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Tú, maestro
César A. Guerra
Cuando, angustiado ante un mundo incierto, no sabía orientar mis pasos, fui bendecido con la visión sublime de una sombra piadosa: ¡la sombra del Maestro!
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Andando por la senda que Él trazara, fui conociendo la virtud y portento de aquella vida sin par, salvación de todos, y vislumbré en mente y corazón la imagen del Maestro.
Y tras recorrer y ansiar seguir la senda, avergonzándome mucho ante el Incomparable Ejemplo. Doy gracias, a pesar del lodo en que me afano, por conocer de cerca la vida del Maestro.
Sombra Divina que calma al vacilante, Imagen Pura la del Redentor Eterno, Vida Sublime; ¡eso eres Tú, Maestro!
Publicado originalmente en la edición de marzo de 1982 de la revista Liahona