Bocaditos de pintura del siglo de oro

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Bocaditos de pintura en el Siglo de Oro Introducción A lo largo del siglo XVII España va a ser testigo de un florecimiento artístico sin precedentes. Es por ello que se ha calificado a ese momento histórico como “Siglo de Oro”. Es el de literatos como Cervantes, Góngora, Quevedo, o Lope de Vega y de artistas como Velázquez, Murillo, o Zurbarán. Éstos últimos, en su condición de pintores, van a ser objeto, junto con algunos más, de nuestra atención en este trabajo que pretende abordar el estudio de algunas pinturas como testimonio de las costumbres culinarias de esa época. Aunque son muchas más las referencias que al respecto nos ofrece la literatura, tendremos oportunidad de comprobar cómo la pintura también aporta algunos documentos de importancia relevante.

LA GASTRONOMÍA EN LA PINTURA DEL “SIGLO DE ORO” El predominio de un arte basado y, en cierto modo, supeditado a las creencias religiosas, encargo de iglesias y conventos, no siempre es ajeno a la gastronomía. Rastreando en la mucha pintura de temática religiosa se vislumbran en ocasiones, como tendremos oportunidad de comprobar, ecos del mundo de la cultura culinaria, y se percibe la importancia de ciertos manjares o se evidencian incluso las carencias alimenticias de parte de la población. Por lo demás hay dos géneros pictóricos que alcanzaron a su vez notable desarrollo en la pintura española del XVII y que son particularmente idóneos para seguirle la pista a la gastronomía del momento. Nos referimos a la pintura costumbrista (también llamada “pintura de género”) y a la de bodegones o “naturalezas muertas”. Al ser con frecuencia marco de la representación de escenas costumbristas las tabernas, cocinas, o puestos de mercado, son muchos los elementos visuales que el género nos proporciona sobre el tema que nos ocupa. Igualmente los bodegones al representar objetos inanimados, frutas flores, comida, plantas, utensilios de cocina, de mesa o de casa son una valiosa fuente de información. En este trabajo abordaremos el reflejo de lo culinario en la pintura del Siglo de Oro a partir de tres ejes temáticos: 1. La comida de los pobres 2. La comida de los poderosos 3. La aportación americana


1.‐ LLa comiida de llos pob bres La com mida era una obsesión para los po obres quiene es gastaban n la mayor p parte de suss mengu uados ingreesos en la su ubsistencia cotidiana. El pan (con preferencia pan moreno) erra la base de e la alimenttación de las clases populaares y solía untarse en aceite o vin no. Se utilizaba para en ngordar los guisos añad dido a muchos platos ccomo a la so opa de los cconventos ((sopa boba o gallofa). LLas clases populaares comían n poca carne cuyo conssumo se resservaba a laas celebraciones. Las de e más habitual consumo eran las aves: el pollo, gallin na, pajaritos y todo tipo de caza, lo que exxplica la frecuencia con n que esos aalimentos son represen ntados en lo os bodegon nes.

Juaan Sánchez Cotán, Bodegón de cazza, hortaliza as y frutas ((1602). Musseo del Prad do (Madrid) También cocinaban, por su p precio asequible, la cassquería del cerdo: molllejas, menudos, tripas,, etc. El pesccado, salvo en las zonaas costeras rara vez se comía, a no o ser en salaazón (arenq ques, bacalaao). Por el ccontrario la fruta resulttaba en gen neral más assequible, assí como las legumbres y, aunqu ue en meno or medida, llos huevos. Ilustraaremos estee apartado ccon obras de los tres m mejores pinttores españoles del XVII, Velázq quez, Zurbarán y Murillo.


Velázquez en varias de sus obras de la etapa sevillana, con su característico realismo y contrastes lumínicos, nos muestra los hábitos culinarios de las clases populares. Destaca entre esa producción “La vieja friendo huevos”.

Velázquez, La vieja friendo huevos (1618), National Gallery of Scotland (Edimburgo) Además de presentarnos un auténtico inventario de útiles de cocina, entre los que llama la atención el fogón de barro en el que se está llevando a cabo la fritura, aparecen algunos de los alimentos básicos de las clases humildes: huevos, fruta (melón) y el vino que lleva el muchacho en su mano izquierda. Las cebollas (presentes en el cuadro) y el ajo se utilizaban como condimentos básicos propios de las clases populares (los más ricos recurrían a las especias). Entre las instrucciones que le da Don Quijote a Sancho para ser gobernador está: “No comas ajos ni cebollas porque no saquen por el olor tu villanía”


Deben destacarse en este primer apartado los cuadros que nos muestran la ayuda de los frailes hacia los más necesitados. Son cuadros dedicados a exaltar la virtud de la caridad ejemplificada en la figura de algunos frailes particularmente caritativos y, por extensión, en la orden a la que pertenecen. Zurbarán en uno de los cuadros de gran formato que pintó para la sacristía del monasterio de Guadalupe en Extrenadura nos muestra a un fraile de la orden jerónima repartiendo pan entre los necesitados.

Francisco deZurbarán, Fray Martín de Vizcaya repartiendo pan a los pobres (1639). Monasterio de Guadalupe.


Otro tanto hace Murillo en su obra San Diego de Alcalá dando de comer a los pobres, aunque en este caso procede al reparto de la llamada popularmente “sopa boba” o “bodrio”, conjunto de guisos mezclados, realizado a partir de las sobras de la comida de los conventos.

Murillo, San Diego de Alcalá dando de comer a los pobres (1646). Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid)

Murillo pinta años más tarde una serie de obras que reflejan el mundo marginal de los niños pobres, abandonados a su suerte que se convierten en pícaros. A pesar de ser tratados con dulzura y suavidad por los pinceles del autor sevillano no dejan de remitirnos a un mundo de miseria en el que no sólo se pedía sino que se robaba para sobrevivir. Ello explica que junto al pan que podían recoger de los donativos a los pobres, dispongan de fruta variada e incluso pasteles posiblemente afanados en alguna cocina o mercado.


Murillo, Dos niños comiendo fruta (1650). Alte Pinakothek (Munich) Murillo, Niños comiendo pastel (1670‐1675). Alte Pinakothek (Munich)


Murillo, Niños jugando a los dados (1670‐1675). Bayerisches National Museum (Munich)


2.‐ La comida de los poderosos La aristocracia y los clérigos comían en exceso, disfrutaban de una comida exquisita con platos muy rebuscados, manjares excelentes y vinos costosos, contrariamente a la sobria dieta del común de las gentes. Las personas ricas, los caballeros y los señores solían comer de todo: carnero asado y cocido, y aves de corral o de caza cocidas o asadas. La cocina de los ricos se caracteriza también por la fuerte influencia de la gastronomía árabe. Productos alimenticios y formas de condimentación, el uso de especias y aromas, dulces, etc., y tienen muchas veces su origen en la cocina que los árabes trajeron a la Península, marcando definitivamente nuestra gastronomía. Algunos cuadros de temática religiosa, al representar escenas de banquetes nos dan pautas acerca de las costumbres culinarias de los más pudientes. En este sentido destacaremos dos obras de Murillo: "Las bodas de Caná" y "Los placeres del hijo pródigo".

Murillo, Las Bodas de Caná (1670). Barber Insitute of Fine Arts (Birmingham)


Ante un fondo urbano insinuado y desdibujado por la cantidad de personajes que asisten a la conversión del agua en vino (primero de los milagros obrados por Cristo), se advierte el lujo de la mesa con suculentos postres del siglo, lo mismo que los novios y los personajes invitados a la boda cuya lujosa indumentaria contrasta con la sobria túnica de Cristo. El ambiente de festín que nos muestra resulta profano para el tema pero nos refleja sin duda el de los banquetes de la clase alta de la época. En La Disipación del Hijo Pródigo el mismo Murillo nos muestra en un lujoso pórtico una escena de crónica mundana: el hijo pródigo sentado a la mesa bien provista de variados manjares y bebidas, acompañado de dos cortesanas, dos servidores y un músico, a lo que hemos de añadir el detalle del perro que recoge, bajo la mesa, las migajas. El color, el ambiente, el lujo, la música…todo nos habla de los placeres vividos por los ricos del reino.

Murillo, La Disipación del Hijo Pródigo (1660). Museo del Prado (Madrid)


3.‐ LLa aporttación americcana El desccubrimiento o de Américca en 1492 produjo traansformacio ones revoluccionarias en n la vida de los europeos, tanto een la econo omía y como o en la cultu ura y la alim mentación. Desdee el primer m momento, u unos determ minados pro oductos veggetales ameericanos descon nocidos hassta entoncees en Europaa empezaro on a utilizarsse en Españ ña. Alguno os pintores españoles del siglo XV VII, como Ve elázquez, Murillo o Juan Van der Hamen, no tardarron en haceerse eco de este fenóm meno y pron nto represen ntaron en sus pinturras las nuevas especiess vegetales aamericanas, apreciadas, al princip pio, por unaa clienteela interesada por todo o lo exótico y desconoccido y más ttarde por el conjunto d de la poblacción. Españaa fue el prim mer país en conocer y representar pictóricam mente los veegetales de origen n americano o, pues por su privilegiaada relación n con el Nueevo Mundo o a través de el puerto o de Sevilla,, lugar de en ntrada de laas mercancíías americanas, era el rreceptor dirrecto de tod das las noveedades. Presen ntamos a co ontinuación n algunas ob bras más pio oneras en laa representación de loss nuevo os productoss alimenticios venidos de Américaa:

V Velázquez, C Cristo en ca asa de Martta y María (1618). National Galleryy (Londres) El pimiento es uno de los priimeros vegeetales introd ducidos en la pintura eespañola, pu ues na de las plaantas que m más pronto sse importarron de América y que m más fue un rápidaamente se d difundieron por el resto o de Europaa, convirtién ndose en un n condimen nto muy apreciado qu ue se incorp poró a la co ocina como sustituto dee la pimientta oriental, mucho o más cara. Diego Velázquez los reepresentó q quizás por p primera vez en Cristo en casa d de Marta y M María, cuad dro que es, a pesar de ssu título, un na escena de género.


Los pim mientos esttán acompaañados por un par de cabezas de aajo, condimentos consumidos habittualmente p por quieness gustaban d de los sabores fuertes e intensos. También Murillo en “La cociina de los ángeles” da cuenta de la utilización n del pimien nto nventuales, pero en esste caso se aacompaña d de otra muyy apreciada en las cocinas con plantaa americanaa: el tomatee.

Murrillo, Cocina a de los Ángeles (1646). Musée du Louvre (París)


Murillo, Cocina de los Ángeles (1646). Musée du Louvre (París). Detalle. En esta obra se narra un episodio de la vida de Fray Francisco Pérez, fraile cocinero de profunda devoción que alcanzaba el éxtasis místico en lugar de realizar sus trabajos. La recompensa vino del cielo al ser enviados un grupo de ángeles para realizar las tareas que el fraile no hacía, evitando así la reprimenda de sus superiores. Algunas fuentes escritas de la época señalan que el tomate era consumido frecuentemente junto con el pimiento, como lo vemos representado en esta obra de Murillo. El tomate, cuyo proceso de asimilación fue más lento y complejo que el del pimiento, fue una de las mayores aportaciones del Nuevo Mundo a la alimentación europea. Se introdujo en la cocina de la gente humilde como salsa y condimento, aunque en un principio también fue considerado como planta ornamental.


Parece ser que el cuadro que por primera vez representa pictóricamente el tomate es Gran frutero y platos de pasta y dulces, de Juan Van der Hamen, fechado en 1621. Aparecen tres tomates en la parte izquierda del alféizar, justo encima de la firma y fecha.

Juan Van der Hamen, Gran frutero y platos de pasta y dulces (1621).Colección privada (Madrid)


Menciión aparte m merece el caaso del cho ocolate que se va a convertir en manjar muy apreciado en las m mesas de lo os españoles de toda co ondición. Yaa era conoccido y prepaarado por loss aztecas y mayas, quee no empleaaban azúcarr, por lo quee era de sab bor amargo y no resultaaba del agraado de los cconquistado ores. En Esp paña se introdujo haciaa 1530 (el Monassterio de Piedra, en la provincia de Zaragoza,, fue el prim mer lugar do onde aparecce docum mentada la eelaboración n del chocolate en el añ ño 1534). Po oco a poco se fue generaalizando su consumo een España y el resto de Europa. Uno de los primeros documeentos visualles que dan n cuenta de su consumo o es un bodeggón de Juan de Zurbaráán, hijo del ggran Francissco de Zurb barán y espeecializado e en la pinturra de bodeggones:

Juan de Zurbaráán. Naturaleeza muerta con taza de e chocolate (1640). Mu usée des Beaaux‐ A Arts et d'Ar rchéologie (Besançon) En la imagen el taazón metálico con la m muy apreciad da bebida o ocupa el lugar central. EEn torno vemos algu unos de los utensilios u utilizados en n su elaboraación y conssumo (choco olatera y tazzas). Solía aacompañarsse de los bizzcochos quee con frecueencia se sue elen repressentar en no o pocos bod degones de la época.

Frutaas confitadaas, ciruelas yy bizcochoss. Juan van d der Hamen y León, Florero y bodeegón con perro ((1625). Musseo del Prad do (Madrid). Detalle.


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