los orígenes de la filosofía occidental

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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA PARA BACHILLERATO I. Los orígenes de la filosofía occidental.

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Los orígenes de la filosofía occidental 1.

INTRODUCCIÓN. Suele admitirse sin mucha discusión que la filosofía surgió en Jonia, colonia griega de Asia Menor (en la actualidad, Turquía), más concretamente en una próspera ciudad llamada Mileto, a finales del siglo VII o comienzos del VI a. C. Este meticuloso empeño por puntualizar históricamente puede parecer extraño tratándose como se trata, no de un acontecimiento político o social (derrocamiento de un monarca, descubrimiento de un nuevo país…), sino de la aparición de una nueva forma de saber. En general, los acontecimientos políticos y sociales, y muchos de los culturales, suelen ser fácilmente localizables en el tiempo. No así el surgimiento de una forma de saber, que, por lo común, requiere un largo proceso de maduración. Igual ocurre con la ciencia y la técnica, otras dos formas de saber que es imposible precisar en qué momento aparecieron, entre otras cosas porque no hubo, sin duda, ningún momento concreto en que aparecieran.

Lo que en realidad se quiere decir cuando se afirma que la filosofía surgió en ese momento y en ese lugar concreto es simplemente que a esa época pertenecen los primeros filósofos conocidos. Y eso sí que es Plano de la polis de Mileto, determinable históricamente. No se niega, como es natural, la posibilidad patria de los primeros de que existieran otros anteriores a ellos y que hayan permanecido filósofos ignorados hasta nuestros días. Mas como para la Historia sólo cuenta lo conocido, hay que dar por válida esa fecha – por lo demás, sólo aproximada – como indicativa de lo que posteriormente recibió el nombre de filosofía. Pero hemos dicho que lo que aparece entonces es nada menos que una forma de saber, o lo que es lo mismo, una nueva forma de enfrentarse a la realidad para intentar explicarla y comprenderla. Pues bien, si se tiene en cuenta que el afán de explicarse el mundo que le rodea es ineludible en el ser humano, ya que deriva de su propia naturaleza racional (a diferencia de otros seres, los humanos nos hacemos preguntas, queremos constantemente saber), cabe preguntarse: ¿cómo se llevaba a cabo esa explicación antes de que se aprendiera a hacer filosofía? ¿Qué otra forma de saber utilizábamos los humanos con anterioridad a ella? Esa forma primera de saber es el mito, del cual conviene que digamos algo antes de meternos con la filosofía y su historia.

2. MITO Y LOGOS. El mito como forma de pensamiento. características de los mitos.

Puede decirse que el mito es el único instrumento que sirvió al ser humano pre-filosófico para pensar. Se trata de un conjunto de narraciones a través de las cuales se fijan y se conservan en la conciencia colectiva de los pueblos determinadas doctrinas acerca del mundo, de los hombres y de los dioses. En algunos países de alto nivel de desarrollo para la época, como es el caso de Grecia, muchos mitos fueron creaciones (quizás recopilaciones) de autores de nombre conocido: los poetas griegos Homero y Hesíodo incluyeron bellísimos mitos en importantes obras épicas como “La Odisea”, “La Ilíada” o “La Eneida”. Pero, por lo general, el origen de estas narraciones es desconocido. Han sido creadas por el pueblo mismo, como una forma de explicación total, en la que encuentran respuesta los problemas más fundamentales acerca de la naturaleza y origen del universo, del hombre, la civilización, las leyes, la técnica…Son la expresión de lo que todo un pueblo piensa, pero, al mismo tiempo, esa expresión revierte sobre la

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colectividad como sistema de creencias impuesto, esto es, algo que hay que admitir y en lo que hay que tener fe si es que se quiere seguir perteneciendo a determinada comunidad. Aunque se trata, como hemos dicho, de una forma de explicación, hay en el mito un claro predominio de elementos imaginativos sobre los propiamente racionales. El mito, en efecto, es en gran parte fruto de la imaginación humana en un intento desesperado por dar respuesta a multitud de problemas acuciantes para la vida. Es la imaginación, más que la razón, la que elabora interpretaciones “disparatadas” de la realidad y narra acontecimientos que pueden parecer increíbles, pero que, en su contenido, son considerados, unas y otros, absolutamente en serio. Es más, parece que los humanos pre-filosóficos eran capaces de distinguir entre lo que nosotros llamamos mitos, considerados por ellos historias verdaderas, y los cuentos y leyendas, que eran – éstos sí – historias falsas. Los primeros, los mitos, revelaban la existencia de lo sagrado y sólo podían narrarse o reproducirse en momentos muy determinados, mientras que los segundos pertenecían a la esfera de lo profano y podían ser contados en cualquier momento, incluso con la clara finalidad de divertir al personal. Por lo demás, las narraciones míticas – presentes, por otra parte, en todas las culturas, incluso en la actualidad y en los lugares más “civilizados” – ofrecen una variedad inmensa de contenidos: no todos los pueblos explican de la misma manera el origen del fuego, por ejemplo, o la reproducción cíclica de las cosechas. Pero más allá de esa diversidad de contenidos es posible descubrir en los distintos mitos ciertos caracteres comunes, que son, en definitiva, los que definen esa forma concreta de pensar.

Portada del libro de Robert Graves “Dioses y héroes de la antigua Grecia”

Uno de esos caracteres es la personificación de las fuerzas naturales, que hace que cada cosa o fenómeno sea vivido como originado por un ser con voluntad propia y capaz, por tanto, de reacciones “personales”, como la irritación o la calma, la amenaza, la venganza, etc. De aquí que el humano pre-filosófico, ante acontecimientos que le sorprenden y asustan, no se pregunte, como tenderíamos a hacer nosotros, por cómo se ha producido sino por quién lo ha producido. En ambos casos el motivo de la pregunta es el mismo: conocer la causa de los fenómenos. Pero en el caso del pensamiento mítico esa causa es concebida siempre, imaginativamente, como una especie de ser extranatural que actúa según su voluntad y, por tanto, con una inevitable carga de arbitrariedad. Justamente en la medida en que el hombre del mito dependía del arbitrio y del capricho de los dioses, ni siquiera su vivir cotidiano podía estar seguro de nada. Los fenómenos naturales y los hechos colectivos, en la medida en que le advenían inesperadamente, eran explicados de manera circunstancial, es decir, en función de las exclusivas características del momento en que ocurrían. Pero así no le era posible una explicación definitiva, para siempre. Por lo mismo, no podía prever el futuro, ni siquiera el futuro inmediato. Para paliar en alguna medida esta inseguridad, el hombre del mito buscaba predisponer a su favor a esas fuerzas sobrenaturales mediante ciertos ritos, forzar mediante la magia los acontecimientos a fin de que se produzca de una manera propicia, e incluso anticipar su conocimiento a través del recurso a los oráculos. Son, si nos fijamos bien, los mismos fines – prever para proveer – los que han movido, en tiempos posteriores, el desarrollo de la ciencia y de la técnica.

El paso del mito al logos. Pero llega el momento en la evolución del ser humano en que la actitud mental propia del hombre creador de mitos va siendo poco a poco sustituida por un pensamiento no basado en la imaginación, sino en la razón. Al mito le sigue, pues, el pensamiento racional, esto es, el logos, si utilizamos la expresión griega.

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Los mitos pueden explicarlo todo, desde el origen de la Tierra, los cielos y los océanos, mediante un carrusel de matrimonios y procreaciones entre divinidades – Urano y Gea, por ejemplo – , hasta los acontecimientos más nimios – si alguien comete una locura es porque Zeus le quitó el juicio –. Toda la realidad se desenvuelve al compás de la voluntad de los dioses, pero en las acciones de éstos no hay ninguna necesidad: las cosas suceden como ellos quieren, pero siendo como son arbitrarios y caprichosos, podrían haber sucedido de otra manera o no haber sucedido. Todas las culturas antiguas cuentan con mitos, son parte de su tradición y de su historia. Pero en un momento crucial – siglo VI a.C.- y en un lugar muy concreto – la Vista de Delfos, ciudad donde se encontraba el templo de ciudad griega de Mileto – algunas personas Apolo. Allí la pitonisa profería sus famosos oráculos ensayan explicaciones alternativas a los mitos. Estas explicaciones acerca del origen del universo y de los acontecimientos que continuaron desarrollándose en él no recurren ya a seres sobrenaturales y caprichosos sino que son propuestas desde el convencimiento de que las causas del acontecer natural se encuentran en la misma Naturaleza y que las cosas no suceden arbitrariamente sino por necesidad. Nace así el logos, palabra griega que puede traducirse por “lenguaje”, pero también por “razón” o “explicación racional”. Pero, ¿por qué el paso del mito al logos se da en Grecia y no en otras de las influyentes culturas del momento como la egipcia o la mesopotámica? Varios son los factores que pueden ayudar a responder a esta pregunta. En primer lugar hay que señalar que, a diferencia de Egipto y Mesopotamia, donde poderosas castas sacerdotales ejercían el monopolio de la expresión intelectual y los reyes se consideraban servidores de los dioses, las ciudades griegas carecían de sacerdotes, los dogmas religiosos se limitaban a la recitación de poemas y los gobernantes no pretendían servir más que a sí mismos. La censura que pudieran ejercer los sacerdotes sobre la transmisión de las ideas no existía en las ciudades griegas. Además, y esta es la segunda circunstancia que hay que tener en cuenta, los escritos de los primeros filósofos se popularizaron enormemente debido a la invención de la escritura alfabética completa, que permitió que numerosos ciudadanos tuvieran acceso a la lectura que en otros pueblos estaba reservada a los escribas profesionales. Por último, la filosofía no nació de una exigencia de las necesidades materiales humanas sino cuando esas necesidades ya estaban cubiertas, como ocurría en las clases dirigentes de las polis griegas. El mismo Aristóteles, doscientos años después, se encargará de recordarnos que la filosofía nace del asombro, pero también de “la vida cómoda”. “El ocio es la madre de la Filosofía –escribe Aristóteles- y el Bienestar común la madre de la Paz y del Ocio: allí donde se dieron por primera vez Ciudades grandes y florecientes surgió también por primera vez el estudio de la filosofía”. El paso del mito al logos representa, indiscutiblemente, una mayor madurez y plenitud del espíritu humano. Pero hay que entender que este paso no ocurre de un momento a otro, ni abarca la totalidad del pensamiento humano. Se trata de un proceso paulatino que hace que las primeras manifestaciones del pensamiento filosófico contengan todavía algunos elementos mitológicos. Ni siquiera se puede decir que el paso de los siglos haya supuesto una desaparición total del mito. En la cultura superracionalizada de nuestro final del siglo XX no es difícil descubrir la presencia de determinados contenidos míticos, algunos de ellos bastante intranquilizadores (racismo, nacionalismos furibundos, sexismo, magia, espiritismo, sectas religiosas…) De todas formas, lo que caracteriza la evolución de todo el pensamiento occidental, y esto es algo que no se puede negar, es precisamente el esfuerzo consciente y reiterado por irse desprendiendo de toda adherencia mítica en pro de un pensamiento puramente racional. Que no lo haya alcanzado aún del todo no quita en absoluto mérito a ese esfuerzo. Por otra parte, tampoco es seguro que la humanidad logre alguna vez liberarse totalmente del mito: se trata de un factor aglutinante que da sentido general a la vida humana, completándolo precisamente en aquellos aspectos en los que la razón nunca podrá tener la última palabra (ya iremos viendo a lo largo de las

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páginas de este volumen hasta qué punto es cierto eso de que la razón es limitada). De esta manera, los mitos presentes aún en nuestra cultura siguen cumpliendo la misma función sustitutoria que cumplían en aquella fase pre-filosófica del pensamiento en la que la razón aún no había iluminado el espíritu humano con todo el esplendor de sus posibilidades.

3. El marco social de la filosofÍa: la polis. En el siglo VIII a. C., en los asentamientos micénicos de Jonia y Atenas, una nueva forma de organización política hace variar los esquemas sociológicos, económicos y culturales de Grecia y sirve de marco para el florecimiento de la filosofía. Nos referimos a la Polis o CiudadEstado, suerte de pequeñas naciones o Estados del tamaño de una pequeña ciudad española de la actualidad. En ella los hombres (en mucha menor medida las mujeres) dejan de ser súbditos y se convierten en ciudadanos. Señalamos a continuación las que pueden considerarse las características definitorias de este nuevo modelo social – más racional y más justo – la polis: Preeminencia de la palabra: el logos (la razón, la palabra) se considera el fundamento de la convivencia ciudadana. La discusión libre de todos los asuntos de la polis, Plano de la polis de Atenas, con los principales es decir, de todos los asuntos que afectan al barrios y lugares ciudadano (científicos y no científicos, útiles y no útiles) sustituye a las antiguas relaciones sociales fundadas en la ciega obediencia. Con las poleis nace lo que hoy llamaríamos “libertad de expresión”, la “isegoría” o el derecho de todo ciudadano a hablar y expresarse libremente en público.

 La ley (nomos) se convierte en el único rey: con las poleis griegas nace el derecho. Las leyes se hacen públicas y se aceptan como reglas de juego para la convivencia ciudadana. El vivir conforme a la ley y no al arbitrio de un rey es el máximo orgullo para un griego, lo que lo distingue del bárbaro. La ley supone en las poleis la defensa de unos contra otros, ciudadanos medios contra aristócratas y viceversa. Reina la “isonomía”, es decir, la igualdad de todos ante la ley. Según las poleis y las épocas la elaboración y ejecución de las leyes fueron confiadas bien a una sola persona (el Tirano), bien a la asamblea de todos los ciudadanos (la Democracia) e incluso, por recelo a todo poder personal, a la suerte, determinándose por sorteo todos los cargos públicos.

Nace un nuevo código moral: la virtud (areté) antigua era la fuerza, el valor, la independencia. El noble (aristoi) era el portador de estos valores individuales que lo distinguían de la plebe. En las poleis la areté de la nobleza deja paso a los valores ciudadanos, a la virtud cívica: la convivencia en igualdad, el sometimiento y respeto a la ley, la soberanía popular... Pese a todo, la civilización griega vivirá en un difícil y perpetuo equilibrio de fuerzas: deseo de libertad e independencia y una gran pasión por la supremacía y el poder. Lucha por la igualdad de todos y admiración por el hombre superior (el noble). Defensa de lo público e individualismo muy acusado. En realidad, el equilibrio se consiguió en brevísimos periodos.

Consideración del ser humano como un ser esencialmente social: lo que supone un axioma para la mentalidad griega y un bastión de la civilización helénica es el convencimiento de que el hombre aislado de la ciudad pierde su condición humana. El hombre es, ante todo y sobre todo, un ciudadano que se realiza en sociedad y de ella recibe su bienestar y felicidad.

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4. La VISIÓN de la naturaleza en los primeros filÓsofos. La primera pregunta filosófica: la pregunta por la “physis”

Es tradicional considerar la historia de la filosofía constituida por una primera etapa, que llegaría hasta el siglo V a. C., integrada por una serie de autores a los que se ha dado el nombre genérico de “presocráticos”. Pero sería un error considerar a estos autores meros precursores del gran La filosofía nació en el mundo griego gracias a la capacidad de los seres humanos filósofo ateniense para asombrarse ante la naturaleza. En la foto, puesta de sol en el cabo Sounion, en Sócrates, cuya vida se el Egeo, al sur de Ática desarrolló precisamente en la segunda mitad de ese siglo. El significado del término “presocrático” no se agota en señalar una simple antecedencia cronológica, sino que, además, pretende expresar, todo lo desacertadamente que se quiera, la realidad de una indudable unidad de contenido filosófico en la etapa a la que se refiere. Esto no quiere decir en absoluto que la filosofía de este periodo fuese una constante repetición de determinadas formulaciones teóricas. Cuando hablamos de unidad de contenido, queremos aludir tan sólo a la persistencia de una misma y casi exclusiva temática – la naturaleza – , pero tratada con enfoques, consideraciones y teorías enormemente diversificadas. Los interrogantes que se formulan estos primeros filósofos son inicialmente los mismos a los que, con anterioridad, se había pretendido responder mediante el mito: el problema general del origen del universo, el orden existente en el cosmos, los cambios en las cosas…Pero ahora, como ya sabemos, se va a intentar la respuesta desde una perspectiva nueva: desde la razón. Se trata, en definitiva, de una reflexión filosófica en torno a la naturaleza (physis), entendida como la totalidad de lo real, es decir, como el conjunto de los seres múltiples y mutables que hay en el Universo. La preocupación de los presocráticos no es, sin embargo, estrictamente “física” sino más bien filosófica, pues no reside tanto en saber qué son las cosas o de qué manera están constituidas, como en indagar cuál es el principio o la entidad originaria (arjé) de donde todas sin excepción proceden por transformación o cambio y el que, por tanto, las constituye esencialmente a todas más allá de sus apariencias dispares. La pregunta, pues, con la que se inicia la filosofía es la siguiente: ¿tiene la “physis” un “arjé” común? En otras palabras, ¿se puede explicar la pluralidad y variedad de seres del Universo a partir de un primer principio (o primeros principios) único y el mismo para todos? La búsqueda de ese principio primero y único, que al mismo tiempo es origen, constituyente esencial y causa de todos los seres del Universo, fue la tarea fundamental de los primeros filósofos. Su mérito radica no tanto en la respuesta dada a esos interrogantes, cuanto en la profundidad, rigor y radicalidad con que formulan y plantean el problema de la “physis”.

El verdadero conocimiento: razón vs sentidos. Como hemos visto, cabe afirmar que la explicación racional ( logos) comienza cuando la idea de arbitrariedad propia de los mitos es suplantada por la idea de necesidad, es decir, cuando se impone la convicción de que las cosas suceden cuando y como tienen que suceder. Esta convicción puede parecernos

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hoy elemental, pero constituye ciertamente uno de los más importantes logros de la cultura occidental y la condición indispensable para el advenimiento de la ciencia y la filosofía. La idea de que las cosas suceden como tienen que suceder está ligada a la idea de permanencia o constancia. Tomemos un ejemplo muy sencillo: el agua se comporta de manera constante (por ejemplo, hierve y se solidifica a unas temperaturas determinadas); posee, pues, unas propiedades inalterables y, por tanto, una manera de ser permanente (lo que nos permite, por ejemplo, no llevarnos sorpresas cuando preparamos cada mañana el café o nos damos una ducha). Esta manera de ser constante o permanente de las cosas, esa “identidad” propia de cada una de ellas, fue denominada por los griegos esencia (eidos). La esencia es, por tanto, lo que una cosa realmente es a pesar de sus cambios posibles de apariencia o estado. El agua de nuestro ejemplo se presentará en estado sólido o líquido, pero siempre será agua. O bien, el ser humano se presentará bajo diversas apariencias, edades, razas, culturas, etc., pero en todos esos casos se trata siempre de seres humanos. En un sentido universal – como se desprende del apartado anterior – podemos decir que la pregunta por el arjé fue la pregunta más radical pues señalaba existencia de una esencia común a todos los seres del Universo, lo que implicaba suponer que el Universo mismo, a pesar de su aparente cambio de estado y situación, en el fondo siempre es permanente; o dicho de otro modo, que en último extremo el Universo entero se reduce a uno o muy pocos elementos primordiales. Esta convicción constituye uno de los pilares sobre los que se asienta toda investigación racional acerca del Universo. Sin esta convicción, la ciencia es imposible. La contraposición esencia-apariencias tuvo una gran influencia en el modo en que los primeros filósofos valoraron los distintos modos de investigar la naturaleza: conocer las cosas es conocer lo que realmente son, lo que tienen de común y permanente. Los griegos estaban firmemente convencidos de que los sentidos no bastan para proporcionarnos ese conocimiento. Por el contrario, lo que vemos, escuchamos, olemos o saboreamos nos indica la existencia de una multiplicidad de individuos de apariencia y estados cambiantes y accidentales (podrían ser de otro modo aunque de hecho no lo son). Es necesario un esfuerzo intelectual, racional, para alcanzar la esencia de las cosas. De este modo, y en correspondencia con la dualidad anteriormente establecida (esencia-apariencias), los griegos establecieron también una dualidad en el campo del Para los primeros filósofos los sentidos nos conocimiento: razón frente a sentidos. La gran diferencia del muestran la realidad deformada. Sólo la conocimiento racional respecto al conocimiento sensorial se razón es capaz de reconocer el ser de las reveló a los griegos fundamentalmente en la peculiaridad del cosas razonamiento matemático, capaz de descubrir verdades inamovibles y nunca sujetas a opinión. A su vez, la distinción entre ambos tipos de conocimiento y su presencia simultánea en el hombre (conocemos con la razón pero también nos acercamos al mundo con los sentidos) tendría importantes repercusiones en sus ideas antropológicas.

RASGOS DE LA NATURALEZA SEGÚN LOS GRIEGOS.

Comencemos observando que, de una manera general, los conceptos “naturaleza” o “physis” poseen para los griegos, al igual que para nosotros, dos grandes usos o acepciones:

Naturaleza, como la totalidad de los seres que pueblan el Universo, exceptuando el conjunto de las cosas producidas por el hombre. Así, actualmente se habla de la degradación de la Naturaleza a causa de la actividad humana y de la necesidad de protegerla; en el lenguaje religioso se habla de que “la Naturaleza entera alaba a su creador”, etc.

Naturaleza, como conjunto de rasgos característicos de una clase o conjunto de cosas. Así, cuando nos preguntamos por la “naturaleza humana” nos estamos refiriendo a lo que en el apartado anterior denominábamos “esencia”, es decir, a ese peculiar modo de ser que nos identifica como humanos (a pesar de que a veces no lo aparentemos) y nos diferencia de los animales o de las piedras.

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Distinguido ya este doble uso del término physis (como Universo en su totalidad y como ser intrínseco y permanente de las cosas) señalaremos a continuación los rasgos que caracterizan a la naturaleza según la filosofía griega:

(a) En primer lugar, el concepto de naturaleza – y esto es válido para la doble acepción señalada – está indisolublemente vinculado al concepto de necesidad al que nos referíamos anteriormente. En cuanto al universo como totalidad, la necesidad se traduce en que aquél es un todo ordenado, un cosmos y no un caos. Ahora bien, el Universo no podría ser un todo ordenado a no ser que los distintos seres que lo integran (los astros, la Tierra, los elementos, los vivientes) estén en su sitio y se comporten del modo que les corresponde, y es precisamente la naturaleza de los distintos seres (entendida ahora como su esencia) la que determina su lugar en el Universo y su forma de comportarse.

(b) La naturaleza no es algo estático, inerte. El universo como totalidad muestra un orden dinámico en el que los movimientos de los astros, las estaciones, la generación de los vivientes, etc., se suceden ordenadamente. La naturaleza es, pues, dinámica. Negar el cambio, el movimiento, es negar la naturaleza.

(c) La naturaleza implica, pues, movimiento y actividad, pero movimiento y actividad intrínsecos y propios del ser natural. Este tercer e importantísimo rasgo es aquel que marca la separación radical entre los seres naturales y los seres artificiales o artefactos, es decir, las cosas que son producto del arte o de la industria humanos. Una silla – en cuanto tal silla – no posee propiedades físicas aparte de las que le corresponden en virtud de los materiales naturales de que está hecha. Parafraseando a Aristóteles, supongamos que sembramos sillas de pino. Nada crecerá, por supuesto. Pero suponiendo que creciera algo, no crecerían sillas (afortunadamente para los carpinteros) sino pinos: éstos tienen una actividad intrínseca y propia que una silla no tiene. Precisamente en virtud de esta actividad intrínseca y propia que caracteriza a la naturaleza, el Universo no pudo ser concebido, en general, por los griegos según el modelo de una máquina; más bien lo concebirían según el modo de un organismo viviente.

5. Primeras teorías sobre el origen y la constitución de la naturaleza. En las paginas siguientes incluimos unos documentos con la biografía, rasgos de la personalidad y principales ideas filosóficas sobre la naturaleza de los más importantes filósofos presocráticos:

TALES (Mileto, del -630 al -545) Perfil personal Sabio distraído y hábil negociante. Poco preocupado por los “asuntos domésticos”.

Anécdotas de su vida •

Cayó en un pozo por ir mirando al cielo, lo que provocó la “coña” de su sirvienta.

Fue un soltero empedernido. Cuando le preguntaban “¿Por qué no te casas?”, él respondía: “Aún no ha llegado el momento”. Un día cambió de respuesta y dijo: “Ya ha pasado el momento”.

Ganó fama de científico cuando predijo el eclipse de sol del año -585 (utilizando tablas babilónicas y con mucha suerte)

Midió la altura de las pirámides haciendo proporción entre la sombra proyectada por éstas y un objeto cuya altura conocía. Según cuenta Diógenes Laercio (cronista de la época) dividió el año en 365 días.

Fue el primero en descubrir la Osa Menor y su importancia para la navegación.

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Su filosofía Tales mantiene que el origen del universo es el agua, que todas las cosas están constituidas por agua y que todas ellas proceden de las alteraciones de ese elemental principio. Aducirá como prueba el papel tan importante que desempeña el agua en todos los procesos relacionados con la vida, así como la capacidad de transformación de la misma (estados del agua: sólido en el hielo, líquido en el mar, gaseoso en las nubes). El poder de crear no reside, por tanto, en los dioses sino en las cosas mismas y lo podemos experimentar cada vez que mana una fuente, crece un árbol o nace un niño: es la naturaleza. Por eso afirmaba Tales que todas las cosas tienen vida o que “están llenas de dioses”

Fragmentos “La mayoría de los primeros filósofos creyó tan sólo principios a aquellos que se dan bajo la forma de la materia; pues afirmaban que el elemento y principio primero de todas las cosas es aquel a partir del cual todas las cosas existen y llegan por primera vez al ser y en el que terminan por convertirse en su corrupción, subsistiendo la sustancia pero cambiando en sus accidentes; porque tal naturaleza se conserva siempre(...), pues es necesario que haya alguna sustancia natural, una o múltiple, de la que nazcan las demás, mientras ésta se conserva. Respecto a la forma y el número de tal principio, no todos están de acuerdo, sino que Tales, el iniciador de tal tipo de filosofía, dice que es el agua(...) tomando, tal vez, dicha suposición de la observación de que el alimento de todas las cosas es húmedo y que el calor mismo surge de éste y vive por éste(el principio de todas las cosas es aquello de donde nacen); de aquí dedujo su suposición y del hecho de que la semilla de todas las cosas tiene una naturaleza húmeda; y el agua es el principio natural de las cosas húmedas” (Aristóteles, Metafísica A3, 983B-6) “Para Tales, todas las cosas son arrastradas como en un flujo, según la naturaleza del primer principio de su generación.” (Aristóteles, ídem) “(Para Tales) lo húmedo elemental está penetrado de la potencia divina que lo pone en movimiento” (Aecio). “ Y algunos dicen que el alma se halla mezclada en el universo, de suerte que también Tales, quizá, cree que todo se encuentra lleno de dioses” (Aristóteles, De ánima, I, 5) ANAXIMANDRO (Mileto, del -610 al -546) Perfil personal Fue alumno y quizás pariente de Tales. No se le reconocen rasgos especialmente significativos de su personalidad.

Anécdotas de su vida •

En la historia de la civilización es conocido por haber sido el primero en dibujar un mapa geográfico.

• Se dice que inventó el gnomon, o sea, el reloj solar y que predijo un terremoto en la zona de Esparta salvando la vida a muchos ciudadanos.

• Parece ser que fundó una colonia en el Mar Negro llamada Apolonia en honor al dios Apolo.

Su filosofía Anaximandro es conocido por defender que el origen del universo es una sustancia indefinida llamada “lo ápeiron”. Por no ser nada en concreto, lo ápeiron es capaz de generar todo lo que existe. Pero, a su juicio, lo ápeiron gobierna además el orden de todas las cosas. ¿Cómo? Implantando la ley de retribución de los opuestos (Justicia), que obliga a cada elemento del universo – día, frío, juventud, mar – a existir al mismo tiempo y en la misma proporción que sus contrarios: noche, calor, vejez, tierra, de modo que ninguno de ellos

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prevalezca sobre el otro y se produzca el necesario equilibrio. En el cosmos, por lo tanto, nada sucede casualmente sino según la ley establecida por la naturaleza

Fragmentos

“El principio de los seres es Lo Ápeiron... de donde viene la vida de los seres y donde se cumple también su destrucción, según la necesidad, porque todos pagan, el uno al otro, la pena y la expiación de la injusticia, según el orden del tiempo” “Anaximandro de Mileto, sucesor y discípulo de Tales, dice que el principio y el elemento primordial de los seres es El Infinito, siendo el primero que introdujo este nombre de principio(arjé). “Afirma que éste no es el agua ni ninguno de los otros que se llaman elementos, sino otro principio generador infinito, del cual nacen todos los cielos y los universos contenidos en ellos” (Simplicio, Física, 24,13)

ANAXÍMENES (Mileto, -525) Perfil personal Sabemos muy poco de la personalidad de este filósofo, el menos conocido de los de Mileto: que fue discípulo de Anaximandro y de Tales y que le tocó vivir un momento difícil en su ciudad, constantemente acosada por los ejércitos medos y persas.

Anécdotas de su vida • Sintió siempre una gran inquietud por la Astronomía. Gustaba rodearse de discípulos que, decía, tenían “hambre de cosas celestes”.

• En una ocasión escribió una carta a Pitágoras en los siguientes términos: “Afortunado tú que te has marchado a Italia: los crotonianos te quieren y un gran número acude a escucharte también desde Sicilia. Aquí, en cambio, el rey de los medos se nos echa encima. ¿Cómo quieres que Anaxímenes se dedique tranquilamente a la observación de los astros cuando se halla bajo la pesadilla de la muerte o de la esclavitud”

Su filosofía • Escribió un tratado titulado Acerca de la Naturaleza, del que se conserva un único fragmento. • En la misma línea que Tales, declara que el arjé es el aire (pneuma). • Todos los seres, al igual que los demás elementos(tierra, agua y fuego), surgen por procesos de condensación (aumento de la densidad) y rarefacción (disminución de la densidad) del aire: así, el fuego es aire en unas condiciones particulares de rarefacción; las nubes, el agua, el barro, la tierra y hasta las piedras, son aire que se ha condensado poco a poco.

• Los distintos elementos naturales, al estar constituidos todos ellos por la misma sustancia, difieren entre sí por razones cuantitativas y no cualitativas.

• La preferencia que da Anaxímenes al aire, no es difícil de explicar. Los griegos atribuían la fuerza vital del

hombre a la psique, o sea, al “soplo”. ¿Qué podía ser más normal, entonces, que otorgar la dignidad de arjé a aquella sustancia que en la vida del hombre era considerada como portadora de la fuerza vital?

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Fragmentos “...Así como nuestra alma, siendo aire, nos mantiene unidos, así el aliento y el aire abrazan al mundo entero” (apud Aecio) “Anaxímenes de Mileto, que había sido discípulo de Anaximandro, dice también, como aquél, que el principio primordial subyacente y único es infinito; pero no lo afirma indeterminado como él, sino determinado, manifestando que es el aire” (Simplicio, Física, 24 y 26)

PARMÉNIDES (Elea, -480) Perfil personal y anécdotas de su vida •

Fue un filósofo conocido en toda Grecia por su extraña filosofía.

• Cuenta Plutarco que, además de un gran filósofo, fue un excelente legislador, hasta el punto de que todos los ciudadanos eléatas, cuando alcanzaban la mayoría de edad, tenían que prestar juramento a las “leyes parmenídeas”.

• Tuvo varios amantes, siendo los más conocidos el pitagórico

Aminia (al que, cuando murió, como éste era muy pobre, le construyó un suntuoso panteón corriendo él con todos los gastos) y Zenón, famoso por sus argucias lógicas para defender las teorías del maestro.

• Murió a una edad muy avanzada. A pesar de sus años, causaba

admiración su prodigiosa “agilidad mental” y su facilidad para enredar a sus contrincantes. Platón en su obra Teeteto, lo ensalza así: “a mi parecer, Parménides, como el héroe de Homero, es venerable a la vez que temible”

Estuvo en contacto con los pitagóricos, pero más tarde se separó de ellos y criticó sus doctrinas.

Su filosofía Parménides quedo deslumbrado por la evidencia de una verdad tan elemental como esta: todos los seres del universo coinciden en el ser (todos son). Pero más allá del ser no podemos concebir la existencia de ninguna otra cosa (el ser es; el no ser, no es). O dicho de otro modo, lo que existe, existe y lo que no existe no existe ni puede existir. Siendo esto obviamente verdadero, se preguntará: ¿qué características tiene lo auténticamente existente? Y con una lógica aplastante concluirá que lo auténticamente existente es inmóvil, porque si cambiara ¿en qué se convertiría? ¿en lo no existente, en el no-ser? Pero, evidentemente, el no-ser, no es. Y, además de inmóvil, lo verdaderamente existente es ingenerable e indestructible, porque, si se generara y se destruyera, ¿qué habría antes y después? ¿El no-ser?; y uno, porque si hubiera una multiplicidad distinta ¿qué sería? ¿no-ser? Así pues, según Parménides, lo que existe de verdad tiene unas características diametralmente opuestas a las que le atribuiría Heráclito: es único, no nace, no muere, no cambia, no se mueve. Pero nuestros sentidos nos informan de justo lo contrario: que todo lo que existe en la realidad es diverso, nace, cambia y muere. Para solventar esta contradicción Parménides no dudará en proclamar que nuestros sentidos nos engañan, nos disfrazan la verdadera realidad, y que son pura “opinión” o “ficción” todas aquellas hipótesis que parten de la existencia de una realidad plural, cambiante y extinguible.

Fragmentos “Decir que el No-Ser existe y que su existencia es necesaria, resulta un camino negado al entendimiento. Porque no podrías jamás llegar a conocer el No-Ser - cosa imposible - ni siquiera expresarlo con palabras” (Fragmento II)

“El pensar y el Ser son una y la misma cosa” (Fragmento III)

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“(La mayoría de los mortales son) como turba indecisa para la cual Ser y No-ser parecen algo distinto y diferente, en un caminar en pos de todo que es un andar y desandar continuos” (Fragmento VI) “No te dejes llevar por la fuerza rutinaria de la costumbre, ni manejando tus ojos irreflexívamente, ni tus oídos que recogen todos los ecos. Juzga, por el contrario, con la razón” (Fragmento VII) “Muchos indicios (racionales) nos permiten afirmar que el Ser es increado e imperecedero, es inmóvil y no conoce fin. No fue jamás ni será, ya que es ahora, en toda su integridad, uno y continuo. Porque, en efecto, ¿qué origen podrías buscarle? ¿De dónde vendría su crecimiento? No te permitiré que digas o que pienses que haya podido venir del NoSer, porque no se puede decir ni pensar que el No-Ser sea” (Fragmento VIII) “No es, por tanto, mas que puro nombre todo lo que los mortales instituyeron persuadidos de que era verdad: nacer y perecer, ser y no ser, cambiar de lugar o mudar de tono en relación con el color” (Fragmento VIII)

HERÁCLITO (Éfeso, del -585 al -524) Perfil personal y anécdotas de su vida. • Hijo de familia noble, pudo haber ocupado un cargo de

responsabilidad en su polis (Basileus - sumo sacerdote -) pero renunció en favor de su hermano.

• Tenía un carácter difícil. Despreciaba a casi todo el mundo, especialmente a la chusma ignorante y supersticiosa : “Son muchos los de ínfima clase, pocos los que valen” , o “la mayoría sólo piensa en saciarse como el ganado”, eran lindezas que solía decir.

• Se enorgullecía de no haber tenido jamás maestros. Cuando sentía la necesidad de consultar con alguien solía decir : “Esperad un momento que me voy a preguntar a mí mismo” .

• Su desprecio por el vulgo le llevó a odiar la democracia y a ponerse significa la ley”.

de parte de los tiranos: “Obedecer la voluntad de un solo hombre

Su odio estaba en parte justificado por el destierro de su amigo Hermodoro, uno de los personajes de más valía de la polis a juicio de Heráclito. Tras el destierro de Hermodoro, Heráclito invitó a los efesios a que se ahorcaran uno por uno y confiaran el gobierno de la polis a los niños. Después se hizo ermitaño.

Su obra “Sobre la Naturaleza” era de tan difícil lectura que se ganó el apodo de “El Oscuro”. Sócrates decía que haría falta ser un buceador para comprender el fondo de sus palabras. El libro fue depositado en el templo de Artemisa para que no cayese en “manos profanas”.

• A los sesenta años enfermó de hidropesía (acumulación anormal de agua en los tejidos). Como

despreciaba a los médicos porque, según sus palabras, “además de cortar y quemar, pretenden también cobrar”, ideó un remedio casero para la enfermedad. Ese remedio pudo ser el verdadero causante de su muerte: se embadurnó en estiércol y, al no ser reconocido, fue devorado por una jauría de perros.

• Su desprecio por las masas sólo era comparable al que sentía por los dioses. Criticaba abiertamente a

quienes oraban (“dirigir oraciones a los dioses es como tratar de discutir con las casas y no con los moradores de éstas”) y a quienes ofrecían sacrificios de animales en su honor ( “ellos se purifican con la sangre derramada manchándose de otra sangre, como si, estando sucios de barro, se quisieran lavar con barro”)

Su filosofía A Heráclito le inquietaba lo siguiente: ¿el mundo que nos rodea es tal y como lo vemos? Su respuesta es que no, en primer lugar porque nos muestran una realidad estable cuando la realidad está en constante transformación y lucha entre sus múltiples elementos. Para él ya no tiene sentido la pregunta por el origen del universo: la realidad es tan cambiante que no parece que pueda existir un algo estable y permanente en ella. Por eso apuntó metafóricamente al fuego (el elemento más inestable de todos) En segundo lugar, los sentidos nos engañan al ocultarnos la existencia del Logos o razón cósmica que rige todas las cosas, que gobierna el

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permanente asalto de unas sobre otras. El universo es, por tanto, resultado de la tensión y el enfrentamiento que se resuelven siempre con justicia. Eso es lo que verdaderamente permanece.

Fragmentos “El sol es nuevo cada día” “Sobre quienes se bañan en los mismos ríos afluyen aguas distintas” “Muerte es cuantas cosas vemos al despertar” “Una sola cosa es lo sabio: conocer el Logos que guía todas las cosas a través de todas” “Guerra es padre de todos, rey de todos” “Es preciso saber que la Guerra es común y la justicia discordia, y que todo sucede según discordia y necesidad” “Con el fuego tienen intercambio todas las cosas y todas las cosas con el fuego, como con el oro las mercancías y con las mercancías el oro”

PITÁGORAS (Samos, -530) Biografía. Rasgos del pitagorismo • Hijo de un joyero (Mnesarcos), nació en Samos, una isla cercana a Mileto.

• Su pasión por las matemáticas le llevó a Egipto. Recomendado por el

tirano de su polis, Polícrates, estudió con los sacerdotes de Tebas tras superar unas durísimas pruebas de acceso. Su preparación científica fue completada con viajes por todo el mundo conocido: Se dice que tuvo contacto con los caldeos (de los que aprendió astronomía), con los fenicios (de los que aprendió geometría) y con los magos (tribu del pueblo de los medos, de los que tomó afición por los ritos místicos)

• De regreso a Samos, fue preceptor del hijo de Polícrates, pero abandonó la polis por no poder soportar la vida de lujo y desenfreno de la corte del tirano.

• Se instaló en Crotona donde fundó una secta (escuela para iniciados), donde se seguían unas reglas

extrañísimas: No comer habas; no partir el pan; no atizar el fuego con hierro; no mirarse al espejo junto a la lumbre o no dejar la huella del cuerpo en la cama al levantarse, eran algunos de los preceptos más pintorescos.

• En la escuela se vivía en régimen comunal. Cada día, al anochecer, los sectarios estaban obligados a preguntarse tres cosas: “¿Qué he hecho mal? ¿Qué he hecho bien? ¿Qué he omitido hacer?”.

• Todas las noches recibían una charla del maestro Pitágoras... ¡Que les hablaba escondido detrás de una cortina! El no mostrarse a sus discípulos era el mejor medio de acrecentar su personalidad, de crear una leyenda fantástica en torno a él. Se cuenta que uno de sus discípulos que, de pasada, lo llegó a ver, aseguró que tenía un muslo de oro.

• En la escuela reinaba la ley del silencio. Quienes revelaban secretos eran objeto de una terrible maldición.

Cuenta la leyenda que un tal Hipaso reveló el secreto mejor guardado del pitagorismo: la existencia de los números irracionales, y que por ello murió ahogado cuando escapaba de Samos.

• Se dice que fueron los pitagóricos los causantes de la destrucción de Sibaris (patria de los sibaritas), ofendidos por la vida refinada que allí llevaban.

• Se cuenta que los sectarios, incluido Pitágoras, perecieron en un incendio provocado por un tal Cilón, alumno despechado al que se le negó pertenecer a la secta. Pitágoras no pereció en el incendio sino que fue asesinado por sus perseguidores cuando al intentar escapar se detuvo en un campo de habas (de ahí que los continuadores de la secta le tuvieran tanta fobia a ese vegetal)

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Su filosofía • El pitagorismo se caracteriza por su contenido místico-religioso (doctrina de la transmigración de las

almas, creencia del eterno retorno de los mismos acontecimientos en ciclos cerrados; prescripción de dietas higiénicas...)

• Los números constituyeron para el pitagorismo los primeros principios de la naturaleza (arjé), ya que

todos los procesos cósmicos pueden expresarse numéricamente ( mathesis universalis). Al confundir el punto geométrico con la unidad aritmética, los pitagóricos consideraban que las unidades tenían extensión espacial y, por tanto, que eran los elementos materiales de todas las cosas: si las cosas se componen de números es porque están constituidas por agrupaciones de puntos.

Testimonios sobre los pitagóricos “Lo que Pitágoras decía a sus compañeros, nadie puede saberlo con seguridad, ya que ni el silencio era casual entre ellos. Por otra parte, eran especialmente conocidas estas doctrinas: 1) la que afirma que el alma es inmortal; 2) que transmigra de una a otra especie animal; 3) además, que dentro de ciertos periodos los sucesos acaecidos una vez, vuelven nuevamente, y nunca hay nada absolutamente nuevo, y 4) que es necesario creer que todos los seres vivientes están unidos por lazos de parentesco” (Dicearco, citado por Porfirio, Vida de Pitágoras, 19) “Los así llamados pitagóricos, habiéndose aplicado a las matemáticas, creyeron que su principio fuese el de todas las Ejemplo de un número piramidal: el 14, suma de una serie de números cuadrados sucesivos cosas. Ya que los números son por naturaleza los primeros en ellas, les pareció observar en los números semejanzas con los (14 = 1 + 4 + 9) seres y con los fenómenos” (Aristóteles, Metafísica, I, 5, 985)

EMPÉDOCLES (Agrigento o Akragas, -450) Vida y anécdotas. •

Nació en el seno de una familia acomodada.

• Parece ser que tuvo muchas aficiones: la física, la poesía, la medicina, la política y la magia. Era una especie de sabio renacentista que sabía poco de mucho y mucho de nada.

Dio muchos tumbos en busca de maestros: primero, recaló en Elea, pero las sutilezas de la filosofía de Parménides le molestaron. Después, regresó a Sicilia e ingresó en la escuela pitagórica. Allí su espíritu díscolo y orgulloso le valió ser rebajado a la categoría de los alumnos que no podían hablar durante las explicaciones. Tardó poco en salir del pitagorismo dado que en la escuela no tenían la intención de revelarle sus secretos.

• A partir de ahí frecuentó las escuelas orientales, donde aprendió prácticas esotéricas como la hipnosis, la telequinesia y la lectura del pensamiento, lo que le dio cierta fama de charlatán y engreído.

De regreso a su patria se dedicó a la reforma de las costumbres. Encontró a sus conciudadanos bastante empeorados respecto a la moral pública y privada y decidió mostrarles el camino correcto. Así, acusó a los administradores de la ciudad de haber robado al erario público, atacó al grupo aristocrático que había copado todos los resortes del poder y propuso un nuevo gobierno basado en la igualdad civil. Sus arengas tuvieron tanto éxito que el pueblo le brindó ocupar el cargo de Tirano, cosa que rechazó.

También se ganó fama por sus habilidades técnicas. En una ocasión evitó la propagación de una epidemia de peste al advertir que era causada por el estancamiento de un arroyo. Hizo cavar unos canales de desviación para garantizar el flujo del agua en periodos de sequía, y él corrió con todos los gastos.

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En otra ocasión hizo que bloqueasen con cientos de pieles de asno una estrecha garganta entre dos montañas, impidiendo así que penetrase el viento. Ello le valió el apodo de “entretenedor de vientos”.

Su filosofía •

Como filósofo es de los que hacen resumen de los capítulos pasados: refleja la visión naturalista de los filósofos de Mileto, comparte en el terreno místico algunas creencias de los pitagóricos e intenta conciliar el ser estático de Parménides con el devenir de Heráclito.

• Para Empédocles el arjé es múltiple, es decir, no podemos hablar de un sólo elemento primordial sino de

varios, en concreto de cuatro: el aire, la tierra el fuego y el agua . De la mezcla de estas cuatro raíces surge la totalidad de los seres naturales.

• En la mezcla de las sustancias primordiales intervienen dos principios activos: el Amor y el Odio o Discordia.

• En el origen, parece ser que reinaba el Amor,

por lo que las partículas elementales de las cuatro raíces “más aptas para mezclarse”, se deseaban unas a otras. El mundo en esta primera fase es definido por Empédocles como “el Esfero”. En el interior de éste reinaría la serenidad y la felicidad, aunque la Discordia poco a poco consigue dar lugar a una fase de disgregación y dispersión de las partículas elementales. Pero la discordia no puede prevalecer eternamente. Así, en una tercera fase volvería a reinar el amor con la consiguiente generación de nuevas “mezclas” (las innumerables formas de las cosas).

• El Amor y la Discordia deben considerarse causas

Para Empédocles los elementos se combinan en el universo como los colores en la paleta de un pintor

intrínsecas del universo: toda unión conlleva “Amor” y acaba por producir “Discordia”; toda separación conlleva añoranza de la unión perdida (amor).

Fragmentos

“Y cuando éstos (los elementos) surgen mezclados a la luz etérea o en forma de hombre, o en forma de bestias salvajes, o de arbustos o de aves, entonces los hombres lo llaman a esto nacer; cuando después se disgregan, llaman a esto, en cambio, muerte infausta; pero no hablan justamente” (fragmento 9)

ANAXÁGORAS (CLAZOMENE , -460 ) Vida y anécdotas • Tuvo como maestro a Diógenes de Apolonia, el sucesor de Anaxímenes, y, al igual que los filósofos que recibieron la influencia de la escuela de Mileto, era más el tiempo que pasaba mirando al cielo que el que dedicaba a sus propios intereses.

• La familia, desesperada, le preguntaba a menudo “¿Por qué no te ocupas de tus propiedades?” y él contestaba: “¿Por qué no os ocupáis vosotros?”. Acabó por regalar todo lo que poseía a sus parientes.

• Una vez le acusaron de no amar lo suficiente a su patria. Anaxágoras, solemnemente, señaló con el dedo al cielo y exclamó: “¡Allí está mi patria!”.

• Con 20 años se trasladó a Atenas donde fundó una escuela de filosofía. Discípulos famosos fueron Eurípides y Arquelao, este último maestro de Sócrates.

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Treinta años después de llegar a Atenas fue acusado de ser un colaboracionista del ejército medo. Fue condenado a muerte pero Pericles sobornó a sus carceleros para que le permitieran fugarse.

• Su presencia de ánimo no varió con esta trágica noticia. Se cuenta que cuando conoció la sentencia de

muerte exclamó: “hace tiempo que la Naturaleza nos ha condenado a muerte a mis enemigos y a mí” . De todos modos no pudo soportar la humillación y, dicen, se dejó morir de hambre. A Pericles, que intentó asistirle, se quejó de no haber sido recompensado por sus enseñanzas y dijo: “También aquellos que necesitan la luz derraman el aceite de las linternas”

Anaxágoras se mostró siempre serio y compungido, no sólo en los momentos difíciles: nadie lo vio reír jamás.

Su filosofía Sostiene la teoría de que no existen sólo cuatro principios sino muchos más, tantos como tipos de cosas y que en cada cosa está la simiente o proporción de cosas que ella puede llegar a ser. Se explicarían así los sucesos naturales más sorprendentes sin caer en el absurdo lógico que ya señaló Parménides. Por ejemplo: si la hierba que come la vaca se transforma en pelo, huesos, carne y cuernos de la vaca; y si el ser no puede proceder del no-ser (los pelos, carne y huesos de la vaca de la hierba), habrá que admitir que en la hierba se contiene ya una proporción de pelo, huesos, carne y cuernos. El hecho de que no los detectemos sólo es explicable por la predominancia de lo vegetal en la hierba. La combinación de las partículas elementales (inicialmente estaban unidas e indiferenciadas y permanecían inmóviles) es absolutamente azarosa y se produce a partir de la acción del Nous (inteligencia ordenadora que rige el universo) que imprime un movimiento de torbellino a la masa de partículas.

Fragmentos “Hacemos uso de una alimentación simple y de una única especie, el pan y el agua, y de esto se nutren los pelos, las venas, las arterias, la carne, los nervios, los huesos y todas las otras partes. Sucediendo, por lo tanto, estas cosas, es necesario reconocer que en el alimento empleado están todas las cosas, y que todas las partes del cuerpo se benefician con las cosas ya existentes. Y en ese alimento se encuentran partículas productoras de la sangre, de los nervios y de los huesos y de las otras partes, y esas partículas son sólo visibles a la inteligencia” (Aecio) DEMÓCRITO (Abdera, -420) Vida y anécdotas • Hijo de un familia pudiente aceptó, contra sus convicciones morales, una parte de la herencia de su padre sólo por realizar un proyecto soñado: viajar por todo el mundo y conocer el mayor número posible de maestros.

• Él mismo relata sus andanzas por todo el mundo: “Yo soy entre mis contemporáneos el que ha recorrido la mayor parte de la Tierra, investigando las cosas más extrañas; y vi cielos y tierras innumerables; escuché a la mayor parte de los hombres doctos; y en la composición de las figuras geométricas, con su correspondiente demostración, no me superó nadie”.

• Según Sócrates, Demócrito era como un pentatleta: un hombre capaz de ser el primero en la clasificación final, aunque sin haber ganado en ninguna especialidad.

• Cuando regresó a su patria, después de tanto viajar y sin un duro en

el bolsillo, se refugió en la casa de sus hermanos. Enterado de que una antigua ley impedía que fuese sepultado en su patria “por haber dilapidado el dinero de su padre”, y para evitar ser arrojado al mar cuando muriera, leyó en público una de sus obras y los abderinos, abrumados por tanta ciencia, no sólo le garantizaron los funerales por cuenta del Estado sino que le dieron cien talentos.

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Extraño personaje este Demócrito: para algunos era un juerguista siempre dispuesto a bromear, y para otros un estudioso al que le gustaba retirarse en soledad. Probablemente era lo uno y lo otro: no es casual que tuviera dos apodos a la vez, “El Guasón” y “La Sabiduría”.

• Su carcajada estruendosa era tan popular en toda Grecia que un día fue criticado por los intelectuales atenienses con estas palabras: “Es de Abdera, donde suelen nacer los imbéciles”.

• Se cuenta que una vez intentó consolar a Darío el Grande, amargado éste por la muerte de su esposa, de

la siguiente manera: “Consígueme todas las cosas que he escrito en este papel y te prometo que la resucitaré”. Darío removió Roma con Santiago pero fue imposible cumplir con su última petición: encontrar a tres hombres que no hubieran experimentado nunca el dolor. A lo cual Demócrito dijo: “¡Oh, irrazonable hombre, lloras sin freno como si fueras el único en el mundo que ha sufrido una desventura semejante!”

• La leyenda cuenta que, llegado a viejo, se cegó voluntariamente exponiendo sus ojos a los rayos del Sol

reflejados en un escudo plateado. Pretendía así “impedir que la visión del cuerpo cegara la del alma” . Según Tertuliano, la ceguera se la produjo para no ver más a las mujeres bellas, ya que no estaba en disposición de amarlas.

Su filosofía • Sigue la misma línea de los anteriores pluralistas: si la pluralidad no puede proceder de la unidad (Parménides), el arjé debe de ser plural.

• El arjé son los átomos, partículas inengendradas, indestructibles, simples, inmutables y cualitativamente idénticas. Sólo se diferencian en su forma (como la N de la A); en el orden de sus combinaciones (como AN de NA) y en su posición como (N de Z).

• No acepta una de las propiedades del Ser parmenídeo, la unidad, y, sin embargo, resuelve el problema de

no considerar al ser uno y continuo: los átomos están separados por el vacío, que no es completo ser (si lo fuera no tendría sentido hablar de separación en el ser), ni completo no-ser (postular que los átomos están separados por nada es postular que están unidos)

• La formación de los seres se debe al movimiento de los átomos en el vacío, un movimiento que es producto de la inclinación natural de cada uno de ellos (clinamen), lo que les lleva a colisionar unos con otros y a engendrar así infinidad de mundos perecederos.

Fragmentos “Demócrito denomina al espacio con los siguientes nombres: “el vacío”, “la nada”, “lo compacto” y “lo ente”. Cree que son tan pequeños (los átomos) que son capaces de eludir nuestra percepción, aunque poseen toda clase de formas, figuras y diferencias de tamaño. De este modo puede él, partiendo de ellos como si fueran elementos, producir por agregación tamaños perceptibles a nuestros ojos y demás sentidos” (Aristóteles, De Caelo) LOS FILÓSOFOS DE LA NATURALEZA A los primeros filósofos de Grecia se les suele llamar “filósofos de la naturaleza” por que, ante todo, se interesaban por la naturaleza y por sus procesos. Ya nos hemos preguntado de dónde procedemos. Muchas personas hoy en día se imaginan más o menos que algo habrá surgido, en algún momento, de la nada. Esta idea no era corriente entre los griegos. Por alguna razón daban por sentado que ese “algo” había existido siempre. Vemos, pues, que la gran pregunta no era cómo todo pudo surgir de la nada. Los griegos se preguntaban, más bien, cómo era posible que el agua se convirtiera en peces vivos y la tierra inerte en grandes árboles o flores de colores encendidos. Los primeros filósofos tenían en común la creencia de que existía una materia primaria, que era el origen de todos los cambios. No resulta fácil saber cómo llegaron a esa conclusión, sólo sabemos que iba surgiendo la idea de que tenía que haber una sola materia primaria que, más o menos, fuese el origen de todos los cambios sucedidos en la naturaleza. Tenía que haber “algo” de lo que todo procedía y a lo que todo volvía. Ante todo, intentaron entender los procesos de la naturaleza estudiando la misma naturaleza. ¡Eso es algo muy distinto a explicar los relámpagos y los truenos, el invierno y la primavera con referencias a sucesos mitológicos ! De esta manera, la filosofía se independizó de la religión. Podemos decir que los © Francisco Espadas Sotés/Alfonso Ortiz Vida filósofos de la naturaleza dieron los primeros pasos hacia una manera científica de pensar, desencadenando todas las ciencias naturales posteriores. Jostein Gaarder. El Mundo de Sofía


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