ABRA-CADA-PALABRA BALADA-PARA-BALEAR CADA-PALABRA-CALA LA-BALA-PARA-LA-PALABRA PALABRA-PARA-LABRAR PALABRACADABRA
Dirección
Amanuense editorial
Diseño
Alantigua Artes del Libro
Equipo Palabracadabra
Ruth Castro, Germán Cravioto, Ramón Castro (Monkey Bizniz), Lacolz (Edgar González), Brenda Vargas, Aleida Belem Salazar.
Colaboradores en este número (textos e imágenes)
Sara de Valle, Emiliano Alemán, Santiago Grijalva, Raciel Quirino, Berenice Ovalle. 1
Editorial La continuidad puede tener la apariencia de resurgimientos, más cuando se mira desde puntos lejanos y no se aceptan más pruebas que las que se pueden ver: será una discontinuidad para quienes se sujetan a la cuenta de los días y los intervalos regulares. Palabracadabra ha estado aquí, latiendo, a la espera de los espacios en que se allana la estrechez de los deberes y se aligera la carga de prosas que no queremos escribir, ni es posible hacerlo ¿Quién no posee un silencio, un tiempo, una música? Pocas voces se han atrevido, aunque sea momentáneamente, a colocar la primera persona del singular en la respuesta a esta pregunta pizarnikeana. El lenguaje de los rostros nos señalará un extravío, una confusa negación. Hay que darse cuenta, en mayo no llovió agua en la Laguna. Fue luz solar la que sin sorpresas ha franqueando geografías, como un flujo que atiende, complaciente, a la modestia gravitacional de esta tierra, luna incluida, temperaturas aparte. Habitaremos una luna fantástica sólo para encontrar, a través de gélidos seres, la solitaria frustración del poder y los colores en flor que ya hemos visto aquí en la Tierra. Nos hablará el reflejo de un personaje de precarias acciones, prácticamente inmóviles. Entre versos, el motivo de una tardanza, despecho del presente. Y en la variante micro de la prosa poética, hay habitaciones que concentran y extienden el lenguaje de los ojos y las cosas, más acá y más allá de las paredes. Para no separarnos de nuestra línea propositiva, tres palabricolajes: uno del nuevo tipo tecnonatura2
primitivistatransgresivo; otro completamente formal: para una teoría de lo nivolesco; uno más que pondera seriamente la payasada reflexiva. Además, una pieza de semejante especie, en abierta consición, referida al fenómeno gramatical de antaño y muy reciente, para inaugurar nuestra sección Bibliófilos. Si las palabras no fueran suficientes: mirar las imágenes. Hola otra vez.
Índice En la Laguna Que no es/ Aleida Belem Salazar..........................................5 Premonición/ Ruth Castro......................................................7 La ciudad de hielo en la Luna/ Emiliano Alemán...............9 Mostrosoculto/ Monkey Bizniz...........................................13 El Espejo/ Brenda Vargas.....................................................15 (12:50 am)/ Berenice Ovalle..................................................16 Huéspedes Dos poemas/ Raciel Quirino/ Distrito Federal..................17 Mostrosoculto/ Monkey Bizniz...........................................18 Palabricolaje Oración suicida/ sobre Rodrigo Fresán..............................19 Reflexiones [divagaciones] y personajes unamunianos en las novelas unamunianas/ sobre Miguel de Unamuno..........21 Réquiem para un payaso/ Lacolz........................................23 Mostrosoculto/ Monkey Bizniz...........................................28 Bibliófilos Simposio Lingüístico..............................................................33
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Ilustraci贸n: Sara de Valle
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En la Laguna
Que no es
Aleida Belem
La mujer esa. Siempre tendrá esa cara. La del desconcierto, la de no saber dónde se está. La cara esa. Cara de no tenerse a sí misma. Cara de que se perdió. O nunca, cara de nada. La cara en otras caras. Esos rasgos particulares de un rostro que cambia a cada hora. De la sonrisa en una cara que no es su cara. Del llanto en unos ojos que son los suyos pero se repite que no lo son. Y luego, también están las otras caras ajenas en donde se ve a ella misma. Donde dice que es esa cara, ve otra y dice que es esa. Otra, otra y otros tantos rostros más. Pero nunca encuentra su cara, la ausencia. Es todas las caras. La deformación de un rostro que por años mostró como una estampa, ahora le quedan fragmentos de piel. De piel añeja y harta. Está partida en cachitos. La cara esa, la mujer que no da la cara. Ve los ventanales en las calles, se refleja. En un cuerpo tiene distintas ellas, la franqueza, la angustia, la alegría, la saudade. Se pone el rostro entre las manos, le da náusea ver tantas caras y saber que su verdadera cara es una de ellas. La identifica, sabe quién es. El miedo. El asombro. De saberse que tiene cara, pero de no querer ser esa. Voltea el rostro. La mujer esa. Nunca quiso ser esa cara, siempre quiso ser otras. 5
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Ilustraci贸n: Santiago Grijalva
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En la Laguna
Premonición Ruth Castro
Amanecerá y comenzará a llover. Lloverá, como todos los días, lloverá sol. Un rayito, otro rayito, un chipi chipi de rayos matutinos. Primero se sentirá bien. Lluvia de rayos suaves que acariciarán la espalda a los paseantes. Más tarde se intensificará, los rayos caerán con más fuerza. Pasará una mujer con paraguas, pasará una segunda mujer con paraguas, pasará una tercera mujer con ¿sombrilla? ¿parasol? Ligera llovizna de sol, todavía podrá aguantarse. Ni una sola nube en el cielo inmenso. El calor comenzará a entrar por las ventanas, por los resquicios de las puertas, traspasará techos y paredes. Comenzará a inundar. Después llegará el mediodía, tempestad solar, olas de calor que lo allanan todo. Se instalará la vehemencia, se nublará la mente, se sofocará la voluntad. Arderán las banquetas, las esquinas, las calles. Arderán las casas y los pocos árboles que quedan. Arderé yo. La tormenta incandescente no cesará. No habrá forma de protegerse y las sombrillas se convertirán en un mero artefacto decorativo que pesa. La gente que camina se consolará en hilos de sombra. Mal humor, desesperación, ¿desolación? No. Insolación. Antes de que termine el día, todos moriremos ahogados de calor. Antes de que termine el día, pasaré por enfrente de tu casa y te escucharé decir, por última vez: ¿a dónde con tanto sol y sin sombrilla? 7
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Ilustraci贸n: Santiago Grijalva
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En la Laguna
La ciudad de hielo en la luna Emiliano Alemán
Luego de largas y sangrientas batallas entre varios reinos, el Rey Viejo Crocovano, dueño del Imperio Kazirio, venció y se adueñó de la puerta a la Luna. Ésta se encontraba incrustada al pie de una montaña. Era de gran tamaño, de un metal desconocido, y de un verde pálido muy bello. Tenía imágenes grabadas de planetas, estrellas, cometas y otros cuerpos celestes, como si aquello fuera un mapa del mismo universo. El Rey Viejo Crocovano había estado obsesionado con la Luna desde mucho antes de que se descubriera la puerta, así que cuando la atravesó se sintió invadido por el éxtasis. Aquel frío satélite era tan silencioso, misterioso y bello que sintió que por fin estaba en el lugar al cual pertenecía, el lugar en el que siempre debió estar. En vista de que muchos de sus soldados habían muerto, el dueño del Imperio Kazirio llevó a cabo las más excesivas fiestas en el satélite; todos sus súbditos estuvieron invitados. Aquellas celebraciones fueron de tal magnitud que entre los banquetes, el alcohol, los bailes y el sexo no hubo quien se preocupara del paso del tiempo. Cuando todos finalmente se marcharon, el Rey Viejo Crocovano se dio cuenta que había cometido un grave error. Y es que la Luna quedó hecha un desastre; había basura por todas partes, pedazos de comida, botellas, copas rotas, vino derramado, charcos de orina, vómito y sangre. Incluso había ropa abandonada, entre la cual predominaban los zapatos
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de tacón alto y la ropa interior de mujer. La Luna no merecía tanta falta de respeto. El Rey Viejo Crocovano decidió que únicamente él tendría permiso de estar en ella y que cualquiera que intentara desobedecer este mandato sería ejecutado. Entonces pasó largas jornadas en el satélite dando saltos lentos y prolongados, debido a la débil fuerza de gravedad. Fue durante estos paseos que el rey se sintió demasiado solo en su Luna, en su posesión más valiosa; sentía la necesidad de exhibirla ante otros. Pero no de lejos, porque cualquiera podía verla desde la Tierra, eso no era novedad. Tenía que llevar a alguien al territorio mismo de Selene, extender la mano y decir: Toda esta perla en el espacio es mía. Sin embargo, llevar de nuevo a los plebeyos no era una opción, pues eran sucios e irrespetuosos. Y la gente noble era peor, porque eran exactamente igual (aunque creían que no era así y trataban de darse aires de grandeza). La solución era entonces muy sencilla: El Rey Viejo Crocovano iba a crear a su propia gente para que le acompañara en aquel cuerpo celeste. Gente perfecta que supiera apreciar aquella sublime esfera. Teniendo a su disposición una fortuna inmensa, el rey contrató a magos, brujas, filósofos, alquimistas y científicos de todos los rincones del mundo para que crearan a los seres perfectos. Esto fue una tarea extremadamente ardua para todos los involucrados y su camino estuvo lleno de fracasos hasta que descubrieron el elemento perfecto para crear nuevos seres: la nieve. Una vez que fue elegido el material, las cosas fueron mejor para los involucrados en el desquiciado proyecto. Cuando por fin terminaron, llegó el momento en que el Rey Viejo Crocovano conociera a las personas artificiales que ordenó que se crearan. Eran diez hombres de nieve y diez mujeres, todos ellos perfectos, blancos, helados y silenciosos. El rey se sintió tremendamente satisfecho con los
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resultados, en especial porque las personas de nieve estaban diseñadas para seguir sus órdenes al pie de la letra. Hubo algo, sin embargo, que impidió que el rey estuviera completamente contento, y es que el grupo de gente a la que había contratado, le dijo de manera sombría que lo que habían hecho era una de las más grandes transgresiones de las reglas de la vida y que no sabían lo que podía ocurrir con sus creaciones. Admitieron no saber exactamente cuál era la fuente de su inquietud pero estaban seguros de que se habían metido con algo impredecible. El Rey Viejo Crocovano no escuchó las palabras de las personas más brillantes que existían; se fue a la Luna de inmediato con sus nuevos acompañantes y allá empezó a pasar más tiempo que en la Tierra, atendiendo los asuntos del imperio Kazirio. Y es que ver a las personas de nieve rebotando cadenciosamente en la superficie de la luna era como ver fantasmas que estuvieran a punto de emprender el vuelo; era hipnótico y fascinante. Todo parecía andar bien hasta que algo cambió: empezó a percibirse algo diferente en los ojos de hielo negro de las personas de nieve. Cuando el Rey Viejo Crocovano quiso regresar a la Tierra, se dio cuenta de que la puerta estaba cubierta con una capa de hielo que le fue imposible romper. El rey fue y ordenó a la gente de la nieve que deshiciera aquella barrera. Ellos no hicieron caso a esta exigencia ni a ninguna otra. De hecho, parecía que la gente de nieve ni siquiera notaba que existía el rey y todos lucían concentrados en algo más, parecían ver la Luna con un nuevo interés. A partir de entonces, el Rey Viejo Crocovano ya no fue dueño del satélite y presenció cómo la gente de la nieve se apoderó del mismo y lo transformó a su antojo. Primero la gente de nieve sopló y sopló heladas ventiscas que pintaron la Luna por completo de blanco. Luego empezaron a construir edificios de hielo hasta completar
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una ciudad entera usando también su gélido aliento; crearon estructuras intrincadas que parecían antiguas, además de transparentes. La gente de nieve empezó a engendrar a otros como ellos para luego darles vida y llenar aquella ciudad que parecía de cristal. Pronto la población de gente de nieve era incontable. Y aún entonces querían más, y empezaron a producir flora y fauna de hielo y nieve. El Rey Viejo Crocovano observó cómo la gente de nieve esculpió varios seres. Moldeaban lobos más grandes que los que había en la Tierra, todos blancos con colmillos y garras de hielo. Se sorprendió con las libélulas gigantes que, al volar, desprendían un polvo que brillaba como la aurora boreal. Otra gran sorpresa fueron los conejos que, por supuesto, no eran similares a los terrestres, estos se camuflaban entre tanto blanco y sólo se notaban sus ojos rojos de hielo, como constelaciones de gotas de sangre. En cuanto a la flora, la gente de nieve dio vida a árboles de hielo inmensos con hojas finas y azuladas, cristalinas. Más sorprendente resultó para el Rey Viejo Crocovano ver las flores, y es que fue en éstas donde encontró la mayor variedad de hielos de colores que ni siquiera llegaba a imaginar. El Rey Viejo Crocovano quedó impactado por los campos enteros de flores con pétalos cristalinos de rojo, azul, negro, verde, ámbar, púrpura, anaranjado... Todo lo antes mencionado vivía en la Ciudad de Hielo, entre las torres, los edificios, las casas. La Luna era ahora un lugar totalmente desconocido para el rey, debido a que la gente de nieve se había olvidado de él por completo. Aquello debía ser a lo que se refirieron los sabios cuando advirtieron que no podían predecir el rumbo de sus creaciones. El Viejo Rey Crocovano vivió el resto de su vida como un vagabundo. Pasaba el tiempo mirando desde la Luna el planeta al que no podía regresar, donde un día dominó sobre los Kazirios, donde fue su emperador.
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Ilustraci贸n: Sara de Valle
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El espejo
Brenda Vargas Dicen que mi piel es blanca y suave, pero yo la veo rota y gastada. De pie frente al espejo empiezo a contar las grietas, una, dos, tres no puedo seguir más, me volteo con la esperanza de que se vayan. Me entristece. ¡Era tan bonita! Mis mejillas, antes eran rosas, ahora el color se ha ido de mi cara. Mi cabello se cae. Dicen que eso sucede al envejecer, pero se suponía que yo no lo haría, que sería una niña para siempre, como una imagen congelada, como una pintura. Sí, eso deseaba ser, una pintura por la que el tiempo nunca pasa. Sigo mirando mi reflejo, veo mis grandes ojos azules y me doy cuenta de que el brillo y la estrella que los adornaba se han desvanecido. Ahora sé que tomaré una mano y tendré que sentarme a la mesa... buenos modales, té y galletas. Después de un rato se volverá aburrido y estaré otra vez frente al espejo. Veo mis manos reflejadas y toco mi cara. Están heladas. Mi vestido está sucio, casi ha perdido los holanes y tiene hoyos en la falda. Recuerdo que era blanco con rosas en las mangas. Ahora es amarillo, y las rosas, extraviadas. Perdí un zapato hace tiempo. Fue en una excursión en la selva, o tal vez en un safari en África. Lo único que queda es la triste y fea calza. Miro mis dedos que salen por los agujeros. Tengo las uñas blancas, me gustaría que fueran rojas, ojalá me las pintaran. 15
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Entra y sale, me ignora. Eso me gusta, el no tener que poner mi mejor cara y agradarle, el poder ser yo misma y no jugar a que tengo múltiples personalidades. Quisiera pedirle que no gritara, que aunque fuera por un momento dejara de moverse. Intento abrir la boca, pienso las palabras pero no logran salir, no puedo hacerlas salir. Sufro. ¡Tengo tanto que decir! Me frustro y lloro, pero lloro sin lágrimas, mis ojos están secos, así como mi cara. Tiembla y caigo de lado. Quiero moverme, volver a sentarme pero estoy rígida, como si estuviera entumecida. Tendré que quedarme así hasta que regrese. Pasó a mi lado y ni siquiera se dio cuenta. Es más fácil ignorarme. Me dejará ahí hasta que le dé la gana, pero, ¿cómo hablarle o gritarle, o siquiera reclamarle, si tan sólo soy una vieja hecha de porcelana?
(12:50 am)
Berenice Ovalle Se hacía tarde escuchando ese piano pero el tiempo no quiso ceder ni un segundo Se hacía tarde y la pieza no estaba completa faltaba voltear y volver al pasado Se hacía tarde y la boca dolía de tanto morderse El piso crujía de tanta quietud y el sol colapsaba por la ventana derecha. Se hacía tarde y comprendí que era mejor dejarlo pasar Ni un segundo regatearía al presente sin saber qué se iba, lo dejé pasar 16
Huéspedes
cara a cara con el siguiente momento que no tardaría en alejarse también. Se hizo tarde. El frío envolvió las manos y apagó las luces
Dos poemas
Raciel Quirino
Uno
Un vestido blanco se sienta al borde de la cama si hay una lámpara encendida en el pasillo. Desde la ventana, se desliza el rumor de autobuses que cruzan la noche sosteniendo el mundo. El frío de las sábanas se marcha. El pensamiento se entretiene con pequeñas cosas: un reloj, una niña, un corazón. Dispuesta así la música, ya pueden sin miedo irse tus ojos.
Dos
Hay cordeles de lágrimas atados a ciertas casas. Yo estoy en un bungalow rodeado de perros, nostalgia de antiguos palacios, pezuñas sobre el polvo. Cerrar los ojos a esta hora es como irse junto con la droga que alguien se inyecta, sentir el vientre lleno de almas. En el bungalow hay estampida de yeguas; es la droga, son los perros. Hay un temblor, un oscilar de lámparas, un crujir de paredes dentro de mi sombra.
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Mostrosoculto
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Oración suicida [rescatada de los escombros de una iglesia a finales del siglo XXI] Locolz
Rodrigo Fresán [“Escribimos para vengarnos de la realidad”] nació en 1963 en Buenos Aires. Es escritor, periodista y usa barba de candado. Le fascina la serie de televisión La Dimensión Desconocida (The Twilight Zone). Oh, Dios ausente, envía por favor uno de tus ángeles exterminadores. Haz llegar desde el futuro a un implacable robot de acero y músculo y, te lo ruego, prográmalo para que me borre para siempre de esta historia.
Algunos de sus libros [Historia argentina, Esperanto, La velocidad de las cosas, Mantra] han sido recibidos estupendamente no sólo por lectores, sino además por la crítica, los escritores, el mercado y la piratería. O, si no, obliga a que el más feroz de los lobos salga de un huevo y entre por mi boca y crezca dentro mío y salga destrozando mi pecho y acabe con todo lo que se mueva en la ya agotada nave espacial de mi vida.
Ha traducido, prologado y anotado libros de Ann Beattie, Roberto Bolaño, John Cheever, Denis Johnson, 19
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Carson McCullers, además de los propios. O, mejor, ordena al sol que salga de noche y me cante. Que me cante hasta quemar mis ojos aturdidos con su voz que es la tuya, Gracias. 1
Nació clínicamente muerto, pero poco tiempo después reaccionó. Luego, al tomarle radiografías, los doctores se dan cuenta que posee una costilla de más. Describe su propio estilo como “irrealismo lógico”. 2
1 Rodrigo Fresán, El fondo del cielo, Ed. Mondadori, 2009, p. 129. 2 Curiosidades tomadas de: http://www.barcelonareview. com/49/s_rf.htm
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Reflexiones [divagaciones] y personajes unamunianos en las novelas unamunianas Flacolz
Miguel de Unamuno y Jugo nació en Bilbao en 1864, fue un escritor, filósofo, dramaturgo, poeta, loco, patriota [español] y amante de Don Quijote [patriota]. Los más de los suicidas son homicidas frustrados; se matan a sí mismos por falta de valor para matar a otros.
En 1907 escribe Niebla, su novela más famosa, que es publicada hasta 1914. Él mismo decide llamarla “nivola”. Una nivola no es tan quisquillosa como una novela [personajes, ambiente, estructura, etc.], le brinda mayor importancia a los diálogos [así desarrolla la psicología y la historia] y la realidad fricciona con la ficción, desarticula la lógica lógicamente. El hombre en cuanto habla miente, y en cuanto se habla a sí mismo, es decir, en cuanto piensa sabiendo que piensa, se miente. No hay más verdad que la vida fisiológica.
Y por medio de los soliloquios de Augusto Pérez, protagonista de Niebla, el autor empieza a divagar [es decir, a exponer la filosofía unamuniana]. --...¿Y es que después de acabarse el pensamiento quedará algo? ¡Cosas de libros! ¿Y quién no
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es cosa de libros? ¿Conoces a don Miguel de Unamuno, Domingo? --Sí, algo he leído de él en los papeles. Dicen que es un señor un poco raro que se dedica a decir verdades que no hacen al caso
Los personajes reales se vuelven ficticios [y los ficticios...], el tiempo y el espacio se mezclan para dar vida a una realidad, más que novelesca, nivolesca. --No sea usted tan español, don Miguel... --¡Y eso más, mentecato! ¡Pues sí, soy español, español de nacimiento, de educación, de cuerpo, de espíritu, de lengua y hasta de profesión y oficio; español sobre todo y ante todo, y el españolismo es mi religión, y el cielo en que quiero creer es una España celestial y eterna, y mi Dios un Dios español, el de Nuestro Señor Don Quijote; un Dios que piensa en español y en español dijo: ¡sea la luz!, y su verbo fue verbo español ! 3
3 Unamuno, Miguel de, Niebla, Ed. Catedra, 2008, 204, 282, 283 y 291 pp.
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Réquiem para un payaso
Un palabricolaje4 tragicómico en treinta y un partes Lacolz
I Ay caray, caray, caray… Yo creo que nadie en el mundo comprende a un payaso, ni siquiera otro payaso[.] A Mari le faltó poco para comprenderme, pero nunca me comprendió del todo[.] II Cuando su padre volvió a casa, no dormíamos aún; casi eran las once, y le oímos entrar en la tienda, para buscar cigarrillos, antes de subir las escaleras. Ambos pensamos que debería notar algo: tan tremendo era lo que había pasado. Pero no notó nada, escuchó en la puerta durante un momento nada más y se fue arriba. Oímos cómo se quitaba los zapatos, los tiraba al suelo, más tarde le oímos toser dormido[.] III Gran parte de la educación católica consistía únicamente en[:] “que jueguen al fútbol, que así no pensarán en las chicas”. Pero a mí me gustaba pensar en chicas, y más tarde sólo en Mari[.] 4 “En los estudios de Cultura, el bricolaje indica el proceso por el cual la gente adquiere objetos de varias divisiones sociales para crear nuevas identidades culturales”. He aquí un palabricolaje*.
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También pensaba en las incontables muchachas bonitas cuyo destino era hacerlo, sin tener ganas, o bien por dinero [...] o gratis con su marido[.] IV A veces me parecía que yo era un monstruo, pero la verdad es que sólo soy un payaso, que te sigue por ahí, con el alma hecha pedazos. V Hace ya tiempo que desistí de hablar con alguien acerca de dinero o de arte[.] En el momento en que los dos entramos en discusión, nunca nos ponemos de acuerdo[.] El arte está invariablemente mal pagado o lo está excesivamente. En un circo ambulante inglés conocí una vez un payaso que en lo profesional valía veinte veces lo que yo y era diez veces más artista que yo, y que sin embargo no llegaba a ganar cien pesos al día: se llamaba James Ellis, rozaba ya la cincuentena, y cuando le invité a cenar --hubo huevos con jamón, un poco de ensalada y una rebanada de pastel--, la comida le sentó mal: hacía diez años que no comía tanto de una vez. Desde que conocí a James jamás he vuelto a discutir de dinero ni de arte[.] VI Cuando le propuse volver a jugar a la oca conmigo, mientras tomábamos no recuerdo qué, tendidos encima de la cama, se enfadó aún más. VII Lo más penoso me parece que son las películas artísti24
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cas. Los films artísticos los realizan, las más de las veces, personas que por un cuadro no le hubieran dado a Van Gogh ni siquiera un paquete de tabaco entero, sino medio nada más, y[,] un artista vivo, que no tiene cigarrillos, que no puede comprar zapatos para su mujer, carece de interés para los productores cinematográficos, porque tres generaciones de charlatanes no les han confirmado aún que es un genio. Una sola generación de charlatanes no les bastaría. VIII Y cuando me aparté de la ventana, se me acercó, me cogió por los hombros y me besó los ojos. “Eres un cariño”, dijo “un cariño y tan fatigado”, pero cuando quise abrazarla, dijo en voz baja: “Por favor, no, te lo ruego”, y cometí la equivocación de soltarla. Me arrojé vestido sobre la cama, me dormí en seguida, y cuando me desperté al día siguiente no me sorprendió que Mari se hubiese marchado. Sobre la mesa encontré una nota: “Debo seguir el camino que debo seguir.” Casi tenía veinticinco años, y bien podía ocurrírsele algo mejor. No se lo cargué en cuenta, pero[...] IX Según mi modesta experiencia, los católicos no tienen el más mínimo sentido de los detalles. X Fue horrible que me la sedujeran con principios de orden, declaraciones escritas y días enteros de conversaciones secretas en[...] Me sentí a punto de echar a llorar, pero el maquillaje me lo impedía[.] Ya lloraría luego, un día de fiesta, si estaba de humor. 25
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XI Cuando pienso que hay payasos que durante treinta años interpretan el mismo número, noto un desasosiego en mi corazón, como si me condenaran a tragarme a cucharadas todo un saco de harina. Tiene que divertirme lo que hago, o me pongo enfermo. XII Nada de ella, ni siquiera un botón de blusa[.] Abrí de golpe la puerta del armario ropero: nada de Mari en el armario, nada, ni siquiera una horma para zapatos o un cinturón, como a menudo olvidan las mujeres. Ni siquiera un hálito de su perfume. Mejor que se hubiese llevado también mi ropa, para regalarla o quemarla[.] XIII Este modo de despacharlo todo comercialmente acrecienta mi melancolía. XIV Bañarse es casi tan bueno como dormir, y dormir es casi tan bueno como hacer “la cosa”. Mari la llamó así, y pienso en la cosa siempre en sus términos. No podía concebir que ella hiciese “la cosa” con él, mi fantasía no tiene compartimentos para tales ideas, del mismo modo que nunca estuve seriamente tentado de revolver en la ropa interior de ella. Sólo llegaba a imaginarme que ella jugaría a la oca con él, y me enfurecía. Nada de lo que yo había hecho con ella lo podía ella hacer con él sin parecerme traidora o prostituta. Ni siquiera le podía extender mantequilla sobre el pan. Si imagino que ella toma del cenicero el cigarro de él y 26
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lo termina de fumar, casi me vuelvo loco, y no supone ningún alivio saber que él no fuma y que es probable que juegue al ajedrez[.] XV A los estetas lo mejor es romperles en la cabeza un valioso objeto de arte, con lo cual sufren, aún al morir, por el crimen artístico. Una madona no sería lo bastante valiosa y es demasiado sólida, y moriría con el consuelo de que la madona se había salvado; y una pintura no es lo bastante pesada, si se exceptúa el marco, y le quedaría también el consuelo de que el cuadro se conservaba. Podría yo raspar la pintura de un cuadro valioso y estrangularle o asfixiarle a él con la tela: ningún crimen perfecto, pero un perfecto crimen estético. XVI El hijo se negaba a decirme que se había equivocado, que su padre no estaba en casa. De repente se hizo un silencio absoluto, como cuando alguien se desangra. Eso era: una hemorragia de silencio. Oí ruido de pasos que se arrastraban, oí cómo alguien tomaba el auricular de la mesa y sospeché que colgarían[...] XVII Para mí apenas hay nada más desagradable que cuando una mujer mira a su marido con amargura, porque es señal de que está embarazada. XVIII Curiosamente, él soltó una risita y dijo: “Frater tuus est in refectorio: están comiendo”, dijo algo más alto, “los 27
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La infortunia de estar aquĂ y ahora. SOY TOTALMENTE PAYASO Monkey Bizniz
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señores están comiendo, y durante la comida no se les puede molestar”. “Es muy urgente”, dije. “¿Caso de defunción?”, preguntó. “No”, dije, “pero casi”. “¿Grave accidente?” “No”, dije, “un contratiempo interno”. “Ah”, dijo y su voz sonó algo más suave, “¿hemorragia interna?”. “No”, dije, “el alma. Asunto puramente del alma”[.] Calló de un modo glacial. XIX Tarareé una letra que acababa de ocurrírseme: Dice el Papa Juan: “No votes por la democristiandad. Mira que la caridad consiste en no hacer más pobres.”
Servía para un comienzo, y el Comité contra la Blasfemia no podía objetar nada. Añadiría muchas estrofas, y lo cantaría con ritmo de balada. XX “No tengo la menor idea de hasta dónde hemos llegado”, dije yo. Él se rio con estrépito: vital, católico, franco, con “barroca alegría”. “Mi simpatía por usted”, dijo, “es invariablemente la misma”. Esto me resultaba difícil de creer. Probablemente para él yo había caído tan bajo, que ya no valía la pena empujarme todavía. “Atraviesa usted una crisis”, dijo, “eso es todo, usted es joven aún, recóbrese y verá como todo se arregla”. XXI Se rumorea en la ciudad, en la ciudad de los rumores[,] que yo soy un payaso, que voy buscando valor 29
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en el fondo de los vasos, que estoy muriendo por ti y tú no me haces caso, dicen que no tengo el valor para pegarme un balazo. Y es verdad, soy un payaso, pero qué le voy a hacer. Uno no es lo que quiere, si no lo que puede ser. XXII “¿Y por qué ninguno de ustedes, católicos asquerosos, me dice dónde está ella?”, dije, “ustedes me la esconden”. “No sea usted ridículo”, dijo. XXIII Es cuestión de gustos, Mari, pero [¿]no es mejor confiar en un payaso ateo, que te despierta temprano para que llegues puntualmente a misa, y que, cuando es necesario, nunca te escatima un taxi para ir a la iglesia[?] XXIV “Es una lástima”, dijo, “que a usted le falte tan evidentemente el órgano para lo metafísico”. “Con Mari”, dije, “todo iba bien mientras ella se preocupaba por mi alma, pero ustedes le han inculcado el preocuparse por su propia alma, y ahora ocurre que yo, a quien le falta el órgano para lo metafísico, me preocupo por el alma de Mari. Si se casa con[...] XXV El pensar en las manos de Mari --sólo el pensar que ella podría poner sus manos sobre los hombros de[...]-exasperaba mi melancolía hasta la desesperación. Una mujer puede expresar o fingir tanto con sus manos, que a mí las manos de un hombre me parecen 30
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tacos de madera encolados. Las manos de hombres sirven para dar apretones de mano, para castigar, naturalmente para disparar, para trabajar[...] Las manos de las mujeres casi dejan de ser manos: tanto si extienden mantequilla sobre el pan o separan los cabellos de la frente[.] XXVI Después del segundo aborto, estaba deprimida, nerviosa, iba sin cesar a la iglesia, y se disgustaba si en mis tardes libres no la llevaba a[...] XXVII Ningún teólogo ha tenido nunca la idea de predicar sobre las manos de las mujeres en el Evangelio: Verónica, Magdalena, María, Marta; nada más que manos de mujeres en el Evangelio, que prodigaron caricias a Cristo. En lugar de esto, predican sobre leyes, normas disciplinarias, arte, estado. XXVIII Alto ahí: tengo una sorpresa (saco de mi sombrero una flor en llamas). ¡Alegría señores, alegría! ¡Aquí les traigo su redención! Cantaré mi última canción (fanfarrias): “Oh bellísimo esperpento, triste artífice irredento, truculento redentor, me llaman, tararán tan tán. Oh feriante de los pueblos, contador de cuentos necios, soy (todos bailan una tarantela al ritmo de mi ululante armonio de letras). Yo sé alzar la patita y orinar como un perro mi feliz desilusión, disolución, desolación, de sol a sol. Yo sé bien montar monociclo y palabras malabarear Y yo puedo, y yo puedo, sobre todo, puedo caer: yo puedo caer sobre todo...” (Caigo 31
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aparatosamente, para beneplácito generalizado de la audiencia.) XXIX No comprendió lo que quise decir y odio el dar explicaciones. Se me comprende o no. No soy un exégeta. XXX “Déjese de tonterías. ¿Qué mosca le ha picado?”, dijo. “Los católicos me ponen nervioso”, dije, “porque juegan sucio”. “¿Y los protestantes?”, preguntó riendo. “Me irritan con su manoseo de las conciencias”. “¿Y los ateos?”, seguía riéndose. “Me aburren porque siempre hablan de Dios”. “¿Y qué es usted, pues?” “Soy un payaso”, dije, “soy un triste payaso, que oculta su fracaso con risas y alegría que me llenan de espanto”. XXXI Pero ninguno de los dos colgó. Oía cómo respiraba ella, no sé cuánto tiempo, pero la oí, luego colgó. Mantuve en mi mano largo tiempo el auricular, para oírla respirar.
* Y este Palabricolaje ha sido patrocinado por:
Frase célebre de Vita Uva + Fragmentos desorganizados de Opiniones de un payaso (1963) de Heinrich Böll + “Payaso”, tema de Rafael Pérez Botija, interpretado por José José + “Monociclólogo”, de Fuegos de feria de Javier Ledesma + Javier Solís, “Payaso”.
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Bibliófilos Bibliófilos
5 Varios autores, Escritura y alfabetización, Ediciones del Ermitaño 1986, “Sólo para tus oídos” de Raúl Ávila, pp. 35 a 38. 6 Alfonso X El Sabio [España 1221-1284]. 7 Dr. Raúl Ávila [mediados del s. XX], autor de La lengua y Los Hablantes, ed. Trillas. 8 Antonio de Nebrija [1441-1522], fue un lingüista, historiador, pedagogo, astrónomo, humanista y poeta español.
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Palabracadabra
9 Andr茅s Bello [1781-1865], fue un fil贸sofo, fil贸logo, pedagogo, humanista, jurista y poeta venezolano.
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Palabracadabra terminó de imprimirse en julio de 2011 en talleres Alantigua Artes del libro, Av. Flores Magón 326, Col. Las Alamedas, C.P. 27110, Torreón, Coah. México. Este zine estuvo al cuidado de editorial Amanuense. Se tiraron 200 ejemplares. Se utilizó la familia tipográfica Book Antiqua para el texto, y la familia tipográfica Calibri en los títulos.
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