai listas para registrar los nombres de los espectadores antes de ¡lermitirles la entrada. —¡ELstupendo! —Sí. Tan estupendo, que ya cumplido mi contrato, yo no quise quedanne, a j)esar de los ofrecimientos que me hicieron. Con los terremotos y demás atracciones, les dije, atjuí no está seguro ni el suelo, Y embarqué para España. —¿Sin esperanzas de volver a Hollywood? •—Sin esperanzas. I)e nuevo me reintegré a la vida ordinaria: comedias, ensayos,,. Btmito Cibrián me había hecho ya Usted tiene ojos de mujer fatal, y yo trabajaba en Angelina o el honor de un brigadier, que estrené en el María Isabel, después de un pequeño viaje a París, donde por encargo de míster lloren, director de la E'ox en España, comenté los Celtdoides rancios, de tan gran éxito. Así transcurrió algún tiempo. —^¿Y vuelta a Hollywood? —Sí. Me ofrecieron un contrato por un año, con opción a otro de prórroga, asignándome doble sueldo del disfmtado anteriormente. Y acepté. Fui junto con mis buenos y admirados amigos Catalina Barcena y Gregorio .Martínez Sierra. —¿Su primer trabajo en esta nueva etapa? -El diálogo de una película con Berta Singerman, que resultó un dtísastre. Era la adaptación española de un film inglés que fnu^asó en su estreno. Y l/)gica yampii: se hizo en nuestro idioma. Yo di mi opinión di>sfavoraMe para el

Jardiel nioilraiido a nueitiro compañero llrrnándea Cirbal el p«M|urño apáralo de proyección que ha Iraidn de lloltvMood, y en el cual por él mismo en Norteamérica

laa curiosa» peiteulas obtenidas POT. VIDLá.


argumento; pero a regada. Una cosa graciosa: ñadientes escribí el diáel tinico monumento que logo. Y tantos cortes, existe en sus calles no añadidos y rectificacioe s t á l e v a n t a d o para nes se hicierpn durante honrar a ningún genio: el rodaje, que me n ^ u ó es el animcio de una fara otorgarle mi paternimacia. dad. Luego hice la adapReimos los dos. tación de un film de —Ahora déjeme que Raoul Roulien, Asegure le consulte una duda a su mujer, que creo ha horrible, que me atorquedado bastante gramenta. En los Estados cioso, y a continuación, Unidos todo está fabriAngelina. cado en serie, y esta imiformidad alcanza a —A ver, Jardiel:cuéntodas las cosas: las muteme detalles de esa pejeres se parecen todas; licula suya. los soldados y los guar—Cuando Rosita Díaz dias, también; pero ¿cófué c o n t r a t a d a p a r a mo se explica usted Hollywood por la Fox, que desde Los Angeles aun no estaba elegido a Nueva York se vean el argiunento que hapor los campos rebabría de interpretar. Me ños de vacas t->das ropreguntaron si yo tejas, con el cuello blan oía alguna cosa aproco y una manchita muy piada para ella, y congraciosa en el mismo lutesté que no; jamás pen gar? sé en las posibilidades cinematt^ráficas de esa —No s é . Necesitaría comedia. P e r o míster A las ciiiro «Ir la iiiannim tcriiiinú la filniafiñn Hr Anp-lina n el honor ilr nn brigadier • . Drspnrs dri duro trabajo, ser ingeniero pecuario aun qufdó suficiente humor a dirertor. autor, rsernógrafo ) drmás rirmrntos para reunirsr rn un piscolabis Mur, uno de los direcpara dar luz en este tivos del Estudio, que asunto. habla y lee español con bastante corrección, que allí estamos ha sido la de destruir prejuicios, —¡E^ lo más notable que he visto! cogió entre el sin fin de publicac;¡ones internala de convencer a aquellos señores que no éramos —^Volviendo a la seriedad que nos habíamos cionales que se reciben en el departamento colos indocumentados que antes desfilaron por impuesto: ¿usted confía en el esplendor del cine rrespondiente un número de La Farsa, en el que los Estudios sin más aspiración que cobrar los nacional? se publicaba Angelirui, y después de leerla me sábados en Caja. A pesar de todo, aim no se en—Si sigue como hasta ahora, no. Hace falta anunció que ése sería el primer film de Rosita. tregan por completo, recordando chascos antela gran sociedad, el gran bloque productor bajo A mí me sorprendió agradablemente la noticia. riores. Ya ve usted: Martínez Sierra, autor presel que se agrupen todos los elementos cinematoConsultaron con Martínez Sierra, que dió su opitigioso en América, aun no ha podido realizar en gráficos españoles. Esto de un pi-oductor de dos nión favorable, y míster Ston, el director de proHollywood los planes artísticos que llevaba prepelículas aquí, y otro de una allá, no conduce a ducción, me llamó a su despacho. Con una conparados. ninguna parte. Formada esa Sociedad, con sus fianza que nunca agradeceré bastante, me dió —Pasando a otra cosa. Una pregunta de regladepartamentos de escritores, de directores, de amplia libertad de acción: «Usted hace la adapmento en estos casos: ¿qué impresión tiene de operadores, de escenógrafos, una extensa red tación, elige los intérpretes, los decorados, los Hollywood? de distribución en EÍspaña y América y una promuebles, y lleva por entero la dirección artística. —Hollywood es encantador. Ee como si diducción normal de treinta películas de largo La parte técnica la llevará Louis King.» jéramos el Santander o el San Sebastián de los metraje al año, la batalla estaba ganada y el —Así, puede decirse que la may<»r resjwnsaEstados Unidos, en perpetuo verano. Dicen que negocio sería fabuloso. Ei día que en España bilidad de Angelina es para usted. si es trágico, que si en él anida la núsería más se logre hacer algo asi, una buena parte de Hollyespantosa y muchas más cosas terribles; pero la —^Totalmente. Modestia aparte, yo creo que wootl se trasladará aquí. Son mut^hos los artistas, realidad es que cada imo le ve bajo el aspecto este film es, de entre la producción española, lo of)eradore3, directores y técnicos que me han en que vive. Desde luego, y con todos los resmejor que se ha hecho en Hollywood. manifestado sus deseos de venir a trabajar a petos hacia aquel Ayuntamiento, confieso que no —Entonces será maravilloso. nuestro suelo. Todo esto puede ser una realidad encuentro jiLstificada la fama mundial de que Jardiel me mira un momento, mueve la casi un hombre enérgico, capacitado y prestigioso goza. Es una ciudad de una infantilidivi exagerabeza y exclama: se lo propone. ¿Surgirá? Quién sabe. —Xo tanto, compadre. Quiero decir que es lo —Lo que usted desea, en definitiva, es una que mejor se ha hecho y... lo mejor que se puede verdadera organización yanqui: una industriahacer. lización del cinema a la manera americana. —Comprendido. Rosita estará muy bien... —Justamente; pero con cierta libertad artís—Magníficamente bien. Todo eso de que los tica para los elementos artísticos que en ella americanos se llevan las actrices para estropeaitrabajen. las es puro cuento. Rosita va a sorprender muy —¿Usted cuándo vuelve a Hollywood? agradablemente a sus admiradores. Es una actriz —En Juiúo. Mi contrato vence en Octubre, a quien esperan muchos triunfos en la pantalla. y desde luego no me encuentro muy dispuesto a Tiene talento, gracia y simpatía. Yo creo que si utilizar la opción de otro año que él me da. lograra aprender el idioma, la darían enseguida —Y ya de retomo a España, ¿seguií-á haciendo oportunidades para trabajar- en inglés. dne? —¿Y Catalina Barcena? ¿Qué películas ha he—Ese es mi proposita ^ho en este último cxjntrato? —Bueno. Pues quiere decirse que nuestra —Dos: Seiutra casada necesita marido y J « .entrevista para los lectores ha terminado. Ahora, íieta compra un hijo, de Honorio Maura. Catalina entre amigos, vamos a charlar de cosas de Hollyes hoy por hoy la actriz española de más prestiwood, sin la amenaza de que puedan aparecer gio en Hollywood. H a conseguido adaptarse tan en el periódico. perfectamente al cinema, que es, sin duda, nuesConsumiendo el decimosexto pitillo, Jardiel tra primera estrella de gran público. Poncela me cuenta anécdotas de viva ironía y —¿Cómo está la producción española en Hollyde subido color; impresiones de los Estudios y wood después de aquel aluvión de películas que de las estrellas famosas, pasadas previamente por nos llegaron a cuei peores? el fino tamiz de su genitd temperamento de hu—En un momento de conquista. Ahora se promorista, y te juro, lector, en mi ánima, que en sus duce, no con intensidad, pero sí con más capapalabras si que asoma un Hollywood desconocidad por parte de todos, y con mayor resultado, cido. gracias a la confianza que paulatinamente han Lástima que esta interpretación de Cinelandia ido depositando en nosotros. En pleno furor de a través de ima sonrisa burlesca no te la pueda las versiones españolas, cuando ellos no deseaban ofrecer.. sin<j producir viendo probable la pérdida de sus La Liga moralista que ahora actúa en la Meca mercados, llegaron elementos de nmy dudosa del cine, y que no ha permitido decir a Jardiel, fesfxjnsabilidiul artística, que sorprendieron su por boca de un pei-sonaje tle su película, una frase mdudablt! buena fe. Y, claro es, ante los resultan inocente como «me lo dió mi aiuunte», caería JardirI l*urtrl•ll^ • on Hitsita Uuuc. junto a l r a m i ó H - e « « i M tados desastrtisos, se pusieron en guardia contra sin piedad sobre él y sobre mí. de los KstudiuI ot, durante l a filmación de laa escenaa los que fuimos después. La labor principal de los F. 11. G. del renirntrriti d>-1 Angriina O el h o n o r de un brigadier»


La magnolia (Grrta Garbo) I A llegado el hada Primavera con su cortejo florido. Hueien intensamente las acacias. Las azoteas se iluminan de colores fragantes. Las muchachas ilusionadas riegan sus macetas al sol, palpitando de juventud dentro de las batas ligeras. Nosotros vamos, en la mañana perfumada de voluptuosidad, al jardín de las estrellas cinematográficas, a elegir las flores que más halaguen nuestra vista o nuestro olfato. Será una interviú grata, propia del tiempo. S ^ i d n o e , lectores, porque deseamos vuestra preciosa ayuda en esta búsqueda, que debiera ser contada—cantada, mejor—por el papá Rubén, redivivo... Llama nuestra atención y nos atrae, al instante, una magnolia blanca y abierta, de olor penetrante y exótico. Su corola adquiere la forma de una cabeza muy conocida de mujer. Cabello.revueltos, boca grande, afilada «a las comisuras; nariz de aletavibrátfles, ojos cargados de misterio, abatidos por el peso de las ...JÉjk espesas pestañas; frente inteligente y pensativa: Greta Garbo, •'^^¡^m La excelsa, la delicada y genial intérprete de tantos tipos femeninos inolvidables. Convertida en una de las flores más aris-^^^H tocráticas y sensibles, como cumple a su espíritu de quinta-^^^^l esencia Una magnolia que quisiéramos guardar cuidadosamente^^^H en el búcaro de nuestra más intima ilusión. Es la magnolia d o l ^ ^ ^ ^ sentimiento. Le preguntamos devotamente si se halla a gusto OV^^^H el ángulo del jardín de las estrellas. Ella nos responde que h a r ^ ^ ^ H bía soñado muchas veces, como en los cuentos de magia, conver-^^^H tirse en una gran magnolia cuya blancura y cuyo perfume atraje>^^^H ran a las almas capaces de ir a descubrirla en su retiro florido y l i j j ^ H de adorarla y comprenderla en silencio, así, en toda su pura sencillez, vestida como una novia ilusionada y feliz... (Ya sabéis cuál es la flor preferida de Greta Garbo en sus sueños de mujer.) La gardenia (Joan Crawford)

-1^1

Una gardenia en el ojal y sentimos descendientes del caballero Casanova, que llevaba eo sus venas—no se olvide—muchas ^ gotas de sangre aragonesa... Esto pensamos al contemplar a Joan Crawford, qne nos sol abriendo la boca grande y abriendo las grandes pupilas. Convertida en bellisima gardenia, noé evoca las noches de club, en que los tr.wí-* ponen su nota de uniforme severo rompiendo la policromía de los largos y vi^wrosos vestidos femeniles; evoca el ramor de amoríos furtivos, junto a la balaustrada, de cara a la luna indiscreta, y el hervir del champagne; evoca el jardinillo qne guarda el eco sutQ de un primer beso que no es ingenuo porque lo alimenta nna pasión reinada, rebelde a la tiranía del Destino, y qne guarda también las ágiles escalas musicales de una risa co<jueta; evoca el mundo elefante que sabe disfrazar sus sentimientos, sometiéndose a una disciplina diplomática... Gardenia-Crawford nos refiere sus inquietudes, su gran afán de vida, sn deseo de gustar, su hambre insaciada de triunfos. Es una flor de exhibición que busca, cara a cara, a la gente, para leer su odio, su afecto o su envidia; para saber inmediatamente si aun posee juventud, si aun se la considera como un objeto de alto precio... Metida en su flor predilecta, Joén Crawford sonríe y rie, como la propia primavera recién libad a (Para ella, gardenia del mundo, ee la vida, y el aire, y la hu...) La onioMea (Xorma Shearer) El jardín primoroso tiene una estufa qne no podia faltar. Y dentro nos llama una orquí-


dea delicada y maravillosa, ofrecida una joya de fabuloso valor, guardada y lada con todas las antenciones que me preciosa existencia. Acudimos a verla cerca posible, conteniendo nuestro aliento ¡ no hollar su belleza feble, romántica, .sob mana... Es Norma>Shearer. Flor exquisita, quídea de la emoción, sublime antena de sensibilidad. En la desnuda barbarie del glo esta orquídea supone el hallazgo de al_ que parecía muerto para siempre: un espíriti puro, incontaminado, inmaculado... La orquídea recibe el beso matinal a través de los vidrios de la estufa, agradeciendo sus amorosas calorías. Re ha aislado de la materia, del perjudicial contacto del aire libre; pero es muy dichosa — mucho — siendo prisionera en el jardín de ensueño. Toda ella vive en una ilusionada fantasía, en un ambiente ficticio—pero maravilloso—que no roza su alma de seda. Norma Shearer, flor de estufa, agradece nuestra visita primaveral, nuestros mudos elogios, ^ o s sabe artistas, capaces de vibrar, como un salterio, al impulso de las nobles emociones: la música, la poesía, el buen cinema, el buen amor... ^ o s sabe devotos de su belleza exquisita y de su corazón sensible. De su arte, perfumado de divinidad... (Norma Shearer tiene por algo un sitio aparte en este encantado jardín de las estrellas...) l « rosa (Jeán Harlow) AI salir de la estufa, nuestra .juvenil de una rosa doble—roj briaga ya nuestros sentidos. *in querer jacintos y dalias, gar a ella lo antes posible y ^n su fresca exuberancia ¡Tierna y al par rotunda flor que Qa la belleza «en flor» de Jeián •ow!... Es una doble rosa — rosa arriba; rosa pálida, abajo — que

viveza de una cabeza aleare en un cuerpo púber, feán Harlow, rosa del jardin ilusionado, parece burlarse de nuestro asombro. Al saludarla, nos interrumpe, invitándonos a acortar la distancia. Se sabe segura en su derroche anestesiante de juventud. Se siente vencedora porque adivina en nuestros ojos la incertidumbre, el súbito respeto a su belleza, verdadera y audaz. Pero nos reponemos de la impresión, al fin, oyendo su charla cascabelera como una orquesta—bien afinada—de simpatía cumbre. Y tomando en las manos su cabeza florida, acercamos nuestros labios a los suyos, de pétalos rosados, poniendo un beso de estallante admiración, mientras el prieto y oloroso capullo de su cuerpo se estremece, momentáneamente vencido... (¡No podían faltar abejorros en torno de la doble rosa de Jeám Harlow!...) ^

Salimos del jardín mitad alegres, mitad tristes. El anuncio deslumbrante y enervador del hada Primavera nos hace recordar las otras primaveras pasad&s, que creíamos insuperables de emoción, de belleza y de felicideul. Esta otra primavera que llega tan aprisa, llena de color y de perfume, nos hace dudar en la elección de nuest r a flor preferida, la que venimos a buscar al jardín de las estrellas. No sabemos por cuál hemos de volver, definitivamente, para adornar nuestra intima devoción: si por la magnolia, la gardenia, la orquídea o la rosa... (Lectores, ayudadnos en esta tortura insuperable de elegir del jardín cinematográfico la más bella flor..,) SANHAQO

AGUJLAB


|_.J ENBY Garat acapara todas las sonrisas de las muchachitas que van a pasear todas' las mañanas al iiosque de Bolonia. «Ilenry es el muchacho más agradable del mun-1 do», dicen los periódicos franceses. Henry interpreta versiones francesas de films j germanos sin cesar. Más elegante que Maurice. Más ecléctico que Maurice. Menos boule-i mrdier que Maurice. «Mis padres eran artistas—dice el mimado de la mujer francesa—, y ] yo debuté en buena hora en un teatro. Después, music-halls, Casino de París, MoulinRouge, etc. Jugué importantes papeles en las revistas de Mistinguette. Un buen día p a r t o ' hacia Nueva York por Bruselas y l^ondres. ¿Mi primer film? Los dos mundos. Lo dirigía Du-' pont, el creador de Varíete. Después del salto del cinema al aparato parlante. El Congreso \ se divierte, II est charmant, etc. Ya en pleno éxito. El público ha sido muy amable con- i migo. Y mis partenaires, también Meg ] Lemonier, inteligentísima; Lilian Harvey, deliciosa. Ahora proyecto varios films en colores con Lilián.» Henry Garat tiene treinta años. Le plus agréable gar(on qui soit, cordial, sympatique, ^éduissant, clutrmant, eufim, dijo de él Enri Raby. Chevalier, por el contrario, se ha desplazado de su público. Hollywood es grande. Y produce muchos dólares. Maurice prefiere las mujercitas en pijama de las piscinas de Beverly HUIs a las nenas del café de la Paix. Ahora, Maurice ha hecho unas declaraciones a im corresponsal de un diario inglés, poniendo de relieve las diferencia • i e temperamento entre los europeos y los americanos: «Las mujeres americanas triunfan porque utilizan el cerebro. Las europeas luchan esgrimiendo su belleza. La situación social de la mujer americana le da una tonalidad y una gama de conceptos de que carece la mujer e u r o p e a . En América luchan hombres y mujeres tras idénticos fines políticos, industriales, intelectuales. La mujer europea sabe, por el contrario, que el hombre no cotiza sino su belle-

n

gente. Nueva gente eu el firmamento cl< hi trcllius g c r m a M a . s de itiiuíma. Eu Nculiabtlsbcrg, ia Ufa luoda l'vnks »/• de América, b a j o la ílir<!<<:ión de Karl Ilcm/. Martín, con Sybillc S < h m i d t / . , Lien Dcyorn, .Attila llorbiger, Ralph Arlhur Robcrts, Gskar Sima, Brika Gla.ssncr y Krnst Bclimcr. Gustav Fntlich, <;on Mariannc llo[)f)C, ruedan Cuatro mujeres y un ]M>lifña. Como el titulo indica, cuatro mujeres ¡)asaji |)Or la vida de un empleado de la Policía. No film de estrella—Gustav solo—; cuatro estrellas, las cuatro mujeres. ¿Nombres? Todavía no. Pero u.stedes encoi.trarán agradables sorpresas en esas cuatro muchachitas que se incorporan, con éxito inigualado, al cinema germano. También multitudes, masas. Esa cosa complicada y bien movida de las cintas alemanas. Para terminar, apuntaremos que en Berlin se j ha celebrado hace poco una fiesta magnífica a j beneficio de los obreros sin trabajo. Willy Frischt < firmó autógrafos a las mujeres; cantó Paul | Horbiger graciosos cuplés a las modistas: Bii-1 gitte Helm, Jenny Jugo, Marta Egghert firmaban sin cesar autógrafos a sus admiradores. Con la recaudación—una excelente cantidad—se enviaron fondos al Gobierno del Reich. I

y que ha de ser ésta la que ha de oponerie para agradarte. C^^'ier opina que la primera virtud de una mujer para gustar a un hombre es la n^a<#-absoluta de afectación. Hermosa y sincera. La posible belleza de una mujer se anuM^^on ía posse. (Veamos aquí cómo el protagonista de La viuda alegre rezuma e u r o p e o en lo que hay de odio a la postura «de vampiresa» y de amor al gesto sincero, abier'- cariñoso.) Lo más importante—agrega Chevalier—, por encima de la belleza, es ser «al^^ivo o atractiva» gustar agradar. El cosmético, el ropaje, la luz, las pinturas, pueden invertir una fealdad' en belleza pero no una antipatía en súnpatía. Queda, por último. Charles Bjyer. Al ga án de Caravana le cono#» «n América como la e.trella délas cuatro Efe!tiv,im;'iitc. Cbarlcs h.i ,i.tiiado erf"-" cuatro principa-

•«— .Adolfo Woohibrück, e I gran actor alemán, desempeña en «K.l rey de los gitanos», realizado por Karl llartl, el papel de protagonista. Vedle en uno de los aspectos de su caracterización

Verónica Roae, ! • belligima aclriz inglesa, es una nuev a conquista d e l «^cran». Ksla artista admirable, cuyo rostro ofrecemos •qui, actuará en una nueva y próxima película de la Gaumont British

Cinema inglés. Mejor dicho, un actor ingl' Un actor inglés en América: Charles Laughton. Los aficionados de la City han recogido la noticia con júbilo. Y la fotografía dol autor de Los urturres de Enrique VIII brincaba de una mesa a otra en las oficinas de las gramlcs Empresas industriales, ('luirles cs uu homlue serio, vaiiiíloso, {)leoo de orgullo; en couti aposición a esa

1.a Caumoul British acaba de rodar un Tdni de tono ligero, titulado "{Ay, papá!...- He aqui a la protagonista. Francés Day (en el centro), ron Marie Lohr y Daphne Courtney, que la secundan en el reparto

les centros de producción del mundo. En todos con idéntico é.xito. Londres Berlín, Paris, Hollywood. Ein esta última (iudad, bajo las órdenes de Walter Wanger, en el film Mundos privados. Pero Charles se ha nr-gado terminantemente a firmar un tentador contrato que le brindaba Paramount, por considerar «que el ambiente internacional Ci el que mejor se aviene con sus disposiciones artísticas». Una larga e.-ítancia en el mismo lugar reduce el círculo de visión, a juicio del compañero de Annabella. Ea Hollywood, especialmente, se siente uno aislado do todo lo que no sea cinema. (lie aquí las razones de por qué Charles Boyer no h a querido tomar parte más que en una sola cinta.)

^

La actividad en los Estudios germanos se intensifica. En otro número decía^ que Daniele Parola iba a interpretar la versión francesa de El harim de los iM^ nos. Pues bien: las cámaras captan ya primeros planos con aparatos a l e m á n » - ' los principales papeles, Adolf Wohlbruck, Hansi Knoteck, Gina Falkenberg y 1 ' Kampers. Richard Schneider-Ebenkoben dirige en Tempelhof (campo de aviación) la t a titulatla La Firmen ¿ora, con Karin Ilard, Kaethe Haak, Ix>tte Werkmeister, Wanka, Walter Landengast, Hans Leibelt, Paul Bildt, Anneliesse Impekoven, M'' tha 7.iegler, María Kralm y Claus Polil. Al lado de algún nombro conocido, nu^*

i.ustav Frohlich. u n o de l o s gaUnes europeos que más admitacioncs despierta entre el c l c m e n l o íenicnino. ** el protagonista del nuevo rdui I f » Tonanim .Barcarola». I.e aconipsña vn la nueva pelicula la pran actriz y bella mujer que es l.ida Baaque apaiece con él en esta foto

IM.Vt M-rá el año de la consagración de esta penlilísinia aspirante al estréllalo rinemniopráfíru de Kuropa. I.láninsr Constiinre t^odridge, y. en efecto, durante el año actual interv e n d r á destacadamente e n varios films que ha de editar la Gaumont British


actitud británica, un paseo en bicicleta, con sombrero de copa, por los alrededores de Hollywood. L(js diarios ingleses reproducen su efigie en esa tetiiie. Charles acaba de filmar, con Marj' Boland y Charlie Ruggles. Ruggles of Red Gap (en inglés, textualmente, Ruggles de! abismo rojo). 5'assu Pits hará un role gracioso. «En esta película—dice el actor inglés—interpreto el papel de Ruggles, un sirviente inglés que se va transportado de Inglaterra a im pueblecito americano. Me doy perfecta cuenta de las sensaciones que este hombre experimenta, porque yo las senti, en realidaci, cuando llegué a América. Sentía la necesidad de h a c e r m e simpático; pero no acertaba en los métodos de conseguir mis propósitos. Creo que será una película interesante. Y no me pregunte más; porque soy supersticioso.»

• I 11 eslilifi» in:rlós p u r il<-iitr<i. I'ri'iiurarióii (l<- «ircwradoN, )-ii<«ayu8 d r or<|urs(a, indirarioiirs del director, aroplaniirnl o dr lurrs, instalación dr «micros», rmplazamirnto dr cámaras... Operariones múltiplrs e indispensables qur prrcedrn al rodaje... Foco después, el director, con voz enérgica, dará la orden de «¡Silenriol . y el tumulto de rumores quedará extinguido. Kl Kstudio, rntoncrs. adquirrr un raro prrstigio soirninr y transcendental...

¿Quieren ustedes, como final de esta.- IIUL.I-. dua \ucltccita por ias carulcras de .Nueva York a través áel Herald Trib une.^ Pues he aquí las últimas novedades: en el Astor, El crimen del Hotel Great, de Víctor .Mac Leagien; en Capítol, Biografía de la muchacha bachiller, de Ann Harding y Robert Mongomerj-; en ei PaJace, Pimpinela Escarlata, de I..eslie Howard; en el Paramount, Rumba, de Carole Lombard y George Raft; en el ACMÉ, El Soviet de la Rusia de hoy, nuevo film ruso; en el Cameo, Cliapayev, de idéntica factura que el anterior, y en otro coliseo de Broadway, Crimen en luna de miel, con James Gleason y Edna May Oliver, pareja de tantos films j>olicíacos. LUIS I>K ALDAOLA

CAPÍTOL

Una apasionante

de amor Una producción FOX


ARTISTAS •'fe.

EN

LA

INTIMIDAD

í l r


víilm

dr lii piiiitiillii

omúícr que nocid bajo c ri^no' de Vcnur y hóo lo aprendió cn cl libro de b vida. en que últimamente la vimos. Y nosotros, tomando el título de la mencionada película, podemos también decir: Simone es así de personal, de interesante, de sugestiva. Pero este carácter fuerte y rebelde, este espíritu fino y cultivado, no fué obra de poco tiempo, sino que se fué moldeando desde sus primeros años, casi desde su infancia. Porque desde muy pequeña Simone tuvo que aprender a leer en el libro sabio y triste de la vida. Tenía ella tan sólo cuatro años, es decir, vivía en esa edad maravillosa en que la realidad se viste constantemente con ropajes de ilusión, el dolor se sintetiza en la ruptura de un juguete y el espíritu es cera virgen, cuando sus padres se divorciaron. Y fué entonces cuando Simone abrió el libro de la vida por la primera página. Porque desde aquel día tuvo que vivir alternativamente con su abuelo paterno o su abuela materna, unas veces; otras, con su padre o su madre. A veces, en verdaderos palacios y rodeada de lujo y comodidades. En ocasiones, en viviendas humildes, según fuera Simone Simón y Uanirile DarririiT rn i m « rsrrna dr pran eniorión de «LI lago de lati damas»

S

IMONE Simón, por su fuerte personalidad netamente francesa, llena de gracia, de intención y picardía, parece un personaje escapado de una novela de Colette. Y necesitaríase la pluma de la gran escritora para describirla fielmente. Para no falsear la silueta moral de esta nuijercita deliciosa, veheraete, impulsiva, que desconoce la hipocresía y abomina de los convencionalismos, que sólo obedece a sus inclinaciones y sigue gaardamente los estímulos de su instinto, y que supo realizar el milagro de llevar a la pantsdla toda la poesía sentimental y sexual de la infancia. Simone es «,<••' se titulaba uno de los films

Kl arte niagníliro, humano y pal- ] pilante de Simone Simón culmi- j nó con plenitudes espléndidas • El lago de las damas». He ; aquí a la incomparable Puck, [ de este film, con Jeán Pierre Au- \ mont, su antagonista niasrulino ]


el medio de vida del familiar de turno. Su vida fué una débil barquilla, zarandeada por diversas y encontradas corrientes. Pero, como es natural y lógico, estos bruscos cambios de ambiente y de personas fueron dejando en su espiritu virgen—cera blanda y caliente—su huella profunda. Y ante los ojos bellos y atónitos de Simone fueron desfilando hechos amargos, realidades desnudas, entre cuyas punzantes aristas quedaba a veces enganchado el bello hilado de un grato recuerdo, que el desgarrón de una ilusión dejó aJlí flotando como un último airón de lo que se fué. Ella no comprendía bien, no comprendía del todo el porqué, la causa de todo aquello; pero con su precoz instinto infantil comenzaba a adivinarlo. De pronto surgió ante sus ojos la perspectiva de un bello viaje. Su madre, que se habia casado de nuevo, se iba a Madagascar, y queria llevársela consigo. Y con ella partió, en efecto, poco después, hacia aquel lejsmo país. Y de este viaje conserva Simone vivos y graciosos recuerdos. Por ejemplo, la casita blanca—frente al palacio de la reina negra—en la que vivían. Aquel novio de catorce años, n ^ o y ventrudo, que no era precisamente la más atractiva encamación del amor. Y sobre todo, el conflicto que inconscientemente creó con su fragante belleza. Porque en aquel bello país en que las flores, las plantas y los pájaros crecían y se multiplicaban, en un verdadero alarde de lujuriosa exuberancia, Simone resultaba ser una belleza exótica y sugestiva, que encendía en deseos a todos los hombres, casados o solteros, negros o blancos. Su destino quiso que

-1^

He aquí el rostro nelanieule franréti. pleno de graria y picardía, de Simone Simón, que parece escapado de una novela de Colette...

allí realizara, sin proponérselo, su aprendizaje de mujer fatal. Y el conflicto llegó a tomar caracteres agudos. La pobre Simone no se metía con nadie, y, sin embargo, no había en las fiuiülias ni xm momento de tranquilidad y sosiego, jorque la felicidad y fidelidad de aquellas gentes amenazaban por culpa suya con levantar el vuelo. Y Simone no tuvo más remedio que volver a París. Y volvió a los catorce años, cuando y a más que una bella promesa de mujer era una espléndida realidad. Estudia el piano, el canto, la escultru-a. Pero París ha abierto ante sus ojos el maravilloso abanico de sus tentadoras seducciones, y bien pronto Simone se deja ganar por dos que la atraen con fuerza irresistible: el teatro y el cinema. Su destino y a está trazado: será actriz de la escena o de la pantalla. Y así fué. Primero, un papel insignificante, sin relieve ni lucimiento posible, para su debut en el Apolo. Después, en el teatro de los Bufos, el papel de la muchacha violada de Las aventuras del rey Pansole. Más tarde, en el cinema, una rápida y brillante carrera que culmina en su magnifica creación de la baronesa de Dobbersberg de El lago de las damas. He aquí el guión de la vida de Simone Simón hasta el momento en que alcanza la popularidad. El éxito la acompaña hoy, y la vida pareo» mimarla. Sin embargo, Simone, la nmjer que confiesa que Venus es un tormento, dulce tormento, confiesa igualmente que forjatlora de ilusiones, en el transcurso de sus años no ha logrado encontrar todavia aquella primera ilusión de los años infantiles. LUCIANO DK ARREDONDO

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RICHARD

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-

MADRID

DIX

Un film dinámico de extraordinaria emoción


Joan. |>r<idi)ciu dr |M-nional r l r g a r i a . ha *— lanzado las mi» M - n r i l l a * y íainhién laH má» llamativa» moda» d«-l vr»lido r«-mrnino... Cna dr »u» « í o i U t e » . ramoHa» rn l i o l l y w t M i d V m et mundo r n l r r o - .

Un Rrwlo r«|»rr»ivo, de honda» inquieludc-, dramálira», dr la que hoy r » eximia actriz del cinema. Joan Crawford. en una de «u» última» creacione»

l ^ k O üuspechábamos que nuestra incuisión en la vida artística y privada de Jo¿o l_ ^ Crawford iba a producir tal revuelo entre nuestras gentiles y amables lectora^. Recibimos cartas que nos animan a p r o s ^ u i r en el tono de franca apreciación con que exponemos y comentamos los hechos de una existencia que no ha sido juzgada ni comprendida del todo. J«ján Crawford es un ídolo femenino en Esjjafia. Sus admiradoras tenian oculta una infinita curiosidad, que se ha desatado ante nuestn» intento de escribir una biografía sintética, sin prejuicios, sin que la fantasía colabore para nada, llegando al fondo de los acontecimientos con la sereni«lad del bu«;eador que lleva bien ajustada la escafandra del propio juicio en el profundo examen. Vamos a creer, ante las cartas que n<js llegan, que la CVawford es uo jMjrsonaje inédito, casi inisterios«i, (jue «lesí-oncierta y atrae a nuestras aficionadas al cine. Nunca ha resultado tan gratí» a nuestn) deber de infonnadores, sabiendo que nuestras {láginas s«m esjteradas c(m ansie<lad y leídax cí»n tanta devoción por un ptiblico adorable, <ligno de t(nUta los esfuerzos. Nt» ya |Hir galantería, sino porque adivinamos «pie e l l a s srm inteligentes, como mu<-haiha.<< modernas, prolonganms giis-


IS uu reportaje al que no {tensantotí de«lii ar excepcional es|)a<'io ei» estas páginas, que uo tienen otro objeto que el <le deleitar o ilustrar a sus lefatores...

Dejamos desilusionada a Joan Crawford con su segundo experimento de los hombres, sintiéndose superior al patrón-hombre sometido a su análisis. Pero dentro de aquella joven desilusión latia la esperanza de encontrar lo buscado. ¡Había tanto tiempo por delante!... Y eran tan ágiles sus alas para extender el vuelo hacia su ideal de mujer... Una línea recta hacia el Broadway, camino del amor. La propia Joan ha dicho en una reciente ocasión: «Yo sabía que había de triunfar, pronto o tarde, porque estaba dispuesta a aprender todo lo necesario para que mi afición y mi temper¿imento pudieran, con la técnica del arte, imprescindible, manifestarse sobre la escena. Podia triunfar; luego debia ayudarme a mí misma. Mi aspiración constante era la de bailar, tanto con la cabeza como con los pies... Y aquí estoy, mucho más lejos de mi meta de bailarina, convertida en actriz. Pero no estoy satisfecha todavía. Creo que no lo estaré hasta que haya desterrado por completo mi fama de mujer frivola, sólo capaz de vestir con atrevimiento y bailar con desenvoltura. El día que los públicos me nombren con respeto artístico, sin acordars" de que soy bailarina, ese día Joan Crawford será Joan Crawford...» Admirables palabras que hemos recogido no sin emoción. Porque pensamos que esta mujer, que personifica maravillosamente a las mujeres de su tiempo, se hubiera extraviado en el camino de su noble ambición artística si hubiera encontrado su ideal amoroso, su ilusión de amor, a que su belleza y su juventud tenían un perfectisimo derecho.

¿Vais conociendo a Joan? Pues entonces podréis suponer quo si hubiera encontrado, en aquellos días de lucha por el por\'en¡r, de su «marcha sobre Broadway», al hombre soñado, su destino hubiera tenido que ser muy otro. Ella, enamorada de veras, vendados sus ojos, ¿habría encontrado la meta del triunfo, que exige casi siempre, como primer sacrificio, el del propio corazón? No. A no ser que el hombre amado fuera capaz de ayudarla en el impulso heroico, sometiéndose hasta casi desaparecer. Y eso no puede realizarse sin menos<3abo de la hombría. Un verda<lero hombre—meditad sobre esta magnífica palabra, lectoras—se siente siempre capaz de bastarse para su mujer elegida. Y alU hubiera acabado una carrera que se prometía triunfal. Porque el amor satisfecho, CÉ^Í nunca conduce a las glorias mundanas ni a la fortuna material. El amor—el que buscaba la corista de Detroit y la girl del Broadway—es casi siempre una cosa triste y pobre, que aniputa las ilusiones que vayan más allá de la intimidad y del ^ o í s m o de la mutua po.sesión. Si hay gloria, es una gloria imaginada, encerrada entre las cuatro paredes de un dormitorio: una gloria precaria, una gloria raquítica de dos para dos; no la gloria de uno para mil, que es la gloria del mundo, deslumbrante y estrepitosa.

Joan, por suerte, no encontró al hombre y no encontró el amor. Se creyó enamorada alguna vez, para prontamente volver a sentu-se desorientada Tuvo amores con un badarin guapo, elegante, cuyo exterior atrajo su mteré.s femenino. Era un hombre joven, limpio y discreto, que no contaba jamás sus aventuras. Sus ojos v e r d e s t e n í a n una dulzura e x t r a ñ a Sa- Kxarta y sugestiva e v o de los primeros bía sonreír, pero no reír. rarión tiempos de Joan O a w Hablaba p o c o , a media ford como corista del voz, en un r ^ i s t r o pas- teatro frivolo... Ved su toso y grave, de varonil gesto rebelde ante el q u e intenta, encanto. Bailaba con gran director, tal vez. conseguir algo sencillez, c o n u n ritmo que ella jamás ha conexacto y natiural. No te- cedido por la fuerza...

nía n«!esidad de fijarse en las mujeres, porque ellas iban voluntariamente a él, sin rodeos. No era necesario (pie se molestase en amar, jwrque elIaH no le pedían sino (jue .se dejase »pie le amaran. Reciliía a unas y otras sin sorpresa, como la cosa más lógica del mundo. Y recibió a Joan. Pero no pudo concederle mucho tiempo de su trato. La «ingenua» se había equivo«íado al pretentler ser «la única» entre todas. La conceptuó como una (chiquilla sin experiencia, que tenia ganas de jugar al escondite. Además, era delgada y pálida: todo lo contrario de su gusto, desarrollado en suculentos banquetes amorosos... Joan llf)ró por la mañana. Por la tarde, la-< lágrimas habían borrado su pasión curiosa por el bello autómata del baile y del amor. Tampoco era un hombre aquel Adonis pasivo, ttnlo superficie, acostumbrado a dejarse querer por las mujeres. El nuevo desengaño fué anuncio de una alegría: ¡el Broadway, con sus luces zigzagueantes, con sus noches ruidosas y sus frivolos desfiles! Había perdido un ideal humano y encontraba su ideal —mu(!ho más estable—de artista. Joan, camino del amor, había llegado al Broadway, que iba a ser muy pronto la realitlad de su triunf • y de su fortuna.

Bailó .loan con toda su alma. Fué advertida y destacada del montón de bellezas anónimas.

>orque era más que una l>ella mujer: una grá<;il )ailarina, cuyas piernas desnudas desarrollaban el propio dinamismo del Broiwlway febril. Durante aquella transformación no tuvo tiempo para amar a nadie, ponpie SÍ')IO estaba pendiente de sí misma. IMS primeros admiradores que llegaron a su camerino con flores y r í a l o s le parecieron todos iguales, deliciosos lacayos de su encumbramiento, uniformados de lisonja. l.es oyó como una música monótona, aunque grata, que viene de lejos. Les sonrió y no les vió, porque la emoción del éxito palpable los hacía borrosos y distantes. Después pudo recapacitar, aco.stumbrarse al aplauso y a la adulación. Y se fijó en el señor empresario. El señor empresario la llamaba «mi descubrimiento», «mi divina Joan», «mi niña bonita»... Y se sintió besada en las mejillas por un hombre que fxidía ser su padre. La nueva vedette del Broadway no se indignó entonces. Recordó al bailarín guapo que se dejaba querer. Y ella fué, desde aquel momento, la bailarina que .se dejaba besar. Algo había que conceder al señorón robusto y bien perfumado que había lanzado su cuerpo de moderna danzarina a la áurea vorágine del Broadway escandaloso y temible, trampolín mágico de la popularidad. Aquel señor, realmente, tenía un mtimo y legítimo derecho de amarla y besarla... como un padre. SANTIXOO A C U I L A R


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M A Ñ A N A C U L A

L U N E 5

S O N O R A

OBRA

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P E Ll

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C E C I L Bc¿¿e MIL

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lUALTO

el cinema es un arte joven al que no es justo <' Doee hombres y una despachar con remienmujer» dos y corcusidos de obras literarias mediocres, coL asunto de esta mo..., como esas en que \_'_J nueva producción tú estás pensando ahonacional, más prera, lector amigo. tencioso que logrado en El realizador de este lo que se refiere a los vafilm. Femando Delgado, lores dramáticos, tiene ([ue adquirió merecida dos virtudes que son fun• ot oriedad en el cine mudamentales en el buen lo, vuelve, después de cinema y que no abunI u largo paréntesis, a dan en el nuestro: muJirigir la cámara, comcha acción y poco diáloI ilicada ahora con el migo. Se ve que el argucrófono. Tenemos gran mento está pensado en fe en él; pero antes de cine y no «aprovechado» juzgarle en e-^ta segunda para él, según va siend') etapa queremos prolonnorma peligrosa en la gar el paréntesis con un producción nacional. Por compás de espera que esta vez no estamos annos permita estudiarle te una comedia ni tma mejor en otras producnovela c o n v e r t i d a en ciones, para emitir sobre «guión», con todos sus él un juicio todo lo bien inevitables resabios liteintencionado y también rarios. El film es origilodo lo sincero a que nos nal en su primera inspiobliga nuestra misión. ración; nació cine y se Este de los directores es presenta a que lo juzGary Cooper y Itichard Cromwcll en una escena de la superjiroducción l'arainounl. ^'I'res lanrerus lieiigalies», hoy el punto neurálgico guen como cine, sin es- grandiosa y espectacular película, <|ue será presentada simultáneamente en Madrid y Barcelona el Sábado de Gloria de la producción naciocudarse en im nombre nal, y en él hemos de ser glorioso o en un éxito teatral. Esto nos lo hace tutela literaria. El cinema no debe ser tributario inflexibles. Pero esa inflexibilidad supone convicsimpático. Rosario Pi puede en algún momento de novelas y saínetes; tiene una personalidad ción profunda, juicio formado en repetidas exhaber forzado la verosimilitud de la acción y la bien acusada y no quiere vestirse con desechos, periencias, y en este caso concreto nos faltan. psicología de los personajes; pero ha «visto» su aunque sean gloriosos. Originalidad de asrmto; .Adelantaremos, sin embargo, que la realización argumento a través de la pantalla y lo ha somehe aqui la primera virtud de un film. Y esta es desigual: lenta, en algunos momentos; con tido a las leyes del micrófono, en lo que al diávirtucí la tiene Do-je hombres y una mujer, conreminiscencias de cinema alemán, en otros—inilogo se refiere. Ese es el camino. La primera cebido por y para el cinema. Prueba de respeto ciación del film—; demasiado transigente con condición de un buen film es la rebeldía a la acreedora a la simpatía de cuantos creemos que el maquillador y generosa en exceso con tipos episódicos a los que concede primeros planos que no les benefician. En cambio, hay varios aciertos^—el de la escena del cafetín, por ejemplo — a lo largo del film. De la actuación de Irene López Ileredia surge una esperanza, que confiamos ha de convertirse muy pronto en realidad de primerísima actriz del cinema español, en un plano interesante y no enfocado aún por nuestra cámara: el de la mujer capaz de condensar en si im drama profundo bajo la apariencia de mundanidad y elegancia, que den a nuestras películas aliento cosmopolita. Bien dirigida, Irene López Heredia — tiene condiciones sobradas para ello—será, sin duda, una de nuestras grandes figuras de la pantalla. De ellos, en primer lugar, Gabriel Algara, naturalidad y aplomo de actor cinematográfico, al que sólo le falta hallar «su papel» para imponerse definitivamente. Ea un tipo episódico, desproporcionado a sus méii-

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Una escena de la obra maestra de Cecil R. de Mille. «Itey de Reyes», que mañana lunes s«- proyectará en el Cine Avenida


entn' |»uerilid;Ml(« a[)arenU's, <[\IÍ: en realidad sou hondas h!<-.(i<jnc.s hu«II' CV»nlol>a y .í«»sé Bamanas en que se estuvii>ia. V muy luvrtiula. dia al iKimbrc i>rimitiAna María. vo en s u paradójica mezcla de eg«iísmo y abl'UiAIU) ucgarrión, nos lleva, deimos, por ese camino "Kl arrabal" le contrastes a una de ^us creaciones definiti-Magnífica e s t a m p a vas. ncoyonjuina de fines de George Raft, su antafiglo. Estampa dibujagonista, ef que en el ila por un aitista getilm le disputa el pinnial, amigo de la plebe, toresco reinado de may animada con todas las jeza y chulapería en el cualidades cinematográarrabal, se mantiene firficas que Raoul Walsh me junto al coloso. Es sabe i m p r i m i r a sus el mayor elogio que puefilms. de hacerse del excepcioüecientes aún los elonal galán. Y Fay Wray, que hubimos de trila manzana de discordia butar al asombroso moarrojada entre la rivalivimiento de masas en dad de aquellos dos simla película / Viva Villa.', páticos jitques, está delihemos de r e n o v a r l o s ciosa y ilicicndo «comedaquí en honor de muuio». No es extrafio que chas escenas de El arrap<jr ella cl buen Cluuk bal, t a n sorj)rendentes ^Wallacc Bociy) y el en realismo, t a n ricastunante Brodie (George «;Qué tío niás grande!» e s una nueva película d>- lUfarl An-on. llena de ri-goeijnnie gracia. «|ue »«• estrena en matices y tan variaí= en e l Monumental (anema Raft) pierdan la cabeza en su composición, que y algún que otro diente, es impgsible captarlas de aiiadidura I'orciuc y a se .-abe: la rivalidad el espectador, a manos llenas, con pro<ligal¡en su desfile vettiginoso y simultáneo, y hay entre la gente de bronce es aliada de lo.s odondad que asombra, impresiones, ideas, gestos, que atenerse a las que más vivamente imtólogos, l n excelente film que fué bien recibido tipos, luchas, fiestas y tumultos. Y el espectapresionan nuestra retina, dejando para una se|>or el |)úblico. dor, ante ese aluvión de imágenes, queda desgunda visión el deleite y r ^ u s t o de los <lolumhrado. t alies. En el Palacio de la Prensa se estrenó una No es posible analizar en este film; hay que Tal es la riqueza de fotogramas, abun<loso lelícula de trama galante. Mujeres peligrosas, en entregarse a él y s a t i r i o on su ritmo acelerado, manantial de imágenes que fluye a borboa que obtiene un nuevo triunfo Wamer Baxter. en el que, además, nos coge de la mano el inmentones. so Wallace Beerjy nos lleva, entre bromas y veAbundancia de buen cinema, cuya mejor deANTONIO G U 7 M . \ N MERINO ras, entre bellaquerías y delicadezas de espíritu, finición seria decir: la pantalla arroja sobre t»>s, s«> «listiiigiic Maria-

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"Aniau-nr''. lior l a SIM-I-ÍÓII d r l ü i i i - i i i a il«-l (j'iilrii

F a l l o iit>l r u a r l o (ioiiciirMt di' ( i i i i e i i i a <)ri|aiii/ado

I.Miirsiiinisla d e CsilaliiHa

R

l i N i n o i'l .lurado calificador, compuesto por los .señores .leroni Moragues, Josep Talau. Marius Calvet, Ignacio Agustí, Rafael Tasis. Deluúro de Caralt, Ignacio Cañáis, Alberto Oliveros, Francisco Blasi, J . Vilaseca e Ignacio de Quadras (secretario), para emitir el fallo del Cuarto Concurso de Cinema Amate ir organizado por la Sección de Cinema del Centro Excursionista de Cataluña, fué acordado con, . K , l , . v ] , . - ir>'!tiiii- lie la forma siguiente: .Medalla d e veriiiell A lus films: El hombre importante, de Domingo Oiniénez: Ep'. jo taml>é mil ésser un fniptiu!, de ll vador Mestre.s; .{punts del moriment, de :nón Godo, de Igualada: Danzas y jie.ftas, ile Auustin Fabra, de Tair.isa; S'isifo. (le l''riiiu¡>»co GiVipiT; E^lomp's del blat, iJc Salvailor Uiíá. y .Juan Prato. .\|i-il:<ll:i d<- itl:ila

A . ( o:u del ermejo ctm hurón, de Daniel Jorro, de Madrid; Poema homeopt'itico, de Manuel Amat: I í.<?ió urgellenra, de Claudio '^'.'.mez, de Cervera, y De Barcelona a Port de la '•a, de T. A. Pino.-.

I ii.i ('..ri-na di-l film -Kl lioiiiltn- iiii|i<trliiiil<- . d<- lliuiiiiigit l.inii'-iii'y:, L'ini.idnr il<-l l'n-iinii i.xlr.i'inlitiuri» • >iii>'i-,|i(ti« « I inrjor film d<-l Ciiaiio CoiK-iir-odr (.iiiriiiii \iiiHl<'iir.

Mailrid; .1 ¡hiy E.rcnrsi<m, de Nenio tlii.:i.iU'ii.ii; // uoihe, de llodcs y Uros; 1.1 ti(ií]fdiu de Cordelles. de N'aIcnlín C.Lstanys; desti de í.-í'(/<i/M ma, de Salviulor Mi-sti-es; ¡.•< hfstics del Pare, ile Valentín Castanys; El Caraller de la lima, ile Saliater y Castelltort; Mallorca, de Olcguer .luuyeut, y El muro de la muerte, ác Cluiulio Gómez, de Cervera.

M<Mici<>ii<-- h o n o r i f i e a s

.\ lo.-, íihiis: ('imliulcji civitcllanus, de I>anicl

Prciiiiu e x l r a o r d i n a r l u del Centro Exi-ursíoiiísta d r f alaliiña

Al mejor film del Concui-so: El hombre im¡i'-irtante, de Domingo Giménez. Vilemás de estos premios oficiales del Concurso, . íonceden los siguientes: Premios de i-ooprraeión Copa Generalidad de Cataluña, al mejor filmj cultural: Al conjunto de films Ciudades castella-\ de Daniel Jorro, de Madrid. i Medalla del Centro Excursionista de Cataluña: < a Danzas y fiestas, de Agustín Fabra, de Tarrasa. Copa .\gfa, al mejor actor amateur: a Francisco Oliver, del film Ep! jo també vull ésser un fugitiu! Premio Agfa, al mejor film impresionólo con película de esta marca: e El hombre importante. de Domingo Giménez. Medalla Atracción de Forasteros: a Danzas y fiestas, de Agustín Fabra. Medalla Atraf^ñón de Fortusteros: a De Bar• lona a Pinrt de la Selva, de T; A. Pinos. ''opa Haltá y Riba: a Bric-a-Briu; de Manuel \iiiat.

('op;i llltrin: ;i

Marín.

Barcelona, 27 de Marzo de 193,>.

KN LA SALA S R D Ü M ('limo cl.iii.-ui.i del t'l ll.

Pn.'inio Revista ('incma /imidcnr: a la coUi-ción de fotografíits de .S'i.s»/>>. de Fraiici.sio Gib.'rt. ('o|ia CiwmuUoip-afia .ímateur al mejor film vanifuardiii: di-.^icrta. i'rcmio (Hwmaloipaf'in .\matrur: a Apunts del nunimenl, de Ramón G M I Ó . Co|»a fluyas: dc-iieria. <'oj)a Euinig: n Sisifn, de Fiaiicisco GÜMMI. I)<*l film ..Mrmmorligo», dr Drlmir dr Carall

(!opa Filmotecnia Engin oza del nejo rim hnn'm, de Daniel . J i i i o , de .Madn.. I'ieniio Tijeras de Plata Dchiiir de Caralt: a /-./ hombre imjiortante, de Domingo íiiménez. Cojia l.uis A. Forgues: a Lluvia, de J u a n P; Premio Foto-( )ptica: a Danzas y fiestas. Agustín Fabra. Premio Gevaert: a Ep! jo tambe vull ésse> fugitiu!, de Salvador Mestres. Copa Kodak Color: a P,'if<h,hii n Pr,r' /'c ' , Selva, de T. A. Pinos. Copa Kodak «S»: desierto. , Medalla de Nro Kodak: a Estamps del Hat de Salvador Rifa. Copa Pathé Baby: a Apunts del I>K' Ramón Godo. Copa Paillard Bolex: a Ep! jo tambt f u á t í c t r un fugitiu!, de Salvador Mestres. (,'opa Perutz: desierta. Premios Radio Ilom (dos discos «Prcj a El hombre importante. Y uno a cada film miado con Medalla de vermeil y con de plata. Copa Sábat, al mejor film de ar ?nto en 16 milímetros: a El hombrr » v r Domingo Giménez. Copa Víctor: a Estampes del blat, de , Rifa. Copa Serrahima, al mejor filni humo: Ep! jo ta»nl>c rull é.tser un fuq't' • '. 1 \áOT Mestres.

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di- (^iiieii):! Irnut ur. sus oi^janizailon^? ofre-| «icion cl pas.ido vii'iucs una sesión a baso do los| nicj»>n<s fiinis prcsciilados a s u (\MU'urso, a la; «|uc concurrió iuiincr<»si> o intensado publico. Ilabia iiileivs cu ver esta sesión para íi>nnarM» cargo de la situación eu «jue se mantenían los • •incastas de dicha cntidail. pues era lógico t>#|M«iar lili csliicr/.o de voluntad jun- parto dt» lo> ciniciirsaiilc.- «pío los inautuviera on la jHV'íición alcanzada. Siu quo so hayan excedido on o.<te natural doscü do suiíorafso» ¿S^btíiuos confesar


Del film "Mallorca , «Ir hustcbio Kcrré

que la calidad general de los films presentmlos ha confirmado, al menos, u n a regularidad e x celente. Sólo u n a excepción dolorosa para los verdaderos amantes del cinema amateur rompió e n esta sesión la dignidad de los films que comjonian el programa. Ni la orientación ni la r e a izaciim del film Sangre en la pampa merecen otra consideración que el esfuerzo de olvidarlo. ¡Qué daño no infieren estos films a la dignidad de nue.stro cinema amateur cuauído son presentados, como en esta sesión pública, con toda la importancia de u n filrn premiado y sclwrrionado como uno de los mejores del cfmcurso! Hien <pM! la buena fe de unos autores desíiricntados pniduzoan film- ' o m o éste, y que los jircstiuten a c o n c u r í i O , y que se proyecten en si^s¡one,s dt? fallo. Lo que no ^dinitimo.s cs s u inclusión en im j>nigrarna de .s(;!''''-ión 'on tícjuilia i i l i i c r t ü . Mriy lamentable. Todo el nial -.i\>i>t qu'- im. j i i o d u j o <•, l"' iihn ';ornpí;n.Srfd<i con cn^;<;.s (»or una prodiimón quo sin dudar <:alificam'»:s ü o m o la «nejor d<-l

sin duda, ol nmjor a«itor, Actor y escenario, a la vez. Hicn, muy bien por ol film de llamón l'uiggrós. ,\brió la sesión -ciusi toda a ba^e <lc fhxumcntales—el film do Ermenter V'élez, titulado Olot: un repoitaje irregular de esta villa catalana, en el cual se dedica parte al registro de las tradi<;iones tipicas y de sus fiestas. En Octubre, Juan Roig nos ofrece la maravilla del paisaje de Cerdaña a través de un objetivo muy hábil. El film es una maravilla para los ojos. Sin duda podría apurar más el autor la selección y el decoupage del film. Uno de los secretos más convenientes de saber para un cineasta es, .sin duda, el intuir «cuándo» no debe insistir más sobre efectos y escenas, por más bellas que sean. El incansable y excelente cineasta que es Eusebio Ferré ocupó con tres films suyos buena parte del programa. Este año parece como si este cineasta haya dejado a un lado el romanticismo del que filma simplemente por filmixr, para imprimir a sus films un cierto sentido de utilidad. VAI efe<to, cmia uno de s n s tres films presentados: La mujer y los dej>ortes. Sota el cel mallorqui y Cerámica Serra, po<lrííui ser a<l(piiridos, respectivamente, [M»r el ('lub Fcmeni i d'Es|M)rts, |M»r los conuireiantes de Mallorca y |)or el .señor Serra, para dedicarlos a fines publicitarios. No pretendemos <h>cir (pie é.sta S4>a la causa motriz de la fihinu'ii'ui de e.st.<Ks magnificos D(M-uiiieiitalcs. l'(!ro .son tan hábilmente realizados bajo IIHIOS los aspe(;t.os, (pie, sin duda, |>odriaii .ser dedicados a

esta iitilidiul (pie siíiialaiiios. ¿l'or <PI«'' no? I,«is films .son pci'fcciiis y, p o r lo tanto, iililizubies. No c.^ iiuc l'L'CALL|O^ qilc sea T\SL;I l.i riii.ihd.id del (•iiii'iiia (IMKI/f'/ir. Muy al contrario. Kl cmca.sl.t niitatrur debe .SII ra/Vui de ser p i o i s . i m c i i l c a la IM^'csiiliul iiitiiiia de iilili/.ar el cinema como un medio de expreMíóii «1*^ .HII s e n s i b i l i d a d arIÍ;IÍEH. ' No CNK'IIIO.S que la filmación DE iltMiiinciitales

"),^';ur-íO de l/t .Aio'ti-i'aón de r j u e i u a Amai'n. -ste film fué datllnr « . u n a vcrdíulera d<IIIO .'i'ióri d ' ; lo mucho que un bufíu «úneiu-ta pn<v fie obtener en la-; m o n t a i i í i ^ . La .\'íitiiridr-/,a i i s .

l i d film lie Saltiiilor Mcvlres ¡^ o laniliiéii f|iiierii »er u n fuf;ili%u!.

tíui concretamente utilitarios produzca ninguna .satisfacción espiritual. Es, sin embargo, de apreciar que alguien guie sus esfuerzos hacia el conocimiento de técnicas utilitarias, ya culturales, ya industriales. Lo que no nos parece ya t a n elogiable es su presentación en Concursos puramente amateurs. Precisamente para evitar esta posible intromi.-lón, en [icrjuicio de la idealidad del movimiento amaleur, fué elimin.uhi d e hu. bases del III Concurso Catalán d e C i n e m a .íiiKit in-\- en l o s sucesivos el t e m a «Publicitario», incluido erróneamente e n el anterior. Kn lupiol Concurso toma excusa la presentación d e films d e esta índole, ya «pie s«' ofr«'cia u n pr«'niio al m e j o r do estos films. I<;iiminad«), m u y acertadamente, e s t o t o m a , en los C o n c u r s o s posteriores n o tienen va insTÍfi«-ación |t«>sii)l«\ N o «jnisi.MMinos q u e .sc vc.in e u esi.i,- l o u s i d e í a c i o i i c s m i c s i r . i s o t r o di'.-jon q u o ol do .soñiüar' im.i o r i e n t a c i ó n . Ivsi.is reservas iu> n«>s prejuzg a n para n a d a la c i l u L u l iiUrins«va d o los films, «pie y a h e m o s d i c h o os oMvK'iito. Poro oinoma

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^/M. iitaéiiftU^ de atU-

MUibMtJUl Xunra iiO!< e a n s a m i i o s dr rrprlirlo: jiuiliña, nu proirt-fíón. Estr rs rl Irma dr nurtdra ramipaña. \A protrrrién mvurhrr un roncrpto niorlifirante dr graria o nirrrrd qur no sr aVirnr ron las drmandas fundadas rn justicia. Y la drmanda qur rl rinrnia rspafiol prrsrnia a los PAdrrrs Públiros rs ésta: '"Quirro vivir para dolar a España dr un artr nurvo y frrnndo, qur, a la vrz. srré una fomiidabir indostría. Prro no nir drjan mrdrar \m impursitos q«« prsan sohrr niL Sr mr trata romo a mrniige, ruando vrnyo a rrrar riqueza y a dolar a nurslro país dr un arnia rspiritual, imprrsriadiblr boy rn todos los purMoü rivUízados. Gravanur con tributes puramrntr industrialrs rs drsronoctv mi natiiralrza y nrgar la misiÓB rucrpriwMil qur traigo. No pnrdo rosignarmr a tamaña injusticia; reaccioDo contra rila, y pido qur sr me tratr como quien soy.'' A tan justa demanda del cinema español sólo hay un modo dr responder: likerarión a b s o l u t a dr trabas fisrales. Y asi rs romo lo rntirnden, en las innumerables adhesiones que a p e n a s Iniciada esta c a m p a ñ a estamos recibiendo, los valores positivos de h ciBeraateyrafia española, cuyos "votits** irá publicando CIXEUUAJiAS por orden r i g u r o s o dr rrcepciÓB. por no herir susceptibilidades si nos entregamos a la ingrata tarea de rstablecrr categorías. Junto al gran dÍ!»tribuidor irá rl modesto representante o el direHor famoso, y al lado de éste, el periodista popular o el que sólo es conocido ea sefectas minorías dr rinrastas. Eso sí, cuantos desfllrn per rsta rnrursta y rmitan su voto rn rstr pirbiseisto tendrán personali«lad prepb y bien dibujada, romo una mayoría dr rdad rn rl muntto dri cinrina. qur Irs Ah drrecho al sufragio. G.

Soy enemigo de la protección oficial al cinema español. Con que lo proteja el ptiblico tenemos bastante. Pero tma cosa es la protección, que no necesita, y otra la persecución con impuestos que dificultan su desarrollo, ideal seria la abstención absoluta d d Estado en todo lo que se refiere a nuestra pro- ^ • • • • • • 1 ducción cinematográfica. Que se abstengan de prot^erla y se abstenga también, claro es, de perseguirla por medio de sus agentes fiscales. Floñan Rey, director. C o n s ^ i d a y a la reducción del impuesto sobre alquiler de películas, merced a una enérgica y eficaz campaña, y fijado el más equitativo—sin dejar de ser oneroso—del 8,75 })or 100, nos otros creemos que éste no debe hacerse extensivo a la producción nai cional. ^ Estado pro^ tege con dinero y • ^^HJ&^^H decretos al arte ^IHBJIII^H escénico porque le ve en trance' de perecer. Al cinema español, que i oace, debe ayudarle también. Y y a ] ue no económicamente, declaninole exento de impuesto alguno. Ello es lógico y justo. Si a fuerza <ie inyecciones quiere alargar la vida del que agoniza, humano es tam bien que permita caminar airoso al que crece, librándole de una pesada

3

Que desaparezca ese impuesto es que deseamos. F.

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( irbal.

Desde un punto de vista rigorosamente comercia, no cabe la menor duda que el cinema español está ya en marcha. Desde el artístico... aun se puede esperar cou optimismo. EL cinema español es muy joven, y en España son muchos los que, tan jóvenes como él, están dispuestos a abordarle. El cinema nacional, por tanto, nace ahora sobre tma base de indudable interés: el éxito económico. Hoy, cualquier film realizado en nuestros Kstudios, pese a sus defectos y equivocaciones, llena los cines más fácihuente que la más cacareada de las superproducciones norteamericanas. ¿Por q u . " Porque el ptiblico parece haberse erigido en protector de nuestra producción, anticipándose — certeramente, por cierto — al Estado, que era el llamado a desempeñar desde hace años esa función. ¿Se han d a d o cuenta de esto los Gobiernos españoles? Hasta ahora, no. Bien está, pues, que hagamos un frente tínico en esta encuesta todos los que nos acercamos al cinema con tm desinterés artístico, para recordárselo. Yo, por mi parte, creo que el mejor modo de hacerlo es eJ siguiente: «Señores gobernantes de España, ¡protección al cinema nacional! Protección decisiva y directa. Reduciendo los impuestos a los films fabricados en nuestrtjs Estudit>s—ahora se fabrican, más tarde es posible que se creen—y a los cinemas que los proyectan. Es necesario consolidar rápidamente nuestra producción, y éste es, sin duda, el gran momento. Necesitamos un cinema español ec>onómicaiuente fucite, para poderle exigir, sin reptutie sentimentales financieros, una calidad artística, que aliora casi \v> nos atre-

vemos a pedirle. Pronto, s t o r e s gobernantes de España, ¡protección al cinema nacionsJ!» Rafael GU, periodista. IJS. producción nacional debe estar exenta de todo impuesto o gravamen, pues es lo menos que un Gobierno puede hacer para fomentar una industria qne se está iniciando en España, y que, bien cuidada, nos puede reportar tantísimos beneficios económicos, <?ulturales y ailísticos, en t o d o el mimdo. El Gobierno debe prestar una gran atención a esta nueva riqueza, y creo que en los futuros Tratados comerciales a realizar no debiera estar ausente este importantísimo capítulo, (]|ue puede ser de gran tran-scendencia en nuestra economía. Marcelino Bermejo Peña, director de S. A. de Espectt'ictUos Públicos. Todo cuanto se argumente en defeosa del séptimo arte es asunto tan latente en estos momentos qué es fácil enjuiciarlo. ¿Por qué al decretar el ministro de Hacienda la modificación del impuesto del 7 y medio p o r ]0l> no ha tenido en cuenta que todo lo relatdonadooon el esj)ectáculo cinematt^ráfico está más que gru vado en España.' Bastaría solamente reflejar i que t>tros paísehacen con su pro-

ducción..., la cual protegen inclusive con la ayuda económica del Estado. De ahi el desarrollo que en estos últimos años ha tomado el cinema fuera de HoUywood. En España no solamente no se ha sonido este ejemplo, sino qne se crea sobre ella im impuesto que dice ser Contribución de Utilidades, cuando, en realidad, es tma sangría más para hacer que nuestro cinema (el español, realizado en España, con capitales, artistas, directores etc., etc.. todo español) se sienta desfallecer cuando empieza a brindamos sus primeras producciunfes. Rafael Martín. Hasta hace muy poco tiempo la; cinematografía española, compara-] da con la de otros paises, no pasaba, como expresión artística, de la categoria de ensayo. j Hoy, gracias al noble a f á n de unos cuantos esforzados, verdaderos héroes llenos de vocación, lo que era ensayo ha pasado a ser obra demostrativa de una indiscutible capacidad nacional. Las manifestaciones artísticas de los pueblos son la expresión de su grado de progreso, y estimular esas manifestaciones es un deber de los gobernantes. Sería absurdo, injusto y antipatriótico colocar a nuestra naciente industria cinematográfica en condiciones de inferioridad para sa lucha con la producción extranjera. Sería, además, matar la gallina de loe huevos de oro. En todos lt>s paises el Estado ejerce una verdailera tutela protectora sobre la industria cinematográfica, menos en España. Juan Muñie^ador,


«j üescoiijiud

de las

iniitacionesI

1 N más de una ocasión hemos oído entre damas elegantes un diálogo semejante a éste; J —¡Estoy desesf)erada! ¿Recuerdas aquel traje d' tarde que apienas hace un mes me envió Molineux—¡Va lo creo que recuerdo! ¡Precioso! Ademáis, según me iiiiste, te costó carísimo, ¿no? L'n dineral. No sabes el trabajo que me costó conven(t r a Mauricio para que me lo comprara. Pues bien; ¿que rrás creer que ayer lo he visto copiado—desastrosamenii copiado, eso sí—en una tienda de confecciones de tres al cuarto? ¡Xo hay derecho! >' la dama que- así hablaba ponía en sus palabras uii :iti) flu pcsasumbre «jue partía el alma. A decir verdad, nada hay quo halague tanto a una «•legante «autiíntica»

E

A la derecha: Margo, la bella bailarina y aclriz, que ron C a r o l e Lombard y Ceorge Rafl, forma el t r i á n g u l o tiobre que se baítn el argumento de «Bolero», lure aqui la arndémica plaí<liri«la<l de 8u cuerpo, modelado por esle elegantísimo vestido

En la üiluela: el airoso y juvenil «lailleur» que viste eu esta fotografía \ a n r y Carroll r«'une las apeleridfl!^ y p<irn> ve-

res logradas «•ararterí^licas tle un Iraje auléntit-nnicntt- 'ftiiex y posilivniíientt- prñctifo


ii>iu.> el salví inii- .iil<|iiicrc un voril.uU-ro UIIHIOUI, fsiU-cir, .Of^o i|uc naiHo sino olla pcxlrá lucir, ni na<la quemas la cimtraríc «juo ;u1vcrtir «c<»piailo» ol IIUHIOIO cuya exclusividad lo fué codiila a costa do un desembídsti exorbitante. Cuando lio comprar un modelo se trata, uiixguiui mujer chic pondrá al precio la menor objeción. Pedirá, eso sí, la garantía de que aquel traje no ha sido ni será copiado. Y el costurero de buena fe, con la mayor lealtad, dará su palabra. ¿Pero cómo evitar la imitación? No olvidemos que la «copia», el •fusilamiento», según el argot modisteril, de las creacioives originales constituye una lucrativa industria, a la que se dedica uu buen número de gentes sin escrúpulos, que llega hasta el soborno de las obreras, y que realiza su negocio a sabiendas de que cometen un indiscutible delito. Porque no se trata simplemente de copiar una influencia, de seguir una orientación, de recoger una tendencia, ya que esto, en último tér mino, coiLstituiría un triunfo para los

lo s e r á |io.sil>l<- i i M l i / a r iiii.,-i n i i x tifiíaciiMi siu <|ii<- osla s e a udvcr tida Dijói.isc <pio la hiiiilr loulurr f r a n cesa, cansatla «lo l a s i i M í u r s i o n c s furtivas «lo las y l«>s «ifusiladoroso, ha

querido «losafiarles esta vez, y para ello ha p u e s t o a orntribución, como nunca, su arte, su inventiva, su inspiraci<'m creadora. Y a fe que han conseguido su pro^xSsito nobilísimo. Xo sóU) los diseños alcanzan maravillosas p)erfecciones de inspiración, sino que la ejecución, el arte con que están interpretados logran calidades sorprendentes y geniales. Nunca, como ahora, pudo decirse de las creaciones primaverales en sn máximo elogio y para desesperación de los profiteurs, que son incopiables. Así, pues, querida y envidiada lectora, que puedes proporcionarte la incomparable satisfacción de adquirir un modelo auténtico, «único», estás de enhorabuena. La moda se ha esforzado para que, al menos por esta vez, puedas realizar, sin temores ni inquietudes, esa pueril y bonita quimera de engalanar tu belleza como ninguna otra mujer podrá hacerlo. MIOSOTYS

Joan Bennel en «Mississipí», su nuevo film, halla nuevos atractivos para su blonda belleza de inf(enua adolescente con este sencillo trajecito «de estilo», herbó rn «taffrttas» rolor dr rosa, con un diminuto n i o l i v o d r florrcillas estampadas. I'.l rurllo y rl halda son dr •<;lar<-. blanro

Cuncbilu Muntriie^ro, niir.lra (snitil rompalriola, triunfadora rn Hollywood, gusta, en o«-asionrs, dr »rstir con arreglo a diseños esfierialmente creados para rila rn Kuropa. Tal rl vrstido ron que a(juí se muestra, qur ha sido dibujado por .Vlarrel Rocha, el gran figurinista francés

inno\ ad«>res, sino de copiar, de «fusilar», hasta en los detalles más nimios, una creación que debiera ser «única». ¿Cómo no disculpar la indignación, el disgusto de la j dama que ve defraudada su ilusión? Poseer un modelo auténtico es el mayor afán, el sueño dorado de toda muJ^^M jer reputada de elegante, y por realizarlo, por «epatar* ^^H^^H a sus amigas con la exhibición de aquel vestido «único», llegan a los mayores sacrificios. ¡Imaginad su desencanto cuando comprueban que les ban dado «gato ^^^^^w 9 por liebre»! ^^^^^^T M Estas suplantaciones, estas mixtificaM ciones, estos que pudiéramos denominar delitos de elegancia, suelen realizarse en los vestidos de noche, siempre costosos. Pues bien; esta vez la codicia de los estafadores se Verá defraudada Todos los grandes motlitos parecen haber ohod cido a un tácito acuerdo, a un secreto p a c t o , para dar a sus robes d' soí> de la presente estación tal perfección, tal gracia, t a l exquisitez, que a nadie

^,^^^^^^^^1 ..^flP^^^KSVH

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I **«í"eia dr Jeán Parker adtiuiere supremo realce c o n traje de noebe, de terciopelo Date, ron cuya tonalidad armoniza a maravilla el ahuesado eolor de los encajes qur forman las m a n ) ^

_ * 7**""*'*""° y estilizado

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iffl(6)ra[iaí¡v¡i[i[M/M M(wi(m Inm eáie/ao cLe la gmcLo^cu ^úiüájdmüíb

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JOSÉ GASPAFU

fmimm C.I.F.I. dIMbuidíL mhijhj^ Cmbw fu)^

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ESTUDIOS

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N u e s t r o s l e c t o r e s p o d r á n p o s e e r los b u s t o s d e sus a r t i s t a s f a v o r i t o s , t o m a n d o p a r t e e n los C o n c u r sos q u e C I N E G R A M A S o r g a n i z a r á m e n s u a i m e n t e E' e>*e C o r c . r s c se i ; - ' » ; - 0 " c o c e b j s ' o s d e lo geniol GRETA GARBO, d e b i d o s G ! cincel aei ¡c rtoble escultor Corlo» MONTEVEíOE, o: terreno d e 2 7 » 3 4 cenfímefro», entreto»lectores q u e nen el nurrierc c e

pr-

Poro tor LOS a c c e prernios se adiüdicorar Sí hubiese rriós de de d e dicho sorteo, o, en su d e f e c o , o ios q u e mos se c p r o x i m e n . SÍ tos, los premios se sortearán entre *odos !05 q u e h o y o n o c e ' t a d o Toaos los D o i e t i n e s d e b e r á n eslcr en nuestro p o d e r entes d e los d o c e d e lo n o c h e del dio 3C Abril. Los q u e lleguen d e s p u é s o e e s t e plazo q u e d a r o n rigurosomenta excluidos.

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u- XKK (Ahtuila ) . -Los prnuip.ilis iutón>ri'tos tle La S'íiites.i nti'hntni son: Hilda MortMio. Hleanora IV^udman, -\lb.<no Konioa. Santiago Ont.iñón. Manui'l Arlni. José Martin, Raúol San Cristóbal, Sierra de Luna. A. Sánchez Ariño. Cuerpo do baile: Pilar Calvo, AiTustiu.i. Magdalena, Miguel de Albaicíu, Enrique Lillo y Diego Santos. Benito Perojo rueda actualmente Rumbo al Cairo, en los Estudios de la Cmdad Lineal. Rosita Díaz interpretará películas habladas en castellano. Contentísimo por sus elogios; pero... escriba menos, ¿eh? l"x .\DMiRADOR (V'illena).— Kay Fran'jis nació en Oklaoma City (Oklai el 13 de Junio de 1906. Según las últimas noticias—no confirmadas oficialmente—, ahoia recibe las atenciones del doctor Branch, conocido médico de ia colonia cinematográfica. Puede escribirla a Wamer Bros-Burbank, Califomia. JOSÉ BONET (Tordera).— Desconozco completamente las causas del suicidio. María Alba es en la actualidad «un parado niás en el mundo». Para cambiar correspondencia es necesario saber su dirección. Mande un dibujo, y si está «muy bien», trataremos de confirmar sus deseos.

pita", de Insiaterra, o sta J.«mdres. (Huesca). El reparto do Tarzán y su compañera es el siguiente: Jane Parker: Maureen O'Sullivan; Tarzán: Jonny VVeismuller; Harry Hotl: Neil Hamilton; Martín Harlington: Paul Cavanagh; Beamish: Forrester Harvey; Saidi: Nathan Gurry. El reparto de Fatalidad es: X 27: Mariéne Dietrich; Teniente Kranan: Víctor Mac Laglen; Coronel Kovrin: Lew Cody: Del servicio secreto: Gustav von Seyffertitz; General Von Hindau: Wamer Oland; Joven teniente; Barry Norton; Oficial: Davis^m Clark, General Dymov: Wilfred Lucas; Manager: Bill Powell. El protagonista de la película Un yanqui en la corte del rey .irturo es Will Roggers. U N TROTAMUNDOS

N. H. CERDÁX (Villena).— Bette Davis se llama verdaderamente Ruth Elzabeth, y nació en Boston (Mass.) el 5 de Abril de 1908. Es rubia, de ojos azules. Mide cinco pies y tres pulgadas. Su última película fué H'onder Toum. Muy agradecidos por sus simpatías.

KOL Y FLOR (Alicante).— ^jlicitan de algún amable lector la letra del fox titulado Pepita J. TORRÓ (Villena).— •Shanghai Lile», de la película L>esfilt de candilejas. Pueden Perdóneme; poro me es comustcflus tener la completa se- pletamente imposible contestar guridad quo Loudon es la c a ^ ton la rapidez que usted qui-

siera Lran un.i e n o r m i í a J dcartas las «pie tcníii nr.tcs f!o !,i

suya, y su()<)Uf;«i <ju<- no habrá es|K-ra(l<) la respuesta on ])io. Gustav l'roelich nació ol 2 \ »lo M.arzo de 1903. Casado ctm G i t t a Alpar. Sus piimñpalos j v -

lículas son Metrópolis, Lu cigarra y la hormiga, líl legionario. Asfalto, Los once diablos. Traición, Retorno al hogar. Catolicismo, El teniente del amor. Corazones ardientes. Bajo falsa bandera. Una canción, un beso, una mujer; Lo que sueñan las mujeres, Luces del Bosforo, etc., etc. Seguramente el no haberle oído cantal e n ninguna de sus películas será porque no lo haga muy bien. Escriba a Estudios Ufa, N e u b a b e l s b e r g , Berlín (.Alemania). CENTAURO

(Valencia).—^To-

do lo que me pide de Max Linder y a se publicó e n números anteiiores. E s t a revista es completamente ajena a la que usted dice. Muy agradecidos por sus elogios, y p u e d e escribir cuando guste, que n o me molestará. MORENITA

LINDA

(Cartage-

na).—Francés D e e nació e n N u e v a York ol ~(> de N o v i e m -

bre de 1918. Casada c o n Joel Me Crea. Sns principales pelícu-

las; (Qué vale el dinero?, Compeiisacuiu. Si yo tmiera un mi-

Niño de las Monja.',, lil orgullo de All/acete, Por un milagro de amor. La chica del galo, Lu\ ven cedores de la muerte, La iirena del Cantábrico, El tren, Diego Corrientes, ¡Viva Madrid, que es mi pueblo! ; El gordo de Xaiidad. Una semana de felicidad. Crisis murulial. Sor Angélica, Agua en el suelo. La Dolorosa, Doña Francisquita, Susana tiene un secreto. Se ha fugado un preso. La traviesa molinera, etcétera, etc. Escriba a Benito Perojo a C. E. A., Barquillo, 10. Madrid.

rón, l'na mujer petse;4U¡da, El hombre león. El crimen del siH¡o, l.a diihuí de la Prensa, Las cuatro hermanitas, etc., etc. Ksoriha a Kadio IMctures Studios. 780 Gowor St., Hollywood (California). h'.l

HOMBRK

1>EL

HISPANO

(Puerto de Santa Maria).—Es indudable «que no somos nadie* en material cinematográfico; pero son muchísimas las películas que se han producido en España. Como usted comprenderá, no puedo ponerle «todas», pues necesitarla toda la plana. Anote alguixas y confórmese. Curro Vargas, Alma de Dios, Los granujas. La casa de la Troya, Don Quintín el Amargao, José, Problema resuelto. El señor feudal. Los cuatro Robinsones, Luis Cándalas, La hermana San Sulpicio (muda y sonora), Agustina de .4ragón, Los claveles de la V^irgen, La chavala. Los chicos de la escuela. La bejarana. El bandido de la sierra, Carolina, la nena del Plata ; Zalacain, el aventurero; El suceso de anoche. La copla andaluza. Los aparecidos. Mientras la aldea duerme. La sobrina del cura. El pollo pera. Corazón, Una aventura de cine. El lazarillo de Tormes, Gigantes v cabezudos. El dos de Mayo, Los misterios de lu hnperial Toledo, El

Solicitan cambiar correspondencia con lectores de CINEGRAMAS los señores siguientes: Don Francisco García, calle de Salvatierra de .Álava, núm. 25, Valencia. Don Fernando González Alamán, Moratín, núm. 43, 2.'^ Madrid. X. X. 2 (Barcelona^.—Es cierto todo cuanto me dice en su carta; p>ero yo no lo puedo resolver como quisiera. .Adrianne -Ames nació en Fort Worth (Texas), tiene el cabello castaño y los ojos azules. Mide cinco pies y cuatro pulgadas. Pesa 115 libras. Casada con el actor de cine Bruce Cabot. El reparto de Granaderos del amor es: Erich: Raúl Roulién; I^ni: Conchita Montenegro; Peppi: Romualdo Tirado; El burgomaestre: Paco Moreno: .Anna: María Calvo; El harón: -Andrés de Seguróla; Augusto: Valentín Parera; El coronel: Lucio Villegas; El comandante: Fred Malatosta: Kl omprosaiic Carlos Vinarias K. LIHRIS

O P E R A L U N E S , la producción española

millonaria Una

película ^ a c í o s a , original y simpática, interpretada por VIDAL

MILAGROS LEALyWILMA

MAÑANA LUNES ESTRENO de la interesajili

producción de

SCRUt£Í|É

SE NECESITA UN PROTECTOR "ugli Willinnih y Mona Barrie en un nioinenin do «En Tapri nació un amor», que se estrena maíiana en el Cine Capítol.

Un film PARAMOUNT

Edmund Lowe, Wynne 6ibson, Edward Arnod l y üohnny Hiñes


dite^gixutuxA Hroadway neoyt>niuino. Tanibii-n ¡leMu» (iiirante ilioz y «K-ho .sem;u»ji.s en cl Teatro Oricnlal de t^hicagu, siempre con t!l produceur Ash. A|)areció más tarde en el Teatro í'ariuuouiit, interpretando un rol musical en la obra Top Speed. Su debut en el lienzo fué con el papel de la íirena moderna en la producción Young man of manhaitan. Siguió con las peliculas The sap from üyracuse, Queen Hight y Honor Among Ijorers, volviendo al t e a t r o con la obra Gir Grazy, impidiendo su trabajo en d i c h a revista que Ginger Kogers se traslafiara a Hollywood mucho tiempo antes de lo que lo hizo. Ginger Rogers ha interpretado los papeles que mejor se a<laptan a su glanwnmi pcifonalidad. l'uede juzgarse a la risueña y picaresca Cí*frcllila como la más completa de Lis Jlapjicrs aiuericaiias fjue actúan aiilc i.i > i i m " i ' i n " !, modernulad verdadera. Li día de ><>vicmbic r>e ca.-,i < ..n t.rw .\yres, después de uu i»reve rouiiiiue i u r m r o . s o , diíl que lioílywooJ ca.«i no .se lialii;i il.ido «ucnla. Ginger Roger."! nuilc I,*),") iiu'lro.-<, pesa lll kilogramos, tiene lo.s (IJH51 luuuuo.so.s, de un proiuiido color verde, y el c.iliello, roji.» i o n ii'llcjos llorados.

juventud, l'iiso su voz in:iravillosa y clara unos deliciosos valses de I'ranz (jrothe. Y hu e x p íente arte dt; comediüiita finísima para dar una tinta emotiva y huriiüna a todo ol liirn. A:-i hizo la mejor fx'hcula <\i- Murin I ! ' .

NORDDEUTSCHER

LLOYD

B R E M E N

LLOYD , NORTE ALEMÁN CRUCFROS MARÍTIMOS cCOLUMBUS «GENERAL VON .STEUBEN.. cBERLIN-, STUTTGART», •SIERRA CÓRDOBA» tn ti primal ra y <l otoño dt 193! i ITALIA. T I K R R A

GRF.CIA, T U R Q U Í A . S A N T A , E G I P T O , etc.

r «n ti verano de 1935 a

Murta l-'.j;gci'tli y sn iilliina |ir(uliu'('ióii I

INSTANTÁNEAS. Ginger Rogers

L

A chispeante estrella Virginia. Hogers, J Ginger, que éste es d duiíinutivo de sit] nombre, nació en Independence (Missouri' | el dia 1 6 de Julio de 1 9 1 1 . Ijos primero.H añ(is de \ 8u vida los pasó en Forth North (Texas , donde í su madre tenía una Casa editorial. Ginger Kogers creció y llegó a la adolescencia poseyendo una adorable cabellera roja que la convertía en la más original de las muchachas lejanas. Por otra parte, algo añadía nuevos encantos a la extraordinaria atracción de Ginger. Su desmedido entusiasmo por debutar en las tablas y sus incomparables dotes de bailarina, dotes que decidieron su porvenir artístico. Esddie Foy Jr., el famoso bailarín americano, que pasó en Icumie por la ciudad, persuadió a la madre de Ginger que les permitiera realizar juntos una excursión coreográfica por el interiorVencida al fin la oposición de su madre, Ginger Rogers comenzó a bailar junto a Foy, sin interrumpirse hasta la actualidad so brillante carrera. En Dallas, durante su toumée, obtuvo un éxito resonante. En Texas le sucedió lo mismo. Todos los públicos donde actuaba quedaban asombrado.s de su fragante juventud y belleza. No abandonando i.i \in .'<olo uíjl sa tral.ajo, comenzó a estu íi,ir ol canl« \ la decianiiuñón. Su voz fresca, bien mo<iulada y agradable, producía una sensación cxtnuírdinaria entre los e.sfKK;tadores. Al observar esta reacción del públicfj ante su voz ateniio|>(ílada, Ginger Uogers entró st^uidarnente a formar parte de las musicales. En St. I^juis trabajó durante treinta y dos semanas en una revi.sta del (íon<K;ido prodiiceur VaIiVhí I/>wry, 1'HUI AkII, c{ue la había visto trabajar en la» tablas, la (jontrató para a<;tu)u- en Nueva York, logrando con ello la lu^triz satisfiu;er hi suprema aspir»w;ión de su vida: eaiitiu* y bailar en el

La pasada vida teatral vienesa aun está llena de iiistorias con picardía y emoción, que bien valen la pena de ser filmadas; tal sucede con la vida de Teresa Krones, el ruiseñor que tuvo a sus pies toda la Viena romántica: su descubrimiento, éxitos, aventuras, es realmente im íilm que .-.ólo tuvo que ser desarrollado. Y así se hizo, li.ijo la dirección de Johannes Meyer se compuso ¡liin de la lavanderita que llegó a ser la gran L uella de las candilejas y que tuvo amores con un con<le dudoso, cuya complicación llegó hasta el escándalo y ¡jérdida del caprichoso público. La conquista plena de ese público en mía sola niKíhe; esa va ia dificultad del film. lüilre todas la.s voí;es y bellezas archiviulas . el cinema, sóI<J una, la de Marta Eggerth, pudí i realizar el milagro. Y de jMH).sia y de verdad, de leyenda y de lústoria, siu;aron t\ste film, quo encantará y divertini sobrenliuiera, llevando por lüs p.uit.ilhis del mundo la roiiiiintica vida del « uisefn/r vienes», l'ara resucilai', cou rcuc» vada bimf),itia, la vida l<;atr<ü y sunorosa de la • • ''"K-.i, M.,', ! ' ' " i i , h eiiii»lcó toda su

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