Tiempo de ceniza. Prefacio

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Tiempo de ceniza Saga Terrestres 1




Primera edición: mayo de 2018 © Zelá Brambillé, 2018 © de esta edición, Futurbox Project, S. L., 2018 Todos los derechos reservados. Corrección: Luz Achával Ilustración de cubierta: Tithi Luadthong / Shutterstock Diseño de cubierta: Taller de los Libros Publicado por Oz Editorial C/ Mallorca, 303, 2.º 1.ª 08037, Barcelona info@ozeditorial.com www.ozeditorial.com ISBN: 978-84-16224-93-7 IBIC: YF Depósito Legal: B 9488-2018 Preimpresión: Taller de los Libros Impresión y encuadernación: CPI (Barcelona) Impreso en España – Printed in Spain Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser efectuada con la autorización de los titulares, con excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).


Para las dos estrellas que brillan en mi universo



Glosario Sector de Guerra: sector del Centro donde se desarrollan las habilidades, poderes y talentos psíquicos mediante enfrentamientos. Sector de Calentamiento: sector del Centro donde se evalúan las condiciones físicas de los humanos. Sector Mentanumérico: sector del Centro donde se evalúan y desarrollan las habilidades cognoscitivas. Diamante radioactivo: elemento natural proveniente del núcleo de Corvellar. Alarga la vida y permite a los humanos adquirir poderes mentales y desarrollar la mente. Corvus: extraterrestres provenientes de Corvellar. Talento: capacidad sobrenatural otorgada por los corvus gracias a unos nanoprocesadores que se implantan en el cerebro y liberan diamante radioactivo. Centro: instituto donde los humanos entrenan para la Prueba de Poder. Prueba de Poder: evento realizado una vez al año en el que participan todos los jóvenes de dieciocho años que han sido entrenados en el Centro con el fin de averiguar su valor. Los humanos que no obtienen la puntuación mínima son ejecutados. Valor: destino. Según el valor obtenido, los humanos se dividen en obreros, soldados o tenientes. Obrero: humano encargado de velar por el bien de la sociedad trabajando en fábricas o minas. Soldado: humano con talentos y poderes necesarios en el ejército.

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Teniente: humano con talentos y poderes excepcionales. Corvellar: planeta ubicado en la galaxia del Laberinto Curvo. Coboportales: cubículos que permiten teletransportarse. Garts: androides. Intevelo: inyección antigua que servía para mejorar el funcionamiento neuronal. Occidere: plaza central del continente, ubicada en Provincia B, donde se festeja el término de la Prueba de Poder. Regencia: gobierno. Veladores: corvus encargados de vigilar a los seres humanos. Zona Cero: área de la Tierra que está deshabitada. Núcleo: organización dirigida por humanos que buscan la libertad. Planeta Refugio: planeta donde se encuentra la base militar del Núcleo. Planeta Cincuenta: planeta ubicado en la galaxia del Laberinto Curvo; aquí se encuentra la base militar de lo Corvus. Phoru: raza extraterrestre de color verde, orejas puntiagudas y cuerpo delgaducho. Perciben los poderes y talentos de cualquier ser vivo. Clasificaciones de seres vivos Letheas: seres con el talento de entrar en la mente de otros. Pueden viajar por los pensamientos y recuerdos. Algunos hipnotizan con la mirada e, incluso, manejan a sus víctimas. Sentinamos: seres cuyo talento consiste en crear energía y hacer explotar a cualquier ser vivo. Tantums: seres con el talento de clonarse. Los más poderosos pueden volverse completamente invisibles. Imperios: seres con el talento de obtener información específica sobre cualquier cosa, sin importar el tiempo o el lugar.

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MetĂŠreos: seres cuyo talento es el de sanar. Teques: seres con el talento de conocer algo en su totalidad solo con tocar un objeto o un ser vivo. Videntes: seres con el talento de predecir el futuro.



Prefacio Planeta Tierra, año 2020 Los transeúntes se movían de un lado a otro. Desde las alturas, parecían diminutas hormigas que se dirigían a su hormiguero en un día de lluvia. Yenerica estaba junto a la ventana. Se preguntó si eran tan insignificantes como parecían, tan débiles, tan pequeños, tan miserables. Bastaba apretar un botón para acabar con ellos, pero no querían que el núcleo explotara. Querían el núcleo. Habían observado de cerca el comportamiento de aquellos seres durante mucho tiempo. Vivían tan ensimismados que ni siquiera se habían dado cuenta de los infiltrados que llevaban más de una década entre ellos. Al principio, habían temido ser descubiertos por medio de los satélites, pero encontraron la manera de transmitir mensajes sin ser desenmascarados. Yenerica Curvo esbozó una ligera sonrisa con entusiasmo. Había esperado aquel momento gran parte de su vida. Estudió el entorno para comprobar que todo iba según lo planeado y volvió la vista a la ventana tras cerciorarse de que se estaban preparando para el ataque. Sus soldados estaban entrenados para matar a cualquiera que se interpusiera en su camino. Iba a gozar viendo cómo los humanos caían y se apoderaban de aquel lugar. Solo una cosa importaba en el universo: el poder.

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Eso le había dicho su padre cuando era una chiquilla mientras paseaban junto a la Cascada de los Diamantes, en Corvellar. La cascada era una delicada obra de la naturaleza que regalaba vida a todos los que se atrevían a bañarse en sus aguas púrpuras. Yenerica era valiente y lo había hecho, y, gracias a ello, todavía era hermosa y joven, a pesar de que había vivido miles de décadas. Los corvus formaban una de las organizaciones espaciales más temidas en todas las galaxias y deseaban apoderarse del planeta Tierra. Se sentían fascinados por los seres que lo habitaban. Regresó a la realidad al escuchar los murmullos de emoción de las tropas. Decidió que era hora de volver a su puesto y dejar de mirar por la ventana. Cuando se colocó en la parte trasera de la nave, observó las múltiples pantallas que mostraban las ciudades que atacarían. Estaban escondidos, suspendidos entre las nubes de un cielo cubierto. —Nave Y45 sobre París, todo en orden —pronunció un capitán por la radio central. —Nave P23 sobre Pekín, todo en orden —dijo otro. —Nave R78 sobre Nueva York, todo en orden… Y entonces empezó la función. No tendrían piedad hasta poseer el rincón más recóndito del planeta azul. ¿Importaban los humanos? ¡Por supuesto que sí! Necesitaban seres pensantes, pues los planes de los corvus eran ambiciosos, pero eso no significaba que tuvieran que mostrar piedad: solo los que fueran lo bastante inteligentes sobrevivirían. Esperó con paciencia, con la mirada fija en los ordenadores, mientras los demás aguardaban a que todas las naves estuvieran preparadas. De repente, sintió un apretón en el antebrazo. No necesitó moverse para saber quién era. La alienígena se situó a su lado. Tenía la mirada más brillante que había visto jamás. Sus cabellos

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negros caían como una cascada y le conferían un aspecto casi mítico. —¡Todo listo! —exclamó el capitán, a la espera de recibir órdenes. Yenerica se concentró y se dijo que todo saldría bien. Ya habían burlado los satélites y los infiltrados habían confirmado que nadie esperaba el ataque. Eran conscientes de lo que podía ocurrir y estaban preparados para ello. Lo habían estudiado todo al detalle. Solo faltaba iniciar la invasión. —¡Naves! —gritó. Sabía que todos la escuchaban a pesar de estar a kilómetros de distancia—. ¡Ahora! Y el caos comenzó. No hubo lugar en la Tierra que no fuese colonizado. Se sucedieron disparos, gritos, destrucción, muertes, guerras y muchos años de esclavitud…



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