EL CEREBRO DE UN DOCENTE
PROLOGO la única manera de aprender a vivir es viviendo, caemos en este mundo sin manual bajo el brazo. Al inicio de nuestra existencia aprendemos dejándonos guiar por los otros y en los años posteriores, de más autonomía, reemplazamos a los primeros para dar continuidad a nuestra especie humana, enseñando a nuestra generación de relevo. Durante nuestro paso por la Tierra hay muchos antes y después: antes y después de graduado, antes y después de conocernos, antes y después del matrimonio (si es el caso), antes y después del nacimiento de los hijos (los amores más grandes de la vida), pero quizás el antes y después que más nos estremece es la ida de nuestros seres queridos, evento que nos recuerda la finitud de la vida… de nuestra vida. ¿Preparamos para decir “adiós”?, ¿nos preparamos para despedir?. A pesar de que el cierre y comienzo de un nuevo ciclo es una constante creo que la muerte no es con frecuencia considerada en nuestras planificaciones, ni vitales ni profesionales. Las despedidas no ocurren únicamente con la muerte física, esta es solo una de las distintas maneras de concluir algo. También nos vemos en la necesidad de despedirnos al culminar un periodo académico, al terminar una relación, al llevar a su fin un proyecto, con cada puesta del sol, en otras palabras, vivimos duelos de diferentes intensidades en el día a día. Pero pese a lo cotidiano de este asunto, pareciera que no nos percatamos del significado que tuvieron determinadas vivencias, no las “revisamos” para identificar las enseñanzas que trajeron a nuestra vida, qué aportaron a nuestro crecimiento personal. En las líneas siguientes podemos introducirnos a la revisión que hace la autora a su experiencia al despedir a tres de sus seres más queridos. Ella nos describe la manera cómo los vio partir, cómo se desvaneció su red de apoyo emocional y emergió con más fuerza su red de apoyo espiritual, Dios. Cada día, sumergidos en la rutina, se va confeccionando a nuestro alrededor un tejido invisible que nos moldea, nos define. Participan en ese tejido muchas manos, grandespequeñas, jóvenes-viejas, cercanas-lejanas, sinceras-engañosas, luminosas-oscuras, y pese a las diversidad de las mismas, todas, absolutamente todas, nos enseñan a vivir. Cuando algunas de esas manos desaparecen físicamente, nos damos cuenta de sus hilos, su textura, su color, pasamos la película de esas manos y decimos: “Aaaah, eso me daban”. El aporte del tejido invisible se filtra a nuestro interior para luego desplegarse por toda nuestra existencia, por todos los ambientes en que participamos: casa, escuela, trabajo, comunidad. En este sentido, es importante sabe que la autora es educadora, de las que creen en la educación transformadora, siendo el pilar básico: la empatía. El último mandamiento de Jesús es: “amaos los unos a los otros como yo los he amado a ustedes”. Creo que solo llegamos a amar a quienes conocemos, creo que para poder amar al otro primero hay que conocerse y amarse a uno mismo. Mi autoestima me permitirá
acercarme al otro sin sentirme amenazado, me permitirá ponerme los zapatos del otro y aceptarlo, acompañarlo. El educador es un ser humano que encarna el mensaje de Jesús: amar incondicionalmente, aceptando y guiando a sus alumnos, sus ovejas. El educador es un ser humano que también tiene sus 40 días en el desierto: enfermedades, pérdidas, dificultades, necesidades insatisfechas,…, y pese a todo debe seguir adelante con su planificación. Sin duda, la cristalización de su planificación será mejor si cuenta con adecuada autoestima y si hay suficientes manos en su red de apoyo emocional, dentro y fuera de su casa. La siguiente lectura le permitirá reflexionar sobre diversos aspectos de la vida, le invitará a pasar a su sala privada y proyectar la película de su propia vida.
Josnil Rojas
En honor a mis tres mosqueteros… A ti mi Carolapi…mi cómplice… A ti mi Marigabi …
I MI CEREBRO HACE DE LAS SUYAS
Lo ví allí recostadito. Y me parecía mentira la pesadilla que estaba viviendo . No hace mucho, tal vez tres semanas atrás, se mecía en la mecedora imitando a otros y echando broma. Así era mi papá. Lo que él inventaba, no tenía comparación. Es extraño tener la sensación de que el tiempo te lleva la delantera y no sabes a ciencia cierta cuando te vas a enfrentar a algo desconocido. Mi cerebro ya ha hecho de las suyas. En siete meses lo he sentido aprisionado. Llegué hoy al colegio, donde están mis alumnos. Observé varias lucecitas en sus ojos y sostuve como frase un monólogo: “Ahhh cuánto les falta por recorrer.” Definitivamente mi corazón y mi cerebro hicieron un complot. Ambos se fijaron como meta el soportar. Acumular los segundos, las horas, el dìa, el instante. Ese ratote que todo se tenía que disimular y decir convencida: “ya te vas a calmar papá”. Cada vez que llegábamos del Urológico, me sentaba horas buscando conexiones; el aparato respiratorio en especial, los pulmones, fue lo que más archivé en la computadora. Al lado, retumbaba la palabra Cáncer. Ese monstruo tan terrible que invade el cuerpo de muchos.
Hace un año vivimos eso con mamá, y lo superó para ese entonces. Hoy invade a mi papá. Y en mi cerebro, como docente, debo planificar. Ese proceso sistemático que indudablemente retumba en las neuronas del maestro. Sea cual sea el estilo, sea cual sea su metodología, el docente, el profe, el orientador educativo, planifica. Estaba en blanco. Hoy en pleno inicio del año y hoy, precisamente hoy que tenía que planificar, lo que tengo en la mente es esta realidad. Todo en mi vida lo he planificado. Hasta en un ejercicio en la Universidad lo señalé a las estudiantes. Son pocas las que cosas que no se programan. Pero en este instante, acabo de verificar que al ser movido tu cerebro emocional, el límbico, como lo acota Beaport (2000), tu espacio, tu definición territorial, se desestabiliza y comprendes que puedes perder el centro. Sí, eso que te piden, sobre todo en la toma de decisiones: “céntrate”, en situaciones determinantes cuesta hacerlo.
Mi país, Venezuela, ha perdido su centro. Ni hablar de quienes lo dirigen y de quienes están en contra de estos. Cada quien va por su lado. Marchas y protestas por todos lados. Aquel, el de allá, el que menos uno se imagina, desviviéndose por su conveniencia; eso de sensibilidad humana, apenas…retazos queda. Cuando hay escasez de Liderazgo, la mayoría de las organizaciones, se suelen descentrar. Muchos criterios a la vez. Planes más individuales que colectivos. Clases sociales más divididas, colegios más descontrolados y familias más desmoronadas. Me quedé en blanco. Y no planifiqué. Por varios días salí de permiso para ayudar con el cuidado de papá. Mamá estaba frágil. Ha sido duro para ella. Teresa, una mujer que siempre he observado como super fuerte , me ayudaba a levantar a papá de la cama y de esa silla sanitaria que compramos para evitar ese traslado torturador hasta el baño. Los pies de papá estaban super hinchados. Nunca había visto algo semejante. Pesadas, de color amarillento y con un olor particular. Cierto día hablé con Kolter, un médico excepcionalmente humano, me explicó que aquello era de lo mismo, que se estaba descomponiendo internamente. Ríos, como un laguito era lo que papá segregaba de ambas piernas. Pedimos telas, sábanas, para solventar la situación. Era reconfortante sentir el apoyo de varios en ese momento. Dos días antes de su muerte, recorté y doblé sábanas y telas hasta construir combos, para que cada vez que lo cambiáramos fuera más fácil el proceso. Qué paradoja. En las tardecitas, cuando ya mi hermana llegaba, y cambiábamos de guardia. Porque así lo acordamos, practicábamos el Yoga. Un estado de bienestar, de relajación que aprendí con cd·s y con lecturas. Por una semana hice un poco de Tai-chí con una amiga. Creo que de ahí se derivó mi curiosidad por el Yoga. Esas prácticas meditativas y tan cuestionadas sólo tienen un aprendizaje significativo cuando deseas paz para el cerebro y no tan solo para tu cuerpo. Pero la paradoja a la que hacía referencia la acoto a la posición del árbol del equilibrio. Una postura donde es ideal reflejar el balance. Para la falta de centro que experimentaba, me salía bien. Y reìa con mi hermana si alguna de las dos se iba de lado: “hoy ha sido muy duro, demasiado me sostuve”.
Cuando haces yoga, puedes conectarla con la forma de cómo te sientes en ese instante y dialogar con tu cerebro si hay tal armonía entre cuerpo y mente. La postura del guerrero, esa lucha entre decisiones y la actitud para enfrentarlas el triángulo, porque cada persona tiene su triángulo según valores y creencias, actitudes y vivencias, aciertos y desaciertos. El cerebro. Qué increíble es nuestro cerebro. Vida, muerte, liderazgo, equilibrio y centro. Mi cerebro comenzó a hacer de las suyas: lo sigo sintiendo aprisionado. De repente todo ha cambiado. El mundo de cristal donde crees que vives ya no es así. Hay descontrol.
II NEURONAS DESCONTROLADAS
Profe, ¿le pasa algo? La ayudo?, puedo hacerlo si quiere. Me dijo una de mis alumnas de la universidad agarrándome el brazo. Hace rato yo había llegado a ese recinto y estaba como en blanco. Me vine de casa de mamá perturbada. Aún estaba muy afectada por la partida de papá. Parecía risible y sorprendente para mí, olvidar por instantes, el aula en e cual daría clases aquella tarde. Dejé que mi alumna me ayudara. Entré. Y había más gente que nunca. Respiré. Tomé la asistencia. Y a pesar de la pizarra blanca en el cerebro, la clase estuvo muy buena. Los equipos fluyeron. Papá sacudió neuronas con su muerte. Aún recuerdo lo que me dijo la noche anterior antes de irse. _Todavía estás allí mi niña_ con su voz y mirada tierna. La morfina que le inyectaron lo sucumbió en sueño profundo. Estaba pesado, el cuerpo le dolía, ya todo el líquido de las piernas había salido. Sufrió mucho. Primera vez en mi vida que sentí la muerte tan cerca. Es algo misterioso. Es como si días antes llevara a otra dimensión a los suyos…a nosotros… ya que todos pasaremos por ahí. No es necesario pasar por todas las etapas de la vida y menos si una enfermedad acecha, para encontrarse con la muerte. Se puede morir en cualquier momento. A todas estas, la frase: “ Dios te dé fortaleza”, me sonaba vacía. El dolor era inimaginable y ese vacío, era como demasiado. El hacía de todo. La casa ya no era la misma sin papá. Cambiamos hasta la posición de la mecedora. Duraba horas meciéndose. Creo que a veces era su torre de marfil ante el stress, la tristeza, la impotencia, la tarde de cualquier día de la semana o simplemente una conversación. Siempre se sentaba allí. A su funeral asistió muchísima gente. Así lo quería él. Que fuera todo el mundo. Parecía descansar por fin. Uno no se imagina los detalles que se tienen que vivenciar cuando alguien fallece. A partir del cruel momento en que sacan el cuerpo de casa o clínica, te das cuenta de que la vida ya no está y mueven el cuerpo de aquí para allá y de allá para acá; luego elegir el féretro. Cuando todos parecen igualitos: tétricos. Seguido, el chequear cómo quedó maquillado y arreglado y de último, contemplar cómo lo van metiendo en el terreno o parcela.
Ni siquiera la odisea termina allí. Hay que mantener el sitio bonito, y cuando vas a hacerle el mantenimiento, te invade una paz extraña. Por tradición se nos acostumbra a que sólo se entierra y listo, se acabó todo. Pero resulta que el verdadero suplicio viene es después. Y eso va más allá de un luto que guardes con ropa en meses o en un año. El luto es un proceso que es distinto en cada persona. Es más trascendental de lo que se piensa y una cosa es tenerlo por siempre (porque el vacío nunca se recupera) y el dejarse caer en el schock emocional permanente es otra, ya que éste último paraliza y descentra por completo. Puede tenerse el control de todo (que nunca se tiene, de allí el error de la autosuficiencia) pero controlarte en medio de un luto, ni un viaje largo lo disipa, pues se distraen los ojos un rato, hueles otros aromas, comes otra sazón, sientes otro clima, pero cuando regresas: verdad absoluta, el luto esta todavía allí. El que lo ha experimentado es la única persona que puede decidir cuando eliminarla visualmente. Lo sano es superarlo, porque el sufrimiento se conecta con el cerebro y al dejarle la llave abierta puede abatirnos. Pero hay que vivirlo, estar consciente de que el dolor te invade. Eso de hacerse el superhéroe no cuadra. Te dislocas o drenas luego y ese luego puede ser peor. Desafortunadamente este proceso no es como una telenovela que se puede anticipar lo que va a suceder en el capítulo siguiente. Son fases o etapas fuertes, duras, desgarrantes, parece una pesadilla. Mamá y abuela también se fueron. Nos descuidamos y casi se van instantáneamente los tres en el mismo lapso de tiempo. Cuando papá cayó en gravedad, recuerdo que le dije a mi hermana: “al irse uno, se van los otros dos, ya verás que pasará así”. En efecto, justo cuando nos recuperábamos de las fases del luto de papá, ¡puf¡ se fue mamá. Esta vez pude ver en vivo y en directo cómo el Señor viene por los suyos a darles de su paz y tranquilidad. Repito es un misterio. Es algo solemne. Mamá no quería irse. Fue tan larga su agonía. Hasta oramos y oramos los que estábamos a su alrededor. Y de pronto ella abrió los ojos por cinco minutos, vio hacia el techo fijamente, alzó sus manos y expiró.
La piel se me estremeció. Una presencia divina nos había invadido. Ella descansó. Su vida ya no era vida con tantas vicisitudes de salud. La pesadilla no culminaba, parecía una historia cruel, pero no, estaba ocurriendo, meses más tarde, abuelita emprendió su viaje y se fue detrás de papá y mamá. Por un momento pensé que esto descontrolaría por completo mi vida, la de mi hermana, la de todos. El dolor había decidido acampar en nuestra familia. No hubo derrota. Aplicamos aquello que se me grabó en bachillerato: “no dejes que una derrota te derrote”. La vida continúa. Así ha tenido que internalizarse esa oración en mis neuronas. A veces estoy en la calle, miro los edificios, las aceras, los árboles, el poste, los avisos. Camino, camino, me detengo. Y hago introspección diciéndome: ¡ increíble que se hayan ido¡ Nadie está preparado para el dolor que causa la muerte de un ser querido. Cuando se ha percibido tan cerca ese hecho tan gris, te das cuenta que es un ciclo normal de la vida, que lo sabes en una clase de Biología, pero en la vida misma, lo captas después. Al captarlo, empieza el álbum de fotografías en el cerebro. Te recorren los momentos decisivos, los recuerdos sutiles, los sueños que por torpeza no cumpliste, los errores que cometiste, las palabras sabias de cada ser querido, te ubicas y en un sobresalto afirmas: “la vida es corta”. Todo tiene su conexión. Nuestras acciones, nuestros objetivos, lo que decimos, lo que dejamos de decir, lo que vivimos en un tiempo con nuestra vida de hoy, todo absolutamente todo se conecta. Y se retoma : la vida continúa. Queda el camino por recorrer hasta que el fin toque la puerta. Por eso hay etapas en la evolución de la vida de cada ser humano. ¡Ay¡ de las que no se queman, cuando quieres vivirlas a destiempo, puede haber descentro o un giro importante en aquello que se llama proyecto de vida. Sin proyecto de vida hay puntos dispersos y consecuencias que hieren el alma, que pudieron evitarse. Neuronas descontroladas. Eso lo produce el dolor, el desengaño, una enfermedad, las metas mal focalizadas, la muerte.
Dominio propio, solo puede obtenerse pidiéndolo día a día a Dios, para sobrellevar lo que enfrentes. Un día es diferente a otro. Y en oportunidades hacemos caso omiso y se nos van segundos, minutos que pudieron ser más útiles, más bonitos. Es uno mismo que se toma por los hombros y decide continuar con las neuronas descontroladas o valorar más la vida, hasta el punto que tu cerebro se convierte en una libreta descriptiva: cada trocito de lo que te rodea, te importa. Ya no ves solo el frente, lo ves todo, desde el asiento del vehículo donde viajas hasta las personas más insòlitas cruzando la calle o haciendo equis cosa. Todo importa. Pero te apropias de eso, luego de algún descontrol. Cambia el paradigma del mundo de cristal en que estaba y las neuronas se ponen a millón.
III MUNDO DE CRISTAL
Se abre el telón aparecen tres muñequitos, un arco iris y un librote antiguo, se cierra el telón. Se abre de nuevo y ahora Se figuran: un cristal grande roto y un cartel con una frase: “tu realidad”, ¿cómo se llama la obra?. Cuando se comienza a tener cierta edad, cuando transcurren hechos que daban la impresión de que durarían siglos, se tiende a mirar hacia atrás, a reflexionar sobre los logros y recorren fotos de cada vivencia en la mente. En una de esas introspecciones, hay gente que se da cuenta que su vida ha estado inmersa en un mundo de cristal. Sí de cristal. Vas, vienes, tienes apoyo en todo. Pareciese que se contara con un bastón invisible para resolver el día a día. Lo irónico. Puede estarse en ese mundo un montón de años. Una especie de caja protectora en la que no aterrizas ni en tu propia vida, ya que en cierta forma dependes de otros. No es cuestión de juzgar a quienes de una forma u otra fueron protagonistas en el mundo de cristal, es una pausa que aparece con carácter obligatorio cuando este último, se rompe y ya simplemente no está. Papá siempre era el más orgulloso cada vez que yo me graduaba y obtenía un título, él iba enseguida al registro y venía como grandote con el portatítulo en manos. Mostraba los diplomas de mis hermanos y los míos cada vez que había visitas en la casa. O sino sencillamente contaba y decía “somos poquitos pero estamos juntos”. Si se quemaba un bombillo, la licuadora se paralizaba, el baño se dañaba, la ventana se atascaba, la olla se quemaba y necesitaba blanquearse, había que pegar repisas, hacer una maqueta, llegaba la época de las hallacas o cualquier festejo, allí, siempre allí, estaba papá, tomando la batuta y resolvía. Mamá, también era especial. Que si elegir un traje (umm, recuerdo que fue mi fiel compañera al buscar mi traje de novia). Que si redactar una carta, una referencia o equis documentos. Una ensalada de gallina, una pasta exquisita. Un montón de palabras de
advertencia con los ojos. Un sí para mi, para mis hermanos, para mis tíos, para mis primos. Una voz como de ópera. Una diligencia bancaria, una estrategia mágica en la construcción de la casa. Un sentarse en un centro comercial, un diario para los niños y su rutina al nacer. Un deber ser. En todo eso, el personaje principal era mamá. ¿Mi abuela? Imposible de no mencionarla. Resistencia sin límites. Una sopita caliente. Un mito para lavar la ropa interior. Una caminata donde fuera en una sociedad de damas para ayudar a otros. Un contraste con el llano, quien salía reluciendo en las anécdotas. Un motor para reunirse en familia. Esa, era mi abuela. Impresionante cómo los tres estaban tan interrelacionados y decididos a protegernos pasara lo que pasara, en todas las facetas. Todo parecía más llevadero cuando los tres estaban. Sin embargo a pesar de lo precavidos que eran, nunca imaginaron que se acercaría algo inevitable: el dejar de estar y por ende hacer desaparecer el mundo de cristal. Uno llegaba a casa y podía contar con los tres. Para todo. El resto de mis familiares (que son bastante) pueden dar testimonio de ello. Ahora, en la soledad, que a veces me embarga, comprendo porqué de alguna manera los tres querían que nos mantuviésemos juntos, como pollitos. Era como una caja protectora, que más tarde, en el ahora, ya no existe y que muchos sinsabores deseaban evitarnos. Retrocediendo la película, lo sorprendente que resultaba la influencia de aquel trío en la toma de decisiones. Unas veces para bien, otras, no tan bien, hasta llegar al momento de la partida de cada uno y concluir que es en el Hoy cuando realmente se experimenta que uno está creciendo como persona, con tus propias determinaciones, tus propias decisiones, tus propios pensamientos, tus propias influencias. Lo que se aprendió en ese mundo de cristal no se olvida, es parte de la historia de la vida de una persona. Pero cómo duele. Como duele cuando el cristal se rompe. Y te preguntas: ¿Y AHORA QUE HAGO ?
IV Y AHORA…QUE HAGO
Cuántas veces uno se pregunta ¿Y ahora que hago ? Infinidades. Pero luego de ver en pedazos el mundo de cristal, decirlo, es bastante significativo. Antes, parecía como si se contara con una receta, para dar cada paso y se tenía la certeza de lo que se iba a hacer, sí, antes, teniendo ese mundo de cristal. Después que papá se marchó (y de pronto suena repetitivo) pienso que mamá fue la primera que se hizo esa pregunta. Cómo cambian las cosas cuando percibes la ausencia. Eso fue demasiado fuerte para ella. Y desde entonces, no pudo contestarse aquella pregunta. Nosotros tampoco pudimos ayudarla a responderla. Estábamos sumergidos en el dolor. La gente te dice que pases la página, pero no es tan sencillo. Viví varios meses preguntándomelo. Busqué ayuda y finalmente cuando intenté responderla fue exactamente el momento en que asimilé que no podía andar por cada rincón de este país con papá a cuestas. Sin embargo, en ocasiones, siento que lo he visto. Puede pasar un año, tal vez muchos más y alucinar (si es que alucinar es que lo ves). Recuerdo que días antes que mamá partiera soñé que papá había llegado a casa, yo le pregunté: papá ¿qué haces aquí? ¿qué buscas? Estaba como bravo y me dijo: “no todavía no” y se fue. Posteriormente también soñé con él y estaba contento. Mamá en una semana falleció. Segunda vez que me preguntaba : ¿y ahora qué hago?, ¿qué se hace con tanto dolor? Esto último fue la interrogante de mi abuela y de allí se derivó su resignación al acceder e irse a casa de la tía. Cuando ayudé a subirla, tuve la certeza que se iría pronto también. ¿ y ahora qué hago? ¿ qué hago con tanta ausencia? ¿ quién puede comprender lo ? Sí por supuesto, todos vamos a morir, pero ¿tanto dolor seguido?
Mi consuelo ha sido que los tres están felices. Y gracias a Dios no están viendo tanto desastre en esta tierra. Desde las fallas eléctricas hasta la maldad que pueda rodearte tan cerca. Mi sobrino en varias oportunidades juega y nombra a sus abuelitos, dice que están en el cielo, que se murieron. Mi hija en sus ataques de depre dice que nada es igual desde que ellos se fueron. De cierta manera, creo que los pequeñines también se preguntaban: ¿y ahora qué hago? Mi hermano anda perdido, tratando de buscar respuestas, peor aún, no sé si las está buscando. Mi hermana y yo estamos tratando de responder a esa pregunta para no caer en enfermedades tan penumbrosas y evitar aturdirnos con el ¿y ahora qué hago?
V CEREBRO + CONEXIÓN + ENFERMEDADES
Las emociones son una cosa seria. Si en nuestra infancia tuviéramos una educación emocional, cuántos desaciertos nos evitaríamos. Cuesta tanto que las personas sean auténticas. Estamos empeñados en darle una cuota elevada de nuestras energías al que dirán, que al llegar el momento en que decidimos ser reales, ser nosotros mismos, ya ha transcurrido demasiado tiempo. Y es que la Biblia, es muy clara y perfecta cuando señala en el libro Eclesiastés 3, que todo tiene su tiempo. Aquello que no hicimos, aquello que no fuimos o aquello que arruinamos, no puede retomarse, porque causaron un efecto y su tiempo pasó. A veces se nos va la vida errando y haciendo promesas de que no lo repetiremos y seremos mejores y se va en eso, en promesas y daño hacia los demás. En las acciones van paralelas las emociones. Según lo que sentimos se determinan los procederes. Y esta relación se toma en poco en la escuela, cuando desde allí se pueden descifrar enigmas en la conducta del niño y por ende del maestro, porque en una comunidad escolar todos sienten. Rabia, miedo, alegría y tristeza, son emociones que gobiernan nuestro comportamiento. Sería ideal registrarlas en una cartelera de las emociones y del éxito como lo propuso Luzardo (2000). Todos sentimos. Y el valor de cada una de ellas radica en su influencia en nuestra salud física y mental. Otra conexión. Está comprobado científicamente en cómo se ve afectado el sistema inmunológico con el inadecuado manejo de las emociones Castén (2008). Basta con estar envuelto en situaciones negativas y el cuerpo comienza a reaccionar: dolores de cabeza, fiebre, hipertensión, cuadros gripales, alergia, dolores musculares, fibromalgia y otras afecciones hacen su aparición. Ni se diga de ese moustruo llamado Cáncer. Que enfermedad desgarradora.
Mamá con todo el stress que tuvo en su vida, desarrolló un cáncer en el cólon. Cómo me destrozó el resultado de la biopsia que busqué aquella tarde. Parecía increíble. Me nublé. No quería llegar a casa y mostrarle esa barbaridad. No tenía valor ni para decírselo a mi hermana. Fue terrible. El asunto es que mamá superó la operación en esa primera vez. El doctor había dicho que prácticamente le había reconstruído el cólon. Mamá se llenó de miedos, desconciertos, inseguridad y tristeza. La quimioterapia fue una tortura para ella. Fue oral. Pero igual con efectos secundarios. A papá se le rompió el corazón de tristeza al vivenciar toda la enfermedad de mamá. Sin saberlo, el stress, pudo más y meses más tarde supimos que él había sido invadido por el Cáncer del pulmón. Ambos fueron destrozados por esa enfermedad. Y mamá con avance más progresivo derivado del torbellino de emociones negativas. Por supuesto que nunca el ser humano va a dejar de sentir. El secreto es poder vivir con las emociones. Sentirlas y darle el lugar que le corresponde. ¿Qué es difícil? Sin duda alguna. Pues la mayoría de las vivencias son dominadas por ellas. Parece contradictorio, pero ante un malestar, hay que rodearse de elogios, de mimos, de situaciones menos dañinas. Si eso es vital para los adultos, que será para los niños. Hoy me operaron. Tenía meses esperando este momento. El schock inevitable: ni papá, ni mamá, ni abuela estaban para contárselo. No podía tomar de la mano a mamá para sentir que tenía toda la compañía del mundo. A pocas horas de entrar al quirófano, sentía nervios pero la seguridad y el honor a mamá de superar todos los miedos, me hizo entrar a la sala de operaciones como una campeona, la razón: ganas de vivir. Ganas de romper con tanto dolor y darle la vuelta a aquello de que mi cerebro era vital para lo que tenía que enfrentar. Dios, triunfé… Aún me queda familia y son dendritas que no se pueden sustituir.
VI FAMILIA: DENDRITAS IRREEMPLAZABLES
Antes, leía con frecuencia en los libros: “la familia es la base de la sociedad”. La gente se lo aprendía como definición. Actualmente, es poco usual la frase, pero su significado continúa siendo real. Sin hacer muchos estudios profundos, la estructura familiar es muy diversa en el presente. Ahora hay que ser cuidadoso cuando se discute sobre el tema, porque un ejemplo sencillo es lo imposible que resulta el exigirle a algunos niños y niñas que dibujen a su familia, esperando ver el dibujo tradicional y al revisar lo elaborado, existe la posibilidad de que ni la figura de un papá o de ni una mamá aparezcan. En su lugar, a lo mejor se plasma una abuelita, una tía, un hermano, o alguien a quien desde que somos muy pequeños, representan la palabrota honoraria: Familia. Cuando el mundo de cristal se rompió, cómo pude detallar los diferentes tipos de familia y lo más interesante, verificar que cada una de ellas, tiene su propio estilo, sus reglas, sus manías, sus horarios, sus rutinas y sus misterios. Mi abuela siempre hablaba de su familia. Nunca dejaba de compartir una anécdota familiar en sus conversaciones. Se transportaba en el tiempo y esas chiquilladas que había vivido en el llano eran latentes y emocionantes. Se percibía lo vital que habían sido para ella sus años de infancia: contaba con su familia. Tenía un piso. Llámese piso a ese espacio territorial que todos necesitamos en esta vida para evitar esa sensación de perdido, desubicados y descentrados. Ahora que la abuela no está, comprendo más esto. Al dejar el llano, al perder a sus padres, perdió al principio su piso. Lo cual le costó un cúmulo de circunstancias donde la inexperiencia, la escasez, una jerarquía de valores alterada y una búsqueda del amor correspondido, le devolvieron un espacio territorial distinto y un familión gigantesco. Recuerdo que junto a papá, se la pasaban contando y enumerando como especie de seguimiento, de cuántos primos, tíos y bisnietos llevaba hasta el momento. Cada cumpleaños, cada día de las madres o cada navidad, una gran masa familiar se reunía y mi abuela se inundaba de alegría. Ese era su piso.
Las reuniones familiares ya no son las mismas. Mis tíos y primos le agarraron pánico a los recuerdos de la Casa Grande. Algunos se atrevieron a desafiar ese miedo con el cumpleaños de mi sobrino mayor. Sin embargo, creo que para todos los asistentes había la sensación de que abuela, papá y mamá estaban presentes.
Es como pasar una cámara filmadora y darte cuenta que tu familia es irremplazable. Por más que te rodee un sinfín de seres, no es lo mismo. Se ha perdido un piso. Te llega la hora de reorganizarte y autoevaluar si tienes tu propia familia. Mi primo J. Bautista quien se creció junto conmigo, ya tiene su piso. Su ojos me lo gritaban, primero en el velorio de mi abuela al enfrentar que se nos iba nuestra “nana” y segundo al almorzar en su apartamento y compartir la noticia que lo llevaría a lo más alto: “prima voy a ser papá, mi esposa y yo estamos embarazados”. Mi familia es grande. Pero así como es de grande, en cada subfamilia, la diferencia es notable. No me había percatado tanto de ello, hasta que mis tres mosqueteros se fueron. La distancia entre esas subfamilias pareciese acentuarse más. De repente me paso de sentimental, pero es así. Dicho fenómeno pasa en todas las familias. Sin embargo, allí estamos, indagando unos sobre otros. Algunos aconsejando y todos con sus propios rollos. Porque sencillamente somos humanos y en todas las familias hay el inteligente o aplicado, el parrandero, el mala conducta, el mujeriego, la rialenga, el lunático, la conflictiva, el envidioso, la competitiva, la trágica, el echón, el lamentoso, la criticona, el esquivo, la juez, en fin, de todo un poco. Puedes irte a la China o a lo más lejos de este planeta, pero tu familia seguirá siendo tu familia. Y es algo que no se debe perder de vista, porque conociendo su trascendencia, llegas a explicarte trozos de historia que siempre quedaron incompletos, porque el ser niño o muchacho antes, no era suficiente para que los adultos nos consideraran en sus conversaciones “coherentes”. Uno era felíz y no lo sabíamos. ¡Cómo jugábamos mis primos y yo ¡ A Loren mi primo bello que se fue el año pasado de un trancazo, le fascinaba llegar al apartamento donde vivíamos y sumergirse en el juego de la Casa Embrujada. Qué ironía de la vida. El lo tenía todo para ser felíz, pero haciendo uno de sus hobbies perdió la vida. El era especial. De veras que sí.
Hay familias que se esfuman inexplicablemente. Tía Juana y su esposo se vinieron de Suiza hace más de quince años persiguiendo a su hija mayor, pues esta había encontrado el amor de su vida y decidieron venir a Venezuela a vivir a toda costa ese idilio. Años más tarde tía muere de una enfermedad para aquel entonces un misterio, ya que luego fue que se supo que era cáncer, de lo cual murió también su esposo. A mi prima se le muere su esposo en un accidente laboral. Dos de sus hermanos destrozaron sus vidas con desórdenes morales según rumores. También murieron pero allá en Suiza. Ella luego se enferma de cáncer y fallece. En cuestión de pocos años, se esfumaron. De allí solo sobreviven tres ( digo tres sin saber que fue de Bernar el hijo mayor de mi prima). Ellos fueron irremplazables. Mi tía Juana era única. Cómo le gustaban los aeropuertos. Me consentía un mundo. Los chocolates que me enviaba eran deliciosos. Con ella aprendí a enviar cartas a otros países junto con mi abuela. Recuerdo que uno de sus obsequios fue un radiecito que era pura risa grabada. Era soñadora. Varios en la familia son así. Mi tío Victor es un soñador, creativo como el solo, tiene un corazón grandote, protector. El hubiera sido uno de los mejores periodistas a nivel impreso. Ni hablar de las tías morochas. Unos volcanes. Una más que otra. Son la acción pura. Parecen el contraste perfecto. Cuentan que mi tía Mena defendía a todas en el colegio y Negri, romántica, soltera y un huracán luego al casarse. Tía Mimi, un techado de risas. Leha dado la vuelta al mundo y lo más supernota es que para ella las barreras del tiempo son traspasables. Es la tía fashion, con una juventud y bonchadera incomparables. Su esposo es un chino. Esa es otra razón por la cual nuestra familia es dendrita no remplazable. Somos internacionales. Dentro, en nuestros vínculos, hay chinos, suizos, italianos, venezolanos (gochos, orientales, caraqueños, llaneros y tequeños) Otra de las tías, tía Margarita, tiene que ver con todo. Siempre fue delicada, es la catira y para todos tiene consejos y palabras. Tío Pancho el mayor de todos, parece el Gran Cacique. Antes con mayor ímpetu. Ahora está muy anciano y sobrevivió a un ACV. Para él un diploma y un empleo bien remunerado es lo máximo en la vida. Recuerdo que a mi y a mis primos nos preguntaba que tal íbamos en los estudios. A quien valoré más porque recientemente aprendí a conocerla fue a tía Loy, la menor. Meses antes de mi operación, ella me dijo con firmeza: “vas a salir victoriosa, Dios me lo dijo “.
Pienso que ha sido una persona cuyo piso ha sido muy removido y en su yo interno ha luchado por sobrevivir a eso. Al igual que mi primo J. Bautista, ya tiene piso fijo. Y si me pongo a detallar a cada familiar, no terminaría este capítulo. Son demasiados. Existe lo que se llama la familia Directa. Esa que todos formamos al casarnos o rejuntarnos y procrear hijos. Yo tengo la mía. Lo interesante, es el capítulo que pasa en ella, en mi otra familia directa (mis hermanos) y en las subfamilias de mi familiota. Son dendritas irremplazables. El que dude, pregúntele a las mujeres de cada familia. La mujer… el ser más valiente que conozco.
VII
MUJERES VALIENTES…MAS QUE HEMISFERIOS CEREBRALES
Dicen que las mujer es un ser mágico y sorprendente. Lo han afirmado científicos, sociólogos, escritores, filósofos, hasta la biblia lo afirma en un libro Proverbios cap. 31 “mujer virtuosa ¿Quién la hallara?” Lo máximo es que en los últimos estudios de la neurociencias citados por El Nacional (2007), es que el cerebro de la mujer puede abarcar varias actividades simultaneas, de allí lo típico que se escucha: “mientras el hombre hace una o dos cosas, la mujer ya ha hecho diez. Que ser tan complejo. Los roles que tiene que asumir son múltiples. Una mujer es niña, hija, nieta, sobrina, madre, tía, prima, esposa, bisnieta; en una casa puede ser lo anterior más al mismo tiempo ama de casa, pintora, ecónoma, chef, psicóloga, amante, etc., etc., demasiado, de verdad que es demasiado. Ahora entendiendo todo lo que mamá hacía. Le falto tomarse un tiempo para decir stop. Necesitamos manifestarlo. Somos seres humanos. En ciertos días de la semana, del mes, del año (y que cociste que no me refiero a la menopausia) una, como cualquier otro ser, no le provoca hacer nada. NADA .Con mayúscula, entre comillas, subrayado en negrita, NADA ABSULUTAMENTE NADA. Queremos sentarnos a ver la luna (dícese techo), pintarnos las uñas, echarnos, crema luego de un gran baño, que nos amen desde la punta del pie hasta la cabeza, que nos cocinen (casi una fantasía) y se encarguen de la casa (hecho totalmente imposible). Valiente. Si ese es el adjetivo perfecto para la mujer. ¿Que ella sea la responsable de llevar el matrimonio? ¿Qué ella se encargue de administrar lo que se come o no? ¿Qué ella vele por la por la tarea de los niños, de la ropa que hay que lava? ¿Que ella aparte de lo que labora en casa, trabaje afuera? Umm Valiente al cuadrado . ¿Retos? Los retos los asumimos las féminas. En todos los sentidos. Recuerdo que mi abuela era mi Súper héroe en la infancia. Hasta lidiaba con los locos que cercaban la calle donde quedaba la casa en la cual vivíamos. Dígame cuando llegaba la
hora de hacer tarea, mi abuelita salía al abasto y regresaba cargada de chucherías para reforzar el esfuerzo de mi hermana o el mío. También viene a mi mente el primer acto de valentía de mi vida: botarle la correa roja a mi abuela. Mi hermana y yo le teníamos mucha rabia a esa correa, que después de comernos una sopa “de a mentiritas”, hicimos malabarismos y la lanzamos por el zanjón. Aquella terrible correa que picaba en la piel al ser corregidas por alguna tonta infracción. Mamá fue valiente hasta que le sobrevino la enfermedad y el dolor de la ausencia de papá. De resto, toda su vida fue de valentía. Podía con todo. Hoy en día, el significado de Valentía para mi es llevar a toda cuesta el cartel que diga MUJER bien en alto. Sonará odioso, pero el planeta no funciona sin la acción de una mujer. A pesar de la rutina, del cansancio, del mismo tum tum, a pesar de la traición, el desengaño, la brutalidad y lo básico de quienes puedan rodearte, ante todo elevar nuestro cartel de MUJER, eso es valentía. Y Valentía es Autoestima. En algunos momentos de nuestra vida nos golpean la autoestima. Más a la mujer que al hombre. Debe ser por el simple hecho de que somos más emoción que razón. Sin querer significar que no pensamos (por supuesto hay en el gremio fulanitas que nos rayan por lo vacías y lo falsas). Estás a punto de tirar la toalla, arrójala. Que hoy no deseas cocinar, no lo hagas. Te provoca sentarte con alguien o sola a tomarte un café, házlo. Quieres maquillarte, ponerte algo bien coqueta y que te digan que tú estás bien buena, házlo. Tienes chance de inscribirte en cursos, una charla, ir al teatro, ir de shoping visual o ver una película sola, házlo. MUJER. Eso es valentía también. Ser tú. Recordar que tu sientes, eso es actuar valientemente. Decir qué quieres y qué no quieres, eso es más que hemisferios cerebrales. Aún puedes hacerlo. Así tengas 8 tengas 68 o más. Valiente, eres tú mujer.
VIII CUANDO NECESITAMOS DE TI
Hay momentos en la vida en que se piensa que uno es un Súper héroe. Que no hay nada que no podamos resolver. Creemos que hasta el control de nuestra existencia, lo tenemos. Puede que gobernemos los pensamientos de nuestros propios tormentos, pero…resolver todo? Ignorar que alguien siempre está presente en la línea de tu vida es como pasarse de obtuso. En varias ocasiones he sentido la presencia de Dios. El ha guardado de mi y de mi familia de forma increíble. Recuerdo aquella tarde que nos asaltaron, ese dìa sentí que harían con nosotros, cual papilla. Se me ocurrió orar, abracé a mi hija durísimo. Y oré, oré mucho. Cerré mis ojos y le dije a Dios que nos guardara que El podía hacerlo. Solo El. Y fue así. Salimos con vida. Dios nos premió y nos dejó ese regalo otra vez. Pudiera escribir un libro de anécdotas de cada situación. Cuanto necesitamos de ti oh Dios. Necesitar a Dios ¿Qué será eso? ¿Cómo podrá describirse? Sencillamente, al perder el centro, al verificar que no somos infalibles, es cuando llegamos a comprender desde las venas cuánto necesitamos de Dios. Si tan solo tomáramos de la mano al Creador, agradeciéndole: ¡Oh amanecí vivo¡ Desde allí comenzaría un día diferente. Los economistas y sociólogos del siglo XXI dicen que estamos en la Era de la Incertidumbre. Hoy puede que salga el sol y a las horas revienta un aguacero. Te sientas en un cafetín para hablar con un buen compañero, de pronto, la semana que viene, te avisan que esa persona murió de un infarto. Ayer abundaban los alimentos, hoy escasean. Venezuela, el mundo, el planeta, es una incertidumbre.
Y volviendo a viajar en mis recuerdos. Estoy en esa gran ventana. De frente hay lucecitas en toda la montaña que evoca mi niñez, sentada junto a abuelita en un banco de la iglesia, sin ni siquiera imaginar que esta montaña que en el hoy contemplo, me hiciera valorar más a aquel momento. Pienso que mi abuela se dijo en un stop de su vida: “cuando necesitamos de ti Señor, me doy cuenta que alrededor, es efímero, desleal, con máscaras”. Mi hermana y yo recorrimos lugares recónditos con mi abuela. Ella asistía a la Unión de Damas. Era líder, respetada y admirada. Nos enseñó que no hay nada más seguro que el Señor Jesús. Por ello, de pronto, al darse cuenta de lo traicionera que puede ser la gente, de la misma familia, decidió seguir sin límites a Cristo. Eso es necesitar a Dios. Analizar y entender que la vida pasa y ya. Que ese momento felíz es único. Que la gente es egoísta y cada quien desea que sigas solo sus ideas. Que no existe nadie perfecto. Ni siquiera un cura o un pastor. Ellos son humanos, como tú y como yo. Me da escalofrío lo que irá a pagar aquel pastor que destrozó un rebaño y causó la más cruel división. Eramos felices y no lo sabíamos. Allí tuvimos que agarrarnos bien fuertes porque si no tuviéramos la convicción de lo que creemos, con aquellas crisis nos hubiéramos confundido más. Cuando pierdes tantas cosas, cuando ya todo es tan automático que ni las palabras afectuosas existen en esta era tecnológica, es allí cuando en tamaño tipo vallas fluorescentes, afirmas que necesitas creer, creer en Dios. Ni hablar de situaciones encontradas, gente que cambia, bandos que se enfrentan…como por ejemplo, personas que día a día vivencian lo que es un salón de clase y otras al olvidarlo, están light en dirección.
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IX VALORARTE…ALLÍ EMPIEZA TODO
Qué tétrico es cuando existe gente que golpea nuestra autoestima, pero más nefasto es el que nosotros mismos no creamos en ella y busquemos máscaras para sobrevivir en la familia, el trabajo, el estudio y en la sociedad en general. ¿La Autoestima? Pues bien, comienza desde el momento en que en la barriga de mamá, recibimos mensajes negativos, lamentos y quejas y ya más creciditos lo que percibimos en la familia, la poca valoración (a veces consciente otras no) que se fomenta también con la sobreprotección y las pocas posibilidades de adquirir por cuenta propia: la seguridad para actuar. Crecemos con la duda. Si lo hacemos bien o mal. Nos acostumbran a que todo nos lo hagan o le damos la apertura a otros para hacernos sentir mal. Valorarte. Si no se cree en ello no se puede crear ni progresar. Porque avanzamos usando bastones y nos cortan las alas aprendiendo a volar tarde, o lo que es peor, nunca volamos como queremos realmente volar.
Vivir para otros, daña la autoestima. No se trata de ser egoísta ni dejar de practicar normas de convivencia. Solo que a veces se nos van minutos valiosos y al darnos cuenta ni siquiera conocemos nuestros gustos, nuestros deseos ni lo que queremos hacer en un momento determinado. Valorarte. Sòlo con esfuerzo podrás hacerlo. Si no te lo propones y te planteas qué es lo que quieres hacer, qué deseas aportar, qué deriva tu ser, no enriquecerás tu autoestima. Nuestra mente, tiene demasiado poder. Lo que perciba, lo que creamos, influenciará positiva o negativamente en la valorización y construcción de la autoimagen. Es complejo. Algo que depende de las neuronas incontrolables, del mundo de cristal, de las enfermedades, de las dendritas irremplazables, de la valentía, de la estrategia, de Dios. Cada día es un granito que debemos colocar al valor que poseemos como personas. Somos únicos. No tenemos copia. Y eso a veces molesta a los demás. ¡Uff¡ cuántos obstáculos aparecerán. Pero en eso consiste la vida, en continuar. Sin duda alguna…mi cerebro no parará y ahora que aprendí a valorarme más…seguirá haciendo de las suyas.
X MI CEREBRO SEGUIRÁ HACIENDO DE LAS SUYAS
Era vísperas de carnaval. Estaba cursando sexto grado y ¡paf¡ me ha caìdo por la ventana del salón un huevo podrido en la cabeza. A la compañera que tenía al lado también le salpicó. ¡Cómo nos reímos en la reunión de primos cuando lo conté ¡ Mi cerebro recuerda cada cosa. No para. De ahí hasta entonces ¡cuántos recuerdos¡ ¡cuántos sucesos¡ Tenía centro cognitivo. Lo demás estaba en orden. Todo lo controlaban papá, mamá y abuela. Ese era mi valor. De niña o niño se es taaaannn felíz. Y con mayor razón si lo que te rodea es felicidad. Claro, no es tan compleja la vida como cuando se es adulto. Es tan determinante el conocernos. Cuidar nuestro cuerpo. Velar por el cerebro, la salud mental, expresar y diferenciar las emociones. Valorarnos.
Desde que me conozco, no paro de pensar. He verificado que mil eventos pueden venir a mi mente, cual fotografías. Lo curioso. Sentí un stop en los momentos más trascendentales de mi vida. A todos nos pasa. Si me esfuerzo, lograré superar los stops que nublaron algunos aspectos de mi crecimiento personal. Mi mayor aprendizaje: el cerebro de un docente es único, real y variante. El es un ser humano. Con metas. Con fortalezas y con debilidades. La verdad más rica. Valgo mucho ¡Lo aprendí¡ ¡lo estoy aprendiendo¡ Nadie lo sabe a cabalidad de un solo momento. No puedo evitarlo. Dios sabrá hasta cuando. Mi cerebro seguirá haciendo de las suyas.
BIBLIOGRAFIA -De Beaport Elaine y Aura Díaz (2006) .Las Tres Caras de la Mente. Editorial Alfa. Venezuela -Mis Apuntes de Yoga. Clases en La Plaza Los Palos Grandes. Caracas. Venezuela. -Reflexiones diarias de la autora -Sepúlveda Maite (2004). El Buen Vivir. Editorial Vergara. Colombia
-Mis meditaciones luego de leer un poco la Biblia (versi贸n Internacional y versi贸n Reina Valera 1960).