Agencia del diseño para una innovación social sostenible

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AGENCIA DEL DISEÑO PARA UNA INNOVACIÓN SOCIAL SOSTENIBLE: Retos y aportes de las disciplinas creativas en el creciente campo de la innovación social Estelle Vanwambeke & Pablo Calderón Salazar Bogotá (Colombia), 2015


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Autores

Estelle Vanwambeke

Msc. en Relaciones Interculturales y Cooperación Internacional con el Mundo Luso-Hispánico, Université Lille3 / investigadora y profesora asociada al programa de Diseño Industrial, Facultad de Artes y Diseño, Universidad Jorge Tadeo Lozano. Grupo de investigación Diseño, Pensamiento y Creación (COL0080292)

Pablo Calderón Salazar

Diseñador industrial, Universidad Jorge Tadeo Lozano y MDes. en Diseño Social, Design Academy Eindhoven / investigador en Social Spaces, LUCA School of Arts, Campus C-Mine / candidato doctoral en LUCA, KU Leuven, Bélgica / investigador TRADERS – Training Art and Design Rsearchers for Participation in Public Space

e.vanwambeke@gmail

pablo.calderon@luca-arts.be

https://bloginnovacionsocial.wordpress.com

El presente artículo de reflexión es resultado de la primera fase de la investigación DoSIS vinculada al programa de Diseño Industrial de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, ubicada en la Carrera 4 # 22-61, Bogotá D.C.

* El contenido de este artículo es publicado bajo licencia de Creative Commons. Cualquier citación o referencia debe hacer atribución a los autores y enlace al artículo original.


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Palabras Clave

agencia, diseño, dispositivos creativos, innovación social, sostenibilidad, transformación social

Resumen

Este artículo parte de la intención de generar una serie de reflexiones sobre la creciente visibilidad de la innovación social en Colombia y la agencia del(a) diseñador(a) para aportar a su sostenibilidad. Gran parte de los aportes a esta discusión tienen su origen en el proyecto de investigación DoSIS iniciado en el programa de Diseño Industrial de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, cuya primera fase se ha llevado a cabo a lo largo de 2014 y 2015. Con base en resultados de la investigación, así como preguntas surgidas de la misma, pretendemos problematizar los siguientes asuntos: (1) el estado actual de la innovación social en Colombia, (2) el papel que diseñadores y practicantes de disciplinas creativas pueden jugar en este tipo de proyectos y (3) la sostenibilidad (perennidad) de los mismos. Así mismo, concluimos con unas reflexiones que buscan abrir paso a posteriores fases del proyecto, dónde podamos generar nuevas herramientas, discursos y recursos pertinentes al problema estudiado.


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Introducción

Ver: https://bloginnovacionsocial.wordpress.com/ acerca-de/

El presente artículo introduce una reflexión sobre la creciente emergencia de discursos y prácticas aludiendo a la innovación social en Colombia, en sectores tanto gubernamentales como no gubernamentales, de la sociedad civil organizada. Es, a su vez, producto de resultados obtenidos en el marco del proyecto de investigación DoSIS (Diseño de la Sostenibilidad en la Innovación Social) vinculado al departamento de Diseño Industrial de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Dicho proyecto surge en 2014 de la necesidad de acoplar el proyecto de diseño industrial con la cuestión de su perennidad, ante la constatación de que una gran mayoría de iniciativas de naturaleza social y comunitaria, con vocación a transformar una realidad social, se estancan en el estadio de la experimentación. ¿Qué hace que un proyecto sea, o no, una innovación social?, ¿cómo sobrepasar el estadio experimental de los proyectos de innovación?, ¿la brecha radicaría en un defecto metodológico del diseñador?, etc., son algunas de las preguntas que orientaron el trabajo de investigación cuya metodología desarrollamos a continuación. La pretensión de los autores con este artículo consiste particularmente en alimentar la reflexión en torno a dos aspectos centrales a la investigación. El primero es de índole ético-político, en cuanto se interesa en la manera como los actores se inspiraron de la noción de innovación social y hacen uso de ella, sus fundamentos y efectos en los contextos y territorios, la sostenibilidad de los dispositivos y su real capacidad transformadora. Parte de los hallazgos investigativos se encuentran desarrollados en el primer punto de los resultados puestos a discusión, al proponer un breve diagnóstico de la innovación social en Colombia. El segundo es de índole disciplinar, pues se interesa en el creciente interés de diseñadores (y artistas) en dicha noción, y cuestiona el papel que éstos están jugando en el escenario actual, o el lugar que pueden ocupar en escenarios futuros. Este asunto es problematizado en el segundo punto del documento, a la luz del giro social que se ha observado en el campo del diseño en las últimas décadas. Esta problematización permite a los autores establecer al final del artículo algunas pistas para alentar una más amplia discusión desde las disciplinas creativas implicadas en proyectos de innovación social.


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Metodología

A la hora de formular las preguntas enunciadas anteriormente, no existía un estado del arte que compilara y diera un panorama completo de las diferentes expresiones y corrientes de la innovación social en Colombia en su diversidad – y a veces contradicciones – a la vez que cuestionara su sostenibilidad, pregunta central de la investigación. Así mismo, aunque encontramos algunas revistas que se interesan en el lugar de las disciplinas creativas en la innovación social, no existía tampoco un estado del arte con este énfasis disciplinar. La primera fase del trabajo investigativo – objeto de este artículo – planteaba entonces un triple reto, pues exigía realizar un diagnóstico que tomara en cuenta estas tres variables (expresiones de la innovación social, sostenibilidad, disciplinas creativas), con el fin de ofrecer un panorama representativo del estado actual de la innovación social en Colombia. Por consiguiente, el estado del arte consistió en inventariar, durante 10 meses, 100 innovaciones sociales a escala nacional, en campos tan variados como la cultura, la arquitectura, las ciencias sociales y la agricultura, entre otras, con un interés particular en iniciativas y dispositivos del diseño, campo dominante para la investigación.

Ver: https://bloginnovacionsocial.wordpress.com/ estado-del-arte/formulario/

El trabajo se hizo mediante un formulario / encuesta de entrada múltiple , disponible online para que ciudadanas y ciudadanos, innovadores sociales o portadores de proyectos de todo el territorio colombiano pudieran inscribir su proyecto, que luego sería analizado por el equipo de investigación mediante una ficha resumen (una por proyecto). Dicha tabla online servía también al equipo de investigación para registrar proyectos buscados en múltiples fuentes de información, revistas análogas y digitales, páginas web. Una sección importante del formulario que se utilizó para la recolección de proyectos requería que la persona calificara la innovación social cuantitativamente (de 1 a 5, 1 siendo en menor y 5 en mayor grado), respecto a cuatro criterios: creatividad, participación, transformación y perennidad. Las entrevistas a actores, entidades o plataformas articuladoras de innovaciones sociales fueron recursos adicionales para acceder a información sobre la temática y generar reflexiones más minuciosas sobre asuntos específicos de la investigación. Ahora, si bien nuestra intención ha sido abarcar con la mayor objetividad posible las innovaciones, en su gran diversidad y sin sesgar el estado del arte, nos enfrentamos inevitablemente a la cuestión de la depuración de los proyectos inventariados. Para dicha selección, decidimos ver más allá de las cualidades intrínsecas que puede tener cada proyecto, y de su pertinencia a la luz de la temática innovación social sostenible (discutida y definida previamente


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por el grupo de investigación). Decidimos tomar en cuenta 100 proyectos capaces de suscitar preguntas y reflexiones pertinentes con la temática. Al respecto, vale aclarar que pueden haber sido seleccionados para la investigación algunos proyectos interpretados como innovaciones sociales sin haber sido necesariamente calificados como tal por sus creadores, proyectos que se hayan quedado en su fase experimental y/o proyectos sostenibles mas no novedosos. Finalmente, si bien esta compilación puede parecer copiosa, de ninguna manera pretende ser exhaustiva, y representa un esfuerzo que se socializará en diferentes medios de fácil acceso a la ciudadanía para ser continuamente actualizada y cuestionada. El estado del arte de la sostenibilidad en la innovación social presenta entonces, de manera descriptiva y sin juicio, una centena de proyectos inventariados y organizados para destacar de allí nuevas pistas que delimitarán las futuras fases de la investigación. Presentamos a continuación parte de los hallazgos de los primeros esfuerzos investigativos.

Resultados puestos a discusión 1. Paisaje de las innovaciones sociales en Colombia

La innovación social se define como aquel proceso o dispositivo que busca dar mejor o nueva solución a un problema o una realidad social que no ha encontrado respuesta sostenible en los campos y mecanismos tradicionales de intervención. En efecto, según Assouly et al (2012), la innovación social propone “elaborar respuestas nuevas a necesidades nuevas o menos nuevas, o incluso mal satisfechas en las condiciones actuales de las políticas públicas y del mercado”, atribuyendo a los actores concernidos una participación decisiva en todo o parte del proceso. Es motivada por actores de diferentes sectores de la sociedad, sin distinción según su orientación sexual, género, generación, etnia, o raza, que aspiran a vivir y construir una sociedad más justa y equitativa, y que demuestran a diario una gran creatividad para hacerlo. El estado del arte llevado a cabo en su primera fase revela diferentes rasgos característicos de la innovación social en Colombia. En efecto, da a ver que una mayoría de proyectos analizados se inscriben dentro de un enfoque de social business, en gran parte propiciado por el enfoque institucional dado a la innovación social por parte del gobierno colombiano en vigor. Por otro lado, da cuenta de una innovación social atomizada e hiperlocalizada, cuyos impactos se revelaron extremadamente difícil de apreciar en el marco de la investigación. Además, el conflicto armado y las


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situaciones de precariedad o riesgo a las que se ven enfrentadas las comunidades y grupos sociales a diario tienen influencia en la emergencia de innovaciones destinadas a restablecer la dignidad de las personas y sus derechos. Constatamos finalmente una escasa presencia y visibilidad de las disciplinas creativas en el paisaje de las innovaciones sociales en Colombia, y en numerosos casos, cierta elitización de los dispositivos creativos implementados, lo que nos lleva a cuestionar en este escrito los márgenes de su indudable legitimidad.

a. Un enfoque empresarial de la innovación social en Colombia

Richez-Battesti et al (2012) distinguen y clasifican en tres grupos las concepciones que existen sobre innovación social. La primera considera la innovación social como herramienta de modernización de las políticas públicas, y de reforma de los sistemas de protección social. La segunda obedece a una apreciación empresarial de la innovación social, ubicando al emprendedor como actor de cambio, cuando la tercera corresponde a una aproximación que hacen muchos actores de la economía social y solidaria de la innovación social, donde la innovación social sirve como un motor para la transformación social sostenible, centrada en una democracia directa y participativa de los actores involucrados en los territorios. La primera concepción, adoptada por entes multilaterales como la Unión Europea y la OCDE, y seguida consecuentemente por los gobiernos de diferentes países, entre los cuales se incluye Colombia, busca llenar los vacíos que escapan a la intervención estatal en materia de política social invitando a los diferentes actores sociales a experimentar soluciones en sus territorios, para responder a problemas locales. Al ubicar a los actores del terreno en coproductores de servicios públicos, los Estados “limitan las obligaciones administrativas y reducen los gastos públicos” (M. Jouen, 2008), esperando que la experimentación de éstos pase a convertirse en innovación. En Colombia este es, en parte, el rol del Centro de Innovación Social (CIS) de la Agencia Nacional para la Superación de la Pobreza Extrema (ANSPE), que promueve las buenas prácticas de los diferentes actores y comunidades en todo el territorio colombiano, y las visibiliza a escala nacional para favorecer su réplica y/o articulación a otros contextos. Ahora bien, esta visión obliga a preguntarse con espíritu crítico ¿hasta qué límites pueden los Estados acudir a la ciudadanía para hacer frente a los riesgos sociales? Para reducir la pobreza extrema de una parte – aún demasiado importante – de la población colombiana en línea con los Objetivos planteados por las Naciones Unidas para el Milenio, la ANSPE, a


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través de su CIS, promueve la gestación de procesos productivos y micro-empresariales por parte de las familias que acompaña, como alternativa para que éstas accedan de manera autónoma a recursos económicos, al mercado en soma. En esta perspectiva, el término social está asociado a la población pobre, es decir:

Aquellos que no acceden o tienen un acceso considerablemente limitado a algunos bienes y servicios, o accederían a ellos en el marco de una redistribución pública postulada como ineficaz; o aquellos que viven por debajo de la línea de la pobreza y para quienes es urgente actuar. La innovación social sería entonces una innovación no tecnológica cuyo objetivo es facilitar el acceso de los más pobres al mercado (Richez-Battesti et al., 2012, p. 15 y ss). Siguiendo con lo anterior, la figura de la empresa social cobra particular énfasis en el panorama de prácticas apoyadas por las instituciones del gobierno por ser una organización que tiene la característica de beneficiar a la sociedad, siguiendo un fin lucrativo o no, a la vez que permite al empresario pobre y a su familia acceder al mercado de bienes y servicios. Éste tiene por consiguiente el perfil de “un empresario ‘clásico’ motivado por una finalidad social, quien propone cambios que creen valor ‘social’” (Richez-Battesti et al, 2012, p.21), aprovechando los vacíos encontrados en el Estado y el mercado. Es la combinación de las dos primeras visiones que domina el paisaje de la innovación social en Colombia, sostenido por medios eficaces de difusión, como lo es el Catálogo Hilando de la ANSPE. No obstante, estas aproximaciones no están exentas de trampas: al volverse un empresario como otro, el pequeño productor corre el riesgo de buscar el enriquecimiento más allá de su subsistencia económica, y no necesariamente cuestiona las formas como operan las relaciones de producción y consumo que marcan la configuración económica contemporánea. Las formas de gobernanza y gestión de la empresa social no es la principal preocupación del empresario. Por ende, cabe preguntarse sobre la capacidad y el alcance real de estas iniciativas a transformar la sociedad (D. Pouchain, 2012). Esta trampa nos recuerda a Paulo Freire, quien, en su seminal texto La Pedagogía del Oprimido, advierte del gran riesgo que corre el oprimido en convertirse en opresor. Esto sucede, argumenta él, cuando al oprimido se le presentan ciertos beneficios que lo hacen sentir parte de cierto grupo exclusivo; en el caso presentado, al hacer énfasis en el acceso


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al mercado de bienes y servicios para subvenir a sus necesidades, sin cuestionarse sobre los factores estructurales del Estado y del mercado que lo marginalizaron de la sociedad, el “pobre” correría un riesgo similar. Ahora bien, aunque menos visibilizadas por el discurso y los medios institucionales, existen muchas otras iniciativas que inscriben sus prácticas en la economía social y solidaria, y que buscan re-hacer sociedad al cuestionar los mitos de progreso y desarrollo, eficacia y capital, y que promueven la des-mercantilización, la auto-producción y la participación ciudadana en la toma de decisión sobre proyectos públicos. Adicional a lo anterior, el paisaje esbozado por los resultados de la investigación no puede prescindir de una lectura sobre la situación actual del país, aún golpeada por un conflicto armado abierto. El contexto conflictivo da una luz complementaria para interpretar cómo muchas innovaciones sociales emergen de las comunidades para dar respuesta a servicios que no son atendidos por el Estado, ni tampoco por el mercado. Territorios en riesgo, sin acceso a servicios públicos, sin garantías de seguridad para proteger la vida de sus habitantes, para acceder a los centros educativos, o producir alimento de calidad, etc., se convierten en focos de pequeñas innovaciones en lo social. Siguiendo el análisis anterior, el conflicto armado se convierte en un factor causante de la visión mercantil y empresarial de la innovación social en Colombia, posiblemente también uno de los factores que debilitan la capacidad de los actores para articularse, como veremos a continuación. Pero el conflicto armado es, a su vez, un motor para la agencia creativa de los individuos para construir paz en los territorios, cual sea su orientación sexual, su identidad de género, su pertenencia a un grupo étnico o racial, o a una religión.

b. Una innovación social atomizada e híper-localizada

Otro punto que llamó la atención para la investigación es la atomización de las innovaciones sociales en todo el territorio colombiano; es decir, una ausencia de articulación entre los dispositivos e iniciativas emprendidas por los diferentes actores. Si bien se observa mayor concentración de innovaciones sociales en territorios donde las instituciones del Estado son más presentes y sólidas (como en Bogotá y Medellín), y que invierten presupuesto para el fomento de la innovación – con los intereses y desafíos enunciados en el punto anterior –, allí tampoco se evidencia una organización entre ellas. Este fenómeno es interpretado como producto, entre otros, de una


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híper-localización de las innovaciones ocupadas en sostener – en muchos casos de manera autogestionada – sus objetivos mediante actividades fuertemente ligadas al territorio local o híper-local (del municipio o del barrio), enfocadas en la resolución de problemas del diario vivir. Ahora bien, esta ausencia de organización sistémica representa un riesgo importante para su sostenibilidad. El estudio de otros referentes, como los movimientos sociales a través del mundo, han demostrado en la historia que la unión y articulación entre las diferentes reivindicaciones y luchas sociales es más eficaz a la hora de transformar relaciones de sociedad, y de empujar las políticas públicas hacia el cambio. La híper-localización de innovaciones sociales desarticuladas cuestiona su capacidad para generar transformaciones estructurales, a nivel de sociedad. Si bien se evidencian en muchos casos logros en cuanto a reconstrucción de lazos sociales a una escala micro (de las familias, de los barrios y de las comunidades), es más difícil medir los efectos e impactos que logran sobre los usos, comportamientos y relaciones de los individuos a un nivel meso y macro, de sociedad. Iniciativas gubernamentales y no-gubernamentales como el catálogo Hilando del CIS de la ANSPE o la Revista de Innovación Social, entre otros ejemplos, difícilmente logran articular estas innovaciones. Sin embargo los esfuerzos de visibilización y valoración que hacen mediante estas publicaciones son, sin duda, elementos necesarios para la formulación de estrategias de articulación. En adición a esto, y como lo enunciamos anteriormente, el conflicto armado es otro de los factores que debilitan la capacidad de los actores para articularse entre localidades, municipios y regiones. En efecto tiene incidencia en el acceso y en el uso de medios de comunicación nuevos y tradicionales, desde las infraestructuras del territorio (por el control de actores armados sobre tierras y rutas en ciertas regiones, por ejemplo), pasando por las nuevas tecnologías de la información y comunicación (dificultad de acceso a Internet en ciertas zonas apartadas del país, por ejemplo). También afecta las capacidades humanas para organizarse en sistema cuando existe el miedo de los individuos y grupos a ser amenazado o estigmatizado, o a perder la vida por exigir sus derechos.

c. Una agencia creativa (¿de élite?) emergente

Ante la fuerte presencia del discurso gubernamental en los medios de búsqueda de información, ha sido tan arduo como desafiante acceder a información sobre innovaciones sociales gestadas desde las disciplinas creativas, un interés particular en nuestra investigación. Su falta de visibilidad parece también estar ligada a su menor


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presencia en el paisaje de la innovación social colombiana, en comparación con iniciativas empresariales, o de la economía social y solidaria. No obstante, los primeros resultados de la investigación ofrecen un panorama alentador en cuanto a la capacidad creativa de los dispositivos para activar acciones o reflexiones que conlleven a la organización comunitaria y, en consecuencia, a la transformación de las relaciones sociales en un contexto determinado. A la vez, los resultados parciales de la investigación suscitan una serie de interrogantes en lo que refiere a la legitimidad del diseñador, arquitecto o artista en intervenir contextos sociales y comunitarios ajenos a su realidad económico-social y cultural. En efecto, el lugar disciplinar desde el cual se ha formulado la investigación abrió un campo específico para la observación y reflexión acerca del papel que juegan las artes y el diseño en la innovación social. Siguiendo la noción de dispositivo creativo desarrollada por Foucault (2001), como “aquel que funcionaría sobre el modelo de máquinas que hacen ver y que hacen hablar”, la investigación define como creativo e innovador en lo social aquel dispositivo que, por un lado, sea novedoso y responda a un problema, una situación o un desafío a nivel local o más amplio, además que se materialice en una forma pertinente con el contexto y problema trabajado, y finalmente que facilite al usuario o destinatario una participación activa y autónoma que le permitan formular soluciones al problema trabajado. Así es como, en nuestro trabajo investigativo, nos hemos interesado tanto en dispositivos creativos cuyos autores afirman que son innovaciones sociales, como dispositivos creativos cuya intención es producir un marco favorable al desarrollo de la innovación social y a la participación de los ciudadanos sobre cuestiones de sociedad, aquellos que trabajan sobre cuestiones sociales contemporáneas y finalmente, aquellos que presentan inadecuación entre el discurso y la forma de intervención, y que revelan en ciertas ocasiones tener un efecto contrario al esperado. Ahora bien, Foucault también advierte que:

[…] El dispositivo tendría una naturaleza esencialmente estratégica; esto supone que allí se efectúa una cierta manipulación de relaciones de fuerza, ya sea para desarrollarlas en tal o cual dirección, ya sea para bloquearlas, o para estabilizarlas, utilizarlas. Así, el dispositivo siempre está inscrito en un juego de poder, pero también ligado a un límite – o a los límites – del saber, que le dan nacimiento pero, ante todo, lo condicionan. Esto es el dispositivo: estrategias de relaciones de fuerza sosteniendo tipos de saber, y [son] sostenidas por ellos” (Foucault, 2001, p 229 y ss).


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Dicha afirmación ha sido retomada por el equipo de investigación para interrogar la cuestión de la legitimidad de ciertos dispositivos creativos y de sus autores para intervenir contextos sociales y comunitarios ajenos a su realidad. En efecto, la investigación evidencia cómo las innovaciones sociales que entran en la categoría de dispositivos creativos suelen ser la autoría de una franja de artistas, arquitectos y diseñadores de clase media-alta, egresados de universidades, inspirados por participar – a veces de manera ingenua – en el cambio de una sociedad que consideran inequitativa, desigual e injusta. En ese sentido, existe un riesgo de que la falta de conocimiento o estudio sobre la complejidad de los contextos intervenidos, y del entramado de relaciones entre sus habitantes, pueda sesgar las relaciones de poder y llevar a una inadecuación entre el discurso y la forma de intervención, y tener efectos contrarios al esperado, a veces nocivo para el grupo social, el proceso social en curso, o el territorio de intervención. Para entender los aportes y los retos que representa la creciente agencia de profesionales de disciplinas creativas en el campo de la innovación social, desarrollamos a continuación el giro social de las mismas, en particular del diseño, y concluiremos enunciando pistas para ampliar la reflexión y avanzar en ella.

2. El giro social del diseño

En 2006, el profesor de la Universidad de Pensilvania Klaus Krippendorf publicó un libro titulado El Giro Semántico. En éste, Krippendorf argumenta el cambio que está sufriendo la práctica del diseño, donde se ha pasado de un paradigma centrado en los objetos a uno centrado en los humanos. Esto se ve reflejado en un diagrama (figura 1) que acompaña un capítulo titulado Trayectorias de la artificialidad, en el que muestra la transformación que ha sufrido – y que vive – el diseño. Krippendorf argumenta que, mientras que en sus inicios el diseño se encargaba únicamente de definir criterios estéticos y funcionales de productos físicos, éste ha evolucionado a implementar y considerar otros aspectos, como el mercado (para bienes, servicios e identidades), la interactividad (para interfaces), la conectividad (para redes), la viabilidad social (para proyectos) y la generatividad (para los discursos). Precisamente, él considera éste último (el discurso) la forma superior que el diseño puede lograr –fundamentado en una práctica e historia de los otros elementos, por supuesto. Aunque Krippendorf nunca se refiere a este giro como un giro social,


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Figura 1: Trayectorias de la Artificialidad – Klaus Krippendorf 2006 (Gráfico hecho por Pablo Calderón Salazar para el artículo)

podríamos establecer una correlación entre su postura y el aumento de prácticas de diseño social o innovación social en el mundo; por esta razón, en este artículo hablamos de un giro social del diseño. Pero esta nominación no viene exenta de una mirada crítica sino, por el contrario, nos invita a preguntarnos las implicaciones de este giro y el papel que podemos jugar como diseñadores o investigadores: ¿tiene agencia el diseño en campos de la sociedad más allá de la producción industrial? ¿debe el diseño participar de proyectos que buscan solucionar los problemas vitales de nuestra sociedad? ¿están preparados los diseñadores para hacerlo? La importancia de las ideas de Krippendorf en Colombia vienen de dos frentes distintos: por un lado, Krippendorf estudió diseño industrial en la HfG Ulm (Escuela de Diseño de Ulm), de gran influencia para la creación de facultades y programas de diseño industrial en América Latina (procesos liderados por personajes como Tomás Maldonado y Gui Bonsiepe). Por otro lado, el profesor Krippendorf fue invitado a dirigir un taller en la Universidad Jorge Tadeo Lozano (Bogotá) en Julio de 2011. El taller fue titulado “Interfaces Tiempo-Espacio” y fue un momento clave en la historia del programa de diseño industrial, pues sentaría las bases para los cambios que han reformado su visión y programa de formación en la última década. Desde el programa de diseño industrial de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, la formulación del nuevo pensum ha hecho un énfasis importante en el enfoque de gestión de diseño e innovación social en el desarrollo académico, de investigación y de proyección social. Sobre esta consideración, en primer lugar, se han fundamentado los talleres de Ruta (Producto, Interacción y Contexto -este último siendo el que se nos presenta pertinente) y Verticales. En efecto, la fundamentación de Ruta de Contexto define que

(...) hablar hoy de un diseñador con enfoque de contexto, exige inicialmente ubicar los procesos de


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generación de conocimiento en relación con los referentes de sentidos, situaciones y condiciones en las que se estructuran y constituyen las realidades sociales. Demanda el detenerse a darse cuenta de lo que acontece y sucede en un tiempo y espacio, lo que implica comprender y articular las distintas dimensiones de la realidad en beneficio de la concreción de productos de diseño” (Programa de Diseño Industrial UJTL, 2013, p. 29). De la misma manera se han creado los talleres Verticales y de Verano como respuesta a la

continua búsqueda de espacios de integración, participación y aprendizaje complementario, desde la visión de diferentes disciplinas”. Allí “se desarrollan proyectos que facilitan a los miembros de la comunidad académica interactuar con personas de otras facultades y entidades para abordar estudios específicos en contextos particulares (Programa de Diseño Industrial UJTL, 2013, p. 37).

3. Diseño para la Innovación Social y la Sostenibilidad (DESIS)

En 2008, el profesor y teórico de diseño italiano Ezio Manzini inició el proyecto DESIS (diseño para la innovación social y la sustentabilidad), el cual fue, a su vez, resultado de distintos encuentros internacionales que procuraban poner la innovación social en la agenda global del cambio y explorar el rol que diseñadores pueden jugar en esta. DESIS, más que proponer un discurso centralizado, ha generado redes de instituciones, practicantes, universidades y otras organizaciones que aportan en el diálogo al respecto. Para DESIS, la innovación social parte de la “recombinación de bienes existentes” (por lo tanto prioriza el re-diseño sobre el diseño) y es potenciada por actores locales en lugar de expertos (o, mejor, los actores locales son considerados expertos, en lugar de expertos internacionales en temas que pueden nada tener que ver con el contexto local). Parte de la agenda de la red de DESIS está basada en incluir en los programas de formación de diseño competencias y habilidades que favorezcan la agencia de sus profesionales en proyectos de innovación social. Por agencia, nos referimos a la capacidad de acción


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y transformación que tiene un actor en una determinada situación. Respecto a este asunto de la agencia, vale la pena traer a colación la reflexión del diseñador y profesor Cristiam Sabogal quien, en su blog personal, escribe al respecto de la (crisis de la) agencia: “tener la virtud de obrar es algo que, en efecto, parece estar desapareciendo con el tiempo. Humberto Maturana piensa que tiene que ver con que en nuestra formación escolar –y familiar, a la larga-, a diferencia de la impartida a mediados del siglo pasado, ya no hay instrumentos para que los niños operen su realidad inmediata, sino para su futuro; en ese sentido, no sabemos cómo lidiar con lo que nos pasa día a día” (Sabogal, 2014. Sabogal hace referencia a una crisis generalizada de agencia en la sociedad, pero es igualmente pertinente para reflexionar sobre la agencia de los diseñadores en la misma. Y es ésta última una de las cuestiones principales sobre la cual indagamos: iniciativas de base han estado sucediendo en distintas comunidades alrededor del mundo; entonces, ¿cuál es la necesidad de diseñadores de intervenir en éstas? Según DESIS, los diseñadores pueden aportar a “escalar, consolidar, replicar e integrar con otros programas para generar cambios sostenibles a gran escala” (http://www.desisnetwork.org). En nuestro grupo de investigación esta cuestión fue asunto de discusión y debate, pues, en el proceso de recolección de datos para el estado del arte, nos encontramos con tener principalmente proyectos sociales que, si bien podían tener un componente de innovación, no contaban con la participación de diseñadores o creativos (o estos tenían una participación marginal o instrumental). Por esto, en una de las reuniones del equipo de investigación surgió una inquietud que requería una reflexión colectiva: ¿si la mayoría de proyectos que recolectamos y analizamos no contaban con la participación de diseñadores, cuál es la relevancia de estudiarlos desde una perspectiva de diseño? Para algunos miembros, este era un asunto problemático — e incluso contradictorio — pues se pensaba que debíamos partir de la base de un banco de prácticas de innovación social presentes y establecidas en el país. Pero, entendiendo que la ausencia de un fenómeno es tan importante como su presencia, decidimos incluirlos como base de nuestra investigación y generar las reflexiones correspondientes. Por ejemplo, en Colombia existen una serie de prácticas ancestrales por parte de grupos indígenas, afrocolombianos y campesinos que se podrían situar muy cerca a las prácticas que entendemos como de innovación social. Tal es el caso de la minga (indígenas), la manocambiada (afrocolombianos) y el trueque (campesinos). Con base en estas conversaciones y reflexiones, decidimos tomar dos de los proyectos analizados como casos de estudio para este


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artículo. Entendiendo que el papel que juega el diseñador es uno de los asuntos sobre los que reflexionamos, decidimos tomar un proyecto que contara con la participación de uno, así como otro que no lo hiciera y reflexionar sobre la participación, la capacidad transformadora y la perennidad de los mismos.

4. Casos de estudio

Logotipo 100en1día. Extraído de http:// www.100in1day.com

Uno de los proyectos que hace parte de nuestro estado del arte, y que queremos presentar como un caso de estudio, es la iniciativa 100en1día, la cual nació en Bogotá en 2012 fruto de una colaboración entre estudiantes de la escuela danesa Kaos Pilot y profesores y estudiantes del programa de diseño industrial de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Kaos Pilot tiene como su base un programa de educación no-formal que se enfoca en el desarrollo de proyectos con un enfoque creativo y social; este programa dura tres años y en su segundo año los estudiantes pasan tres meses en otra ciudad (Outpost), donde son conectados con proyectos y organizaciones locales para desarrollar diferentes iniciativas en colaboración con ellas. Los estudiantes de esta escuela hicieron su outpost en Bogotá en 2011 y 2012. En su segunda experiencia, unieron fuerzas con profesores y estudiantes de diseño industrial de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, en cabeza de Cristiam Sabogal quien, a su vez, llevaba trabajando el tema de las intervenciones urbanas en su cátedra de “Diseño y Comunicación”. 100en1día es un “movimiento ciudadano que busca que los ciudadanos transformen su ciudad a través de 100 --o más-- iniciativas en 1 día” (http:// www.100en1dia.com) y, luego de su primera edición en Bogotá (mayo 2012), se ha llevado a cabo en otras 5 ciudades colombianas y en cerca de 20 ciudades alrededor del mundo. 100en1día no solo es relevante para nosotros por haber sido gestado por un grupo que incluía a varios diseñadores industriales, sino porque el rol de éstos se aleja de los paradigmas tradicionales del diseño (de producto). En este caso, los diseñadores - y estudiantes de diseño - asumen un papel de provocadores de procesos de participación ciudadana, diseñando acciones que tengan efectos más allá del momento en el que suceden y la(s) persona(s) que las ejecute. Por otro lado, traemos a colación otro proyecto que también hace parte de nuestro estado del arte, el cual no cuenta con la participación de diseñadores ni artistas, aunque concierne el diseño


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Mano Cambiada, es una práctica ancestral, que significa trueque de oficio y que se fundamenta en las relaciones solidarias y de pares por encima del dinero (fuente: http://manocambiada.org/ nuestra-historia-2/nuestra-historia/#sthash. twVJm7yK.dpuf)

Logotipo fundacion mano cambiada. Extraído de http://www.manocambiada.org

de servicios. El proyecto se llama Manocambiada, un proyecto de autogestión comunitaria iniciado por Josefina Klinger en Nuquí, Choco, donde ofrecen servicios de ecoturismo sostenible en este pueblo del pacífico Colombiano. El proyecto nace de la creación de una corporación (cooperativa) que lleva el mismo nombre y fue inspirada en los valores de esta práctica ancestral de las comunidades afrocolombianas. La iniciadora y los principales promotores del proyecto han sido actores locales que poco contacto han tenido con profesiones denominadas creativas. Si bien el proyecto ha contado con la participación de diseñadores, su rol ha sido puramente instrumental (darle forma a la imagen que ha de promocionar turísticamente a Nuquí, diseñar la página web o su estrategia de comunicación). No es nuestra intención comparar los dos proyectos, pues entendemos que operan en dos esferas completamente distintas y deben ser valorados en sus particularidades, pero vale la pena hacer algunas reflexiones respecto a lo que cada uno aporta en los temas que nos conciernen: el rol de los diseñadores en proyectos de innovación social y (cómo estos aportan a) la sostenibilidad de tales proyectos. En coherencia con nuestra investigación y argumentación, hemos de tomar los criterios que se utilizaron para la evaluación (cuantitativa) de los proyectos en el estado del arte, siendo estos la creatividad, la participación, la transformación y la perennidad. En el caso de 100en1día, se puede observar que el componente de creatividad fue el más altamente valorado (5), lo cual ha ayudado a favorecer la participación (4) ciudadana (de agentes externos al proyecto) y su replicabilidad. Esto concuerda con la visión de DESIS, la cual resalta que la participación del diseño aporta a la replicabilidad de los proyectos. Por el otro lado, Manocambiada fue altamente valorado en su componente de transformación (5) y el de perennidad (5), dado que es una iniciativa de base, creada por una comunidad organizada en búsqueda de soluciones sostenibles a necesidades económicas apremiantes. Esto le ha aportado a tener una gran capacidad (auto)organizacional, además de sostenerse – y crecer – en el tiempo. Entendiendo los valores que tienen ambos espectros de la innovación social, podemos observar cómo elementos de cada uno podrían aportar al otro. Aplicar el pensamiento creativo y sistémico del diseño a una iniciativa de base como Manocambiada le aportaría en pos de su replicabilidad y posibilidad de involucrar actores externos (generando redes) en el proyecto. De la misma manera, utilizar la capacidad organizacional y cohesión comunitaria de proyectos de base a iniciativas como 100en1día, le aportaría a conseguir transformaciones más profundas y perennes en la sociedad, a nivel


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tanto cultural como estructural. Estas conclusiones nos ayudarán a continuar con una segunda fase del proyecto, que buscará hacer difusión de los proyectos, así como generar herramientas y recursos que aporten a la sostenibilidad en proyectos de innovación social.

Conclusiones

Presentamos este artículo con el espíritu de abrir la reflexión acerca de los aportes y retos de las disciplinas creativas en la innovación social, así como su capacidad para agenciar dispositivos y procesos más sostenibles. Basándonos en los resultados parciales de la primera fase de la investigación DoSIS (Diseño de la Sostenibilidad en la Innovación Social) del departamento de Diseño Industrial de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, desarrollamos tres grandes rasgos del estado actual de la innovación social en Colombia, del cual se desprende un análisis sucinto de los mayores riesgos relacionados con la sostenibilidad de la innovación social en el país. En primer lugar hemos observado el predominio de un enfoque empresarial y mercantil dentro de la muestra de 100 proyectos analizados, fuertemente apoyado por la política institucional en vigor, donde el emprendedor social se ve otorgado un rol motor a favor del cambio social. Dicha tendencia se convierte en un riesgo si no viene acompañada de un análisis crítico por parte del emprendedor de las relaciones de poder existentes en la cadena de producción del bien o del servicio, y del establecimiento de estructuras y medidas a favor de la justicia social y la igualdad dentro de la micro-empresa, y para con los actores directa e indirectamente involucrados con sus actividades. En segundo lugar hemos constatado y advertido del estado esclerosado de la innovación social en Colombia, que explicamos por varios factores, entre los cuales destacamos la relación híper-local de las iniciativas con sus contextos de intervención, y el impacto del conflicto armado en los territorios y las poblaciones, el cual, al debilitar sus capacidades de articulación, afecta su sostenibilidad y escalabilidad. Finalmente, nos interesamos en el lugar que ocupan los dispositivos y procesos creativos en dicha muestra, y la naturaleza de éstos. Ahí, la investigación revela dos principales modalidades de intervención en diseño: una primera de corte productiva-empresarial, donde el diseñador interviene como asesor de todo o parte de una cadena de producción, buscando innovar al servicio de una causa social, y una segunda donde el diseñador pretende activar la organización social en torno a un problema de sociedad, mediante


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dispositivos artísticos que, en la mayoría de los casos estudiados, acuden al lenguaje simbólico. De este panorama también advertimos de cierto fenómeno de elitización por parte del diseñador-innovador social quien, al no estudiar toda la complejidad del contexto intervenido, corre el riesgo de sesgar las relaciones de poder con y dentro de las comunidades y, consecuentemente, desarrollar dispositivos ineficaces, ilegítimos, y/o profundizar el problema ya vivido por las poblaciones concernidas. Interpretamos este último punto a la luz del giro social que se ha venido dando en el campo del diseño en las últimas décadas, llevándonos a reflexionar sobre los alcances del diseño para llevar a cabo transformaciones sociales. Destacamos tres ejes para continuar la investigación y la acción en torno al problema de la sostenibilidad en la innovación social, y la agencia del diseño allí. El primero cuestiona la capacidad real de transformación social de los dispositivos y procesos de innovación social, en el estado en que se están gestando en la actualidad, asumiendo que el diseñador puede fortalecer su intervención en las dos modalidades enunciadas arriba, a condición que posicione su legitimidad de acción, siendo ésta el segundo eje que proponemos para el estudio. La construcción y posicionamiento de dicha legitimidad es urgente frente al interés creciente de diseñadores en intervenir problemas sociales, que hemos abordado en el tercer punto del presente escrito. Requerirá, suponemos, reforzar la capacidad de análisis y comprensión del diseñador sobre los contextos sociales y políticos en los cuales el proyecto de diseño está interviniendo (Vanwambeke, Blackburn, 2014), lo que implicará estudiar las herramientas y recursos de diseño existentes y, posiblemente, el diseño de nuevos instrumentos, específicos y críticos para apoyar procesos de innovación social sostenible en el país. Éstos deberán formularse a la luz de la coyuntura política actual a favor de la construcción de paz, y de la pregunta por el lugar que deberían ocupar los diseñadores allí.


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