CONCEPTOS SOBRE ANTROPOLOGÍA Y DIVERSIDAD CULTURAL
DOCENTE: JENNY ANDREA RAMÍREZ ACUÑA ANTROPOLOGÍA Y DIVERSIDAD CULTURAL
ESTUDIANTE: FRANCISCO ANDRÉS BETANCOURT ARTEAGA
FACULTAD DE EDUCACIÓN UNIVERSIDAD DEL QUINDÍO ARMENIA QUINDÍO 2014
CONCEPTOS SOBRE ANTROPOLOGÍA Y DIVERSIDAD CULTURAL
Una definición aceptable sería entenderla como las diferentes formas de vivir, pensar y sentir de los distintos individuos y grupos, como un todo compartido, complejo, integrado, cambiante y sumamente diverso, inconcebible sin sus actores sociales, que conjuga el individuo con su sociedad, lo común y lo individual, lo público y lo privado, la conducta con las ideas y los sentimientos, lo particular con lo general. Bajo estas categorías, se considera que la cultura es un atributo o un recurso de los actores sociales, muy poco compatible con la visión jerárquica de la humanidad y de progreso universal que expresa el concepto ilustrado de civilización, defendido posteriormente por el evolucionismo y la modernización. Y tampoco cabría identificarla, en un sentido opuesto, con los rasgos que la cultura y, después, el Romanticismo y el particularismo atribuían al pueblo: la tradición nacional, los valores del espíritu, el genio individual y las emociones. Se desarticula igualmente la visión etnicista, homogeneizante y esencialista de la cultura como atributo exclusivo de un grupo social, capaz de construir fronteras, marcar límites sociales y diferenciar, en mayor o menor medida, a los grupos humanos. Se habla además que la supuesta homogeneización creciente de las formas culturales no obedece a la superioridad y dominación de unas formas culturales frente a otras, dependientes y dominadas, sobre las que intentan imponerse, pues hablamos de una relación intercultural que, como tal, no puede definirse a sí misma ni situarse en posición alguna. Así encontramos que el término de cultura define una relación entre grandes características que puedan poseer una sociedad o comunidad, agrupándolas en una sola terminología fácil de entender para todos pero cual es adaptable para cada situación en la que se quiere incluir, se insiste en que la cultura en toda su multiplicidad de sentidos no constituye una noción con un significado verdadero, sagrado y universal, asume los significados con los que la representamos cuando la usamos. Con todo, los fenómenos de universalización cultural resultan compatibles y se articulan con maneras de vivir, sentir y pensar muy diversas, que poseen sus propias categorías analíticas y cuestionan los criterios universales de validación del conocimiento basados en una racionalidad interculturalmente compartida. En esta línea, e insistiendo en la diversidad de la cultura frente a los universales culturales, se entiende que la cultura es una organización de las diferencias, que incluye alternativas conductuales, emocionales y de pensamiento distintas. Bajo este punto de vista, no sólo pierden sentido las viejas polémicas que identifican la cultura con su carácter
objetivo o subjetivo, sino las posiciones deterministas que eluden lo mucho que tiene de opcional y de recurso abierto para los sujetos que la protagonizan, ya sean nativos o foráneos. La agrupación de todos los hábitos y costumbres de una comunidad que con el tiempo forman una identidad, se puede involucrar dentro de una definición de cultura, cuando esta pasa por ciertos estados de aceptación y de influencia se puede decir que estamos siendo identificados culturalmente. De este modo, se sostiene que los significados culturales son básicamente individuales y contextuales: no se encuentran en ningún lugar, aunque se activan en los contextos adecuados. Por tanto, carece de sentido referirse a la cultura o a los procesos culturales como un atributo que acompaña de manera permanente a los sujetos sociales, pese a que éstos hayan cambiado de contexto. No es cierto que la cultura sea una sustancia que, al estar contenida en todos los sujetos, les hace homogéneos dentro de un todo sólo diferenciable por las proporciones en que se tiene y comparte. El análisis de las diferencias intraculturales e interculturales también queda afectado desde esta perspectiva, pues los contactos culturales y los procesos de hibridación dan buena cuenta de que los orígenes de los sujetos sociales suelen ser irrelevantes para explicar sus semejanzas y disparidades, su unidad y diversidad. De otra forma, se señala cómo los discursos cultural-identitarios pueden reforzar las diferencias entre los seres humanos incluso cuando plantean objetivos de salvaguarda y respeto a las culturas de los demás. Por otra parte, se habla de la transmisión y del aprendizaje de la cultura, aludiendo a su carácter simbólico y a los procesos de comunicación que operan a través del lenguaje que presenta de diferentes formas en cada comunidad, donde es asimilado por cada sujeto de una forma diferente y adaptado por el mismo. En relación con ello se explican los procesos de endoculturación y aculturación, entendiendo que éstos últimos no se refieren sólo a individuos originarios de distintos grupos, sino que afectan también a diferentes sujetos del mismo grupo. La aculturación y la endoculturación no se presentan entonces como asuntos opuestos, sino como procesos equivalentes que expresan mezclas culturales y, a la vez, situaciones de marginación. De hecho, a menudo, los contextos conductuales resultan tan nuevos para los individuos desplazados como para los originarios, si bien los segundos suelen disponer de mayores competencias y facilidades para aprenderlos. Durante su vida todo individuo ha de recorrer campos culturales nuevos que le fuerzan incesantemente a ser selectivo (aprendizajes, eliminaciones, confirmaciones y reactivaciones) respecto a sus recursos.
Se incide en que la cultura es una construcción social cambiante, discontinua e híbrida que los individuos y grupos reciben como herencia, transforman a lo largo de su vida y vuelven a transmitir a generaciones posteriores con las modificaciones operadas. No se trata de una cosa que se pueda salvaguardar o conservar en una vitrina, sino que sólo es conservable y reproducible por sus protagonistas, que la representan de diferentes formas siempre guardan sus bases propias y adaptándose al nuevo ambiente. En la oposición entre el individuo y la sociedad hay una simplista perspectiva de dos pates: una relación sin mediación entre ambos extremos. El individuo en particular y la sociedad en general se afrontan en un espacio social y simbólico vacío, como si no hubiera instituciones, valores y relaciones varias que simultáneamente les conectan y diferencian. Es de atención, en este sentido, que los individuos influyen en la cultura mediante la conversión de su forma privada de entender las cosas en expresiones públicas. Que la cultura sea un hecho compartido no significa que no exista variación individual; aunque las reglas culturales nos dicen qué hacer y cómo hacerlo, no siempre seguimos ciegamente su dictado, sino que lo usamos de modo creativo. No somos seres pasivos o condenados a seguir nuestras tradiciones culturales. Las personas pueden aprender, interpretar y manipular la misma regla de diferentes maneras. El proceso de socialización es al tiempo un proceso de individualización. Teniendo en cuenta los aportes realizados por Clifford Geertz acerca de los progresos en la ascendencia humana y analizando las representaciones del discurso político sobre el patrimonio natural, se incide en que el ser humano expresa el modo en que la naturaleza se transforma en cultura, y ésta asume los imperativos biológicos y los espacios que compartimos con otros animales y nos enseña a identificarlos, construirlos y expresarlos con formas particulares. la antropología posee un campo propio configurado por una tradición y unas perspectivas específicas que responden a las representaciones que de sí misma construye la ciencia de la modernidad, precisamente por ello arrastra consigo ambigüedades epistemológicas que no son explicables sin tener en cuenta la problemática más general de la ciencia moderna, así como, en particular, de otras ciencias sociales. Algunas consecuencias de la antropología es que enfatiza unas veces el empirismo y, en otras ocasiones, el racionalismo, más allá de estas tradiciones, el estatus epistemológico de la ciencia de la modernidad se encuentra sometido desde años atrás, se cuestionan las condiciones económicas, sociales y culturales de su producción y de algunos de los fundamentos en los que se basa. Así, se alude a la
identificación de esa ciencia con atributos de poder y a sus vínculos con el poder político que la institucionaliza y con el ejercicio exclusivo de la ciudadanía. Ello se traduce en la importancia atribuida a la relativa independencia de los actores sociales respecto a la estructura, lo que, a su vez, redunda en la idea de que la cultura y el saber se construyen en muy diversas instancias particulares. En el estudio del ser humano, se puede ir más lejos y aducir que la explicación a menudo consiste en sustituir cuadros simples por complejos, procurando conservar la claridad persuasiva que presentan los primeros. El estudio de la cultura sigue esta máxima: “busca la complejidad y ordénala” (Geertz, 1989: 43). Por otro lado, la cultura es un hecho compartido, lo que tenemos en común, pero no constituye un modo de ser inmutable. La cultura no es un atributo de los individuos per se, sino de éstos como miembros de grupos. Lo mismo que la cultura nos formó para constituir una especie y continúa haciéndolo, también nos da consistencia como grupos e individuos concretos. A pesar de las diferencias entre individuos, los miembros de una misma sociedad comparten, en mayor o menor medida, las creencias, actitudes, valores, sentimientos y comportamientos que les caracterizan como grupo, siendo usual que coincidan en sus respuestas ante ciertos fenómenos. Cuando sólo es una persona la que hace, siente o piensa algo, ello se define normalmente como un comportamiento individual y no como un rasgo cultural. Algo constituye un rasgo cultural, cuando es común a más personas o grupos de personas. No obstante, si una práctica o representación no fuera realizada por un gran número de personas, podría considerarse un rasgo cultural, si la mayoría de los individuos que integran el grupo que la protagoniza lo entienden así. Además compartimos formas culturales con nuestros familiares y amigos, aunque estos rasgos no sean comunes a toda la sociedad y, también, con gentes que no son de nuestra sociedad. En ambos casos hablamos asimismo de rasgos culturales. En este sentido se entiende el intento de Franz Boas (1930, 1966) de particularizar la cultura y situarla en relación con los grupos sociales diferenciados, en consonancia con lo que se estaba configurando como objeto de estudio de la Antropología Social y Cultural: las diferencias culturales. Así escribe: “la cultura incluye todas las manifestaciones de los hábitos sociales de una comunidad; las reacciones de los individuos en cuanto están afectadas por los hábitos del grupo en el que viven, y los productos de las actividades humanas en la medida en que están determinadas por esos hábitos” (1930: 74).
Este proceso de universalización, que no es nuevo históricamente, se profundiza y amplía después de la Segunda Guerra Mundial y se multiplica cuantitativa y cualitativamente en las cuatro últimas décadas del siglo pasado. Desde entonces se hace más intenso y extenso y genera una mayor imbricación de lo global y lo local. Por ejemplo, el inglés se convierte en la lengua dominante, en la que todos deben aprender para entenderse en cualquier territorio, pese a ser el español la lengua más hablada junto al chino. Formas de vida, de sentir y pensamiento que hoy nos identifican también definen el universo cultural de individuos, grupos e incluso naciones, que se hallan muy distantes geográfica y culturalmente de lo que concebimos como nuestro mundo: generalización del fútbol o de sistemas políticos. Incide mucho en ello el inmenso poder de los medios de comunicación, información y locomoción, que además posibilita que ese contacto sea masivo y recíproco, a diferencia de cuanto supusieran los antiguos descubrimientos geográficos
BIBLIOGRAFÍA
ASCENSIÓN BARAÑANO CID. INTRODUCCIÓN A LA ANTROPOLOGÍA SOCIAL Y CULTURAL. MATERIALES DOCENTES PARA SU ESTUDIO. DEPARTAMENTO DE ANTROPOLOGÍA SOCIAL, UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID. Octubre de 2010
DEFINICIONES DE ANTROPOLOGÍA. Enciclopedia alfa temática.
DEFINICIONES DE CULTURA. Enciclopedia alfa temática.