De regreso a la vida revisada

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De Regreso a la Vida:Autobiografía Pablo Fernández Colón

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DE REGRESO A LA VIDA (COMING BACK TO LIFE) AUTOBIOGRAFÍA DE PABLO FERNÁNDEZCOLÓN (AUTOBIOGRAPHY OF PABLO FERNÁNDEZCOLÓN) COPYRIGHT © JANUARY 27, 1993 Derechos reservados © 1994 Copyright 1994. All rights reserved DE REGRESO A LA VIDA COMING BACK TO

LIFE

Escrito por: Written by: PABLO FERNÁNDEZ COLÓN Primera Edición Copyright © 21st Century Network Enterprises International EIN: 11-3197358 Todos los derechos reservados Prohibida la reproducción o transferencia por 2


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cualquier medio electrónico o impreso sin autorización escrita del autor. Impreso en Puerto Rico, USA, 2008, por Guayama Digital Press Una división de Guayama Digital Communications Network Inc EIN: 66-0575690 Escriba a: (Write to): 21st Century Network Enterprises International / Guayama Digital Communications Network Inc Urb. Blondet H-168, Guayama, PR 00784 e-mail: www.prof_pfenandez@yahoo.com

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PREÁMBULO Quisiera escribir algo que no sólo cambiara mi vida, sino también la de todos aquellos que lo leyeran. Transportarme en alas de la palabra escrita y conmover, extremecer, influir no sólo en mi sino en otros, haciendo de sus vidas y la mía propia una manifestación encarnada del poder de la palabra. Cambiar el derrotero de la vida humana. Estoy convencido de cuanto pueden influir los escritos de un artista de la pluma en las vidas que son impactadas por sus letras. Escribir con un solo propósito en mente: Cambiar vidas tristes, decepcionadas y sin esperanzas en vidas rebosantes de alegría, de orgullo propio, de seguridad y de humildad - características de aquel que verdaderamente ha alcanzado el éxito. Hacer feliz a todo aquel que lea mis escritos de la misma manera que yo deseo ser feliz al darme a mí mismo a otros mediante mis palabras. Si mis palabras tuvieran el poder de cambiar vidas, quisiera ser el primero en ser cambiado; porque en la medida que mis palabras cambien mi vida, estaré convencido que cambiarán también las vidas de otros. Así me ayude Dios, así lo haré. Mi propósito al escribir mi biografía no es vanagloriarme ni exhaltar mi ego; simplemente 4


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encontrarme conmigo mismo y alcanzar la paz de mente y espíritu que tanto ansío. No pretendo ofender los principios morales o religiosos de nadie que lea este escrito; sencillamente deseo dar a conocer los tragos amargos que he tenido que beber como parte de mis andanzas por esta existencia Tampoco pretendo ofender, menospreciar o faltarle a la dignidad de las personas que han dejado huellas en mi vida, y que, agradables o desagradables, son parte de mi propia vida. Sus nombres - hasta donde sea posible serán reales, no ficticios. De haber algún nombre ficticio, o alguna omisión, será por la protección e integridad de la persona aludida en mi escrito. Deseo dejar mis huellas, para que otros las sigan y no tropiecen ni caigan donde yo tropecé y caí. A ti, Lily Vélez, dedico este preámbulo.

Enero 8, 1991.

12:15 - 12:53 am.

PABLO FERNÁNDEZ-COLÓN 9 de agosto de 1993. 3:30 - 3:55 am. 5


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DEDICATORIA El dedicar un libro no es sólo un formalismo literario. Es el deseo genuino y sincero de que a aquellos a quienes se le dedica, sientan la misma y profunda satisfacción de aquél que lo dedica. Dedico este libro a las siguientes personas y organizaciones, gracias a las cuales hoy estoy vivo y a quienes estaré el resto de mis días, que espero que sean muchos, profundamente agradecido. Primero a Dios, quien me ha permitido regresar a la vida. Al cirujano, Dr. José Lucas Pimentel Fernández, gracias a quien, después de Dios, estoy vivo hoy. Al Grupo de Apoyo a Pacientes Ostomizados del Sur de Puerto Rico, en especial a la Sra. María Vázquez, su presidenta y al Sr. Ángel Torres, pacientes ostomizados, quienes fueron mi apoyo al momento de tomar la difícil decision pero única oportunidad de vida: ser sometido a una colostomía. A la licenciada Iris Rivera Soto, de la Farmacia Mir Mar en Guayama, Puerto Rico y demás personal que allí labora, en especial 6


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en el área de recetas y equipos para pacientes ostomizados. No se imaginan lo agradecido que les estoy. Sin dichos equipos y ascesorios ¿Qué sería de los pacientes ostomizados? A mi madre, la profesora retirada María Luisa Colón Navarro, (Q.E.P.D.), quien a pesar de haber estado en una silla de ruedas debido a un infarto cardiaco primeramente y luego a un sinnúmero de derrames cerebrales, fue mi motivo de vivir y seguir luchando aún después de mi prolongada hospitalización y posteriormente, intervenciones quirúrgicas. A mis hermanos, Jesús David, Ruth (Q.E.P.D.) y Carmen Leticia “Letty”(Q.E.P.D.), quienes fueron más que hermanos en mis más difíciles momentos durante y después de mis intervenciones quirúrgicas. A mis pastores metodistas Reverendos Bienvenido Güisao (Q.E.P.D.) y Pedro Valentín Peláez Sepúlveda; no sólo por sus oraciones, sino por su apoyo espiritual y solidaridad en el dolor y en la crisis. A mis hermanos y amigos de la Primera Iglesia Metodista “Centenaria” de Guayama: Charles W. Drees Memorial, en especial a María Eliza y su esposo Jesús Rivera. 7


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A mi hermano, compañero en educación y sostén espiritual en y de la Iglesia Metodista de Guayama, ahora, Reverendo Miguel Ramos Lozada. A Paulino Berríos, hermano amigo y contador, quien con sus sabios consejos me dió paz en medio de mi crisis económica. A Juan Martínez y su esposa Loyda Rodríguez, hermanos en Cristo y compañeros en el ministerio de la enseñanza en las escuelas públicas de Puerto Rico. A mis vecinos en la Calle H de la Urbanización Blondet de Guayama, Puerto Rico: en especial a Gloria (la alcaldeza de la calle H), Emanuel su hijo, Doña Ony, Goyita, María, hermana Justa Rivera, a su hija Zoé, a Héctor “Felo” Rodríguez y su esposa Smyrna Berberena. A Albert, a don Santiago (Q.E.P.D), a Toñito (Q.E.P.D), a William y a todos en la vecindad. A mi hermano, compañero educador y amigo: Aurelio Díaz, “Chiringo” y a Catherine; sé que lloraste mi muerte en vida, pero hoy disfrutas que yo siga “vivito y coleando”. En reconocimiento póstumo, a la hermana Lucía Ramos, (Q.E.P.D.). 8


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A mis amigos y hermanos en Cristo de la Primera Iglesia Pentecostal de Jesucristo Inc., en la Barriada Marín de Guayama, Reverendo Francisco Berberena (Q.E.P.D), Rosa Rodríguez de Berberena, a su familia y al Concilio Iglesia Pentecostal de Jesucristo (IPJ) tanto en Puerto Rico como en la República Dominicana y Estados Unidos continentales. Al Reverendo Dr. Quitin Silva y su esposa Rosa Silva, del Concilio IPJ en Queens, Nueva York. A mis hermanos y amigos de la Iglesia Metodista “Community” de Jackson Heights en Queens, Nueva York. Al Reverendo Carlos Rosa ex Obispo de la Iglesia de Dios No-Sectaria, Inc., mi exdirector escolar en la Escuela Ramona Mendoza Santos, (ahora Adela Brenes Texidor) de la comunidad Puente de Jobos de Guayama y a su esposa Elizabeth Lynn. Al pastor y pastora de la Iglesia Fuente de Agua Viva de Guayama, Reverendo Ramón Marrero y su esposa Lizette Marrero. A mi hermano y amigo, Ángel David Díaz 9


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Gual “Pirata” (ahora “Paz”) y su familia. Sean todos bendecidos. Al hermano Lorenzo Cruz (Q.E.P.D.) y su esposa Georgina Rodríguez; gracias por “darme pon” los domingos al salir de su programa radial en WXRF “Radio Guayama” (ahora Radio Voz), 1590 AM. A mi ex-novia “grillita”, Wanda Yadira Silva Sánchez, “Miss Aguada Televisión, 1993” y su señora madre, la profesora Virginia Sánchez; también a (su hijo) Juan Kennedy Silva Sánchez, esposa e hijos. A todos mis compañeros maestros, personal no docente y administrativo de la escuela secundaria Adela Brenes Texidor de la comunidad Puente de Jobos de Guayama, a su ex-directora escolar y hermana en Cristo, Midiam Gómez Curet. En especial a todos mis ex-alumnos de dicha escuela, quienes me ayudaban a montar en la silla de ruedas y me llevaban por toda la escuela, muchas gracias. A mis compañeros maestros, al personal administrativo y no docente de la escuela de la Comunidad, Dr. Rafaél López Landrón, “la High” de Guayama y a sus ex directoras escolares, Santa Velázquez y Evelyn Díaz Suárez, con quienes comparto al día de hoy 10


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labores educativas en juventud guayamesa.

bien de nuestra

A la doctora en oftalmología, Sra. María Flores Bones; fuiste la “privilegiada” (según los especialistas y cirujanos de ojos de la clínica de oftalmología en el Hospital Universitario del Centro Médico en Río Piedras), en ser la primera en darse con el primer y único caso de endolftalmitis severa, relacionada directamente con colitis ulcerosa, en una probabilidad de una en diez millones, en todo Puerto Rico. Talvez no se repita este “privilegio”, ya que soy yo el primer caso en Puerto Rico y quien sabe si el único en el resto de nuestras vidas. Al Dr. Gilberto Rodríguez, Octómetra, quien recibió el referido de la Dra. María Flores Bones, para verme esa mañana del 26 de diciembre del 1998. A todas las y los enfermeros, médicos especialistas en diversas ramas de la salud, personal médico y de apoyo en general, quienes intervinieron conmigo durante mi extensa hospitalización en e1 Hospital Episcopal Cristo Redentor de Guayama, Puerto Rico. A la directora del Departamento de Terapia Física, Sra. Nilda Pomales y a todo su equipo de terapia física. Al fisiatra, Dr. 11


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Derick Colón. A la Trabajadora Social, Sra. Vicente, mi ex-alumna de ingles de la “Inter” de Guayama. Al Capellán y pastor de la capilla del hospital, Rev. Wrainwright. Al Dr. Heriberto Martínez, oftalmólogo y cirujano de ojos, quien me sacó mi ojo derecho, con tal de que hoy estuviese vivo. A la Administración, facultad y estudiantado de la Universidad Interamericana de Puerto Rico, Recinto de Guayama. En especial al profesor Ramón Soltero, Director del Departamento de Humanidades y a Sonia Rivera, nuestra secretaria en Humanidades. En forma especial a la Profa. Carmen Gladys Rivera y a mis grupos de estudiantes de Inglés del Programa Avance, curso escolar de marzo 1999, quienes me demostraron que sigo siendo su ejemplo de superación. Nunca olvidaré esa primera experiencia educativa después de salir del hospital; sin un ojo, sin intestino grueso y sin apéndice. Gracias a ustedes que me demostraron que soy su “mejor profesor”. A mis alumnos de la “Inter” quienes tomaron los cursos de inglés “On-line” – a la fuerza – de agosto a diciembre, 2001. Al licenciado en leyes, Juan Israel Arizmendi Rivera, por sus contínuos consejos y asesoría 12


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legal. A mi colaboradora en Recursos Humanos en Guayama Digital Printing, Milagros Planadebal, Miss Patillas 1995, “La Barbie”. Lisandra Velázquez, secretaria de Recursos Humanos de GDP; Glenda Solís, secretaria de Remembering Puerto Rico Inc. En forma especial a Lisa Burgos Muñoz, asistente administrativa en contabilidad de GDP y RPR. Al licenciado Ivan David Jiménez González-Rubio y a su esposa Frances Enriquez, mis contadores de GDP y RPR. A mi consejero en la Administración de Rehabilitación Vocacional, Sr. Héctor Isona. Sencillamente a tantas y tantas personas, quienes en forma anónima me visitaron en el hospital, me brindaron apoyo emocional y oraron por mí. Gracias a todos ustedes estoy vivo hoy. Y por último, pero no menos importante, a la Asociación de Pacientes Ostomizados de Puerto Rico y al Equipo de Apoyo EII, quienes al igual que yo, reconocen que “la colostomía es vida” y día a día, dan la “lucha x la vida”. Si dejé de mencionar a alguien, por favor, 13


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anote su nombre aquí: A ____________________ ______________________________.

por

Ahora les invito a que compartan conmigo el contenido de este libro autobiográfico, y espero, en especial a aquellos pacientes ostomizados en Puerto Rico y en cualquier parte del universo a donde pueda llegar este libro, a que se puedan identificar conmigo en sus experiencias personales y que mis palabras le sean de estímulo, motivos de superación y de éxito en la vida.

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De Regreso a la Vida:Autobiografテュa Pablo Fernテ。ndez Colテウn

DE REGRESO A LA VIDA (COMING BACK TO LIFE)

CONTENIDO DEDICATORIA

*************

4-6

PREAMBULO

***********

7-14

CAPITULO UNO: MI INFANCIA

***********

17-35

CAPITULO DOS: MI ADOLESCENCIA

*****

36-58

CAPITULO TRES: MI ENCUENTRO CON CRISTO *********** 59-72 CAPITULO CUATRO: MI NUEVO NACIMIENTO ******************** CAPITULO CINCO: MI REGRESO A PUERTO RICO *********************

CAPITULO SEIS: MI Aテ前S DE ESTUDIANTE Y LIDER JUVENIL **********

73-87

88-100

101-146 15


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CAPITULO SIETE: MS ULTIMOS DIAS EN LA IGLESIA PENTECOSTAL DE JESUCRISTO INC., EN GUAYAMA *************** 147- 213 CAPITULO OCHO: DIEZ AÑOS DE MALDICION *********************** 214-295 CAPITULO NUEVE: 1992-1997: MI ULTIMA DESGRACIA ************************

296-321

CAPITULO DIEZ: 1998: EL AÑO DE LA GRAN CRISIS *********************** 322-365 CAPITULO ONCE: DE REGRESO A LA VIDA ************************ 366-382 CAPITULO DOCE: QUINCE AÑOS DESPÚES *********************** 383-396 APENDICES MEDICOS *********************

397-408

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CAPÍTULO UNO:

MI

INFANCIA

Un día 19 de noviembre del 1956, a la una de la madrugada se inicia la vida de quien más tarde será conocido con el nombre de Pablo "Pablito" Fernández-Colón, el cuarto y último hijo de Don Pablo Fernández Burgos y Doña María Luisa Colón Navarro. Tal vez el detalle más interesante que ocurrió en mi recién llegada fue el hecho, según me relatara mi madre años más tarde, que tan pronto fui puesto a su lado, sin que ella ni nadie me guiara en la búsqueda de mi primera fuente de alimentación, es decir, el seno materno, lo primero que hice fue agarrarme a sus pechos y comenzar a alimentarme con su leche materna. Este detalle dio margen a pensar, que si desde ese mismo momento, era capaz de poder encontrar cualquier cosa que se hubiese perdido o extraviado, podría ser la persona indicada para encontrarlo, nuevamente.

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Un segundo detalle que también impactó a mi madre, eran aquellos grandes negros ojos, curiosos y atrevidos que poseía "Junior", como fui llamado por mis familiares y amigos cercanos.

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Mami y sus cuatro muchachitos Ese primer día de mi llegada tuvo que haber sido un momento especial para Doña Luisa, o "Mami", como le llamamos en casa. Este día sería el último día de su maternidad, pues decidió operarse para no tener más ningún otro bebe. Ni modo, con cuatro "muchachitos" en total tenía suficiente. 19


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Esa noche no sólo se conmemoró el Descubrimiento de Puerto Rico, mi bella Isla del Encanto, sino que también celebraban el nacimiento de el cuarto nieto de Doña Encarnación, "Cachón", mi Abuelita, y de Don Fortunato, "Tato" ColónCordero. Perdone el olvido, el involuntario descuido de no citar los apellidos de mi abuelita: Doña Encarnación Navarro-Ramos. Lamentablemente, no puedo expresar que mis abuelos paternos: Don Rafael Fernández-Díaz y Doña Vicenta Burgos-Ramos estuviesen igualmente de contentos con mi llegada, pues nunca los conocí, ya que murieron cuando mi padre apenas era un niño. Pasó aquel mi primer día, y con el pasar del tiempo, cuando ya tenía cuatro años, recuerdo una de mis primeras travesuras: Tenía gran afección por el fuego, así que decidí un día prender fuego a unas matas de plátano que había en el patio posterior a nuestra casa en el Barrio Guardarraya de Patillas. Días más tarde, parece que ya había olvidado la experiencia anterior y, esta vez, prendí fuego a unas cortinas de la puerta que separaba la sala-comedor de la cocina. Esta vez sí que el susto fue mayor y me dió mi Madre tremenda paliza. Después de esta vez, no volví a jugar con fuego.

Otro recuerdo llega a mi mente: Esta vez tendría entre cuatro a cinco años de edad. Mi 20


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hermano mayor - David - acostumbraba frecuentemente despertarme cuando regresábamos de la iglesia por las noches, poniendo su dedo índice en mi boca y luego, hacerme creer que el dedo era el biberón o "bibí" de leche. El siempre decía: "Toma, nene, bebe tu bibí". A los cinco años de edad mi mamá, que era maestra, logró que me admitieran en el primer grado de escuela elemental en la Escuela Tomas VeraAyala, en el Sector Recio, del Barrio Guardarraya de Patillas. Tres memorias claras llegan a mi mente de aquellos primeros días de estudiante. La primera fue de aquella mañana de mi primer día de estudiante: Mi mamá me llevó a la Escuela y mi primera Maestra Sra. Montes - me recibió en el aula escolar. Como se podría esperar, mis deseos eran regresar a mi casa, y comenzé a llorar al quedarme en la escuela. La segunda memoria clara fue: el día de la vacunación. Aquella fila larga de niños de mi edad, nerviosos según se acercaba el momento del "pullazo". La tercera memoria clara fue una mañana de mis primeros días de estudiante: Cuando ya casi llegaba a la escuela, me hice el enfermo y regresé a casa; me escondí detrás de la puerta de mi cuarto dormitorio, hasta que mi padre me encontró, y me llevó de regreso a la escuela. A la edad de seis años, tras haber aprobado mi primer grado de escuela elemental o primaria, pasé a mi segundo grado. El edificio en el cual se hallaba la 21


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escuela, era conocida como la casa del ahorcado. Nunca me atreví a almorzar allí, ya que precisamente en la chimenea de aquel antiguo edificio español donde se ubicaba ahora el comedor escolar, fue donde "el ahorcado" decidió privarse de su vida. Lo que recuerdo claramente de este año en particular fue aquella drástica tarde en que el Presidente de los Estados Unidos de América, John F. Kennedy fue asesinado. Recuerdo el momento en que las banderas de Puerto Rico y Estados Unidos fueron puestas a media asta en señal de duelo nacional por su muerte violenta. Este mismo día - 22 de noviembre (1963) mi primo Juan Estevan "Lulito" Colón-Ríos, nació. Otro pequeño recuerdo fue un día en que mi mejor amigo - Pedro Rodríguez y yo, mientras regresábamos a nuestras casas tras haber terminado el día escolar nos enfrentamos a las pedradas con otros compañeros de escuela. El motivo de la pelea no lo recuerdo, sólo recuerdo el incidente. Al proximo año escolar 1963-64, para cursar los próximos grados fui ubicado en la escuela Segunda Unidad Manuel Mendía-Moret en el Barrio Guardarraya de Patillas, Puerto Rico. Allí también ocurrieron cosas interesantes que trataré de recordar y compartir con ustedes, mis apreciados lectores. En este año 1964, apenas recuerdo que mi 22


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madre enseñaba en la Escuelita "La Rambla" en el sector Recio de Guardarraya, pero yo sólo iba allí de visita y para repasar mis tareas ya que ella también enseñaba tercer grado. La Rambla era un antiguo salón de baile que luego fue convertido en una pequeña escuela de grados primarios. Posteriormente fue cerrada. En la actualidad es la Ferretería Guardarraya. ( año 2000). De mi tercer grado puedo recordar que yo estaba ubicado en el grupo 3-3, pero posteriormente fui ubicado en el grupo 3-2. Mis hermanos Jesus David, Carmen Leticia "Letty" y Ruth también estudiaban en la misma escuela ya que cubría los grados primero al noveno; posteriormente, Kinder Garden también. Viene a mi memoria los siguientes recuerdos: A veces iba al salón de Economía Doméstica, donde Letty tomaba clases, y atrevidamente decía: "Economía doméstica - dame un poquito de agua"; ya que no sabía el nombre de la maestra. Otro recuerdo fue el día de San Valentín. En la Escuela había una actividad por motivo al día de los enamorados o de la amistad. Ese día yo estaba vestido de Cupido; con mi arco y flecha. Conociendo mi hermano David lo atrevido que yo era, al prepararme el arco y la flecha, se aseguró que la misma estubiese clavada al arco para que yo no fuese a "flechar" a nadie; en particular a las preciosas estudiantes que participaban en la actividad extra23


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curricular. Fue un gran día este. No puedo precisar el año en que ocurrió este otro relato. Sólo puedo precisar que también había una "fiesta" en la escuela. Mi hermana Ruth bailaba con un compañero de clase de ella, cuando yo pasé por su salón y le dije: "Ajá, se lo voy a decir a papi, que estas bailando en la escuela". A lo que su maestra replicó: "Nene, que mente sucia tú tienes". Recordé inmediatamente que el día anterior yo estaba pintando en casa. Me pasé la mano por la cien, y le dije: " Maestra, yo no tengo la mente sucia; esto es pintura". Otro momento interesante fue un día en que por ir corriendo por los pasillos del edificio principal de la escuela, al pretender doblar por el pasillo de frente a la Oficina del Principal, por accidente entré por la puerta del salón que quedaba antes del pasillo frente a la Oficina y el salón de economía. La maestra preguntó al grupo inmediatamente que yo entré abrúptamente a su salón, interrumpiendo la clase: "¿Alguien sabe quién es este loco?" A tal respecto mi hermana Ruth contestó: "¡Quién va a ser! - Es mi hermano". Otros recuerdos que brotan en mi memoria eran aquellos hermosos días cuando al salir de la escuela a las 12:30 pm., pues teníamos un programa de clase de matrícula alterna o "inter-locking". Al regresar al sector Recio de Guardarraya, nos íbamos costeando la orilla de la playa, disfrutando aquel hermoso brazo del mar Caribe de más de cuatro a 24


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cinco millas de largo. Aquellas aguas claras; transparentes; siempre cristalinas. No caminábamos de prisa, ya que disfrutábamos al máximo aquel bello paisaje. Los días de juego o "field-days" eran también algo imborrable. La primera vez que participé en las competencias fue en la carrera de cien metros sin obstáculos. Antes de la competencia, mientras "calentaba" accidentalmente me llevé "enrredado" los cables de alambre "dulce" que enmarcaban el área de competencia para que nadie entrara sin autorización. Aún me parece ver las marcas de los alambres en mi pecho, cintura y muslos. Ese día llegué tercero. También recuerdo un día de la carrera del pavo en la celebración del día de Acción de Gracias. La carrera era de una milla, pero para mi resultó ser larguísima. Mister Conde - el maestro de Educación Física me gritaba: "Sigue, David, que te falta poco". Detrás de mí sólo venían dos o tres corredores; luego la ambulancia. Me gritaba "David" ya que él sabía que David era mi hermano y era muy buen corredor de larga distancia; pero yo no era David: Lo mío era velocidad en cien y doscientos metros. Este día no me gané ni el rabo del pavo. A medida que escribo, más hermosos recuerdos llegan a mi mente. Recuerdo mis primeros romances: Mi primera "Novia" que tuve a la edad de unos ocho o nueve años se llamaba Maritza; Maritza de León, hija de Don Yayo De León, vecino de 25


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Recio. Nuestro "noviazgo" sólo duró UNA SEMANA. De esta primera aventura amorosa recuerdo que le regalé en el día de los enamorados un corazón con las siguientes palabras: "Maritza y Junior se aman". Recuerdo que cuando ella lo recibió estaba en la biblioteca escolar. Me dió un besito en la mejilla y me pidió que le comprara en la tiendita de Don Tommy un emparedado (sandwish). Yo, contento y emocionado fui corriendo a la tienda de Don Tommy y le traje su emparedado. Mi segunda enamorada fue Nydia Lebrón, hija del dueño de la Gasolinera Texaco de Guardarraya, Don Fernándo. Recuerdo el día que ella salió Reina de la Escuela en el desfile del día del Field-day (día de juegos). Pero Nydia nunca llegó a ser "novia mía" ya que se hizo novia de un compañero del tercer grado Ramón; no recuerdo el apellido de Ramón, sólo recuerdo que vivía en una casita pobre frente al Restaurante "El Cofresí".

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Ramón en su bicicleta Swinn #20 en el field-day

Sandra de León, hermana de Maritza, Reina 27


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Deportiva del Field-day

Sandra de León, hermana de Maritza, Reina Deportiva del Field-day En este mismo año - 1964 - llegó del Estado de California un nuevo compañero de estudios: Roberto Rivera Padilla. Tenía algo muy peculiar en una de sus manos - me parece que era la derecha - tenía cuatro dedos solamente, ya que el dedo del medio se separaba y formaba parte del índice y el penúltimo dedo. Menciono a Roberto ya que formamos luego una gran amistad, a pesar que yo no sabía hablar inglés y él casi no hablaba español. A Roberto también le gustaba Nydia. Con el tiempo, creo que cuando ya estabamos en sexto grado, conocí a la muchacha que más me ha gustado en toda mi vida: 28


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LAURA ISSETTE COLLAZO PADILLA, conocida en su vecindario por el apodo de Laura "Tirita". Laura Issette Collazo Padilla, alias "Tirita", era prima de Roberto. Nunca la olvidaré porque fue la muchacha que más me gustó en toda mi vida. Ella era "llenita", pero con muy bonitas formas; sus piernas eran las piernas más hermosas de todas en la escuela. Sus ojos, negros, grandes y hermosos. Su rostro hermosísimo. Sus cabellos, marron oscuro. Su mirada me cautivaba. Ella ciertamente llevará el primer lugar en mis recuerdos. En esos días se escuchaba a menudo la canción de Raphael de España - Raphael Martos - que de nombre llevaba "LAURA". Aquellas estrofas inolvidables que decían:

No he vuelto a encontrarla jamás, desde aquel día. De su vida no sé que será, desde aquel día. Es posible que hoy tenga otro amor; una nueva ilusión. Oh quizás, llorará; oh quizás, llorará. Oh quizás llorará, desde aquel día. CORO Nada soy, sin Laura, sin Laura, sin Laura, Sin Laura, sin Laura,...sin su amor.

RAPHAEL 29


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Cuando estaba en el séptimo grado, recuerdo una experiencia en particular: Frente a la escuela se construía el edificio de retiro de las Damas Metodistas de la Iglesia Metodista Unida. Un día, a la hora de receso, jugaba a "cojer" con algunos compañeros de estudio. Desde la escalera del segundo piso, cuando vi que ya se acercaba el muchacho que tenía que atraparnos, antes de que éste llegara, me trepé sobre las barandas del segundo piso de las escaleras y, cuando ya me había lanzado de pie, Héctor Gómez Fuster, que había sido "atrapado" en ese mismo momento, me fue a "atrapar", agarrandome de una pierna. Ya yo estaba en el aire, cuando, me di una vuelta y caí de cabeza hacia abajo. Como consecuencia, me fracturé el brazo izquierdo, por lo que fui enyesado por un mes. Ese día que me fracturé el brazo, me llevaron primero a la unidad de salud familiar que había en los

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predios escolares. De allí, acompañado de mi hermana Ruth, me llevaron a Maunabo, al Hospital Municipal. Recuerdo que me llevaron precísamente en el auto Chevrolet Impala, convertible, rojo, modelo 1962; auto en el que una de mis amigasCarmen Noelia – prima hermana de Ramón, había salido en el desfile del día del Field-day ese año: 1969-70. El día que me quitaron el yeso, accidentalmente me dieron una cortadura superficial al cortar el duro yeso. En una foto que me tomaron ese día, por la tarde, en el muelle del Balneario Rosa en Recio, aparezco aún con el vendaje . 31


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Despues de este año escolar, 1969-70, pasé al octavo grado. Este año fue algo peculiar. En este año, ya mis intereses por la escuela no eran los mismos. Ahora me pasaba con otros dos amigos: Pifito y El Indio. No recuerdo sus nombres verdaderos; sólo sus apodos. Pifito era el hijastro de Don Sifre, el conductor de carros publicos, y el Indio, era primo lejano mío, hijo de Don Laureano Díaz, todos ellos vecinos de Recio. Con Indio, acostumbraba fabricar "carritos" de rueditas de bolines (cajas de bolas de diferenciales de autos) y con ellos nos lanzábamos cuesta abajo en las apenas pavimentadas carreteras de la Barriada Recio. A mí nunca me pasó ningún accidente con ellos, pero a otros muchachos de Recio no les fue igual, ya que hasta hubo algunos accidentes con algunos autos en los cruces de las calles empinadas. Los problemas e incidentes que tuve con Pifito e Indio fueron de otras dos índoles. Nos envolvimos en prácticas de hurtos menores y experiencias de carácter sexual como producto de los cambios biológicos de nuestros cuerpos. Ya Pifito tenía experiencias sexuales previas; pues había embarazado a una muchacha de uno de los residenciales públicos de Arroyo, y por esa razón, lo habían enviado con su madre y su padastro a vivir en Guardarraya. La otra experiencia fue relacionada a la 32


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práctica de hurtar propiedad ajena. Todo comenzó como juegos de verano. La ganguita: Indio, Pifito y Yo, decidimos una tarde ir hasta la escuela, que estaba cerrada, ya que era un domingo por la tarde. Entramos ocultándonos al patio de la escuela por el área posterior a los edificios escolares. Ya teníamos práctica abriendo puertas sin forzarlas, así que entramos a algunos salones: de arte y de ciencia. Sacamos tizas de colores, plasticina, crayolas grandes, y del salón de ciencia algunos envaces; probetas y tazas. Sólo por diversión. Luego la diversión se movió al área cerca a donde vivíamos, ya que el asunto del hurto en la escuela estaba bajo investigación; pero nunca se supo que habíamos sido nosotros. Comenzamos entrando a una de las lanchas que se hallaban ancladas en el muelle del Balneario Rosa. La lancha era de un doctor. Luego, esa misma noche, como no hallamos nada de valor en la lancha, decidimos entrar a la residencia del Doctor. De allí sustraímos una cajita de balas calibre 22, un teléfono, y alguna otra tontería que encontramos de paso. Un día, decidimos hacer algo más interesante. A Pifito se le ocurrió que, mediante su ayuda, él le hurtaría a su padastro algún dinero que éste ocultaba en su casa para con el mismo ir a Yabucoa y comprarnos una bicicleta para cada uno. Así mismo pasó. Ese día madrugamos y nos fuimos en guagua (vehículo público) al pueblo de Yabucoa y 33


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compramos las bicicletas. De regreso de Yabucoa, hicimos una parada en el pueblo de Maunabo y decidimos desmantelar un poco las bicicletas para que no parecieran nuevas; si alguien nos preguntaba por las mismas, diríamos que eran prestadas. Efectivamente; cuando llegamos a Guardarraya, alguien se le ocurrió preguntarnos por las bicicletas. De esta manera, al darnos cuenta de los problemas que nos traerían las mismas si llegábamos en ellas a nuestras casas, procedimos a ocultarlas en un pastizar cerca a un manglar en la playa. Pero un niño que pescaba junto a su padre, nos vió al ocultarlas. No pasaron tres horas antes de que la policía nos fuera a buscar a Indio y a mi y nos llevaran a casa de Pifito, donde se conducía la investigación policiaca. En la investigación, por no perjudicar a Pifito, tanto Indio como yo dijimos que las bicicletas tanto de Indio como mía, habían sido compradas con dinero que habíamos ahorrado como resultado de nuestros trabajos de limpieza a algunos patios en la Urbanización San Pedro de Maunabo, lo que podría ser corroborado por mis abuelos y tíos de Indio. El caso quedó cerrado. Pero los tres amigos fuimos separados bajo la supervisión más directa de nuestros padres. Debido a que mis padres se habían divorciado desde que yo tenía siete años de edad, y yo vivía prácticamente con mis otros tres hermanos (David, 34


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Letty y Ruth) en nuestra casa en Recio, me enviaron a vivir con mis abuelos en Maunabo. A Pifito lo devolvieron con su abuela en Arroyo. Sólo Indio quedó en Recio, bajo la supervisión de sus padres. No nos volvimos a encontrar otra vez hasta muchos años después, cuando ya éramos adultos y cada cual era un ciudadano productivo y responsable; pero no nos llegamos a encontrar los tres juntos nunca más, ni lo podremos hacer; ya que Pifito murió de cancer en el año de 1991. Sólo Indio y yo quedamos vivos, al día de hoy: 10 de septiembre de 1993. Sé que desean saber que fue de nuestras vidas a partir de entonces y como fue que cada uno se encontró con el otro por separado. Pero eso se lo haré saber cuando les relate mis experiencias como profesional y hombre adulto; ahora, seguimos con mis años de adolescente.

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CAPÍTULO DOS:

MI

ADOLESCENCIA

Para inicio del año escolar 1970-71, ya me encontraba viviendo en el pueblo de Maunabo, Puerto Rico. Recuerdo haber vivido primero en el Barrio Calzada, sector Batey Columbia; antiguo ingenio azucarero del pueblo Maunabeño. Vivía en la casa de mi madre y su esposo; al lado de mi amigo Gregorio "Goyito" Casanova y Monserrate "Monsita" Rivera. De las cosas interesantes que llegan a mi memoria fue que: Primero llegué a vivir allí antes que terminara el octavo grado (1970), ya que recuerdo que en el verano yo estaba tomando un campamento escolar en la Escuela S.U. Manuel Mendía Moret de Guardarraya, y un día que hubo una jira, llegué bien tarde a Maunabo, y por poco la guagua escolar no me llevaba hasta Maunabo, pues la escuela pertenecía al municipio de Patillas, y yo vivía en un área fuera de Patillas; pero llegué bien. La jira cubría el Pueblo de Utuado ya que visitamos El Parque Ceremonial Indígena "Caguana". El tiempo que viví en el Batey Columbia fue muy corto; tal vez unos dos meses solamente. Recuerdo los momentos que disfrutaba en el tiempo 36


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de cultivo de caña o "zafra" como le llamamos en Puerto Rico. A veces tomaba "pon" o transportación gratuita con Goyito, Nelson - éste último mecánico de allí mismo del Batey o algún otro camionero de los de allí. Cuando los

muchachos me veían llegar en los camiones de caña se quedaban sorprendidos; ya que ellos quisieran también poder vivir aquella aventura tan arriesgada y maravillosa.

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Digo arriesgada, porque a veces los camiones o "troces" se descomponían o viraban en el trayecto del viaje de Maunabo a la Central Laffayette en Arroyo o Aguirre en Salinas. Lo peor era cuando el camión se "viraba" o volcaba por exceso de carga muchas veces. Yo nunca estuve en un viaje donde el camión se volcara pero mi hermano David sí le llegó

Central Aguirre

Central Laffayette en Arroyo a suceder. Si mal no recuerdo uno de los 38


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Camión volcado "troces" de Pedro Torres (del Barrio Palo Seco de Maunabo) que él conducía llegó a volcarse. Lo que me pasó a mí un día fue cuando llegamos a la Central Laffayette: una de las moledoras se había atascado con las cadenas de uno de los camiones al éste estar descargando sobre la plataforma inclinada de descarga.

Plataforma de descargue de caña 39


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Éste mismo día en que la Central de Arroyo se descompuso, mi hermano David se encontraba también allí en ese momento. Ese día el conducía el camión "Torzon" de Anibal Sánchez del Barrio Palma de Arroyo. De regreso, debido a que la central seguía descompuesta llegué como a las nueve de la noche a nuestra casa en Recio. Tremendo regaño que mami me dió esa noche. Otro día volvió a descomponerse la Central otra vez; esta vez regresé con David en el "Torzon" de Anibal (torzon es un camión de carga con un total de diez gomas en vez de seis). Como podrán notar, contínuamente me pasaba viviendo poco tiempo en diferentes lugares.

Muestras de un camión “Torzon”

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Otro día estaba corriendo la bicicleta "Swinn 26" de diez velocidades de uno de mis amigos de Guardarraya. Llegué hasta el Texaco de Guardarraya, cuando noté que venía uno de los camiones cargados de caña; viré lo más rápido posible y fui a detenerme en uno de los "muritos" o vaya de protección sobre una seca quebrada cerca de "La Rambla".

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Cuando ya casi estaba detenido para esperar el camión e irme pedaleando detrás del mismo, cuando fui a poner el pie izquierdo sobre el murito de cemento; al soltar el freno de mano de la bicicleta, la bicicleta siguió moviéndose, y me fui con todo y bicicleta por en medio de dos de los muritos de cemento y caí con la bicicleta encima de mí en la seca quebrada. Cuando el camión pasó yo estaba en

el suelo tras haber caído desde una altura de unos cinco a seis pies de altura. No me pasó nada; tampoco a la bicicleta. Sólo el sustito de creer que 42


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me iba a "romper" un hueso otra vez. Volviendo otra vez a Maunabo, a la Central Batey Columbia; recuerdo que a veces yo barría las guaguas escolares de Goyito. A veces tenía la suerte de encontrarme alguna que otra moneda al barrer. Allí en el Batey fue que por primera vez aprendí a conducir camiones y buses (guaguas escolares).

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La zafra o cosecha de la caña de azucar Lo único excitante de la Central Batey Columbia era el periodo de zafra. El resto del tiempo prácticamente no había nada interesante sucediendo allí. Lo que era muy común allí era encontrar alguna que otra muchacha con un hijo ilegítimo de alguno de 44


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Los mecánicos del barrio. Bien, además de la zafra, lo otro interesante que podía pasar allí era los momentos en que se montaba el motor de algún auto en reparación; recuerdo cuando salía con Nelson, Anibal (otro de los mecánicos) o Goyito a probar el motor recién instalado en los autos reparados. Lo emocionante de la velocidad en la recta de la Central hacia Palo Seco y las contínuas y frecuentes ocasiones que nos quedábamos "a pie" por desajustes mecánicos como producto de las pruebas iniciales a los motores recién reparados. Una última atracción en La Central era los momentos en que nos fugábamos para el Río Maunabo y nos bañábamos con las vestiduras de Adán y Eva (es decir, desnudos). A mí no me gustaba tanto bañarme en el río; primero por lo sucio y frío del agua, y segundo, por lo fangoso del suelo del río. Lo mío era el mar, no el río. Cuando fui a vivir en la Urbanización San Pedro de Maunabo, en la casa C-21, donde mis abuelos habían comprado casa y se habían mudado reciéntemente; aún la mayoria de las casas estaban sin terminar o sin ser habitadas. Así que yo también vine a ser uno de los primeros residentes de San Pedro. Recuerdo algunas experiencias allí vividas. Recuerdo que uno de los primeros vecinos fue Héctor Gómez Fuster, antiguo compañero de estudios en Guardarraya, quien también se había mudado a Maunabo junto a sus padres y hermanas. Nuestras diversiones en la recién construida 45


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Urbanización eran: correr en bicicleta, meternos en los balcones y techos de las casas deshabitadas y convertirlas en nuestro "Club de los amigos". En esos días fuímos Héctor, mi primo Perrie Artie OrtizColón y otro gran amigo, de apellido Goderich, que en este momento no recuerdo su nombre, perdón, lo recuerdo ahora: se llama Iván, Jose Iván "Guivin" Rivera Goderich, a comprar un cuadro de bicicleta "20" que había visto días antes en la "tienda" de Pedro "El Sapo" en el Barrio Tumbao de Maunabo. Luego habilitamos el cuadro y esa fue mi primera bicicleta - realmente mía; no como las de la aventura pasada en Recio. Disfrutábamos muchísimo corriendo bici todo el día; todos los días. Una vez que yo le iba a cambiar el color a la bici, Iván y yo fuimos desde Maunabo hasta Guayama en bici. Nos tomó más de cuatro horas de ida. De regreso, paramos en la casa de Recio, Guardarraya para allí dejar mi bici; la que pintaríamos en días posteriores. Si mi memoria no me falla, creo que regresamos los dos juntos en la bici "Swinn 26" de Iván; ya que la mía se quedó en la casa de Guardarraya. ¡Sí, así fue! Eso pasó un sábado; el domingo después yo regresé a Guardarraya en carro público para trabajar en mi bici. De regreso, si mal no recuerdo, tuve que irme a pie a Maunabo. Parece que alguien de la Central, creo que fue Nelson, me dió pon. Cuando hube montado ya mi bicicleta, regresé 46


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con ella a Maunabo. ¡Quedo como nueva! Luego recuerdo que unos meses más tarde, mi primo Pierre Artie me obsequió un cuadro de bicicleta Sears # 20, ya que en esos días había recibido una nueva bicicleta como obsequio de sus padres. Decidí guardar el cuadro que le compré a Pedro "El Sapo", y monté la bicicleta en el cuadro Sears # 20. Le había puesto una orquilla # 26 con estrellas # 52 y # 14. Era muy liviana y rápida. A un muchacho del Barrio Emajaguas de Maunabo, que ahora no recuerdo su nombre le fascinó mi bici y me pidió que se la cambiara por su bicicleta Swinn 26 de cuadro semifino. Era un poco pesada, pero como el cuadro semifino no era muy fácil de conseguir, procedí al intercambio. La nueva bici # 52-14 tamano #26 era mi motivo para mis cortes de clase casi diarios a la clase de español de noveno grado. Era mi última clase en la tarde y yo "me perdía" a la hora de la clase para correr bicicleta. Me encantaba pedalear detrás de los nuevos y rápidos "trailers" de caña de transmisión doble de diez velocidades; los que llevaban caña desde las centrales de Yabucoa y Humacao hasta la Central Aguirre en Salinas. Montaban más de cincuenta millas por hora cargados. Así que la emoción de ir pedaleando detrás de ellos era realmente fantástica. El reto era pedalear tan rápido para que el camión no me dejara "votado". Aún los corredores atléticos de bici # 52-14, # 52-16, # 24 y # 26, pedaleaban tras ellos para practicar y mejorar su 47


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resistencia y velocidad.

Trailers de cargar caña de diez velocidades

Ya que mencioné los cortes de clase de español a las dos y diez de la tarde, frecuentes, debo señalar que aprové mi octavo grado en la S.U. Manuel Mendía Moret de Guardarraya, y ahora estaba cursando el noveno grado en la nueva escuela intermediasuperior Rafael Casta Martínez de Maunabo. Si no me equivoco, esta era la escuela más grande que habían construido en todo Puerto Rico: 48


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Era de tres pisos o plantas, con dos alas de salones, formando una “N”. Pero lo curioso de esta escuela era que, cuando era la más grande y nueva de todo Puerto Rico para el nuevo año escolar 1970-71, estubo todo el año anterior cerrada por falta de Maestros. ¡Sinceramente, no me gustaba ya la Escuela!, aún cuando era tan bonita. Ya mi interés, como había dicho anteriormente, eran otras cosas. Este año, lo más que me fascinaba era correr bicicletas. De ahí, que como era de esperar, bajé las notas. Por primera vez en mi vida de estudiante, obtuve una "D" en el curso de álgebra de matemáticas de noveno grado. Era estudiante en una nueva escuela, y no tenía amistades, prácticamente. Así que me era bastante difícil adaptarme a la nueva escuela. Pero, sin embargo, recuerdo algunos momentos que sí fueron muy interesantes; especialmente cuando se trata de "muchachas": Recuerdo a dos de ellas en la clase de inglés, ya que siempre se sentaban mal y yo me pasaba "ligándolas" todo el tiempo, porque a la verdad, que estaban "buenísimas" las dos. Delia era llenita, bien bonita, y Socorro era lindísima pero bien delgadita. Recuerdo que después que salía de la clase de inglés iva desesperado para el baño de los varones a masturbarme porque salía super exitado después de haber ligado estas dos 49


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hermosas muchachas; casi todos los días.

La única clase que realmente me llamaba la atención era la clase de dibujo técnico. La acción que me interesaba más acontecía fuera de la escuela. A la hora de almuerzo yo siempre iba a la casa de mi abuela en la Urbanización San Pedro, pues la escuela quedaba apenas minutos de distancia de la Urbanización. Yo creo que era más lo que me masturbaba que lo que me alimentaba. Tenía algunas revistas pornográficas, y a veces invitaba a mi primo Lulito, a que también entrase conmigo a mi cuarto dormitorio para ver las revistas y masturbarme. Otras veces, nos ocultábamos frente al auto de nuestra tía Hilda, y allí jugábamos nuestros juegos sexuales. En los primeros días del año escolar 1970-71, llegó a nuestra casa en la Urbanización San Pedro, un 50


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hombre, llamado Mr. González. Este hombre, provenía del pueblo de Yabucoa, y le habían referido nuestra casa para que se hospedara allí. había sido asignado como principal en una de las escuelas en el pueblo de Maunabo. Supongo que fue recomendado para vivir con nosotros ya que creo que el había trabajado con mami cuando ella era maestra y trabajó en Yabucoa, o talvez fue referido por algún familiar nuestro que lo conoció en el pueblo de Rio Piedras, mientras él estudiaba en la Universidad de Puerto Rico. No se exáctamente como llegó, lo que sí puedo afirmar sin lugar a dudas es que se hospedó con nosotros todo ese año 1970-71. Este señor González parece que era un poco "homosexual", aún cuando era un hombre casado y con hijos. Digo esto, porque cuando él se enteró de las aventuras sexuales y excesiva actividad sexual en la cual yo estaba frecuentemente envuelto, parece que por pedido de mis abuelos y tías, le pidieron que me aconsejara en cuanto a la sexualidad y cómo canalizar mis impulsos sexuales. Algunas de las cosas que él me decía era que: la sexualidad era algo bonito y normal; que durante los primeros años de mi pubertar era de esperar esos impulsos violentos de masturbarme y de procurar estar envuelto en actividades sexuales con bastante frecuencia. Hasta aquí todo me parecía lógico y aceptable. Pero lo que no me estubo aceptable fue que un día me pidió que le pasara las manos por 51


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sus..., tras el haberse bajado sus pantalocillos. Ahí fue cuando note que este señor manifestaba unas tendencias un poco desviadas de lo que yo entendía un hombre completo debía ser. Yo recuerdo que desde bien pequeñito, tal vez de tres o cuatro años de edad, yo poseía un claro entendimiento de mi masculinidad, y siempre tenía bién claro que me atraian las muchachas o niñas. Que si me envolvía con niñitos de tres o cuatro a cinco años de edad en mis experiencias y aventuras sexuales e inocentes, era porque mis juegos eran de varoncitos; jugar con "carritos, camioncitos, trompos, canicas o corotes, volar chiringas o cometas, pescar, etcetera"; pero nunca jugar a "la niñita". Que yo bien recuerde, yo nunca me vestí de mujer ni jugué con sus prendas femeninas. Es tan así, que ahora recuerdo un incidente cuando yo tendría talvez tres o cuatro años de edad: Un día, Olga Rodríguez-Rivera, quien hoy en día es mi cuñada, y esposa de mi hermano David, por equivocación me fue a regañar y me dijo "NENA"; a lo que yo, furiosamente y enérgicamente le repliqué: "Yo no soy ninguna nena". Me estuvo malo que me llamara “nena”, y mucho más cuando me lo dijo frente a Damaris, su hermana, quien me gustaba muchísimo; aunque ella era un poco mayor que yo. Regresando al relato del señor González. Como habia mencionado previamente, me estuvo raro y de mal gusto sus insinuaciones a que le pasara 52


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las manos por sus nalgas descubiertas, y peor aún, que él admitiera que él se seguía definiendo como todo un hombre completo aún tras haberme permitido que le "sobara" sus nalgas. Así, que decidí ya no estar mucho con él, ya que dudaba de su masculinidad. Parece que sus ofrecimientos sexuales, surgían como resultado de las quejas que le habrían dado no sólo mis tías o abuelos, sino también, mi vecina, en la casa C-20; ya que tal vez su hijo, de nombre Ramoncito, se pasaba mucho conmigo, y a veces yo me iba con él a las piezas de caña recien cortadas que se hallaban en los terrenos inmediatos a la Urbanización San Pedro. Supongo que por este incidente fue que Mister González se ofrecio de victima para que yo "canalizace" mis impulsos sexuales, y no molestase a otros niños. En cuanto a niñas se refiere, yo nunca tuve ninguna experiencia sexual con alguna. Recuerdo que cuando pequeñito, de unos cuatro años tal vez, jugaba a solas con mi primita Vangie, pero nada malo hicimos; solo que oribámamos juntos escondidos detrás de la tienda de Monse, el padre de Monsita . Eso fue todo. Otro incidente aislado, lo fue cuando yo iba a la casa de mi tío Lulo. Lulo y su cuñado Pedro Juan, electricistas ambos, siempre se pasaban hablando de mujeres y se pasaban molestando con palabras de 53


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contenido sexual a las empleadas domesticas que trabajaban en su casa, ya que Kitty, su esposa se hallaba atendiendo la tienda de ropas que tenían al frente de su casa, en la esquina de la Muñoz-Rivera y frente a la antigua Farmacia de Don Gume Gallardo, detrás de la Iglesia Católica de Maunabo. Un día, mientras yo me encontraba alli, le pedí a Lulito que jugase al noviesito con sus hermanitas Linda y Cucusa. Pero esto fue todo, nunca hubo un ataque sexual para con ninguna de ellas de parte mía ni de Lulito. Sólo lo que acabo de citar; jueguitos de niños.

Volviendo al año 1970, ya cerca del periodo navideño, cuando la Ford Motors Company, 54


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manufacturera de el auto deportivo Mustang, anunciaba mediante comerciales televisados, su nuevo modelo MUSTANG GRANDÉ, modelo 1971.Aún me es dificil porque, cada vez que veía este comercial de TV, experimentaba una extraña sensación, de que el año 1971, que apenas se acercaba, sería mi último año de vida. Tenía ese raro presentimiento. En esos días, mi madre se hallaba residiendo en la ciudad de Hoboken, New Jersey, Estados Unidos de America. Ella se había divorciado de su segundo esposo y se había trasladado al estado de New Jersey. En una de sus cartas que nos escribiera a sus hijos y familiares en Maunabo, nos hacía saber que se había encontrado con mi padre, Pablo Fernández Burgos, y con mi hermana Letty, quien para este tiempo residía en Manhattan, New York con mi padre. También nos hacía saber que regresaba junto a mi padre y que habían decidido unir sus vidas nuevamente y contraer nupcias matrimoniales por segunda vez. En otra de sus cartas, nos hacía saber que para el próximo verano, 1971, nos enviaría los pasajes para que tanto Ruth, mi hermana, como yo, nos fuéramos a pasar nuestras vacaciones de verano con ellos, quienes para este entonces, vivían en el 10-38 de Freeman Street, en el Bronx, New York. No entiendo aún, pero un cambio comenzó a 55


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surgir en mi vida: sentía miedo. Era navidad, pero en mi no había felicidad. Se escuchaba por la radio las canciones de Bobby Cruz y Richie Rey y de Willie Colón; en particular aquella cancion con un ritmo combinado de Salsa y algo de Jazz que decia: Si tú quieres bailar, este ritmo africano yo te enseñaré a bailarlo....

Los nuevos ritmos de salsa y boogaloo de los 70’s. Creo que era la canción de Willie Colón con Héctor Lavoe, “Che che colé”.

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A mi memoria llegan los recuerdos de aquella noche de despedida del año 1970: Había ido a la plaza de Maunabo. Mientras celebraban la misa de fin de año, recuerdo entre otras cosas, dos incidentes que acontecieron esa noche exáctamente frente a la puerta principal de la Iglesia Católica. Lo primero que allí pasó fue una pelea entre un muchacho, aparentemente un poco bebido y uno de los muchachos vecino de la Central Columbia; al parecer este hombre un poco borracho, le hizo un comentario ofensivo a la novia del muchacho de la Central, estando este junto a ella. De inmediato se entraron a los puños y recuerdo claramente que a Eduardo, (ahora recuerdo su nombre), se le zafó su reloj de pulsera y se le cayó al suelo durante la pelea. Luego de la misma, alguien se lo entregó. Creo que algunas personas salieron de la misa para ver la pelea. El segundo incidente fue producido por mí mismo. Tenía un petardo o explosivo, y lo encendí. 57


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Tras encenderlo, procedí a tirarlo exactamente frente a la puerta de la Iglesia mientras la misa se celebraba. Afortunadamente, uno de mis amigos se dió cuenta y lo piso antes de que el mismo estallara. Creo que el amigo fue Guivin. Él me dijo: "Estás loco". Antes de que las campanas de la Iglesia tocaran indicando que había terminado el año, recuerdo que me dió con ir a la casa de mi Tío Tatín, quien vivía en la misma calle Muñoz-Rivera, prácticamente frente a la plaza pública; apenas a unos diez piés de distancia de la casa de Lulo. En la casa de Tatín, tomé una cerveza o "fría" guilladito, ya que yo sólo tenía 14 años apenas cumplidos el pasado 19 de noviembre de ese saliente año 1970. De la casa de mi tío Tatín, regresé a la casa de mis abuelos en San Pedro. No recuerdo bien si de paso entré la casa de Lulo. Creo que sí; entré par de minutos solamente. Luego me fuí a San Pedro, pasando la despedida de año ya acostado en casa. Sólo deseaba que amaneciera para ir a correr en bicicleta con mis amigos. Ciertamente esta sería la última navidad que pasaría en mi Isla del Encanto hasta dos años más tarde, que regresaría de nuevo a Puerto Rico.

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CAPÍTULO TRES

MI ENCUENTRO CON CRISTO

Despues de aquella noche de despedida del año viejo 1970 y recibimiento del nuevo año 1971, mi vida comenzó a demostrar ciertos cambios notables y tal vez, un tanto inexplicables. Todo parece indicar que yo me estaba preparando para un gran cambio en mi vida. En estos primeros días del nuevo año mi hermano David había decidido ingresar a las fuerzas armadas (ARMY) y después de las navidades se reportó a la base militar asignada en el estado de Carolina del Norte. Como mencioné en el capítulo anterior, mi hermana Letty vivía con mi padre y madre en New York. Mi hermana Ruth vivía con mi tía Toña en la casa de esta última en el centro del pueblo; bastante cerca de la casa de Tatín y Lulo. Pasaron los primeros cinco meses rápidamente y llegó el fin del año escolar 1970-71. En este año, 1971, me graduaba de noveno grado; pero ni siquiera me presenté ni a los actos de graduación ni mucho menos al baile de graduación. Mi diversión era correr en bicicleta todo el tiempo. 59


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Llego el mes de junio y me preparaba para ir de vacaciones a Nueva York. Evangeline, Vangie, mi prima iría también con Ruth y conmigo a pasar sus vacaciones en New York. Tantas cosas estaban cambiando en mí. Decidí regalarle a Piere Artie, mi primo y a algunos amigos, las revistas pornográficas que tenía. Llevé mi bicicleta "Swinn 26", de cuadro semi-fino a la casa nuestra en Guardarraya. Todo ciertamente indicaba que me estaba preparando para un gran cambio en mi vida. Sentía que me iba a morir ese mismo año. Al fin llego el dia de partir hacia New York. Yo nunca usaba corbata, así que ni tan siquiera las sabía preparar. Recuerdo que Vangie fue la que me hizo el lazo de la corbata. Parece que fue un día 12 de junio de 1971, sábado, que partimos hacia New York. En esos días a mí me gustaba Vangie 60


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muchísimo. Estaba hermosa; con sus cabellos largos, formas perfectas y muy bonita de rostro. Parece que estaba enamorado de ella. Los amigos míos, cuando supieron que me iba, fueron a despedirse de mí. Recuerdo que uno de ellos me dijo: "Aprovecha que ella también va contigo para New York y ... allá. Muchas veces me masturbaba pensando en ella.

Llegamos al Aeropuerto Internacional Isla Verde, en San Juan, Puerto Rico. Como Ruth era la 61


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mayor de los tres, era la que estaba a cargo de Vangie y yo. Vangie era bien activa. No se quedaba quieta en ningún sitio, y ya Ruth estaba desesperada con ella. Se pasaba regañándola todo el tiempo. El viaje fue muy bueno y llegamos al Aeropuerto John F. Kennedy en New York. Papi, Mami y Letty nos estaban esperando en el aeropuerto JFK. Era la primera vez que salía fuera de Puerto Rico. Bueno, no exactamente la primera; era la segunda, ya que cuando yo tenía apenas un mes de nacido, en 1956, mis padres me habían llevado a New York. Pero eso yo no lo recuerdo, así que para mí, esta era mi primera vez que viajaba en avión. Este día era un día hermoso. Llegamos como a las cinco de la tarde a N.Y. Estaba maravillado al ver los edificios altos, el Triboro Bridge (puente), la exposición de la gran feria científica que se había celebrado en N.Y. Ver aquel gran globo del mundo que se conserva como un recuerdo permanente de aquella gran feria. Cuando salimos del Sheridan Expressway y doblamos en la esquina del Sheridan Parkway y la calle Freeman, al llegar frente al edificio 10-38, lo que más me llamó la atención, fue ver aquél grupo de niños que jugaban en la toma de agua de emergencia (pompa) tirando aquel gran chorro de agua a toda presión, que llegaba hasta el tercer piso del edificio del 10-38 de la Calle Freeman; lugar donde iría a residir por dos años; en el apartamento 2B. 62


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Parecía como si aquél día no fuese a terminar jamás, ya que eran casi las nueve de la noche y aún no había oscurecido. Yo no estaba acostumbrado a ver días tan largos como lo son en New York durante el verano.

Foto tomada en el techo o “rufo” del edificio: Mami, Papi, Ruth, Vangie y yo. Asi que nos divertimos bastante rato viendo a los muchachos jugar en la boca de incendio; arrojando chorros de agua a presión, utilizando un pote sin tapas en ambos extremos; mojando así a cuanto auto pasaba por allí. Fue un día agradable.

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El próximo día era domingo; así que nos preparamos para asistir a la escuela biblica dominical en la Iglesia Asambleas de Iglesias Pentecostales de Jesucristo Inc. Iglesia a la cual mis padres y mi hermana Letty asistían. Esta Iglesia estaba ubicada en la calle Westfarm Road, bastante cerca de donde nosotros vivíamos. Me sentí bastante raro entrar a una Iglesia; pues hacía bastante tiempo que no asistía a ninguna. No recuerdo haber asistido a ninguna Iglesia excepto a la Iglesia Pentecostal de Jesucristo Inc., que radicaba en el sector Malapascua; del barrio Guardarraya, en el pueblo de Patillas, Puerto Rico. Pero eso había sido muchos años atrás, cuando apenas era un niño de unos cinco o seis años; antes que mis padres se hubiesen divorciado, más de siete años atrás. Así, que después de más de siete años, regresaba a una Iglesia otra vez. No estaba acostumbrado a aquél ambiente. La clase bíblica estuvo bastante interesante; creo que se trataba de David y Goliat, o algo por el estilo. Recuerdo que se reunía la clase de jovenes en la parte anterior del templo; entre la entrada principal de la Iglesia y las dos puertas secundarias. Tambien recuerdo que el maestro de los jovenes era el "Hermano Carlos Morales"; joven dinámico, cuñado del novio de mi hermana, Papo, o sea; Hector Luis Marrero. Carlos era novio de la sobrina de Papo, Nydia “Nicky” Marrero. Bueno, no era exactamente cuñado de Papo; era yerno del hermano de Papo; Miguel, padre de Nicky. 64


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Este primer domingo 13 de junio de 1971, tras haber salido de la clase bíblica dominical, regresamos a casa. Recuerdo que al frente de nuestro edificio había un club hispano. En estos dias se escuchaba mucho las canciones de Jose Feliciano, en especial aquella que trataba de una muchacha de mi pueblo y una guitarra. Parece que decía algo así: "Que será, que será, que será; Que será de mi vida sin tu amor. Por la noche mi guitarra, tristemente sonara, Y una niña de mi pueblo, llorará."

A la parte de arriba de nuestro apartamento, en el tercer piso, vivía una muchachita bien bonita 65


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ella, Puertorriqueña, del pueblo de Santurce, Puerto Rico. En este momento no logro recordar su nombre; sólo recuerdo que ella tenia un impedimento físico: era "cojita". Tenía una cadera dislocada y caminaba torcida de un lado. La menciono, ya que ella vino a ser una amiguita muy especial para mí; yo diría que prácticamente novia. Ella tenía dos hermanitos, quienes fueron mis amigos, además de vecinos. Esta chica, contínuamente era sometida a intervenciones quirúrgicas, bastantes frecuentes. Su recuerdo quedará en mi mente por siempre; es así, ya que al año de yo haber regresado a Puerto Rico otra vez, es decir, 1974, mi hermana Letty nos escribio haciéndonos saber que ella había muerto. En su memoria guardo un minuto eterno de silencio y respeto. Y en su memoria, cada vez que escucho la canción de José Feliciano, el ciego, me parece verla a ella; asomarse a la ventana de su apartamento o sentarse sobre la misma; frente a la salida de incendios o "fire-escape". Tan pronto recuerde su nombre, se los hare saber; queridos lectores.

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Fotos en el Bronx, verano 1971, cerca de nuestro edificio Aquél verano de 1971 pasó rápido. Recuerdo que 67


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visitamos el Bronx Zoo o zoológico del Bronx unas cuantas veces. Lo más que me fascinaba del mismo eran las vitrinas de los pinguinos; vestidos ellos tan elegantes con sus gavanes largos o "smoky". Tambien disfrutaba mucho el pasar a pie por el Sheridan Avenue, cuando íbamos desde nuestra casa hasta el zoológico o a visitar los familiares de Papo en la calle 180. Me parece recordar claramente la cascada artificial del Río del Bronx, o Bronx River, que había en el zoológico, en el extremo que miraba hacia la 180. Lo más que me gustaba al pasar a pie por la Avenida Sheridan era aquella impresionante pared de piedras cubiertas con particulas metálicas que resplandecían frente a los rayos del sol, cual si fueran piedras de oro. Cada vez que pasaba por allí, siempre me paraba para recojer alguna que otra piedrecita metálica con aleaciones que parecían tener incrustaciones de oro y plata. Obviamente, no eran piedras de oro; de lo contrario no estarían allí al alcanze de todos los transeuntes. Otras veces íbamos de paseo a Manhattan, o a visitar nuestros tíos Andres y Cruz Fernández en Brooklyn. Otras veces íbamos a la tienda Macy's o al Empire State Building; edificio, que para este año 1971, era el edificio o rascacielos más alto de todo el Mundo. Los edificios Torres Gemelas o "Twin Towers" de lo que era el futuro World Trade Center apenas se construían en este tiempo. Así que el 68


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Empire State Building reinaba en las alturas de todo Manhattan.

Tambien de cuando en vez caminábamos por la Avenida Broadway hasta llegar a Times Square. Me encantaba comer pizzas; así que de cuando en vez 69


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entrábamos a una pizzeria italiana a comer aquellas grandes, calientes y sabrosas pizzas. Cuando ya se acercaba el tiempo en que tanto Ruth como Vangie regresarían a Puerto Rico, recuerdo aquella mañana del 11 de julio de 1971. Esa mañana no asistí a la escuela bíblica de la Iglesia. No me encontraba bien de salud; así que me quedé en casa escuchando unos discos de música cristiana: Pacheco, Carmen Sanabria y Daniel Antonetti, entre otros cantantes de música sacra o sagrada. Pero recuerdo una grabación en particular: Era el Mensaje Profetico del Evangelista Yiye Avila TERREMOTO.

Recuerdo sus palabras claramente, cuando citaba "¿Vas a permitir que tu vida se derrumbe como una choza, y la ira de Dios caiga sobre ti cual un fuerte viento o terremoto?” - citaba: "Porque temblará la tierra como un borracho, y se 70


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extremecerá como una choza. Porque su pecado pesa sobre sus hombros". Aquella mañana del domingo 11 de julio de 1971, por primera vez en mi vida entendí que DIOS hablaba directamente conmigo y no me permitiría seguir la vida que llevaba de rechazarle contínuamente como lo había hecho tantas otras veces. Muchas veces, mientras estudiaba en la Escuela Superior Rafael Casta Martínez de Maunabo, Puerto Rico, los muchachos de la Iglesia Defensores de la Fe Cristiana del barrio Calzada de Maunabo, contínuamente me invitaban a su Iglesia y a sus reuniones religiosas; a lo cual yo nunca les prestaba atención y seguía mi vida apartado completamente de DIOS. Años anteriores, recuerdo que mi amigo Jorge Luis Berrios del barrio Guardarraya de Patillas, Puerto Rico, también me invitaba a que asistiese a sus reuniones de católicos carismáticos “cursillistas”, que en esos años se iniciaban en la Isla de Puerto Rico. El entendía que yo debía buscar de DIOS ya que me estaba metiendo en problemas como resultado de mi amistad con Indio y Pifito. Tambien Pepo de Jesus, el hijo de Mrs. Delia Colón, la esposa de Don Pepito, dueños del restaurante JOAN ONELIA en Recio, Guardarraya deseaba que yo mejorase mi estilo de vida y sobre todo, mi vocabulario; el cual era bastante obsceno en esos días cuando yo vivía en nuestra casa en Recio, Guardarraya. 71


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Como había citado previamente, yo sentía que el año 1971 sería mi último año de vida. Así que aquella mañana del 11 de julio, decidí por primera vez en mi vida, permitirle a DIOS que llegase a mi vida. En ese momento comencé a llorar, pues por primera vez experimentaba lo que era el arrepentimiento que me lleva a la salvación. Llamé a mi padre y le pedí que orara por mí, ya que deseaba aceptar a CRISTO como mi salvador personal esa misma mañana. Mi padre oró por mí en ese mismo momento. Esa noche en la Iglesia no recuerdo el mensaje que el Reverendo Antonio "Tony" Acosta, pastor de la Iglesia, predicara. Sólo recuerdo que estube llorando de rodillas durante todo el servicio; al finalizar el mensaje, mi padre me llevó al altar para que el Hno. Tony orara por mí. ESTA NOCHE ME CONVERTÍ AL SEÑOR JESUCRISTO; aceptaba la nueva vida que ÉL me ofrecía. Había nacido de nuevo !ALELUYA!

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CAPITULO CUATRO

MI NUEVO NACIMIENTO

A la edad de catorce años, aquella hermosa e inolvidable mañana del domingo 11 de julio de 1971 tuve la gracia de ser llamado por DIOS a vivir una nueva vida - había nacido nuevamente; mas no del vientre de mi madre otra vez sino del AGUA y del ESPIRITU. Como había augurado a finales del año anterior, para el periodo navideño del año 1970, mientras veía por televisión los anuncios comerciales de la Ford Motors Company, introduciendo el nuevo modelo Mustang Grandé 1971; sentía para aquellos días que ciertamente moriría para el año entrante 1971 - y no me equivoqué. Morí a mi antigua manera de vivir. Mi antiguo hombre - el viejo hombre carnal y mundano, había muerto esta mañana del 11 de julio. Ciertamente un cambio extraordinario se produciría en mí a partir de esta experiencia espiritual. A partir de este día, experimentaba gozo en mi vida; sentía que había felicidad en mi alma y espíritu. Por vez primera deseaba dedicar mi vida a 73


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DIOS. No había sido simplemente un acto de carácter emocional; era algo real. Una experiencia rara pero placentera. Sabía que era una nueva persona. Ahora entendía porque antes de salir de Puerto Rico había tomado la decisión de regalar todas las revistas pornográficas que poseía. Mi nueva revista, a partir de este momento sería LA BIBLIA la PALABRA DE DIOS! Pero algo sucedió en los primeros días de la semana entrante: En la primera semana de convertido tuve mi primera prueba. Como había citado anteriormente, esa mañana del 11 de julio me sentía un poco enfermo. En la semana siguiente del 12 al 18 de este mismo mes adquirí una infección en mi boca. Toda la boca estaba llena de una mucosidad que me impedía tragar alimentos, incluyendo líquidos. La garganta me ardía y casi no podía abrir la boca. También en mis órganos genitales estaba la presencia de aquella mucosidad de mal apariencia amarillosa y de olor desagradable. Casi no podía orinar. Así, que mis padres preocupados, me llevaron al Lincoln Hospital. Me recetaron lavados o enjuagues con agua bórica; pero esto me puso peor de lo que estaba. La infección había aumentado.

Al ver mis padres que la infección no cesaba, me llevaron de nuevo al Hospital. Pero si mal no recuerdo, esta vez no fueron al Hospital Lincoln, sino al San Juan Medical Center, en la esquina de 74


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Westchester Avenue y Southern Boulevard. Me vieron los médicos de allí y esta vez me recetaron Cloraseptic. Tras varias gárgaras con el Cloraseptic me mejoré rápidamente en los próximos dos a tres días, después de más de una semana de haber adquirido aquella terrible infección. Si mal no recuerdo, para las partes genitales me recetaron una crema y lavados periódicos con agua tíbia. Había pasado ya la crisis. Mi hermana Ruth y Vangie, mi prima, regresaban a Puerto Rico en esos mismos días; así que no las pude acompañar al aeropuerto para despedirme de ellas, pues aún no me había recuperado plenamente. Sólo recuerdo un día, creo que fue el día antes de que ellas regresaran a "la Isla". Mientras me encontraba recostado con mi cabeza sobre la falda de Vangie, ella me pasaba sus manos por mi frente y me decía aquellas palabras del escritor William Shakespeare: "To be or not to be" Luego añadió: ¡Ahora o nunca! Nunca supe lo que realmente me quería decir con esas palabras. Si era que me estaba haciendo una proposición amorosa para que la tomara ese mismo día, o si sólo se trataba de palabras vacías. Al día de hoy, todavía desconozco el contenido simbólico de las 75


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mismas, si es que había algún mensaje personal envuelto en las mismas. No sé si ella también se había enamorado de mí como lo había hecho yo de ella. Sólo puedo decir que se portó muy tierna y amorosa conmigo mientras me hallaba recostado sobre su falda. De todos modos, si su intención era que nos amáramos esa noche, eso nunca sucedió.

Las siguientes semanas transcurrieron normalmente. Me preparaba para mi bautismo en las aguas, en 76


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testimonio de mi fe en CRISTO. También me preparaba para ser admitido en la escuela. Desde la ventana del frente de nuestro apartamento, se veían claramente dos edificios escolares a la distancia; mirando hacia Pelham Bay. Uno era de la escuela CIS 77, y el otro edificio era de la Escuela Superior James Monroe. Aún no sabía donde estudiaría, pero me llamaba mucho la atención aquél edificio que se podía ver claramente desde nuestro apartamento. Días más tarde llegó la notificación de matrícula. La notificación indicaba que mi zona de residencia era servida por la James Monroe High School. Esa noche le preguntamos a Nicky Marrero, novia de Carlos Morales y sobrina de Hector Luis Marrero, cuñado mío: Nicky, ¿Dónde queda James Monroe High School? A lo que ella respondió: Tú ves aquellas dos escuelas que se ven desde aquí? La que queda a la derecha es Monroe. Yo tambien estudiaré allí. En la Iglesia también había otra de las muchachas que era gran amiga de Nicky, novia esta última de uno de los jóvenes de la Iglesia, llamado Juan. Su nombre era Wilda. Ella también estudiaría en Monroe. Así que ya al menos tenía a dos conocidas que estudiarían conmigo. El primer día que fuí a la escuela con mis padres para matricularme, me impresionó aquel grande edificio de cinco pisos de alto: En su interior, 77


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a la entrada, lo primero que encontramos fue aquel enorme teatro o auditorio, como era llamado. Próximo al edificio central, a su derecha, quedaban los gimnasios I, II y III. La piscina en el primero de ellos, y luego en los otros dos, el "Gym" de los muchachos en el segundo y el "Gym" de las muchachas en el tercero. A la parte posterior al edificio central, quedaba la pista y a su derecha el parque de futbol. Cuando salíamos del edificio, recuerdo las palabras grabadas en la parte superior de la entrada principal de la Escuela: Decían:

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"WHERE LAW BEGINS" by William Pitt

ENDS,

TYRANNY

Traducido al español: "DONDE LA LEY TERMINA, COMIENZA LA TIRANIA" Mi primera impresión de la escuela fue maravillosa. Me agradaba la idea de saber que ésta sería mi escuela superior; lugar donde aprendería a hablar Ingles, y a la misma vez, me prepararía para ser un arquitecto, arquitecto civíl, que era lo que me interesaba ser en el futuro; ya que me encantaba el dibujo técnico y la preparación de planos o "croquis" de edificios. Dos niveles de mi nueva vida se desarrollaba simultáneamente: Mi nueva vida de estudiante de escuela superior en Nueva York, y mi nueva vida de creyente en CRISTO JESUS. Ambas expresiones de mi existencia se desarrollaban armoniosamente. Ya no eran tan frecuentes las masturbaciones contínuas a las que estaba acostumbrado. Aunque de cuando en vez, me masturbaba. Ni modo; especialmente cuando pensaba en Nicky y en especial, Wilda. Las dos eran hermosísimas. Nicky era de cabellos marrón claro, blanca y de una estatura de unos cinco pies, siete pulgadas. Tenía ojos marrón y rostro muy delicado. En cambio, Wilda, era más o menos de su misma estatura. Con cabellos largos lácios, como los de 79


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Nicky, pero negros. Sus ojos eran grandes y hermosos; color marrón claro o "Hazel". Poseía una hermosa figura y una preciosa sonrisa. Ambas eran dos monumentos de mujeres. Aún cuando no tenían dieciocho años de edad, parecían como de veinticinco o veintitrés cada una. En la Iglesía asistia una hermana de Papo; llamada ella Constanza. Consty, como le llamaban, vino a ser novia mía. Ella era de unos doce o talvez trece años. Tenía pelo largo, lácio, negro. Su rostro era bien hermoso; blanca con ojos negros. Era bien bonita. Una Taína. Medía aproximadamente unos cuatro pies, diez pulgadas de estatura. Yo tenía catorce años de edad para entonces.

Era delgadito, pesaría unas cien libras de peso, como mucho. Tenía pelo negro, bastante abundante. Me 80


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peinaba hacia el lado derecho casi siempre, pero a veces, me peinaba para el lado izquierdo para quitarle las ondulaciones a mi pelo; que aunque era lácio, era un poco ondulado. En esos días comenzaba mi desarrollo. ¡Ya comenzaba a crecer! Se acercaba el tiempo de invierno. Se acercaba también la noche de mi bautismo. El bautismo se realizaría en el templo de la Iglesia Asambleas de Iglesias Pentecostales de Jesucristo, Inc., en la 118, o "El Barrio" de Manhattan. Aquél templo era una antigua sinagoga judía. En el altar se encontraba el batisterio. Esta noche fué algo extraordinario. Mientras estábamos en espera de ser bautizados, hacíamos una fila de nuevos creyentes; todos vestíamos de blanco; símbolo de santidad. Cantábamos el himno: "Ven a las Aguas". La semana anterior, en una campaña de oración en la iglesia nuestra, había recibido las primeras bendiciones del Espíritu. Esa noche, también fui bautizado con la Promesa del Espíritu Santo. De regreso venía hablando en otras lenguas: Lenguas angelicales. No puedo precisar con exactitud la fecha de mi bautismo; sólo puedo señalar que fue para las navidades del año 1971: a los tres o cinco meses de haber aceptado a CRISTO. Para este tiempo todavía Constanza era novia mía. Recuerdo que en estos días de invierno no 81


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había calefacción en nuestro edificio. Nos calentábamos con un calentador eléctrico pequeño que poníamos en medio de la sala; entre las puertas que conducían a la cocina, el baño y cuarto dormitorio de papi y mami, y la pared que separaba el cuarto de Letty de la sala. Yo dormía en el sofácama que estaba en la sala. Ahora recuerdo claramente lo que aconteció en la despedida del año 1971. Fuimos a la iglesia. Se celebraba un drama con motivo a la navidad. Recuerdo que mami recitó una poesía relacionada a la Navidad. "La Navidad de una Niña" creo que era el título de la misma.

Después de la despedida de año, que la celebramos en la iglesia, regresamos a nuestro apartamento. Era 82


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la primera navidad que celebraba en la iglesia, después de muchos años. Para ser más preciso: Después de más de siete años. Para entonces yo ya había cumplido quince años. El día primero de enero de 1972 lo recuerdo también claramente: En este día tuvimos el grato regalo de navidad: Por primera y única vez, había calefacción en nuestro edificio: El 10-38 de la calle Freeman. Otro recuerdo que llega a mi mente fue los días próximos a la llegada del nuevo año 1972: En este mes de enero, Consty y yo nos dejamos. Ella se había enamorado de un compañero de estudios en su escuela. Ella todavía estaba en la Junior High, o intermedia. Ese día fue un domingo. Regresé a mi apartamento después de haber terminado la escuela bíblica. Al salir de la Iglesia recuerdo que ella y yo hablamos; nos dejábamos en ese momento. Recuerdo que le devolví una sortija que tenía de ella, y si mal no recuerdo, ella también me devolvió una sortija que ella llevaba mía. Era una sortija de piedra verde que había comprado hacía unos cuantos años en el pueblo de Guayama, Puerto Rico. Al llegar al apartamento era grande la tristeza que había en mí. Michael, el hijo del hermano Jose A. López, copastor de la Iglesia, trataba de consolarme y me decía que comiera alimentos, ya que él sabía que estaba en ayuno y yo le había dicho que me mantendría en ayuno hasta que Consty regresara conmigo. Era muy 83


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común para mí ayunar todos los domingos. Mi vida se convirtió en un contínuo deseo de vivir para agradar a Dios. Mis primeros días de convertido, a partir de mi bautismo, cuando regresaba de la escuela, iba al templo a barrer y mapear el mismo. Muchas veces, cuando llegaban los primeros hermanos a adorar, todavía me hallaba allí haciendo limpieza. De ahí regresaba rápidamente a mi casa para asearme, comer y regresar a adorar al templo. Me llamaba mucho la atención la música. Disfrutaba escuchar a los hijos del hermano Tony Acosta, y los hijos del hermano Jose A. López tocar instrumentos en la Iglesia. David Acosta, hijo mayor del Hno. Tony, tocaba primera guitarra. Su hermano Danny, tocaba la trompeta. Su hermana Ruthy, cantaba. Los hijos de López: Junior, el mayor, tocaba segunda guitarra. Su hermano Miguel o Micky, tocaba la batería. Su hermanita Norma, también cantaba, al igual que su padre: el Hno. López. Días después se unió al grupo el novio de Ruthy, quien tocaba el bajo. ¡Sonaban muy bien! Me interesé en la música. Así que un día fui con mis padres a Canal St. en Manhattan, y compramos una guitarra estilo española, pero más barata. Creo que costó unos veintisiete dólares. Con esta guitarra humilde comenzé a practicar mis primeros tonos. El Señor Jesucristo me ayudó muchísimo y en poco tiempo ya sabía bastante. En la Iglesia había una guitarra eléctrica que era la que 84


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Junior López tocaba antes de comprarse su nueva guitarra eléctrica "Gibson". Así que decidí arreglar aquella abandonada guitarra, y comenzé a tocar con ella en la Iglesia. En estos días estaba de moda el JAZZ, especialmente con el gran músico Carlos Santanna. Es así como me convertí en guitarrista, con especial interés en la musica JAZZ. Mi cuñado Hector Luis "Papo" Marrero tenía una sobrina, prima de Consty que vivía en Bridgeport, Connectticut. Especialmente en el verano, ella se quedaba en la casa de los padres de Papo en la 180. Ella era bien hermosa. Pero Michael López, era novio de ella. Así que sólo me deleitaba en verla. Una noche nos visitó en nuestra Iglesia un grupo de jóvenes del Estado de Connectticut. Esta noche cantaban y ministraban durante las partes especiales del servicio. Recuerdo que la sobrina de Papo también cantaba con ellos. Recuerdo que mientras ella cantaba, sus ojos parecían como si mostrasen llamas de fuego. Al mirar a sus ojos atentamente, sentí la presencia de Dios en mi vida en una forma muy especial, cual si viese los mismos ojos de JESUCRISTO según los vió Juan en el Apocalipsis. Días después de esta experiencia mística, le escribí a mi hermano David una carta en la cual le 85


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informaba de las bendiciones recibidas en esa noche en particular. También le informaba mi deseo de que cuando él saliese del ejercito "ARMY", me acompañase de compra, para conseguir una buena guitarra eléctrica para mí. En este tiempo él se hallaba en el Fuerte de Keelen, Texas. Ya le faltaba poco para concluir su obligación de tres años de voluntario con el ejército de los Estados Unidos de América. Recuerdo que cuando el terminó sus tres años con el ARMY, regresó a Nueva York y estubo con nosotros algunos días antes de regresar él a Puerto Rico. Aprovechamos y fuimos a una tienda de instrumentos musicales que había en Southern Boulevard, en el Bronx, bastante cerca de casa. Compramos la guitarra; nos costó aproximadamente ciento once dolares. Como era para tocar en la Iglesia nos hicieron buen precio. Aprovechamos de una vez y compramos un pedal de efectos de sonido: Un "GUA-GUA". Lo único que no compramos fue el estuche de la guitarra. Era una guitarra eléctrica color rojo metálico, con formas parecidas a la "Gibson" de Junior López. Días antes de que David regresara a Puerto Rico, la llevé a la Iglesia y toqué con ella. Recuerdo que Micky López se sintió celoso al verla. Se sentía celoso ya que había visto la forma tan bonita en que DIOS me bendecía. Días antes, una noche había pasado un mal rato con los hijos de López; pues, después que vieron que yo había reparado la antigua guitarra, una noche ellos se 86


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quedaron con una línea eléctrica que yo habia comprado para aquella guitarra, y luego dijeron que esa línea era una nueva que ellos habían comprado, mintiéndome. Pero DIOS me bendijo a pesar de su envidia. En cuanto a mi vida estudiantil, había progresado mucho en mis estudios. En mis evaluaciones de mi primer semestre escolar, apenas había obtenido un 46% y algún que otro 55%. Ya para mi tercer semestre escolar, 1972-1973, mi promedio era de 80% a 84%. Me enviaron un certificado de aprovechamiento con un sello de color azul. Para el cuarto semestre del año 1973, mi promedio era de +90%. Recibí esta vez un certificado con sello de color oro. Sólo me faltaba un término para graduarme en enero de 1974. Pero no pudo ser, ya que regresé a Puerto Rico en el verano de 1973, exáctamente el último día de clases.

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CAPÍTULO CINCO

MI REGRESO A PUERTO RICO

El último día de clases en la James Monroe High School, 28 de junio de 1973, tan pronto terminé mis últimas labores escolares, regresé rápidamente a mi casa: apartamento 2B del 10-38 de la calle Freeman. Ya papi estaba esperándome, ya que esa misma noche saldríamos para Puerto Rico. Recuerdo claramente la ropa que llevaba puesta esa noche: Vestía un pantalón negro de polyester, bien entallado. Mi camisa era color rosa claro, también de polyester con cuello de solapa bien larga y con unos zapatos de taco bien alto de $30.00: de unas cuatro pulgadas aproximadamente; creo que le llamaban a esos zapatos o zapatacones "salceros". ¡Wao! Estaba “regio”. Me parece verme en un espejo vestido tan elegantemente. Impresioné a todos en la iglesia esa noche. Digo en la iglesia, ya que de allí seríamos llevados al aeropuerto internacional JFK por el hermano López. Llegamos al aeropuerto JFK sin ningún problema y a tiempo. Esta noche era una noche lluviosa, al punto que tuvimos que esperar en el avión de la PAN AM desde las 11:00 p.m. hasta casi la 88


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1:00 a.m. debido a que no le permitían despegar por las fuertes lluvias que caían. Estuvimos "taxiando" en la pista del JFK hasta que al fin, os dieron autorización para entrar en la pista de despegue. Una vez en el aire, el vuelo no estubo tan mal. Llegamos al aeropuerto internacional de Isla Verde ya amaneciendo, prácticamente. Recuerdo cuando pasamos por la puerta de salida del avión, luego por las áreas rotuladas que nos conducirían al recogido de maletas y salida del aeropuerto. Tan pronto salimos a la calle, el calor de verano de Puerto Rico nos dió su calurosa bienvenida a la Isla del Encanto, tras dos años de ausencia de mi añorada patria: PUERTO RICO. En el preciso momento que nos conducíamos a tomar un carro público que nos llevaría a Maunabo, lanzaban el globo del negociado de meteorología desde la torre de observación y control de vuelo del aeropuerto. Aún el aire que respirábamos era diferente para mí. Respiraba nuevamente el aire tropical de mi caribeña isla, una temperatura de casi noventa grados Farenheight, muy usual en el Caribe. Esto ocurría aquella bella y calurosa mañana del 29 de junio, del año 1973. También llega claramente a mi memoria la ruta que tomamos esa mañana. Desde el aeropuerto en Carolina, tomamos la Avenida José De Diego rumbo hacia la Avenida Campo Rico y de ahí a la PR N°3: Avenida 65 de Infantería hasta el cruce de la PR 185 hacia el pueblo de Juncos, pasando por el 89


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Hipódromo el (nuevo) Comandante en Canóvanas. Mientras continuábamos la marcha hacia la casa de mis abuelos en Maunabo, no olvido lo lindo de aquellos Flamboyanes que cubrían cual túnel natural la ruta de Canóvanas a Juncos. Nos detuvimos brevemente en un negocio de comidas típicas en aquella ruta. Ahora no puedo recordar el nombre del mismo, pero sí recuerdo que pedí una Coca Cola con algo más de comer; ahora, no puedo precisar qué exáctamente. Ya en Juncos, tomamos la PR N° 30 hacia Humacao. De ahí seguimos por la PR N° 3 hacia Yabucoa, y posteriormente hacia Maunabo, por "La Pica" (la misma PR N° 3). Al fin llegamos a Maunabo a casa de mi abuelita en el Urb. San Pedro C-20 donde ya estaba David y mami, quienes habían llegado días antes que nosotros. Llegamos a Maunabo cerca de las once de la mañana. Allí nos esperaban mis abuelos, Tato y Cachón, Mami, y también David. Ruth se hallaba estudiando en el Colegio del Turabo en Caguas y no se hallaba en Maunabo aún. Ya en Puerto Rico nuevamente, la pregunta que me hacía era: ¿Estarán mis amigos aún aquí? Y, ¿Quienes realmente eran mis amigos ahora? Esta pregunta, al parecer boba, era muy importante y 90


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relevante para mí ya que ya yo no era el mismo "Junior o Pablito" que había salido de Maunabo hacia El Bronx, hacía ya dos años. Ahora, yo conocía a Cristo, mi mejor y personal amigo. Tenía otra mente: la mente de Cristo. Ya no interesaba estar corriendo en bicicleta con Iván "Guivin" y Perry, Hector Gómez y los demás muchachos de "la ganguita" de San Pedro. No me fue difícil hallar nuevos amigos. Una de las noches de verano 1973, recuerdo que visitamos la Iglesia Defensores de la Fe de Maunabo. Allí tenía algunos amigos del Barrio Calzada que habían estudiado conmigo en noveno grado en Maunabo. Eran aquellos antiguos amigos, quienes me invitaban a ir a sus "servicios religiosos" en la escuela, a los cuales yo nunca iba ni nunca fui. Recuerdo algunos de sus nombres o apodos: Justo Lebrón, Eliseo “Coco liso” y había otro más que no recuerdo su nombre. Creo que era Berti. Pero ahora sí podía entender su "mensaje". Esa noche nos gozamos en grande allí. Recuerdo que nos dieron parte en el culto. Esa noche yo tocaba la guitarra con el pedal de sonidos de "guao guao" que David me había comprado allá en Southern Boulevard en el Bronx, antes de venir para "la isla". Si mal no recuerdo, creo que Ruth y Mami cantaban, y David daba algunas palabras de testimonio. Esa noche yo estaba vestido todo de blanco y tenía un recortito bien bajito, con pollina 91


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redonda al frente. Ya para estos días, me interesaba pertenecer al mundo de las profesiones relacionadas con la salud (aún no me había decidido que habría de estudiar una vez terminara el cuarto año el próximo año.); así que asumo que la forma en que me vestía, de blanco, y lo bién que me sentía vestir así, era lo que me inspiraba hacia el mundo de la medicina. Si mal no recuerdo, creo que inmediatamente salimos del culto fuimos a llevar a papi a Guayama, ya que había consiguido trabajo de conserje en la Univis Optical de dicho pueblo, y comenzaba en el turno de las once de la noche. Otras de las iglesias que también visitábamos aquellos días era la Iglesia Pentecostal de Jesucristo del Reverendo Carlos Lebrón de Maunabo. También llegamos a visitar la Iglesia de Dios Pentecostal M.I. del Barrio Emajaguas de Maunabo y, por supuesto, la Iglesia Pentecostal de Jesucristo del Barrio Guardarraya, sector Recio (nuestro barrio), pastoreada por el hermano Manuel Sostre. Para este entonces ya la iglesia no estaba en Malapascua, junto al mar; habían construido un templo nuevo en el área que antes era una laguna al lado de la casa de Geogie Berríos Collazo, mi antiguo amigo de Recio, quien me aconsejaba que me acercase a Dios, cuando estaba “al garete” tras el divorcio de mis padres. 92


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En esos días yo me quedaba en la casa de Toña, mi tía en el pueblo (Maunabo). Tras hacer arreglos, logré matricularme en la Escuela Superior de Patillas (Cecilio Lebrón Ramos) donde Arcenio “Artie” Ortíz, esposo de Lula mi tía, era Director escolar allí. Ese verano estuve en el Programa de Empleo de Verano del Municipio de Maunabo (ADT) donde logré ganarme algún dinerito. Mi primera oportunidad de experiencia de trabajo; en mantenimiento en el Caserío Martorel de Maunabo. Al comienzo del semestre escolar 1973-74 viajaba desde Maunabo hasta Patillas, a veces tomaba “pon” con Artie de regreso. Recuerdo que allí participaba en la “Confra” con el Hno. Modesto Santiago y Vilma Cintrón era la presidenta de la “Comfra” de la High. Para el mes de Octubre de 1973 nos mudamos para Guayama ya que papi consiguió trabajo en la Univis Optical. Compramos casa en el 168, Calle H, Bda. Blondet en Guayama.

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La casita era pequeña de cemento (Bloques) y techo de zinc. Tenía una perciana en la parte superior central (en el techo), tenía solo dos cuartos, sin marquesina, y había sido construida sin columnas en las esquinas, además no centralizada con los “puntos” del terreno; quedaba más pegada de un lado del terreno en la parte frontal izquierda que el resto. Tenía la cocina en madera y zinc atrás; no tenía baños, sólo una “letrina”. La verja era de alambre finito de los que se usa para hacer jaulas y nasas de pescar, luego David y papi le construyeron una mejor. Para David estacionar su auto tuvo que hacer 94


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un portón “provisional” y ubicar su Datsun 1972 frente al balcón y primer cuarto. Pero la casa era nuestra y allí fuimos a vivir. Recuerdo que el primer día que fuí allá al salir de la escuelo me perdí y no encontraba la casa. Pero llegué. Creo que era viernes este día. Sí, el último viernes del final del 1er semestre escolar 1973-74. Al comienzo no pertenecíamos a ninguna iglesia en Guayama. Comenzamos visitando la Iglesia de Dios Pentecostal MI en la Ave. Los Veteranos saliendo hacia Arroyo. También ívamos a la iglesia del Bo. Olimpo Iglesia Cristiana Rehobot, la Iglesia de Dios Mission Board de la Bda. Marín y también a la Iglesia Pentecostal de Jesucristo pastoreada por el Rvdo. Francisco Berberena Sánchez, también en la Barriada Marín de Guayama. Después de un mes aproximadamente entre David y yo decidimos quedarnos en la Iglesia de los Hnos. Berberena. Entre otras razones para llevar a papi al trabajo rápido; ya que era la más cercana a su trabajo y a casa.

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Para este tiempo (Nov. 1973) este templo estaba finalizando su construcción en la planta alta; se reunían en la planta baja. Allí comenzé a tocar la guitarra junto al Hno. Santos Torres, quien tenía un estilo bastante parecido al mío pero con menos “Jazz”. También estaba su Hno. Angel “Guiso” Malavé (Hno. por parte de madre de Santos). La batería la tocaban Neftalí Berberena y Aurelio Díaz. Tuvimos buena aceptación en la iglesia y como ya veníamos de la Iglesia Pentecostal de Jesucristo en Guardarraya, nos fué más fácil ingresar a la Sociedad de Jóvenes local. Llegaron las Navidades de 1973 y salíamos de matutinos con los hermanos de la iglesia. Recuerdo una noche que fuimos a darle un matutino a la Hna. Lucía Ramos en la Loma del Viento; el auto de 96


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David casi no subía la cuesta y luego al salir al encenderlo, la bolanta le chocaba y hacía ruido. Pero la pasamos muy bien. Llegó el nuevo año 1974 creo que el día 2 de enero comenzó la Conferencia Anual del Concilio con la que se inauguró la planta alta del templo. La iglesia de Dios Pentecostal MI nos facilitó su comedor y allí ívamos a recibir los alimentos. La “Nave” del templo se usó para dormitorio de varones. Allí yo también ayudaba en la cocina trayende lo necesario para las comidas. Allí también había una hermanita que era hija de la cocinera principal que me agradaba pero no recuerdo ahora su nombre, solo recuerdo que era trigueñita y linda. Sí, ahora recuerdo. Era Myriam, hija de la hermana Sixta (gracias a Elizabeth Lynn que me recordó el nombre). Terminada la conferencia, llegó la noche de reorganizar la Sociedad de Jóvenes de Guayama. Yo salí presidente, Elisamuel Espada secretario y David Fernández, mi hermano, tesorero. Implementamos algunas ideas, como un sistema de cuota especial para obsequiarle los uniformes a los jóvenes que no lo tenían y no podrían comprárselos. Entre ellos recuerdo a Eduardo Pillot, Virrella y Elizabeth “Tata” Garcet. Fue un éxito. Para este tiempo la Sociedad de Jóvenes tenía como 30 jóvenes. Hacíamos trabajo personal y organizamos una fiesta del día de la amistad (Feb. 14) en casa. 97


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Tuvimos algún tropiezo con Berberena, pero aceptó al final. Terminamos exitoso ese término (6 meses) aunque por poco renuncio la última semana debido a un problema con Neftalí Berberena, por crear un grupo de evangelismo con algunos jóvenes sin mí autorización como presidente. Pero David me dijo que dejase el asunto al nuevo presidente, que ya nosotros terminábamos ese viernes, y así fue. Terminamos en éxito.

David se casó con Olga Rodríguez Rivera (Hija del Hno. Pablo Rodríguez co-pastor de Guardarraya en este verano) el 13 de Junio de 1974. Fuí a la convención en Mayagüez creo que una noche, no recuerdo bien creo que sí. Al regreso de la convención ya me tenían como candidato para Vice-Presidente de Jóvenes de la Sección Este. Salí electo junto con Elí Ortíz, Tesorero y su hermana Luz Delia, “Dalín” ó “Lalín” como secretaria. Llegó el mes de mayo de 1974 y llegó el día 98


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de la graduación. Ya había pedido la sortija de 4to año y había llegado; pero con un error: La había pedido en piedra Topacio, oro 10K amarillo con la bandera de Puerto Rico dentro de la piedra (on top side), pero le pusieron la bandera a un lado de la sortija. Pero de todos modos OK; allí estaba con ella en la graduación. Ese día (la fecha exacta no la recuerdo, talvez 25 o 26 de mayo, 1974) hubo el desfile desde la plaza saliendo de la misa que habían ofrecido a los graduandos. El primero en la fila era “Cuco” el hijo de Mrs. Colón y Roguins, el del Roguin’s Place en Guardarraya. Fue acompañado por dos muchachas y le seguían yo, segundo, igualmente acompañado. Una de mis compañeras era Luz Jazmín Alamo (Cuqui) la sobrina de papi. Fue un día maravilloso. Posteriormente Georgie Ortíz Resto, fotógrafo de la boda de David y Olga, nos retrató en casa (no necesariamente el mismo día). Pasó el verano 74, comenzé el proceso de solicitud de admisión a cuatro universidades a las cuales había aplicado. Deseaba estudiar en el Colebio Universitario de Cayey de la UPR pero no me contestaban. La Universidad Católica de Guayama fue la primera en contestarme; ya sólo me faltaba pagar la cuota de admisión. Aún cuando había solicitado a la Universidad Mundial de San Juan, no me interesó 99


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que me admitieran allí porque su filosofía global y consideración de un enfoque de gobierno mundial me asustó mucho porque lo asocié con el gobierno mundial del Anticristo. Posteriormente me aceptó el Colegio Universitario de Humacao (CUH) de la UPR, allí entonces decidí ir a estudiar ya que Cayey no me aceptaba aún. Cuando Cayey me contestó ya estaba prematriculado en Humacao donde estudié seis años desde 1974 a 1980.

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CAPÍTULO SEIS MIS AÑOS DE UNIVERSITARIO Y LIDER JUVENIL El C.U.H. y la Confra En Humacao me aceptaron en el programa de Pre-Médica, Dpto. de Ciencias Naturales. Allí estaba un grupo de jóvenes cristianos quienes eran presididos ese año por Vilma Cintrón graduada y expresidenta de la “Confra” de la High de Patillas, así que ya la conocía. Casi no podía asistir a la confra ya que el día y la hora que se reunían (K-J 11:30-1:00); tenía clases. Pero asistí a los cultos de oración en la Iglesia de Dios Pentecostal de Humacao, donde se reunían a orar; creo que eran los jóvenes por la noche. Allí conocí a Javier, uno de los confraternos que era de la iglesia. Al finalizar el semestre mami me compró el auto Ford Falcon 1966 color uva de Javier en $600.00. Este fue mi primer auto.

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El primer viaje que dimos en el Falcon fue una visita a los jóvenes del Bo. Sumido de Cayey, cuyo pastor era el Hno. Pedro Flores (no el compositor-músico). Fue una experiencia bonita. Posteriormente al servicio fuimos de Matutino por allí con los hermanos. Debido a la altura del lugar sobre la Cordillera Central de Puerto Rico, con la neblina, las casas de los hermanos visitados ni se veían. Luego para regresar a Guayama la ruta Panorámica ni se veía (PR 7715, conectando con la PR-15). Al llegar mis compañeros de Sección, Elí Ortíz y su hermana tenían Dalín su auto en casa. Estas navidades estuvieron extraordinarias. Tenía automobil propio, y podía ir de matutinos con los hermanos de la iglesia de Guayama. Además de 102


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los matutinos que dimos en Sumido de Cayey, que fueron los primeros que fuimos en el Ford Falcon 1966, recuerdo que también le dimos a muchos hermanos y amigos. Al igual que en la iglesia de Westfarm Road en el Bronx, New York, en Guayama también despedimos el año 1974 en la iglesia. Si mal no recuerdo, mami también declamó su poema de navidad favorito: “La navidad de una niña huérfana”. Sino fué la noche de despedida de año, de seguro lo fué la noche del 24 de diciembre, Noche Buena. Precisamente este era La fecha del cumpleaños de Jesús David Fernández, mi hermano mayor. Para la Conferencia Anual de 1975 fui enviado como “Delegado” de la iglesia de Guayama a la Conferencia Anual en Yauco, Puerto Rico. En esta ocasión, recuerdo claramente que junto a Aurelio Díaz y los “Muchachos” de la Directiva de la Sección Este fuimos a Yauco. Yo fui en el Falcon. Este incidente que ocurrió precisamente al llegar al templo de Yauco fue muy curioso; espero que lo disfruten. Era el día dos de enero, 1975, cerca de las tres o cuatro de la tarde. Este día se inauguraba el templo de Yauco, cuyo pastor era el Presidente del Concilio Iglesia Pentecostal de Jesucristo Inc., el Reverendo Rafaél Torres Rivera. En el momento que entraba por 103


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el lado dcl templo que conducía al comedor, en la planta baja, me “embelecé” mirando hacia el lado izquierdo, donde se hallaba un grupo de jóvenes de la Iglesia de Las Palmas de Arroyo, de donde eran mis compañeros de directiva seccional. Al mirar una “mami” que era de mi iglesia en Guayama — Santa Espada Velázquez — hija del copastor de mi iglesia — el hno. Alejo Espada, no me fijé que el auto seguía en movimiento, y al despegarme del lado donde estaban los jóvenes de Arroyo y Guayama, impacté uno de los marcos de una de las puertas de entrada al sótano o planta baja del templo. Tremenda inauguración. Estaba recién pintado el templo, con sus marcos y puertas nuevas y allí llegué yo a darle “el bautismo” de inauguración.

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Recuerdo que lo primero que le dije a Santa fue que “por culpa de ella” — pues me embelecé mirandola — no me fijé y “choqué” el auto. En esos momentos llegó el Presidente dcl Concilio — el Rvdo. Rafael Torres Rivera, Hno. Rafa, como era comúnmente llamado, y tremendo “pasme para el delegado de la iglesia de Guayama y Vice Presidente de Jóvenes de la Sección Este”.

Pero el golpe del borde de la puerta del templo no fue gran cosa, sólo un pedacito de cemento que “se le fue” al templo, justo al lado del marco de la puerta. Eso sí, cuando miré el guardalodo derecho del Fálcon eso sí que era tremendo desastre. Definitivamente el guardalodo ya lo habían “chocado”. El pedazo de “bondo” que se le calló fue 105


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más grande que el pedacito de cemento que se le cayó al templo. Eso sí que sí, gracias a este “choque” también “tumbé” a Santa Espada. Ella fue mi novia posteriormente a este suceso. Talvez entre febrero y marzo, no estoy seguro del mes exacto, pero fuimos novios durante unos ocho meses, hasta el mes de octubre de 1975, a unos meses después de ser electo Presidente Insular del Departamento de Jóvenes y Señoritas “Embajadores de Cristo Rey” del Concilio IPJ. Terminaron las vacaciones de Navidad 1974 y comenzó el año 1975. Ya para este tiempo un hermano amigo, José Luis Delgado Robles de Luquillo, quien estudiaba Terapia Física me recomendó que me cambiara de Pre-Médica hacia Terapia ya que había sacado “F” en la clase de PreAlgebra (001) y la Química estaba muy fuerte y estube apróximadamente dos años (1975-77) en Terapia Física pero cuando llegó el momento de solicitar traslado hacia Ciencias Médicas para los últimos dos años del Bachillerato no fuí admitido. Estube en la lista de espera por no tener un promedio muy alto y porque no había “cupo”. Sólo aceptaban 35 de Terapia Física y Ocupacional a la vez. No pude finalizar Terapia Física. Ya para este tiempo no tenía beca, así que tenía Estudio y Trabajo en el Dpto. de Comunicaciones. Así comenzé a tomar electivas, en el Departamento de Inglés, de Arte, Pintura, Tenis y 106


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Música. A fin de cuentas pasados los primeros 5 y 1/2 años, me reclasifiqué en Inglés Elemental Bachillerato, ya que lo único que me faltaba era el seminario y la práctica. Saqué “C” en la práctica mayormente por dos razones. No estaba bien de salud, y presidía la Confra ya que el que había sido electo presidente no regresó ese semestre (debido a que se casó) y así pasé de Vice-Presidente de la Confra a Presidente. Pero debido a que también el auto que tenía para este tiempo, un Duster (Plymouth) 1973 se había roto. Tenía la práctica docente y tenía que tomar “guagua” para llegar a la escuela elemental del Barrio Tejas de Humacao.

( Plymouth Duster 73’, Verde 318c.i. Mi segundo auto) Así que preparé a los futuros lideres de la Confra quienes daban servicios en el Colegio. Fue interesante porque nunca nadie sabía quien presidía el 107


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grupo, ya que yo sólo podía estar unos minutos y luego me tenía que ir a la práctica. Pero el culto de oración y las orientaciones constantes no faltaban. También hubo un gran problema: La mayoría de los de la directiva de la Confra no reunían los requesitos básicos de cantidad de créditos y promedio. Así que para registrar la Confra y solicitar salón de cultos fue bien cuesta arriba. Gracias a la consejera del grupo Aleida Cruz, conseguimos un salón aún sin registrar en el Decanato de Estudiantes a la Confra debido a lo mencionado arriba. Este semestre también el ambiente era de Huelga en el Colegio y querían destituir a la Directora (Decana). Yo era de los que estaba a favor de su destitución. El día de la asamblea algunos de los conraternos se expresaron también en contra de ello debido a los problemas que tuvimos para conseguir el salón y celebrar actividades. Pero otra parte del grupo junto a la consejera entendieron que la Decana no era la responsable de lo que pasaba, sino sus sub-alternos quines crearon un ambiente de antagonismo en contra de la misma y hacían que las cosas no se llevasen a cabo con la Confra y con la consejera, ya que yo también fuí influenciado a ir en contra de la Decana. Pero una cosa recuerdo bien, que al seleccionar la Directiva Nueva de la Confra para el próximo año académico, todos cumplían los requisitos necesarios para que no se repitiera lo que había pasado. Así fue, y los que había preparado y a quines “le encargué” la marcha de la Confra fueron electos. 108


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En cuanto a mis estudios, terminé mi Bachillerato en Artes en Inglés Elemental con un “Minor” en Inglés Secundario y Educación Elemental. Me gradué “Cum Laude” con honores. En Septiembre de 1980 comenzé a trabajar de maestro de Inglés Secundario en la Escuela S.U. Luciano Ríos, cerca de Palmas del Mar Resort en Humacao. En este año, 1980, en agosto inicié mis estudios teológicos y de preparación ministerial en el Instituto Bíblico Peña de Horeb en la Iglesia de Guayama. Como vivía en Maunabo, viajaba con los hermanos de Maunabo y Yabucoa para el instituto, ya que era el centro teológico más cercano para entonces. Estaría estudiando la Palabra de Dios por un espacio de cuatro años. Liderato en el Departamento de Jóvenes Embajadores de Cristo Rey del Concilio IPJ Simultáneamente con mis estudios universitarios seguí estando activo en la Directiva Insular de los Jóvenes del Concilio Iglesia Pentecostal de Jesucristo, Inc. Mi liderato se desarrolló exitosamente durante 6 años de la manera siguiente: Presidente Insular Vice-Presidente

Agosto 1975-Julio 1977 Agosto 1977-Julio 1979 109


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Tesorero Insular Presidente Insular

Agosto 1979-Julio 1980 Agosto 1980-Julio 1981 (2da vez)

Entre mis experiencias más significativas recuerdo las siguientes: En la conferencia de Enero de 1976 en Bayamón impactamos el Sector donde se hallaba el templo de la Iglesia Díscipulos de Cristo (y su academia) mediante una invasión de parejas jóvenes de toda la Isla en grupos de dos. Esto impresionó mucho al concilio y a los Hermanos Arocho, pastores auspiciadores de la conferencia 1975 en Bayamón. La experiencia y organización ya la traíamos de mi año de Vice-Presidente de la Sección Este en 1974-75 y la presidencia local en la sociedad de Guayama (Enero-Julio 1974). Después de mi presidencia el presidente lo fué David Cruz, quien era miembro de la IPJ en Guayanilla. Su novia era de Dios Pentecostal, MI. Otro gran éxito fue la creación del estudiante Insular, uniforme y distintivo Insular (en negro y amarillo quemado ó mostaza). Inpulsamos la creación de estandares locales y uniformes en cada sociedad local. Visitaba mucho todas las sociedades de jóvenes poniendo énfasis en la Sección Nor-Oeste (Aguadilla) y Norte (Vega Alta-Bayamón-CarolinaCeiba), ya que éstas eran las más abandonadas además de ser las de iglesias más distantes entre sí. 110


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Las reuniones de directivas se fortalecieron y procurábamos la participación máxima de los Líderes Seccionales, ya que ya las reuniones no eran sólo en el Distrito Sur (Yauco) sino que las rotábamos entre todas las seccionse para facilitarles la participación de los mismos. Mi gran compañero de marcha era José Luis Colón Sáez quien siempre me acompañaba en todos esos viajes a todas partes y rincones de la Isla del Encanto, Puerto Rico. Como mencioné anteriormente, en el año 1980 en el mes de Julio, tras haberme graduado volví a ser Presidente Insular de Jóvenes. Ya mi experiencia era amplia y decidí darle una gran “vuelta” al Departamento de Jóvenes. Sabía que el Concilio IPJ años atrás tenía un periódico (tipo miméografo) llamado el “Sol de Justicia”. Así que decidimos “resucitarlo” pero esta vez, como órgano oficial del Departamento de Jóvenes Embajadores de Cristo Rey. La creación del mismo hizo que todo se organizara y planificara con 3 meses de anticipación, aprobación de los Presbíteros y Lideres Conciliares, organización y ejecución. Al principio era solo redactado a doble espacio a maquinilla y reproducido en miméografo, con una tirada máxima de 300 ejemplares. El mimeógrafo pertenecía y estaba en la oficina de la Sección Este, ubicado el equipo en un cuarto del hogar del Rvdo. Encarnación Moret, pastor de la Iglesia en Arroyo pueblo. El me asesoró y 111


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apoyó todo el tiempo. El impacto en los jóvenes era extraordinario y de mucho dinamismo. Llegó a tal punto que al finalizar este año de mi regreso a la presidencia Insular, en la próxima convención de jóvenes en la iglesia del Hno. Ramón Alicéa en el Barrio Pitahaya de Arroyo (nuevo en el concilio) cedí la elección a la presidencia declinando y no porque me casara (como era la “tradición”) sino porque deseaba desarrollar el periódico a un nuevo formato Tabloide, 2 a 3 colores, 8 páginas (2x4). Gilberto Ramos Granell fue mi sucesor en la presidencia insular (julio 1981). En esta convención de jóvenes en Arroyo tampoco faltó la evangelización en el área cercana al lugar de la convención (Bo. Pitahaya, Bda. Marín Arroyo) ya esto era una práctica “oficial” de los jóvenes, Gilberto Ramos Granell, Vice-Presidente (saliente) de la Sección Oeste, al llegar al lugar le pasó algo parecido a lo que me sucedió con la Inauguración del templo de Yauco en la conferencia de 1975, cuando impacté una de los marcos de una de las puertas del piso bajo del templo. Luego le dije a Santa Espada, una joven de mi iglesia que había sido por estarla mirando. Ella fue mi novia desde julio 1975 a marzo 1976. A Gilberto lo que le pasó fue que “tumbó” la cortina de lona (plástico) que cubría el área del comedor al lado del templo de Pitahaya. 112


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La Convención de jóvenes tomó marcha y se desarrolló según el programa. Después del devocional seguimos el desarrollo de la agenda. Llegó el momento de mi mensaje de despedida y presidencial saliente: ¡Joven a tí te digo, levántate! (‘Talita Cumi’). Estaba conciente que Dios sí levantaría a muchos jóvenes allí, y así pasó. Sus testimonio fueron evaluados posteriormente por José Luis Colón Sáez y por mí, ya que me importaba mucho que el mensaje predicado realmente llegara a los corazones de los jóvenes. Posteriormente, pasada la convención de Jóvenes de Puerto Rico del verano 1981, Junto a oficiales del Concilio IPJ tanto de PR como EUA y R.D., un grupo de jóvenes líderes de Puerto Rico, fuimos a la convención anual en Santo Domingo. Estos tres fuimos, Gilberto Ramos Granell, ahora Presidente Insular de los Jóvenes de PR, Edfren Rosa Mercado, de la Iglesia de Guayanilla y miembro de la Directiva Insular y yo, director del periódico Sol de Justicia. Allá conocimos al Dr. Wilson Pérez Escalante, presidente nacional de los jóvenes de la República Dominicana. Este año 1981 fue muy significativo ya que, por primera vez, delegaciones de los jóvenes de Puerto Rico salíamos a otros países como delegados o representantes del Departamento de Jávenes y Señoritas “Embajadores de Cristo Rey”. 113


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El primer viaje lo hicimos a Santo Domingo, República Dominicana acompañando a la delegación del Concilio IPJ tanto de PR como USA. En las fotos apreciamos al amado Rev. Flor Cruz, con su frase cariñosa “mancebos”; acompañaba a los “mancebos” de PR, Gilberto Ramos Granell, Edfrén Rosa Mercado y Pablo Fernández Colón a la vecina república. “No soy de allá, pero conozco bastante” era su frase contínua.

Rev. Flor Cruz en su entrada triunfal a Santo Domingo sobre una mula – verano 1981

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Rev. Flor Cruz, Edfrén Rosa y Gilberto Ramos frente al templo IPJ en el Sector el Invi, en Sto. Domingo, 1981.

Foto tomada en la Calle el Conde en Santo Domingo,R.D. verano 1981. Aparecen: los mancebos de PR Gilberto, Edfrén y Pablo, acompañados del Dr. Wilson Pérez Escalante, Presidente de los Jóvenes IPJ de R.D.

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Foto tomada en República Dominicana, zona histórica-colonial, 1981. Los próximos años (1981-85), el periódico estuvo bajo mi responsabilidad más de lleno que antes. Circulaba en Puerto Rico, República Dominicana, New York, El Salvador, Colombia y España; con una tirada de 5,000 ejemplares. Mientras nos fuera posible las actividades realizadas en estos países serían también incluidas con antelación. Lo logramos en parte en República Dominicana y New York. Visitamos también estos jóvenes en sus convenciones

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Muestra de la Primera Edición del Periódico “Sol de Justicia”, Organo Oficial del Departamento de Jóvenes y Señoritas Embajadores de Cristo Rey. (Septiembre 1980, Año 1, Edición #1). Su formato era a dos columnas, tamaño legal, impreso a miméografo. Este formato se mantuvo hasta la Edición #9, de Septiembre 1982: Año 2, Núm.9; año 117


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en que cambió su formato a periódico tabloide a dos colores. .

Angel Vega en el proceso de arte gráfico del periódico El periódico ahora si que era un periódico, ya no un folleto hecho a maquinilla y ni a miméografo; ya era algo profesional cuyo arte estaba en manos del artista Gráfico del Periódico de Maunabo: “La Esquina”, de Ramón “Chito” Arroyo (esposo de mi tía Hilda Colón), Angel Vega del Colegio Universitario de Humacao y su impresión era realizada en Carolina P.R., en la Imprenta Nacional “(donde se imprimía también el periódico oficial del Partido Socialista de Puerto Rico), “Claridad”. 118


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Obviamente ya los gastos eran mayores ($800 la impresión y $300 el arte). Necesitábamos fondos. Decidimos hacer una campaña de venta de bolígrafos con el logo del Departamento de Jóvenes entre otras tantas actividades seccionales. Además estaban los gastos del envío de ejemplares a los diferentes paises (El Salvador y España le corespondió al Departamento de Jovenes de New York). República Dominicana y Colombia me tocaba a mí. Puerto Rico le corrrespondía a las directivas de secciones . Sí recuerdo el momento de la segunda tirada del periódico en tabloide, edición #11, dedicada a los jóvenes de República Dominicana. Su portada era un coche tirado por caballos fotografiado por mí en Santiago, República Dominicana cuando estaba allí junto a “Carmelo” y su “carrito” para las navidades 119


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de 1982. Esta edición fué dedicada a los confinados en las cárceles de Puerto Rico, ya que al regresar de República Dominicana comenzé a trabajar en el Campamento Penal de Guavate, Cayey PR. (enero 1983) 1983. Para la convención anual de 1983 de los Jóvenes IPJ en PR, fui escogido como delegado de PR a la convención anual de los jóvenes IPJ en Nueva York. También recuerdo cuando iva a regresar de Santo Domingo en este ocasión en mis vacaciones de navidad 1982, (esta era la segunda vez que iva allá), la primera fué para la conferencia anual de 1981 junto con Gilberto Ramos Granell y Edfren Rosa Mercado, de la Iglesia de Guayanilla. Cuando iva a salir llamé al aeropuerto, a PRINAR (Líneas Aerea Puertoriqueña) y este fue una hora antes y me dijeron que estaba bién, pero que ya debería estar allí al menos quince minutos antes. Así lo hice; pero cuando fui a entregar mi boleto de viaje, me indicaron que el vuelo estaba lleno y no podría regresar esa noche. Esperé un rato, pedí alternativas; me indicaron que me anotara en la lista de espera y regresara temprano a la mañana siguiente. No estube de acuerdo con esta alternativa. Carmelo, mi amigo de Santo Domingo me dijo que regresáramos a la mañana siguiente. Recuerdo cuando, con firmeza le contesté: “a 120


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mí me esperan en San Juan esta noche, no mañana: yo regreso a San Juan hoy mismo, no mañana”. Pasaron unos quince minutos, luego llegó otro pasajero, y le dijeron lo mismo. Pero al rato lo vi que se movió al “counter” o mostrador de Dominicana de Aviación, lo vi llevar sus maletas, y pagar una cantidad de dinero al gerente de turno. Inmediatamente me le acerqué y le pregunté que qué había sucedido. Se preguntarán que pasó conmigo; sencillamente hablé con el gerente y le indiqué la situación mía, pero que yo no había llegado tarde; además no tenía equipaje excepto el de manos. No tuve que pagar nada, y aún mejor, regresé en Primera Clase. Las experiencias vividas en esta ocasión fueron la base de experiencias posteriores en las cuales aprendí a esperar por algo que no había razón de esperar, pero que sí sucedió.

Portadas del Periódico Sol de Justicia en formato tabloide.

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Edición año 2, #10, (Dic 1982- Enero – Febrero 1983) Portadas del Periódico Sol de Justicia en formato tabloide. 122


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Edición año 2, #11, (Dic 1982- Abril – Mayo-Junio 1983) Me indicó que había un vuelo proveniente de Nueva York, que haría escala en Santo Domingo, vía San Juan; que había pagado la diferencia por cargo de equipaje. 123


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APCA, Colombia Verano 1982 Pasaron unos cinco meses, enero a mayo, 1982, y llegó mi próximo reto espiritual: un viaje de Refuerzo Misionero a Colombia. APCA, Asociación de Profesionales Cristianos de Avivamiento, organización que reunía a los antiguos confraternos colegiales, ahora profesionales, organizó dicho viaje, en el verano del 1982: Salimos el día 17 de Julio y regresábamos el cuatro de agosto. Asistí a los retiros y estadías grupales de adaptación al grupo que viajaríamos. Se nos consigió los pasaportes, se tramitaron los pasajes: unos $620.00 dólares americanos aproximadamente. Las experiencias vividas por este grupo de valientes; 21 jóvenes cristianos profesionales de diferentes grupos u organizaciones religiosas lo componían. La líder del grupo era Noemí Morant, antigua presidenta de la Confraternidad Cristiana de Avivamiento del Colegio Universitario de Humacao; su mano derecha era la Licenciada Nuris Rivera, de la Confra de Rio Piedras. Josué Ocasio, presidente de APCA no podría asistir. Este era el segundo viaje de refuerzo misionero de APCA. El primero había sido a la República Dominicana el año anterior, 1981. Recuerdo que para estos días yo no estaba muy bien de salud. Había adquirido una gastrointeritis aguda de mi último viaje a República Dominicana en enero y había sido hospitalizado cuatro días en el Hospital Laffayette de Arroyo, bien 124


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cerca de la escuela que trabajaba: la nueva escuela intermedia-elemental de Pitahaya de Arroyo, la que era completamente nueva. Era la primera vez en mi vida que estaba hospitalizado. Enfermo, sin dinero, pero con deseo de ir a Colombia. Recuedo que nuestra oración era: “Señor, yo quiero ir a Colombia, yo voy a Colombia y tú te glorificarás”. En el Periódico Sol de Justicia se redactó muchas de las experiencias allí vividas. Talvez la más que me impactó allí fue la vivida apenas tres días antes de regresar a Puerto Rico. Iniciamos el viaje saliendo a las once de la noche de San Juan, llegando sies horas más tarde al aeropuerto El Dorado de Santa Fe de Bogotá, tras una parada de abastecimiento en Barranquilla, Colombia.

Llegamos apenas amaneciendo: al bajar del avión recuerdo la sensación de casi no poder respirar;

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Llegada al Aeropuerto de Santa Fe de Bogotá sentíamos que nos halaban hacia atrás y no podíamos caminar. Tampoco podíamos casi hablar, la voz no nos salía. El cambio en presión atmosférica (tres mil metros sobre el nivel del mar, y una temperatura de 50° ó 60° grados Farenheight era la razón para esta sensación. Nos tomó como media hora adaptarnos al cambio. Como una hora más tarde abordamos el Puente Aéreo o vuelo nacional de Bogotá a Medellín. Llegamos a medellín, como a las doce del medio día. La ruta aérea era imresionante, la neblina no dejaba ver las montañas de la cordillera central de América: parecía como si en vez de ir volando, fuéramos “bajando” una gran montaña; costeando las montañas casi invisibles. De ahí que se dice que los pilotos colombianos son los más experimentados en el mundo entero. Navegación por radar, no por contacto visual.

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La temperatura de Medellín era bien agradable; comparada con la de Bogotá: unos 65° a 70° F. Medellín fue la ciudad del Departamento de Antioquia que más me fascinó. Estubimos allí cinco días.

Celebramos el Día de la Independencia de Colombia (19 julio), hubo un desfile de carrozas con flores naturales extraordinariamente impresionante; las avenidas forradas de banderas de Colombia a todo lo largo, en cada poste del encendido eléctrico, también en las ventanas de las casas y en las manos de los Antioqueños. Dios se glorificó en Medellín: sanando, salvando, reconciliando y edificando. Hasta tuvimos un servicio especial para niños con payasos y caras blancas. En una de las secciones yo participé y recuerdo que dije una frase al revés y todos se quedaron “pasmados”. Yo ni me di cuenta de lo que dije, pero la experiencia fue muy bella y edificante. 127


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Concentración de Niños en Medellín.

Culto evangelístico en La Loma, Medellín. De Medellín, ruta Cali. La temperatura en Cali era caliente, como la de la ciudad de Ponce en 128


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Puerto Rico; esto porque Cali queda casi a nivel del mar. En Cali el hermano Mario Ceballos, licenciado en arquitectura o ingeniería se convirtió en nuestro taxista, padre, hermano y gran amigo. No nos dejaba a solas “ni en las cuestas”. Nos movía a todos sitios en su “jeep”. Nos llevaba a los lugares de los cultos, a ver la ciudad, a “Pollo Rico” a comer, donde entramos cantando “La Borinqueña” y otros cánticos espirituales. En Cali yo casi no salí, ya que me encontraba y sentía un tanto débil físicamente.

En Cali pasó algo raro: Daba la sensación que Dios no se manifestaba como había sido en Medellín. Algunas almas se convirtieron pero algo como que no marchaba bién. Luego nos dimos cuenta que previo a nosotros otro grupo de jóvenes cristianos habían visitado a los hermanos de Cali y la impresión que habían dejado no había sido muy 129


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agradable. Así que los hermanos nos “vigilaban” cuanto paso dábamos. Sólo en los últimos días comenzó a cambiar sus actitudes al ver nuestro proceder correcto y respetuoso; cual si todos fueran “Pentecostales”, aún cuando éramos de muchos movimientos cristianos desde Carismáticos, Evangélicos, Bautistas, etcétera; y también Pentecostales.

Nuestra oración en Cali al igual que en Medellín era: “Señor, estoy en Colombia, haz tu parte porque ya yo hice lo que me tocaba hacer, ¡Glorifícate!” Salimos de Cali un tanto desmoralizados. De ahí hacia Bogotá (cinco días después).

Oración por un bebé ciego de nacimiento en Cali130


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Valle De regreso a Bogotá fue todo lo contrario que de Bogotá a Medellín. Ahora era hacia “arriba” otra vez, y desde el calor intenso de Cali al frío crudo de Bogotá.

En Bogotá nos dimos cuenta de la gran pobreza que vivían muchos hermanos en sus hogares humildes; sólo muy pocos vivían bién. Allí para tú tomar un refresco o una soda tenías que pedirlo “helado” si lo querías refrigerado; si lo pedías “frío” te lo daban a temperatura ambiental. En Bogotá di mi testimonio en la Iglesia de El Salvador, un barrio de Bogotá. Esa noche un sacerdote católico nos visitó y quedó impactado con nuestra ministración donde Dios comenzaba a glorificarse en grande otra vez.

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Ésto fue así ya que el hermano del Supervisor General del Concilio de Dios Pentecostal M.I., quien vivía en Cali en la parte alta hacia Popayán viajó desde Cali para alentarnos. Nos dijo que tan pronto salimos de Cali el Señor comenzó a mostrar todo lo que él había hecho y que nosotros no vimos. ¡Terrible! Ésto fue la batería que necesitábamos para “explotar otra vez”. ¡Señor, yo estoy aquí en Colombia, yo ya hice mi parte, haz tú la tuya, glorifícate”. La experiencia que me impactó de esta última etapa del viaje fue nuestra visita a los hermanos de Villavicencio, bajando la cordillera oriental hacia los llanos orientales (del Amazonas). La noche anterior había estado lloviendo fuertemente y había surgido un derrumbe en la carretera de Bogotá a Villavicencio. Por la mañana nos enteramos. Al 132


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reunirnos el equipo de refuerzo misionero surgieron diferentes opiniones sobre si ir o no. Algunos indicaron que habían tenido una revelación de que no fueran. Otros, lógicamente hablando, decían que no había paso. Otros estaban indecisos. Otros decían que lo intentáramos. De colmo, uno de los jeeps se había roto esa mañana y lo estaban reparando. Pasaban las horas. Se decidió lo siguiente: Parte del grupo iría y el resto se quedaría en Bogotá ministrando. Al fin repararon el jeep. Así que los que decidimos ir partimos en dos jeeps acompañados por el hermano Sánchez y otro pastor (el hermano Marcelo). La ruta hacia Villavicencio era bella. Paramos en el área de una comunidad alemana en la parte alta de la Cordillera Oriental. Enfriamos los jeeps. Comenzamos el descenso desde donde se veía el río blanco, abajo en lo profundo del precipicio. De pronto tuvimos que parar: Las bandas de freno del auto reparado estaban demasiadas ajustadas. Se desajustaron. Pero cuando fueron a ponerle las tuercas a los aros, no agarraban; estaban peladas. No sabían que hacer. Se les ocurrió ponerlas al revés – agarraron; así seguimos la marcha. El congestionamiento era terrible ya que aún el paso era muy limitado y estaban removiendo el terreno desprendido. Cuando pasamos pegados al risco, el susto era terrible. En ese momento se apoderó la histeria colectiva a algunos de los jóvenes. Hicimos una oración de fe, y seguimos la marcha. Llegamos 133


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super tarde. Pero llegamos al templito donde se supone que nos esperaban esa noche los hermanos provenientes de la región amazónica. Pero no fue así. Habían sido informados erróneamente y vendría “mañana”. Ahora, ¿Qué íbamos a hacer? ¿Dónde pasaríamos la noche? Nos llevaron a un hotel de “mala muerte” llamado “Hotel Ganadero” donde desde cucarachas, borrachos, prostitutas, no había nada que añadir para elogiar el lugar. ¡Imagínese cómo se sentirían las muchachas allí! Pero allí pasamos la noche. Llegó la mañana. Nos reunimos y llegó el momento de tomar nuevas decisiones. Regresar a Bogotá de día o quedarnos y regresar de noche aún con el derrumbe sin limpiar del todo. Obviamente todos querían regresar. Pero, ¿Qué pasaría con los hermanitos que tras seis a ocho horas de caminar a pie vendrían del área amazónica a reunirse en el culto esa noche? ¿Los íbamos a dejar “plantados”? Se llevó a votación si alguien estaba dispuesto a quedarse, ya que uno de los pastores (el hermano Marcelo) se ofreció a quedarse con los que se quedasen. Siempre hay un “aprontao” - alguien que se sale del grupo. Ese fui yo. Tras mí se “tiró” Noel, de la Iglesia Carismática de Adjuntas. Luego una de las muchachas de la Iglesia Discípulos de Cristo – Aurea – preguntó: ¿Se puede quedar una muchacha? A eso Noemí Morant, la encargada del grupo respondió: “Todos somos misioneros y no hay 134


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diferencias por sexos”. Esta fue la decisión final. Ellos regresaron, nosotros nos quedamos. Pasamos un rato con el pastor, fuimos a ver el aeropuerto local y nos preparamos para el culto esperado. Allí estubimos: Noel testificó, Aurea canto y yo prediqué. Dios salvo unas ocho almas indígenas amazónicas, sanó enfermos y se glorificó. Sólo los misioneros que nos quedamos en Villavicencio esa noche vivimos esta experiencia extraordinaria y de profundo amor por las almas.

Al salir del culto estábamos supercontentos porque una vez más nosotros estábamos haciendo nuestra parte, Dios hacía la suya ¡glorificándose! De regreso una de las llantas del jeep estaba semi desinflada. ¿Donde la íbamos a reparar a esa hora de la noche? Pero allí encontramos un taller de reparación de llantas que se mantenía abierto de 135


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noche; toda la noche si fuera necesario. Reparamos la llanta y subimos hacia Bogotá. Al llegar al lugar del derrumbe no teníamos miedo hasta que vimos el camión de gas líquido que nos precedía que comenzó a resbalar hacia el precipicio frente al derrumbe. Comenzamos a clamar sumamente asustados. Al camión ya una de sus llantas ya estaba casi en el aire hacia el precipicio. Pero el chofer, poco a poco logró enderezarlo (ya que seguía resbalando hacia el precipicio debido al gas que se había derramado sobre el pavimento). Paso el camión. Asi que dijimos: si el camión pasó, pasamos nosotros también. Asi fue; resbalando pero pasamos. Miramos la blancura del río al fondo del precipicio que se veía aún de noche (doce a una de la madrugada). Seguimos la marcha hacia Bogota. La neblina tapaba la carretera pero al fin visualizamos la ciudad de Bogota en la meseta a la bajada de la autopista (que aún estaba en construcción algunos trayectos). Si mal no recuerdo, creo que regresé a Puerto Rico el próximo día (domingo lro de agosto, 1982) o un día despues; no recuerdo bien. Parece que fue el otro día ya que comenzaban las clases del nuevo año escolar 1982-1983 al otro día. Nunca olvidaré a Colombia y sobre todo a Villavicencio. Prometí regresar algún día. 1983: Fin del Periódico Sol de Justicia. 136


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Las experiencias misioneras en Colombia este año 1982 aparecen narradas en las últimas dos ediciones del periódico Sol de Justicia; ediciones #10 y #11. Todo marchó bién hasta que en la Tercera Edición del nuevo Formato Tabloide, Edición #12 cuando el tamaño era de doce páginas (3x4) y el costo ya era 1,600 dólares. Este última edición (#12) se quedó en casa del artista gráfico, Angel Vega; nunca llegó a la imprenta pues quien único podría respaldarnos financieramente era nuestro querido Hno. Felix Flores de la Agencia de Viajes Flores y Flores de Aguadilla. Pero Felix, quien había sido presidente Insular del Departamento de Damas y Caballeros para mi primera incumbencia como Presidente Insular, (1975-77), para este tiempo el ya no pertenecía a nuestro Concilio, pertenecía a la Iglesia Presbiteriana de Aguadilla y era un tanto incorrecto que alguien fuera del Concilio financiera el mismo. El Concilio no podía repaldarnos financieramente y mis ingresos personales de maestro ya no podía suplir los gastos del mismo. Aún cuando lo vendíamos a 50 centavos (en Puerto Rico sólamente) y buscamos anunciar a diferentes comerciantes o suplidores de servicios cristianos, el mismo tuvo que llegar a su fin. Tuve que abandonarlo y no porque quisiera pues ya fue imposible económicamente hablando, mantenerlo en 137


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circulación. Este fue el momento máximo de nuestros jóvenes IPJ expresarse en un medio impreso de tal calidad y alcance internacional, como Departamento. Como mencioné anteriormente, la edición #12 o tercera del nuevo formato tabloide nunca salió, aunque su arte sí llegó a diseñarse. Para la convención anual de 1983 de los Jóvenes IPJ en PR, fui escogido como delegado de PR a la convención anual de los jóvenes IPJ en Nueva York. Recuerdo que en estos días antes de salir a NY, hice las últimas gestiones en sacar la edición #12 del periódico Sol de Justicia en formato tabloide. Hubo mucha turbulencia financiera tratando de conseguir el financiamiento de esta edición #12, que como ya dije antes, nunca se publicó aunque sí se diseñó. Mi deseo era llevarla a la convención de los jóvenes de NY, pero por más que me afané en sacarla, no se logró este reto. Viajé a Aguadilla a reunirme con Félix Flores, pero no lo encontré en la agencia de viajes de Aguadilla. Estaba en la nueva agencia de viajes que había establecido en San Sebastián del Pepino. Lo esperé un buen rato, pero finalmente le dejé mensaje que lo vería en otra ocasión. 138


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Había hecho muy mal tiempo en estos días; lluvia, truenos, rayos y relámpagos típico de la temporada de huracanes ya vigente en el trópico. Surgieron dificultades “por un tubo y siete llaves” como decimos en PR cuando las cosas se ponen realmente bravas o en abundancia de algo; en este caso, problemas con las computadoras del taller de arte del periódico en el hogar de Angel Vega en Humacao debido al mal tiempo, dificultades financieras para poder sacar el periódico de la Impresora Nacional una vez estuviera en imprenta, y fecha límite para la tirada de la edición #12, ya que el viaje a NY se acercaba. Todo era una carrera contra el tiempo. Como han podido apreciar, hasta este momento mi vida “corría sobre patines”, es decir, todo iva a “las millas”. Se acercaba el momento del “detente”, pero no lo entendía. Recuerdo que tomé un momento de oración y reflexión. Le dije al Señor Jesús cuan importante era para mí tener esa tirada del periódico a tiempo para poder llevarla a NY. Este momento fue muy dramático: me puse de pie en el cuatro, y en mi oración privada le dramaticé mi situación que experimentaba en este momento ante Dios, al ver que todo se trancaba (estancaba). Recuerdo que en mi dramatización le decía a 139


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Dios: “Señor, te voy a dramatizar lo que quiero decirte para que me entiendas bien. Ves esta loceta, voy a dar un paso hasta el final de la misma. Di el primer paso, luego un segundo y último paso corto y dije: ves, llegué al borde, ya no hay más espacio para caminar. En otras ocasiones me he tirado y me he ido por el precipicio, pero esta vez no lo voy a hacer”. Y le pregunté: “Y ahora, que hago, ya llegué al fin de mis fuerzas, ¿Qué hago ahora?” pasé algúnos segundos y entre llantos, experimenté la paz de Dios en mí que me decía: “No hagas nada, ya no hay nada más que puedas hacer, ya se acabó, no hay nada más que hacer”. Recibí su paz; descansaba de una carrera desenfrenada por lograr todo a tiempo, no importace lo que se me presentara de frente, había que logra las metas y a tiempo. Ya no se trataba de correr, se trataba de descansar; no se trataba de querer llevarse el mundo por delante; se trataba de parar. Eso, “parar”, algo que yo nunca había hecho antes, no sabía lo que era “para”, lo que sabía era “volar a las millas”.

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Convención jóvenes NY 1983. Llegó el día de mi salida a NY. Y a diferencia de mis planes, Dios tenía otros. Esto fue para el verano del 1983. Llegué a la grar urbe neoyorquina, “the big apple”. Y acudí a la convención de los jóvenes. Ya en la asamblea, Sandra era la Presidenta saliente este año 1983, se nombró la nueva Directiva 1983-4 y llegó el momento del mensaje por mí.

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Pablo Fernández, 1er Delegado de PR en NY a la Convención anual 1983

El predicador del lazo, Pablo Fernández 142


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En la convención de jóvenes NY 1983

Directiva 1983-4 Muchos recuerdan este mensaje por dos razones mayormente; una de ellas era por mi famoso lazo, muy de moda para entonces, y la otra por que el predicador (yo) le pedí a los presentes que por favor hicieran silencio absoluto mientras se desarrollaba el mensaje.

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Recuerdo que les dije: “Deseo que escuchen atentamente el mensaje que Dios les traerá, no hagan ruidos, ni alabanzas, sólo escuchen atentamente el mensaje”. ¿Qué creé usted que sucedió? Eso mismo, cada rato había que parar el mensaje y recordarles lo que les había dicho. La reacción fue impresionante al ver sus rostros; como se compungían en silencio mientras el Espíritu Santo les ministraba a través del mensaje.

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Recuerdo que les narré las pasadas experiencias vividas por mí en los pasados meses y en especial, días antes de ir a NY. Cada rato les hacía la pregunta: “¿Entienden lo que les quiero decir? Ya 145


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que muchos eran “newyoricans”, es decir, criados allá aunque muchos eran de ascendencia boricua. Se traducía el mensaje por intérprete también, ya que mi inglés no era del todo fluído. Finalicé el mensaje y cuando les dije al final que ya podían expresarse como quisieran, aquello se “quería caer allí”. Aún hoy en día me comentan esa experiencia cuando me ven, en especial Kittim Silva y su esposa Rosita. Después de estas maravillosas experiencias, muchas cosas pasaron en mi vida que serán descritas en el próximo capítulo: “Mis últimos días en la Iglesia Pentecostal de Jesucristo”.

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CAPÍTULO SIETE MIS ULTIMOS DIAS EN LA IGLESIA PENTECOSTAL DE JESUCRISTO INC., DE GUAYAMA

Posteriormente en 1983-1984, solicité trabajar en San Juan y Río Piedras para facilitarme los estudios de maestría en T.E.S.O.L. (Teaching of English as a Second Language) en el Departamento de Pedagogía Graduada de la UPR, estudios que había comenzado desde enero de 1982, tras haber sido admitido; - entre otras cosas — me sorprendió que me admitieran ¡¡¡En La UPR En Río Piedras!!! Así fue. Comenzó el año escolar 1983-1984, junto a José Figueroa, maestro de matemáticas, José Luis Colón Guilfú, maestro de inglés, ambos maestros de la escuela Simón Madera de Guayama, iniciando los estudios conducentes a la maestría; el primero en Administración de Empresas y el segundo, en Traducción e Idiomas (Español / Inglés). Al principio ellos estaban en la Escuela del Residencial Público Juan A. Matos, luego José Luis Colón pasó a trabajar en una escuela en Cupey, cerca de Trujillo Alto y “Figue”, Figueroa, pasó a la escuela cerca de la UPR en Río Piedras, Dr. José 147


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Celso Barbosa. Yo fuí a laescuel Lola Rodríguez de Tió en Las Monjas en Hato Rey. EL primer mes me hospedaba en un cuartito en la parte de atrás de la casa de una señora en la calle Intendente González. Pagaba $80.00 mensuales sin comidas. Después me mudé a la esquina de la calle Humacao, en La Urbanización Santa Rita donde los muchachos se hospedaban (Figue y Junior). Marisol Ruiz Martinez, una de las muchachas lideres del Concilio Pentecostal de Jesucristo, subtesorera cuando yo fuí presidente insular en 1980, se hospedaba en el apartamento del frente, en el segundo piso. Marisol y yo no habíamos sido novios, pero yo entendía que ella era la escogida para mí.

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Foto tomada en enero, 1982 frente a la iglesia del padre de Marisol: Rev. Ricci Ruiz Ríos, Bo. Chamorro, Sector Cerrote Bryan, en Las Marías. PR. Había salido del Hospital Lafayette días antes luego de venir de República Dominicana, cuando visité a Marisol en su casa en enero del 1982. Fue la primera vez que me hospitalizaban, esto debido a una gastroenteritis que adquirí en Santo Domingo con el agua de allá. Recuerdo que al salir del hospital le escribí una carta a Marisol, en el sobre decía Marisol, pero por confusión puse Mariluz adentro en la carta. 149


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Mariluz era su hermana.

Mami, papi, Marisol, Mariluz y Hno. Ricci Ruiz, padre de ambas en casa.

Marisol Ruiz y Gladys Morris,1984. 150


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Figue y Junior al principio se hospedaban en la calle Humacao. Luego consiguieron un apartamento en la calle Madrid en la Urbanización Santa Rita de Río Piedras. Me dijeron que me fuera a su apartamento junto con Tito, un joven de Manatí. Pagaría menos y entre todos compartiríamos los gastos de las utilidades y de comida. Me fui con ellos. Al mudarme con ellos al apartamento en la calle Madrid invité a una ‘“cena” preparada por mí a Marisol Ruiz Martínez. Ella fue la que mecanografió mi tesis de maestría cuando llegó el momento. Ella trabajaba con una tal Judy, quien era secretaria y preparaban (mecanografiaban) tesis. Pasó el primer año de estar en la Lola Rodriguez de Tió. Los primeros días fueron super retantes ya que los muchachos en San Juan eran “mil veces” más malos que los que antes había tenido en Humacao, Arroyo y Guayama. (escuela Luciano Ríos en Candelero Abajo, Humacao, S.U. Pitahaya de la Barriada Marín en Arroyo y la Simón Madera en Guayama). Pero pasé el año exitoso. En la última semana de clases me avisaron que tenía un contrato probatorio en la escuela Juan B. Huyke en Monacillos, Urb. Altamesa. El próximo año escolar 1983-84 me reporté allí. Era tan diferente y “buena” comparada con la 151


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Lola Rodríguez de Tió, que hasta me sentí mal. Al mediodía del primer día de clases con los estudiantes, fui a visitar a los estudiantes y compañeros de la Lola Rodríguez de Tió. Cuando entré al comedor aquello se quería caer debido al euforismo de los muchachos al verme. Se “super- alegraron” de verme. El director escolar José Valazquides tuvo que tranquilizarlos. Me pidieron que regresara a darles clase; pero les indiqué que estaba en la Juan B. Huyke. (Urb. Alta Mesa); Monacillos. Todo marchó bien el primer mes en la nueva escuela. Pero surgió un problema: Llegó un estudiante con antecedentes penales que tenía una probatoria quien realmente me tenía fuera de mis cabales. Fue tanto así que yo me enfermé debido a la presión de los estudios de maestría, el contrato probatorio y la presencia de este estudiante. Creo que su nombre era José algo, no recuerdo su nombre completo. José Luis “Junior” Colón Guilfú también estaba un poco frustrado en su escuela, la cual cubría los grados desde primero hasta cuarto año en un mismo edificio. Él se enteró que había una compañía de “wholesale” (mercadeo directo de fábrica al cliente) donde había grandes oportunidades de ingresos económicos. Allí fuí con él. Salimos con un guía algunos días. Luego Junior regresó a la escuela y yo me quedé esa semana. Un día, mientras meditaba, frente al lago Carraizo en Trujillo Alto, me dí cuenta 152


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que no era tan fácil como lo pintaban. Renuncié. Me devolvieron el cheque que había puesto de colateral. Pero no regresé a la escuela Juan B. Huyke. Fuí al médico, Dr. Pabón en el Hospital Lafayette en Arroyo para un examen general de mi salud. Algunos días después, al llegar los resultados el Dr. Pabón me dijo: “Tienes que tomar una decision — o el trabajo, o los estudios; pero no puedes llevar ambos.” Llamé a la escuela e informé lo que estaba pasando. Pero me tendieron una trampa. Me removieron de mi plaza por motivo de abandono de labores y nombraron a otro maestro en mi lugar. Hasta me alteraron unos documentos e informes que yo había entregado y el superintendente escolar (un tal Sr. Ramos), me retuvo un cheque de esa quincena. Posteriormente fui a la escuela y luego a la oficina del superintendente. Su actitud era de arrogancia y no estaba dispuesto a entender. Me dijo que ya había sometido mi caso a la división legal del Departamento de Educación. Procedí entonces a prepararle una carta formal explicando todo y solicitando su ayuda. El la envió junto con su informe at DIP (Departamento de Instrucción Pública), pero dijo que ya no podía hacer nada. Así que el resto del año escolar 1983-1984 quedé desempleado sin derechos a nada; ya que el cargo era “abandono de labores”. El día 26 de mayo del 1984 me gradué del curso de teología (1981-1984) en el Instituto Bíblico “Peña de Horeb”, después de cuatro arduos años de 153


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estudio.

Fue terrible estos ocho meses. Seguí los estudios de maestría en TESOL. Comenzaba la tesina en “Cultural Aspects in the Teaching of English as a Second Language in Puerto Rico: Cognitive Styles and their Implications”. Para costearme los estudios y viaje, llevaba gente al aeropuerto y/o buscaba pasajeros al aeropuerto. Mami y papi preparaban maví para vender y poder pagar el auto nuevo (un Toyota Corolla 1.8 del 1982, color champangne — arena). Este auto luego me lo robaron desde el area de Santurce, cerca del teatro Loraine, mientra veía una película. Al salir del cine ví que el auto no estaba. Me 154


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desesperé — primero porque el Espíritu me redargulló y luego porque parte de la tesis estaba en un bulto dentro del baul del auto, incluyendo las observaciones que había hecho en las clases observadas en la escuela elemental de la UPR esa mañana. Dios mío, que iba a explicar a mis padres al notificarles el hurto del auto. Les mentí. Les dije que me lo habían robado al salir de la UPR, no al salir del cine de películas X. Llamé a casa y les indiqué que pasaría la noche en el cuartel de la policía donde había reportado el hurto del auto en Santurce. Allí pasé la noche, bien tranquilo ya que me había arrepentido ante Dios por estar allí. Nunca más regresé a ese cine de películas X. Posteriormente clausuraron y tumbaron ese edificio. Regresé a casa tomando transportación pública. Gracias a Dios tenía una copia de los dos capítulos de la tesis que se hallaban en poseción de la Dra. Eloina Rodríguez de Vidal, mi consejera de tesis. Las observaciones las tuve que repetir y / o recrear según mis mejores memorias de las mismas. A los dos días la policía llamó del cuartel de Barranquitas indicando que habían recuperado el auto casi intacto y lo tenían en el estacionamiento del cuartel de Barranquitas. Que lo fuera a buscar. Fuimos con David a buscarlo; sólo le faltaba los 155


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espejos retrovisores, los bordes de las puertas, cerraduras dañadas. No tenía el “switch” de encendido; se prendía con un destornillador, y tal vez algún otro detalle — pero funcionalmente estaba bien. Para ese tiempo yo veía a Marisol Ruiz Martínez con bastante frecuencia y nos veíamos en la casa donde ella se hospedaba en la calle Humacao. Cuando podía buscarla para llevarla a las reuniones de la Directiva Insular de los jóvenes de la IPJ, debido a que no siempre ella podía asistir, yo la excusaba o ella misma trataba de excusarse cuando yo no lo hacía. En la Conferencia Anual IPJ de Enero del 1985 en Yauco, PR, cuando regresábamos hacia Rio Piedras, el Día de Reyes, 6 de enero, en el trayecto Marisol y yo nos hicimos novios. Paramos en el Pizza Hut de Cayey para celebrarlo.

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El día que Marisol y yo nos hicimos novios, 6 enero, 1985, había una foto de Donna Marie Rodríguez en el marca millas de mi auto. Ella era estudiante del Instituto Bíblico Peña de Horeb de Guayama y “Prepa” en la UPR en Rio Piedras. Donna Marie era del Barrio Palo Seco de Maunabo. Para el día de su graduación de High School yo la retraté y le obsequié una ampliación enmarcada 20 x 24 (¿o 17 x 24?).

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Para Junior: Para que siempre puedas acordarte de tu hna. en Cristo que te aprecia en el amor de Jesús, Donna (28 mayo 1985). Cuando ella comenzó a estudiar en Río Piedras yo la llevaba y traía siempre. Marisol pensó que ella era novia mía. Al explicarle entendía que ella (Marisol) deseaba ser mi novia. Días antes en las vacaciones de diciembre 1984, la visité en su casa. Mis Experiencias en el CUTB 1985-1986 Aún no entiendo como pasó esto que voy a explicar ahora. Como mencioné anteriormente, estaba sin trabajo durante el año escolar 1983-84, a partir del mes de septiembre. Pero en algún momento al 158


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final del segundo semestre 1983-84, no sé si por error o por que mi caso no había sido visto en la división legal del DIP, la cosa fue que me llegó la Permanencia con el distrito escolar de Río Piedras 4, cuyas oficinas quedaban en el centro comercial frente al antiguo Hipódromo El Comandante en Country Club. Me personé allí tan pronto inició el curso escolar 1984-85 y me reporté a la escuela intermedia —superior en Country Club, donde ocupé la posición de inglés regular, octavo grado. No recuerdo ahora el nombre de la escuela Dr. algo, se me olvidó. Esta escuela sí que era de “cache”. Al finalizar el primer mes, ya que estaba acogiéndome a los estudiantes y los estudiantes entendían el enfoque que me proponía desarrollar con ellos, basado en los estudios de mi investigación para la tesina en TESOL, me llamaron desde un número de teléfono que no era del área metropolitana; al principio no sabía de donde era. Me pedían que devolviera la llamada. Era de Bayamón, del Colegio Universitario Tecnológico de Bayamón (CUTB) de la UPR; del Programa de Servicios Especiales, ofreciéndome una plaza de Especialista en Destrezas de Aprendizaje en Español e Inglés. Durante los meses anteriores yo había dejado un resumé allí; por si acaso, ya que no había terminado la maestría aún, pero indicaba que terminaría para diciembre de 1985. Ya que estaba preocupado por el asunto con la División Legal del DIP; no me habían citado aún 159


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para ver mi caso, no lo pensé dos veces. Sometí mi carta de renuncia al DIP explicando que me iba a trabajar con la Universidad de Puerto Rico, en el CUTB; Bayamón. El director asociado de la escuela me indicó que lo usual era renunciar con un mes de anticipación, pero que ni modo, que tuviera éxito. Me despedí de todos; maestros y estudiantes; y le conté a Marisol lo acontecido. Comenzé a trabajar en el CUTB en septiembre del 1985, sin tener idea de lo que tenía que hacer allí. Pero estaba super emocionado. El sueldo era $1,100.00 mensuales con la maestría, además del plan medico y otros privilegios o beneficios marginales de la UPR. Para este año 1985 debido a que viv 161ª en Rio Piedras y pesteriormente en Bayamón para 1986, daba clases en el Instituto Bíblico “Peña de Horeb”, ya no en Guayama, sino en Carolina. Asistía a los Hermanos Arocho en la nueva obra en la Sexta Extención de la Urbanización Santa Juanita en Bayamón. Como para octubre de 1985 José Luis Colón Guilfú se casaba con Janette, enfermera coameña y se iban a vivir a Ohio, USA. Me ofreció que me quedara con su auto nuevecito Honda Accord 1984, gris, de cuatro puertas. Él mismo vendió la cuenta del Toyota 160


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Corolla mío y le devolvieron $1,700.00 o algo así, lo que tomó como “down payment” y me entregó su auto con todos sus papeles de traspaso, etcetera. Cuando fui a buscar a Marisol en esa tremenda nave, ella se alegró pero me dijo que porqué me envolvía en esa cuenta cuando el mío estaba bien, aunque no tenía ni radio, ni aire, pero sí con un sonido como el de un tren por tener rota una caja de bola del diferencial. ¡Woh! Ahora si que lo tenía todo y con “cache”. Este fue mi momento más feliz hasta entonces. Tanto Marisol como yo, habíamos estado emocionalmente envueltos con alguien antes de hacernos novios. Nunca nos mentimos aún desde antes del noviazgo — para bien o para mal. — nos dijimos la verdad y confesamos que nuestros lazos emocionales no eran lo suficientemente fuertes como para olvidar los lazos previos o las personas a las que amábamos. Terminamos la relación. Terminamos un jueves, pero el sábado la llevé a su cita con el ortodoncista, Dr. Carlos Justiniano de Mayagüez. También ésta sería mi primera cita para que me pusieran “braces”. Ella misma me había sacado la cita. Habíamos hablado de casarnos en el verano de 1986. Ella fue conduciendo el Honda Accord desde Río Piedras hasta Mayagüez, hasta el Mc Donalds del Mayagüez Shopping Center, donde desayunamos. Después de la cita ella condujo hasta su casa, donde 161


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nos despedimos. Ella luego fue quien mecanografió mi Tesis de Maestría, finalizada en Diciembre de 1985. Yo la visité en las navidades 1985 y nos retratamos con la tesis, “nuestra hija intelectual” ya que tuvimos que “parirla” a duras penas. Recuerdo que le rogé a su madre, hna. Rosita que la aconsejara y no dejara que rompieramos el noviazgo, pero no lo logré. No nos volvimos a ver hasta el día de hoy.

Navidades del 1985 en casa de Marisol. Momentos en que nos retratamos junto con la Tesis de Maestría de la UPR: “Cultural Aspects in the Teaching of 162


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English as a Second Language in Puerto Rico: Cognitive Styles and their Implications” En cuanto a Donna Marie, después de yo haber dejado a Marisol por ella, ésta (Donna) se hizo novia de uno de los muchachos de su hospedaje, en la planta baja de su casa. Ese día le llevaba flores blancas. Así que después que me desahogué de coraje, le di las flores y me quedé sin las flores y sin ella. Le decia: “¿Por ti dejé a Marisol y ahora resulta que tú quieres a otro”?

Así que por la primera (Donna) dejé a la segunda (Marisol) y al fin, me quedé sin las flores, sin la una 163


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(Marisol) y sin la otra (Donna Marie). Como al año y medio Donna me llamó a casa, pero yo no le devolví la llamada. Le había dado un año para que refiexionara, y tardó más. Llegué a comunicarme posteriormente con ella y me explicó que fue que mi número de teléfono se le había perdido. Pero aún así, no le di break. Al mes o dos, me llamaron de la División Legal del DIP para ver mi caso. Cuando vieron en mi expediente que habían dos contratos en el mismo año uno probatorio Título 1 y otro (fraudulento) que decía plaza permanente regular, les expliqué que mi estatus era según el primero, no sabía nada del segundo; era fraudulento y al ver la firma del superintendente Sr. Ramos, entendieron que fue una farsa, para poderme destituir por “abandono de labores” ya que con el probatorio, no lo podían hacer. Así, que por metida de pata de ellos mismos (el DIP), salí bien del caso, aunque ya había renunciado cuando acepté el trabajo en el CUTB. Ellos me dijeron que no podían hacer nada contra mí, que podía regresar al DIP cuando quisiera. Para el final de 1985, en diciembre. terminé la tesis. La directora de servicios Especiales, Elena Perez Viñales, me hizo ajustes en el sueldo (de $800 a $1,100) porque ahora tenía la maestría completa. El segundo semestre 1985-86 me fue mucho mejor y más productivo en mis servicios. Ofrecía 164


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servicios de tutorías a estudiantes quienes aún con las tutorías regulares con estudiantes compañeros “no salían a flote”. Estos estudiantes yo les ayudaba individualmente. Otros venían voluntariamente. Además preparaba “mini talleres” en destrezas básicas de inglés y español. El primer semestre fue para redactarlas; sólo pude ofrecer uno o dos talleres. El segundo semestre fue mucho más exitoso. Terminaba el segundo semestre 1985-86; ya había “cogido el piso” de lo que tenía que hacer en mi trabajo. Cuando llegó el momento de la Convención Anual de los Programas TRIO disfruté de tres días en el Hotel Condado Beach en San Juan. Estuvo maravilloso. También hacíamos giras o excursiones con los estudiantes a Las Cavernas y Cuevas de Camuy y a Ponce. Para estos días, fin del año escolar 85-86, me renovaron el contrato con un sueldo de $1,100.00 mensuales. Hasta aquí todo me sonreía: buen trabajo y sueldo, auto nuevo (el Honda Accord 84). En el área romántica era que empezaban los problemas. Primero rompimos Marisol y Yo, luego con Donna Marie y posteriormente en las vacaciones de verano — julio 1986 — comenzé a interesarme en una de las jóvenes de mi iglesia: Ana Vicenta Ledée, a quien yo le llamaba “Anivie”.

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Momentos del verano ‘86 en Arecibo. Aparecen en la foto Anita Ledée, alias Anivie, yo y Angie Bernard. Anivie o Anita era bien delgadita pero con unos ojos oscuros super hermosos. Yo la conocí en un matutino que hicimos a su casa para las navidades de 1973. Luego en una boda ella salió de dama y se veía super hermosa. Al principio comenzé a frecuentarla pero el carácter explosivo e inestable de su madre me hizo alejar de ella. Para este verano del 86’ pensé en ella y comenzé a enamorarla otra vez. Este fue mi “peor error”. Junto con otros jóvenes del Concilio: Mariangelis Bernard — Angie, los hijos mayores del Reverendo Linarde E. Báez, Secretario General del Concilio, José Luis Colon Sáez, amigo inseparable, Danny Ríos de Carolina y los muchachos de su iglesia, íbamos a muchos sitios costeando la Isla de Puerto Rico: desde El Yunque en Luquillo hasta Guajataca en Quebradillas-Isabela. 166


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pasadía en el Yunque, Luquillo. La cosa es que un dia manes, tal vez ya en el mes de agosto, 1986; de la noche a la mañana me enteré que Anivie dejaba su trabajo en Paris Beauty Academy en Guayama y se iba para Estados Unidos. Ella siempre decía que no presentaría su enamorado a nadie y que cogería de sorpresa a todos. A veces yo me ilusionaba creyendo que era yo, pero era alguien, un tal José Luis del pueblo de Salinas. El asunto fue que esa noche en que ella anunció en la iglesia que se iba, al salir del servicio, yo le pedí me permitiera visitarla el sábado y me concediera al menos media hora para hablar con ella. Ella dijo que estaba bien. Llegó la noche del sábado; le llevé una rosa en una base de cristal bien elegante. Pero tremenda sorpresa: al procurarla, su mamá me dijo que ella no 167


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estaba y que no tenía ningún interés en verme ni nada que hablar conmigo. Que había aceptado (que la visitara) por que algunos hermanos de la iglesia estaban escuchando nuestra conversación aquella noche (martes). No le dejé la flor. Me fui al barrio Barrancas de Guayama. alli, destruido, tomé la flor y la arrojé al mar. Dije algo así: “Asi como te llevas la flor, se va ella, si regresas con las olas, así también ella regresará”. Esto aconteció sábado por la noche. El lunes, cuando iba de regreso al trabajo, al recoger a Damaris Báez, la hija de Linardo, en el peaje sur de Caguas, PR, para llevarla a la Inter de Bayamón, donde estudiaba, le dije llorando: “Damaris, ora por mí porque estube a punto de suicidarme”. Ella, nerviosa, me decía: “Pablito, pero ¿Qué es lo que te pasa?” Yo le insistí: “Yo te digo, pero ora, ora”. Luego le expliqué lo que pasó con Anivie. Le dije a Damaris que Anivie sólo explicó al pastor, Ramón Alicea, que era porque se había quedado sin trabajo. Luego, días después Mariangelís “Angie” me dijo que en Arroyo (pueblo donde vivía Anivie) todos comentaban que Anita Ledée se había ido porque estaba embarazada y por no pasar la verguenza, había tomado la decisión repentina de irse para Estados Unidos. Esto acabó de destruirme. Así, muchas cosas como que tenían sentido al ella siempre decir que cogería de sorpresa a todos. Le dije a Angie: “Si sólo 168


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me hubiese concedido la media hora que le pedí yo hubiese informado a la iglesia para así no dejar dudas de su viaje repentino”; que según ella le había informado a la iglesia que era la razón de su viaje repentino. Regresando at CUTB, llegó el momento de la explosión. Hacía sólo tres días que me habian renovado el contrato cuando todo esto pasaba. En una “explosion”; le salí “de atrás pa’lante” a la directora del programa, Ivonne Pérez Viñales. Me reuní con ella y me desahogué y le dije que no seguiría trabajando allí; que renunciaba. Las cosas estaban malas, el problema por Anivie, problemas con la Directora y había un tercer problema que ahora no recuerdo; tal vez en la iglesia. Si me acuerdo luego, le diré cual era. Lo peor es que la explosión estalló por donde menos debía ser: por el trabajo. Así que Ivonne me dijo que trabajara el primer semestre hasta diciembre, para que un mes antes redactase la renuncia oficialmente. Estube de acuerdo. Pero hice algo que no debía de haber hecho: trabajé muy poco el resto del tiempo. Hasta Ivonne misma se dió cuenta y me lo dijo. Llegó el 17 de noviembre del 1986, redacté la renuncia, explicando que se debía a que otra institución universitaria: Universidad Interamericana de Puerto Rico, Recinto de Guayama, solicitaba mis servicios. El Rector William Riefkohl me la contestó al cabo de algunos días (9 de diciembre 1986), 169


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deseandome éxito. En efecto, ya para octubre de 1986 Gladys Rivera, Directora del Programa Avance de la Inter en Guayama, me entrevistó y ofreció tres cursos de inglés. Después del incidente de Anivie en 1986, comenzé a pensar en Minerva Rodriguez Rodriguez, estudiante de Programacion de Computadoras en el CUTB y tutora del Programa de Servicios Especiales.

Minerva o “Minny Maxi” como le decíamos, no tenía nada de pequeña o mini, era bastante alta, una chica con razgos taínos, de unos 5’7” de alta. Dos rotitos marcados en sus mejillas. Ojos negros, cautivantes, brillantes. Una sonrisa bella, sencillamente una “diosa taína”. Me caía muy bien. En algún momento yo le pregunté a Millie Calzada Trenche, su coordinadora en las tutoría que si creía que si invitaba a salir a 170


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Minerva, si ésta iría. Estaba seguro que no lo iba a hacer. A Minerva, recuerdo que un día la invité a lo que para entonces era Bonanza de La 65 de Infantería en Río Piedras. Esto fue en los días antes de ella graduarse del Colegio y yo haber renunciado a mi plaza de Especialista en destrezas de aprendizaje, para diciembre de 1986. Este día, su amiga de cuarto, Madeline, del pueblo de Ciales nos acompañó, para celebrar su graduación y mi despedida del CUTB.

Recuerdo que Minny me preguntó que porqué había renunciado; indirectamente me dió a entender que como que no compartía esa mi decisión. Yo le expliqué que “fue un arrebato” que cogí con Ivonne. Al final la invité para la fiesta que habría del Programa. Ella no asistió a la fiesta de navidad en casa de Millie, pues se había ido para su pueblo de 171


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Quebradillas. Recuerdo que Edwin Colón Zayas y su hermano, ambos estudiantes del CUTB estubieron tocando sus cuatros.

Me despedi en forma cordial de todos en el CUTB. La fiesta de Navidad ‘86 se celebró en casa de Millie Calzada, La coordinadora de Las tutorias y esposa del Dr. Fernando, no recuerdo su apellido, ya que siempre se pasaba llamando a Millie con un apodo de “Mr. Weberson”. El era el director del programa de Educación Física en la Universidad del Sagrado Corazon.

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Apenas comenzaban las navidades del ‘86 y yo sin un empleo “full time”. Sólo el trabajo a tiempo parcial en el Programa Avance en la Inter de Guayama. Para este tiempo tenía todavía el Honda Accord del 1984 que le negocié a José Luis “Junior” Colón Guilfú. Recuerdo que Llegó enero del 1987 y se efectuaba la Conferencia Anual del Conciio IPJ en Mayagüez. Recuerdo que Elena, una de las muchachas de la iglesia y su amiga Ivette se hospedaban cerca de mí en el barrio Leguísamo, en Mayagüez. Compartimos mucho en estos días. Un día Ivette me pidió que la dejara conducir el auto de regreso al hospedaje en Leguísamo.

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Me arriezgué, ya que no sabía como ella conducía. “No lo hizo tan mal”. Me acompañaba Elena, su madre e Ivette, quien conducía. Uno de esos días las llevé a un restaurante “fast food” (no recuerdo si era Taco Maker o Wendy’s), frente al “Colegio” de la UPR en Mayagüez. Luego les diré cual era cuando “Se me prenda la bombilla”; es decir, cuando recuerde el nombre del lugar.

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Al regreso a Guayama seguimos compartiendo. Elena era muy elegante, alta (5’-5” ó 5’-6”), tez clara, pelo largo negro, lacio; vestía muy elegante y era muy amable.

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Comenzó el segundo semestre escolar 198687 y no tenía trabajo a tiempo completo. Me dedicaba mucho a la iglesia. Recuerdo un día que Ivette me llamó a casa indicándome que pasara por la plaza; que tenía algo que hablar conmigo. No me imaginaba qué era. Nos fuimos hacia el barrio Pozuelo, frente a la playa, después de pasar el restaurante El Bohio. A fin de cuentas, lo que quería decirme era que sentía algo por mí, por la forma que yo trataba a Elena. Antes de esto, recuerdo que en ocasiones me llamaba para que la ayudara a hacer sus tareas escolares, especialmente la de inglés. Ella estudiaba en el Instituto Tecnológico de Guayama, décimo grado, en contabitidad. Uno de esos días, por la tarde o por la noche, tal vez por la noche, fuimos ella, su hermano Danny y yo a comprar pizza a “Louis Pizza” (no recuerdo bien el nombre); quedaba al frente de la panadería “El Gallo”, ahora, Panadería Diaz, cerca de las escuelas intermedias urbanas Luis A. Rivera y Simón Madera. Recuerdo este momento de picardia. Mientras Daniel había salido del auto a ordenar la pizza, al ayudar a Ivette a cerrar la puerta del auto (creo que comenzaba a lloviznar), le “robe un beso”. Woh, tremendo beso, muy dulce.

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Ella se quedó “pasmada”. Luego al rato, como a los cinco o diez minutos, me preguntó: “¿Por qué hiciste eso?” Le indiqué: Por que lo sentí hacerlo, y me eché a reir. Yo nunca había hecho algo así, ya que era bastante “tímido”, o tal vez, reservado. La cosa es que no pasó ni una semana cuando ella y yo regresamos a Pozuelo y allí nos hicimos novios. Esto fue para febrero o marzo de 987. Recuerdo que ella me decía que no se atrevía a ser mi novia debido a que, según sus palabras: “no te haría feliz”. Yo le dije que ya me sentía feliz con ella. El asunto fue que seguimos siendo novios unos tres meses. Ella, Ivette, era una jóven de dieciséis años; yo tenía trienta. Trigueña, con cabellos rizados negros, y unos ojos “brujos” que me volvian “loco”. Recuerdo que un día le tomé una foto mirando a 177


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través del espejo retrovisor del Honda Accord. Era muy inteligente; presidenta de los jóvenes locales en esos dias.

Ojos brujos de Ivette

Fotos tomadas en un viaje al túnel del Guajataca, en Isabela —Quebradillas lvette y su hermano Danny.

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y en el Morro, en el Viejo San Juan en el verano de 1987. Ella transmitía una sensualidad que me era bastante difícil poder controlarme cuando estaba cerca de ella. Recuerdo que este día en Quebradillas Ivette me dijo que si ya ella no era mi novia, aunque yo sí la seguía considerando como si lo fuera; aprovechara y llamara a Minerva Rodríguez Rodríguez “Minny”, ya que estaba allí. Llamé a su casa, pero ella no estaba, ya que no había regresado de su trabajo en Pfizer de 179


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Barceloneta, donde trabajaba en programación de computadoras y a veces salía tarde en la noche.

Minerva Rodríguez Rodríguez “Minny” Yo le hablaba de Minny a Ivette, aún desde antes de Ivette y yo ser novios; cuando la ayudaba en sus tareas. Pero le decía que era bastante difícil que Minny y yo llegáramos a algo, ya que ella era católica y yo era pentecostal. Ya llegaba el verano del 1987. Ivamos a la playa en la Zona Pesquera del Barrio Bajos de Patillas. Elena siempre compartía con nosotros. Ivette peleaba mucho conmigo porque yo era muy serio y extricto en mi proceder; ella era muy liberal en sus bromas y chistes. Pero aún así comenzé a quererla mucho, porque en el fondo veía que experimentaba un gran dolor y pesar.

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Recuerdo que muchas veces me llamaba bien tarde en la noche, diciéndome que no podía dormir, que tenía muchas pesadillas. Su amiga confidente era Elena, pero no hablaba mucho de ella, sólo lloraba y guardaba silencio. Me decía que tuviera paciencia con Ivette; que ella era aún muy jóven y no tenía la madurez que yo tenía. Recuerdo que en estos días. ya en el mes de mayo, 1987, Elena se graduaba de noveno grado. La graduación era en el Teatro Calimano, ahora Teatro Guayama, frente a la Plaza de Recreo Cristobal Colón. Elena me había pedido que la retratara. Ivette y yo estábamos con ella. Ivette tenía un traje color crema y yo estaba vestido todo de blanco. Tomé las fotos. También retraté a Ivette y ella me retrató a mí. Recuerdo que siempre se le notaba el rostro de pena, aún cuando 181


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éste era un momento de mucha alegría y significado. Ya en estos días Elena comenzó a sentir algo por mí, pero no lo expresaba. Sólo decía que su mirada era sólo de amiga. Pero un día me dió a entender que desearía que las cosas cambiaran. Yo le indiqué que si había que hacer algunos cambios (es decir, dejarme de Ivette) me lo hiciera saber.

La cosa es que desde el principio, desde las navidades ‘86 yo tenía mucho interés en Elena, pero que ella siempre estaba con Ivette, e Ivette, al ser más agresiva que Elena, se le adelantó. Un día Ivette me dijo que era que ella no tenía los mismos atributos de 182


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belleza de Elena, así que tenía que “tirarse primero”. Por eso fue que aquella tarde me llamó diciendome que necesitaba hablar conmigo. A fin de cuentas, era que estaba enamorada de mí. Por esto fue que le robé un beso días después, como ya relaté anteriormente. A simple vista esto era un triángulo amoroso, pero en el fondo, no era así. Lo que narraré a continuación es algo muy íntimo y sumamente fuerte de admitir. Ruego a ti, lector, si eres cristiano o religioso, o si eres de las personas allegadas a mí o a Ivette o a Elena, que entiendas que mi propósito al narrar esto no es difamar a nadie; mucho menos a la persona que aprendí a apreciar en forma profunda. La situación que prevalecia en estos dias tanto para Ivette, Elena, como a mí era muy delicada. Apenas yo salía de la situación embarazosa y frustrante que había vivido meses atrás con el asunto de Ana Vicenta Ledeé “Anivie”. Elena e Ivette habían sabido del asunto. Ya mi situación emocional es conocida por ustedes, queridos lectores. A continuación explicaré cual era la situación de Elena e Ivette, y por que la relación entre ellas dos era tan cerrada. Para el tiempo en que había sucedido lo de Anivie, talvez ya casi un año; (más o menos nueve 183


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meses), año escolar 1985-86, cuando yo era maestro de jóvenes en la iglesia; el pastor era Ramón Alicea, Anivie era la presidenta de los jóvenes, luego fue vice-presidenta de Sección, Juan “Negro” era presidente de jóvenes de los jóvenes locales, sustituyendo a Anita Ledeé. En estos días yo observaba que Ivette y Negro, quienes eran novios para entonces, “se pasaban todo el tiempo juntos” tanto en el templo como fuera del mismo. No prestaban atención a la clase bíblica, pues “estaban demasiados envueltos el uno con la otra”. Recuerdo que en cierta ocasión el pastor Ramón Alicea había reunido a los padres de Ivettes, el hermano Cady y la hermana María, junto con la madre de Negro (Juan Cortés), talvez para pedirles que no dejaran que las cosas entre Ivette y Juan siguieran creando críticas entre la iglesia, ya que muchos entendían que no debían estar solos (ellos dos) pa’ arriba y pa’ abajo” y juntos todo el tiempo, incluso sentados juntos en el templo. Deseo aclarar aquí que la doctrina de la iglesia era muy extricta y en principios no permitían que las parejas de novios “estuvieran todo el tiempo juntos”, ni mucho menos sentados juntos en el templo. Lo usual era que cada persona se sentara en el área designada: ejemplo, jóvenes, damas, caballeros. Se supone que los jóvenes varones y caballeros se sentaran scparados de las damas y las jóvenes señoritas. Los 184


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hermanos veían mal lo que esta parejita de adolescentes hacían. Obviamente en su ignorancia e inmadurez. Sé que hubo una reunón con los padres (la madre de Negro y los padres de Ivette) una noche. Bueno, a fin de cuentas, yo no estube en esa reunión, por tanto lo que se discutió allí no fue de mi conocimiento directo, pero sí sabía que se había dado la misma para corregir esta situación, que como ya cité, era de incomodidad entre los hermanos por las reglas existentes para entonces. Años más tarde se eliminó esa práctica de restricción de asientos. Pero para entonces, así era la regla o disciplina. El tiempo pasó, yo aún estaba interesado en Anivie, aún después de lo que había pasado aquél sábado antes de que ella se fuera a Estados Unidos. Estaba muy envuelto en las cosas de la iglesia; las clases bíblicas, el Instituto Biblico, pues ya desde el día 26 de mayo del 1984 (hacían ya casi tres años) me había graduado del curso de teología (1981-1984) y era maestro del Instituto; mayormente del curso de Teología Pastoral ofrecido a los pastores. Ocupaba el puesto de la tesorería general de la iglesia y encima de esto, sin un empleo a tiempo completo. Era músico, maestro, obrero del concilio y maestro de los maestros de la escuela bíblica. A veces, hasta chofer de la guagua de la iglesia.

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Recuerdo que una persona jóven de la iglesia de Jacaboa de Patillas, Lilly Vélez, a quien dedico el preambulo de esta autobiografia, desempeñó un papel muy importante en mi vida. Ella fue una de las pocas personas que en medio de la crisis que comenzaba a experimentar, me dió su mano de apoyo. Recuerdo que esto fue para el periodo navideño, si mal no recuerdo, el día de año nuevo 1987, compartí con Lilly y su familia (madre y hermanos) en su apartamento en Brisas de Arroyo. Lilly era presidenta de los jóvenes para entonces y estudiaba en el Instituto en Guayama. Lilly había sabido lo de Anivie y sabía que yo no la estaba pasando muy bien; nada de bien. Lilly Vélez, muchos años atrás era sólo una 186


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niñita de unos cuatro o cinco años cuando yo era líder juvenil seccional y en una convención celebrada en Jacaboa para inaugurar el templo, yo me iba a asear a la casa de la abuelita de Lilly. Recuerdo que para esos días ella casi no hablaba español y yo hablaba en inglés con ella. Su tío era una persona con impedimentos físicos y mentales. Allí compartía con esta familia. También recuerdo que su abuelito era sordo. El tiempo habia pasado rápido; ahora Lilly era una jóven, estudiaba en el Instituto Biblico Peña de Horeb y era estudiante mía. También ella presidia la sociedad de jóvenes de Jacaboa para el 1987. Recuerdo que en estas navidades le dimos un matutino y posteriormente yo le regale un poema relacionado con la amistad. Si mal no recuerdo el poema iva acompañado de una foto de ella.

A fin de cuentas, Lilly me había visto un día en el pueblo de Guayama y me invitó a que fuera a su casa. Como ya les dije, Lilly Vélez fue mi apoyo en estos dias, tanto así que le estoy profundamente agradecido al punto de dedicarle el prefacio o preámbulo de esta autobiografia. 187


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Como les indiqué, para enero del 1987, comenzaba a compartir conElena e Ivette. Esto fue justo después de estos primeros momentos de decadencia. Como también indiqué previamente, Ivette había sido novia de Negro, cuando él tendría unos quince o dieciséis años; ella tenía catorce años para ese tiempo. Año y medio más tarde, casi dos, ella ahora de dieciséis, recuerdo que su cumpleaños “Sweet Sixteens” se lo celebramos en casa. Estubo acompañada de su querida Elena y su prima Millie; mis sobrinas Sandra y Yazmín, además de Daniel y su hermano menor David.

Bueno, se que ustedes están desesperados por seguir leyendo y conociendo lo que he señalado como sumamente íntimo y delicado. Para este tiempo, 1987, Negro era ahora novio de Elena después de haber sido novio de Ivette. Ambas eran como hermanas. Tanto Elena, hija única, e Ivette, hija 188


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(mujer) única, aunque tenía dos hermanos, Daniel y David, eran confidentes mutuas.

La situación que parecia un triángulo amoroso, era en realidad una situación compleja, muy compleja, situación muy intima y conocida por muy pocas personas. Como dije ya, Juan, Negro, era novio ahora de Elena. Elena, amiga íntima de Ivette, su confidente, sabía detalles sumamente íntimos de la relación amorosa previa de Ivette y Negro, ahora que Negro era novio de Elena. ¡Que situación, ¿verdad? Por favor, entienda usted, querido lector, esto que comienzo a narrar me llega demasiado hondo en el alma, al punto que mi vida, a partir de este año 1987, estubo a punto de destruirse. Vuelvo y señalo, mi intención no es causar daño ni difamar a nadie, y

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mucho menos a Ivette, porque la quise demasiado, y si hubiese estado en mis manos, todo de lo que luego sucedió para diciembre de 1987, lo hubiese evitado; si así lo hubiese podido. Al punto que hoy 7 de septiembre del 2002, casi quince años después, aún estos recuerdos siguen latentes en mi memoria y trasformaron mi vida para siempre a partir de ese 190


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momento.

Regresando al 1987; Ivette, ahora novia mía, amiga íntima de Elena, ahora Elena novia de Juan, ex-novio de Ivette, un dia muy llorosa, Elena me pidió que, a pesar de las discusiones contínuas que teníamos Ivette y yo, no la dejara. Yo le pregunte a Elena qué era lo que le pasaba a Ivette, porque ella reflejaba tanto dolor y no quería que yo siguiera con ella. Ya esto era aproximadamente para el mes de agosto, o septiembre, 1987. Elena, llorosa, sólo decía que ella no podía decir nada, aún cuando se notaba que su corazón se le partía en pedazos y lo derramaba a través de sus lágrimas. Ella sabía lo que había pasado entre Ivette y 191


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Juan cuando ellos eran novios; no lo quería revelar. Ahora ella, conociendo lo que había pasado entre ellos dos, era novia de Juan, o al menos, él quería que ella lo fuera. El punto más neurálgico de todo esto era que cómo Elena podía ser amiga de Ivette, íntima, como la hermanita que nunca tuvo, y que por un enamorado común, ahora se viesen en una encrucijada, y que reviviesen día a día unos recuerdos dolorosos que ambas compartían en secreto, que obviamente incluían a Juan como denominador común. Angustia, angustia — es la palabra que mejor define el sentimiento que reinaba en nosotros tres: Elena, Ivette y yo. Angustia en Ivette por lo que había vivido, que había revelado a Elena, pero que a mí no quería revelar. Angustia, angustia en Elena, porque estaba enamorada de el ex-novio de su mejor amiga, Ivette. Angustia por saber sus íntimos secretos, amar a quien Ivette había amado y aún seguía sintiendo algo por él, pero que no podía expresar, porque ahora él pretendía a Elena e Ivette era mi novia. Angustia en mí, Pablo, por no saber lo que pasaba. Angustia por querer ayudar a Ivette a salir de su dolor y no saber como hacerlo. Angustia, tanta angustia hasta el punto de que 192


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un día le dije a Ivette: “Ya que no deseas decirme lo que te pasa, o no puedes hacerlo, yo le pediré a Dios que me lo revele”. Asi fue; esa misma noche Dios me mostró, digo Dios, porque nadie me había dicho nada. Así que entendí que Dios me mostró en sueño, que cuando Ivette y Juan habian sido novios, su relación amorosa habia sido muy tormentosa; más allá de un amor inocente, sencillo y grato de recordar y sobre todo, de principios cristianos. El Señor me reveló, o al menos así era mi entender para entonces, que ellos se amaron mucho; Ivette lo amaba mucho, aunque al principio ni siquera se llevaba con él ni le gustaba, pero que debían perdonarse mutuamente, lo cual no había pasado después de casi dos años, y ahora, Juan enamoraba a su amiga íntima, quien sabía de sus intimidades. La forma de manipular tanto a Ivette como a Elena era que Juan les decía que él padecía de una enfermedad que le ocasionaría la muerte pronto; que le quedaba poco tiempo de vida. Así le había dicho también a Mariangelis y a otras muchachas, ya que era un enamorador. Mientras era novio de Ivette, ella sabía que Juan estaba con otra en la escuela donde él estudiaba, pero que nunca lo “atrapó en fraganti”. Había sido informada por amistades de ella que estudiaban con Juan. Y que al Ivette no haber logrado sanar tantas heridas emocionales, quien sólo a Elena le había contado, ahora veía a su ex novio, a quien amó 193


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profundamente, su primer amor, enamorar a su propia amiga en su propia cara. Y, como si nada hubiera pasado, le daba besitos en la mejilla a Ivette, cual si no hubieran tenido una relación que como mencioné previamente, los hermanos de la iglesia estaban molestos con ellos al verlos discutir hasta en la iglesia, pero, al par de horas, seguían juntitos como si todo estuviera ok pa’ arriba y pa’ abajo”. Por eso Ivette me decía que yo no sería feliz con ella; que por favor, la dejara. Que su alma estaba tan abatida que no sería capaz de amarme. Como lo había amado a él y que aún con todo lo que él la había humillado, seguía sintiendo afecto por él; porque lo había amado demasiado. Había sido su primer amor. La angustia pasó de ser angustia y se convirtió en un profundo sentimiento de amor, acompañado de dolor en el alma, reveldia y odio. Amor, porque ahora entendía en cierto grado, porque Elena me decía que no dejara a Ivette, que la ayudara y la tratase de “llevar”. Amor de Elena por Ivette, al ella saber, que aquél a quien ella amaba, había sido el primer amor de su mejor amiga. Que se habían herido muchísimo y no se habían perdonado. 194


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Rebeldía; rebeldía en Ivette hacia Juan, al ver su cara día a día. Ver que él se negaba a resolver el asunto pendiente entre ellos y ver que ahora él enamoraba a su mejor amiga, a quien ella quería prevenir de lo que le había pasado; pero tenerlo que sobrellevar en silencio y dolor en su alma. Rebeldía en Elena, al no poder hacer nada al respecto y tener que guardar en su corazón aquella dura verdad y a su vez, estar emocionalmente envuelta con quien le había causado este gran dolor a su mejor amiga. Y se lo seguía ocasionando aún después de casi dos años de haberse dejado de Juan. Rebeldia, en mí, Pablo, cuando al próximo día le dije a Ivette: “¿Porqué no me dijiste lo que había pasado; lo que habia pasado entre Juan y tú y aún seguía pasando? Rebeldia al tener que verlo a él en mi misma iglesia; en nuestra misma iglesia. Ver que él la saludaba como si nada hubiese pasado y hasta le daba besitos de amistad en la mejilla, frente a Elena y frente a mí. Rebeldía al tratar de querer amar a Ivette cada día más, y querer “matarlo” por lo que había hecho y seguía haciendo: escaradamente, sabiendo que ella quería que hablasen y resolviesen los agravios pasados. Sentía rebeldía por Juan partirle el corazón a Ivette y seguir como si nada. Peor aún, ahora 195


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enamorar a la mejor amiga de Ivette, sabiendo que ella tenía conocimiento de lo que había sucedido entre ellos dos. Se acercaba el momento de Ivette y yo dejarnos. Ya esto sería para el mes de agosto o septiembre, 1987. No puedo precisar el día y el mes. Pero recuerdo que ese día yo la llevé a Pozuelo; allí mismo donde nos habíamos hecho novios, junto a un árbol, a la orilla del Mar Caribe; lugar donde al igual que al comienzo, unos tres o cuatro meses antes, nos besamos. Nos dejamos amándonos, dándonos un beso. Un beso de despedida. Recuerdo que no quería que nos dejáramos pero entendia que esta era su voluntad, aunque no así su sentir. Seguimos compartiendo como siempre. Ni aún sus padres se imaginaban que ella y yo nos hubiésemos dejado. Esto es así porque yo la seguía visitando como antes. En estos días ella se había mudado para la carretera PR #15, Barrio Jájome, cerca de la Casa de Verano del Gobemador de Puerto Rico. Esta casa era donde su madre se había criado, casado y donde Ivette había nacido, en Cayey.

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Día de las Madres en Palmas del Mar Para estos días recuerdo que le regalé un radio de comunicaciones o CB Cobra 146 GTL, de cuarenta canales con SSB (Single Side Band). Transmitíamos en el canal treinta y siete USB (Upper Side Band). Ella se identificaba como “La Eléctrica”. Yo salía como “OKNI 340”. Ya para estos días la relación amigos antiguos novios era bastante difícil. Me daba la impresión que a ella le pasaban las cosas porque nunca supo distinguir entre lo bueno y lo malo; entre 197


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lo correcto y lo incorrecto. Recuerdo que los colegas de radio (CB) Citizen Band querían conocerla. Ella desarrollaba un tipo de conversación, tal vez ingenua, pero que a mí me “calentaba por dentro”. Una noche hasta me golpeé en la cabeza con el micrófono estático amplificado “de paleta” plateado, que tenía mi radio. Ya para este tiempo yo era un esclavo de una mezcla de sentimientos de querer ayudarla, pero no saber como. Sabía que ella aún me quería, e inclusive algunos días se mostraba como si aún fuéramos novios. Un día, recuerdo, que después de llevarla del centro de práctica estudiantil (Oficina del Seguro Social en Guayama) a su casa, quería “irme a pasear” para el Viejo San Juan y tratar de olvidar lo que estaba pasando. Ella no quería que me fuera. Al principio, no se quería bajar del auto, del Honda Accord. Luego se bajó pero puso sus libros sobre el bonete del auto. Recuerdo que con el coraje, al arrancar el auto, sus libros volaron y cayeron por toda la carretera. Hice que me iba; miraba por el espejo retrovisor y la veía recoger sus libros. El dolor que experimenté en mi corazón no me permitió continuar hacia San Juan, y regresé a su casa. Ella no quería que me fuera porque creía que yo me iba a buscar 198


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prostitutas allá. Yo nunca había tenido relaciones sexuales con una mujer; era virgen. Por esto toda esta situación me era tan insoportable. Yo le había confesado que nunca había vivido una experiencia sexual con una mujer o una muchacha, ya que me había convertido al Señor muy joven — a la edad de catorce años — y desde ahí en adelante mi vida era de un joven cristiano “de la A a la Z” (tal vez más allá de la “Z”). Sabía que la amaba a ella pero tenía miedo de lo que pudiese pasar entre nosotros si algún día nos casábamos. Tenía miedo de lo que pasaría esa noche de luna de miel. Tenía mucho miedo, pero a la vez la deseaba con todas mis fuerzas. Sabía que lo que ella me hacía sentir como hombre era “irresistible”. Recuerdo que con pensarla, a la hora que fuese, aunque fuera de madrugada, hacía que ella me llamara; aún cuando ella no sabía que la estaba deseando en ese momento. Mi problema era que, como líder juvenil cristiano, todos esperaban de mí una conducta intachable, inmaculada, e irreprensible; me hacían sentir que era casi santo, que lo que me faltaban eran las alitas para convertirme en un ángel; pero se olvidaban que yo era un jóvencito, que ya necesitaba convertirse en hombre, y encontraba en Ivette la muchacha que “me encendía”. El problema era que yo me había sometido a una vida tan “santa” y casta, que ya mi cuerpo no 199


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resistía más “mi celibato”. Me estaba quemando.

Recuerdo un día allá en su casa de Jájome, que mientras la veía y hablaba con ella “me vine” (eyaculé un poco). Ella al notar mi pantalón mojado, se rió; me dijo que eso le pasaba a otros muchachos en la escuela con ella. Es decir, su sensualidad hacía que otros, y yo inclusive, nos eyaculáramos frente a ella; es decir, no nos pudiéramos controlar. Por esto mis sentimientos hacia ella eran tan conflictivos y confusos. Ya para este tiempo yo tendria unos treinta y un años. Y aún no había perdido mi “virginidad”. Nunca antes había deseado a una muchacha tanto como a ella. Ella decía: “El perrito es muy 200


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peligroso. No me gustan los perros porque son muy peligrosos. Tú tienes un perrito muy peligroso”; refiriéndose a que me había notado muy exitado ese día. Otro día, un sábado por la mañana, en la casa de Jájome, ella estaba en su cuarto, acostada boca abajo, hablando por el “CB” (Radio de Frecuencia Ciudadana), cuando yo entré a su cuarto y ella al verme me dijo: “Vete de aquí, que tu perrito es muy peligroso: Tú eres muy peligroso”. Los días seguían su curso. El nuevo semestre escolar 1987-88 había comenzado. Ahora yo daba clases de inglés de séptimo y noveno grado en la escuela Simón Madera, nuevamente. Me había reinstalado al DIP. Ivette estaba en su tercer año de escuela superior. Se acercaba el final del primer semestre 1987-88. Como mencioné, Ivette y yo ya no éramos novios, pero seguiamos juntos. Este era el día de la fiesta de navidad de los alumnos en la escuela. Yo estaba alli con ellos. Mi mente estaba atormentaba por la situación relacionada con Ivette. Me estaba afectando adversamente. A1lí mientras los estudiantes bailaban música americana, “Disco o New Wave”, yo también me envolví y comenzé a bailar con una de mis estudiantes — Rosa Rivera, de Blondet, quien bailaba muy bién. Yo también me envolví en la música. 201


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Algunos de los jóvenes de la sociedad de jóvenes de la iglesia me vieron. Inclusive Ivette y Elena también me vieron. Por mi parte, en mi vida cristiana seguía predicando y haciendo lo que hacía en la iglesia. Mi mensaje era siempre el mismo en estos días. Recuerdo que la noche de Acción de Gracias, Jueves 26 de noviembre de 1987, yo predicaba. Mi mensaje hacía alusión al hecho histórico cuando los fundadores de la primera colonia inglesa en Estados Unidos, los perigrinos, aquél primer año de su llegada, muchos murieron por el frío, las enfermedades y las guerras con los indios americanos. La leyenda narra que allí, donde fueron ellos enterrados, sembraron maiz. Maiz que el próximo año les sería medio de vida. Es decir, algunos murieron, para que mediante su muerte, otros vivieran (es decir, se alimentaron con el maiz sembrado sobre sus tumbas). Era algo alegórico, pero el mensaje profético era similar: recuerdo que dije: “En esta iglesia alguien tiene que morir, para que otros vivan. Alguien morirá, y su muerte será vida para otros. Muchos talvez no lo entendieron. Recuerdo que hice el llamado. Juan estaba allí, pero no pasó al frente. Esto fue la noche de Acción de Gracias de 1987. Desde este momento en adelante una angustia 202


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comenzó a reflejarse en mi rostro. Llegó diciembre, 1987. Terminaba el primer semestre escolar 1987-88, como indiqué previamente. Alli estaba yo, en la fiesta de mis estudiantes en la Simón Madera, tratando de salir de mi angustia, tal vez en la forma equivocada, pero la única que tenía a mi alcance en ese momento, de acuerdo a mis recursos de solución de problemas y superación de crisis. Era un niño enfrentando situaciones de hombre. Posterior a este incidente en la escuela la hermana Rosa Rodríguez de Berberena, pastora para este tiempo de la Iglesia Pentecostal de Jesucristo Inc., de la Barriada Marín de Guayama, al saber por algunos de los jóvenes que me habían visto “bailar” en la escuela; se lo informaron y ella me envió a buscar. En entrevista con ella en su casa, ella me informó que me tomara un mes de descanso, y que no estuviera activo en la iglesia durante ese mes. En otras palabras, me puso en disciplina por un mes, aún cuando yo era ya obrero exhortador del Concilio IPJ. Luego ella dijo que si yo sabía algo que estuviese pasando en la iglesia, de desconocimiento a ella, le informara. Le hice saber que era una situación muy delicada y que esperace que yo regresara de un retiro espiritual en el Campamento Ebenezer en Cidra, al cual yo asistiría ese fin de semana (18 al 20 de diciembre, 1987); que yo le pediría al Señor me indicara lo que debía hacer. En eso quedamos. Yo 203


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buscaría la guianza de Dios y del Espíritu Santo. Fui al campamento de los jóvenes profesionales cristianos de la asociación (A.P.C.A.). El dolor en mi alma me consumía. Pasó la primera noche y no recibí respuesta del Señor. Llegó el sábado, día del ayuno, y nada. Para el tercer día, domingo 20 de diciembre, 1987, entendía que la respuesta había llegado. Entendía que el Señor me indicaba que debía hablar con la pastora e informarle lo que sabía; o al menos, lo que creía saber. Que ella corroborara la información y tomase las acciones pertinentes. Ya había hablado anteriormente con Ivette y le había dicho que tenía que contarle a sus padres lo que le estaba pasando; lo que estaba sufriendo, en silencio. Que si no se atrevía, yo estaría con ella y la apoyaría. Pero ella ni soñando lo haría, ya que su padre, con un carácter de todo un veterano del army, le “rompería la cara”. Su padre era sumamente extricto y conservador, no así su madre, quien era enfermera y más joven que su esposo. Al regresar de “buscar guianza del Señor”, logré llegar a Guayama. Si mal no recuerdo, creo que llamé a Ivette y le dije “lo que el Señor me había indicado” que hicieramos. 204


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Según Ivette no era posible resolver la situación hablando con la pastora, pues ella entendía que la misma no guardaría la confidencialidad del asunto. Yo, inocente al fin, confiaba que eso no iva a pasar, ¡jamás! Ese lunes 21, al salir de la escuela, me reuní con la pastora en su hogar. Estaba alli también presente el Reverendo Francisco Berberena, su esposo y ex-pastor de nuestra iglesia. Le indiqué, llorando, que no era fácil lo que tenía que decirle, pero que entendía que era la respuesta de Dios. Que por favor, que mantuviera la confidencialidad de mi “confesión”. Le dije: “Hermana Rosa, lo que le voy a decir no está pasando ahora. Esto sucedió mientras Ramón Alicea era pastor en nuestra iglesia. (Hacía ya dos años). Talvez él tuvo conocimiento al respecto, pero no tomó acción alguna, si es que sabía lo que pasaba. Lo que sí sé es que de la noche a la mañana (un domingo durante el culto de la noche) él renunció al pastorado, alegando que debido a su trabajo no podía atender bién la iglesia” y se fue, dejando a todos con la boca abierta y sin entender lo que hizo, aún cuando afirmó que no se alejaría de la iglesia de nosotros, sólo que renunciaba al pastorado. Le indiqué que eran unas cuantas situaciones que habían sucedido, y no se habían sacado a la luz. Le informé que lo primero fue la salida inesperada de 205


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Anita “Anivie” Ledeé y su viaje repentino a Estados Unidos; y todos los comentarios negativos que se habian suscitado en torno a tal suceso alegando que se había ido porque estaba embarazada. Pero que no se sabía lo que realmente pasó. Según Anita era porque se había quedado sin trabajo. Luego llegó el momento de traer a conocimiento lo que Ivette me había confesado el día que ella y yo nos dejamos. Que por favor, corroborase, tanto con ella como con Juan “Negro”, si era cierto lo que ella me había confesado a mí y también a Elena. Pero que esto seguía aún oculto ante la Iglesia del Señor. Y que ella estaba muy afectada por la situación, aún sin resolver. Que mantuviese la mayor discrección al respecto. Y le confesé lo que sabía. Aún me parece sentir todo el impacto emocional que experimentaba en ese momento. “Rompí” a llorar desconsolado; porque sentía que con mi confesión mataba al ser a quien más amaba — a Ivette. Me sentía, como imagino yo, se sentía Abraham en el momento en que estaba a punto de sacrificar a Isaac; al hijo de la promesa. A su propio hijo. A su heredero. Sentí que yo hacía lo mismo con Ivette, mi amada. La estaba sacrificando con mi confesión. Muchos pensamientos venían a mi mente. 206


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Recordaba el mensaje de la noche de Acción de Gracias, el mes anterior cuando entendía que en forma profética, había indicado: “Alguien tendrá que morir en esta iglesia, para que otros vivan”. Pero nunca me imaginé que fuera yo. Los hermanos Berberena oraron por mí y me dijeron: “Junior (como ellos me llamaban), no te sientas culpable por lo que nos has dicho. Entiende que el Espíritu Santo no te dejaba en paz hasta que sacaras a la luz ese “pecado” que estubo oculto por casi dos años. A fin de cuentas, no se sabía lo que había pasado con certeza. Por eso le dije a la hermana Rosita que ella misma investigara e interrogara tanto a Ivette como a Negro, para saber la verdad del asunto. Que yo sólo hablaba de lo que me había confesado Ivette y que yo entendí que Dios me había revelado en un sueño. Que Elena no me decía nada, pero que ella sabía lo que estaba pasando entre Ivette y Juan. Les dije que Elena sólo lloraba y me pedía que no dejara a Ivette, fue como le dije a los hermanos Berberena, llorando a todo lo que da sin controlarme, con el corazón partido en mil pedazos. Ellos sabían que yo era muy reservado “como un ataud” completamente mudo y contaba con la confianza de todos en la iglesia. Que esto no era mi 207


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deseo, pero que entendía que tenía que confesar lo que había pasado, para evitar que le pasase a Elena también como le pasaba a Ivette, y quien sabe a quien más. En ese momento el hermano Francisco Berberena, en forma muy emotiva, dijo: “Esto hay que hablarlo con el hermano Cady y la hermana María; si tú (refiriendose a la hermana Rosa) no se lo dices, se lo diré yo – esto hay que resolverlo”. La hermana Rosa me indicó que ella no permitiría que este “pecado” de maltrato y humillación; prácticamente deshonroso, siguiera oculto, y sin resolver. Que ella investigaría personalmente con Ivette y con Juan que fue lo que pasó. Que mientras tanto, no tomase participación en la iglesia, durante un mes. El asunto explotó como pólvora. Esa misma tarde, al Ivette regresar de la escuela superior (momentos más tarde de yo haber salido de la casa de los Berberena), ella pasó por la casa de los Berberena. Se había enterado que ya “medio mundo” lo sabía. Enojada, fue a la casa de los Berberena. Allí ella misma les confesó lo que nos había confesado a Elena y a mí. Como me había indicado Ivette, no era de su confianza hablar con hna. Rosa, y es así, que en pocos minutos ya todo se sabía. 208


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Llamaron a Negro y le dijeron que confesara lo que había pasado sino quería que Dios lo matara, ya que él se mantenía tomando parte en la iglesia, ocultando ese pecado. Y que se cuidase del papá de Ivette, que si el lo cogía, lo mataba. Era ya la última semana de clases del primer semestre escolar 1987-88. Ivette, junto a Elena, fueron a mi salón de clases en la Simón Madera, creo que fue el martes 21 o miércoles 22 de diciembre. No recuerdo exáctamente el día, pero fue en esa semana antes de finalizar el año escolar. Estaba destruida. En su enojo, me dijo: “Maldito seas. Ya tú y yo no éramos novios; no debiste decirle nada a la hermana Rosa. Te dije que ella no era persona en quien confiar. Por eso yo no hablé con ella antes. Ahora todos en la iglesia lo supieron. Total, no paso nada. Me hicieron hasta un exámen fisico completo y la doctora indicó que no me había pasado nada”. Continuó: “Además ya yo estaba recibiendo terapias con un psicólogo en la escuela y consejería para manejar y solucionar mi situación con la orientadora”. Continuó llorando y golpeandose con el suelo: “No tenías que meterte en esto, no era tu asunto. Además yo había confiado en ti y me traicionastes – maldito seas”. Comenzó a darme con sus puños en el pecho y seguía llorando atacada. Recuerdo que la distancié 209


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de mi, traté de sugetarla, pero se tiró al piso y se daba con el suelo, gritando de dolor. Me dijo: “No tienes ni la menor idéa de cómo están las cosas en casa, por tu culpa mis padres están a punto de divorciarse y mis hermanos están afectados también”. Siguió diciendo: “Ya yo estaba resolviendo el asunto, no tenías que meterte tú ni la iglesia. Era cuestión de tiempo; todo se iva a resolver, antes de que yo me graduase lo iva a resolver”. “Hasta entonces le iva a dar tiempo a Negro para que hablase conmigo; pero echaste a perder todo, aruinaste todo. Ahora están diciendo cosas que nunca pasaron, ¡No pasó nada! Nada. Hasta en la escuela están hablando mal de mí”, todo por tu culpa, por ir a decírcelo a Rosa”. En ese momento, con enojo, miedo, tantos sentimientos confusos le repliqué: “No entiendes que Dios me escuchó e hizo un milagro en ti. Ahora no tendrás que explicarle a ningún otro novio que tengas, nada por lo que pasaste. Estás libre de esa humillación, angustia y opresión que llevaste todo este tiempo. Estas libre para poder amar otra vez y borrar ya ese pasado traumático y humillante”. Enojado, le hablé fuerte. Traté de que entendiera porqué lo había revelado sólo a la hermana Rosita y al hno. Francisco Berberena; que si alguien más lo supo no fue a través de mi boca. Que me apoyara y entendiera mis razones. 210


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Ella no lo entendió así. Se tiró al piso otra vez llorando y golpeando el mismo. Elena trató de consolarla, pero ya no habían palabras que pudieran aliviar su dolor. Estaba totalmente destruida. Durante los días siguientes, días navideños no hubo alegría en la iglesia, en la familia de Ivette ni en mí. La noche de navidad sólo había dolor; nadie asistió a celebrar la Noche Buena ni la Navidad. Sólo habían llantos. Nunca más volví a sentir felicidad. Sólo sentía dolor, vacío, rebeldia y un sentido de culpabilidad por haber sacrificado a quien más quería. No me podía perdonar lo que había hecho. Nunca imaginé que yo había detonado la bomba que destruía a tanta gente, en especial a Ivette y a su familia. No había consolación, sólo dolor y un sentido de culpabilidad sin consuelo. Hablé con sus padres una noche que había un culto de oración en su casa. Le dije a su mamá que quería a Ivette y que lamentaba profundamente lo sucedido. Que quería que ella se casara conmigo. Pero María, su madre, me dijo que Ivette se había sentido demasiado herida por la forma en que yo le hablé ese día en el salón de clases, cuando le 211


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dije que ella no valía nada, pues ella fue la que iva a la casa de Juan, “Negro”, que las cosas que hicieron ambos estubo mal; lo que hicieron ellos fue porque quisieron, aún cuando sabían que estaban haciendo las cosas mal. Que ella también tenía la culpa de lo que había pasado. María su madre me dijo que aún cuando lo dije por coraje, lo había dicho y que aún cuando ella sabía que yo aún la amaba (a Ivette), ya nada se podía remediar; le había hablado muy fuerte y la había herido demasiado. Durante las semanas siguientes traté de apoyarlos sentándome detrás de ellos, en la iglesia. Tanto a mí como a Negro y a Ivette nos pusieron en disciplina. Yo un mes, ellos un año. También pusieron a otra jovencita, Judith, en disciplina. Pasó el mes, volví a tocar el órgano (keyboard), una vez solamente, exáctamente al mes de haber estado inactivo en la iglesia. Pero ya nada era igual. Juan se había ido a la Iglesia Cristo Viene Pronto, por no cumplir su año de disciplina. Pero no se sintió bien allí y decidió regresar a nuestra iglesia. En ese momento la hermana Rosa le dió la bienvenida. Esta misma noche entendí que ya no tenía nada que hacer en esa iglesia. Decidí ya nunca más 212


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regresar aIlí. Ya no había paz en mí. No había alegría. Sentí que Dios me había fallado. Que la iglesia me había fallado. Que todo había sido un engaño. Que todo aquello en que creí y por lo cual viví, ya no tenía sentido. No más, a partir de lo que había pasado. Me habían utilizado. Había muerto. El mensaje que había predicado hacía algo más de un mes, en la noche de Acción de Gracias, en el que había profetizado que “alguien tendría que morir en esa iglesia para que otros vivieran”, se había cumplido precisamente en mí. ¡Yo había muerto! Quien quiera que hubiese sido hasta este entonces ya no estaba en mí. No podía perdonarme por lo acontecido. Por traicionar la confianza que Ivette había puesto en mí. No podía entender lo que había pasado. No podía controlarme. Estaba descontrolado de los nervios al ver toda la destrucción ocasionada por haber hablado con los pastores. Sólo había tristeza en mí. O talvez peor; no me sentía digno de sentirla. Estaba muerto en vida. Me sentía indigno de vivir al ver en lo que me había convertido: en un mostro sin sentimientos ni humanidad. Después de tres meses, decidi no entrar ya más allí. Me fui. 213


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CAPÍTULO OCHO DIEZ AÑOS DE MALDICIÓN A partir de entonces, me fui retirando de la iglesia, y, aunque en forma solapada, también del Señor Jesucristo. Esto sucedió apenas comenzando el año 1988. La llegada del nuevo año no significó nada para mí. Recuerdo que en la Conferencia Anual del Concilio IPJ en enero del ´88 (creo que fue en el templo de Guayanilla que pastoreaba el Rev. Santiago “Chaguito” González), o en Jauca, Santa Isabel, el Comité Ejecutivo me citó y me pidieron que si quería trasladarme a otra iglesia del concilio; para que así superase lo acontecido. Inclusive deseaban que fuera ascendido de Obrero Exhortador a Obrero Predicador. Pero esto ya no significaba nada para mí. Sentía que aunque me moviese temporeramente a otra iglesia, el mal ya estaba sembrado. Tarde o temprano tendría que afrontar nuevamente una situación parecida. Les dije que no; que me iva. Que podrían contar conmigo pero no como miembro de la Iglesia Pentecostal de Jesucristo, Inc. Tarde o temprano, volvería a pasar por lo mismo.

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Diesciseis años, catorce de los cuales pertenecía a mi iglesia en Guayama, habían muerto conmigo. Durante dos meses, febrero y lo restante de enero no iva a ninguna iglesia.

Primera Iglesia Metodista Charles W. Drees Memorial de Guayama. Durante tres domingos seguidos estube observando al pastor de la Iglesia Metodista “Charles W. Drees Memorial” de Guayama. En un sueño había visto a este pastor que siempre estaba en la puerta, a la entrada del templo. Que entraba y salía durante todo el culto; y que al final saludaba a todos al igual que lo hacía al comienzo. Tres domingos lo observé a ver si era coincidencia, pero no lo era; era real el sueño. No confiaba ya en los sueños, por eso lo observé durante tres domingos. 215


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Un domingo al terminar el servicio a eso del mediodía, Miguel Ramos, maestro-orientador de la Simón Madera me vió y me preguntó porqué no entraba. Le dije que no me atrevía porque no conocía a nadie allí. Me dijo que fuera el próximo domingo y estubiese allí en el mismo banco de la plaza. Él vendría por mí y me presentaría al pastor, Reverendo Bienvenido Güisao. Así fue. Le dije que lo había observado durante tres domingos seguidos y que entendí que él era la persona que había visto en mi sueño. Así fue; y es así como pasé a ser metodista. Ese día, al entrar, el pastor me acompañó al asiento. Joaquín Rodríguez al verme dijo: “Ese muchacho que acaba de entrar es terrible músico y no tenemos músico en la iglesia.” Además les habló de quien yo era. El pastor al mencionar las visitas hizo referencia a este asunto. Recuerdo que al final del culto le indiqué al pastor que estaba dispuesto a tocar la guitarra en la iglesia, porque sabía que quien me había enseñado a tocar guitarra era Dios mismo; que era algo que le pertenecía a Dios, pero que no pidiese más nada. Quería ser tratado como cualquier persona nueva en la iglesia. No quería tener privilegios. Deseaba comenzar “desde abajo”. No importando quien hubiese sido. Era nuevo allí y quería conocer bien la iglesia, sus creencias, enseñanzas, etcétera. 216


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El próximo domingo Joaquín mismo me había conseguido una guitarra nueva, ya que la mía (que había traído de New York) la había regalado a los hermanos en la Iglesia Pentecostal de Jesucristo Internacional, Inc., en el Invi en Santo Domingo, República Dominicana. Esta nueva guitarra era una Ibanez, carísima, de $600.00 con colores tornasol en violeta y verde con estuche de unos $300.00 de costo. Así que aquí comenzé otra vida – en busca de restaurar mi vida espiritual. Una de las razones que me impulsaron a moverme de la Iglesia Pentecostal de Jesucristo hacia la Iglesia Metodista, en parte fue que pensaba en Minerva Rodríguez Rodríguez, “Minny”, contínuamente. Sabía que siendo metodista ahora, me sería más fácil acercarme a ella; entenderla y talvés para ella le sería más conveniente establecer una relación conmigo, si es que así se daba. Sinceramente, pensaba mucho en ella. La consideraba una mujer, que además de físicamente atractiva, me inspiraba cierto grado de espiritualidad; pues la consideraba muy espiritual, aún cuando, como dije, ella era católica. Consideraba que ahora estaba “a mitad del camino”. En algún momento, después de haber dejado de trabajar en Bayamón, en el CUTB, talvez al año o algo así, un día, después de regresar de una de mis citas con el ortodoncista Dr. Carlos Justiniano en Mayagüez, de regreso pasé por Quebradillas y estube preguntando por todo el pueblo a ver si alguien sabía 217


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donde vivía Minerva Rodríguez Rodríguez, “Minny”. Al fin encontré alguien que me dijo donde ella vivía. Fue una muchacha que estaba recolectando dinero para alguna causa benéfica a la entrada del pueblo, frente a la Funeraria Ramos, si no recuerdo mal el nombre de dicha funeraria. La muchacha me indicó que la conocía. Que ella vivía en el barrio San José, después del parque y antes de la capilla católica del barrio. La primera casa a la izquierda, al subir una montañita. Así que llegué a casa de Minny. “La cogí de sorpresa”. Ella estaba en pantalones cortos, limpiando la casa. Recuerdo que su hermano le dijo: “Minny, alguien que tú conoces te procura”. Cuando ella salió a la marquesina, y me vió, se quedó “pasmada”. Comenzó a temblar y me dijo: “¿Qué tú haces aquí? ¿Cómo supiste donde yo vivía? ¿Quien te dijo mi derección? Le informé cómo había dado con ella. Le dije que la estrañaba mucho. Que deseaba verla, y ya no resistía el no saber nada de ella. A partir de este momento seguimos en contacto, mayormente telefónico. Recuerdo que me pedía muchos “consejitos” para su grupo de juveniles católicos, a quienes ella le daba clases de religión en su iglesia. Yo tenía treinta y un años para entonces (marzo, 1988). Sabía que algo de Dios quedaba aún 218


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en mí. Pero ya necesitaba borrar todo aquel pasado. No estaba preparado para ser miembro activo en ninguna iglesia. Quería ser sólo visitante. Sabía que en mí había una situación muy delicada que resolver. ¡Necesitaba hacerme hombre! A esta edad era sólo un niño; un joven sin experiencia de hombre carnal; era virgen. No estaba preparado para afrontar la dura realidad de no encontrar una muchacha virgen en la misma iglesia tras lo acontecido ya previamente en mi vida. Ya yo no debía ser virgen. En estos días, Noel, quien era amigo y pretendiente de Armida Quilan, la sobrina de Lucía Ramos e hija de “Toya”, a través de Lucía logró hablar conmigo; por teléfono. Él notó que yo estaba demasiado afectado de los nervios y mi voz se escuchaba temblorosa; estaba deprimido al punto que me temblaban las manos, la cabeza y sus palabras, aunque crudas, eran cortantes: “Tú ya necesitas coger mujer. Haz esperado demasiado tiempo; olvídate de las exigencias de la iglesia y decídete a ´curarte´; porque de lo contrario te vas a enfermar de los nervios más de lo que ya estás. Entiende que es una situación en que tu cuerpo no resiste más presión. Si deseas, podemos ir este sábado a Villas del Abey en Salinas; allí puedes buscar una muchacha, bailar con ella y ahí mismo hay cuartos, para que tengas sexo, porque lo necesitas”. 219


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Un joven que había conocido a Dios apenas cuando tenía la edad de trece a catorce años; que aunque pude haber tenido la oportunidad de “hacerlo”, nunca lo hice. De pronto me dicen que vaya esa noche allí y que sin pensarlo dos veces “meta mano” con la primera que se me ofrezca... era demasiado para mí. No era capaz de hacer eso. Le dije a Noel: “Yo no puedo hacer eso. Recuerda, toda mi juventud la he vivido en la iglesia y no tengo ninguna experiencia sexual. Gracias, pero no me atrevo a hacerlo”.

Foto tomada el 4 de octubre, 1988 para renovación de mi pasaporte. Era cuestión de tiempo. Tarde o temprano tendría que salir de esta situación. Tenía que “coger mujer”. Ya yo no andaba con nadie, aunque estaba en el Club Honda de Guayama, e iva a diferentes actividades; bodas, quinceañeros, pasadías, etcétera. 220


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No me sentía preparado para “lanzarme de cabeza” al pecado. Una noche, recuerdo, entré al club nocturno “Black Angus” en Miramar, San Juan. Era la primera vez que iva allí. Me sentía culpable de entrar en un centro de prostitución; pero sabía que tenía que hacerlo. No se trataba de cómo me sintiera; sabía que era lo que tenía que hacer.

No recuerdo bien a la muchacha o prostituta con la que “subí” por primera vez, esa noche. La tarifa era $40.00 para ella y $10.00 para el cuarto. Estaba tan nervioso que “no lo supe hacer bién”. Además, ella no supo tratarme como un inexperto o principiante. De hecho, yo no le dije que ésta era la primera vez que tenía sexo. Sencillamente, no sirvió. 221


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La segunda vez que fui estube más calmado. Miré a todas las “muchachas” y me decidí por una que realmente me provocase deseos de tenerla. Era una rubia alta, de pelo lacio; más o menos de 5´8” a 5´10” de alto con un cuerpo bellísimo. Creí que era americana, así que la llamé y le hablé en inglés. Pero me dijo que no hablaba inglés; era argentina. Su nombre era “Viviana”. Le dije que quería “subir” con ella; que ¿cuánto era? Me dijo que $30 y $10. Diez pesos menos, por media hora. Viviana sí que me hizo tener mi primera experiencia sexual; aún cuando fue la segunda. Pero ella sí que lo hizo bién. Estaba buenísima, chulísima. Tenía veintiséis años de edad. Yo tenía treinta y uno. Estaba vestida con unos panties de color de pelo de leopardo. Sencillamente, me enamoré de ella. Luego estube con ella unas cuantas veces más hasta que “cogí” confianza y empezé a subir con otras. “Susy” fue la tercera. Ella era puertorriqueña, de ojos negros, pelo negro lacio, bien “sexi”. Recuerdo que ella me decía que yo era “un bellaco” (enfermo sexual). De esta forma comenzé una vida sexual activa, pero sólo con prostitutas o “trabajadoras del sexo”. Todos mis ingresos económicos los gastaba allí, o en el “Lucky 7”, “El Doral”, pero aún cuando el “Black Angus” era el más caro, allí estaban las mejores “muchachas”. 222


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Cada vez me hundía más en mi propia tumba. Siempre me preguntaba “porqué tenía que suceder lo que estaba viviendo”. Pero, sencillamente, seguí hundiéndome cada día más. No puedo precisar el año exacto; creo que fue el verano de 1988, la última semana del mes de julio que fui a la isla de Aruba, durante unos cuatro días y tres noches. Si mal no recuerdo, dos de las noches fui a un lugar cerca de la zona portuaria, en el extremo de la Isla, llamado Miraflores o algo así para tener sexo con las chicas de allí. Ahora recuerdo bien; no fueron dos noches, fue una sola. Recuerdo que llegamos cuando ya estaban cerrando la casa. Así que este “polvo” fue bien rápido. En esa ocasión, no me protegí con un condom; la chica no tenía, y si vendían en el sitio, había llegado muy tarde. Recuerdo que con Viviana llegué a tener sexo sin condom dos veces, bueno una, porque la otra fue que el condom se me rompió ya que Viviana era bastante apretada. Con “Alba” también se me rompió una vez. Recuerdo que ella me dijo que si quedaba embarazada, le iva a tener que mantener y reconocer el bebé. Recuerdo a “Alba” (nombre ficticio), colombiana, de 28 años de edad para entonces (1988). Era una muchacha hermosa; blanca, delgada, ojos negro-marrón oscuros, pelo negro largo y lacio. No sé cómo, pero desde la primera vez que subí con 223


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ella entendí que lo único que yo necesitaba era alguien así como ella, a quien amar, aceptar como era y ser amado por esa persona. Así me sentía con ella. “Alba”, como se hacía llamar, era alguien especial. Tanto fue así que al ver su cuerpo tan juveníl, delicado, no la veía como una trabajadora del sexo, sino como alguien que aunque la conocí en el Black Angus, no era de ese ambiente, como tampoco lo era yo. Al tener sexo con ella experimentaba una paz, un sentido de satisfacción no sólo carnal, sino espiritual. Sentía algo demasiado bello con ella. Ya casi no subía con otras; casi siempre estaba con ella. Para hacer el relato más corto, tal fue la afinidad entre nosotros, que la visitaba a su apartamento en la Calle Mc Leary, en el Condado. Ívamos de paseo. La enseñé a conducir automóvil y a obtener su diploma de “cuarto año” de escuela superior, a través de exámenes. Paseábamos juntos y fue a ella a quien un día le expliqué la razón por la cual había ido a “parar” al Black Angus. Le dije que yo era un joven criado en el temor de Dios y que sabía que aunque me hallaba en este ambiente, encontraba pureza en su alma y sabía que ella tampoco era de ese ambiente. Me identifiqué mucho con ella. Le dije que yo había estado en un viaje de refuerzo misionero en Colombia en el 1982. Ella siempre me dijo que tenía dos hijos, que por ellos estaba en la prostitución, porque no tenía 224


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nada de qué vivir. Se lo creí. Tanto al punto que en la navidad del 1988-89, cuando ella regresaría a su país le compré regalos para sus dos niños.

Cuando regresó más o menos en febrero, 1989, nos seguimos encontrando. Pasó el tiempo y llegó el día del Huracán Hugo. Esta noche yo estaba en una boda de una muchacha de Caguas, pero que la recepción fue en Levittown; era una actividad de los Clubes Honda de Caguas, Humacao y Guayama. apenas comenzaba a llover. Yo tenía para entonces un Camaro, Z-28, 1984 en negro. Éste era la “mascota” del Club Honda de Guayama (lo había cambiado por el Honda Accord del 1984). La novia tenía que ir en un Cutlas Supreme, pero decidió irse en mi camaro. Creo que esta noche fue la última vez que estube con “Alba”, ya que después de esta noche “Alba” ya no fue la misma. 225


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Alba se llamaba... No tenía niños. Era casada con un tal “...”, empleado de aduana federal del aeropuerto internacional Luis Muñoz Marín (antes Isla Verde). Se había casado con este señor para obtener la ciudadanía americana; pero que no lo quería. Era un señor mayor, negro “africano” de pelo “malo”, y que ella lo trataba muy mal. Que él quería que ella dejara la prostitución, pero ella no quería. Inclusive, el apartamento en la Calle Mc Leary no era la casa de él. Ella estaba allí viviendo una vida “doble”; “Alba”. En resumen, durante los días del huracán Hugo (talvés el más desastrozo que haya pasado por Puerto Rico durante los últimos años), ella, al no tener a nadie en Puerto Rico con quien compartir, decidió irse a la casa de ...; aún cuando no quería nada con él. En estos días, que fueron bastantes días incomunicados del resto del mundo, sin agua y luz, etcétera, ella quedó embarazada de él.

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Pasó el tiempo y me encontré nuevamente con ella. Un día ya no pudo mentir más. Me contó su verdadera historia. Y que lo más triste, fue un día que ella fue a visitar a los padres de su esposo, en Ponce. Él les había dicho quien realmente era ella, su esposa. Que ella era una prostituta, y que él no iva a reconocerle a su hijo o hija. De aquí en adelante ya no hubo más mentiras en ...(nombre verdadero omitido). Digo ...(nombre verdadero omitido) ya que ella nunca más regresó a su antiguo trabajo: prostitución. Compartí con ella todos esos meses de su embarazo, la ayudé a mudarse a Carolina a un nuevo apartamento. La ayudé a sentirse otra persona al punto que decidió convertirse al Señor y asistir a una iglesia pentecostal en Carolina. Estube con ella, pero ya no teníamos sexo; ella ya no era prostituta – ella 227


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era otra persona. Yo la trataba como quien realmente era ella: una hija de Dios, redimida por su sangre. Pasó el tiempo, estube con ella hasta el día antes de ser llevada al hospital de Carolina a dar a luz. Una niña, que para no haber dudas, era la misma cara y características de su padre,(nombre omitido). Era hija de él. Posteriormente él la reconoció como su hija. Pasaron los años. Seguía frecuentando los lugares antes mencionados. En las navidades del año del 1989 viajé a Venezuela. Específicamente del 27 al 30 de diciembre. Recuerdo que mi auto, el Camaro Z-28, lo dejé a cargo de “Alba” en el estacionamiento de su apartamento hasta que regresé de Venezuela. En Venezuela, visité Caracas y el lugar donde hacían trabajos en vidrio derretido o arte murano. Recuerdo que Alba me dió el teléfono y dirección de un amigo de ella allá en Caracas. Me pidió también que fuese a ver si su apartamento, el cual tenía rentado, estaba en buenas condiciones. Pero, aunque traté de conseguir la dirección, no di con éste. Pero sí pude visitar a su amigo en la salida del metro en la parada Pérez Bonalde. Allí también visité los lugares donde “Alba” llegó a “trabajar”. Uno se llamaba el “Hutchinson” o algo por el estilo. También fui a otro dos noches. Si mal no recuerdo su nombre era “El Doral”, al igual 228


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que el de San Juan. Allí las dos noches que fui, estube siempre con la misma chica. No recuerdo su nombre; sólo recuerdo que allá en Caracas, a diferencia de San Juan, uno podía estar con la chica toda la noche, si quería. Obviamente el costo era casi al equivalente de $80. Quedé en reunirme con ella en mi cuarto en el Caracas Hilton, pero, por alguna razón, ella no fue. Según me indicó, tuvo que quedarse con su abuelita, que estaba enferma. Este fue el día que tomé el metro y llegué hasta la estación antes mencionada. Recuerdo que al comprar el boleto o “ticket” de abordaje del metro, cuando pasé por el torno, inserté el mismo en la ranura pertinente para que uno pudiera pasar a la plataforma de espera del tren o metro. Lo que no sabía era es que uno tenía que retener el boleto, para poder salir del terminal del metro. Tuve que pagar un Bolivar adicional por haberlo perdido, se supone que pagase la ruta completa, según me indicó uno de los vendedores de boletos. Regresé, como antes dije, la noche del 30 de diciembre, 1989. Esta noche es inolvidable, pues apenas llegando a Puerto Rico en la madrugada del 31 o víspera de despedida de año, fue la gran tragedia del Hotel Dupon Plaza en el Condado. Murieron unas 96 personas, si mis números no me fallan, además de casi 300 heridos por un incendio que se inició en el área de la cocina. 229


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Como mencioné anteriormente, mi vida sexual se convirtió en una adicción. No puedo precisar el número exacto de mujeres con las que estube, o más bien, tuve sexo. Muchas veces subía hasta tres veces la misma noche. En una ocasión subí cinco veces. Sólo recuerdo a algunas de ellas: Carolina, quien era una réplica de Nydia Caro. A veces la gente la confundía con Nydia en Plaza Las Américas. Al igual que con Alba, con Carolina estube muchas veces. Si Viviana era apretada, Carolina era más todavía. Me facinaba tanto su cuerpo, como su rostro, piernas; sencillamente era una mujer hermosísima. Tenía ella 34 años cuando yo todavía tenía 31. Ella le llamaba a su “lugar de placer sexual” – “Maruca”. Si con alguien tuve bastante sexo, fue con Carolina. Ella, al igual que “Alba”, también era colombiana. Muchas veces tenía sexo sin condom con ella. Deseo señalar en este momento que estas chicas del Black Angus eran sanas de enfermedades de transmisión sexual, ya que se les requería exámenes de detección de enfermedades de transmisión sexual con bastante frecuencia (cada mes). Recuerdo a Marta María, venezolana, divorciada y madre de un hijo; mujer de rostro bello. De unos 26 años más o menos. Sus piernas eran gorditas; llenitas, como las de Laura Isette Collazo Padilla, aquella chica que mencioné en el capítulo 230


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uno “Mi Infancia”. Ella “siempre se me escapaba”; cada vez que trataba de acercarme a ella, siempre “se me perdía”. Así, que cuando al fin pude subir con ella, fue una experiencia que parecía que nunca se daría. Recuerdo que Marta María también vivía en el mismo edificio en la Calle Mc Leary. Imagino que Marta María me atraía mucho debido a que me recordaba a Laura Isette. A Marta María yo le llegué a dar clases de inglés conversacional, además de a Gimena, otra de las chicas, pero con quien nunca “subí”; ya que ésta era compañera de cuarto de Marta María. Recuerdo a Maribel, puertorriqueña, arecibeña. Su madre había sido “Miss Arecibo” en algún momento, tal vez en los años ´70. Maribel era chulísima, tenía razgos orientales: delgadita, senos redonditos y pequeños, con nalguitas pequeñas, bien recogidas. Recuerdo que le habían dado una puñalada en un lado de su vientre. Con Maribel yo estaba dispuesto a llegar a una relación formal. Recuerdo que la primera noche que estube con ella, ella tendría unos 22 años. Estaba vestida de “conejita” de Playboy, junto a otra chica joven, llamada también Carolina, venezolana. Talvés ésta tendría unos 21 años. Era bien formada, atlética, trigueña clara, de ojos y formas bellas. Recuerdo que tenía un ojo medio viradito. Tanto a Maribel, como Carolina, la joven, las conocí en el “nuevo” Lucky 7, al lado de un cuartel de la policía, frente al 231


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residencial público que queda en la Fernández Juncos, en Puerta de Tierra. Una de las chicas que recuerdo desde este tiempo era “Tibizai”, una rubita de cabellos lacios, ojos marrón claros. Tibizai, la noche en que la vi por primera vez en el Black Angus, al principio creí que era una chica que acompañaba a dos muchachos. No parecía que “trabajase” allí. La forma en que estaba vestida era casual, con un traje largo, blanco. No parecía ser de las “chicas”. Tibizai me hacía sentir como si ella fuera mi esposa. Era un saco de sorpresa, pero en el mejor sentido. Con ropa puesta no llamaba mucho la atención, pero cuando “pelaba pa´ bajo” era otra mujer. Era insaciable. Según ella, decía que conmigo ella “se mojaba” con sólo verme llegar. Ella decía que talvés era mi piel o algo en mí, que la exitaba más que con cualquier otro hombre. Tibizai era propagandista médico en Caracas. Tendría talvés más de 26 años, pero no los aparentaba. Muchas veces le propuse matrimonio pero sus palabras eran: “Tú eres demasiado para mí; yo estoy acá abajo, y tú está por allá arriba”

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Tibizai, al igual que muchas de las chicas me llamaban “el teacher”. Sin embargo, si vamos al caso, Tibizai era la más preparada de todas las chicas, era muy cuidadosa al hacer el amor. Usaba guantes y no permitía que tuviera sexo oral con ella. Pero a ella sí que le gustaba “pegarse” a mi miembro. Según ella, yo la “volvía loca”. Recuerdo que siempre usábamos la habitación que quedaba en el segundo piso del Black Angus, al lado izquierdo final. Este era un cuartito pequeño que tenía una ventana, por la cual Tivizai en algunas ocasiones, en las cuales había “redadas”, saltaba al techo y de ahí se tiraba hacia el lado de la mueblería “Galería Melissa”, al lado izquierdo del Black Angus. Una noche yo estaba con ella, y la tuve que ayudar a “treparse” por la ventana.

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Maribel, años después en El Doral, me confesó que ella no se atrevía a llegar a una relación formal conmigo debido a que ella creía que Tivizai era novia mía. Yo le expliqué que aunque yo le había pedido que lo fuera, nunca quiso serlo. Posteriormente Tivizai regresó a Venezuela y no la volví a ver. Cuanto deseo volverla a ver. Maribel tenía una niña. Vivía frente a San Patricio Plaza. Desde la edad de 17 años había entrado al mundo de la prostitución, pues se había ido de su casa con su novio y había tenido una niña. Maribel era usuaria de droga, cocaína, vía nasal. Muchas veces le dije que la quería mucho y no quería que ella se siguiera destruyendo con el uso de drogas. Cuando ya tendría unos 28 o 29 años, estube con ella. Su cuerpo había cambiado; madurado. Ahora parecía toda una señora hermosísima. Tenía su cabello bien largo y sus muslito y caderas ahora eran mucho más formadas. Me sentí cual si realmente estubiéramos casados, madurado en nuestra relación y que ya en esta etapa de nuestra relación, sinceramente era como si hubiésemos madurado juntos. Recuerdo que ya al final, talvés para 1995 o 1996, ella estaba terriblemente mal. Bebía mucho licor; se emborrachaba mucho y se había puesto bastante gorda y fuera de forma. Había perdido toda su “compostura”. Después no supe más de ella.

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Para el 17 de junio de 1990 ya yo había establecido “contacto” con Minerva, nuevamente. Si recuerdan, desde el verano de 1987, el día que estube con Ivette en Quebradillas, yo la llamé a su casa, pero ella no estaba. Para este día en particular, 17 de junio, 1990, recuerdo que le escribí mi primer poema. Primero de una colección de diez, incluyendo una dedicatoria a su pueblo de Quebradillas en forma de documental. POEMA UNO: FOR MINERVA, MY SWEETEST SWEETHEART By: Pablo Fernandez Colon 06-17-90

Mirada profunda y penetrante cautiva mi alma Insistentemente día y noche; cual espejo refleja 235


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Nítida y calladamente mis más secretos anhelos. Envuelve en un manto de silencio un caudal de Renuentes sentimientos de su ser sólo conocidos. Vibrantes en mi pecho, mas callados en mis labios Ante el temor de ser rechazado por ti - amor mío. Regreso en el tiempo y en el espacio en busca del Origen de tu mirada no olvidada y latente día a Día durante decenas de desvelos al pensar en ti. Retorno al presente y te encuentro más hermosa. Inicio un nuevo e incansable esmero de luchar Guiado por una fuerza inquebrantable de Un profundo amor añejado por el tiempo y la distancia Enloquecido por el temor de no atreverme tan siquiera a Susurrarte al oido: TE AMO MINERVA, TE AMO! Remonto mi pensamiento hacia el futuro inminente Orientado por un sueño de amor aún no realizado. Dirijo mi mirada a tus negros ojos en busca de tu amor Reservado; callado. Mudo. Con el deseo de Irrumpir gentil y sutílmente el portal de ese Gran amor que encierras dentro de ti; calladamente. Urgentemente me lanzo decidido en busca de tu amor, Esperando esta vez recibir de ti tu aprobación; Zafando de mí la timidez y abrigando la esperanza.

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POEMA DOS: M I N E R V A MINERVA, Diosa Itálica de la Mitología Griega Inspiradora de la Medicina y protectora Nacional de los oficios y artes del Estado. Exaltada entre las Deidades Griegas Reconocida como parte de la Trilogía Eterna. Virgen pura, Guardián de la Salud. Alma de mi alma; Inspiración de mis versos. Motivo por el cual mi corazón se Inspira a dedicarte este poema Nacido entre mis más profundos sentimientos Entrelazado en mis más guardadas emociones. Realízate en mis versos, conviértete en el Vehículo de mis sentimientos y llévame Al encuentro del Pasado, Presente y Futuro. MINERVA, MINERVA, tu nombre es inspiración Inagotable ante la cual se rinde mi alma. Naciste para ser honrada, amada y Exaltada entre las Mujeres. Razón de mi vida, motivo de mi ser. !Ven a mi encuentro - Amada mía! Agárrate a mi pecho, escucha mis latidos. Mírame a los ojos, descubre mis Inagotables ansias de amarte. 237


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No me niegues tu amor profundo. Envuélveme en el río caudaloso de tu Reservado Espíritu apacible. Vibra en mi ser, llena mi existencia. Abrígame en tu pecho, hazme parte de ti. MINERVA, mi más brillante Estrella Irradia la luz de tu notable llama Naciente, brillante más que el sol Encendida más que mil antorchas. Resplandece en mi mirada. VORAZ INCENDIO: brilla, quema, Arde, consume el bosque de mi sentir. Mujer maravillosa, hembra codiciable Ilusión del más bravo de los hombres. Noche encantada llena de estrellas. Encuentro de dos mundos: del Real y del Soñado. VIRGEN TIERNA Y DULCE, ARTE VIVIENTE, MUÑECA VIVIENTE, DIVINA VELDAD. Mientras más te pienso, más te sueño. Igualmente enciendes la Llama de mi fuego inspirador. Nada apaga el destello de tu llama de amor en mí. Encarnas la más perfecta expresión majestral, Retrato viviente, óleo aún húmedo - de versos, Viertes en mí palabras cual colores y matices Armoniosos que plasman mis versos sobre 238


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el lienzo del Poeta-Pintor. Mis palabras se convierten en pinceladas de arte. Ininterrumpidamente, durante la noche te veo Navegando en la Barquilla de mi imaginación. Entreabres cautelosamente las Puertas de mi creatividad. Recurro a mi pluma tratando de Verte brotar de mis líneas de versos cual Aparición mística o espejismo sobre un lienzo de Versos llenos de amor; De mi AMOR por TI POEMA TRES: EN LA DISTANCIA Si mis versos inspirados tuvieran el poder de traspazar Los linderos de la distancia que nos separa Y pudieran hacerte venir a mi encuentro. Si mis líneas poéticas pudieran penetrar tu corazón Y hacerte sentir por mí lo que mi ser siente por ti, Sería el más grande de los poetas. Si mis fuerzas creativas tuvieran la facultad de Penetrar tu mente y en el mismo momento en que escribo Pudiera leer tu mente y hacerte saber, sentir, pensar como yo. Si con pensarte te tuviera, con imaginarte te abrigara 239


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En mis brazos y con desearte te acariciara tiernamente Ya no estaría solo porque tú estarías aquí conmigo. Si tuviera el poder de poseerte en la distancia Miles de millas de mar y cielo serían nada Porque aún cuando lejos te hallaras, Estarías tan cerca de mí, Cual está mi lapiz a la hoja en que escribo este poema.

Minerva, te pienso cerca muy cerca de mí.

POEMA CUATRO: INDECISION 25 de Julio de 1990 Hoy ya hace una semana y un día Que dejaste tu hogar en mi patria Y te trasladaste a la tierra de la Fuente de la juventud. Saliste sin saber qué querías o qué buscabas. No diste seguridad de amor aceptado a nadie; Mas aún así sé que me piensas. Sé que mis últimas palabras a ti - mis líneas De versos - te extremecieron. Te hicieron temblar aunque no dijiste nada. 240


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Aunque callada, sé que algo pasó en ti Algo te extremeció y temblaste. En tu corazón algo cayó al suelo Y no te atreviste a recogerlo Talvés porque estaba yo allí. Sólo puedo imaginar lo que dirías O lo que hiciste al irme de tu hogar. Cuanto hubiese dado por ser invisible Y haberte visto reaccionar a solas. Quisiera estar en tu mente y corazón Para poder sentir lo que sentiste No importa cuan insignificante haya sido. Sé que algo sí sentiste, sea lo que haya sido, Sé que fue por mí. Notas: Recuerdo un incidente que aconteció el día 1 de marzo de 1991. Para entonces era maestro de inglés, octavo grado en la Escuela Intermedia Urbana, Luis A. Rivera, de Guayama. Desde 1989 ya yo trabajaba en esta escuela. Ese día había escrito un poema para Minerva. Llamé a una de mis estudiantes más aplicadas y le pedí que lo leyera y me hiciera saber su sentir sobre el poema. Lo menos que pensé fue el problema que este poema causó en la escuela. Otra de las estudiantes, malinterpretó lo que pasaba y creía que yo “estaba 241


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enamorando a Luz, no recuerdo su nombre completo ahora. Oh sí; Luz Nereida, pero no recuerdo su apellido. En menos de una hora habían levantado “toda una investigación” sobre mi persona que rayaba hasta en hostigamiento sexual hacia algunas de mis estudiantes. Todo esto pasaba a mis espaldas. Hasta sacaron copias del poema, sin yo saberlo. Cuando la directora escolar, Sra. Lydia Rodríguez de Valentín me llamó y me advirtió “todo lo que habían informado las estudiantes envueltas”, recuerdo que le dije: “¿Con qué permiso ustedes se han atrevido a hacer esto? Y ¿Quién le dió permiso para sacar copias a ese poema sin mi consentimiento? Acaso no saben leer: dice claramente que está dedicado a Minerva Rodríguez Rodríguez. ¿Acaso alguien aquí es Minerva Rodríguez Rodríguez? Se dieron cuenta que yo estaba a punto de tomar acción legal en contra de todo este “proceso investigativo” carente de fundamentos. Verdaderamente este fue un incidente indeseable y mal fundado. “Pero no debiste darle el poema a una estudiante, menor de edad. Para eso se lo hubieses llevado a una maestra, si deseabas saber su reacción 242


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de mujer hacia el mismo”. – Replicó Lydia Rodríguez de Valentín. Recuerdo que ésto pasó un viernes, prácticamente a primera hora de la mañana (entre 8 y 9 de la mañana). Recuerdo, que posteriormente le llevé el poema a mi pastor metodista, el Reverendo Bienvenido Güisao, quien además de pastor y profesor de teología en la Inter de Guayama, también escribía poemas. Él indicó que no encontró nada impropio o vergonzoso en el mismo; talvés un poco sugestivo, pero no en forma explícita. El poema, posteriormente, se llamó “Poema Perdido” y les explicaré el porqué. Posteriormente hice una pintura que acompaña al Poema Perdido, Poema Cinco. El mismo decía algo así, ya que hubo que reescribirlo del papel de carbón que logré recuperar, tras haber hecho una copia al carbón, como acostumbraba

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Decía algo así: POEMA CINCO: TU RECUERDO ME CAUTIVA 2 de Marzo de 1991 Arecibo, Puerto Rico Eres más que un sueño o un sentimiento de ti; Salpicas en mi mente contínuamente cual gotas de Lluvia inquietantes que caen sobre el quieto estanque, Repleto de aguas claras y serenas, distorcionándose, Debido al lento pero contínuo caer de gotas de lluvia El reflejo de todo aquello que se mira en el fondo, Creando imágenes flotantes y momentáneas sobre 244


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aguas Vivas, antes inertes, ahora vivientes, formando ondas Circulares que se distancian de su epicentro. Eres esas gotas de agua Que caen en mi pensamiento, revolteando todo mi sentir Haciendome pensar en ti aún cuando tú no lo quieras. Aún en mis sueños brotas cual gotas de agua que mojan Mis suenos haciéndote presente en ellos; Despierto abrúptamente ansioso de tenerte a mi lado, Y de ardientemente desear que no fueras sólo sueño, Sino realidad. Realidad viva y palpante en mi Vida y existencia. Vuelvo a dormirme buscando despertar y ver que estás Aquí junto a mi lado. Que no eres sólo un sueño. Que eres más que un sueño; más que un impulso del Subconsciente. Eres caudal impetuoso de bravos ríos, Cataratas incontrolables, generadores de energía Brindando nuevas fuerzas y deseos de vivir. Es que tu recuerdo me cautiva, haciéndome pensar en ti Aún cuando tú no lo quieras. Para MINERVA Rodriguez, De PABLO Fernández Colón NOTA: Reescrito el día 13 de junio de 1991 9:30 pm a 12:00 medianoche. 245


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Como indiqué previamente, este poema marcó una historia, muy peculiar en mi vida. El sábado 2 de marzo, 1991, en camino a una exhibición de aviones antiguos y paracaidismo que había en el aeropuerto de Arecibo, decidí ir allá. Para este entonces ya yo no tenía el Camaro Z-28. Ahora tenía un Mustang GT, 1988, importado, pero “como de paquete”. Había cambiado el Camaro en Agustín Lugo en la entrada de Río Piedras por esta Mustang. Esto fue de casualidad, ya que había llevado el Camaro a repararle un chip del “Power Lock” que se había dañado, ya por segunda vez. El Mustang estaba recien llegadito al dealer y uno de los vendedores me dijo que si quería cambiarlo por el Camaro y llevármelo ese mismo día.

Ahora el Mustang era la “mascota” del Club Honda de Guayama. Estaba “bestial”. En Guayama sólo habían dos de ellos. Uno era del dueño de la Pandería Díaz, y el mío. Siempre los estacionábamos 246


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uno detrás del otro, ya que la panadería quedaba bien cerca de la escuela Luis A. Rivera. El asunto fue que ese sábado, 2 de marzo, 1991, en camino al aeropuerto de Arecibo, me llevé la maquinilla de escribir, y mientras veía el expectáculo de paracaidismo, lo pasé en limpio. Recuerdo que minutos antes, me habían multado en la autopista de Arecibo. Como era usual, el guardia que me multó retuvo mi licencia de conducir allá. Bueno, en fin, los problemas habían empezado desde el día anterior en la escuela. Después de haber pasado a maquinilla el poema, nuevamente, procedí a hacerlo llegar a Minerva en su casa. Ella no estaba allí. Así que se lo dejé con una de sus hermanas, Zenaida. Además le había llevado un regalo, pero ahora no recuerdo qué era. Ahora recuerdo; fue una pintura hecha por mí. El “feeling” que experimenté tras haberle hecho llegar el poema fue de gran bienestar y satisfacción. Olvidé todos los malos ratos pasados previo a ese momento. Recuerdo que de regreso a Guayama, decidí pasar por el Restaurante “Pizza Hut” del Condado para comer una “meat lover”, la cual era mi favorita. Como mencioné al comienzo del capítulo, yo siempre andaba solo; desde que salí de la Iglesia Pentecostal de Jesucristo, cuando casi siempre andaba acompañado de José Luis Colón Sáez. 247


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En el momento que estacionaba el Mustang en el estacionamiento del Pizza Hut, había un Toyota, viejito, con cuatro hombres jóvenes adentro. El lugar no era muy alumbrado; era un poco oscuro, y obviamente, peligroso. Pero yo sólo pensaba en Minerva y en el poema que le había hecho llegar. Hicieron como que salían del estacionamiento. Yo ya había estacionado el auto y me proponía a salir del auto, cuando al abrir la puerta noté que alguien sostenía una pistola, semi-automática, plateada, justamente en la parte baja de la puerta. Éste era un asalto “a mano armada” – un “Car Jacking”. Era primero un joven. Se había escondido al lado de la puerta mientras yo le ponía el “bastón” de seguridad al guía del auto. Mi mente y corazón no estaban allí; estaban en Quebradillas. Sólo Minerva ocupaba mi atención en ese momento. Al darme cuenta de lo que estaba pasando, comprendí que me estaban dando un “car jacking”. Antes de ésto, en Puerto Rico tal acción no era considerada delito federal, en especial si había alguna muerte envuelta en el mismo. Así que eso de “car jacking” no era parte de nuestro lenguaje común de esos días. Cuando el muchacho con la pistola me dijo que me bajara del auto y le diera las llaves del auto, apuntándome con el arma, mi primera reacción fue ignorarlo. Recuerdo que le dije: 248


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“¿Qué es lo que te pasa? ¿Qué quieres? Pero al darme cuenta que no estaba solo, sino que había otro muchacho más con él, entendí que era en serio el asalto. Recuerdo que me dijeron que me arrojara al piso, mirando hacia abajo. Mientras uno me aguantaba con el arma sobre la cabeza, el otro le decía: “Mátalo, mátalo, que ya nos vió”. Se notaban nerviosos. En este momento llegó el tercero de ellos, mientras que el que conducía el Toyota había salido del estacionamiento. Me pidieron la cartera. Yo les dije que tomaran más o menos $40.00 que tenía en ella; pero ellos decidieron llevarse la cartera, además del auto. Les soy sincero; no sentí miedo. Estaba tan feliz de haberle entregado el poema a la hermana de Minny que “nada me importaba”. Lo que sí me importaba ya lo había hecho; era entregar el poema “problemático”. Si moría en ese momento, moría feliz. Me sentía en paz, después de la tormenta del día anterior. Aún parece verme tratando de caminar al frente del Mustang, tratando de impedirles que se llevaran el carro. Aceleraron el auto y por poco me arrollan con el mismo. Los dejé pasar, pero inmediatamente corrí detrás de ellos para alertar a la gente que pasaba por 249


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allí. Aunque usted no lo crea, a penas unos pasos más adelante había una patrulla de policía. Parece que al ellos verla, decidieron girar en contra del tránsito en la Avenida Ashford, frente a la Farmacia Walgreens y el Pizza Hut. Recuerdo que alguien me dijo que avanzara y avisara al patrullero. Pero, irónicamente, el policía no estaba en la patrulla. Supuestamente, estaba persiguiendo a “un ladrón” que parecía que se iva a robar otro auto allí. Peor aún; no era ningún ladrón del auto. Era el dueño; el auto no le prendía y se había metido de prisa al edificio del frente para buscar algo. El policía creyó que intentaba hurtar el auto y “se le fue detrás”. En resumen, el guardia no se dió cuenta del verdadero “car-jacking” de mi auto. Cuando comenzé a hablar con el guardia para reportar el robo, en ese momento otra patrulla que se hallaba cerca había visto salir en contra del tránsito a un Mustang GT, negro, que entraba al expreso de Diego e “iva a las millas”. En este momento yo le informé al oficial policiaco: ese es mi auto. Tras hacer la querella, me dijeron que si lograban atraparlo, me lo traerían de regreso allí. Pero esto no sucedió. No pudieron traer el Mustang de regreso. Peor aún, al día de hoy, ese auto no se sabe que pasó con él. Posteriormente al car jacking, David, mi hermano me fue a buscar frente al Pizza Hut, cerca de las once de la noche. El asalto pasó como a las ocho de la noche. 250


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Definitivamente, este era mi primer encuentro cercano con la muerte. Obviamente una muerte segura. Pero Dios decidío darme la oportunidad de seguir viviendo. El lunes próximo le dije a la directora escolar lo que había pasado. El problema mayor era que dentro del maletín que tenía en el baul del auto, estaba el registro con las notas parciales de mis estudiantes. Además habían documentos de Networking de Amway, ya que en estos día yo pertenecía a ellos. Posteriormente alguien encontró parte de los documentos en el Caño Martín Peña; arrojados en el agua. Era alguien que se hallaba pescando por allí y, tras rescatar algunos de ellos, me los hizo llegar por correo. De seguro fue que los ladrones arrojaron el maletín por el puente del caño al pasar por allí. Pasaron los días. Cada vez que sentía a alguien caminando detrás de mí, la primera reacción era mirar atrás. Recuerdo que un día, mientras pasaba cerca del cine de Guayama, ví a un “tipo” que se parecía a uno de los asaltantes. Pero resultó ser uno de mis ex alumnos de la Simón Madera. Cada vez que salía a cualquier lugar estaba pendiente a todo Mustang GT 1988, que me pasase cerca. Recuerdo que hasta en las carreras de autos en el Salinas Speedway o “Puerto Rico Imternational 251


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Speedway” un día había uno que se parecía al mío. Pero no era. Pasé un tiempo sin auto hasta que como tres o cuatro meses después me compré una Honda Civic del 1991, blanca, “de paquete”. Recuerdo que para ese verano, le dí pon a Minerva al Aeropuerto Internacional Luis Muñoz Marín (Isla Verde) a buscar a su hermana Brunilda que había venido de vacaciones de estados Unidos.

Pintura que le obsequié a Minny en 1992 252


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Luego no supe más de Minerva por un tiempo; ya que según me había informado, estaba desempleada y se había ido de viaje de vacaciones a Estados Unidos. Supuestamente estaría en Chicago, donde ella había nacido y vivido cuando niña antes de vivir en Quebradillas. Ya en el año 1992, para el verano de este año decidí irme a trabajar con las escuelas públicas de la ciudad de Nueva York. Hice todos los arreglos y trámites directamente desde las oficinas del “New York City Public Schools” en el edificio El Monte II, en Hato Rey. Recuerdo a un Luis A. Rivera, quien era el técnico de las huellas dactilares para ser enviadas a investigar para ver si tenía algún antecedente penal o criminal. Este fue negativo, obviamente. Gracias a Dios que en mis juntillas cuando adolescente con mis amigos Pifito e Indio en Guardarraya, por el robo del dinero de don Zifre, padrastro de Pifito, y posterior compra ilegal de las bicicletas en Yabucoa, no se nos sometío ninguna falta o cargo criminal. Como señalé en el Capítulo Uno: “Mi Infancia”, Pifito, Indio y yo nunca más nos volvimos a encontrar los tres juntos, jamás. Para cuando trabajaba de maestro en la Simón Madera en Guayama, (1982 y 1987), Pifito ya era guardia escolar allí. Se había casado con Milagros Rodríguez, hermana de mi amigo de infancia, Pedro. Indio, por su parte, se había ido para el ejército. 253


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Como también señalé, Pifito murió de Cancer o SIDA en 1991. A Indio lo volví a ver un día en Coamo, mientras tratábamos de entrar para ver el Maratón, talvés en 1999 o 2000. Se había casado, tenía dos hijos, un “indiesito” como él y una indiesita. Su esposa también era india. Había salido del ejército, creo que con rango de teniente y estaba estudiando en la Inter de Guayama, Justicia Criminal, si mal no recuerdo. Volviendo a donde me quedé; este Luis A. Rivera, en las próximas elecciones de 1992, salió electo alcalde del municipio de Comerío, Puerto Rico. Es de esta manera, que al ver que ya en Puerto Rico no había motivación para yo seguir aquí, decidí irme a trabajar de maestro con las escuelas públicas de la ciudad de Nueva York, durante dos años 19921994, regresando a New York a veinte años de haber estado en el Bronx y haber estudiado allí dos años. Y fue precisamente en la James Monroe High School, mi escuela, donde precisamente fui ubicado, por petición mía a Luis A. Rivera y a los entrevistadores tanto acá en San Juan, como con Ivonne Medina, allá en el “Board of Education” en Brooklyn, New york. Como señalé previamente, Minerva era ahora mi inspiración, al punto que compuse hasta un documental de Quebradillas, dedicado a ella. Aunque usted no lo crea, esta fue la primera vez que 254


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el título: “De Regreso a la Vida” (Coming Back to Life), apareció en mi mente, sin tener ni la menor idea de lo que ésto significaría años después de haberlo escrito. Este fue el inicio de lo que en este momento lleva el mismo nombre; mi autobiografía. D O C U M E N T A L: DE REGRESO A LA VIDA: PARTE I Producido por: PABLO FERNANDEZ COLON 8 de Junio de 1991, Guayama, Puerto Rico. (25 de abril de 1992 Dedicada esta producción a la bella persona de: MINERVA RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ © 1992. DOCUMENTAL UNO: DE REGRESO A LA VIDA I 8 de junio de 1991 11:00 pm. Guayama, Puerto Rico. Guajataca histórica y rica en herencia taína Rincón de mi hermosa Boriquén Conservadora de la raza Taína, Antiguos pobladores de nuestra bella Isla (Música) Tu túnel del Guajataca recrea un pasado glorioso 255


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de los años de conquista y colonización Española. (Música del Tren). Saliendo del túnel se aprecia el más bello valle verde y espeso, Rodeado de enormes montañas. Formadas por impresionantes rocas calizas Enmarcando un imponente paisaje Que desde las altas alturas Desciende a la costa abrupta de la playa Formando una barrera natural de grandes piedras y corales centenarios que sirven de arecife natural para aguantar las fuertes y grandes olas de un mar embravecido pero a la misma vez hermoso; repleto de varios tonos verdes-azules resplandecientes, que contrastan con las blancas olas que chocan con ímpetu contra el gran acantilado de piedras y plataformas calizas. (Música) En medio de las olas cercanas al arecife playero se levanta una enorme roca; inmobible ante las fuertes olas que chocan en un centelleo blanco salado por el brincar de las olas al explotar éstas contra la inconmobible roca; puesta allí de forma enigmática cual si hubiese sido 256


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rodada desde las altas alturas de las paredes amuralladas de formaciones calizas cóncavas-acantiladas, cañonísticas y tal vez, si se puede describir así, madre y protectora de cavernas, grietas, cuevas y formaciones irregulares que surgen naturalmente cual fortalezas que impiden la entrada de extraños provenientes en naves, tratando de llegar a la playa-orilla; pero que una vez descienden sus tripulantes y tratan de llegar al hogar de los nativos indígenas, (Música) La naturaleza se une en su defensa, presentando un bloqueo infranqueable preservando intacta la riqueza humana y abundante flora verde que cubre y se entrelaza a esa impresionante pared natural. (Musica) A corta distancia del túnel Guajataca, Al ir hacia el norte-oeste del pueblo de Quebradillas, pasando por lo que hoy en día se conoce como el barrio San José, cruzando toda la verde valle-meseta, se llega, bajando por una angosta y precipitada carretera curvulenta, a la orilla-playa, Puerto Hermina, en lo bajo de la gran altura; allí, mejestuosamente se visualiza, contrastando con la gran montaña rocosa-caliza, el rostro tallado en piedra, del gran 257


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Cacique del Guajataca-Guarionex; impresionante su mirada hacia el mar; hacia el gran Océano Atlántico. Subiendo entre las rocas se llega a una cueva que tal vez fuese refugio del gran Cacique, lugar donde se aguarecía de las lluvias copiosas de los meses de junio a noviembre, periodo de grandes inclemencias climatológicas, y de seguro, de furiosos huracanes que visitaban la Isla, azotándola con gran furia. (Musica) NOTA: Prohibida la reproduccion parcial y/o total de todas o partes de este trabajo sin la autorización escrita de su autor y/o representante legal. Para solicitar autorización de reproducción y/o uso, diríjase a la siguiente dirección: 21st. CENTURY NETWORK ENTERPRISES INTERNATIONAL Urb. Blondet. H-168 Guayama, Puerto Rico 00784

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D O C U M E N T A RY COMING BACK TO LIFE:

PART I

Produced by: Pablo Fernández Colón Junio 8, 1991 Guayama, Puerto Rico © April 25, 1992

This production is dedicated to the beautiful person of: MINERVA RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ © 1992.

DOCUMENTARY ONE: COMING BACK TO LIFE I June 8, 1991. 11:00 pm. Guayama, Puerto Rico.

Guajataca, rich in its Taíno legade and historical background. 259


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Small site of my beautiful Boriquén. Keeper of the Taíno race, ancient settlers of our beautiful Island. (Music) Its Guajataca tunnel recreates a glorious past of the Spaniard conquering and colonization years. (Music of the Train) Going out from the tunnel can be seen the most beautiful green and abundant valley, surrounded by huge mountains formed by dazzling limestone rocks, framming an imponent landscape, that, from the high heights comes down to the abrupt coast of the seashore, forming a natural barrier of enourmous rocks and centenary corals that serve as natural reef to hold off the strong and huge waves of a braveful but at the same time beautiful sea, full of a variety of blue-green brilliant tones that contrast with the white waves that crash with impetus against the great steep of rocksand and limestone platforms. (Music) Between the waves near to the seashore reef, an enormous and unmovable rock raises against the strong waves that crash with all their forces onto ir, breaking them up in a white and salty shimmer, jumping up from the waves when they explode against the firm huge rock, placed there in an 260


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enigmatic way, like if it has had been rolled down from the high elevated rampart-walls of limestone formations, concaved-steeped, cannolike and maybe, if it can be described in this way, mother and protector of caves, craks, grottos, and irregular formations that raise naturally like fortresses that avoid the entrance of strangers who come in their ships trying to get close to the seashore-beach, but once they descend and try to arrive at the native-indians homes, nature comes into the natives defense, presenting an infrangible blockade, preserving, neetly, the human richness and abundant green flora that covers and interlaces unto the amazing natural wall. (Music) A short distance from Guajataca tunnel, going North-West to the town of Quebradillas, passing through what is nowadays known as the San Jose Community, crossing all the green mesetavalley, and descending by a narrow and precipitate curved road, on the low-lying land of seashore-beach, Puerto Hermina is reached. (Music) There, and contrasting with the huge rocky-limestone mountain, the rock-shaped face of the Guajataca 261


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Cacique Guarionex, is majestically seen; His impressive glance looking toward the sea, the Great Atlantic Ocean. Climbing up among the rocks, a cave that maybe served as a shelter for the great Indian Chieftain, is reached; a site where he protected himself against the profuse rains during the months from June to September, season of constant climatologic inclemencies and also probably of furious hurricanes that visited the Island, whipping it with grand fury. (Music) NOTE: The fully or partial reproduction of one or all parts of this work is prohibited without the written authorization of its author or legal representative. For asking authorization for use or reproduction of this work, adress yourself to: 21st. CENTURY NETWORK ENTERPRISES INTERNATIONAL Urb. Blondet H-168, Guayama, Puerto Rico 00784

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POEMA SEIS: DE REGRESO A LA VIDA II 16 de Junio de 1991 4:20 pm. Guayama, Puerto Rico

QUEBRADILLAS, Pueblo de gran leyenda, Lugar de riqueza histórica sin igual. Regufio de piratas, preservador de tesoros Escondidos. El tiempo transcurre, vertiginosamente. Mas visitar tus playas, cuevas, ríos, Lagos, túneles, y otros tantos lugares Recónditos, es como regresar a lo que Rue allí la vida en tiempos de la Colonización y pre-colonización española. Pensar en lo que sería la vida allí Es todo una aventura. Es desear Remontarse en el tiempo a cinco siglos Atrás y ser testigo ocular del Desenvolvimiento de la historia. Sean las palabras ese vehículo que nos Remonta al origen de tu historia - Guajataca. Sean las líneas escritas el canal en el Tiempo y espacio que nos ubica En el preciso momento en que Cristobal Colón Te vió por primera vez. 263


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Sean mis versos y prosa la llave del pasado, Que abre las puertas selladas por el tiempo De tu riqueza cultural e historica. Sean mis sentimientos hacia ti el combustible Que me impulsa a iniciar esta gran aventura. Sea mi prenda de suerte el gran amor mío Hacia una preciosa Quebradillense, la soga fuerte Y resistente que me sujete todo el tiempo De esta gran travesía en el tiempo y en el Espacio por conocer más de ti, Quebradillas. Sea su amor correspondido y colaboración El ancla en que se afinca mi corazón Para seguir a toda marcha y sin desistir De esta gran aventura que se inicia en esta Página escrita, y que aún al pasar el tiempo, Quede este escrito como el testimonio de la Fuerza del amor y la inspiración, el sello Del profundo afecto de un ser casi regresado De la muerte, revivido por una fuerza eterna Y creadora, mi contribución a la posteridad Del sentir romántico-nostálgico que me inspiró A escribir: "DE REGRESO A LA VIDA". Dedicado su contenido RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ

a

MINERVA

Llegó el verano de 1992 y yo decidí irme para Nueva York. Flor, después de todas las luchas, recibió su “tarjeta verde” (Green Card), por su hija, 264


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que era nacida en Puerto Rico, e hija de un puertorriqueño. Se fue a Colombia y no la volví a ver como hasta las navidades de 1992, que vine de vacaciones a Puerto Rico, cuando de sorpresa me encontré con ella y su niña, quien ya tendría unos tres años. Recuerdo que la niñita le preguntó a Flor si yo era su papá. “Ella debió haber sido tu hija; pues para ella, tú eres su papá”. Ella (Flor) me dijo: “Debí de haberme quedado contigo”. Recuerdo que esa noche que me encontré con Flor, fue frente al Black Angus; salía de allí, cuando Flor me vió y llamó. Como dije anteriormente, Flor ya no era “Alba”, es decir, ya no era “trabajadora del sexo”. Ahora era “taxista” de las mismas muchachas que “trabajaban” en el Black Angus y en el Doral. Flor era una señora madre, mujer trabajadora, en un trabajo digno de toda una dama respetable y de honra a su hijita. Recuerdo que ahora vivía en el edificio multipiso, frente al Black Angus, detrás del Clarion Hotel y Casino (ya para este tiempo el Clarion estaba cerrado). El Hotel Clarion era recordado por su famoso restaurante, en el Penhouse, “Windows of the Caribbean”. Después de esta vez, cuando ella me llevó a su apartamento para ver a su hijita, nunca más, hasta el día de hoy, volví a verla o saber de ella.

New York 1992-1994 265


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Durante dos años, 1992 al 1994 (septiembre 92 – junio 94), estube trabajando de maestro en la escuela donde veinte años atrás (1971-1973) había estudiado mis grados 10 y 11 de “High School”: la escuela superior James Monroe en el Bronx, New York; (1300 Boyton Avenue), bajando del tren #6 hacia Pelham Bay, en Elder Avenue. Me entrevisté en la oficina de las escuelas públicas de Nueva York ubicadas en el condominio El Monte II, en Hato Rey, Puerto Rico.

Como señalé anteriormente, recuerdo al técnico de huellas digitales o dactilares, Luis Antonio Rivera, de Comerío, Puerto Rico, quien para las elecciones de 1992, salió electo alcalde de su pueblo por el Partido Nuevo Progresista (PNP). Tomé los exámenes tanto escritos como orales; obtuve 100%. Así que ya que cumplía con, 266


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prácticamente, todos los requisitos del “New York Board of Education” o Departamento de Educación Pública de la ciudad de Nueva York; me fue fácil el traslado. Como ya indiqué, desde el proceso de entrevistas en Puerto Rico, les hice saber mi deseo de trabajar en la James Monroe, pues había estudiado allí. Inició el año escolar 1992-93 y estube en la “Junior High” o escuela Luis A. Rivera de Guayama durante el mes de agosto, 1992. Solicité una licencia por enfermedad (sin sueldo) por el resto del año escolar 1992-1993; efectiva al 31 de agosto, 1992. Recuerdo que otra maestra, María Rodríguez de Nieves (antes Mrs. Rodríguez de Fung), también hizo lo mismo. Pero ella se iba para Santa Cruz, Islas Vírgenes. Desde las oficinas de Hato Rey, mediante la entrevistadora hice contacto con Emma Teta, una señora italiana que rentaba apartamentos en Jackson Heights, en Queens, N.Y. Le indiqué el día que llegaría allá. En estos mismos días, antes de irme a New York (septiembre ´92), solicité un préstamo a la Junta de Retiro de Maestros de Puerto Rico por $3,000.00 para así cubrir mis gastos durante los primeros meses en lo que cobraba en New York. Llegar a la James Monroe otra vez fue algo extraordinario. Allí me encontré con una de mis maestras; Ms. Albano a quien le llamábamos Miss “Al baño”. Reconocí su nombre al verlo en la puerta 267


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de uno de los “lockers” o armarios de los maestros en la oficina del Departamento de Inglés como Segundo Idioma (ESL). El director del Departamento era de Yabucoa, Puerto Rico: Peter Miranda. Al entrevistarme con él le indiqué que era un orgullo para mí poder trabajar en la escuela donde había estudiado. No tuve problemas de ajuste, pues me sentía en mi misma escuela. Recuerdo ese primer día de trabajo; la reunión de facultad de casi 200 maestros en el teatro de la escuela. Allí aún estaba la viejita secretaria que veinte años atrás trabajaba allí; estaba “igualita – de vieja”. Me fue de gran alegría encontrarme con Ms. Albano; ella también se acordó de mí. Dos años fui su estudiante y dos años, veinte años después sería su compañero de trabajo. Mi compañero de apartamento era un contable, nacido en la India y criado en Pakistán: Zaheer Sidiqui, “Mr. Zee”. Nos acoplamos muy bien. Durante los dos años que viví en Queens, compartimos el mismo apartamento; el 1023 de la calle 92, entre las avenidas 5ta y 6ta., Calle 90. Cerca de Junction Boulevard, tomando el tren #7; bastante cerca del aeropuerto La Guardia y del Shea Stadium (Parque de los Mets de NY); cerca también del US Open (de tenis). Cerca de mí se hospedaba Joaquín Puntonet, de Aguadilla, Puerto Rico, piloto cesanteado durante 268


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la huelga de la Eastern Airlines en 1992. Esto fue debido a los controladores aéreos, quienes estaban en huelga y muchos de los pilotos se unieron a su causa. Él también iba de maestro desde Puerto Rico, aunque él no era maestro. Joaquín desempeñó un papel muy crucial en mi vida, ya que mediante su segunda esposa, Monserrate (Monsi), enfermera, fue que conocí a quien después sería mi novia: Wanda Yadira Silva Sánchez, Miss Aguada Televisión, 1993. Wanda era amiga íntima de Monsi y a través de Monsi, fue que logré conocerla. De Wanda hablaré posteriormente.

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Zaheer Ziddiqui, “Mr. Zee”

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Si recuerdan, desde que trabajaba en el CUTB (Colegio Universitario Tecnológico de Bayamón) de la UPR (Universidad de Puerto Rico), (1985-86), había conocido a Minerva “Minny” Rodríguez Rodríguez, de Quebradillas, Puerto Rico. Antes de irme a Nueva York, sabía que a ella la habían cesanteado de la fábrica Pfizer de Barceloneta, donde trabajaba como programadora de computadoras. Sabía que ella iba de vacaciones durante el verano (1992) a Nueva York, a casa de su hermana Brunilda “Bruny”. Lo que yo no sabía era que ella se había quedado en Nueva York. A un mes de yo estar en N.Y. (octubre, 1992), decidí una noche pedirle permiso a “Zee” para llamar a Quebradillas; a casa de sus padres para saber de ella. La sorpresa que me dió su hermano fue la siguiente: “¿No la has visto? Ella también está en New York y vive en el Bronx”. Me dió su número de teléfono. Si mal no recuerdo, creo que yo tenía ya el número, a través de información de la telefónica de N.Y., pero no estaba seguro si era ése. Así que decidí llamar. Creo que no estaba en la casa cuando llamé; sólo estaba la máquina de mensajes; “You have reached the number of Brunilda Rodríguez; at this moment, I´m not at 271


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home, but you can leave your name and phone number; I´ll call you as soon as posible”. No recuerdo si yo llamé o no; lo que recuerdo es que estaba seguro que “Minny” me iba a llamar esa misma noche. Tan pronto su hermano le diera mi número de teléfono en Queens; pues ella llamaría a su casa (en Quebradillas) esa misma noche. (Si mal no recuerdo esto era un lunes, por la noche, como a las siete de la noche, cuando yo llamé a su casa en PR). “Sidiqui” me invitó al Club “Fiddle and Bow”, pero yo le dije que no me iba hasta que Minny me llamara, pues, como dije, estaba seguro que llamaría. Y así fue. Ella me llamó esa misma noche. Cuando “Zee” llegó me vió muy contento y le dije: “I told you, she would call me, and she did it”. Le puse parte de la grabación de nuestra conversación. A partir de este momento menciono a Minerva ya que entendí que éste era el momento y las circunstancias favorables para que entre ella y yo surgiera una relación amorosa. Supe que ella se había dejado de su último novio y que vivía con su hermana. En varias ocasiones hablé por teléfono con ella. Casi todas las conversaciones “las grabé”.

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Se acercaba su cumpleaño en diciembre 14. Me había puesto de acuerdo con ella para visitarla y compartir con ella. Pero siempre tenía una excusa para no verse conmigo. Así que decidí enviarle un arreglo de una docena de rosas rojas a su trabajo, en Pfizer, de Brooklyn. Ella las recibió.

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Primera nevada 1992 en Queens, NY. Al ver que venían de una floristería de Jackson Heights, en Queens, supo que había sido yo. Esa misma noche, más tarde, estando ya acostado, no sé ni como al levantarme para coger el teléfono escuché su voz en la máquina de mensajes. Cuando lo fui a coger, ya ella había colgado. Me decía que luego me llamaría para que la fuera a visitar; y que las flores estaban bellas. Lamento que lo que sucedió en nuestro encuentro no fue nada de lo que yo creía que pasaría. La vería antes de salir para Florida a visitar a mi hermana Letty y su familia. Traería a su casa en Quebradillas los regalos que ella iba a enviar por correo. Recuerdo que tardé más de dos horas en envolverle los dos regalos que le hice. Uno de esos regalos, le pedí, que lo abriera la tarde (casi noche) del martes 17, jueves 19 o viernes 20 de diciembre de 1992, no recuerdo el día exacto, talvez fue el martes 22 de diciembre, último día de trabajo en la escuela, pero no puedo precisar el día exacto, pero sí recuerdo claramente que fue mi último día de trabajo en la escuela, para iniciar las vacaciones de navidad 1992 o “winter break”; fue cuando al fin pude visitarla. Quise estar con ella el máximo de tiempo. Así que me propuse, en vez de esperarla en la parada del tren #6 hacia Pelham Bay – Middletown Road, cuando ella llegase, me decidí a ir hasta su trabajo en Brooklyn; antes que ella saliese. Así que tan pronto 274


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salí de la escuela, con todo y paquetes (o fundas) con sus regalos, cogí el tren para ir hasta Brooklyn. Pero algo pasó. El tren “G” de Queens a Brooklyn, había tenido un problema y no llegaba a Queens Plaza (estación del tren). Al ver que tardaba, regresé en el tren #7 hasta Times Square y de ahí tomar otro tren para llegar allá. Lo hice, pero llegué más tarde de lo que me había propuesto. Zee me había dicho que la llamara una hora antes de ella salir (3:00 p.m.), para informarle que pasaría por ella a su trabajo. Pero debido “al rebolú” del tren “G”, la llamé como quince minutos antes de las cuatro, cuando ella salía. Ella me indicó que como no sabía que yo la iría a buscar a Brooklyn, un antiguo compañero del trabajo que ella tenía primero en el “World Trade Center”, ya le había ofrecido transportación (pon), ya que ella llevaría también unos paquetes y no le gustaba ir en tren; mucho menos con paquetes. ¡Se fastidió todo! “Bueno - ¿Qué vas a hacer? Ya yo estoy aquí” – le dije. Ella me dijo: “OK, ven. Yo le explico al ´amigo´ mío que me iré contigo en tren”, ya que “él” sabía que yo iría a visitarla esa tarde y que era yo quien le había enviado las flores al trabajo. Eso fue lo que ella me dijo por teléfono; pero eso no fue lo que pasó. Al llegar al “lobby” de la fábrica, al frente del edificio, había un auto esperando afuera. Yo sabía ya 275


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quien era: era Juan, su “amigo” dominicano. Estaba allí desde antes que yo para, a mi mejor entender, “echar a perder mi cita con Minerva”. Entré a la oficina de recepción o “lobby” y la esperé. Al salir juntos, ella me dijo: “Este es Juan”. Pero, en vez de hacer lo que me había dicho que haría, en cambio, aceptó que él nos llevara. Pero, que primero, él tenía que pasar por su trabajo, a recoger unas cajas, llevarlas a su apartamento en Manhattan (en un sótano) y luego ir a casa de Bruny. Quiso entablar conversación conmigo, pero yo ya estaba molesto. Pero esto no fue todo; en tren tardaríamos unos cuarenta minutos en llegar al Bronx, pero él tardó ¡TRES HORAS! en llegar; desde las cuatro hasta casi las siete de la noche. Pero esto no fue aún todo: yo mismo lo ayudé a bajar las cajas y llevarlas a su apartamento. Después de esas tres horas de viaje “perdidas”, se quedó allí en casa de Bruny hasta más después de las NUEVE de la noche. Ya en este momento yo no resistía más. Hablé con Minny. Le tomé fotos. Habrimos el primer regalo, que era un abrigo de otoño en simulación de piel de zebra o leopardo. Bruny preparó la comida ( carne al horno – pernil). Después que comimos, el “amigo” de Minerva, Juan, dijo: “I 276


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got to go. I have to see the grandson of my mother”. (Tengo que irme, tengo que ir a ver el nieto de mi madre). Después de Juan irse, Bruny y su novio, junto a Minny me llevaron a Jackson Heights, Queens. El novio de Brunny había vivido por allí, así que conocía mi dirección. Ya yo no resistí más. Aquí surgió la pelea. Le dije a Minny: “Tú me faltaste el respeto”. Ella me dijo que porqué yo decía eso. A fin de cuentas, ella no sabía que yo la iba a buscar a su trabajo. “Yo lo sé”. – le dije. Pero a mí no me molestó el que Juan nos trajera. Lo que me molestó es que tardó casi TRES HORAS, y después se quedó allí como DOS HORAS MÁS. Estaba furioso. Le dije: “Que sea la primera y última vez que tú me pongas a otro al frente mío, sabiendo que tenías una cita contigo”.

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“Mi hermana tiene su novio y también invita amigos a casa” – ella me respondió. En este momento ya estábamos frente a la casa donde yo vivía. Era tiempo de navidad. Minny me dijo: “Estamos en navidades, no echemos a perder este momento”. Pero yo estaba tan molesto que le dije: “Mírame; tú me faltaste el repeto”. Esta fue la primera vez que la vi llorar. Su hermana y su novio se habían bajado del auto para sacar los regalos de baúl del auto. Nos dejaron solos dentro del auto. Zee pasó en ese momento y subió al apartamento, pero él no sabía que era Minny la que estaba allí. Recuerdo que Minny me dijo, que si quería, no llevara sus regalos a la casa de sus padres en Quebradillas. Pero yo le dije que sí; que se lo había prometido y lo iba a hacer. Que lamentaba lo que había pasado pero que no resistí más y por eso “reventé”. Salí del auto. Su cuñado me ayudó a subir las cajas, junto con Bruny. Saludamos a Zee. Cuando bajaron Bruny y su novio (no recuerdo su nombre), Zee se sintió alegre, creyendo que todo había salido bien. Pero fue todo lo contrario. Yo rompí a llorar y le dije que había peleado con Minny en el camino a casa. Él me invitó a que fuéramos al Fiddle and Bow para olvidar todo y tranquilizarme. Recuerdo que estaba tan molesto que aún con el frío de unos 278


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30° F que hacía, ni siquiera me cerré el abrigo de lo “caliente” que yo estaba. El próximo día salí para San Juan, Puerto Rico, vía Orlando, Florida. De ahí alquilé un auto para visitar a mi hermana Letty y su familia en Jacksonvile, Florida. Esto fue la en Noche Buena, 24 de diciembre 1992.

Letty, Papo con sus nietos y yo. 24 dic. 1992

Vecky y Dámaris, mis sobrinas 279


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Antes de salir de Queens, le pedí a Zee que después llamara a Minny y le pidiera me disculpara. Él la llamó el día de navidad y habló con ella un rato; ella lo escuchó. Él le contó todo lo que yo había hecho; lo emocionado que estaba por verla, lo que tardé en envolver los regalos – unas dos horas – y lo mucho que yo la quería. Que lo repensara bien. Que su relog biológico (de Minny) se acercaba a su límite, es decir, que entendiera que sería bueno que ella se casara conmigo; yo tenía un buen trabajo, buen sueldo y que sería muy buen marido para ella. Que en este tiempo de compartir el apartamento con él yo le había contado sobre los poemas que le había escrito y le había entregado (a ella) esa misma noche. En fin, que me reconsiderara. Tan pronto llegué a Puerto Rico, después de haber visitado a Letty y su familia en Jacksonville, Florida, el otro día de haber llegado a Guayama, fui a a visitar a los padres de Minerva en el barrio San José de Quebradillas, Puerto Rico Les enseñé las fotos que me había tomado con Minny en casa de Brunny. Que se las hiciera llegar a Minny. Lo que su papá, don Juan Rodríguez me dijo, es que debí de haberle avisado (a Minny) y no aparecérmele así de sorpresa. Con sus palabras entendí que Minny les había contado lo que había pasado.

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Les entregué los regalos que Minny les envió. Recuerdo que ellos (sus padres) me regalaron una lechoza (papaya) bien grande para hacerla en dulce. El coraje me duró como tres meses, hasta el mes de marzo de 1993. A todos mis familiares y amigos que me hablaban, de lo único que le hablaba era de lo que había pasado esa noche (de la visita a Minny, y luego la pelea). De aquí en adelante todo lo que hice fue empeorar las cosas entre Minny y yo. Recuerdo que el día de año nuevo (enero 1 de 1993) llamé a casa de Brunny y hablé con ella (Brunilda). Le dije que sencillamente “había explotado”. Que me perdonara por lo que había pasado. Ella me dijo que Minny estaba muy triste por lo sucedido, pero que en su corazón estaba muy agradecida de mí; de lo mucho que la había ayudado. Que esperaba que las cosas se arreglaran entre Minerva y yo y que volviera a visitarlas. Le dije que las fotos habían salido bien y que había llevado los regalos a casa de sus padres. Que ellos estaban bien. Ya casi se cumplen diez años de esto (1992-2002) y aún mi corazón no se recupera. No puedo aún aceptar el haberla perdido, pues ella era toda mi vida, mi inspiración y deseos de vivir. Cuando regresé a Nueva York en enero, 1993, hice tantas cosas por tratar de arreglar las cosas, pero todo fue “al revés”. Le envié para el día 14 de 281


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febrero, 1993 un sobre con una cinta de las conversaciones grabadas y una canción de Juan Gabriel que decía que “no me tratara como un enemigo, pues no lo era”. Después traté de hablar con ella un día y la llamé a su trabajo en Pfizer en Brooklyn, pero ella se molestó y me dijo que no le había gustado nada lo de la canción de Juan Gabriel y lo de la cinta (casette). Pero ésto no fue lo peor; todo lo peor fue después. El día 16 de febrero, 1993 desde las doce con un minuto de la madrugada hasta las doce cuarenta y un minutos (40 minutos) de esa madrugada le escribí el último poema: “Pequeños pedazos de amor” (Tiny pieces of love), junto con la foto “tipo postcard” de la pintura que le había hecho, en la que aparecía parte del poema en forma de acróstico (poema dos, Minerva).

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Portrait :

THE REMEMBRANCE OF A WOMAN: MINERVA EL RECUERDO DE UNA MUJER: MINERVA (C) 1993 283


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PEQUEÑOS PEDAZOS DE AMOR Febrero 16, 1993 , 12:01 am. Pequeños pedazos de amor es todo lo que soy Diminutos fragmentos de un pasado gigantesco amor Residuos del verdadero y eterno amor Que se fue con el viento de un mal ciclón Nadie imaginaría que éste que escribe Hermosos versos adorando al Amor esté tan vacío de Lo que bellamente expresa como la esencia de la vida La que le niega su presencia al corazón y alma mía. Pequeños pedazos de amor es todo lo que en mí queda Expresado en rimas y profundas en el corazón, canciones Recordando los días cuando alegrías y esperanzas a flores Pero, hoy en día, tristeza, amargura, y un corazón que espera. El recuerdo de una rosa roja, rodeada de versos nacidos En mi corazón, agonía de la que fue mi inspiración y los Deseos de mi vida. Atormentado por los pensamientos De una pelea no deseada; tratando de olvidar, en vano La noche de nuestra partida. Aún así me sigo 284


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diciendo Que, nunca yo deseé no amar más a la Reina que mi Pensamiento conquistó. Esperando día tras día el momento deseado En el cual Ella ciertamente llamará. Pequeños pedazos de Amor es todo lo que, finalmente, soy.

RECORDANDO EL GRAN AMOR DE MI VIDA: MINERVA Pablo Fernández Colón 12:41 am.

TINY PIECES OF LOVE February 16, 1993 12:01 am. Tiny pieces of love is what I am Small fragments of a former giant Love Residuals of the true and everlasting Love That is gone with the wind of a bad damn No one would ever imagine that this who writes Beautiful verses worshipping Love is so empty of what He so beautifully expresses as the Essence of Life That denies its presence in his own soul and heart. 285


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Tiny pieces of love, is what in me remained Expressed in rhymes and profound heart songs Remembering days when all was happiness and hopes, But nowadays, sorrows, sadness, and a broken heart that waits. The memory of a red rose, surrounded by verses born in my heart Agony of what my inspiration was and desires in life Tormented by the thoughts of that undesired fight Trying to forget but in vain, the night of our strife Indeed, I keep saying to myself, that, sincerely, I never did want Not loving anymore the Queen that conquered my thoughts Waiting day by day the moment on which she shall call Tiny pieces of love, is what I, finally, am. REMEMBERING THE GREAT LOVE OF MY LIFE: MINERVA Pablo Fernandez Colon 12:41 am. Ésto sí que le “colmó la copa”. Ella escribió una carta en marzo 22, 1993 y la envió siete días después, 29 de marzo, 1993. Yo la recibí el 31 de marzo, junto con el poema y los retratos (tres copias) de la pintura y daba por terminada nuestra “amistad” de más de cinco, casi siete años (1985-1992). Esta es la transcripción de su carta: 286


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3/22/93 Pablo: Cuando te conocí en la Universiad de P.R. en Bayamón, junto con Jackeline y Millie, siempre estuvo bien claro que el único interés de mi parte era establecer una amistad. Por esa razón únicamente permití que te siguieras comunicando conmigo. En el transcurso de nuestra amistad yo tenía novio y seguí hablando contigo porque entendí que había un respeto entre nuestra amistad y recibí muy buenos consejos profesionales, de tu parte, lo cual agradezco mucho. Y si me comuniqué contigo en New York era sólamente con ese propósito de amistad, pero te haz pasado de los límites. Me haz faltado el respeto hacia mi dignidad y mi persona; le haz faltado el respeto a mi familia que tanta confianza te brindaron y le haz faltado el respeto a Juan que hoy día es mi novio. Me siento ofendida, y siento tener que decirte que nuestra amistad se terminó debido a tus propios actos. Si tú de verdad me aprecias como dices, por favor no me molestes más. Permíteme tener un buen recuerdo tuyo, porque de lo contrario es hostigamiento y no quiero que se convierta en un problema. 287


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Enfoca tu atención, en tantas otras cosas que tiene la vida. Busca a Dios. Ten la intención dirigida en agradar a Dios en todo. Levanta, pues, los ojos al cielo. Escribe, lee, canta, gime, calla, ora, sufre con valor la adversidad; sólo para la gloria de Dios. Un día, que sólo Dios sabe, vendrá la paz... y tu felicidad con otra mujer.

Buena Suerte, Minerva. Entre otras cosas decía que yo había malentendido la relación que existía entre nosotros, que ella era sólo una amiga, que estaba bien agradecida de todo lo que yo había hecho por ella; y que yo me había excedido. Que le había faltado el respeto a su familia y a Juan, quien ahora era su novio. Que daba por terminada nuestra amistad. El otro día, inmediatamente fui a la parada o estación del tren “G” en Queens Plaza a eso de las 4:14 de la tarde, en justo el momento en que ella llegaba allí para tomar el tren “R” para la 149 y Lexington en Manhattan. Me le acerqué, le pedí perdón y que quería hablar con ella; que me permitiera acompañarla y hablarle. 288


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Recuerdo que este día, jueves 1 de abril, 1993 sí que me sentía destruído, pero el dolor que percibía que había en ella era mayor que el mío. Ella me dijo que estaba bien; que podía acompañarla y hablar con ella. Me dijo que se sentía muy afectada por todo lo que había pasado; no podía funcionar bien en su trabajo y que sencillamente, lo que yo sentía por ella era una ilusión. Por primera vez, entendí, que si realmente la amaba, tenía que “dejarla en paz” y que no se trataba de lo que ella creyera (que yo lo que tenía era una ilusión con ella) sino que yo había procedido con terquedad y estaba afectándola demasiado. En este momento le dije que no había podido dormir durante toda la noche y que durante todo el día en el trabajo lo único que pasaba por mi mente era encontrarla y pedirle perdón. Y que tenía que ser ese mismo día. Me dijo que estaba bien. Le pregunté por Brunny. La acompañé hasta la 125 donde ella tomaría el tren #6 hacia el Bronx. Pasaron muchos días. Quería volver a verla. La llamé un día en semana santa al trabajo (jueves santo). Se volvió a molestar, al punto que me dijo que ni a su novio le permitía que la llamara al trabajo. Recuerdo que le dije: “Toda esta semana he estado 289


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ante la presencia de Dios y lo único que te pido es que me permitas verte otra vez”, que si era que acaso no me había perdonado; que yo me había disculpado con ella y que quería que las cosas entre ella y yo se arreglaran. Que si quería que me disculpara con Juan, me dijera cuando y donde”. Ella me dijo que hasta ese día ella no sabía como yo había obtenido el teléfono directo de su escritorio en su trabajo en la fábrica. Yo no le dije como fue. (Fue que Zee un día pidió en información a la telefónica hasta asegurarse que le dieran el número que comunicaba diréctamente con ella). En esas semanas antes de este jueves llevé notas al pié de la letra de lo que hacía. 1- Hablé con Bruny el día martes 16 de marzo y le informé que le enviaría a Minerva un postcard de la pintura que le había hecho (en enero 1993) y el poema “Pequeños pedazos de amor” (febrero 16 por la madrugada). 2- Se hizo el envió el miércoles 17 de febrero por la tarde. 3- El día lunes 22 de marzo Minerva escribe una carta dando por terminada nuestra amistad; aclara su relación de amistad conmigo y me devuelve las postcards y el poema “Pequeños pedazos de amor”, “Tiny pieces of love”. Además incluye 290


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una oración y unas palabras de consejo espiritual. Envía el sobre “Priority Mail” con la carta el lunes 29 de marzo, 1993. Recibo su sobre con la carta en miércoles 31 de marzo. Entiendo que su carta representa el final de todo y un futuro de dolor y desdicha. Luego de haberme tirarado al piso y gemido delante de Dios, léo primero la oración que me envió, y luego su carta. No duermo ni un sólo segundo esta noche (miércoles 31 de marzo, 1993). Le pido a Dios me conceda encontrarla mañana en Queens Plaza. (Jueves 1 abril, 1993). Al regreso de la escuela y cambiar el cheque, voy a Queens Plaza, la encuentro, me disculpo con ella y le pido me permita acompañarla para que dialoguemos y aclaremos todo. El viernes 2 de abril voy hasta Brooklyn; no la vi allí. Al regresar bajo la escalera de la estación de tren Queens Plaza y allí está ella. Me ve, cambia su cara. Sigo adelante, no creí encontrarla allí 4:58 pm, (+ o -). Me siento en un banco. Tomo el tren expreso “F” o el “E” vía “uptown”. Ella me ve al tomarlo y cambia su cara otra vez. 291


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10- Lunes, 5 de abril, por la mañana, dejo una nota a Zee por si no regreso vivo al apartamento. En la escuela preparo otra nota y la llevo en el bolsillo. Propósito: dejar teléfonos a llamar cuando saquen mi cadaver frente al tren “G” sobre las vías esa tarde (4:14 p.m.). Estoy en ayuno esa tarde, (desde el sábado 3 de abril, 1993). 11- Dios me da fuerzas y pienso que ella tiene un voto delante de Dios; aunque no lo sé. 12- Al llegar, después de orar, gemir, tomo las dos notas y las quemo sobre las hornillas de la estufa en el apartamento, en señal de que cambio un destino de muerte por uno de vida. 13- El jueves 8 de abril la llamo a su trabajo y le indico que la llamé porque he estado delante de Dios estos seis días y que me haga saber cuando la puedo ver. El domingo 11 de abril 1993, domingo de resurrección, decido escribir lo que ha estado aconteciendo y las palabras que he recibido de la inspiración bíblica. Día 1ro: (sábado 3 de abril) – 2 Pedro 1:3-11 Día 2do: (domingo 4 abril) – Salmo 32: 8 y 9 Día 3ro: (lunes 5 abril) – Génesis 22: 9-14 Día 4to: (martes 6 abril) – Rut 1:16-17, 3:1013,18 Día 5to: (miércoles 7 abril) – Rut 4: 9 y 10. 292


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Día 6to: (jueves 8 ) – Jeremías 32: 42, 44 final. 33: 20, 21, 25 y 26 final. Isaías 10: 27. Día 7mo: (viernes 9) – Éxodo 14: 13, 14, 16,21-22 y Proverbios 18: 22 Día 8vo: (sábado 10) – Ester 4: 12-16. Josué 6: 11-16, 20. Día 9no: (domingo 11) – Día de Resurrección -Mateo 8: 23-27. Marcos 4: 35-41. Lucas 8: 22-25. Los próximos días, antes de regresar a Puerto Rico en el verano de 1993 me volví a encontrar cara a cara con ella en Queens Plaza. Ella me dijo que dejara de perseguirla. Le dije que no la perseguía; sencillamente me había encontrado con ella. Este día me conducía hacia Leffers Boulevard, hacia la iglesia Pentecostal de Jesucristo Internacional, Inc., pastoreada por mi hermano, amigo y compueblano (Guayamés), el Reverendo Dr. Quitim Silva. En estos días frecuentaba mucho su iglesia, pues necesitaba mucho apoyo espiritual para llevar mis cargas. Tuvimos un corto y liviano diálogo, por última vez. Zee me dijo que lo que pasaba era que ella controlaba mi mente y por eso me encontraba con ella aún sin que necesariamente quisiera encontrarla. Esto pasó en varias ocasiones: en Queens Plaza, en la 125 y un día exáctamente en la plataforma donde ella se bajaba – Middletown Road Station. Ella se bajaba 293


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del tren. Yo entraba y ella salía por la mismísima puerta del vagón. La última vez que la vi fue días antes de que yo regresara a Puerto Rico en el verano de 1994. Esto sucedió en la 149 y Lexington, al final de la plataforma. Ella vestía unos pantalones semi-largos (hasta las rodillas) y esperaba el tren “R” uptown para ir hacia su trabajo. Pero ella no me vió. Al día de hoy, 5 de septiembre del 2000 nunca la he vuelto a ver ni hablar con ella. Si algún día ella leyera esta biografía, deseo que sepa que nunca más volví a sentir por alguien lo que por ella sentí. Que quisiera volver a vivir y encontrarme con ella en otra vida, aunque sólo fuera para pedirle perdón... otra vez.

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Minerva Rodríguez, “Minny” A partir de aquí, mi vida se convirtió cada vez más en una maldición; maldición que comenzó en navidad del 1987, cuando se inició todo en plena navidad, y ahora, seguía la maldición de esta navidad 1992 en mi vida; maldición que duró aún cinco años más; siempre en navidad, la seguía a partir de esta navidad del 1992, acrecentándose cada vez más hasta 1997, llegando así mi gran crisis en 1998, un año después, precisamente en el día del cumpleaños de Minerva, el 14 de diciembre, día que morí, una vez más, diciembre 14, 1998.

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CAPÍTULO NUEVE 1992 A 1997 – MI ÚLTIMA DESGRACIA En el mes de abril 1993, el día jueves 1 de abril, día en que me encontré con Minerva en Queens Plaza marcó un momento histórico, talvez crucial, en mi vida. Talvez fue algo más que eso; de seguro fue un momento místico entre la vida y la misma muerte. Nuestro último encuentro “cara a cara” fue cerca del verano 1993 antes de regresar a Puerto Rico. Tuvimos un corto y liviano diálogo, por última vez.

En este momento que me encontré y hablé con ella, por última vez, sentí que esta estación del tren Queens Plaza en la ciudad de Nueva York sería testimonio de todo lo sucedido entre ella y yo en 296


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Nueva York. Fue aquí, donde un día lunes 5 de abril, 1993, por la mañana, dejé una nota a Zee por si no regresaba vivo al apartamento. En la escuela prepare otra nota y la llevé en el bolsillo. Propósito: dejar teléfonos a llamar cuando sacaran mi cadaver de en frente al tren “G” sobre las vías esa tarde (4:14 p.m.), hora en que Minerva regresaba de su trabajo en “Pfizer”, en Brooklyn. Como ya señalé, yo estaba en ayuno esa tarde (desde el sábado 3 de abril, 1993). La intención era obvia: terminar con mi vida. Dos años antes, el sábado 2 de marzo, 1991, estando en San Juan, Puerto Rico, tras haberle llevado a casa de Minerva un poema esa misma tarde, de regreso al entrar al estacionamiento del Pizza Hut del Condado, me dieron un “car jacking”. Este fue un encuentro con la muerte. Como les narré en el capítulo anterior, no me importaba morir, pues lo que tenía que hacer, ya lo había hecho: Hacerle llegar a Minny ese poema. Al ponerme uno de los asaltantes su pistola sobre mi cabeza, arrojarme al suelo, y uno de sus compañeros asaltantes decirle, nerviosamente: “Mátalo, que ya nos vió. Mátalo, mátalo”, no perdí la vida a mano de aquellos tres asaltantes (el cuarto se había quedado en el auto y salido del estacionamiento). Ahora, dos años después, había tomado la decisión de suicidarme. Este día, lunes 5 de abril, 1993, en mi trabajo 297


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en la escuela superior James Monroe en el Bronx, trataba de entender intelectualmente el porqué Minerva me había rechazado. No podía aceptarlo. Para mí, ella era la persona que Dios había escogido para mí; persona para la cual me había preparado por más de cinco años; prácticamente siete (desde 1985 en que la conocí al 1992). Había dejado la Iglesia Pentecostal de Jesucristo, Inc. Ahora era metodista. Quería poder llegar a un punto medio entre Minny, que era católica, y yo, que era hasta entonces, pentecostal. Recuerdo esa tarde del 5 de abril, antes de las dos de la tarde, cuando le pregunté a uno de mis estudiantes, quien era católico, que si él creía en los “votos”; es decir, más bién, que en qué consistia hacer un “voto” a Dios, según los católicos. Que si era posible que una persona fuera capaz de mentir a alguien antes que romper su voto con Dios. Yo no sé si Minny había hecho un voto a Dios. Lo que sentí en ese momento era que talvez esta era la razón de porqué ella nunca me aceptó porque habia hecho un voto a Dios de no casarse; de consagrarse a él en cuerpo y alma. No sé si esto era cierto, lo que sí sé es que esta posibilidad de que hubiese hecho un voto, fuera la explicación a lo que había pasado entre ella y yo. 298


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Recuerdo que al regresar a mi apartamento esa tarde del 5 de abril, me tiré de rodillas ante Dios y le pedí que no dejara que el diablo me hiciese cometer suicidio; que me diera la capacidad de yo entender y aceptar lo que pasaba. Pues no entendía nada de lo que había pasado. Recuerdo que, llorando, tomé aquellas dos notas suicidas, encendí la hornilla de la estufa y mientras se convertían en cenizas, así mismo le pedí a Dios que destruyera todo aquél espíritu de confusión y de tendencias suicidas que me ataban. Pensé en mi madre; como ella aceptaría que su último hijo, el menor, aquél que dio a luz en medio de una tormenta — Santa Clara (Betsy), un día 19 de noviembre de 1956, cuando ella se vió tan mala, se suicidara. Dios llenó mi vida con su presencia y rompió aquellas ataduras suicidas. Escogí vivir. Comenzé a asistir a la iglesia que pastoreaba el Reverendo Quitim Silva en Liberty Avenue en Queens, N.Y., iglesia Pentecostal de Jesucristo Intemacional. Ese último día que hablé con Minerva en Queens Plaza iva hacia la iglesia en Queens; pastoreada por Quitim y Rosa Silva, su esposa, maunabeña ella; al igual que yo (ambos nacimos en Maunabo, Puerto Rico).

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Rev. Quitim y Rosa Silva Posteriormente logré conseguir el número telefónico de Edna Rivera Agosto en Sabana Grande, P.R., para invitarla que viniera a Nueva York. Deseaba hacer un encuentro nacional de ex-líderes juveniles del concilio IPJ allí en la iglesia de Queens. Hablé con Quitim. Estuvo de acuerdo. Me consiguieron cartas de autorización para Edna, quien 300


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en este año era Presidenta Insular del Departamento de Jóvenes y Señoritas“Embajadores de Cristo Rey” del concilio IPJ en Puerto Rico. Logré hablar con Zaida Diaz quien también había sido presidenta nacional de los jóvenes JPJ (1983) de Nueva York. Para este tiempo las relaciones de confratenidad y hermandad entre el concilio en Puerto Rico y Nueva York no estaban buenas. La razón había sido por una situación surgida en una convención de jóvenes en Puerto Rico (Julio 1990), donde Sandra Lugo, Presidenta de los Jóvenes de Nueva York, no le permitieron predicar en dicha actividad; aún cuando estaba en programa.

Sandra Lugo, 1984 Si recuerdan el relato, a Sandra yo le había 301


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tomado mucho afecto desde el primer día que la conocí en una actividad (Asambiea Anual) del concilio IPJ en Puerto Rico (verano de 1984). Siempre recuerdo que le dije: ‘Yo no te conozco, no sé quien tú eres, pero siento un amor muy especial por ti” y le di un beso en la mejilla. Cuando decidí hacer este Encuentro de ExLíderes Juveniles para el verano (mayo, 1993), en quien más pensé que asistiese a este encuentro era Sandra Lugo

Olgui ora por Sandra, 1984

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1ra noche del encuentro de exlíderes en NY 1993 Sabía que ella ya no era miembro del concilio IPJ, a partir de lo que le había pasado en Puerto Rico. Yo tampoco estaba en el concilio IPJ, pero deseaba reinvindicarla. Llegó ese fin de semana, Edna vino y predicó la primera noche. Muchos lideres y ex-lideres estuvieron alli, pero no estuvo Sandra. Sandra fue la segunda noche. Al salir del templo, junto a Zaida Diaz, Reverenda Rosa Silva y Edna Rivera, le dije a Sandra Lugo: A quien yo quería ver aquí era a ti y por ti hice que este encuentro se diera. No he vuelto a ver a Sandra, pero sé que está haciendo un doctorado en la Universidad de Nueva York (NYU) y que está sirviendo a Dios. En cuanto a Edna, ésta había regresado esos días de la zona del 303


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Amazonas en Brasil y tenía intenciones de regresar otra vez a Brasil.

Recuerdo que esa tarde, ya casi noche, me sentía “en las nubes”. No coordinaba bien los movimientos y la mente se me iva en blanco. Mientras hablaba con Edna este segundo día de la actividad de encuentro, a quien veía en Edna era a Minerva. Además, la forma tan tranquila en la que aceptaba lo que ella me decía era como si estuviese sucediendo con Minny. Invite a cenar a Edna en el Restaurante “Tierras Colombianas” en Jackson Heights en Queens. Recuerdo que ordenamos una “bandeja paisa” que contenía una gran variedad de carnes y viandas.

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Regresamos al templo en taxi ya que estábamos retrasados. Allá (en el templo) fue que nos encontramos con Sandra Lugo. Llegó el verano del 1993 y yo vine a Puerto Rico de vacaciones. Estuve retratando algunos pueblos que aún me faltaban o que las fotos antes tomadas no habían salido bien. Si mal no recuerdo, para este verano las replicas de las carabelas de Cristobal Colón estuvieron en los muelles del Viejo San Juan. Las retraté. Posteriormente hice una pintura de las mismas, saliendo frente a una de las garitas de

las murallas de la antigua ciudad colonial (El Morro y el Castillo de Santa Catalina — la Fortaleza).

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No recuerdo muy bien que más hice en este verano. No tenía carro y dependía de que mi hermana Ruth me prestara el suyo. Regresé a Nueva York en Los primeros dias de septiembre, pero este año, 1993, las clases no comenzaron hasta casi dos semanas más tarde. Lo único que recuerdo que me decía a mí mismo era que si lo hubiese sabido, me hubiese quedado más tiempo de vacaciones en Puerto Rico. Este fue mi último año en Nueva York, 1993-94. Ya para las vacaciones de navidad del 1993 vine a “la Isla” otra vez. Fue para entonces que Joaquín Puntonet se había quedado en San Antonio, Aguadilla, P.R. Lo visité en esas navidades y fue en su casa que me hablaron de una amiga de ellos: Wanda Yadira Silva Sanchez. 306


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Wanda Yadira Silva Sanchez, Miss Aguada TV 1993. Foto tomada en el Certamen Miss Puerto Rico TV, Dic. 4, 1993. Wanda era Señorita TV 1993 de Aguada, Puerto Rico, su pueblo. Recuerdo que las veces que traté de conocer a Wanda nunca lo logré. 0 ella llegaba a casa de Joaquín y Monserrate, Monsy, su esposa y yo ya me había ido o yo llegaba cuando ella ya había salido. En la última visita a Joaquin y Monsy, le dejé una tarjeta de presentación para que si ella (Wanda) quería llamarme o escribirme, asi lo hiciera. 307


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Regresé a Queens, N.Y., en enero 2, 1994. Algunas semanas después recibí una carla de Wanda. A su vez, recuerdo que le contesté la misma. Posteriormente le envié unas fotos mías. Pasaron unos meses y una noche, 11 de abril 1994, Monsy, su amiga, me llamó por teléfono. Me indicó que era relacionado a Wanda, su amiga. Me informó que había tenido un accidente automovilístico y estaba muy mal. Yo me quedé “pasmado”, mudo. Anoté la información del hospital donde estaba recluida. Llamé a su casa. Si mal no recuerdo hablé con su padrastro. Su madre se hallaba en el hospital con ella; el Centro Médico de Mayagüez. Tan pronto tuve toda la información exacta, le hice llegar un arreglo floral, ordenado por teléfono a una floristería cerca del hospital. I Luego de eso nos comunicamos nuevamente. Me envió unas fotos en las que aún se notaban las cortaduras con vidrio que había recibido en el accidente y me informó que se había fracturado una cadera.

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El día que nos comunicamos por teléfono le hice saber que la carta que yo le estaba escribiendo en el mismo momento en que ella había tenido el accidente, en el instante en que Monsy me llamó para darme la noticia, si deseaba recibirla se la enviaría; pero que se olvidara de su contenido ya que en este momento era más importante su recuperación que hacerle caso a palabras llenas de odio y decepción incluidas en esa carta. Fue asi como comenzó una breve amistad entre Wanda y yo. Como al mes me indicó que no sabía lo que pasaba con ella; ya que tenía un “feeling” o sentimiento un tanto diferente, a lo que le dije: “Tú sabes muy bien lo que estás sintiendo: admítelo”. Fue así que ella decidió esa noche confesarme algo que le había sucedido hacía ya más de un año. Había sido 309


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violada sexualmenle por un enamorado y que estaba en tratamienlo psicológico por dicho trauma. Le indiqué que eso no era motivo para yo rechazarla, pues había descubierto en ella una muchacha muy dispuesta, optimisla, cooperadora y eficiente. Fue asi como esa noche nos hicimos novios en la distancia, y sin conocemos aún en persona; solo por cartas, por fotos y por teléfono. Creo que esto pasó la noche del 1 de mayo, 1994. Nos seguimos comunicando diariamente por teléfono, largor minutos. Esto último, un gran problema. Las llamadas telefónicas mensuales excedían los cientos de dólares — a lo que tuvimos que hacer ajustes en la duración de dichas llamadas — ellas fluctuaban entre 80 a 120 minutos. Nos pusimos de acuerdo en que al finalizar el año escolar 1993-94, en junio del ‘94, de regreso a Puerto Rico — pasaría primero por su casa a conocerla. Así fue. Ella misma me reservó el pasaje con Felix Flores por el aeropuerto intemacional Rafael Hernández de Aguadilla y reservación de hotel para estar ese fin de semana en Aguadilla. El día que llegué, ella, junto a dos de sus mejores amigos y compañeros de estudio — una pareja de matrimonio joven — filmaron en video nuestro primer encuentro al yo llegar al aeropuerto. Recuerdo que ambos vestíamos de blanco ese 310


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día. Cuando la vi, el “carrito” de cargar mi equipaje se me viró. Fue genial el encuentro. Me quedé en Aguada este fin de semana, y ella, junto a su madre y padrastro, me llevaron a Guayama el lunes próximo. Allí conocieron a mis padres y a “Happy Guao Guao, mi perrito. Recuerdo que juntos compramos una carcachita de auto; pero era un gran auto. Era un Mustang Mach 1, del 71. estaba todo escarcachado, de ahí que lo llamamos “la carcachita”.

La carcachita, Mustang Mach 1 1971. La carcachita trajo a ambos gratos recuerdos. Era originalmente color azul claro, pero para cuando lo compramos no se sabe exáctamente el color que era; desde amarillo, uva, rojo, relleno marrón, que se yo que más. Recuerdo que yo mismo le di hojalatería y 311


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pintura en casa y por poco lo pintamos en su casa, pero llovió y no pudimos pintarlo allá.

Navidades 1995, Mach 1 recien pintado

Mustang Mach 1, 1971(las letras se le pusieron mucho después del 1995) Recuerdo tres cosas de este auto. Una, le puse una gran vocina de fuerte sonido a ambos lados del auto, la corneta, que la sonaba “el novio grillito” de Wanda; siendo ella, mi “novia grillita”. El apodo surgió una mañana que la fui a buscar y estaba toda desgreñada, apenas comenzando la mañana. Era común que me hospedara en Aguada algunos fines de semana para entonces. 312


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Un segundo recuerdo de la carcachita era que para entonces Wanda trabajaba en la nueva tienda Walmart de Isabela y la iva a buscar para pasearla por su “reinado” allá, más allá, sí, del Monte Atalaya. Cerca de su “corte”. Ella no se sentía avergonzada de ser una ex reina de belleza, paseándose en su carroza real, la carcachita y asustando con la corneta a la gente al pasar cerca; lo hacíamos con la intención de verlos brincar del susto con el estruendo del sonido de la corneta real. El tercer recuerdo de la carcachita fue presisamente su conductor, el novio grillito. Grillito, ya les dije que surgió a partir de la novia desgreñada, la novia grillita. Grillito le cantó esa mañana: “Novia grilla, novia grillia, con tu pelo despeinada pero sigues siendo princesa real, mi novia grillita”, en alusión a un bolero que decía: “Novia mía, novia mía”. En estos días Ruth mi hermana, se casaba con Jorge Soliván, este era guardia penal. Wanda y su madre asistieron a la boda. Allí, recuerdo que bailamos juntos. Hasta aquí todo estaba “chévere” entre nosotros. Recuerdo que varias veces me quedaba en un gospedaje en la calle principal en Aguada, en la residencia de una ex maestra, ahora ina persona inválida. Recuerdo que había un ascensor de escalera en su casa, a pasos del hospedaje. Ella vivía en un segundo piso, abajo era una tienda, creo que de 313


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ropa. De esta manera compartíamos Wanda y yo bastante. Ya había comenzado el año escolar y yo no regresé a Nueva York, me quedé en Puerto Rico; esto, porque teníamos planes de casarnos. Me llamaron d la James Monroe en el Bronx pero les dije que no iría este año. Hasta este momento esta relación era casi de fantasía, y la describo en forma un tanto particular. Como dije previamente, a Wanda la comenzé a llamar “mi novia grillita” a lo que yo era su novio grillito. Al principio todo parecía un juego de la corte; Grillito era un plebeyo que había dejado su aldea y era el “chofer” o “cochero” real de la calesa o coche de la realeza en la corte de Miss Aguada TV 1993. Algunos días después, al ver su fidelidad al trono, lo hicieron “Caballero Grillito”, todo un caballero real. Al principio el Sr. Fernández contestaba todas las llamadas a la novia real, pero poco después Grillito contestaba los mensajes reales a la novia grillita, en ausencia del “Sr. Fernández”, el profesor de letras; un señor muy importante, el novio de la princesa real. Era un señor muy ocupado y de gran respeto y aprecio en todo el reino. Pero ya no trataba como antes a la novia grillita. 314


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Recuerdo que a veces Wanda, llamaba al Sr. Fernández, y si no lo conseguía en su corte en la ciudad Bruja, Guayama, lo localizaba donde quiera que estuviera en todo el Continente Boricua. Así lo hacía desde su corte en Aguada por teléfono a la Escuela James Monroe allía en la gran ciudad de los rascacielos, “the Big Apple”; es decir, la gran manzana. Al principio esto era motivos de regocijo al novio en la distancia. En lejanas tierras. Pero cuando ya el novio llegó a las tierras donde nació, se crió, creció y posteriormente se hizo todo un gran señor, Maunabo, su ciudad natal y a su segunda ciudad, Guayama; ya que como sabemos, Pablo Fernández Colón, último hijo de don Pablo, agricultor y pescador, y doña Luisa, maestra, había nacido en el pequeño pueblo de Maunabo, conocido como el pueblo jueyero o la ciudad tranquila, y que vivía desde 1973 en la gran ciudad distrito, el “lugar grande” Yucayeque del Gran Cacique Guamaní. Por su parte, Wanda era del Guateque del gran Cacique Aguada, allá cerquita del monte Atalaya. Cerca de donde el gran almirante Colón hizo sus “aguadas” en la desembocadura del gran Río Aguada en 1493. Lo que quiero decir es que ahora le hastiaba la “chavienda” de las persistentes llamadas de Wanda, que no lo dejaban en paz y lo persegía de número a número telefónico, ya no a las extensiones de la 315


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James Monroe, sino en todo Guayama, Arroyo, Salinas o donde quiera que vivía un pariente cercano del Sr. Fernández. Es así que Grillito, siempre bien cordial y con elegancia, contestaba las llamadas. Tanto fue así hasta el punto que Grillita le decía: “ Yo quiero hablar con mi verdadero novio, Pablo, no contigo, Grillito”. Grillito le informaba que no se encontraba el Sr. Fernández, pero que él podía atenderla en su ausencia. De esta manera Grillito fue reconocido un día “Caballero Grillito o “Sir Grillito”, mientras que el Señor Fernández cada vez se alejaba emocionalmente más y más de la novia real, Wanda Yadira 1ra. No digo que Wanda y yo no pudiéramos llegar a nada concreto. Lo que sí admito es que yo estaba demasiado lleno de odio y desconfianza — no quería estar con nadie — aún cuando sé que ella me quería mucho y su madre era tremenda persona y me brindaba mucho apoyo – le decía el Sr. Fernández a Wanda Yadira. Wanda le decía a Grillito que él era muy bueno, pero que su novio en la realidad no era él, Grillito, sino que era Pablo. Que Grillito era sólo un personaje ficticio; que el novio real era Pablo. Recuerdo que yo, Pablo, un día, llorando le dije a Wanda: “No es así, Wanda. Grillito no es un personaje ficticio, Grillito soy yo; sé que soy yo en 316


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otro tiempo, en otro momento de mi vida, así lo siento, es un “yo” aún no materializado en el tiempo real”. Obviamente ella insistía que era sólo un personaje fantasioso, basado en las leyendas de la Edad Media. Pero Pablo, es decir, yo, si yo, Pablo, Grillito, lo que sea, ya no sé ni quien habla, yo, Pablo, Grillito, los dos, que se yo.- Sabía en mi corazón que no eran cuentos basado en las leyendas de la Edad Media, era mi futuro el que Grillito representaba, con toda fidelidad y realidad. Virginia Sánchez, su madre, todo el tiempo me había dicho lo difícil que era para Wanda todo este proceso de recuperación y restauración — tanto fisica como emocional. También sus palabras de apoyo hacia mí eran constantes. Wanda estaba muy enamorada de su príncipe, Pablo, pero Pablo, es decir, yo, ya no era quien había sido meses antes, años antes; ya iva decayendo, eso, mejor dicho, cayendo en desgracia, mi última desgracia. Recuerdo que siempre le decía a Wanda que evitara tener diferencias conmigo en días que ya marcaban ser de crisis, días que parecían estar maldecidos para mí; 1 y 2 de marzo, Acción de Gracias y Semana Santa o días cerca de la misma, e inicios de la Navidad; siempre en navidad, a partir del 317


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1987. pero fue inevitable, cerca de esos días vovía a pasar algún momento de discordia o de rechazo de mí hacia ella. Recuerdo que un día ella me dijo: “¿Qué yo te he heco para que me trates con desprecio y repugnancia, especialmente cuando estamos solos?” le dije que no era ella el problema, que el problema era yo, que ya no me soportaba. En estos días eran frecuentes los sangrados anales en mí; tenía que ir muchísimo al baño, y me sentía muy irritado. Prácticamente todo el tiempo. No me soportaba ya. Descargaba ese malestar en Wanda. Ella pagaba los platos rotos como decimos. Unos diez u once meses después nos dejamos. Yo mismo le pedí que lo hiciéramos, ya que yo no estaba en condiciones emocionales para estar ni con ella ni con nadie. Si no me soportaba a mí mismo, menos la soportaría a ella. Recuerdo que fuimos al monumento a Cristobal Colón en la desembocadura del río de Aguada, lugar donde se establece que fue por donde Colón arribó a la Isla de San Juan Bautista “a hacer aguadas o tomar agua potable”. Allí, frente al mar, un atardecer, mientras el sol bajaba y se ponía en el horizonte, nos dimos un beso, nos abrazamos y nos dejamos — queriéndonos. Algunos días después de pasada la Semana Santa del 1995. 318


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Sí, esto fue después de abril, de 1995, pues desde agosto de 1994 yo trabajaba otra vez con el DIP o DE. Ya que las clases habían comenzado y yo tardé en cobrar, como de costumbre en el DIP, creo que para este entonces se le llamaba DEP, Departamento de Educación Pública (D.E.); los últimos ahorros de mi sueldo de NY se habían agotado. Recuerdo bien que para octubre del 1994 trabajaba con el Instituto de Banca y Comercio, e iva a la High de Maunabo a dar las clases, por la noche. Recuerdo que el día de mi cumpleaños Wanda llegó al salón con sus amigos del colegio de San Sebastián, EDP College, y me llevaron un bizcocho (pastel, torta). Sí, fueron esos mismos, la parejita del video cuando llegué al aeropuerto de Aguadilla el pasado verano.

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Cumpleaños 48 de Pablo, sábado 19 nov. 1994 (el jueves antes Wanda fue a Maunabo con sus amigos del Colegio) A fin de cuentas, todo había terminado entre nosotros, en algún momento cerca de la Semana Santa de 1995. Wanda y yo llegamos a comunicarnos un tiempo después cuando ella, ya había conseguido otro novio después de mi ( y de Grillito, que no se les olvide) y necesitaba conseguir “una carroza” tirada por caballos, pues su boda sería a la antigua, al tiempo de la vida de Grillito. Le conseguí el número de las Calezas de Ponce, además me dijo que necesitaba un fotógrafo, pero le indiqué que yo no podría ser, ya que no estaba del todo bien que su ex –novio, ahora la retratase en su boda con otro.

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No nos comunicamos más, hasta las navidades del 1998, pero ya la historia era otra, muy distinta a la que vivimos juntos entre 1994 y comienzos del 1995. El tiempo transcurrido entre 1995 y 1997 fue prácticamente “más de lo mismo”. Seguí frecuentando los night clubs “Black Angus”, “El Doral”, “Lucky Seven”, “Hawian Hut” y el “Miramar Night Club” — actualmente al 2002, todos esos lugares destruidos y/o clausurados. Sólo queda su recuerdo; el recuerdo de lo que fue mi vida desde 1987.

1987-1997, siendo estos mis diez años de maldición; a partir de aquellas lamentables navidades diez años atrás. Y a partir del 1992 al 1997, mi última desgracia, siempre en navidad se agravaba cada vez más. 321


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CAPITULO DIEZ: 1998: EL AÑO DE LA GRAN CRISIS A comienzos del año escolar 1998-99 ya se veía llegar el momento de la gran crisis. Aqui comenzó la hora final al tener una recaída de salud, de la cual ya no me levanté. A partir de cerca de las navidades del 1995 inició la caída de mi salud. Recuerdo que salí de la carrera del pavo en noviembre 22, 1995, primero de la carrera en la escuela Ramona Mendoza, luego al llegar a casa, me fui a pie a la Inter para calentar y estar en forma nuevamente para la carrera de la Inter. Este día recuerdo, que después de la carrera en la escuela, los maestros tuvimos la tradicional cena de acción de gracias, y estube bailando “el baile del perrito” y hasta me trepé en una mesa a dar el show. Lo que pasó después de este día no fue de tanto gozo como lo descrito anteriormente. Finalizé la carrera en la Inter, a duras penas, ya que eran dos millas, y ya ustedes saben que yo era corredor de velocidad en 100 y 200 metros, no en carreras de maratón. De camino a casa estuvo lloviendo y recuerdo 322


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que el maestro de educación física de la escuela y también de la Inter, Manuel González, me dio pon hasta cerca del Tribunal y Comandancia de la Policía; de ahí seguí a pie hasta casa, un corto trecho, pero llegué a mojarme con la lluvia. La cosa es que no seguí calentando los músculos durante varios días debido a la “monga” que cojí, y sencillamente, los músculos se me entumecieron y ya no tuve la dicha de correr y casi ni “joguear” a partir de este momento. Ya en estos días mi sistema digestivo comenzaba a mostrar problemas severos: inflamación en las piernas y los pies, mucho dolor cerca del estómago, sangrado rectal, y unas pequeñas úlceras que comenzaron a aparecer en todo el cuerpo. Me hospitalizaron algunos días y comencé un tratamiento de anti inflamatorios, prednisona y zulfatidine. Estaba recibiendo citas regulares, después de mi primera colonoscopía. Pero no había aún un diagnóstico definido. Lo más aproximado era prognosis del “Sindrome de Crohns” para este año, 1995. Ya en los últimos días del 1997 se inició mi calvario; sólo que aún no tenía un diagnóstico del todo definido, como ya cité. Mi salud, a partir del día de la “carrera del pavo”, o sea, la celebración de Acción de Gracias, primero en 1995, y luego en el 1997, comenzó a experimentar su “Via Crucis”. Para 323


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ser más preciso en el tiempo, miércoles 26 de noviembre de 1997. Diez años atrás, ese mismo día en 1987, pero la noche del jueves 26 de noviembre, ¿lo recuerdan?, sí – predicaba en la iglesia que alguien moriría allí para que otros vivieran. La profecía se cumplía una vez más, ahora, diez años después, exáctamente el día de Acción de Gracias. Lo que al principio era considerado una prognosis de “Sindrome de Crohns” para el año 1995, meses después de terminar mi relación de noviazgo con Wanda, se fue transformando en una situación de deterioro físico, cada vez mayor. En los viajes de Guayama a Aguada, para finales del 1994 y comienzos del 1995, tenía que hacer muchas paradas de emergencia e ir al baño. Paraba en Ponce, entraba al Mc Donalds del Ponce By-pass antes de seguir hacia Aguada. De regreso era igual. Cuando visitaba a Wanda en el recién inaugurado Walmart de Isabela, era igual; la primera parada era al servicio sanitario. Los deseos de evacuar eran muy constantes y frecuentes. Recuerdo que Wanda cada vez me daba inmonium para controlar los deseos de evacuar y poder resistir el largo viaje de Guayama a Aguada. Llegó las navidades de 1995 y ahí comenzó 324


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mi primera crisis. Esas navidades estuve algunos días hospitalizado. Era la segunda vez en toda mi vida que me hospitalizaban, siendo la primera por gastroenteritis pasadas las navidades del 1981, cuando regresé de Santo Domingo. No se sabía lo que era. Recuerdo que uno de los médicos que me atendía, un tal Dr. Martinez no cesaba de preguntarme si yo era homosexual, pues los laboratorios no reflejaban nada. Después de muchos laboratorios y placas, se me hizo al fin una colonoscopía o exploración visual recto-intestinal y fue así como se creyó al comienzo de la crisis que era el Síndrome de Crohns. No se sabía mucho sobre esta condición para entonces. Sí se sospechaba que la misma era causada por algún tipo de bacteria que se alojaba en el intestino grueso o colon y que tendía a producir unas úlceras que podrían convertirse posteriormente en cancer del colon. No sabía cuan seria era mi condición. Recuerdo que el Dr. Martinez Sierra, gastrointerólogo (no el Dr. Martinez, médico de cabecera) me hizo la primera colonoscopía. Esto fue para finales del 1995. Se me recetó prednisona (un anti inflamatorio) con otro medicamento o pastilla que ahora no recuerdo bien. Sí, ahora recuerdo, zulfatidine. 325


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Estuve desde 1995 hasta entrado el final de 1997 más o menos “bajo control”. Al parecer la condición estaba mejorando. Se me fue bajando la dósis de prednisona de de 20mg a 10mg y luego a 5. Al parecer todo estaba estable. Pero no fue así. Comenzaron las citas médicas a distanciarse de cada dos semanas al principio, luego a un mes, y cuando fueron a cada tres meses; me descuidé. Nunca tomé muy en serio lo peligroso que era la condición; mucho menos la advertencia que se me hizo desde el principio: que la misma podría ser degenerativa y podría causarme la muerte. Llegó 1998. Recuerdo que ya yo no celebraba la navidad en la iglesia. Los últimos dos años 1996 y 1997 los pasaba guiando mientras se despedía el año o se esperaba la navidad. No quería envolverme mucho en la iglesia; Iglesia Metodista Charles W, Drees Memorial en Guayama. Sólo me limitaba a tocar la guitarra los domingos, durante el servicio. Pero no más de ahí. Aún sentía un espíritu rebelde dentro de mí hacia todo lo que la iglesia y Dios representaran. Sencillamente, no quería saber de Dios. Me iva consumiendo día tras día, noche tras noche. No quería a nadie. Desde que me había dejado de Wanda no tenía novia. Sentía que en mí ya no quedaba amor, sólo angustia, dolor, rebeldía, odio, y peor aún, soledad. 326


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1998 fue el año que extremeció mi vida, al punto que casi muero. El día 21 de febrero papi se puso muy grave. A insistencia de mami, logramos llevarlo al Hospital Santa Rosa de Guayama; él no queria que lo lleváramos. Papi había padecido de artritis complicada con polio en 1957, al año de yo haber nacido, estando en Nueva York. En algún momento entre 1976, después de la muerte de mi abuelo materno, Fortunato Colón Cordero, Don Tato, papi fue operado de una hernia en el estómago. Trece años antes de su muerte, el 1985 se le extrajo una tercera parte de su estómago. Su condición de salud decayó. Al punto llegó que ya no podía caminar, ni casi levantarse de su cama. Había que hacerle todo. Sus pies y vientre estaban inflamados. Tenía dificultad al evacuar. Desde que mi hermana Ruth se casó, y tras yo haber regresado de Nueva York en 1994, yo era quien único vivía en casa con papi y mami. Como señalé anteriormente, llegó el día 21 de febrero, 1998. Como a eso de las once de la mañana entre mi madre y yo logramos montar a papi en el auto Nisán Sentra, 1987 que antes era de Ruth, ahora era de mami (o mío, aunque estaba a nombre de ella). Ese día, recuerdo, papi echó la cabeza hacia atrás y “casi se me muere en mis brazos”. Esto me hizo recordar el momento en que uno de mis perros, si mal no recuerdo Brownie, o Happy 327


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Guao Guao, murió en mis manos. En el hospital le sacaron placas y se nos informó que papi tenía un cáncer terminal en el hígado. Se tramitó su traslado al Hospital de Veteranos en San Juan; no querían admitirlo. A insistencia del médico de Guayama, se logró su traslado en una de las ambulancias, desde Guayama hasta Veteranos. Ya era cerca de las seis de la tarde. Llegamos allá como a las siete. Allí, una vez más un médico de apellido Fernández al igual que papi, tras hacerle las pruebas médicas pertinentes nos preguntó a Ruth y a mí: “¿Sabían ustedes que su padre tiene cáncer en el hígado, cáncer terminal?” continuó: “Por lo regular un paciente con este diagnóstico lo más que vive son de tres meses a dos años; su papá tiene cáncer terminal. Ya lleva trece años, esto es más que lo que se espera en tal caso”. A eso de las tres de la mañana del 22 de febrero, regresábamos a Guayama. Papi en un momento dado logró reaccionar y hablar con claridad. Recuerdo que el médico le preguntaba que cómo se sentía a lo que él respondió: ‘Estoy bastante chavao” o algo así. Al parecer mostraba mejoría. Pero no fue así. Ante de que Ruth y su esposo Jorge Soliván subieran a San Juan a ver a papi, como a eso de las 328


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diez de la mañana del mismo día 22, llamaron del hospital de veteranos. Le pedían que cuando llegase algún familiar tenía que firmar algunos papeles, pero no se nos dijo qué era. Así que cuando Ruth llegó al hospital y entró al cuarto donde habían admitido a papi, notó que él no estaba allí. Le dijeron que bajara al primer piso para que firmara unos papeles. Su sorpresa fue que papi había muerto. Momentos más tarde, como a la una de la tarde, junto a mami, llegué yo también. Vimos a Jorge primero, luego a Ruth, con sus ojos llorosos. Ella fue la primera en recibir la noticia. Luego nos dijo que papi había muerto. Ese día Ruth cumplía años. Enterramos a papi, don Pablo Fernández Burgos, el 25 de febrero de 1998 en Maunabo, Puerto Rico, su pueblo natal. Algunos meses más tarde, para ser exácto, la última semana del mes de mayo, 1998, mami recibió un infarto cardiaco. Posteriormente la segunda semana de junio, mami recibió un derrame cerebral lo que la dejó con su brazo y pierna derecha sin movimiento. Ese verano del ‘98 no pude salir a ningún sitio ni disfrutar mis vacaciones de verano. Llegó el nuevo año escolar 1998-99 (primer semestre), y apenas comenzando la primera semana de clases yo sabía que el próximo en caer enfermo 329


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sería yo. Así fue. Letty vino de Florida a ayudarme con el cuidado a mami en el fin de semana, sábado 15 de agosto. En esta segunda semana de clases yo fui hospitalizado nuevamente, por tercera vez en mi vida. Esta vez, no por par de días como en 1995 y 1997, sino por meses. Recuerdo que se me aparecieron, además del sangrado anal rectal y fiebre, unas pequeñas “ronchitas” en todo el cuerpo. Luego se fueron formando en úlceras. Una de ellas, la más grande se fue formando sobre la parte derecha de la parte baja del vientre. Fui al Hospital Santa Rosa durante una semana. Recuerdo que un día me dieron algo para controlar el sangrado y bajar la fiebre. Pero no hicieron nada con las úlceras que se ivan formando. Una semana más tarde, ya estaban por todas partes de mi cuerpo. Una de las hijas de la hermana Justa Rivera, Zoé, enfermera, vino a ponerle a mami una inyección de insulina, como de costumbre y se encontró con lo que me estaba saliendo. Ella, al verme y tratar de curarme, notó que no era una infección externa, sino que era como si fueran unos gusanos que salían de dentro de mí. Cuando observó detenidamente la úlcera que estaba sobre mi viente bajo, me dijo: “Olvidate de seguir asistiendo a la sala de emergencias del Hospital Santa Rosa”. “Ya ellos te vieron y no han hecho nada; ve directamente al Hospital de Area. Ve hoy mismo”. “Esto está muy 330


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feo; parece como si saliera de adentro hacia afuera, y sigue profundizando más adentro”. Fue así como comenzó mi crisis de salud. Las úlceras en los tobillos crecieron y empeoraron. Ya no podía caminar. No podía poner el pie en firme; se me quedaba inclinado. El pie derecho mostraba la úlcera más complicada, además de la de la parte baja del vientre. El tobillo derecho estaba prácticamente comido por la úlcera. Comenzaba desde la parte de adentro y cruzaba hasta el otro lado. Es así como ese año escolar lo perdí, prácticamente en su totalidad. Eran más los días que estaba hospitalizado que los que estaba fuera. La carga para Letty ahora era doble. Mami en casa, y yo en el hospital. Mami en el hospital, a veces yo también. Recuerdo un día que su esposo Hector “Papo” Marrero, llamó, ébrio y me dijo: “¿Cual es la poca vergüenza que tienen ustedes de estar entrando y saliendo del hospital?” — cual si fuera una broma. Recuerdo que le dije: “Ojalá estuvieses tú aquí - a ver si resistes tan siquiera un día, el infierno que estamos viviendo nosotros aquí - día a día,muriendo, sin saber si vamos a estar vivos el próximo día.” Recuerdo que él comenzó a llorar en forma incontenible, me pidió perdón y me dijo que no podía seguir hablando conmigo; que lo perdonara, que él no sabía lo que estaba pasando aquí; que creía que era una broma de Letty para no regresar con él y su 331


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familia a Jacksonville, Florida. En algún momento dado, en el segundo semestre de 1997-98, en uno de mis cursos de inglés en la Universidad Interamericana de Guayama, recuerdo que estábamos hablando del tema de la muerte; si una persona podría predecir el momento de morir. Recuerdo que le dije que yo moriría el día 2 de marzo, del 2004. Les expliqué que era una fecha que desde hacía años, desde 1991 estaba rondando mi vida, exponiéndome a la misma muerte. Pero cuando dije eso, ni me imaginaba que ya la misma estaba tan cerca. Ellos me dijeron: “Pero, profe, espere a que primero pasen las Olimpiadas del 2004, se las va a perder”. Decían asi, pues Puerto Rico había pedido la sede de las mismas para el 2004 y se estaba trabajando fuerte para preparar la infraestructura necesaria para dicho evento; en especial se proyectaba tener el “Tren Urbano” listo para entonces. Si moría ese día me las perdería. No llegaría al verano para las olimpiadas. Pero mi realidad ahora era crítica. Fue así que, de 143 libras que pesaba en agosto, 1998, para el día 14 de diciembre de ese mismo año, pesaba 97 libras al momento de ser sometido a una colostomia o remoción total del colon o intestino grueso. Aquél hombre jóven, atlético, emprendedor. confiado en si mismo, dinámico, etcétera, era ahora un “viejito” de ochenta años, médicamente hablando. 332


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No caminaba; estaba en una silla de ruedas, al igual que mami. Recuerdo que en los días en que me daban de alta, nos teníamos que “turnear” (tomar turno) al movernos por la casa y en especial, la ida al baño.

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Ya en esta etapa de mi condición de salud se sabía lo que tenía. No era ni sida ni el Síndrome de Crohns. Era Colitis Ulcerativa. Cuando me volvieron a hacer una segunda colonoscopía, en este año 1998, ya cerca de las navidades, en noviembre, estaba bien avanzada. Recuerdo que el Dr. Martinez Sierra, gastroenterólogo, al verme me reprendió y dijo: “Te dije que no te podías descuidar; ésto está a punto de convertirse en cáncer. Hay que extirparte el intestino a la mayor brevedad; cada día que pasa mayor es el riesgo. Sin contar con otras complicaciones que puedan surgir, tales como diálisis si se te corre a los riñones, y en el peor de los casos, la muerte. Tu condición está muy peligrosa”. En algún momento dado en las primeras hospitalizaciones a partir de enero, 1997, quien era mi médico de cabecera ahora, la Dra. Rivera, hija del también doctor en medicina, Rivera Baduí, me advirtió que considerara dejar el trabajo, pues mi condición era degenerativa, como lo estaba viendo. Desde hacía un año, en diciembre del 1996 a enero del 1997, me lo había dicho. Ahora, un año después me lo confirmaba nuevamente. Fue así como pasé de cuarto en cuarto, primero en el sexto piso, medicina, del Hospital Episcopal Cristo Redentor (antes Hospital de Area o Distrito), al piso cinco, cirugía. Cada vez que alguien

llegaba a sala de 334


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emergencia y era admitido directamente a cirugía, sin pasar por medicina, todo el personal médico del quinto piso sabía que era yo. Así mi vida llegaba cada día a su fin. Día a día eran menos las esperanzas de vivir. Llegó el momento que ya no se me garantizaba la vida. Talvés nadie se atrevía a decirlo, pero sabían que iva a morir. Una semana antes del 14 de diciembre, 1998, un domingo 6, me visitaron no sólo personas. Alguien más poderoso estuvo conmigo esa mañana; desde la misma madrugada, antes de rayar el alba. Me levanté muy de madrugada, cuando el cielo aún se teñía de azul intenso. Miraba desde la ventana de mi cuarto en el quinto piso, hacia la parte sur oeste del pueblo de Guayama. Lo que ahora es el Mc Donalds, era lo único que estaba allí, justo al lado oeste del hospital. Se construía la Farmacia Walgreens, luego Pep Boys. Esta madrugada cantaba el corito: “Demos gracias al Señor, demos gracias, demos gracias por su amor. Por las mañanas, las aves cantan, dando alabanzas a Cristo el Salvador. Y tú, amigo, porque no cantas, tus alabanzas a Cristo el Salvador”. En ese momento, recuerdo que hice una oración desde lo más profundo de mi alma y corazón. 335


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Dije: “Señor, si tú me das la salud y la vida, te prometo que mi vida tiene que cambiar”. Fue una oración breve, simple, pero sincera. Al lavarme la cara notaba como si viese empañado. Me quité los espejuelos y los limpié; pero seguía viendo nublado. Creí que era el cristal del espejo; lo limpié también, pero lo nublado seguía. Recuerdo que me moví hacia el lado este del piso, y me paré frente a la ventana de cristal, para ver el amanecer hacia la costa este de la isla, hacia Arroyo. En estos momentos se paró junto a mí una joven que me había visto algunas veces en la escuela Adela Brenes Texidor (antes Ramona Mendoza Santos) de la Puente de Jobos, donde su madre trabajaba de maestra. Al verme me reconoció, pero con dificultad. Recuerdo que me dijo: “¿Usted no es uno de los maestros de la escuela donde mami es maestra? ¿Qué le pasó?” Le fui explicando y a la misma vez testificando sobre mis experiencias vividas en el viaje de refuerzo misionero en Colombia en 1982. En ese momento ella me dijo: “Hay una luz alrededor de usted”. Yo le dije que era la luz del amanecer que entraba por la ventana. Ella insistió: “No es la luz del sol, el sol todavía no ha salido, está aún bastante oscuro. Hay una luz alrededor de usted; muévase de 336


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la ventana. Vé, está ahi; está sobre su cara, cabeza, alrededor de usted”. Al moverme de frente a la ventana y notar su insistencia le pregunté qué hacía ella allí. Ella me dijo que acompañaba a un primo de ella que estaba en el cuarto después del mío. Le indiqué que lo que le iva a pedir que si podía hacer, más bien debía ser a mí a quien se le dijera “¿Puedes decirle si quiere que yo ore por él?” Ella me dijo que la acompañara a su cuarto, que aunque él no podía hablar, sí podía oir. Así que entramos al cuarto. Recuerdo que al ella preguntarle si aceptaba la oración, él asintió con su mirada. Su nombre es Noel Gonzalez. Noel estaba todo enmangado, no podía hablar ni se podía mover. La alimentación era mediante las mangas. Estaba sumamente grave. Recuerdo que le dije: “Me ves, soy un esqueleto vivo, si vamos al caso estoy ya casi muerto, pero deseo orar por ti”. En ese momento me le acerqué y comenzé a orar. En un momento le dije: “Yo no sé lo que Dios va a hacer, ni tampoco me importa. Mi responsabilidad es orar por ti; y que pase lo que pase”. En este momento comenzé a hablar en otras lenguas, lenguas angelicales, puse mis manos sobre su cabeza y le indiqué: “No soy yo quien te toca ni quien pone sus manos sobre tu cabeza; es Dios”. 337


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Terminé la oración dándole gracias a Dios. Su prima, mientras yo oraba vió que en el momento que comenzé a hablar en otras lenguas, él comenzó a temblar y sus ojos la miraban como si estuviese pasando algo dentro de él. Regresé a mi cuarto. Ahora todo el cuarto se veía nublado. No sabía lo que pasaba; me imaginé que era que el día aún no estaba claro y era efecto del mismo amanecer. Este día, como dije anteriormente tuve varias visitas. La primera fue Aurelio Diaz, mi hermano, amigo, vecino de Blondet y mi compañero maestro. Recuerdo que en un momento comenzó a llorar. Posterior a él, casi cuando él salía del cuarto, llegó mi hermano metodista y compañero educador, Miguel Ramos. Recuerdo que le pedí perdón. El me dijo que no había nada por que yo tenerle que pedir perdón. Le dije que gracias a él yo estaba en la Iglesia Metodista y que sabía que él era de apoyo espiritual a mí. Si mal no recuerdo él me entregó un sobre con una colaboración que habían recolectado entre las diferentes escuelas de Guayama, a iniciativa de él y Angie de León, compañera de la escuela de la Puente de Jobos, Adela Brenes Texidor, y miembro de la Federación de Maestros, igual que Miguel Ramos, delegado de la FMPR en Guayama. No había aún salido Miguel, cuando llegó Juan Martinez, concuñado de Miguel, quien era 338


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también maestro y hermano de la iglesia metodista. A Juan Martinez también le pedí perdón y a su esposa Loyda Rodriguez, cuñada de Miguel y maestra también. La razón era porque sabía que ellos contínuamente se pasaban diciéndome que Dios me estaba exigiendo más de lo que yo le daba; que tenía que darle lo que él me exigía. Recuerdo que le confesé a Juan que esas palabras insistentes de ellos, en especial en Loida me hacían sentir molesto. Que ahora entendía que ellos sólo querían que yo me diese más a Dios. Que su intención era sólo por mi bien. Asi pasó el día y llegó la noche. Ruth, mi hermana, fue la última que vino a verme, acompañada de unos vecinos de ella, católicos carismáticos. Me testificaron, leyeron una porción bíblica y cuando se disponía a salir, ya que la hora de visita (8:00 pm) había terminado, les dije: “Ustedes no se pueden ir de aquí todavía. Durante todo el día, desde esta madrugada aquí ha estado pasando algo y yo no me daba cuenta. La nube de Jehová ha estado aquí conmigo y yo no lo sabía. Ahora es que lo entiendo. Ahora entiendo porque todo se veía como nublado”. Este día Dios me había visitado. Este mismo día logré que Letty insistiera en tratar de dar con el teléfono de Wanda Yadira Silva Sánchez y su mamá, la profesora Virginia Sánchez, en Aguada. Le dije que llamara a todos los números de teléfonos de Aguada que fueran de familias Silva 339


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o Sánchez. Ella se rendía de nada; pero este día fue diferente. Me dijo que había logrado dar con alguien que las conocía; un familiar quien le dió el número del hermano de Wanda, Juan Kennedy Silva Sánchez. El y su “familita” habían salido, pero pudieron identificar con el “caller ID” que alguien había tratado insistentemente de comunicarse con ellos desde el número de casa. Esto por la cantidad de llamadas perdidas registradas en su caller ID. De esta forma el lunes, tempranito, llamaron a casa para saber quien llamaba. Así Letty le dijo sobre mí; que le avisaran a Wanda y en especial a su mamá. Que se comunicaran conmigo al hospital Cristo Redentor de Guayama. Como era de esperar, Wanda haría lo que fuera necesario para conseguirme, aunque no supiera el número de la extensión de mi cuarto; así como cuando estaba yo en Nueva York, ella me encontraba en cualquier lugar donde quiera que yo me encontrara en la James Monroe High School. Wanda se comunicó conmigo el lunes 7 de diciembre, por la tarde. Le dije que me perdonara, pues sabía lo buena que ella había sido conmigo y lo mal que yo la había tratado. Que por favor, viniese a verme, pero que viniera preparada, pues con lo que se encontraría sería con “un esqueleto vivo”. Ella, 340


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enfermera en sí, me consoló y me dijo que tuviera fe en Dios y que no desmayara. Que ella vendría el sábado 12, junto con su madre. Cuando hablé con su madre Virginia, ella pensaba lo peor; creía que era ella quien me había hecho algo y que yo necesitaba hablar urgéntemente con ella. Lo menos que se imaginaba era que yo lo que deseaba era pedirle perdón, y poderlas ver, antes de morir. La semana fue difícil. Pero también pasó algo este lunes 7 de diciembre. A primera hora, antes de las ocho de la mañana alguien tocó a mi puerta. Le dije que pasara, que estaba en el baño, pero que saldría en un momento; que pasara. Al salir del baño lo que vi no lo podía creer: era el jóven del cuarto del lado; Noel. Estaba “sano”. Entró caminando, hablando y sin ninguna manga. Ni tan siquiera tenía un suero puesto; bueno lo tenía, pero me dijo que se lo ivan a quitar para darle de alta ese mismo día o el día próximo. Sencillamente Dios lo había levantado. Asi comenzó el lunes 7 de diciembre, 1998. Pero desearía que lo que pasó después no hubiese ni tan siquiera sido imaginado por mí. Debido a que alguien había llamado a nombre de mi familia al doctor José Lucas Pimentel Fernández, mi cirujano, indicándole que él no era el mejor médico para atenderme ni operarme; que ni tan siquiera ese hospital era lo mejor por lo delicado de mi condición. 341


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Esta persona no se identificó; sólo dijo que hablaba en nombre de mi familia. Pero, ¿Quien podía ser? Cuando el doctor Pimentel vino a verme al principio no quería decir nada sobre la llamada. Lo que sí me dijo fue que ya tenía que decidirme; que estaba en el piso de cirugía, por tanto si no me iva a someter a una cirugía, se lo dijera, para que él me diera de alta, y volviera cuando estuviese decidido. Pero eso no era posible; él sabía que si me enviaba a casa dado de alta, no regresaría vivo. El asunto de la llamada al fin salió a flote. Recuerdo que, llorando, pero con firmeza le dije: “Mientras haya fuerza y conocimiento en mí, y mientras yo pueda hablar por mí mismo, no permito a nadie, absolutamente a nadie a hablar en nombre mío ni mucho menos de mi familia. Desde casa no pudieron llamarlo. Usted ha visto a mi hermana Letty, usted sabe que ella también está enfèrma. Mi madre tampoco pudo llamar, pues ella está en un sillón de ruedas con un derrame celebral. Si usted quiere, yo mismo voy a investigar quien fue que llamó. Yo tengo una idea de quien pudo ser. Es cuestión de llamar a un número de teléfono. Se lo puedo dar y usted identificaría la voz de la persona, para que tome las medidas necesarias. Esta persona lo único que ha hecho es exponerme a morir ”. En ese momento el cirujano se mostró más relajado y me dijo que lo de la llamada era algo que 342


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pasaba con mucha frecuencia. Que no era la primera vez que sucedía. Pero que ¿qué yo iva a hacer? Recuerdo que le dije: “Deme un momento, lo voy a decidir ahora mismo. Deje que el gastroenterólogo me vea otra vez. Sáqueme una cita con él. Perdone que hice venir al Dr. Lugo Zambrana para que me diera una segunda opinión; sencillamente mi hermana Ruth al ver mi desesperación, en busca de ayuda, habló con él y pedimos que hablara con usted para que usted lo autorizara a verme, perdóneme, sencillamente estaba muy desesperado, al ver que ya nada me mejora. Al contrario, voy de mal en peor. Mi intención no era poner al Dr. Martínez y su palabra en cuanto a mi condición en duda; sencillamente me desesperé. Déjeme hablar con él para que se siga lo que él indique. Estoy preparado. Opéreme. En cuanto a la subclavia, póngamela, pues mis venas ya están tan secas y pegadas que no resisten un pinchazo más”. Ese mismo día por la noche me visitó alguien que yo estaba seguro había sido quien había hecho la llamada al doctor Pimentel. Le expliqué que quienquiera que hubiese hecho esa llamada lo único que hizo con eso fue exponerme a la muerte. Que si el doctor Pimentel me enviaba a casa, allí sólamente me moriría. Mi condición ya era demasiado delicada para ser admitido a otro hospital, al Hospital del Maestro, como esa persona pretendía. Que un día más que pasara, un día más cerca que estaba de la muerte. No le dije en la cara que había sido él, pero 343


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yo sabía en mi corazón que era él. Lo sabía porque días antes había estado en mi cuarto y lo único que hacía era hablar mal del cirujano Lucas Pimentel. Posteriormente, casi dos años después Letty me explicó lo que había pasado. Ella había autorizado a Reynaldo Echandi a que buscara ayuda para mí; que lo único que quería era ayudar. Pero yo le dije que había sido un error. Que ya no había marcha atrás. Era cuestión de vida o muerte. Ya no había tiempo. O me operaba, o, sencillamente, me moría. Fue asi como todo el proceso se aceleró. El día que Wanda vino con su madre a verme, el sábado 12 de diciembre, no sé como, pero ese día me afeité. Me puse unas pajamas nuevas que me llevaron para lucir lo mejor presentable. Recuerdo que lo único que me motivaba desde temprano ese sábado era que llegase esta visita tan especial para mí. Recuerdo que cuando ellas llegaron, Paulino Berríos, mi gran hermano metodista estaba allí. Agradezco a Paulino Berríos todos sus consejos, que como contador, trajeron serenidad a mi vida en medio de tantas preocupaciones, pues todas mis cuentas estaban atrazadas, y aún peor, no se sabía como se ivan a pagar. Como dije, este día sábado 12 fue especial. Se que la visita de Wanda y su madre, Virginia, me fue de gran fortaleza. Ese mismo día el doctor Pimentel me llamó para indicarme que no esperaría una semana más para operarme. Que si 344


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estaba dispuesto, me operaría ese próximo lunes 14 de diciembre, no la semana entrante. Le dije que si él entendía que yo podría “resistir la operación” que estaba bien. Esto era debido a que se proponía posponer la operación para que yo recuperara mi salud un poco más. Pero, decidió adelantarla para ese próximo lunes, 14 de diciembre, 1998. Que interesante, ese día Minerva Rodríguez, “Minny”, cumplía años. Creo que sus 36; 37 o 38, no estoy seguro de su edad, pero sí era día de su cumpleaños. Fue este día lunes 14 de diciembre 1998, que fui sometido a una ileostomía o colostomía y colectomía. Volví a la vida ya casi de la misma muerte. Y es así como fui pasando de etapa en etapas. Negación, etapa previa al tratamiento; negación de querer ver la realidad, mi realidad; una muy distinta a lo que era y fue mi vida antes del 1998. realidad que llegaba a su final, o a un nuevo comienzo. Dic 25, 1998 dado de alta después de la colostomía realizada el lunes 14 de diciembre, 1998.

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Enucleación ojo derecho el 9 feb. 1999 por una endolftalmitis severa y prótesis ojo derecho. A continuación, hago una reseña que publique en La Revista de Guayama Digital

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Revista GDP, marzo 30, 1999. Printing, meses después de haber salido del hospital. Sólo que salí sin intestino grueso, sin apéndice, y si fuera poco, sin un ojo; el ojo derecho. “Ante la luz casi extinta de una existencia, surge como el ave Fénix, una nueva oportunidad para vivir y dar vida a muchos que aunque vivos, han perdido toda esperanza de superación y rehabilitación. Tras múltiples estadías en varias habitaciones del 5to piso (cirugía) del Hospital Episcopal Cristo Redentor, en Guayama, Puerto Rico. Estadías que al principio eran breves, de dos o tres días, se convirtieron en mi segundo hogar por casi siete 347


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meses. Siete meses, desde comienzos de agosto, 1998 hasta el día 3 de marzo, 1999. Ver como mi salud se deterioraba, día a día. De 143 libras en agosto a solo 97 libras al 14 de diciembre, 1998; día en que bajo las alas del Altísimo y las manos ungidas y bendecidas por Dios, del cirujano, Dr. Lucas Pimentel Fernández, se me realizó una ileostomía (extracción total del intestino grueso). Durante más de cuatro meses estar impedido de caminar, debido al exparcimiento de úlceras por casi todo mi cuerpo; Colitis Ulcerativa, fue el diagnóstico.

Foto tomada en Aguada por Wanda en diciembre 1995 348


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Tras ser dado de alta el día 25 de diciembre, 1998, día de navidad, regreso a mi hogar, casi sin poder caminar. No tuve la dicha de decir “Soy feliz”. A solo horas de haber llegado a casa, la la mañana del 26 de diciembre algo ya no estaba bien. Una mancha dentro del ojo derecho, inició otra parada en mi via crucis. Endolftalmitis severa, fue el nuevo diagnostico.

Dado de alta, dic 25, 1998.

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Primero me vió la Dra. María Flores Dones, O.D. Era preocupante la situación encontrada en su 350


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exámen. Referido por ella al Dr. Gilberto Rodríguez, Octómetra y Oftalmólogo, el lunes 28 de diciembre, se confirma lo peligroso de la condición, y por segunda vez, se me indica la posibilidad de perder la visión por este ojo, y también el ojo mismo. En los primeros días de febrero, 1999, soy referido esta vez al Dr. Heriberto Martínez, a la clínica de oftalmología del Hospital Cristo Redentor, nuevamente. Se confirmó el diagnóstico inicial; ya a las dos semanas subsiguientes no tenía visión por mi ojo derecho. Aún escucho las palabras del Dr. Heriberto Martínez: “Pablo, hay que remover el ojito”. Ya no había remedio. Me exponia a que la bacteria alojada allí, se exparciera por..., sólo Dios sabe hasta donde. El martes 9 de febrero, 1999, a menos de dos meses, estaba en sala de cirugía nuevamente. Regresé a casa dos días después; el jueves 11. Allí me esperaba mi madre, la maestra jubilada, María Luisa Colón Navarro, viuda de Pablo Fernández Burgos, mi padre; a sólo menos de un año de haber enviudado el 22 febrero, 1998, el mismo día del cumpleaños de su segunda hija, Ruth. Allí, mi madre, inválida debido a un infarto cardiaco en mayo y luego un derrame cerebral en junio, 1998, me esperaba. Agradezco al Reverendo Pedro Valentin 351


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Peláez Sepúlveda, mi segundo pastor metodista, quien preparó su corazón para mi llegada... sin un ojo”. ¿Cómo es la vida de un paciente ostomizado? La vida de un paciente ostomizado es muchas veces bien cuesta arriba: Primero, el tener que aceptar que ya más nunca volverá a ser igual que era antes de la colostomía. Sus actividades físicas, deportivas, y también sexuales, por tomar sólo una muestra ya no son iguales. Sus movimientos son más cuidadosos, debido a que la bolsita de colostomía puede destaparse o despegarse en cualquier momento. A veces, con sólo sentarse se puede filtrar. Psicológicamente uno tiene que estar preparado para ver como su ropa se ensucia, además del bochorno que uno experimenta. ¿Que cuán a menudo puede esto pasar? Tan incierto como pueda ser. Uno tiene que estar preparado todo el tiempo. Donde quiera que uno va tiene que llevar consigo un “kit” de emergencia: papel sanitario, bolsas adicionales, un pantalón corto debajo de la ropa, o tal vez un pañal desechable “pamper” o “diaper”. Cremas de tratamiento para las quemaduras producidas por los ácidos gástricos sobre la piel, y sobre todo, la fuerza de voluntad necesaria para aceptar que esta es nuestra realidad cotidiana. Pero 352


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que, no importa las dificultades; hay algo más importante: estamos vivos y con un estado de salud mil veces mejor que antes de la colostomía. Dc ahi que “la colostomía es una oportunidad de vida”. En esta fase de Aceptación es bien importante contar con el apoyo emocional de otros pacientes que pasaron por lo mismo, tal vez mucho menos preparados que uno mismo, pero que “están dando la batalla” por la vida, día a día. El aspecto económico es decisional; el no tener un empleo por hallarse aún en recuperación post-operatoria. La crisis económica que ésto puede acarrear. Tan incierta puede ser la condición financiera de uno que muchas veces no se cuenta ni con $5.00 para comprar una bolsa o una estoma. ¿Y qué si estás caminando un gran trecho y de pronto se te filtra la bolsita? Sencillamente, es un precio muy alto el que hay que pagar día a día. Pero no por eso nos detenemos; tenemos que seguir hacia adelante, como si nada hubiese acontecido. Hace un año, el 14 de diciembre del 1998, fui sometido a lo que se llama una Ileostomía (remoción total del intestino grueso o colon). Como resultado de dicha intervención quirúrgica, mi salud se ha ido restableciendo. Sólo unas pocas áreas en mi cuerpo aún muestran los estragos de una colitis ulcerativa, la cual 353


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arrazó con todo mi intestino grueso. Quedan aún marcadas en mi tobillo del pie derecho y en la mano izquierda como rastros de dicha condición, pero ahora conocida como dermatitis transitoria. De un promedio de 45 a 50 veces al día que tenía que evacuar, actualmente, tal vez lo hago unas cuatro a 6 veces. Pero esto no es lo que viene al caso: esas 45 a 50 evacuaciones diarias eran evacuando sangre; la sangre que día a día iva perdiendo, aún cuando recibía un promedio de dos tranfusiones semanales, sin mostrar mejoría. Mi hemoglobina no subía de seis; complicada luego con una diabetes emocional, la que impedía que las úlceras que cubrían mis tobillos, no curacen en tres o cuatro meses. Diariamente era sometido a unas intensas curaciones, incluyendo terapias de lavado con agua caliente y Betadine, en el tanque de agua giratoria o “whirlpool”. Ya no podía caminar, ni tan siquiera poner mi pie en el suelo, debido al intenso dolor que experimentaba. Mis brazos ya no aguantaban una transfusión más; mis venas se habían resecado tanto que ya a lo último no podían recibir “un pinchazo” más. Se acercaba el momento de la decisión: o me operaba, o moría. Era cuestión de días, talvés. Día que pasaba, día que menos posibilidades tenía de 354


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vivir. Yo no sabía qué era una colostomía. Tampoco sabía lo que era usar una bolsa de colostomía. No podía aceptar que mi cuerpo quedaría permanentemente mutilado, sin hacer mis necesidades de evacuación normalmente. Sencillamente, no estaba preparado para este proceso. El doctor Lucas Pimentel hizo venir dos personas del Comité de Apoyo a Pacientes Ostomizados: Sra. Maria Luisa Vázquez, y Don Angel Torres, quienes me prepararon emocional y mentalmente para dicha intervención quirúrgica, y como vivir después de dicha operación. Nunca olvidaré cuando me dijeron: “La Colostomía es una oportunidad de vida”. Posteriormente otras dos personas también fueron a verme, conduciéndome a tomar la decisión: decisión que cambiaría para siempre mi forma de pensar y vivir: Conciente de que sería mi única alternativa; que no temiera, pues superaría esa primera etapa de negación y entraría a la segunda: la Aceptacion. Aceptar que ya nada tendría marcha atrás. Aceptar que si quería vivir, éste sería el precio. “La Colostomía es una oportunidad de vida”. Estas fueron las palabras del Sr. Angel Torres y la Sra. María Luisa Vázquez, pacientes ostomizados y miembros del Comité de Apoyo a Pacientes Ostomizados del Sur de Puerto Rico. La tercera etapa diría que es la Adaptación. El 355


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aceptar que ya nada sería igual que antes ya no es lo que ocupa el pensamiento en un paciente ostomizado. Ahora lo que sí preocupa a uno contínuamente es el hecho de cómo adaptarse a lo que talvés será su estilo de vida, mientras viva; toda su vida. En esta tercera etapa, la Adaptación, muchas cosas están envueltas. Desde lo básico, que es el tener un dispositivo en el cuerpo, la bolsa de colostomía, sabiendo que sus necesidades de evacuación ya no son como antes.

Ahora, usted nunca sabe a ciencia cierta cuando realmente está evacuando. Esto sucede automáticamente. Lo más que puede hacer es llevar una monitoría a su alimentación. Es decir, observar lo que come, con qué frecuencia lo come, como reacciona su sistema digestivo al mismo, cuan frecuente evacúa, o más bien dicho; con cuanta frecuencia “tiene que vaciar la bolsita”. No todos los alimentos producen el mismo resultado en el proceso digestivo. Los primeros días, 356


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tal vez meses, su dieta consiste en alimentación líquida, y progresivamente, semi-sólida. Su sistema le irá indicando lo que puede tolerar y lo que no puede. Alimentos altos en acidez producen intolerancia a ingerirlos, aún desde la tráquea y el esófago. Jugos naturales, a veces tienen que ser diluídos a un 70% o más para poderlos “bajar”. Sustancias irritantes como lo es el chocolate, en algunos el café, jugos de china o naranja, parcha, piña, resultan ser muy ácidos. Recuerdo que los primeros días jugo de manzana, pera, y tal vez melocotón, bien diluído era lo que podía tomar, acompañado de agua entre sorbo y sorbo. Sopas sin demasiado condimento, y cremas o cereales bien licuados. La sensación de náuseas es bien común en esta tercera etapa, la adaptación. Posteriormente, va entrando en una alimentación un poco más sólida, siempre tanteando si el sistema se la resiste. Se supone que en el primer y tal vez segundo mes aún esté en dieta liquida. En mi caso, como fueron casi siete meses de hospitalización, los últimos dos meses alimentación intravenosa, ya estaba ansioso de “comer” comida “de verdad”. Así que ya en la primera semana después de la ileostomía comenzé a ingerir arroz con pollo bien triturado, luego papa majada. Las sopitas ahora tenían pedacitos de pollo o carne de res, fidéos, papa y calabaza. Cuando el cirujano, Dr. Lucas Pimentel me vio 357


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a la semana, se asombró que ya estaba ingiriendo alimentos prácticamente sólidos; arroz, carnes, además de viandas. Por otro lado, era bien común que la bolsita cada vez se me filtrara o despegara. En parte debido a “que aún estaba en los huesos”, y por falta de “carne”, no sellaba bien. De cualquier movimiento, a veces, sencillamente al sentarme o doblarme, se me despegaba. En estos días era un sentido de inutilidad e impotencia lo que controlaba mi mente. No podía hacer nada, sin exponerme a que “todo se me saliera” y tenía que ir rápidamente a asearme y cambiarme de ropa. Los primeros meses tenía que tener un “pamper” o “diaper” (pañal de viejitos) puesto todo el tiempo, para protección. La ropa no me servía, ya que había rebajado más de 42 libras en menos de dos meses. En el caso mío, debido a que surgió otra complicación, tal vez más traumática, no tuve mucho tiempo para pensar en como adaptarme a la bolsita de colostomía y a todo lo que esto conllevaba. A menos de dos meses, estaba en sala de operación nuevamente; esta vez para que se me extrajera mi ojo derecho, debido a una endolftalmitis severa, que adquirí, diréctamente relacionada a la colitis ulcerativa que padecía y también debido a los medicamentos fuertes que ingería: Pregnisona 20 358


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mg., entre otros. En la otra sección de ¿Cómo es la vida de un paciente con una enucleación de un ojo? daré detalles de este segundo proceso quirúrgico al cual fui sometido 43 días después de mi ileostomía (cirugía realizada a partir del íleo, antes del intestino grueso o colon) o remoción total del intestino grueso. Otra área de adaptación es el aspecto emocional. Es bien frecuente que uno experimente un sentimiento de inutilidad, frustración y sobre todo, ansiedad. La misma presencia de laceraciones o quemaduras ocasionadas por los ácidos gástricos, cuando los mismos se filtran, queman la piel y definitivamente, irritan a uno; no solamente en forma literal, sino también en el aspecto emocional. No se tiene tranquilidad. Continuamente se quisiera despegar la estoma o base de la bolsa, y olvidarse que uno tiene una colostomía y colectomía. Algunas personas piensan que uno se la puede quitar cierto tiempo, pero eso no es así: esto debido a que contínuamente uno está liberando desperdicios; sean sólidos o líquidos. Por tanto, uno no puede estar sin la misma. Pero ¿Qué pasa cuando no tiene una estoma o bolsa de reemplazo, y se le daña la que uno tenía puesta? Esto es otro problema. Hay que depender de alguien que le pueda llevar una o que lleve a uno inmediatamente a comprar otra. A veces no se tiene el dinero para comprarla. Pero esto es otro aspecto: el 359


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económico. ¿Cómo vive un paciente con una enucleación de un oj o?

La vida de un paciente con una enucleación o remoción total de un ojo no es nada fácil de llevar. Por el solo hecho de estar conciente que ahora se tiene un solo ojo, ya por este solo detalle se vive una vida de contínuo miedo. Se teme que le pueda pasar cualquier cosa en el ojo que le queda. Cualquier partícula de polvo, objeto que se halle cerca de donde uno está, cualquier persona que tropiece con uno o le lance algo, aunque no sea intencional. Estar más conciente del riesgo al que uno está contínuamente expuesto a quedar ciego totalmente por cualquier cosa es traumático. Cuando se tiene los dos ojos, uno no piensa en esto. Hace cosas que son sumamente riesgosas y no piensa en lo que le podría 360


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pasar a su salud visual. Cosas tan cotidianas como usar lentes de contacto, a veces por sólo lucir un color diferente al natural. Otras veces, estar expuesto a contaminantes o sustancias irritantes. Frotarse los ojos sin tener las manos limpias; someter los ojos a cambios bruscos de temperatura. Sencillamente, cuando ya sólo se tiene un ojo, un solo ojo, no se piensa igual.

Pablo Fernández con lentes correctivos de contacto verdes en oct. 4,1988. En mi caso, debido a lo complicado que fue mi condición de paciente con colitis ulcerativa, y debido a que mi sistema se había deteriorado tan pronto, no tuve un sistema inmunológico lo suficiente fuerte como para combatir algo que talvés en otra etapa de mi vida, cuando estaba completamente 361


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saludable, pudiese haber asimilado y combatido la infección. Es en esta fase de hallarse aún en recuperación post-operatoria, fue que contraje una infección severa o endolftalmitis. Recuerdo que fue a penas algunos días después de la ileostomía (14 de diciembre de 1998), cuando experimenté una sensación de molestia en la parte derecha inferior de mi ojo derecho; mi mejor ojo. Fue como un pinchazo, que me ocasionó un dolor fuerte momentáneo, pero, no le di mayor importancia. Esto tal vez pasó el día 22 o 23 de diciembre, 1998. Días después, el 26 de diciembre, 1998, la historia era otra. Esta vez no había podido dormir debido a un dolor insoportable que me cubría desde el mismo centro del ojo derecho, hasta toda la frente, cabeza y cerebro, del lado derecho del cuerpo. Esa mañana del 26 de diciembre una mancha cubría la parte inferior del ojo. De aquí en adelante fue sólo cuestión de días, primeramente, perder la visión por el ojo derecho, luego no ceder la infección aún cuando fui inyectado directamente al ojo con antibióticos en tres ocasiones en menos de dos semanas. No poder resistir el dolor contínuo, aún cuando me administraban Percoset cada cuatro horas. No podría decir si era mejor perder el ojo, a resistir el dolor terrible que no cesaba de día ni de noche. Pero la decisión de conservar el ojo ya no era una alternativa; había que removerlo. Esto aconteció 362


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el dia 9 de febrero, 1999. Si con haber recientemente salido de una ileostomía 43 días antes; haber estado hospitalizado casi siete meses, estar sin caminar por más de cuatro meses debido al esparcimiento de úlceras por casi todo mi cuerpo, y en especial en el tobillo del pie derecho, necesitaba aún una prueba más; perder mi ojo derecho. El proceso de, primero, Negación, el no querer aceptar la posibilidad inminente de quedar sin un ojo, mi mejor ojo “dominante”, el derecho — mi ojo de fotógrafo. Quedar sin poder volver a ser buen fotógrafo — una fase de mi vida que también llego a su fin. Ese mañana del martes día 9 de febrero, del 1999, creí que me volvería loco. No sabía como podría vivir si un ojo. Me darían de alta el próximo día, miércoles 10 de febrero, pero pedí que me diesen un día más, para así poder avisar a mi pastor que fuera a casa antes que yo para que hablara con mami y la preparase para esta noticia. Le pedí a Letty que llamara al pastor Peláez, para que fuera a mi cuarto en el hospital antes que me diesen de alta. Así fue, el pastor pasó el miércoles 10. Le pedí que preparase a mami para esta noticia, que me daban de alta, pero que regresaba sin un ojo. Me informó que pasaría por casa el próximo día, jueves 11 de febrero, antes que yo llegase. Me darían entonces de alta ese mismo jueves 11, por la tarde. 363


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Recuerdan que ese día el Reverendo Pedro Peláez había ido a casa para preparar el corazon de mi enferma y postrada madre, al saber que regresaba del hospital ese día más tarde, pero esta vez... sin un ojo. Ya en casa, tuve que enfrentarme a la dura realidad de lo que sería mi vida a partir de ahora en adelante. El otro día, viernes 12 de febrero 1999, ya estaba en la escuela, guiando, con dificultad, pero demostrándome que tenía que seguir hacia adelante como si nada hubiese pasado.

Prótesis ojo derecho, parece tan natural, pero no por 364


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eso es fácil aceptarlo. Lunes 21 junio, 1999. Agradezco a Dios que aunque sin un ojo, Sin intestino grueso, sin apéndice, sin tantas cosa que antes tenía, pero que a la misma vez, me faltaban, me dio la oportunidad de “Regresar a La vida”. Tal vez este escrito te haya hecho desear vivir. Mi responsabilidad contigo, querido lector, es darte a conocer lo más fiel posible, todo lo que pasé, aunque con dolor y con marcas permanentes, como puedes apreciar, y talvés con verguenza, pero con firmeza, muestro mis vivencias como espejo o libro abierto, para que, si algún día pasas por lo que yo pasé, no tropieces ni caigas donde yo tropecé, y caí.

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CAPITULO ONCE: DE REGRESO A LA VIDA A comienzos del año 1999, para ser mucho más preciso, en el mes de marzo, día 25, Jueves Santo, fui quirúrgicamente intervenido por cuarta vez en menos de tres meses. Es decir: en el día 14 de diciembre, 1998, se me realizó la extracción prácticamente total de mi intestino grueso o colon; una ileostomía y colectomia. El 1ro de febrero, 1999 fui admitido otra vez. Diagnostico: Endolphtalmitis Severa. El 9 de febrero, 1999, faltando cinco días para cumplirse 2 meses de la ileostomía, fue la enucleación del ojo derecho. Me dieron de alta el 11 de febrero, en vez del próximo día 10, a petición mía. El día 3 de marzo, 1999, se me reimplantó la esfera o implante ocular (11 días antes del tercer mes; a partir del 14 de diciembre, 1998). La operación debía ser el día anterior, 2 de marzo, según se había programado. Pero debido a fallas en el aire acondicionado de la sala de operaciones, fue pospuesta la operación para la mañana siguiente. Si recuerdan, el día 2 de marzo de 1991, al igual que el día 5 de abril en 1993, mi vida fue guardada milagrosamente por la misericordia de Dios. No tengo la menor duda, de que si me hubiesen llevado a la sala de cirugía, esa mañana del 2 de 366


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marzo, 1999, sería la vencida. Esta vez ya no habría oportunidad de vida. Ese 2 de marzo del 1999, martes, en el calendario chino, (año del dragón) era el equivalente al 2 de marzo del año 2004; exáctamente el día que años atrás había señalado como el día de mi muerte ante un grupo de estudiantes de uno de mis cursos de inglés básico en la Universidad Interamericana de Puerto Rico, Recinto de Guayama. Para ese entonces ellos me dijeron: “Profe, las Olimpiadas del 2004 serán en el verano, se las va a perder”. Las olimpiadas aún no han llegado; pero sí sabemos que ya Puerto Rico no es la sede para dicho evento deportivo de carácter mundial. Si las cosas no cambian, será Grecia 2004. Veintidós días a partir del 3 de marzo, 1999, Jueves Santo, 25 de marzo, estaba en el Hospital Universitario del Centro Médico en Río Piedras, Puerto Rico. Ya era la cuarta intervención, bajo anestesia total; 20 días antes del cuarto mes, desde la primera de cuatro intervenciones. Desde las seis de la mañana del jueves santo estaba en espera. Pero no fue hasta las seis de la tarde — es decir: doce horas después — que el plan médico “Cruz Azul”-aprobó la operación de reimplante final de la esfera dcl ojo. Hoy no tengo intestino grueso, apéndice ni mi 367


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ojo derecho; mi cuerpo ha sido mutilado; pero mi espíritu vive. Mi alma está en paz. Tengo paz mental. Quince años a partir de aquella tarde del martes 22 de diciembre, 1987, la maldición ha sido rota por el poder de Dios. Mi vida ahora está en las manos de Dios. Sólo Dios tiene el poder de arrebatármela, cuando él asi lo disponga. En demostración de fe, registré a Remembering Puerto Rico, Inc., registro 99,058, una corporación con fines de lucro organizada bajo las leyes de Puerto Rico sometida al Departamento de Estado el 3 de julio, 1997 y sellada el 30 de junio de 1998, en San Juan, Puerto Rico; un mes antes de ser hospitalizado en el Hospital Episcopal Cristo Redentor de Guayama.

Ya para el mes de marzo, 1999 regresé a la cátedra como profesor a jornada parcial en la Universidad Interamericana de Puerto Rico, Recinto de Guayama. Pude ofrecer tres cursos de inglés. Posteriormente en el semestre de agosto a diciembre de 2001 ofrecí los primeros cursos de inglés básico 368


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1101, 1102 y 1103 ‘on-line” a los estudiantes del programa de AVANCE. Nunca olvidaré la fiesta de navidad 1999 de la Inter de Guayama en el Club Rotario. Deseaba saber si aún podía bailar. Recuerdo que le pedí a Lucy, una de las secretarias de la oficina de Recursos Humanos de la Inter, si estaba dispuesta a que yo la sacara a bailar. Recuerdo que le advertí que desde el 1997 no bailaba; ahora no tenía un ojo y tampoco sabía como responderían mis tobillos. Pero lo hice bien; al punto que la saqué a bailar dos veces. Minutos más tarde, mientras compartía con los compañeros de labores de la Inter, recuerdo que en forma eufórica y sin importarme lo que los demás dijeran, comenzé a brincar y a decir a toda voz: “Estoy vivo, estoy vivo”. Recuerdo que todos hicieron silencio, y al recordar como me habían visto apenas algunos meses atrás, comenzaron a aplaudir, e inclusive algunos me dieron un abrazo. Sencillamente, estoy vivo. Estuve en el Programa de Rehabilitación Vocacional por tres años, tiempo en que se incorporó Guayama Digital Communications Network Inc., registro 108,398 bajo las leyes de Puerto Rico el 5 de octubre de 1999 a las 12:05 p.m.

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25 dic 1999, a un año de la ileostomía Durante esos tres años estuve en licencia sin sueldo en el Departamento de Educación Pública de Puerto Rico. Estos tres años (febrero 1999 a mayo 1999 y posteriormente diciembre 1999 - agosto, 2002). Durante estos tres años estuve a cargo de mami. Y aunque mi salud no estaba del todo bien, estaba en proceso de recuperación y evaluación médica, psicológica, visual y también psiquiátrica; en todas las pruebas a las que fui sometido las pasé en forma excelente.

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Durante estos últimos cuatro años también he solicitado ser incapacitado por el Seguro Social, (desde 1998), pero su determinación ha sido que no estoy incapacitado según las reglas de esta agencia. Es así que, al día de hoy estoy en espera de una audiencia. Mientras tanto, sigo en pie de lucha, haciendo frente a todo lo que se me pone de frente. Hay momentos de depresión y hay momentos de ansiedad. Pero estoy vivo.

Primer aniversario Remembering Puerto Rico Inc., 19 nov 1999. Al día de hoy no tengo crédito, ya que todas mis cuentas y compromisos financieros fueron 371


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tirados a “cuentas sin cobrar”. Hasta este momento no sé lo que es tener un sueldo fijo, ya que dependo de lo que la imprenta, GDP, dentro de las altas y bajas pueda generar. En el proceso de rehabilitación se han publicado y distribuído, en forma limitada dos revistas. “La Revista” de Guayama Digital Printing, desde el verano de 1999 y Recordando a Puerto Rico; “La Revista” desde Junio, 2000.

Primera edición Revista GDP, junio 1999.

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Primera Edición Revista RPR, Junio 2000 Aunque en las navidades del 2001 estuve cinco días hospitalizado nuevamente en el Hospital 373


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Episcopal Cristo Redentor, fue sólo una leve recaída de cinco días (20 al 25 de diciembre 2001). Aunque estuve unos dos meses otra vez en silla de ruedas debido a los efectos secundarios de Prednisona, la cual me recetaron nuevamente debido a sangrado rectal, pero ya estoy bien.

En el mes de febrero, 2002, el día 15 inicié un programa radial en la radioemisora WIBS 1540 AM, “La Voz del Caribe” (antigua Radio Caribe del ya fenecido Wigberto Báez) ahora administrada por Conchi León y propiedad de Pichín Roman, dueño de ambas emisoras AM de Guayama, WXRF 1590 y WIBS 1540: “Recordando a Puerto Rico, su música año tras año”, su trayectoria musical desde los años ‘70. Con su página en internet: 374


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http://www.recordandopr. i-p.com/ y posteriormente www.recordandopr.jbc.net.

Entrevista exclusiva a Wilkins para el Viernes Santo, realizada el 12 de marzo, 2002 en los estudios de WXRF 1590 AM. A puras fuerzas lo pude mantener en el “aire” hasta el día 24 de mayo, 2002 (Programa # 15). Todos los que me ven desde entonces, confirman que me veo muy bien. Debido a la crisis económica mundial, en especial en estados Unidos y Puerto Rico a partir de los atentados terroristas a las Torres Gemelas “Twin Towers” del World Trade Center de Nueva York y al Pentágono en Washington, Distrito de Columbia, 375


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Capital Nacional el pasado 11 de septiembre, 2001,

con sus efectos devastadores aún en la economía actual, he seguido tratando de sobrevivir. Hoy en día he recuperado mi salud. Peso un poco más de 130 libras. He regresado a mis labores de profesor de inglés en tecnología de computadoras en la Escuela Superior de la Comunidad Dr. Rafael Lopez Landrón, La “High” de Guayama. y aunque al día de hoy aún no he cobrado ni un chavo, me siento feliz que estoy rehabilitado.

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He estado recibiendo tratamiento por condición emocional por un mes (desde 1 de octubre, 2002 a noviembre 7, 2002), a través de la Corporación del Fondo del Seguro del Estado de Puerto Rico, todas las pruebas visuales, psicológicas y emocionales en general, las he pasado. He tenido un cambio de ajuste visual ±1 en el ojo que me queda, izquierdo, pero aún así puedo ver con receta corregida 110%; 20/25; sin lentes correctivos, 20/400, no veo ni le “E” grandota al comienzo del cartel de prueba visual (Se me parece la bandera de Puerto Rico debido a la falta de enfoque y distorsión visual), pero aún así sigo admitiendo que estoy vivo. Espero vivir por lo menos cien años — al menos así lo quisiera. Obviamente, con buena salud. “Llevo en mi propia carne las marcas del sacrificio de Cristo”, como expresó el apóstol Pablo. En mi caso, no con un látigo romano de siete cueros con particulas metálicas cortantes; tampoco con treinta y nueve azotes. Mucho menos con los clavos que cruzaron, traspasaron las manos y los pies del Maestro en la cruz. Tampoco llevo la corona de espinas sobre mi cabeza. Mi costado no ha sido traspasado por una lanza de un soldado romano; pero sí por una intervención quirúrgica e implante de una bolsa de colostomía, en mi lado derecho de mi vientre, a 45° 377


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del ombligo. Mucho menos ha salido agua y sangre de mi herida. Pero he vivido siete meses de mi vida desangrándome; he sido informado por mi cirujano, el Dr. Lucas Pimentel Fernández — que en el momento de la intervención de la ileostomía — fue más el tiempo que él pasó secándome el agua que había dentro de mí, que el proceso quirúrgico como tal; ya ante de las 9:00 a.m. estaba en preparación para la intervención, la cual duró casi cinco horas (inició a las 10:35 de la mañana y finalizó a las 3:10 de la tarde). Como indiqué, se me llevó a la sala de operaciones a las nueve — hora tercera — según el relato bíblico — cuando se inició la crucifixión de Cristo. Tal vez suene “cursi” o ficticio, pero ésta es mi realidad. Evidenciada por un centenar de hojas en mi expediente médico. Cristo murió a las tres de la tarde — hora novena. Mi cirugía terminó a las 3:10 de la tarde, según aparece en mi expediente. No tengo memoria de los dos días próximos a la intervención. “Desperté” al tercer día - al menos de eso sí tengo recuerdo de estar conciente. Recuerdo las notas que me dejaron personas que me fueron a ver a la sala de recuperación (intensivo); al ver que no despertaba, escribieron: “Te vinimos a ver, pero estabas dormido; estamos orando 378


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por ti”.

La enfermera Mc Cormic, me escoltó, 25 dic 1998. Recuerdo ese tercer día después de la operación. El doctor Lucas Pimentel me despertó; luego al él leer las notas que me habían dejado, puso su mano sobre mi cabeza y oró por mí. Estuve un total de cinco días en intensivo. Luego fui transferido al sexto piso, medicina, hasta el día de navidad, 25 de diciembre, 1998, cuando al fin fui dado de alta. Aún no caminaba; salí en silla de ruedas. Quisiera que nada de lo que me sucedió 379


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hubiese pasado, pero eso sería enajenación y negación de lo que hoy es mi realidad. Después de casi quince años, 1987 al 2002, a partir del 22 de diciembre de 1987, cuando todo comenzó y diez años después de lo que previamente catalogué como diez años de maldición, 1987 — 1997, eso ya llegó a su fin. No soy santo, ni perfecto, ni más sabio, ni más humano que cualquier otro ser humano. Pero talvés mis palabras sí puedan sanar. Sé sano en el nombre de aquél que murió por ti y por mí: Jesucristo. Soy sano, en el nombre y poder del Espíritu Santo. Soy libre de toda condenación, maldición, maldad — por el poder todopoderoso de Dios - a DIOS sea la gloria. Amen.

Diciembre 25, 1998 - Diciembre 25, 1999.

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Cierro este relato. citando las palabras del inicio del mismo: Quisiera escribir algo que no sólo cambiara mi vida, sino también la de todos aquellos que lo leyeran. Transportarme en alas de la palabra escrita y conmover, extremecer, influir no sólo en mi sino en otros, haciendo de sus vidas y la mía propia una manifestación encarnada del poder de la palabra. Cambiar el derrotero de la vida humana. Estoy convencido de cuanto pueden influir los escritos de un artista de la pluma en las vidas que son impactadas por sus letras. Escribir con un solo propósito en mente: Cambiar vidas tristes, decepcionadas y sin esperanzas en vidas rebosantes de alegría, de orgullo propio, de seguridad y de humildad - características de aquel que verdaderamente ha alcanzado el éxito. 381


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Hacer feliz a todo aquel que lea mis escritos de la misma manera que yo deseo ser feliz al darme a mí mismo a otros mediante mis palabras. Si mis palabras tuvieran el poder de cambiar vidas, quisiera ser el primero en ser cambiado; porque en la medida que mis palabras cambien mi vida, estaré convencido que cambiarán también las vidas de otros. Así me ayude Dios, así lo haré. Deseo dejar mis huellas, para que otros las sigan y no tropiecen ni caigan donde yo tropecé y caí.

PABLO FERNÁNDEZ-COLON 11 de noviembre del 2002. 3:55 am. (Hora de Puerto Rico). Todos los derechos reservados © 2003.

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CAPITULO DOCE: QUINCE AÑOS DESPUÉS

La vida sorprende. La vida me sorprendió una noche de un viernes 21 de febrero, del 2003. Ella apareció para decirme que me había perdonado. Su presencia y energía trajo paz a mi vida. Esa noche del viernes 21 de febrero del 2003, terminaba de encuadernar las primeras dos copias de la corrección y edición del “draft” o borrador de este libro. Como se describe con detalles en un segundo libro que se escribió posterior a este primer libro autobiográfico, en su Dedicatoria, en: “Transformación de Hombre a Ángel”, es a ella a quien se le dedica ese segundo libro, también autobiográfico. Les he adelantado el futuro, pero, ya sé; desean saber que pasó en esos quince años a partir de iniciar el preámbulo de lo que sería este libro: “De Regreso a la Vida”. Como señala el final del Capítulo Once de este libro, (inicialmente el Capítulo Final), se añade posteriormente al Final un segundo Final; es más 383


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bien, el Final del Final este capítulo añadido. Como cité en el Capítulo Ocho: “Diez Años de Maldición” (1988-1998), es este día viernes 21 de febrero, del 2003 que finalmente llegó nuevamente la paz que tanto ansiaba en mi vida, a partir de aquellas navidades dolorosas y desastrozas que tuvieron lugar en 1987, e inicios del 1988. 1988 al 2003, Quince años después, llegó, la paz, el perdón, la reconciliación, la restauración, no sólo a mi vida, sino a la de la persona “anónima” que ocasionó que se escribiera este libro. Digo “anónima” por acuerdo mutuo y por protección a su identidad, persona que, al recibir la primera copia revisada de este libro, al leerlo algunos días después del viernes 21 de febrero, del 2003, me envió un email o correo electrónico, indicándome que lo había leído y que necesitaba que nos reuniéramos nuevamente, para dar detalles al libro, de tal forma que su identidad quedara protegida y en anonimato. Por este acuerdo de protección de su persona y dignidad, ella, su nombre, y circunstancias personales reales, han de ser respetadas. Pero ella sabe quien es, y eso es lo que importa.

Describiendo este viernes 21 de febrero, del 2003, como a eso de las siete de la noche, me hallaba encuadernando las dos 384


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copias corregidas del borrador inicial de este libro. De pronto alguien me llama desde el portón de casa: ¿Junior, Junior Fernández, se encuentra?- era una hermosa joven mujer, delgadita, de cabellos rubios lacio y acompañada de dos niñas. Definitivamente no sabía quien era. Vestida de blanco y amarillo; su blusa amarilla y sus pantalones largos blanco. “Tú eres Junior, verdad?” Respondí, “Sí; soy yo; y tú ¿Quien eres, acaso te conozco?” “Pero no sé quien eres tú” – exclamé. Pensé que talvés era una de mis exalumnas, pero ¿Cúal de tantas estudiantes a quienes le di clases de inglés en todos estos años?

Ella, al ver que no la reconocía dijo: “¿De 385


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verdad que no me conoces, que no sabes quien soy?” y se sonrió sorprendida. No, no sé quien eres; en serio; ¿Tú me conoces? Le dije, ya que me había llamado por mi apodo familiar e íntimo; sólo conocido (yo) de esta forma por personas bien allegadas a mí. Soy... Ivette, la hija de ... y de ... Al caer en cuenta de quien era ella, le dije: “¿La hija de don ...? y lloré. Le dije: “Llevo quince años sin poderme perdonar por lo que te hice; pero jamás creí que te volviera a ver”. “Perdóname; casi morí sin poder pedirte perdón”. Le invité a que entrase a la casa, junto a las dos niñas. Pasaron al balcón y tras cerrar el portón le dije: “Ni te imaginas porqué te dije que casi muero sin poder pedirte perdón durante estos quince años”. A lo que ella respondió: “Ya yo te había perdonado; hace mucho tiempo que te perdoné”. Llorando aún y con lágrimas en mis ojos (bueno, en uno de ellos, ya que el otro sólo es una prótesis), le indiqué: “Pero yo no lo sabía, hasta hoy que te encuentro, cuando jamás pensé que nos volviésemos a ver”. Recuerdo que le pregunté por las niñas a lo que me indicó que eran sus dos hijas. Una de unos doce años y la otra como de ocho. Les pedí permiso y les pregunté si me dejaban darle una brazo a su mamá, y nos dimos un abrazo que, como dije anteriormente, nos produjo mucha paz, la paz que 386


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tanto ansiaba por todos estos años, y fue con este abrazo que nos reconciliamos y recibí su perdón. Es un milagro lo que está pasando, es increible lo que ocurre. “Llegaste justo cuando termino de editar mi libro autobiográfico, en el que tú eres mencionada” - le dije. Le entregué una de las copias y la otra la conservé para mí. “Perdona que no esté bien cortadito y debidamente encuadernado ya que apenas lo pegué anoche y aún no lo he “trimiado” y le entregué el mismo para que lo leyera, y si había que corregir o eliminar algo referente a ella, me lo dejase saber. Tras algunos quince o veinte días, nos reunimos en el restaurante Sizler en la plazoleta de Plaza las Américas en Hato Rey, San Juan. Mientras comíamos, dialogamos un rato para ponernos al día de lo que había acontecido en nuestras vidas durante los pasados quince años. Recuerdo que me dijo: “Leí tu libro y ciertamente que lo escribiste para mí” a lo que le dije: “¿Y cómo lo iba a saber, si nunca más volví a verte ni a encontrarnos?” “Sí, es así; pero me reafirmo en que fue para mí este libro”. Y añadió: “Me hiciste recordar muchas cosas que ya ni recordaba; aunque no todas ocurrieron así, pues yo misma no recuerdo bien lo que ocurrió” - lo que hace el tiempo y la distancia, pues después de esos días yo me fui de ... (y mencionó el lugar) y no volví a vivir 387


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allá”. “Lo que es el poder de la mente y la distancia; hace que uno olvide todo; no hay mejor manera de olvidar” - dijo, o algo parecido. Recuerdo que le dije: “Te devuelvo lo que te pertenece; es tuyo, tienes derecho a tenerlo” y le entregué un obsequio entre lo que estaban unos diskettes o floppy disks con la biografía ya corregida y con su participación en la edición de la misma; ya que estubimos en diálogo cybernético por chats y correos electrónico o emails varias veces antes de este día, que nos encontrábamos nuevamente para entregarle la versión digital del libro. “A qué te refieres con esas palabras de devolverme lo que me pertenece, a lo que dices que tengo derecho?” - a lo que le dije: “Tienes derecho a tener tus recuerdos, nadie te los puede quitar; son tuyos, te pertenecen”. Lamento que todos los diálogos cybernéticos se me hallan extraviado y que ni tan siquiera tenga copia digital exacta de las revisiones que le hicimos al libro tras habernos encontrado; quince años después, pero eso no importa. Porque como ella misma dijo: “Este libro lo escribiste para mí” – sólo ella sabe como quedó; digitalmente hablando.

A continuación les presento la Dedicatoria del próximo libro: “Transformación de Hombre a 388


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Ángel”: DEDICATORIA: Dedicar un libro, como cité en mi primer libro, “De Regreso a la Vida” no es sólo formalismo literario. Es el deseo sincero y genuino que a aquél a quien se le dedica experimente la misma satisfacción y felicidad de quien se lo dedica. Dedico este libro a un alguien muy especial, que irónicamente no me permite que mencione su nombre. Su presencia en mi vida después de una ausencia de quince años, ha traído paz en mí. Me ha hecho recibir nuevas fuerzas y deseos de vivir y seguir luchando cada día por alcanzar mis sueños, metas y una calidad mejor de salud y vida. Ella es una joven mujer, quien en un momento dado fue arrebatada de mi vida y de la suya propia. No fue una separación fácil. Prácticamente desastrosa y sumamente devastadora. Su separación violenta marcó en mí un correr vertiginoso y desenfrenado que culminó casi en mi muerte. Nunca jamás fui el mismo a partir de entonces. La vida sorprende. La vida me sorprendió una noche de un viernes 21 de febrero, del 2003. Ella apareció 389


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para decirme que me había perdonado. Su presencia y energía trajo paz a mi vida. Como le mencioné más tarde esa noche, le dije: “No tienes ni la menor idea de lo que significa para mí que te hayas aparecido aquí, un momento en que apenas termino de escribir mi biografía y está casi lista para ser publicada. Tú eres la primera persona que aparece en ese libro que tiene la dicha de leerlo aún sin estar publicado”. Y así pasaron otros días maravillosos hasta el día de hoy, viernes 1 de agosto del 2003, que dedico este segundo libro a ese ser tan maravilloso y especial. Respeto su derecho a quedar en forma anónima, pero ella tal vez es mi ángel, pero aún no lo sabe. Ella tal vez trascendió a un plano existencial sin ni siquiera darse cuenta. Su nombre me lo reservo, pero ella sabe quien es. Eres tu, la gatita celosa, chiquilla y loquilla escurridiza, pero de gran corazón. Eres mi modelito “Suiza Fruit”. Eres la flaca de … (me reservo las palabras que la describen tan bien). Comparte mi felicidad al dedicarte este libro: “Transformación de hombre a ángel”. Derechos Reservados Pablo Fernández Colón © 2003 390


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No recuerdo bien todos los sucesos acaecidos a partir de este día en Sizler pero sí recuerdo que nos encontramos una vez más, la última vez. La invité a que me acompañase a una cita de evaluación médica que tuve en Centro Médico en San Juan con toda una junta de expertos en gastroenterología, cirugía, medicina interna, etcétera. Allí estaba la Dra. Esther Torres, Directora de Gastroenterología, el Dr. Longo, famoso cirujano, el Dr. Gilberto Rodríguez, Director de Cirugía y otros médicos e internos invitados a la consulta. Recuerdo que fui allí en busca de una segunda opinión para que me evaluacen para una cirugía recostructiva del colon o j-pouch como es conocida y lo que recibí en respuesta me partió el corazon y rompí en llanto. Los especialistas al ver la documentación médica que les mostré de mis procesos quirúrgicos como de tratamiento por lo delicado de mi condición, recuerdo que la Dra. Torres, tras escuchar tanto mis palabras como los análisis de los médicos e internos presentes en “la junta médica” allí celebrada, me dijo: “Yo ni te tocaría nuevamente; es más, te sacaría el restante de colon o mas bien recto que te dejaron y te dejaría así, pues tú tienes demasiadas complicaciones y sería de alto riezgo el reconectarte; me aseguraría que la colitis ulcerosa no fuera recurrente; te dejaría la bolsita (de colectomía) 393


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permanentemente”. Como dije, no me pude contener y en presencia de todos, incluyendola a ella, mi gatita celosa y modelito “suiza fruit” que me acompañaba, dije, llorando:

“Si me llegan a ver como yo estaba cuando me hicieron la ileostomía en diciembre 14 del 1998, parecía un viejito de ochenta años, y como, casi muriéndome le rogué a mi cirujano, Dr. Lucas Pimentel Fernández, que si podía se asegurase que habría oportunidad aún en mí de no quedar esteril y no perder mi virilidad, pues aún no me había casado ni tampoco tenía hijos, aún; que yo era el único Fernández en mi familia que quedaba con esperanza de dar continuación a nuestro apellido y linaje”. Recuerdo que secándome las lágrimas en presencia de todos les dije: 394


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“Yo he venido aquí, motivado, con esperanzas de conseguir una mejor calidad de vida y un poco de felicidad después de tanto sufrir y ustedes me dicen que mejor me quede así; que no me garantizan una mejor condición si me opero nuevamente”. Todos lloraron conmigo, inclusive Ivette, y terminó la consulta médica sin esperanzas alentadoras para mí. Salimos Ivette y yo de la sala de consulta y comimos algo ligero en el pasillo cerca de la cafetería del complejo de hospitales, cerca del Hospital Universitario, donde nos encontrábamos. Lo último que recuerdo fue que nos dijimos: “Después de quince años y de todo lo que nos ha pasado, míranos aquí juntos hablando, llorando y comiéndonos un biscochito y un refresco, pero felices y en paz”, o algo así. Fin del final añadido al Capítulo Final.

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De Regreso a la Vida Coming Back to Life Derechos reservados © 2005

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APENDICES MEDICOS

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APENDICES MEDICOS DIA 14 DE DICIEMBRE 1998: ILEOSTOMIA

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DIA 16 DE DICIEMBRE 1998: BIOPSIA DE LA ILEOSTOMIA

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DIA 25 DE DICIEMBRE 1998: DADO DE ALTA

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ADMISION 1 FEBRERO 1999: ENDOFTALMITIS SEVERA

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DIA 5 FEBRERO 1999: SE DETERMINA REMOVER OJO DERECHO

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DIA 9 DE FEBRERO 1999: ENUCLEACION OJO DERECHO

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DIA 10 DE FEBRERO 1999: BIOPSIA ENUCLEACION OJO DERECHO

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DIA 11 DE FEBRERO 1999: DE ALTA SIN OJO DERECHO

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DIA 12 DE FEBRERO 1999: ANALISIS ESPECIMEN MICROSCOPICO OJO DERECHO

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DIA 3 DE MARZO 1999: REIMPLANTE ESFERA OJO DERECHO

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DIA 27 FEBRERO 2003: SIGNOIDOSCOPIA

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